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Tecnología

7 Publicaciones
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Son efectivas las aplicaciones de salud mental?

  • Equipo de Redacción
  • 28/04/2022

Las aplicaciones de salud mental están en auge y las empresas lo saben. Muchos desarrolladores han aprovechado el nicho de mercado para lanzar distintas plataformas, aunque no siempre están confeccionadas en base a la psicología científica. Una meta-revisión sobre intervenciones basadas en teléfonos móviles para la salud mental muestra evidencia limitada de su efectividad general, pero los resultados son «muy sugerentes» de algunos beneficios (Goldberg et al., 2022). Otras investigaciones señalan que algunas aplicaciones pueden mejorar el proceso terapéutico, cuando se usan adecuadamente (Wang et al., 2018).

Se espera que el mercado de aplicaciones de salud mental supere los 3300 millones de dólares para 2027, lo que marca una tasa de crecimiento anual del 20,5 % a partir de 2021. Según la Asociación Americana de Psicología (APA), el creciente interés entre las empresas de capital privado que invierten en aplicaciones de salud mental se ha visto impulsado en gran medida por la pandemia de COVID-19.

Informes recientes sugieren que existen hasta 20.000 aplicaciones de salud mental en la actualidad, con Headspace y Calm entre las opciones más utilizadas.

Examinando la efectividad de las aplicaciones de salud mental

La meta-revisión mencionada analizó la efectividad de las intervenciones basadas en teléfonos móviles para síntomas de salud mental que incluyen: ansiedad, depresión, estrés y dejar de fumar. La revisión incluyó los resultados de 14 metanálisis con 47.940 participantes en 145 ensayos controlados aleatorios. Los autores analizaron una amplia gama de intervenciones basadas en teléfonos móviles, como:

  • aplicaciones de meditación
  • aplicaciones basadas en terapia cognitiva conductual (TCC)
  • intervenciones basadas en mensajes de texto
  • aplicaciones para dejar de fumar

Las citas de terapia virtual con profesionales de la salud mental no formaron parte del estudio.

Qué encontraron

Según los datos analizados, los investigadores no encontraron evidencia convincente de que las intervenciones basadas en teléfonos móviles trataran de manera efectiva los síntomas de las personas.

Sin embargo, los resultados mostraron «evidencia altamente sugerente» de que las intervenciones basadas en teléfonos móviles tenían el potencial de mejorar los síntomas de ansiedad, depresión y estrés. También sugirieron que las intervenciones basadas en mensajes de texto podrían ayudar a las personas a dejar de fumar. Los investigadores recomendaron que se realicen más investigaciones para explorar estas vías. 

Si bien investigaciones anteriores sugieren algún beneficio para las intervenciones basadas en teléfonos inteligentes, la alianza terapéutica entre el cliente y el terapeuta sigue siendo ventajosa para la eficacia general del tratamiento, señalan los autores. La conexión persona a persona es particularmente poderosa, especialmente cuando se lucha con problemas de salud mental.

A medida que la tecnología para las intervenciones basadas en teléfonos inteligentes continúa desarrollándose, los métodos empleados podrían producir mejores resultados, señalan los autores. Por ejemplo, los algoritmos basados ​​en el aprendizaje automático podrían personalizar el contenido para adaptar la experiencia terapéutica de un individuo.

También es posible que estas intervenciones sean modestamente efectivas en promedio, y que algunas intervenciones, como las basadas en TCC, puedan ser más efectivas que otras. Esto genera la posibilidad de que algunas personas se beneficien mucho mientras que otras se benefician muy poco con estos métodos, así como la posibilidad de que las tecnologías sean una primera línea útil de asistencia o prevención.

¿Existen riesgos al usar aplicaciones de salud mental?

Uno de los mayores desafíos en el campo de las aplicaciones de salud mental es la falta de estandarización y regulación, lo que incluye investigaciones, pruebas y exámenes rigurosos.

Como tal, algunos críticos se han referido a la industria de las aplicaciones de salud mental como el «salvaje oeste de la terapia«.

Muchas aplicaciones de salud mental no tienen sus raíces en la ciencia psicológica, y algunas difunden información errónea sobre la salud mental o conducen a resultados adversos. Los posibles riesgos asociados con las apps de salud mental pueden incluir cualquier cosa, desde un aumento de la sintomatología hasta el desinterés por el proceso terapéutico. La principal preocupación no sería que estas aplicaciones no ayuden en absoluto, sino que en realidad causen daño.

