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Publicaciones por autor

Karemi Rodríguez Batista

35 Publicaciones
Psicóloga, psicoterapeuta, divulgadora y docente. Directora Académica del Máster en Terapias Contextuales y de 3ª Generación de UDIMA/ÍTACA. Máster en Psicología General Sanitaria, Máster en Terapias Contextuales y de Tercera Generación., Especialista en Terapia Centrada en la Compasión, Experta en Clínica y Psicoterapia en Adultos, y Especialista en Psicología de Emergencias y Pérdidas Personales. Miembro de la Association for Contextual Behavioral Science (ACBS) y de la División de Psicología Clínica y de la Salud del Colegio Oficial de la Psicología de España.
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La personalidad de Trump según psicólogos expertos

  • 14/11/2016
  • Karemi Rodríguez Batista

No ha pasado una semana de la elecciones en Estado Unidos. La noticia de que Donald Trump sería el presidente de esta nación y la repercusión que esto tendría en el mundo entero, conmocionaba a todos. Desde ese día, a todas horas y en todos los medios hemos escuchado un sin fin de opiniones sobre las razones de que esto haya sucedido así.

Está claro que han sido muchas las variables que han intervenido, y sin duda muchos de vosotros tenéis en mente algunas. Sin embargo, algo que nos ha suscitado sin duda emociones dispares ha sido su personalidad, esa personalidad de apariencia segura, cínica, desafiante y antisistema. Pero, ¿cuánto ha influido la personalidad de Donald Trump en este resultado?, ¿qué es lo que nos dicen los expertos al respecto?

Pues bien, ellos ya se han puesto en marcha y desde inicios de Noviembre tenemos un estudio realizado por Visser y sus colaboradores para la revista Personality and Individual Differences en el cual se calificó las personalidad públicas de los candidatos en ese entonces Clinton y Trump, con el instrumento HEXACO-PI-R derivada del modelo HEXACO. Este modelo propone una estructura de seis factores o rasgos de personalidad: honestidad-humildad, emocionalidad, extraversión, cordialidad, escrupulosidad, apertura a la experiencia. Es decir, se agrega un factor más, el de honestidad-humildad, al anterior de McCrae y Costa de los cinco factores. Cabe mencionar que tanto su consistencia interna y estabilidad test-retest son muy satisfactorias.

Diez expertos en este modelo de personalidad fueron los responsables de evaluar ambas personalidades públicas. Las puntuaciones para Trump fueron extraordinariamente bajas en Humildad-Honestidad y Altruismo, muy bajas en Emocionalidad, bajo en Escrupulosidad y en Apertura a la experiencia, y alta en Extraversión. Se amplió el análisis de la nueva dimensión (Humildad-Honestidad) descomponiéndose en sus 4 subfacetas, quedando así: sinceridad, imparcialidad y prevención de avaricia, muy baja; y modestia, excepcionalmente baja.

Delineando más el perfil de la llamada triada oscura de la personalidad (narcisismo subclínico,, psicopatía subclínica y maquiavélismo) Los investigadores añaden que las puntuaciones para Trump correlacionan consistentemente con los dos primeros.

Visser y sus colaboradores advierten que los resultados obtenidos han sido acorde a la «personalidad pública» del futuro presidente de EE.UU. Además del posible sesgo dada la inclinación política de los psicólogos que realizaron el estudio.

Muchos medios han especulado (y seguirán haciéndolo) sobre un posible trastorno de personalidad como el narcisista o antisocial. Pero debemos ser cautos y advertir que ningún psiquiatra, psicólogo psicoterapeuta podría afirmar tal diagnóstico, no sería posible ni ético. Aunque muchos han hecho un repaso de los criterios diagnósticos, los han comparado con los rasgos del personaje en base a sus acciones públicas y se han aventurado a soltar hipótesis. Queremos recordaros solamente que, aún en este sentido, las hipótesis que se darían serían siempre en relación al personaje, nunca a la persona.

Aunque tampoco sería descabellado pensar que el Sr. Donald Trump padeciera algún trastorno. Un estudio realizado en la Duke University Medical Center en Carolina del Norte, EE UU; a cargo del psiquiatra Jonathan Davison, analizó la salud mental de los 37 primeros presidentes de los Estados Unidos (desde 1776 hasta 1974) mediante una revisión exhaustiva de sus respectivas biografías. Los resultados dan cuenta de que la mitad de ellos experimentaban algún desorden mental. Así James Madison, John Quincy Adams, Franklin Pierce, Abraham Lincoln y Calvin Coolidge sufrieron depresión. Mientras que Thomas Jefferson y Theodore Roosevelt mostraban signos de ansiedad y desorden bipolar, respectivamente. Claro está que no tienen las mismas repercusiones en los demás el padecer uno u otro. Si quieres descargarte el estudio completo, puedes hacerlo desde aquí.

Fuentes: Personality and Individual Differences’ Journal l The British Psychological Society l The Journal of Nervous and Mental Disease

  • Análisis
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Claves del apego y su relación con la salud mental

  • 07/11/2016
  • Karemi Rodríguez Batista

Durante la primera infancia las experiencias de apego son extremadamente importantes, e influirán en los ámbitos de mayor trascendencia en nuestras vidas. Si el apego llega a ser traumático, puede conducirnos a un vínculo desorganizado y, en algunos casos a trastornos graves. Por ello es indispensable la prevención, la educación a futuros padres, e incluso programas de intervención clínica especializada a fin de adquirir un apego seguro lo antes posible. En el siguiente artículo haremos un repaso a la teoría del apego y sus investigaciones más significativas, sus estilos, su influencia en el amor y en la edad adulta, así como su relación con algunas psicopatologías y con la psicoterapia. Esperamos que te sea de utilidad.

John Bowlby y la teoría del apego

La teoría del apego fue desarrollada por el Dr. John Bowlby, psiquiatra y psicoanalista de niños. Esta teoría describe cómo las experiencias tempranas y la relación con la primera figura vincular influyen en el desarrollo del niño.

Su trabajo estuvo muy influenciado por los estudios de Konrad Lorenz (teoría instintiva), donde se constataba cómo desarrollan las aves un vínculo muy fuerte con la madre, sin que el alimento este por medio. Sin embargo,  quien le impulsó de manera decisiva en la construcción de su teoría fue Harry Harlow con sus experimentos con monos, y su descubrimiento de la necesidad universal de contacto.

Importancia y clasificación de los estilos de apego en la infancia

Es a la edad de los 0 a 3 años, cuando desarrollamos al máximo nuestra capacidad cerebral. Se produce una proliferación neuronal y posteriormente una poda neuronal, en la cual las conexiones no usadas desaparecen. Es en este periodo crítico del desarrollo donde se fundamenta nuestro desarrollo cognitivo, psicosocial, emocional, conductual y  la capacidad de vinculación afectiva (Banz y  Dörr, 2010; Moneta, 2014).

Fue la psicóloga estadounidense Mary Ainsworth, quien gracias a su investigación centrada en los efectos de la separación maternal sobre el desarrollo de la personalidad en los niños encuentra tres estilos de apego principales, ampliando así la teoría del apego. Posteriormente se añadiría un cuarto.

Hagamos un repaso a los principales estilos de apego. Hay un vínculo o apego seguro cuando el bebé experimenta que su persona de referencia está ahí para atenderle y que no le dejará a la deriva si se escucha su llanto. Construirá unesquema mental sobre las expectativas con el comportamiento de la madre que ayudará a crear su imagen propia.

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Kornrad Lorez

Si la madre atiende poco a las demandas de atención de su bebé, éste se sentirá muy estresado como si supiese que si muestra los sentimientos apropiados de la separación surgirá el rechazo, y por eso controla la expresión de estos sentimientos mostrándose evasivo, así desarrollará un apego inseguro evitativo hacia ella.

El apego inseguro ambivalente se presenta cuando el cuidador del bebé se comporta de manera inestable, es decir, algunas veces acude y otras ignora sus llamadas. El bebé se resiste al contacto pero sí que llega a presentar conductas de búsqueda de proximidad y contacto.

Finalmente, el bebé con apego desorganizado muestra la mayor inseguridad. Al regresar el cuidador puede reaccionar desde golpearle hasta besarle o llorar de manera exagerada. Podría decirse que en base a una actuación negligente del cuidador. Cabe mencionar que según un meta análisis desarrollado en 1999 en la Universidad de Leiden a partir de 80 estudios internacionales, el 15 por ciento de los infantes de familias de clase media presentaban un patrón de apego desorganizado (Gaschler, 2013). De los cuatro estilos, éste será el más problemático, sin duda. Además, los niños con apego desorganizado tienen más probabilidades de convertirse en padres que maltratan (Papalia et al., 2005).

También los otros dos estilos de apego inseguro repercuten de manera desfavorable sobre el desarrollo emocional, cognitivo y social del niño, ya que suponen un factor de riesgo de cara a posibles alteraciones de conducta futuras. Se ha confirmado la relación entre los trastornos de apego y un mayor riesgo de padecer alguna psicopatología: trastorno de ansiedad, de pánico, depresión o adicción, entre otras muchas (Gaschler, 2013).

En definitiva, si desde recién nacidos podemos percibir a nuestro cuidador como una fuente de confort, apoyo y seguridad, más propensos seremos a desarrollar una imagen más positiva no sólo de nosotros mismos, sino de los demás.

Durante la infancia nuestros padres serán la principal figura de apego, aunque puedan aparecer otras figuras como nuestros hermanos, familiares o  amigos. Posteriormente, durante la adolescencia, nuestros amigos irán ganando terreno en la jerarquía de las figuras de apego. En la juventud nuestros amigos y pareja estarán al mismo nivel que los padres, hasta que sea nuestra pareja estable la que se convierta en nuestra figura principal de apego(Lafuente, 1992; López,  1993).

Consecuencias del maltrato en la infancia

Moneta (2007) en su estudio sobre el apego, la resiliencia y la vulnerabilidad a enfermar, nos brinda una serie de conclusiones de gran relevancia respecto al maltrato en la infancia. Observa que en niños asustados, víctimas de maltrato infantil, se colapsan los mecanismos comportamentales  a fin de tolerar la frustración y la pérdida de confianza en un cuidador impredecible y aterrador. También observa la presencia de comportamientos agresivos, punitivos y a veces con reversión de roles, siendo pacientes y paternales con sus madres, a menudo enfermas.

Hemos de resaltar que no siempre los problemas de apego, son resultado del abuso o maltrato. De hecho, es muy posible que la mayoría de los problemas de apego se deban más a la ignorancia de los padres que al abuso. Afortunadamente esto puede mejorarse con más y mejor educación pública.

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John Bowlby

Dependiendo de la naturaleza, duración, intensidad y momento en que ocurrió el maltrato o negligencia, varían los problemas específicos que podemos observar. Algunos niños padecerán problemas profundos y evidentes, mientras que otros podrían ser tan leves que sería casi imposible relacionarlos con la negligencia en su vida temprana. Sin embargo, es importante recordar que estos niños han padecido mucho sufrimiento. Existen ciertas áreas que los clínicos experimentados evalúan al trabajar con estos niños, ya que dan cuenta de su situación actual: el estado de su desarrollo, sus hábitos alimenticios, las conductas que utilizan para calmarse, su funcionamiento emocional, el modelaje inapropiado y su comportamiento agresivo (Perry, 1999).

Se confirma así que las repercusiones de las relaciones tempranas madre-hijo dejan huellas a largo plazo en la salud mental del individuo. Si aunamos a esto las actuales investigaciones de las neurociencias en relación al desarrollo del cerebro hasta la adultez, observamos que los cambios en niveles estructurales y comportamentales son notables. La experta en el campo del apego, Moneta (2007), afirma: “Con toda la evidencia acumulada llegamos a una conclusión aún más fuerte acerca de la importancia de los vínculos primarios en el desarrollo del cerebro y su vulnerabilidad a enfermar”.

Apego y amor en la edad adulta

Es mediante el apego en la infancia y en la adolescencia que adquirimos una confianza o desconfianza básica, que sólo cambia en circunstancias especiales y constantes. Construimos una especie de código, diferente al social formal y convencional, en el cual hacemos un uso distinto de la mirada, el tacto, el espacio interpersonal, las caricias, los abrazos, los fonemas, las palabras, la expresión de las emociones, etc. Este código sólo lo usaremos entre figuras de apego. Si no adquirimos desde la infancia un código adecuado en este sentido, podemos tener dificultades en el proceso de seducción y en las relaciones que requieren intimidad: no saber mirar, tocar, acariciar, estar cerca, estar desnudo, expresar emociones y no saber ser mirado, etc. (Sánchez, 2015).

Como hemos visto, la figura del apego irá mudando a través de los años. Cabe mencionar que, según Lafuente (1992), al llegar a la senectud (66-85 años) los hijos junto al cónyuge pueden ser las principales fuentes de apego.

Según Hazan y Zeifman (1999) y Melero (2008) hay ciertas similitudes en el proceso de vinculación desde la infancia a la edad adulta y son las siguientes:

  • El contacto físico: tanto en las relaciones de apego con nuestro cuidador como en las de pareja se observan interacciones íntimas únicas y diferentes al resto (el código que mencionamos anteriormente).
  • Los criterios de selección: nos vinculamos preferentemente con aquellos que responden a las necesidades propias y que son agradables, competentes y familiares.
  • La reacción ante la separación: como ya vimos, la separación con nuestra figura de apego crea mucho estrés y ansiedad, aunque los adultos podemos gestionar mejor las separaciones.
  • Los efectos sobre la salud física y psicológica: la ruptura de la relación con la figura de apego nos hace más vulnerables a enfermedades físicas y psicológicas.

