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Artículos de opinión (Op-ed)

212 Publicaciones

La opinión es una creencia subjetiva, y es el resultado de la emoción o la interpretación de los hechos. Una opinión puede ser apoyada por un argumento, aunque las personas pueden dibujar las opiniones opuestas de un mismo conjunto de hechos. Este artículo representa la opinión del autor y no necesariamente de aquellos que colaboran en Psyciencia.

  • Artículos de opinión (Op-ed)

Rumiación del pensamiento: 4 recursos para afrontarla

  • Gisela Bonilla
  • 14/06/2017
Pensamientos negativos

La rumiación, término popularizado por Nolen-Hoeksema, hace referencia a la situación en la cual una persona estresada o deprimida se concentra en pensamientos repetitivos sobre sus síntomas y sus posibles causas y consecuencias de manera pasiva (es decir que no busca soluciones). El sujeto entra en un ciclo de rumiación del pensamiento. Si bien la mayoría de las personas pasamos por esta experiencia, algunas lo hacen mucho más que el resto. La rumiación puede representar un problema en la vida de estas personas, en especial habiendo síntomas de ansiedad o depresión, ya que posiblemente se verán exacerbados.

Existen diferentes tratamientos psicológicos que han demostrado ser efectivos para tratar la rumiación del pensamiento, como la Terapia de Aceptación y Compromiso. En este artículo queremos presentarte 4 ejercicios que pueden utilizarse como recursos adicionales a la terapia y pretenden aliviar la tensión que nos transmite la rumiación del pensamiento:

Escribir

Escribir sobre tus sensaciones, emociones y pensamientos es una buena herramienta terapéutica, ya que permite ordenar lo que tienes en la cabeza y ponerlo fuera.

Notas de voz

Realizar notas de voz es una buena alternativa a la tarea de escribir. Además, te permitirá hablar con la parte de ti que se encuentra encallada, aprender a tranquilizarla y decirle que respire.

Ejercicio: “¿Para qué puede servir?”

Cuando te sientas absorbido por tus emociones o pensamientos negativos, fija tu atención en algún objeto de alrededor y búscale cinco utilidades imaginarias. Por ejemplo, un libro podría servir para ponerlo bajo la pata de una mesa y equilibrarla; como raqueta de ping-pong; para protegerse del sol; para encender una chimenea o como abanico. Si no es suficiente, puedes repetir el ejercicio con otros objetos.

Esta tarea te servirá para focalizar la atención en algo externo y por tanto está indicado para cuando te sientas dominado por tus pensamientos.

Mensaje positivo con la mano no dominante

Escribe en un papel un mensaje positivo para ti mismo, de unas diez palabras. Cuando te sientas agobiado por tus emociones negativas, toma el papel y copia el mensaje tres veces… pero con tu mano no dominante. Pondrás toda tu atención en que la caligrafía sea igual de esmerada que en el mensaje original. He aquí otro ejemplo de focalización de la atención en algo externo (la concentración en escribir con buena letra con la mano no dominante) con el fin de apartarla de una emoción o cognición negativa.

¡Anímate a probar!

  • Artículos de opinión (Op-ed)

Qué sabemos sobre los efectos del iPad, TV y celular en el desarrollo de los niños

  • Alejandra Alonso
  • 13/06/2017

La tecnología avanza con una rapidez increíble. En los últimos años se han lanzado varios dispositivos electrónicos que cambiaron nuestras vidas radicalmente. A su vez, la mayoría de los dispositivos existentes (celulares, tablets, computadoras) se actualizan a un ritmo que asusta. Y aunque las investigaciones científicas luchan por mantenernos informados sobre los efectos que tienen en nuestro desarrollo, conducta, etc., no logran realizar los estudios al mismo ritmo al que avanza la tecnología y, por ende, no pueden ponerse al día. Muchas preguntas se forman y todavía no hay respuestas claras.

Si bien existen bastantes investigaciones en relación al consumo de programas televisivos, no se tiene tanta información sobre la computadora y ni hablar de dispositivos más nuevos como smartphones o los más recientes iPads.

Según el Dr. Dimitri Christakis, pediatra, epidemiólogo y miembro de la Academia Americana de Pediatría (AAP por sus siglas en inglés), dicha institución reafirmó en 2011 su declaración original (hecha en el año 1999) sobre los infantes y los medios electrónicos: “desaconsejamos el uso de medios electrónicos en niños de menos de dos años”. Christakis resalta que, aunque dicha declaración se publicó en 2011, fue completada mucho antes de esa fecha, pero pasó por el lento proceso de revisión que caracteriza a la AAP; esto es importante ya que en Abril de 2010 salió a la venta el primer iPad. Es decir que la declaración fue hecha en total desconocimiento del dispositivo y el impacto que tendría. Mucho se ha especulado pero, hasta el día de hoy, es muy poco lo que se sabe (científicamente hablando) sobre la influencia del iPad y otros dispositivos electrónicos en la cognición de los niños. Y, si no existen investigaciones suficientes que nos ayuden a formar una opinión equilibrada, ¿deberíamos aplicar las recomendaciones de la AAP sobre estos aparatos? (Christakis, 2014).

La declaración fue hecha en total desconocimiento del dispositivo y el impacto que tendría

En este artículo intentaré exponer las investigaciones más importantes relacionadas a los niños y la influencia de los aparatos electrónicos en su desarrollo, a continuación podrás leer sobre cada dispositivo y los resultados a los que han llegado muchas investigaciones con respecto a ellos:

Televisión

Debido a que se trata del dispositivo electrónico que cuenta con más investigaciones, lo encontrarás divido en varias categorías.

TV y atención:

Varios estudios han encontrado una asociación entre el consumo de televisión a edades tempranas y los problemas de atención más tarde en la vida. En el 2004, una investigación que contó con una muestra de 1278 niños de 1 año y 1375 niños de 3 años, encontró que la exposición temprana a la TV se asoció a problemas de atención a los 7 años (Christakis, Zimmerman, DiGiuseppe & McCarty, 2004). Además, en una revisión del 2005 se encontraron asociaciones negativas entre ver videos y la atención; también se observó que afectaba negativamente el desarrollo cognitivo y del lenguaje. Aunque hubieron resultados positivos entre el consumo de ciertos programas de TV y el aprendizaje del lenguaje (Anderson & Pempek, 2005).

Sumado a los anteriores, una investigación longitudinal, en la que participaron 1323 niños y 210 adolescentes, concluyó que la exposición a la televisión y a los videojuegos se asoció con mayores problemas de atención. La asociación se mantuvo significativa incluso al controlar género y problemas de atención previos. La relación entre los medios en pantalla y los problemas de atención eran similares para todos los tipos de medios y edades analizados (Swing, Gentile, Anderson & Walsh, 2010).

Sin embargo, otro estudio del 2007 (cuya muestra se tomó en 1997 y luego fue reevaluada en 2002) no encontró relación entre ver programas de televisión educacional antes de los 3 años y problemas de atención 5 años después. Por otro lado, ver programas de entretenimiento, tanto violentos como no violentos, si se asoció con problemas de atención. A los 4 o 5 años, ver cualquier tipo de contenido (educacional, entretenimiento violento, entretenimiento no violento) no se asoció con problemas de atención posteriores (Zimmerman & Christakis, 2007).

TV y sobrepeso

A diferencia de las investigaciones sobre la televisión y la atención, los estudios parecen ser bastante consistentes con respecto al sobrepeso: ver televisión tiene un efecto negativo sobre el IMC. Y en nuestra sociedad occidental (sobre todo en países desarrollados) donde cada vez se habla más sobre el incremento de problemas de obesidad infantil y sobre la cantidad de tiempo que pasan los niños frente a una pantalla, deberíamos prestarle especial atención a estos hallazgos.

1 . Un estudio del 2007, cuyos datos fueron recolectados entre 1999 y 2002, y donde participaron niños de 2 a 5 años de Estados Unidos, encontró que mirar videos y televisión por más de 2 horas se asocia con un aumento en el riesgo de sobrepeso y mayor adiposidad (Mendoza, Zimmerman & Christakis, 2007).

2 . En el mismo año, se publicó un estudio transversal hecho en Estados Unidos y cuyos datos se recogieron en 2002 y 2004. El mismo concluyó que los niños con televisión en el cuarto tenían más probabilidades de estar en sobrepeso; los resultados se mantuvieron incluso luego de controlar variables sociodemográficas, actividad física y frecuencia de ver películas o estar en internet. Los autores recomiendan más investigación para entender esta asociación (Adachi-Mejía, Longacre, Gibson, Beach, Titus-Ernstoff & Dalton, 2007).

ver televisión tiene un efecto negativo sobre el Índice de MAsa Corporal

3 . Un año después se publicó otro estudio de tipo experimental, con 70 niños de entre 4 y 7 años con un IMC que se encontraba en el percentil 75 o más arriba. Lo que hallaron fue que reducir el tiempo de televisión y computadora disminuye también la conducta sedentaria y el consumo de calorías. La intervención funcionó mejor en familias de bajos ingresos. La reducción de tiempo consumiendo TV y utilizando la computadora puede tener un impacto en el riesgo de obesidad y esto tiene más que ver con el consumo de calorías que con la actividad física (Epstein, Roemmich, Robinson, 2008).

4 . A los anteriores estudios podemos sumarle uno transversal del año 2009, en el cual participaron 526 niños de 8, 11 y 14 años, donde se encontró que los niños cuyos papás tenían sobrepeso (al menos uno de ellos) miraban televisión por más tiempo que los niños con papás de peso normal. Además tenían un mayor riesgo de presentar un IMC elevado (Steffen, Dai, Fulton & Labarthe, 2009).

5 . Otro estudio del año 2012 realizado con datos de 7915 niños europeos de 10 a 12 años, observó que las probabilidades de que un niño esté en sobrepeso aumentan cuando este ve televisión mientras come el almuerzo y la cena (N Vik, Birgit Bjørnarå, Øverby, Lien, Androutsos, Maes, Jan, Kovacs, Moreno, Dössegger, Manios, Brug, Bere, 2012).