¿Quién se beneficia con las aplicaciones de salud mental?

Según el estudio, las intervenciones basadas en teléfonos móviles podrían considerarse una forma rentable de reducir los síntomas de salud mental y ayudar a las personas a dejar de fumar. También señala que se necesita más investigación sobre cuán efectivas pueden ser estas intervenciones para los jóvenes que actualmente viven impulsados ​​digitalmente. En principio, estas intervenciones podrían ser más útiles para los “nativos digitales” en comparación con algunos adultos. Y, a su vez, otros grupos que tienen menos probabilidades de buscar terapias tradicionales, como los hombres, también pueden beneficiarse. Del mismo modo, para las personas de comunidades de color, esta podría ser una intervención que salve parte de esa brecha de equidad en salud.

Otras ventajas

Las aplicaciones de salud mental tienen el potencial de llegar a poblaciones más grandes que la psicoterapia tradicional. Incluso antes de la pandemia, el campo de atención en salud mental enfrentaba una escasez de mano de obra importante, lo que resultó en un gran nivel de necesidades insatisfechas de intervenciones en salud mental.

Los autores exhortan a pensar de manera más innovadora sobre el modo de abordar la salud pública en cada nación. La tecnología es un camino claro para hacerlo porque es más accesible; y puede ser más asequible.

Como señala un artículo reciente de la APA, las aplicaciones de salud mental también pueden llevar a más personas a la terapia, y también podrían ayudar a eliminar las barreras relacionadas con el estigma, ya que se pueden usar con cierto grado de anonimato, en comparación con una visita al consultorio de un psicoterapeuta.

Usar aplicaciones de salud mental de manera segura

Es importante tener en cuenta que las aplicaciones de salud mental no están destinadas a sustituir hablar con un terapeuta o recibir tratamiento médico. Algunas personas usan ambas herramientas juntas. La investigación sugiere que las aplicaciones de salud mental pueden mejorar el proceso terapéutico cara a cara con un profesional (Marshall et al., 2020).

Los sitios web como One Mind PsyberGuide evalúan y califican diferentes aplicaciones de salud mental para brindar más información a los consumidores, en lugar de quedarse simplemente con las calificaciones de estrellas en la tienda de aplicaciones.

También es recomendable averiguar cómo utilizará tus datos una determinada aplicación de salud mental, y si se venden o protegen.

Referencias bibliográficas:

  • Goldberg, S. B., Lam, S. U., Simonsson, O., Torous, J., & Sun, S. (2022). Mobile phone-based interventions for mental health: A systematic meta-review of 14 meta-analyses of randomized controlled trials. PLOS Digital Health, 1(1). https://doi.org/10.1371/journal.pdig.0000002
  • Marshall, J. M., Dunstan, D. A., & Bartik, W. (2020). Effectiveness of Using Mental Health Mobile Apps as Digital Antidepressants for Reducing Anxiety and Depression: Protocol for a Multiple Baseline Across-Individuals Design. JMIR Research Protocols, 9(7), e17159. https://doi.org/10.2196/17159
  • Wang, K., Varma, D. S., & Prosperi, M. (2018). A systematic review of the effectiveness of mobile apps for monitoring and management of mental health symptoms or disorders. En Journal of Psychiatric Research (Vol. 107, pp. 73-78). https://doi.org/10.1016/j.jpsychires.2018.10.006

Fuente: Psychcentral

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  • Artículos Recomendados de la Web

La tecnología no te hace más tonto

  • David Aparicio
  • 07/08/2021

Investigación y Ciencia comparte los resultados de una valiosa investigación que contradice directamente la creencia muy difundida de que la tecnología nos hace más tontos:

A pesar de los titulares, no hay pruebas científicas que demuestren que los teléfonos inteligentes y la tecnología digital perjudiquen nuestras capacidades cognitivas biológicas, señala en un comunicado de prensa Anthony Chemero, experto en comportamiento social de la Universidad de Cincinnati y coautor del artículo publicado en Nature Human Behaviour. En su trabajo, este profesor de filosofía y otros investigadores de la Universidad de Toronto exponen la evolución de la era digital y explican cómo la tecnología inteligente complementa el pensamiento, ayudándonos a sobresalir. «Parece que los teléfonos inteligentes y la tecnología digital cambian la forma en que utilizamos nuestras capacidades cognitivas biológicas», explica Chemero. Y añade: «Estos cambios son beneficiosos desde un punto de vista cognitivo».

