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Serie recomendada: La mente, en pocas palabras

  • David Aparicio
  • 24/05/2020

La mente, en pocas palabras, es una miniserie de 5 capítulos de 20 minutos, narrados por la cautivadora voz de Emma Stone en la que explora los temas más fascinantes de la mente humana. He disfrutado mucho esta serie y su formato la hace ideal para verla completa un fin de semana.

Capítulos:

  • Episodio 1, Memoria: El primer capítulo explica cómo hace el cerebro para almacenar, procesar y recuperar nuestros recursos y por qué algunos de nuestros recuerdos no son confiables.
  • Episodio 2, Sueños: ¿Por qué soñamos? ¿Qué es la melatonina y su efecto en el sueño? ¿Cuántas horas realmente necesitamos de sueño? Y explican 9 datos científicos sobre el sueño.
  • Episodio 3, Ansiedad: Una exploración sobre los trastornos de ansiedad
  • Episodio 4, Mindfulness: el efecto de la práctica de mindfulness en el cerebro, y sus beneficios.
  • Episodio 5, Alucinógenos: La historia de los alucinógenos y cuales son los efectos que provocan en el cerebro.
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Ansiedad e impulsividad

  • CETECIC
  • 22/05/2020

Frecuentemente, utilizamos las expresión «estoy ansioso» o «soy ansioso» para referirnos a experiencias emocionales tan diferentes como la preocupación angustiante por un examen difícil, el apuro por llegar a una cita con una persona que nos gusta o las ganas de salir en un viaje que estamos preparando hace tiempo. Pero, claramente, las emociones que acompañan a tales eventos no son las mismas. Si bien se trata de estados emocionales con algunos parecidos, la verdad es que priman más las diferencias.

Clarificando los términos: raíces en nuestro cerebro

Como ya hemos afirmado infinidad de veces en nuestros artículos, las funciones psicológicas debemos entenderlas en el contexto arcaico en el cual nuestro cerebro evolucionó. De este modo, la supervivencia y reproducción se encontraron atadas a la capacidad de dar respuesta a algunos desafíos naturales a los cuales se enfrentaron nuestros antepasados. Conceptualmente y en menor medida, también anatómicamente, podemos así identificar dos grandes sistemas primitivos y primarios; uno apetitivo y otro aversivo.

El sistema apetitivo primario, como su nombre lo indica, reacciona ante estímulos que satisfacen necesidades, como el hambre o el impulso sexual, lo cual es experimentado en general con un tono hedónico positivo, placentero. El sistema aversivo controla respuesta de tipo defensivas, como la huida de predadores o la lucha ante un contrincante, su tono hedónico predominante es negativo, vale decir, displacentero. Por supuesto, los sistemas no son los únicos que funcionan en nuestro organismo y si bien no son completamente excluyentes, a veces pueden competir.

El sistema defensivo primario, de tono aversivo, es el responsable principal de nuestras reacciones de ansiedad y enojo. Su activación está evolutivamente condicionada al escape y la lucha ante la amenaza y su tono emocional principal es la ansiedad o el miedo. Cuando nos encontramos en una situación donde consciente o inconscientemente percibimos amenaza, la amígdala, epicentro del sistema defensivo primario, comienza a disparar.

Si la amenaza es clara y/o la respuesta defensiva intensa, en pocos segundos nos volvemos conscientes y sentimos ansiedad. Esta emoción, ansiedad, se caracteriza por un sentimiento subjetivo de malestar, nerviosismo y aprehensión; en el plano cognitivo se experimenta como preocupaciones centradas en el foco de la amenaza; en el plano fisiológico, se dispara una respuesta de activación de la rama simpática del sistema nervioso autónomo, con reacciones como taquicardia, tensión muscular e hiperventilación; mientras que en el plano motor o conductual, tendemos a evitar, alejarnos, escapar de la situación que decodificamos como fuente de peligro. Veamos algún ejemplo.

Nos encontramos en la calle, caminando hacia nuestra casa de regreso del trabajo, ya es de noche, cuando observamos adelante, a una media cuadra, una situación de violencia; escuchamos gritos y algunas personas que corren. Todo sucede rápidamente frente a nuestros ojos, no logramos entender en unos pocos segundos de qué se trata, no obstante, experimentamos una brusca subida de ansiedad, palpitaciones y un poco de opresión en el estómago.

Antes de ser plenamente conscientes de la experiencia, ya nos detuvimos, dejamos de avanzar y probablemente ya estamos retrocediendo; no sin dejar de prestar atención a lo que sucede a unos metros. Esto es un ejemplo sencillo de ansiedad, una respuesta defensiva simple y normal. La reacción es automática y rápidamente nos conduce a la evitación, su sentido es transparente, alejarnos de una fuente potencial de peligro que nos puede dañar; sin importar que su significado final no esté claro: ante la ambigüedad, mejor es protegernos.

El sistema apetitivo primario es el principal responsable de nuestras conductas de aproximación a los estímulos que satisfacen nuestras necesidades, las cuales acarrean emociones gratificantes y placenteras. Ha evolucionado predominantemente en relación con la búsqueda de comida, compañeros sexuales y la formación de lazos sociales protectores en general. El hipotálamo es uno de los centros que controla este tipo de respuesta. Así, ante los estímulos apropiados como, por ejemplo, un potencial compañero/a sexual, el organismo se activa como modo de preparación para las conductas específicas de apareamiento de la especie.

Experimentamos un tono emocional positivo, al cual debemos llamar «impulsividad», caracterizado en el plano fisiológico por reacciones de activación, como un aumento de la presión sanguínea, la frecuencia cardíaca, la tensión muscular; el plano cognitivo se caracteriza por la atención focalizada en el estímulo específico (el potencial compañero/a) y la planificación de estrategias de aproximación; mientras que sistema motor tiene por rasgo distintivo conductas de aproximación al estímulo. Pensemos un ejemplo.

