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Publicaciones por etiqueta

Adicción

37 Publicaciones
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Ciberpsicología: adicción a los videojuegos en la adolescencia, debate actual

  • Federico Lande
  • 30/11/2020

La ciberpsicología es un área de estudio emergente dentro de la psicología que tiene como objetivo comprender y explicar cómo las personas interaccionan con la tecnología (Atrill y Fullwood, 2018). 

A raíz de la expansión que Internet y las nuevas tecnologías tienen en la vida cotidiana, es difícil pensar en un mundo sin ellas. En este contexto muchos investigadores comenzaron a cuestionar los efectos que la tecnología produce en los usuarios y qué es lo que sucede cuando no se hace un uso responsable de éstas. Según Atrill y Fullwood (2018) en algunos casos puede conllevar serios riesgos para la salud o malas prácticas como el ciberbullying, el sexting y el grooming o adicción generada por su uso excesivo.

Debido a que los adolescentes dedican gran parte de su tiempo libre a las tecnologías, una de las áreas de interés de la ciberpsicología es la del uso que hacen de los videojuegos. Para la mayoría de los adolescentes, que tienden a buscar sensaciones nuevas y son los que más se conectan a Internet (Carbonell, 2014), jugar videojuegos es una forma de entretenimiento agradable y a menudo social y hoy en día, desde la declaración de la pandemia en marzo de 2020 con la restricción de espacios abiertos y seguros donde se pueda jugar libremente, reforzó que se hayan concentrado en un lugar de entorno virtual y de entretenimiento online.  Con récords de jugadores, con las desarrolladoras regalando sus videojuegos y hasta con estudios de marketing realizando análisis de mercado que indican que saldrá favorecida una vez terminada esta crisis, la industria de los videojuegos supo tomar gran protagonismo en este contexto.

Aunque los videojuegos pueden reforzar las habilidades de atención y mejorar la agudeza visual y la percepción espacial presentando grandes desafíos cognitivos (Goleman 2013), el uso excesivo también se asocia a un gran número de problemas (Jiménez-Murcia, 2015). 

En este artículo se intentará abordar el debate acerca de cuándo el uso de los videojuegos deja de ser un juego para convertirse en un problema, y comprender las diferencias entre estos dos comportamientos.

Características actuales de los videojuegos

Los videojuegos del siglo XXI son una versión moderna de los videojuegos donde ya no solamente se trata de desafiar a la computadora, sino que también se puede competir con otros usuarios. Específicamente, en lo que se refiere a un tipo de juego, los MMORPG o Massive Multiplayer Online Role Playing Game, son plataformas con elementos de juego de rol que, a través de internet, permiten también interactuar con otros usuarios de forma simultánea. Desde su aparición, la industria ha intentado abarcar cada vez más jugadores, incluyendo más variables (enriqueciendo el gameplay y la experiencia de juego), y procurando extender en lo posible su vida útil. Su accesibilidad (365 días/24 horas), ampliada por la conexión inalámbrica libre (wifi) y el bajo costo de las tarifas, y junto con el anonimato, permite reconocer claramente sus actuaciones, cuestionarlas y/o criticarlas sin control adulto. Los factores de motivación de los adolescentes para el uso de videojuegos entre otros son la posibilidad de generar nuevas amistades, la ambición por ganar y liderar, y evadirse de los problemas de la vida real en un mundo ficticio al que pertenece el avatar (Jiménez-Murcia 2015).  

Diferentes usos de los videojuegos

Un debate actual desde la aparición de las últimas ediciones del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) en el año 2013 y de la actualización de la Clasificación Internacional de Enfermedades en el 2018 (IDC, por sus siglas en inglés), es que el primero no incluye las adicciones a internet como trastorno, pero propone que la adicción a los videojuegos (Internet Gaming Disorder) podría ser considerada como un trastorno adictivo no relacionado con sustancias, aunque requiere de mayor estudio y profundización (Cia, 2013). En parte para solventar este problema, la OMS puso en marcha un proceso de consulta de cuatro años de duración a fin de analizar las repercusiones de los videojuegos para la salud pública y terminó por definir claramente el «trastorno por uso de videojuegos».  

Éste se caracteriza por un «comportamiento de juego persistente o recurrente que se realiza principalmente por Internet”. Según la IDC-11, se puede diagnosticar el trastorno por uso de videojuegos cuando, durante un período de al menos 12 meses, se muestra un comportamiento caracterizado por la pérdida del control sobre el tiempo que se pasa jugando, la mayor prioridad que adquiere el juego frente a otros intereses y actividades y la continuación de esta conducta a pesar de sus consecuencias negativas (Cia, 2013). 

En Marzo de este año, paradójicamente, Tedros Adhanom, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), recomendó, entre otras cosas, jugar juegos para cuidar la salud mental. Desde la cuenta de twitter de la entidad reforzaron las recomendaciones y sumaron a los videojuegos generando un debate sobre esta recomendación, lo cual produjo cierto enojo y gran cantidad de memes en la comunidad de jugadores, dado lo que la entidad había reconocido como un “trastorno” y un “problema mental”.

Para Echeburúa (2012), cualquier actividad normal percibida como placentera es susceptible de convertirse en una conducta adictiva. La persona es incapaz de dejar el juego a pesar de las consecuencias negativas que genera, causando una dependencia cada vez más grande a esa conducta. De esta manera, el comportamiento está desencadenado por una emoción que puede variar entre un deseo intenso hasta una obsesión y es capaz de generar un síndrome de abstinencia si se deja de usar. 

Carbonell  (2014) señala que cuando el consumo no es continuado, la persona es capaz de interrumpir el juego en cualquier momento para dedicar su tiempo libre a otra actividad, sin ningún problema; no obstante cuando el consumo es desadaptativo dedica todo el tiempo posible a los videojuegos, y es probable que se dejen otras actividades para dedicarse exclusivamente a los mismos; por último, cuando el consumo es reiterado, los usuarios adaptan sus necesidades a los dispositivos ignorando necesidades básicas como comer o dormir.

