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Análisis

356 Publicaciones
  • Análisis
  • Neurociencias

Las neuronas que nos hacen sentir hambre

  • 11/07/2023
  • Equipo de Redacción

Tal vez empiece con una sensación de falta de energía, o quizás se sienta un poco irritable. Puede que tenga dolor de cabeza o dificultad para concentrarse. Su cerebro le está enviando un mensaje: hace hambre, busque comida.

Estudios realizados en ratones han identificado un grupo de células denominadas neuronas AgRP, situadas cerca de la parte inferior del cerebro, que pueden provocar esta desagradable sensación de hambre. Se encuentran cerca del suministro de sangre al cerebro, lo que les da acceso a las hormonas procedentes del estómago y el tejido adiposo que indican los niveles de energía. Cuando la energía es escasa, actúan sobre otras áreas cerebrales para promover la alimentación.

Escuchando a escondidas las neuronas AgRP en ratones, los científicos han empezado a desentrañar cómo estas células se activan y animan a los animales a buscar comida cuando tienen pocos nutrientes, y cómo detectan la llegada de alimentos al intestino para volver a desactivarse. Los investigadores también han descubierto que la actividad de las neuronas AgRP se altera en ratones con síntomas similares a los de la anorexia, y que la activación de estas neuronas puede ayudar a restablecer los patrones alimentarios normales en esos animales.

Entender y manipular las neuronas AgRP podría llevar a nuevos tratamientos tanto para la anorexia como para la sobrealimentación. “Si pudiéramos controlar esta sensación de hambre, podríamos controlar mejor nuestras dietas”, afirma Amber Alhadeff, neurocientífica del Monell Chemical Senses Center de Filadelfia.

Comer o no comer

Las neuronas AgRP parecen desempeñar un papel clave en el apetito: al desactivarlas en ratones adultos, los animales dejan de comer e incluso pueden morir de inanición. Por el contrario, si los investigadores activan las neuronas, los ratones saltan a sus platos y se atiborran de comida.

Experimentos realizados en varios laboratorios en 2015 ayudaron a ilustrar lo que hacen las neuronas AgRP. Los investigadores descubrieron que cuando los ratones no habían comido lo suficiente, las neuronas AgRP se disparaban con más frecuencia. Pero bastaba con ver u oler comida —especialmente algo delicioso como la mantequilla de maní o un chocolate— para que esta actividad disminuyera en cuestión de segundos. Los científicos concluyeron que las neuronas AgRP hacen que los animales busquen comida. Una vez encontrada la comida, dejan de disparar con la misma intensidad.

Un equipo de investigación, dirigido por el neurocientífico Scott Sternson, del Janelia Research Campus de Ashburn, Virginia, también demostró que la actividad de las neuronas AgRP parece hacer que los ratones se sientan mal. Para demostrarlo, los científicos modificaron ratones para que las neuronas AgRP empezaran a dispararse cuando se les iluminaba el cerebro con una fibra óptica (la fibra aún permitía a los ratones moverse libremente). Colocaron estos ratones modificados en una caja con dos zonas distintas: una de color negro con un suelo de rejilla de plástico y otra blanca con un suelo blando de papel de seda. Si los investigadores activaban las neuronas AgRP cada vez que los ratones entraban en una de las dos zonas, los ratones empezaban a evitar esa región.

Sternson, que ahora trabaja en la Universidad de California en San Diego, concluyó que la activación del AgRP resultaba “ligeramente desagradable”. Eso tiene sentido en la naturaleza, dice: cada vez que un ratón abandona su nido, corre el riesgo de ser atacado por depredadores, pero debe superar ese miedo para buscar comida y alimentarse. “Estas neuronas AgRP son una especie de empujón para que, en un entorno peligroso, salgas a buscar comida para mantenerte con vida”.

El estudio de Sternson de 2015 había demostrado que, aunque la visión o el olor de la comida calma las neuronas AgRP, solo es temporal: la actividad vuelve a aumentar si el ratón no puede seguir adelante y comer el aperitivo. Mediante experimentos adicionales, Alhadeff y sus colegas descubrieron que lo que apaga las neuronas AgRP de forma más fiable son las calorías que llegan al intestino.

El ratón dormido de este vídeo ha sido diseñado para que, cuando le llegue luz azul al cerebro, se activen las neuronas AgRP. El ratón está descansando tras una noche en la que ha comido mucho. Cuando los investigadores encienden la luz azul, el ratón se despierta y come más, aunque esté saciado.

En primer lugar, el equipo de Alhadeff dio a los ratones una golosina sin calorías: un gel con edulcorante artificial. Cuando los ratones comieron el gel, la actividad de las neuronas AgRP disminuyó, como era de esperar, pero solo temporalmente. A medida que los ratones aprendían que no podían obtener ningún nutriente de este tentempié, sus neuronas AgRP respondían cada vez menos a cada bocado. Así, a medida que los animales aprenden si una golosina les nutre realmente, las neuronas ajustan el dial del hambre en consecuencia.

A continuación, el equipo utilizó un catéter implantado a través del abdomen para suministrar calorías, en forma de la bebida nutritiva Ensure, directamente al estómago. De este modo se evitaba cualquier señal sensorial de que la comida estaba a punto de llegar. El resultado fue una disminución más prolongada de la actividad del AgRP. En otras palabras, son los nutrientes de los alimentos los que apagan las neuronas AgRP durante un tiempo prolongado después de una comida, concluyó Alhadeff.

Desde entonces, Alhadeff ha empezado a descifrar los mensajes que el estómago envía a las neuronas AgRP, y ha descubierto que dependen del nutriente. La grasa en el intestino activa una señal a través del nervio vago, que va del tubo digestivo al cerebro. El azúcar simple glucosa envía una señal al cerebro a través de los nervios de la médula espinal.

Su equipo investiga ahora por qué existen estas vías múltiples. Espera que, si comprenden mejor cómo las neuronas AgRP impulsan la búsqueda de alimentos, los científicos puedan encontrar formas de ayudar a las personas a no engordar. Aunque los científicos y las personas que hacen dieta llevan más de un siglo buscando tratamientos de este tipo, ha sido difícil encontrar tratamientos fáciles, seguros y eficaces. Los últimos medicamentos para adelgazar, como Wegovy, actúan en parte sobre las neuronas AgRP, pero tienen efectos secundarios desagradables, como náuseas y diarrea.

Las terapias dirigidas solo a las neuronas AgRP probablemente no resolverían por completo el problema del peso, porque la búsqueda de alimentos es solo un componente del control del apetito, dice Sternson, quien revisó los principales controladores del apetito en el Annual Review of Physiology en 2017. Otras áreas cerebrales que perciben la saciedad y hacen que los alimentos ricos en calorías sean placenteros también desempeñan papeles importantes, dice. Por eso, por ejemplo, te comes ese trozo de tarta de calabaza al final de la comida de Acción de Gracias, aunque ya estés lleno de pavo y puré de papas.

Superar la anorexia

La otra cara de la sobrealimentación es la anorexia, y también en este caso los investigadores creen que investigar las neuronas AgRP podría conducir a nuevas estrategias de tratamiento. Las personas con anorexia evitan la comida, hasta el punto de perder peso peligrosamente. “Comer es realmente aversivo”, afirma Ames Sutton Hickey, neurocientífica de la Universidad Temple en Filadelfia. No existe medicación específica para la anorexia; el tratamiento puede incluir psicoterapia, medicamentos generales como antidepresivos y, en los casos más graves, alimentación forzada mediante una sonda introducida por la nariz. Las personas con anorexia también suelen ser inquietas o hiperactivas y pueden hacer ejercicio en exceso.

Los investigadores pueden estudiar esta afección utilizando un modelo de ratón de la enfermedad conocida como anorexia basada en la actividad, o ABA. Cuando los científicos limitan la comida disponible para los ratones y les proporcionan una rueda en la que correr, algunos de ellos entran en un estado similar a la anorexia, comen menos de lo que se les ofrece y corren en la rueda incluso durante el día, cuando los ratones normalmente están inactivos. “A estos animales les ocurre algo muy adictivo”, afirma Tamas Horvath, neurocientífico de la Facultad de Medicina de Yale. “Básicamente, les excita no comer y hacer ejercicio”.

No es un modelo perfecto para la anorexia. Los ratones, presumiblemente, no se enfrentan a ninguna de las presiones sociales para mantenerse delgados que sufren los humanos; por su parte, las personas con anorexia no suelen tener límites en su acceso a la comida. Pero es uno de los mejores imitadores de la anorexia que existen, dice Alhadeff: “Creo que es lo mejor que tenemos”.

Esta imagen microscópica de una porción del cerebro de un roedor muestra un conjunto de células conocidas como neuronas AgRP (teñidas de magenta), que se encuentran en la base del hipotálamo. Estas células intervienen en el control del apetito; su posición cerca del torrente sanguíneo les permite recibir fácilmente señales sobre el estado metabólico del organismo.CRÉDITO: NIDDK

Para averiguar cómo podrían estar implicadas las neuronas AgRP en la anorexia, Sutton Hickey controló cuidadosamente la ingesta de alimentos de los ratones ABA. Los comparó con ratones que recibían una dieta restringida, pero tenían una rueda de ejercicio bloqueada y no desarrollaban ABA. Descubrió que los ratones ABA comían menos que los otros. Y cuando comían, su actividad AgRP no disminuía como debería después de llenar sus estómagos. Algo iba mal en la forma en que las neuronas respondían a las señales de hambre y comida.

Sutton Hickey también descubrió que podía solucionar el problema cuando diseñó ratones ABA para que las neuronas AgRP entraran en acción cuando los investigadores les inyectaban una determinada sustancia química. Estos ratones, al ser tratados con la sustancia química, comían más y ganaban peso. “Eso habla mucho de la importancia de estas neuronas”, dice Horvath, que no participó en el trabajo. “Demuestra que estas neuronas son las buenas, no las malas”.

Sutton Hickey dice que el siguiente paso es averiguar por qué las neuronas AgRP responden de forma anormal en los ratones ABA. Espera que pueda haber alguna molécula clave a la que dirigir un fármaco para ayudar a las personas con anorexia.

En conjunto, el trabajo sobre las neuronas AgRP está dando a los científicos una imagen mucho mejor de por qué comemos cuando lo hacemos, así como nuevas pistas, quizá, para medicamentos que podrían ayudar a las personas a cambiar los trastornos alimentarios, ya sea por consumir demasiado o demasiado poco, por hábitos saludables.

Artículo traducido por Debbie Ponchner.

Artículo publicado en Knonable y cedido para su republicación en Psyciencia.

  • Análisis
  • Salud Mental y Tratamientos

El diagnóstico del TDAH en adultos: características clínicas y evaluación

  • 11/07/2023
  • Diego H. Gonzalez

El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad es un trastorno del neurodesarrollo, y como tal, se encuentra presente desde la infancia. Pero, ¿qué ocurre cuando se llega a la adultez? ¿Qué dicen los estudios? Para el diagnóstico en adultos, ¿se consideran los mismos criterios que en niños? ¿Puede haber TDAH y otra condición asociada? Una persona adulta, ¿puede desarrollar TDAH de un momento a otro? ¿Qué dicen los estudios respecto a la evaluación neuropsicológica en esta población?

El presente artículo propone caracterizar al TDAH en adultos respondieron a estas preguntas, como así también brindar algunas sugerencias para llevar adelante el proceso de evaluación diagnóstica.

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Descripción del cuadro clínico

El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) es un trastorno del neurodesarrollo, y como tal, está presente desde la infancia. Se estima que la prevalencia del mismo en población infantil es del 3 a 5% de la población mundial. Entre el 30 y el 60% de niños diagnosticados con TDAH persisten con los síntomas de relevancia clínica incluso en la adultez. De acuerdo a la Asociación de Psiquiatría Americana (APA, 2013), requiere menos síntomas en esta población, que en niños. El TDAH en población de adultos suele ser infra/subdiagnosticada. La presentación clínica puede variar en forma significativa en relación a la población infantil. 

A continuación, se realizará una descripción del cuadro clínico de acuerdo la Declaración del Consenso Europeo sobre el diagnóstico y tratamiento del TDAH en adultos (Kooij et al., 2018), junto con algunas características más producto de hallazgos en estudios interdisciplinarios.

1. Falta de atención e hiperfoco

Los pacientes con problemas principalmente de falta de atención a menudo son lentos para pensar y formular, debido a las distracciones. Pueden formular las cosas de manera tangencial y prolija, perdiéndose en detalles irrelevantes y teniendo dificultades para tomar decisiones (Kooij et al., 2018). 

El hiperenfoque o hiperfoco es un estado de atención intensificado y enfocado que puede ser experimentado por personas con TDAH. Durante este estado, las personas pueden encontrarse completamente inmersas en una tarea o actividad que les resulta interesante o estimulante, siendo capaces de ignorar distracciones y mantener su atención durante largos períodos de tiempo. El hiperfoco puede ser una forma de compensación para los déficits de atención y concentración que experimentan los adultos con TDAH, pero también puede ser problemático si se convierte en una obsesión que interfiere con otras áreas importantes de la vida..

2. Hiperactividad

En los adultos, la hiperactividad no se suele presentar de la misma manera que en los niños, como, por ejemplo, a través de movimientos excesivos. La hiperactividad en adultos se manifiesta como una sensación constante de inquietud o agitación interna. Se puede manifestar a través de un habla excesiva, actividad mental acelerada, incapacidad para relajarse (Kooij et al., 2018).

3. Impulsividad

La impulsividad y los conflictos interpersonales asociados pueden tener consecuencias negativas en las relaciones con familiares, amigos, colegas y empleadores. También puede afectar seriamente las finanzas personales cuando el gasto impulsivo genera deudas. Además, algunas personas pueden tener atracones de carácter impulsivos, como comer en exceso, como una forma de lidiar con la inquietud o para obtener gratificación inmediata. A menudo, estos comportamientos implican tomar riesgos, como jugar con fuego, conducir imprudentemente, tener relaciones sexuales riesgosas o comportarse de manera provocativa que puede llevar a peleas. Estos comportamientos están relacionados con los comportamientos de «búsqueda de sensaciones», donde las personas buscan emoción a través de estímulos novedosos y emocionantes (Kooij et al., 2018).

4. Desregulación emocional y la disforia sensible al rechazo

El DSM-5 identifica la desregulación emocional como un rasgo característico del TDAH, lo que ayuda a respaldar el diagnóstico. La desregulación emocional en el TDAH se refiere a una falta de capacidad para regular adecuadamente los estados emocionales, como la irritabilidad, la frustración y la ira, así como una baja tolerancia a la frustración, arrebatos de mal genio, impulsividad emocional y cambios rápidos en el estado de ánimo. A diferencia de los síntomas que se observan en otros trastornos, como la depresión o la manía, los síntomas emocionales del TDAH suelen reflejar cambios exagerados y de corta duración en respuesta a eventos diarios, volviendo rápidamente a la línea de base en unas pocas horas. Todavía no está claro si este tipo de inestabilidad emocional es diferente de la observada en otros cuadros clínicos, como el trastorno límite de la personalidad o el estrés postraumático (Kooij et al., 2018).

Asociado a la desregulación emocional en adultos, se ha popularizado el término “disforia sensible al rechazo”, el cual es acuñado por el autor Dobson. Si bien hasta la actualidad no existen estudios científicos asociados a ello, ni es un término aparentemente aceptado por la comunidad científica, la misma se ha popularizado en la comunidad de personas con TDAH. La misma se caracteriza por cambios intensos en el humor provocados por: 1) rechazo (ya sea real o percibida de amor, aprobación o respecto), 2) bromas, 3) críticas (por más que sean constructivas), 4) autocrítica persistente o diálogo interno de tipo negativo, provocado por fracaso real o percibido (Dobson, 2023).

Los estados de ánimo vuelven a la normalidad muy rápidamente, por lo que una persona con TDAH puede tener múltiples episodios de desregulación del estado de ánimo en un solo día (Dodson, 2023).

Tabla 1 Ejemplos de síntomas relacionados con el TDAH

Inatención – Se distrae fácilmente con sonidos, movimientos
– Problemas para reanudar tareas después de una distracción
– Falta de concentración durante conversaciones, reuniones, conferencias, etc.
– Dificultades para comenzar y completar tareas, procrastinación
– Olvido, extravío o pérdida de artículos, retraso en los plazos
– Dificultades con el enfoque y la comprensión al leer
– Soñador, “se pierde” en el pensamiento
– Desorganización
– Quedarse sin vapor, poca vigilancia de atención
– Requiere más tiempo que el promedio para completar las tareas
Hiperactividad – Inquietud (interior)
– Dificultad para relajarse
– Ir y venir
– Hablar demasiado y demasiado alto
– Inquietud, balanceo o golpeteo
– No poder soportar un trabajo de oficina debido a la inquietud.
– Derribar cosas por exceso de movilidad
– Ser capaz de sentarse quieto, pero esto viene con tensión muscular
– Dormir sin descanso
Impulsividad – Actuar sin pensar
– Decir cosas sin pensar o que son inapropiadas para el entorno, desinhibido.
– Comenzar proyectos pero no terminarlos
– Hacer promesas pero luego comprometerse demasiado, “cumplimiento impulsivo”
– Dificultad para esperar el turno: relacionado con sentimientos de irritabilidad
– Interrumpir a otros
– Impaciencia y dificultad para esperar turno
– Gastar demasiado
– Salir de trabajos
– Iniciar relaciones rápidamente
– No poder posponer la gratificación
– Comportamientos de búsqueda de sensaciones y toma de riesgos
– Atracones
Desregulación emocional – Labilidad del estado de ánimo
– Baja tolerancia a la frustración
– Impulsividad emocional
– Irritabilidad
– Arrebatos de ira
– Aumento de los síntomas en etapas premenstruales
Adaptado de Kooij et al. (2018)

Tabla 2 Ejemplos de cada uno de los dominios comunes de síntomas de TDAH

Inatención – Se distrae fácilmente con sonidos, movimientos
– Problemas para reanudar tareas después de una distracción
– Falta de concentración durante conversaciones, reuniones, conferencias, etc.
– Dificultades para comenzar y completar tareas, procrastinación
– Olvido, extravío o pérdida de artículos, retraso en los plazos
– Dificultades con el enfoque y la comprensión al leer
– Soñador, “se pierde” en el pensamiento
– Desorganización
– Quedarse sin vapor, poca vigilancia de atención
– Requiere más tiempo que el promedio para completar las tareas
Hiperactividad-Impulsividad – Cambios frecuentes e inquietud
– Golpear los dedos o el bolígrafo, mover el pie, jugar con objetos
– Incomodidad con las tareas sedentarias y limitantes
– Inquietud mental, hacer malabarismos con varias ideas pero no llevar a cabo ninguna
– Comenzar proyectos pero no terminarlos
– Decir cosas sin pensar o que son inapropiadas para el entorno, desinhibido.
– Hacer promesas para luego comprometerse demasiado, “cumplimiento impulsivo”
– Gasto impulsivo, consumo de sustancias
– Dificultades para manejar la incomodidad, el aburrimiento.
– Problemas para “apagar el cerebro”
Obtenido de Barkley (2015)

5. Divagación mental excesiva

Una característica común del TDAH en adultos es la divagación mental excesiva, también conocida como inquietud mental. En el DSM-5, se describe como la aparición de pensamientos no relacionados. Aunque la divagación mental es común, algunos tipos pueden ser perjudiciales ya que interrumpen el desempeño de una tarea. Los adultos con TDAH a menudo describen que se encuentran distraídos por múltiples pensamientos que no están relacionados entre sí, saltando constantemente de un tema a otro. Aunque la divagación mental también es una característica de otros trastornos de salud mental, como la depresión o los trastornos obsesivos, en el TDAH se caracteriza por la distracción y sin patrones repetitivos o anormales en su contenido. La investigación ha encontrado que la divagación mental excesiva está fuertemente relacionada con los síntomas del TDAH y es un predictor más fuerte de las deficiencias relacionadas con el TDAH que los síntomas de falta de atención e hiperactividad-impulsividad del TDAH (Kooij et al., 2018).

6. Autorregulación conductual (déficit de funciones ejecutivas)

El TDAH se ha descrito como un trastorno de las funciones ejecutivas, que incluyen habilidades como la inhibición y la memoria de trabajo. Estos problemas incluyen dificultades para organizar, priorizar e iniciar el trabajo, enfocar, sostener y cambiar la atención a las tareas, regular el estado de alerta, mantener el esfuerzo y la velocidad de procesamiento, manejar la frustración y regular las emociones, utilizar la memoria de trabajo y acceder al recuerdo, y monitorear y autorregular el comportamiento. Aunque estas descripciones clínicas son precisas en cuanto a las dificultades que experimentan los adultos con TDAH, las medidas conductuales no se correlacionan bien con las pruebas cognitivas o neuropsicológicas de funciones ejecutivas. Es necesario hacer una distinción entre los déficits de FE conductuales (medidos por escalas de calificación) y los resultados de las pruebas neurocognitivas de las FE, como la memoria de trabajo y la inhibición. Las puntuaciones en pruebas neuropsicológicas que reflejan el funcionamiento ejecutivo no tienen una relación significativa con las medidas conductuales de FE. Además, los puntajes en pruebas FE son deficientes para predecir el deterioro en una variedad de dominios importantes de la vida en comparación con las escalas conductuales de FE (Kooij et al., 2018).

De acuerdo a los resultados obtenidos por Kamradt et al. (2014), las personas adultas con TDAH se diferenciaban de manera significativa con los controles en gestión del tiempo, la organización de la tarea y regulación emocional. Más adelante, en este artículo, se desarrollarán algunas consideraciones sobre el TDAH y la evaluación neuropsicológica.

Otros hallazgos

Procrastinación

Según Barkley (2015), las dificultades de atención pueden llevar a la procrastinación y la desorganización, donde los adultos con TDAH pueden postergar tareas importantes hasta el último minuto debido a una planificación deficiente y la incomodidad asociada con la tarea. A menudo, confían en la presión de una fecha límite para motivarse a trabajar en ella, mientras evitan distracciones más placenteras o tareas de menor prioridad que les brindan alivio a corto plazo pero no cumplen con su objetivo principal.

Bolden y Fillauer (2020) señalan que la procrastinación en adultos con TDAH se asocia con la falta de control cognitivo y dificultades para planificar y organizar las tareas de manera efectiva. También puede estar relacionada con problemas de atención y concentración.

Cognición social

Una revisión sistemática realizada por Morellini et al. (2022) han indagado diferentes aspectos asociados a la cognición social en esta población. Los mismos son comentados a continuación.

Reconocimiento y procesamiento emocional

Los pacientes con TDAH pueden tener limitaciones en el procesamiento cognitivo y el procesamiento de las emociones. Sin embargo, pueden compensar estas limitaciones en el reconocimiento de las emociones, aunque esto puede depender del tipo de emoción, el modo de presentación de la emoción, la demanda atencional del estímulo y la presencia de comorbilidades como la divagación mental. Además, se mencionan algunas anomalías funcionales en las redes límbicas de los pacientes con TDAH que afectan negativamente el procesamiento de las emociones faciales. 

Teoría de la mente

Se menciona que los estudios revisados sobre la teoría de la mente son limitados. Por lo tanto, no se pueden hacer inferencias sólidas sobre la relación entre la teoría de la mente y el TDAH en adultos. Sin embargo, se sugiere que la teoría de la mente puede no estar comprometida en adultos con TDAH. Sin embargo, se menciona que, cuando se evidencian déficits en la teoría de la mente, las mismas suelen relacionarse con déficits en funciones ejecutivas, como en la flexibilidad cognitiva. 

Empatía

Al respecto, se menciona que la capacidad de empatizar es un déficit relevante en pacientes con TDAH, y que se ha encontrado una menor inteligencia emocional en la población clínica. Los pacientes con TDAH mostraron dificultades para percibir sentimientos de ira. Además, se menciona que los pacientes con TDAH pueden tener dificultades en la toma de decisiones sociales, aunque los resultados son inconsistentes. En general, se concluye que los pacientes con TDAH pueden tener limitaciones en la empatía, aunque se necesitan más estudios para comprender mejor la relación entre la cognición social y el TDAH en adultos.

Toma de decisiones

La toma de decisiones es un aspecto importante de la cognición social, pero su investigación en adultos con TDAH es muy limitada. En la revisión realizada por estos autores, sólo se incluye un estudio en la revisión que analiza la toma de decisiones en adultos con TDAH, que es el estudio de Gonzalez-Gadea et al. (2013). Este estudio concluye que las habilidades de toma de decisiones están globalmente conservadas en adultos con TDAH, aunque generalmente tienen un peor rendimiento que los controles sanos. 

Diferencias en cuanto a sexo biológico

Se sabe que hay diferencias en el diagnóstico del TDAH asociadas al sexo biológico, siendo las niñas menos propensas a ser diagnosticadas. Esto se debe a que las niñas pueden tener menos síntomas de hiperactividad/impulsividad que los niños, lo que lleva a un bajo reconocimiento del TDAH en las niñas en la clínica. Además, la falta de conocimiento y reconocimiento del TDAH en niñas por parte de los profesionales de la salud también puede llevar a un diagnóstico erróneo. Las mujeres con TDAH pueden presentar otras condiciones como baja autoestima, ansiedad y trastornos afectivos, lo que puede hacer que los síntomas del TDAH sean atribuidos erróneamente a estas comorbilidades.

