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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cómo el aburrimiento puede generar las ideas más brillantes

  • Equipo de Redacción
  • 15/05/2020

¿A veces tienes las ideas más creativas cuando doblas la ropa, lavas los platos o no haces nada en particular? Sucede porque cuando el cuerpo pone piloto automático, el cerebro está ocupado creando nuevas conexiones neuronales que vinculan ideas y resuelven problemas. Aprende a amar el aburrimiento mientras Manoush Zomorodi explica el vínculo entre la distracción y la creatividad.

Manoush Zomorodi, es la autora del libro: Bored and Brilliant: How Spacing Out Can Unlock Your Most Productive and Creative Self

Fuente: TED

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cultura de prevención y análisis funcional de la conducta en tiempos de pandemia

  • Jorge Bustillos
  • 15/05/2020

La pandemia actual que vivimos a nivel global producida por el SARS- CoV- 2, nos introduce a un escenario difícil que representa un gran desafío para las diferentes disciplinas del conocimiento. La medicina, la ingeniería, la economía, entre otras disciplinas, vienen trabajando en el establecimiento de medidas que contribuyan a una salida frente a la crisis. Desde el análisis funcional de la conducta también se pueden brindar respuestas al complejo panorama que encierra esta problemática.

El problema central no solo radica en la facilidad y rapidez con la que se produce el contagio, sino también en que las pautas de conducta que deberían cumplirse para prevenirlo son omitidas por un importante porcentaje de personas. En ese sentido, el comportamiento de las personas resulta determinante para controlar la escalada del problema. En materia de prevención de accidentes y enfermedades ocupacionales, por ejemplo, se habla de cultura de seguridad (Ministerio de Energía y Minas , 2017) para hacer referencias a los valores, creencias y hábitos de las personas, orientados a su propio cuidado en contextos laborales. Obviamente el establecimiento de una cultura de prevención en las organizaciones, no es simple, depende de un proceso complejo que implica muchas variables (información, formación, liderazgo, etc.). Un interesante modelo de referencia para comprender las etapas de desarrollo de una cultura de prevención en empresas, lo encontramos en la curva de Bradley elaborado por la empresa Dupont en el año 1994 (Serrano, 2016). Cuatro son las fases que constituyen la curva de Bradley: 1) Reactiva, 2) Dependiente, 3) Independiente e 4) Interdependiente, siendo esta última la de mayor madurez (Ver figura 1).

Figura 1. Curva de Bradley de Dupont (Dupont, 2020)

 

Tal como se observa en la figura 1, en la primera etapa denominada reactiva, las personas solo se protegen por “instinto natural” o dicho de mejor forma, por las contingencias de supervivencia (Skinner, 1974), esto es actuar sin un criterio técnico o normativo que optimice la efectividad de sus respuestas frente a un riesgo específico. Este nivel precario de percepción del riesgo genera además un bajo nivel de responsabilidad. Extrapolándolo al contexto de la pandemia, encontraríamos aquí a las personas que recién entienden la magnitud del problema cuando sufren las consecuencias del contagio o perciben el sufrimiento de sus familiares por dicha razón.

En la segunda etapa, dependiente, existen normas que permiten orientar mejor las conductas de prevención, sin embargo, se depende de una autoridad (supervisión) que administre las normas de manera punitiva (sanciones). Aquí podríamos ubicar a las personas que teniendo la prescripción de la regla la omiten generando que se apliquen consecuencias como multas o arrestos en los casos más graves (estímulos aversivos). A pesar de que el uso exclusivo de sanciones para modificar el comportamiento genera resistencia, oposición o conductas de escape (contracontrol), este suele ser el mecanismo más usado para reducir comportamientos no esperados.

En la tercera etapa, independiente, se puede decir que el sujeto ha “internalizado” las normas traduciéndose esto en un cumplimiento espontáneo de las reglas. El autocuidado es la característica conductual que prevalece en las personas que se ubican en esta fase de desarrollo de una cultura de prevención. Las reglas se asimilan de tal manera que sus consecuencias se valoran más allá de lo que representa evitar una sanción, lo que implica el reforzamiento positivo por medio de autoafirmaciones reforzadoras (Martin & Pear, 2018) o bien a través de la ocurrencia de un reforzamiento automático producido por la emisión de una conducta clave para el logro de un objetivo personal (evitar accidentarse o enfermarse).

