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Publicaciones por mes

enero 2017

61 Publicaciones
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

No existe un cerebro masculino y uno femenino

  • 31/01/2017
  • David Aparicio

Hemos escuchado una y otra vez la afirmación de que existen diferencias entre el cerebro de los hombres y las mujeres y que muchas de las conductas “características” se deben a esas diferencias estructurales. Sin embargo, un nuevo análisis sostiene que tales diferencias no existen y echa por tierra la distinción cerebral según el sexo.

La teoría del cerebro femenino o masculino proviene del siglo XX, cuando la mayoría de las investigaciones estaban interesadas en las diferencias cerebrales según el sexo y encontraron algunas diferencias como una estría terminal más chica en las mujeres, en comparación con los varones. No obstante, esos estudios eran muy rudimentarios y dependían de observaciones postmortem y cuestionarios poco precisos.

El desarrollo de nuevos instrumentos de imagen cerebral ha permitido que los científicos puedan estudiar con mayor profundidad el cerebro. El ejemplo más reciente de esto proviene de una investigación desarrollada por un equipo de científicos suizos, alemanes e israelíes, publicada en la prestigiosa revista Proceedings of The National Academy of Science (PNAS). En este estudio se examinó, a través de diferentes técnicas de observación neurológicas, las estructuras de los cerebros de 1,400 hombres y mujeres y sus resultados concluyen que no se puede clasificar el cerebro según el sexo, ni a nivel de materia gris, de conexiones neuronales o del grosor de la corteza cerebral. Ellos encontraron que más bien existe un mosaico cerebral en donde todos compartimos ciertas características y que es muy raro encontrar un cerebro determinadamente femenino o masculino.



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todos compartimos ciertas características y es muy raro encontrar un cerebro determinadamente femenino o masculino

En una fase de la investigación se examinó, por medio de la morfometría basada en voxel, el volumen de materia gris en el cerebro de 169 mujeres y 112 hombres y no se encontraron distinciones de volumen según el sexo.

En otra fase se comparó el nivel de conectividad en el cerebro con las imágenes por tensor de difusión y tampoco se encontraron diferencias estadísticamente significativas.

Lo que los investigadores si encontraron es que la mayoría de los cerebros están compuestos por “mosaicos” de características que los hacen comunes.

Así lo explica Daphana Joel, coautora de la investigación:

“No hay ninguna región en nuestras muestras que revele una clara distinción entre una forma masculina y una forma femenina, es decir que se presente de forma evidente solo en los hombres o solo en las mujeres. En realidad, hay un alto grado de superposición entre mujeres y hombres en todas las regiones estudiadas.”

Ya no podemos hablar de categorías dicotómicas en el cerebro, sino que más bien tenemos que empezar a entenderlo como un continuo cerebral con características que todos compartimos.

Fuente: El País

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Farmacología de la esquizofrenia (vídeo)

  • 31/01/2017
  • David Aparicio

La esquizofrenia es una de los trastornos mentales más deshabilitantes y estigmatizantes. Según los datos de la OMS, se estima que en el mundo hay más de 21 millones de personas con este trastorno que se caracteriza por: distorsión del pensamiento, las percepciones, las emociones, el lenguaje, la conciencia de sí mismo y la conducta.

A pesar de ser un trastorno muy complejo, se ha demostrado que puede ser tratable con terapia psicofarmacológica y apoyo psicológico y social.

El tratamiento psicofarmacológico de la esquizofrenia consiste básicamente en la utilización de antipsicóticos, que como su nombre lo indica son utilizados para reducir los síntomas característicos de este trastorno como: delirios, alucinaciones, trastornos del pensamiento, alteración de la sensación sobre si mismo y el aislamiento.



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En este vídeo podrás aprender las características químicas de los antipsicoticos, la diferencia entre los antipsicóticos típicos y atípicos y la importancia de la adherencia al tratamiento.

  • Definiciones

Disartria: Definición y características

  • 31/01/2017
  • Alejandra Alonso
Habla

La disartria es un trastorno motor del habla que tiene origen neurológico. Duffy (1995, 2005, citado en Acosta Montelongo & García Hernández, 2016), agrega que resulta de anormalidades en el rango, la regularidad, la velocidad, la fuerza, la exactitud de los movimientos requeridos para el control de la respiración, la prosodia en la producción del habla, la articulación, la fonación y la resonancia.

Según el tipo de disartria, serán las alteraciones específicas que se vean en el lenguaje. Cuando el efecto es sobre la articulación segmental se podrán observar prolongaciones o interrupciones de la articulación, imprecisión en las consonantes, articulación nasal de los fonemas orales (rinolalia). Por otro lado, cuando el efecto sea sobre la articulación suprasegmental, se observarán: paradas bruscas de la emisión, pausas largas, monotonía, hipernasalidad y acentuación excesiva (Hernández Villoria, s.f.).

Algunos autores clasifican las disartrias de la siguiente manera: fláccida, espástica, atáxica, hipocinética, hipercinética y mixta (Duffy, 2005 citado en Hernández Villoria, s.f.; Darley, Aronson, Brown, 1969). Otro tipo es la anartria, que sería la forma más severa de esta alteración y significaría que hay ausencia total de habla e imposibilidad de articular sonidos (Armenteros Herrera, Gonzáles Murgado & Bennet Rodríguez, 2002).



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Al ser una condición de origen neurológico, puede darse en pacientes con traumatismos craneoencefálicos, ACV, tumores, infecciones que afecten el cerebro, enfermedades nutricionales y metabólicas, enfermedades degenerativas como el Alzheimer, el Parkinson o el Huntington (Benaiges & Farret, 2007;Armenteros Herrera, Gonzáles Murgado & Bennet Rodríguez, 2002; Ardila y col., 2016, citados en Acosta Montelongo & García Hernández, 2016).

Fuentes:

Acosta Montelongo, A. & García Hernández, D. (2016), DISARTRIA MIXTA Revisión temática y guía de orientación para el paciente con disartria y sus cuidadores

Armenteros Herrera, N., Gonzáles Murgado, M., Bennet Rodríguez, E. (2002) Recuperado de http://revmexneuroci.com/wp-content/uploads/2014/07/Nm0023-03.pdf

Benaiges, C. & Farret, A. (2007), Papel de la logopedia en el tratamiento de la disartria y la disfagia en la enfermedad de Parkinson

Darley, F., Aronson, A. & Brown, J. (1969), Differential Diagnostic Patterns of Dysarthria

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  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Eficacia de la hipnosis clínica: Resumen de su evidencia

  • 31/01/2017
  • David Aparicio
Postergación y TB

La hipnosis es una intervención clínica valiosa en el tratamiento de una amplia variedad de problemas psicológicos y médicos, ayudando a la mejora de la calidad de vida de muchos pacientes.

Este artículo revisa el estado de la evidencia empírica de la eficacia de la hipnosis, teniendo en cuenta los resultados de la investigación más rigurosa al respecto, así como los de otros estudios que, a pesar de no cumplir unos criterios metodológicos rigurosos, poseen relevancia clínica.

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  • Salud Mental y Tratamientos

Depresión y elección

  • 31/01/2017
  • Fabián Maero
Quisiera compartir con ustedes algunas observaciones sobre las distintas formas de conceptualizar teóricamente a la depresión y las consecuencias e interacciones que generan. También vamos a ver de qué manera activación conductual aborda el fenómeno –que es algo menos intuitivo de lo que parece– y por qué es necesario mejorar el mundo (tengan paciencia). Esto va a ser largo, así que antes de empezar quizá quieran hidratarse apropiadamente, comer algo ligero antes, y ponerse ropa cómoda. Para este viaje, tenemos que empezar desembarazándonos un poco de las nociones aprendidas sobre qué es depresión, y empezar por volver a describir lo que entendemos por depresión –dejando de lado por ahora las explicaciones respecto a las causas de la depresión– enfocándonos en el fenómeno. Empecemos entonces describiendo aquellos puntos sobre la depresión en los cuales los distintos modelos teóricos pueden acordar, a grandes rasgos, y progresemos a partir de ahí.

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Puedes descargar este artículo en formato pdf para imprimir y compartir en clases o con tus colegas.

1- Cuando hablamos de depresión hablamos de conductas

Algo en lo cual todos los modelos teóricos de la depresión pueden estar de acuerdo es que sólo hablamos de depresión cuando una persona tiene determinados patrones de conductas. Aquí “conductas” debe ser tomado en sentido amplio: no sólo nos referimos a las conductas observables, sino también a lo que manifiesta sentir, las cosas que dice, etc., todo lo que hace, ya sea que pueda ser observado por otros o sólo por la propia persona. Aun no estamos hablando de las causas de esas conductas, ni tampoco estamos diciendo que sean voluntarias o intencionales, sino que nos limitamos a señalar que sólo decimos que alguien está deprimido cuando exhibe determinados patrones de conductas: si no hay conductas tales como abandonar actividades, llanto, manifestar culpa, rumiación, insomnio, etc., no hablamos de depresión. Luego, la explicación de por qué se producen esas conductas, sus mecanismos o su sentido, podrá ser atribuida a conflictos intrapsíquicos, creencias disfuncionales, desbalances químicos, sistemas sociales, flujos energéticos, karma, condicionamiento, etc., pero todos los modelos teóricos coinciden en que vamos a hablar de depresión cuando una persona exhibe o ha modificado en determinada dirección sus patrones de actividad: dice y hace ciertas cosas en lugar de decir otras. El primer postulado nos quedaría así: la depresión consiste en conductas.