Un hombre heterosexual va a un lugar donde se baila tango, con el fin de sociabilizar y, eventualmente, conocer alguna mujer que le agrade. Mientras está sentado en una mesa tomando un trago con algunos amigos, observa una mujer que le gusta a unos pocos metros, con ella comienza inicialmente un juego de miradas, es decir, él la mira y observa que ella también lo mira a él. A partir de ese momento, se activa el sistema apetitivo; el hombre cada vez más estará pendiente de las reacciones de la mujer, su atención se centra en ella y en el momento evalúa las formas adecuadas para aproximarse; unos minutos después se levanta, se le acerca y la invita a bailar (conducta de aproximación). Mientras bailan, el hombre va experimentando un aumento de las reacciones fisiológicas como las descriptas arriba, esto es, frecuencia cardíaca, presión arterial, pero también más específicas como el entumecimiento del pene. El resultado final de la interacción es muy variable, puede ser una simple pieza musical, una relación sexual casual o un matrimonio con hijos…. Pero eso ya es otro tema.

En primer lugar queremos en este momento subrayar el paralelismo que se observa en las respuestas de tipo aversivas y apetitivas:

  • Ambas producen activación fisiológica1.
  • Ambas orientan los recursos atencionales hacia los estímulos evocadores específicos, sobre los cuales se generan cogniciones específicas.
  • Ambas poseen un carácter emocional.
  • Ambas dependen de sistemas evolutivamente arcaicos relacionados fuertemente con la supervivencia y finalmente, la reproducción de la especie.

Pero también encontramos diferencias, entre ellas:

  • Una observación más cercana, revela que el perfil de activación fisiológico es diferente en cada caso.
  • La focalización atencional es mucho más marcada en relación con el sistema aversivo respecto del apetitivo.
  • El tono emocional experimentado en cada uno de ellos es completamente diferente; uno es muy displacentero mientras que el otro, muy agradable.
  • El sistema aversivo se caracteriza por respuestas motoras de evitación y escape mientras que el apetitivo, contrariamente, por reacciones de aproximación.

El análisis comparativo de los dos patrones de respuesta podría seguir muy largamente. Nosotros preferimos detenernos acá pues alcanza para lo que deseamos desarrollar, esto es, algunas aspectos a tener en cuenta en el tratamiento cognitivo conductual de los desórdenes relacionados con cada uno de estos sistemas.

Los desórdenes derivados: trastornos de ansiedad y trastorno de control de impulsos

Los sistemas antes descriptos evolucionaron como adaptaciones durante millones de años. Como tantas veces hemos insistido, en la brecha que la cultura marcó con la evolución biológica hay que buscar el origen de muchas de la patologías psicológicas (y también médicas, pero ese no es nuestro tema).

El sistema defensivo primario suele ser el terreno en el que se experimentan los desórdenes de ansiedad. Sugerimos al lector que revise nuestro artículo «¿Por qué la ansiedad se vuelve patológica?», donde encontrará una descripción más detallada de diferentes mecanismos por los cuales esta emoción nos da tantos problemas en nuestra vida moderna y llena los consultorios de los psicólogos. Acá recordaremos que nuestro cerebro evolucionó en un ambiente lleno de peligros de tipo físico, donde la supervivencia y reproducción dependían de correr rápido o pegar fuerte y, especialmente, donde era mejor interpretar la ambigüedad en su peor sentido.

Esto es importante pues uno de los aspectos centrales que caracteriza la ansiedad patológica en la intolerancia a la incertidumbre. En el ejemplo antes descripto para explicar el sistema defensivo primario, en el que en la vuelta del trabajo nos topamos con un episodio de violencia callejera, nos hemos centrado ex profeso en un caso claro y sin ambigüedades, para ilustrar la naturaleza de nuestra respuesta defensiva en un contexto adaptativo actual.

Pero ¿qué sucede cuando venimos caminando por una calle vacía y a unos metros vemos dos hombres parados? ¿Son dos personas que simplemente se encuentran conversando, que ni siquiera van a notar mi presencia o son dos ladrones que están esperando a su próxima víctima? Otro ejemplo, más sutil y más culturalizado aún: tengo una pequeña inflamación en el rostro, duele, pica y está caliente; el médico me dijo que tome un antibiótico, que luego que se desinflame seguramente hay que extraer pues se trata de un quiste. No dijo más nada… pero ¿y si es un tumor? ¿Cómo estoy seguro de que no es un tumor maligno? Y podemos encontrar más ejemplos: ¿Cómo saber que mi amigo no piensa que soy un tonto, que mi pareja no me engaña? ¿Y si este mareo con el que me levanté hoy es el primer signo de un tumor cerebral o un incipiente ACV?

Los ejemplos se multiplican infinitamente en un ambiente en el cual los humanos actuales estamos plagados de situaciones ambiguas que pueden ser fácilmente interpretadas de modo pesimista y negativo, pero que en la grandísima mayoría de los casos sólo son detalles inofensivos que debo dejar pasar. Pero nuestro cerebro no evolucionó para eso, no evolucionó para ser optimista y feliz; sino para sobrevivir y dejar copias de sí mismo, reproducirse y perdurar ese patrón. La felicidad es algo que se construye y cada ser humano tiene que recorrer el aprendizaje de que, la gran mayoría de las veces, la ambigüedad no es peligrosa. Cuando eso no se logra, el sistema defensivo primario se impone y tenemos alguna forma de trastorno de ansiedad.

Así, los trastornos de ansiedad son una expresión del sistema defensivo primario; se los considera desadaptativos porque no existe un peligro real pero quien lo padece reacciona como si lo hubiera. Se caracterizan por la activación fisiológica y cognitiva orientada a la evitación y el escape de la fuente de peligro, de lo que percibimos como peligro, sea real o imaginario; pero escapamos de ello, nos alejamos y nos vamos.
Aquí radica justamente una de las claves de por qué hay una técnica que sobresale por su eficacia para el tratamiento: la exposición. Ella implica lo opuesto a lo que patológicamente representa un trastorno de ansiedad; vale decir, si la ansiedad patológica me lleva a evitar y escapar del peligro imaginario; la exposición me ayudará a afrontarlo.

En cualquiera de sus múltiples variantes, la exposición siempre lleva a que el paciente se ponga en contacto con las fuentes de peligro imaginario y de ese modo, se conduce a un aprendizaje de extinción. Este último, el aprendizaje de extinción, es un tipo muy especial de proceso que ocurre en nuestro cerebro para acabar con los miedos; la exposición es la técnica por medio de la cual los psicólogos cognitivo-conductuales procuramos producir ese aprendizaje. Así, la exposición es la técnica y el aprendizaje de extinción es el proceso neural involucrado.