Finalmente, en la cuarta y última etapa, interdependiente, el sujeto no solo se orienta en función al autocuidado, sino que además busca cuidar a las personas que se encuentran a su alrededor. Esto implica, por ejemplo, el ejercicio de retroalimentar correctivamente a quienes omiten el cumplimiento de la regla. Es decir, en este es nivel máximo de madurez de una cultura de prevención se producen metacontigencias, aquellas conductas de apoyo mutuo que conocemos coloquialmente como trabajo en equipo, dado que se llega a la comprensión de que el logro de un objetivo colectivo genera mejores resultados que el logro de un objetivo individual (Glenn, 1988).

Es obvio que en sí misma la curva de Bradley no ofrece una metodología de intervención para la modificación del comportamiento, sin embargo, nos permite organizar acciones para dirigirlas de manera eficiente a partir de un análisis funcional de la conducta problema. Además, la importancia de usar la curva de Bradley para formar o consolidar una cultura de prevención radica en que en la medida que consigamos avanzar en cada una de sus etapas, el índice de lesiones y/o enfermedades será cada vez menor. Por otro lado, podemos inferir que un porcentaje importante de la población se encuentra en las fases reactiva o dependiente, fases en donde se presenta el comportamiento riesgoso o problemático. A su vez, esto no implica que las etapas independiente e interdependiente no sean susceptibles de intervención. Sin embargo, se deben establecer los criterios adecuados para definir tanto los objetivos como las técnicas de modificación de conducta pertinentes para cada una de las etapas (ver figura 2).

Figura 2. Objetivos y técnicas de modificación de conducta para cada etapa de la curva Bradley

Con relación a las conductas riesgosas están deben ser definidas de forma clara y objetiva, y además estar organizadas en categorías, por ejemplo: USO DE IMPLEMENTOS DE SEGURIDAD como categoría general para las conductas de: 1) Usar mascarilla de manera adecuada, 2) Usar mascarilla en buen estado, 3) Usar guantes de látex o nitrilo solo para manipular objetos. Siendo los supermercados, mercados y bancos, lugares considerados focos de infección de la enfermedad, estos podrían ser contextos idóneos para desarrollar estrategias de intervención. Si bien los programas de intervención conductual alcanzan una alta efectividad en ambientes controlados (escuelas, hospitales, empresas, etc.), la comunidad no es un contexto ajeno a la posibilidad de desarrollar conductas saludables por medio de la administración de técnicas de modificación del comportamiento (Costa & López, 1986).

Análisis de los antecedentes

Situaciones como tener que hacer compras de alimentos, hacer una cola en un banco o establecimiento, tener que comunicarse con un vendedor en el supermercado, constituyen estímulos discriminativos que preceden a las conductas riesgosas tales como: usar de manera inadecuada la mascarilla o no respetar la distancia mínima de 1,5 m. Además, en este punto es importante considerar factores disposicionales como el grado de instrucción, situación laboral, nivel de ingresos, que influyen sobre las creencias y actitudes de las personas para comportarse de una manera determinada. Se ha visto, por ejemplo, la difusión por redes sociales de todo tipo de “teorías conspirativas” sobre el origen del coronavirus, así como también, sobre supuestas “recetas milagrosas”, las cuales no tienen mayor sustento científico, pero han generado confusión y desinformación en muchas personas, sobretodo en aquellas con un nivel de formación básico, reduciendo sus posibilidades de actuar de manera eficiente para evitar el contagio. Por otro lado, aquellas personas que no tienen cubiertas sus necesidades básicas o aquellas que no han percibido ingresos durante el período de cuarentena, serán más propensas a trasgredir las normas de prevención impuestas por las autoridades. En ese sentido, las reglas, el cumplimiento y la administración de las mismas (modelado), la información gráfica que se ofrezca sobre ellas en espacios públicos, se consideran también como variables antecedentes.

