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Publicaciones por mes

octubre 2017

64 Publicaciones
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Narcisismo y psicopatía haría a personas más propensas a culpar a víctimas de violación

  • 03/10/2017
  • Rita Arosemena P.

Un estudio publicado en la revista científica Personality and Individual Differences explora la relación entre el narcisismo y la psicopatía y la tolerancia a la infidelidad, así como los mitos de la violación. La nueva investigación sugiere que las personas que son egocéntricas y carecen de empatía aceptan más la infidelidad y son más propensas a creer en los mitos de la violación que culpan a las víctimas.

Para aportar evidencia, un grupo de investigadores de la Universidad de Arkansas examinó los factores de interacción de dos tipos de actitudes sexuales: tolerancia a la infidelidad y aceptación de mitos de violación; y dos constructos de personalidad: la psicopatía y el narcisismo. «Cada una de estas variables se caracteriza por un desprecio hacia los demás», explica Malachi Willis, autor principal del estudio.

Los investigadores encuestaron a 308 estudiantes de pregrado con respecto a sus actitudes hacia la infidelidad y las víctimas de violación. Los participantes también completaron el Inventario de Personalidad Psicopática y el Inventario de Personalidad Narcisista. Willis y sus colegas encontraron que la aceptación de la infidelidad estaba vinculada con la aceptación de los mitos de la violación, es decir que los estudiantes que estuvieron de acuerdo con declaraciones tales como «Ser infiel nunca lastima a nadie», también estaban probablemente de acuerdo con declaraciones como «Las mujeres que han tenían relaciones sexuales anteriores no deben quejarse de violación».

Esto lleva a los investigadores a sostener la idea de que las actitudes negativas hacia las víctimas de violación se relacionan directamente con una mayor tolerancia a la infidelidad en la relación sexual propia.



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Se encontró, además, que la psicopatía y el narcisismo juegan un papel importante en la aceptación de la infidelidad y de los mitos de violación, ya que esta se magnificó entre los participantes que obtuvieron calificaciones más altas en ambos inventarios.

las personas que están centradas en sí mismas y que tienen un sentido de derecho muy alto apoyan con más frecuencia la infidelidad y los mitos sobre la violación

«La investigación tiene algunas limitaciones», explica Willis, ya que «la gente puede vacilar al momento de decir la verdad con respecto a las transgresiones sexuales como la violación y la infidelidad». Lo mismo ocurre cuando se aplican inventarios que exponen los rasgos de personalidad asociados con la psicopatía y el narcisismo.

Willis opina que estudios futuros podrían considerar si la adhesión a los roles tradicionales de género podría estar relacionada, ya que «los papeles tradicionales de género indican que las mujeres son las guardianas del sexo y los hombres los iniciadores». Esto quiere decir que las personas que creen que las mujeres son las guardianas del sexo pueden ser más propensas a culpar a las víctimas de violación, pensando que las víctimas deberían haber resistido a su agresor; de manera similar, las personas que creen que los hombres son los iniciadores del sexo podrían ser más comprensivos respecto a los hombres con experiencias sexuales extramatrimoniales.

Fuente: Psypost; Personality and Individual Differences

  • Salud Mental y Tratamientos

Ansiedad social: normalidad y patología

  • 02/10/2017
  • CETECIC

Verdaderamente, ¿nos gusta llamar la atención? ¿Cuánto nos importa lo que los demás piensan y dicen sobre nosotros? ¿Cuánto actuamos para ser aceptados por los demás? ¿En qué medida fingimos para que los demás nos quieran y nos acepten?

Se escucha frecuentemente la frase que pregona “yo hago lo que a mí me gusta, no me importa lo que los demás piensen y digan”; no obstante, ¿cuánto hay de cierto en esto? En fin, un conjunto de preguntas a las cuales desde el sentido común y la cultura podríamos dar múltiples respuestas. Nosotros, por supuesto, deseamos poner algunas líneas desde el conocimiento psicológico y científico a este asunto.

Una de las características más distintivas de los seres humanos es su capacidad de formar redes sociales. Si bien los cambios tecnológicos y culturales van alterando drásticamente la forma de comunicarnos, lo esencial del fenómeno sigue vigente: las personas nos vinculamos con otras personas y ello nos parece a simple vista perfectamente sano y razonable.