TV y sueño

También hay varios estudios que indican un efecto negativo de la televisión sobre los patrones de sueño. Ya sabemos que dormir es fundamental para todo ser humano de cualquier edad, pero si además consideramos estudios que sugieren que dormir más hace que el niño este más despierto en el día y menos inquieto en la escuela, ¿podríamos estar reduciendo más de un problema al controlar la cantidad de tiempo que pasan los niños viendo TV?

En 2005 se publicó una investigación que observó que la exposición a la televisión se asoció con horarios irregulares de sueño en niños de 4 a 35 meses. Aunque no se pudo determinar en este estudio si la relación era causal (Thomson, Christakis, 2005).

Otra investigación, les pidió a 321 padres de niños de entre 5 y 6 años que llenaran un cuestionario sobre consumo de televisión, problemas de sueño y síntomas psiquiátricos. Los resultados obtenidos de estos datos indicaron que tanto ver televisión activamente como la exposición pasiva a la misma se relacionaron fuertemente con un riesgo elevado de problemas de sueño. Específicamente, notaron una relación más fuerte entre mirar televisión pasivamente y mirar programas para adultos y los problemas de sueño. La asociación se mantuvo incluso luego de controlar variables como: ingresos de la familia, conflictos familiares, horarios de trabajo del padre, estatus socioeconómico y síntomas psiquiátricos en el niño. El estudio fue llevado a cabo en Helsinki, Finlandia (Pavoneen, Pendoneen, Roine, Valkonen, Lahikainen, 2006).

Los resultados indicaron que tanto ver televisión activamente como la exposición pasiva a la misma se relacionaron fuertemente con un riesgo elevado de problemas de sueño

Por último, en una investigación alemana, se reclutó a 11 niños en edad escolar para un estudio polisomnográfico. Se expuso a los participantes a un consumo voluntario y excesivo de televisión y juegos de computadora. La noche siguiente se realizaron medidas polisomnográficas. También se llevaron a cabo tests de memoria verbal y visual antes del experimento y luego de la noche de sueño para determinar su desempeño. Los resultados indicaron que tanto el consumo excesivo de televisión como de juegos de computadoras afectaron negativamente el sueño y redujeron su desempeño verbal (Dvorak, Schierl, Brunks y Strüder,2007).

Todos estos estudios sugieren que ver televisión tanto activa como pasivamente puede provocar dificultades en los niños a la hora de dormir, por lo tanto debemos ser muy precavidos al exponerlos a este dispositivo electrónico.

Televisión y lenguaje

La relación entre el consumo de televisión a edades tempranas y los problemas en el desarrollo del lenguaje, es tal vez una de las cuestiones más difundidas cuando se habla del efecto de los dispositivos electrónicos en los niños. ¿Qué dicen las investigaciones?

Para la primera investigación que nombraremos, se reclutaron 51 infantes de quienes se recolectaron datos sobre sus hábitos de consumo de televisión cada 3 meses desde los 6 meses de edad. Los autores creen que sus hallazgos resaltan la importancia del contenido visto al describir los efectos de los medios. A los 30 meses, mirar Dora la exploradora, Las pistas de Blue, Arthur, Clifford o Historias de Dragones resultó en mayor vocabulario y puntajes más altos en lenguaje expresivo; mirar los Teletubbies se relacionó con menos vocabulario y puntajes más bajos en lenguaje expresivo; por último, mirar Plaza Sésamo se relacionó solo con un menor puntaje en lenguaje expresivo y mirar Barney y sus amigos se relacionó con menor vocabulario y más lenguaje expresivo (Linebarger, Walker, 2005).

En otro estudio, donde participaron 1008 niños de 2 a 24 meses, se observó que en niños de 8 a 16 meses mirar TV o DVDs afectaba negativamente el desarrollo del lenguaje, mientras que en infantes de 17 a 24 meses no se vieron asociaciones significativas. Los autores recomiendan más investigación del tema para determinar las razones de la asociación (Zimmerman, Christakis y Meltzoff, 2007). También se realizó un estudio que contó con 329 sujetos de entre 2 y 48 meses de edad. En el mismo se encontró una asociación entre la televisión audible, una disminución de la exposición al discurso discernible del adulto y menos vocalizaciones en el niño. Los autores creen que esta es una posible explicación de porqué se asocia al retraso en el desarrollo del lenguaje con la exposición temprana a la TV (Christakis, Gilkerson, Richards, 2009).

Los estudios indican que si existe relación entre el retraso en el desarrollo del lenguaje en niños pequeños y ver televisión

Un estudio coreano también encontró que los niños de 2 años que miraban televisión por más de 2 horas al día, presentaban problemas en el desarrollo del lenguaje (Byeon, Hong, 2015).

Los estudios indican que si existe relación entre el retraso en el desarrollo del lenguaje en niños pequeños y ver televisión. Y tal vez se deba a que los adultos hablan menos cuando está la televisión prendida. A su vez indican que sí es importante controlar el contenido consumido por los infantes.

TV y conducta

En este apartado podremos conocer qué dicen los estudios sobre la televisión y su influencia en las conductas prosociales, la obediencia, la agresividad, el aprendizaje, la imaginación, las actitudes raciales, la competencia social, etc.

En 1979 se llevó a cabo un estudio en niños en edad preescolar donde se concluyó que los programas de televisión con contenido prosocial reducían a corto plazo la agresividad en niños y niñas. Sin embargo, no hubo un aumento de conductas prosociales u obediencia luego de la exposición a estos programas (Bankart, Anderson, 1979).

Una investigación longitudinal realizada con 707 individuos de 17 años, observó una asociación entre la cantidad de horas de consumo de televisión durante la adolescencia y juventud temprana y la probabilidad de perpetrar actos agresivos hacia otros. La relación se mantuvo incluso al controlar variables como conducta agresiva previa, negligencia en la infancia, ingreso familiar, violencia en el vecindario, educación de los padres y trastornos psiquiátricos (Johnson, Cohen, Smailes, Kasen y Brook, 2002).

Adicionalmente, se realizó una revisión sistemática de pruebas experimentales sobre los efectos de ver televisión en infantes y preescolares. Se halló que el efecto de la televisión depende del contenido, si este es educativo favorece el aprendizaje, la imaginación y las actitudes raciales. Además se encontró cierta evidencia que apoya la idea de que mirar dibujos animados afecta negativamente la atención. Algunas de las limitaciones identificadas fueron que la mayoría de los estudios solo incluían niños de 3 años o menos, las muestras eran pequeñas, se utilizaban ambientes no naturales y se evaluaban efectos a corto plazo (Thakkar, Garrison, Christakis, 2006). Sin embargo, otra revisión, realizada en el 2008 por uno de los autores de la revisión nombrada anteriormente, concluye que no hay estudios que hayan encontrado beneficios en relación a la exposición temprana a la televisión. Los estudios sugieren más bien que tiene un gran potencial de causar daños (Christakis, 2008).

El uso de un dispositivo de mano (smartphone, iPad, etc.) se relacionaba con retraso en el lenguaje expresivo

Un estudio posterior, realizado en sujetos de 3 a 5 años, sugiere que hay beneficios en cuidar la dieta televisiva, señalando que los programas con contenido prosocial benefician la conducta y competencia social de los niños. Los hallazgos conductuales se mantenían luego de 12 meses (Christakis, Garrison, Herrenkohl, Haggerty, Rivara, Zhou y Liekweg, 2013).

Otro estudio canadiense realizado con niños de 2 años, que volvieron a ser evaluados a los 13, encontró que el exceso de televisión en la infancia se asociaba a problemas sociales en la adolescencia (Pagani, Lèvesque-Seck y Fitzpatrick, 2016)

Finalmente, una investigación que utilizó datos de 7450 niños evaluados a los 9 meses y luego a los 2 años, concluye que hay una asociación entre los niños con problemas de autorregulación (dificultad para calmarse, dormir, regularse emocionalmente y mantener la atención) y un consumo moderadamente mayor de medios electrónicos. Los autores controlaron variables relacionadas a la madre y las características del hogar. Ellos creen que sus hallazgos podrían relacionarse a estrategias de afrontamiento utilizadas por los padres (Radesky, Silverstein, Zuckerman y Christakis, 2014).

De nuevo, el contenido que ven los niños parece ejercer una influencia importante en la conducta de los niños, pero además la cantidad de tiempo que ellos pasan frente al televisor también es clave.

Tablets y teléfonos inteligentes

Como bien resalta Christakis, el avance de la tecnología corre más rápido que las investigaciones sobre sus efectos en nuestra salud mental y física. Esto se refleja claramente al buscar investigaciones relacionadas a dispositivos electrónicos más nuevos como tabletas y smartphones y darse cuenta que escasean. La mayor parte de los estudios se enfocan en utilizar estas nuevas tecnologías para el trabajo con niños que presentan Trastornos del Espectro Autista (Cardon, 2012, King et al, 2014, Lee et al, 2013, Kagohara et al, 2011, Waddington et al, 2014, Vandermeer et al, 2013, King et al 2013, Jowett et al, 2012) o discapacidades relacionadas a retrasos en el desarrollo (Chai et al, 2014).

Pero este año se ha publicado una investigación canadiense que tuvo como objetivo estudiar dichos dispositivos novedosos en relación al desarrollo del lenguaje, en niños pequeños. El estudio fue de tipo transversal y se presentó en el Pediatric Academic Societies Meeting. Contó con 1077 niños de entre 6 y 24 meses y encontró que el uso de un dispositivo de mano (smartphone, iPad, etc.) se relacionaba con retraso en el lenguaje expresivo (Ma, Van Den Huevel, Maguire, Parkin, Birken, 2017).

Computadora

Tampoco es fácil encontrar muchos estudios sobre el uso de la computadora y su efecto en nuestra salud.

