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Publicaciones por autor

Clotilde Sarrió

50 Publicaciones
Formación como Terapeuta Gestalt en el Institute Français de Gestalt-Thérapie. Diplomada en Psicopatología por la UOC (Universitat Oberta de Catalunya). Miembro de la Asociación de Psicólogos y Terapeutas Gestalt para el Desarrollo. Miembro adherente de la Asociación Española de Terapia Gestalt- APTG Mi orientación se integra en la corriente gestáltica de la Costa Este, representada por el New York Institute (1951), bajo la dirección de Laura Perls y la corriente afín de Cleveland. Terapia Gestalt Valencia.
  • Artículos de opinión (Op-ed)

Terapia Gestalt: Las fases del proceso de contacto. Perls y Goodman

  • Clotilde Sarrió
  • 26/11/2015

La escuela de Nueva York considera el Proceso de Contacto como un proceso único con varias secuencias, un baile de figuras y fondos en el que se suceden las siguientes cuatro fases:

  1. Pre-contacto
  2. Toma de contacto
  3. Contacto final
  4. Post-contacto

El Proceso de Contacto

Fritz Perls y Paul Goodman creadores de “Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad humana”, proponen cuatro fases –que más adelante pasaré a describir–, para designar la secuencia de figuras y fondos que se suceden en el proceso de contacto. Este proceso nace de una excitación fisiológica y va a producir la activación del proceso figura-fondo.

El concepto de ‘contacto’ en Terapia Gestalt, no hace referencia única y exclusivamente a la relación, sino a la formación de una figura de interés que destaca en el fondo del campo organismo/entorno. Esto implica como indica Jean-Marie Robine, “la formación de formas en el campo organismo/entorno” .

El Proceso de Contacto representa, el paso de un sistema de ajustes conservadores (la fisiología) a un sistema de ajustes creadores (lo psicológico).

Describiré a continuación las cuatro fases cuatro con sus respectivas interrupciones del contacto en cada una de ellas. Previamente, se hace necesario resaltar que las interrupciones del contacto no siempre son patológicas, pues también pueden ser sanas.

Termina de leer el artículo completo y las cuatro fases del proceso de contacto en el Gestalt Terapia, el blog especializado de Clotilde Sarrió. 

  • Salud Mental y Tratamientos

Terapia Gestalt y comunicación humana

  • Clotilde Sarrió
  • 09/11/2015

El ser humano es sociable por naturaleza, vive en permanente relación con los otros (familia, amigos, pareja, compañeros de trabajo, etc.) y resulta evidente que cuando dos personas interrelacionan, emerge entre ellas algo nuevo que previamente no existía: la comunicación.

Dependiendo del modo en que entremos en conexión y establezcamos una comunicación más o menos saludable, nuestras relaciones interpersonales estarán abocadas al éxito o al fracaso.

Terapia Gestalt y la Teoría de la Comunicación Humana

En 1967, Paul Watzlawick junto a Janet Beavin Bavelas y Don D. Jackson, publicaron la “Teoría de la Comunicación Humana: Interacciones, patologías y paradojas”.

El enfoque que de la comunicación nos ofrece Paul Watzlawick no es una perspectiva intrapsíquica. Es algo que no surge del interior del sujeto sino en la relación, a través de un intercambio de información.

Lo importante es cómo se comunican las personas aquí y ahora y cómo se influyen mutuamente

Lejos de que el modo de comunicar o intercambiar información sea consciente o inconsciente, lo importante es cómo se comunican las personas aquí y ahora y cómo se influyen mutuamente.

La teoría antes mencionada es la suma de los trabajos realizados desde la Escuela de Palo Alto.

La Escuela de Palo Alto

La Escuela de Palo Alto (San Francisco –EE.UU–), también conocida como “Colegio Invisible”, comienza en 1942 y nace gracias al Mental Research Institute fundado en 1959. Entre los autores más representativos de esta escuela encontramos a Gregory Bateson, Paul Watzlawick y Don Jackson, entre otros. Esos autores confluyeron en una visión interdisciplinaria de la comunicación tras haber elaborado una teoría general de la comunicación humana que pudiera aplicarse en contextos tan diferentes como la psicoterapia o el sistema familiar.

Como principal aportación de esta corriente de pensamiento nos encontramos con que el concepto de comunicación incluye todos los procesos a través de los cuales las personas se influyen mutuamente. Así, se la contempla desde una perspectiva mucho más amplia ubicando y se la ubica en un marco holístico como fundamento de toda actividad humana.