Los principales factores de riesgo de esta adicción para los jóvenes son la vulnerabilidad psicológica, el estrés, las familias disfuncionales y la presión social. A su vez, los factores de protección están estrechamente relacionados con las habilidades de afrontamiento, el entorno social sano y el apoyo familiar. Un elevado tiempo de exposición a los videojuegos por parte de los adolescentes se asocia a conductas sedentarias, obesidad y problemas en el dormir entre otras relacionadas con un bajo rendimiento académico y otros trastornos conductuales (Cia, 2013). 

Vale aclarar que este avance no deja conforme a todos. 

La industria de los videojuegos y algunos investigadores y profesionales de la salud mental opinan que esto podría dar lugar a un sobrediagnóstico y a la estigmatización de los jugadores (Entertainment Software Association, 2015) ya que creen que posibilitan muchos beneficios. Goleman (2013) destaca las potencialidades de los videojuegos para facilitar el aprendizaje en una variedad de campos y el desarrollo de habilidades. Destaca las posibilidades del videojuego como recurso educativo para el desarrollo de la imaginación, de acceder a “otros mundos”, de desarrollar múltiples habilidades simultáneamente y de aumentar la capacidad de atención y de autocontrol. 

Conclusión: ni buenos, ni malos

Según Marc Prensky (2001) existe un conflicto entre aquellos a los que ha denominado inmigrantes digitales, o sea, adultos que han tenido que ir adaptándose a las nuevas tecnologías para conocer su funcionamiento y los nativos digitales, niños y jóvenes que han normalizado su uso y que por tanto han nacido con esta nueva realidad (Prensky, 2001).  Tal vez, años atrás era casi imposible pensar que un videojuego pudiera derivar en un trastorno psicológico pero esto ha traído consigo un debate entre investigadores, padres, docentes, niños y jóvenes. 

En lo que refiere a las familias, muchas se quejan del tiempo que sus hijos pasan jugando con videojuegos, pero las mismas, en muchas ocasiones no les ofrecen compartir otras actividades de mayor interés. Los videojuegos transmiten una serie de conocimientos, que no son supervisados por adultos y son los mismos adolescentes los que regulan el tipo de juego y el tiempo de uso dedicado a los mismos. Además, se considera que la posibilidad de conectarse a Internet, desde la propia habitación, por ejemplo, pone en peligro el rol de la familia y la escuela como principales fuentes de conocimiento. Son muchas las familias que desconocen y se preguntan sobre los efectos de los videojuegos, por eso es necesario ofrecer charlas y asesoramiento a todo el entorno de los adolescentes. 

En fin, los videojuegos en sí, no son buenos ni malos, sino que depende del uso que se hace de los mismos, qué relación se establece con ellos, el tiempo que se pasa jugando, la intencionalidad, y cómo es la experiencia del jugador. 

Creemos que la adicción a videojuegos es un desafío especialmente interesante para los clínicos que trabajan con niños y adolescentes, porque es necesario responder a los retos sobre la gravedad de la presentación clínica del paciente, la comorbilidad y el contexto familiar.  También es importante tener en cuenta la influencia y la presión social de la industria, los medios de comunicación y la de los propios jugadores, que van a dificultar o a contribuir en llegar a un consenso sobre su diagnóstico y tratamiento. 

El debate ya está planteado.

Referencias bibliográficas:

  • American Psychiatric Association. (2014) Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales. 5ª ed. Madrid: Editorial Médica Panamericana.
  • Atrill, A.; Fullwood, Ch. (2018). Applied Cybersychology. Palgrave: MacMillan. (Capítulo 6)
  • Carbonell X. (2014) La adicción a los videojuegos en el DSM-5. Adicciones; 26(2):91–5.
  • Cia, A. H. (2013). Las adicciones no relacionadas a sustancias (DSM, APA, 2013): un primer paso hacia la inclusión de las adicciones conductuales en las clasificaciones categoriales vigentes. Revista Neuropsicología, 76(4), 210-217. 
  • Echeburúa Odriozola, E. (2012). Factores de riesgo y factores de protección en la adicción a las nuevas tecnologías y redes sociales en jóvenes y adolescentes”. Revista Española de Drogadependencias, 37(4), 435-447.
  • Entertainment Software Association. (2015). Essential Facts About the Computer and Video Game Industry. Recuperado de http://www.theesa.com/wp-content/uploads/2015/04/ESA-Essential-Facts-2015.pdf    
  • Goleman, D. (2013). Focus, Barcelona: Kairós
  • Jimenez-Murcia, S.; Farré Martí, J, M. (2015). Adicción a las nuevas tecnologías. ¿La epidemia del S. XXI? Siglatana: Barcelona. (Capítulo 5).
  • Prensky, M. (2001). Digital natives, digital immigrants, part 1. On the horizon, 9(5), 1-6).
  • Organización Mundial de la Salud . (2018). Mortality and Morbidity Statistics (CIE-11). Ginebra: Autor. Recuperado de https://icd.who.int/icd11refguide/en/index.html

 

 

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cigarrillos electrónicos dificultan la detección de consumo de tabaco en adolescentes

  • Alejandra Alonso
  • 20/10/2020

Aunque muchos padres saben que sus hijos fuman cigarrillos, suelen desconocer cuando utilizan otros productos como cigarrillos electrónicos, según un nuevo estudio que también sugiere medidas preventivas más efectivas.

Por qué es importante

Los papás y mamás tienen roles influyentes cuando se trata de prevención de consumo de tabaco en adolescentes. Estudios han observado que los chicos y chicas que tienen padres y madres no fumadores son menos propensos a fumar y las intervenciones donde se les involucra son prometedoras en la prevención de consumo de drogas.