Referencia: Technology may change cognition without necessarily harming it. Lorenzo Cecutti, Anthony Chemero y Spike W. S. Lee, publicado en línea en Nature Human Behaviour, el 1 de julio de 2021.

Puedes leer el artículo completo en Investigación y Ciencia.

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  • Artículos Recomendados de la Web

El móvil no está dañando la salud mental de los adolescentes

  • David Aparicio
  • 22/01/2020

Con excesiva frecuencia hemos escuchado que los celulares están dañando el cerebro de los adolescentes y que esta tecnología “casi diabólica” es la responsables de los trastornos mentales de la juventud. Bueno, en Psyciencia hemos advertido la falta de evidencia que tiene esa idea, y en el día de hoy Jordí Pérez Colomé publicó en el diario El País, un reporte de dos estudios que explican por qué no tenemos datos para culpar a la tecnología digital:

(…) Hay un miedo sustancialmente exagerado de las tecnologías digitales», dice por email Amy Orben, investigadora en psicología experimental de la Universidad de Cambridge. «Pero apenas tenemos evidencia por ahora de que el tiempo pasado ante una pantalla –en total– impacte negativamente a la mayoría de la población infantil», añade.

El pánico se ha convertido en un modo de ganar dinero para algunos. «La teoría del miedo sobre la tecnología se ha convertido en una industria casera para vender libros, charlas y consultoría», dice Andrew Przybylski, director de investigación del Oxford Internet Institute y uno de los grandes expertos en jóvenes y móviles. Pero eso no es sensato para nadie, sobre todo para las preocupaciones de los padres, añade: «Lo mejor es no tratar la tecnología como una ‘caja negra’. Intentemos tratar esta actividad como ir en bicicleta, con sus riesgos y recompensas: implícate y elabora una idea realista sobre lo que está bien y cuándo para tus chicos».

La razón por la que la tecnología digital ha sido erróneamente identificada como la causa de todos los males:

Orben ve un motivo casi evolutivo para esta asignación de culpas al primer sospechoso. Es una razón repetida en la historia, donde lo nuevo es malo porque los viejos de esta generación no lo vivieron de jóvenes: «La preocupación por tecnologías nuevas que cambian nuestra sociedad es normal, una podría decir que tienen un beneficio evolutivo al hacernos más cautos a cambios bruscos. No tiene que sorprendernos que ahora estemos preocupados por las pantallas porque antes lo estuvimos por la adicción a la radio, las novelas románticas y la imprenta», dice.

Como todas las narrativas, la corrección del pánico inicial suele llevar más tiempo y evidencia, que aún no ha llegado. No es extraño: el iPhone es de 2007. Apenas ha pasado una década. Incluso a la velocidad que ocurren ahora los cambios, es poco tiempo para entender las consecuencias de su llegada.

El tiempo de pantalla no es una medida precisa:

(…) el tiempo de pantalla significa poco. La obsesión de los mayores es que el tiempo ante una pantalla es perdido ante la aparente belleza del mundo real. Puede ser. Pero lo que es seguro es que no todo el tiempo de pantalla es igual. Las apps que miden el tiempo de pantalla fustigan igual a sus usuarios por ver vídeos, jugar a videojuegos (ya sea Fortnite o para aprender a programar), responder a vídeos de amor en TikTok, leer la Divina Comedia o hacer un Skype con el abuelo.

Pero eso es injusto y poco científico. «Cuando hablamos de tiempo de pantalla hacemos la media de una uso muy amplio de tecnologías distintas, y eso puede ser uno de los problema que limita nuestro conocimiento», dice Orben. «Ahora mucha de nuestra conversación social sobre tiempo de pantalla lo junta todo, lo que debe tener un efecto consistente. No debe sorprendernos si no encontramos resultados notables», añade.