Axiomas de la comunicación

Según Watzlawick, Beavin y Jackson los axiomas podemos agruparlos en estos cinco puntos:

  1. Es imposible no comunicar, es decir, que en un sistema dado, todo comportamiento de un miembro tiene un valor de mensaje para los demás.
  2. En toda comunicación cabe distinguir entre el nivel de contenido —la información que se trasmite, lo que se comunica— y el nivel de relación—cómo se comunica con el tono de voz, la expresión facial, el contexto; es la parte del mensaje que define a la relación—.
  3. La naturaleza de una relación depende de la forma de puntuar o pautar las secuencias de comunicación que cada participante establece. Tanto el emisor como el receptor estructuran el flujo de la comunicación de diferente forma y, así, interpretan su propio comportamiento como mera reacción ante el comportamiento del otro. Cada uno cree que la conducta del otro es «la» causa de su propia conducta, cuando lo cierto es que la comunicación humana no puede reducirse a un sencillo juego de causa-efecto, sino que es un proceso cíclico, en el que cada parte contribuye a la continuidad (o ampliación, o modulación) del intercambio.
  4. La comunicación humana implica dos modalidades:
  • Digital. Mediante las palabras habladas —lo que se dice— que son el vehículo del contenido.
  • Analógica. Es la comunicación no verbal, que se erige como vehículo de la relación.

En la necesidad de combinar ambas modalidades de comunicación, ya sea emisor o receptor, el hombre debe traducir o decodificar constantemente. Resaltemos que en este proceso de decodificación existe una dificultad inherente al mismo.

  1. En todo intercambio comunicacional se puede producir:
  • una interacción simétrica: si la relación de las personas comunicantes está basada en intercambios igualitarios, como entre hermanos, amigos o pareja, o
  • una interacción complementaria: si la relación está basada en la diferencia y se presenta algún tipo de autoridad como entre padre/hijo o maestro/alumno.

La simetría y complementariedad no son más que conceptos básicos en los intercambios comunicacionales.

Estos axiomas nos hacen tener presente que en toda situación comunicativa, lo fundamental es la relación misma a la que hay que atender, más que a las personas que están implicadas en ella. La interacción establecida es el núcleo central y el objeto a tener en cuenta.

Una acertada comunicación

Según esta corriente teórica, los aciertos en la comunicación vienen dados:

  • porque los individuos se comunican en un mismo código que no se ve alterado dentro del canal
  • porque se toma en cuenta la situación del receptor
  • porque se analiza el cuadro en el que se encuentra la comunicación
  • porque la comunicación digital está en concordancia con la comunicación analógica
  • porque la puntuación está bien definida
  • porque el comunicador tiene su receptor.

De suceder lo contrario, la comunicación entre individuos fracasaría.

Termina de leer el artículo completo en Gestalt Terapia, el blog especializado de la reconocida terapeuta Clotilde Sarrió.  

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Adolescencia y provocación

  • Clotilde Sarrió
  • 29/10/2015

No hace mucho, navegando por la red de redes, me topé con una fotografía —la misma que ilustra este artículo— que me conmocionó profundamente. Invito al lector a que antes de seguir leyendo, contemple la imagen durante unos segundos y compruebe si al mirar la expresión de la niña que sostiene un cigarrillo en la mano, percibe en su mirada el mismo desafío que a mí me hizo estremecer al imaginar cual sería su reacción si me atreviera a recriminarla por la improcedencia de adoptar una pose tan adulta a su corta edad.

¡Que complicada es la adolescencia!

«¿No sería mejor fingir que no me he dado cuenta y dejar que la niña fume el cigarrillo si es lo que quiere; al fin y a la postre no es mi hija ni tampoco algo de mi incumbencia», pensé con recelo para que pasara de largo una responsabilidad que no me apetecía asumir, no por falta de convicción sobre la improcedencia de que la adolescente fumara sino por miedo a su reacción si llegaba a amonestarla.

Sin embargo, aunque la situación no fuera real y sólo estuviera elucubrando ante una fotografía, me incomodaba que la adolescente me mirara de un modo tan turbador: fijamente a los ojos, provocativamente y aparentemente con ganas –o tal vez la necesidad– de que me acercara a ella para reprobar su actitud.

Mi experiencia en el manejo del comportamiento en la adolescencia, me ha enseñado que en esta etapa del desarrollo se manifiesta una gran habilidad para el desafío, la seducción y también para alardear de una fingida valentía mientras el/la adolescente disimula su miedo ante las críticas que pueda recibir de sus mayores, unos reproches ante los que simulará una provocativa indiferencia que en realidad interiorizará con una ansiedad encubierta con poses de adulto tan falsas como su apática desgana por todo.

Adolescencia: entre el reto, el tanteo y la seguridad

Cuando se producen estas situaciones de reto y de tanteo por parte del adolescente, lo que en realidad pretenden estos jóvenes inexpertos es analizar cada situación, cada gesto del otro, cada dato procedente del ambiente y prever la reacción del adulto, así como evaluar que límites deberá respetar y cuales no podrá traspasar sin que suponga un peligro para él o para ella. Tal vez en este caso, la niña del cigarrillo sólo esté experimentando o recreándose en la fantasía de ser –o sentirse– mujer por un instante mientras en un recoveco de su subconsciente, la niña que aun no ha dejado de ser querrásentir la seguridad que percibía cuando jugaba con sus muñecas.

Termina de leer el artículo completo en Gestalt Valencia, el blog especializado de Clotilde Sarrió. 

  • Salud Mental y Tratamientos

Clima, estados de ánimo y trastornos mentales

  • Clotilde Sarrió
  • 16/10/2015

¿Influye el clima en los estados de ánimo y en las trastornos mentales?