Sin embargo, se presentan nuevos desafíos en relación al consumo de sustancia en la juventud ya que está aumentando el consumo de muchos productos que no son cigarrillos (como cigarrillos electrónicos o vapeo y narguile). Por las características de estos nuevos cigarrillos, podría ser más fácil para las chicas y chicos esconder su consumo.

Metodología

El PATH es un estudio de cohorte todavía en curso sobre el consumo de tabaco y la salud de jóvenes estadounidenses y adultos. En la fase 1 (septiembre de 2013 a diciembre de 2014) se implementó un diseño de muestreo estratificado de 4 etapas para representar a la población civil estadounidense no institucionalizada. Se preguntó a los padres, madres o tutores sobre sus hijos e hijas. Por otro lado, se administraron cuestionarios a los jóvenes directamente. La tasa de respuesta ponderada de la primera ola para la encuesta de jóvenes fue del 78,4% entre los hogares seleccionados para su participación. Se siguió a los encuestados anualmente en oleadas. La investigación contó con los datos de más de 23,000 adolescentes de entre 12 y 17 años.

Resultados

El estudio encontró que un gran porcentaje de madres, padres y tutores no eran conscientes del uso de tabaco con estos métodos alternativos por parte de sus hijos. Por otro lado, y en concordancia con estudios previos, el establecimiento de reglas estrictas que prohíben el consumo de tabaco en casa (y que aplica a todos los miembros de la familia), se asoció con menores probabilidades de comenzar a consumir tabaco por parte de chicas y chicos. Hablar sobre el consumo de tabaco no era un método de prevención tan efectivo. Los autores comentan que decirles a las chicas y chicos que no consuman tabaco no es tan beneficioso como establecer normas y ejemplos que apliquen para toda la familia.

Referencia del estudio: Wu, T. y Chaffee, B. (2020) Parental Awareness of Youth Tobacco Use and the Role of Household Tobacco Rules in Use Prevention. Pediatrics e20194034; DOI: https://doi.org/10.1542/peds.2019-4034

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Depresión y comorbilidad

  • Alejandra Alonso
  • 21/05/2020

La depresión frecuentemente aparece acompañada de otros trastornos mental (generalmente ansiedad o abuso de sustancias) y varias enfermedades crónicas (diabetes, enfermedades cardiovasculares, hipertensión, trastornos respiratorios crónicos y artritis).

Un grupo de científicos apuntó a proveer un panorama completo de dicha comorbilidad para la depresión, en pacientes de un país desarrollado con un sistema de salud relativamente bien equipado (Alemania).

Porqué es importante

Estudios previos se han basado en auto-reportes y no han evaluado el espectro entero de diagnósticos mentales y somáticos.

Metodología

Se trata de un estudio transversal basado en datos de reclamos médicos de todos los seguros médicos públicos a nivel nacional, que incluye datos del 87% de la población alemana. Se tomaron los años 2009 a 2017. No hubo datos de residentes con seguros médicos privados. Los registros incluyen datos como edad, sexo, área residencial y diagnóstico según CIE-10.

Los científicos se enfocaron en pacientes con diagnóstico de depresión unipolar, de 15 años o más. Los casos se catalogaron como leves, moderados o graves de acuerdo al código de la CIE-10 utilizado. En total, se incluyeron los datos de más de 5 millones de personas.

Se utilizó un grupo control con similares características demográficas pero sin diagnóstico de depresión.

Resultados

Comorbilidad mental

Consistente con datos anteriores, se confirma el fuerte vínculo entre la depresión, la ansiedad y el abuso de sustancias. También se encontró que las personas con depresión tienen mayor riesgo que la población general de presentar casi todos los trastornos mentales. El riesgo aumenta con la severidad de la depresión. Dos tercios de los casos de depresión presentaban al menos un trastorno mental comórbido.

Los autores identificaron trastornos somáticos relacionados al estrés, neuróticos (que abarcan mayormente trastornos de ansiedad) como los que mayor comorbilidad presentaban, afectando a entre el 60 y 65% de las personas con depresión moderada a severa.

Además observaron una preponderancia femenina en los trastornos de ansiedad en la depresión.

El abuso de sustancias quedó en segundo lugar en cuanto a prevalencia de trastornos mentales comórbidos, afectando a entre el 12 y 20% de los casos de depresión, dependiendo de la severidad.

Comorbilidad con enfermedades crónicas

La evidencia del estudio se suma a datos previos que encuentran comorbilidad entre la depresión y las enfermedades cardiovasculares (hipertensión, enfermedades coronarias y de las venas), enfermedades metabólicas (diabetes mellitus, obesidad), enfermedades neurológicas (entre ellas, migrañas, trastornos del sueño y epilepsia), el cáncer, enfermedades inflamatorias inmunomediadas, enfermedades respiratorias inferiores crónicas y enfermedades músculo-esqueléticas (dolor en la espalda baja, cervicalgia).