Se ha observado que las mujeres con TDAH pueden tener mejores estrategias para enfrentar sus síntomas durante la infancia, lo que les permite ocultarlos mejor que los hombres. Sin embargo, estas estrategias pueden fallar en momentos importantes de la vida, como en la universidad o en el trabajo. Las diferencias genéticas y neuroendocrinas también pueden influir en cómo las mujeres ocultan sus síntomas de TDAH. Como punto negativo, las mujeres con TDAH han sido menos estudiadas que los hombres, pero se ha observado que son más susceptibles a problemas de salud mental y conductas sexuales de riesgo. Se ha reportado una mayor incidencia de insomnio, dolor crónico, pensamientos suicidas, trastornos de ansiedad generalizada, trastornos depresivos y una mayor probabilidad de conductas sexuales riesgosas en mujeres con TDAH en comparación con personas sin el trastorno (Kooij et al., 2018).

Comorbilidades psiquiátricas frecuentes

Trastornos de ansiedad y depresión 

Katzman et al. (2017) sugieren que la ansiedad es una comorbilidad frecuente en adultos con TDAH, y que puede afectar negativamente su calidad de vida, y su capacidad para realizar tareas cotidianas. Además, destacan la importancia de considerar y tratar la ansiedad en pacientes con TDAH para mejorar su tratamiento y resultados. El estudio que realizaron también indica que el tratamiento combinado de TDAH y ansiedad puede ser más efectivo que el tratamiento individual de cada trastorno.

Las personas con TDAH tienen un mayor riesgo de padecer trastornos de ansiedad en comparación con la población general, con tasas cercanas al 50%. La comorbilidad del TDAH es más común en personas con fobia social que en el trastorno de pánico. Además, las personas con trastornos de ansiedad y TDAH comórbido tienden a tener síntomas de ansiedad más graves, una edad más temprana de aparición de la ansiedad, diagnósticos psiquiátricos comórbidos adicionales más frecuentes y mayor consumo de sustancias que aquellos que solo tienen trastornos de ansiedad. La presencia de ansiedad puede inhibir la impulsividad, lo que puede retrasar el diagnóstico del TDAH en personas con ansiedad comórbida. Sin embargo, la comorbilidad entre los trastornos de ansiedad y el TDAH también puede estar relacionada con déficits neurobiológicos comunes asociados con una actividad prefrontal deficiente y déficits en la regulación de arriba hacia abajo.

El TDAH y la depresión/distimia a menudo ocurren juntos, con tasas de prevalencia de depresión en personas con TDAH que oscilan entre el 18,6% y el 53,3%. De manera similar, las tasas de TDAH comórbido en personas con depresión van del 9% al 16%, con una tasa media del 7,8%. Las personas con TDAH y depresión comórbidos tienen una carga de enfermedad más alta, incluyendo una calidad de vida percibida más baja en comparación con aquellos que solo tienen depresión.

Bipolaridad

Las tasas de trastorno bipolar comórbido en el TDAH oscilan entre el 5,1% y el 47,1%. El trastorno bipolar I es más común en personas con TDAH que el trastorno bipolar II. Las características de la fase maníaca del trastorno bipolar se superponen con el TDAH, incluyendo inquietud, locuacidad, distracción e inquietud. La edad de inicio temprano del trastorno bipolar es más común en personas con TDAH combinado. Además, las personas bipolares con TDAH tienen un peor curso general de la enfermedad con períodos más cortos de bienestar, episodios más frecuentes de manía y depresión, y una mayor instancia de condiciones psiquiátricas comórbidas adicionales como ansiedad y trastornos por uso de sustancias. Aunque algunos han recomendado el uso de estimulantes en personas con TDAH y trastorno bipolar, una vez que se ha estabilizado el estado de ánimo con un estabilizador del estado de ánimo, se registra que persisten preocupaciones sobre el riesgo potencialmente mayor de manía/hipomanía asociada a los estimulantes en pacientes con trastorno bipolar (Katzman et al., 2017).

Recientemente se ha observado que, en pacientes adultos con TDAH y trastorno bipolar, el uso de medicación estimulante durante seis meses ha reducido los intentos de suicidio y la autolesión no suicida (Salvi et al., 2021)

Trastorno obsesivo compulsivo

Abramovitch et al. (2015) realizaron un estudio de revisión sobre la comorbilidad entre el TDAH y el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), el cual presenta resultados inconsistentes en cuanto a la co-ocurrencia de ambas condiciones. Algunos estudios han encontrado una alta comorbilidad entre el TDAH y el TOC, mientras que otros no han encontrado una relación significativa entre ambas condiciones. Discuten que ambos son trastornos diferentes en términos de fisiopatología, fenomenología y en cuanto a estrategias de tratamiento, y que pueden estar asociados con algún grado de reducción en las habilidades de atención y función ejecutiva. Ambos trastornos tienden a tener un bajo rendimiento en tareas de funciones ejecutivas, incluyendo la memoria de trabajo, la planificación y la inhibición de respuesta. Además, algunos estudios sugieren que los síntomas de inatención relacionados con el TOC pueden ser mal identificados como síntomas de TDAH, lo que puede llevar a un diagnóstico falso de TDAH. Sin embargo, los autores también señalan que se necesita más investigación para comprender mejor la relación entre el TDAH y el TOC y para identificar los síntomas específicos que pueden ser compartidos o específicos de cada trastorno.

Trastorno de abuso de sustancias

El trastorno comórbido más común con el TDAH es el Trastorno de Abuso de Sustancia (TAS), especialmente el consumo de alcohol, nicotina, cannabis y cocaína. El abuso o la dependencia de sustancias son aproximadamente dos veces más comunes en personas con TDAH que en la población general. La asociación entre el TDAH y el TAS es bidireccional y proviene de factores neurobiológicos, otros trastornos psiquiátricos comórbidos, características conductuales como la impulsividad y los intentos de automedicarse para los síntomas del TDAH. Las personas con TDAH informan con mayor frecuencia el uso de sustancias para controlar su estado de ánimo o como ayuda para dormir. La carga de TDAH comórbido con TAS es significativa y puede llevar a un curso más severo tanto del uso de sustancias como de los síntomas y resultados psiquiátricos. Por lo tanto, es importante detectar el TDAH en pacientes que presentan TAS y viceversa (Katzman et al., 2017).

Trastorno de la conducta alimentaria

Nazar et al. (2016) realizaron un meta-análisis que investigó la asociación entre el TDAH y los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). Los resultados indicaron que las personas con TDAH tienen un mayor riesgo de desarrollar un TCA en comparación con aquellos sin TDAH. Entre los TCA más comunes en esta población se encontraron Anorexia Nervosa, Bulimia Nervosa y Trastorno por Atracón. No obstante, sugieren que se necesitan estudios futuros para abordar si los pacientes con esta comorbilidad tienen un pronóstico, curso y respuesta al tratamiento diferentes en comparación con los pacientes con un solo trastorno.

Trastornos de personalidad

Los trastornos de personalidad y el TDAH a menudo se presentan juntos con otros trastornos. Por ejemplo, se estima que el 18% de los adultos con TDAH y depresión, y el 23% de los adultos con TDAH y trastorno bipolar, también tienen un trastorno de personalidad. En un estudio, se encontró que el 96% de los adultos encarcelados con TDAH tenían antecedentes de trastorno de personalidad antisocial a lo largo de su vida. Además, otros tipos de trastornos de la personalidad estaban presentes en esta población, como el límite (74%), paranoico (74%), narcisista (65%), obsesivo-compulsivo (52%), pasivo-agresivo (48%) y evitativo (48%) (Katzman et al., 2017)

Con relación al TDAH y el trastorno de la personalidad límite, se encontró que ambos se asocian con la impulsividad. Además, el TDAH puede ser un factor agravante en el TLP y la comorbilidad entre TDAH y TLP puede definir un subtipo impulsivo del TLP. El TLP también se asocia con la disfunción ejecutiva, que es un área de déficit común en el TDAH (Asherson et al., 2014)

Un estudio reciente indagó el efecto de la farmacología en 22.601 personas con TLP, con varias comorbilidades. En particular, el 33.7% de los pacientes tenía asociado un trastorno por uso de sustancias, el 56.6% depresión, el 71.4% trastornos de ansiedad y el 17.2% tenía TDAH al inicio del estudio. Además, el 32.4% de los pacientes había intentado suicidarse previamente (Lieslehto et al., 2023).

Como resultado obtuvieron que el uso de medicamentos para el TDAH se asoció con una reducción del riesgo de conducta suicida en pacientes con TLP, mientras que otros tratamientos farmacológicos, como los antidepresivos, antipsicóticos, estabilizadores del estado de ánimo y benzodiazepinas, no se asociaron con una reducción del riesgo de conducta suicida. Por lo tanto, los hallazgos sugieren que el tratamiento con medicamentos para el TDAH puede ser una opción efectiva para reducir el riesgo de conducta suicida en pacientes con TLP y síntomas de TDAH (Lieslehto et al., 2023).

La evaluación diagnóstica en el adulto con TDAH

Según la Declaración del Consenso Europeo sobre el diagnóstico y tratamiento del TDAH en adultos (Kooij et al., 2018), es esencial realizar una evaluación diagnóstica completa que comienza con la evaluación de los síntomas reportados por el paciente. Es fundamental llevar a cabo una entrevista clínica detallada para investigar los síntomas y las alteraciones típicas del TDAH tanto en la infancia como en la edad adulta.

Se ha observado que, en el caso de niños y adolescentes, los informes de terceros están más relacionados con los hallazgos cognitivos que las autoevaluaciones. En el caso de adultos, algunos estudios sugieren que el propio paciente es el mejor informante. No obstante, tener a un miembro de la familia presente durante la evaluación puede proporcionar información adicional valiosa, como la gravedad del trastorno y su impacto en las actividades diarias.

La evidencia indica que el umbral de cuatro síntomas actuales es el más adecuado para diagnosticar el TDAH en adultos. El DSM-5 redujo el umbral a cinco síntomas para los mayores de 17 años (en contraste a seis requeridos en población infantil), debido a la preocupación por un posible aumento artificial en la prevalencia del trastorno. Además, se han ampliado varios elementos con ejemplos ilustrativos para facilitar la identificación del trastorno a lo largo del desarrollo. Aunque no se incluyen en los criterios de diagnóstico, durante la evaluación suelen ser evidentes las conductas que reflejan disfunción ejecutiva, como problemas con la organización, cumplimiento de responsabilidades diarias, resolución de problemas, gestión del tiempo y conductas autorreguladoras.

Anteriormente, el DSM-IV requería que los síntomas y el deterioro del TDAH estuvieran presentes antes de los 7 años, pero esto se cambió a varios síntomas a los 12 años debido a que la investigación no demostró diferencias entre los niños con una edad de inicio antes y después de los 7 años. Sin embargo, muchos adultos con TDAH suelen tener dificultades para recordar su comportamiento en la infancia, lo que ha llevado a sugerir que los encargados de hacer la evaluación tomen nota de que el inicio del trastorno fue durante el período de desarrollo, o que usen la edad de 16 años como límite superior de edad para el diagnóstico. Si bien el DSM-5 amplía la edad de inicio a los 12 años, sigue siendo insufiente y puede afectar negativamente a los adultos con TDAH que no recuerdan su comportamiento en la infancia y podrían no recibir un diagnóstico. En tales casos, la presencia de un informante externo puede ser útil. Además, muchos adultos con TDAH tienen una conciencia limitada de cómo sus síntomas afectan negativamente sus relaciones interpersonales y sus vidas, lo que respalda la utilidad de un informante externo. Si no hay una persona disponible, se pueden utilizar informes escolares o informes de atención social como alternativa. (Kooij et al., 2018).

Algoritmo diagnóstico en TDAH Adultos (propuesta)

Weibel et al. (2020) proponen una serie de pasos que consideran relevantes para considerar el proceso diagnóstico en personas adultas con TDAH. Se han agregado algunas consideraciones al respecto, sobre todo lo que atañe a los trastornos del neurodesarrollo frecuentes en esta población.

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Paso 1: diagnóstico del TDAH

En este primer momento se considera relevante la realización de un screening o tamizaje que permita explorar sintomatología a lo largo de la vida, para ello sugieren la siguiente estructura de entrevista:

  1. Búsqueda en retrospectiva de sintomatología de TDAH en la niñez.
  2. Identificación de síntomas de TDAH presentes en la actualidad.
  3. Búsqueda de impacto asociado a los síntomas de TDAH.
  4. Considerar eliminar los diagnósticos comunes que suelen cursar con sintomatología con TDAH, como ser: trastornos del ánimo, trastorno de ansiedad, trastorno del espectro autista, trastorno de sueño, discapacidad intelectual, trastornos cognitivos de origen neurológico/genético/iatrogénico/de origen tóxico.

Es importante tener en cuenta que los trastornos mencionados anteriormente, a excepción de los trastornos cognitivos de origen neurológico, pueden ser comorbilidades presentes en el TDAH. Es posible que una persona tenga un diagnóstico de TDAH y también presente otros trastornos del desarrollo (como el espectro autista, dificultades de aprendizaje, trastornos del desarrollo del lenguaje, discapacidad intelectual, etc.), trastornos del ánimo (como depresión, manía, bipolaridad, etc.), trastornos de personalidad (como el trastorno límite de la personalidad, entre otros), alteraciones del sueño, etc. En estos casos, es importante considerar la mirada retrospectiva con los síntomas asociados, especialmente en los últimos. Si sólo se contemplan los síntomas actuales, valorados, por ejemplo, con escalas que solo exploran síntomas vigentes, éstas pueden arrojar un falso positivo.

A continuación, se presentan algunos instrumentos recomendados por la Declaración del Consenso Europeo sobre el diagnóstico y tratamiento del TDAH en adultos.

  • Escala de Autoinforme en TDAH Adultos (Adult ADHD Self-Report Scale). Desarrollado por la OMS; versión 6 ítems, basado en el DSM-5 (ASRS), en varios idiomas.
  • Escala de calificación de Wender Utah (Wender Utah Rating Scale)
  • DIVA-5. Entrevista Diagnóstica Estructurada para TDAH en adultos; según DSM-5
  • ACE+. Entrevista semiestructurada para TDAH en adultos.

Otras entrevistas, sin acceso abierto:

  • Conners Adult ADHD Diagnostic Interview (CAADID)
  • Adult ADHD Clinical Diagnostic Scale (ACDS).

Paso 2: caracterización del TDAH

Aquí se busca identificar los síntomas de TDAH y determinar su presentación clínica: predominio inatento, hiperactivo y combinado. Para ello, se considera relevante indagar la severidad de los síntomas de inatención, hiperactividad e impulsividad, junto con la evaluación de síntomas que suelen ser asociados al cuadro en adultos, como la labilidad emocional y déficits en funciones ejecutivas. También, es relevante indagar la funcionalidad y posibles dificultades en el área académica, profesional, como en la vida diaria.

Paso 3: indagación de trastornos comórbidos a TDAH

Evaluación de comorbilidades de carácter psicológico-psiquiátrico

  1. Otros trastornos del neurodesarrollo: trastornos del espectro autista, discapacidad intelectual, trastornos del desarrollo del lenguaje, trastornos de aprendizaje, etc. 
  2. Síntomas depresivos y trastornos del ánimo: depresión, hipomanía, manía, trastornos depresivos, bipolaridad.
  3. Síntomas de ansiedad: ansiedad generalizada, trastorno de pánico, fobia social, trastorno obsesivo-compulsivo.
  4. Abuso de sustancias y adicciones: tabaco, alcohol, narcóticos, adicciones conductuales
  5. Trastorno de sueño vigilia: insomnio, fase de sueño con retraso, síndrome de piernas inquietas, sueño excesivo, hipersomnia.

Evaluación de desórdenes médicos

  1. Medicación: tratamiento con psicotrópicos, tratamiento con opioides, medicina cardiovascular.
  2. Desórdenes metabólicos: obesidad, baja nutrición, deficiencia de hierro, alteraciones en la tiroides.
  3. Factores de riesgo cardiovasculares: historia familiar cardiovascular, examinación cardiovascular.

Evaluación neuropsicológica

Aunque las personas con TDAH tienen alteraciones en su función ejecutiva, actualmente no existe una prueba neuropsicológica o neurobiológica con suficiente poder predictivo para diagnosticar el TDAH a nivel individual. En estudios se ha encontrado que los instrumentos neuropsicológicos tienen una capacidad de discriminación deficiente en comparación con otras medidas de evaluación clínica, como las escalas. Sin embargo, cuando se usan en combinación con otras pruebas, como la Entrevista de diagnóstico DIVA 2.0, pueden aumentar la precisión del diagnóstico. En general, actualmente no hay suficientes pruebas para justificar el uso de pruebas neuropsicológicas para diagnosticar o predecir el deterioro en los principales dominios de la vida en personas con TDAH (Kooij et al., 2018).

Tucha et al. (2008) examinaron la atención en adultos con diferentes subtipos de trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) utilizando pruebas neuropsicológicas. Los resultados mostraron que los adultos con TDAH presentaban un rendimiento significativamente inferior en las pruebas de atención que los adultos sin TDAH, independientemente del subtipo del trastorno. Además, los resultados sugirieron que los adultos con TDAH predominantemente inatento pueden tener más dificultades en tareas de atención sostenida y selectiva, mientras que los adultos con TDAH predominantemente hiperactivo-impulsivo pueden tener más dificultades en tareas de inhibición y control cognitivo. En general, el estudio destacó la importancia de evaluar la atención en adultos con TDAH para comprender mejor las dificultades específicas que enfrentan y diseñar intervenciones efectivas.

Kamradt et al. (2014) encontraron que es fundamental evaluar las funciones ejecutivas y otras áreas neuropsicológicas para detectar los déficits en adultos con TDAH. Recomiendan el uso de baterías flexibles que incluyan medidas tanto de las funciones ejecutivas como de otros dominios cognitivos, para una evaluación completa. Además, identificaron que la combinación de medidas de rendimiento en tareas y escalas de funciones ejecutivas puede ser la mejor manera de detectar casos de TDAH en adultos. Finalmente, sugieren el desarrollo de medidas adicionales que puedan evaluar los procesos necesarios para comportamientos dirigidos a objetivos a largo plazo, como la gestión del tiempo, para comprender las deficiencias en estas áreas que predicen la gravedad de los síntomas del TDAH y las limitaciones en la vida diaria y profesional.

Conclusión

A lo largo del presente artículo se pudo describir, de modo general, qué se entiende por TDAH en el adulto. Se consideró la caracterización clínica de acuerdo a lo propuesto por la Declaración del Consenso Europeo sobre el diagnóstico y tratamiento del TDAH en adultos, y se mencionaron algunas consideraciones extras en torno a algunos campos, como las neurociencias cognitivas. Se hizo alusión a las comorbilidades frecuentes que suelen presentarse en pacientes con TDAH, como los trastornos del estado de ánimo, trastorno de ansiedad, trastorno de abuso de sustancias, entre otros. También se destacó que estos cuadros por sí solos pueden presentar síntomas similares al TDAH, lo que puede dificultar el diagnóstico preciso. Además, se propusieron algunos pasos para poder llevar adelante el proceso diagnóstico, como la evaluación clínica y la evaluación neuropsicológica, y se destacó la importancia de considerar tanto los síntomas actuales como los retrospectivos. También se mencionó que la evaluación neuropsicológica no siempre es sensible para detectar TDAH en adultos, pero que puede ser útil para valorar el perfil del individuo y sumar a un proceso de evaluación integral.

Referencias

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  • Weibel, S., Menard, O., Ionita, A., Boumendjel, M., Cabelguen, C., Kraemer, C., Micoulaud-Franchi, J., Bioulac, S., Perroud, N., Sauvaget, A., Carton, L., Gachet, M., & Lopez, R. (2020). Practical considerations for the evaluation and management of Attention Deficit Hyperactivity Disorder (ADHD) in adults. L’Encéphale, 46(1), 30–40. https://doi.org/10.1016/j.encep.2019.06.005
  • Análisis
  • Salud Mental y Tratamientos

¿Qué puede llevar a un adolescente a quitarse la vida?

  • 05/07/2023
  • The Conversation

Por David Roncero Villarreal, Profesor Ayudante Doctor, Universidad Francisco de Vitoria

En el año 2021, 75 jóvenes de entre 10 y 19 años se suicidaron en España, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Esta cifra supuso más del 11 % del total de todas las muertes registradas en esta franja de edad, constituyendo la segunda causa de muerte externa después de los accidentes de tráfico. La precocidad de la conducta suicida es, sin duda, alarmante.

España no es un caso aislado. El suicidio es una de las principales causas de muerte entre los jóvenes a nivel mundial. La situación ha despertado la necesidad urgente de comprender los diversos factores que contribuyen a este fenómeno para implementar estrategias efectivas de prevención y apoyo.

¿Por qué tantos adolescentes se plantean el suicidio?

No hay una respuesta fácil a esta pregunta. Existen múltiples factores de riesgo y protección, tanto personales como del entorno. Estos factores interactúan produciendo un resultado diferente en cada persona. De ahí que estemos ante un problema complejo.

Según una reciente investigación, los problemas de salud mental parecen ser el factor de riesgo más asociado con la conducta suicida en adolescentes. Principalmente la depresión, aunque también otros como la ansiedad o los trastornos alimentarios. Cuando confluyen varios trastornos mentales, o cuando se combinan con abuso de alcohol o drogas, el riesgo se dispara.

No obstante, es muy importante señalar que la mayoría de los adolescentes con trastorno mental no intentan suicidarse. Y, por supuesto, muchos adolescentes que cometen estos actos no presentan ningún trastorno mental.

Bullying, conflictos familiares y violencia sexual lo precipitan

Los eventos vitales adversos se consideran factores precipitantes. Entre los eventos estresantes más comúnmente asociados a la conducta suicida destacan los conflictos familiares, haber sido víctima de violencia sexual, sufrir maltrato en la infancia o sufrir bullying. Sin embargo, en un adolescente vulnerable, las rupturas de pareja, los cambios de residencia, el fracaso escolar y otras situaciones también podrían actuar como detonantes.

Determinados rasgos de personalidad como la impulsividad, el perfeccionismo o el uso de estrategias de afrontamiento centradas en la emoción o en la evitación aumentan el impacto negativo que tienen los eventos vitales adversos.

Por último, debemos subrayar la importancia de los intentos de suicidio previos: un adolescente que ha intentado suicidarse no siempre volverá a intentarlo, pero es cierto que la probabilidad aumenta.

¿Qué factores protegen a los adolescentes de la conducta suicida?

La probabilidad de llevar a cabo un acto suicida se reduce cuando confluyen ciertos actores de protección. Se relacionan con la resiliencia, que es la capacidad que las personas tienen para adaptarse y sobreponerse a eventos vitales adversos.

Algunos de los factores personales de protección identificados entre adolescentes son la valoración positiva de las propias capacidades (autoconcepto positivo); la capacidad para regular los propios pensamientos y emociones de cara a la consecución de los propios objetivos (flexibilidad cognitiva) y la gestión adecuada de emociones como el enfado, la frustración y la tristeza (autocontrol emocional).

También el apoyo social tiene una gran importancia. Y lo mismo pasa con el sentido de pertenencia y aceptación positiva en una comunidad. La percepción por parte de los adolescentes de que pueden apoyarse emocionalmente en familiares y amigos hace que el impacto de los eventos negativos sea mucho menor. Por eso, hablar del suicidio con un adolescente vulnerable es aconsejable, ya que este percibe el apoyo y tiene la posibilidad de considerar opciones alternativas.

El sentido o propósito de vida funciona asimismo como escudo protector frente a los intentos de suicidio a lo largo de la vida.

Prevenir el suicidio en los adolescentes

Después de lo expuesto, se puede llegar a la conclusión de que es posible prevenir el suicidio, ya que la mayoría de los factores de riesgo y protección pueden ser modificados. Muchos de los jóvenes que intentan suicidarse en realidad no quieren morir, sino dejar de sufrir. Estos adolescentes pueden pensar en el suicidio como una salida, al verse superados por los problemas a los que se enfrentan sin disponer de recursos suficientes para manejarlos.

Por todo ello, desde una perspectiva general, la prevención del suicidio en adolescentes está estrechamente relacionada con la protección y la promoción del bienestar en la infancia, a través de la disminución de los factores de riesgo y la promoción de los factores de protección mencionados. Para ello, se precisa una aproximación multidisciplinar e integral de todos los ámbitos, agentes y estamentos sociales, cada uno con su cometido específico.

Un elemento clave consiste en la detección temprana de adolescentes con mayor vulnerabilidad. Con esta finalidad se han desarrollado programas específicos de entrenamiento que buscan capacitar a personas no expertas, denominados gatekeepers.