Las repercusiones del clima en el estado de ánimo son una realidad que se pone de manifiesto apenas prestamos algo de atención a como influye un día soleado o un día gris en el comportamiento de los individuos y también los cambios bruscos de temperaturas en aquellas personas llamadas meteorosensibles por su labilidad a las condiciones extremas meteorológicas.

El refranero popular está repleto de frases que aluden a la influencia de los fenómenos climatológicos en la salud y en el estado de ánimo, no obstante, indepedientemente de que la sabiduría popular relacione el clima con la salud y otorgue la capacidad de predecir el tiempo a quienes sufren ciertas trastornos (migrañas, reumatismo…), no todo es cultura popular ya que son muchos los trabajos científicos que confirman que las estaciones, las condiciones climáticas, la temperatura ambiental y la luz inciden sobre la salud humana y especialmente sobre la salud mental; así, el calor, la lluvia y la humedad influirían más sobre la ansiedad y los cambios estacionales estarían más relacionados con los trastornos afectivos, tanto la euforia como la depresión (en los trastornos bipolares es conocido que en verano empeoran los cuadros maníacos mientras que en otoño e invierno empeoran las fases depresivas).

Depresión en invierno e insomnio y/o irritabilidad en verano

Se suele admitir que ciertos trastornos emocionales como la depresión sufren reagudizaciones en otoño e invierno por la reducción de las horas de luz al ser los días más cortos. También se cree que la oscuridad invernal predispone no solo a la tristeza y a la melancolía sino también la ansiedad, debido a que en estas fechas del año sería mayor la tendencia a la percepción subjetiva de peligro.

En el extremo opuesto, en verano, las altas temperaturas predisponen a la irritabilidad y la agresividad; también, en individuos con trastornos de ansiedad, el calor extremo es percibido como una señal de alarma provocando que la ansiedad se dispare conforme suben las temperaturas.

Desde un punto de vista fisiológico, el aumento de las temperaturas, sobre todo al inicio del verano cuando el organismo aun no está habituado, hace que el organismo se esfuerce en mantener una temperatura interior en consonancia con la exterior; esto supone un cambio que puede repercutir en el Sistema Nervioso Central aumentando la ansiedad y generando insomnio de conciliación ya que,por encima de los 21 ºC de temperatura ambiente, el cuerpo humano tiene dificultades para dormirporque el metabolismo se sobreactiva para adaptarse al calor, una activación cerebral que repercute negativamente tanto en el sueño como en la ansiedad. No obstante, esto no es mas que trata un trastorno de tipo adaptativo y pasajero al que el organismo se acomoda con rapidez y los síntomas (que son más intensos al inicio del verano) tienden siempre a remitir aunque el calor aumente. Por lo general el tiempo de adaptación no supera la semana aunque en individuos insomnes o con predisposición a la ansiedad puede tardar más.

Termina de leer el artículo completo en Gestalt Terapia, el blog especializado de Clotilde Sarrió. 

Artículo relacionado: ¿Por qué el calor nos pone de mal humor?

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El Síndrome de Savant o Síndrome del Sabio

  • Clotilde Sarrió
  • 08/10/2015

Una persona con Síndrome de Savant puede memorizar millones de datos, reproducir artísticamente aquello que ve y tocar instrumentos sin necesidad de aprendizaje, sin embargo algunos de ellos no pueden ni cubrir sus necesidades más básicas.

¿Qué es el síndrome de Savant?

Fue J.Langdon Down, quien descubrió del Síndrome de Down o síndrome del fenotipo trisomía 21 quien acuñó el término idiot savant (sabio idiota) que terminó por ser poco aceptado y quedar algo obsoleto. En la actualidad se le conoce principalmente por el nombre de Síndrome de Savant o Síndrome del Sabio.

Superdotados y deficientes al mismo tiempo

El savantismo combina un funcionamiento cognitivo generalmente bajo con una o varias habilidades excepcionales. La música, el arte, el cálculo o la memoria son algunos de los ámbitos en los que estas personas suelen destacar. Es un trastorno poco común. Su escasa prevalencia entre la población general junto con las dificultades de encajarlo en un trastorno específico como el autismo o en cualidades como la superdotación, hacen que este síndrome sea un quebradero de cabeza para muchos estudiosos del tema.

Este síndrome posee una serie de características generales basadas en un bajo cociente intelectual, altas capacidades o talentos relacionados con el arte, la música, la memoria o el cálculo, poca lógica y problemas de lenguaje, alta memoria visual, gran capacidad para captar y reproducir dibujos o imágenes 3D, habilidades mecánicas, grandes dificultades sociales e intereses obsesivos entre otras cualidades y déficits.

En general, este síndrome suele considerarse, dentro de los trastornos del desarrollo, como un tipo especial de autismo, asemejándose en mayor medida al síndrome de Asperger, que dentro del espectro autista es considerado el trastorno menos profundo.

En el Síndrome de Savant, las hipótesis formuladas bajo la posibilidad de una existencia de daño cerebral en el hemisferio izquierdo han sido respaldadas por las actuales pruebas de neuroimagen. De esta manera, un Savant podría tener el hemisferio derecho más desarrollado, siendo éste el responsable de tales talentos extraordinarios.