Mecanismos biológicos vinculados

Los autores del estudio señalan varios puntos importantes:

  1. La depresión se asocia con comportamientos poco saludables (fumar, consumir alcohol, falta de actividad física, dieta deficiente, falta de sueño) que también se sabe que son factores de riesgo para enfermedades crónicas comunes. La depresión se ha asociado con la falta de adherencia al tratamiento, lo que podría explicar el peor pronóstico entre pacientes con enfermedades crónicas y depresión.
  2. Se ha demostrado que la depresión tiene efectos neuroendocrinos, es decir, la activación del sistema nervioso simpático y la desregulación del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HPA) que, entre otros, promueve la disfunción endotelial, hipertensión, obesidad abdominal, hipercolesterolemia e hipertrigliceridemia, lo que confiere una mayor riesgos de diabetes y enfermedades cardiovasculares. Además, la actividad elevada de HPA puede afectar las características del ciclo menstrual, influyendo posteriormente en la capacidad de concebir.
  3. La evidencia indica que la depresión está relacionada con un estado de inflamación crónica de bajo grado, con niveles significativamente mayores de interleucina (IL) -1, IL-6, factor de necrosis tumoral (TNF) -alfa y proteína C reactiva ( CRP). El papel de la inflamación inmunomediada se reconoce cada vez más como el proceso fisiopatológico universal que subyace a numerosas enfermedades somáticas (diabetes, accidente cerebrovascular, enfermedades cardíacas, muchos tipos de cáncer, enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple y la artritis reumatoide), así como trastornos mentales, incluida la depresión. En base a estas observaciones emergentes sobre los mecanismos biológicos compartidos involucrados, la asociación de la depresión con diversas enfermedades somáticas es probablemente bidireccional.

Implicaciones

En primer lugar, los hallazgos resaltan la importancia de incluir monitoreo de síntomas de depresión en personas con enfermedades somáticas crónicas.

Además, los científicos creen que sus resultados apoyan el desarrollo de tratamientos multidisciplinarios.

Limitaciones

Se nombran las siguientes limitaciones:

  1. La validez de los diagnósticos dependen de la precisión de los códigos diagnósticos.
  2. Dado el diseño transversal, no es posible realizar conclusiones sobre causas y efectos e interacciones de las asociaciones observadas.
  3. No se analizó el exceso de mortalidad en casos comórbidos (documentado en trastornos mentales graves en otras investigaciones).

Referencia del estudio: teffen, A., Nübel, J., Jacobi, F. et al. Mental and somatic comorbidity of depression: a comprehensive cross-sectional analysis of 202 diagnosis groups using German nationwide ambulatory claims data. BMC Psychiatry 20, 142 (2020). https://doi.org/10.1186/s12888-020-02546-8

Fuente: BCM Psychiatry

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cómo el cerebro se vuelve adicto al juego

  • Equipo de Redacción
  • 07/05/2020

Hay varios factores que crean un adicto al juego. Según los especialistas, hay personas que son más propensas que otros al juego y que acaban siendo adictos. El juego es una actividad social que no tiene que ser perjudicial para la salud. El control de la propia persona debe ser el que marque la diferencia, como en todo, los excesos pueden acabar de ser los culpables de que una persona deje su vida a un lado, para hacer frente a otros elementos. Las adicciones no tienen porque aparecer, aunque son posibles en estos aspectos.

Hay juegos más visitados con más posibilidad de crear adicción

Cuanto más visitado es un juego, más posibilidades de que haya adictos a este. Ofreciendo más opciones del juego y la posibilidad de jugar desde cualquier lugar la popularidad de rasca y gana online supera el éxito de sus versiones de papel. Eso quiere decir que habrá muchas personas que están especialmente pendientes de este juego online. Los especialistas hablan de un desequilibrio en el cerebro que genera esta falsa sensación de euforia.

La dopamina es una sustancia que produce el cerebro. El bienestar llega con este elemento que también está relacionado con el juego, según los especialistas. La pérdida de control a la hora de conseguir que un jugador disfrute de este juego responsable puede producirse en cualquier momento. Hay algunos elementos que son especialmente necesarios para un juego responsable. No invertir más de la cuenta y tener siempre un presupuesto que esté pendiente para poder ceñirse a él.

La falsa euforia que provoca la adicción al juego

El cerebro de un jugador vive el éxito de una forma distinta. Concibe el juego como una forma de cambiarles la vida, aunque eso no será así. Habrá que buscar alternativas para poder ganar dinero o poner el juego en su sitio. No podrá pensar que es una actividad de ocio, sino que centrará todos sus esfuerzos en que ocupe la parte central de su vida. Los jugadores piensan que el juego es el eje central de sus vidas.

La falsa euforia que genera el juego, provoca la llegada de malas decisiones. No se puede pensar de forma correcta, teniendo en cuenta que el juego es el centro y lo demás son elementos secundarios de un tipo de actividades que pueden acabar siendo arrolladas por el juego. El jugador no entiende que esta actividad puede acabar contándole todo su universo, solo tiene en mente jugar para ganar y transformar su vida.

La adicción al juego se concentra en una zona del cerebro

La misma zona del cerebro en la que se concentra la adicción a la cocaína es la que afecta a los ludópatas, según un estudio. Según Eduardo Carreño especialista en adictos al juego: «Por un lado, en las casas de apuestas, por ejemplo, te dan un resultado inmediato, lo cual hace que una persona se convierta en adicta con mayor facilidad. Sin embargo, se tarda más en tener un problema crónico con la ludopatía que con la cocaína, pues esta última produce un daño irreversible con mayor rapidez».

La adicción al juego puede acabar siendo peor a nivel social, aislando y eliminando a esa persona de un ciclo natural en el que esta actividad nociva se convierte en el centro de sus vidas.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La tristeza es un poderoso disparador para fumar

  • David Aparicio
  • 15/01/2020

Cuatro estudios integrados demuestran que la tristeza es la emoción “negativa” que más incrementa las ansias de fumar.

En un intento por evitar el malestar emocional, ya sea tristeza, ansiedad o estrés, los humanos utilizamos diferentes mecanismos. Algunos de esos mecanismos no traen mayores problemas para nuestra salud a corto o largo plazo, pero otro pueden ser muy peligrosos. Uno de los mecanismos más perjudiciales es el consumo de drogas.

La Universidad de Harvard realizó una compleja investigación que constó de cuatro estudios. En dicho trabajo se busco evaluar cuál de las llamadas “emociones negativas” incrementa más la necesidad de fumar en personas con esta adicción.