Todo vuelve a demostrar la necesidad que tenemos en en psicología de revisar la evidencia con precisión antes de salir a prevenir. Es cierto que hay estudios que hallaron una relación entre el tiempo del uso del celular y la salud mental de los adolescentes, pero hay que recordar — como se resaltó en el artículo de El País – que esas investigaciones tenían grandes limitaciones que no permiten tomarlas como pruebas.

Lee el artículo completo en El País.

Los artículos científicos mencionados en el reporte:

  • Odgers, C.L. and Jensen, M.R. (2020), Annual Research Review: Adolescent mental health in the digital age: facts, fears, and future directions. J Child Psychol Psychiatr. DOI:10.1111/jcpp.13190
  • Orben, A. (2020). Teenagers, screens and social media: a narrative review of reviews and key studies. Social Psychiatry and Psychiatric Epidemiology. DOI: 10.1007/s00127

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Detox de las redes sociales no mejora tu bienestar, según nuevo estudio

  • David Aparicio
  • 11/12/2019

La moda del detox ha llegado con fuerza. Ya no solo hay que tomar batidos verdes y tés para desintoxicarnos de toda la supuesta inmundicia que consumimos, sino que también hay que abstenerse de las redes sociales porque supuestamente nos hacen más infelices, depresivos, solitarios y ansiosos.

Eso lo que nos dicen todos los dias en los medios, charlas y conferencias. El problema con la idea del detox tecnológico – y con el de los batidos también pero es tema para otro artículo – es que está basada en un cuerpo de evidencia contradictoria. Por un lado tenemos un grupo de estudios, en su mayoría correlacionales y retrospectivos, que han encontrado una débil relación, relación entre el uso de las redes sociales y efectos negativos, y otro grupo de investigaciones que no han encontrado tales efectos negativos.

¿Qué efectos podemos encontrar si elegimos activamente apartarnos de las redes sociales para mejorar nuestra salud?

Una nueva investigación de la Universidad de Kansas llevó esta pregunta al laboratorio y estudió directamente qué sucede cuando las personas deciden activamente evitar las redes sociales. Para ello reclutaron a un grupo de adultos y los agruparon en cinco grupos: un grupo que usaba las redes sociales (Facebook, Twitter, Snapchat e Instagram) como lo hacían normalmente (grupo control), otros cuatro grupos que se abstuvieron de utilizarlas por 1, 2, 3 y 4 semanas respectivamente. Para controlar que los participaran cumplieran con la abstinencia, los investigadores crearon cuentas epara chequear la actividad que tenían los participantes en las redes.

Todos los investigadores completaron diariamente un diario que registraba la cantidad de tiempo que pasaban haciendo diversas actividades durante el día: comer, trabajar, ver televisión, hablar con amigos, etc. También completaron una serie de cuestionarios psicométricos para evaluar el bienestar, calidad de vida y soledad. Al final se excluyeron a todos los participantes que no pudieron abstenerse de usar las redes por el tiempo acordado y la muestra final quedó reducida a 130 participantes.

Los autores revisaron los datos y buscaron algún tipo de relación entre la evitación de las redes sociales y un posible incremento en el bienestar de las personas, pero los datos no mostraron ningún efecto significativamente positivo, ni cuando se abstuvieron de usar las redes por 1 o 4 semanas.

Los resultados refuerzan el argumento de que la evidencia de los efectos nocivos de las redes sociales es contradictoria, que no tenemos datos rigurosos para culpabilizar a las redes sociales como causa de los problemas de salud mental y que tenemos que interpretar con mayor escrutinio las investigaciones correlacionales que reportan la influencia negativa de las redes sociales y debemos ser muy cuidados a la hora de decir tajantemente que el uso de redes sociales se relaciona con depresión, síntomas negativos, etc, porque la evidencia presentada a este momento es insuficiente.

Referencia del estudio original:Jeffrey A. Hall, Chong Xing, Elaina M. Ross & Rebecca M. Johnson (2019) Experimentally manipulating social media abstinence: results of a four-week diary study, Media Psychology, DOI: 10.1080/15213269.2019.1688171

Fuente: BPS

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  • Salud Mental y Tratamientos

Nuevo estudio cuestiona la idea de que pasar mucho tiempo en las redes sociales empeora la depresión y ansiedad

  • David Aparicio
  • 28/10/2019

Uno de los temas más frecuentes cuando se habla de salud mental de los niños y adolescentes es el tiempo que pasan al frente de las pantallas. Dichas consideraciones son validas teniendo en cuenta que estas tecnologías han traído una serie de cambios en nuestros hábitos de conducta. En números: el tiempo que los adolescentes le dedican a las redes sociales se ha incrementado en un 62.5% desde el año 20121 y en promedio los adolescentes pasan 2.6 horas al día revisando las redes sociales.

