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Publicaciones por mes

julio 2020

75 Publicaciones
  • Artículos Recomendados de la Web

¿Qué decir —y qué no— cuando alguien te cuenta sus temores sobre el coronavirus

  • David Aparicio
  • 20/07/2020

Estupendo artículo de Anna Goldfarb para The New York Times, sobre la positividad despectiva y algunos elementos que conocemos de la conversación clínica que son muy útiles en estos momentos:

La positividad despectiva puede expresarse de muchas maneras:

“Todo estará bien. ¡Al menos no perdiste tu trabajo!”.

“Sé agradecido por poder aprovechar este tiempo para explorar un nuevo pasatiempo”.

“¡Piensa en cosas felices!”.

“Al menos tienes una pareja con la que compartes el confinamiento”.

“Esto no durará para siempre y tú eres una persona ingeniosa. ¡Saldrás victoriosa!”.

Una propuesta más útil: el principio de reflexionar, validar y curiosidad:

Una mejor manera de formular tu preocupación es usar la reflexión, la validación y la curiosidad, en ese orden, dijo Fregoso. Refleja la emoción que escuchas en la voz de tu amigo. El temor, la tristeza y la preocupación son emociones comunes que la gente está sintiendo ahora mismo.

El artículo incluye una descripción paso a paso de cómo usar el principio de reflexionar, validar y curiosidad. Léelo completo en The New York Times en español.

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  • Artículos Recomendados de la Web

¿Deberíamos beber menos alcohol?

  • David Aparicio
  • 18/07/2020

Anahad O’Connor explica en The New York Times, los cambios que se vienen en las recomendaciones médicas sobre el consumo del alcohol y que son congruentes con investigaciones más nuevas que sostienen que los riesgos asociados con su consumo sobrepasan cualquier posible beneficio:

No obstante, ahora un comité de científicos que ayuda a actualizar la edición más reciente de las Pautas Alimentarias para Estadounidenses adoptó una postura más rigurosa respecto al alcohol. En una conferencia telefónica reciente, el comité afirmó que planeaba recomendar que los hombres y mujeres que beben se limiten a una sola copa de vino, una cerveza o una copa de licor al día. No bebas porque piensas que mejorará tu salud, el comité dice que no es así. Además sostiene que, por lo general, beber menos es mucho más benéfico para la salud que beber más.

Ese mensaje representa una ruptura con las pautas anteriores, que desde 1980 han definido como consumo “moderado” de alcohol hasta dos copas diarias para los hombres y una para las mujeres. Las agencias gubernamentales también han definido desde hace mucho que una copa estándar equivale a 355 mililitros de cerveza normal, 147 mililitros de vino y 45 mililitros de bebidas destiladas (con 40 por ciento de alcohol), cantidades que los estadounidenses superan con frecuencia.

Los estudios que avalan los beneficios del consumos del alcohol son defectuosos:

La nueva recomendación sería una victoria para los expertos que han cuestionado por mucho tiempo el halo de salud en torno al consumo moderado. Dicen que los estudios que demuestran que puede proteger la salud son profundamente defectuosos y que cualquier beneficio cardiovascular que se podría tener, sería superado por el hecho de que el alcohol es una de las principales causas de cáncer que son prevenibles. Según el Instituto Nacional de Cáncer, incluso una bebida al día aumenta el riesgo de cáncer de mama, esófago y oral.

Las interpretaciones exageradas sobre los beneficios del consumo moderado del alcohol:

El debate científico en torno al consumo moderado de alcohol se remonta a la década de 1970, cuando los investigadores de California se dieron cuenta de que los abstemios padecían más infartos que las personas que bebían moderadamente. En las décadas posteriores, muchos estudios observacionales que analizaron poblaciones numerosas documentaron lo que se conoce como la curva en J entre el alcohol y la mortalidad debida a cualquier causa, en especial los padecimientos cardiacos: los índices de mortalidad se redujeron entre quienes bebían moderadamente, en comparación con quienes no bebían y luego aumentaba entre aquellas personas cuyo consumo excedía una o dos copas diarias.

No obstante, los estudios observacionales solo pueden mostrar una correlación, no una causalidad, además de que tienen otras limitaciones. Un factor que provoca mucha confusión es que el estatus socioeconómico es un gran indicador de salud y esperanza de vida, y tiene una relación cercana con los niveles de consumo de alcohol. Los estudios muestran que, en comparación con los bebedores empedernidos y los abstemios, las personas que beben moderadamente suelen ser más acaudaladas y tener un nivel educativo más elevado. También suelen tener mejores servicios de salud, hacer más ejercicio, llevar dietas más saludables y presentar menos obesidad.

Lee el artículo completo en The New York Times.

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  • Artículos Recomendados de la Web

Acciones esenciales para salir de la pandemia en América Latina

  • David Aparicio
  • 17/07/2020

José Gomes Temporão (médico y exministro de la Salud de Brasil) y Miguel Lago es (director ejecutivo del Instituto de Estudos para Políticas de Saúde (IEPS) describen en The New York Times en español, los desafíos y las acciones que debe realizar América Latina para afrontar la pandemia:

El virus no es el gran igualador social, como se decía al inicio de la pandemia. Si bien todos estamos potencialmente expuestos a la enfermedad, la probabilidad de que se extienda y cause cuadros más graves y más muertes es significativamente mayor entre los más pobres y los que no son blancos. Si la población más vulnerable en Europa son los ancianos, en América Latina la desigualdad distribuye los factores de riesgo de manera más equitativa entre generaciones. En muchas ciudades, incluso antes de la pandemia, la edad promedio de las personas que mueren varía dependiendo del barrio en el que se vive. En São Paulo la diferencia es de hasta 23 años.