El primer estudio comparó qué emociones disparaban la necesidad de fumar en personas con adicción al cigarrillo. Para ello se analizaron los datos de 10,685 personas durante 20 años, concluyendo que la tristeza se asoció con mayor consumo de cigarrillo y con más recaídas durante los próximos 20 años. Entre más triste estaban las personas mayor era el riesgo de que se convirtieran en fumadoras.

En el segundo estudio, los investigadores pusieron a prueba la hipótesis de causa y efecto (las personas fuman porque están tristes). Reclutaron a 425 fumadores por medio de un estudio online y los dividieron en tres grupos. El primer grupo vio un video triste sobre la muerte de la pareja de una persona. El segundo grupo vio video neutral sobre carpintería y el último grupo vio un video repugnante sobre un baño sucio. A todos se les pidió que escribieran sobre su experiencia al ver el video.

El estudio encontró que el grupo que vio el video triste y escribió sobre una perdida personal, reportó mayores ansias por fumar un cigarrillo, comparado con los otros dos grupos.

En la tercer investigación los científicos estudiaron la impaciencia por fumar, en vez de evaluar solamente los informes de ganas de fumar. En esta ocasión se contó con la participación de 700 personas que vieron videos tristes o neutrales, escribieron sobre sus experiencias y además se les dio algunas opciones hipotéticas: tener menos bocanadas de cigarrillo ahora o tener más bocanadas si esperaban un rato. Nuevamente las personas en el primer grupo reportaron mayor impaciencia por fumar que aquellos en el grupo control.

El cuarto y último estudio, se diseñó para para evaluar cómo la tristeza influye sobre la conducta de fumar. Participaron 158 fumadores que tuvieron que abstenerse de fumar durante 8 horas (verificadas por el nivel de monóxido de carbono que tenían en el aliento). Luego se les permitió fumar su marca de cigarrillo favorita, pero a través de un inhalador que evaluada la velocidad y duración de cada bocanada de cigarrillo. Los resultados señalaron que los fumadores en la condición donde se miraba un video triste estaban más impacientes y fumaban con mayor voracidad.

Fuente: Psychcentral

Referencia del estudio original: Dorison, C. A., Wang, K., Rees, V. W., Kawachi, I., Ericson, K. M. M., & Lerner, J. S. (2020). Sadness, but not all negative emotions, heightens addictive substance use. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, 117(2), 943-949. https://doi.org/10.1073/pnas.1909888116

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Nuevos tratamientos se muestran prometedores para hacer frente a la epidemia de abuso de opioides

  • Maria Fernanda Alonso
  • 08/10/2019

Investigadores están proponiendo nuevas estrategias de tratamiento que podrían ayudar a prevenir el abuso de opioides y otras sustancias. Científicos en comportamiento de salud, neurociencia, manejo del dolor y adicción describen avances en la ciencia del cerebro que pueden explicar la vulnerabilidad de un individuo al abuso y dependencia de sustancias (Bechara, A., et al., 2019).

“La adicción es una enfermedad de la toma de decisiones; la mayoría de las personas tienen mecanismos cerebrales intactos para la toma de decisiones que los mantienen resistentes a sucumbir a una adicción,» explica Antoine Bechara, autor principal del informe y psicólogo científico de la Universidad del Sur de California. “Pero un pequeño porcentaje tiene una debilidad en este mecanismo y se vuelven más vulnerables. El avance en la ciencia puede ayudar a identificar quiénes son esos individuos antes de exponerlos a medicamentos que tienen un potencial adictivo. La ciencia también puede ayudar a comprender cómo podemos tratar a las personas afectadas.»

Su investigación examina varios hallazgos y teorías neurocientíficas sobre el comportamiento del uso de drogas. Resume el papel de las vías cerebrales involucradas en el dolor, el placer, la toma de decisiones, el deseo y la adicción. Estas incluyen características neurobiológicas individuales que pueden afectar el autocontrol, la búsqueda de recompensas y la toma de decisiones. La investigación sobre estos mecanismos, dicen los autores, está generando nuevas intervenciones para la adicción. Los médicos están probando enfoques de entrenamiento cognitivo diseñados para moderar la búsqueda impulsiva de recompensas de un paciente. Los científicos también están probando el uso de la estimulación cerebral no invasiva para reducir los impulsos y el ansia de drogas.

Los autores dicen que se vieron obligados a escribir el artículo debido al aumento de los trastornos adictivos, particularmente los opioides que se recetan para el dolor agudo y crónico. Señalan que los estudios que examinan los mecanismos cerebrales subyacentes a los efectos analgésicos de los opioides se han realizado en gran medida con participantes sanos expuestos al dolor en entornos de laboratorio. Solicitan más investigación que involucre a personas que experimentan dolor crónico para comprender mejor la respuesta neurológica a los opioides.

Trevor W. Robbins, profesor de neurociencia cognitiva en la Universidad de Cambridge, está de acuerdo en que se necesitan estudios neuroconductual para investigar los mecanismos subyacentes del abuso de drogas y lo considera particularmente oportuno en el contexto de epidemia de abuso de opioides. Robbins señala algunos aspectos del informe que él cree que necesitan aclaración, como los estímulos ambientales y los diferentes factores predisponentes para diferentes medicamentos. Sugiere que, además de las intervenciones sugeridas por Bechara y sus colegas, un procedimiento neuroquirúrgico llamado estimulación cerebral profunda puede ser un tratamiento viable para la adicción.

Referencias bibliográficas:

Bechara, A., Berridge, K. C., Bickel, W. K., Morón, J. A., Williams, S. B., Stein, J. S. (2019). A Neurobehavioral Approach to Addiction: Implications for the Opioid Epidemic and the Psychology of Addiction. Association for Psychological Science. Psychological Science in the Public Interest, 20(2), 96-127. https://doi.org/10.1177/1529100619860513

Fuente: Psychological Science

  • Análisis

Cómo te manipulan para que apuestes (video)

  • David Aparicio
  • 24/09/2019

Los psicólogos del canal de Youtube Walden Dos, explican brevemente los principios conductuales que están detrás de la adicción a las apuestas y cómo los casinos manipulan las variables para que las personas y en especial los más jóvenes no puedan dejar de apostar.