Posteriores, estudios realizados por Ortiz, Gómez y  Apodaca  (2002); y Gómez (2009) sobre el apego, el vínculo y la satisfacción afectivo-sexual en la pareja, confirman la utilidad y vigencia de la teoría del apego al abordar las relaciones afectivas en la etapa adulta, sosteniendo la idea de Bowlby sobre el papel de la vinculación temprana en las experiencias afectivas posteriores. Para ellos, el estado del enamoramiento es lo que hace que dos personas se acerquen con el fin de crear un vínculo estable, caracterizado por la proximidad, la intimidad y la necesidad de seguridad en el otro (justamente lo necesario para el vínculo primordial).

Afirman que los modos de amar están condicionados por los estilos de apego, y, basándose en los tres principales, los definen con las siguientes características:

Estilo de apego seguro: se asocia con relaciones confiadas y positivas. Sus características principales son: mayor autonomía previa, mejor selección de la pareja, mejor establecimiento del vínculo, ideas más favorables y realistas sobre el amor, y una mejor elaboración de la ruptura.

Estilo de apego ansioso: se asocia a relaciones dependientes y a una continua necesidad de confirmación de que se es amado. Sus características principales son: dificultades con la autonomía, búsqueda y selección de pareja precipitada, miedo a no ser amado o amada y a la pérdida, celos más frecuentes, ideas contradictorias sobre el amor, mayor dificultad para romper una relación e inestabilidad e inseguridad emocional.

Estilo de apego evitativo: tiene que ver con relaciones desconfiadas y distantes. Sus características son: pseudo-autonomia emocional, miedo a la intimidad, dificultad para establecer relaciones, relaciones con poca intimidad, dificultades para las manifestaciones afectivas, ideas pesimistas sobre el amor, aparente facilidad para la ruptura, así como inseguridad camuflada.

Patologías del apego

Es sorprendente constatar cómo son cada vez más los profesionales que incorporan en su consulta instrumentos que les permiten evaluar el apego, como la Escala de Massie y Campbell o el Parental Bonding Instrument(Moneta, 2014). Sin embargo, para la evaluación de la organización del apego en jóvenes y adultos, el instrumento de referencia ha sido el  Adult Attachment Interview (AAI), que  consta de un conjunto de ítems que abordan los principales temas de apego acorde a la teoría de Bowlby. Se le pregunta al paciente sobre el comportamiento de sus figuras parentales y la suya en situaciones específicas tales como dificultades personales, separaciones, experiencias de rechazo y amenazas de abandono por dichas figuras, enfermedades y accidentes, castigos y malos tratos y pérdidas de personas significativas. El objetivo final es evaluar la seguridad del modelo dinámico del apego, es decir, la seguridad del Self en relación al apego (Soares y  Dias, 2007).

La relación entre el apego y la salud o patología mental se viene estudiando desde hace mucho tiempo. Está claro que las relaciones de apego tempranas son decisivas para la adquisición de las capacidad de control atencional,regulación afectiva, mentalización, y del sentido de autonomía del infante (Fonagy et al., 2010 cit. en Fonagy y Lorenzini, 2014).

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Mary Ainsworth

En una intensa revisión sobre el apego y los trastornos de la personalidad realizada en 2014 por Fonagy y Lorenzini, encontramos conclusiones muy relevantes, entre ellas que:

-Existe un  gran número de investigaciones acerca de los patrones de apego en personas que presentan trastornos de la personalidad, principalmente del clúster B. Se ha demostrado que el apego seguro rara vez se asocia al trastorno de la personalidad límite o por evitación (Meyer, Pilkonis, Proietti, Heape, y Egan, 2001; Westen et al., 2006;  cit. en Fonagy y Lorenzini, 2014).

  • Los estudios confirman que un 50-80% de los pacientes con trastorno límite de la personalidad cumplen los criterios para el estilo ansioso o desorganizado (Agrawal, Gunderson, Holmes, & Lyons-Ruth, 2004; Barone et al., 2011; cit. en Fonagy y Lorenzini, 2014). De hecho, es el apego desorganizado el que más se relaciona con problemas de regulación emocional  (Shaw y Vondra, 1995; cit. en Díaz, 2011).
  • Los adultos con apego ansioso son más propensos a trastornos de la personalidad: histriónico, límite, por evitación y por dependencia, ytambién son más sensibles al rechazo y a la ansiedad (Fonagy y Lorenzini, 2014).
  • El elemento más crítico en el desarrollo del apego seguro son las relaciones vinculares de buena calidad; a su vez, el apego seguro emocional más que la estimulación intelectual, es crucial para el desarrollo de una personalidad saludable (Braun y Bock, 2011; cit. en Fonagy y Lorenzini, 2014).

En otro estudio realizado por Reiss y sus colaboradores (1995) se pudo demostrar que el nivel de actitud negativa de los padres frente al hijo predice comportamientos antisociales y síntomas depresivos al margen de la  predisposición genética.

Tengamos en cuenta que muchas de las conductas disruptivas que utiliza el niño (rabietas, conductas desafiantes o agresivas) son estrategias de acercamiento a su figura de apego, y son precursoras de trastornos de la conducta (Díaz, 2011).

En conclusión, la teoría del apego representa un modelo con claras repercusiones para nuestra salud. Es el sistema de apego (integrado por componentes afectivo-cognitivos, motivacionales y conductuales) que al permitir una evaluación constante de la situación, de nuestra figura de apego, y de nosotros mismos en relación a ella como merecedores o no de cuidados, adquiere una importante función organizacional de nuestra dinámica y la de los demás  (Yárnoz, 2013).

Psicoterapia y apego

Según la ya mencionada revisión de Fonagy y Lorenzini de 2014, son tres las intervenciones terapéuticas más relevantes en relación con el apego y con evidencia científica: el Tratamiento Basado en la Mentalización, laPsicoterapia Centrada en la Transferencia y la Terapia de Esquemas. De hecho, en un ensayo controlado aleatorio sobre la Psicoterapia Centrada en la Transferencia (TFP), la Terapia Conductual Dialéctica (DBT) y la Terapia de Apoyo, sólo la TFP logró un cambio positivo en los estilos de apego (Levy et al., 2006; cit. en Fonagy y Lorenzini, 2014).

Además, en el metaanálisis más importante acerca de la influencia de los estilos de apego sobre los resultados psicoterapéuticos en varios diagnósticos y con intervenciones desde distintas orientaciones, realizado por Levy y sus colaboradores en 2011, demostró que el apego ansioso tiende a obtener malos resultados en psicoterapia. Por ejemplo, individuos ansiosos pueden desertar en respuesta a sentirse demasiado dependientes o cercanos al terapeuta y tratamiento. Mientras que el apego evitativo parece no tener efecto, y elapego seguro predice el éxito psicoterapéutico de manera consistente.

El equipo del Doctor Karl Heinz Brisch, ofrece desde el año 2000, una intervención clínica intensiva para jóvenes a partir de los seis años. Los niños pasan varias horas al día con terapeutas especializados. Primero reciben un tratamiento individual, y más tarde se complementa el proceso con una terapia grupal que suele incluir métodos de arteterapia, musicoterapia y terapia de movimiento. Dichos tratamientos ayudan a que el niño exprese sin palabras sentimientos relacionados con traumas de su infancia temprana. Además, Brisch cuenta con seminarios y programas preventivos como el programa SAFE ® y otros que imparte tanto a profesionales como a familiares.

Conclusiones

Hoy día la teoría del apego nos permite afirmar que un apego seguro con un cuidador estable y continuo, puede asegurar un adecuado desarrollo cognitivo y mental del niño que llegará a ser adulto, aun tomando en cuenta riesgos genéticos. Es por ello que es de vital importancia para los profesionales de la salud la observación del vínculo primario, incluso desde que una madre presenta al médico pediatra a su bebé (probablemente factor suficiente para empezar a diagnosticar un vínculo sano o defectuoso) a fin de poder asesorar, prevenir o intervenir lo más temprano posible.

Editado por Maria Fernanda Alonso.

Referencias

  • Banz, C y Dörr, A. (2010). Ventanas de oportunidad y capacidad de establecer vínculo afectivo en niños ferales v/s niños abandonados en instituciones.Revista Gaceta de Psiquiatría Universitaria; 6 (1), 38-45.
  • Bowlby, J. (1969), Attachment and loss, Vol. 1: Attachment. New York: Basic Books.
  • Bowlby, J. (1973). Attachment and loss, Vol. 2: Separation. New York: Basic Books.
  • Fonagy, P., y Lorenzini, N. (2014). Apego y trastornos de la personalidad: breve revisión. Mentalización. Revista de Psicoanálisis y Psicoterapia; 2(1), 1-44.
  • Díaz, J. (2011). Teoría del apego y trastornos de conducta. Disponible en http://www.codajic.org/sites/www.codajic.org/files/Teoria%20del%20apego%20y%20conducta%20antisocial.pdf
  • Gaschler, K. (2013). El peso del apego temprano. Mente y cerebro; 60, 34-40.
  • Gómez, J. (2009). Apego y sexualidad; entre el vínculo afectivo y el deseo sexual. Madrid: Alianza Editorial.
  • Hazan, C. y Zeifman, D. (1999). Pair bonds as attachments: Evaluating the evidence. En J.Cassidy y P.R.Shaver (Eds.), Handbook of attachment: Theory, research and clinical applications (336-354 pp). New York: Guilford Press.
  • Lafuente, M. J. (1992). Los padres como figuras de apego a lo largo del ciclo vital. Revista de Psicología de la Educación; 4, 81-98.
  • Levy, K. N., Ellison, W. D., Scott, L. N. y Bernecker, S. L. (2011), Attachment style. Journal of Clinical Psychology; 67, 193–203.
  • López, F. (1993). El apego a lo largo del ciclo vital. En M.J. Ortiz y S. Yarnoz (Eds.), Teoría del apego y relaciones afectivas (11-62 pp). Bilbao: Universidad del País Vasco/Euskal Erico Unibertsitatea.
  • Melero, R. (2008). La relación de pareja: apego, dinámicas de interacción y actitudes amorosas: consecuencias sobre la calidad de la relación (Doctoral dissertation), Universitat de Valéncia, Departament de Psicologia Evolutiva i de l’Educació.
  • Moneta, M. (2014). Apego y pérdida: redescubriendo a John Bowlby. Revista Chilena de Pediatría; 85 (3), 265-268.
  • Moneta, M. (2007). Apego, resiliencia y vulnerabilidad a enfermar. Revista de Psiquiatría Universitaria; 3 (3): 321-326.
  • Papalia, D. E., Olds, S. W., Feldman, R. D., y Salinas, M. E. (2005). Desarrollo humano. México, DF: McGraw-Hill.
  • Perry, B. D. (1999). Maltreated children: experience, brain development and the next generation. New York: Norton & Company.
  • Reiss, D.,  Hetherington, E. M., y Plomin,  R. (1995). Genetics questions for environmental studies: Differential parenting and psychopathology in adolescence. Arch Gen Psychiatry; 52, 925-936.
  • Ortiz, M., Gómez, J., y  Apodaca, P. (2002). Apego y satisfacción afectivo-sexual en la pareja. Psicothema; 14(2), 469-475.
  • Sánchez, F. L. (2015). Apego y relaciones amorosas. Informació Psicològica; (82), 36-48.
  • Soares, I., y  Dias, P. (2007). Apego y psicopatología en jóvenes y adultos: contribuciones recientes de la investigación. International Journal of clinical and health Psychology; 7 (1), 177-195.
  • Yárnoz, S. (2013). Normalidad y patología: aportaciones de las teorías del apego. Disponible en http://www.psiquiatria.com/tratamientos/normalidad-y-patologia-aportaciones-de-las-teorias-del-apego/
  • Salud Mental y Tratamientos

La experiencia del dolor

  • 26/10/2016
  • Karemi Rodríguez Batista

Ya sea que nos taladre la cabeza, nos pinchemos el pie o nos desgarremos la espalda, el dolor nace siempre en el cerebro. El dolor va más allá de una mera experiencia somática. Al tiempo que despierta sensaciones, sucumbe a la fuerza controladora de la mente.

Pongamos el ejemplo de un niño asombrado por el brillo de la nueva placa de la cocina vitro-cerámica. Curioso, acerca su manita a la placa incandescente. ¡Ay! exclama mientras la retira. El dolor le ha avisado. Las lágrimas desaparecen rápido, pero en su memoria se graban las huellas permanentes de este suceso doloroso. Es muy probable que el niño no vuelva a poner la mano sobre una placa incandescente. A pesar de esto, no será ésta la última experiencia parecida, pues el dolor, como la respiración, forma parte de la vida.

Esta alarma corporal resulta imprescindible. Al no percibir el daño corporal en su momento, debemos aprender, con gran esfuerzo, a conocer los peligros. Os voy a remitir a un ejemplo que en su día me consternó. En tiempos de la segunda guerra mundial, donde a los combatientes se les administraba un derivado de la metanfetamina llamado Pervitin, para que aguantaran las terribles condiciones en las que estaban y no sintieran dolor. Cierta vez, en 1942 en el frente oriental, a 30 grados bajo cero y perseguidos por el Ejército Rojo, medio millar de alemanes extenuados una vez consumida la droga siguieron caminando y caminando, sin darse cuenta que muchos ya habían perdido algunos dedos de los pies.

Las lágrimas desaparecen rápido, pero en su memoria se graban las huellas permanentes de este suceso doloroso

En definitiva, las sensaciones desagradables que nos transmite nuestro organismo nos avisan de daños que podrían significar una importante amenaza para nuestras vidas.

Síntesis histórica del sufrimiento en nuestra cultura

La historia de la humanidad está repleta de sucesos relacionados con el sufrimiento y de incalculables intentos para aliviar el dolor, desde oraciones de carácter religioso, pócimas ancestrales y preparados homeopáticos, hasta llegar a los fármacos sintéticos más actuales.