En este contexto, las políticas de aislamiento social solo serán efectivas cuando las personas tengan las condiciones materiales para aislarse. En la región, donde la informalidad laboral alcanza alrededor del 50 por ciento de los empleados dejar de trabajar y quedarse en casa simplemente no es una opción. Los mercados populares de alimentos, donde el campo y la ciudad se encuentran, son uno de los grandes focos de infección de países como Perú y Ecuador.

Los efectos de la desigualdad estructural: 

En el combate contra la pandemia en América Latina se ve limitado por la desigualdad estructural, la falta de capacidad del Estado y la demagogia política. Hace falta que los gobiernos nacionales y subnacionales se coordinen para compensar estos factores y dar una respuesta homogénea.

Es fundamental prolongar las medidas de distanciamiento social y que cualquier apertura de actividad sea monitoreada y basada en las recomendaciones de la comunidad científica. Para reforzar esa política, se requiere poder identificar a los sintomáticos y ayudar a aislarlos. Finalmente, para asegurar el cumplimiento de dichas medidas es necesario establecer un ingreso de emergencia adecuado para las familias más vulnerables.

América Latina no puede superar en pocos meses sus lagunas estructurales, pero sí puede encontrar en la pandemia la oportunidad para identificar los puntos débiles y la energía para empezar a tratarlos de manera profunda y sistemática.

Lee el artículo completo en The New York Times.

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Las mujeres son mejores que los hombres para reconocer sus emociones?

  • Maria Fernanda Alonso
  • 17/07/2020

Comúnmente, se cree que las mujeres son más conscientes emocionalmente y más expresivas que los hombres. Y de hecho, una investigación reciente encontró que las mujeres tienden a exhibir una mayor concordancia de respuesta emocional en comparación con sus pares masculinos (Rattel et al., 2020).

“Las diferencias de sexo podrían explicar los hallazgos divergentes entre los estudios, en particular con respecto a la concordancia emocional: la sincronización de los sistemas de respuesta experimental (autoinforme), fisiológica y conductual,» señaló Julina A. Rattel, autora del estudio y miembro del Clinical Stress y Emotion Lab en la Universidad de Salzburgo.

En el estudio, 44 ​​participantes vieron 15 videos cortos mientras los investigadores registraban sus respuestas de comportamiento muscular autónomas, respiratorias y faciales. Cada participante también informó sobre su experiencia emocional subjetiva inmediatamente después de cada clip.

El equipo de investigación descubrió que las mujeres tendían a mostrar concordancias más fuertes que los hombres. En otras palabras, las emociones subjetivas autoinformadas de las mujeres tienden a reflejar más estrechamente sus respuestas objetivamente medidas.

Los hallazgos «brindan un fuerte respaldo de que las emociones están compuestas de múltiples sistemas de respuesta (autoinforme, fisiología y comportamiento) que se cohesionan en múltiples situaciones,» dijo Rattel.

Estos resultados concuerdan con las investigaciones que muestran que las mujeres son mejores que los hombres para reconocer sus emociones, expresarlas más fácilmente, así como les prestan más atención y son más conscientes de ellas.

Además, la diferencia de sexo en la concordancia emocional no parecía ser el resultado de diferencias en la reactividad emocional.

Dentro de las limitaciones del estudio, la autora señala que aunque encontraron fuertes asociaciones tanto entre las medidas experimentales y fisiológicas como entre las medidas experimentales y de comportamiento, no pueden sacar ninguna conclusión con respecto a la direccionalidad de esta relación. “En el estudio actual, las reacciones fisiológicas a las películas podrían haber desencadenado o mejorado los sentimientos subjetivos de excitación y valencia o viceversa,” dijo Rattel.

“Nuestro pensamiento actual favorece la visión de que la evolución provocó circuitos y vías del sistema nervioso central y periférico altamente interactivos que resultan en respuestas dinámicas, bi-direccionales y recursivas de experiencia, fisiológicas y conductuales, lo que dificulta la disección de las relaciones temporales; sin embargo, esta vista necesita más pruebas,» señaló finalmente.

Referencia bibliográfica:

Rattel, J. A., Mauss, I. B., Liedlgruber, M., & Wilhelm, F. H. (2020). Sex differences in emotional concordance. Biological Psychology, 151, 107845. https://doi.org/10.1016/j.biopsycho.2020.107845

Fuente:Psypost

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  • Salud Mental y Tratamientos

Coronavirus: Las tasas de suicidio podrían aumentar debido al desempleo

  • Alejandra Alonso
  • 17/07/2020

Dos nuevos estudios advierten que el desempleo generado por la situación con el COVID-19 podría coincidir con un pico en las tasas de suicidio. Aunque estas proyecciones fueron hechas para Estados Unidos y Canadá, sabemos que el desempleo es un para el suicidio.