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En efecto, al igual que para otras tantas especies que habitan nuestro mundo, la capacidad de formar lazos sociales y comunidades nos ha servido como una potente herramienta de supervivencia. La evolución parece haber favorecido bastante a los organismos que, siendo capaces de comunicarse, han logrado aunar esfuerzos para realizar objetivos comunes, imposibles alcanzar por cada individuo por separado. Los humanos hemos llevado esta característica a su máxima expresión, estableciendo redes cada vez más complejas en un proceso que parece no detenerse.

Ahora bien, si la sociabilidad resalta como una característica tan básica de la adaptación y supervivencia de la especie, ello nos da también algunas pistas respecto de cuán razonable y sano es buscar la aprobación y aceptación de los demás. Un ser humano solo, aislado de su grupo, casi no tiene posibilidades de supervivencia.

En este sentido, las habilidades individuales para lograr una aceptación de los demás se revelan como elementos críticos de la adaptación. En efecto, una de las tareas más importantes que debe realizar cualquier persona es entender el medio social y adecuarse a él, siendo aceptado por sus semejantes.

Un ser humano solo, aislado de su grupo, casi no tiene posibilidades de supervivencia

En esta misma línea de razonamiento, también los temores sociales tienen su razón de ser. Dado que el rechazo del grupo conlleva riesgos para la supervivencia, también la evolución ha favorecido la persistencia de una reacción de miedo ante estímulos del entorno que nos predigan tal evento. De este modo, las personas nos orientamos de manera natural a evitar la desaprobación de los demás, como medio también de desactivar la reacción de temor.

En este punto cabe recordar rápidamente las investigaciones acerca de cómo los niños pequeños reconocen y reaccionan con llanto y miedo más fácilmente a un rostro enfadado que a uno amigable, por tomar sólo un ejemplo. Entonces, la facilitación de la sociabilidad a través de la evolución se habría cristalizado al menos en dos rasgos complementarios. Por una parte, una tendencia subjetivamente experimentada como placentera hacia los demás, la cual daría las bases del reforzamiento positivo inherente a las relaciones humanas; ella sería la base de la empatía y las conductas de cooperación y altruismo. Ha sido algunas veces denominada “modo hedónico”.

Por otra parte, una facilitación a reaccionar con miedo ante la posibilidad del rechazo y condena por parte del grupo de pertenencia. Ello motivaría por reforzamiento negativo la aparición de conductas prosociales, constituyendo a su vez la apoyatura biológica de la reacción de ansiedad exagerada que puede tornarse en fobia social. Ahora bien, en relación con este último punto hay algo más. Si bien suena perfectamente razonable y lógica la idea de que la ansiedad social es una respuesta adaptativa para protegernos de la pérdida del grupo de pertenencia, tal vez sea incompleta. En efecto, el miedo del hombre al mismo hombre también ha de tener una base en las conductas defensivas hacia los peligros objetivos y reales que la historia de nuestra especie nos ha ido imponiendo.

Una simple pregunta nos abre visibilidad sobre este problema: ¿cuál es el máximo predador del ser humano? El mismo ser humano, obviamente. Sobre este punto, no hace falta demasiado debate. La historia de la humanidad está plagada de guerras, episodios sangrientos, holocaustos, torturas e historias de cómo los grupos de seres humanos han tratado de dominar a otros grupos, sometiéndolos incluso hasta la esclavitud. El actual panorama político global tampoco escapa a este análisis muy simple y rudimentario.

Dicho en pocas palabras, el mayor peligro para la supervivencia de un ser humano ha provenido de otro ser humano. El hombre es el máximo predador de sí mismo. Sin duda, esto también ha facilitado las reacciones de ansiedad ante los otros, especialmente cuando son desconocidos. Tal tendencia fue en ocasiones denominada “modo agónico”, un concepto que rescata la facilitación de reacciones de temor y ansiedad pero también la cara defensiva y de enfrentamiento que se manifiesta en el plano conductual.