Familiares, profesionales de la salud y maestros pueden ser entrenados para reconocer las señales de advertencia, responder adecuadamente y dirigir a las personas en riesgo hacia los recursos adecuados de ayuda y apoyo.

No obstante, queda mucho por hacer y la efectividad de estos programas de intervención no está del todo clara. Parece que ninguna iniciativa o estrategia de prevención se destaca por encima de las otras: lo que podría funcionar es combinar estrategias a nivel individual y poblacional.

Artículo publicado en The Conversation y cedido para su republicación en Psyciencia.

  • Análisis

Esa ensalada no es solamente buena para tu nutrición, también podría ayudar a evitar la depresión

  • 20/06/2023
  • Gabriel Genise

La creciente evidencia sugiere que consumir alimentos saludables y micronutrientes fomenta una mejor salud mental, mientras que las dietas de mala calidad la disminuyen.

Ya todos conocemos que lo que comemos afecta nuestra salud física – que una dieta llena de papas fritas y hamburguesas es peor para nuestro corazón y nuestras cinturas que una que incluya porciones regulares de brócoli al vapor y arroz integral. 

Menos conocido son las maneras en las que la comida puede influir en nuestra salud mental – no solamente en nuestro ánimo inmediato sino también en síntomas de depresión, ansiedad, déficit de atención con hiperactividad (TDAH), y otras condiciones. Estos descubrimientos provienen de una linea de investigación creciente conocida como psicología de la nutrición o psiquiatría de la nutrición, parte de la disciplina científica que reconoce la importante de los factores que involucran al estrilo de vida tales como el ejercicio, las prácticas espirituales y el apoyo social en la promoción de la salud mental (Walsh, R., American Psychologist, Vol. 66, No. 7, 2011).

Los investigadores en el este creciente campo no han tenido las cosas fáciles: han encontrado escepticismo y desdén por una parte importante de los profesionales de la salud y los investigadores, incluyendo psicólogos, quienes tendían a desprestigiar la importancia de la dieta en la salud y en la salud mental o discrepar con varias aspectos de la investigación. Pero los resultados obtenidos en ésta área están siendo lo suficientemente robustos como para comenzar a tomarlos en serio, menciona la psicóloga Julia Rucklidge, PhD, quién dirige el laboratorio de salud mental y  nutrición en la Universidad de Canterbury en Nueva Zelanda. 

Desde su punto de vista, “los psicólogos ya no pueden evitar hablar acerca de la relación entre la nutrición y la salud mental”. 

La psicología de la buena nutrición

Examinar el rol de la dieta en la salud mental ha sido un tema que existe desde finales de 1990, cuando una comparación entre países mostró una correlación entre el alto consumo de pescado en un país determinado y las tasas anuales más bajas de trastorno depresivo mayor (Hibbeln, J. R., The Lancet, Vol. 351, No. 9110, 1998).

Desde ese entonces, los investigadores han explorado las influencias potenciales entre la comida, los tipos de dietas, los patrones dietarios, y micronutrientes y otros suplementos en el bienestar psicológico. En 2005, la consultora en bienestar con sede en California M. Ephimia (Ephi) Morphew – Lu desarrolló e impartió el primer curso de psicología nutricional en la Universidad John F. Kennedy en Pleasant Hill, California, y en 2013, ella y la psicóloga australiana Amanda Hull, PhD, cofundaron el Centro de Psicología Nutricional, un repositorio en línea de información sobre el tema. En 2015, los miembros de la Sociedad Internacional para la Investigación en Psicología Nutricional escribieron un influyente artículo sobre “la medicina nutricional como corriente principal en la psiquiatría”, destacando la evidencia emergente en el área (The Lancet Psychiatry, Vol. 2, No. 3, 2015).

Desde ese entonces, los investigadores han llevado a cabo una serie de estudios – observacionales, epidemiológicos, prospectivos, clínicos, e incluso “estudios de prueba de principios” para determinar cómo la dieta y la nutrición puede impactar en la salud mental. 

Están descubriendo que los mismos alimentos que promueven la salud física fomentan la salud mental positiva: los alimentos integrales (frente a procesados o ultraprocesados); diversos en vitaminas y minerales, o micronutrientes; y que contienen suficiente fibra para ayudar al sistema digestivo a procesarlo de manera efectiva lo que ingiere. Los suplementos micronutrientes también pueden ser parte de la ecuación de nutrición saludable, según han descubierto los investigadores. Por el contrario, las dietas deficientes que contienen una gran cantidad de alimentos ultraprocesados con poca variedad nutricional o micronutrientes parecen exacerbar la depresión y otros problemas de salud mental, según datos recientes (puedes consultar por ejemplo:  Lane, M. M., et al., Nutrients, Vol. 14, No. 13, 2022). De manera alarmante, los estadounidenses obtienen la mayoría de sus calorías de una manera menos que óptima: según la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición de EE UU., los adultos norteamericanos obtienen el 57% de sus calorías de alimentos ultraprocesados como pizzas congeladas y bebidas azucaradas, en los niños y adolescentes, esa proporción aumenta al 67%  (Wang, L., et al., JAMA, Vol. 326, No. 6, 2021; Juul, F., et al., Clinical Nutrition, Vol. 115, No. 1, 2022).

Si tu cerebro no obtienen los nutrientes necesarios, nuestra salud mental puede sufrir, afirma el investigador en psicología Bonnie Kaplan, PhD, profesor semi – retirado de la Universidad de Cálgari y co autor del libro “Sobreponerse a la ansiedad, combatir la depresión y reducir el TDAH y estrés con la alimentación” (Houghton Mifflin Harcourt, 2021). “Si alimentas a tu cerebro con lo que necesita cada día, proporcionarás la base que necesita para un funcionamiento excelente” 

Un aspecto importante de su trabajo es educar a los profesionales de la salud y al público sobre cómo el cerebro procesa los nutrientes. De lo contrario, los consejos sobre una alimentación saludable siguen siendo abstractos y fáciles de descartar, agrega Kaplan. “Tienes que saber por qué cada bocado que te llevas a la boca alimenta el metabolismo de tu cerebro” 

El cerebro utiliza nutrientes para brindar apoyo al trabajo metabólico de las enzimas, las moléculas que convierten una sustancia química en otra. Las enzimas no pueden hacer ese trabajo por sí solas: para realizar sus hazañas de transformación, necesitan un suministro abundante de vitaminas y minerales”, también conocidos como cofactores, explica Kaplan. 

El ejemplo de la serotonina, el neurotransmisor de “la felicidad” es el objetivo de muchos antidepresivos. Para manufacturar ese neurotransmisor naturalmente, la química del cerebro debe llevar a cabo una cadena compleja de pasos metabólicos que dependen de la presencia de docenas de cofactores, incluyendo la vitamina B1, riboflavin, cobre y calcio. Ese mismo principio general se aplica al proceso de fabricación bioquímica de todos los neurotransmisores, cada uno de los cuales necesita su propio conjunto de cofactores específicos para funcionar de manera eficiente. 

Una adecuada “alimentación” del cerebro conduce a una mejor salud mental porque el combustible adecuado le permite funcionar mejor en general. Mantener una dieta saludable con alimentos integrales también reduce la inflamación excesiva en el cuerpo; potencia la actividad de las mitocondrias, que producen ATP (trifosfato de adenosina), el compuesto que proporciona energía a las células; y ayuda al microbioma intestinal alimentándolo con microbios digestivos saludables, que a su vez reducen la cantidad de microbios no saludables. Todos estos sistemas están relacionados con la salud del cerebro, y por lo tanto, probablemente también sean buenos para la salud mental, afirma Kaplan. Como ejemplo práctico, si los pacientes de terapia pueden pensar con más claridad, podrán comprender mejor las intervenciones de terapia y actuar en consecuencia. “Cuando las personas entienden que consumir minerales y vitaminas permite que todas sus vías funcionen en sus cerebros, entonces están más motivados para prestar atención a lo que comen” 

Alimentación, depresión y TDAH

Los investigadores están tomando información y estudiando sobre cómo las diferentes dietas impactan en diferentes condiciones de salud mental. Han encontrado que las dietas que incorporan alimentos integrales y cierta diversidad de nutrientes – como aquellos que se utilizan las dietas mediterránea – así como aminoácidos, fórmulas en base a hierbas, y probióticos – puede resultar beneficioso (Sarris, J., et al., The World Journal of Biological Psychiatry, Vol. 23, No. 6, 2022).

La depresión es la condición clínica más estudiada en la investigación, con estudios que muestran cómo la mejora en la calidad de la alimentación puede ayudar a las personas tanto con niveles clínicos como no de depresión. Por ejemplo: un metanálisis de 16 ensayos aleatorios controlados – la mayoría con muestras de personas que no presentan depresión – encontraron que las intervenciones dietéticas reducen significativamente los síntomas de depresión y presentan también menores niveles de ansiedad, según informa Joseph Firth, de la Universidad de Manchester en el Reino Unido (Psychosomatic Medicine, Vol. 81, No. 3, 2019).

De forma similar, un ensayo aleatorio controlado llevado a cabo por la psicóloga australiana Natalie Parletta, PhD encontraron efectos positivos de llevar a cabo una dieta saludable en cuanto a los síntomas de depresión en adultos. noventa y cinco participantes recibieron 3 meses de clases de cocina dos veces por semana con cocina mediterránea, 6 meses de consumo de suplemento en base a aceite de pescado o 3 meses de reuniones con grupos sociales dos veces por semana con 3 meses adicionales de suplementos de aceite de pescado. 

El estado de ánimo de todos los participantes mejoraron al final de los 6 meses, pero el grupo que llevó a cabo la dieta obtuvo mejores resultados aún. Los puntajes de depresión disminuyeron un 45% comparado con el 26.8% de los grupos sociales. Además, la disminución de los síntomas depresivos del grupo que realizó la dieta se relacionó con el consumo específico de ciertas comidas, incluyendo comer una diversidad de vegetales, comunicar nueves y adherir a una dieta mediterranea (Nutritional Neuroscience, Vol. 22, No. 7, 2019).

Las dietas de alta calidad también parecen tener un efecto positivo en las personas con trastorno depresivo mayor, según otros estudios. En un ensayo controlado aleatorio conocido como SMILE (Apoyo a la modificación del estilo de vida en estados emocionales reducidos), la epidemióloga psiquiatra Felice N. Jacka, PhD, directora del Centro de Alimentos y Estado de ánimo del instituto de Salud Mental y Física y Traducción Cienífica (IMPACT) en la Universidad de Deakin en Victoria, Australia, y sus colegas probaron dos intervenciones en adultos con trastorno depresivo mayor. Treinta y tres participantes recibieron siete sesiones individuales de asesoramiento nutricional impartidas por un nutricionista clínico, y otros 34 participantes recibieron siete visitas de personal capacitado que se hizo amigos de ellos, que conversó con ellos sobre temas de interés y participó con ellos en actividades divertidas y positivas. Después de 12 semanas, el 32,3%de los del grupo dietético no informaron síntomas de depresión, en comparación con el 8% de los grupos de apoyo social. (BMC Medicine, Vol. 15, No. 1, 2017).

Otra condición que está mostrando resultados prometedores con intervenciones nutricionales es el TDAH. En 2014 Rucklidge et al llevaron a cabo el primer ensayo controlado aleatorio con la finalidad de examinar los efectos de los suplementos de micronutrientes en adultos con TDAH.

Comparado con 38 participantes que consumieron placebo, los 42 participantes que tomaron los suplementos reportaron tener menos síntomas de TDAH, incluyendo inatención, hiperactividad e impulsividad al finalizar la 8va semana. Así mismo entre los participantes que presentaban depresión severa al inicio del estudio, quienes tomaron el suplemento reportaron haber mejorado su ánimo al finalizar el proceso (The British Journal of Psychiatry, Vol. 204, No. 4, 2014).

Un segundo ensayo controlado aleatorio, Rucklidge et al compararon cómo les fue a los niños diagnosticados con TDAH no medicados durante 10 semanas cuando recibieron un placebo o una fórmula de micronutrientes de amplio espectro. Al final del estudio, el 32% de los niños que tomaron el suplemento mostraron una mejoría clínicamente significativa en los síntomas de falta de atención, en comparación con el 9% de los niño que tomaron el placebo.También tuvieron mayores mejoras en la regulación emocional, la agresión y el funcionamiento general (The Journal of Child Psychology and Psychiatry, Vol. 59, No. 3, 2018).

Estos resultados fueron replicados en otros ensayos controlados aleatorios conducidos por la psicóloga Jeannette M. Johnstone, PhD, de la Universidad de salud y ciencia en Portland. En el transcurso de 8 semanas, 135 niños no medicados con diagnóstico de TDAH radicados en Portland, Oregon, Columbus, Ohio y Alberta, Canadá – recibieron tanto un placebo o multinutrientes de amplio espectro que contenían vitaminas y minerales esenciales.  

Más de la mitad de los niños que recibieron la fórmula – 54% – mostraron mejorías en su sintomatología en general, comparado con el 18% de los participantes control basados en puntuación clínica a ciegas. Los resultados sugieren otro potencial beneficio: los niños que consumieron la fórmula crecieron 6 milímetros en altura tras 8 semanas . Esto es un descubrimientos potencialmente importante dado que la medicación estándar para TDAH puede limitar el crecimiento en altura (Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry, Vol. 61, No. 5, 2022).

Otras investigaciones en curso se encuentran estudiando los efectos de las intervenciones nutricionales en condiciones más series, incluyendo el trastorno bipolar, trastornos de la conducta alimentaria y trastornos psicóticos, al igual que en autismo. También se incluye el potencial impacto de las dietas cetogénicas en trastorno bipolar (Campbell, I. H., & Campbell, H., BJPsych Open, Vol. 5, No. 4, 2019) y enfermedad de Alzheimer (Phillips, M. C. L., et al., Alzheimer’s Research & Therapy, Vol. 13, No. 51, 2021), y dietas libres de gluten como un tratamiento complementario para los trastornos esquizofrénicos (Levinta, A., et al., Advances in Nutrition, Vol. 9, No. 6, 2018). Mientras que existen esperanzas en todas estas áreas, se necesitan más investigaciones para demostrar su efectividad.

Los investigadores que realizan este trabajo también comentan que plantea preguntas sobre lo que constituye un buen tratamiento en general, incluso sobre los tipos de resultados que quienes los proveen deberían estar buscando.

Llevando todo a la práctica

Un área emergente de interés es examinar cómo adaptar los micronutrientes a individuos específicos. Esto se debe a que muchas variables (genéticas, uso de medicamentos, estrés y más) pueden influir en la cantidad  y, a veces, en los tipos de nutrientes que necesita un individuo en particular. De manera similar, los investigadores, están comenzando a examinar cómo los diferentes tipos de dietas pueden beneficiar a diferentes tipos de personas. 

Dicho esto, hay suficiente información disponible para que los médicos puedan incorporarla a la práctica, particularmente si están brindando consejos u orientación generales (comprender dietas y problemas especializados requiere más experiencia y estudio). 

“Los psicólogos pueden aprender los conceptos básicos de la nutrición de manera realmente simple”, dijo Rucklidge, a través de clases de educación continua u otros cursos en línea examinados. Tenes conversaciones con los pacientes sobre los alimentos ultraprocesados y una peor salud mentar es como hablar sobre los nocivos del alcohol o las drogas.

Kaplan sugiere comenzar diciendo: “Cada vez hay más evidencia de que lo que comemos afecta cómo nos sentimos”, y luego señalar los beneficios para la salud de una dta de alimentos integrales. Luego recomienda pedir a los pacientes que describan qué y cómo comen: cuántas veces al día o a la semana. Muchos creen que consumen elementos claves de dietas saludables o menos saludables, como bebidas azucaradas, carbohidratos refinados, vegetales verdes o frutas. “No evalúe ni califique esto de ninguna manera, pero pregúnteles dónde creen que les gustaría hacer algunos cambios” 

Lo siguiente, es resaltar que comer alimentos integrales no debería ser caro, como comúnmente se cree. Pedirles a los pacientes que lleven un registro semanal de los consumos en comida por dos semanas, y luego pedirles que hagan lo mismo al comprar alimentos integrales, sugiere la profesional. Frijoles, arroz, y vegetales suelen ser menos caros que algunas compras en cadenas de comidas rápidos, por ejemplo. 

Algunos psicólogos están eligiendo por entrenarse en nutrición para ampliar los aspectos de sus prácticas. Lauren Broch, PhD, quien también incorpora la medicina conductual del sueño y otros enfoques de estilo de vida en su práctica privada en el Hospital de Greenwich en Greenwich, Connecticut, obtuvo una maestría en ciencias de la nutrición para ayudar a sus pacientes con la nutrición. Ella utiliza la psicoeducación sobre los conceptos básicos de una dieta y un estilo de vida saludable, así como enfoques conductuales, como hacer que lo pacientes mantengan registros de alimentos y usen sistemas de retroalimentación para comenzar a cambiar sus patrones de alimentación. La Dra. Broch está pudiendo observar resultados positivos “con el tiempo., las personas notas que se sienten livianos – menos hinchados, con menos problemas digestivos. También tienen mejor ánimo y reportan que duermen mejor” 

Estamos comenzando a darnos cuenta que lo que comemos no es solamente calorías – también se trata de nutrición y de información – Broch agrega: “la comida es información, y también es medicina. Ayudar a los paciente a tomar las ventajas del conocimiento es una parte invaluable de nuestra práctica”

  • Análisis

La creciente necesidad de replantear el nombre de los «trastornos de personalidad»

  • 14/06/2023
  • Equipo de Redacción

Por Matt Huston

El concepto de los trastornos de la personalidad ha existido durante siglos, pero es defectuoso y necesita tanto una reevaluación como un nuevo nombre.

¿Qué te dice el término «trastorno de la personalidad»? Basándose en la palabra «personalidad», es posible inferir naturalmente que dicho trastorno debe estar relacionado con el núcleo del yo de alguien y persistir en el tiempo, mucho más que con otros problemas de salud mental.

Si es así, no estarías muy alejado de la interpretación oficial en la última versión del texto clave de la psiquiatría, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5, 2013), que define un trastorno de la personalidad como «un patrón duradero de experiencia interna y comportamiento», un patrón que se contradice con lo que se espera en la cultura de una persona, que es «pervasivo e inflexible» y que «produce angustia o deterioro».

En el DSM-5 se enumeran 10 categorías específicas de trastornos de la personalidad. Incluyen, por ejemplo, el trastorno límite de la personalidad, con síntomas como cambios de humor inestables, impulsividad y patrones volátiles en las relaciones, y el trastorno narcisista de la personalidad, caracterizado por una exagerada sensación de importancia personal y una necesidad de admiración. Lo que todas las categorías tienen en común, según los criterios formales, es la duración y la omnipresencia en la vida de una persona.

Como concepto psiquiátrico, los trastornos de la personalidad existen desde al menos el siglo XIX y se incluyeron en la primera edición del DSM, publicada en 1952. Sin embargo, en un artículo reciente, un grupo de investigación liderado por el psicólogo clínico Aidan Wright argumenta no solo que el término «trastorno de la personalidad» no es útil y estigmatizante, sino que también el concepto es potencialmente engañoso, tanto para quien recibe un diagnóstico de trastorno de la personalidad como para las personas que lo conocen. El equipo considera que es hora de que los profesionales de la salud mental adopten un nuevo nombre y enfoque.

En primer lugar, Wright y sus colegas argumentan que la duración y la omnipresencia no necesariamente distinguen a los trastornos de la personalidad de otros tipos de trastornos. Wright señala que, en muchos casos de trastornos psicóticos como la esquizofrenia, «también tienen una larga duración y afectan a las personas en diversos ámbitos». De manera similar, agrega, «muchos casos de depresión también son duraderos. Casi cualquier trastorno puede mostrar períodos muy largos de duración». Además, la investigación indica que, en muchos casos, los síntomas del trastorno de la personalidad mejoran con el tiempo en lugar de permanecer estables indefinidamente.

Tal vez lo más sorprendente sea que, a pesar de su nombre, los trastornos de la personalidad no parecen estar relacionados de manera exclusiva con diferencias en las puntuaciones de los tests de personalidad. La investigación destacada por el equipo de Wright sugiere que las personas que muestran más síntomas de un trastorno de la personalidad tienden a obtener puntuaciones más altas en neuroticismo y más bajas en responsabilidad, pero no más que las personas que presentan síntomas de otros trastornos psiquiátricos, lo cual socava la idea de que su condición es distintivamente un trastorno de la personalidad.

Si los problemas que hoy se etiquetan como trastornos de la personalidad no son generalmente más duraderos ni están más relacionados con diferencias en la personalidad que otras condiciones de salud mental, ¿qué los hace distintos? La respuesta, según Wright y sus colaboradores Whitney Ringwald, Christopher Hopwood y Aaron Pincus, es la disfunción interpersonal, es decir, problemas relacionados con uno mismo y con otras personas. Esto los lleva a argumentar que los trastornos de la personalidad deberían ser reformulados como «trastornos interpersonales».

La forma en que piensas y te sientes acerca de ti mismo y tus metas moldea cómo interactúas con los demás, y viceversa. Si revisas las descripciones de los 10 principales trastornos de la personalidad en el DSM-5, encontrarás que todos incluyen problemas interpersonales. Entre los indicadores del trastorno límite de la personalidad, por ejemplo, se encuentra «un patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas». El trastorno de personalidad esquizoide implica «distanciamiento de las relaciones sociales y una gama restringida de expresión emocional en entornos interpersonales»; alguien con esta condición puede carecer de deseo de tener relaciones cercanas y dedicarse a actividades solitarias. Los síntomas del trastorno narcisista de la personalidad incluyen una sensación de derecho y falta de empatía. Y así sucesivamente, para el trastorno de personalidad antisocial (caracterizado por la falta de consideración hacia los derechos de los demás), el trastorno de personalidad dependiente, el trastorno de personalidad histriónico y los demás.

Reformular estas condiciones podría, quizás, mejorar cómo los individuos afectados se ven a sí mismos y cómo las demás personas, incluidos los profesionales de la salud mental, los abordan.

Sin embargo, eso no es toda la historia. Wright y sus colegas enfatizan que un trastorno interpersonal no es solo un problema en la forma en que alguien se comporta socialmente. También implica «cómo el individuo se entiende a sí mismo y sus motivos, y cómo los persigue», explica Wright. Como señala, estas cosas son inseparables: la forma en que piensas y te sientes acerca de ti mismo y tus metas moldea cómo interactúas con los demás, y viceversa. Por ejemplo, una persona con trastorno límite de la personalidad a menudo sentirá «una aguda sensibilidad cuando las personas se alejan de ellos», dice Wright, «y responden, muchas veces, con esfuerzos extremos para evitar el abandono que perciben». Ese miedo al abandono puede surgir en parte de la negativa o inestable percepción de sí mismos. La sobre reacción a ese miedo, que puede incluir pánico o expresiones de intensa ira, puede tener consecuencias claras en las relaciones sociales.

Por supuesto, cualquier condición de salud mental puede tener un impacto en cómo alguien se relaciona con los demás. Una persona con depresión puede experimentar irritabilidad o pesimismo que afecta las conversaciones con familiares y amigos. En aquellos con ansiedad o trastorno obsesivo-compulsivo, las preocupaciones y la búsqueda de reaseguramiento pueden infiltrarse en las relaciones cercanas o en el entorno laboral. De hecho, cuando la ansiedad social de alguien es lo suficientemente generalizada, Wright reconoce que es «muy difícil distinguirla del trastorno de personalidad evitativa».

En general, sin embargo, él propone que, para alguien diagnosticado con un trastorno de personalidad, la disfunción interpersonal es una causa más primaria de sus problemas que en otros trastornos. En la depresión, por ejemplo, el impacto social es «más bien una consecuencia que una causa principal», dice. Puede estar impulsado por el estado de ánimo y la energía disminuidos, mientras que en alguien diagnosticado con un trastorno de personalidad, «está claro que lo interpersonal es lo principal».

Las etiquetas utilizadas para diagnosticar los trastornos son más que un tema de debate académico o clínico; importan para aquellos que las reciben. Reemplazar el término «trastorno de personalidad» no borrará el miedo al abandono, el comportamiento pasivo o controlador, u otros síntomas desafiantes. Pero reformular estas condiciones podría, quizás, mejorar cómo los individuos afectados se ven a sí mismos y cómo las demás personas, incluidos los profesionales de la salud mental, los abordan.

Los esfuerzos por reinterpretar los trastornos mentales han ganado cierto reconocimiento entre los investigadores clínicos en los últimos años. Mientras que los profesionales de la salud mental que han dedicado su carrera a ayudar a personas con estas condiciones probablemente no ven el término «trastorno de personalidad» como peyorativo, según Wright, algunos clínicos lo utilizan como una forma de descartar a los pacientes, como una manera de decir básicamente que no vale la pena intentar mucho con ellos porque su personalidad solo lo arruinará. En estos casos, argumenta que se utiliza el término «para culpar a la persona por sus problemas». Por su parte, las personas que reciben un diagnóstico de trastorno de personalidad a menudo están contentas de tener un nombre para su experiencia, pero hay algunos que han encontrado un uso más despectivo del término y que «perciben que es peyorativo y no les gusta».