El autor principal de ambos estudios, Roger McInyre, quien trabaja con personas con trastornos del estado de ánimo desde hace 20 años, opina que necesitamos trabajar en prevención de suicidio. El explica que es conocido el vínculo entre el desempleo, las consecuencias económicas y el suicidio. A esto se suman otros factores como el distanciamiento físico y la ansiedad por el virus.

Los autores de los estudios se basaron en datos previos para estimar el número de suicidios en exceso que podrían ocurrir. En Canadá estimaron entre 418 y 2114 suicidios en exceso y en Estados Unidos entre 3235 y 8164.

McIntyre resalta que el virus no solo amenaza la salud física, sino también la salud mental y que la estabilidad económica es clave para nuestra salud integral.

Las intervenciones de profesionales en salud mental podrían ayudar a prevenir los suicidios en exceso. Según el grupo de investigadores, sus proyecciones indican la importancia de proveer cuidados en salud mental y ayuda a las personas con necesidades para prevenir un pico en las tasas de suicidios.

Si bien las proyecciones de estos investigadores deben ser seriamente consideradas, hay que tener en cuenta los efectos inesperados que puede tener esta situación. En Japón, por ejemplo, la tasa de suicidios se redujo en abril un 20%. En dicho país el suicidio es un gran problema, los expertos creen que el hecho de hacer teletrabajo y pasar más tiempo con los seres queridos podría haber sido un factor que influyó en esa población.

Sin embargo, ese mismo artículo resalta el carácter critico del factor económico y en ese país también se teme el impacto que pueda tener una recesión económica.

En conclusión, si bien debemos estar preparados para afrontar los problemas de salud mental que puedan surgir como consecuencia de la pandemia, el distanciamiento físico, el miedo por el virus, las noticas, etc., también debemos ser cautelosos y considerar que muchos efectos podrían sorprendernos.

Referencias originales de los estudios:

McIntyre, R.S. and Lee, Y. (2020), Preventing suicide in the context of the COVID ‐19 pandemic. World Psychiatry, 19: 250-251. doi:10.1002/wps.20767

McIntyre RS, Lee Y. Projected increases in suicide in Canada as a consequence of COVID-19 published online ahead of print, 2020 May 19. Psychiatry Res. 2020;290:113104. doi:10.1016/j.psychres.2020.113104

Fuente: Psypost

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  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Factores comunes en psicoterapia: ¿Se acerca el final de la grieta? (Podcast)

  • David Aparicio
  • 16/07/2020

Episodio 21 del podcast Psicología para Escépticos:

En 1936 Rosenzweig publicó un breve artículo en el que señalaba que todas las terapias parecían ser igual de efectivas. Ese fue el puntapié inicial de una teoría que aún hoy ,de la mano de autores como Wampold, sigue siendo vigente: ¿puede ser que lo sirva de las terapias no sea lo que los teóricos creen, sino cosas tales como la relación terapéutica o la esperanza por el cambio que siente el paciente?. Luego de 80 años, miles de investigaciones y cientos de metaanálisis, afortunadamente no estamos en el mismo lugar que antes y podemos responder algo mejor a estas preguntas… ¿Qué sirve y qué no? ¿Qué comparten las terapias eficaces? ¿Hay factores comunes en psicoterapia o hay procesos comunes a múltiples trastornos?

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  • Salud Mental y Tratamientos

¿Puede la actividad física disminuir las emociones negativas durante la pandemia?

  • Maria Fernanda Alonso
  • 16/07/2020

¿Existen herramientas capaces de atenuar los efectos negativos de la pandemia y el aislamiento social, a nivel de salud mental? Parece que sí: aproximadamente 45 minutos de ejercicio vigoroso pueden reducir las emociones negativas durante la pandemia, según un nuevo estudio realizado en una muestra de estudiantes universitarios chinos (Zhang et al., 2020).

En un estudio longitudinal, Yao Zhang y sus colegas intentaron explorar la salud mental de los estudiantes universitarios en cuarentena durante el pico del coronavirus y considerar los posibles efectos atenuantes del ejercicio físico.

En el estudio participaron 66 estudiantes universitarios chinos que se quedaron en casa durante el brote para cumplir con las regulaciones de distanciamiento social. Los estudiantes completaron tres encuestas online en intervalos de dos semanas aproximadamente, en las siguientes fechas: 19 de febrero de 2020, 5 de marzo de 2020 y 20 de marzo de 2020. Durante este tiempo, la pandemia continuó aumentando en gravedad y alcanzó su punto máximo en China . Ninguno de los sujetos fue diagnosticado con COVID-19 durante el estudio.

Se les pidió a los estudiantes que indicaran cuántos días en las últimas dos semanas habían realizado actividad física ligera, actividad física moderada y actividad física vigorosa y cuántos minutos habían dedicado típicamente a cada tipo de ejercicio. Los sujetos también informaron su calidad del sueño y sus emociones negativas la semana anterior, utilizando la Escala de Depresión y Estrés de Ansiedad (EDEA). La agresividad se evaluó adicionalmente con un cuestionario que mide hostilidad, ira, agresión verbal y agresión física.