2- Las conductas en la depresión pueden ser conceptualizadas como elecciones

Si pudiéramos ver el día de una persona deprimida, podríamos observar una sucesión de momentos pivotales, pequeñas encrucijadas que se resuelven en alguna dirección: el momento en el cual se despierta y en lugar de levantarse se queda en la cama mirando el techo, el momento en que se tira en el sillón a ver una serie con poco entusiasmo en lugar de salir a hacer las compras o ponerse a arreglar la pared que está deteriorada, el momento en que almuerza un café y un cigarrillo en lugar de una ensalada, el momento en que se queda rumiando en la cama en lugar de llamar a un amigo, y así. Independientemente de la explicación psicológica que utilicemos, podemos observar que en cada momento hay alternativas de acción posibles, y que llevar a cabo una actividad, sea cual fuera, implica no hacer otras. Esto es así para todas las personas todo el tiempo, por supuesto: en cualquier momento realizo la elección de sentarme a escribir o salir a trotar, o ponerme a leer, o tocar el piano, etc. Dicho de otro modo “una buena parte de lo que hacemos cotidianamente puede ser conceptualizado como elecciones”(Bourret & Vollmer, 2003). El escritor Jorge Luis Borges basó un cuento, El jardín de los senderos que se bifurcan, en esta misma idea, concibiendo un libro escrito por el hipotético autor Ts’ui Pên, en el cual se exploran todas las elecciones posibles: “En todas las ficciones, cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una y elimina las otras; en la del casi inextricable Ts’ui Pên, opta –simultáneamente– por todas. Crea, así, diversos porvenires, diversos tiempos, que también proliferan y se bifurcan. De ahí las contradicciones de la novela. Fang, digamos, tiene un secreto; un desconocido llama a su puerta; Fang resuelve matarlo. Naturalmente, hay varios desenlaces posibles: Fang puede matar al intruso, el intruso puede matar a Fang, ambos pueden salvarse, ambos pueden morir, etcétera. En la obra de Ts’ui Pên, todos los desenlaces ocurren; cada uno es el punto de partida de otras bifurcaciones.”Por supuesto, cuando hablamos de elección aquí no nos estamos refiriendo a elecciones intencionales, deliberadas o pensadas (aunque tampoco las excluimos), sino meramente a toda situación en la cual se verifica una alternativa con exclusión de otra u otras (McDowell, 1988). Tampoco nos referimos a un proceso que suceda de manera ocasional o de manera épica, sino un proceso que puede ser pequeño y continuo (sigo eligiendo escribir esto en lugar de salir a caminar, y ustedes, del otro lado de la pantalla, han elegido seguir leyendo hasta aquí, y ahora eligen seguir o –lo que estaría muy bien– hacer cualquier cosa más interesante, como ver crecer el césped por ejemplo). Por esto, una forma posible de conceptualizar a las conductas de la depresión es como un patrón de elecciones a lo largo del tiempo –levantarse de la cama o no, ir a trabajar o no, conectarse con otras personas o no, etcétera. Si hablamos de una persona deprimida que está en la cama a las seis de la tarde y permanece allí hasta las ocho, podríamos decir que se está realizando una elección entre permanecer en la cama o levantarse. Pero insisto, no estoy hablando de una elección voluntaria o deliberada, tan sólo decimos que una persona hizo A existiendo las opciones B, C, D, etcétera. Si es voluntario, razonado, o deliberado, es algo de lo cual de momento podemos prescindir. Nuevamente, esto es algo a lo cual todos los modelos teóricos podrían suscribir, decir que la depresión involucra que las acciones de una persona implican seguir un camino en lugar de otro. No es obligatorio pensarlo como elecciones, pero tampoco resulta inconsistente. Y por eso, nuestro segundo postulado sobre la depresión sería este: las conductas de la depresión se pueden pensar como una serie de elecciones o preferencias conductuales (en el sentido más descriptivo del término).

3- Las elecciones no parecen tener sentido

La selección de alternativas que efectúa la persona deprimida es catalogada como depresión porque esas alternativas no parecen tener sentido: la persona dice sentirse triste y aislada y hace cosas que siguen manteniéndola aislada, por ejemplo. Nuevamente, no estoy diciendo nada nuevo. La depresión es categorizada como enfermedad, trastorno, o disfunción, porque las acciones y elecciones que realiza la persona tienen a mediano y largo plazo consecuencias que no son funcionales, sino que resultan contraproducentes, dolorosas, o disfuncionales para sí misma. Las cosas que hacen no parecen tener sentido, por eso es que formulamos teorías y explicaciones de toda índole, para tratar de entender por qué una persona actúa de esa manera. Por eso cuando una persona acaba de perder a un ser querido no la etiquetamos como deprimida ni armamos sistemas teóricos para explicar eso, porque sus acciones (llanto, aislamiento, insomnio, etc.) tienen sentido para nosotros. Por decirlo de alguna manera: las elecciones conductuales que efectúa la persona deprimida no nos parecen racionales, funcionales, o saludables. En esto también los distintos modelos teóricos pueden acordar a grandes rasgos –si las elecciones de la depresión parecieran racionales o útiles no recibirían tratamiento, digamos. Entonces, lo que tenemos hasta ahora podría enumerarse así
  1. La depresión consiste en una serie de conductas
  2. Esas conductas pueden pensarse como elecciones (no como elecciones voluntarias sino como seguir distintas alternativas de acción)
  3. Esas elecciones no parecen funcionales o racionales sino todo lo contrario.
Con la depresión la tarea de los modelos teóricos, bosquejada a grandes rasgos, ha sido la de dar una explicación a por qué se llevan a cabo esas elecciones en particular, si es que son elecciones que parecen perjudiciales, y qué camino se puede seguir para que la persona realice otras elecciones. Lo que hemos visto hasta aquí es una forma de ver a la depresión con la cual pueden estar de acuerdo prácticamente todos los modelos. Es en explicar y modificar estas elecciones en donde los modelos teóricos varían.

Los modelos explicativos internalistas

Todos los modelos teóricos proponen algún tipo de explicación a por qué las personas actúan de la manera que llamamos “depresión”: ¿por qué una persona actuaría de esa manera? Claramente no es una forma de actuar útil, vital, saludable, normal, racional, o como quieran llamarla –ningún modelo teórico dice algo como “la depresión está joya, seguí así que vas muy bien”, por lo cual se intenta explicarla y proponer una solución. Ahora bien, las explicaciones más populares de la depresión que tenemos en psicología y psiquiatría son lo que podríamos llamar explicaciones internalistas: explicaciones que se basan en procesos intra-individuales, tales como fenómenos cognitivos o fenómenos neurobiológicos, estados internos de la persona deprimida. Las explicaciones internalistas proponen algo que podríamos expresar así: “Dado que la persona deprimida está actuando de manera irracional/disfuncional, tiene que haber algo dentro de la persona que la haga actuar así”. Para una explicación de tipo internalista la persona que elige quedarse en la cama, rechazar invitaciones de amigos, abandonar actividades, etc.,  está llevando a cabo esas elecciones irracionales por alguna falla de un mecanismo o proceso interno, como por ejemplo:
  • La presencia o ausencia de ciertos pensamientos
  • La presencia, carencia o falla de ciertos patrones de pensamiento
  • Un déficit o exceso de algún neurotransmisor
  • Algún tipo de lesión o fallo cerebral
  • Malfuncionamiento orgánico de otro tipo (inflamación, por ej.), o factores genéticos
  • Un conflicto intrapsíquico
  • Falla en la regulación de las emociones, etc.
Por ejemplo Beck y colaboradores (2010) afirman:“El modelo cognitivo considera el resto de los signos y síntomas del síndrome depresivo como consecuencia de los patrones cognitivos negativos. Por ejemplo, si el paciente piensa erróneamente que va a ser rechazado, reaccionará con el mismo efecto negativo (tristeza, enfado) que cuando el rechazo es real. Si piensa erróneamente que vive marginado de la sociedad, se sentirá solo” (p.20, el resaltado es mío). Similarmente, LeDoux (2003) postula: “La depresión (…) involucra circuitos alterados que lo bloquean a uno en un estado de retirada neural y psicólogica”. Otros abordajes postulan distintos factores o entidades internas hipotéticas, biológicas o psicológicas. Si bien las explicaciones internalistas suelen incluir al ambiente como un factor, la relevancia del mismo suele ser más bien modesta, usualmente relegado a un papel de disparador o de vulnerabilidad para el proceso mental, psíquico o biológico que se considera la verdadera causa y esencia de la depresión. Consistentemente, estas explicaciones postulan como solución la modificación del factor interno hipotéticamente implicado. Se intenta corregir, resolver, o arreglar aquello que está funcionando mal: corregir los pensamientos distorsionados, resolver el complejo intrapsíquico, corregir el desarreglo neuroquímico, etc. En los casos en que un modelo internalista propone algún tipo de intervención ambiental, lo hace con el sólo propósito de ayudar a corregir el desarreglo interno. Las explicaciones internalistas son la norma en psicología, pero como veremos a continuación, no son la única forma de pensar el fenómeno. Si siguen despiertos, este sería un buen momento para desperezarse, elongar músculos, volver a acomodar la postura y tomar impulso, que nos falta un trecho todavía.