Una investigación del 2004, realizada con una muestra de 122 niños en edad preescolar, observó que los niños que tenían acceso a una computadora puntuaban mejor en desarrollo cognitivo y preparación escolar, incluso luego de controlar variables como estado en el desarrollo y estatus socioeconómico de la familia (Li y Atkins, 2004). Otra investigación que estudiaba los efectos de varios dispositivos en el sobrepeso, encontró que el uso de la computadora se relacionaba con mayor adiposidad (Mendoza, Zimmerman y Christakis, 2007).

Recomendaciones para los padres

  • Poner un límite a la exposición diaria a dispositivos electrónicos. Sería ideal que fuera entre una hora y una hora y media. Es necesario tener en cuenta el consumo pasivo también, es decir, cuando el que está utilizando la televisión no es el niño sino un adulto u otra persona (como hemos visto, esto también puede tener un efecto negativo en el niño).
  • Evitar su uso en horarios de comida, especialmente en el almuerzo y la cena.
  • Elegir cuidadosamente los programas vistos, se recomienda buscar que tengan contenido prosocial. Para niños pequeños algunas opciones podrían ser Dora la exploradora, Las pistas de Blue, Arthur, Clifford o Historias de Dragones.
  • No es conveniente que los niños tengan un televisor en el cuarto.
  • Hablar con los niños incluso cuando están usando algún dispositivo electrónico.
  • Si el iPad se utiliza para ver videos, las recomendaciones anteriores aplican para regular su uso.

Con respecto a computadoras, iPads y smartphones, si bien existen todavía muy pocos datos sobre sus efectos en la salud integral de los niños, es interesante tener en cuenta la opinión del Dr. Christakis (2014), quien reflexiona que interactuamos diferente con la televisión y con el iPad y, tal vez, esto podría marcar una diferencia con respecto a su efecto en la conducta y desarrollo en los niños.

Si se utiliza solo para mirar videos, probablemente los datos relacionados a la TV aplican al mismo, ¿pero qué pasa si se usan las aplicaciones creadas para los niños? Tal vez tengamos que darles el beneficio de la duda y, por supuesto, continuar las pocas investigaciones que existen por ahora. Hasta que se tengan más datos, un acercamiento moderado y cuidadoso a estos nuevos dispositivos sería lo más prudente.

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  • Thompson, D. A. (2005, 10). The Association Between Television Viewing and Irregular Sleep Schedules Among Children Less Than 3 Years of Age. Pediatrics, 116(4), 851-856. doi:10.1542/peds.2004-2788
  • Vandermeer, J., Beamish, W., Milford, T., & Lang, W. (2013, 07). IPad-presented social stories for young children with autism. Developmental Neurorehabilitation, 18(2), 75-81. doi:10.3109/17518423.2013.809811
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  • Zimmerman, F. J., & Christakis, D. A. (2007, 11). Associations Between Content Types of Early Media Exposure and Subsequent Attentional Problems. Pediatrics, 120(5), 986-992. doi:10.1542/peds.2006-3322
  • Zimmerman, F. J., Christakis, D. A., & Meltzoff, A. N. (2007, 10). Associations between Media Viewing and Language Development in Children Under Age 2 Years. The Journal of Pediatrics, 151(4), 364-368. doi:10.1016/j.jpeds.2007.04.071
  • Artículos de opinión (Op-ed)

El resentimiento en la Psicoterapia Gestalt

  • Buenaventura del Charco Olea
  • 26/05/2017

El resentimiento, según la RAE hace referencia al “sentimiento persistente de disgusto o enfado hacia alguien por considerarlo causante de cierta ofensa o daño sufridos y que se manifiesta en palabras o actos hostiles”. Pero, además, el resentimiento es el enfado que viene por el hecho de que ese daño provocado, viene de no atender una determinada exigencia, como a ser respetados, escuchados o valorados, por ejemplo.

El derecho que tiene cada ser humano a exigir a otro es un tema espinoso. El propio Perls planteó en su afamada “Oración gestáltica” que cada uno hace su parte en la vida y que no estamos aquí para cubrir las exigencias de otros sino las nuestras propias, que esa es la responsabilidad para obrar nuestra propia felicidad.

Sin embargo, en nuestra vida diaria, continuamente exigimos cosas a otros, ya que muchas de nuestras necesidades o cosas que queremos, sólo podemos satisfacerlas a través de los otros. El problema, probablemente, sea que expresamos las exigencias de forma muy deshonesta, en el sentido gestáltico del término (es decir, que no somos claros y directos cuando las realizamos, sino que las maquillamos y endulzamos para que sean menos amenazantes, de tal forma que no asumimos la responsabilidad de nuestra exigencia/petición de forma clara y sincera). Una exigencia, entendiéndola como una petición clara al otro, es una acción congruente, enérgica y responsabilizada: al plantearle de esta manera, el sujeto está asumiendo la responsabilidad de dicha petición y está evidenciando aquello que necesita o desea del otro, y de su postura al respecto.

Tal y como señala John Stevens, esto es algo que suele resultar muy amenazante, por lo que la mayoría de las veces no expresamos de forma asertiva nuestras exigencias en las relaciones interpersonales, ya que el miedo, a que el otro no quiera atenderlas (lo cual eslógicamente legítimo), que nos rechace o nos juzgue por pedirlas, que se evidencien nuestras fallas o debilidades (cuando exigimos cariño, o que no se nos digan determinadas cosas, por ejemplo, estamos mostrando nuestro lado más vulnerable) o que nos transmitan que esa exigencia es una responsabilidad propia, y que por tanto debemos satisfacer nosotros y no a través de otro, hace que normalmente no las expresemos de forma clara, sino que las disfracemos de acusaciones, requerimientos, lamentos, quejas o llamadas de atención más o menos directas. Esperamos que el otro detecte nuestras necesidades, sin tener que exigirlas ni plantearlas abiertamente.

No somos claros y directos cuando las realizamos, sino que las maquillamos y endulzamos para que sean menos amenazantes, de tal forma que no asumimos la responsabilidad de nuestra exigencia

Es por esto por lo que tendemos a disfrazarlas, pero ello conlleva que de tanto repetirlas en este formato disfrazado y deshonesto, llega un momento en el que ni siquiera nosotros mismos las entendemos. Nuestra exigencia se vuelve confusa por no ser expresada abiertamente, y al no ser satisfecha, algo que difícilmente ocurrirá aun si el otro tiene buena disposición debido a que no la planteamos de forma clara y enérgica, acaba generando en nosotros sensación de resentimiento hacia el otro. “Nunca me dejas hablar, siempre tengo que oír tus broncas” es un resentimiento que conlleva una exigencia detrás: Exijo que me escuches y me dejes expresar mi criterio. La exigencia, aun siendo brusca, permite una oportunidad de entendimiento y resolución, mientras que este tipo de resentimientos, rara vez generan algo más oportuno que conflicto y hacen que el paciente eluda su propia parte, quedándose anclado en la queja. Tal y como decía Fritz Perls en sueños y existencia: Detrás de toda queja existe un no asumir la propia responsabilidad. En este caso, en la queja del resentimiento existe la no asunción de la responsabilidad de plantear de forma clara y descubierta nuestra exigencia con el otro.

Es por esto, por lo que el trabajo de clarificación de resentimientos con los pacientes, es particularmente importante en psicoterapia. Merece la pena invertir tiempo en sesión, en explorar los resentimientos que expresan los pacientes, y al oírlos no sólo validarlos y reflejarlos empáticamente, sino profundizar en ellos, “seguir su rastro” y recorrerlos “río arriba” para ver su origen, es importante que el paciente exprese y verbalice sus resentimientos y conforme lo hace profundice y toma conciencia de cómo se siente, y sobre todo, que mensaje enérgico necesita expresar para solucionar el problema de ese resentimiento, cual es la responsabilidad que existe detrás de la queja, qué tipo de exigencia asertiva debe realizar al otro.

Al verbalizarlas de manera clara, también, el paciente podrá tomar conciencia de cuales de sus exigencias son lógicas, y cuales, por el contrario, se trata de deseos de no asumir la responsabilidad de ciertas acciones o ciertas realidades que debe aceptar. También, realizando ejercicios como ser las partes (silla vacía, ejercicios de fenomenología siendo el otro…) podrá darse cuenta de cuáles de sus exigencias son inasumibles para el otro, lo que le ayudará a saber si tiene sentido seguir esperando algo de otro que no podrá nunca darlo.

Como siempre, el problema es que el mundo real nunca es igual que el mundo ideal que nos gustaría, esa zona de fantasía sobre “cómo deberían de ser las cosas” con la que realmente vivimos en lugar de aceptar el mundo real y hacer las acciones congruentes con dicha realidad. Vivimos más en contacto con esa zona de fantasía que con la propia realidad, de ahí que nos quedemos esperando y resentidos con los demás y nosotros mimos por protegernos del rechazo o el malestar que genera la exigencia clara y honesta.

Merece la pena invertir tiempo en sesión, en explorar los resentimientos que expresan los pacientes, y al oírlos no sólo validarlos y reflejarlos empáticamente, sino profundizar en ellos, “seguir su rastro” y recorrerlos “río arriba” para ver su origen

Hay que entender que la exigencia no implica la obligación del otro de satisfacerla, sino el acto de congruencia del sujeto consigo mismo de demandar aquello que necesita y que considera justo en su relación interpersonal del otro. Lo importante, no es el resultado de aquello que ocurra (en este caso que la exigencia sea satisfecha o no) sino que el paciente pueda entender su necesidad y emprender la acción de pedir aquello que necesita, si el otro no desea satisfacerla, porque no puede o no lo desea, el paciente deberá elegir una consecuencia, pero saldrá de ese estatus quo en el que se mantenía en el que no expresa su exigencia de manera clara por el miedo a las consecuencias pero, precisamente por eso, tampoco podía verla satisfecha, quedándose enganchada en el resentimiento.