Análisis de los consecuentes

Las noticias muestran al hartazgo personas que no utilizan de manera adecuada las mascarillas y en los casos más graves no utilizan las mismas (en el caso del Perú se han establecido multas por no usar mascarillas al transitar por la calle). A su vez, nos deja absortos ver imágenes de personas aglomerándose en bancos, mercados y otros espacios públicos, sin respetar las restricciones de distancia física, pero ¿por qué ocurren y qué mantiene estas conductas considerando además que son socialmente castigadas? Una respuesta la encontramos en que la comodidad (pocas personas estás acostumbradas a usar mascarillas), la sensación de ahorro de tiempo, la reducción de la ansiedad experimentada al cobrar un bono del gobierno, son reforzadores poderosos por su inmediatez y certeza; a diferencia de las enfermedades que siempre tienen un plazo de aparición que no es inmediato y que además encierran cierto nivel de probabilidad.

Estrategias de intervención

A nivel de los antecedentes el ofrecer una información clara, persuasiva y ajustada a las características culturales de la población es importante, aunque no siempre suficiente (Costa & López, 1986). Por ejemplo, una temática transversal a nivel cultural es el fútbol, “jugamos un partido difícil”, esta analogía puede ser explotada de muchas maneras, y de hecho se han dado casos como el de la reciente publicidad realizada por la Asociación de Futbol Argentino (AFA) con el fin de promover la conducta de quedarse en casa. En esa misma línea, explotar la aparición de figuras públicas como futbolistas para modelar la conducta de quedarse en casa o usar mascarillas al salir a la calle. Por otro lado, ubicar en espacios públicos estratégicos señalizaciones de uso obligatorio de mascarillas y guantes, siguiendo el diseño estándar de las normas técnicas vigentes (Instituto Nacional de Defensa Civil , 2004), resultan importantes por poseen una característica intrínseca disuasiva.

A nivel de los consecuentes los programas de economía de fichas han demostrado una sólida solvencia para la creación y mantenimiento de conductas pro-sociales. Por ejemplo el brindar tickets con valor canjeable por respetar la distancia física en la cola en un banco, o usar la mascarilla de manera adecuada en el supermercado, ambos entornos sociales con un relativo nivel de control. A su vez, se podrían aplicar la reducción de precios en supermercados en horarios de bajo flujo de personas. La retroalimentación positiva también es una poderosa técnica que ayuda a mantener el comportamiento seguro y su administración por parte de la autoridad policial podría ser una estrategia de reforzamiento social que complemente el ejercicio de la retroalimentación correctiva (reforzamiento negativo), dado que un porcentaje importante de personas respeta las reglas.

Finalmente, es importante señalar que esta situación global ha evidenciado actitudes negativas de muchas personas, sin embargo, también se ha presentado como una oportunidad para rescatar acciones positivas de muchas otras. Valores como solidaridad, cooperación, responsabilidad, empatía, entre otros, han estado presente en muchos casos que en la mayoría de oportunidades han sido ignorados por la sociedad y los medios de comunicación.

Referencias bibliográficas:

Costa, M. & López, E. (1986). Salud Comunitaria. Barcelona: Martínez Roca.

Dupont (2020). Las etapas de la curva de Bradley de Dupont. . Mayo 6, 2020, de DSS sitio web: https://latam.consultdss.com/curva-bradley/

Glenn, S. (1988). Contingencies and Metacontingencies: Toward a Synthesis of Behavior Analysis and Cultural Materialism. The Behavior Analyst, 2 (Fall), 161- 179.

Instituto Nacional de Defensa Civil (2004). NTP 399.010- 1: Señales de seguridad. Colores, símbolos, formas y dimensiones de señales de seguridad. Parte 1 reglas para el diseño de las señales de seguridad. Mayo 6, 2020, de INDECI Sitio web: http://bvpad.indeci.gob.pe/doc/pdf/esp/doc709/doc709-8.pdf

Martin, G. & Pear, J. (2008). Modificación de conducta: qué es y cómo aplicarla. Madrid: Pearson Educación, S.A.

Ministerio de Energía y Minas (2017). Decreto Supremo Nº 024-2016-EM (y su modificatoria D.S. N° 023- 2017-EM), Reglamento de Seguridad y Salud Ocupacional en Minería. Lima: ISEM

Serrano, A. (2016). ¿Qué nos enseña la curva de Bradley? Mayo 02, 2020, de Prevenblog Sitio web: https://prevenblog.com/nos-ensena-la-curva-bradley/

Skinner, B. F. (1974). Sobre el conductismo. España: Ediciones Martínez Roca, S.A

  • Análisis

Intimidad en la pareja y síntomas depresivos, ¿cómo se relacionan?