Elecciones

Hay otra forma de abordar las elecciones conductuales como las hemos definido aquí, y esto es considerarlas como conductas situadas en un contexto. Y con un poco de suerte, en las siguientes secciones intentaremos demostrar de qué manera esto representa un abordaje completamente distinto de las explicaciones internalistas, tanto en términos de explicación como en términos de intervención. Si hasta ahora no se han dormido, les proponemos un ejercicio de pensamiento para demostrar la relación entre el contexto y las elecciones. Para esto imaginaremos una situación de elección pura y veremos qué pasa, partiendo de un primer escenario hipotético.Escenario ASupongamos que abrimos un modesto casino con tan sólo dos máquinas tragamonedas, una al lado de la otra. Nuestro hipotético casino tiene un solo apostador, porque somos modestos e imaginarios. Y supongamos que en total por cada $10.000 apostados por día en las máquinas nuestro casino paga $1.000, pero las máquinas no pagan parejamente, sino que la máquina A está configurada para pagar $700 y la B para pagar $300. Ahora bien, ¿cómo va a distribuir sus apuestas nuestro apostador hipotético? ¿Todas a la A? ¿Todas a la B? ¿Mitad y mitad? Lo que encontraríamos es que las apuestas no se distribuirían al azar, sino que en esta situación ideal las apuestas tenderían a distribuirse según la tasa relativa de ganancias –lo que podríamos llamar refuerzos, en este caso. Entonces, dado que la máquina A otorga un 70% del total, y la B paga un 30%, encontraríamos que a lo largo del tiempo, las apuestas tenderían a igualar esa proporción, con un 70% de las apuestas yendo a la máquina A, y un 30% de las apuestas a la máquina B. Este es el fenómeno que en la ciencia conductual se llama “igualación” –porque la tasa relativa de respuestas tiende a igualar la tasa relativa de refuerzos– y se expresa en un principio conductual llamado “Ley de Igualación” (R J Herrnstein, 1961), utilizado para comprender conductas de elección. Lo importante aquí es que la tasa de respuestas depende de la frecuencia relativa de refuerzo. Es decir, la ley de igualación establece que no sólo importa que una respuesta sea reforzada, sino que también importa qué valor de refuerzo tienen las otras alternativas. Permítanme ilustrar esto con nuestro casino, imaginando una leve variación en la situación A.Escenario BSupongamos que decidimos modificar la configuración de la máquina B, de manera que ahora, en lugar de pagar $300, pase a pagar $700 por cada $10.000 apostados (es decir, igual que la máquina A). ¿Qué pasaría? En una situación ideal, después de un tiempo las apuestas tenderían a igualar los refuerzos. Es decir, el apostador empezaría a distribuir sus apuestas un 50% a cada máquina, dado que ahora ambas pagan la misma proporción, ($700 cada una). Ahora, imaginemos una leve variación de esto y veamos qué pasa.Escenario CSupongamos que en la puerta del casino empieza a llover dinero. Sí, somos la gente con más mala suerte del mundo. Espontáneamente caen del cielo billetes con regularidad. ¿Qué pasaría en esta situación con nuestro apostador? Probablemente, como cualquiera de nosotros, estaría afuera juntando los billetes que caen. Ninguna apuesta recibirían las máquinas A y B mientras lloviese dinero afuera. Estas tres situaciones imaginarias plantean un muy interesante problema para las explicaciones que vimos antes, si tienen la paciencia de pasar conmigo a la siguiente sección.

El problema con las explicaciones internalistas de la elección

Imaginen que un investigador que trabaja con explicaciones y teorías internalistas (es decir, con teorías que postulan que las elecciones están controladas principalmente por factores internos), ha estado siguiendo a nuestro apostador, analizando todo lo que hace con la máquina A, y tratando de explicar lo que sucede. Este investigador desconoce lo que está pasando en el resto del casino –supongamos que ve a nuestro apostador en una reunión semanal de una hora, durante la cual sólo pregunta por lo que pasó con la máquina A, motivo por el cual el investigador desconoce lo que pasó con la máquina B, y desconoce que llovió dinero en el casino. Desde esa perspectiva, este investigador notaría que ocurrió lo siguiente:
  1. Al principio, el apostador le dedicaba $700 por día a la máquina A
  2. Luego, el apostador empieza a dedicarle $500 por día a la máquina A
  3. Luego, el apostador cesa de apostar completamente a la máquina A
1), 2) y 3), corresponden por supuesto a nuestros escenarios A, B, y C. Las apuestas en la máquina A bajaron a $500 en el escenario B, cuando la máquina B empezó a pagar más, y cayeron a 0 en el escenario C, cuando empezó a llover dinero, pero nuestro investigador desconoce esa información. Imagínense el estupor del investigador: ¿cómo puede ser que la actividad con la máquina A haya disminuido, si nada ha cambiado en ese aspecto, si sigue pagando lo mismo de la misma manera? ¿habrá algo mal con el apostador?Lo que el apostador está haciendo con la máquina A no tiene sentido para ese investigador: si la máquina A sigue pagando lo mismo, ¿por qué el apostador disminuye primero y cesa sus apuestas luego? Nuestro investigador internalista podría buscar mecanismos cerebrales, cognitivos o emocionales por los cuales la máquina A recibe menos apuestas, y seguramente encontraría cambios en ese aspecto. Después de todo, la máquina A ha perdido valor de preferencia para nuestro apostador, es probable que el apostador sienta menos entusiasmo hacia ella, y que ello implique cambios emocionales y cerebrales. Nuestro investigador podría hacer varios estudios de neuroimágenes en nuestro apostador, y sería muy probable que incluso encontrase modificaciones cerebrales correlativas a los cambios en las apuestas en la máquina A. Probablemente al mostrarle imágenes de la máquina A mientras está en un aparato de fMRI se observara un patrón de activación distinto en el escenario A que en el escenario C (no soy un experto, pero asumo que ver llover dinero –escenario C– debe provocar algún tipo de cambio notable en el cerebro). Y podría hipotetizar que esos cambios cerebrales explican la pérdida de preferencia por la máquina A. Pero este es el asunto: aún si tuviera un mapa completo y pormenorizado del cerebro y sus cambios, nuestro investigador seguiría sin entender la situación. A lo sumo, nuestro investigador podría decir “en tal momento detectamos tales y tales cambios en la estructura del cerebro” –o tales emociones reportadas o estilos cognitivos, etc. Pero sin conocer el contexto ampliado (lo que pasa en el escenario B y C), no hay manera para nuestro investigador de entender cabalmente el cambio de preferencias (también es interesante notar que si uno fuera un analista conductual observando sólo lo que pasa con la máquina A en términos de refuerzo, tampoco podría proporcionar una explicación satisfactoria, hasta tanto ampliara el foco para incluir el resto del contexto, ya que la máquina A sigue reforzando siempre igual).

Patologías como elección

El punto que estamos tratando de ilustrar es que el contexto ejerce una influencia que es completamente irreductible a la estructura biológica o psicológica. Por supuesto que conocer los cambios cerebrales, los estilos cognitivos o emocionales, puede aportar a una comprensión más acabada del fenómeno, pero una explicación internalista no puede dar cuenta cabalmente del sentido de una conducta analizada. Citando a Rachlin, debemos “buscar las causas de la conducta no profundamente dentro del organismo, sino ampliamente, en el tiempo, en las contingencias entre la frecuencia de una acción y la tasa general de eventos significativos en el mundo externo” (Rachlin, en Herrnstein, 1997, p.8) Hasta ahora hemos usado como ejemplo a nuestro hipotético casino, pero el mismo fenómeno se ha observado de manera muy similar en el mundo real con respecto a un área muy concreta: la adicción a drogas. Nos referimos al experimento llamado “Rat Park”, realizado en los años 70, que consistió precisamente en investigar el impacto de factores ambientales sobre elecciones conductuales (Alexander, Coambs, & Hadaway, 1978). En dicho experimento se puso a unas ratas en jaulas estándar de laboratorio en las cuales tenían dos bebederos: uno con agua, y  el otro con una solución de morfina diluida. Como era de esperar, al poco tiempo esas ratas estaban bebiendo casi exclusivamente la solución de morfina.Mientras tanto, otro grupo de ratas fue puesto en una jaula más grande y abierta, en la que había otras ratas, espacio para jugar, esconderse y socializar (el “Rat Park” o Parque de las Ratas), en la que también había dos bebederos, uno con morfina diluida y otro con agua. Lo que Alexander encontró es que las ratas con acceso a otros refuerzos (jugar, socializar, etc.), bebieron menos morfina que las ratas aisladas. Más aún, cuando las ratas que estaban en las jaulas pequeñas fueron pasadas al Rat Park, su consumo de morfina se redujo, aun cuando esto implicó síntomas de abstinencia. Dicho en los términos que venimos usando: el valor de la morfina como refuerzo no fue absoluto sino relativo, cuando hubo otros refuerzos compitiendo se redujo su valor de refuerzo y las conductas orientadas hacia ella. Más allá de cuáles fueran las estructuras cerebrales de las ratas, bastó con un cambio en el ambiente para que las conductas se modificaran. El experimento de Alexander sugiere que nuestra forma tradicional de pensar la adicción, es decir, como un problema puramente interno, químico o cerebral, es errónea o por lo menos incompleta: cuando no hay otras actividades compitiendo, la adicción es una alternativa viable, pero cuando hay competencia, la adicción pierde valor por sí misma, aun cuando la droga siga teniendo la misma composición química y efectos, aun cuando los cambios cerebrales estén presentes.  Es decir, el valor de la droga es relativo al valor de otras actividades disponibles (esto es consistente con la literatura de farmacología conductual, que ha demostrado que una droga puede tener efectos opuestos según el contexto en que se administre; véase por ejemplo Branch, 1984, o nuestro lindo artículo al respecto). Tanto este ejemplo como nuestro casino imaginario proporcionan también una vía clara para intervenir sobre estas preferencias, es decir, para un tratamiento. Si quisiéramos hacer que el apostador use menos la máquina A o que la rata reduzca su consumo de morfina, no necesitamos analizar sus creencias, complejos, o conocer su estructura cerebral (aunque tampoco se excluye): podemos aumentemos el valor de refuerzo de la máquina B, o hacer llover dinero en el casino, o que en el caso de las ratas, proporcionemos un ambiente más enriquecido, con acceso a interacción social y otros reforzadores. Dicho en otras palabras, si aumentamos el valor de refuerzo de las conductas alternativas (aumentar la accesibilidad, reducir la energía necesaria para acceder a ellas, y proporcionar refuerzo inmediato), la preferencia por las conductas problemáticas disminuye.