Las formas patológicas de la ansiedad social consistirían en exageraciones de rasgos adaptativos

Entonces, tenemos por una parte el modo hedónico, evolutivamente facilitado porque la conformación de redes de cooperación constituye una estrategia de supervivencia, y desde acá la ansiedad social obedecería complementariamente al riesgo de perder el sostén grupal. Por otra parte, hallamos un modo agónico, también evolutivamente seleccionado como un sistema de defensa del hombre ante la agresión de otro hombre. En esta línea, la ansiedad social tiene el sentido de protegernos de la agresión de un semejante.

Quizá, lo más importante a remarcar en este momento es que desde las dos tendencias evolutivas, aparentemente contrapuestas, se llega a un lugar común: la facilitación del miedo social. A ello se debe que, para muchos, si bien la fobia social es una patología, no parece tan irracional como otras fobias.

Hoy, la mayoría acuerda en que, tal como sucede en otros muchos desórdenes psicológicos, se trata de una cuestión de grados. Pequeñas reacciones de ansiedad en situaciones sociales no sólo no son patológicas sino que resultarían saludables y adaptativas, pues funcionarían como herramientas de protección iniciales en ambientes desconocidos, motivándonos a la ejecución de habilidades interpersonales más cautelosas. A partir de allí se traza un continuo que va desde la timidez, como forma menor y poco problemática de la ansiedad social, que sigue con la fobia social simple, la fobia social generalizada y finalmente con el trastorno de personalidad por evitación; éste último, la forma más grave e incapacitante de ansiedad social.

Finalmente, las formas patológicas de la ansiedad social consistirían en exageraciones de rasgos adaptativos. ¿Por qué algunas personas logran sobreponerse bien a las reacciones naturales de ansiedad social, las superan, se vuelven extrovertidos y cálidos; mientras otros parecen quedar atascados en el miedo, empeorando incluso con las experiencias sociales y desarrollo? Una pregunta muy interesante cuya respuesta excede por mucho las posibilidades de este artículo. Quizá, nos prenda la chispa de la reflexión el intentar responder a alguna de las preguntas iniciales. Al fin y al cabo, ¿cuánto nos importa lo que los demás piensen y opinen sobre nosotros?

Por: Lic. José Dahab, Lic. Carmela Rivadeneira y Lic. Ariel Minici

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Psyciencia en el XXVIII Congreso Científico Nacional de la Universidad de Panamá

  • 02/10/2017
  • David Aparicio

Tengo el honor de representar a Psyciencia en uno de los congresos científicos más importantes de Panamá. El congreso es organizado por la Vicerrectoria de Investigación y Postgrado de la Universidad de Panamá.

Mi conferencia como editor general y cofundador de Psyciencia tratará sobre nuestra fundación como medio independiente, nuestro estilo editorial y crecimiento en la web. También compartiré algunas de las herramientas que usamos diariamente los editores y colaboradores para investigar y preparar nuestros artículos especiales y que seguro será de mucha ayuda para los estudiantes e investigadores.

La conferencia será el martes 3 de octubre (mañana) a las 2 de la tarde en el aula 20 del Instituto Centroamericano de Administración y Supervisión de la Educación (ICASE), ubicado dentro del campus de la Universidad de Panamá en la avenida Transitmica en la ciudad de Panamá.



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Agradecemos al ICASE por darnos la oportunidad de presentarnos como medio independiente de divulgación científica de la psicología.

Los interesados en asistir por favor comunicarse a los teléfonos: 523-5313 o envíen un email [email protected].

  • Análisis

Insight o aprendizaje por comprensión súbita

  • 02/10/2017
  • Gustavo Toledo Lara

Para comprender la dinámica del aprendizaje, es importante reconocer todos los procesos asociados que se producen en el ser humano en el momento en que esto ocurre. No se trata de ver el aprendizaje como un resultado final cuantificable, más bien se trata de identificar qué es lo que ocurre mientras el aprendizaje está por producirse o mientras este está ocurriendo.

Así, la comprensión del proceso de aprendizaje supone otorgar una relevancia singular a la experiencia y a la percepción sobre las respuestas ante un determinado estímulo, por lo tanto, podemos asegurar que tanto la experiencia como la percepción engloban todo el comportamiento, obviando desde luego aquellas respuestas aisladas o específicas.

