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Publicaciones por etiqueta

Sexualidad

44 Publicaciones
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Los hombres que creen que la masculinidad depende del tamaño del pene son más prejuicios contra las mujeres

  • David Aparicio
  • 14/02/2022

La masculinidad es un conjunto de atributos, valores y comportamientos que son característicos del hombre en una sociedad determinada. Una de las creencias sobre la masculinidad es que un hombre es más “hombre” mientras más grande tenga el pene. Esta creencia no solo afecta severamente a los hombres, sino que también incrementa sus prejuicios y el sexismo hostil hacia las mujeres. Así lo reporta una nueva investigación de la revista científica Psychology of Men & Masculinites.

La investigación

En el estudio entrevistaron a 735 hombres heterosexuales que tenían entre 18 y 64 años de edad sobre ciertas creencias relacionadas con la masculinidad. Los resultados sugieren que los hombres que estaban de acuerdo con declaraciones de tipo: “los hombres con penes grandes son más masculinos” y “mi masculinidad está fuertemente ligada a mi pene”, solían estar de acuerdo con declaraciones como: “las mujeres buscan ganar poder obteniendo el control de los hombres” y “las mujeres exageran los problemas que tienen en el trabajo”, entre otras.

Los autores de la investigación sostienen que estas creencias sexistas probablemente sean utilizadas como mecanismos compensatorios para afirmar y reafirmar su estatus de masculinidad.

Otro resultado importante que arrojó esta investigación es que la masculinidad relacionada con el tamaño del pene es un predicador del narcisismo sexual. Según los autores, los hombres que apoyan que sostienen este tipo de masculinidad solían sentirse menos satisfechos con la apariencia de sus genitales y buscaban en las mujeres reacciones aprobación.

Para los autores es necesario que se generen estrategias educativas que rompan el mito, especialmente en los hombres jóvenes, de que la masculinidad está ligada a los atributos físicos (como el pene). Esto ayudará a disipar las preocupaciones sobre la insuficiencia sexual y mitigará el desarrollo de ideologías compensatorias, como los prejuicios crónicos, contra las mujeres.

Referencia bibiliográfica: Oswald, F., Khera, D., & Pedersen, C. L. (2021). The association of genital appearance satisfaction, penis size importance, and penis-centric masculinity to chronically discriminatory ideologies among heterosexual men. Psychology of Men & Masculinities, 22(4), 704–714. https://doi.org/10.1037/men0000360

Fuente: PsyPost

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La santificación del sexo se relacionaría con una mayor satisfacción sexual entre las parejas religiosas

  • Maria Fernanda Alonso
  • 10/02/2022

La religión puede servir como motor de comportamientos y actitudes muy diversos, tanto saludables como no saludables. En cuanto a la intimidad, un estudio reciente encontró que el aumento de la religiosidad se asocia con una menor satisfacción sexual entre las parejas comprometidas. Pero hay una excepción importante: las personas religiosas que creen que la relación sexual con su pareja es sagrada tienden a reportar una mayor satisfacción sexual (Leonhardt et al., 2021).

¿A qué se debe esto? Los autores de la investigación postulan que las personas que recibieron mensajes religiosos sobre cómo la sexualidad está conectada con el pecado original (una barrera que superar, una llaga abierta que rascar o una depravación natural del cuerpo humano) la religión podría no ser la fuerza más positiva en su relación sexual. 

Alternativamente, si las personas recibieron mensajes religiosos sobre cómo la sexualidad es sagrada, establecida por ser cocreadores con Dios y diseñada para ayudar a las parejas a vincularse, experimentar placer y mejorar su compromiso mutuo, la religión podría ser una fuerza positiva en sus relaciones. 

Qué metodología usaron

El equipo encuestó a 1695 personas sexualmente activas reclutadas del Mechanical Turk de Amazon y a 481 parejas (que habían estado en una relación comprometida durante al menos dos años) reclutadas de la firma de marketing Bovitz Inc. Los participantes completaron medidas de religiosidad, inhibición sexual, santificación sexual y satisfacción sexual.

Qué encontraron

En primer lugar, la religión tiene el potencial de ser una fuerza positiva o negativa en una relación sexual. Aquellos que ven la relación sexual como santificada o santa, reportaron tener una mejor satisfacción sexual. Pero si la religión no estaba relacionada con que las parejas vean el sexo como algo santificado, ser más religioso estaba relacionado con menor satisfacción sexual.

Después de controlar factores como la edad, la duración de la relación, la raza, el estado civil, la orientación sexual, la educación y los ingresos, los investigadores encontraron que aquellos que obtuvieron una puntuación alta en santificación sexual estuvieron de acuerdo con afirmaciones como «el vínculo sexual que tengo con mi pareja es sagrado para mí» y «nuestra relación sexual nos conecta con algo más grande que nosotros mismos».

Los investigadores también encontraron que la religiosidad de los hombres predijo la santificación sexual de su pareja femenina, pero la religiosidad de las mujeres no predijo la santificación sexual de su pareja masculina. La religiosidad de los hombres condujo a una mayor santificación sexual tanto para él como para su pareja.

El aumento de la inhibición sexual se asoció con una reducción de la satisfacción sexual. Sorprendentemente, sin embargo, sentirse reacio a actuar sobre impulsos sexuales y dudar en participar en oportunidades sexuales no pareció mediar en la relación entre la religiosidad y la satisfacción sexual.

Como limitación, señalaron que su estudio no fue representativo en un punto de tiempo, por lo que sería útil ver cómo estos hallazgos se mantienen con el tiempo en una muestra representativa.

Referencia bibliográfica: Leonhardt, N. D., Busby, D. M., Hanna-Walker, V. R., & Leavitt, C. E. (2021). Sanctification or inhibition? Religious dualities and sexual satisfaction. Journal of Family Psychology: JFP: Journal of the Division of Family Psychology of the American Psychological Association , 35(4), 433-444. https://doi.org/10.1037/fam0000796

Fuente: Psypost

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El poder adictivo de la pornografía online: buscar más de lo que estamos satisfechos

  • Federico Lande
  • 01/02/2022

Fernando C., 29 años. Motivo de consulta: llega a masturbarse 12 veces al día mirando porno. Quiere frenar. 

Conoció las páginas web porno a los 13 años. Vergonzoso me comparte: “necesito dejar de ver pornografía, no puedo más”. Sufre. 

Unos meses atrás intentó tener relaciones sexuales con su pareja, pero no pudo tener una erección. No es la primera vez que le pasa, pero es la primera vez que lo cuenta. Triste, angustiado, reconoce que lo más importante, el verdadero problema, es que la adicción al porno lo alejó de su pareja, de su vida, de sus proyectos. Las adicciones, como la pornografía, matan al amor. 

Adicción a través de Internet

Para que una conducta que se realiza a través de Internet se considere una adicción, no debe confundirse con un mal hábito o afición. Si una persona pierde el control sobre una conducta que se transforma en la actividad más importante de su vida por encima de otras, generando consecuencias graves como perder el trabajo, ignorar responsabilidades familiares, perder amigos, etc., entonces esa persona se ha transformado en un adicto.