Cuando nos negamos a expresar el resentimiento, como cualquier otra emoción, esta no desaparece, se trata de una conducta evitativa que nos ahorra el malestar del conflicto inmediato, pero que, a la larga, nos impide poder solucionar los problemas y cubrir nuestras necesidades, emponzoñando las relaciones y también creándonos confusión y haciéndonos sentir menos capaces de lo que realmente somos. Expresarlo de manera encubierta o adulterada, como queja, lamento o crítica, nos ayuda a “pasar de puntillas” por el mismo, y de tener la falsa sensación de satisfacerlo parcialmente al emprender una acción parecida, pero es algo que sólo garantiza que el resentimiento siga ahí intacto, esperando ser expresado, fijado como figura que no podrá pasar a ser fondo hasta que no sea satisfecho plenamente mediante la honesta exigencia, lo que hará que otras muchas necesidades y realidades de esa y otras relaciones, queden siempre como fondo, impidiendo conectar con ellas.

Tal y como señala Stevens: “Sólo la plena aceptación y expresión de un sentimiento le permite completarse y dejar camino para algo más. (…) Toda reticencia a ser honestamente lo que soy y hacerle saber lo que siento y vivencio, pone distancia entre nosotros. La expresión embozada de mis sentimientos y acciones añade confusión adicional, resentimiento y dificultades a cualquier problema real que exista entre nosotros.”

Artículo publicado en Aprende Viendo Terapia, la plataforma online y presencial de entrenamiento en habilidades terapéuticas.

  • Artículos de opinión (Op-ed)

¿Qué nos dice el juego de la ballena azul sobre los adolescentes de hoy?

  • María Alejandra Delgado
  • 08/05/2017

“Blue Whale” o “ballena azul” es un peligroso juego creado  por un ex estudiante de psicología ruso llamado Philipp Budeikin, quien fue expulsado de su universidad. Budeikin, conocido en las redes sociales como “Fillip Liss”,  afirmó que su propósito era «limpiar» a la sociedad, empujando al suicidio a quienes él consideraba como inútiles. La ballena azul empezó en el año 2013 como «F57», uno de los nombres del llamado «grupo de la muerte» en la red social VKontakte, la cual cuenta con 300 millones de usuarios principalmente de Rusia, Bielorrusia, Ucrania y otras naciones de Europa del Este. 

El término de ballena azul se refiere al fenómeno de varamiento cetáceo el cual se compara con el suicidio. En cuanto a las personas que manipulaba Budeikin, él los dividía en dos grupos: “personas” y “residuos biodegradables”. “Los residuales son aquellos que no tienen ningún valor para la sociedad, sino que al contrario le hacen daño. Yo estaba limpiando la sociedad de esas personas residuales”,  comentó Budeikin a la prensa.

El juego siniestro consistía en una serie de desafíos que los participantes debían realizar a lo largo de 50 días, los desafíos incluían cosas como quedarse despiertos toda la noche, hacerse cortes superficiales en la piel con la forma de una ballena, fingir estar enfermos, quedarse en casa viendo películas de terror todo el día, entre otros. En cada uno de los desafíos, como prueba de que se habían realizado, los participantes se tomaban una foto y la enviaban a un grupo de Whatsapp o Facebook que se había creado para este fin. El desafío final era la muerte, es decir, suicidarse.

Como mecanismos de coacción para que los participantes no se salieran del juego, los “curadores”  o “guardianes”, como se hacen llamar los encargados de administrar el juego, emitían amenazas ya sea de hacer daño a alguno de sus familiares e investigando los datos personales de cada uno de los miembros del grupo para poder demostrar el alcance que podían tener en sus vidas personales si abandonaban el desafío.

Éste peligroso juego ha dejado víctimas en distintos países, en Rusia se le atribuyen más de un centenar de suicidios, y se han detectado casos que tienen relación con este juego en países como Argentina, Brasil, Chile, Colombia, España, Portugal y Venezuela, pero ¿qué sabemos acerca de la vulnerabilidad de los adolescentes a conductas de riesgo?

“La investigación antropológica revela que los adolescentes de muchas culturas no pasan por crisis de ningún tipo y que los problemas empiezan a aparecer sólo después de la introducción de la escolarización, el cine y la televisión occidentales” – Epstein

Para responder a estas y otras dudas que pueden surgir cuando tratamos de darle una explicación a un fenómeno social como es el letal juego de la ballena azul, podríamos encontrarnos ante más preguntas que respuestas. Y no siempre una respuesta simplista es suficiente, como decir que esto sólo se da en adolescentes con trastornos mentales. Más allá de esto habría que plantearse la pregunta de si será este juego producto de nuestra evolución como sociedad.

“Pero, ¿Son inevitables estos problemas? Si el “cerebro adolescente” generador de semejantes crisis fuera un fenómeno universal del desarrollo biológico, ¿no pasarían por ellas los adolescentes de todas las sociedades del mundo?

En 1991, Alice Schlegel, antropóloga de la Universidad de Arizona, y Herbert Barry III, psicólogo de la Universidad de Pittsburgh, revisaron la investigación sobre adolescentes en 186 sociedades preindustrializadas. Entre las conclusiones más importantes a las que llegaron subrayamos las siguientes: alrededor del 60 por ciento de estas sociedades no tenían un término para “adolescencia”, los adolescentes pasaban casi todo su tiempo con adultos, apenas mostraban algún síntoma psicopatológico y en más de la mitad de estas culturas los varones jóvenes no presentaban el menor signo de comportamiento antisocial y en aquellas donde este comportamiento se producía, era extremadamente leve” (Epstein, 2008).

Entonces ¿es posible que sea nuestro proceso evolutivo como sociedad lo que pone al adolescente ante crisis para las que no están preparados porque insistimos en tratarlos como niños, infantilizando su capacidad de afrontamiento? Bien lo explica Robert Epstein en su trabajo titulado “El mito del cerebro adolescente”, del cual podemos extrapolar algunas conclusiones que se ajustan muy bien al fenómeno de la ballena azul:

“Estudios a largo plazo llevados a cabo en los años ochenta por los antropólogos Beatrice Whiting y John Whiting, de la Universidad de Harvard, sugieren que los problemas de los adolescentes comienzan a aparecer en otras culturas justo después de que se perciban ciertas influencias occidentales, en particular la escolarización al estilo occidental, los programas de televisión y el cine”, pensemos en la “era de la comunicación” en este siglo.

“Muchos historiadores explican que durante la mayor parte de la historia de la humanidad de la que tenemos registro, los años de la adolescencia eran un período bastante pacífico de transición a la edad adulta. Los adolescentes no buscaban apartarse de los adultos, sino que aprendían a ser adultos.”

“Hugh Cunningham, de la Universidad de Kent, y Marc Kleijwegt, de la de Wisconsin en Madison, autor de Ancient Youth: The Ambiguity of Youth and the Absence of Adolescence in Greco-Roman Society, sugieren que el tumultuoso período que llamamos adolescencia es un fenómeno nuevo, no tiene más de un siglo de antigüedad”.

“Hoy, los adolescentes, atrapados en el frívolo mundo de la cultura de los pares, aprenden casi todo lo que saben unos de otros, en vez de tomar ejemplo de adultos. Aislados de los adultos y tratados erróneamente como niños, no puede sorprendernos que algunos adolescentes se comporten, según estándares adultos, de un modo imprudente e irresponsable”.

Entonces ¿sería razonable culpabilizar a una sola persona, cuando el fenómeno de la ballena azul responde de manera amplia a una serie de condiciones sociales junto con la responsabilidad individual? Es necesario replantearse cómo estamos respondiendo como sociedad ante situaciones que se han perpetuado por el estilo de vida al que nos estamos forzando. Que impide que los jóvenes tengan supervisión parental en casa y modelos adecuados para aprender a ser adultos, debido a que el poder tener un ingreso necesario para subsistir trae como consecuencia ausencia parental.

Referencias:

Epstein, R. (2008), El mito del cerebro adolescente.

  • Artículos de opinión (Op-ed)

Cosiendo el dolor emocional: un año del terremoto en Ecuador

  • Airam Vadillo
  • 30/04/2017
Terremoto en Ecuador

Recuerdo que siendo estudiante, un profesor nos dijo que los psicólogos somos los artesanos de las emociones. Hacemos pura artesanía del sentir humano. Por aquel entonces, no entendía muy bien a qué se refería, pese a que nuestro profesor lo explicara meticulosamente. Entendía las palabras, pero no lo comprendía en su profundidad. Después de mi trabajo en cooperación internacional y acción humanitaria, creo que he llegado a interiorizar su significado más profundo.

Ese tallado emocional lo he ido palpando dentro de nuestras entrañas existenciales. En mí, en ti y en nuestro conjunto. Más bien, en lo más recóndito de nuestro corazón. Después de estos años, he llegado a sentir compasión por el dolor y sufrimiento ajeno, pero de una manera muy distinta a lo que entendemos por compasión. Nada de lástima o condescendencia. Comenzar a sentir nuestra necesidad de compartir un dolor y no solo eso, sino la amable disposición de querer aliviar el sufrimiento de la persona. De aliviar nuestro sufrimiento.

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San Clemente, Manabí, días después del terremoto. Abril 2016

Hace exactamente un año, el terremoto 16 de abril de 2016 marco un punto de inflexión en el Ecuador; 7,8 grados quebró la costa de Manabí y Esmeraldas. El tiempo es tan subjetivo y maleable, que 42 segundos de nuestras vidas pueden quedar registradas en nuestra memoria para ser imborrables. De hecho, un año no basta para olvidar 42 segundos. 3.430 réplicas del terremoto original recordaron y recuerdan el dolor de la pérdida; 671 personas fueron despojadas de la vida por puro capricho de la naturaleza.

los psicólogos somos los artesanos de las emociones

Hace justo un año se activó un dispositivo de emergencia, tratando de reconstruir lo que dejó de estar en su lugar. Fuimos como equipo psicosocial a ser artesanos de las emociones, en un lugar plagado de sufrimiento y dolor por la pérdida de viviendas y de seres queridos.

