Los medios de comunicación han estado exagerando la supuesta relación entre el uso de teléfonos celulares y el aumento de la depresión e intentos de suicidio en adolescentes, a pesar de la falta de evidencia concluyente que respalde tal afirmación.
Mathew Ingram analiza detalladamente la evidencia más reciente y los estudios que buscan establecer un vínculo causal entre el uso de teléfonos móviles y los trastornos mentales. Aunque se han realizado numerosas investigaciones, los resultados sugieren que la mayoría de los estudios muestran correlaciones, pero no pruebas sólidas de causalidad. Titulares sensacionalistas suelen exagerar los efectos negativos de los teléfonos y las redes sociales en la salud mental de los jóvenes, lo que alimenta una narrativa de crisis sin respaldo en datos científicos robustos.
Ingram destaca el trabajo de investigadores como Jonathan Haidt, un psicólogo conocido que ha argumentado que el uso del smartphone y las redes sociales ha desencadenado una epidemia de ansiedad entre los adolescentes. Sin embargo, otros científicos sociales, como Candice Odgers y Andrew Przybylski, señalan que, si bien existen correlaciones, la evidencia de una relación causal directa es extremadamente limitada. Odgers afirma que “la ciencia no apoya la idea de que las tecnologías digitales están causando una epidemia de enfermedades mentales”. Por su parte, Przybylski recuerda que “las afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias”, y hasta el momento, los datos no respaldan una conclusión tan alarmante.
Este análisis subraya la importancia de no caer en titulares alarmistas y de entender las limitaciones de los estudios antes de sacar conclusiones apresuradas sobre la relación entre tecnología y salud mental.
Un clásico error: confundir correlación con causalidad
Un ejemplo claro de este error es la relación entre la lluvia y el uso de paraguas. Ambos fenómenos están correlacionados: las personas usan paraguas cuando llueve. Sin embargo, sería absurdo pensar que los paraguas causan la lluvia.
De manera similar, la correlación entre el uso de celulares y la depresión en adolescentes no implica que uno cause al otro. Adolescentes que ya están lidiando con problemas emocionales, como la depresión, pueden recurrir a sus teléfonos y redes sociales para buscar apoyo o distracción, lo que crea una conexión visible entre ambos fenómenos. Sin embargo, esto no significa que el uso del celular sea la causa de su depresión.
La confusión entre correlación y causalidad es un error común en el debate sobre el impacto de la tecnología en la salud mental. Interpretar datos correlacionales como prueba de una relación causal es una simplificación peligrosa. Para establecer una causalidad real, se requieren estudios más rigurosos que controlen múltiples variables. Hasta ahora, la mayoría de las investigaciones no han encontrado pruebas sólidas que demuestren que el uso de celulares sea la causa directa de la depresión o la ansiedad en los jóvenes.
Es fundamental abordar estos temas con un enfoque crítico y considerar los diversos factores que influyen en la salud mental, como el entorno familiar, la genética y otros estresores sociales, en lugar de apresurarse a señalar la tecnología como la causa principal.
Puedes leer el artículo completo en inglés en The Torment Nexus.