Silvana Savoini  (Psicóloga, especialista en Sexología Clínica y Educativa) autora del libro Adicción al Sexo (UNR, 2021) argumenta que para la adicción a la pornografía, rige el mismo criterio o parámetro como para cualquier otra adicción: la repetición sin control y compulsiva de una conducta que produce placer y que a medida que trascurre el tiempo, perturba severamente la vida de quien la realiza. 

Enganchados a píxeles: internet y disfunciones sexuales

Desde el 2006 en adelante cuando el acceso a Internet de alta velocidad se masificó, cada vez más varones jovenes -por lo demás sanos- empezaron a preocuparse porque su consumo de pornografía estaba fuera de control. Simplemente con un click. 

En consultas con médicos, psicólogos, sexólogos reconocían que en vez de ayudarlos a lograr más placer, la pornografía les provocaba síntomas inesperados en su desempeño sexual: podían tener erecciones viendo páginas porno pero no en la intimidad con personas reales, por más atractivas que le parezcan. Estaban enganchados a píxeles. 

Gary Wilson (uno de los referentes mundiales sobre la adicción a la pornografía, fallecido hace unos meses) propone un nuevo enfoque para el estudio y abordaje de las adicciones que tienen al sexo como eje. En varones de 40 años o menos cuando las explicaciones tradicionales no son útiles para resolver problemas sexuales, considera que la pornografía tiene un papel fundamental en condicionar el disfrute del sexo. Con el paso de los años la pornografía online, se ha convertido en un super estímulo sexual.  

Wilson considera a la pornografía como un estímulo supernormal, un término que los biólogos evolutivos usan para describir cualquier estímulo que provoca una respuesta más fuerte que el estímulo para el que evolucionó, incluso si es artificial. Una de las hipótesis que sostiene es la siguiente: hemos inventado la pornografía (estímulo supernormal por excelencia) que al encontrarse asociado al instinto de conservación de la especie, con el tiempo y el fácil acceso a Internet permite habituamos a respuestas sexuales rápidas y a la satisfacción inmediata. Jorge Gutierrez creador del sitio web www.daleunavuelta.org, dice: “la pornografía es la adicción perfecta. La novedad es muy adictiva y, en el tema del porno, es constante. Con un click, las posibilidades son infinitas. Cuando se junta el placer con esa búsqueda de constante novedad que nunca se sacia, se da una escalada adictiva perfecta”.

Si bien se piensa que las disfunciones sexuales que provoca la exposición a videos porno deberían ser tratadas por especialistas, Wilson propone que el abandono de la pornografía es esencial para que estos abordajes sean exitosos. Muchas personas que han decidido dejar de consumir pornografía informaron cambios sorprendentes desde la mejora de la concentración, del estado de ánimo y hasta una mayor capacidad para la intimidad en la vida real, con personas reales. En su charla TED (video que ya fue visto por 14 millones de personas), Gary explica todo esto muy claramente. 

Conclusión

Fernando me comentó al final de esa primera entrevista: “vi mucha pornografía antes de dar mi primer beso”. Sabemos, a través de trabajos científicos serios, que el consumo de pornografía durante la adolescencia temprana puede ser una variable clave para explicar disfunciones sexuales en la juventud. 

La actual generación de adolescentes puede asumir que la pornografía les enseña sobre sexo y que masturbarse es sinónimo de masturbarse con Internet. Para ellos, la pornografía es considerada como un entretenimiento aceptado y normalizado. Algunos estudios afirman que de cada 20 solo 1 considera que su consumo puede tener consecuencias negativas, como generar una conducta sexual adictiva. El placer sexual es muy fuerte. Uno de los mayores que se puede experimentar. Con la opción de la novedad constante, buscamos más de lo que estamos satisfechos. 

Con la fuerza irresistible de Internet nunca se vio tanta pornografía como hoy.  

Futuros investigadores deberán tener en cuenta las propiedades únicas que Internet tiene sobre la salud de sus consumidores y qué influencia llega a tener ésta en la sexualidad a lo largo del ciclo vital.

Por último, comparto la misma pregunta que le hice a mi paciente: ¿pensaste alguna vez si consumir pornografía podría llegar a influir negativamente en tus relaciones con personas reales? 

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cómo aumentar el deseo sexual

  • Elena Tejeda
  • 18/08/2021

El deseo sexual lo conforman todos esos sentimientos e impulsos que nos conducen a tener encuentros íntimos con otras personas y a mantener relaciones sexuales y afectivas.

Estos impulsos y ganas de relacionarnos y crear una intimidad con otra persona nos acompañan toda la vida, pero puede haber momentos en los que este interés pase a un plano menos importante en nuestras prioridades.

¿Quieres saber porqué se produce la disminución del deseo sexual y cómo recuperarlo?

¿Falta de deseo sexual? ¡Descubre cómo recuperar el deseo sexual!

Hay muchísimos factores que pueden acabar causando una disminución del deseo sexual, desde los que van ligados a la fisiología, como por ejemplo bajos niveles de testosterona o estrógenos, hasta los más relacionados con la psicología, como la falta de autoestima, una educación sexual pobre o la depresión.

Por otro lado, también es un factor determinante el estilo de vida de la persona que experimenta la disminución de la libido.

Los altos niveles de estrés en el trabajo o a nivel familiar y el desconocimiento de cómo gestionar la ansiedad son algunas de las causas más comunes de la perdida del deseo sexual.

Si sientes que en los últimos tiempos has perdido las ganas de mantener relaciones con tu pareja o incluso de practicar la masturbación, es posible que estés experimentando una perdida del deseo sexual.

La falta de sueño o estar en estrés puede disminuir el deseo sexual

Uno de los factores más comunes que pueden provocar la falta de deseo sexual es el estrés, la ansiedad y la falta de sueño que estas dos condiciones producen.

Estar sometido a niveles de estrés alto, un ritmo de vida frenético, el cansancio… todas estas situaciones hacen que se acumule la tensión y esto puede llegar a provocar un bloqueo que, evidentemente, afectará al deseo sexual.

A continuación, veremos algunas estrategias que pueden ayudar a recuperar el deseo sexual, pero primero, es importante recordar que, en este tipo de situaciones, es conveniente consultar con un especialista para determinar cual es la causa real del problema y poder ponerle solución inmediatamente.

Estimular el cerebro para recuperar el deseo

Gran parte de los casos de perdida del deseo sexual se puede relacionar con una falta de estímulos. Recuerda que el cerebro es el órgano sexual más importante, así que una buena solución puede ser alimentar una fantasía para incrementar la tensión sexual.

Por ejemplo, introducir lencería sexy puede resultar un estimulo visual muy poderoso para quien lo contempla y suponer un aumento de la autoestima y la seguridad en quien la lleva puesta.

Otra clave para recuperar el deseo sexual es romper con la rutina, introducir nuevos estímulos puede ayudar a recuperar esas ganas perdidas. Usar la imaginación y buscar nuevas prácticas que os exciten es una buena manera de recuperar la emoción.

Un ejemplo podría ser un vibrador inalámbrico con control remoto. Con ellos se puede ceder el control total a la otra persona y descubrir nuevas fantasías, ya que no hará falta limitarse al hogar para disfrutar en pareja.

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  • Artículos de opinión (Op-ed)

Perspectiva de género en discapacidad

  • Geraldine Panelli
  • 16/03/2021

El 4 de octubre de 2006 se sancionó en Argentina la ley de Educación Sexual Integral (ESI) la cual dispone que todos tienen derecho a recibir educación sexual integral en establecimientos educativos del territorio argentino. Esta ley entiende a la ESI como “la que articula aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos” por lo que no va a centrarse solo en lo sexual y reproductivo sino que abarca mucho más. 