Dentro del marco de IASC (Comité de Normas Internacionales), dependiente de Naciones Unidas, llevamos a cabo un protocolo de intervención psicosocial. Entre otros aspectos, hicimos la intervención llamada cuidado del cuidador.

¿Quién cuida a nivel psicosocial a aquellos rescatistas e intervinientes durante una catástrofe natural? Esas personas que cuidan, no son cuidadas, de ahí la relevancia de un equipo profesional en psicología que pueda verter su formación teórica-práctica en comprender y atender las necesidades psicosociales. Este tipo de intervenciones siempre me recuerdan que cada persona tiene una historia detrás, tanto del cuidador como de la persona cuidad, y me viene en mente este vídeo.

https://www.youtube.com/watch?v=nHJa_DrlOK8

Un año de la herida: Cicatrices emocionales en forma de recuerdo

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Evento conmemoración del terremoto en Guayaquil, Ecuador, 13 de abril de 2017

Las cicatrices son preciosas. Nos recuerdan un aprendizaje, un proceso de recuperación entre el dolor del pasado en forma de herida, y la llegada de una cicatriz que delata un trabajo emocional de cada persona.

Hablamos de todo esto en un evento tributo al terremoto. Nos reunimos para una conferencia conmemoración en la Federación Ecuatoriana de Psicólogos Clínicos. En ella, se puso a puesta la importancia y relevancia del rol de las y los psicólogos en catástrofes naturales, tratando de visibilizar nuestro trabajo.

El tiempo es tan subjetivo y maleable, que 42 segundos de nuestras vidas pueden quedar registradas en nuestra memoria para ser imborrables

Hablamos sobre la invisibilidad o falta de apuesta de las Actuaciones Psicosociales en Emergencias. Si los daños materiales y físicos de las emergencias naturales se reconocen abiertamente (y también la necesidad de invertir en ellas), con los daños psicológicos no ocurre lo mismo. Las secuelas en la salud psicosocial sufre la falta de visibilización y apuesta gubernamental que les caracteriza.

Por si fuera poco, contamos con un doble reto que es la segunda invisibiliación: la falta de apuesta del Cuidado al cuidador en acción humanitaria. ¿Quién cuida del rescatista/interviniente/servidor público? ¿Quién me cuida a mí?

Por otro lado, cada persona puso en cuestión su historia personal, un balance del terremoto en sus vidas y las repercusiones un año después. Llama la atención las narrativas tan minuciosas sobre todo lo ocurrido, como 42 segundos pueden hacer grabar en la memoria algo imperdible para su recuerdo. Un terremoto deja inscrito cada mínimo detalle, con la diferencia expuesta en cómo reaccionan ante el terremoto. La aceptación hizo su trabajo.

Esta sesión tuvo una mezcla entre la experiencia gratificante de compartir nuestras historias que nos resuenan tan cercanas, unidas con la necesidad de querer apostar por una respuesta psicosocial eficaz cuando existe cualquier demanda de emergencia.

Heridas aún sin cicatrizar

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Zona cero de Portoviejo días después del terremoto. Abril, 2016

Nos encantaría decir que, después de un año todo está cerrado y curado; pero a veces no es así. Hace unos días hablé con un rescatista, el cual se sentía y siente culpable por no haber salvado a personas que aún estaban con vida entre los escombros. “Los recuerdos siguen tan nítidos que a veces mi único miedo es saber si podré borrarlos”. No todo son cicatrices, sino que permanecen siendo heridas. Hacer las paces con el recuerdo y la culpabilidad no siempre es tan fácil. Hay rescatistas que necesitan más de un año para lidiar con su dolor que supone esa voz crítica del interior nuestro: “se podría haber hecho más” “y si hubiera…” “tendría que haber…” son lamentaciones e intentos de tratar de salvar lo insalvable: el pasado.

El terremoto aviva sentimientos del pueblo ecuatoriano que ni ellos ni ellas sabían que existían

¿Cómo librarse de esas losas de culpabilidad? Ahí comienza de nuevo nuestra artesanía emocional, la del profesional pero más importante, la de la persona. Comprender que estar mal a raíz de un terremoto es comprensible ante un suceso que no lo es. De hecho, son reacciones normales ante sucesos anormales.

Debemos dibujar un nuevo mapa sentimental, con el duelo de la pérdida y sus fases de aceptación. Que el país no estuvo preparado para esta catástrofe natural. Que no fue su culpa y lo que hizo estuvo bien y fue lo correcto.

Cosiendo el porvenir

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Cientos de Jinetes cabalgaron en Portoviejo, en tributo al año del terremoto en Ecuador. 16 de abril de 2017

El terremoto aviva sentimientos del pueblo ecuatoriano que ni ellos ni ellas sabían que existían. Una manera de conciliarse con la normalidad, para reecontrarse con la alegría.

Por devenires de la vida, continuo en Ecuador. Actualmente vivo en Guayaquil y trato de seguir haciendo mi trabajo de artesano emocional (también llamado psicología clínica). El domingo 16 de abril volví a los lugares cercanos del epicentro, a juntarme con aquellas bellas personas que nos hicieron el trabajo más llevadero.

La capital de la provincia de Manabí se llama Portoviejo. Mi amigo Fidel me dijo hace un año que debería de llamarse Portonuevo, ya que el centro histórico quedo derruido y había que levantar la ciudad de nuevo.

Ya no bromea: es una realidad. La rutina se reapareció entre el caos. Estaban todos condenados a volver a la normalidad. Los aniversarios de una catástrofe son el fiel recordatorio que bien la adversidad puede ser una lección. Es un día incómodo, cierto, pero no solo nos ayuda a rememorar, sino también a valorar.

Especial dedicación a las heroínas y héroes del terremoto. A todas las personas que ahora comprenden mejor que nunca el término resiliencia. Su capacidad de superación no solo ha hecho que se sobrepongan a la catástrofe, sino que les permiten salir más fortalecidos que nunca.Para que todos continuemos con nuestra artesanía sentimental, cosiendo heridas y recibiendo hermosas cicatrices. Que podamos seguir haciendo arte con nuestras vidas. Que podamos tallar nuestra superación ante la adversidad.

Todas las fotografías son de Airam Vadillo

  • Artículos de opinión (Op-ed)

13 Reasons Why: Controversias y críticas

  • Alejandra Alonso
  • 27/04/2017

«13 Reasons Why«, es el título de un libro publicado en 2007 y escrito por Jay Asher. En base a este libro, Netflix lanzó  una serie con el mismo título que trata de una adolescente que se muda y comienza la escuela en una ciudad nueva y, tras varias fotos, rumores, insultos y hasta abuso por parte de sus compañeros, decide quitarse la vida. Pero antes graba 7 casetes, en los que plasma 13 razones por las que toma dicha decisión.

La serie no tiene “pelos en la lengua” para tratar temas tan difíciles como son el suicidio y las violaciones. Uno de los actores comenta: “Como sociedad tendemos a alejarnos de estos temas difíciles y a veces en el cine también y yo creo que es genial decir: No, esto es un problema y hay que enfrentarlo. “ En opinión de los productores, no mostrar las cosas tan horribles como son es peligroso y significa que se está minimizando el problema.

Aparte del suicidio y las violaciones podemos ver muchos otros temas tratados en la serie: el bullying, estilos parentales, problemas familiares, problemas escolares, redes sociales, drogas, alcohol, comunicación, relaciones interpersonales, falta de empatía, compasión, amabilidad, etc.

Por supuesto, las críticas no se hicieron esperar. Una de las más leídas fue escrita por una psicóloga australiana, Jaelea Skehan, que dio sus razones de por qué le preocupa que la gente vea la serie, brevemente ella opina que:

  1. La escena del suicidio es muy gráfica y no cumple con las recomendaciones internacionales sobre cómo hablar o ilustrar el suicidio. La razón de dichas recomendaciones es que, según las investigaciones (por ejemplo 1, 2, 3), puede llevar a personas vulnerables a quitarse la vida.
  2. Manda un mensaje erróneo de que el sujeto puede identificar las causas por las que decide contemplar el suicidio, a veces las personas no saben exactamente por qué se sienten tan mal.
  3. A pesar de haber tenido la oportunidad, no mostraron el impacto que el suicidio puede tener en las personas que eran cercanas o que conocían a la víctima. Solo se muestra el sufrimiento de los padres y, muy vagamente, el suicidio de otro joven a raíz de esto (y yo agregaría a Clay, el personaje principal, que sigue pensando en ella incluso antes de recibir las cintas y le cuesta muchísimo escucharlas, hasta trata de vengarla de alguna forma). El resto de los compañeros de Hannah y sus profesores están más preocupados por los casetes o las demandas judiciales.
  4. La forma en que apuntan a la culpa en cada episodio, mandando el mensaje de que, si alguien hubiera hecho algo de forma diferente, el suicidio no hubiera ocurrido. Esta cuestión del “y si hubiera”, no ayuda a las personas afectadas por el suicidio.
  5. La serie no anima a las víctimas a buscar ayuda. Ninguno de los jóvenes a los que les ha pasado algo o que saben que un amigo cercano pasó por algo, busca la ayuda de sus padres. Los papás son retratados como muy ocupados, sobre-involucrados, ausentes, desinteresados o sin poder ayudar. La única vez que Hannah busca ayuda, el manejo del caso por parte del counselor deja mucho que desear.
  6. Convierte al suicidio en algo romántico, mostrándolo como una forma de mandar un mensaje, aunque muchos jóvenes también opinan que fue egoísta de parte de Hannah dejar a los otros sintiendo culpa. Ambos mensajes son peligrosos para las personas vulnerables, según Skehan.