Haciendo una síntesis muy apretada de la historia humana, cabe mencionar la creencia que mantenía el pueblo griego en relación al dolor, era como un aspecto inseparable y necesario de nuestra existencia. Se diría que el sufrimiento era indispensable para una vida placentera. Para Platón, el dolor era como un castigo para aquellos que se alejaran de la verdad absoluta. Para Aristóteles el dolor da cuenta del desequilibrio entre el cuerpo y el alma; y resistirse a él es un acto de valentía y dignidad. En el cristianismo, se inicia la elaboración racional y pseudocientífica de remedios para aliviar el dolor, bajo una noción de dolor distinta, como la consecuencia de las alteraciones producidas por el hombre en el orden divino. Visto así, sería un camino para el crecimiento personal y la salvación del alma, ligado inseparablemente a la idea de culpa. En el medievo se llega a la magnificación del uso instrumental del dolor. El sufrimiento es inevitable y en ocasiones voluntariamente procurado para diversos fines, a tales extremos que la tortura e incluso las autolesiones se convierten en un hábito común de remisión de culpas, o como castigo o expiación como en el caso de los autos de fe. A partir del Renacimiento surge el aún prestigioso método experimental, que ya en nuestros tiempos ha procurado un conocimiento científico de la psicofisiológica del dolor.

Una experiencia compleja

Uno de los modelos teóricos del dolor más extendidos en la literatura psicológica, es la teoría multidimensional del dolor de Melzack y Casey (1968), que está basada en que el dolor está compuesto por tres dimensiones intrínsecamente relacionadas que lo conforman y determinan. Estas son: la dimensión sensorial/discriminativa, la motivacional/afectiva y la cognitiva/evaluativa. Es decir, se pasa de pensarlo como un fenómeno exclusivo a los sentidos, a uno multifactorial. Tanto en su conceptualización, como en su evaluación e intervención hay que tomar en cuenta todas ellas.

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La primera dimensión (sensorial/discriminativa) se encarga de la detección de las características temporales y espaciales del dolor, así como de la intensidad y ciertos aspectos de la cualidad del dolor. La segunda (motivacional/afectiva), es lo subjetivo del dolor, los aspectos que tienen que ver con el desagrado, el sufrimiento o los cambios emocionales que se producen. Las reacciones emocionales más directamente relacionadas con el dolor son la ansiedad y la depresión. Dado el componente aversivo del dolor se dan conductas de escape o evitación que tienen una especial relevancia para el mantenimiento de las conductas del dolor y la propia experiencia dolorosa. Finalmente, la tercera (cognitiva/evaluativa) tiene que ver directamente con la anterior y hace referencia a las creencias, valores culturales y variables cognitivas, tales como autoeficacia, percepción de control y de las consecuencias de la experiencia del dolor, etc.

Para tratar de ejemplificarlo imagínate que un día preparando el almuerzo te cortas, sin darte cuenta, con el cuchillo. ¿Crees que te resultaría igual de doloroso que si te ocurriera minutos después de que te hubieran comunicado un jugoso aumento de sueldo?

Cómo responde nuestro cerebro al  dolor

Para ilustrar la manera en que nuestro cerebro responde a esta experiencia, de una manera sencilla, breve y divertida os propongo el siguiente vídeo de la profesora de neurociencias de la Universidad de Toronto, Karen D. Davis (puedes activar los subtítulos en español, si lo prefieres).

https://youtu.be/I7wfDenj6CQ

Dolor agudo o crónico

Las categorías más ampliamente utilizadas  han sido realizadas en relación a la duración del cuadro. Esto es, a la distinción entre dolor agudo y dolor crónico, que muestran características diferenciales de importante repercusión clínica. Las manifestaciones de los cuadros del dolor agudo guardan una estrecha relación con la lesión orgánica experimentada. Aquí existe una alteración física diagnosticable que explica las dolencias de la persona y su duración es previsible en la mayoría de los casos, además de responder bien a los tratamientos convencionales. No es así en el dolor crónico. Éste tiene una duración mayor a seis meses y no responde bien a tratamientos convencionales. Por ejemplo: cefaleas, lumbalgias, neuralgias, dolor neoplásico, fibromialgia, etc. Cabe mencionar que un cuadro de dolor agudo incrementa la posibilidad de tornarse en crónico si se prolonga el uso de fármacos y conductas de evitación ya sean físicas o sociales.

Imagínate que un día preparando el almuerzo te cortas, sin darte cuenta, con el cuchillo. ¿Crees que te resultaría igual de doloroso que si te ocurriera minutos después de que te hubieran comunicado un jugoso aumento de sueldo?

Debido a las repercusiones en la vida del paciente y su entorno es muy necesario incorporar un tratamiento psicológico. Basta pensar en que la persona que lo padece ya ha visitado multitud de especialistas, que no logran dar con lo que tiene. Ya está cansada. Sus expectativas de mejora se van debilitando y así su estado de ánimo. Es por ello que suelen aparecer cuadros depresivos y ansiosos que en muchas ocasiones, les requiere  incorporar tratamientos psiquiátricos. Por si fuera poco, suelen aparecer otras áreas alteradas como el sueño o las relaciones sociales. ¿Qué pasa?, que se reducen las actividades placenteras incluyendo aquellas que tienen que ver con su apoyo social, aumentando así la queja y la posibilidad de adquirir estrategias adecuadas de afrontamiento del dolor. Todo esto mantiene y agrava aún más el problema.

Proceso de evaluación del dolor e instrumentos

Tanto el diagnóstico como el tratamiento dependen fundamentalmente de una evaluación exhaustiva, detallada y multicomponente, mediante diversos instrumentos de medida. Para cubrir una evaluación más conductual del dolor crónico se suelen utilizar:

  • Entrevista
  • Auto–observación y auto–registro (Dentro de los más utilizados tenemos las escalas de medidas (numéricas, verbales o análogo-visuales) que informan de sus parámetros y nos permiten contrastar su tratamiento.
  • Cuestionarios (El cuestionario de dolor de McGill (Melzack, 1975) es uno de los más utilizados, basado en la “Teoría de la Puerta” de Melzack, está diseñado para facilitar un índice de dolor para cada una de sus 3 dimensiones (sensorial-discriminativo; motivacional-afectivo y cognitivo-evaluativo). Sin embargo, la versión española con mejores características psicométricas es la de Lázaro, Bosch, Torrubia y Baños realizada en 1994.
  • Registros psicofisiológicos. Se recomienda especialmente en los casos de cefaleas y lumbalgias y hemos de plantear el entrenamiento en biofeedback como parte del tratamiento.

No se precisa hacer uso de todos estos, es más, se recomienda no abusar calibrando la relación coste-beneficio (en tiempo y molestias) y no olvidar la información médica.

Una historia completa del dolor debe abordar aspectos relevantes como:

La percepción que tiene el paciente de su propio dolor (descripción de su curso, duración, intensidad, frecuencia y localización). Esto nos ayudará a configurar el alcance del cuadro mediante información muy relevante.

Los factores que desencadenan, aumentan o disminuyen la tolerancia al dolor (discusiones familiares, el aumento de preocupaciones, las vacaciones, tener relaciones sexuales, etc.). Hay que intentar determinar las variaciones tanto en intensidad como en frecuencia, es decir, sus relaciones funcionales.

Las consecuencias del dolor, es decir, hasta qué puntos los problemas actuales interfieren en la vida del paciente alterándola.

Las formas de afrontamiento, ósea, las estrategias que ha realizado el paciente voluntariamente como modo para reducir su dolor. Entre ellas, resaltar  tratamientos anteriores que ha llevado a cabo y su grado de efectividad, el uso del alcohol u otro tipo de drogas psicoactivas.

Las conductas de dolor, es decir, las expresiones que sugieren la presencia del dolor, pueden ser verbales, a través de quejas o petición de analgésicos, o no verbales como ciertas expresiones faciales o gestos. Hay que valorarlos ya que contribuyen como factores mantenedores.

La presencia de trastornos psiquiátricos, así como el perfil de respuesta que recibe la persona aquejada por parte de su entorno social, y la historia laboral.

La motivación del paciente ante una intervención psicológica, que tendrá en cuenta el contenido de sus pensamientos y actitudes acerca del dolor.

Tratamiento del dolor crónico

El tratamiento psicológico se ciñe, por el momento, al dolor crónico, ya que, en general los recursos médicos y farmacológicos son suficientemente eficaces para el abordaje del dolor agudo, dadas las características comentadas anteriormente.

El tratamiento tiende a los siguientes objetivos:

  • Proporcionar información sobre los factores que disparan, aumentan o disminuyen la experiencia de dolor, así como distintas estrategias de afrontamiento (psicoeducación)
  • Aumentar la actividad física hasta un nivel adecuado
  • Reducir la medicación referente al problema del dolor, incorporando otras técnicas de relajación y/respiración
  • Aumentar la capacidad de afrontar las tareas de la vida cotidiana, entrenando distintas habilidades tales como; la solución de problemas, la asertividad y/o la gestión de emociones.
  • Mejorar las relaciones interpersonales no permitiendo que el dolor se convierta en la base de su comunicación
  • Reducir las conductas del dolor
  • Modificar la atención centrada en el dolor en sí mismo

El yoga, las terapias cognitivo-conductuales, los antidepresivos, la estimulación cerebral profunda (DBS) y la simpatectomía son cinco opciones propuestas en la revista Scientific American, para tratar el dolor crónico con evidencia empírica. Para saber más detalles pincha aquí.

Ahora, para finalizar, os queremos proporcionar una invaluable recurso de libre acceso elaborado por la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor, conocida por sus siglas en inglés IASP (International Association for The Study of Pain). Es una guía bastante completa que nos ayudará a manejar mejor el dolor, sobre todo en aquellos con bajos recursos. Esperamos que os sea de gran utilidad.

Descargar: Guía para el Manejo del Dolor en Condiciones de Bajos Recursos

Referencias bibliográficas:

  • Aparicio, D. (2014). 5 tratamientos para el dolor crónico. Disponible en https://www.psyciencia.com//2014/14/5-tratamientos-para-el-dolor-cronico/
  • Bromm, B. (2004). El origen del dolor. Mente y Cerebro. Nº 6, 20-27.
  • Chóliz, M. (1994): El dolor como experiencia multidimensional: la cualidad motivacional-afectiva. Ansiedad y Estrés; 0, 77-88.
  • La experiencia del dolor. (2007). En Enciclopedia de la Psicología (Vol. 6, 55-86 pp.). España: Océano.
  • Lázaro, C., Bosch, F., Torrubia, R. y Baños, J.E. (1994). The development of a spanish questionnaire for assessing pain: preliminary data concerning reliability and validity. European Journal of Psychologycal Assessment; 10, 145-151.
  • Melzack, R. (1982). Recent concepts of pain. J Med. 13(3), 147-160.
  • Melzack, R. y Casey, K.L. (1968). Sensory, motivational, and central control determinants of pain. A new conceptual model. En D. Kenshalo (Ed.): The skin senses. Springfield: Charles C. Thomas.
  • Melzack, R. (1975). The McGill Pain Questionnaire. Major properties and scoring methods. Pain; 1, 227-299.
  • Paterson, T. (2015). Hitler’s all-conquering stormtroopers ‘felt invincible because of crystal meth-style drug Pervitin’.
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Tomar antidepresivos durante el embarazo incrementaría el riesgo en el niño de padecer trastornos del lenguaje

  • 16/10/2016
  • Karemi Rodríguez Batista

Una reciente investigación llevada cabo por investigadores de la Facultad de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia en Nueva York (EE.UU.) afirma que consumir antidepresivos al menos dos veces durante el embarazo incrementa  riesgo de que el niño padezca trastornos del habla y/o del lenguaje.  Alan Brown, director de ésta investigación publicada en la revista  «JAMA Psychiatry», añade que éste es el primer estudio en el cual se examina la relación entre el uso de los antidepresivos y el riesgo de que el niño padezca trastornos del lenguaje, motores y del aprendizaje.

Dentro de los tratamientos para la depresión es muy común el uso de fármacos, principalmente los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), tales como  la paroxetina, la sertralina, la fluoxetina, la fluvoxamina, o el citalopram, cuyo uso vemos incrementado durante el embarazo, incluso conociendo los efectos que pueden tener en el feto. Estos medicamentos atraviesan la placenta y el feto los absorbe a través de su sistema circulatorio.

la asociación entre el uso de ISRS en madres y los trastornos del habla y del lenguaje sólo existen en aquellas madres que compraron más de una vez medicamentos ISRS durante el embarazo

En este estudio se hallaron indicios de que el riesgo de padecer trastornos del habla o del lenguaje (tales como los trastornos del lenguaje expresivo y receptivo y los que implican la articulación de los sonidos) se incrementa en un 37% en los hijos de madres que tomaron antidepresivos en comparación con los hijos de madres que padecían depresión y otros trastornos psiquiátricos pero que no eran tratadas con antidepresivos.

Según datos del registro oficial de Finlandia de 1996 a 2010 que incluye una muestra de 845.345 nacimientos, se realizó una clasificación en grupos en función de si la madre tomó o no antidepresivos antes o durante el embarazo.  Los grupos de exposición se clasificaron en madres que compraron ISRS una o más veces antes o durante el embarazo (15.596); los diagnosticados con un trastorno psiquiátrico, un año antes o durante el embarazo que no compraron antidepresivos (9.537); y en madres que ni compraron antidepresivos ni fueron diagnosticadas con trastornos relacionados con depresión (31,207).

Además, se realizaron dos análisis complementarios para determinar si las compras de dos o más ISRS, por parte de la madre y el riesgo de padecer trastornos del habla o del lenguaje en el niño se veían afectados por la gravedad de la depresión. Los resultados no mostraron cambios significativos. Sin embargo, señala Brown, “la gravedad de la depresión materna no puede descartarse como una explicación que dé cuenta del aumento de los trastornos del habla y del lenguaje infantil entre las madres que cumplimentaron más de una prescripción de ISRS, y merece más estudio.»

A pesar de que el Dr. Brown y sus colegas no pudieron confirmar que los medicamentos comprados fueran efectivamente administrados, la asociación entre el uso de ISRS en madres y los trastornos del habla y del lenguaje sólo existen en aquellas madres que compraron más de una vez medicamentos ISRS durante el embarazo. Además, estudios anteriores muestran la correlación entre los registros de prescripción de estos medicamentos y el uso autodeclarado de los mismos.