Y todo esto funciona muy bien… lo sabemos hace años. Los trastornos de ansiedad constituyen un grupo de cuadros de los más comunes sobre los cuales operamos los psicólogos cognitivo-conductuales. La efectividad de los tratamientos es alta, junto con las depresiones moderadas unipolares son los cuadros de mejor pronóstico y la motivación del paciente para terminar con el problema es alta. En efecto, la ansiedad patológica genera sufrimiento subjetivo y coarta la vida de la persona de diversas formas. De este modo, el paciente se siente mal y muy típicamente la ansiedad le impide o dificulta seriamente hacer las actividades que desea. Así, el agorafóbico no puede salir a la calle, el fóbico a los exámenes no puede progresar en la facultad, el fóbico social se aísla y no consigue pareja. En todos los trastornos de ansiedad encontraremos tarde o temprano algún impacto variable en la calidad de vida del individuo. No es de sorprender, entonces, que quien lo padece tenga motivación para el cambio. Otro es el escenario de los desórdenes de control de impulso.

El sistema apetitivo constituye el suelo donde, al menos parcialmente, germinan los desórdenes del control de los impulsos. El ambiente arcaico donde nuestro cerebro evolucionó era restringido en alimentos y los compañeros sexuales se obtenían de modos muy diferentes a las actuales citas por Tinder. Así, durante millones de años los humanos hemos sido seleccionados para gustar de alimentos grasosos e hipercalóricos, cuya obtención implicaba esforzarse físicamente, caminar, cazar, trepar; lo cual imponía un fuerte desgaste energético que se absorbía de los mismos alimentos que tanto costaba conseguir; el equilibrio entre esfuerzo y refuerzo se volvía delicado. Así, ¿qué pasaba si un humano primitivo, un cazador / recolector de la prehistoria, daba accidentalmente con un árbol lleno de frutos? Lo mejor que podía hacer era tratar de comer todos los que cupieran en su estómago, para generar una reserva energética que lo resguardara por si en los próximos días no conseguía alimentos; la nomenclatura moderna psiquiátrica llama a esto «trastorno por atracón».

¿Y qué hay de la sexualidad? Pues bien, esto tal vez merezca un artículo aparte pues, evolutivamente hablando, los hombres y las mujeres difieren mucho en lo que es adaptativo. Probablemente, la narrativa de la sexualidad humana en términos evolutivos suene bastante repulsiva para los humanos modernos, en especial para algunas corrientes del feminismo. Lo que la evolución premia a largo plazo no es la calidad de vida y el amor con el que tenemos relaciones sexuales, sino la cantidad de copias que dejamos de nosotros mismos. Así, un hombre primitivo que utilizó sistemáticamente la violencia para tener relaciones sexuales con mujeres seguramente dejó más descendencia fértil que uno que fue tímido y respetuoso. La clasificación diagnóstica actual también tiene un nombre para estas personas, «psicópatas sexuales». Pero hay que reconocer que si retrocedemos muchas generaciones, todos tendremos algún antepasado violador…

Las dos funciones primitivas más básicas conducen por su exceso a problemas alimentarios y sexuales como los mencionados; pero el asunto no acaba ahí. El mundo moderno nos ha dado a los seres humanos un infinito número de elementos que se vinculan de diversos modos con este sistema primitivo apetitivo. Así, por ejemplo, la acumulación de dinero (que nosotros llamamos un reforzador generalizado) suele producir una fuerte activación de las mismas áreas apetitivas que la comida o la sexualidad. Y quizá no haya mejor ejemplo en este terreno que el de las sustancias psicoactivas.

Cuando una persona utiliza, por ejemplo, cocaína; tal sustancia llega a los mismos sistemas de neurotransmisión que se activan cuando tenemos relaciones sexuales. Pero también hay muchas diferencias. Para disfrutar de las relaciones sexuales tenemos que seducir a otra persona, hacer una cita u otro comportamiento prosocial, invertir tiempo, energía física de nuestro organismo y aun así, todo puede salir mal dado que la otra persona puede no gustar de nosotros y, finalmente, no querer tener relaciones sexuales. Contrariamente, la cocaína sólo lleva unos segundos para ser aspirada, con un mínimo esfuerzo se obtiene un placer seguro y mucho mayor que el de la cópula sexual. Claro está, las consecuencias a largo plazo son muy diferentes.

De este modo, cuando nos encontramos frente a un problema de control de impulsos, el desafío consiste en dejar de hacer lo que nos apetece, lo que fácilmente nos brinda placer. Contrariamente a lo que sucede con la ansiedad patológica, los trastornos de control de impulsos no generan conductas de evitación y escape sino todo lo contrario, conductas de aproximación. En este sentido, hemos de tomar nota muy bien de que la exposición se lleva adelante con fines muy diferentes, tanto que tal vez deberíamos considerar que es otra técnica.

El cuadro de los desórdenes de control de impulso se completa con alguna forma de déficit en el dique racional, el cual está asentado predominantemente en el lóbulo frontal. Poniendo las cosas de modo muy simple, nuestra corteza frontal, asiento de la racionalidad, pone un límite al sistema, inhibiendo conductas que, a pesar de ser placenteras, pueden dañarnos. Así, nos ayuda a pensar cuánto debemos y podemos gastar con nuestra tarjeta de crédito para comprarnos el teléfono que nos gusta o nos permite calcular las consecuencias desagradables de padecer un problema respiratorio crónico si continuamos fumando.

El tratamiento orientado hacia el control de impulsos habrá por ende de abordar dos frentes al menos: por un lado, deberemos aprender a moderar la fuerza con la cual experimentamos el impulso y por otro, habremos de aumentar el dique racional de autocontrol que nos inhibe de realizar lo que no nos conviene. En este contexto, utilizamos varios procedimientos: discusión cognitiva, entrenamiento en autocontrol, entrenamiento en autoinstrucciones, control del estímulo precedente y, también, exposición.

Pero en este caso la exposición no es una técnica de extinción del miedo y la ansiedad patológicos, no es la técnica que facilita el aprendizaje de extinción sino que, diferentemente, es una suerte de entrenamiento en autocontrol. El sujeto se expone a lo que dispara su impulso y practica autocontrolarse, es decir, no hacer lo que tiene ganas de hacer. Eventualmente, podríamos discutir si se trata más de un ejercicio de prevención de la respuesta. Pero definitivamente no es exposición en el mismo sentido que la que usamos para los cuadros de ansiedad patológica.