Si se preguntan por qué la escuela tiene que ocupar este rol y no el seno familiar, pueden encontrar algunas respuestas en el artículo El lugar de la educación sexual es la escuela ¡Sí o sí!. Buscando en la red es muy fácil acceder a material sobre ESI, manuales para docentes, actividades para el aula, etc; pero hay un grupo de personas que, en la práctica, queda fuera de estas intervenciones. Me refiero a las personas con discapacidad, principalmente con discapacidades intelectuales. El que no estemos preparados para abordar la sexualidad en personas con discapacidad tiene que ver con mitos, prejuicios y sobre todo desconocimiento. 

¿Qué entendemos por discapacidad?

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2016), se puede definir de la siguiente forma: 

“Discapacidad es un término general que abarca las deficiencias, las limitaciones de la actividad y las restricciones de la participación. Las deficiencias son problemas que afectan a una estructura o función corporal; las limitaciones de la actividad son dificultades para ejecutar acciones o tareas, y las restricciones de la participación son problemas para participar en situaciones vitales. Por consiguiente, la discapacidad es un fenómeno complejo que refleja una interacción entre las características del organismo humano y las características de la sociedad en la que vive.”

Si seguimos esta definición, podríamos entonces afirmar que una persona con discapacidad no puede hacer una participación plena si el ambiente en el que vive no se lo permite. Esto nos lleva a pensar que si la participación y el vínculo depende del ambiente, entonces lo que presenta discapacidad es el ambiente invalidante, no la persona. Por ejemplo, imaginemos a una persona que se traslada cotidianamente con su silla de ruedas, ya aprendió a usarla a la perfección y no presenta dificultades al respecto en su hogar, que está perfectamente preparado para darle autonomía e independencia. Esta persona sale a la calle y en la primera avenida que debe cruzar se encuentra con que la rampa de la esquina está obstruida. Tenemos ahí dos opciones, por un lado seguir sosteniendo que es una persona con discapacidad motora y que por esto se ve afectada su participación plena; o podríamos pensar que el ambiente es el que no está preparado para brindarle plena participación, por lo cual es el mismo ambiente el que presenta discapacidad. 

Al contrario de lo que en general se supone, este grupo de personas se encuentra atravesado por la sexualidad de la misma manera que el resto de la población. Sienten deseo sexual y tienen necesidad de expresarlo. No dar lugar a la escucha de estos deseos, es limitar a la persona, privandola de sus propios derechos. Debemos destacar uno de los errores que en general se comete en el vínculo: infantilizar a todos los sujetos y, por esto mismo, suponer que no sienten deseo. Adicionalmente, tener alguna condición o discapacidad es un factor de vulnerabilidad para ser expuesto a situaciones de violencia y abuso, es por esto que es crucial la información. 

Estadísticas de abuso en población con discapacidad

Dentro de la información recabada de organizaciones de renombre como la OMS (Mitchell, s.f.) y las Naciones Unidas podemos concluir las siguientes afirmaciones:

  • Los niños y niñas con discapacidad son víctimas de alguna forma de violencia con una frecuencia 3,7 veces mayor que las personas sin discapacidad. Particularmente de abuso sexual (2,9 veces mayor). 
  • Las personas con discapacidad tienen más probabilidades de ser víctimas de la violencia o abuso y menos probabilidades de obtener la intervención de la policía, protección jurídica o cuidados preventivos.

Romper la hegemonía como modelo

Un punto importante para hablar de relaciones sexuales en la diversidad es cuestionar el modelo de las mismas. Se califican como normales determinadas relaciones sexuales y se espera que todes les sujetos las reproduzcan homogeneamente. Contrariamente a lo que se espera, cada relación sexual es única y diferente, por lo que lo necesario es brindar modelos e información para que cada sujeto pueda experimentar sus deseos y gustos de forma placentera sin importar su condición y la vinculación de la misma con el ambiente. 

Más allá de los estándares de belleza hegemónicos impuestos por la sociedad, debemos destacar que cada persona siente, desea y le interesa vincularse de una forma única. Es nuestra tarea deconstruir estos estándares para romper con el mito de la perfección que se necesita para ser atractive. Podemos hacerlo desde los modelos que brindamos en cuentos, títeres, películas, etc., que muestren los vínculos sexo-afectivos también en personas con discapacidad. 

Por último, y siguiendo la línea de los modelos hegemónicos preestablecidos, debemos hacer mención al concepto de pareja entendida como dos personas atraídas sexualmente, bajo lineamiento del amor romántico y el mandato de crear familia y ser monógamos. 

Debemos tener en cuenta que existen diversas formas de parejas, que se modifican constantemente dado que la construcción es cultural y que cada quien puede elegir la forma en la que quiere relacionarse. Por ejemplo, podría pensarse en una pareja integrada por dos amigxs, que tienen relaciones sexuales en los momentos en los que surgen esas ganas, o en parejas sexuales esporádicas y casuales; o por el contrario, en vínculos amororos donde no median encuentros sexuales.

También debemos recordar que el placer no es territorio único y exclusivo de una relación sexual entendida como una relación en la que prime la penetración, sino que cada persona puede experimentar placer de diferentes maneras. La penetración no es una condición necesaria para que se llegue a ese momento, para que se pueda encontrar el disfrute. Las caricias, los abrazos, las palabras, las miradas y el compartir también son espacios de placer, de disfrute y que hacen al vínculo con le otre.

Negar el acceso a la ESI a las personas con discapacidad es coartar sus derechos

Otro error en el que se suele caer es en la presunción de la heterosexualidad de las personas con discapacidad. Damos por supuesto, debido a los modelos tan arraigados socialmente, que las personas de este colectivo no sienten atracción por otras o, si la sienten, es de manera heterosexual y bajo modelos heteronormados. Esto también está relacionado con lo que se nombró anteriormente acerca de la infantilización de estas personas.

Negar el acceso a la ESI a las personas con discapacidad es coartar sus derechos, es negar una parte fundamental que atraviesa de manera transversal sus vidas, es limitar la capacidad de disfrute y goce y, por sobre todo, es negar información valiosa que podría permitirles no solo aumentar su calidad de vida, sino brindarle las herramientas para que puedan dilucidar qué situaciones son seguras y correctas, cuáles implican algún peligro, qué cuestiones están permitidas y cómo acceder a prácticas seguras. Como ejemplos concretos podemos mencionar: que la persona tenga las herramientas para entender de qué se trata el consentimiento, cuándo una situación es de abuso, métodos de anticoncepción, etc. 

Si brindamos esta información de una forma que además contemple las necesidades de cada persona y brindando las ayudas adecuadas, podremos garantizar lo necesario para detectar y transmitir las situaciones y las cuestiones necesarias.

Entendiendo también a su vez que brindar esta información no aumenta el deseo sexual de las personas, sino que visibiliza y dejan de catalogarse como tabú temas que por más que no se hablen, están presentes en todes. 