Al no entender bien cual es el efecto que esto podría causar en la salud de los adolescentes y basados en una serie de estudios que sugerían que pasar mucho tiempo al frente de la pantalla puede incrementar el riesgo de sufrir depresión y ansiedad, se publicaron guías y se prepararon charlas que ponen énfasis en la restricción del uso del celular y las redes sociales.

Pero no todos los investigadores estaban de acuerdo con estas recomendaciones y argumentaron que los datos utilizados tenían deficiencias metodológicas que no permiten establecer con precisión una relación entre la cantidad de tiempo en las redes y su efecto en la salud mental. Estos investigadores alertaron que para obtener el tiempo promedio y bienestar de los niños y adolescentes las investigaciones se basaron en reportes de los padres. Estos informes no suelen ser muy fiables porque son maleables a la percepción de los padres y no son síntomas clínicos en sí; Los análisis tampoco categorizaban la información entre los dispositivos que usaban los niños y adolescentes. No importaba si se la pasaban 3 horas viendo tv o 3 horas usando una tableta; otra restricción importante, y relacionada con la anterior, es que las guías se basaron en estudios que solo evaluaban el tiempo de uso pero no consideraban la función de la conducta, cómo las usaban o para qué. Esta es una limitación importante que no se puede dejar de lado porque una persona puede pasar mucho tiempo en las redes haciendo scroll mientras que otra puede pasar la misma cantidad de tiempo interactuando con sus amigos, planificando actividades y compartiendo con ellos. Lo que incrementa su sentido de pertenencia con su grupo de pares y lo compromete en actividades que son importantes para él o ella.

Para intentar descifrar esta relación y evitar algunas de las limitaciones anteriores, la Dra. Sara Coyne y su equipo de la Universidad de Brigham Young University desarrolló un estudio longitudinal de 8 años de duración, que fue publicado en la revista Computers in Human Behavior. En esta investigación Coyne y su equipo pusieron a prueba las siguiente pregunta: ¿La depresión y/o ansiedad de los adolescentes empeorará si pasan más tiempo en las redes sociales?

¿La respuesta? No. La investigación no encontró que el tiempo que pasaban en las redes sociales empeorara o mejorara ni los síntomas depresivos ni los ansiosos.

Esta investigación no pudo encontrar evidencia que apoye la hipótesis de que pasar mucho tiempo en las redes sociales influencia la salud mental a largo plazo

La investigación evaluó a a 500 adolescentes que tenían entre 13 y 20 años de edad. A diferencia de estudios anteriores esta investigación no se basó en los reportes de los padres sino que evaluó directamente las respuestas a un completo cuestionario que los adolescentes respondían una vez al año durante un lapso de 8 años. Y también se les aplicó escalas para evaluar los síntomas depresivos y de ansiedad. Los resultados fueron analizados a nivel individual, lo que permitió evaluar minuciosamente si existe o no alguna correlación entre las dos variables.

Al analizar los resultados los investigadores encontraron que los adolescentes de 13 años reportaron una media de uso de 31-60 minutos por día. Esto incrementaba a medida que iban entrando en la adultez alcanzando una media de 2 horas por día. Las niñas reportaron pasar más tiempo en las redes que los niños. Los adolescentes también reportaron menos niveles de síntomas depresivos y ansiedad, pero estos niveles también incrementaron durante la adolescencia. En general, las niñas reportaron mayores síntomas depresivos y de ansiedad que los varones.

Por otro lado, no hubo asociación entre el tiempo que pasaban usando las redes sociales y la salud mental de los participantes. La mayoría de los adolescentes aumentó el tiempo que usaba las redes pero no se incrementó el riesgo de depresión ni de ansiedad. Tampoco se encontró una relación inversa. Los autores concluyen que esta investigación no pudo encontrar evidencia que apoye la hipótesis de que pasar mucho tiempo en las redes sociales empeore o mejore la salud mental a largo plazo.