La investigación la puedes encontrar en la revista JAMA Psychiatry.

Fuente: PsychCentral

  • Salud Mental y Tratamientos

Optimiza tu afrontamiento al estrés

  • 03/10/2016
  • Karemi Rodríguez Batista

Hasta las personas más tranquilas sufren de estrés en muchísimos momentos de su vida. Hacer frente a un examen, tener el primer encuentro sexual, empezar un trabajo, soportar la muerte de un ser querido, cambiar de vivienda… son algunas situaciones que nos estresan y a las que tenemos que saber adaptarnos adecuadamente, porque de lo contrario, puede que nuestra salud se resienta, y mucho. Y es que de esto no nos salva nadie, por eso vamos a explorar realmente su utilidad y preparar nuestra “cajita de herramientas” para hacerle cara de la mejor forma posible. ¿Te animas?

Primeramente, no caigamos en el error de atribuirle un significado exclusivamente negativo. Muy al contrario, éste nos impulsa a cuidar de nuestra familia, a avanzar en nuestra profesión o a protestar contra las injusticias. Realmente, todo cambio supone una tensión, desde avanzar en un puesto de trabajo hasta ser despedido, empezar un nuevo proyecto o pasar a otro, etc. Es decir, necesitamos del estrés para llevar la vida hacia adelante, aunque es evidente que desde la psicología clínica y de la salud el interés se centra en aquellas condiciones que nos perjudican.

Todo cambio supone una tensión, desde avanzar en un puesto de trabajo hasta ser despedido, empezar un nuevo proyecto o pasar a otro, etc. Es decir, necesitamos del estrés para llevar la vida hacia adelante

En definitiva, el estrés viene a ser un fenómeno adaptativo de nuestra especie, cuyo objetivo es favorecer nuestra supervivencia, de lograr un rendimiento en nuestras actividades y un desempeño en diversas áreas de nuestra vida. En palabras del fisiólogo y médico austro húngaro Hans Selye (1956): “El estrés es la respuesta adaptativa del organismo ante diversos agentes”.

Síntomas del estrés

El estrés se manifiesta de muchas formas y muy diversas, siendo muy diferentes de unas personas a otras. Todos poseemos tres sistemas de respuesta  (motor, cognitivo y fisiológico) pero casi siempre hay un patrón de respuesta que predomina, es entonces cuando notaremos diferentes síntomas, por ejemplo:

  • Si se manifiesta en tensión y dolor muscular, o a través de conductas impulsivas tales como comer, beber o fumar en exceso, nuestro patrón de respuesta prevalente será el motor.
  • Si se manifiesta con afectos y pensamientos negativos, tales como preocupación, miedo o ansiedad, o tenemos olvidos frecuentes y se nos dificulta tomar decisiones, estamos ante un patrón prevalente de respuesta cognitiva.
  • Si aumenta nuestro ritmo cardiaco y nuestra tensión arterial, desciende nuestra temperatura corporal (manos y pies fríos), hay un aumento de sudoración, sequedad en la boca, sensación de nudo en la garganta o de vuelco en el estómago, es decir, hay una activación de nuestro “sistema nervioso autónomo”, entonces nuestro patrón de respuesta prevalente es el fisiológico.

El problema grave es cuando estas respuestas se mantienen en el tiempo ya que pueden aparecer efectos perjudiciales en la salud que empezamos a notar con dolores de cabeza, dolores de espalda y pecho, hipertensión arterial, trastornos coronarios y digestivos, sarpullidos y picores de piel, mareos y desvanecimiento, insomnio, pesadillas, asma, alopecia, etc. Hablamos ya de trastornos psicosomáticos. En un artículo anterior te hablamos de las 10 formas en las que el estrés afecta nuestra salud, acompañado de un vídeo muy ameno y didáctico; te invitamos a darle un vistazo en éste enlace.

Situaciones y reacciones

Se distinguen dos aspectos fundamentales: las situaciones del entorno (estresores) que pueden ser más o menos amenazantes, y nuestra reacción ante ellos (interpretación) que dependerá de características muy personales, y que se influyen mutuamente para producir el estrés. Es lo que denominamos “enfoque transaccional”. Tomemos como ejemplo una persona que se pone muy tensa y alarmada ante un auditorio repleto de gente y otra que disfruta exponiendo ante el público. Además es, en ocasiones, nuestra conducta frente a las situaciones la que produce, mantiene o intensifica la sensación de amenaza. En definitiva, el estrés no depende solo de la persona o de la situación, sino que depende de la relación entre ambas.

Una de la aportaciones fundamentales sobre el conocimiento de las reacciones del organismo ante el estrés, es el famoso “Síndrome General de Adaptación (SGA)”, de Hans Seyle (1956). Según este modelo, cualquier persona expuesta a condiciones estresantes responde con una actividad fisiológica general que varía a lo largo de tres fases sucesivas. Primero, la fase de alarma, comienza al percibir la amenaza, nos ponemos en guardia, aumenta nuestra tensión muscular y ritmo cardiaco y nos preparamos para luchar contra el peligro que prevemos. Luego, la fase de resistencia que sucede si el acontecimiento estresante persiste y al no poder mantener el esfuerzo máximo mucho tiempo, disminuye la activación. Aquí ya podemos observar en nosotros desde cambios de humor, insomnio o alteraciones digestivas, hasta dificultades de concentración. La última es la fase de agotamiento, cuando ya hemos gastado nuestros recursos físicos y/o mentales, y nos preparamos para abandonar la lucha. En esta fase aparecen síntomas depresivos, fatiga, extenuación, y en algunos casos enfermedades físicas graves.

Cualquier persona expuesta a condiciones estresantes responde con una actividad fisiológica general que varía a lo largo de tres fases sucesivas

Recordemos que una debilitación de las defensas de nuestro organismo propia de la fase de agotamiento, da lugar a una mayor facilidad para enfermar y acelera el desarrollo de alteraciones inmunológicas. Es necesario que tomemos medidas a tiempo. Está muy extendida la idea de que “el tiempo lo cura todo”, y si esto fuera así no sería necesario prestar ningún tipo de ayuda a aquellas personas que han vivido en circunstancias trágicas y se ahorraría mucho tiempo y recursos. En un estudio (Lehman, 1987) se demostró que personas que habían perdido a su cónyuge o a un hijo en un accidente de tráfico seguían mostrando signos de depresión entre cuatro y siete años después.

De la experiencia al afrontamiento

La experiencia del estrés supone que debemos hacer frente a una serie de demandas o peticiones que superan nuestros recursos de manera que nos vemos incapaces de responder con éxito y salir airosos de la situación. Estas demandas pueden sobrepasar realmente nuestras capacidades: a la mayoría de nosotros mortales, nos angustiaría iniciar una subidita al Everest, ya que no estamos preparados, pero, en otras situaciones la demanda no nos exige tanto y es nuestra propia percepción de la dificultad la que nos hace responder con estrés.

El destacado psicólogo estadounidense, Richard Lazarus, se dedicó a estudiar la manera en que apreciamos o valoramos los acontecimientos que nos provocan estrés y llegó a la conclusión de que existen dos tipos de preguntas que nos hacemos de forma automática ante estas situaciones. En función de los resultados se dará en nosotros un mayor o menor grado de estrés.

La primera de las cuestiones se refiere a la percepción de la amenaza, de lo que está en juego en ese momento (evaluación primaria). Por ejemplo: ¿qué grado de amenaza tiene ésta situación para mí?, o ¿está todo  bien o tengo problemas? La respuesta estará influida por nuestras creencias generales, escala de valores, objetivos en la vida y compromisos adoptados con los demás.

La segunda cuestión que nos planteamos se refiere a la percepción de los recursos, se centra en la forma más adecuada para disminuir la amenaza y solucionar el problema (evaluación secundaria). Por ejemplo: ¿qué puedo hacer?, o ¿qué instrumentos tengo para hacer frente a esta situación? La respuesta estará influida por las victorias que hayamos obtenido en ocasiones parecidas, por la confianza en nosotros mismos, y por el tipo de habilidades y estrategias que poseamos (Lazarus y Folkman, 1984).

Haciendo frente al estrés

Al estudiar los modos distintos de afrontar el estrés, se ha visto que, en general, cabe identificar dos funciones que permiten clasificar a todos ellos. Por un lado tenemos las estrategias dirigidas a cambiar la situación que causa el estrés (afrontamiento dirigido al problema), que tiene como objetivo modificar las condiciones ambientales o variar nuestro comportamiento, por ejemplo: abandonar el trabajo indeseado o aprender a utilizar ciertos ordenadores. Otras estrategias tratan de controlar y reducir las emociones desagradables resultantes del estrés (afrontamiento dirigido a las emociones), por ejemplo si queremos reducir la angustia es mejor que lo hagamos con técnicas de desactivación fisiológica (respiración, relajación, ejercicio, etc.). Ambos tipos de afrontamiento normalmente se utilizan conjuntamente.

Los componentes del estrés

Si podemos identificar los elementos que convierten en estresante un acontecimiento, iremos mejor preparados. Podríamos decir que estos son: la novedad del suceso, la impredecibilidad, la sensación de descontrol y el grado de amenaza para la persona.

Para ilustrar este apartado me gustaría dejaros con un episodio del programa Redes, donde la neurocientífica canadiense Sonia Lupien, fundadora del Centre for Studies on Human Stress en el Douglas Hospital de Montreal, y el carismático divulgador y escritor catalán, Eduard Punset, nos detallan en menos de treinta minutos, cuáles son los componentes del estrés y algunas curiosidades más. Siempre desde el humor y la ciencia.

Si podemos identificar los elementos que convierten en estresante un acontecimiento, iremos mejor preparados

https://youtu.be/tnAYhBeWAjc

Dos médicos estadounidenses, Holmes y Rahe (1967), se dedicaron a entrevistar a un buen número de compatriotas, para saber el grado de estrés que les provocarían ciertas situaciones descritas por ellos. De ésta forma elaboraron una lista de 43 situaciones cotidianas con las cuales nos podemos encontrar y las ordenaron en función de su capacidad para producirnos estrés. Por ejemplo, entre las que puntúan más alto están: el fallecimiento del cónyuge, el divorcio o la separación, y entre las que menos; infracciones leves de la ley, Navidades, vacaciones o cambios en los hábitos alimenticios. Como ves, todo cuenta. Se trata de la Escala de Reajuste Social (SRRS) y es uno de los instrumentos más utilizados para medir la magnitud de estrés que ha experimentado una persona durante un tiempo. La puedes ver aquí, en inglés.

Afrontar el estrés eficazmente

Como muchos de vosotros ya sabéis, uno de los mejores métodos es el que desarrolla Meichenbaum (1985), el llamado “Inoculación del estrés”. Consta de tres fases sucesivas pautadas  y entrena ciertas habilidades principales a través de las siguientes técnicas: cognitivas (detención del pensamiento, autoinstrucciones, reestructuración cognitiva, etc.), de control de la activación emocional (respiración, relajación muscular progresiva o por imaginación, meditación, etc.), conductuales (principalmente la exposición) y de afrontamiento paliativo (gestión del apoyo social, entrenamiento en habilidades sociales y de comunicación, etc.). Estamos hablando de un procedimiento estructurado y que requiere de un profesional, sin duda. Sin embargo, a modo de acercamiento en el trabajo de esas habilidades, me he encontrado con un recurso excepcional que me gustaría compartir con vosotros. Es una guía muy sencillita que elaboró el Instituto de Salud Pública Madrid Salud, del Ayuntamiento de Madrid. A través de 40 páginas de divertidos cuentos, metáforas y reflexiones, aprenderemos a gestionar el estrés y a llenar esa cajita de herramientas de la que hablamos. Puedes descargártela aquí

Esperamos que te sea de mucha utilidad y, “de pilón” te dejamos otro recurso que puedes practicar diariamente, es una combinación de activación y relajación física… y humor:

https://youtu.be/Sgd284eh8io

     Referencias:

  • El estrés, una situación a punto de estallar. (2007). En Enciclopedia de la Psicología (Vol. 6, 11-53 pp.). España: Océano.
  • Holmes, T. H. y  Rahe, R. (1967).The social readjustment rating scale. Journal of Psychosomatic Research, 11, 213-218.
  • Lazarus, R y Folkman, S. (1984). Stress, Appraisal and Coping. New York: Springer.
  • Lehman, D. K., Williams, A. E, y Wortman, C. B. (1987). Long-term effects of losing a spouse or child in a motor vehicle crash. Journal of Personality and Social Psychology, 52(1), 218-231.
  • Meichenbaum, D. (1985). Stress innoculation training. Headington Hill Hall, England  Pergamon Press Inc.
  • Rodríguez, K. (2015). Diez sorprendentes maneras en las que el estrés está afectando a tu salud.  Disponible en https://www.psyciencia.com//2015/23/estres-afecta-tu-salud-10-maneras/
  • Selye, H. (1956). The stress of life. New York: McGraw-Hill.
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21 de septiembre, día mundial del Alzheimer

  • 21/09/2016
  • Karemi Rodríguez Batista

Hoy se conmemora el día mundial del Alzheimer, y desde Psyciencia queremos aprovecharlo para fomentar la toma de conciencia y acercaros algunos recursos que os pueden ser de mucha utilidad.

El organismo que proclama este día como el día mundial del Alzheimer es La Organización Mundial de la Salud (OMS), y realizó la Primera Conferencia Ministerial de la sobre la Acción Mundial contra la Demencia el año pasado.