Acompañada de esta falta de información y situaciones en que no se habla de sexualidad en niños, niñas y adolescentes con discapacidad, aparece la idea de que la sexualidad en algunas condiciones es incontrolable, promiscua, compulsiva y llena de prejuicios. Es un miedo de parte de padres y madres, incluso es el discurso de algunes profesionales. La realidad es que el peligro y la promiscuidad vienen de la mano de la desinformación y de ambientes que no promueven espacios seguros. 

Pensando en el espectro genital de la sexualidad solamente, los deseos y la exploración a determinada edad aparecen y es saludable que esto suceda; es parte de nuestro desarrollo como humanidad. Parte de nuestra tarea como terapeutas es acompañar este proceso  para que fluya naturalmente fuera de peligros. La energía sexual, el deseo y la necesidad biológica de aliviar el mismo debe drenar por algún lado, y si no se posibilita el mismo en contextos seguros, lógicamente va a desarrollarse en lugares inseguros.

En las personas con discapacidad, la sexualidad vista de forma integral es igual de importante que en cualquier otra persona. Es válido para las mismas tener relaciones sexo – afectivas solo por placer sexual o para elegir un vinculo amoroso, bajo las condiciones que ambas partes decidan. En este punto, si pensamos la sexualidad con un fin meramente reproductivo, debemos de entender que no todas las discapacidades tienen carga genética y esto debe ser informado para la planificación familiar. Pero nuestra mirada debe ser más abierta entendiendo la relación sexual satisfactoria en sí misma sin un deseo de procrear. La elección del objeto sexual es individual y de ninguna forma debería ser cuestionado. Por último, es importante saber que la ESI en discapacidad puede promover vinculos sexo – afectivos  saludables, cuidados, informados y prevenir asi situaciones de abuso tan frecuentes en esta población. 

¿Qué podemos hacer en la práctica?  

Nos centraremos en los textos Es parte de la vida de Meresman, S. (2011) y Dibujando la sexualidad de las personas con discapacidad intelectual y/o del desarrollo de Valenciana, F. C. (2015) para pensar algunas intervenciones que podemos realizar desde nuestra práctica profesional.

  • Mostrarnos abierta/os: mantener una actitud sin juicio ni prejuicio que permita un diálogo fluido, generando confianza y dando espacio a dudas, consultas y preguntas que a veces son difíciles de realizar. 
  • Proporcionar información clara y adaptada: para cada condición la forma de recibir información y entenderla puede ser distinta; pensar cuál es la forma adecuada para nuestros pacientes (pictogramas, historias sociales, video modelado, braille, etc). La información debe ser científica y adaptada a la edad y nivel cognitivo de las personas con quienes trabajamos. 
  • Informar sobre las prácticas sexuales que se pueden realizar en privado: no negar, ni castigar conductas auto exploratorias y placenteras; sino brindar información y herramientas para que las mismas se desarrollen en relaciones seguras (por ejemplo, en el ámbito privado, con buena higiene y cuidados). Reforzar cuando estas conductas se dan en contextos saludables. 
  • Enseñar la diferencia entre contacto adecuado e inadecuado: es necesario enseñar sobre buenas prácticas, identificando situaciones seguras, incorporando el consentimiento en cada vínculo que se genere y conociendo sobre planificación familiar, ETS, etc. Todo esto deberá brindarse de manera acorde a la edad de nuestros pacientes, a su nivel cognitivo y con las adaptaciones necesarias.
  • Enseñar a decir que no: Resulta muy importante poder brindar las herramientas necesarias para que las personas con las que trabajamos comprendan que existen situaciones en las que podrán no querer / no sentir ganas / estar presionados a determinadas situaciones. En estos casos es imprescindible el trabajo de role play y modelado específico, de forma clara y explícita.  
  • Motivar a expresar preferencias y gustos: más alla de las personas con discapacidad es algo a trabajar en las relaciones sexo afectivas; incorporar los deseos de ambas personas que participan y poder conversarlo con confianza y sin prejuicios. 
  • Coherencia en los mensajes: aunar criterios con los contextos intervinientes en la educación y acompañamiento de los infantes y adolescentes; en cuanto a brindar información científica y clara. Acompañar a las familias en la búsqueda de información para que la misma esté libre de creencias subjetivas, muchas veces erróneas, que perpetúan mitos y cortan libertades. Este punto es importante, dado que es la información del boca en boca la que genera versiones diferentes e incluso contrapuestas a los que es saludable. 
  • Enseñar habilidades sociales que sirvan en situaciones sexo afectivas: en infantes con las habilidades sociales disminuidas es necesario brindar información y realizar actividades que incrementen las mismas y le den la posibilidad de tener experiencias agradables en este aspecto. 
  • Trabajar las posibilidades reales: no generar falsas expectativas, brindar información y herramientas para vivir una sexualidad libre, pero entender que el contexto cultural en el que vivimos puede representar una limitación. 
  • Respetar la privacidad: les terapeutas somos modelos de cómo es nuestro vínculo con el infante y el adolescente para el resto de los adultos que nos ven interviniendo; con lo cual es necesario dar el ejemplo de sostener la privacidad desde el secreto profesional de lo que sucede en el consultorio o espacio terapéutico, hasta situaciones de pedir permiso para abrazar, ayudar en el baño o en cuestiones de vestimenta. 
  • Dar espacio de consulta a profesionales especializados en sexualidad: hay cuestiones que pueden excedernos y/ o que los propios pacientes no se animan a preguntar a personas más cercanas y puede ser necesaria una figura de especialista que brinde un tiempo de consulta sobre estos temas. 

Para concluir, les invito a reflexionar sobre nuestras prácticas, nuestros propios prejuicios y la desinformación que tenemos. Mostrarnos vulnerables, darnos cuenta de que tenemos un montón de cosas que aprender y trabajar para acompañar a las personas a vivir su sexualidad de la forma más libre, segura y respetada posible. 

Es parte de la vida. Material de apoyo sobre educación sexual y discapacidad para compartir en familia.Descarga

Autoras:

  • Antonella Havela, Lic. en psicología, especialista en terapia cognitiva conductual en niños y adolescentes con perspectiva de género. Cofundadora de CETEIN.
  • Geraldine Panelli, Lic. en Psicología, Especialista en Terapia Cognitiva Conductual en niños y adolescentes. Cofundadora de CETEIN.

Referencias bibliográficas:

  • OMS | Discapacidades. (2016). https://www.who.int/topics/disabilities/es/
  • Mitchell, C. (n.d.). OPS/OMS. Retrieved March 11, 2021, from https://www.paho.org/hq/index.php?option=com_content&view=article&id=6998:2012-children-disabilities-more-likely-experience-violence&Itemid=135&lang=es
  • Meresman, S. (2011). Es parte de la vida. Material de apoyo sobre educación sexual y discapacidad para compartir en familia.
  • Parra, N., Canarias, M. O. F., de la Cruz, P. D. C., & Rubio, N. (2015). Sexualidades diversas. Manual para la atención de la diversidad sexual en las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo. Canarias: FEAPS.
  • Valenciana, F. C. (2015). Dibujando la sexualidad de las personas con discapacidad intelectual y/o del desarrollo: una cuestión de derechos. Recuperado de http://www. codajic. org/node/3539.