Los resultados mostraron que casi el 85% de la muestra informó preocupaciones sobre COVID-19 y el 42% mostró puntuaciones de sueño que indicaron una mala calidad del sueño. A medida que aumentó el número de muertes locales por COVID-19, la calidad del sueño de los participantes disminuyó, y la eficiencia del sueño mostró la relación más fuerte con el número de muertes por COVID-19. Curiosamente, aunque ni la emoción negativa ni la puntuación EDEA global se relacionaron con el número de muertes por COVID-19, la agresividad se correlacionó negativamente con el recuento de muertes. Los autores sugieren que esta caída en la agresividad refleja el hecho de que las personas han comenzado a «darse cuenta de la fragilidad de la vida» y están «apreciando cada momento.»

Cuando se trataba de actividad física, los investigadores usaron algo llamado valores MET para calcular el gasto de energía de cada sujeto, dependiendo de la intensidad de las actividades que informaron. En promedio, los participantes ejercieron 355 MET de actividad física vigorosa por semana.

La actividad física se relacionó con puntuaciones EDEA más bajas, emociones negativas más bajas y depresión reducida. 

Curiosamente, un análisis posterior señaló un punto óptimo cuando la actividad física produjo sus beneficios protectores. Los autores describen una «curva dosis-respuesta» entre la actividad física y las emociones negativas, lo que demuestra que tanto hacer mucho el ejercicio físico, o hacer muy poco ejercicio físico, empeoraron las emociones negativas. «Se produjo una cantidad adecuada para minimizar las emociones negativas cuando la actividad física semanal era de aproximadamente 2500 MET, lo que corresponde a 108 minutos de luz, 80 minutos de actividad física moderada o 45 minutos de actividad física vigorosa todos los días,» informaron los autores.

Esta cantidad recomendada de ejercicio es mayor que los estudios anteriores que han sugerido 60 minutos de actividad física moderada a vigorosa por día. Los autores sugieren que durante este momento difícil, las personas necesitan más actividad física de lo habitual «para compensar la carga psicológica y las emociones negativas» provocadas por la pandemia.

Referencia bibliográfica:

Zhang, Y., Zhang, H., Ma, X., & Di, Q. (2020). Mental Health Problems during the COVID-19 Pandemics and the Mitigation Effects of Exercise: A Longitudinal Study of College Students in China. International Journal of Environmental Research and Public Health, 17(10). https://doi.org/10.3390/ijerph17103722

Fuente: Psypost

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Tu cerebro no es una cebolla con un pequeño reptil adentro

  • Equipo de Redacción
  • 16/07/2020

Traducción del artículo escrito por Joseph Cesario, David J. Johnson y Heather L. Eisthen y publicado en la revista científica Current Directions in Psychological Science. Puedes descargar el artículo original con la lista completa de referencias en formato PDF.


El propósito de este artículo es aclarar un concepto erróneo y generalizado en la ciencia psicológica con respecto a la evolución del sistema nervioso. Muchos psicólogos creen que a medida que surgían nuevas especies de vertebrados, se creaban nuevas y más complejas estructuras cerebrales que se colocan sobre las estructuras evolutivamente más simples; es decir que un núcleo más antiguo que se ocupa de las emociones y los comportamientos instintivos (el «cerebro reptiliano» que consiste en los ganglios basales y el sistema límbico) se encuentra dentro de un cerebro más nuevo capaz del lenguaje, planificación de acciones, etc.

Las características importantes de este modelo, a menudo llamado la teoría del cerebro triuno, son las siguientes: (a) los componentes más nuevos están literalmente en capas superiores de los componentes más antiguos a medida que emergen nuevas especies, y (b) estas estructuras más nuevas están asociadas con funciones psicológicas complejas que reservamos para humanos o, si nos sentimos generosos, por otros primates y mamíferos sociales (véanse las figuras 1a y 1b).

Como Paul MacLean (1964), creador de la teoría del cerebro triuno, afirmó:

el hombre, al parecer, ha heredado esencialmente tres cerebros. La naturaleza frugal en el desarrollo de su modelo no arrojó nada. El más viejo de sus cerebros es básicamente reptiliano; el segundo ha sido heredado de mamíferos inferiores; y el tercer y más nuevo cerebro es un desarrollo tardío de mamíferos que alcanza un pináculo en el hombre y le da su poder único de lenguaje simbólico (pág. 96).

Esta creencia, aunque ampliamente compartida y declarada como un hecho en los libros de texto de psicología, carece de fundamento en la biología evolutiva.

Nuestra experiencia sugiere que muchos lectores se podrían sorprender al saber que estas ideas han sido desacreditadas durante mucho tiempo por los especialistas que estudian la evolución del sistema nervioso. De hecho, alguna variante de la historia anterior se ve a lo largo de las discusiones introductorias de psicología y ciertas subáreas dentro de esta disciplina. En este artículo proporcionamos algunos ejemplos que ilustran lo que está mal con esta teoría y discutimos cómo estas ideas pueden haber impactado la investigación psicológica.

Ejemplos de esta visión errónea se encuentran fácilmente en todas las subáreas de la psicología

Dentro de la psicología, una comprensión amplia de la mente contrasta los impulsos emocionales y animales ubicados en estructuras anatómicas más antiguas con procesos psicológicos racionales y más complejos ubicados en estructuras anatómicas más nuevas. El libro de texto introductorio más utilizado en psicología afirma:

en animales primitivos, como los tiburones, un cerebro no tan complejo regula principalmente las funciones básicas de supervivencia… En los mamíferos inferiores, como los roedores, un cerebro más complejo permite la emoción y una mayor memoria… En los mamíferos avanzados, como los humanos, un cerebro que procesa más información también permite una mayor previsión… La creciente complejidad del cerebro surge de los nuevos sistemas cerebrales construidos sobre los antiguos, de la misma manera que el paisaje de la Tierra cubre lo viejo con lo nuevo. Al excavar, uno descubre los restos fósiles del pasado (Myers y Dewall, 2018, p. 68).