Aunque las críticas de Skehan son buenas, no me parece exagerado mostrar el hecho de que muchos adolescentes no hablan con sus padres, basta leer este párrafo de un artículo del New York Times sobre la serie, para ilustrar: “Nunca había oído del programa, así que supuse que Zoe no lo había visto”, afirmó Seiferheld. “Le pregunté cuando llegó de la escuela y me contestó: ‘Mamá, ya casi acabo de ver toda la serie. Todos mis amigos la ven también’. Nos muestra lo mucho que hacen a nuestras espaldas”.

Visto desde ese punto, pienso que querían retratar la comunicación deficiente que una gran mayoría de adolescentes tiene con sus padres, o la cantidad de cosas que viven y no comparten con ellos. En la serie, solo Jessica se atreve a hablar con su padre de lo que le pasa (luego de que Justin le confirme la verdad sobre lo que pasó en la fiesta) y también lo hace Clay, debido a al insistencia de su madre.

Es verdad que la serie puede hacer sentir una gran carga de culpa a aquellos que tienen a alguien cercano que se suicidó, pero también puede hacernos reflexionar sobre la crueldad y falta de empatía y compasión que nos rodean hoy y tal vez cambiar la actitud de muchos. La actriz que representa a Jessica (Katherine Langford) comenta su experiencia personal al leer el libro “13 reasons why” en la secundaria y dice que le ayudó a cambiar su actitud hacia los otros.

Creo que el objetivo de los productores de conseguir que se hable de estos temas difíciles (bullying, suicidio, violaciones) se consiguió, en la mayoría de las redes sociales. Pero también hubieron muchos mensajes poco claros y cuestiones que tal vez la serie podía haber tocado de forma más profunda, o haberle dado más importancia.

Si te pasó como a la señora Seiferheld y tu hijo ya vio la serie, es bueno que puedas conversar con el/ella para responder a sus preguntas y ver qué piensa tu hijo de los temas tocados en la serie.

Imagen: Periódico Digital

  • Artículos de opinión (Op-ed)

9 razones por las que debes elegir otra carrera profesional

  • Edith Gómez
  • 20/04/2017
Carrera universitaria

Existen estudios que indican que al menos un 40% de la población universitaria no está seguro con la decisión que ha tomado en su nuevo rumbo académico. Es muy común que haya llegado el momento en que te preguntes si eres parte de este porcentaje o si has comenzado a sentir que hay grandes señales que indican que debes renunciar y elegir otro camino.

Te recomiendo que analices si quieres cambiar de carrera antes de terminar con un título universitario, ya que sino perderás tiempo y esto provocará inconformidad e infelicidad en el futuro. Está bien cometer errores siempre y cuando sepamos cómo arreglarlos.

Escoger la carrera equivocada es algo que ocurre en la vida, no debes sentirte mal por eso. Pasamos toda nuestra vida descubriendo quienes somos, tener dudas es algo que te ayudará a tomar las decisiones correctas en el camino al éxito.

Aquí te dejamos 9 razones con la que podrías sentirte identificado.

1.- No escogiste tu carrera
Esto sucede muchas veces por distintas razones. Problemas familiares, dificultades económicas, falta de orientación o la más común, por dejar que otros escogiesen que era lo mejor para ti llevándote al extremo opuesto de tus sueños.

2.- Coincidiste con tiempos malos

Esto hace mención a la frase “víctima de la situación”. Puede que en un mal momento de tu vida se te presentara lo que llamamos “bote salvavidas”. Una beca, una oportunidad que no podías dejar pasar pues lo que de verdad querías estaba muy lejos de ser real o en ese momento parecía imposible. Entonces te embarcaste en una carrera que no te gustaba, pero que era “necesaria”.

3.- Te cuesta mucho cumplir con tus deberes
Si no lo amas, no lo hagas. El cansancio es algo que llega a la vida del estudiante universitario en cualquier momento. Las carreras universitarias exigen ciertos sacrificios y se te presentarán temas bastantes difíciles a lo largo de ella, pero cuando sientes que aquello que estudias no te emociona, no te interesa y es más una obligación que un placer, es hora de cambiar las cosas.

4.- Sigues pensando en aquello que pudo ser
Soñar despierto es una clara señal de una latente necesidad de cambiar de rumbo. No es algo normal estudiar ingeniería e imaginar que interesante habría sido poder ir a una escuela de arte o viceversa. Si tienes dudas, lo más sensato es tomar una pausa y pensar que es lo que de verdad quieres antes de avanzar más.

5.- El amor al dinero
Está bien esperar ganar dinero con tu profesión, pero esto no debe ser lo que principalmente te motive a estudiar en la universidad. A la larga puede resultar que hiciste un buen capital con lo que estudiaste, pero odias tu trabajo. O puedes encontrar el trabajo de tus sueños al escoger aquello que te apasiona.

6.- El miedo a no dar la talla
Muchos compositores, escritores, pintores o artistas tienden a escoger carreras universitarias contrarias a su vocación por miedo a no cumplir las expectativas de las personas con las que conviven a diario. Pudo ocurrir que preferiste complacer a mamá y papá que a ti mismo.

7.- Es mejor irse por lo seguro
También se le conoce como miedo al fracaso. Lo que querías estudiar era muy largo, muy difícil o con un campo laboral muy bajo en donde vives, así que decidiste irte por algo más básico y no arriesgarte a no poder con el reto que suponía seguir tus sueños. Esto hará que tarde o temprano, tus deseos y vocación te lleven la contraria en tu trabajo.

8.- Me moriré de hambre
Debemos aprender a ver más allá de nuestras fronteras. Lo que nos gusta a veces es difícil de alcanzar, pero no imposible. Que no consigas trabajo a la primera después de graduarte es algo que probablemente experimentes en cualquier carrera, haber escogido una carrera con más posibilidad de contratación no te exenta de esto. Puedes probar trabajos que pagan bien sin experiencia previa, mientras estudias lo que de verdad te sientes llamado a ejercer.

9.- No todos nacemos para ir a la universidad
Es tan claro como se lee. Existen carreras universitarias para casi todo lo que nos gusta, pero esto no significa que nuestra felicidad esté en una de ellas. Tu verdadera vocación puede estar muy lejos de aquello que has decidido ser por alguna de las razones que te hemos mostrado. Estudiar te ayuda a superarte y a abrirte puertas al éxito, pero un estudiante que no ama lo que hace será en un futuro un profesional mediocre.

Espero que estas razones te ayuden a darte cuenta de que tomar una decisión errónea a la hora de elegir una carrera no es tan malo como creías. Piensa que todos los errores se pueden arreglar si buscas la forma correcta de hacerlo.

Es una tarea difícil conocerse a uno mismo, incluso alguno se pasa toda una vida descubriéndolo. Pero si tú tienes la suerte de llegar a la conclusión de que en un futuro no vas a ser feliz con esa profesión que elegiste, sigue tu instinto y lucha por lo que realmente te apasiona y te gusta. Es tu oportunidad, no la dejes escapar. Tu felicidad depende de ello.

Imagen: Estudiante preocupada en Shutterstock

  • Artículos de opinión (Op-ed)

4 principios para guiar a los estudiantes de psicología

  • David Felipe Vega Villa
  • 09/04/2017

Cada día la Psicología parece ser más popular. Sus temas e investigaciones se esparcen ampliamente entre la comunidad, elevando el interés de la población; especialmente en esta era de la comunicación y las redes sociales, donde las investigaciones tienen cada vez más publicidad.

Ante un gran número de personas que se integran a la carrera de Psicología esperando ser futuros profesionales y la cantidad cada vez más alta de egresados que pululan en varios países (como Argentina donde ya hay más de 56,000 psicólogos según el diario La Nación), cabe preguntarse si se están formando psicólogos profesionales con altos estándares para responder a las necesidades de una sociedad que se fragmenta cada vez más. Donde el ser humano es cada vez más débil ante las circunstancias y la vida que parece acaecer como un estado angustiante sin fin.

Pero el tiempo avanza y se escucha más de una mala praxis psicológica, que de avances y trabajos valiosos por parte de los psicólogos. ¿Cómo nos estamos formando los profesionales en Psicología? ¿Qué hace falta? Puede que sean varios elementos, pero más allá de las limitaciones o recursos de los centros de formación, hay principios en el estudiante que deben resurgir.

Comprometerse con el aprendizaje:

Comprometerse implica cumplir con las obligaciones. Más allá de realizar un trabajo, completar un taller o hacer una exposición, comprometerse debería ser una labor ligada al aprendizaje. Muchas veces el estudiante realiza el trabajo, esa obligación tediosa y aburrida con un hastío interminable. A veces ni la realiza, la deja a un lado, no le interesa. Es en estos momentos cuando la época de la escuela parece volver a cada uno como una analogía a las obligaciones, se pierde el sentido de lo que se hace; seguimos materias impuestas, no es importante, al final la vida espera.

Pero aprender implica comprometerse y sacar lo mejor de cada experiencia. Cada labor supone esfuerzo y la consecución de una meta de aprendizaje. Si lo vemos solo como la futura nota, se pierde el sentido de la labor. Comprometerse implica trabajar con empeño, buscando aprender lo más importante, sacando los factores que nos servirán en nuestro quehacer profesional. Miremos el objetivo final: ayudar al otro.

Pasar cada semestre o periodo solo haciendo “las cosas por hacerlas”, por “salir del paso”, por “la nota”, nos termina llevando a ser profesionales con un bonito título, pero sin más aprendizaje que lo que podamos memorizar de un libro o una página en algunas horas.

Pasión:

Algo fundamental es la pasión. Ama lo que haces y estarás condenado al éxito, decía palabras más, palabras menos, Facundo Cabral. El estudiante debe entrar a la carrera con un factor inicial: interés, diversificado tanto en aprender como en el área como profesión.  Un interés inicial; algo que te inquieta al pensar o leer de un tópico o tema del área, y así comienza; un genuino interés que con el tiempo, esfuerzo y persistencia, se desarrollará en la más profunda pasión por lo que se hace. El amor por lo que en algún momento llegará a saber, es su misión.