Depresión como elección

La manera en la cual vemos a la depresión en activación conductual es similar a la expuesta para adicción: esas elecciones conductuales, esas preferencias,  tienen sentido cuando se considera el contexto completo. En la depresión, los refuerzos para las elecciones “saludables” (hablo de “saludables” en modo general, no normativo, no se tomen muy a pecho el término) son como una moneda devaluada: pierden su eficacia. Los refuerzos para las actividades depresivas, en cambio, tienen alto valor, se eligen las actividades depresivas porque son las que tienen mayor valor relativo de refuerzo. No se asume que la persona que elige quedarse en la cama en lugar de ir a trabajar lo hace por hipotéticas causas internas como falta de motivación, cogniciones irracionales, desbalance químico, problemas emocionales, etc. (aunque no es necesario descartarlas), sino que se postula algo más simple: tiene más valor de refuerzo quedarse en la cama que ir a trabajar. Hay diversos procesos que pueden reducir la preferencia por las actividades saludables, como por ejemplo:
  • Su disponibilidad
  • La cantidad de trabajo necesaria u obstáculos a sortear para obtener la consecuencia (a mayor trabajo, menor valor de refuerzo)
  • La calidad, frecuencia y/o magnitud del refuerzo obtenido en ellas
  • Lo inmediato de sus consecuencias positivas (a mayor retraso, menos valor, véase la literatura sobre descuento por retraso; Lattal, 2010; Odum, 2011)
Desde esta perspectiva, se entiende por qué la adicción y la depresión (entre otros trastornos), suelen prosperar en la pobreza y empeorar junto con las circunstancias socioeconómicas (Freeman et al., 2016; Lorant et al., 2007): las actividades saludables no son reforzadas, ya sea porque no están disponibles físicamente en el ambiente o porque hay mucha dificultad para acceder a ellos –consideren lo que pasa cuando un niño que vive en una villa quiere estudiar violín. Por eso la depresión suele ser el condimento de situaciones de vida vulnerables (enfermedades crónicas, vejez, violencia, aislamiento, etc.), que hacen muy difícil acceder a actividades saludables. Y también esto explica por qué una mejora en las condiciones materiales de vida suele aliviar síntomas de depresión y patologías como adicciones: las actividades alternativas son más fácilmente reforzadas. Por supuesto, no estoy diciendo que la depresión sea un problema que dependa exclusivamente de las condiciones objetivas de vida. Hay procesos individuales que pueden llevar obstaculizar el contacto con actividades saludables, aun cuando las condiciones de vida sean óptimas (véase el análisis de Ferster, 1973). Por ejemplo, una historia de aprendizaje con pocas habilidades sociales puede obstaculizar tomar contacto con cualquier actividad que involucre socialización; o procesos de desesperanza aprendida pueden reducir la actividad general de la persona al punto que no se toma contacto con el ambiente; la pérdida de un ser querido puede crear un ambiente aversivo que genera un círculo vicioso de inactividad. Digamos, estudiar violín puede perder valor por condiciones objetivas que hacen difícil acceder a la actividad, como el costo del instrumento o la ausencia de profesores, o por condiciones individuales que obstaculizan el acceso, como tener pocas habilidades sociales, lo cual interfiere con asistir a clases grupales, por ejemplo. En cualquier caso, se trate de procesos individuales o de problemas con las condiciones de vida, en la depresión la situación termina siendo similar: hay poco contacto con actividades alternativas a las actividades “deprimidas”, ya que el valor relativo de refuerzo para las actividades “saludables” es bajo. Desde este punto de vista, la depresión sucede cuando el mundo de la persona deprimida es una jaula, un mundo empobrecido, ya sea porque no puede acceder a lo que hay en el ambiente, o porque no hay nada alternativo reforzado en el ambiente. La psicología y psiquiatría en general, y la psicoterapia en particular, tienen a ver a la depresión como un problema interno, y a enfocarse en mecanismos y soluciones también internas. Rara vez se considera o se interviene el contexto en el cual la depresión sucede –a pesar de que en nuestra vida cotidiana, lo primero que ofrecemos cuando un amigo dice estar deprimido es una variación en sus actividades (“probá hacer esto”, “hagamos esto juntos”). La propuesta de activación conductual es mirar hacia afuera, observar en qué contextos suceden las conductas de la depresión, el mundo de la persona deprimida, y hacer lo mejor posible para mejorar el mundo y el acceso al mundo (en el sentido descripto en la sección anterior), en lugar de “arreglar” a la persona deprimida. Este es el núcleo de activación conductual (al menos el modelo BATD): ayudar al paciente a enriquecer su ambiente de manera que haya mayor acceso a las actividades saludables. Por eso ayudamos a monitorear el tipo de actividad cotidiana y su refuerzo, a identificar actividades importantes o agradables a través de explorar valores (para aumentar el valor de refuerzo de las actividades), graduamos la dificultad de las actividades, ayudamos a incluirlas en la vida de manera efectiva, trabajamos con resolución de problemas (para resolver dificultades que disminuyan el valor relativo de refuerzo de una actividad), y guiamos hacia cómo pedir ayuda al entorno social (para resolver problemas y aumentar el contacto social). Y hasta ahora, toda la evidencia disponible se muestra fuertemente a favor de este abordaje para depresión. Al día de la fecha todas las investigaciones sobre activación conductual han sido favorables con el abordaje (Cuijpers, van Straten, & Warmerdam, 2007; Curry & Meyer, 2016; Dobson et al., 2008; Kanter et al., 2010; Richards et al., 2016; Sewell & Garrison-Diehn, 2013; Sturmey, 2009; Webb, Beard, Kertz, Hsu, & Björgvinsson, 2016), y ciertamente es el abordaje más económico en términos de entrenamiento y aplicación (Richards et al., 2016, estudio que reseñamos aquí). Incluso más allá de activación conductual como protocolo de tratamiento puro, los modelos más efectivos para depresión involucran un fuerte énfasis en la modificación de la conducta y condiciones de vida de la persona deprimida (pienso en terapia cognitiva, terapia de resolución de problemas, terapia interpersonal, ACT, etc.). Si resumimos lo que hemos visto hasta ahora tenemos lo siguiente:
  1. Las conductas de la depresión son vistas como elecciones conductuales
  2. Tales elecciones son controladas por el contexto
  3. El contexto de la depresión es uno en el cual
    1. el valor relativo de las actividades saludables es bajo (y su costo alto)
    2. el valor relativo de las actividades deprimidas es alto (y su costo bajo)
  4. Un ambiente en el cual el refuerzo para las actividades saludables es bajo, tales como condiciones de pobreza o aislamiento, lleva a un aumento de la frecuencia de actividades depresivas.
  5. Toda intervención que aumente el acceso y disponibilidad de refuerzo para actividades no depresivas tendrá un efecto positivo sobre la depresión.
  6. La prevención y tratamiento de la depresión así entendida resulta en un continuo, en el cual en un extremo se ubican las intervenciones que mejoran las condiciones objetivas de vida, y en el otro las intervenciones individuales (psicoterapia), que permiten resolver problemas individuales de acceso a actividades saludables.

En resumen

La depresión se puede entender, sin recurrir a explicaciones internalistas (aunque sin necesidad de descartarlos tampoco), como un patrón conductual de elecciones, en el cual diversos factores del contexto – tales como la disponibilidad, costo, inmediatez del refuerzo, soporte social, entre otros– disminuyen el valor relativo, es decir, la preferencia por las actividades saludables, lo que a su vez genera un aumento relativo de la preferencia por actividades depresivas, que son más accesibles, menos costosas, y reforzadas más inmediatamente, aun cuando generen problemas a largo plazo. Esta conceptualización pone a la depresión en un continuo con otras patologías como la adicción, reconociéndolas también como elecciones conductuales en el mismo contexto que impide u obstaculiza el acceso a actividades saludables. Pensar a la depresión de esta manera implica que el tratamiento de la depresión requiere aumentar el valor relativo de las actividades saludables, por medio de facilitar el acceso, disminuir el costo y aumentar la inmediatez de refuerzo para las mismas, lo cual pone al tratamiento de la depresión en un continuo de intervenciones socioambientales a distintos niveles que van desde intervenciones para mejorar condiciones de vida (nivel país), pasando por intervenciones para aumentar el apoyo comunitario y acceso a actividades saludables (nivel comunidad), hasta intervenciones psicoterapéuticas para resolver problemas particulares de acceso a actividades saludables (nivel individuo o grupo). El debate de leyes y medidas para reducir la pobreza, organizar actividades comunitarias en un barrio, y completar una planilla de monitoreo diario, pueden ser consideradas como distintas facetas de aliviar la depresión en una población. Dicho de alguna forma, el terapeuta trata de ayudar al paciente haciendo lo mejor posible con lo que hay, pero es necesario al mismo tiempo que “lo que hay” exista efectivamente y sea accesible.  La psicoterapia, así pensada, no está aislada del contexto social, político y económico de una persona: tratamos de hacer que el mundo de la persona deprimida sea un poco mejor, y eso es un poco más fácil cuando el mundo en general es un poco mejor. Digamos, para curar la depresión hay que mejorar el mundo. Si han llegado hasta aquí sin hacer trampa, gracias por la paciencia, y nos leemos la próxima!Artículo publicado en Grupo ACT y cedido para su publicación en Psyciencia.