Para investigar el alcance del problema, probamos 20 libros de texto de introducción a la psicología publicados entre 2009 y 2017. De los 14 que mencionan la evolución del cerebro, el 86% contenía al menos una imprecisión en la línea descrita anteriormente. Dicho de otra manera, solo 2 de los libros de texto introductorios actuales del campo describen la evolución del cerebro de una manera que representa el consenso compartido entre los neurobiólogos comparativos. (Ver aquí para más detalles).

Vistas incorrectas (a, b) y vistas correctas (c, d) de la evolución humana. Las opiniones incorrectas se basan en la creencia de que las especies anteriores carecían de estructuras cerebrales externas más recientes. Así como las especies no evolucionaron linealmente (a), tampoco lo hicieron las estructuras neurales (b). Aunque los psicólogos entienden que la vista que se muestra en (a) es incorrecta, la vista neural correspondiente (b) todavía está ampliamente respaldada. El árbol evolutivo (c) ilustra la visión correcta de que los animales no aumentan linealmente en complejidad sino que evolucionan de antepasados comunes. La vista correspondiente de la evolución del cerebro (d) ilustra que todos los vertebrados poseen las mismas regiones cerebrales básicas, aquí divididas en el cerebro anterior, el cerebro medio y el cerebro posterior. La coloración es arbitraria pero ilustra que las mismas regiones del cerebro evolucionan en forma; No se han agregado grandes divisiones en el transcurso de la evolución de los vertebrados.

Ejemplos de esta visión errónea se encuentran fácilmente en todas las subáreas de la psicología. En la cognición social, esta distinción ha sido la base de modelos de automaticidad de doble proceso, algunos de los cuales contrastan procesos rápidos e incontrolables con procesos más lentos y controlables. Por ejemplo, Dijksterhuis y Bargh (2001), discutiendo su modelo de un vínculo directo entre percepción y comportamiento, escriben que:

cuando se desarrollan nuevas especies, se agregan nuevas partes del cerebro a las ya existentes… La rana y el pez, en otras palabras, todavía están en nosotros. La ventaja que tienen los humanos es que también poseemos nuevos sistemas inhibidores o moderadores (pág. 5).

Esta idea ampliamente citada supone que el comportamiento de muchos animales está rigidamente controlado por estímulos externos porque sus cerebros consisten en estructuras más antiguas capaces sólo de respuestas reflejas, mientras que los humanos y otros animales «superiores» poseen sistemas más nuevos que permiten flexibilidad de comportamiento debido a funciones adicionales como control e inhibición (Dijksterhuis, Bargh y Miedema, 2000). Los ejemplos del modelo de evolución cerebral de MacLean aparecen en otras áreas, incluidos los modelos de personalidad (Epstein, 1994), atención (Mirsky y Duncan, 2002), psicopatología (Cory y Gardner, 2002), economía de mercado (Cory, 2002) y moralidad. (Narváez, 2008). Los ejemplos no académicos son demasiado numerosos para una revisión completa. La idea de un cerebro animal más antiguo enterrado en lo profundo de nuestra capa externa más nueva y más civilizada se menciona ampliamente. El libro ganador del Premio Pulitzer de Carl Sagan (1978), The Dragons of Eden, y Mind Wide Open de Steven Johnson (2005) fueron trabajos populares que se basaron en gran medida en esta idea, y el libro de Sagan jugó un papel importante en llevar estas ideas a audiencias no académicas.

¿Qué está mal?

Los ejemplos anteriores ilustran varios malentendidos sobre la evolución del sistema nervioso. El primer problema es que estas ideas reflejan una visión de la evolución de la escala natural en la que los animales pueden organizarse linealmente desde los organismos «simples» hasta los más «complejos» (Fig. 1a). Este punto de vista no es realista, ya que la complejidad neuronal y anatómica evolucionó repetidamente dentro de muchos linajes independientes (Oakley y Rivera, 2008). Esta visión también implica que la historia evolutiva es una progresión lineal en la cual un organismo se convirtió en otro y luego en otro. No es el caso de que animales como los roedores, con cerebros «menos complejos», evolucionaron hacia otra especie con cerebros ligeramente más complejos (es decir, con estructuras agregadas en el cerebro del roedor), y así sucesivamente, hasta la aparición de los humanos quienes tienen los cerebros más complejos hasta ahora. Este malentendido y los problemas teóricos que siguen se han discutido dentro de la psicología comparada desde la década de 1960 (Hodos y Campbell, 1969; LeDoux, 2012).

En cambio, la visión correcta de la evolución es que los animales surgen de ancestros comunes (Fig. 1c). Dentro de estas propagaciones, los sistemas nerviosos complejos y las habilidades cognitivas sofisticadas evolucionaron independientemente muchas veces. Por ejemplo, los moluscos cefalópodos, como el pulpo y la sepia, poseen sistemas y comportamientos nerviosos tremendamente complejos (Mather y Kuba, 2013), y lo mismo ocurre con algunos insectos y otros artrópodos (Barron y Klein, 2016; Strausfeld, Hansen, Li, Gómez e Ito, 1998). Incluso entre los vertebrados no mamíferos, la complejidad del cerebro ha aumentado de forma independiente varias veces, particularmente entre algunos tiburones, peces teleósteos y aves (Striedter, 1998).