Además de reducir el estigma asociado con estas condiciones, el equipo de Wright sostiene que esto podría ayudar a enfocar la atención de los profesionales de la salud en «lo más importante sobre esta clase de trastornos para el tratamiento, es decir, las dificultades en la alianza», es decir, los desafíos que un paciente y un terapeuta pueden tener al formar una asociación de trabajo. Consideran que se deben esperar dificultades en la alianza y, por lo tanto, el tratamiento debe ser modificado en consecuencia.

Los esfuerzos por reinterpretar los trastornos mentales en general (por ejemplo, como espectros de dificultades psicológicas en lugar de categorías de trastornos discretos) han ganado cierto reconocimiento entre los investigadores clínicos en los últimos años. Wright y sus coautores sugieren que su perspectiva es complementaria a este tipo de enfoques. Y no son los únicos en caracterizar el término «trastorno de personalidad» como peyorativo. En un breve artículo publicado en 2022 sobre «mejorar el nombre de los trastornos psiquiátricos«, el psiquiatra Bruce M. Cohen y sus colegas también plantearon la idea de reemplazar «trastorno de personalidad» por «trastorno relacional» o «dificultad relacional».

Lo que Wright imagina como un reemplazo eventual para la lista actual de trastornos de personalidad no es una nueva familia de etiquetas como «trastorno interpersonal límite», sino un proceso descriptivo más individualizado. Podría ser algo similar, según él, a lo que el psicólogo clínico Allan Harkness y sus colegas han llamado una «revisión de sistemas para psicología y psiquiatría«. De manera similar a cómo un médico verifica el sistema respiratorio, el sistema circulatorio y otros sistemas del cuerpo, un profesional de la salud mental podría examinar diversas áreas del funcionamiento psicológico, incluyendo cómo le está yendo a una persona en el ámbito interpersonal.

En lugar de enterarse de que tienen un «trastorno de personalidad» en particular, un paciente podría descubrir que tiene una forma de «trastorno interpersonal» que es fundamental para comprender sus problemas. Si fueras el paciente, ¿qué mensaje preferirías recibir? Al desafiar las formas arraigadas de concebir los problemas de salud mental, el grupo de Wright y otros como ellos podrían estar liderando el camino hacia un enfoque de tratamiento más esperanzador.

Artículo publicado en Psyche y cedido para su traducción y republicación en Psyciencia.

  • Análisis

Tratamiento de la cibercondría

  • 10/06/2023
  • CETECIC

Buscar excesivamente información sobre temas de salud en la Internet se ha convertido en un problema psicológico denominado Cibercondría. En otro reciente artículo hemos desarrollado más extensamente este concepto, así como algunas de las discusiones vinculadas a su estatus diagnóstico y relación con otros desórdenes psicológicos, especialmente con los Trastornos de la Ansiedad ante la Salud. Ahora, nos dedicamos a su tratamiento.

Y todo empieza con malas noticias. No existe en la actualidad un tratamiento psicológico validado empíricamente para la Cibercondría. Vale decir, no disponemos de tratamientos psicológicos cuya efectividad haya sido demostrada mediante protocolos experimentales, con grandes muestras de sujetos, replicados y revisados por otros investigadores, como sí sucede con muchos otros síndromes. No obstante, esto no significa que no tengamos herramientas psicológicas disponibles para el tratamiento.

En primer lugar, la realización de ensayos controlados para la validación de protocolos de tratamientos está siendo puesta en tela de juicio seriamente, realzando el valor del diseño de tratamientos individualizados. En verdad, la tradición del paradigma cognitivo conductual siempre defendió el valor de la planificación de tratamientos individualizados; en efecto, jamás se ha dejado de poner énfasis en el análisis funcional y en el diseño de sujeto único. Por otra parte, la experiencia acumulada en la terapéutica de problemas psicológicos similares y relacionados nos brinda orientaciones concretas acerca de las posibles herramientas efectivas.

Hechas las pertinentes aclaraciones anteriores, deberemos tomar lo que se desarrolla a continuación como lineamientos generales para la terapéutica de la Cibercondría, teniendo presente que en los próximos años seguramente veremos avances en el terreno. Muy probablemente, ellos no habrán de invalidar lo dicho en este trabajo, sino que lo ampliarán, mejorarán y sistematizarán.

La evaluación

La fase inicial del abordaje de la Cibercondría no es diferente a casi cualquier otro motivo de consulta. Todo empieza con el establecimiento de un buen vínculo con el paciente y la evaluación ideográfica de motivo de consulta. Para la Terapia Cognitivo Conductual, esto radica en la construcción de un análisis funcional y la formulación individualizada del caso. Si bien nada de esto resulta ajeno a nuestra práctica, en el terreno de la Cibercondría valen algunas aclaraciones:

En primer lugar, el fenómeno casi nunca se presenta aislado, sino en el contexto de algún cuadro de ansiedad ante la salud y/o del uso problemático de Internet. Ello deberá objetivarse claramente durante la evaluación pues nos abrirá visibilidad acerca del lugar en cual se halla la conducta bajo análisis en el entramado de relaciones funcionales/causales.

Por otra parte, si la Cibercondría se encuentra relacionada más con el uso problemático de Internet y, por ende, el control de impulsos, deberíamos sospechar que tal vez a largo plazo nos encontraremos con alguna resistencia por parte del paciente para modificarla. En virtud de ello, habremos de obrar cautamente, sin criticar ni cuestionar severamente el hábito, al menos al inicio y hasta no haber fortalecido cierta consciencia de enfermedad y relación terapéutica sólida. Quizá debamos incluso aplicar un módulo motivacional antes de comenzar el tratamiento per se.

El tratamiento de la Cibercondría

Psicoeducación

La psicoeducación es una herramienta poderosa en la mayoría de los trastornos, así también en el caso que nos ocupa. En efecto, los pocos estudios empíricos publicados hasta la actualidad sobre el tema validan a la psicoeducación como un tratamiento efectivo para la Cibercondría.

Como en cualquiera de sus otras aplicaciones, la psicoeducación debería incluir la transmisión de información científica pero con un sentido práctico, calibrada de acuerdo con el nivel y tipo de educación del paciente.

Discusión cognitiva

Fuertemente emparentada con la Psicoeducación, habremos de llevar a cabo la discusión de pensamientos automáticos específicos acerca de lo que las sensaciones corporales representan; esto es, el paciente aprenderá a valorar a las mismas como lo que son y no como señales de enfermedades graves. Ello constituye un primer paso para contener el impulso de buscar información sobre salud en línea.

Por otro lado, también habremos de discutir ideas relacionadas con lo que sí se puede y lo que no se puede obtener de la Internet. Más puntualmente, la información obtenida por este medio puede resultar útil para prevenir enfermedades, llevar adelante un estilo de salud sano, incluso para darse cuenta de que debemos consultar con un profesional de la salud por tal o cual sensación. Pero lo que la Internet no puede darnos es un diagnóstico, menos aún puede negarlo. En otras palabras, buscando información en la red nunca llegaremos a un diagnóstico certero ni tampoco a su negativa. Esto se revela de especial importancia cuando lo situamos en relación con el esquema de intolerancia a la incertidumbre tan característico de estos pacientes. Frecuentemente, la Cibercondría de los pacientes con ansiedad ante la salud responde a la expectativa de hallar información que tranquilice, como haría un médico, algo así como si uno de los destinos probables fuera una página de salud que dijera “quédese tranquilo, estos síntomas no son de ninguna enfermedad grave”. Algo así no puede encontrarse en la Internet, al menos hoy.

En este sentido, parte del trabajo será la reeducación acerca del uso que se le puede dar a este medio de información. En este punto, cuenta mucho que el paciente aprenda a distinguir los sitios con contenidos basados en información científica validada respecto de los que no, que incluso pueden estar subrepticiamente promocionando un tratamiento pseudocientífico.

El abordaje de las Metacogniciones

En estrecha relación con lo anterior, el tratamiento de la Cibercondría deberá contemplar a las metacogniciones, las cuales juegan aquí un rol causal. En efecto, algunos de los modelos psicológicos actuales proponen que en las metacogniciones radica la diferencia entre la búsqueda de información en Internet como una conducta de reaseguro y la Cibercondría (nuevamente remitimos al lector al artículo anterior de esta revista). Sea cual fuera el caso, las metacogniciones habrán de ser un blanco del tratamiento a través de los procedimientos conocidos, como la valoración de sus evidencias, la estimación de sus ventajas y desventajas y la psicoeducación, entre otras.

La Terapia de Exposición

Ya conocemos la efectividad comprobada de la Exposición para todo el ámbito de la ansiedad patológica. La Cibercondría tiene un componente de ansiedad patológica, de hecho se encuentra fuertemente vinculada con los Trastornos de la Ansiedad ante la Salud. Así que sin dudas la Exposición es una de las técnicas que con toda probabilidad habremos de emplear en el tratamiento de la Cibercondría. Valen en este sentido algunas aclaraciones.

Por un lado, la Exposición funcionaría en el caso presente como en cualquiera de sus otras aplicaciones, vale decir, el paciente deberá tomar contacto con los estímulos que disparan la ansiedad, se mantendrá hasta que ellos dejen de provocar malestar o lo hagan mínimamente. Habremos logrado el aprendizaje de extinción. Claro que los estímulos puntuales a los que exponer a cada paciente se delimitarán de modo individual en cada caso. Así, alguien podría temer a la información relacionada con las enfermedades infectocontagiosas y no con las neurodegenerativas; naturalmente, la Exposición se llevará a cabo con información de la primera y no de la segunda clase.

Ahora bien, la mayoría de las veces, el acto de buscar información sobre salud en Internet no genera de suyo una reacción de miedo condicionado o, si lo hace, ella va acompañada de otras emociones e impulsos que complican bastante la aplicación de una terapia de Exposición lisa y llana en su forma tradicional. En efecto, a pesar de experimentar ansiedad y malestar, el paciente voluntariamente se expone a la información de la Internet; la busca activa y hasta compulsivamente. ¿Qué lugar ocupa la Exposición en un tal contexto?

En gran medida, desde una perspectiva del análisis funcional, la búsqueda sobre salud en línea se conforma como una conducta de reaseguro propia de los Desórdenes de Ansiedad ante la Salud. Cuando la información obtenida en las pantallas opera también como un disparador de la ansiedad, tenemos la particular situación de que en el mismo contexto (en un dispositivo electrónico) se presentan los estímulos disparadores de ansiedad así como los que funcionan como reforzadores de las conductas de evitación y escape. Dicho sea de paso, no es para nada el único caso en que un mismo estímulo puede adquirir diferentes valencias afectivas de acuerdo con el contexto y el estado motivacional previo, pero esto es otro asunto. En el entuerto de la Cibercondría nos topamos con esta dificultad, la cual en parte nos explica por qué la ansiedad derivada de los resultados que se van hallando dispara nuevas oleadas de búsqueda; se trata de un intento de alivio del malestar. En otras palabras, en el mismo sitio en que se encuentran los estímulos para efectuar la Exposición, también se hallan los que se persiguen con las conductas de reaseguro; pueden ser incluso exactamente los mismos que tan sólo cambian su valencia en momentos diferentes. Será así uno de los desafíos del tratamiento (más específicamente del análisis funcional) lograr separar unos de otros de suerte tal que el paciente se exponga a lo que efectivamente dispara su malestar y pone en marcha las conductas de reaseguro, al tiempo que se prevenga la ejecución de estas últimas.

Así las cosas, el reto consiste en discriminar la información que gatilla el malestar respecto de la que lo alivia. Habremos entonces de producir situaciones de Exposición para la primera mientras que con el segundo tipo de información aplicaremos Prevención de la Respuesta. Vale la pena recordar aquí que la técnica no es únicamente Exposición, sino Exposición y Prevención de la Respuesta. De un modo u otro, en cualquier aplicación a formas de ansiedad patológica está previsto que la Exposición involucre algún tipo de prevención de las reacciones de evitación y escape. Los cuadros de Ansiedad ante la Salud, y puntualmente la Cibercondría, no resultan ninguna excepción a la regla, aunque sí frecuentemente hacen más dificultosa su implementación concreta. 

Veamos un ejemplo:

La paciente Karina siempre ha temido a las enfermedades infectocontagiosas; la pandemia del covid-19 empeoró severamente su temor. Ella busca minuciosamente en Internet información acerca de cómo prevenir el contagio y, por ende, todos los días se actualiza acerca de temas como el lavado de manos, la desinfección de objetos que ingresan a la casa, el tiempo que el virus se mantiene vivo en diferentes superficies; estos datos suelen tranquilizarla. No obstante, cuando al navegar se topa con publicaciones acerca de los síntomas que se desarrollan con la infección o, peor aún, con notas que elaboran hipótesis acerca de potenciales consecuencias aún no comprobadas del virus, ahí se dispara su angustia. En este ejemplo, la Exposición se efectuará con el segundo tipo de información (la sintomatología comprobada e hipotética de la enfermedad) pero deberemos prevenir que la paciente efectúe búsquedas sobre lo primero (formas de cuidado). En este caso recién mencionado la discriminación se efectúa sobre la base del contenido de la información, pero hay casos más complejos.

Veamos otro ejemplo:

Carlos padece un cuadro de Ansiedad ante la Salud con rasgos de tipo obsesivo y de evolución intermitente. Atraviesa periodos durante los cuales se obsesiona con enfermedades cardiovasculares y así pasa horas en la web averiguando cómo efectuar una prevención de las mismas. Durante las horas frente a las pantallas va encontrando información que progresivamente lo tranquiliza, pues él cumple estrictamente casi todos los hábitos sugeridos. No obstante, tiene otras épocas en las cuales los pensamientos intrusivos sobre enfermedades cardiovasculares simplemente no atraviesan su mente. Durante estas últimas etapas, evita a toda costa toparse con cualquier información sobre las mismas, pues teme que ello dispare sus obsesiones. Claro está que, en este ejemplo, la misma información opera como reforzador de conductas de reaseguro en el primer caso y como estímulo condicionado de ansiedad en el segundo. Por ende, se planificarán ejercicios de Prevención de la Respuesta o ejercicios de Exposición, de acuerdo con la fase que Carlos esté atravesando.

En verdad, tal vez el problema al que nos referimos corresponde no tanto a la Cibercondría, sino a uno de los campos psicopatológicos en los cuales este síndrome se encuentra enraizado. Concretamente, una de las complicaciones en el tratamiento de los Desórdenes de Ansiedad ante la Salud radica en el amplio abanico de conductas de reaseguro que presentan; la Cibercondría será muy probablemente subsidiaria de este problema. Nuevamente se renueva aquí el valor del análisis funcional y la formulación ideográfica del caso.

Existe otro aspecto de la terapia de Exposición que vale la pena revisar en el contexto de la Cibercondría. En algunos casos, se ha utilizado la Terapia de Exposición para el tratamiento de desórdenes relacionados con impulsos, como el consumo problemático de sustancias. Así, se lo expone al paciente a los estímulos que disparan la apetencia del consumo sin que se emitan las conductas operantes destinadas a efectivamente consumir. Si bien la literatura se refiere genéricamente a esta técnica como Exposición, en verdad estamos operando bastante distinto respecto de la aplicación a cuadros de ansiedad. En este segundo caso, se trataría más de un entrenamiento en autocontrol, la Exposición se efectúa a eventos que disparan conductas operantes de aproximación, dado que los estímulos son apetitivos; opuestamente, en los casos de ansiedad patológica la Exposición se efectúa a estímulos aversivos que gatillan comportamientos de evitación y escape. Realmente, son dos técnicas distintas o, si queremos ponerlo así, es un protocolo fenomenológicamente similar que opera sobre sistemas disímiles. El lector interesado puede revisar otro artículo en esta revista, Ansiedad e Impulsividad; donde se desarrolla una discusión más profunda del tema.

La Exposición en la Cibercondría podría también pensarse como un ejemplo del tipo de autocontrol, como un ejercicio de Exposición a eventos potencialmente apetitivos pero cuyo consumo resulta dañino. En efecto, la información suele ser un reforzador positivo que mantiene conductas operantes de aproximación; si lo pensamos bien, veremos que al fin y al cabo lo único que la Internet puede darnos es información. A su vez, la información actúa como un estímulo discriminativo que pone en marcha conductas operantes de búsqueda de más información, la cual opera nuevamente como estímulo discriminativo en un ciclo virtualmente sin fin. He aquí también parte del potencial adictivo de la web, la cual nos ofrece tanto los estímulos discriminativos como los reforzadores para ser consumidos con un mínimo de esfuerzo. En una dependencia química, los estímulos discriminativos no son necesariamente los reforzadores. En otras palabras, los estímulos discriminativos del consumo de tabaco suelen consistir, por ejemplo, en la hora del día, la reunión de amigos, la foto de un cigarrillo. Tales estímulos disparan la conducta de comprar o pedir un cigarrillo (conducta operante) para luego fumarlo (respuesta consumatoria). Pero ni la foto del cigarrillo ni la hora del día son el reforzador, sino que obligan al sujeto a accionar de algún modo en el ambiente para obtener el reforzador. Opuestamente, con la Internet todo está ahí, fácil, alcanzable tan sólo con unos pocos clics, sin moverme de la silla y con la vista en la pantalla. La información es el estímulo discriminativo de conductas operantes que buscan más información, es decir, la información es estímulo discriminativo y el reforzador. Claro que los contenidos concretos de cada tipo varían, pero siempre se trata de estimulación visual y/o auditiva que se obtiene en las pantallas. Esto aplica para la Cibercondría pero también para otros ámbitos de conductas problemáticas efectuadas en la web, como el consumo excesivo de pornografía o el juego patológico on line. Escribiremos sobre esto en un futuro. 

Por el momento, lo que debe quedar claro es que, en algunos casos, la Exposición llevada a cabo con pacientes que padecen Cibercondría deberá adoptar más la forma de un ejercicio de autocontrol que de una auténtica Exposición a eventos temidos. El paciente habrá de aprender a observar información sobre salud, la cual capta su atención y dispara su curiosidad, pero absteniéndose de ir en búsqueda de nueva información. Esto es, deberá exponerse a los estímulos discriminativos pero no efectuar la conducta operante que lleva al reforzador. Los que manejan las dos formas de terapia de Exposición ya saben que esta segunda forma de administración del procedimiento siempre resulta mucho menos efectiva que la primera, la propia de la ansiedad patológica, para la cual la técnica fue inicialmente diseñada.

Dado que se ha complejizado un poco el panorama de la terapia de Exposición y Prevención de la Respuesta para la Cibercondría, esquematicemos algunas ideas:

  • Debemos distinguir si usamos la técnica en sentido tradicional como Exposición a estímulos condicionados de ansiedad o como ejercicio de autocontrol a estímulos discriminativos de conductas operantes.
  • Debemos discernir cuáles estímulos son disparadores de ansiedad y cuáles reforzadores de conductas operantes de búsqueda.
  • En función de lo anterior, expondremos a los primeros (estímulos condicionados de ansiedad) y efectuaremos prevención de la respuesta respecto de los segundos (estímulos que mantienen las conductas de evitación y escape).
  • Un mismo tipo de información puede jugar uno u otro rol en distintos momentos en la misma persona.
  • La guía ha de ser, como siempre, un adecuado análisis funcional del caso.
  • El análisis funcional deberá contemplar el contexto psicopatológico más amplio en el cual la Cibercondría se inserta.

Control del Estímulo Precedente

En virtud de lo expresado en el punto anterior, a propósito de la Cibercondría como una conducta operante, surge como viable que una parte del tratamiento contemple el Control del Estímulo Precedente, al menos durante algunas etapas. Y si bien esto es teóricamente posible, uno se pregunta cómo podría concretamente instrumentarse en un mundo donde la Internet y las pantallas se han vuelto omnipresentes.

Tal vez se podría acordar con el paciente periodos libres de la web. Ellos deberían pautarse de acuerdo a criterios tales como los horarios del día en que es más probable la conducta, o cuando se esté en un estado de ansiedad por la salud elevado debido a alguna preocupación recientemente disparada. Idealmente, y para casos muy extremos, se podría pensar el desarrollo de alguna aplicación que filtre la información, análogo a lo que hoy tenemos para impedir la búsqueda de pornografía por parte de los niños.

Independientemente de cómo se efectúe la implementación de este procedimiento, el control del estímulo debería ser de uso transitorio. La Cibercondría no se desarrolla nunca como un cuadro tan grave como para sostenerlo a largo plazo, como por ejemplo sí sucede en el alcoholismo.

Tratamiento de los cuadros asociados, especialmente ansiedad ante la salud

El abordaje de los cuadros asociados, probablemente con valor etiológico respecto de la Cibercondría, llevará naturalmente a una mejoría en esta conducta problema. Al día de hoy, los modelos psicológicos de la Cibercondría discuten si estamos frente a un constructo con estatus propio o subsidiario de otros desórdenes. Más allá de cuál sea el acuerdo final al que se llegue, lo que sí resulta seguro es que las búsquedas sobre salud en línea se tornan problemáticas casi exclusivamente vinculadas a otros desórdenes psicológicos, especialmente el Trastorno de Ansiedad ante la Salud, pero también Desórdenes de Ansiedad, TOC y, en general, comportamientos problemáticos con el uso de la web. La terapéutica de estos cuadros emparentados se revela como un paso inevitable y conducirá invariablemente a una mejoría sustancial o incluso la remisión total de la Cibercondría.

Y, como conclusión, lo que no es un tratamiento

Si bien en la actualidad no poseemos un protocolo de tratamiento empírico y sólidamente establecido para el tratamiento de la Cibercondría, sí existen un conjunto de herramientas que, habiéndose validado para problemas relacionados y/o similares, preludian ser de gran ayuda en el abordaje de este comportamiento desadaptativo.

La Terapia Cognitivo Conductual, como enfoque aplicado, no requiere de la validación de un síndrome y luego un tratamiento estructurado para operar. De hecho, ese paradigma de desarrollo científico en Psicología basado en ensayos controlados de tratamientos para síndromes específicos está en tela de juicio desde hace ya varios años. La Terapia Cognitivo Conductual precisa de un análisis funcional de la conducta problema y la formulación clínica individualizada del caso (algo que es perfectamente factible con conductas problemáticas como la Cibercondría) mientras esperamos que tal vez, en un futuro, ensayos clínicos controlados también validen un protocolo de tratamiento estandarizado y, así, arrojen nueva luz sobre la terapéutica. Ello seguramente ampliará nuestras posibilidades de intervención, pero seguramente no se opondrá ni invalidará lo que hoy ya sí podemos administrar sobre la base del conocimiento científico acumulado durante décadas.

Artículo publicado originalmente en CETECIC y cedido para su republicación en Psyciencia.

  • Análisis
  • Salud Mental y Tratamientos

Vísteme despacio que estoy apurado: Pretratamiento

  • 31/05/2023
  • Gretel Martinez

Al percibir una dificultad, un problema que insiste, un diagnóstico o encontrar algo a mejorar o aprender relacionado con la salud mental, comenzaría el camino a la asistencia psicológica. La consulta no se hace de cualquier forma o caprichosamente. Y aquí es donde hoy haremos doble click.

¿Omitir intro? ¡No! Como bien se dice “Vísteme despacio, que estoy apurado” o también «cuando más nos apuramos, más rápido también podemos equivocarnos» en palabras del Dr. Prof. Ricardo Rodríguez Biglieri. Más allá de la premura por el malestar o urgencia con que se percibe la necesidad de consulta, suele ser de gran utilidad comenzar por un módulo de sesiones preliminares: el pretratamiento. 

Antes…

En el caso de la atención infanto juvenil, el terapeuta responsable de un caso clínico administra entrevistas previas al tratamiento para obtener antecedentes pertinentes e información de diagnóstico, así como información sobre las relaciones interpersonales de los padres (Kazdin, A. & Whitley, M. K., 2006). La alianza entre terapeuta y cuidadores estaría influenciada por las relaciones sociales en el pretratamiento, relacionada con mejores prácticas de crianza al final del entrenamiento de manejo parental; a mejor calidad de alianza, mayores serían los cambios en ma/padres y cuanto mejores sean las relaciones y el apoyo de los padres antes del tratamiento, mejor sería la calidad de la alianza terapéutica que durante el tratamiento (Kazdin, A. & Whitley, M. K., 2006).

En el abordaje con adultos, la fase de pretratamiento es crítica en la terapia conductual dialéctica (DBT, por sus siglas en inglés), es aquí donde se establecen los objetivos de tratamiento, compromiso y expectativas de compromiso junto con los consultantes que participan y explicando cómo se lograría el éxito psicoterapéutico (Coyle T.N., 2019).

Durante

Es clave la alianza terapéutica en la consulta psicológica. Este vínculo tiene componentes centrales (Bordin, 1979):

  1. El acuerdo entre paciente y terapeuta sobre las tareas o intervenciones específicas del tratamiento;
  2. El acuerdo entre paciente y terapeuta sobre los objetivos del tratamiento o el resultado general que se busca;
  3. El vínculo afectivo entre paciente y terapeuta que implica una red compleja de confianza, aceptación y confianza mutua.