El Alzheimer es una enfermedad muy poco conocida que afecta mayormente a personas mayores de 65 años. Representa entre el sesenta y el ochenta por ciento de los casos de demencia y es de las enfermedades más preocupantes a nivel mundial. Involucra el deterioro de la memoria, el intelecto, el comportamiento así como la realización de las actividades de la vida cotidiana. Hasta el 2015 la cifra de afectados se elevó en 46,8 millones de casos en todo el mundo y para el 2030 se estima que los números casi se dupliquen. Aunque actualmente no existe una cura para esta enfermedad, sí que hay diversos tratamientos para evitarla o aminorar los síntomas, por eso es muy importante actuar con un triple propósito; prevenir la aparición de los síntomas, actuar en los casos que ya hayan sido diagnosticados o, en su caso, paliar las consecuencias psicosociales, sanitarias y económicas que no sólo afectan a los pacientes, sino a los cuidadores, familias y sociedad en general.

Ya que los primeros cambios que se producen en el cerebro aparecen veinte o treinta años antes de que se manifiesten los síntomas del Alzheimer, éste es un tiempo fundamental para prevenir y retrasar los efectos devastadores de la enfermedad mediante el control de una serie de factores y hábitos saludables.

Las actividades y alimentos que pueden ayudar al retraso y/o prevención de la afección, según un estudio del Comité de Médicos por una Medicina Responsable podrían reducir entre un 70% y un 80% la presencia del Alzheimer, y son los siguientes:

· Reducir el consumo de grasas saturadas y trans

· Las verduras, frutas, legumbres y granos deben ser la base de la pirámide alimenticia

· Consumir vitamina E (al menos 5 miligramos al día)

· Consumir suplementos de vitamina B12

· Evitar los multivitamínicos con hierro y cobre (a menos que lo indique un médico)

· Evitar cocinar en ollas y sartenes de aluminio

· Mantenerse activo físicamente (Por ejemplo: caminar tres veces por semana durante al menos 40 minutos)

Infografía sobre el Alzheimer a nivel mundial

Imagen: Mapfre Perú

Serie de recursos de libre acceso que estamos seguro que os serán de gran ayuda:

Os dejamos aquí la revista online de libre acceso “En Mente” a cargo de La Confederación Española de Asociaciones de Familiares de personas con Alzheimer y otras Demencias (CEAFA). Ésta es una organización sin ánimo de lucro que trabaja por mejorar la calidad de vida de las personas que padecen la enfermedad de Alzheimer.

También os recomendamos el siguiente Comic de descarga gratuita de Mercè Boada: ¿Qué tiene el abuelo?, que es una historieta dirigida a niños y adolescentes cuyo objetivo es ayudarles a comprender qué es esta enfermedad y cuáles son las mejores formas de ayudar a quienes la padecen.

Ya para finalizar, os dejamos el enlace a una recopilación impresionante e invaluable de documentos de ayuda que nuestros compañeros de Alzheimer Universal ponen a disposición de todos los afectados, familiares y cuidadores. Pincha aquí

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La psicología de la atracción

  • 27/01/2016
  • Karemi Rodríguez Batista

Seguramente te habrás planteado alguna vez cuántos amigos verdaderos tienes, a cuántas personas eres capaz de querer realmente, por qué hoy te gusta una persona y mañana hasta sientes que la odias. Te suena, ¿verdad? En el siguiente artículo hablaremos de esos factores que intervienen en primera instancia a la hora de sentirnos atraídos por los demás y que, seguramente, responderán a algunas de estas preguntas.

Introducción

Aunque el artículo se centra en aquellos factores que intervienen en la atracción interpersonal, nos gustaría hacer una reflexión sobre el vínculo, ya que tiene relación y da cuenta de la importancia de sentirnos queridos, aceptados y formando parte de “algo”. El siguiente vídeo, resultado de una investigación del Dr. Tronick, nos ilustra claramente la importancia de “la mirada del otro” en nuestra psique desde que somos tan pequeñitos.

¿Qué te ha parecido? Queda claro que somos seres emocionales y sociales y que necesitamos del otro. De aquí la importancia de adentrarnos en aquellos factores que son fundamentales a la hora de sentirnos atraídos por alguien, amigos o pareja. Así que sin más dilatación, veamos qué nos dicen los estudios sobre éstos factores.

Aspectos diferentes

La atracción es un fenómeno basado en la acción de traer hacia uno mismo a alguien que, debido a una serie de factores culturales, psicológicos y biológicos, resulta de su propio agrado. Los motivos del agrado varían en función de diferentes matices, e incluso los niveles de amor tienen sus variaciones. En la antigua Grecia, por ejemplo, al amor de amigos lo llamaban “phileos”, al amor sexual, “eros”, y al amor desinteresado, altruista o platónico, “ágape”.

Definir el amor o la atracción puede llegar a ser muy complicado, más aún si quisiéramos medir la cantidad de ese amor o atracción. La forma más precisa de hacerlo es preguntando directamente a la persona o personas implicadas. Desde la psicología social se ha intentado promulgar alguna teoría explicativa sobre la atracción entre las personas. Una de las teorías representativas es la que basa la atracción en las gratificaciones que una persona obtiene de otra, es decir, nos atraen las personas cuya conducta nos gratifica de alguna manera, o también aquellas personas que asociamos a los acontecimientos que son gratificantes para nosotros. Normalmente esta clase de gratificación suele conllevar una reprocidad equilibrada, que lo que recibimos en una relación sea directamente proporcional a lo que damos.

nos atraen las personas cuya conducta nos gratifica de alguna manera

Es muy importante que los miembros que intervienen en una relación de atracción o amor perciban que las contribuciones mutuas sean de esa manera, equilibradas, que los costes-beneficios estén compensados. Y para ello, es muy importante que desde el principio podamos expresar qué es lo que entendemos como demostración de cariño, qué nos disgusta, qué esperamos y, muy importante, saber lo mismo de la otra persona. Sólo así empezamos a establecer un lenguaje común dónde las “lecturas de mente e intenciones” sean mínimas.

Fíjate, en las relaciones que son de amistad, la equidad está presente continuamente: “Yo te invito a las cañas (chelitas) hoy,  y tú mañana”. Pero en las relaciones de pareja, normalmente, esta relación de equidad es más bien a largo plazo, puede haber periodos largos recibiendo poco y entregando mucho.

Características más valoradas

Actualmente encontramos bastante bibliografía científica respecto a las variables implicadas, Sin embargo, quisiéramos resumirte los puntos más importantes encontrados en una investigación reciente y, sobre todo, muy completa. Esta investigación fue realizada por la Profesora Titular de la Universidad de Valencia, Gemma Pons-Salvador y la Licenciada en Psicología y Especialista en Sexología, Carolina Muñoz Martínez. En ella vemos cómo en un primer momento es el atractivo físico el que juega un papel fundamental, esto es porque se le relaciona con la idea de reproducirse con una persona saludable. La información principal la obtenemos a partir de la simetría del cuerpo y especialmente de la cara  (Guillén-Salazar y Pons-Salvador, 2002). Pero, este atractivo físico es modulado por la cultura, hay rasgos predominantes según el modelo de belleza social imperante. Basta que pensemos en lo que en nuestra sociedad es ese modelo. ¿A qué no es el mismo de los años 60, por ejemplo? Seguramente una chica delgada en aquellos momentos sería famélica y por tanto no atractiva físicamente, también podemos irnos a  Nigeria, donde las mujeres acuden a centros de obesidad para poder ganar kilos antes de casarse, ya que esto indica un elevado estatus social.

En términos generales, las características más valoradas según el anterior estudio fueron: un aspecto saludable, con valores socialmente aceptados, con personalidad adaptada a la vida en pareja y con un nivel cultural similar al suyo.  Eso sí, con ligeras variaciones. Los sujetos sin pareja estable dan más importancia al atractivo físico y a la belleza, y los sujetos que se perciben como muy atractivos valoran más el atractivo físico de los otros.

Factores biopsicosociales implicados

La atracción a un nivel más general, por otro lado, tiene más en cuenta factores como la proximidad, la semejanza, la reciprocidad, otras características socialmente valoradas, y aunque en menor grado, las características físicas,  que veremos a continuación con más detalle.

Características físicas

Las características físicas de las personas que percibimos son especialmente importantes en los primeros encuentros, o cuando el primer contacto es superficial. Cuando nos encontramos con desconocidos, el primer proceso que ocurre consiste en decidir si dicha persona tiene o no algún interés para nosotros. Si no lo tiene, será ignorada. Es el proceso de ignorancia cognitiva.

la proximidad, la semejanza, la reciprocidad son otras características importantes de la atracción a un nivel más general

Algunas explicaciones de porqué resulta atractivo un físico agradable son:

  1. a) Que tendemos a inferir que hay características o cualidades asociadas en la personalidad y con cierta consistencia, por ejemplo «Lo que es bello, es bueno».  Este fenómeno es explicado por Asch en su trabajo sobre las Teorías Implícitas de la Personalidad (TIP). A veces, lo atractivo va asociado a características negativas por ejemplo que las mujeres muy atractivas son vanidosas y materialistas.
  2. b) El Efecto Halo, nombre acuñado por el psicólogo estadounidense Edward Lee Thorndike, nos explica el sesgo cognitivo por el cual la percepción de un rasgo particular es influida por la percepción de rasgos anteriores en una secuencia de interpretaciones. Así, si nos gusta una persona tendemos a calificarle con características favorables aunque no contemos con mucha información sobre esa persona.
  3. b) Que cuando nos asociamos con una persona atractiva, nuestra imagen pública sale favorecida.

Proximidad

Esto nos suena mucho a  «ojos que no ven, corazón que no siente», o aquello de “dicen la distancia es el olvido…” Y es que tiene su lógica. Hay elementos que, de entrada, nos favorecen el encuentro con personas con las cuáles tengamos más afinidad, estos son los factores sociales e institucionales y las características personales que tengamos cada uno. Es decir, será muy probable que dos personas amantes de la pintura coincidamos en un museo.

Algunas de las formas en que influye esa proximidad física en la atracción son:

  1. a) En que generalmente son más accesibles las personas que tenemos más cerca físicamente
  2. b) En que tratar con extraños, según nos dicta nuestra sociedad, puede ser inadecuado, o incluso peligroso.
  3. c) En que la proximidad puede incrementar la familiaridad y, ésta a su vez, puede aumentar la atracción. Este efecto se conoce como “principio de familiaridad” en psicología social y fue denominado por Zajón como «efecto de la mera exposición«: La percepción de forma repetida de un estímulo que inicialmente es neutro o positivo (no negativo), lleva a una mayor atracción hacia el estímulo.

No siempre la proximidad influye positivamente en la atracción (el efecto de la mera exposición, no se da si el estímulo es negativo).

Semejanza

Es muy frecuente que a más semejanza con las personas, mayor atracción. Nos sentiremos más atraídos entre sí, si hay similitud en cuanto a procedencia étnica, geográfica, religión, nivel cultural, clase social y edad, tienden a sentirse atraídos entre sí.

La psicología social ha puesto mucho foco a dos de sus dimensiones: la semejanza actitudinal, y la semejanza de personalidad. En cuanto a la primera, Theodore Newcom mostró en uno de sus principales trabajos, el importante impacto que el hecho de tener actitudes semejantes tenía sobre la atracción. La teoría de consistencia cognitiva explica que ser semejantes a alguien y no sentirse atraído por esa persona es una relación de desequilibrio, teniendo en cuenta que solo hay equilibrio si alguien es semejante y nos gusta, o cuando es distinto y no nos gusta. Hay excepciones, por ejemplo, cuando otra persona es semejante pero tiene alguna característica negativa adicional o es de status inferior, o cuando la diferencia es más reforzante que la semejanza, como cuando nos relacionamos con personas de actitud diferente ya que tenemos en mente aprender cosas nuevas.

En cuanto a la segunda, los resultados son menos consistentes por el carácter poco visible de la característica de personalidad en cuestión. Sin embargo, por regla general, cuando la dimensión de personalidad se manifiesta con claridad, la semejanza produce mayor atracción que la diferencia, al menos en el caso de las siguientes características: la orientación o rol sexual, conducta tipo A, depresión, búsqueda de sensaciones y estilo cognitivo.

Reciprocidad

Para éste factor, la interacción es fundamental. El mero hecho de que se presente la reciprocidad será determinante para el desarrollo de las relaciones.

Seguramente te habrá pasado, cuando una mujer (u hombre) te responde de manera positiva, tiendes a sentirse atraído hacia esa persona. (No es exclusivo de las relaciones románticas, también aparece en la amistas y en relaciones profesionales).

estos estudios nos proporcionan datos interesantes pero siempre habrá que contextualizarlos al individuo en particular

Otro ejemplo, puede ser cuando se nos informa que le “caemos bien o mal” a alguien, al momento de encontrarnos con ese alguien influirá lo que nos han dicho, seremos más afectuosos o distantes, según el caso. Entonces, nuestro comportamiento influiría y terminaríamos gustándole o no a ese extraño.

Esto se puede explicar, por mecanismos de refuerzo: el que alguien tenga una mala imagen de nosotros, no es recompensaste, o por las teorías de consistencia cognitiva: que yo le caiga bien a alguien y que ese alguien me caiga mal a mí, es una situación de desequilibrio.

Otras características personales socialmente valoradas

En un estudio realizado en 1968 a 100 estudiantes de universidad en el cual se tenía que valorar de 555 rasgos los 5 más valorados, Anderson encontró que los cinco rasgos más valorados eran ser sincero, honesto, comprensivo, leal y digno de confianza, y los menos eran el ser  falso, mezquino, cruel y deshonesto.

Otros estudios como el de Lydon y colaboradores en 1988 han mostrado que los rasgos más valorados en las personas se agrupan en dos conjuntos: a) afecto (p. e., afectuoso, amigable, feliz y considerado), señales no verbales (p. e., sonreír, mirar con atención, expresar emociones), disposiciones actitudinales (p. e., mostrar agrado por las personas), y  b) Competencia, que comprende habilidades sociales e inteligencia (p. e., tener una conversación interesante, etc.).