Referencias

  • Alexander, B. K., Coambs, R. B., & Hadaway, P. F. (1978). The effect of housing and gender on morphine self-administration in rats. Psychopharmacology, 58(2), 175–9. Retrieved from http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/98787
  • Beck, A. T., Rush, A. J., Shaw, B. F., & Emery, G. (2010). Terapia Cognitiva de la Depresión (19th ed.). Bilbao: Desclée De Brouwer.
  • Bourret, J., & Vollmer, T. R. (2003). Basketball and the matching law. Behavioral Technology Today, 6, 2–6.
  • Branch, M. (1984). Rate dependency, behavioral mechanisms, and behavioral pharmacology. Journal of the Experimental Analysis of Behavior, 3(3), 511–522. Retrieved from http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1348121/
  • Cuijpers, P., van Straten, A., & Warmerdam, L. (2007). Behavioral activation treatments of depression: a meta-analysis. Clinical Psychology Review, 27(3), 318–26. http://doi.org/10.1016/j.cpr.2006.11.001
  • Curry, J. F., & Meyer, A. E. (2016). Can Less Yield More? Behavioral Activation for Adolescent Depression. Clinical Psychology: Science and Practice, 23(1), 62–65. http://doi.org/10.1111/cpsp.12141
  • Dobson, K. S., Hollon, S. D., Dimidjian, S., Schmaling, K. B., Kohlenberg, R. J., Gallop, R. J., … Jacobson, N. S. (2008). Randomized trial of behavioral activation, cognitive therapy, and antidepressant medication in the prevention of relapse and recurrence in major depression. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 76(3), 468–77. http://doi.org/10.1037/0022-006X.76.3.468
  • Ferster, C. B. (1973). A functional analysis of depression. American Psychologist, 28(10), 857–870. http://doi.org/10.1037/h0035605
  • Freeman, A., Tyrovolas, S., Koyanagi, A., Chatterji, S., Leonardi, M., Ayuso-Mateos, J. L., … Haro, J. M. (2016). The role of socio-economic status in depression: results from the COURAGE (aging survey in Europe). BMC Public Health, 16(1), 1098. http://doi.org/10.1186/s12889-016-3638-0
  • Herrnstein, R. J. (1961). Relative and absolute strength of response as a function of frequency of reinforcement. Journal of the Experimental Analysis of Behavior, 4, 267–272. http://doi.org/10.1901/jeab.1961.4-267
  • Herrnstein, R. J. (1997). The Matching Law: Papers in Psychology and Economics. (H. Rachlin & D. I. Laibson, Eds.). Harvard University Press.
  • Kanter, J. W., Manos, R. C., Bowe, W. M., Baruch, D. E., Busch, A. M., & Rusch, L. C. (2010). What is behavioral activation? A review of the empirical literature. Clinical Psychology Review. http://doi.org/10.1016/j.cpr.2010.04.001
  • Lattal, K. A. (2010). Delayed Reinforcement of Operant Behavior. Journal of the Experimental Analysis of Behavior, 93(1), 129–139. http://doi.org/10.1901/jeab.2010.93-129
  • LeDoux, J. E. (2003). Synaptic Self: How Our Brains Become who We Are. Penguin Group.
  • Lorant, V., Croux, C., Weich, S., Deliege, D., Mackenbach, J., & Ansseau, M. (2007). Depression and socio-economic risk factors: 7-year longitudinal population study. The British Journal of Psychiatry, 190(4), 293–298. http://doi.org/10.1192/bjp.bp.105.020040
  • McDowell, J. J. (1988). Matching theory in natural human environments. The Behavior Analyst, 11(2), 95–109.
  • Odum, A. L. (2011). Delay Discounting: I’m a k, You’re a k. Journal of the Experimental Analysis of Behavior, 96(3), 427–439. http://doi.org/10.1901/jeab.2011.96-423
  • Richards, D. A., Ekers, D., McMillan, D., Taylor, R. S., Byford, S., Warren, F. C., … Finning, K. (2016). Cost and Outcome of Behavioural Activation versus Cognitive Behavioural Therapy for Depression (COBRA): a randomised, controlled, non-inferiority trial. The Lancet, 6736(16), 1–10. http://doi.org/10.1016/S0140-6736(16)31140-0
  • Sewell, M. T., & Garrison-diehn, C. (2013). A Randomized Open Trial Assessing the Feasibility of Behavioral Activation for Pathological Grief Responding. Behavior Therapy, 44(4), 639–650. http://doi.org/10.1016/j.beth.2013.04.009
  • Sturmey, P. (2009). Behavioral activation is an evidence-based treatment for depression. Behavior Modification, 33(6), 818–29. http://doi.org/10.1177/0145445509350094
  • Webb, C. A., Beard, C., Kertz, S. J., Hsu, K., & Björgvinsson, T. (2016). Differential Role of CBT Skills, DBT Skills and Psychological Flexibility in Predicting Depressive versus Anxiety Symptom Improvement. Behaviour Research and Therapy, 81, 12–20. http://doi.org/10.1016/j.brat.2016.03.006
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La importancia del empleo de técnicas de modificación de conducta en psicoterapia

  • 30/01/2017
  • Gabriela Ferraris Mukdise

Las técnicas y estrategias de intervención conductual fueron el resultado de una demanda de ayuda profesional, producto de la incapacidad de los modelos psicológicos tradicionales de resolver los problemas que sobresalían en tiempos posteriores a la segunda guerra mundial. Se manifestaba la necesidad de disponer de intervenciones alternativas que cuenten con desarrollos teóricos sólidos y con un adecuado apoyo metodológico. Por lo tanto, se requerían profesionales que puedan intervenir con éxito ayudando a los afectados, ante lo cual surgieron tres postulaciones que contaban con objetivos y TMC diferentes:

  1. Desarrollo de técnicas operantes. Skinner (1953) en su obra Ciencia y conducta humana señalaba que la conducta podía ser explicable, predecible y controlable a partir de las relaciones funcionales con sus antecedentes y consecuentes ambientales.
  2. Desarrollo de tratamientos para fobias y trastornos de ansiedad por Wolpe (1958) y Lazarus (1976). Es fundamental resaltar la importancia del desarrollo de Wolpe (1958) al desarrollar la técnica de desensibilización sistemática. La misma, no dejó lugar a dudas de su eficacia luego de evaluaciones rigurosas, considerándose como una de las TMC emblemáticas.
  3. El informe de la ineficacia de la psicoterapia tradicional de Eysenck (1952) y los aportes de Shapiro en cuanto la importancia de la metodología de la investigación en psicología clínica, lo cual condujo a la implementación de técnicas que provenían de la psicología experimental del aprendizaje.

Hoy en día, la profesión del psicólogo se ha consolidado en la mayoría de los países desarrollados y esto se debe sin duda, a que se ha demostrado su importancia y eficacia en la mejora de la vida de las personas, mediante el empleo de diversos procedimientos y estrategias de intervención. Este hecho se debe no sólo a los avances en los desarrollos teóricos de la psicología, sino también al desarrollo de procedimientos y técnicas de intervención que empíricamente demostraron ser eficaces para actuar sobre la realidad y producir cambios en el comportamiento de las personas (Labrador Encinas, 2008).

Características de las TMC

Labrador Encinas (2008) señala que las TMC comprenden un amplio conjunto de técnicas, objetivos y enfoques teóricos que comparten algunas características comunes, a saber:



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  • La conducta y su relación con el ambiente como objeto de estudio e intervención. Se considera que las conductas son actuaciones dirigidas a interactuar con el entorno, por lo tanto cabría preguntarse ¿Qué efectos produce la conducta sobre el entorno? En este sentido, es esencial llevar a cabo un análisis funcional de la conducta, a partir del cual se identifiquen: antecedentes (estímulos), conducta (respuesta), consecuentes (efectos). Será a partir de este análisis que el terapeuta diseñará los procedimientos necesarios para modificar uno y otro factor.
  • Las TMC suponen un enfoque en el aquí y ahora, es decir que no se pone énfasis en la experiencia pasada que pudo haber afectado al paciente o haber provocado la conducta problema, sino que se prioriza el momento actual, en cómo dicha experiencia se refleja en el presente y en cuáles son los agentes de mantenimiento que refuerzan y sostienen la frecuencia de ejecución de la misma.
  •  La Intervención Terapéutica (IT) se basa en un proceso riguroso de evaluación y diseño del tratamiento acorde a la conducta anormal. En este punto, es fundamental resaltar que las conductas se consideran normales o anormales dependiendo del valor adaptativo que tienen en contexto y no por la forma en que se emiten y controlan. Ambas, tanto conductas normales como anormales, siguen las leyes del comportamiento las cuales sostienen que tenderán a repetirse aquellas conductas que hayan sido reforzadas y se extinguirán aquellas que no lo fueron. Se diseñarán acorde a las características individuales del paciente y su entorno.
  • La intervención pretende la modificación o eliminación de comportamientos desadaptativos, sustituyéndolos por otros que resulten más adaptativos. Es decir, el objetivo es alcanzar un cambio en el repertorio conductual que pueda ser observable y medible.
  • El diseño Terapéutico de las TMC tiene alto valor ecológico, es decir, está centrada en la tarea.
  • Es imprescindible que se lleve a cabo un proceso de evaluación a lo largo del proceso terapéutico, en el cual se pueda determinar la eficacia, eficiencia y efectividad de las intervenciones programadas.

TMC y los procesos de cambio subyacentes

Tal y como se menciona en párrafos anteriores, las TMC demostraron ser eficaces para la modificación de comportamientos de las personas, sin embargo no se sabe con precisión cuál es el proceso o los procesos que producen su efecto. Conocerlo, permitiría que la selección de técnicas a utilizar en el dispositivo terapéutico se elija con mayor precisión, adecuándose a las necesidades específicas de cada persona.

Labrador Encinas (2008) establece que los procesos que subyacen al comportamiento humano pueden ser emocionales (automáticos) o cognitivos (controlados) y propone ubicarlos como tema central, ya que permitiría organizar las vías de intervención al complejo enramado que implican las patologías.

El Procesamiento automático (PA) alude a estímulos que recibe el individuo, los cuales provienen de fuentes propioceptivas o del entorno, siendo solo algunos de ellos considerados relevantes para ser procesados luego de manera controlada. El PA es rápido, rígido e inflexible, no requiere atención, no es consciente, se manifiesta de manera automática y conlleva un análisis más bien básico, con correlato a nivel emocional. Por lo tanto, las técnicas que se emplearán serán aquellas que procuren modular la activación emocional (Ej: desensibilización sistemática, relajación progresiva y mindfulness).