Junto con este malentendido viene la creencia incorrecta de que agregar estructuras neuronales complejas permite una mayor complejidad del comportamiento, que la complejidad estructural dota a la complejidad funcional. La idea de que los cerebros más grandes pueden equipararse con una mayor complejidad del comportamiento es muy discutible (Chittka y Niven, 2009). Por lo menos, los animales no humanos no responden inflexiblemente a un estímulo dado. Todo el comportamiento de los vertebrados es generado por sustratos neurales similares que integran información para producir el comportamiento sobre la base de circuitos de toma de decisiones evolucionados (Berridge, 2003).

El problema final, y el más importante, con esta visión errónea es la implicación de que la evolución anatómica procede de la misma manera que los estratos geológicos, con nuevas capas agregadas sobre las existentes. Al contrario, muchos cambios evolutivos consisten en transformar las partes existentes. Las alas de los murciélagos no son apéndices nuevos; sus extremidades anteriores se transformaron en alas a través de varios pasos intermedios. Del mismo modo, la corteza no es una novedad evolutiva exclusiva de humanos, primates o mamíferos; Todos los vertebrados poseen estructuras relacionadas evolutivamente con nuestra corteza (Fig. 1d). De hecho, la corteza puede incluso ser anterior a los vertebrados (Dugas-Ford, Rowell y Ragsdale, 2012; Tomer, Denes, Tessmar-Raible y Arendt, 2010). Los investigadores que estudian la evolución de los cerebros de los vertebrados debaten qué partes del cerebro anterior corresponden a cuáles otras a través de los vertebrados, pero todas operan desde la premisa de que todos los vertebrados poseen las mismas regiones básicas del cerebro y del cerebro anterior.

La noción de capas agregadas a las estructuras existentes a lo largo del tiempo evolutivo a medida que las especies se vuelven más complejas es simplemente incorrecta

Los neurobiólogos no debaten si alguna región cortical es evolutivamente más nueva en algunos mamíferos que en otros. Para ser claros, incluso la corteza prefrontal, una región asociada con la razón y la planificación de la acción, no es una estructura exclusivamente humana. Aunque existe un debate sobre el tamaño relativo de la corteza prefrontal en humanos en comparación con los animales no humanos (Passingham y Smaers, 2014; Sherwood, Bauernfeind, Bianchi, Raghanti y Hof, 2012; Teffer y Semendeferi, 2012), todos los mamíferos tienen una corteza prefrontal.

La noción de capas agregadas a las estructuras existentes a lo largo del tiempo evolutivo a medida que las especies se vuelven más complejas es simplemente incorrecta. La idea errónea se deriva del trabajo de Paul MacLean, quien en la década de 1940 comenzó a estudiar la región del cerebro que llamó el sistema límbico (MacLean, 1949). MacLean más tarde propuso que los humanos poseen un cerebro triuno que consta de tres grandes divisiones que evolucionaron secuencialmente: el más antiguo, el «complejo reptiliano», controla funciones básicas como el movimiento y la respiración; luego, el sistema límbico controla las respuestas emocionales; y finalmente, la corteza cerebral controla el lenguaje y el razonamiento (MacLean, 1973).

Las ideas de MacLean ya se entendían como incorrectas cuando publicó su libro de 1990 (ver Reiner, 1990, para una crítica de MacLean, 1990). Sin embargo, a pesar de la falta de coincidencia con la comprensión actual de la neurobiología de los vertebrados, las ideas de MacLean siguen siendo populares en psicología (un análisis de citas muestra que los neurocientíficos citan los artículos empíricos de MacLean, mientras que los no neuropsicólogos citan los artículos de cerebro triuno de MacLean. Consulta aquí para más detalles).

¿Y qué?

¿Importa si los psicólogos tienen una comprensión incorrecta de la evolución neuronal? Una respuesta a esta pregunta es simple: somos científicos. Se supone que debemos preocuparnos por los verdaderos estados del mundo incluso en ausencia de consecuencias prácticas. Si los psicólogos tienen una comprensión incorrecta de la evolución neuronal, deberían estar motivados para corregir la idea errónea, incluso si esta creencia incorrecta no afecta sus programas de investigación.

Una pregunta más práctica se refiere a los beneficios para la ciencia psicológica si los psicólogos cambian sus puntos de vista erróneos sobre la evolución neuronal. Considere la consecuencia de creer que los humanos tienen estructuras neuronales únicas que nos dotan de funciones cognitivas únicas. Esta creencia alienta a los investigadores a proporcionar explicaciones específicas de la especie cuando sea más apropiado reconocer las conexiones entre especies. En otras palabras, al ungir ciertas regiones y funciones cerebrales como especiales, los investigadores las tratan como especiales en su investigación (ver Higgins, 2004).