Varios estudios empíricos han examinado el impacto del comportamiento interpersonal previo al tratamiento de un paciente en la alianza terapéutica (Muran J.C. et. al, 1994).

Las expectativas del consultante previamente al tratamiento reflejan una característica y factor común de la terapia que influye en el proceso relacional de la terapia, así como en el resultado de la terapia.

Para facilitar una fuerte alianza en el pretratamiento o durante las sesiones iniciales de terapia y para mejorar el resultado de la terapia, la exploración de expectativas durante la sesión sería conveniente que incluya: el compromiso y las responsabilidades del consultante (Por ejemplo: expresar emociones durante la terapia), las características del terapeuta (confiable, experto, etc.) y las responsabilidades del terapeuta (ayudar al consultante a identificar y resolver problemas). Una vez que las expectativas de un consultante estén alineadas con las tareas terapéuticas y los rol del terapeuta, será más probable que forme una alianza sólida y mejore el resultado de la terapia (Patterson C. L., 2014)

¿Y después?

El tratamiento psicológico propiamente dicho cuando tiene un abordaje focalizado, breve y estratégico como lo es en el caso de aquellos basados en evidencia científica, llámese TCC (Terapia Cognitivo Conductual), o de tercera ola como DBT (Terapia Dialéctico Conductual) se procura que no se extiendan más de lo debido, de lo necesario.

La terapia finalizaría con éxito una vez que el consultante haya alcanzado los objetivos acordados mutuamente con el terapeuta. La discusión sobre la duración del tratamiento debe ser parte de su conversación con el profesional tratante. La duración es tentativa y se revisa a lo largo del curso de la consulta. Es importante recibir suficientes sesiones de tratamiento y expectativas razonables antes de decidir si está funcionando o no (APA, 2017).

Por la salud de la alianza terapéutica y la suya esencialmente, ante cualquier duda consulte con su psicóloga/o de confianza.

Referencias

  • American Psychological Association. APA Div. 12.(Society of Clinical Psychology), (2017, July). How long will it take for treatment to work?. Recuperado de https://www.apa.org/ptsd-guideline/patients-and-families/length-treatment 
  • Bordin, E. (1979). The generalizability of the psychoanalytic concept of the working alliance. Psychotherapy, 16, 252-260.
  • Coyle TN, Brill CD, Aunon FM, Peterson AP, Gasser ML, Kuehn KS, Harned MS. Beginning to envision a life worth living: An introduction to pretreatment sessions in dialectical behavior therapy. Psychotherapy (Chic). 2019 Mar;56(1):21-27. doi: 10.1037/pst0000205. PMID: 30816759.
  • Kazdin, Alan E.; Whitley, Moira K.  (2006). Pretreatment social relations, therapeutic alliance, and improvements in parenting practices in parent management training.. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 74(2), 346–355.         doi:10.1037/0022-006x.74.2.346     
  • Moras, Karla (1982). Pretherapy Interpersonal Relations, Patients’ Alliance, and Outcome in Brief Therapy. Archives of General Psychiatry, 39(4), 405–. doi:10.1001/archpsyc.1982.04290040019003 
  • Muran JC, Segal ZV, Samstag LW, Crawford CE. Patient pretreatment interpersonal problems and therapeutic alliance in short-term cognitive therapy. J Consult Clin Psychol. 1994 Feb;62(1):185-90. doi: 10.1037//0022-006x.62.1.185. PMID: 8034822.
  • Patterson, Candace L.; Anderson, Timothy; Wei, Christina (2014). Clients Pretreatment Role Expectations, the Therapeutic Alliance, and Clinical Outcomes in Outpatient Therapy. Journal of Clinical Psychology, 70(7), 673–680. doi:10.1002/jclp.22054 
  • Rodríguez Biglieri. Ricardo (2023). Entrevista personal.
  • Análisis
  • Salud Mental y Tratamientos

Estrategias ACT para la autorregulación

  • 31/05/2023
  • Gabriel Genise

Adaptado de Russ Harris

Introducción

Cuando hablamos de autorregulación en ACT, queremos asegurarnos de que sea basado en la aceptación, no en la evitación. En muchos modelos, el objetivo principal de regularse a sí mismo es proporcionar alivio y comodidad a través de reducir o eliminar el dolor, o distraerse de él.

En ACT, el objetivo de calmarse a sí mismo es bastante diferente. Lo traemos como parte de una agenda más amplia de aceptación y autocompasión. El objetivo principal del autorregularse en ACT es proporcionar alivio y comodidad a través de:

  • Aceptar tu dolor y tratarte a ti mismo con bondad y de una manera cariñosa
  • Seguido de actividades reconfortantes, relajantes y guiadas por valores

Alivio del dolor

La palabra “alivio” proviene del término latín “relevare” que significa “elevar o aligerar”, “elevarnos” de debajo de la carga.

Muchas personas asumen que el alivio del dolor significa eliminar, evitar o distraernos del dolor, pero los enfoques orientados en mindfulness nos ofrecen una forma diferente para el alivio del dolor: el gran alivio que proviene de abandonar la lucha contra el dolor, dar un paso al costado de esa batalla y hacer las paces con él. 

¿Está mal la autorregulación basada en la evitación?

No hay nada “bueno” o “malo” en relación a la autorregulación basada en la evitación (por ejemplo hacer actividades con el principal objetivo de distraernos, evitar el dolor). Muchas veces, esas actividades son de mucha utilidad. 

Recuerda que ACT no identifica como un objetivo a la evitación experiencial. ACT ve a la evitación experiencial como algo normal, no patológico. ACT solo apunta a la evitación experiencial cuando es excesiva, rígida o inapropiada a tal punto que se vuelve problemática y se interpone en el camino de una vida rica y plena. 

Sin embargo, si el objetivo principal de autorregularnos es reducir, evitar o soltar el dolor hay momentos en que sencillamente no va a funcionar. En este sentido, la autorregulación basada en aceptación es “superior” porque podemos practicarla ya sea que el dolor se reduzca o no (por supuesto, muy frecuentemente, el dolor se reduce significativamente como producto de la aceptación. Ese no es el objetivo, pero es un BONUS encantador, y podemos obviamente apreciarlo cuando aparezca). 

¿Cuándo la autorregulación basada en la evitación es problemática? 

Muchos comportamientos autodestructivos de evitación experiencial, incluidos el uso inapropiado o excesivo de drogas y alcohol, comer en exceso, juegos de azar e incluso, en algunos contextos, las autolesiones, pueden verse como intentos basados en la evitación para calmarse a sí mismo. 

Es muy útil para el terapeuta reencuadrar esos comportamientos como formas de autorregulación, con el propósito de fomentar la autoconciencia, autoaceptación y autocompasión (no tenemos que usar el término autorregularse, por supuesto).

Básicamente, lo que queremos es validar las funciones adaptativas que  esos comportamientos tuvieron en el pasado. Por ejemplo, podríamos decir “estas cosas te han ayudado en el pasado. Fueron buenas estrategias, en ese sentido te ayudaron a atravesar momentos difíciles que estaban sucediendo, y a afrontar esos sentimientos dolorosos” 

Y luego podríamos movernos de una forma compasiva y respetuosa a observar los costos de largo plazo, si estos comportamientos continuaran (En los libros de ACT, este tipo de trabajo es denominado “desesperanza creativa” o “confrontar la agenda de control”).

Una vez que el consultante ha podido reencuadrar esos comportamientos como no viables (por ejemplo: funcionaron en el corto plazo para evitar el dolor, pero no han funcionado en el largo plazo para construir una vida rica y significativa), entonces podemos continuar presentando una alternativa, comportamiento que sean vables. 

Una recapitulación rápida 

Entonces, podemos definir a la autorregulación, desde una perspectiva ACT como: “calmarse y consolarse a uno mismo a través de a) aceptar primero tu dolor y tratarte a ti mismo de una manera amable y cariñosa, y luego b) participar en actividades calmantes y reconfortantes guiadas por valores”.

Un primer paso para autorregularnos

Un primer paso para autorregularnos es frecuentemente uno mismo poder reconocer la verdad y realidad que en este momento la vida es dolorosa y estamos sufriendo. Y el objetivo es hacer esto de una forma bondadosa, cariñosa, con una voz interior que nos brinde apoyo. (esto es también el primer paso de la autocompasión). 

De aquí podemos continuar con algún tipo de trabajo relacionado con la aceptación y/o autocompasión. Y a continuación, luego de aceptar el dolor, el próximo paso es autorregularnos. 

Actividades de autorregulación

Cualquier actividad basada en mindfulness puede funcionar como un proceso de autorregulación. Esto puede incluir prácticas formales de meditación basadas en mindfulness tales como 

  • Escaneo corporal
  • Respiración consciente
  • Meditaciones de autocompasión

Los consultantes pueden también crear actividades que brinden autorregulación a través de una exploración mindful de los cinco sentidos y actividades físicas. Podemos preguntarle a los consultante que consideren qué encuentran confortante, relajante o que ofrezca regulación como por ejemplo: 

  • Observar
  • Escuchar
  • Oler
  • Tocar o ser tocado por
  • Saborear, comer, beber
  • Hacer

Vista

¿Has encontrado algunas vez algo que te resulte confortante, relajante para mirar? Considera: películas, pinturas, esculturas, arquitectura, moda, el cielo, el clima, una proyección, animales, plantas, el aire libre, teatro, danza, etc. En mi caso personal, algo que encuentro muy confortante es acostarme en el suelo y observar una proyección de las estrellas y galaxias que se mueven por el techo de mi casa. Eso me permite llevar toda mi atención y favorecer la autorregulación. 

¿Cómo puedes crear actividades relajantes que se basan en observar? Por ejemplo: ¿Podrías considerar ver películas, ir a una exposición de arte, dar un paseo y contemplar la naturaleza? En este preciso momento en el que estoy escribiendo este texto, en Buenos Aires hay un paisaje increíble propio del otoño con cientos de árboles desprendiendo sus hojas y llenando las calles de un colchón entre amarillo y anaranjado propio de una obra de arte. Caminar por sus calles puede ser toda una experiencia ofreciendo un paisaje verdaderamente relajante para muchos. 

La clave es compenetrarse completamente en estas actividades, brindarnos con atención plena (mientras permitimos a nuestros sentimientos estar allí presente).

Sonido

¿Has encontrado alguna vez algo que te resulte conforante, relajante para escuchar? ¿Qué tipo de música, canción favorita, sonido de la naturaleza, la voz de alguien en particular que encuentren relajante y confortante? 

¿Cómo puedes crear actividades que te ayuden a autorregularse que se basen en sonidos? Por ejemplo, ¿podrías considerar escuchar tu música favorita, unirte a un coro, cantar tu canción favorita o rezar?

La clave es comprometerte completamente en estas actividades, con atención plena mientas los sentimientos se encuentren allí. 

Oler

¿Has encontrado alguna vez algo que te resulte confortante, relajante al oler?  Considera: comida, bebida, un aroma, incienso, velas, perfumes, un pan recién horneado, café molido y recién hecho, el olor del cabello tu hijo/a, flores, cesped recién cortado, etc.

¿Cómo puedes crear actividades autorreguladoras que provengan del olfato? Por ejemplo, ¿podrías considerar encender un incienso, un masaje con aceites aromáticos, poner sales aromáticas en el baño, ir por un paseo en la naturaleza y oler el cesped de los parques?

La clave de dar sentido en la autorregulaciónes comprometerse completamente en actividades, otorgar completa atención (mientas permitirnos que las emociones estén presentes).

Saborear

¿Has encontrado alguna vez algo confortante, relajante en la comida o la bebida? Considera tu comida favorita o tu bebida favorita (que mejoran tu vida en lugar de ser destructivas). 

¿Cómo des crear actividades que regulen tus emociones y que se centren (de una manera saludable) en comer o beber? 

Por ejemplo, ¿podrías considerar comer o beber tu comida o bebida favorita lentamente y con consciencia plena, y verdaderamente saborear la experiencia (en lugar de hacerlo de forma rápida y en piloto automático sin llegar a saborearla. 

La clave es dar sentido a la autorregulación comprometerse completamente en actividades; otorgar completa atención (mientras permitimos que las emociones estén presentes). 

Tocar

¿Has encontrado alguna vez algo confortante, relajante al tocar o ser tocado?

Considera cepillar tu pelo, un masaje, acariciar a un perro o gato, abrazar o ser abrazado por tus seres queridos, que te rasquen la espalda, acariciar el cesped con tus dedos, caminar descalzo en la playa, una ducha caliente, etc.

¿Cómo des crear actividades que regulen tus emociones ya través del tacto?

Por ejemplo, ¿podrías considerar comer o beber tu comida o bebida favorita lentamente y con consciencia plena, y verdaderamente saborear la experiencia (en lugar de hacerlo de forma rápida y en piloto automático sin llegar a saborearla).

La clave es dar sentido a la autorregulación comprometerse completamente en actividades; otorgar completa atención (mientras permitimos que las emociones estén presentes. 

Otras Actividades

¿Existen otras actividades que hayas encontrado confortante o relajante?

Por ejemplo: yoga, meditación, rezar, bailar, cantar, baño caliente, practicar un deporte, arte, manualidades, trabajo con madera, arreglar cosas de la casa, escribir, leer, actuar, salir a dar un paseo en la naturaleza, ejercicio físico, cocinar, visitar un museo o una galería, jardinería? 

¿Cómo puedes transformar estas actividades en autorregulantes? 

La clave es dar sentido a la autorregulación comprometerse completamente en actividades; otorgar completa atención (mientras permitimos que las emociones estén presentes) 

Si la pregunta/ exploración realizada revela que el consultante posee poca o ninguna experiencia en actividades que lo regulen, podemos incitarlo a que experimente con un rango de actividades y que activamente note qué sucede en la medida que se compromete con ellas. 

Regulación y relajación

En ACT, las acciones comprometidas incluyen el entrenamiento en habilidades. Si el consultante no posee las herramientas necesarias para vivir una vida en base a sus valores y perseguir efectivamente sus metas, el terapeuta ACT debería enseñarselas en sesión para ayudarlo a encontrar el camino a aprender y generalizar esas habilidades fuera de la sesión.

Las habilidades de relajación no son la excepción. En ACT, podemos enseñar estrategias de relajación al servicio del auto cuidado. Sin embargo, si enseñamos estrategias de relajación, necesitamos ser muy claros que son radicalmente diferente a las habilidades básicas de atención plena de ACT de defusión, aceptación, autocontexto y contacto con el presente.

¿Cómo es eso? Buenos, las habilidades de relajación están al servicio de la evitación experiencial: su objetivo principal es reducir, evitar o eliminar los sentimientos indeseados de ansiedad, estrés, etc. Y esto es lo opuesto al objetivo de las habilidades centrales de ACT. Entonces si no somos bien claros con nuestros consultantes sobre la diferencias, podemos esperar confusión y estar enviando mensajes opuestos. 

La buena noticia es, que la mayoría de las habilidades de autorregulación pueden ser transformadas a estrategias de relajación. Si alentamos a los consultantes a hacer esto, entonces (como con cualquier estrategia de relajación) queremos:

  1. Enfatizar no siempre van a funcionar y 
  2. Clarificar cuándo es probable que funciones (en una situación que no resulte desafiante, amenazante o de baja demanda) y
  3. Clarificar dónde es más probable que no funciones (en situaciones altamente desafiante, amenazante o de alta demanda). 

¡No está funcionando!

Si tu consultante esta practicando ejercicios de autorregulación y mencionan que no está funcionando, siempre pregunta qué quiere decir. Generalmente van a mencionar que el sufrimiento no se está reduciendo o desapareciendo. 

Esto indica que han entendido la autorregulación como una forma de escapar o eliminar el sufrimiento (están tratándolas como una estrategia de evitación).

Si esto llegara a pasar necesitamos explicar que “mientras la autorregulación generalmente reduce el sufrimiento, no siempre lo hace. Es una forma de brindarte apoyo, ayudarte, ser bondadoso con vos mismo en el transcurso del dolor. Si el dolor se reduce por esto, disfrútalo, pero por favor no transformes esto en tu principal objetivo, porque seguramente te sientas frustrado”.

Cuando la evitación se cuela

A pesar de tus mejores intenciones, muchos consultante van a realizar las estrategias de autorregulación como una forma de sostener la agenda de control – principalmente para evitar/ escapar/ distraerse del sufrimiento. 

Esto generalmente NO es un problema. Sin embargo, puede volverse uno cuando: 

  1. El consultante piensa “esto no está funcionando” porque el dolor no se reduce
  2. El cliente esta tratando fuertemente de evitar el dolor,  no se siente capaz de comprometerse con las actividades de forma plena. 

Cómo comprometerse con la autorregulación con otros procesos ACT

Podemos comprometernos con actividades de autorregulación con defusión, aceptación, contacto con el momento presente y con valores. 

  • Defusión: Desenganchándose de pensamiento que nos alejarían de las actividades.
  • Contacto con el momento presente: Comprometiéndonos con las actividades de forma plena enfocando la atención en lo que es relevante.
  • Aceptación: Haciendo espacio para el dolor que está presente y permitiendo que siga su recorrido. Que venga y se vaya. 
  • Valores: Podemos mejorar aún más cualquier actividad de autorregulación vinculándolo explícitamente a los valores de bondad propia, autocuidado, autocuidado, autosuficiencia. Mientras hacemos esto, vemos una gran superposición entre la autoconsuelo y la autocompasión. 
  • Análisis
  • Salud Mental y Tratamientos

¿Qué es una Terapia Basada en Procesos (TBP)?

  • 30/05/2023
  • Guido Korman

Introducción

Dado que se trata de un texto reflexivo, me permito hacer una disquisición personal al inicio del mismo. Hace más de 20 años empecé a leer sobre terapia cognitivo-conductual. Durante ese tiempo he investigado, enseñado y practicado el modelo en sus sucesivas transformaciones. Por eso, cuando me enteré de que Steven Hayes y Stephan Hofmann iban a publicar un libro juntos, me sentí sorprendido y, al igual que todos los interesados en la terapia cognitivo-conductual (TCC), esperé con ansias la publicación del libro Terapia Cognitiva Conductual Basada en Procesos (TCC-BP) (Hayes & Hofmann, 2018). En publicaciones posteriores, el modelo que proponían se llamó Terapia Basada en Procesos (Hofmann et al., 2021) por este motivo en el texto de ahora en más nos referiremos como TBP. Este modelo tenía como objetivo ser un marco general que permitiera incluir toda la psicoterapia con apoyo empírico, no solo los modelos cognitivo-conductuales.

En el año 2017, los dos autores que lideraban el campo de la terapia TCC desde posiciones opuestas (Hayes representando al modelo conductual y Hofmann el cognitivo-conductual) publicaron un texto en el que se referían, de manera amable, al debate que habían mantenido de forma álgida  durante una década (Hayes & Hofmann, 2017).  

Este hecho conmocionó al campo de la psicoterapia con apoyo empírico, especialmente en el ámbito de la TCC. Durante diez años, Hayes y Hofmann sostuvieron un debate acalorado sobre el papel de la cognición en los tratamientos, la existencia o no de una tercera ola en la TCC, entre muchos otros temas (Hofmann & Asmundson, 2008; Korman & Garay, 2012).

Cuando comencé a leer el libro de TCC-BP (Hayes & Hofmann, 2018) , me resultó difícil comprender a qué se referían con «procesos». La misma definición me resultó confusa y poco clara. «Proceso» es una categoría genérica que abarca distintas categorías y niveles de análisis. En general, los modelos en psicoterapia con apoyo empírico suelen ser directos y no recurren a categorías confusas. Para las aspiraciones del conocimiento científico, esta categoría resulta difusa y representa algo nuevo en los modelos de la TCC, pero es bastante común en otros modelos que hacen referencia a categorías provenientes de otros campos como la filosofía y las ciencias duras. Gran parte del logro de los modelos TCC es su claridad conceptual, tienden a ser sencillos y directos (Beck, 1963, 1964; Strlich, 2010). Incluso se podría afirmar que en el clásico modelo beckeano, la teoría está subordinada a la clínica, ya que utiliza conceptos tomados de otros modelos para ser aplicados a la práctica clínica (Korman, 2013, 2017). El desarrollo Beckeano fue desarrollado a partir de percibir que el cambio cognitivo generaba una mejora en el ánimo. Beck, que era un psicoanalista, encontró algunas ideas discordantes con su modelo teórico y esto fue parte del esfuerzo generacional para convertir al psicoanálisis en una disciplina científica (Weishaar, 1993). La TCC estándar se construyó con una subordinación de la teoría a los datos, y el modelo Beckeano es un ejemplo de ésta lógica. Mientras que el modelo conductual tuvo una cercanía mayor a la investigación básica  y preguntas por la construcción del conocimiento (sirva de ejemplo la discusión Chomsky y Skinner).

La construcción del modelo teórico de la TCC no fue un proceso lineal, sino que fue resultado de un proceso evolutivo, en el que se tomaron en cuenta las críticas y las complejidades que surgieron en el campo de la psicoterapia con apoyo empírico. En este sentido, la TBP surge como una respuesta a la crítica del modelo ACT impulsada por Steven Hayes (Hayes, 2016) y la respuesta a las posturas de este último por parte de Stephan Hofmann (Hofmann & Asmundson, 2008), quienes representan dos tradiciones con basamentos distintos, el modelo conductual y el modelo cognitivo. Así, la TBP busca aunar estas dos tradiciones en un modelo teórico que permita avanzar en la comprensión y el tratamiento de los trastornos psicológicos. En realidad, los autores argumentan que no se trata de un nuevo modelo, sino más bien de un intento de integrar la investigación y la clínica para evitar que sigan avanzando por caminos separados, como ha venido ocurriendo. En este sentido, retoman una antigua discusión sobre cómo gran parte de las propuestas de los investigadores en psicología clínica tienen poco que ver con la práctica clínica real (Beutler et al., 1996).

Por lo tanto, para cumplir con el objetivo de presentar el modelo de TBP, se va a estructurar el texto que les voy a presentar en seis ideas generales que resumen los puntos clave  para entender el modelo. Esto permitirá una mejor comprensión para aquellos interesados en abocarse a este complejo desafío.

La primera idea del modelo de TBP propone un cambio de enfoque respecto a la categoría de trastorno mental. En este sentido, se argumenta que las intervenciones científicas deben alejarse de los protocolos basados en síndromes y enfocarse en el sufrimiento humano de manera más amplia. Para comprender esta propuesta, es necesario hacer una breve reseña histórica del trastorno mental y señalar cuál es el modelo que está en crisis. En resumen, esta primera idea busca desafiar la idea tradicional de trastorno mental y proponer una comprensión más amplia del sufrimiento humano que permita una intervención más eficaz y centrada en el paciente.

Una segunda idea, que podríamos decir que es un factor  que impacta en el desarrollo de la TBP  es la aparición de los Research Domain Criteria (RDoC). Los RDoC son una propuesta alternativa a la categoría de trastorno mental propuesta por el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos. A diferencia de los criterios diagnósticos basados en síndromes (como los utilizados en el DSM-5 y CIE-11), los RDoC proponen una perspectiva dimensional que tiene en cuenta las diversas dimensiones de la experiencia humana, como la cognición, la emoción y la motivación.

Esta perspectiva dimensional propuesta por los RDoC ha tenido un impacto negativo en los sistemas diagnósticos operativos, ya que ha cuestionado la financiación de proyectos basados en trastornos mentales que se apoyan en estos sistemas diagnósticos.

La tercera idea que presentan es un análisis de lo que esperan los clínicos de la investigación. Los autores señalan que los clínicos esperan que la investigación clínica les brinde herramientas útiles para mejorar la eficacia y eficiencia de sus intervenciones terapéuticas. Para lograr avances significativos en la práctica clínica, es esencial que los estudios de investigación se centren en responder a las necesidades y demandas reales de los pacientes. En este sentido, es fundamental que la investigación trascienda de categorías generales a la posibilidad de diseñar intervenciones específicas que aborden las necesidades de cada paciente de forma individualizada. Para ello, es fundamental que tanto las preguntas de investigación como los métodos de estudio sean diseñados teniendo en cuenta las necesidades específicas de los pacientes en contextos específicos. Solo así se podrá garantizar que los resultados de la investigación sean realmente útiles para la práctica clínica y contribuyan a mejorar la calidad de vida de los pacientes.

La cuarta idea presentada es quizás la más compleja de todas: ¿qué es un proceso? En este apartado se describen las dificultades que este concepto puede presentar. A menudo es difícil de comprender, ya que puede tener diferentes significados y conlleva una cierta complejidad de aprendizaje. En otras palabras, se trata de un concepto que puede resultar confuso al principio y que requiere un esfuerzo adicional para entenderlo de manera clara y completa.