Si quieres saber más sobre el conductismo te sugiero que leas nuestros estos artículos:

  • La ‘extraña muerte’ del conductismo radical
  • Condicionamiento clásico: la venganza de Pavlov
  • El conductismo desalmado
  • Angry Birds y Skinner: conductismo en la vida cotidiana
  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Programa para el manejo de la ira en consultantes con problemas de abuso de sustancias (PDF)

  • Equipo de Redacción
  • 17/09/2019

Este manual fue diseñado para ser utilizado por profesionales en el área de la salud física y mental capacitados en el tratamiento del abuso de sustancias y de los trastornos de salud mental que trabajan con clientes que abusan de sustancias y sufren de trastornos de salud mental y que concurrentemente tienen problemas de enojo. El manual describe un tratamiento grupal para el manejo del enojo.

El tratamiento se basa en la psicoterapia cognitiva-conductual y tiene una duración de 12 semanas. Las sesiones semanales, cada una de 90 minutos, son descritas en detalle y se ofrecen instrucciones específicas para los líderes de grupos, así como tablas y cuadros gráficos que ilustran los componentes conceptuales fundamentales del tratamiento.

También se incluye asignación de tareas que los participantes de los grupos realizan en sus hogares. Además del manual, hay disponible un Cuaderno de Ejercicios para el Participante (vea el Programa para el manejo del enojo en clientes con problemas de abuso de sustancias y trastornos de salud mental: Cuaderno de ejercicios para el participante, Reilly, Shopshire, Durazzo, & Campbell, 2006) que debe usarse conjuntamente con el manual para facilitar que los participantes aprendan, practiquen e integren mejor las estrategias de tratamiento presentadas en las sesiones de grupo.

Esta intervención fue creada para la realización de estudios en el Centro Médico de San Francisco para Asuntos Relacionados con los Veteranos de Guerra (San Francisco Veterans Affairs Medical Center, SFVA por sus siglas en inglés) y en el Hospital General de San Francisco (San Francisco General Hospital).

Descarga la guía completa en formato PDF.

Fuente: sustancias y trastornos de salud mental: Un manual de psicoterapia cognitiva-conductual. DHHS Publicación No. (SMA) 07-4188. Rockville, MD. Centro para el Tratamiento del Abuso de Sustancias, Administración de Servicios para el Abuso de Sustancias y la Salud Mental, 2006. Reimpreso 2007.

  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Manual de prevención de adicciones en el ámbito universitario (PDF)

  • Equipo de Redacción
  • 03/09/2019

Las transformaciones sociales y económicas no sólo significan un cambio en las estructuras objetivas de una sociedad, sino y lo que es más importante, una nueva percepción en todos los sectores de las sociedad.

Por otro lado la educación es el arma más poderosa con la que contamos para entender y posteriormente interactuar en nuestras relaciones, más si cabe en el alumnado de universidades, colectivo que suele implicarse en aquellas actuaciones, debates y reflexiones encaminadas a una mejora de la sociedad en la que se encuentran.

Hoy, más que nunca pretendemos ofrecer material para una comprensión crítica y veraz sobre la educación en valores y la conciencia de determinadas actitudes ante la realidad actual que ha transformado velozmente el entorno del juego, tanto en lo que se refiere al tipo de juego, accesibilidad, publicidad, e incluso a la propia población usuaria de esta actividad y que desarrollan un trastorno por juego.

Ofrecemos esta herramienta para una trasmisión, no solo de conocimientos sobre un problema de salud sino también para la consecución de personalidades formadas y críticas con su propia evolución.

Si conseguimos que docentes y alumnado se planteen una realidad y una escala de valores distintas a las que esta sociedad está transmitiendo alcanzaremos unos objetivos muy elevados y satisfactorio para todo el personal implicado en este material.

Descarga la guía completa en formato PDF.

Fuente: Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Comportamiento sexual compulsivo y ofensas sexuales: diferencias en esquemas cognitivos, búsqueda de sensaciones e impulsividad

  • Maria Fernanda Alonso
  • 30/08/2019

En este artículo presentaremos los hallazgos de un reciente estudio titulado “Comportamiento sexual compulsivo y ofensas sexuales: diferencias en esquemas cognitivos, búsqueda de sensaciones e impulsividad” (Efrati, Shukron, & Epstein, 2019).

Las personas de la comunidad que buscan tratamiento en marcos como Sexólicos Anónimos (SA) y los delincuentes sexuales están preocupados por el sexo, las fantasías y los comportamientos sexuales. Sin embargo, se informa que las tasas de trastorno de conducta sexual compulsiva (TCSC) son sustancialmente más bajas entre los delincuentes sexuales que entre SA. En este estudio, se examinaron las diferencias entre SA y delincuentes sexuales en el TCSC y en los procesos que podrían estar en el centro del TCSC: esquemas desadaptativos sobre el yo y los demás, la impulsividad y la búsqueda de sensaciones.

El estudio incluyó a 103 delincuentes sexuales, 68 SA y 81 delincuentes violentos que sirvieron como controles de entre 18 y 74 años, que completaron medidas de autoinforme sobre TCSC, esquemas desadaptativos, impulsividad y búsqueda de sensaciones.