Para ilustrar, considere las teorías de doble proceso que se encuentran en gran parte de la psicología. En un artículo de la Annual Review of Psychology, Evans (2008) resume que un «tema recurrente en las teorías de doble proceso» (p. 259) en las áreas de contenido es la propuesta de «dos sistemas cognitivos arquitectónicos distintos» (p. 255), con el Sistema 1 que precede al Sistema 2 en desarrollo evolutivo. Esta división de las funciones psicológicas en impulsos animalistas evolutivamente más antiguos versus un pensamiento racional evolutivamente más nuevo, se ejemplifica en la investigación sobre la fuerza de voluntad, que históricamente ha estado dominada por un marco que contrasta las elecciones «calientes», inmediatas y emocionales con las «frías» a largo plazo y racionales. ¿Debo comer el helado, que sabe bien ahora, o la ensalada, que sé que es mejor para mí en el futuro? En los estudios clásicos de malvaviscos, retrasar la gratificación al esperar para comer los malvaviscos se considera un buen resultado, lo que indica más fuerza de voluntad (Shoda, Mischel y Peake, 1990). Se espera este encuadre dado que el punto de partida de esta investigación fue la posición psicodinámica freudiana, que contrastaba los impulsos animales calientes con procesos racionales fríos.

Enmarcar la fuerza de voluntad como planificación a largo plazo versus deseos animales lleva a la conclusión cuestionable de que retrasar la gratificación no es algo de lo que otros animales sean capaces ya que carecen de las estructuras neurales evolutivamente más nuevas requeridas para la planificación racional a largo plazo. Aunque ciertos aspectos de la fuerza de voluntad pueden ser exclusivos de los humanos, este encuadre pierde la conexión entre la fuerza de voluntad en los humanos y la toma de decisiones en animales no humanos. Todos los animales toman decisiones entre acciones que implican compensaciones en costos de oportunidad. De esta manera, la cuestión de la fuerza de voluntad no es «¿Por qué las personas actúan a veces como animales hedónicos y a veces como humanos racionales?» sino en cambio, «¿Cuáles son los principios generales por los cuales los animales toman decisiones sobre los costos de oportunidad?» (Gintis, 2007; Kurzban, Duckworth, Kable y Myers, 2013; Monterosso y Luo, 2010).

Creer que los humanos poseen estructuras neuronales únicas ligadas a funciones cognitivas específicas puede enviar a los investigadores por un camino de investigación que está equivocado y puede inhibir las conexiones con otros campos

En biología evolutiva y psicología, la teoría de la historia de vida describe principios generales sobre cómo todos los organismos toman decisiones sobre compensaciones que son consistentes con el éxito reproductivo como el único impulsor del cambio evolutivo (Daly y Wilson, 2005; Draper y Harpending, 1982). Este enfoque pregunta cómo los desafíos recurrentes dan forma adaptativa a las decisiones con respecto a las oportunidades de intercambio. Por ejemplo, en entornos confiables, esperar para comer un segundo malvavisco probablemente sea beneficioso. Sin embargo, en entornos en los que las recompensas son inciertas, como cuando los experimentadores no son confiables, comer un solo malvavisco de inmediato puede ser beneficioso (Kidd, Palmeri y Aslin, 2013). Por lo tanto, la impulsividad puede entenderse como una respuesta adaptativa a las contingencias presentes en un entorno inestable en lugar de un fracaso moral en el que los impulsos animales abruman la racionalidad humana.

La investigación motivada por esta comprensión más precisa de la evolución cerebral ha sido integradora, reuniendo investigaciones sobre la fuerza de voluntad, la inhibición, el descuento futuro y la demora de la gratificación con enfoques evolutivos y de desarrollo (Fawcett, McNamara y Houston, 2012; McGuire y Kable, 2013). También ha sido generativa, haciendo preguntas que no tendrían sentido desde una perspectiva de doble proceso sobre la fuerza de voluntad humana, como si la falta de inhibición que resulta de la exposición a entornos adversos podría ser solo un componente de un conjunto de adaptaciones cognitivas diseñadas para permitir la navegación exitosa de esos entornos (Frankenhuis y de Weerth, 2013).

Por supuesto, preguntar sobre el repertorio cognitivo o conductual de una especie específica puede proporcionar información importante sobre la historia evolutiva y la naturaleza del fenotipo actual de una especie (por ejemplo, Tomasello, 2009; Tooby y Cosmides, 2005). Después de todo, los humanos, como todos los animales, enfrentaron desafíos ambientales únicos que moldearon su trayectoria evolutiva. Pero creer que los humanos poseen estructuras neuronales únicas ligadas a funciones cognitivas específicas puede enviar a los investigadores por un camino de investigación que está equivocado y puede inhibir las conexiones con otros campos.

Conclusión

Quizás las ideas erróneas sobre la evolución del cerebro persisten porque encajan con la experiencia humana: a veces nos sentimos abrumados con emociones incontrolables e incluso utilizamos términos animales para describir esos estados. Estas ideas también son consistentes con puntos de vista tradicionales de la naturaleza humana como la racionalidad que lucha contra la emoción, el alma platónica tripartita, la psicodinámica freudiana y los enfoques religiosos de la humanidad. También son ideas simples que se pueden resumir en un solo párrafo en un libro de texto introductorio como un guiño a las raíces biológicas del comportamiento humano. Sin embargo, carecen de fundamento en nuestra comprensión de la neurobiología o la evolución y deben ser abandonados por los psicólogos científicos.

Artículo relacionado: El mito del cerebro reptiliano

Las referencias bibliográficas están disponibles en la versión original en inglés y puedes descargarla aquí.