La quinta idea presentada se centra en la red causal compleja, una alternativa al DSM y la CIE para explicar la psicopatología. En este punto, se aborda en profundidad la naturaleza de qué es una red causal compleja y su papel en la explicación de la psicopatología. Se trata de un concepto  que es fundamental para entender los procesos subyacentes que causan la enfermedad mental. A lo largo de esta sección, se analizan las complejidades asociadas con la red causal compleja y se explican las diferencias clave entre este enfoque y los métodos tradicionales de diagnóstico y tratamiento.

La sexta idea presentada es una crítica al papel de los mediadores y moderadores, cómo categorías estadísticas, en la construcción de la psicoterapia con apoyo empírico, reconociendo sus limitaciones y destacando la necesidad de explorar otras metodologías para avanzar en la comprensión de la psicoterapia. Se discute cómo se ha investigado en psicoterapia y se aborda la cuestión de la «estrella de la muerte», un proyecto que pretende analizar la totalidad de los estudios sobre los mediadores de cambio en las intervenciones psicosociales. A pesar de las críticas a cómo se ha investigado en psicoterapia, es importante reconocer los avances logrados hasta ahora. Este enfoque ambicioso es, en tono jocoso, comparado con el intento de dominar el imperio de la psicoterapia (referencia a Star Wars) a través del trabajo titánico de procesar la casi totalidad de los estudios de mediadores en psicoterapia.

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I. La caída del trastorno mental

Cómo surge la psicoterapia con apoyo empírico

Antes de adentrarnos a explicar la propuesta alternativa al diagnóstico basado en sistemas diagnósticos operativos (DSM o CIE) vamos a contextualizar el rol de estos sistemas en la constitución de la moderna psicoterapia. Una pequeña historia de como surge la psicoterapia con apoyo empírico. Es decir, el suelo que pisamos, nuestro argumento para decir que hacemos lo correcto y esto que llamamos correcto tiene apoyo empírico.

La política de financiamiento y promoción de la investigación en psicoterapia es la creadora de lo que denominamos psicología clínica con apoyo empírico (Korman, 2013). El Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos, en la década del 50 propone incorporar a la psicoterapia a la práctica científica invirtiendo, entre 1949 y 1977, aproximadamente 55 millones de dólares en casi 530 subsidios; esto representaba entre el 55% y el 65% de la investigación mundial en psicoterapia (Memorandum from Chief, 1977, 1980, citado en Rosner, 2005). Existen tres etapas diferenciadas en lo que respecta al financiamiento: La primera etapa coincide con el interés de distintos investigadores psicoanalíticos por evaluar objetivamente los tratamientos; Aaron T. Beck es una de los psicoanalistas que recibió esta financiación para investigar en el año 1959 (Korman, 2013, 2017; Rosner, 1999). Una segunda etapa consiste en la financiación de los modelos conductuales. Este cambio en la política de financiación del Instituto Nacional de Salud Mental impulsó la investigación en el modelo conductual, lo que resultó en que en 1971, el 43% de los proyectos financiados tuvieron sustento teórico en los trabajos de reconocidos conductistas como Burrhus Skinner, Hans Eysenck y Joseph Wolpe (Rosner, 2005). La tercera etapa es la que impulsará el desarrollo de los estudios randomizados y controlados en psicoterapia. Esta transformación comienza a aparecer a mediados de la década de 1960 en los estudios farmacológicos y, poco a poco, esta modalidad va a considerarse como el nuevo modelo de legitimidad en los estudios biomédicos.

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Cambio de enfoque respecto a la categoría de trastorno mental

En consonancia con esta transformación, entre 1975 y 1979 se comienza a llevar a cabo la revisión de la segunda edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales

(American Psychiatric Association, 1968). La tercera edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (American Psychiatric Association, 1980) expulsa la casi totalidad de la jerga psicoanalítica y enfatiza el modelo biomédico,dejando de lado la búsqueda de una etiología y focalizando en categorías observablescomo los síntomas (Andreasen, 2007)  que permitían investigar bajo la forma randomizada y controlada en vigencia (Wilson, 1993). El instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos empieza a priorizar esta metodología. El cambio de dirección generó grandes controversias entre los psicólogos tanto de la línea psicoanalítica como en los conductuales (Rosner, 2005), así como también en investigadores farmacológicos y cientistas sociales que criticaron esta nueva disposición sugiriendo que favorecía a los desarrollos llevados a cabo por los principales laboratorios (Andreasen, 2007).

Gran parte de la comunidad que investigaba en psicoterapia fue muy crítica en la década del 80 de la presión que generó el Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos para la utilización del Manual Diagnóstico y Estadístico en su tercera edición (1980) para realizar investigación (Pickren & Schneider, 2005). Las principales ideas que esgrimían tanto psicoanalistas como psicólogos conductuales es que este manual no incluía categorías psicológicas para pensar la dolencia mental.

Barry Wolfe, uno de los que participaba en las instituciones que otorgaban el financiamiento para investigar, recuerda a una joven Marsha Linehan (la desarrolladora de la Terapia Dialéctica Conductual) que empezó una intervención de 12 semanas de orientación conductual para lo que ella denominó “conductas parasuicidas en mujeres”. Ella no tenía ningún interés en las categorías diagnósticas de DSM y este le dijo que, como estos pacientes se parecen mucho a los Borderline, van a  aumentar las posibilidades de obtener financiamiento si los denominaba Borderline (Rosner, 2005).

Casi cuarenta años después, parece que la psicología clínica al fin concretará el sueño de liberarse del yugo de los modelos psiquiátricos para pensar la enfermedad (aunque no es tan así). Siempre parece que hay un momento heroico en el que nos orientamos a la verdad y la llegada a la tierra prometida.

Como ya he señalado, el desarrollo de protocolos basados en síndromes fue la dirección que otorgó el Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos (Pickren & Schneider, 2005) el principal responsable de la financiación de lo estudios randomizados y controlados (Korman, 2017) que va a dar lugar a la moderna psicoterapia con apoyo empírico basada en diagnósticos en base al DSM-III en primera instancia. Luego se desarrollará el  DSM-IV y se seguirá investigando con el DSM-IV como lenguaje común hasta que el Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos reduzca la financiación de investigación a partir del año 2013 con la aparición del tan esperado y decepcionante DSM-5. Dicho de otra manera, la liberación se produce cuando se acaba el financiamiento.

¿Cuál es el modelo de trastorno mental que entra en crisis?

El modelo de trastorno mental, organizado a partir de la sumatoria de signos y síntomas, y el consecuente síndrome tiene como fundamento que debajo de esa sintomatología existe un constructo subyacente plausible de ser medicado (Hofmann et al., 2021). La TCC se construyó sobre este modelo médico de pensar la enfermedad. Se desarrollaron protocolos o guías de tratamiento para tratamientos específicos (Rosner, 2018) y parte de la formación profesional en casi todo el mundo suele basarse en el aprendizaje de diagnósticos en base a categorías DSM. A partir del diagnóstico se puede elegir el tratamiento apropiado de un listado de protocolos desarrollados a partir de estudios clínicos randomizados y controlados. Al leer este texto les sugiero entrar en la página de la división 12 de la APA (American Psychological Association). Eso es lo que se ha dado en llamar psicoterapia con apoyo empírico. La moderna TCC contemporánea se ha construido sobre esos  tratamientos. De hecho, la popularización de la terapia cognitiva beckeana se contruyó a partir de armar un modelo de intervención pensado para ser una guía de investigación (Rosner, 2018).

Veamos un ejemplo concreto. Mariano es un señor de 73 años que se encuentra deprimido. Diagnosticamos depresión y lo hacemos a partir de de signos (percepción objetiva de malestar, ejemplo de esto es la dismunición de peso) y síntomas (percepción subjetiva de malestar, ejemplo de esto es la tristeza que lo acompaña durante casi todo el día). Mariano nos cuenta que ha bajado cinco kilos durante los últimos dos meses, se siente sin energía, no puede concentrarse, le es imposible tomar cualquier decisión, presenta ideación suicida aunque está seguro que nunca lo haría ya que cree en Dios (la vida es sagrada) y se siente profundamente desesperanzado.

Tendemos a pensar en la depresión como una enfermedad, como el virus de la gripe. Medir la temperatura de la persona puede indicar la presencia de fiebre, pero no es suficiente para diagnosticar la gripe. Para obtener un diagnóstico preciso, es necesario observar los anticuerpos, los fragmentos del virus o los marcadores biológicos que definen la enfermedad. No hay una tal evaluación para los trastornos mentales, así como no hay vacunas que nos inmunicen, como ocurre con la gripe. Los intentos de analizar el genoma humano y linkearlos con los trastornos mentales ha fallado (Hofmann & Hayes, 2019b).

Pese a estos fallos, la idea de enfermedad no ha sido sencilla de abandonar. Se suele pensar que los trastornos mentales son producto de un desbalance en los neurotransmisores (serotonina, dopamina, entre otros) y, pese a que los datos científicos no confirman esta hipótesis (Moncrieff et al., 2022), esta hipótesis misma sigue circulando.

Volviendo al caso de Mariano, cuando seguimos indagando aparecen categorías que son muy importantes para un clínico. Mariano nos cuenta que se siente muy solo. Lo evaluamos clínicamente y cumple con los criterios para un trastorno depresivo mayor según el DSM-IV. Presenta síntomas y signos que nos permiten diagnosticar. Tomamos el Inventario de Depresión de Beck (BDI II) en su versión adaptada a nuestro contexto y nos da un puntaje que nos permite evaluar la severidad de su sintomatología depresiva: síntomas graves ¿Qué es lo que tiene Mariano? En principio, presenta síntomas y signos que nos permiten llegar a un diagnóstico presuntivo.

En lo concreto, Mariano también nos cuenta que se siente muy solo desde hace mucho tiempo. Esta información permite realizar algunas intervenciones conductuales, como por ejemplo la utilización de aplicaciones de citas y pida ayuda a uno de sus nietos.

La siguiente sesión Mariano no da los criterios para la depresión, le preguntamos que es lo que le pasó. Estuvo charlando con muchas personas del sexo femenino y eso lo hizo sentirse mejor. ¿Dónde está la enfermedad?: en que estaba aislado, en los síntomas, en los signos o en algún otro lugar que no llegamos a entender. Hechos como estos no son inusuales en los clínica. Por supuesto no es lo común que ocurra, pero ocurre. Cuando ocurre, que pasó con la depresión, los síntomas y signos disminuyeron. ¿Por qué? Hubo un cambio en la serotonina? Nuestro diagnóstico? ¿Nuestra sugerencia? ¿Lo que Mariano ejecutó?

La utilización de los sistemas diagnósticos operativos construidos sobre la acumulación de síntomas y signos empieza a cuestionarse. Y como si esto fuera poco, hace ya mucho tiempo se sabe que la comorbilidad es la norma y no la excepción (Mansell et al., 2009). Se ha construido la psicoterapia con apoyo empírico, a partir de generar intervenciones para trastornos mentales diagnosticados en base al DSM. Hemos desarrollado intervenciones con validez científica pero carecemos de una explicación científica del cambio. Hemos utilizado un modelo médico para desarrollar intervenciones psicológicas. El objetivo fue el de dar respuesta a enfermedades latentes cuyas manifestaciones son los síndromes psiquiátricos. Éstas críticas no son para nada nuevas, son las mismas que ejercieron los psicoterapeutas interesados en las características culturales en la década del 80 (Korman & Idoyaga Molina, 2002; Lewis-Fernández & Kleinman, 1994) y muchos terapeutas que postulaban desde hace muchos años que la psicoterapia es mucho más que reducir síntomas (Hofmann et al., 2022) pero lo que es novedoso es que estos autores que participaron activamente del desarrollo de investigación sobre trastornos mentales tomen este enfoque. Les recomiendo que vean la discusión entre Stefan G. Hofmann , Jacques P. Barber, Paul Salkovskis y Bruce E. Wampold.

Es muy lindo tanto de leer como de mirar el video ya que discuten respecto a que la TBP pueda ser una lenguaje común en psicoterapia (Wampold lo molesta a  Hofmann diciéndole que este se alegraba de que luego de defender las categorías de trastornos mentales durante más de veinte años se hubiera dado cuenta de que estaba equivocado). Es una charla muy recomendable.

 II. Criterios de Investigación por Dominios (CID) o los famosos Research Domain Criteria

El modelo de diagnóstico DSM  de la depresión es muy parecido al modelo griego de melancolía. Cuando se describió la melancolía poco se sabía del cerebro (Korman & Idoyaga Molina, 2009), y en la actualidad se sabe todavía poco, pero mucho más que en la antigua Grecia. Los diagnósticos en la antigua Grecia tenían necesidad de basarse en signos y síntomas ya que estudiar la interioridad biológica era muy limitada. En la actualidad llevar a cabo diagnósticos con ese formato es lo mismo que decir que tenés un trastorno de dolor de estómago o un trastorno de dolor de cabeza (Insel et al., 2010). Esta misma idea impacta  en la mayor parte de los trastornos. Michael Owen un experto en esquizofrenia y genética dice que no existe la categoría de esquizofrenia, es un conjunto de categorías que juntaron, debe haber entre cinco y diez entidades que juntaron bajo la categoría de esquizofrenia(Owen et al., 2016).Esto tiene un gran impacto en la utilidad de la medicación, ya que bajo la misma categoría hay un cuarenta por ciento de gente que tendrá una buena respuesta a esa medicación mientras que hay sesenta que presenta el diagnóstico de esquizofrenia y no obtendrá buenos resultados. ¿Cuál es la utilidad  de este tipo de diagnóstico sino te permite elegir un tratamiento adecuado para la mayor parte de los pacientes? Por lo tanto, se evidencia la necesidad de cuestionar los modelos diagnósticos actuales y buscar nuevas formas de entender y abordar los trastornos mentales, enfocándonos en las particularidades de cada individuo y en el funcionamiento disfuncional de su cerebro, en lugar de enfocarnos en la categorización de síntomas y en la aplicación de tratamientos estandarizados. La propuesta de Insel es explorar que es lo que ocurre en el cerebro  normal  y luego ver que tipo de desregulación ocurre en el funcionamiento disfuncional. La idea fuerte es que hay que estudiar que es lo que hace el cerebro normalmente para después pensar en términos de qué es lo que está haciendo mal en lugar de utilizar categorias cómo esquizofrenia.

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Estas son las ideas subyacentes a la propuesta de los Criterios de Investigación por Dominios (CID), los cuales critican al DSM-5 desde una perspectiva de investigación biológica. El Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos ha impulsado los CID como una alternativa a la utilización del DSM-5. Además, el principal impulsor de la psicoterapia basada en evidencia, con su gold estándar en investigación de estudios randomizados y controlados, presenta una alternativa diagnóstica.

Debajo de los desórdenes psiquiátricos hay una serie de patrones observables en las distintas psicopatologías. Por ejemplo, La ansiedad es un término general que describe varios trastornos relacionados, como el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno obsesivo-compulsivo y el trastorno de pánico, entre otros. Cada uno de estos trastornos tiene diferentes patrones de síntomas observables y medidas neurobiológicas que los diferencian entre sí. Por ejemplo, el trastorno de ansiedad generalizada se caracteriza por preocupaciones excesivas e incontrolables sobre eventos cotidianos, mientras que el trastorno obsesivo-compulsivo se caracteriza por pensamientos intrusivos y recurrentes que provocan comportamientos repetitivos y rituales para reducir la ansiedad. La identificación de estos patrones observables y medidas neurobiológicas puede ayudar a mejorar el diagnóstico y tratamiento de estos trastornos.

Esta propuesta se enfoca en un proceso subyacente que puede ser analizado en distintos niveles (moleculares, circuitos cerebrales, síntomas, conductas, entre otros) y se centra exclusivamente en procesos biológicos que son comunes en los trastornos psiquiátricos (Hofmann & Hayes, 2019b). Tanto el DSM-5, la CIE-10 y los Criterios de Investigación por Dominios presentan una idea enfermedad subyacente cuyo sustrato es una medida biológica o test conductuales. Según Hayes y Hofmann, el modelo de enfermedad suyacente es erróneo (Hofmann et al., 2021). El impacto de los sistemas diagnósticos operativos en el campo de la psicoterapia es que la mayoría de los tratamientos con apoyo empírico se han desarrollado para trastornos mentales con diagnóstico DSM o CIE.

Si bien estas intervenciones han demostrado ser efectivas en muchos casos, la comprensión de los procesos de cambio subyacentes a menudo ha sido confusa. Además, es importante tener en cuenta que aunque estos modelos han sido exitosos para algunos pacientes, también es cierto que hay un número significativo de pacientes que no han logrado beneficiarse de ellos.

III. Percepciones y expectativas de los clínicos y pacientes sobre el conocimiento científico en psicoterapia: más allá de los trastornos mentales o ¿qué es lo que los clínicos y los pacientes esperan del conocimiento científico en psicoterapia?

Una cosa interesante de este modelo es que trata de establecer lo que hace el psicólogo clínico promedio. El clínico no está tan atento a la guía de tratamiento, sino a la experiencia concreta del paciente. Por ejemplo, si un paciente con un trastorno de ansiedad generalizado viene a la sesión y cuenta que su padre tiene una enfermedad terminal, el terapeuta nunca le diría que vuelva al tema del trastorno mental. En cambio, dedicará varias sesiones si el paciente lo requiere. También es válido que un paciente consulte por dificultades para establecer relaciones amorosas, aunque no presente los síntomas de un trastorno mental, si se encuentra en un estado de vulnerabilidad y presenta baja autoestima y ansiedad. Si este patrón de síntomas persiste durante un tiempo (tres o cuatro meses), podría ser evaluado para determinar si presenta algún trastorno mental. Casi todos los clínicos dirían que es una consulta válida, lo que nos lleva a preguntarnos cuáles han sido las causas para desarrollar modelos de psicoterapia basados en trastornos mentales.

A pesar de haber desarrollado tratamientos para trastornos mentales, es importante recordar que las personas no son categorías diagnósticas, sino seres humanos que sufren con sus propias historias y objetivos. Afortunadamente, los modelos basados en evidencia han evolucionado para personalizar los tratamientos, tal como la conceptualización de caso en la TCC  (Persons, 1993), entre otros ejemplos en psicoterapia. Este nuevo enfoque pretende igualar los intereses de investigadores y clínicos, ya que tradicionalmente la investigación clínica poco tenía que ver con la práctica clínica. Se trata de que tanto la intervención como la investigación persigan objetivos similares, es decir, pasar de investigar poblaciones generales agrupadas por trastorno en base a un protocolo estandarizado y bajo la idea de enfermedad latente, a un enfoque personalizado basado en teoría psicológica. En resumen, se trata de recordar que el objetivo final de la psicoterapia es ayudar a las personas a mejorar su calidad de vida y no solo tratar un trastorno específico.

Es aquí donde el término proceso intenta explicar tanto el rol de la investigación como el de la experiencia clínica concreta. Necesitamos modelos de cambio basados en procesos que puedan pensar la práctica clínica como ocurre en la realidad; afectada por lo psicológico lo biofisiológico y lo sociocultural.

IV. ¿Qué es un proceso?

Empecemos por lo más sencillo. «Proceso» es una categoría general que tiene como objetivo comprender la experiencia de una persona en distintos niveles. En TBP, un proceso se refiere a una secuencia de eventos que afecta a una persona y puede tener influencias tanto positiva como negativa, y pueden ser  de influencia directa o indirecta.  Un proceso es una serie de conexiones que pueden ser categorizadas de manera general, por ejemplo, la autocompasión, que a su vez puede ser deconstruida en otros procesos, como el mindfulness y el sentido de la humanidad compartida. A su vez, podemos dividirlos en unidades más pequeñas. Tomemos mindfulness como ejemplo. Mindfulness es, por una parte, un proceso orientado a la autoregulación de la experiencia y, por otra parte, una actitud de curiosidad y aceptación (Hofmann et al., 2021).

Cada una de estas dimensiones podría subdividirse en varias más. Existen una serie de procesos de cambio en psicoterapia que han sido estudiados y demostrado ser útiles en la práctica clínica. Las categorías de los principales procesos de cambio son muy amplias, pero pueden subdividirse en categorías más pequeñas.

Una buena metáfora para entender a qué se refieren con procesos, y un buen ejemplo para quienes están familiarizados con la investigación, es el modo en que se realiza un análisis temático en investigación cualitativa. Cada categoría que encontremos podría tener subcategorías, y esto puede ocurrir en muchas ocasiones a medida que refinamos nuestro análisis. Cada una de las categorías generales en terapia cognitiva basada en procesos puede dividirse en muchas subcategorías. Las categorías propuestas por Hayes y Hofman incluyen cognición, afecto, atención, yo, motivación, conducta, biofisiológico y lo sociocultural. Éstas son productos de años de investigación en psicoterapia y que han dado como resultado una gran cantidad de estudios  que han investigado mediadores y moderadores de cambio en psicoterapia. Éstas categorías son las genéricas que permiten englobar el conjunto de estrategias a utilizar en un tratamiento psicoterapéutico. Los autores critican la forma en que se ha investigado en psicoterapia, aunque reconocen la importancia de la gran cantidad de estudios realizados hasta ahora. se proponen realizar un meta-análisis de estudios randomizados que hayan investigado intervenciones psicológicas y hayan evaluado principalmente mediadores de cambio. Este proyecto se ha denominado “La estrella de la muerte” en homenaje a Sar Wars, debido a su ambicioso objetivo de procesar la totalidad de los estudios de mediación en psicoterapia  (Hofmann et al., 2021).  Buscan organizar los estudios en categorías homologables ya que muchas veces los mediadores describen categorías similares con nombres distintos. De esta manera, se busca reescribir el desarrollo de la psicoterapia en categorías homologables, una tarea similar a la de los modelos de integración en psicoterapia de la década de 1980. (Fernández-Álvarez & Fernández-Álvarez, 2017; Korman, 2010).

Una ventaja interesante de poder dividir y descomponer las categorías generales es que nos permite describir y observar los procesos en sus dimensiones más pequeñas. En otras palabras, podemos abordar la experiencia del paciente como objeto de una intervención terapéutica personalizada. Comprender la perspectiva del paciente nos permite afinar las intervenciones en función de la experiencia directa del paciente haciendo más lógica y coherente la propuesta de  intervención. Algunos procesos pueden ser más difíciles para el paciente de abordar, mientras que otros pueden ser más susceptibles de intervenciones.

Imaginemos a un paciente que evita tener conversaciones negativas con los demás. Es una persona que tiene una tendencia a complacer a todos, desde su jefe en el trabajo hasta sus amigos y pareja. se siente una persona no querida y resentida con todos. La solución ideal sería que pudiera expresar sus diferencias y decir «no» cuando lo necesite. Sin embargo, esta persona no se siente capaz de decir «no» a nadie, incluso cuando le piden trabajar fuera de su horario o cuando su pareja le pide que haga algo que él no desea hacer, como ver una película que no le gusta. Se siente atrapado en situaciones en las que no quiere estar, pero no sabe cómo escapar de ellas. Esta conducta de evitación puede llevar a situaciones conflictivas y es importante explorar qué está detrás de ella. ¿Qué emociones o pensamientos acompañan esta evitación? ¿Cómo se conecta esta situación con otras áreas de la vida del paciente?

Podemos considerar que ciertos contenidos cognitivos acompañan esta conducta de evitación. Es importante entender qué procesos son relevantes para mantener esta estrategia. Podemos pensar que hay ciclos de pensamiento que se repiten y que justifican la evitación. Una forma de explorar este contenido sería a través de un registro de pensamiento. Por ejemplo, esta persona puede tener pensamientos recurrentes como «No debería ser egoísta» y «Hay que ser generoso con los demás», lo que la lleva a sentir que si no cumple con las expectativas de los demás, está siendo una persona egoísta. También puede ser que tenga pensamientos negativos sobre sí misma, como «Si no hago lo que me piden, soy una mala persona» o «Si digo que no, me van a rechazar». Estos pensamientos pueden perpetuar la conducta de evitación y la sensación de insatisfacción y resentimiento. Si analizamos esta situación, encontraremos una red que se encadena en distintas subredes. Debido a que se trata de un concepto muy general, definir el proceso puede resultar bastante conflictivo

La categoría puede ser más específica o más general, dependiendo de lo que estemos observando. En otras palabras, el alcance de la categoría se puede ampliar o reducir según el contexto en el que se esté utilizando. Por ejemplo, el consumo cotidiano de alcohol o la alimentación poco saludable tienen un impacto directo en el bienestar de una persona. Por otro lado, compartir tiempo con alguien que nos inspira a mejorar o a alcanzar nuevos objetivos es una experiencia indirecta que también puede influir en nuestra vida. Todo el tiempo ocurren múltiples procesos que impactan simultáneamente en nuestra vida. Podemos enamorarnos, pelear con alguien, perder un trabajo, sufrir la pérdida de un ser querido, y todos ellos afectan nuestro bienestar. Evitar un recuerdo doloroso o traumático puede dar lugar a un proceso desadaptativo. Dado que hay un número ilimitado de procesos biopsicosociales activos en las personas, es importante limitarnos a aquellos que son relevantes para las intervenciones clínicas (Hofmann et al., 2021).