Dado que los desórdenes de control de impulsos proceden de la satisfacción de necesidades básicas, comportando un tono hedónico placentero, no resulta raro que el paciente no esté tan motivado para el tratamiento. Es relativamente normal que nos encontremos frente a adictos, jugadores patológicos, gastadores compulsivos, obesos crónicos que tienen poca o nula motivación para cambiar. En estos casos, contrariamente a lo que sucede en la mayoría de los cuadros de ansiedad, el trastorno es inmediatamente placentero y el esfuerzo por cambiar debe hacerse a costa de perder ese placer en pos de un futuro mejor. En este contexto, no nos sorprende tampoco que la efectividad de los tratamientos sea mucho más baja que la observada en trastornos de ansiedad.

Conclusiones

En el presente artículo hemos realizado un recorrido comparativo de dos tipos de problemas con los que el psicólogo cognitivo conductual se enfrenta cotidianamente en la clínica.

  • Los problemas derivados de la ansiedad patológica, relacionados predominantemente con el sistema defensivo primario, para cuyo tratamiento los pacientes suelen mostrar alta motivación pues les acarrea importante sufrimiento subjetivo. En el concierto de técnicas utilizadas, sobresale la exposición. El pronóstico generalmente es muy bueno.
  • Los problemas derivados de los impulsos elevados, relacionados especialmente con el sistema apetitivo primario y un sistema de autocontrol frontal/racional deficitario. En este caso, la motivación para el tratamiento es menor pues los pacientes experimentan como placentera la satisfacción del impulso y el sufrimiento subjetivo suele relacionarse con consecuencias posteriores al accionar en exceso. Entre los procedimientos utilizados, la exposición no parece tener un rol particularmente destacado. Por otra parte, tanto desde la fenomenología práctica de su aplicación hasta los mecanismos neurales postulados, la exposición en el desorden de control de impulsos difiere respecto de lo que se aplica en la ansiedad patológica; sugerimos que tal es la diferencia que ni siquiera se trata del mismo procedimiento.

Por supuesto, existen infinidad de casos mixtos, en los cuales los dos tipos de problemáticas se superponen e interaccionan complejizando el cuadro. A modo de ilustración, ¿qué sucede cuando a una persona adicta se le amenaza con quitarle la sustancia? Ve en esto una amenaza, reacciona así con ansiedad y/o enojo. Una persona que padece un TAG puede estar en la previa de un viaje que anhelaba mucho. El viaje es un potente reforzador que aumenta la impulsividad, en este caso, como es sana, solemos llamarla entusiasmo, por ejemplo. Pero quien tiene TAG está probablemente más preocupado ante la posibilidad de una huelga de pilotos de aviones que por planificar sus vacaciones; por ende, frente a la lejana y mínima posibilidad imaginaria de que algo falle, reacciona más con ansiedad que con entusiasmo.

Podríamos multiplicar infinitamente los ejemplos en los cuales interaccionan los sistemas y abrir una interesante discusión respecto a cómo conducir el tratamiento en estos casos. Pero ello ya es un tema que dejamos planteado para un próximo trabajo, el cual ya estamos ansiosos por escribir. ¿O estamos impulsivos? ¿O ambos?

Por: Lic. Carmela Rivadeneira, Lic. José Dahab y Lic. Ariel Minici


  1. En este punto, siempre conviene citar el clásico experimento llevado adelante por Schachter y Singer en el año 1962. Si bien sus conclusiones, en sentido estricto, se han demostrado erróneas; el experimento sigue siendo un clásico para entender la relación entre emoción y fisiología. ↩︎
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Análisis funcional en problemas de conducta en personas con autismo

  • David Aparicio
  • 22/05/2020

El análisis funcional de la conducta es una de las herramientas más poderosas y efectivas en el proceso de modificación de conducta. En esta clase Mauro Colombo, especialista en análisis conductual aplicado (ABA) explica cuales son los principios del análisis funcional para modificar problemas de conducta en personas con TEA. 

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Depresión y comorbilidad

  • Alejandra Alonso
  • 21/05/2020
La depresión frecuentemente aparece acompañada de otros trastornos mental (generalmente ansiedad o abuso de sustancias) y varias enfermedades crónicas (diabetes, enfermedades cardiovasculares, hipertensión, trastornos respiratorios crónicos y artritis). Un grupo de científicos apuntó a proveer un panorama completo de dicha comorbilidad para la depresión, en pacientes de un país desarrollado con un sistema de salud relativamente bien equipado (Alemania).

Porqué es importante

Estudios previos se han basado en auto-reportes y no han evaluado el espectro entero de diagnósticos mentales y somáticos.

Metodología

Se trata de un estudio transversal basado en datos de reclamos médicos de todos los seguros médicos públicos a nivel nacional, que incluye datos del 87% de la población alemana. Se tomaron los años 2009 a 2017. No hubo datos de residentes con seguros médicos privados. Los registros incluyen datos como edad, sexo, área residencial y diagnóstico según CIE-10. Los científicos se enfocaron en pacientes con diagnóstico de depresión unipolar, de 15 años o más. Los casos se catalogaron como leves, moderados o graves de acuerdo al código de la CIE-10 utilizado. En total, se incluyeron los datos de más de 5 millones de personas. Se utilizó un grupo control con similares características demográficas pero sin diagnóstico de depresión.

Resultados

Comorbilidad mental

Consistente con datos anteriores, se confirma el fuerte vínculo entre la depresión, la ansiedad y el abuso de sustancias. También se encontró que las personas con depresión tienen mayor riesgo que la población general de presentar casi todos los trastornos mentales. El riesgo aumenta con la severidad de la depresión. Dos tercios de los casos de depresión presentaban al menos un trastorno mental comórbido. Los autores identificaron trastornos somáticos relacionados al estrés, neuróticos (que abarcan mayormente trastornos de ansiedad) como los que mayor comorbilidad presentaban, afectando a entre el 60 y 65% de las personas con depresión moderada a severa. Además observaron una preponderancia femenina en los trastornos de ansiedad en la depresión. El abuso de sustancias quedó en segundo lugar en cuanto a prevalencia de trastornos mentales comórbidos, afectando a entre el 12 y 20% de los casos de depresión, dependiendo de la severidad.