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Conceptos básicos para trabajar con perspectiva de género

  • Geraldine Panelli
  • 25/01/2021

Los estudios de género consisten en la concienciación sobre comprender las limitaciones a las que las personas están sometidas a causa de los prejuicios inherentes a la definición de su género. Los estudios de género reconocen que a nivel biológico los cuerpos presentan diferencias y estudian cómo se comprenden y socializan estos cuerpos en cada cultura y en cada momento para visibilizar desigualdades que contribuyen a la discriminación y segregación.

En el caso de los seres humanos, la idea binaria de que existen dos sexos determinará muchos aspectos de nuestras vidas. Desde el nacimiento, incluso desde las primeras ecografías el sexo determinara su nombre, los colores de su ropa, los juguetes más ofrecidos, los deseos de los progenitores, los deportes a los que se expondrá, etc. Pero debemos de tener en cuenta que las características biológicas que determinan esta clasificación no siempre están a la vista. Anteriormente solo con mirar la parte externa de los genitales alcanzaba para poder definir el sexo, pero la misma naturaleza nos puso en jaque advirtiendo que desde la misma biología no hay un binarismo posible.

Tabla de contenido

  • Sexo biológico
  • Género
  • Identidad de género, expresión y orientación sexual
  • Estereotipos de género
  • Inclusión e integración

Sexo biológico

Además de las características de los genitales externos, se deben tener en cuenta los genitales internos, los cromosomas y la producción de hormonas. Pueden aparecer diferencias en estas características de los que se considera propio de macho o hembra, resultando en la condición de intersexualidad. Por lo tanto, definimos el sexo biológico como las características genitales, cromosómicas y hormonales que resultaran propias de hembras, intersexuales o machos.

Para comprender la diferencia entre el sexo, el género, la identidad de género y la expresión del mismo es necesario hacer un recorrido de cómo conceptualizamos la sexualidad.La sexualidad es una parte fundamental en la vida de las personas la cual abarca diferentes aspectos que no solo tienen que ver con las relaciones sexuales o la genitalidad, sino que repercute en sus intereses, valores, relaciones, vínculos, etc.

Según la OMS, la sexualidad puede definirse como “un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Se vivencia y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones interpersonales. La sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no obstante, no todas ellas se vivencian o se expresan siempre. La sexualidad está influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales”.

Género

Entonces, definimos el género como el conjunto de características socioculturales que determinan lo que significa ser hombre o ser mujer para un tiempo y una cultura específica. Esto significa que las mismas no son fijas, sino que varían y se transforman.

Históricamente a las características de los cuerpos (sexo biológico) se les ha asignado un papel que deben cumplir, ligando la genitalidad al género asociando hembra –mujer y macho– hombre. Esto da como resultado la idea que aparece de lo “natural”, donde cuestiones del plano cultural se rigidizan sin comprender que la expresión y los roles de género son aprendidos y construidos culturalmente desde las instituciones como la familia, la escuela, la iglesia, etc. Comprender que el género se aprende y construye es crucial para dejar de imponer normas sobre los cuerpos justificadas por lo biológico o lo natural.

Identidad de género, expresión y orientación sexual

La identidad de género hace referencia a cómo se identifica la persona sin tener en cuenta su sexo biológico, como por ejemplo, mujer, mujer transgénero, hombre, personas no binarias, etc. En la actualidad hay una necesidad de visibilizar que la identidad de género no es binaria, hay múltiples formas de identificación y todas deben de contar con los mismos derechos y oportunidades. La forma particular y propia de expresión de identidad; se conoce como expresión de género. Esta se refleja en nuestra forma de actuar, vestir y mostrarnos. Por último,  definiremos a la orientación sexual haciendo referencia a la atracción física, erótica o emocional hacia otras personas.

Es importante destacar que el sexo no determina la identidad de género, que esta última no determina la orientación sexual y que las expresiones de género son múltiples y no pueden encasillarse en razón de la identidad de género. Debemos considerar que en muchos ámbitos es necesario aclarar que toda persona, independientemente de sus características individuales, sus preferencias, sus intereses, sus elecciones y sus planes de vida, es sujeto de derechos. Esto implica que se deben de garantizar el acceso a los mismos desde lo institucional, pero además se debe respetar la integridad de su persona en cualquier vínculo social en el que participe.

Es responsabilidad de la sociedad propiciar espacios de apertura, de no discriminación y de tolerancia a la diversidad en cualquiera de sus formas. La mirada binaria y normativa, patologiza a la diversidad, juzga cualquier característica o situación que esté por fuera de lo normal y como vimos anteriormente lo justifica hablando de la biología y la naturaleza, negando el impacto que tiene la cultura en las mismas. Si lo cultural es transformable y es la base para crear una sociedad equitativa y justa; empecemos por comprender que podemos hacer desde cada espacio para construir distinto derribando mitos y prácticas violentas que no tienen ningún sentido o explicación.

Lo diferente no es enfermo. Lo que enferma es la violencia, la segregación, la discriminación y la normalización. La marginalidad y exclusión hacia las personas que no cumplen con el binarismo mata. Realmente mata, la expectativa de vida para las mujeres trans y travestis es de 35- 40 años, cuando la expectativa de la población en general es de 77 años en Argentina. Esto es el resultado de un sistema estructural de violencia social, política y económica. Desde cada lugar en particular, y desde nuestras profesiones podemos generar cambios que corran la mirada de la patologización y empecemos a vincularnos de formas inclusivas.

Estereotipos de género

Otro concepto a aclarar es el de estereotipos de género, volvemos a hacer referencia a lo cultural; no a lo natural o a lo que está “bien”. Es la forma en la que se socializa y es reforzado socialmente la socialización de cada género. Son las características, atribuciones, roles y mandatos que desde lo cultural se asignan a los hombres y a las mujeres, marcando lo que se espera de cada uno de ellos.

Ejemplos de estereotipos masculinos:

  • Estabilidad emocional
  • Dinamismo
  • Agresividad
  • Tendencia al dominio
  • Objetividad. Racionalidad
  • Aspecto afectivo poco definido
  • Valentía
  • Cualidades y aptitudes intelectuales
  • Franqueza
  • Aptitud para las ciencias
  • Eficacia
  • Amor al riesgo

Ejemplos de estereotipos femeninos:

  • Inestabilidad emocional
  • Intuición
  • Falta de control
  • Aspecto afectivo muy marcado
  • Pasividad
  • Irracionalidad
  • Frivolidad
  • Ternura
  • Sumisión
  • Miedo
  • Dependencia
  • Debilidad
  • Aptitud para las letras
  • Aptitudes manuales

Algo a destacar sobre los mismos es que se comparten por la mayoría de la población y no son conscientes. Son transformables y varían de cultura a cultura. Muchas veces definen y limitan el futuro de la persona en base a lo que se espera para su género, siendo en muchos casos la base de discriminación y exclusión.

Los medios por los que se institucionalizan los estereotipos de género son las familias, las escuelas, las iglesias, el lenguaje y la comunicación, entre otros. En estos espacios se refuerza cada vez que las personas actúan según lo que se espera para su género y se las castiga cuando no lo hacen, moldeando así situación a situación el cómo se “debe” actuar.

Inclusión e integración

Es importante hacer una aclaración entre los términos inclusión e integración a la hora de pensar en las diversidades. Ambos términos eventualmente se utilizan como sinónimos pero no lo son. Para explicar sus diferencias usaré la metáfora de lupa.