Resultados

Los resultados indican una serie de hallazgos con implicaciones clínicas directas para la evaluación y el tratamiento de los delincuentes sexuales. Primero, el comportamiento sexual compulsivo (CSC) entre los delincuentes sexuales, aunque está claramente presente, parecería afectar solo a una pequeña, pero significativa, minoría de participantes. Tal resultado es similar al de estudios anteriores ((Briken, 2012); (Hanson, Harris, Scott, & Helmus, 2007); (Kingston & Bradford, 2013)); aunque en la muestra actual, la prevalencia parecería ser incluso más baja de lo estimado previamente. Además, las tasas de TCSC entre los delincuentes sexuales fueron similares a las de los delincuentes violentos, lo que indica que los delincuentes sexuales no presentan tasas más altas de TCSC que los controles. Si bien este es el caso, el uso del inventario I-CSC permitió una comprensión más profunda de los diversos componentes de CSC entre los SA, los delincuentes sexuales y los delincuentes violentos.

Específicamente, el grupo de delincuentes sexuales mostró más dificultades para lidiar con las consecuencias no deseadas de su comportamiento, afecto negativo y desregulación del afecto que los delincuentes violentos (aunque todos estos niveles son subclínicos). Cabe señalar que el grupo de delincuentes sexuales fue seleccionado entre tres unidades de tratamiento diferentes, por lo que tal vez se pueda esperar culpa y vergüenza en torno a los comportamientos sexuales. Sin embargo, una de las principales tipologías de delincuentes sexuales (el modelo de autorregulación de (Tony Ward, Hudson, & Keenan, 1998)) coloca el afecto negativo, la desregulación del afecto y la vergüenza posterior al delito en el centro del proceso de delito sexual para dos de los cuatro vías diferentes, y los hallazgos actuales apoyarían el uso continuo de dicho modelo para explicar y trabajar con delincuentes sexuales.

Dicho esto, la prevalencia de TCSC entre los delincuentes sexuales es menos pronunciada que entre los SA. Una posible razón de esta diferencia son las tasas significativamente más altas de los procesos subyacentes a TCSC (esquemas de mala adaptación, impulsividad y búsqueda de sensaciones) entre SA que entre delincuentes sexuales. Apoyando este argumento está la clara relación entre esquemas desadaptativos tempranos (EMT) y CSC para los tres grupos. Dicha relación se ha establecido para grupos no clínicos (por ejemplo, (Roemmele & Messman-Moore, 2011) encontraron una relación clara entre los EMt entre las mujeres universitarias y los comportamientos sexuales de riesgo), así como para las mujeres que luchan con la adicción sexual (McKeague, 2014) . Por lo tanto, debido a que los esquemas desadaptativos están significativamente vinculados con TCSC, y porque son significativamente más pronunciados entre los SA, las diferencias entre los grupos en las tasas de TCSC no son sorprendentes.

Cabe destacar que la falta de diferencias significativas en las tasas de TCSC clínico entre los delincuentes sexuales y los delincuentes violentos puede atribuirse a la misma causa: la falta de diferencias en los esquemas desadaptativos relacionados con el sexo entre los grupos, lo que respalda la posición generalista de la literatura criminológica ((Gottfredson & Hirschi, 1990); (Lussier, Leclerc, Cale, & Proulx, 2007)) y se oponen a la posición de «especialistas», al menos con respecto a las cogniciones distorsionadas de los delincuentes sexuales y no sexuales ((Harris, Mazerolle, & Knight, 2009); (Simon, 1997)).

Tratamiento

Con respecto al tratamiento, puede darse el caso de que el uso de la terapia de esquema podría ser un complemento importante para el tratamiento de personas con CSC y delincuentes sexuales. La investigación indica que atacar factores de riesgo conocidos específicos utilizando métodos cognitivo-conductuales es más efectivo para reducir la reincidencia entre los delincuentes sexuales (por ejemplo, (Yates, 2013)).

Se recomienda un enfoque explícito basado en habilidades para permitir que los participantes bajo tratamiento cambien la cognición, el afecto y el comportamiento de manera que estos se establezcan de manera firme en su repertorio conductual. Aunque la literatura ha indicado la importancia de los esquemas de focalización en el tratamiento del delincuente sexual ((Beech, Bartels, & Dixon, 2013); (Maruna & Mann, 2006); (Yates, 2013)), la investigación actual se suma al conocimiento existente al sugerir un vínculo directo entre las creencias tempranas y aspectos de los CSC. Las teorías del comportamiento de abuso sexual a menudo indican la tendencia de los abusadores a «objetivar» a sus víctimas (por ejemplo, la taxonomía de delincuentes sexuales infantiles de (Knight & Prentky, 1990)) o la comunidad de déficit de intimidad entre ellos (Hanson & Morton-Bourgon, 2005). La investigación actual sugeriría que el tratamiento de EMt disfuncionales, particularmente aquellos que afectan la capacidad de disfrutar de relaciones íntimas, puede ser una parte importante del tratamiento.

Por ejemplo, un modelo ampliamente utilizado de comportamiento sexual ofensivo con una clara aplicabilidad terapéutica, el modelo Good Lives ((T. Ward & Gannon, 2006); (Willis, Yates, Gannon, & Ward, 2013)), podría contextualizar dicha relación. El modelo sugiere que el delito sexual puede explicarse cuando hay una distorsión en la búsqueda de bienes primarios, los bienes que esencialmente busca toda la humanidad. Estos bienes incluyen relaciones, comunidad de felicidad, excelencia, organización y vida (incluyendo vida saludable, funcionamiento físico y sexual).