En cuanto al Procesamiento contralado (PC), este posee las características de ser selectivo y sujeto a la atención que se le preste a los estímulos, tanto del individuo como del entorno. Se considera que el PC es más lento, flexible y adaptable a las demandas contextuales, y requiere de procesos básicos como la atención, concentración y direccionalidad consciente (voluntaria). El proceso selectivo está influenciado por las expectativas, hipótesis o reglas. La selección de las técnicas está vinculada a aquellas que buscan la reevaluación cognitiva. Teniendo en cuenta que el PC se relaciona con el circuito cortical —en contraste con el PA, determinado por el circuito infracortical— las tareas se vinculan con la activación de la racionalización, planificación y organización de planes que promuevan tareas y rutinas saludables.  

Clasificación de las TMC

Las TMC son consideradas actualmente como uno de los instrumentos más importantes con los cuales cuentan los psicólogos para llevar a cabo los tratamientos. Las mismas se constituyen como un amplio y diverso conjunto, razón por la que Labrador Encinas (2008) las distribuye en 2 categorías:

a- De uso general: refiere a aquellas técnicas que pueden usarse para una amplia gama de situaciones y padecimientos, por ejemplo: técnicas de control de la activación, de exposición, basadas en el condicionamiento operante, técnicas aversivas, de condicionamiento imaginario, de afrontamiento, psicoterapias racionales, técnicas de solución de problemas, entrenamiento en habilidades sociales, entre otras. Más adelante haré una descripción de las distintas técnicas operantes, ya que son una de las más utilizadas.

b- De uso específico: surgen para dar respuesta a una problemática específica o bien a escasas patologías que comparten características en común, por ejemplo: silla vacía, entrenamiento en cama seca, condicionamiento con “pipi.stop”, fumar rápido, de autoestimulación, etc.

TMC de uso general: Técnicas operantes

Se emplean para intervenir en conductas que las personas emiten voluntariamente y que están controladas por sus consecuencias, razón por la cual son denominadas como conductas operantes. El postulado básico, es que las conductas que tengan como consecuencia un reforzamiento positivo (es decir, la obtención de una recompensa) tiene más probabilidades de repetirse. Por el contrario, aquellas conductas que son seguidas de un castigo o bien que no se refuercen, tenderán a extinguirse o eliminarse.

Esta formulación, es lo que dio origen al análisis conductual aplicado para el estudio de la conducta humana. Cabe resaltar, que en este tipo de análisis no solo se consideran los estímulos y las respuestas como determinantes de la conducta, sino que también se reconoce la influencia de procesos cognitivos, genética, etc., pero no se los incluye en análisis ya que los mismos no son objetivos ni tampoco pueden ser observables ni experimentales. Dentro de estas técnicas, encontramos 3 subtipos:

1. Técnicas para el desarrollo o mantenimiento de conductas

  • Programas de reforzamiento: son útiles para incrementar la frecuencia de una conducta que ya existe en el repertorio conductual del paciente. Consiste en la utilización de los recursos ambientales que propicien actitudes funcionales, por ejemplo: la realización de ejercicios simples de mindfulness en los momentos de mayor ansiedad (experimentación de sensaciones físicas en los trastornos de pánico). Estos programas pueden ser: Continuos (se refuerza cada presentación de la conducta) o intermitentes (se refuerzan algunas de las presentaciones). El primer subtipo, es más conveniente emplearlo en las primeras fases de tratamiento en donde el objetivo radica en la adquisición de una conducta, que si se refuerza constantemente será más fácil su aprendizaje e instauración. A medida que se avanza, es conveniente pasar a la modalidad intermitente para lo cual se requiere de un mejor control de los agentes de mantenimiento. Para tal fin, es necesario desarticular los reforzadores ambientales que operan como obstáculos en el desarrollo de la conducta meta que se pretende instaurar, ya sean materiales y/o psicosociales (Por ejemplo, el sostenimiento del régimen alimentario de la persona obesa a través de la eliminación de alimentos que poseen altos contenidos de grasas saturadas, y en contraste, la incorporación de una amplia variedad de frutas y verduras en la heladera).  Paralelamente, se trabajará con la familia mediante el empleo de la psicoeducación, siendo una técnica que atraviesa todo el tratamiento desde el primer hasta el último encuentro.
  • Moldeamiento: permite generar cambios perdurables en la conducta, debido a que la persona asistida participará activamente en la generación de conductas de planificación, organización y optimización de los recursos que le permitan evitar los factores de riesgo. El ensayo progresivo y estable de la conducta meta se convertirán en competencias específicas.
  • Encadenamiento: las conductas complejas pueden separarse en otras más simples e irse trabajando de a una por vez. El entrenamiento y adquisición de una de ellas operará como refuerzo de la siguiente, ya que cada una se constituye como un eslabón de una misma cadena.
  • Desvanecimiento: Al inicio se propone una ayuda o refuerzo para que las personas aprendan a ejecutar una cierta conducta. A medida que se va adquiriendo dominio y autonomía, se propenderá a retirar progresivamente el reforzador, procurando que la conducta se mantenga aún en ausencia de éste.

2. Técnicas para disminuir o eliminar conductas problema

Las técnicas de reducción de conductas se lleva a cabo mediante el control de estímulos reforzadores, a través del cual la conducta reducirá la frecuencia de presentación ante la disminución o eliminación de reforzadores ambientales que la sostienen.

  • Extinción: pretende suprimir el reforzamiento de una conducta previamente reforzada. Se trabajará en el ambiente natural de la persona, retirando progresivamente los agentes de mantenimiento —reforzadores— de la conducta riesgosa que se pretende reducir, lo cual se logrará quitando su valor contingente.  La extinción se aplicará a conductas de riesgo que se mantienen por reforzamiento positivo y para aquellas reforzadas negativamente como los mecanismos compensatorios disfuncionales en la restricción en Anorexia Nerviosa o las purgas en la Bulimia Nerviosa.
  • Tiempo fuera de reforzamiento (TFR): esta técnica consiste en sacar a la persona de la situación en que se refuerza la conducta que se pretende eliminar o reducir, de manera que deje de recibir reforzamiento. Si bien no se puede evitar la emisión de los mismos, si se puede retirar el contexto o a la persona de dicha situación. El TFR, reduce solo temporalmente la conducta problema, ya que cuando la persona vuelve al medio reforzador es probable que la conducta vuelva a manifestarse, razón por la cual se debe hacer uso de ella por un tiempo breve.
  • Reforzamiento diferencial: el objetivo consiste en que se refuercen las conductas que sean diferentes de la que se pretende eliminar o reducir.  Puede llevarse a cabo mediante 3 tipos de procedimientos, a saber: 1- Reforzamiento diferencial de otras conductas, 2- reforzamiento diferencial de conductas incompatibles, y 3- reforzamiento diferencial de tasas bajas. Los efectos, se observan en la disminución secuencial de emisión de la conducta problema, y paralelamente, el incremento de la frecuencia en la emisión de las conductas alternativas funcionales.
  • Costo de respuesta: Para Tolosa y Jozami Nassif (2016) se entiende como la pérdida de un reforzador positivo presente en el acervo del sujeto, con el fin de eliminar una conducta disfuncional. Es decir, que la técnica consiste en quitar ese reforzador, adquirido previamente en el encadenamiento conductual, seguido a la presentación de la conducta que se pretende disminuir o extinguir. En términos sencillos, se intenta explicitar que “toda conducta tiene sus consecuencias”.
  • Sobrecorrección: el postulado central consiste en que cuando una persona lleva a cabo una conducta inadecuada o disfuncional, deberá remediar los efectos negativos que produjo como consecuencia, mediante la ejecución de una conducta alternativa. En este sentido, el paciente tendrá 2 opciones de resarcimiento: la primera, realizando una conducta que pueda remediar las consecuencias que se produjeron, mejorando la situación (sobrecorrigiendo lo dañado), por ejemplo: un niño que ha rayado las hojas del cuaderno de su compañero de banco en la escuela, deberá pedirle las hojas dañadas y pasarlas en limpio nuevamente. Otra forma de aplicar esta técnica es que la persona realice de forma repetida la conducta alternativa a la conducta problema. Por ejemplo: un niño que deja tirado sus juguetes en la cocina, deberá llevarlos a su habitación 5 veces.
  • Saciación y práctica negativa: la saciación consiste en presentarle al paciente repetidas veces y en un pequeño lapso de tiempo, un estímulo que estuvo previamente reforzado, hasta que logre perder su valor reforzante. La práctica negativa, tiene postulados similares, ya que se presentará repetidas veces y en un corto lapso de tiempo, un estímulo reforzado, hasta que la presentación del mismo resulte desagradable. La ventaja que ambas técnicas poseen, es que su efecto suele ser inmediato, pero por lo general son temporales. Por tal motivo, estas técnicas pueden servir como un puente en el que el individuo ya no buscará al estímulo, pero deberá buscarse necesariamente una secuencia conductual alternativa para ofrecerle, de manera que no vuelva a ejecutarse la conducta que se pretende eliminar. Son útiles para conductas tales tales como: fumar, tics, etc.

3. Sistema de organización de contingencias

  • Economía de fichas (EF) o Sistema de Organización de contingencias: Ruiz, Díaz y Villalobos (citado por Tolosa & Jozami Nassif, 2016) consideran a esta técnica como un programa de contingencias donde se conjugan los principios de los procedimientos de reforzamiento y castigo. Su objetivo consiste en dispensar un reforzador generalizado, como son las fichas, ante la ejecución de un conducta esperada (reforzador positivo) y se extingue en la medida que la conducta objetivo es disfuncional (castigo).
  • Contrato de contingencia (CC): Labrador (citado por Tolosa & Jozami Nassif, 2016) define al contrato conductual como un documento escrito donde se acuerdan las conductas que desempeñará una persona (o un grupo), y los costos o beneficios de la emisión o no de las mismas. Dicho contrato, es considerado como un sistema de contingencias reglado, que tiene por objetivo el control detallado de la manifestación de las conductas meta. El procedimiento resulta de gran utilidad, ya que posibilita establecer acuerdos tangibles sobre las conductas que se pretenden reforzar. Al tener la modalidad de contrato permite que la persona participe activamente en el desollado de la tarea programada, lo cual, preserva la alianza terapéutica.