  • Maria Fernanda Alonso
  • 14/05/2020

Cuando pensamos en el bienestar emocional, tanto la calidad de las relaciones humanas que mantenemos como nuestra salud mental son importantes y están interconectadas. Pero, ¿cómo se relacionan? Para responder a esta pregunta, investigadores analizaron los datos recopilados entre 1994 y 2006 de 654 parejas que participaron en el Estudio del Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano sobre Cuidado Infantil Temprano y Desarrollo Juvenil. Los participantes informaron su sintomatología depresiva y el nivel de intimidad en su relación a lo largo de seis puntos temporales.

La autora del estudio señaló que de sus hallazgos se desprende que “para las mujeres, la mayor calidad de la relación de pareja se asocia con disminuciones futuras en los síntomas depresivos y mejores condiciones de salud mental. Para los hombres, es al revés: los síntomas depresivos predicen disminuciones futuras en la calidad de la relación de pareja” (Yan et al., 2020).

En otras palabras, las mujeres que estuvieron de acuerdo con declaraciones como «mi cónyuge/pareja me escucha cuando necesito a alguien con quien hablar» informaban niveles más bajos de síntomas depresivos en el siguiente punto temporal. Los hombres con niveles más altos de síntomas depresivos en un momento dado, por otro lado, fueron más propensos a estar de acuerdo con declaraciones como «me siento descuidado a veces por mi cónyuge/pareja,» en el siguiente punto temporal.

«También descubrimos que las percepciones de las parejas sobre la intimidad de la relación estaban interrelacionadas, de modo que una mayor intimidad en la relación de pareja percibida por un compañero predijo las calificaciones posteriores más altas de la relación de pareja,» dijeron los investigadores.

El estudio controló las características demográficas como la edad y el estado socioeconómico. Entre sus limitaciones, los autores señalan que para comprender las relaciones bidireccionales a largo plazo entre la calidad de la relación de pareja y la salud mental, esta investigación sólo estudió a parejas que se mantuvieron juntas durante más tiempo, en el periodo en que se realizó el estudio. Por lo tanto no es posible saber si los hallazgos representan a parejas que pasan por rupturas o divorcios.

Referencia bibliográfica:

Yan, J. J., Schoppe‐Sullivan, S. J., & Feng, X. (2020). Transactional Associations Between Couple Relationship Intimacy and Depressive Symptoms Across 10 Years. En Journal of Marriage and Family. https://doi.org/10.1111/jomf.12667

Fuente: Psypost

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Sentirse en control favorecería al bienestar psicológico durante la pandemia de COVID-19

  • Maria Fernanda Alonso
  • 14/05/2020

Muchos son los factores capaces de influir, positiva y negativamente, en el bienestar emocional. Durante la pandemia de coronavirus que vivimos en la actualidad, investigadores encontraron que el conocimiento percibido sobre COVID-19 se relacionó con un mayor bienestar emocional, más allá del conocimiento real sobre el virus. Según sus hallazgos, la sensación de control podría ser la razón para esto (Yang & Ma, 2020).

En el estudio se compararon los datos de dos encuestas a nivel nacional en China, una de las cuales se realizó antes de la pandemia y la otra durante la pandemia. La primera encuesta tuvo lugar en diciembre de 2019 e involucró a 11131 personas con un promedio de alrededor de 38 años de edad. La segunda encuesta se realizó a mediados de febrero de 2020 e incluyó a 3.000 encuestados con un promedio de alrededor de 35 años de edad. Para ambas encuestas los participantes completaron una evaluación del bienestar emocional, así como varias medidas demográficas.

A los participantes en la segunda encuesta también se les pidió que indicaran su nivel de conocimiento sobre el coronavirus, respecto a su propagación y la manera de reducir la infección. También se les pidió que indicaran en qué medida sentían una sensación de control sobre las circunstancias del brote. Finalmente, los sujetos completaron una medida que evaluó su conocimiento real del virus, incluyendo «lavado efectivo de manos, uso de desinfectantes, uso de mascarillas, evitar tocarse la boca / ojos / nariz y prevenir la propagación de gotas.”