Los procesos de cambio que son relevantes para los objetivos terapéuticos se denominan procesos terapéutico de cambio. Cuando observamos la experiencia de alguien, podemos ver una infinidad de procesos activos. En psicoterapia, nos enfocamos en aquellos procesos que influyen en objetivos terapéuticos. Para definir proceso terapéutico de cambio, es necesario considerar cinco componentes o cualidades que le dan sentido.

La primera cualidad de un proceso de cambio terapéutico es que está basada en una teoría. Es decir, tiene una explicación teórica y científica de que es lo que produce el cambio, con relaciones entre los eventos que llevan a predicciones testeables y métodos para influirlos. Por ejemplo,una teoría que enfatice la rumiación, largas cadenas de pensamientos que prolongan el malestar, fomenta el ánimo negativo y aumenta la sintomatología ansiosa, puede ayudar a entender cómo la rumiación afecta la experiencia del paciente.

Es importante destacar que un proceso nunca es algo aislado, siempre se encuentra relacionado con otros eventos y es necesario una explicación con fundamento teórico para comprenderlo. Esto puede hacer que la explicación sea compleja, ya que hay infinitas relaciones actuando al mismo tiempo. Sin embargo, contar con una teoría sólida es fundamental para guiar las intervenciones terapéuticas y lograr los objetivos deseados.

La segunda cualidad es que el proceso terapéutico es dinámico. Se refiere a la existencia de circuitos de retroalimentación no lineales. Para ilustrar esto, tomemos como ejemplo una paciente que piensa que no es atractiva y cree en este pensamiento y actúa en consecuencia, dejando de arreglarse cuando sale. La respuesta social de los demás puede ser la de percibirla menos atractiva que si se hubiera arreglado, y sus padres  criticarla por su dejadez. A la vez, sus compañeras se ríen de cómo se viste. Cada evento fortalece y amplifica al otro, retroalimentándose mutuamente. El resultado es un proceso de malestar que se va fortaleciendo y amplificando. En este contexto, llevar a cabo una intervención sobre el proceso terapéutico puede intervenir sobre una de las aristas del proceso. Si la paciente se arregla para salir ello impactaría en todo el proceso. Las personas la ven más atractiva, las compañeras dejan de reirse y los padres la elogian por lo bonita que se ve. Este cambio en la retroalimentación puede llevar a la paciente a cambiar su creencia sobre su atractivo, y así iniciar un proceso de cambio terapéutico.

Dentro del proceso terapéutico, la tercera categoría se refiere a que el proceso terapéutico es progresivo, ya que se organizan secuencias específicas para alcanzar los objetivos del tratamiento. Por ejemplo, si una persona nos cuenta una conducta problemática con el consumo de alcohol, simplemente con identificar el “craving” por esta sustancia no es suficiente para que el tratamiento tenga éxito. Es necesario descubrir qué valores está transgrediendo el paciente a causa de su consumo problemático, ya que esto será lo que le brinde motivación para intentar modificar su conducta.

Captar los valores del paciente resulta fundamental para definir una intervención personalizada y efectiva, ya que cada persona tiene valores que pueden variar significativamente según su contexto cultural, religioso, social, entre otros. Por ejemplo, alguien que tenga fuertes valores religiosos podría tener una perspectiva diferente a la hora de abordar su problema de consumo de alcohol que alguien que no los tenga.

En este sentido, la secuencia correcta de los procesos es clave para tener claridad en los objetivos del tratamiento y para definir un plan de acción eficaz. Si no se cuenta con esta secuencia, se corre el riesgo de expresar categorías generales que no contienen la vivencia directa del paciente, lo cual dificultaría la posibilidad de armar un plan de tratamiento personalizado y efectivo.

La cuarta cualidad de los procesos terapéuticos es que son contextuales y el entorno del paciente es susceptible de ser modificado para mejorar su bienestar. Esto implica que la terapia se enfoca en aspectos específicos del ambiente en el que el individuo se desenvuelve y en cómo éstos pueden ser modificados para mejorar su bienestar. Por lo general, esto implica cambios prácticos en el núcleo del tratamiento psicoterapéutico. Una persona que recibió maltrato en la niñez no puede cambiar su historia de maltrato, dado que es un hecho que ocurrió en el pasado, pero sí se puede trabajar los distintos aspectos que esta experiencia ha dejado en la vida que intervienen, por ejemplo, en la forma de relacionarse con sus amigos o con su pareja. Puede que la intervención principal actue sobre el contexto para poder mitigar los efectos de la experiencia pasada en el presente. Un adulto recibió bullying en su infancia, lo que ha afectado su autoestima y su forma de relacionarse con los demás. Debido a esta experiencia, tiende a ser muy amable con los déficits de las personas que lo rodean, como una forma de evitar conflictos y ganar aprobación. Tiene un amigo que tiene muchos déficits emocionales y es amigo desde la infancia. Nos cuenta que ese amigo se comporta en muchas ocasiones de manera egoísta. Toma las cosas de nuestro paciente como si fueran propias y con las propias no tiende a compartirlas. Pese a entender lo que hace el amigo solo puede resentirse en silencio. Esta persona no puede cambiar su experiencia de bullying pero si podría cambiar como se relaciona con este amigo si lo considera una persona egoísta y centrada sobre sí misma.

Por último, éstas estrategias son multinivel, debido a que los procesos se superponen unos a otros. La falta de energía puede a llevar a evitar actividades sociales por sentirse avergonzado de su situación. Este proceso puede estar relacionado con problemas interpersonales en la pareja que impactan en su vida cotidiana. Al relacionar la evitación de actividades sociales con la falta de energía y, a su vez, con el conflicto de pareja, surge el debate sobre en qué área intervenir. Este es un problema común en la clínica, donde la discusión se centra en determinar qué procesos son más relevantes para impactar en el funcionamiento del paciente y cuáles son menos importantes. Las decisiones clínicas dependen de una estrategia multinivel.

La consideración de los procesos terapéuticos es importante en la práctica clínica, ya que permite ir más allá del diagnóstico basado en sistemas como DSM/CIE, que pueden ser limitantes y no siempre estar en consonancia con el conocimiento científico.

Para ello, es fundamental utilizar conceptos que estén en línea con categorías epistemológicas y científicas que tengan lógica y continuidad, y que, por tanto, sean coherentes, estén respaldados por evidencia empírica y tengan utilidad clínica. En el caso de la TBP, los conceptos utilizados deben tener las cualidades básicas de precisión, alcance y profundidad para que se puedan considerar dentro del conocimiento científico. De esta manera, se puede desarrollar una práctica clínica más efectiva y basada en la evidencia, independientemente del enfoque teórico o terapéutico que se utilice.

La precisión es una de las cualidades básicas que deben tener los conceptos utilizados en la selección de procesos terapéuticos. Esto permite discriminar si un proceso terapéutico es aplicable o no en una situación clínica específica. Las categorías muy generales pueden ir en contra de la precisión, ya que pueden no ser lo suficientemente específicas para abordar las necesidades del paciente. Por ejemplo, la categoría de «evitación» es mucho menos precisa que la evitación de emociones intensas, que es una categoría más específica y útil en la práctica clínica. Por lo tanto, es importante utilizar conceptos precisos y específicos para asegurar que se está abordando efectivamente las necesidades del paciente (Hofmann et al., 2021). Esto se debe a que una comprensión precisa de los procesos terapéuticos permite seleccionar la estrategia terapéutica más adecuada para las necesidades del paciente, lo que puede aumentar la efectividad del tratamiento. Además, una intervención más precisa puede ser más relevante y significativa para el paciente, lo que puede aumentar su motivación y compromiso en el proceso terapéutico.

La segunda cualidad es alcance. Es necesario identificar el alcance del proceso terapéutico para evaluar el alcance y el rango del fenómeno al que podría afectar. Por ejemplo, un proceso terapéutico que se centra únicamente en el conflicto verbal con amigos íntimos tiene un alcance limitado, mientras que un proceso que aborda el fomento de la distancia emocional a partir de conflictos, peleas y retraimiento puede tener un alcance más amplio, afectando no solo las relaciones interpersonales, sino también la regulación emocional y la autoestima del paciente (Hofmann et al., 2021). Teniendo en cuenta el alcance, podemos eliminar las versiones del proceso terapéutico que son puramente específicas y enfocarnos en aquellas que tienen un alcance más amplio y, por lo tanto, son más efectivas en abordar los problemas del paciente.

La tercera cualidad que se busca en los conceptos es la profundidad. Esta profundidad implica que los procesos terapéuticos sean coherentes y no contradigan los datos de otras disciplinas, como por ejemplo la medicina clínica o las neurociencias. La psicología clínica, como disciplina dentro de un marco general de conocimiento, interactúa con otras disciplinas para abordar la complejidad del paciente. En la terapia de procesos, múltiples factores interactúan simultáneamente en el paciente, tales como sus sentimientos, pensamientos, conductas, cultura y biología. Por lo tanto, se requiere una aproximación en red que permita visualizar la interacción y retroalimentación constante entre estos factores y abordar así de manera más integral la complejidad de los procesos terapéuticos. En este contexto, la Terapia Basada en Procesos se enfoca en la integración de conocimientos de distintas disciplinas para profundizar en los procesos terapéuticos y abordar la complejidad del paciente.

La Terapia Basada en Procesos se anuda al modelo de redes causales complejas como alternativa a los sistemas diagnósticos operativos. En esta categoría terapéutica, se piensa en procesos que conforman una red y que se dividen en dos clases: aquellos que originan la red y aquellos que la mantienen. (Hofmann et al., 2021). Ambos tienen importancia para los pacientes, ya que comprender lo que sucede en su interior es el primer paso para poder abordar su malestar. Cuando una persona entiende por qué hace lo que hace, se siente más cómoda al momento de proponerle una estrategia de cambio. Sin embargo, para el tratamiento, es más importante saber qué es lo que mantiene el malestar en el paciente. Entender lo que lo mantiene nos permite armar una estrategia para impactar en la red que sostiene el malestar en el paciente. Es por eso que la Terapia Basada en Procesos se enfoca en el mantenimiento de la red, permitiendo una comprensión profunda y dinámica de los procesos terapéuticos. De esta manera, se logra abordar la complejidad del paciente de manera efectiva, integrando conocimientos de distintas disciplinas y permitiendo una comprensión más completa de los factores que interactúan en el paciente.

V. Redes causales complejas como alternativa al DSM y a la CIE

Las redes causales son una forma de comprender el malestar de manera dinámica e interconectada con distintos sistemas que funcionan en paralelo. En otras palabras, estamos interconectados con distintos aspectos y cada uno impacta en el otro (Hofmann et al., 2021). Un ejemplo de ello es el exceso de alcohol en un evento social, lo cual puede impactar en diversas áreas. Por un lado, a nivel biológico, el consumo excesivo de alcohol puede provocar deshidratación, dolor de cabeza, náuseas y otros síntomas físicos que afectan al bienestar general. Por otro lado, a nivel perceptivo, el consumo de alcohol puede alterar nuestra percepción de la realidad, haciéndonos sentir más confiados, extrovertidos o incluso agresivos. En eventos sociales, esto puede influir en nuestra forma de actuar y relacionarnos con otras personas, así como en la percepción que estas tienen de nosotros. Además, el consumo de alcohol puede afectar negativamente al vínculo interpersonal con nuestra pareja, ya sea porque afecta a nuestra capacidad de comunicación o porque genera conductas inapropiadas que provocan tensiones. Por último, la valoración social que tenga el consumo de alcohol en ese contexto también influye en el malestar que puede generar en una persona, ya que puede sentirse presionado por el grupo a beber más de lo que desea o, por el contrario, puede sentirse discriminado si no consume alcohol.

Las redes causales permiten visualizar y comprender estas interconexiones, lo que resulta de gran utilidad en la Terapia Basada en Procesos. De esta manera, se puede abordar el malestar de manera integral, considerando todos los factores que interactúan en la persona y permitiendo una intervención más efectiva y eficiente.Una red está compuesta por distintas partes en las que cada conector interactúa con otros. La red causal tiene el valor de representar cómo la mayoría de los clínicos piensan en la experiencia de los pacientes. Por ejemplo, si alguien es maltratado por sus padres durante la infancia, este evento puede dar lugar a que la persona tenga una baja autoestima. Esta sería una relación simple unidireccional. Sin embargo, en la vida las relaciones son complejas y los eventos siempre se relacionan con otros eventos y experiencias, lo que transforma estas relaciones en algo más complejo. A su vez, esta baja autoestima puede llevar a conductas de evitación social. Podemos identificar el peso de estas relaciones entre sí e hipotetizar cómo cada una impacta en la otra. Además, podemos agregar nuevos eventos. Por ejemplo, la persona que nos consulta no solo tiene baja autoestima y evita interacciones sociales, sino que también se ha separado de su pareja durante la consulta y está perdiendo mucho peso. Podemos incluir esta nueva conexión que genera este evento, lo que puede generar cadenas rumiativas sobre esa separación que antes no estaban presentes. Dentro de estas conexiones, podemos identificar subredes que actúan en la red. Puede haber una serie de conexiones que nos hagan pensar en la intervención apropiada. Dependiendo del objetivo del tratamiento, puede ser útil excluir algunos eventos de la vida del paciente, pero la red debe seguir siendo útil y no debe ser más compleja ni excluir eventos relevantes. En otras palabras, la red se arma en base al juicio clínico de cómo se relacionan esos eventos o experiencias internas entre sí.

VI. Mediadores y moderadores en psicoterapia

La psicoterapia moderna se ha desarrollado a través del análisis de los mediadores y moderadores de cambio. Esta perspectiva ha dado lugar a lo que hoy conocemos como psicoterapia con apoyo empírico. Si bien este enfoque de investigación presenta varias virtudes, también tiene algunas deficiencias que es importante tener en cuenta.

Entre las virtudes de la psicoterapia con apoyo empírico se encuentra la utilización de métodos científicos rigurosos para evaluar la efectividad de las intervenciones terapéuticas. Además, se busca identificar los factores que contribuyen al éxito de la terapia, lo que permite adaptar las intervenciones a las necesidades de los pacientes. Por otro lado, este enfoque también permite comparar resultados entre diferentes investigaciones y establecer criterios objetivos para evaluar la efectividad de las terapias. Cómo todo modo investigar presenta virtudes y deficiencias (Etchebarne et al., 2008). Las deficiencias de este modo de investigar ha sido discutida desde los inicios de la investigación. No obstante, en los últimos años se han destacado diversas limitaciones en la investigación en psicoterapia con apoyo empírico. En primer lugar, la mayoría de los estudios se ha llevado a cabo en países angloparlantes, lo que puede limitar la generalización de los resultados a otros contextos culturales y lingüísticos. Además, se ha señalado la necesidad de abordar los déficits metodológicos en la investigación de los mediadores y moderadores de cambio. Hayes y Hofmann plantean de manera inteligente que debemos reflexionar sobre lo que podemos aprender de los desarrollos de la investigación en psicoterapia y qué aspectos deberíamos descartar o reevaluar. Es importante recordar que la investigación en psicoterapia está en constante evolución y que debemos estar abiertos a reconsiderar nuestras prácticas clínicas a medida que que se desarrolla evidencia empírica.

Veamos entonces a qué se refieren con mediadores en la investigación. Un mediador es un mecanismo a través del cual una variable independiente influye en una variable dependiente  (Baron & Kenny, 1986). Es decir, el mediador es un proceso intermedio que se produce entre la variable independiente y la variable dependiente, y que explica cómo se produce el efecto de la primera sobre la segunda. Identificar los mediadores es importante porque permite comprender mejor los procesos que subyacen a los efectos de la variable independiente y desarrollar intervenciones más específicas y efectivas en psicoterapia.

Un ejemplo de mediación podría ser el efecto de la venida del invierno sobre el cambio de ánimo negativo. En este caso, la venida del invierno sería la variable independiente y el cambio de ánimo sería la variable dependiente. La disminución de la luz durante el invierno podría ser un mediador que explique cómo se produce el efecto de la venida del invierno sobre el cambio de ánimo. Si pudiéramos eliminar la disminución de luz asociada al invierno, y si el mediador fuera relevante, no habría variación en el ánimo. En ese caso, estaríamos hablando de mediación total, lo que significa que el efecto de la variable independiente sobre la variable dependiente se produce completamente a través del mediador. Este tipo de análisis de mediación se utiliza frecuentemente en la investigación en psicoterapia para identificar los mecanismos a través de los cuales las intervenciones terapéuticas producen sus efectos.

Sin embargo, en casos donde la eliminación del mediador no elimina completamente el efecto de la variable independiente sobre la variable dependiente, se habla de una mediación parcial. Por ejemplo, en el caso de la venida del invierno como variable independiente, la disminución de luz podría ser considerada como un mediador que explica la influencia del invierno en el cambio de ánimo. Si eliminamos la disminución de luz y aún así hay una variación en el ánimo, estaríamos hablando de mediación parcial, lo que sugiere que otros factores, como la llegada del frío, también pueden estar influyendo en el cambio de ánimo, incluso cuando la luz se mantiene similar.

Podemos aplicar esta misma idea a un tratamiento psicoterapéutico. Si identificamos un proceso que actúa como mediador entre la intervención clínica y el resultado terapéutico, ese proceso se vuelve relevante para la práctica clínica. Es decir, conocer qué factores explican el cambio terapéutico es esencial para poder intervenir de manera efectiva y mejorar los resultados de la terapia. (Hayes & Hofmann, 2018). Los mediadores probaron ser útiles y son relevante para los resultados clínicos; sin embargo, nadie cree en psicoterapia que haya una sola variable responsable de los cambios positivos en la vida de las personas (Hofmann et al., 2021). Este enfoque de investigación presenta dos grandes déficits. El primero es que éstos modelos estadísticos pueden incorporar un número muy limitado de variables. Como máximo, son examinados dos mediadores. En segundo lugar, se asume que el proceso de cambio es lineal, mientras que en el proceso de cambio en psicoterapia es rara vez es lineal. El cambio en un tratamiento es un proceso dinámico que incluye múltiples variables,  a menudo bidireccionales e interrelacionadas, conectadas con distintas redes y subredes, que generan cambios tanto positivos como negativos (Hofmann et al., 2020). Por ejemplo, una persona que se encuentra desempleada, tiene problemas económicos, relata tener problemas con su pareja, problemas con sus hijos y da los criterios para un trastorno depresivo mayor. Si el paciente mejora, ¿cuál de todas estas áreas produjo el cambio? Podrían haberse resuelto los problemas económicos porque un tío falleció y recibió una herencia. Podría haber mejorado su vínculo con la pareja y sus hijos. Podría haber hecho un tratamiento psicológico y mejorado el trastorno depresivo mayor. Podemos analizar hasta dos mediadores estadísticamente que pueden ser significativos, pero ¿qué hacemos con todos los otros mediadores que no podemos analizar? Cómo sabemos qué es lo que produjo la mejoría? Por supuesto, el conocimiento en psicoterapia, como todos los conocimientos, tiene muchos déficits explicativos. Pero poner el foco en esta dificultad en realidad lo que hace es enriquecer nuestra perspectiva de análisis, complejizandola y posibilitando que veamos los déficits para buscar nuevas soluciones.

En resumen,  Hayes y Hofmann encuentran deficiencias en el uso de la mediación lineal para hacer investigación en psicoterapia. Argumentan que es inadecuada para el estudio de los procesos de tratamiento debido a que son dinámicos. En su lugar, proponen el estudio de una red dinámica para el estudio de la mediación. A pesar de estas limitaciones, todavía tenemos acceso a una gran cantidad de información que nos permite discriminar datos útiles y relevantes para la práctica clínica.

Hayes y Hofmann se han propuesto discriminar qué mediadores de cambio vale la pena utilizar en psicoterapia. Para lograrlo, han propuesto un ambicioso trabajo llamado “la estrella de la muerte”, en homenaje a Star Wars (Hofmann et al., 2021). Al igual que la estrella de la muerte tenía el poder de doblegar a todos en el imperio por su potencia, este meta-análisis tiene el objetivo de obligar a revisar cuáles son los mediadores que funcionan en psicoterapia y llevar a un nuevo ordenamiento de la psicoterapia con apoyo empírico. El meta-análisis incluirá todos los estudios randomizados que hayan evaluado resultados psicológicos mediante métodos estadísticos en el que hayan evaluado mediación. El objetivo es identificar y organizar los diferentes procesos de cambio que tienen efecto en los tratamientos psicológicos. Esto permitirá armar un modelo de cambio basado en procesos y ser una alternativa al DSM y la CIE.

El modelo debe ser práctico y aplicable a distintas experiencias y contextos culturales para permitir a los psicoterapeutas seleccionar tratamientos y elementos que generen mejores resultados. Por otra parte, se han evaluado muchas veces procesos que se superponen a otros. No hay necesidad de generar cientos de procesos de cambio distintos. Un listado demasiado largo sería inviable tanto clínicamente como proyecto de investigación. Este listado tiene que cubrir los problemas de manera tal que sirva como una guía de situaciones psicológicas probables. Los procesos identificados tienen que apuntar a elementos centrales de la experiencia humana (ej. Motivación para el cambio, sentido del sí mismo, afecto, entre otros).

Identificar estos moderadores y organizarlos en función de los pacientes colaboraría a poder armar un modelo de cambio basado en procesos y ser una alternativa al DSM y la CIE. El proceso de cambio tiene que ser coherente y el modelo de cambio tiene que ser práctico, llevando a nuevas formas de análisis funcional que permita a los psicoterapeutas seleccionar tratamientos y elementos que generen mejores resultados. Por último el modelo debe ser aplicacable a distintas experiencias y a personas de distintos contextos culturales.

La elaboración de esta estrella de la muerte (que es analizar la totalidad de esstudios que hablen sobre cuáles son los mediadores  de cambio en las intervenciones psicosociales) es una apuesta sumamente ambiciosa que tiene por objetivo ordenar toda la discusión científica en una dirección. El intento de sistematizar mediadores, no solo de la TCC sino todas las intervenciones con apoyo empírico es un intento de dominar u ordenar, en lugar de la galaxia, toda la psicoterapia bajo el imperio de esta estrella de la muerte.

Conclusión

En este texto se han presentado seis ideas clave para comprender el modelo de terapia cognitivo-conductual basada en procesos (TBP). La primera idea propone un cambio de enfoque respecto a la categoría de trastorno mental y aboga por una comprensión más amplia del sufrimiento humano. La segunda idea presenta como los Research Domain Criteria (RDoC) como una alternativa dimensional a los criterios diagnósticos basados en síndromes han impactado sobre la categoría de trastorno mental. La tercera idea analiza las expectativas de los clínicos respecto a la investigación clínica y señala la importancia de diseñar estudios que respondan a las necesidades reales de los pacientes. La cuarta idea explica el concepto de proceso y sus dificultades para ser comprendido e implementado. La quinta idea introduce la red causal compleja como un marco explicativo de la psicopatología que supera las limitaciones del DSM y la CIE. La sexta idea critica el papel de los mediadores y moderadores en la construcción de la psicoterapia con apoyo empírico y sugiere explorar otras metodologías para avanzar en el conocimiento de la psicoterapia.

Antes de concluir, es importante señalar que este texto es solo una introducción para tener una base para leer los libros y los artículos que desarrollan el modelo de TBP con más detalle. En este texto han quedado por fuera varios temas importantes que ayudan a ordenar el modelo y a comprender mejor sus fundamentos teóricos y prácticos. Algunos de estos temas son el rol de la psicología evolucionista, el meta modelo extendido evolutivo (MMEE), una categoría que nos permite ver qué procesos son los más útiles para lograr nuestra meta terapéutica, y qué mediadores de cambio deberíamos tener presente (quedará para un futuro texto).

En conclusión, este texto ofrece una visión introductoria del modelo de TBP y sus principales implicaciones para la práctica clínica. Se trata de un modelo innovador que pretende integrar los avances científicos en el campo de la psicología con las demandas reales de los pacientes que sufren. Aunque todavía hay muchos retos por resolver, este modelo representa una oportunidad para mejorar la calidad y eficacia de las intervenciones psicológicas y contribuir al bienestar humano.

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  • Análisis

Argumentos engañosos: Un análisis de las 16 falacias lógicas más comunes

  • 29/05/2023
  • David Aparicio

Las falacias lógicas son errores de razonamiento que se cometen al argumentar o debatir. Estas falacias pueden ser engañosas, persuasivas y, a menudo, se utilizan para manipular la opinión de los demás. Conocer las falacias lógicas es crucial para desarrollar habilidades de pensamiento crítico y argumentación sólida.

En primer lugar, las falacias lógicas nos permiten reconocer y desafiar argumentos falsos o engañosos. En la sociedad actual, estamos expuestos a una gran cantidad de información y opiniones en diferentes plataformas, como los medios de comunicación y las redes sociales. Al estar familiarizados con las falacias lógicas, podemos identificar argumentos que carecen de fundamentos sólidos o que emplean tácticas de persuasión defectuosas. Esto nos ayuda a protegernos de la manipulación y a tomar decisiones informadas basadas en evidencia y razonamiento sólido.