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Mindfulness y comportamiento prosocial

  • Maria Fernanda Alonso
  • 16/07/2020

Una nueva investigación encontró que la meditación mindfulness aumenta los comportamientos prosociales, incluso cuando no incluye instrucciones explícitas basadas en la ética (Berry et al., 2020).

Para llegar a estos resultados, los autores realizaron un metanálisis que combinó los datos de varios estudios mediante un procedimiento estadístico. Los científicos y académicos habían notado que las meditaciones mindfulness seculares no cuentan con una ética explícita, a diferencia de lo que sucede con las tradiciones contemplativas canónicas. Esto los llevó a preguntarse si es necesaria una instrucción ética explícita para promover resultados prosociales.

«Según la investigación experimental de nuestro laboratorio, creíamos que la capacitación en mindfulness promueve resultados interpersonales positivos a través de cambios cognitivos sociales que implican el modo en que prestamos atención a las necesidades de los demás en las interacciones sociales. La atención plena no necesita confiar en los llamamientos para actuar éticamente. Diseñamos este metanálisis para comprender si las intervenciones de atención plena que no incluyen instrucción en ética promueven conductas prosociales,” dijo Daniel R. Berry, autor del estudio.

Los investigadores buscaron estudios previos sobre mindfulness que no incluían lenguaje explícito basado en la ética, fueron aleatorizados, incluyeron al menos una condición de control y examinaron los resultados prosociales. Encontraron 29 estudios que se ajustaban a sus criterios.

Su metaanálisis posterior confirmó que el entrenamiento de la atención plena se asoció con aumentos en los resultados prosociales, especialmente aumentos en el comportamiento compasivo y reducciones en los comportamientos relacionados con prejuicios o represalias.

“Nuestro metanálisis describe la importancia de las intervenciones de control para aislar la atención plena. Sugerimos que los investigadores necesitan especificar cómo la intervención de control ayuda a aislar la atención plena y que los controles inactivos son necesarios en la mayoría de los estudios sobre el comportamiento prosocial,» explicó Berry.

“La mayoría de los estudios sobre mindfulness y comportamiento prosocial utilizan un diseño exclusivo posterior a la prueba. En estos diseños, se necesita un control inactivo junto con un control activo que aísla la atención plena; los controles inactivos ayudan a especificar que la atención plena aumenta el comportamiento prosocial y no es el control activo el que lo reduce.»

“Además, todavía creemos que las prácticas de atención plena en ética son una pregunta de investigación valiosa para estudiar. Sin embargo, reconocemos que en dicha investigación es un desafío descartar la posibilidad de que las instrucciones basadas en la ética sean una característica de la demanda. Dicho de otra manera, los participantes que reciben estas instrucciones pueden comportarse de manera más prosocial porque piensan que eso es lo que se espera de ellos,» señaló.

Advierten los investigadores que los “efectos prosociales” de la práctica de mindfulness sólo  fueron confiables cuando el comportamiento prosocial se midió inmediatamente después de que finalizó el entrenamiento. Y señalan que “los estudios futuros podrían centrarse en las consecuencias prosociales potencialmente duraderas del entrenamiento de atención plena a largo plazo en contextos ecológicamente válidos fuera del entorno del laboratorio.»

A la hora de interpretar el efecto de reducción de prejuicios de esta práctica, los investigadores señalan que hay que tener en cuenta que “la mayoría de los estudios sobre prejuicios en metanálisis no utilizaron el grupo social como referencia para examinar la brecha en el comportamiento prosocial entre los miembros del grupo social y del grupo externo. Por lo tanto, la atención plena puede aumentar el comportamiento prosocial hacia los demás en general, pero no cerrar la brecha en la ayuda que generalmente favorece a los miembros del grupo.”

Referencia bibliográfica:

Berry, D. R., Hoerr, J. P., Cesko, S., Alayoubi, A., Carpio, K., Zirzow, H., Walters, W., Scram, G., Rodriguez, K., & Beaver, V. (2020). Does Mindfulness Training Without Explicit Ethics-Based Instruction Promote Prosocial Behaviors? A Meta-Analysis. Personality & Social Psychology Bulletin, 46(8), 1247-1269. https://doi.org/10.1177/0146167219900418

Fuente: Psypost

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

«Leer me salvó la vida, escribir le dio un sentido». Jordi Sierra i Fabra

  • David Aparicio
  • 15/07/2020

Sin palabras. Lo mejor que he visto desde hace mucho, mucho tiempo.

Descripción de la conferencia:

El escritor Jordi Sierra i Fabra nació tartamudo, empezó a escribir novelas con ocho años y sufrió acoso escolar. Sus compañeros le pegaban, sus profesores creían que no llegaría a nada en la vida y su padre le pidió que no fuera escritor, porque aquella profesión no tenía salida. Con todo en contra aprovechó la lectura, la escritura y la música para convertirse en autor superventas, situándose entre los 10 autores más leídos en centros escolares de España. “Os diré algo: cada golpe que recibí me hizo más fuerte. Tenía un sueño; quería ser escritor. Así que recibí muchos golpes y me los tragué. Y esos me hicieron más fuerte. Nunca pudieron conmigo. Un día llorando en casa descubrí que había una persona que sí creía en mí. ¿Sabéis quién? Yo. Es suficiente”, explica el autor.

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