Termina de leer este artículo completo en Gestalt Terapia. El blog especializado de Clotilde Sarrió. 

Sin categoría

Distimia y Terapia Gestalt: ¿Una pequeña depresión…?

  • Clotilde Sarrió
  • 01/10/2015

Terapia Gestalt contempla al ser humano encontrándose en transformación permanente en su contacto o interacción con el entorno. Es en este campo organismo-entorno donde surgen determinadas formas de la experiencia y una de ellas es la experiencia depresiva, aplicable tanto para la depresión propiamente dicha como para la distimia o Trastorno Depresivo Persistente según su nomenclatura asignada en el DSM-5.

Denominaciones de la distimia

Etimológicamente, distimia es un término procedente del griego que significa “mal humor” o “humor perturbado”. Se trata de un trastorno afectivo de tipo depresivo, muy frecuente en su prevalencia y que evoluciona con carácter crónico a expensas de síntomas que comparte con la depresión (baja autoestima y estado de ánimo melancólico, triste y apesadumbrado) pero sin cumplir con todos los criterios necesarios para que pueda considerarse como una depresión verdadera.

A lo largo de la historia de la psiquiatría la distimia ha recibido varios nombres como Depresión Menor (denominación que se presta a la confusión ya que, aunque los síntomas no sean tan abundante ni intensos como en una depresión, la permanencia de los mismos durante años llega a producir un malestar intenso que nada tiene de menor); también se la llamó Depresión Neurótica (término actualmente en desuso) o Depresión Crónica por la prolongada duración del proceso.

Tras la reciente aparición de la última edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), la distimia ha pasado a llamarse Trastorno Depresivo Persistente, un término al que deberemos acostumbrarnos en el futuro aunque a lo largo del artículo seguiremos empleando el de distimia por razones de familiaridad con el mismo.

Etiología y epidemiología

Se especula con el origen genético-hereditario de la distimia en cuyo desarrollo intervendrían ciertos factores de índole psicosocial como el estrés continuado. Consideremos que la distimia es muy frecuente en personas autoexigentes o sometidas a constantes tensiones y situaciones que el individuo tienden a convertir en estresantes.

La distimia afecta a un 3 – 5 % de la población y se da con el doble de frecuencia en mujeres que en varones, bien como entidad única o bien asociada a otras patologías entre las que destaca la depresión mayor.

Síntomas de la distimia

Para poder emitir un juicio diagnóstico de distimia, quien la sufre debe cumplir ciertos criterios como presentar un estado de ánimo persistentemente deprimido casi todos los días durante al menos dos años (o sólo un año en niños y adolescentes).

La distimia suele coincidir con baja autoestima y sentimientos de desesperanza, pesimismo y dificultad para tomar decisiones y su evolución cursa con altibajos anímicos, tendencia a la irritabilidad, propensión a la anhedonia (falta de capacidad para el disfrute de situaciones placenteras), trastornos del sueño (insomnio, hipersomnia), astenia matutina, problemas de memoria, atención y concentración, fatiga crónica o cansancio injustificado y tendencia a somatizar en forma de mareos o cefaleas.

Duración de la distimia

Por lo general, la distimia suele durar años e incluso son muchos quienes aseguran haber estado así casi toda su vida, llegando a interiorizar su proceso como algo idiosincrásico e inherente a su personalidad que les hace ser de ese modo hasta el extremo de no identificar la distimia como un estado patológico sino mas bien un modus vivendi.

El malestar persistente del distímico hace que suelan mostrarse irritados, en cierto modo agresivos y predispuestos a las discusiones debido a su baja tolerancia a las frustraciones. Se les suele considerar como unos “amargados”, condición que repercute en su dinámica de relación tanto en el entorno familiar como en otros ámbitos.

Una vez instaurado el tratamiento farmacológico adecuado, lo habitual es que el distímico experimente la agradable sorpresa de descubrir sentimientos de ilusión y optimismo donde antes sólo había negatividad y desesperanza. Es frecuente que entonces se lamente por no haber puesto más pronto solución a su dolencia crónica.

Termina de leer este artículo en Terapia Gestalt,  para que conozcas el tratamiento y pronóstico de la distimia.

  • Artículos de opinión (Op-ed)

¿Existe la envidia de la buena?

  • Clotilde Sarrió
  • 01/09/2015

¿Qué es la envidia?

La envidia es un sentimiento de admiración totalmente distorsionado que se asocia al deseo de poseer ‘algo’ (incluso el éxito) que pertenece “al otro”, y también el deseo de que “el otro” deje de tener o disfrutar de ese ‘algo’. También deberíamos incluir en el concepto el resentimiento que aparece en el envidioso si no logra ambos objetivos (conseguir lo del “otro” y que el “otro” deje de tenerlo)

Si la envidia implicara ‘solo’ el deseo de poseer lo que tiene “el otro”, no sería ‘necesariamente’ mala. Es mas, podría hasta ser un acicate de superación personal que permitiera, observando a los demás, conocer un modelo a seguir e imitar. En tal caso, hay hasta quien habla de una “envidia buena o positiva”, lo que para mí es un craso error semántico, pues para describir la imitación y la identificación como mecanismos de maduración personal, el léxico psicológico dispone de términos mas adecuados que el de la envidia, un vocablo que irremediablemente se relaciona con uno de los siete pecados capitales. Y un pecado no puede ser “bueno” ¿verdad?.