De nuevo, estos estudios nos proporcionan datos interesantes pero siempre habrá que contextualizarlos al individuo en particular. Incluso los factores relacionados con los aspectos más relativos a rasgos de personalidad deseados deberán de tener en cuenta, por ejemplo, la época, la cultura, los valores predominantes en la familia, el estilo de relación que hayamos vivido con nuestros padres, etc. Sin embargo, sí que nos dan una idea clara de por dónde ir, y el porqué es tan importante a la hora de elegir una pareja el tener intereses y actitudes semejantes, antecedentes educativos y culturas afines, actitudes similares respecto a la vida sexual, etc.

Esperamos que os haya resultado de interés. ¡Hasta la próxima!

Bibliografía:

Anderson, N. (1968). Likableness ratings of 555 personality-trait words. Journal of Personality and Social Psychology, 9(3), 272-279.

Cherry, K. (2014).  What is the halo effect?

Guillén-Salazar, F., y Pons-Salvador, G. (2002). El origen evolutivo del comportamiento sexual humano: Una aproximación desde el campo de la psicología evolucionista. Revista De Psicología General y Aplicada, 55(2), 187-202.

Muñoz Martínez, C. y Pons-Salvador, G. (2012). La percepción de la atracción interpersonal: Un estudio sobre las características personales que resultan más atractivas. Informació Psicològica, (103), 62-72.

Newcomb, T. M. (1961). The acquaintance process. New York: Holt, Rinehart and Winston.

Pablo Briñol, B. Sierra, C. Falces, A. Becerra y Froufe, M. (2000). La eficacia relativa del efecto de mera exposición y del condicionamiento clásico en la formación de preferencias. Psicothema, 12(4), 586-593.

Psicología Online. (2015). Factores que influyen en la atracción.

Lydon, J., Zanna, M.P., Ross, M. (1988). Bolstering Attitudes by Autobiographical Recall: Attitude Persistence and Selective Memory. Personality and Social Psychology Bulletin, 1, 78-87.

  • Salud Mental y Tratamientos

Causas comunes de los trastornos mentales

  • 10/12/2015
  • Karemi Rodríguez Batista

La salud mental incluye nuestro bienestar emocional, psíquico y social. Afecta la forma en que pensamos, sentimos y actuamos cuando lidiamos con la vida. También ayuda a determinar cómo manejamos el estrés, nos relacionamos con otras personas y tomamos decisiones.

Los trastornos mentales son condiciones graves que pueden afectar nuestra manera de pensar, nuestro humor y nuestro comportamiento. Son muchos los factores que influyen en la aparición de los mismos. Los genes, la historia familiar, las experiencias en la vida, como también la biología. Actualmente el modelo biopsicosocial juega un papel relevante. Esto se refiere, por supuesto, al papel compartido e interactivo de factores biológicos, psicológicos y sociales en el desarrollo de la salud mental.

En un artículo anterior te presentamos un análisis realizado por Brett Deacon, profesor de psicología en la Universidad de Wyoming (Estados Unidos) donde evalúa la validez, la utilidad y los efectos del modelo biomédico en salud mental, y  los principales mitos o creencias que se desprenden de éste modelo.

Afecta la forma en que pensamos, sentimos y actuamos cuando lidiamos con la vida

Aunque casi todo el mundo está de acuerdo en que los factores sociales, psicológicos y biológicos son inseparables y que los tres elementos son importantes en la salud mental, siguen existiendo profundas discrepancias sobre la relevancia de los factores. Para algunos expertos como Eric Kandel, Premio Nobel en el año 2000 y especialmente destacado en los ámbitos de la Medicina, la Psiquiatría y la Neurofisiología, los factores biológicos o neurológicos tienen primacía, porque apuntalan todo el pensamiento humano, las emociones y el comportamiento (algunas de sus publicaciones las puedes encontrar aquí y son de libre acceso). Para otros, como John Read, los factores sociales son más importantes.

Pensemos en las diferencias entre las personas: la varianza, en lenguaje técnico. Los diferentes tipos de variables se cuantifican de diferentes maneras. Tal vez podamos pensar en una distinción simple entre personas que tienen o han experimentado determinados acontecimientos vitales traumáticos, y entre personas con o sin una anormalidad genética en particular. Eso podría permitirnos comparar el impacto relativo de los factores en la salud mental. Sin embargo, otros factores importantes se miden de manera diferente, la pobreza o la privación social tienden a ser vistos como un continuo, y muchos factores biológicos, el funcionamiento de los neurotransmisores, por ejemplo, también.

Esto se vuelve aún más complejo cuando se añade el papel de la  psicología. Los acontecimientos vitales traumáticos, por supuesto, tienen un impacto en nuestra salud mental, pero no todos los que han sufrido tales eventos traumáticos sufrirán en la misma medida; algunas personas son más resistentes que otras. Parte de esa capacidad de resistencia puede provenir de las diferencias biológicas, pero también puede reflejar nuestro aprendizaje y nuestra educación. Nuestra probabilidad de responder a un evento estresante en la vida, como por ejemplo, un estilo rumiativo o una tendencia a la autoculpa van a ser claramente, en parte, una consecuencia de nuestra educación y de los eventos a los que hemos estado expuestos en nuestras vidas.

NO TODOS LOS QUE HAN SUFRIDO TALES EVENTOS TRAUMÁTICOS SUFRIRÁN EN LA MISMA MEDIDA

El punto es que todos estos factores son absolutamente vitales para nuestra salud mental, porque todos están íntimamente asociados con los pensamientos, el comportamiento y las emociones. Respondemos a los acontecimientos en nuestras vidas, por la valoración y el sentido que les damos, y nuestros cerebros son los órganos que hacen este trabajo. Tal vez la mejor manera de acercarnos a la «causa» de la salud mental es preguntarnos si las diferencias entre las personas en términos de salud mental se explican mejor por las diferencias en los eventos que experimentamos, por las diferentes formas en que valoramos y respondemos a estos eventos, por las diferencias en nuestra educación y nuestro aprendizaje a través de la vida, o por las diferencias en el funcionamiento neurológico del cerebro, el órgano mediante el cual realizamos estas evaluaciones y respuestas.

Causas comunes de los problemas de salud mental

No todos los que tenemos que enfrentarnos a los problemas enumerados a continuación tendremos un problemas de salud mental. Más bién, éste se desarrollará cuando las presiones sean mayores que nuestra capacidad para lidiar con ellas. Además, no todos los problemas mentales tienen causas que puedan ser identificadas. A veces no es posible saber la razón por la cual una persona desarrolla un problema de salud mental. Según una reciente publicación de la ONG Hesperian Health Guides, algunas de las causas que afectan a nuestra salud mental son:

Las presiones de la vida diaria

Las actividades y los eventos de la vida diaria generalmente nos ponen bajo presiones que nos causan tensión física y mental. La tensión puede deberse a problemas físicos, como enfermedades o exceso de trabajo. También puede deberse a lo que nos sucede emocionalmente, como el tener conflictos familiares. Aún los eventos que generalmente causan alegría (como el nacimiento de un nuevo bebé o el conseguir un trabajo) pueden producir tensión, puesto que nos cambian la vida.

Las pérdidas y la muerte

Cuando perdemos algo o a alguien que valoramos (a un ser querido, nuestro trabajo, nuestro hogar, o a una amistad muy cercana) es posible que nos sintamos abrumados por la aflicción. Eso también puede suceder si nos enfermamos o desarrollamos alguna discapacidad física.

La aflicción es una reacción natural que nos ayuda a adaptarnos a las pérdidas y a la muerte. Sin embargo, si sufrimos de varias pérdidas a la vez, o si sufrimos de mucha presión en nuestra vida diaria, es posible que comencemos a desarrollar problemas de salud mental.

Los traumas

Cuando algo terrible nos sucede o le sucede a alguno de nuestros seres queridos, podemos sufrir un trauma. Algunas de las causas más comunes de los traumas son la violencia en el hogar, la violación, la guerra, la tortura y los desastres naturales.

Un trauma amenaza nuestro bienestar físico o mental. Como resultado de esto, nos  sentimos en peligro, inseguros, impotentes e incapaces de confiar en el mundo o en la gente a nuestro alrededor. Generalmente se requiere mucho tiempo para recuperarse de un trauma, sobre todo si éste fue causado por otra persona, no por la naturaleza. Los traumas que pudimos haber sufrido cuando éramos niños, antes de poder comprender lo que nos estaba sucediendo o de poder hablar de ello, pueden afectarnos durante muchos años sin que nosotros mismos lo sepamos.

Los problemas físicos

Algunos problemas de salud mental se deben a problemas físicos, tales como:

  • las hormonas y otros cambios en el cuerpo.
  • la desnutrición.
  • las infecciones, como las de VIH.
  • los plaguicidas, herbicidas y químicos industriales.
  • las enfermedades del hígado o de los riñones.
  • el exceso de medicamentos, o los efectos secundarios de algunos medicamentos.
  • el abuso de las drogas y del alcohol.
  • los derrames cerebrales, la demencia y las lesiones de la cabeza.

Siempre hay que considerar la posibilidad de una causa física cuando tratemos los problemas de salud mental. Recordemos también que los problemas físicos pueden ser una señal de un problema de salud mental.

Los cambios en la vida y en la comunidad

En muchas partes del mundo se está forzando a las comunidades a cambiar con demasiada rapidez, ya sea debido a razones económicas o a conflictos políticos. Muchos de esos cambios requieren que las familias y las comunidades alteren por completo su forma de vivir. Por ejemplo, cuando las familias y las comunidades se desbaratan, o cuando la vida cambia tanto que las formas acostumbradas de lidiar con los problemas ya no dan resultado, las personas pueden comenzar a padecer de problemas mentales.

En conclusión, referente al determinismo biológico, las explicaciones no son en sí mismas muy buenas para explicar comportamientos muy complejos y se quedan cortas al explicar las diferencias entre las personas. Es verdad, obviamente, que nuestra conducta es producto del funcionamiento de nuestra mente y que cada acción y pensamiento que tenemos involucra nuestro cerebro. Un modelo biológico es difícil de refutar, pero no añade mucho.

En cuanto al determinismo social, estamos inmersos en una sociedad que nos da soporte y moldea. En parte nos comportamos como lo hacemos por las circunstancias sociales en las cuales nos encontramos. Nuestra conducta se forma como resultado de las contingencias de reforzamiento a las cuales estamos expuestos. A medida que avanzamos en la vida todos nos encaramos con situaciones y oportunidades que nos moldean, moldean nuestros comportamientos.

El determinismo biológico, las explicaciones no son en sí mismas muy buenas para explicar comportamientos muy complejos

Somos, por lo menos en parte, producto de recompensas y castigos que hemos recibido a través de la vida. Y la diferencia comportamental irá en función de estos patrones de refuerzos y castigos durante nuestra vida. Sin embargo, estas explicaciones también son insuficientes. Aunque es cierto que experiencias diferentes en la vida pueden conducirnos a resultados emocionales diferentes, también es cierto que respondemos a estas situaciones de vida similares de manera diferente. Y es que las personas diferimos en cuanto a la forma en que le damos sentido a éstos eventos.

Somos más que meras máquinas biológicas o arcilla moldeada por las presiones sociales y  circunstanciales. Somos más que el producto de nuestros genes y las inevitables consecuencias del reforzamiento. Esta forma sencilla de pensar sobre el comportamiento humano tiene implicaciones significativas. Todos nosotros queremos ser más felices, más sanos, tener vidas más gratificantes. Si, en palabras de la Comisión Europea, hemos de realizar nuestro potencial intelectual y emocional, y para encontrar y cumplir con nuestros roles en situaciones sociales, la escuela y la vida laboral, tenemos que entender cómo damos sentido al mundo. Tal vez tengamos que evaluar y reconsiderar ese marco de entendimiento. Afortunadamente, aunque no sencillo en muchos casos, es posible aprender a mirar el mundo de manera diferente.

Si quieres profundizar un poco más sobre el tema de la salud mental, te recomendamos escuchar el siguiente programa: El estigma de la salud mental: mitos y realidades.

Bibliografía:

  • Alonso, A. (2012). Relación entre el castigo físico y los trastornos mentales.
  • Alonso, M. F. (2012). ¿Cómo podrían influir los traumas infantiles en la salud a lo largo de la vida?.
  • Aparicio, D. (2015). 6 mitos del modelo biomédico en salud mental.
  • Hesperian.org. (2014). Causas comunes de los problemas de salud mental en las mujeres.
  • Kinderman, P. (2015). What does ‘cause’ mean in mental health?.
  • MedlinePlus. (2015). Salud mental.
  • Nobelprize.org. (2015). Eric R. kandel – biographical.
  • Read, J. (2005). The bio-bio-bio model of madness.
  • Salud Mental y Tratamientos

Lo que necesitas saber antes de comenzar un tratamiento con psicofármacos

  • 24/11/2015
  • Karemi Rodríguez Batista

Como todo en la vida, la salud mental no es garantía de nadie. Antes o después nos encontraremos en situaciones dónde la medicación sea una cuestión de vital importancia para nosotros, ya sea como profesionales, familiares, amigos o pacientes (si no es que ya lo hemos vivido desde la mayoría de estas perspectivas, que es frecuente). Y es que es alarmante que nos lleguen pacientes que han decidido suspender su tratamiento o regularse ellos mismos las dosis sin avisar a su médico. Tristemente, somos en su mayoría los familiares los que, llevados por muy buenas intenciones pero con mucho desconocimiento, apoyamos esta situación. Por favor, seamos prudentes y dejemos a un lado nuestras opiniones subjetivas. Para ellos, en una situación tan delicada, somos su sustento y nuestro apoyo y opiniones son fundamentales, que sean pues basadas en información ya que es la salud mental de nuestro familiar la que está en juego.

Ya que en alguna ocasión alguien me comentó que su antiguo psicólogo le “receto determinada medicación”, aprovecho también para dejar claro que, al menos en España, ningún psicólogo puede recetar absolutamente nada. Sí que está entre nuestras competencias saber de psicofarmacología, pues en algunas psicoterapias se necesita de los psicofármacos para superar cierta “barrera” sintomatológica, y en estos casos es fundamental que como psicólogos estemos en comunicación con el psiquiatra, pero la medicación tiene que estar siempre prescrita por un médico, habitualmente psiquiatra o de atención primaria (estos últimos tienen cierta práctica en algunas enfermedades mentales menores).