Comorbilidad con enfermedades crónicas

La evidencia del estudio se suma a datos previos que encuentran comorbilidad entre la depresión y las enfermedades cardiovasculares (hipertensión, enfermedades coronarias y de las venas), enfermedades metabólicas (diabetes mellitus, obesidad), enfermedades neurológicas (entre ellas, migrañas, trastornos del sueño y epilepsia), el cáncer, enfermedades inflamatorias inmunomediadas, enfermedades respiratorias inferiores crónicas y enfermedades músculo-esqueléticas (dolor en la espalda baja, cervicalgia).

Mecanismos biológicos vinculados

Los autores del estudio señalan varios puntos importantes:
  1. La depresión se asocia con comportamientos poco saludables (fumar, consumir alcohol, falta de actividad física, dieta deficiente, falta de sueño) que también se sabe que son factores de riesgo para enfermedades crónicas comunes. La depresión se ha asociado con la falta de adherencia al tratamiento, lo que podría explicar el peor pronóstico entre pacientes con enfermedades crónicas y depresión.
  2. Se ha demostrado que la depresión tiene efectos neuroendocrinos, es decir, la activación del sistema nervioso simpático y la desregulación del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HPA) que, entre otros, promueve la disfunción endotelial, hipertensión, obesidad abdominal, hipercolesterolemia e hipertrigliceridemia, lo que confiere una mayor riesgos de diabetes y enfermedades cardiovasculares. Además, la actividad elevada de HPA puede afectar las características del ciclo menstrual, influyendo posteriormente en la capacidad de concebir.
  3. La evidencia indica que la depresión está relacionada con un estado de inflamación crónica de bajo grado, con niveles significativamente mayores de interleucina (IL) -1, IL-6, factor de necrosis tumoral (TNF) -alfa y proteína C reactiva ( CRP). El papel de la inflamación inmunomediada se reconoce cada vez más como el proceso fisiopatológico universal que subyace a numerosas enfermedades somáticas (diabetes, accidente cerebrovascular, enfermedades cardíacas, muchos tipos de cáncer, enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple y la artritis reumatoide), así como trastornos mentales, incluida la depresión. En base a estas observaciones emergentes sobre los mecanismos biológicos compartidos involucrados, la asociación de la depresión con diversas enfermedades somáticas es probablemente bidireccional.

Implicaciones

En primer lugar, los hallazgos resaltan la importancia de incluir monitoreo de síntomas de depresión en personas con enfermedades somáticas crónicas. Además, los científicos creen que sus resultados apoyan el desarrollo de tratamientos multidisciplinarios.

Limitaciones

Se nombran las siguientes limitaciones:
  1. La validez de los diagnósticos dependen de la precisión de los códigos diagnósticos.
  2. Dado el diseño transversal, no es posible realizar conclusiones sobre causas y efectos e interacciones de las asociaciones observadas.
  3. No se analizó el exceso de mortalidad en casos comórbidos (documentado en trastornos mentales graves en otras investigaciones).
Referencia del estudio: teffen, A., Nübel, J., Jacobi, F. et al. Mental and somatic comorbidity of depression: a comprehensive cross-sectional analysis of 202 diagnosis groups using German nationwide ambulatory claims data. BMC Psychiatry 20, 142 (2020). https://doi.org/10.1186/s12888-020-02546-8Fuente: BCM Psychiatry
  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Psicología para escépticos. Capítulo 16: Regulación emocional con Guillermo Lencioni

  • Mariano Scandar
  • 21/05/2020

Una charla distendida entre dos amigos sobre muchas siglas: ACT, TCC, DBT,MBT … Guillermo Lencioni nos cuenta sobre los aportes de diversas familias de psicoterapias para el abordaje de la desregulación emocional en diversos cuadros, como el trastorno límite de la personalidad, el estrés postraumático y los trastornos disociativos.

  • Salud Mental y Tratamientos

¿Pueden los trastornos posparto disuadir a las mujeres de tener más hijos?

  • Maria Fernanda Alonso
  • 21/05/2020

Quizás lo que más escuchamos cuando se habla de un embarazo y un nacimiento es que se trata de momentos únicos de la vida, y la connotación tiende a ser positiva. Sin embargo, esos momentos únicos pueden no ser preciados o atesorados por las personas que los viven Y una mención especial requiere la etapa que le sigue al alumbramiento, que sin dudas se encontrará llena de nuevas experiencias, pero no todas serán bellas, cargadas de amor y ternura. Un nuevo estudio encontró que el 69% de las mujeres que experimentaron trastornos psiquiátricos posparto dentro de los primeros seis meses después del nacimiento de su primer bebé continuaron teniendo hijos en comparación con el 82% de las madres que no experimentaron problemas psiquiátricos (Liu et al., 2020).

Investigaciones anteriores han demostrado que, en general, alrededor del 3% de las mujeres desarrollan trastornos psiquiátricos en los primeros tres meses después del parto. Estos trastornos abarcan una amplia gama de problemas de salud mental y generalmente implican una combinación de pensamientos, comportamientos y relaciones anormales con otras personas, explicaron los investigadores. 

Para este estudio, el equipo de investigación analizó datos de registros daneses de 414571 mujeres que tuvieron su primer nacimiento vivo entre 1997 y 2015 en Dinamarca. Siguieron a las mujeres durante un máximo de 19,5 años hasta el próximo nacimiento vivo, emigración, muerte, su cumpleaños número 45 o junio de 2016, lo que ocurriera primero.

Identificaron a las mujeres con trastornos psiquiátricos posparto al ver si recibían recetas de medicamentos psicotrópicos o si tenían contacto en el hospital por trastornos psiquiátricos durante los primeros seis meses después del nacimiento de su primer hijo.

Según los hallazgos del estudio, 4,327 – o 1% – de las mujeres experimentaron trastornos psiquiátricos después del nacimiento de su primer hijo.

El estudio descubrió que estas personas eran un tercio menos propensas a tener un segundo nacimiento vivo en comparación con las que no experimentaron trastornos psiquiátricos.

Si el primer hijo murió, la diferencia en las tasas de nacidos vivos subsiguientes desapareció. Sin embargo, si el problema psiquiátrico requería hospitalización, la probabilidad de que una mujer tuviera un segundo hijo casi se redujo a la mitad y este seguía siendo el caso si el primer hijo sobrevivía o no, informaron los investigadores.