¿Existe una envidia sana y otra insana?

Coloquialmente, se utiliza el término “envidia sana” como un eufemismo, poco afortunado, con el que se expresa la admiración o el deseo ‘sano’ de tener la misma suerte que una persona que suele formar parte del circulo social próximo al envidioso. Resulta curioso que la mayoría de las personas, cuando se refieren a la fortuna o el éxito de personajes famosos y alejados de su realidad, suelen hablar de ‘admiración’, ‘deseo’, ‘me gustaría…’, en lugar de utilizar el término “siento envidia sana por fulanito o fulanita…”.

Un pecado no puede ser “bueno” ¿verdad?

 

Tal vez, lo mas adecuado sería hablar de: Sea como fuere, en el binomio “envidia sana” contiene dos términos claramente contradictorios, pues si, llegado el caso, la admiración llega a convertirse en envidia, es muy difícil que ésta sea “sana” (si es que en realidad existe; y recordemos además que es un ‘pecado’).

  • Envidia positiva (en la que admiramos y deseamos lo que posee “el otro”).
  • Envidia destructiva (en la que se desea que “el otro” deje de tener aquello que se ansia poseer).

Desde una perspectiva psicológica y psiquiátrica no es aventurado afirmar que, al igual que sucede con otros sentimientos como el miedo o la tristeza (que pueden convertirse en trastornos patológicos como las fobias o las depresiones respectivamente) también el sentimiento de la “envidia” puede derivar en un conflicto de tipo neurótico, y hasta psicótico en el peor de los casos, si no se controla adecuadamente por el individuo.

Envidia patológica

La envidia puede llegar a ser un problema grave cuando se convierte en la emoción central que rige la vida del individuo. Hay síntomas que alertan de ésta situación, por ejemplo, cuando el sufrimiento es tan intenso que genera ira por el deseo de despojar al rival de sus posesiones. Son situaciones en las que se puede llegar a la violencia física o a actos delictivos de cualquier tipo sobre todo si el envidioso es incapaz de regular y controlar sus emociones.

La envidia puede llegar a ser un problema grave cuando se convierte en la emoción central que rige la vida del individuo

Si bien hay características de la personalidad que predisponen a la envidia, consideremos que los factores socio-culturales y ambientales juegan también un papel importantísimo en la creación de la personalidad patológica del envidioso.

Su perfil (el del envidioso) sería el de una persona con una baja percepción de su auto-valía, que no se gusta a si mismo, egocéntrica, con dificultad para entablar relaciones interpersonales y con claras tendencia al histrionismo narcisista. Suelen ser individuos mediocres e inmaduros y básicamente podríamos resumir sus rasgos diciendo que tienen una clarísima insatisfacción consigo mismo.

Termina de leer el artículo completo en Gestalt Terapia, el blog especializado de Clotilde Sarrió.

Artículo relacionado: El lado bueno de la envidia. 

  • Salud Mental y Tratamientos

¿Es el mindfulness algo realmente nuevo?

  • Clotilde Sarrió
  • 25/08/2015

La respuesta categoríca sería sin duda que no. Tal vez sí novedoso para quienes han comenzado a utilizarlo desde hace muy pocas décadas en la terapia psicológica de distintos trastornos, pero nada nuevo si consideramos que este procedimiento terapéutico bebe en las fuentes de la tradición milenaria oriental budista y revisamos que otra corriente psicológica consolidada como es la Terapia Gestalt ya se nutrió de la influencia del budismo mucho antes de que surgiera el mindfulness.

¿Qué es el mindfulness?

El mindfulness o atención plena se ha incorporado en las últimas décadas a numerosos programas de mejora de la salud y también en terapias psicológicas de diferentes orientaciones, para hacer frente a diversos trastornos psicológicos como la ansiedad, la depresión o el estrés.

La noción de mindfulness, tal y como está siendo 
manejada en la actualidad en el campo de los tratamientos psicológicos, surge de
 la meditación vipassana del budismo theravada y tiene un significado muy específico cuya primera característica reside en la capacidad de la 
mente para observar sin juzgar, sin criticar y sin reaccionar a la experiencia tal y como ésta surge en el momento presente.

Según el mindfulness, para observar la experiencia tal cual es, en primer lugar será necesario aceptarla. Así, la atención plena (también entendida como consciencia plena) se focalizaría en el presente como una observación reflexiva de lo que sucede en el momento actual, procurando que el individuo se centre activamente en el aquí y ahora con una actitud receptiva aunque sin interferir ni valorar lo que se está sintiendo y percibiendo.

La atención plena (mindfulness) permite, por tanto, orientarse en el momento abriendo un espacio para mirar y formar la intención de ver lo que hay presente y vivo en la experiencia del momento.