Es el psiquiatra quien individualizará cada tratamiento (tanto en la elección de los psicofármacos como en la dosificación) para adaptarlo mejor a las necesidades del paciente. Por ello, como pacientes necesitamos saber transmitirle nuestras necesidades, molestias e incluso sugerencias y sé que a veces no resulta sencillo. Yo te recomendaría que al menos en la primera visita fueses con un familiar o amigo muy cercano pues es normal que lleguemos alterados o con un estado de ánimo que nos entorpezca la recepción de la información que nos proporcione y nunca viene mal tener una lista preparada de preguntas y comentarios que nos hayan ido surgiendo antes de la visita y durante el tratamiento. Ten confianza, y si la medicación que estás tomando te sienta mal de cualquier manera, comunícaselo. Él cuenta con eso para poder modificar la dosis o cambiarte de medicación.

El hecho de no seguir las indicaciones o, peor aún, suspender los tratamientos por nuestra cuenta lo que hace es incrementar el riesgo de empeorar y, en algunos casos, desarrollar otras patologías. Se calcula que alrededor del 50% de los pacientes no siguen correctamente las indicaciones del médico (Pendetlon, 1983).

Si contamos con la información necesaria y mantenemos una comunicación constante con nuestro médico, tendremos mayor control sobre nuestro tratamiento y se incrementará nuestra probabilidad de éxito. Con el objetivo de mejorar nuestra comprensión en el uso de algo tan relevante en la vida de cualquiera como son los psicofármacos, he rescatado y sintetizado una serie de cuestiones elaboradas por la  psiquiatra Joanna Moncrieff a manera de guía que nos pueden ayudar. Te dejo el artículo original en inglés por si lo quieres consultar aquí. Y una vez más, te sugiero que las escribas y que insistas si lo consideras, hasta que te quede muy claro y estés satisfecho con las respuestas.

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1. ¿Qué efectos a corto plazo tendrá la medicación?

Necesitamos saber cómo la medicación puede afectar a corto plazo nuestros sentimientos, pensamientos. Estudios con animales y humanos voluntarios dan cuenta de que un medicamento en particular cambia tanto nuestro comportamiento como nuestros sentimientos y capacidades mentales, pero desafortunadamente, para muchos tipos de medicamentos, este tipo de investigaciones siguen siendo escasas o no se publican. Sin embargo, Internet ofrece oportunidades (la mayoría en habla inglesa) para que registremos nuestras experiencias después de tomar la medicación prescrita. Por ejemplo, las siguiente páginas: RxISK y Ask a Patient.

Aunque la información de las personas diagnosticadas con problemas de salud mental a menudo se desestima porque es difícil separar los efectos del problema subyacente de los efectos de la droga, si se consideran cuidadosamente, puede proporcionar información muy útil. Sin embargo, son necesarios más estudios para aclarar determinados efectos sutiles y complejos.

2. ¿Qué hace el medicamento si lo tomo por largo tiempo?

Además de saber qué tipo de cambios se producen después de una o dos dosis de medicación, tenemos que saber cómo afecta a nuestro comportamiento el consumirla durante semanas, meses o años. Tenemos que prestar atención a otras fuentes de información sobre qué tipo de cambios mentales y de comportamiento ocurren cuando las personas toman medicamentos prescritos durante largos períodos de tiempo. Los programas de monitoreo de drogas y otros sistemas (incluyendo los sitios de Internet) que permiten a los usuarios grabar lo que les ha ocurrido mientras toman un medicamento, son esenciales para recopilar información sobre los efectos que un medicamento puede tener cuando se toma durante largos períodos de tiempo

3. ¿Cómo la medicación afectará a mi cuerpo en conjunto?

Necesitamos saber cómo afecta al cuerpo como un todo, en todos sus sistemas, incluyendo el cerebro y los nervios, el corazón, el sistema digestivo, el sistema reproductivo, otras hormonas, etc. Necesitamos información sobre los efectos corporales que se producen tanto a corto como a largo plazo. Datos como la función cognitiva, los niveles hormonales, la función cardiaca, la eficiencia metabólica, o la influencia que puede tener el consumo de un medicamento por períodos cortos o largos en las tasas de mortalidad. 

4. ¿Qué sucede cuando se deja la medicación?

Este es un punto muy crucial y en el que me parece muy necesario insistir, ya que he sabido de casos en los cuales la suspensión de la medicación sin supervisión del médico ha llevado al paciente a estados muy graves.

Lo que debemos saber es qué sucede cuando se deja un medicamento que se ha estado tomando durante un tiempo. Preguntas como: ¿qué tipo de efectos mentales y físicos se producen después de la retirada? ¿cuánto tiempo duran estos efectos? ¿qué tan severos pueden ser? y ¿cómo se pueden minimizar los efectos de la abstinencia?, son indispensables.

5. ¿Cómo repercutirá la medicación en mis problemas de salud mental?

Necesitamos información sobre cómo todos estos efectos (físicos, mentales y de comportamiento durante períodos cortos y largos) interactúan con el tipo de problemas que ya tenemos cuando buscamos ayuda. Por ejemplo: ¿el tomar el medicamento reducirá la intensidad de los sentimientos angustiantes? ¿Reduce comportamientos no deseados como la agresión verbal y física? 

6. ¿Cómo afectará al resto de mi vida la toma de esta medicación?

Es esencial que sepamos cómo la medicación podría afectar a todos los diferentes aspectos de nuestra vida (sobre todo si la hemos de tomar por largos períodos de tiempo). Aspectos como nuestra capacidad para trabajar, nuestras relaciones emocionales y sexuales, e incluso el simple hecho de leer un libro. Por ejemplo, un medicamento nos puede tranquilizar de tal manera que durmamos la mayor parte del tiempo, pero esto, obviamente, sería un obstáculo en nuestro trabajo.

7. ¿Existen formas alternativas de alcanzar los mismos efectos?

Es muy importante que le preguntes a tu médico si existen alternativas que puedas contemplar antes de iniciar el tratamiento farmacológico. Como comentamos al principio, hay casos en los que la opción farmacológica es indispensable a la par que el tratamiento psicoterapéutico. Sin embargo, siempre es preferible que podáis investigar otras opciones. A continuación tienes algunas opciones según la APA con mayor apoyo empírico en cuanto a tratamientos, por ejemplo:

  • La  Terapia Dialéctico- Conductual o la Terapia Centrada en la Transferencia para el trastorno límite de la personalidad
  • La Terapia de Aceptación y Compromiso para el dolor crónico
  • El Tratamiento Cognitivo Conductual Multicomponente para la fibromialgia
  • La Activación Conductual, La Terapia Cognitiva, La Terapia Interpersonal o  La Terapia de Solución de problemas para la depresión clínica
  • La Terapia Cognitivo Conductual para el trastorno de ansiedad generalizada

Si quieres consultar más opciones puedes consultar la siguiente página, proyecto de la Universidad Complutense de Madrid:  Guía de Referencia Rápida de Tratamientos Psicológicos con Apoyo Empírico. Esta guía se centra exclusivamente en adultos y se estructura en función de trastornos psicopatológicos, incluyendo para cada uno las recomendaciones de las principales guías de referencia generales, en concreto, las siguientes:

  • Sociedad de Psicología Clínica de la división 12 (Psicología Clínica) de la APA en Estados Unidos.
  • National Institute for Health and Clinical Excellence – NICE en Inglaterra y Gales.
  • Guías de Práctica Clínica (GPC) del Sistema Nacional de Salud (SNS) de España.
  • Registro Nacional de Programas y Prácticas Basados en la Evidencia (National Registry of Evidence-Based Programs and Practices – NREPP) de Estados Unidos.

Pero recuerda que la mejor decisión será la que realices en conjunto con tu médico.  Es tu derecho informarte adecuadamente, exponer y discutir todas tus dudas y sugerencias. Él te expondrá las diferentes opciones terapéuticas con sus ventajas e inconvenientes.

Ya para finalizar, os dejamos con un listado muy completo de los psicofármacos más utilizados, elaborado el Dr. Luis I. Mariani en su página Neuropsicofarmacología.org. Cada medicamento cuenta con un enlace a la página informativa que ha realizado la Biblioteca Nacional de Medicina de los EE.UU. diseñada para ser consultada por pacientes y familiares. Para acceder pulsa aquí.

Referencias:

  • CETETIC. (2012). ¿Qué es la terapia cognitivo conductual? Disponible en: https://www.psyciencia.com//2012/27/que-es-terapia-cognitivo-conductual/
  • Division 12 of the American Psychological Association. (2013). Psychological disorders and behavioral problems. Disponible en  http://www.div12.org/psychological-treatments/disorders/
  • Facultad de Psicología (Dpto. Psicología Clínica). Universidad Complutense de Madrid. (2013). Guía de Referencia Rápida de Tratamientos Psicológicos con Apoyo Empírico. Disponible en: http://pendientedemigracion.ucm.es/info/psclinic/guiareftrat/index.php
  • Pendetlon, D. (1983). Doctor Patient Communication: a Review. Londres: Academic Press.
  • Maero, F. (2012). Activación conductual: Un tratamiento simple y eficaz para la depresión  . Disponible en: https://www.psyciencia.com//2012/29/activacion-conductual-un-tratamiento-simple-y-eficaz-para-la-depresion-2/
  • Maero, F. (2013). Una introducción a terapia de aceptación y compromiso. Disponible en: https://www.psyciencia.com//2013/10/una-introduccion-a-terapia-de-aceptacion-y-compromiso/
  • Mariani, L. (2013). Neuropsicofarmacología. Información para pacientes. Disponible en http://www.neuropsicofarmacologia.org/p/informacion-para-pacientes.html
  • Moncrieff, J. (2015). What you need to know before starting a drug for a mental health problem. Disponible en  http://joannamoncrieff.com/2015/02/03/what-you-need-to-know-before-starting-a-drug-for-a-mental-health-problem/
  • Quintero, P. J. (2012). Terapia dialéctico-conductual: Zambullirse donde los ángeles temen dar un paso. Disponible en :https://www.psyciencia.com//2012/23/terapia-dialectico-conductual-zambullirse-donde-los-angeles-temen-dar-un-paso/
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Examinando nuestras actitudes

  • 10/11/2015
  • Karemi Rodríguez Batista

Al empezar este artículo lo primero que me vino a la cabeza fue la frase del famoso psiquiatra,  neurólogo y fundador de la Logoterapia, Viktor E. Frankl: “Todo puede serle arrebatado al ser humano excepto la última de las libertades: la actitud con que se enfrentará a una determinada circunstancia». Y es que la actitud, sin duda alguna, es una de las herramientas más poderosas con la que contamos. Pero esta vez me gustaría que fuéramos un poco más allá, analizarla un poco más a fondo, saber cuál es su naturaleza, cuáles son sus funciones, cuáles los instrumentos de medición con los que contamos y, más importante aún, el poder destructivo de algunas de ellas para poder tomar medidas.

Las actitudes

A las opiniones, creencias y sentimientos que nos predisponen a responder de determinada manera ante objetos, personas y situaciones les llamamos actitudes. Evidentemente, hay una estrecha conexión entre nuestras actitudes y nuestras conductas. Briñol, De la Corte y Becerra (2001) lo sintetizan así:

“Las actitudes se definen como evaluaciones positivas o negativas que las personas realizan ante diferentes objetos sociales y que reciben el nombre genérico de objetos de actitud”. Por ejemplo, podríamos decir que una persona que está a favor de la eutanasia tiene una actitud positiva con respecto a este asunto, mientras que otra que no está  de acuerdo diríamos que tiene una actitud negativa. Según la cultura en la que hayamos nacido y el tipo de acontecimientos vividos, tendremos una actitud u otra ante situaciones como, por ejemplo, la muerte.

Todas las actitudes son aprendidas y al ser aprendidas se pueden modificar, pero muchas de ellas son bastantes estables y van a mantenerse o a experimentar sólo pequeños cambios a lo largo de nuestra existencia. Se adquieren y modifican por los mismos procesos que se adquieren y modifican los comportamientos. A través del condicionamiento clásico, del condicionamiento operante y del modelado podemos adquirir y modificar nuestras actitudes, pero también existe otro mecanismo de adquisición de las actitudes, la comparación social que es tendencia a compararnos con los otros para determinar si nuestra visión de la realidad es o no correcta.

“Todo puede serle arrebatado al ser humano excepto la última de las libertades: la actitud con que se enfrentará a una determinada circunstancia»

Un ejemplo de la modificación de nuestras actitudes en función de la opinión de los que nos rodean, es el experimento realizado por Maio, Esses y Bell en 1994, en el cual los autores demostraron cómo una información inventada en sentido favorable o desfavorable (hacia los miembros de un grupo) modificaron las actitudes de las personas expuestas a dicha información de tal forma que aquellos que recibieron información favorable expresaron actitudes más favorables que los que recibieron la información contraria. ¡Así somos de influenciables!

Si bien es cierto que las primeras fases de la vida suponen mayores cambios respecto a las actitudes, durante la edad adulta también aparecen de forma continuada ciertas modificaciones dado que existe una influencia entre las acciones que llevamos a cabo y nuestras actitudes.

Naturaleza de las actitudes y sus componentes

Nuestras actitudes poseen  tres componentes: cognoscitivo, afectivo y conductual.  Es posible que en una actitud encontremos más cantidad de un componente que de otro

Componente cognoscitivo

Para que exista una actitud, es necesario que tengamos una representación cognoscitiva del objeto (percepciones, creencias e información sobre el objeto). Los objetos no conocidos o sobre los que no poseamos información no pueden generar actitudes y esta representación cognoscitiva puede ser vaga o errónea.