«Aunque menos mujeres con trastornos psiquiátricos postparto tuvieron hijos posteriores, cabe destacar que alrededor del 69% de estas mujeres aún optaron por tener un segundo hijo,» dijo la Dra. Xiaoqin Liu, quien dirigió el estudio. “Para el 31% restante de las mujeres, necesitamos diferenciar las razones por las cuales no tuvieron otro hijo. Si evitaron otro embarazo por temor a una recaída, un mensaje clínico importante para ellas es que es posible prevenir la recaída.»

«Recomendamos que busquen la ayuda de sus médicos de familia o psiquiatras si quieren tener otro hijo, de modo que se puedan hacer planes de tratamiento específicos para sus necesidades individuales para reducir el riesgo de recaída, y para que su salud, bienestar y síntomas puedan ser monitoreados y tratados de cerca,” señaló.

Los investigadores observaron que las mujeres cuyo primer hijo murió tenían casi cuatro veces más probabilidades de tener un nacimiento vivo posterior que las mujeres cuyo primer hijo sobrevivió.

«Estos hallazgos sugieren que la tasa general reducida de nacimientos vivos posteriores entre mujeres que experimentaron trastornos psiquiátricos después del nacimiento de su primer hijo es, al menos en parte, voluntaria», dijo Liu.

Otras posibles explicaciones para la reducción en la tasa de nacimientos vivos posteriores pueden ser que las mujeres con trastornos psiquiátricos posparto son menos capaces de concebir o tienen relaciones más problemáticas con sus parejas.

Dentro de las limitaciones de esta investigación encontramos que aunque el equipo realizó un seguimiento casi completo de las mujeres a través de los registros daneses, no tenían información precisa sobre los mortinatos o abortos espontáneos. Solo se incluyeron en el estudio los embarazos que dieron lugar a un nacimiento vivo. Otra limitación es que podría haber sucedido que no todas las mujeres con trastornos psiquiátricos hayan recibido medicamentos o tratamiento hospitalario. Además, debido al hecho de que Dinamarca ofrece atención médica gratuita y fácilmente disponible para todas las personas, estos hallazgos podrían no ser generalizables a poblaciones que viven situaciones diferentes.

Referencia bibliográfica:

Liu, X., Plana-Ripoll, O., Ingstrup, K. G., Agerbo, E., Skjærven, R., & Munk-Olsen, T. (2020). Postpartum psychiatric disorders and subsequent live birth: a population-based cohort study in Denmark. Human Reproduction , 35(4), 958-967. https://doi.org/10.1093/humrep/deaa016

Fuente: Psychcentral

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La capacidad cognitiva se asocia positivamente con el apoyo a la libertad de expresión

  • Maria Fernanda Alonso
  • 20/05/2020

Más de 40 años de datos revelan que las personas con mayores capacidades cognitivas tienden a apoyar más la libertad de expresión, incluso la de los grupos con los que no comparten postura (Keersmaecker et al., s. f.).

El equipo de investigadores analizó 21 oleadas de datos recopilados entre 1974 y 2018 en los Estados Unidos por la Encuesta Social General (GSS), la mayor encuesta nacional de opinión pública de los Estados Unidos. Todas las encuestas incluyeron una prueba de vocabulario, que los investigadores utilizaron como medida de la capacidad cognitiva. Las encuestas también evaluaron las actitudes hacia la libertad de expresión para racistas, militaristas, homosexuales, antirreligiosos, comunistas y clérigos anti-estadounidenses-musulmanes.

Los participantes que obtuvieron mejores puntajes en la prueba de vocabulario tenían más probabilidades: de permitir que los miembros de un grupo social en particular dieran un discurso en la comunidad; de permitir libros que favorecen las ideas del grupo social en la biblioteca y de permitir que sus miembros enseñen en las universidades, independientemente del grupo social al que se dirigieran.

De keersmaecker y sus colegas realizaron un estudio similar con otros 300 estadounidenses, con la incorporación de fundamentalistas cristianos, miembros de grandes empresas y la Fiesta del Té como grupos sociales específicos. También se les pidió a los participantes que calificaran su preferencia hacia todos los grupos.

Aquellos con mayor capacidad cognitiva tendían a tener opiniones más favorables de los socialistas, homosexuales y antirreligiosos, mientras que tenían opiniones menos favorables de los militaristas, las grandes empresas, los miembros de la Fiesta del Té y los fundamentalistas cristianos. A pesar de la adición de los nuevos grupos de tendencia conservadora, los investigadores descubrieron que la capacidad cognitiva todavía se asociaba positivamente con el apoyo a la libertad de expresión, incluso después de controlar la ideología política.

«Las personas con niveles relativamente más altos de capacidad cognitiva apoyan con mayor fuerza la libertad de expresión para los grupos sociales en todo el espectro ideológico, también para los grupos que les disgustan relativamente,» dijo De Keersmaecker, autor principal de la investigación.

En un tercer estudio, los investigadores hicieron que 495 estadounidenses completaran una prueba de habilidad verbal más exhaustiva junto con una evaluación de la humildad intelectual. Luego, los participantes completaron las mismas medidas de apoyo a la libertad de expresión que en el estudio anterior. Una vez más, los investigadores encontraron una relación positiva entre la capacidad cognitiva y el apoyo a la libertad de expresión, que fue mediada por la humildad intelectual.

«Nuestros resultados demuestran que las personas con niveles más altos de capacidad cognitiva apoyan la libertad de expresión con más fuerza, y especialmente de manera más ‘amplia.’ En particular, también apoyan más la libertad de expresión para los grupos que expresan ideas con las que no están de acuerdo,” señaló De Keersmaecker.

“Sin embargo, el documento recibió cierta atención en las redes sociales, y algunas personas interpretaron estos hallazgos como una justificación del ‘discurso de odio,’ o que el ‘enfoque inteligente’ de la libertad de expresión es que debe ser absoluta, sin ninguna limitación. Este no es un mensaje que queremos transmitir, ni una conclusión que pueda extraerse del documento.»