El awareness o el “darse cuenta” en Terapia Gestalt

Tanto conceptual como bibliográficamente, la influencia de la doctrina budista en la Terapia Gestalt es un hecho contrastado. Paul Goodman y Fritz Perls incorporaron conceptos del pensamiento oriental (fundamentalmente del taoísmo y del budismo zen) como el “darse cuenta” o awareness; de hecho, en Terapia Gestalt, la atención plena se corresponde con el término “awareness” cuyo concepto lleva implícito un darse cuenta a nivel perceptivo y sensorial. En palabras de Jean Marie Robine (2002) elawareness es “el conocimiento inmediato e implícito del campo”, a diferencia del consciousness que hace referencia al proceso reflexivo sobre el awareness.

El awareness tiene lugar en el presente, en el aquí y ahora, y capta la actualidad del contacto aunque se presenten elementos del pasado y del futuro. Implica la formación de una figura saliendo del fondoen el proceso de contacto.

El consciousness es la consciencia reflexiva que nos pone en contacto con una representación del entorno y de nosotros mismos y no con la “realidad” (entendida siempre como una realidad fenomenológica, “para mi, en este momento” y no como la realidad objetiva y total). La consciencia reflexiva puede interrumpir el libre funcionamiento del organismo en el entorno, vía la disminución del self (entendido desde la perspectiva de la Terapia Gestalt como el sistema de contactos) como proceso y un aumento del Yo (de la función Yo del self), pero no la totalidad de su funcionamiento.

Las definiciones de mindfulness (atención plena), a menudo utilizan el awareness (consciencia inmediata), consciousnes (consciencia reflexiva), consciousnes awareness (consciencia inmediata consciente) y la atención de diferentes modos.

Es decir, el awareness se encuentra relacionado con el comprender. El awareness es nuestra sensación de la situación, el fondo sensible de nuestra experiencia en el momento presente. Mientras que el consciousness, se relaciona con el conocer.

Termina de leer el artículo completo en Gestalt Terapia, el blog especializado de de Clotilde Sarrió. 

  • Artículos de opinión (Op-ed)

Estrés en vacaciones

  • Clotilde Sarrió
  • 28/07/2015

Aunque sean más que deseados, sucede muchas veces que los días de descanso no consiguen relajar a quienes los disfrutan ya que un elevado porcentaje de personas no logran desconectar durante esos paréntesis de relax que deberían ser las vacaciones. Es así como el periodo vacacional puede llega a ser agotador para las personas que se llevan en la maleta las tensiones y las obligaciones de la vida cotidiana con el resultado de regresar de vacaciones con más estrés que cuando las comenzaron.

Se trata de un padecimiento conocido como estrés vacacional o bajón de las vacaciones, un proceso que de no prevenirse o intervenirse a tiempo, puede ocasionar serios trastornos tanto en la salud física como mental del individuo.

En la primera parte de este artículo se expondrán las causas principales del estrés vacacional y en la segunda una serie de mecanismos preventivos a modo de recomendaciones para combatirlo.

Aunque sean más que deseados, sucede muchas veces que los días de descanso no consiguen relajar a quienes los disfrutan ya que un elevado porcentaje de personas no logran desconectar durante esos paréntesis de relax que deberían ser las vacaciones. Es así como el periodo vacacional puede llega a ser agotador para las personas que se llevan en la maleta las tensiones y las obligaciones de la vida cotidiana con el resultado de regresar de vacaciones con más estrés que cuando las comenzaron.

Se trata de un padecimiento conocido como estrés vacacional o bajón de las vacaciones, un proceso que de no prevenirse o intervenirse a tiempo, puede ocasionar serios trastornos tanto en la salud física como mental del individuo.

En la primera parte de este artículo se expondrán las causas principales del estrés vacacional y en la segunda una serie de mecanismos preventivos a modo de recomendaciones para combatirlo.

¿Por qué nos estresamos en vacaciones?

La rutina

De entre todas las causas que propician el estrés vacacional destacan los rotundos cambios que en estos periodos experimenta el individuo tanto en su cuerpo como en su mente apartándolo de la seguridad que le confiere la rutina de lo cotidiano. Es decir, al no poder recurrir a los actos repetitivos que durante el año le facilitan sus actividades y tener que improvisar, surge la ansiedad y la angustia con repercusiones en la vida lúdica y de relación.

Inadaptación a las novedades

Algunos perfiles de personalidad muestran predisposición a reaccionar de modo adverso ante ciertas novedades en sus vidas como son: planificar las vacaciones, adaptarse a un cambio de residencia y a destinos desconocidos o interrumpir el nexo que les une con el trabajo cuando existe una dependencia al mismo.

Exceso de tiempo libre

Es muy frecuente que apenas iniciadas las vacaciones, muchos individuos experimenten una inusitada sensación de desorientación y de vacío al comprobar que disponen de todo el tiempo del mundo pero no saben bien como emplearlo, una situación en cierto modo similar al ocio de los recién jubilados que no han previsto para su nuevo estatus un programa de actividades.

Aunque al final del artículo se dedica un apartado a los mecanismos de prevención del estrés vacacional, adelantemos lo importante que es saber programar equilibradamente las vacaciones para evitar este estrés así como la depresión en la etapa post vacacional.