Esa pasión que logras vislumbrar en atisbos momentáneos cuando superas los obstáculos y aprendes a usar cada vez más herramientas que te permiten ayudar al otro; que te permiten conocerte y conocer al mundo que te rodea cada vez más; esa pasión que solo te impulsa a mirar las grandes potencialidades que hay en todos y cada uno de nosotros, y que poco a poco, sabes cómo ayudar a que esas potencialidades salgan a la luz.

Vas escogiendo un enfoque, un camino, una dirección, un lugar; no lo sabes hasta que llegas al final; pero no importa donde vayas, esa pasión que empezó como un simple interés, te lleva como a todos, cada uno desde ramas, miradas, formas y caminos diversos, a buscar el bienestar del ser humano; no solo de cada persona que miras cada día, sino también de ti mismo como individuo.

El estudio del comportamiento y la mente humana, ese campo de misterios y descubrimientos que por generaciones han conducido al hombre a conocerse a sí mismo.  Si tienes interés; ese algo que te llama a mirar, a explorar, a descubrir. Felicidades, una pasión puede estar en progreso. Un camino de aprendizaje que se recorre sin interés, sin pasión, sin amor; es un camino lleno de dificultades y obstáculos que se aborrecen y se evitan constantemente.

Empoderamiento:

Ahora bien, si estamos comprometidos con lo que hacemos es entonces cuando observamos detalladamente cada proyecto, taller, o labor que se nos exige y empezamos a entender que hay muchas cosas que no calan con el objetivo del aprendizaje. Cuando nos comprometemos con el aprendizaje, con la pasión que nos llevó hasta la carrera, es cuando empezamos a tomar por nuestras propias manos estas labores, estos objetivos en el camino del aprendizaje y vemos que es posible mejorarlos, que el aprendizaje no se está desarrollando.

Es así como aparece este magnífico concepto que distingue a un estudiante regular de un estudiante que quiere ser un profesional: el empoderamiento. Empoderarse implica tomar parte activa de un proceso; es aquí donde la voz y el voto del estudiante toman su poder y valor. Es aquí cuando vemos que tal vez el objetivo de ese trabajo, de ese examen, de ese taller exige patrones de aprendizaje limitados.

Es aquí cuando podemos alzar la voz y ser partícipes de la reformulación del proceso del aprendizaje. ¿Cuántas veces no nos hemos sentido inconformes con una nota o con un trabajo porque exige un aprendizaje memorístico que muchos no pueden alcanzar? ¿Cuántas veces no nos quejamos porque los objetivos de aprendizaje se enfocan en labores que hacen preferencia a unos estilos de aprendizaje más que otros? Cuando vemos que los docentes fallan en el principio del aprendizaje, pero que en vez de solo criticar, actuamos; proponemos soluciones y alternativas, nos estamos empoderando.

Alzamos la voz pero con respeto, confiando que así como nosotros, nuestros docentes y estándares de formación quieren también que el aprendizaje mejore cada vez más. Empoderarse de los procesos de formación, proponer mejoras y soluciones y ser parte activa de los procesos es un factor fundamental para una formación del psicólogo cada vez más calificada y de mayor estándar.

Pero para esto, es necesario el compromiso y el empoderamiento, porque finalmente: ¿de qué sirven tantas quejas entre pasillos sobre un trabajo, un taller, lo que hace o no un docente, si cuando estamos en el aula solo nos dormimos y esperamos la hora para salir de allí pero no proponemos o actuamos?

Trabajo en equipo y fortalecimiento en competencias:

Una frase frecuente en la mayoría de ámbitos de formación, sea escuela, universidad o centro, es la de “no vienes a hacer amigos; algún día, los que te rodean serán tu competencia.” “Preocúpate por ti; que el otro falle al final.”  Pero esas frases no me causan más impresión que una simple y sencilla que escuche una vez de un compañero: “Que me interesa que el otro psicólogo sea malo, lo despiden y yo puedo ocupar su lugar; me preocupo por mi formación.”

Si bien es cierto que es necesario comprometerse con la propia formación y que la competencia en lo ámbitos formativos es una preparación al fuerte mundo laboral que se impone, cuando estos valores se ponen como estándares, puede que lleguemos a ser grandes profesionales pero lábiles seres humanos.

No podemos, como dice la expresión, “cargar al otro en burro” para que llegue hasta el añorado día donde recoja el título, como suele pasar entre amigos. Pero tampoco podemos desligarnos del otro en un individualismo que nos exalte como los únicos “buenos”; los únicos que “servirán” para ese mundo al que nos enfrentamos.

Cada compañero es un colega; un colega que también saldrá al mundo y que estará en contacto con muchas personas que solicitarán su ayuda; personas que, si encuentran un deficiente accionar por parte de ese colega, podrían terminar, no solo con daños irreparables en sí mismas, sino que también terminarán desacreditando nuestra labor que siempre ha sufrido de estigmas y ataques.  

Es necesario que los futuros psicólogos trabajen juntos. Es necesaria la cohesión para la formación integral de todos. Debemos procurar ayudar al otro; ser colaborativo; servir de apoyo para que todos juntos alcancemos la meta como profesionales íntegros que saldrán al mundo y responderán de una forma eficiente a las necesidades que cada persona, grupo o sociedad nos presente.

No se trata de ayudar al compañero pasándole las preguntas para pasar el examen o poniéndolo en el trabajo porque es un gran amigo; se trata de ayudarlo a alcanzar su potencial; de que pueda dar lo mejor de sí; de que pueda comprometerse con lo que hace para que transforme su aprendizaje y visión.

He encontrado personas con grandes potenciales solamente al trabajar con ellas, potencialidades muchas veces escondidas pero que deben hacerse reconocer. Disminuir a los demás para ensalzar algunos es una práctica habitual; pero destacar lo que cada uno puede lograr con esfuerzo y dedicación es una tarea titánica que, cada uno como profesional o estudiante, puede llegar a hacer con cada compañero o colega.

Es una carrera, un gremio, una pasión que nos une a todos. Si hablan de un colega, hablan de la Psicología en general, nos afecta a todos, por eso no debemos encerrarnos en lo propio. Finalmente, aprender en equipo multiplica las potencialidades y capacidades de cada uno.

En conclusión, un estudiante en formación que trabaje con pasión y compromiso, empoderándose de su proceso de aprendizaje y trabajando en equipo, buscando potencializar sus competencias y capacidades así como fomentar la de sus colegas; sería un estudiante que mañana se convertirá en un profesional de calidad, sin necesidad de que salga de una universidad prestigiosa. Son factores que no están lejos de cada uno de nosotros, es solo cuestión de esforzarse por alcanzarlos.

Esta es mi opinión personal, surgida de situaciones que percibo día a día, pero que creo firmemente que son necesarias en este mundo que cada vez necesita más Psicólogos que sean no solo buenos profesionales, sino también buenos seres humanos.

Imagen: Estudiante en Shutterstock

  • Artículos de opinión (Op-ed)

Adiós al diván: Argentina deja el Psicoanálisis por las pseudoterapias

  • David Aparicio
  • 26/03/2017

No es un secreto para nadie que el Psicoanálisis no cuenta con evidencia rigurosa que demuestre su efectividad terapéutica. Aun así es una de las terapias más difundidas y enseñadas en Argentina. Ayer el diario La Nación publicó un artículo sobre el auge que están teniendo las “terapias alternativas”, en respuesta a las necesidades que el Psicoanálisis no ha podido responder:

En el país con más psicólogos per cápita del mundo -hay 82.776 activos, es decir, casi 200 profesionales de la salud mental por cada 100.000 habitantes, según la información publicada en el Atlas de Salud Mental de 2014, elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS)-, las terapias alternativas ganan terreno entre las más tradicionales, dentro de las que se cuenta el psicoanálisis. Aunque muchas de estas nuevas terapias dicen tomar los conceptos acuñados por Sigmund Freud -algo que les aporta una gran cuota de credibilidad- la realidad es que lo que las hace populares es que proponen un abordaje totalmente distinto: tratamientos más cortos, focalizados en cuestiones puntuales y que en su mayoría incorporan el cuerpo como elemento fundamental de trabajo.

Las terapias alternativas más populares en Argentina:

Desde EMDR, pasando por bioenergética, constelaciones familiares, memoria celular, coaching ontológico hasta mindfulness, la búsqueda del bienestar o de sanación emocional es amplia y muchas veces complementaria de las terapias psicoanalíticas formales. En otros casos, en cambio, es consecuencia de una ruptura (producto del desencanto) de los métodos más tradicionales. «El EMDR va directo a lo que te pasa, te hace salir más rápido de esa zona de oscuridad -plantea Silvina-. Lo que te demanda tres años de psicoanálisis convencional, acá te lleva uno. Y cuando dejás el consultorio no te vas angustiada o sintiendo que te dieron una paliza. Antes de «cortar» se hace una relajación que busca bajar la mente a un estado de paz. Es ese lugar calmo que uno se construye psíquicamente», dice Silvina, que ahora empezó a estudiar Psicología.

Está claro que hay una enorme necesidad de tratamientos efectivos, focalizados y de bajo costo, que el Psicoanálisis no ha podido suplir dichas necesidades y que por eso los pacientes optan por otras terapias más específicas, breves y de costo reducido. El problema –el gran problema– es que estas supuestas “terapias” se aplican bajo la clásica premisa del “a mi me sirve” en vez de la evidencia robusta, como es de esperar en cualquier tipo de tratamiento. Gracias a años de estudios e investigaciones, hoy en psicología contamos con tratamientos basados en la evidencia, que han demostrado ser eficaces para tratar los trastornos mentales, que son focalizados y de menor costo, pero que pasan desapercibidos porque lamentablemente los psicólogos eligen los tratamientos basados en preferencias personales y no en la evidencia.

