Un error frecuente es utilizar “psicosis” y “esquizofrenia” como si fueran sinónimos, cuando en realidad no todas las personas que experimentan un síndrome psicótico terminan desarrollando esquizofrenia. Estudios de primeros episodios psicóticos muestran que solo entre el 20 % y el 30 % de quienes presentan una psicosis aguda cumplirán criterios diagnósticos de esquizofrenia a largo plazo.
Artículo relacionado: Comprender la psicosis y la esquizofrenia guía clínica.
El síndrome psicótico se caracteriza por la aparición de síntomas como:
- Alucinaciones (auditivas, visuales o táctiles) que la persona percibe sin estímulo externo.
- Ideas delirantes (creencias firmes y erróneas) que se mantienen pese a la evidencia en contra.
- Pensamiento desorganizado, evidente en saltos rápidos entre temas o enunciados sin coherencia.
- Alteraciones del comportamiento, desde agitación extrema hasta catatonia.
Estos síntomas pueden presentarse en múltiples trastornos psiquiátricos, por ejemplo:
- Trastorno esquizoafectivo.
- Depresión o trastorno bipolar con características psicóticas (afectan hasta al 20 % de estos pacientes).
- Psicosis breve o reactiva (con duración menor a un mes).
- Trastorno por consumo de sustancias (alcohol, anfetaminas, alucinógenos).
Para un diagnóstico preciso, debes:
- Recoger la historia clínica completa, incluyendo antecedentes familiares y consumo de tóxicos.
- Evaluar la duración y evolución de los síntomas.
- Descartar causas médicas (infecciones, desequilibrios metabólicos).
- Aplicar escalas estructuradas, como la PANSS o la BPRS, para cuantificar la severidad.
Solo tras este análisis diferenciador podrás determinar si se trata de un episodio psicótico aislado, de un trastorno afectivo con psicosis o del inicio de una esquizofrenia, y diseñar así un plan terapéutico adecuado.