Artículos que también te pueden interesar: 

  • La ‘extraña muerte’ del conductismo radical

  • Condicionamiento clásico: la venganza de Pavlov

Bibliografía:

  • Eysenck, H. J. (1952). The effects of psychotherapy: an evaluation. Journal of consulting psychology, 16(5), 319.
  • Labrador Encinas, F. J. (2014). Técnicas de modificación de conducta. Ediciones Pirámide.
  • Skinner, B. F. (1970). Ciencia y conducta humana: una psicología científica. Fontanella.
  • Tolosa y Jozami Nassif (2016) Técnicas y Estrategias de Modifi cación de Conducta para Acompañantes Terapéuticos. Editorial Akadia.
  • Wolpe, J. (1958). Psychotherapy by Reciprocal Inhibition. Stanford: Stanford University Press.
  • Wolpe, J. (1968). Psychotherapy by reciprocal inhibition. Conditional reflex: a Pavlovian journal of research & therapy, 3(4), 234-240.

Imagen: Psicología en Shutterstok

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Asociación Educar: Curso online sobre educación inclusiva [sponsor]

  • 30/01/2017
  • David Aparicio

Con más de 13 años de experiencia en formación online y presencial, Asociación Educar para el Desarrollo Humano te invita a participar de un nuevo curso.

La inclusión educativa es una necesidad cada vez más grande dentro de los centros educativos, pero los profesores, en general, no reciben entrenamiento especializado y muchas veces sienten que no saben qué hacer ante las necesidades específicas de sus alumnos.

Decididos a ofrecer su ayuda y aportar conocimientos basados en la evidencia en beneficio de la educación, la Asociación Educar lanzó el Curso Online de Formación en Educación Inclusiva, especialmente preparado para docentes de nivel inicial, primaria y secundaria; psicólogos, psicopedagogos, terapistas ocupacionales, trabajadores sociales, estudiantes y todos aquellos interesados en esta temática.



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El curso inicia el 8 de febrero; tiene una duración de 2 meses que se distribuyen en 8 clases dirigidas por dos expertos en el área:

  • Dr. Roberto Rosler (profesor de neurofisiología y neurocirujano).
  • Dra. Valeria Guaita (profesora titular de la cátedra de “Técnicas de evaluación en niños”).

Puedes leer el perfil completo en la página del curso.

Los objetivos del curso de educación inclusiva son:

  1. Respetar la mirada de la educación inclusiva.
  2. Tener siempre en cuenta el concepto de neurodiversidad en el aula.
  3. Desarrollar una posición empática, es decir ponerse en los zapatos de los alumnos y permitirnos escuchar su voz y sus opiniones.
  4. Analizar los problemas más frecuentes del aprendizaje o de la enseñanza que se observan hoy en día en los espacios docentes. Por ello, este curso se centra en los niños con trastornos de la atención, dislexia y autismo.
  5. Bajar al aula todas estas situaciones de dificultades del aprendizaje o de la enseñanza.
  6. Contribuir con padres y docentes en la comunicación y comprensión entre ambos.
  7. Como apoyo teórico, utilizar el marco de conocimiento de la Neuropsicología.

Ingresa aquí para conocer el plan detallado del curso por clases.

Modalidad del curso e inversión

Durante el curso podrás recibir las clases en tu email, con la ventaja de poder acceder al material durante tu tiempo libre sin tener que estar limitado por un horario específico. Cada alumno contará con una tutoría personalizada que les dará un espacio para realizar consultas y preguntas a los profesores. Las evaluaciones están preparadas para ser corregidas a distancia y la fecha de entrega se coordinará directamente con el profesor.

La matrícula tiene un costo de $100 (pesos argentinos) o 10 dólares y la mensualidad es de $420 (pesos argentinos) o 35 dólares.

La Asociación Educar también acepta pagos en otras divisas. Puedes ingresar aquí para conocer el precio en tu moneda local.

Para obtener mayor información e inscripciones ingresa en el siguiente enlace: Curso en educación inclusiva de la Asociación Educar.

Agradecemos a la Asociación Educar por ser nuestro sponsor de esta semana.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La ciencia de la pseudociencia

  • 30/01/2017
  • Lautaro Pacella
Pseudociencias

¿En qué grado está nuestra personalidad determinada por la alineación de las estrellas el día en que nacemos?, ¿cómo hizo aquel adivino para predecir mi futuro con tanta exactitud?, ¿para qué tomamos tantas pastillas y remedios si la manipulación de la columna vertebral y el balance de la energía vital pueden solucionar todos nuestros problemas?

Aunque estos sistemas son considerados técnicamente pseudociencias, se puede realizar un análisis para responder a lo que parece ser la pregunta realmente importante acerca de estas teorías: ¿Por qué tantas personas creen en estas pseudociencias?

Aunque existe cierta evidencia de que las personas inteligentes son menos propensas a creer en teorías paranormales y supersticiones, afirmar que la ignorancia es la única razón por la que estas prácticas se mantienen hasta hoy en día parece ser una sobre-simplificación.



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La ciencia nos brinda otras explicaciones más justas del cómo y por qué estos sistemas de creencias hacen mella en nuestro pensamiento racional, algunas de las cuales son:

Lenguaje ambiguo:

“Las vibraciones fisiológicas son aquellas que construyen y mantienen sano al organismo. Con la utilización de MORA son devueltas a la persona, de una manera amplificada e inalterada, formándose de este modo el llamado circuito regulador bio-cibernético.”

¿Y eso con que se come? El lenguaje en jerga es ya una técnica refinada que se utiliza con el propósito de oscurecer sobre la temática y disfrazarla de ciencia. Se mezclan palabras y conceptos con tecnicismos de ciencias que en un principio ya son difíciles de entender, llegando al punto de neologismos que, ante el disgusto que provoca tener que admitir que no entendemos algo y quedar como idiotas, el sentido se pierde en la confusión y queda relegado a la interpretación libre de quien recibe el mensaje.

Se mezclan palabras y conceptos con tecnicismos de ciencias que en un principio ya son difíciles de entender, llegando al punto de neologismos

El lenguaje es, según algunos expertos, la principal característica que nos diferencia de los animales y nuestra primordial herramienta para vivir en sociedad. La hemos desarrollado a tal punto que podemos inferir lo que el otro está diciendo por más precario que el mensaje sea pero hay quienes explotan esta capacidad deliberadamente en busca de beneficios.

Dentro del lenguaje ambiguo, encontramos un fenómeno más específicamente relacionado a la astrología, llamado Efecto Barnum (o Forer):

  • Usted tiene una tendencia a ser crítico.
  • Tienes una gran cantidad de potencial que todavía no has usado para tu completo desarrollo.
  • A veces es extrovertido, afable y sociable, mientras que otras veces es introvertido, cauteloso, reservado.

Estas son algunas de las idénticas descripciones que le fueron dadas de resultado a todo un grupo de universitarios, luego de que hubieran pasado por un “test de personalidad” del cual se ignoraron completamente las respuestas. La mayoría sintió que el test fue exitoso y los describía casi a la perfección1.

El secreto de estas frases es su ambigüedad. Cuando se afirma que tiene “tendencia a ser crítico”, ¿Cuánto realmente es una “tendencia”?, ¿”crítico” en qué áreas de la vida específicamente? Esas parecen ser respuestas para que usted mismo las responda y no parte del trabajo del astrólogo. Estas expresiones son especialmente eficaces cuando dicen algo positivo acerca de nosotros (“gran potencial guardado”), porque tendemos a creer más en lo que queremos creer que en lo que nos muestra la evidencia. Otra herramienta de este engaño son las frases con doble o múltiple caras, como la enunciación acerca de lo extrovertido-introvertido que somos, puesto que nadie puede considerarse como uno de estos extremos durante todos los días, todo el día, esta frase le puede corresponder a todas las personas bajo el sol.

Negligencia a las probabilidades y saliencia de los eventos:

  • Dolores de cuello
  • Dolores en el hombro
  • Dolores de cabeza
  • Dolores de pecho
  • Dolores en la mandíbula
  • Deficiencias en el sistema cardiovascular
  • Poca energía
  • Problemas para dormir
  • Problemas urinarios
  • Falta de aire
  • Vértigo
  • Asma
  • Fatiga
  • Problemas en la presión arterial
  • Angina
  • Muerte

Estos son solo algunos de los síntomas que se sufren por una “subluxación vertebral” y pueden estar indicando que necesitas ir al quiropráctico (principalmente el último)… pero entonces, ¿Quién no lo necesita? La estrategia se basa en recitar rápidamente un gran número de padecimientos para que uno pueda identificarse con alguno de ellos dentro del gran abanico de posibilidades.

Usualmente un futurólogo, ya sea aquel que lee las palmas de la mano o una bola de cristal,  produce muchas predicciones y no solo una. Apartando el hecho de que estas también suelen ser enunciadas en formas ambiguas, si algunas de estas profecías llegaran a suceder resaltaría como un gran acierto de aquel adivino y no a una mera casualidad bastante probable, y provocaría que ignoremos todos los otros desaciertos cometidos. Este fenómeno es provocado por la “saliencia” del suceso, es decir, por cómo se distingue debido a una característica particular y de esta manera se hace más fácil para evocarlo en la memoria.