Cuando hacemos referencia al término integración colocamos nuestra lupa en el individuo, en qué cosas debe mejorar o hacer de forma adaptada para llegar a la “normalidad” establecida para el grupo en el que se encuentra. Se ven modificadas las formas de acceder a las actividades, ejercicios, problemas y propuestas que ya están establecidos para el grupo.

En cambio cuando utilizamos el término inclusión nuestra lupa está observando al ambiente, no se espera que todos los individuos alcancen exactamente los mismos objetivos, no hay un criterio de “normalidad”; sino que los objetivos son individuales y las formas de alcanzarlos también. Es el ambiente (escuela, lugar laboral, sociedad, etc) quien tiene que garantizar el acceso y la plena participación a todos los individuos sin importar los obstáculos que aparezcan.

Cuando hablamos de perspectiva de género hacemos referencia a una estrategia aceptada a nivel mundial para promover igualdad entre los géneros y el derecho a la no discriminación. Esta mirada nos permite ver la realidad cotidiana de las mujeres, niñas y disidencias en forma ampliada entendiendo cómo los vínculos familiares, laborales y sociales que se establecen, están atravesados por relaciones de poder.

Es pensar la relación entre los géneros de una forma cultural, señalando las diferencias en las oportunidades y en los derechos. Esta perspectiva permite repensar los mandatos, roles y estereotipos; los cuales son asignados por medio de la relación histórica cultural a los hombres y a las mujeres. Siempre binario y excluyente.

Este repensar nos permite vivir con mayor libertad, valorar la diversidad y promover las relaciones de equidad. Hablar de equidad es muy distinto a hablar de igualdad. Cuando pensamos en términos de la igualdad pensamos en dar a cada quien lo mismo; en cambio cuando utilizamos la palabra equidad queremos decir darle a cada quien lo que necesita para acceder a las mismas oportunidades y garantizar los mismos derechos.

Cuando nos vinculamos con otras personas, ya sea en cuestiones personales o bien laborales; debemos ser conscientes si nuestra mirada es o no con perspectiva de género. Tenemos que darle importancia a la forma en la que hablamos, qué estereotipos reproducimos, cuáles son las oportunidades que brindamos, y cuándo somos el principal agente que inhabilita el ser distinto. El no tener perspectiva de género en nuestras vinculaciones y en la forma que nos comunicamos no sólo genera discriminación sino que además sostiene el binarismo y la exclusión a las diversidades.

Reconocer las diferencias y trabajar con ellas es fundamental para promover nuevas formas de vinculación donde todas las personas puedan ser libres para expresar sus gustos, deseos o identidades. Incluir la perspectiva de género en nuestra vida profesional y más aún en nuestra cotidianidad implica repensar la teoría binaria hombre / mujer como la única posibilidad posible de elección rompiendo con la rigidez de estas categorías y reflexionando sobre la libertad.

Mirar con perspectiva de género, es una tarea constante y reflexiva. El mayor desafío es internalizarla y hacer uso de esta, transversalmente a nuestras prácticas, sea cual fuere el lugar desde donde la estemos desarrollando.

La práctica profesional, sobre todo las que derivan de las ciencias sociales, debería incorporar como se expresan las relaciones sociales y cómo se distribuyen las funciones de cada uno de los géneros, en un escenario en particular y desde su singularidad. Esta incorporación tiene que ver con visibilizar las diferencias y problematizar los tipos de violencia de género, los cuales discriminan y segregan, que se observan en la práctica. De ninguna manera este trabajo tiene que ser de una sola persona, necesitamos que los equipos intra e interdisciplinarios formen espacios colectivos de debate y que se apoyen desde cada profesión en fomentar formas de vinculaciones más equitativas y justas.

Descarga la Guía práctica para la incorporación
de la perspectiva de género en salud de la OMS

Referencias bibliográficas

  • BÁSICA, G. Protocolo para entender, prevenir y reducir la violencia entre pares en las instituciones educativas.
  • Guzzetti, L. (2012). La perspectiva de género. Aportes para el ejercicio profesional. Revista Debate público. Reflexión de trabajo social, 2(4), 107-113.
  • Lama, M. (2013). El género. La construcción cultural de la diferencia sexual. México: Librero.
  • Lamas, M. (1996). La perspectiva de género. Revista de Educación y Cultura de la sección, 47, 216-229.
  • Ortiz-Gómez, T., Birriel-Salcedo, J., & Ortega del Olmo, R. (2004). Género, profesiones sanitarias y salud pública. Gaceta sanitaria, 18(4), 189-194.

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La motivación sexual femenina podría variar considerablemente con el uso de anticonceptivos hormonales

  • Maria Fernanda Alonso
  • 11/11/2020

Una investigación reciente encontró que durante el ciclo ovulatorio, la acción de las hormonas ováricas se relaciona con cambios en la psicología sexual de las mujeres, quienes suelen experimentar mayor interés en el sexo no comprometido. Sin embargo, esto no sucedería entre las mujeres que toman anticonceptivos hormonales (Shirazi et al., 2019).

Metodología

El equipo de investigadores comparó a 276 mujeres que usaban anticonceptivos hormonales al momento de desarrollarse el estudio, con 353 mujeres que no usaban. Las participantes tenían entre 18 y 45 años de edad.

Las mujeres proporcionaron muestras de saliva, que se utilizaron para medir el estradiol, la progesterona y la testosterona, antes de responder preguntas demográficas, preguntas sobre cambios en el uso de anticonceptivos hormonales y preguntas sobre sus comportamientos sexuales, deseos y preferencias. Algunas de ellas volvieron a completar este procedimiento entre 1 y 3 meses después de la primera sesión.

Hallazgos

Los resultados obtenidos indicaron que los cambios en los niveles hormonales predijeron cambios en los intereses sexuales entre las mujeres que no estaban usando anticonceptivos hormonales.

Los autores señalaron que el interés en las relaciones sexuales sin compromiso aumentó a medida que aumentaba el estradiol y disminuía la progesterona en las participantes. Estos resultados son consistentes con la idea de que las hormonas ováricas dirigen el esfuerzo de apareamiento hacia el sexo no comprometido a corto plazo durante la fase fértil del ciclo ovulatorio, sostuvieron.

Además, encontraron que las mujeres con niveles promedio de testosterona más altos tendían a informar mayor deseo sexual general y mayor interés en el sexo sin compromiso

En particular, las mujeres con niveles más altos de estradiol y niveles más bajos de progesterona tenían más probabilidades de informar que tenían fantasías sobre tener relaciones sexuales con alguien con quien no tenían un vínculo romántico comprometido. Pero los cambios en las hormonas no se asociaron con cambios en el deseo sexual general.

Las mujeres que estaban usando anticonceptivos hormonales fueron una condición de control experimental útil, dicen los autores, ya que experimentan fluctuaciones más pequeñas en las hormonas a lo largo del ciclo. El hecho de que los cambios cíclicos no estuvieran presentes entre las usuarias de anticonceptivos hormonales también puede ser importante para las mujeres en edad reproductiva que están decidiendo si utilizar anticonceptivos o qué métodos usar, señalan.

Limitaciones

Los niveles hormonales y la motivación sexual de las participantes fueron medidos dos veces para algunas y solo una vez para otras. Idealmente, estas variables se medirían con más frecuencia, quizás incluso a diario.