Por supuesto los investigadores no están diciendo que hay que darle rienda suelta a los adolescentes sin establecer limites que los ayuden a no desenfocarse de sus responsabilidades como las de la escuela o el hogar, sino que es hora de que empecemos a ver más allá un simple promedio de horas de uso y que hagamos un análisis más concienzudo de nuestros patrones de conducta con una tecnología que ha llegado para quedarse.

Referencia bibliográfica: Sarah M. Coyne, Adam A. Rogers, Jessica D. Zurcher, Laura Stockdale, McCall Booth. Does time spent using social media impact mental health?: An eight year longitudinal study. Computers in Human Behavior, 2019; 106160 DOI: 10.1016/j.chb.2019.106160

Fuente: Psychcentral


  1. Obviamente esto se debe a la popularización de los celulares con acceso a internet. ↩

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Desarrollan nuevo dispositivo que podría contribuir al diagnóstico de autismo

  • Maria Fernanda Alonso
  • 17/07/2019

La detección temprana del autismo puede ser muy importante, tanto para quien lo presenta como para su familia. 

Un estudio encontró que la estabilidad del diagnóstico era alta a partir de los 14 meses. Una vez realizado el diagnóstico las probabilidades de mostrar niveles típicos a los 3 años se veía reducida (Pierce et al., 2019) Pero el diagnóstico suele realizarse en promedio a los 4 años, y es aún más difícil el diagnóstico de autismo en las mujeres. 

Son interesantes los resultados de una nueva investigación que utilizó un dispositivo infrarrojo de seguimiento ocular para ayudar a mejorar la precisión y la puntualidad para la detección del trastorno del espectro autista (TEA) en niños (Sadria, Karimi, & Layton, 2019).

En el estudio, los investigadores de la Universidad de Waterloo caracterizaron cómo los niños con TEA escanean la cara de una persona de manera diferente a un niño neuro-típico. Sobre la base de los hallazgos, los investigadores pudieron desarrollar una técnica que considera cómo un niño con TEA hace la transición de una parte de la cara de una persona a otra. 

Según los desarrolladores, el uso de esta tecnología hace que el proceso de diagnóstico sea menos estresante para los niños y, si se combina con los métodos manuales existentes, podría ayudar a los médicos a evitar un falso positivo en el diagnóstico de autismo.

“Los enfoques actuales para determinar si alguien tiene autismo no son realmente amigables para los niños. Nuestro método permite que el diagnóstico se realice más fácilmente y con menos posibilidad de errores. La nueva técnica se puede utilizar en todos los diagnósticos de TEA, pero creemos que es particularmente efectiva para niños,» dijo el autor del estudio, Mehrshad Sadria, estudiante de posgrado en el Departamento de Matemáticas Aplicadas de Waterloo.

Al desarrollar la nueva técnica, los investigadores evaluaron a 17 niños con TEA y 23 niños neuro-típicos. Las edades cronológicas medias del grupo con TEA y del grupo neuro-típicos fueron 5.5 y 4.8 años, respectivamente.

A cada participante se les mostraron 44 fotografías de caras en una pantalla de 19 pulgadas, integradas en un sistema de seguimiento ocular. El dispositivo infrarrojo interpretó e identificó las ubicaciones en los estímulos a los que cada niño estaba mirando a través de la emisión y el reflejo de la onda del iris.

Las imágenes se dividieron en siete áreas clave de interés (ACI) en las que los participantes enfocaron su mirada: debajo del ojo derecho, ojo derecho, debajo del ojo izquierdo, ojo izquierdo, nariz, boca y otras partes de la pantalla.

Los investigadores querían saber más que cuánto tiempo pasaban los participantes mirando cada ACI, pero también querían saber cómo movían los ojos y escaneaban las caras. Para obtener esa información, utilizaron cuatro conceptos diferentes del análisis de redes para evaluar el grado variable de importancia que los niños asignaron a las siete ACI al explorar las características faciales.

El primer concepto determina el número de otras ACI a las que el participante mueve directamente sus ojos hacia y desde una ACI particular. El segundo concepto analiza con qué frecuencia se involucra un ACI en particular cuando el participante mueve sus ojos entre otros dos ACI tan rápido como fuera posible.