Además estas predicciones suelen ser eficaces por la vaguedad en cuanto al alcance. Imagínese que un “clarividente” le cuenta que usted “será testigo de un gran fuego, del cual no saldrá herido pero tal vez alguien en su familia si”. Esta es una expresión que puede causar mucha ansiedad, y que por la intensidad de la idea puede ser recordada por mucho tiempo. Si un familiar de su círculo interno fallece en un incendio una semana después del vaticinio uno podría pensar que ese adivino tenía poderes, pero ¿Y si sucede 30 años después, eso cuenta?, ¿y si se incendia la casa de sus vecinos, es lo suficientemente cerca?, ¿o su árbol de navidad a causa de las luces decorativas, es el fuego lo suficientemente “grande” para sea un acierto?

La estrategia se basa en recitar rápidamente un gran número de padecimientos para que uno pueda identificarse con alguno de ellos

Tom Gilovich, psicólogo de la Universidad de Cornell, cuenta cómo una vez, un gran hombre de ciencia despertó en mitad de la noche aterrorizado a causa de una pesadilla en donde su padre moría. Lo primero que hizo fue ir a controlar que su padre todavía estuviese vivo… y lo estaba. Pero él se preguntó: “¿Qué hubiese ocurrido si mi padre hubiese muerto justo esa noche?”, lo cual es algo totalmente posible. En muchos de nuestros sueños participan personas cercanas a nosotros; y estas personas mueren, no es algo que deseamos, es simplemente el curso de la vida. Pero si estos dos eventos nos suceden en el mismo día, ¿Cuánta evidencia se necesitaría para contradecirnos de que nuestro sueños no son premonitorios?

Falacia post hoc ergo propter hoc:

Del latín, que significa “después de esto, entonces, a consecuencia de esto”, y como no puede faltar el Wiki-ejemplo:

“- El gallo siempre canta antes de que salga el Sol.

– Por lo tanto, el canto del gallo provoca que salga el Sol.”

Cualquier persona sabe que esto no es verdad y puede entender el error en esta lógica de pensamiento, pero entonces, si por cada vez que nos enfermamos también volvemos a la normalidad, ¿por qué le atribuimos la sanación del empacho a la oración realizada por la curandera vecina? Si todos los días existe la posibilidad de que algo malo nos suceda, ¿por qué presumimos que nuestras desgracias guardan alguna relación con haber roto un espejo o haber sacado tal o cual carta de un mazo arbitrariamente ilustrado?

Vulnerabilidad psicológica:

La mayoría de las veces que llevamos el auto al mecánico es porque algo no está funcionando. Lo mismo ocurre con nuestras visitas al médico; la gran mayoría de nuestras consultas son a causa de un padecimiento presente. Se puede inferir que quien recurre al Medium no lo hace para un control de difuntos, sino porque posee una necesidad inmediata: comunicarse con un ser querido. Y esta situación de deseo y fragilidad ayuda a crear los sesgos que fluyen en la dirección contraria a la razón.

Asimismo, muchas de las personas que recurren a la medicina alternativa lo hacen porque se encuentran desilusionados con los resultados de la medicina tradicional. Soportan una dolencia que necesita una respuesta, aunque esta no sea aprobada por la disciplina científica, si lo es por nuestro momentáneamente disminuido juicio crítico ante la desesperación.  

Referencias bibliográficas:

  • Forer, B. R. (1949). «The fallacy of personal validation: A classroom demonstration of gullibility». Journal of Abnormal and Social Psychology 44 (1): 118-123. 
  • Shermer, M. (2002). “Why People Believe Weird Things: Pseudoscience, Superstition, and Other Confusions of Our Time”. Holt Paperbacks.
  • Wiseman, R. (2011). Paranormality: Why we see what isn’t there. Pan Macmillan.
  • Gilovich, T. (2008). How we know what isn’t so. Simon and Schuster.
  • Salud Mental y Tratamientos

El papel de la información amenazante en el trastorno bipolar

  • 30/01/2017
  • Mauro Colombo

El trastorno bipolar, se caracteriza por la alternancia de episodios de manía, depresión y eutimia (ausencia de síntomas). La desregulación de emociones producidas por el trastorno, conlleva alteraciones en el procesamiento de la información, incluso en los momentos en los que la persona permanece asintomática. Desde el modelo cognitivo de Beck (1976), se postula que las personas que padecen el trastorno poseen un sesgo atencional, congruente con su estado de ánimo. Esto significa que, durante las fases de manía, atenderán en mayor medida a aquellos estímulos de carácter alegre, mientras que en las depresivas, a aquellos de tinte negativo.

Diversos estudios han sido consistentes con el sesgo que plantea el modelo cognitivo, así como con la dificultad de las personas con el trastorno bipolar, de dejar de atender a información congruente con su estado del ánimo (García-Blanco, Perea y Salmerón, 2013).

Todos las personas con trastorno bipolar miraban durante más tiempo la imagen amenazante que aquellos sujetos sin la patología

Sin embargo, hallazgos recientes indicarían que el procesamiento de la información en el trastorno bipolar es mas complejo de lo que se creía. En un experimento realizado en 2014 por García-Blanco, Salmerón, Perea y Livianos, se les pidió a pacientes en distintas fases (depresión, manía y eutimia) que miraran libremente cuatro imágenes que aparecían en una pantalla. Las mismas tenían contenidos triste, alegre, amenazante y neutral. A su vez, mediante el registro de sus movimientos oculares, se compararon estas elecciones con sujetos sin ningún tipo de trastorno.



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Imagen: Ciencia Cognitiva

Una de las conclusiones obtenidas, es que mas que mayor atención hacia la imagen triste, los pacientes en estado depresivo mostraron menor interés en la alegre. Esto es consistente con los sentimientos de anhedonia (disminución de la capacidad para experimentar placer). Lo novedoso sin embargo, fue que independientemente del episodio en que se encontraran, todos las personas con trastorno bipolar miraban durante más tiempo la imagen amenazante que aquellos sujetos sin la patología.

Para comprender mejor estos resultados, se realizó otro experimento, pero esta vez se buscó cuantificar concretamente el peso de los sesgos atencionales hacia los distintos tipos de imágenes (García-Blanco, Salmerón y Perea, 2015). En la experiencia anterior, al presentarse todas juntas, no se podía determinar cuanta influencia poseía cada emoción por separado. Es así que, nuevamente mediante una tarea de visualización libre, se les pidió a sujetos en las distintas fases del trastorno, que miraran tres conjuntos de dos imágenes (una alegre, otra amenazante y una neutral), comparada con una neutral. Lo mismo se realizó con los sujetos control, aquellos sin la patología.

Al igual que en la investigación anterior, aquellos sujetos con trastorno bipolar, de manera independiente a la fase en la que se hallaran, prestaron más atención a los estímulos amenazantes, que los sujetos del grupo control.

Imagen: Ciencia Cognitiva

Los datos muestran que en situaciones donde las personas con el trastorno pueden atender libremente a los estímulos del ambiente, existe una preferencia atencional hacia aquellos de contenido amenazante, se encuentren tanto en un episodio depresivo, en uno maníaco o asintomáticos.

Los investigadores sugieren que el sesgo relacionado con la amenaza en el trastorno bipolar, que se produce incluso en las primeras etapas del procesamiento de la información, puede reflejar un marcador de vulnerabilidad. En este sentido, el estilo de procesamiento de lo amenazante parece ser un rasgo distintivo del trastorno, independiente de los sesgos presentes dentro de cada episodio en particular.  Desde una perspectiva teórica, estos hallazgos apuntan hacia un posible replanteo de los postulados originales del trastorno, incluyendo estas preferencias atencionales hacia aquellos elementos del ambiente amenazantes. Abordado desde una perspectiva práctica, este conocimiento puede aportar nuevas líneas de tratamiento, que apunten directamente a la forma en que la persona con trastorno bipolar procesa la información de su contexto, indistintamente de la etapa en la que se encuentre.

Fuente: Ciencia Cognitiva
Imagen: Bipolar en Shutterstock

Referencias:

  • Beck, A. T. (1976). Cognitive Therapy and the Emotional Disorders. New American Library, New York.
  • García-Blanco, A. C., Perea, M. y Salmerón, L. (2013). Attention orienting and inhibitory control across the different mood states in bipolar disorder: An emotional antisaccade task. Biological Psychology, 94, 556–561.
  • García-Blanco, A. C., Salmerón, L., Perea, M. y Livianos, L. (2014). Attentional biases toward emotional images in the different episodes of bipolar disorder: An eye-tracking study. Psychiatry Research, 215, 628–633.
  • García-Blanco, A. C., Salmerón, L. y Perea, M. (2015). Attentional capture by emotional scenes across episodes in bipolar disorder: Evidence from a free-viewing task. Biological Psychology, 108, 36–42.
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Curso online gratuito: Realidad virtual en la educación

  • 30/01/2017
  • David Aparicio

La realidad virtual (VR) ya no es un accesorio, un invento futurista sin aplicación en la vida cotidiana. Cada vez hay más investigaciones que demuestran su utilidad dentro de la psicología y la educación. Sabemos que la innovación y las nuevas tecnologías pueden ser un poco intímidantes a la hora de incorporarlas dentro de los contextos más tradicionales como en la educación.

Por suerte, existen propuestas innovadoras y fáciles de entender como la nueva propuesta del EducaLAB, del Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado en España.

En este nuevo curso titulado: Realidad Virtual en Educación los profesores y todos los interesados en esta tecnología podrán aprender los conceptos básicos de la Realidad Virtual, sus posibilidades dentro de la educación, los formatos en que se pueden utilizar para así aprovechar todo su potencial.



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https://youtu.be/0PAVKH9-3Yk

El curso inicia mañana, 31 de enero y termina el 14 de marzo del 2017. Es totalmente gratis, online, está avalado por el Ministerio de Educación Cultura y Deporte del Gobierno de España y al finalizar te entregarán un certificado online.

Para conocer los detalles del curso y para inscribirte ingresa en la página de Educa LAB del Intef.

Artículo relacionado: Realidad virtual en el consultorio: una revisión de Psious

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