Por otro lado, la población abarcada incluyó en gran parte a mujeres en edad universitaria en los Estados Unidos, por lo que no podría asegurarse que los hallazgos puedan encontrarse también en otras poblaciones.

Referencia bibliográfica: Shirazi, T. N., Self, H., Dawood, K., Rosenfield, K. A., Penke, L., Carré, J. M., Ortiz, T., & Puts, D. A. (2019). Hormonal predictors of women’s sexual motivation. En Evolution and Human Behavior (Vol. 40, Número 3, pp. 336-344). https://doi.org/10.1016/j.evolhumbehav.2019.02.002

Fuente: Psypost

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  • Salud Mental y Tratamientos

¿Podemos volvernos adictos a la pornografía?

  • Matías Jensen
  • 12/08/2020

El tema desde un inicio es complejo, no tan solo por cuestiones metodológicas, sino también históricas y morales. Y es que después de la llamada revolución sexual, que buscaba dejar atrás un largo pasado judeocristiano que conceptualizaba el sexo como una cuestión tabú y limitado a su función reproductiva, la sexualidad se fue convirtiendo paulatinamente en un tema situado en el centro del debate. Era hora de liberar ataduras, mostrar la piel, hacer el amor y comenzar a hablar sobre lo que antes callábamos. La industria de la pornografía aparece como una respuesta en sintonía con esas ansias de liberación.

Sin embargo, la luz incandescente de una revolución y el fragor que ella genera, con frecuencia nos impide reparar en las sombras que la misma revolución puede generar. Y este no es un artículo antipornografía o antisexo, por el contrario, es un intento de aportar en la construcción de una sexualidad consciente, placentera e iluminada por la evidencia neurocientífica y clínica.

La psicología y la ciencia en general están divididas ante la pregunta sobre la adicción a la pornografía. En los extremos del espectro están por un lado quienes aseguran que el uso de la pornografía es siempre saludable, permitiendo la exploración y ampliación de la experiencia sexual, ya sea personal o de pareja, y por otro están quienes aseguran que la pérdida de control en el uso de pornografía es algo tan real como la adicción a la cocaína o la ludopatía.

La grieta que se ha formado entre ambos grupos se ha ido agrandando con los años al punto que el sector defensor de la pornografía califica al otro de “pseudocientífico, sesgado y fanático religioso” mientras que el grupo aludido responde llamándolos “apologistas del porno” y los compara con aquellos doctores de los años 50 y 60 que defendían a la industria tabaquera asegurando que el cigarrillo era una sustancia inocua e incluso recomendaban su uso para la mejora del catarro común. La comparación en un comienzo puede parecer exagerada, pero después de todo, la industria de la pornografía, según la revista Forbes, genera la nada despreciable suma de $60.000 millones de dólares al año, lo que equivaldría a más o menos todo el PIB anual de Uruguay.

Algunos autores señalan que la clave para entender cómo es que la pornografía podría estar relacionada con conductas adictivas, radica en el concepto de super estímulo. Este concepto refiere a un estímulo, normalmente inexistente en el ambiente natural, que aprovecha las tendencias cognitivas preexistentes en un individuo para secuestrar su atención. Por ejemplo, un confundido escarabajo australiano siempre preferirá aparearse con una botella marrón de cerveza que con una hembra dispuesta a copular, esto porque la forma de la botella y la manera en que el sol se refleja en ella engañan al escarabajo haciéndole pensar que está en presencia de una especie de “super hembra” increíblemente atractiva.

En parte, sería este mismo proceso el que podría estar interviniendo en el desarrollo de conductas adictivas o compulsivas con relación al consumo de pornografía. El internet de alta velocidad ha permitido el acceso instantáneo a un sinnúmero de “potenciales parejas” virtuales siempre dispuestas a mantener un “contacto sexual”, generando un contexto de novedad permanente que para algunos individuos se vuelve más deseable que una relación o contacto físico sexual con una persona real.

Por ejemplo, un estudio liderado por Valerie Voon (2014) en la Universidad de Cambridge comparó la reactividad neuronal de individuos con diagnóstico de comportamiento sexual compulsivo (CSC) asociado al abuso de pornografía (n=19) e individuos sin dicho diagnóstico (n=19).

Al igual que en el caso de las adicciones a la cocaína o el alcohol, el grupo de individuos con CSC se asoció a una mayor reactividad neuronal de áreas cerebrales involucradas en los procesos de adicción al presentarles material sexual explícito. Estas áreas son el estrato ventral, involucrado en el procesamiento de la recompensa y la motivación, el cíngulo dorsal anterior, relacionado a la anticipación de las recompensas y el deseo de drogas, y la amígdala, implicada en el procesamiento emocional de los eventos.

Al respecto Voon señala que “hay claras diferencias en la actividad cerebral entre los pacientes que tienen un comportamiento sexual compulsivo y los voluntarios sanos. Estas diferencias reflejan las de los drogadictos”. Al mismo tiempo, advierte que mayor evidencia es necesaria para generar conclusiones definitivas.

Además, los resultados del estudio se ajustarían a los modelos de adicción que indican la existencia de mayores niveles de motivación por la droga, pero menores niveles de satisfacción ante su uso. Es decir, los sujetos del grupo con CSC mostraron un mayor deseo al ser presentados con material sexual pero menores niveles de satisfacción en su uso. Esto se condice con los reportes clínicos de varios estudios (Ward, 2013; Park et al, 2016; Sniewski & Farvid, 2020), en donde los sujetos reportan la búsqueda de géneros o escenas cada vez más explícitas, perfeccionadas, violentas o chocantes para poder alcanzar los niveles de excitación requeridos para el orgasmo. Además, en estos casos clínicos al igual que en el estudio de Voon, los sujetos con comportamiento sexual compulsivo asociado a la pornografía reportaron una mayor cantidad de problemas de disfunción eréctil y dificultad o imposibilidad para alcanzar el orgasmo con parejas sexuales reales, un fenómeno que muchos han comenzado a denominar disfunción eréctil inducida por pornografía (Bancroft & Janssen, 2007; Begovic, 2017).

Entre quienes se oponen a la idea de que el uso de porno pueda generar conductas adictivas y problemas relacionados a la salud sexual, se encuentra la ex investigadora de la Universidad de California (UCLA) Nicole Prause. En un estudio utilizando electroencefalograma (Steele, 2013), el equipo donde Prause participaba señaló no haber encontrado mayores niveles de activación neuronal ante fotografías que contenían material sexual en aquellos individuos que reportaban un excesivo uso de pornografía. Los autores agregan que la única correlación existente fue entre mayor reactividad neuronal y mayores niveles subjetivos de deseo sexual, sugiriendo que la conducta excesiva o hipersexual se debe simplemente a mayores niveles de líbido.

Sin embargo, múltiples son los autores que critican el estudio por sus errores metodológicos, como la falta de un grupo control, y señalan que los investigadores obtuvieron los resultados correctos pero las conclusiones erróneas, ya que en realidad el estudio sí encontró una mayor reactividad neuronal ante el estímulo pornográfico, lo cual sería lo esperable en cualquier tipo de conducta adictiva. No solo eso, además omiten una correlación impactante. Estos sujetos que declaraban uso excesivo de pornografía se correlacionaron con menores niveles de deseo hacia una pareja sexual real. En síntesis, encontraron los mismos resultados que el estudio de Voon en Cambridge, pero concluyeron exactamente lo opuesto.