«Cabe señalar que nuestros resultados muestran que las personas con mayor capacidad cognitiva apoyan más ampliamente la libertad de expresión, pero aún así diferencian entre los grupos y sus respectivas ideas. De hecho, para algunos grupos, como los que generalmente se asocian con el discurso de odio, el apoyo a la libertad de expresión sigue siendo limitado, pero, en interés de la discusión y el valor del intercambio de ideas, las personas con alta capacidad cognitiva tienen menos probabilidades de silenciar esas voces,” explicó De keersmaecker.

Finalmente debemos señalar que dentro de las limitaciones del estudio no queda claro qué tan bien se generalizan los resultados fuera de los Estados Unidos, particularmente en países que no tienen una fuerte tradición de protección del discurso. La investigación futura también podría emplear diversas medidas de inteligencia además de la capacidad verbal.

Referencia bibliográfica:

Keersmaecker, J. D., De keersmaecker, J., Bostyn, D. H., Van Hiel, A., & Roets, A. (s. f.). Disliked but free to speak: Cognitive ability is related to supporting freedom of speech for groups across the ideological spectrum. https://doi.org/10.31234/osf.io/b7kty

Fuente: Psypost

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El estrés laboral se relacionaría con un mayor riesgo de sufrir enfermedad arterial periférica

  • Maria Fernanda Alonso
  • 20/05/2020

Las demandas laborales, la presión y la carga de trabajo han sido relacionadas con la muerte de los trabajadores, así como con graves problemas de salud mental y física, sobre todo cuando el o la trabajadora está sometida a altas exigencias y cuenta con poca autonomía. Un estudio reciente encontró que las personas que informaron estrés relacionado con el trabajo tenían más probabilidades de ser hospitalizadas para el tratamiento de la enfermedad arterial periférica en comparación con aquellas que no informaron estrés relacionado con el trabajo (Heikkilä et al., 2020).

La enfermedad arterial periférica (EAP) es una enfermedad cardiovascular que ocurre cuando el colesterol u otras sustancias grasas en la sangre se acumulan en los vasos sanguíneos alejados del corazón, generalmente las piernas, lo que impide el flujo sanguíneo. Los síntomas a menudo incluyen dolor en las piernas al caminar. Si no se trata, la enfermedad arterial periférica aumenta la probabilidad de enfermedad cardíaca y accidente cerebrovascular. En todo el mundo, esta condición afecta a más de 200 millones de personas. A pesar de la considerable carga de la enfermedad arterial periférica, la evidencia sobre factores de riesgo específicos, incluidos los posibles objetivos de prevención primaria, es escasa, informan los investigadores.

Los investigadores evaluaron los registros de 139000 hombres y mujeres (36.4% hombres; la edad promedio de los participantes del estudio oscila entre 39 y 49 años) que participaron en 11 estudios separados entre 1985 y 2008 en Finlandia, Suecia, Dinamarca y el Reino Unido. Los participantes incluidos en el análisis no tenían antecedentes de enfermedad arterial periférica cuando comenzaron los estudios respectivos. La información individual para cada participante incluía edad, sexo, IMC, fumador o no fumador, consumo de alcohol, nivel de actividad física, estado de diabetes, posición socioeconómica, datos sobre hospitalizaciones y el cuestionario sobre estrés laboral.

Durante un promedio de 12.8 años de seguimiento, 667 personas (0.2 a 1.8% de los participantes) fueron hospitalizadas por enfermedad arterial periférica. Los investigadores descubrieron que las personas con estrés relacionado con el trabajo tenían 1,4 veces más probabilidades que las personas sin estrés relacionado con el trabajo, de tener un registro de enfermedad arterial periférica en la historia de hospitalización, después de ajustar las variables de edad, sexo y estilo de vida.

Los investigadores midieron el estrés relacionado con el trabajo en función de las calificaciones de las declaraciones de los participantes para describir los aspectos psicosociales de su trabajo. Esta información se comparó con los registros de hospitalizaciones por enfermedad arterial periférica en casi 13 años de registros hospitalarios.

En general, casi un cuarto de los participantes sin hospitalización previa por EAP informaron estrés relacionado con el trabajo al comienzo de los 11 estudios.

Los investigadores notaron un mayor riesgo entre los hombres, aquellos con una posición socioeconómica alta y los fumadores, pero señalaron que dicho análisis de subgrupos estaba limitado por el pequeño número de personas con enfermedad arterial periférica.

El estrés está asociado con un aumento de la inflamación y niveles más altos de glucosa en la sangre. Por lo tanto, aunque existe evidencia limitada que vincula el estrés relacionado con el trabajo con la enfermedad cardíaca, podría estar contribuyendo a complicaciones y exacerbaciones de la enfermedad arterial periférica.

Referencia bibliográfica:

Heikkilä, K., Pentti, J., Madsen, I. E. H., Lallukka, T., Virtanen, M., Alfredsson, L., Bjorner, J., Borritz, M., Brunner, E., Burr, H., Ferrie, J. E., Knutsson, A., Koskinen, A., Leineweber, C., Magnusson Hanson, L. L., Nielsen, M. L., Nyberg, S. T., Oksanen, T., Pejtersen, J. H., … Kivimäki, M. (2020). Job Strain as a Risk Factor for Peripheral Artery Disease: A Multi‐Cohort Study. En Journal of the American Heart Association (Vol. 9, Número 9). https://doi.org/10.1161/jaha.119.013538

Fuente: Science Daily

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Por qué importa la empatía de los líderes durante una pandemia

  • Maria Fernanda Alonso
  • 20/05/2020

Los líderes que demuestran empatía en medio de la crisis de COVID-19 están experimentando aumentos repentinos de popularidad. Y es que la empatía es una de las cualidades comunes de los buenos líderes, junto con la resiliencia, las habilidades de comunicación, la apertura y el control de los impulsos, según explica la historiadora presidencial Doris Kearns Goodwin, quien examinó las vidas y los estilos de liderazgo de cuatro presidentes estadounidenses: Abraham Lincoln, Theodore Roosevelt, Franklin Delano Roosevelt y Lyndon B. Johnson, en un esfuerzo por descubrir lo que los caracterizaba.

“La empatía implica tener los sentimientos de otro (involuntariamente) despertados en nosotros mismos, como cuando vemos a otro con dolor,» escribe Michael Slote, y la compara con contagiar “sentimientos de una persona a otra,” en tono con la situación que vivimos actualmente.

Estados Unidos y Brasil son ejemplos de países que viven una situación particularmente difícil, si nos enfocamos en la empatía de sus presidentes.