Respecto al aprendizaje, podemos señalar que en el momento en que una persona se inicia en una experiencia didáctica, esa persona cuenta con una serie de habilidades, expectativas y actitudes que van a acompañar la manera en que percibe esa situación de aprendizaje. Es decir, cada persona tiene una historia de vida y en esa historia de vida en la que van a estar presentes toda una serie de referencias, saberes previos o información que a su vez, van a jugar un papel determinante en el momento de percibir una situación determinada. Con lo cual, definitivamente el aprendizaje va a estar condicionado por las experiencias previas con independencia de que tales experiencias sean positivas o no.



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Ahora bien, en este contexto, podemos hacer referencia al denominado “aprendizaje por insight”, o “aprendizaje por comprensión súbita”. Este tipo de aprendizaje forma parte de la teoría gestáltica la cual defiende la tesis de que el aprendizaje ocurre después de varios intentos infructuosos mientras se busca una solución. Es decir, el aprendizaje por insight ocurre como resultado de un proceso de comprensión global de una situación determinada, además de una percepción de sus elementos más relevantes. Esta teoría sobre el aprendizaje no se limita al clásico estímulo – respuesta, sino que considera y reconoce todo el conjunto de saberes previos y experiencias de la persona y como estas referencias logran establecer relaciones para encontrar el sentido o el entendimiento de aquello que se aprende o está por aprender. Desde luego, esto lo podemos identificar mejor con un ejemplo:

Supongamos que estamos resolviendo un problema de matemáticas y estamos intentando encontrar la solución al mismo, para lo cual buscamos apuntes, ejercicios similares ya resueltos, entre otros. En un momento determinado y casi sin darnos cuenta, en nuestra mente se están estableciendo múltiples conexiones con un sinfín de información y ese proceso va decantando lo que realmente necesitamos para encontrar la solución a ese problema. No obstante, en un primer momento, no encontramos la solución y abandonamos la actividad. Después de abandonar la actividad, nuestra mente puede quedar pensando en lo que estábamos haciendo y de manera súbita nos vuelve a la mente la solución a dicho problema. A todo esto, se le llama “aprendizaje por insight o por comprensión súbita” ya que de manera inesperada logramos comprender, identificar y encontrar la solución. Lógicamente, puede ocurrir en el transcurso de la realización de la actividad, o como hemos visto en el ejemplo, al abandonarla.

En este sentido, el docente puede observar las estrategias que el propio alumno va ejecutando conforme se va adentrando en su propio proceso de aprendizaje, sin embargo, resulta fundamental identificar el nivel del desarrollo cognitivo de cada persona y partiendo del mismo determinar los conceptos de referencia que nos permitirán verificar que efectivamente todo está ocurriendo dentro de lo esperado según la curva de aprendizaje determinada. Es por ello por lo que resulta fundamental conocer a los alumnos y respetar la identidad y la individualidad, esto es, reconocer sus saberes previos, las referencias directas de su entorno, y obviamente la manifestación y acción ante lo que está aprendiendo.

Por lo tanto, el aprendizaje como proceso está muy lejos de ser estático. A nivel cognitivo implica desde luego la activación de muchas conexiones que tienen como lugar principal el hipocampo, el cual es un órgano de dos mitades que se sitúa en el cerebro y de manera sencilla, podemos asegurar que este órgano posibilita la activación de los diferentes recuerdos que están distribuidos por todo el cerebro. Por otra parte, recordemos que el hipocampo se relaciona directamente con la memoria declarativa (es decir aquella memoria cuyos contenidos se pueden expresar de forma verbal).

El hipocampo permite afianzar los aprendizajes que se realizan al posibilitar que algunas informaciones se trasladen a la memoria a largo plazo, además de relacionar estos contenidos con algunos valores ya sean positivos o negativos según los recuerdos que se asocian a experiencias agradables o no agradables. En este sentido, tanto la actividad cerebral como la manifestación de la conducta enmarcada en el proceso de aprendizaje va a significar un aspecto de singular relevancia para el docente ya que, como profesional de la educación, va a considerar todas aquellas estrategias que desde un punto de vista didáctico, van a acompañar y a orientar el proceso que ha de vivir el alumno mientras este va descubriendo y aprendiendo a partir de sus experiencias, referencias y saberes previos.

Artículo previamente publicado en la web de la Universidad isabel I y cedido para su publicación en Psyciencia.

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