Un segundo estudio de Prause (Prause et al, 2015) esta vez señala que se encontró una menor reactividad neuronal ante fotografías “soft porn” en individuos que tenían dificultad regulando su uso de pornografía, lo que según la autora, desestima la teoría de la adicción al porno. La crítica de varios de sus pares señala que en realidad lo que Prause encontró fue una desensibilización hacia material fotográfico estático y de menor intensidad, lo cual a su juicio debiera ser interpretado como evidencia que apoya el modelo de adicción (puedes leer las críticas al trabajo de Prause aquí)

Por ahora, el debate sigue abierto en torno a la pregunta de si las personas pueden desarrollar conductas adictivas por el uso de pornografía, sin embargo, no se deben tomar a la ligera sus potenciales consecuencias negativas en la salud sexual de las personas, sean estas generadas por una adicción u otro fenómeno distinto.

Lista de referencias:

  • Bancroft, J., & Janssen, E. (2000). The dual control model of male sexual response: A theoretical approach to centrally mediated erectile dysfunction. Neuroscience and Biobehavioral Reviews, 24(5), 571–579. https://doi.org/10.1016/S0149-7634(00)00024-5
  • Begovic, H. (2019). Pornography Induced Erectile Dysfunction Among Young Men. Dignity: A Journal on Sexual Exploitation and Violence, 4(1). https://doi.org/10.23860/dignity.2019.04.01.05
  • Park, B. Y., Wilson, G., Berger, J., Christman, M., Reina, B., Bishop, F., … Doan, A. P. (2016). Is internet pornography causing sexual dysfunctions? A review with clinical reports. Behavioral Sciences, 6(3). https://doi.org/10.3390/bs6030017
  • Prause, N., Steele, V. R., Staley, C., Sabatinelli, D., & Hajcak, G. (2015). Modulation of late positive potentials by sexual images in problem users and controls inconsistent with «porn addiction». Biological psychology, 109, 192–199. https://doi.org/10.1016/j.biopsycho.2015.06.005
  • Steele, V. R., Staley, C., Fong, T., & Prause, N. (2013). Sexual desire, not hypersexuality, is related to neurophysiological responses elicited by sexual images. Socioaffective Neuroscience & Psychology, 3(1), 20770. https://doi.org/10.3402/snp.v3i0.20770
  • Voon, V., Mole, T. B., Banca, P., Porter, L., Morris, L., Mitchell, S., … Irvine, M. (2014). Neural correlates of sexual cue reactivity in individuals with and without compulsive sexual behaviours. PLoS ONE, 9(7). https://doi.org/10.1371/journal.pone.0102419
  • Ward, A. F. (2013). Supernormal: How the Internet Is Changing Our Memories and Our Minds. Psychological Inquiry, 24(4), 341–348. https://doi.org/10.1080/1047840X.2013.850148

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Alemania presenta proyecto de ley para prohibir la terapia de conversión sexual

  • David Aparicio
  • 09/01/2020

Alemania da un paso adelante en la protección de los derechos humanos, y presenta un proyecto de ley que busca prohibir la terapia de conversión sexual con sanciones que van hasta un año de prisión. Esta medida sigue el ejemplo de otros países como Estados Unidos e Inglaterra donde ya se han aplicado medidas para prohibir esta peligrosa práctica inhumana.

La BBC presenta el informe:

La ley tiene la intención de detener a los grupos que ofrecen el servicio, que afirma ser capaz de cambiar la orientación sexual de una persona, a menores de 18 años.

Cualquier violación podría resultar en una multa o hasta un año de prisión.

La investigación sugiere que la práctica controvertida puede conducir a la depresión y aumentar el riesgo de suicidio. Según el proyecto de ley publicado el lunes, los adultos que consienten pueden solicitar el servicio en Alemania, pero tendrían que demostrar que no habían sido engañados, coaccionados o amenazados de participar._ 

La medida fue anunciada por el ministro de Salud de Alemania, Jens Spahn, quien dijo que la «terapia de conversión gay» enferma a las personas, no bien, informó el periódico alemán Deutsche-Welle.

Fuente: BBC

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El consumo de alcohol incrementa más el riesgo de arrepentimiento después del sexo que la marihuana o el éxtasis

  • David Aparicio
  • 28/11/2019

Cuando hablamos de drogas el foco de atención y prevención se localiza en las drogas no legales y se pierde la atención de los peligros y repercusiones nocivas que trae el consumo de unas de las drogas más consumidas y letales como el alcohol.

Una gran cantidad de investigaciones demuestran que el consumo de drogas incrementa el riesgo de conductas sexuales de riesgo pero pocas o casi ninguna había podido establecer el riesgo por separado del consumo de drogas más populares.

Para entender con mayor precisión y establecer lineamientos y recomendaciones más concretas los investigadores del New York University llevó a cabo una investigación que fue publicada en la revista Psychology & Sexuality, que examinó la experiencia de arrepentimiento luego de que las personas consumieran estas drogas.

El consumo de alcohol hacia sentir a las personas mucho más atractivas y atraídas a las otras personas que el consumo de marihuana y éxtasis

Para llevar a cabo el estudio los investigadores salieron por la noche a una serie de clubes nocturnos y festivales en la ciudad de Nueva York y entrevistaron a 679 jóvenes que tenían entre 18-25 años de edad.

Al revisar las respuestas se hizo evidente que el consumo de alcohol, una droga ampliamente utilizada y promocionada en nuestra sociedad, era la que generaba mayor riesgo de conductas sexuales, haciendo sentir a las personas mucho más atractivas y atraídas a las otras personas que el consumo de marihuana o éxtasis. En orden de deseo sexual el alcohol y el éxtasis incrementaron más el deseo sexual que la marihuana. Y por otro lado el consumo de éxtasis se asoció con mayor placer sexual y un incremento de la sensibilidad corporal.

Al comparar las respuestas por genero, los varones describieron que el alcohol y el éxtasis se asociaba con mayor frecuencia con la disfunción sexual que la marihuana. En cambio para las mujeres el éxtasis se asoció con mayor frecuencia con la disfunción sexual que el alcohol.

Como es evidente, la investigación se basó en los reportes de los jóvenes y esto trae limitaciones importantes. Primero porque las personas suelen consumir varios tipos de drogas al mismo tiempo y el autoreporte no puede diferenciar a nivel celular qué tipo de drogas afectó directamente la conducta sexual de los participantes. Así también de la misma manera el consumo de drogras afecta la memoria de los participante, por lo tanto es probable que los reportes no hayan sido muy precisos.

De todas maneras este tipo de estudios aporta información valiosa para que se pueda diferenciar los efectos que tienen los diferentes tipos de drogas y que podamos reflexionar y pedir cambios en las políticas publicas en cuanto a la promoción de las drogas legales.

Referencia bibliográfica: Joseph J. Palamar, Marybec Griffin-Tomas, Patricia Acosta, Danielle C. Ompad & Charles M. Cleland (2018) A comparison of self-reported sexual effects of alcohol, marijuana, and ecstasy in a sample of young adult nightlife attendees, Psychology & Sexuality, 9:1, 54-68, DOI: 10.1080/19419899.2018.1425220

Fuente: Psypost

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