Hay que considerar que el organismo se acostumbra, durante todo un año, a unos ritmos que bruscamente se ralentizan al llegar las vacaciones, ritmo que se fuerza de nuevo al retomar las actividades normales. Por ello, como medida preventiva, es mejor no hacer parones bruscos de un mes completo sino fraccionar las vacaciones en dos quincenas para que las transiciones, al inicio y al final de las mismas, no sean tan rotundas.

Los que quieren exprimir su tiempo al máximo

En el polo opuesto se encuentran los veraneantes que se imponen planes intensivos que son fuente de estrés por forzar al organismo con madrugones con múltiples actividades para visitar varios museos en una mañana o viajar a cinco países centroeuropeos en tan sólo una semana. Se crean así situaciones estresantes en las se dedica más tiempo a los desplazamientos que a visitar los destinos seleccionados, y el individuo se comporta como un estudiante que quisiera obtener la máxima calificación cuando a su regreso sea examinado sobre cuantos lugares visitó y cuantas películas y fotos llegó a tomar.

Para evitar estas agotadoras situaciones habría que programar sólo expectativas ajustadas a unos ritmos de actividad realistas y adecuadas a lo que debería ser un periodo de descanso y no una carrera de obstáculos.

Forzar innecesariamente la maquinaria del organismo en vacaciones no es recomendable, pues contemplar hermosos paisajes no con los ojos sino a través del visor de una cámara fotográfica es una actitud que multiplica el estrés y predispone a sufrir una depresión post vacacional cuando el agotamiento dé la cara y el individuo compruebe como sus expectativas y objetivos no han sido cubiertos.

No saber desconectar del trabajo

Otra causa de estrés vacacional acontece en aquellos a quienes les es difícil desconectar del trabajo y pasan parte de las vacaciones pensando en lo que les quedó por hacer, escribiendo y respondiendo a correos electrónicos o bien contestando a llamadas telefónicas de empresa.

Esto es algo frecuente en quienes desempeñan cargos de gran responsabilidad, pero también se da en personas con un nivel inferior en el escalafón que se creen imprescindibles e irreemplazables.

“Demasiado tiempo” para estar con la familia

Otro factor causal del estrés vacacional es el esfuerzo que para muchos supone dedicarle más tiempo a las relaciones sociales y familiares por su falta de costumbre para convivir varios días completos con su pareja y sus hijos, una circunstancia que le propicia a iniciar discusiones ante las más mínimas desavenencias.

Emocionalmente, estas situaciones son fuente de estrés por inadaptación a una convivencia que no les resulta habitual y surgen con más intensidad en dos momentos claves del calendario: las fiestas de Navidad (y fin de año) y, sobre todo, al regreso de las vacaciones estivales, dos fechas simbólicas en las que se tiende a hacer planes de enmienda, a abandonar malos hábitos o a abordar un modo de vida más saludable.

Consideremos que, tanto las emociones como el sistema inmunológico del organismo humano, se encuentran más expuestos y son más vulnerable cuando se ralentiza el ritmo de vida tal y como sucede en los periodos vacacionales.

Termina de leer este artículo en Gestalt Terapia, el blog especializado de Clotilde Sarrió.

  • Salud Mental y Tratamientos

Asperger: ¿soy yo el raro o lo son los demás?

  • Clotilde Sarrió
  • 01/07/2015

Haciendo una metáfora con la imagen que ilustra el inicio de este artículo, las personas con Asperger o con rasgos Asperger viven inmersas en una burbuja que les aísla y les dificulta para entablar un contacto pleno y nutritivo con la realidad.

Quienes padecen este síndrome se ven a si mismos como alguien “raro” debido a su gran dificultad para adaptarse a las normas sociales, comprender los sentimientos ajenos e incluso percibir los suyos propios más allá de la racionalidad con la que se interrelacionan con el mundo que les rodea.

Adultos con síndrome de Asperger no diagnosticado en la infancia

Una definición escueta podría considerar el síndrome de Asperger como una forma de autismo de alto funcionamiento que repercute en la mente y en la conducta de quien lo padece dificultando su comunicación e interacción social sin que haya un retraso en la adquisición del lenguaje ni alteraciones significativas en el mismo como sucede en el autismo.

Si bien este síndrome se suele diagnosticar en la infancia, hay veces que pasa desapercibido porque los padres confían en que los síntomas serán algo transitorio y desaparecerán espontáneamente, algo que no llega a suceder ya que persisten más allá de la adolescencia manifestándose en la edad adulta aunque permitiendo llevar una vida relativamente normal e integrarse laboralmente así como tener pareja e hijos aunque a veces se oculte voluntariamente la sintomatología –que el propio paciente reconoce e identifica– para que las personas ajenas a su círculo íntimo no los consideren unos seres raros ni sepan de los problemas que ellos y su familia afrontan.

Breve perfil de un adulto Asperger

El Asperger afecta a cada individuo de un modo especial y dentro del síndrome se puede reconocer un amplio abanico de posibilidades que va desde el extremo más grave (los pacientes que cumplen todos los criterios diagnósticos) hasta el más moderado (quienes sólo presentan “rasgos Asperger”). Hay pues diferentes categorías y grados que para simplificar he decidido unificar en este perfil de un Asperger adulto resumido en siete apartados.