«La empatía nunca ha sido considerada uno de los activos políticos de Trump», escribe Peter Baker, corresponsal en jefe de la Casa Blanca para The New York Times. De hecho, en sus reuniones informativas, el presidente muestra «más emoción al llorar su historial económico perdido que sus electores perdidos,» escribe Baker. Gloria Borger, analista política principal de CNN, llama a esto la «brecha de empatía» de Trump. En el mejor de los casos, Trump parece ser capaz de reunir algo más parecido a la simpatía. 

Pero la simpatía no es lo mismo que la empatía: en la primera, uno siente algo por los otros; en la segunda, siente con los otros. La simpatía ve lo que está pasando y reconoce que debe ser difícil. La empatía intenta atravesarlo con la persona que lo vive. En su caso particular, los representantes del partido opuesto utilizan esta aparente carencia como una falla crucial. En respaldo a de Biden, su antiguo segundo al mando, el ex presidente Barack Obama elogió su «empatía y gracia.» Tom Pérez, presidente de la Convención Nacional Demócrata, señaló que las tragedias que Biden ha experimentado en su propia vida, incluida la muerte en 1972 de su primera esposa y su hija de 13 meses en un accidente automovilístico y, más recientemente, en 2015, la muerte de su hijo por cáncer cerebral «le ha dado la empatía para llevarnos hacia adelante.»

El caso de Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, ha indignado al mundo entero. Desde un principio calificó al virus como un “resfriado miserable” y aún cuestiona las medidas de confinamiento para combatir la pandemia.

“Su manejo de la crisis ha generado consternación en todo el espectro político del país, a tal punto que los líderes del congreso, los comités editoriales y el líder del Supremo Tribunal Federal le han pedido a los brasileños que ignoren a su presidente. Un movimiento para destituir a Bolsonaro está ganando apoyo popular, y todas las noches los brasileños cacerolean desde sus ventanas para repudiar a su mandatario,” informa en New York Times.

La empatía como característica de los líderes efectivos

La empatía ha jugado un papel fundamental en la historia de los Estados Unidos cuando los presidentes sienten y actúan en respuesta a las necesidades de sus electores. De hecho, los líderes que simpatizan, se relacionan y sienten con su gente pueden pedirles que hagan cosas difíciles, explica Doris Kearns Goodwin.

Eso describe acertadamente a la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, quien recientemente apareció en la revista The Atlantic. El titular del artículo sugiere que debido a su habilidad para empatizar, Ardern puede ser «la líder más efectiva del planeta.» Uno de los precursores de Ardern lo resume: «Hay un alto nivel de confianza en ella debido a esa empatía.» Esta habilidad, junto con la confianza de los neozelandeses y el cumplimiento de medidas estrictas para abordar el COVID-19, han dado como resultado una importante reducción de la gravedad del brote en su país.

La empatía de un líder es  mejor garantía que la débil simpatía de quien lamenta la pérdida de su propio poder sobre la pérdida de vidas. La mayoría de nosotros simplemente no podemos empatizar con una persona así.

Fuente: The Conversation

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Si tienes un niño o niña con TEA, considera adoptar una mascota

  • Alejandra Alonso
  • 19/05/2020

Anteriormente hemos publicado artículos sobre hallazgos científicos en relación al beneficio de tener mascotas en familias donde hay niños o niñas con autismo. Uno de ellos sugiere que la introducción de animales (en la muestra había mayormente perros y gatos, pero también conejos y hámsters) a la casa cuando el niño o niña está en edad preescolar, se vinculó con mejoras en dos habilidades sociales. Otro estudio también encontró que la presencia de animales puede aumentar conductas sociales positivas en niños con TEA.

Por último, una investigación de la Universidad de Lincoln en el Reino Unido, concluye que un perro puede disminuir el estrés en familias con niños con TEA, al reducir las dificultades familiares.

Un estudio publicado este año y realizado en la Universidad de Missouri, encontró que la presencia de mascotas resulta en vínculos más fuertes y una reducción del estrés tanto en niños y niñas con autismo como en sus padres y madres.

Metodología

Se trata de un estudio transversal que consistió en una encuesta online. La muestra fue obtenida con la asistencia del Interactive Autism Network (IAN) cuyos diagnósticos de TEA han sido clínicamente validados.

Se enviaron e-mails a 9213 padres con niños de entre 3 y 18 años que cumplían con los criterios de inclusión. De estos, 764 respondieron.

La encuesta constaba de un cuestionario demográfico, la Escala Lexinton de apego a las mascotas (LAPS), la Companion Animal Bonding Scale (CABS), la Escala para Familias con Niños con Autismo que son Dueños de Animales (AOFACS) y la escala de Estrés Parental (PSS).

Resultados

Los padres y madres de niños con TEA que tenían más educación estaban más estresados y mostraban un vínculo más débil con las mascotas, que aquellos con menos educación.

Las madres y padres con ingresos más bajos presentaban vínculos más fuertes con las mascotas.

Los padres y madres percibían beneficios grandes de tener una mascota, especialmente si tenían un gato y un perro, en vez de solo un gato o solo un perro. Los beneficios percibidos se asociaban con menores niveles de estrés.

Entre los beneficios para la familia en general, destacan la compañía y el incremento de las interacciones sociales. Adicionalmente, las mascotas podrían representar un tema de conversación no amenazante para personas con TEA.

En relación a los padres y madres, los autores opinan que debido a que muchos de ellos pueden sentirse solos y estresados (dadas las demandas de cuidar de un niño o niña con TEA) el cariño y compañía de las mascotas les beneficia mucho.

Si estás pensando en adoptar una mascota

Para las familias que están pensando adoptar una mascota, Gretchen Carlisle, una de las autoras del estudio, sugiere involucrar al niño o niña en la toma de decisiones y tener en cuenta las características del este: nivel de energía, sensibilidad del niño o niña a sonidos, tamaño, texturas, etc.

Fuente: Science Daily

Referencia del estudio: Gretchen K. Carlisle, Rebecca A. Johnson, Ze Wang, Timothy C. Brosi, Emily M. Rife, Alisa Hutchison. Exploring Human–Companion Animal Interaction in Families of Children with Autism. Journal of Autism and Developmental Disorders, 2020; DOI: 10.1007/s10803-020-04390-x

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