Ni las constelaciones familiares (por cierto, nosotros hemos escrito sobre esta peligrosa pseudoterapia), ni la bioenergética, ni la memoria celular, ni el coaching ontológico son tratamientos psicológicos que han demostrado funcionar, son pseudoterapias que utilizan fundamentos de otras terapias más reconocidas para hacer un licuado con otros inventos propios y lo venden como nuevas terapias prometedoras. Son inventos que evitan que las personas recurran a terapias útiles y hasta pueden provocar resultados nocivos para los pacientes. No podemos reemplazar una terapia con evidencia insuficiente por otra terapia  con pobre o ninguna evidencia porque sino no vamos a parar a ningún lado y al final los peores afectados son los pacientes.

En el artículo también se exageran los beneficios del EMDR como una terapia que genera mejores resultados que otras terapias con robusta evidencia científica para tratar la ansiedad, estrés postraumático y fobias:

Esta herramienta es revolucionaria y sirve para curar heridas emocionales. Siempre digo que se puede vivir con cicatrices, pero no con heridas abiertas -dice la psicoterapeuta-. Este método considera al cerebro un procesador de información que procesa en función de lograr la supervivencia. Pero cuando hay una vivencia negativa o traumática el sistema «archiva» esa información en bruto, en bloque. Es tan dura la vivencia que no lo puede procesar, y es como si el sistema «se colgara». Eso produce secuelas y síntomas. En EMDR identificamos esos eventos que fueron archivados defectuosamente y los desensibilizamos. Desensibilizar significa bajar el impacto y reprocesar la información para que ese bloque de información ya no duela.

Es cierto que el EMDR cuenta con investigaciones que demuestran que ofrece mayor reducción de los síntomas del trastorno por estrés postraumático cuando se comparan con pacientes que no recibieron ningún tratamiento. Pero cuando revisamos más de cerca la evidencia descubrimos que el EMDR no ofrece mayores beneficios en comparación con otras terapias ya aceptadas y con robusta evidencia, como la terapia de exposición, una técnica que forma parte del repertorio de las Terapias Cognitivo Conductuales. Los resultados de dichas investigaciones sugieren que el mecanismo que hace efectivo al EMDR es la exposición a los recuerdos o situaciones y no el movimiento ocular (parte central de esta terapia). La APA (Asociación Americana de Psicología) es consciente de las limitaciones y ha catalogado al EMDR como un tratamiento de evidencia controversial. The Scientific American, publicó también un artículo de Hal Arkowitz y Scott Lilienfeld que explica con detenimiento la evidencia del EMDR y sus limitaciones.

En el artículo de La Nación también se menciona el auge que está tomando el mindfulness en Argentina:

La necesidad y la búsqueda de pausa son una de las claves que acercan cada vez más gente al mindfulness, una práctica ancestral oriental que ha calado hondo en el mundo occidental. Clara Badino, una de las principales referentes de esta práctica en la Argentina, asegura que «no es una terapia porque no persigue objetivos, pero es terapéutica. Es una práctica introspectiva que hace drenaje profundo del inconsciente y que pone el foco en la manera en que la mente se relaciona. No es alternativa, sino complementaria», define Badino, que comenzó con sus grupos en 1993, mucho antes de que el mindfulness se volviera la moda que es hoy. «El que llega por moda no dura nada. Es una práctica que genera incomodidad porque cultivamos la paciencia, aumentamos la medida de tolerancia.»

El mindfulness como lo explica Badino no es una terapia en sí misma sino una técnica, una práctica que ha demostrado ser efectiva en el tratamiento psicológico cuando se integra dentro de un encuadre terapéutico basado en la evidencia. Los mejores ejemplo son: La Terapia de Aceptación y Compromiso, Terapia Dialéctico Conductual y el Programa de Reducción de Estrés basado en mindfuless (MBSR, por sus siglas en inglés).

En definitiva, las pseudoterapias ganan espacio y aceptación porque las instituciones y las legislaciones de salud mental les han dejado terreno fértil para esto, se han alejado de los criterios basados en la evidencia para los tratamientos psicológicos y se basan únicamente en el clásico concepto del “todo sirve”. Hace un par de años Fabián Maero escribió un análisis que viene como anillo al dedo sobre esta problemática tan característica que vive Argentina y que recomiendo leer.

Por suerte, hay un movimiento pequeño pero constante y creciente que se está interesando por ofrecer tratamientos basados en la evidencia. A su vez ofrecen una perspectiva humana, cálida y cercana con las personas que sufren y que entienden que no hay que temerle a los datos científicos porque, como dice Carl Rogers, los datos nos acercan poco a poco a la verdad.

Lee el artículo completo en La Nación.

Nota del editor: Es necesario aclarar que si existen terapias de origen psicodinámico que han demostrado ser eficaces para trastornos mentales como el Trastorno Borderline de la Personalidad. 

Imagen: Spdecaracas

  • Artículos de opinión (Op-ed)

¿Por qué salir de mi zona de confort?

  • Edith Gómez
  • 16/02/2017

¿En algún momento te has sentido estancado? Como si tu situación actual no representara ningún reto ni preocupación para ti. De alguna manera te sientes confiado, seguro y a gusto, pero lo cierto es que no resulta nada productivo debido a que no hay oportunidades de cambio ni de crecimiento. Es como si estuviéramos desperdiciando nuestra vida.

Cuando intentamos salir de esa zona, comenzamos a sentir miedo por la incertidumbre de no saber qué nos espera. Somos humanos y es normal que temamos a lo que no conocemos. Sin embargo, debemos ir en búsqueda de las oportunidades. A pesar de que sea molesto el sentimiento de incomodidad con la situación nueva, al comenzar a experimentar cosas diferentes nos daremos cuenta de que el momento es ahora y debemos aprovecharlo.

Viéndolo de esta manera, podemos identificar las razones por las cuales debemos salir de esa zona de confort. En lo personal, tengo 4 razones:

Nos hace débiles

La mejor manera de vencer el miedo es afrontándolo. Es normal sentir miedo, pero debemos mantenernos firmes y no dejarnos consumir.

Una vez que hayamos abandonado la zona de confort y podamos avanzar, nos daremos cuenta de que ha valido la pena. Además de eso también nos sentiremos satisfechos y orgullosos de lo que hemos logrado. Si nos mantenemos motivados, será más fácil poder alcanzar nuestros objetivos.

Baja nuestra autoestima y nuestra seguridad

Si bien es cierto que algunas situaciones son aterrorizantes, si no intentamos hacerles frente a las mismas no podremos saber de lo que somos capaces. De esta manera nos sentiremos frustrados y desmotivados. Al poder superar los obstáculos, comenzaremos a sentirnos capaces de lograr lo que queramos.

No nos deja avanzar

Cuando estamos asustados, nos sentimos incapaces de avanzar. Los límites no deben ser impuestos por nosotros mismos, al contrario, debemos buscar los caminos para poder llegar a nuestro destino. Una gran alternativa es escuchar historias de éxito de personas que han logrado superar algún tipo de situación.

No nos permite ser creativos

Cuando estamos expuestos a una situación desconocida, nuestro propio instinto de supervivencia nos ayuda a idear maneras de resolver una situación. A veces son la presión, el estrés y la incomodidad los que sacan a relucir nuestros mejores momentos de creatividad e innovación.

¿De qué manera podemos salir de la zona de confort?

No le tengas miedo a las situaciones que te hacen sentir presionado:

En momentos de ansiedad comenzamos a sentirnos bajo mucha presión. Es por esto que cuando algunas personas intentan resolver algo y las mismas están sometidas a situaciones de estrés, les es más fácil manejar los conflictos de lo que sería resolverlos en una situación normal. Esa sensación de incomodidad y presión que nos hacen sentir algunas situaciones (sobre todo cuando hay cambios, cuando salimos de la zona de confort), no debe ser vista como un problema sino como un desafío, donde podemos descubrirnos y sentirnos bien al saber que enfrentamos algo que nos daba miedo.

Cambiando e innovando:

Haz cosas que generalmente no harías. Tal vez puedes comenzar por cambiar pequeñas rutinas o hábitos que no son beneficiosos para ti. Te puedes sorprender y encontrar cosas que no sabías que te gustaban. Y si no es el caso, de todas formas has experimentado algo nuevo y definitivamente has aprendido de esto.

Manteniendo el espíritu en alto:

Este punto se conecta con el anterior ya que se logra al hacer cosas que antes no hubiéramos podido hacer. Si queremos lograr algo, trabajemos para lograrlo. Definitivamente hay muchas oportunidades que aprovechar y no basta con quedarnos con los brazos cruzados. Si no tenemos claro lo que queremos, entonces enfoquémonos en buscarlo, de esta forma también nos conoceremos mejor a nosotros mismos.

No te acostumbres a las situaciones:

Si logramos salir de la zona de confort, en primera instancia tenemos que asegurarnos de no volver a entrar a la misma. Cuando se nos presentan nuevos retos y los asumimos con valentía, llegará un momento en donde ya no serán más un reto sino parte de nuestras rutinas. Si esto resulta de esta manera, debemos tener cuidado de no acostumbrarnos y poder avanzar hacia el siguiente reto.

No te des por vencido, ni aún vencido (citando a Almafuerte):

Más de una vez hemos pensado en abandonar la guerra en la primera batalla. Esto es algo que debemos evitar. Si se nos presenta una situación difícil que no sabemos manejar, analicémosla y determinemos la mejor manera de resolverla. Quizá funcione al primer intento o quizá no. Depende solo de nosotros mantenernos de pie y preparados para seguir avanzando.

Una vez que logremos salir de nuestra zona de confort, seremos personas más capaces de asumir retos y resolver problemas, no porque tengamos la respuesta a todo si no porque sabemos cómo afrontarlos. Se trata de la actitud que tengamos y la determinación de ir siempre hacia adelante.

Imagen: Ranggi Manggala (Unsplash)

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