Las distorsiones del modelo pueden incluir tanto los medios utilizados para obtener dichos bienes primarios, como también enfocarse en lograr un alcance muy limitado de bienes primarios. Un ejemplo de un alcance distorsionado de los bienes primarios sería la preferencia de obtener felicidad o satisfacción sexual, sin ningún interés en obtener los bienes de relaciones u organización (lo que puede explicar la tendencia a objetivar sexualmente a las víctimas). El modelo Good Lives no explica necesariamente la etiología de tales distorsiones, pero la investigación actual se sumaría a nuestra comprensión del desarrollo y mantenimiento de tales bienes primarios distorsionados. En particular, los esquemas de rechazo y desconexión impedirían la capacidad de formar relaciones adultas cálidas, cercanas y de confianza, lo que aumentaría la probabilidad de desarrollar un enfoque único en la satisfacción sexual, sin interés en aspectos más amplios de la relación. Centrarse en este dominio de esquema específico puede proporcionar una intervención terapéutica efectiva para aumentar el alcance de los bienes primarios y mejorar las habilidades para lograrlos de forma adaptativa.

Limitaciones del estudio

El estudio es correlacional, lo que impide la capacidad de sacar conclusiones causales sobre las diferencias entre los SA, los delincuentes sexuales y los delincuentes violentos, y sobre los vínculos entre los esquemas desadaptativos, la impulsividad y la búsqueda de sensaciones, y la CSC. Además, la población de investigación era homogénea y de una cultura distinta: los israelíes. Estudios futuros deberían examinar diversas poblaciones étnicas y culturales para determinar la replicabilidad y generalización de los hallazgos.

A pesar de las limitaciones de este estudio, la investigación es importante para comprender el delito sexual y su distinción entre las personas con CSC clínico. El estudio también abre nuevos espacios para intervenciones terapéuticas tanto para SA como para delincuentes sexuales.

Referencias:

Beech, A. R., Bartels, R. M., & Dixon, L. (2013). Assessment and treatment of distorted schemas in sexual offenders. Trauma, Violence & Abuse, 14(1), 54-66. https://doi.org/10.1177/1524838012463970

Briken, P. (2012). Hypersexuality and sexual offending. Vortrag gehalten auf der 12. Konferenz der International Association for the Treatment of Sexual Offenders (IATSO) in Berlin, Deutschland.

Efrati, Y., Shukron, O., & Epstein, R. (2019). Compulsive sexual behavior and sexual offending: Differences in cognitive schemas, sensation seeking, and impulsivity. Journal of Behavioral Addictions, 1-10. https://doi.org/10.1556/2006.8.2019.36

Gottfredson, M. R., & Hirschi, T. (1990). A general theory of crime. Recuperado de https://psycnet.apa.org/record/1990-97753-000

Hanson, R. K., Harris, A. J. R., Scott, T.-L., & Helmus, L. (2007). Assessing the risk of sexual offenders on community supervision: The Dynamic Supervision Project (Vol. 5). Recuperado de https://ccoso.org/sites/default/files/import/risk-assessment.pdf

Hanson, R. K., & Morton-Bourgon, K. E. (2005). The characteristics of persistent sexual offenders: a meta-analysis of recidivism studies. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 73(6), 1154-1163. https://doi.org/10.1037/0022-006X.73.6.1154

Harris, D. A., Mazerolle, P., & Knight, R. A. (2009). Understanding Male Sexual Offending: A Comparison of General and Specialist Theories. Criminal justice and behavior, 36(10), 1051-1069. https://doi.org/10.1177/0093854809342242

Kingston, D. A., & Bradford, J. M. (2013). Hypersexuality and Recidivism among Sexual Offenders. Sexual Addiction and Compulsivity, 20(1-2), 91-105. https://doi.org/10.1080/10720162.2013.768131

Knight, R. A., & Prentky, R. A. (1990). Classifying Sexual Offenders. En W. L. Marshall, D. R. Laws, & H. E. Barbaree (Eds.), Handbook of Sexual Assault: Issues, Theories, and Treatment of the Offender (pp. 23-52). https://doi.org/10.1007/978-1-4899-0915-2_3

Lussier, P., Leclerc, B., Cale, J., & Proulx, J. (2007). Developmental Pathways of Deviance in Sexual Aggressors. Criminal justice and behavior, 34(11), 1441-1462. https://doi.org/10.1177/0093854807306350

Maruna, S., & Mann, R. E. (2006). A fundamental attribution error? Rethinking cognitive distortions†. Legal and Criminological Psychology, 11(2), 155-177. https://doi.org/10.1348/135532506X114608

McKeague, E. L. (2014). Differentiating the Female Sex Addict: A Literature Review Focused on Themes of Gender Difference Used to Inform Recommendations for Treating Women With Sex Addiction. Sexual Addiction and Compulsivity, 21(3), 203-224. https://doi.org/10.1080/10720162.2014.931266

Roemmele, M., & Messman-Moore, T. L. (2011). Child abuse, early maladaptive schemas, and risky sexual behavior in college women. Journal of Child Sexual Abuse, 20(3), 264-283. https://doi.org/10.1080/10538712.2011.575445

Simon, L. M. J. (1997). The myth of sex offender specialization: An empirical analysis. New England journal on criminal and civil confinement, 23, 387. Recuperado de https://heinonline.org/hol-cgi-bin/get_pdf.cgi?handle=hein.journals/nejccc23&section=18

Ward, T., & Gannon, T. A. (2006). Rehabilitation, etiology, and self-regulation: The comprehensive good lives model of treatment for sexual offenders. Aggression and violent behavior. Recuperado de https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1359178905000327

Ward, T., Hudson, S. M., & Keenan, T. (1998). A Self-Regulation Model of the Sexual Offense Process. Sexual abuse: a journal of research and treatment, 10(2), 141-157. https://doi.org/10.1023/A:1022071516644

Willis, G. M., Yates, P. M., Gannon, T. A., & Ward, T. (2013). How to integrate the Good Lives Model into treatment programs for sexual offending: An introduction and overview. Sexual abuse: a journal of research and treatment. Recuperado de https://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1177/1079063212452618

Yates, P. M. (2013). Treatment of sexual offenders: Research, best practices, and emerging models. International journal of behavioral and consultation therapy, 8(3-4), 89-95. https://doi.org/10.1037/h0100989

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