Componente afectivo

Son las sensaciones y sentimientos que dicho objeto produce en nosotros, es el sentimiento en favor o en contra de un objeto social, y es el componente más característico de las actitudes. Aquí radica la diferencia principal con las creencias y las opiniones (que se caracterizan por su componente cognoscitivo). Todos experimentamos distintas experiencias con el objeto que pueden ser positivas o negativas.

Componente conductual

Son las intenciones, disposiciones o tendencias hacia un objeto, es cuando surge una verdadera asociación entre objeto y sujeto. Es la tendencia a reaccionar hacia los objetos de una determinada manera. Es el componente activo de la actitud.

Las funciones de las actitudes

Las actitudes pueden tener funciones ya sea de conocimiento, de adaptación, de defensa o de expresión.

  1. De conocimiento. Las actitudes pueden actuar como esquemas o filtros cognitivos. Un prejuicio hacia un grupo específico (ya sea por etnia, edad, religión, etc.) puede bloquear el conocimiento de aspectos muy positivos que se presenten; nos quedaremos sólo con lo negativo. En ocasiones, para medir las actitudes se pueden presentar situaciones hipotéticas para ver cómo la actitud filtra la adquisición de conocimientos.

Las actitudes pueden actuar como esquemas o filtros cognitivos

  1. De adaptación. Las actitudes nos permiten adaptarnos e integrarnos en los grupos sociales. Para poder pertenecer a un grupo, he de pensar y hacer lo más parecido posible a las características del grupo.
  1. Ego defensiva. Podemos desarrollar actitudes para defendernos ante determinados objetos. Ante objetos que percibimos amenazantes, desarrollamos actitudes negativas para preservar el yo. Ejemplo:”el profe me tiene manía” como defensa ante mi incapacidad o irresponsabilidad.
  1. Expresiva. Las actitudes nos permiten mostrar a los otros nuestra identidad (qué somos y cómo somos).

¿Cómo se miden?

Ahora ya sabemos que las actitudes están relacionadas con el comportamiento que mantenemos en torno a los objetos a que hacen referencia. Además tienen diversas propiedades, entre las que destacan: dirección (positiva o negativa) e intensidad (alta o baja), estas propiedades forman parte de la medición. Ya que no son susceptibles de observación directa sino que han de ser inferidas de las expresiones verbales, o de la conducta observada, ésta medición indirecta se realiza por medio de unas escalas en las que partiendo de una serie de afirmaciones, proposiciones o juicios, sobre los que los individuos manifiestan su opinión, se deducen o infieren las actitudes.

Existen varias formas típicas que se han mostrado eficaces, algunas son: escalas de ordenación, escalas valorativas sumatorias, escalas de intensidad, el escalograma de Guttman, escalas de distancia social, escalas de Likert y el diferencial semántico.

Escalas de ordenación

En las escalas de ordenación, también denominadas escalas de arbitrarias o estimación, cada individuo ordena, por orden de preferencia, objetos o individuos en relación con una característica. Esta disposición puede hacerse por tres procedimientos principales: por escalas de puntos, de clasificaciones directas y de combinaciones binarias.

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Escalas valorativas sumatorias

Una variación de la anterior es la escala valorativa sumatoria. Es útil para obtener una jerarquía de objetos, personas, grupos, procesos, roles, ocupaciones, valores, etc. en una cierta propiedad o variable. Esa propiedad o variable puede ser el prestigio, la simpatía, la eficacia, etc. El procedimiento es sencillo, se presentan al encuestado una serie de objetos, grupos, etc. a jerarquizar y se le pide que puntúe a cada uno de ellos con un número (del 1 al 5 o del 0 a 10) su valor en determinada característica o propiedad. La jerarquía puede obtenerse por diferentes procedimientos, el más sencillo es calcular la media de todas las puntuaciones para cada categoría.

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Escalas de intensidad

Las escalas de intensidad o de apreciación estructuran las opiniones bajo formas de respuesta en abanico, según la evolución o grados de un continuum de actitud. Una variación es trazar una línea graduada del 1 al 10, por ejemplo, y pedir que marque su grado de acuerdo gráficamente.

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El escalograma de Guttman

En el escalograma de Guttman se le presenta al sujeto una serie de cuestiones jerarquizadas de mayor a menor y se pide su veracidad en cada caso. Parte de la idea de que las actitudes son “escalables” y se trata de saber hasta dónde llega el encuestado en esa escala. De esta forma, si un sujeto acepta una proposición se supone que también lo hace en las inferiores a él. Por ejemplo, se pregunta si tienen estudios universitarios, si tiene estudios medios, primarios, etc. Se entiende que si tiene estudios universitarios tendrá todos los demás. Aquí, frente a las escalas valorativas, es objetivo es ordenar a las personas encuestadas, no a los objetos de estudio. Lo importante en esta técnica es que las preguntas estén convenientemente jerarquizadas. Para ello ha de hacerse un estudio piloto previo.

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Escalas de distancia social

Variaciones a esta técnica son las llamadas escalas de distancia social. Tienen como objetivo establecer relaciones de distancia entre grupos. La más extendida es la escala de Bogardus que pretendía medir la intensidad de prejuicios nacionales y raciales. Básicamente se trata de hacer preguntas indirectas sobre la distancia del sujeto a una minoría étnica o cultural, o una determinada nacionalidad, etc. Una de las diferencias es que en este tipo de escalas las preguntas suelen ir en orden decreciente, para no influir en las respuestas de los sujetos. Escalas análogas son las de Dood, que miden actitudes respecto a grupos nacionales, sociales o religiosos, o la de Crespi.

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Escalas de Likert

Este tipo de escalas se ofrece una afirmación al sujeto y se pide que la califique del 0 al 4 según su grado de acuerdo con la misma. Estas afirmaciones pueden reflejar actitudes positivas hacia algo o negativas. Las primeras se llaman favorables y las segundas desfavorables. Es muy importante que las afirmaciones sean claramente positivas o negativas, toda afirmación neutra debe ser eliminada. Cabe mencionar que son las más utilizadas.

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El diferencial semántico

El diferencial semántico es un procedimiento destinado a medir la significación que tienen ciertos objetos, hechos, situaciones o personas para los encuestados. Concretamente se mide esa significación a partir de la situación del concepto del objeto analizado en un espacio semántico de dimensiones valorativas. La construcción del diferencial semántico comienza con la elección de o de los conceptos o cuestiones que se quiera analizar. Como siempre, la elección viene determinada por los objetivos de la investigación. El siguiente paso consiste en buscar los pares de adjetivos polares que se van a utilizar, los cuales han de ser claramente enfrentados. Por último se escoge la escala utilizada. Lo habitual es 5 o 7 grados. Los pares de adjetivos deben estar situados con distintas polaridades, se trata de evitar que el encuestado piense que uno de los lados es el “bueno” y tienda a él. Aplicando esta técnica se obtiene una serie de puntuaciones o posiciones espaciales para cada sujeto, es el significado de ese concepto para cada persona.

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Prejuicios, estereotipos y discriminación

La existencia de un prejuicio implica que prejuzguemos, usualmente de manera negativa a un grupo o a sus miembros. El prejuicio no solo se refiere a una opinión o creencia, sino también a una actitud, que incluye sentimientos como desprecio, disgusto, abominación.

La investigación actual señala que el prejuicio está determinado en gran medida por un tipo de pensamiento conocido como categórico y suele ser un resultado natural de la forma en que comprendemos el mundo. Cuando pensamos en categorías es fácil que se presente el prejuicio. Una consecuencia del pensamiento categórico es que facilita la distorsión de las percepciones.

el prejuicio está determinado en gran medida por un tipo de pensamiento conocido como categórico

El estereotipo, en cambio, es un término que se refiere a generalizaciones (o con frecuencia sobregeneralizaciones) acerca de los miembros de un grupo. Las generalizaciones pueden ser positivas (las mujeres son más sensibles) pero en la mayoría de las ocasiones son negativas y resistentes al cambio (los indígenas son necios).

Igual que en el caso del prejuicio, los estudios psicológicos han encontrado que estereotipar es un proceso común y natural en las culturas alrededor del mundo. Los estereotipos, como otras generalizaciones, nos sirven como atajos mentales y son probablemente más aplicados cuando estamos ocupados o distraídos. Los estereotipos pueden ser activados al ver rápidamente una imagen o una palabra relacionada con un grupo estereotipado y pueden influenciar las actitudes y el comportamiento.

La discriminación implica poner a miembros de un grupo en desventaja o tratarlos injustamente por pertenecer a un grupo. Un ejemplo es la discriminación racial, para ilustrarte con más detalle el concepto sólo mira el vídeo.

Aunque muchos países han adoptado leyes sobre derechos civiles en los últimos 50 años, la discriminación continúa siendo un grave problema en el mundo, aún en países democráticos que públicamente afirman el ideal de la igualdad. Pensemos en el caso de Leelah Alconr, la adolescente estadounidense transgénero que se suicidó el año pasado tras haber sido obligada a recibir terapia de conversión. Afortunadamente esta situación dio paso a que el presidente Barack Obama impidiera este tipo de terapias, pero sigue siendo un reflejo del alcance del daño que el prejuicio y la discriminación pueden alcanzar. Para conocer algunos ejemplos y estadísticas pulsa aquí.

Básicamente, el prejuicio se sostiene por: la desigualdad social, las divisiones sociales y los chivos expiatorios.

¿Cómo podemos contribuir a modificar este tipo de actitudes?

Para resolver los problemas involucrados con la solución del prejuicio y la discriminación a partir de la década de los noventas se ha considerado a los grupos minoritarios como agentes activos que escogen e influyen sobre las situaciones que están involucrados.

Actualmente contamos con prácticas como “Los programas de entrenamiento en empatía” que parecen reducir el prejuicio sin importar la edad, sexo o raza de los participantes. Investigaciones en empatía y representación sugieren que este tipo de inversión de la perspectiva puede reducir prejuicios, estereotipos, y discriminación. Para volvernos más empático hacia las personas objeto de prejuicio basta con considerar preguntas tales como, ¿Cómo me sentiría yo en esa situación?, ¿Cómo se están sintiendo ellos en este momento?, o ¿Por qué se comportan de tal manera? Ejercicios de representación de papeles también han sido utilizados para practicar el responder efectivamente a comentarios prejuiciosos.

“Los programas de entrenamiento en empatía” que parecen reducir el prejuicio sin importar la edad

Otro método poderoso para reducir el prejuicio y la discriminación es establecer reglas, regulaciones y normas sociales que busquen o exijan un trato más justo. Reducciones aún más duraderas en prejuicios a largo plazo son posibles cuando se les señala a las personas las inconsistencias de sus valores, actitudes y comportamientos.

Otra de las técnicas más profundamente estudiadas para reducir los prejuicios es la de contacto intergrupal. Las condiciones de competencia y de diferencias en el nivel social, pueden aumentar el prejuicio en lugar de disminuirlo. La clave está en idear situaciones que lleven a interacciones cooperativas e interdependientes que busquen un fin común y donde se logre que las personas cambien de un «nosotros y ellos» a un solo «nosotros».

También, como parte de una iniciativa de la Asociación Americana de Psicología conocida como: «El Prejuicio en cualquier idioma: el proyecto de traducción del prejuicio”, se ha puesto a disposición un artículo muy completo para comprender a fondo todo lo relacionado con el prejuicio y la discriminación.

Ya para finalizar, nos gustaría compartirte una guía muy dinámica y fácil de leer, que esperamos que te pueda ser de utilidad: La discriminación empieza en ti.

Referencias:

  • Aguilar-Morales, J.E. (2011). Prejuicios, estereotipos y discriminación. Network de Psicología Organizacional. México: Asociación Oaxaqueña de Psicología A.C.
  • Almonte, D. (2014). Experimento racial. Disponible en https://www.psyciencia.com//2014/02/experimento-racial/
  • Aparicio, D. (2015). Obama pide la prohibición de las ¨terapias¨ de conversión para homosexuales y transgénero en adolescentes. Disponible en https://www.psyciencia.com//2015/09/obama-pide-la-prohibicion-de-las-terapias-de-conversion-sexual-en-adolescentes/
  • Becerra, A., Briñol, P., y Falces, C. (2009). Actitudes. Disponible en https://www.uam.es/otros/persuasion/papers/Actitudes.pdf
  • Briñol, P., De La Corte, L. y Becerra, A. (2001). Qué es persuasión. Madrid, España: Biblioteca Nueva.
  • Grupo de Investigación Edufisica. (2011). Las actitudes. Disponible en http://www.edu-fisica.com/Formato.pdf
  • Maio, G. R., Esses, V. M., & Bell, D. W. (1994). The formation of attitudes toward new immigrant Groups1. Journal of Applied Social Psychology, 24(19), 1762-1776. doi:10.1111/j.1559-1816.1994.tb01573.x
  • Murillo Torrecilla, F. J. (2015). Cuestionarios y escalas de actitudes. Disponible en https://www.uam.es/personal_pdi/stmaria/jmurillo/Met_Inves_Avan/Materiales/Apuntes%20Instrumentos.pdf
  • Nuestra conducta en sociedad (2007). En Enciclopedia de la Psicología (Vol.  5, 40-46 pp). España: Océano.
  • Ortega, M. C., López, S., Álvarez, M. L., y Aparicio, M. M. (2011). Las actitudes. Disponible en http://ocw.unican.es/ciencias-de-la-salud/ciencias-psicosociales-i-1/materiales-de-clase-1/tema_05-2011.pdf
  • Petty, R. E. y Briñol, P. (2010). Attitude change. En R. F. Baumeister y E. J. Finkel (Eds.), Advanced social psychology: The state of the science (pp. 217-259). Oxford, Reino Unido: Oxford University Press.
  • Plous, S. (2015). Discriminación. Disponible en http://www.understandingprejudice.org/apa/spanish/page20.htm
  • Plous, S. (2015). La psicología del prejuicio: un resumen. Disponible en http://www.understandingprejudice.org/apa/spanish/

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