  • Suelen ser individuos con rasgos en cierto modo extravagantes o fuera de norma a quienes les cuesta un gran esfuerzo encajar en los engranajes sociales.
  • Como su inteligencia es normal (puede incluso ser superior a la media) son difíciles de diagnosticar una vez llegan a la edad adulta si no se les ha identificado en la infancia
  • No presentan trastornos severos en lo que a atención y concentración respecta y llama la atención que se muestren intensamente concentrados mientras se dedican a sus actividades o hobbies favoritos
  • Son muy deficitarios en  habilidades sociales y su comportamiento se resiente en la interrelación personal.
  • Les cuesta adaptarse a las normas y entender lo que los demás piensan o sienten. Aunque por su actitud puedan parecer hoscos o descorteses sólo manifiestan su dificultad para relacionarse y se comportan como si cumplieran unos códigos culturales que ignorasen las normas convencionales al uso.
  • Sus relaciones de pareja suelen resentirse por falta de empatía y muestran gran dificultad para entender los sentimientos del otro y hacer que éste a su vez entienda los suyos.
  • Se les hace cuesta arriba conocer a las personas con las que se relacionan y aun mas entablar amistad con ellas. Tienden a depender de su pareja para que les aconseje sobre el cómo relacionarse con los demás en el ámbito extrafamiliar.

Rasgos definitorios del adulto con un Síndrome de Asperger

El comportamiento de quienes padecen un síndrome de Asperger es muy peculiar en lo que respecta a su vida de relación. Es habitual que eludan el contacto visual, que tengan dificultades para entender el lenguaje corporal y que no sepan interpretar la gesticulación facial de sus interlocutores, actitudes que les hace pasar por maleducados –cuando no lo son– mientras ellos son conscientes de su mala interacción y se frustran al ser malinterpretados por los demás.

  • Resulta muy común su tendencia a interpretar con literalidad lo que se les dice, de tal modo que no entienden ciertas frases hechas como por ejemplo: «me estás tomando el pelo» o «si no lo haces bien te mato», expresiones que, al ser tomadas al pie de la letra, les causan desconcierto.
  • Su lenguaje es deficitario en espontaneidad por ausencia de coloquialismos, motivo por el que a veces parecen pedantes, monótonos, reiterativos y excesivamente detallistas e inexpresivos.
  • Cierta merma en su habilidad motora puede conferir un aspecto torpe a sus movimientos.
  • Suelen obsesionarse con aquello que les interesa y sólo parecen disfrutar con aquellas conversaciones en las que se traten temas que sean de su interés
  • Tienden a ignorar a los demás y su falta de empatía les distancia de las personas de su entorno e interfiere en sus relaciones. Esto se ve agravado por su dificultad para entender las normas sociales, circunstancia por la que parecen confundidos casi siempre.
  • Son propensos a las rutinas y a mostrar comportamientos repetitivos. Les cuesta un gran esfuerzo adaptarse socialmente, sobre todo cuando no se siguen sus rutinas, circunstancia que les ocasiona una gran ansiedad.
  • No reprimen su intolerancia a los estímulos ambientales que les resultan desagradables o molestoscomo ciertos olores, luces o ruidos intensos.
  • Son muy sinceros en sus manifestaciones, tal vez demasiado sinceros para lo recomendable que resulta no andar propagando sin mas todo lo que se piensa.
  • Suelen exhibir un gran perfeccionismo y para comprender mejor el significado de las cosas se fijan en los detalles más insignificantes perdiendo la visión global de los temas.

¿Con qué herramientas compensa el Asperger su déficit de interacción social?

Por su escasa intuición social y sus pocas habilidades para interpretar las propias sensaciones físicas que se asocian a los sentimientos, los Asperger tienden a manejar de un modo problemático sus emociones. Es por ello que, para adquirir habilidades sociales, compensan con el intelecto su falta de intuición. Y muchas veces les funciona.

Los adultos Asperger suelen saber lo que quieren y lo que no quieren y lo manifiestan sin tapujos tanto en terapia como en sus mecanismos de interrelación. Cuando quieren que funcione una relación harán lo que sea y adquirirán las habilidades necesarias para conseguirlo. Pero si no desean la relación, no pondrán en práctica nada de lo que se les enseñe.

Son conscientes de sus singularidades y de aquello que les diferencia de la mayoría, y son capaces de seguir los consejos que les ayudan a conocerse mejor, abandonar prejuicios y cambiar su comportamiento para actuar de un modo similar a como lo hace el resto de la gente.

Suelen estar dotados de gran talento en los temas que son de su interés. Su memoria es a veces excepcional y tanto su vocabulario como su cultura suelen ser amplios.

Propensos al detallismo, tienden a manifestarse abiertamente sin juegos de palabras ni dobles sentidos que nunca entenderían debido a su excesiva racionalidad y literalidad.

Pragmáticos a la hora de resolver los problemas, su sentido de la justicia social es ecuánime y su postura ante temas trascendentes como la muerte o el dolor suele ser excesivamente racional y desprovista de emociones o sentimientos.

Termina de leer este artículo completo en Gestalt Valencia, un blog cuidadosamente preparado por la terapeuta especializada Clotilde Sarrió.

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