En segundo lugar, el conocimiento de las falacias lógicas nos permite evaluar y construir argumentos de manera más efectiva. Al estudiar y comprender las diferentes falacias, podemos mejorar nuestra capacidad para identificar debilidades en los razonamientos de los demás y fortalecer nuestros propios argumentos. Al ser conscientes de las falacias comunes, podemos evitar caer en trampas lógicas y desarrollar argumentos más sólidos y persuasivos.

Además, conocer las falacias lógicas nos ayuda a fomentar el diálogo racional y constructivo. Cuando participamos en debates o discusiones, es esencial evitar el uso de falacias para mantener una comunicación efectiva. Al reconocer las falacias en los argumentos de los demás, podemos señalarlos de manera educada y fomentar un intercambio de ideas basado en la lógica y la evidencia. Esto nos permite llegar a conclusiones más racionales y alcanzar un mayor entendimiento mutuo.

Otro beneficio de conocer las falacias lógicas es que nos ayuda a desarrollar habilidades de pensamiento crítico. El pensamiento crítico implica analizar y evaluar de manera objetiva la información y los argumentos presentados. Al comprender las falacias lógicas, somos capaces de identificar y cuestionar suposiciones, evaluar la validez de los argumentos y examinar la consistencia lógica de las afirmaciones. Estas habilidades son esenciales para tomar decisiones informadas en diversos aspectos de la vida, desde el ámbito académico hasta el profesional y personal.

A continuación haremos un recorrido por las 16 falacias más comunes y ejemplos que te ayudarán a entenderlas y cómo evitarlas.

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Ad hominem

La falacia ad hominem es un tipo de falacia lógica en la que se ataca o critica a una persona en lugar de abordar o refutar sus argumentos o puntos de vista. En lugar de tratar los méritos de un argumento, la falacia ad hominem se centra en desacreditar a la persona que lo presenta.

Esta falacia se basa en la premisa errónea de que la validez de un argumento está directamente relacionada con la persona que lo presenta. En lugar de analizar la lógica, la evidencia o la coherencia del argumento en sí mismo, se desvía la atención hacia aspectos personales o irrelevantes de la persona que lo expone. Se intenta desacreditar al individuo con el objetivo de invalidar sus puntos de vista.

Es importante destacar que los ataques personales no refutan ni refutan los argumentos en cuestión. Incluso si una persona tiene características o acciones negativas, esto no necesariamente invalida sus argumentos. Los argumentos deben ser evaluados por su propio mérito y no por la persona que los presenta.

Un ejemplo de falacia ad hominem sería: “No puedes confiar en las afirmaciones de Juan sobre el calentamiento global porque es un adicto al juego”. En este caso, en lugar de abordar los argumentos o evidencias presentados por Juan sobre el calentamiento global, se intenta desacreditarlo basándose en una característica personal no relacionada.

Hombre de paja

La falacia del hombre de paja es una técnica retórica o argumentativa en la que se distorsiona o se exagera la posición o los argumentos de una persona con el fin de refutarlos fácilmente. En lugar de abordar los argumentos reales presentados por alguien, se crea una versión simplificada o distorsionada de ellos para luego atacar esa versión alterada. Esta falacia se basa en la premisa errónea de que refutar la versión distorsionada de un argumento equivale a refutar el argumento original.

El nombre de esta falacia proviene de la idea de que se está creando una “figura de paja” fácil de derribar en lugar de enfrentarse directamente a la posición real del interlocutor. Al construir una versión débil o falsa del argumento del oponente, se hace más sencillo desacreditarlo y refutarlo, aunque esta versión distorsionada puede no reflejar fielmente los puntos de vista reales de la otra persona.

Un ejemplo de falacia del hombre de paja sería:

Persona A: “Creo que deberíamos invertir más en educación para mejorar la calidad de nuestros sistemas educativos”. Persona B (distorsionando el argumento): “Así que según tú, deberíamos gastar todo nuestro dinero en educación y no preocuparnos por nada más, ¿verdad? Eso es completamente irracional y no hay suficiente dinero para hacerlo”.

En este caso, Persona B exagera y distorsiona la posición de Persona A al afirmar que defiende una idea extrema y poco realista de gastar todo el dinero en educación. Al hacerlo, Persona B crea una versión simplificada y fácil de refutar del argumento de Persona A, en lugar de abordar el punto real que se presentó.

Autoridad

La falacia de autoridad es un error de razonamiento en el que se acepta una afirmación o argumento como verdadero simplemente porque proviene de una figura de autoridad o experto en un determinado campo. En lugar de evaluar la validez del argumento en sí mismo o examinar la evidencia y la lógica detrás de él, se confía ciegamente en la credibilidad o el estatus de la persona que lo presenta.

Si bien las opiniones de expertos y figuras de autoridad pueden ser valiosas y dignas de consideración, no constituyen una prueba irrefutable de la verdad. Incluso las personas con conocimientos y experiencia en un campo específico pueden cometer errores o presentar argumentos débiles. Por lo tanto, confiar exclusivamente en la autoridad de alguien sin evaluar críticamente sus afirmaciones puede llevar a conclusiones incorrectas o falacias lógicas.

Es importante recordar que el fundamento de un argumento sólido se basa en la evidencia, la lógica y la coherencia interna, y no en la posición o la reputación de la persona que lo presenta. Para evaluar adecuadamente un argumento, es necesario examinar la calidad de las pruebas y los razonamientos presentados, así como considerar diversas perspectivas y fuentes de información.

Un ejemplo de falacia de autoridad sería:

Experto A: “El cambio climático es un mito creado por científicos corruptos y no hay necesidad de preocuparse por sus impactos”. Persona B: “Experto A es un reconocido científico con décadas de experiencia, por lo tanto, su afirmación debe ser cierta”.

En este caso, Persona B confía ciegamente en la autoridad del Experto A sin examinar los argumentos o la evidencia que respaldan su afirmación. La falacia radica en aceptar automáticamente la declaración del Experto A como verdadera basándose únicamente en su estatus de autoridad, sin considerar otros puntos de vista o evidencia contraria.

Falso dilema

La falacia de falso dilema, también conocida como dicotomía falsa o falsa disyuntiva, es un error de razonamiento en el que se presenta una situación como si solo existieran dos opciones mutuamente excluyentes, cuando en realidad hay más posibilidades o matices disponibles. Esta falacia simplifica y reduce la complejidad de un problema al ofrecer únicamente dos alternativas extremas, forzando a la audiencia a elegir entre una u otra opción, sin considerar otras perspectivas o soluciones intermedias.

La falacia de falso dilema busca limitar las opciones disponibles y restringir el debate, evitando que se consideren otras alternativas razonables. A menudo se utiliza como una táctica persuasiva para manipular la opinión pública o para respaldar una postura particular.

Un ejemplo común de falacia de falso dilema es el siguiente:

“O estás con nosotros o estás en contra nuestra.”

En este caso, se presenta una elección binaria en la que solo se ofrecen dos opciones: estar de acuerdo y apoyar a un grupo o estar en desacuerdo y oponerse a ellos. Se ignora la posibilidad de tener una opinión o posición neutral o de tener un punto de vista intermedio. Esta falacia busca forzar una decisión polarizada y no permite un debate o una consideración adecuada de otras perspectivas.

Es importante reconocer y cuestionar la falacia de falso dilema al encontrarse con ella. En lugar de aceptar la premisa de una elección exclusiva entre dos opciones, se debe buscar una comprensión más amplia y considerar otras alternativas posibles. Es posible que haya soluciones intermedias, opciones adicionales o perspectivas que se deben explorar para tener una visión más completa y precisa del problema en cuestión.

Equivocación

La falacia de equivocación, también conocida como falacia de composición o división, ocurre cuando se asume que lo que es cierto para una parte individual de algo también debe ser cierto para el todo, o viceversa. Esta falacia se basa en una inferencia incorrecta que generaliza de manera incorrecta las características o propiedades de las partes o individuos a todo el conjunto.

La falacia de equivocación puede ocurrir en diferentes contextos. En el caso de la falacia de composición, se asume que si cada parte de un conjunto tiene cierta propiedad, entonces todo el conjunto también tiene esa propiedad. Por ejemplo, se podría afirmar que si cada jugador de un equipo de fútbol es talentoso individualmente, entonces el equipo en su conjunto será un equipo talentoso. Sin embargo, esto no necesariamente es cierto, ya que otros factores como la coordinación y el trabajo en equipo también son importantes para determinar la calidad del equipo en su conjunto.

Por otro lado, en la falacia de división, se asume que las características o propiedades del conjunto deben aplicarse a cada una de las partes individuales. Por ejemplo, se podría afirmar que si un país es rico, entonces todos los individuos que lo componen también deben ser ricos. Sin embargo, esto no tiene en cuenta la diversidad económica dentro del país y la posible existencia de desigualdades socioeconómicas.

Se debe tener en cuenta que las características o propiedades de las partes individuales no siempre se traducen directamente en características o propiedades del todo, y viceversa. El razonamiento debe basarse en una evaluación cuidadosa de cada caso particular y no en suposiciones infundadas o generalizaciones incorrectas.

Razonamiento circular

La falacia de razonamiento circular, también conocida como razonamiento circular o argumento circular, ocurre cuando se intenta respaldar una afirmación utilizando la misma afirmación como parte de la evidencia o del razonamiento. En esencia, se asume la verdad de lo que se está tratando de demostrar, lo que no ofrece una base sólida para el argumento y no brinda una justificación válida para la afirmación en cuestión.

El razonamiento circular puede tener diferentes formas, pero todas implican una especie de círculo vicioso en el que la conclusión se utiliza para respaldar la premisa o viceversa. A veces, esta falacia puede ser sutil y difícil de detectar, ya que puede presentarse de manera indirecta o disfrazada.

Un ejemplo común de falacia de razonamiento circular sería:

“Creo en Dios porque la Biblia lo dice, y sé que la Biblia es verdadera porque es la palabra de Dios”.

En este caso, la creencia en la existencia de Dios se utiliza para respaldar la veracidad de la Biblia, y a su vez, la veracidad de la Biblia se utiliza para respaldar la creencia en la existencia de Dios. No se ofrece ninguna evidencia externa o razonamiento independiente para respaldar la afirmación inicial de la existencia de Dios. El argumento simplemente se apoya en sí mismo, sin una base sólida o una justificación externa.

Conclusión apresurada

La falacia de generalización apresurada, también conocida como conclusión apresurada o muestra insuficiente, se produce cuando se llega a una conclusión general sobre un grupo o una situación basándose en una muestra limitada o no representativa. En otras palabras, se hace una generalización amplia basada en evidencia insuficiente o anecdótica.Esta falacia ocurre cuando se sacan conclusiones generales a partir de ejemplos individuales o casos aislados sin tener en cuenta la variabilidad inherente a la muestra o sin considerar la necesidad de evidencia adicional para respaldar una afirmación más amplia.

Un ejemplo de falacia de generalización apresurada sería:

“Conocí a dos personas que eran abogadas y eran deshonestas. Por lo tanto, todos los abogados son deshonestos”.

En este caso, se toma una muestra limitada de dos personas y se generaliza su característica de deshonestidad a todos los abogados. Esta generalización es apresurada y no tiene en cuenta la diversidad de características y comportamientos que pueden existir entre los abogados en general.

Es importante evitar la falacia de generalización apresurada al considerar la evidencia y llegar a conclusiones. Para evitar esta falacia, se requiere un análisis más exhaustivo y representativo de la evidencia, considerando una muestra más amplia y diversa, así como otros factores relevantes que puedan influir en el resultado.

Es válido realizar generalizaciones cuando se cuenta con una muestra adecuada y representativa, respaldada por evidencia sólida y confiable. Sin embargo, es importante recordar que las generalizaciones deben basarse en una evaluación completa y precisa de la evidencia disponible, y no en casos individuales o anecdóticos.

Comparación inapropiada

La falacia comparativa, también conocida como falacia de comparación inapropiada o falacia de comparación relativa, se produce cuando se realiza una comparación entre dos elementos o situaciones de manera incorrecta o inapropiada. Esta falacia puede ocurrir cuando se establece una equivalencia injustificada entre dos cosas o se utilizan criterios de comparación inconsistentes.La falacia comparativa puede adoptar diferentes formas, pero en esencia involucra un error en la forma en que se realiza la comparación. Algunos ejemplos comunes incluyen:

  1. Comparar manzanas con naranjas: Esta expresión popular se refiere a la comparación de dos cosas que son fundamentalmente diferentes y no pueden ser evaluadas en los mismos términos. Por ejemplo, afirmar que “la música es mejor que la pintura” es una falacia comparativa, ya que se comparan dos formas de expresión artística que tienen diferentes cualidades y propósitos.
  2. Utilizar criterios inconsistentes: Esta falacia ocurre cuando se aplican diferentes criterios de comparación a cada uno de los elementos sin justificación adecuada. Por ejemplo, afirmar que “el país A es mejor que el país B porque tiene una economía más fuerte, mientras que el país B tiene un sistema educativo superior” es una falacia comparativa, ya que se utilizan criterios diferentes para evaluar los países sin considerar la importancia relativa de cada aspecto.
  3. Establecer una equivalencia injustificada: Esta falacia ocurre cuando se equiparan dos elementos o situaciones sin tener en cuenta las diferencias importantes entre ellos. Por ejemplo, afirmar que “comer una manzana es tan malo como fumar un cigarrillo” es una falacia comparativa, ya que se establece una equivalencia injustificada entre dos acciones que tienen diferentes repercusiones para la salud.

Es importante evitar la falacia comparativa al realizar comparaciones razonables y justificadas. Para hacerlo, es necesario considerar las características y propiedades relevantes de los elementos comparados, utilizar criterios de comparación consistentes y reconocer las diferencias sustanciales que pueden existir entre ellos.

Post hoc ergo

La falacia post hoc ergo, también conocida como falacia de causalidad falsa o correlación casual, se produce cuando se asume que una causa y un efecto están relacionados simplemente porque ocurren en secuencia temporal, sin tener en cuenta otras posibles explicaciones o factores que podrían estar involucrados.

Esta falacia se basa en una suposición incorrecta de que, si un evento ocurre antes de otro, entonces el primero debe ser la causa del segundo. Sin embargo, la relación temporal entre dos eventos no es suficiente para establecer una relación de causa y efecto. Puede haber otros factores o variables que expliquen la relación observada, y asumir una relación causal basándose únicamente en la secuencia temporal es un error lógico.

Un ejemplo común de falacia post hoc ergo es el siguiente:

“Después de que empecé a llevar un amuleto de la suerte, mi suerte comenzó a mejorar. Por lo tanto, el amuleto de la suerte es la causa de mi buena suerte”.

En este caso, se asume que el amuleto de la suerte es la causa de la buena suerte simplemente porque se llevó después de que ocurriera la mejora en la suerte. Sin embargo, existen otras explicaciones posibles, como cambios en la actitud o el comportamiento de la persona, oportunidades fortuitas o coincidencias aleatorias.

Establecer una relación causal requiere más que solo una correlación temporal. Se necesita una investigación rigurosa, pruebas empíricas y una consideración cuidadosa de otros factores que puedan influir en la relación observada. Saltar a conclusiones precipitadas basadas únicamente en la secuencia temporal puede conducir a conclusiones erróneas y a una comprensión incorrecta de las relaciones de causa y efecto.

Argumento naturalista

La falacia de apelar a la naturaleza, también conocida como argumento naturalista o falacia is-ought, ocurre cuando se argumenta que algo es moralmente correcto o válido solo porque es “natural” o está en línea con la forma en que las cosas ocurren en la naturaleza. Esta falacia se basa en la idea errónea de que lo natural es automáticamente bueno o deseable, y que lo contrario a la naturaleza es malo o incorrecto.

El razonamiento detrás de esta falacia implica extraer una norma o un deber moral de cómo se supone que son las cosas en la naturaleza. Sin embargo, el hecho de que algo sea natural no implica necesariamente que sea moralmente correcto o deseable. La naturaleza contiene una amplia gama de comportamientos y fenómenos, algunos de los cuales podrían considerarse inmorales o indeseables desde una perspectiva ética.

Un ejemplo común de falacia de apelar a la naturaleza sería:

“La homosexualidad es antinatural porque en la naturaleza los animales no tienen relaciones del mismo sexo”.

En este caso, se argumenta que la homosexualidad es incorrecta o inaceptable basándose en la suposición de que no es común o típica en la naturaleza. Sin embargo, la moralidad de la homosexualidad no puede ser determinada únicamente por la observación de la conducta en la naturaleza. Los juicios éticos deben basarse en principios más amplios, como la igualdad, el respeto a la autonomía y el bienestar de las personas involucradas.

La naturaleza no establece por sí misma un estándar moral absoluto. Las cuestiones éticas y morales son complejas y requieren un análisis cuidadoso y una consideración de diversos factores, como los derechos humanos, la dignidad, la justicia y el impacto en los demás.

Argumento ad populum

La falacia de apelar a la popularidad, también conocida como argumento ad populum o falacia del llamado al pueblo, se produce cuando se argumenta que una afirmación o idea es verdadera o válida simplemente porque es ampliamente aceptada o popular. En esta falacia, se asume erróneamente que la opinión de la mayoría es automáticamente correcta o que algo es verdadero solo porque muchas personas lo creen o lo respaldan.

El hecho de que una idea o creencia sea popular no garantiza su veracidad o validez. La verdad de una afirmación no se determina por la cantidad de personas que la aceptan, sino por la evidencia, la lógica y la coherencia que la respaldan.

Un ejemplo común de falacia de apelar a la popularidad sería:

“Todo el mundo cree que el producto X es el mejor en el mercado, por lo tanto, debe ser el mejor”.

En este caso, se utiliza la opinión generalizada de las personas como base para afirmar la superioridad del producto X. Sin embargo, la opinión de la mayoría no es necesariamente una prueba concluyente de calidad o validez. Puede haber otras razones detrás de la popularidad del producto, como una campaña de marketing efectiva o una simple tendencia.

La verdad o validez de una afirmación debe evaluarse en función de su fundamento lógico, evidencia objetiva y argumentos racionales, y no simplemente en función de su popularidad. Además, el hecho de que una creencia o idea sea impopular no implica que sea falsa o incorrecta. En la historia, ha habido casos en los que ideas inicialmente impopulares resultaron ser correctas y revolucionarias.

Composición

Cuando se infiere que lo que es cierto para las partes individuales de algo también es cierto para el todo en su conjunto. En otras palabras, se concluye incorrectamente que las características o propiedades de las partes se aplican a la totalidad o al conjunto.

Esta falacia se basa en una inferencia incorrecta de que las características de las partes se trasladan automáticamente al todo sin tener en cuenta otros factores relevantes. Es importante tener en cuenta que las propiedades o características de las partes individuales no siempre se pueden atribuir al todo.

Un ejemplo común de falacia de composición sería:

“Los ladrillos en este edificio son ligeros, por lo tanto, el edificio en su conjunto es ligero”.

En este caso, se infiere erróneamente que, porque los ladrillos individuales son ligeros, el edificio completo también es ligero. Sin embargo, otros factores como el tamaño, la estructura y los materiales adicionales utilizados en la construcción del edificio pueden afectar su peso total. La ligereza de las partes no implica automáticamente la ligereza del todo.

La relación entre las partes y el todo puede ser compleja y no siempre se pueden hacer inferencias directas sobre las propiedades del todo basadas únicamente en las características de las partes individuales. Para evaluar correctamente las características o propiedades del todo, es necesario considerar factores adicionales y examinar el contexto en su conjunto.

División

La falacia de división es una falacia lógica que ocurre cuando se infiere incorrectamente que las características o propiedades del todo se aplican a cada una de las partes individuales. En otras palabras, se concluye de manera errónea que lo que es cierto para el conjunto también es cierto para cada una de las partes.

Esta falacia se basa en una inferencia incorrecta de que las características o propiedades del todo se trasladan automáticamente a cada una de las partes sin considerar otros factores relevantes. Es importante tener en cuenta que las propiedades o características del todo no siempre se pueden atribuir a cada una de las partes individuales.

Un ejemplo común de falacia de división sería:

“Este equipo de fútbol es el mejor en el campeonato, por lo tanto, cada jugador en el equipo es el mejor”.

En este caso, se infiere erróneamente que, debido a que el equipo en su conjunto es considerado el mejor, cada jugador individualmente también debe ser el mejor. Sin embargo, el rendimiento y habilidades de los jugadores pueden variar y no necesariamente todos son los mejores en su posición.

La relación entre el todo y las partes puede ser compleja y no siempre se pueden hacer inferencias directas sobre las propiedades de las partes individuales basadas únicamente en las características del todo. Cada parte puede tener sus propias características y cualidades distintas.

Hipocresía

La falacia de hipocresía, también conocida como la falacia del tu quoque o falacia ad hominem inversa, ocurre cuando se desestima o se critica el argumento o la posición de alguien basándose en el hecho de que esa persona no sigue su propio consejo o no actúa de acuerdo con lo que predica.

Esta falacia implica desviar la atención de la validez o el mérito del argumento en cuestión y centrarse en la inconsistencia o contradicción de la persona que lo presenta. Si bien la hipocresía puede ser una debilidad o una falta de integridad en una persona, no tiene una relevancia directa en la validez o solidez de su argumento.

Un ejemplo común de falacia de hipocresía sería:

“¿Cómo puedes decir que deberíamos reducir nuestro consumo de carne para proteger el medio ambiente cuando tú mismo comes carne regularmente?”

En este caso, se desestima el argumento de reducir el consumo de carne basándose en la supuesta hipocresía de la persona que lo presenta. Sin embargo, el hecho de que la persona pueda ser hipócrita en su comportamiento no invalida el argumento en sí mismo. El argumento debe ser evaluado por su lógica y evidencia, no por las acciones de la persona que lo presenta.

Es importante tener en cuenta que la hipocresía de alguien puede ser objeto de crítica en términos de coherencia y honestidad, pero no debe confundirse con la validez o la solidez de un argumento. Para evaluar correctamente un argumento, es necesario centrarse en sus fundamentos y evidencias, y no dejarse llevar por la hipocresía o las acciones contradictorias de la persona que lo presenta.

Carga de la prueba

La falacia de carga de la prueba, también conocida como argumento de la inversión de la carga de la prueba, ocurre cuando se le pide a una persona que demuestre la falsedad de una afirmación en lugar de pedirle a la persona que hizo la afirmación que proporcione pruebas para respaldarla. En esencia, se invierte la responsabilidad de probar una afirmación.

En un debate o discusión, la carga de la prueba recae generalmente en la persona que hace una afirmación positiva o controvertida. Es esa persona quien debe proporcionar evidencia o argumentos sólidos para respaldar su afirmación. La falacia de carga de la prueba se comete cuando se exige que la otra persona demuestre que la afirmación es falsa, a pesar de no ser su responsabilidad probar la negación de la afirmación.

Un ejemplo común de falacia de carga de la prueba sería:

“Si no puedes demostrar que los extraterrestres no existen, entonces deben existir”.

En este caso, se pide a la persona escéptica que demuestre la inexistencia de los extraterrestres, lo cual es una tarea difícil o incluso imposible. La carga de la prueba recae en la persona que afirma la existencia de los extraterrestres, ya que debe presentar pruebas o evidencias para respaldar su afirmación.

Es importante destacar que en una discusión o debate, la carga de la prueba no recae automáticamente en la parte que plantea una afirmación negativa, sino en quien hace una afirmación positiva o controvertida. La ausencia de pruebas o evidencia para respaldar una afirmación no significa automáticamente que la afirmación sea falsa, pero sí implica que la afirmación carece de un respaldo sólido.

Falacia de falacia

La falacia de falacia, también conocida como la falacia de falacia lógica o metafalacia, ocurre cuando se intenta desacreditar un argumento o afirmación basándose únicamente en el hecho de que contiene una falacia lógica. Esencialmente, se comete una falacia al afirmar que el argumento es incorrecto o inválido solo porque contiene una falla en su estructura lógica.

Si bien es importante identificar y señalar las falacias lógicas en un argumento, no se puede llegar automáticamente a la conclusión de que la afirmación en sí misma es incorrecta o falsa. Las falacias son errores de razonamiento o argumentación, pero no necesariamente invalidan la veracidad de la afirmación en cuestión.

Un ejemplo común de falacia de falacia sería:

“Tu argumento es una falacia ad hominem, por lo tanto, tu afirmación es falsa”.

En este caso, se desestima la afirmación basándose en la identificación de una falacia ad hominem en el argumento presentado. Si bien es importante señalar la falacia ad hominem, esto no garantiza que la afirmación en sí misma sea falsa. Se necesita una evaluación más amplia del contenido y la evidencia presentada para determinar la validez de la afirmación.

Es importante recordar que identificar una falacia lógica en un argumento es un paso importante para evaluar su validez, pero no debe ser utilizado como un argumento en sí mismo para desacreditar la afirmación. Es necesario analizar y considerar otros aspectos del argumento, como la evidencia, la lógica y la coherencia, antes de llegar a una conclusión.

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