El tercer concepto está relacionado con la rapidez con la que uno puede mover sus ojos de una ACI particular a otras ACI. El cuarto concepto mide la importancia de un ACI, en el contexto del movimiento ocular y el escaneo facial, por el número de ACI importantes con las que comparte transiciones directas.

Actualmente, las dos formas más aceptadas para evaluar el TEA incluyen un cuestionario o una evaluación de un psicólogo. En este artículo podés leer un poco más sobre el ADOS-2, utilizado como herramienta para el diagnóstico de estos trastornos.

“Nuestra técnica no es solo sobre el comportamiento o si un niño se está enfocando en la boca o los ojos. Se trata de cómo un niño mira todo.» Es mucho más fácil para los niños simplemente mirar algo, como la cara animada de un perro, que llenar un cuestionario o ser evaluados por un psicólogo», dijo la Dra. Anita Layton, profesora de Matemáticas Aplicadas, Farmacia y Biología en Waterloo y supervisora de Sadria. Ella también señala que en ocasiones, los comportamientos se deterioran con el tiempo y esto constituye un desafío para los psicólogos pues es posible que el niño comience a mostrar signos de autismo unos años después.

Referencias de los estudios:

Pierce, K., Gazestani, V. H., Bacon, E., Barnes, C. C., Cha, D., Nalabolu, S., … Courchesne, E. (2019). Evaluation of the Diagnostic Stability of the Early Autism Spectrum Disorder Phenotype in the General Population Starting at 12 Months. JAMA Pediatrics. https://doi.org/10.1001/jamapediatrics.2019.0624

Sadria, M., Karimi, S., & Layton, A. T. (2019). Network centrality analysis of eye-gaze data in autism spectrum disorder. Computers in Biology and Medicine, 111, 103332. https://doi.org/10.1016/j.compbiomed.2019.103332

Fuente: PsychCentral

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  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Guía para padres para hablar con sus hijos sobre el uso de la tecnología (PDF)

  • Equipo de Redacción
  • 22/11/2012

En nuestra sociedad hay un cierto acuerdo en señalar que el grupo de mayor riesgo de hacer un uso inadecuado de estas nuevas tecnologías es el de los adolescentes. Las características de esta etapa evolutiva, unidas a la disponibilidad cada vez mayor de acceder a ellas y las ventajas innegables de su uso, les hacen especialmente vulnerables. Los menores de hoy en día son nativos digitales, es decir, que han nacido y crecido con las nuevas tecnologías. Estos aparatos se han convertido en muchos casos en auténticas señas de identidad. Por este motivo, es casi imposible imaginarse a un adolescente que no haga uso de ellas.

En realidad, no es malo que nuestros hijos utilicen estos aparatos, es más, si lo hacen de forma segura y responsable, pueden beneficiarse de las múltiples ventajas que presentan. Sin embargo, llama la atención el creciente número de chicos y chicas que están empezando a hacer un uso inadecuado de ellos.

En muchas ocasiones, los padres o educadores somos testigos de cómo los adolescentes llegan incluso a cambiar sus hábitos y costumbres de vida para adaptarlos a las nuevas tecnologías o para incrementar el uso de éstas. Algunos chicos reconocen haber dejado de quedar con sus amigos por estar más tiempo conectado a Internet, abandonar el equipo de fútbol porque los entrenamientos les quitan tiempo de juego con la consola, haber cogido dinero a sus padres para poder recargar el saldo de la tarjeta de su teléfono móvil, haberse mostrado agresivos con sus padres cuando les piden que apaguen el ordenador, etc.

Por esta razón, desde hace un tiempo estamos apostando por la prevención de este uso inadecuado de las nuevas tecnologías, convencidos de que la mejor manera de evitar un problema es enseñar a los jóvenes a hacer un uso seguro y  responsable de ellas.

El papel de la familia es clave en esta tarea de prevención. El papel de lareto principal de los padres es familia es clave anticiparse, “ir por delante” de la en esta tarea de aparición de los problemas en sus hijos, reducir los posibles riesgos, prevención. detectar las señales de alarma loantes posible y solucionarlos de forma inmediata para que no vayan a más.

Descarga la guía completa en formato PDF: Guía para padres: Habla con ellos de las nuevas tecnologías

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