Cuando los investigadores compararon los resultados de los dos estudios, se reveló una caída del 74% en el bienestar emocional durante la pandemia. Ciertos factores aumentaron la probabilidad de experimentar esta disminución en la salud emocional: vivir en Hubei (la provincia donde comenzó el brote del virus), ser adulto mayor y estar casado. Con respecto a las parejas casadas, los autores sugieren que un brote de virus tiene el potencial de empeorar el conflicto de relación, lo que lleva a una disminución en el bienestar.

Los datos del segundo estudio revelaron un posible factor de protección para el bienestar emocional. Se descubrió que el conocimiento percibido sobre el virus predijo constantemente el bienestar emocional, pero el conocimiento real no lo hizo. 

Los investigadores probaron si la sensación de control podría ser responsable de este efecto. El análisis de mediación encontró que «el conocimiento percibido tuvo un efecto positivo significativo en el sentido de control y ese sentido de control tuvo un efecto positivo significativo en el bienestar emocional». Aún más, una vez que se tuvo en cuenta el efecto de la sensación de control, el efecto del conocimiento percibido en el bienestar emocional ya no era significativo. 

Basados en estos hallazgo, los autores sostuvieron que «los abordajes que aumentan la sensación de control pueden atenuar el efecto perjudicial de un brote en la felicidad.» Consideran, finalmente, que estos datos podrían orientar a los encargados de formular políticas y a los trabajadores de salud mental que esperan reducir el sufrimiento psicológico durante la pandemia.

Referencia bibliográfica:

Yang, H., & Ma, J. (2020). How an Epidemic Outbreak Impacts Happiness: Factors that Worsen (vs. Protect) Emotional Well-being during the Coronavirus Pandemic. Psychiatry Research, 289, 113045. https://doi.org/10.1016/j.psychres.2020.113045

Fuente: Psypost

  • Salud Mental y Tratamientos

Insomnio en los profesionales sanitarios durante la pandemia

  • David Aparicio
  • 13/05/2020

Frontiers in Psychiatry reporta que los profesionales sanitarios que trabajan directamente con las personas infectadas por coronavirus tienen mayor riesgo de insomnio y especifica los factores asociados.

Y no es para menos. Están en la primera linea de riesgo, trabajan durante largos turnos de más de 12 horas, en horarios nocturnos, alejados de sus familias, y durante todo sus turnos son constantemente recordados del riesgo en que se encuentran, tienen que usar doble equipo de protección, dobles mascaras, guantes dobles, zapatos y lentes protectores.

Metodología:  Los investigadores aplicaron una batería online de 4 tests durante la primera fase de la pandemia en la que participaron 1563 médicos en China. Los tests fueron:

  1. Insomnia Severity Index
  2. Modulo de depresión del Patient Health Questionnaire
  3. Escala de ansiedad generalizada
  4. Impact of Events Scale-Revised

Resultados:

  • 36% de los sanitarios tenían síntomas de insomnio
  • 51% de ellos tenía síntoma de depresión
  • 45% mostraba síntomas de ansiedad
  • 73% tenía síntomas de estrés

Análisis estadísticos: Al revisar los datos se encontraron varios factores asociados con mayor o menor riesgo de insomnio:

  • Los más propensos: Aquellos que solo contaban con certificado de escuela secundaria o inferior, y que trabajaban en la unidad de aislamiento y que estaban muy preocupados de infectarse.
  • Los menos propensos: Los médicos eran significativamente menos propensos que las enfermeras a mostrar síntomas de insomnio porque suelen trabajar durante el día y tienen una carga un poco menos abrumadora de trabajo, menos interacción con los pacientes que las enfermeras y en consecuencia tienen menos interrupciones del ciclo circadiano.

Tratamiento recomendado por los investigadores: Para tratar el insomnio de los profesionales de salud, los investigadores recomiendan que se detecte a las persona con los factores de riesgo mencionados y adaptar el tratamiento recomendado, terapia cognitiva conductual para insomnio (CBTI), para las necesidades de estas personas.

Fuente: Psypost Referencia del estudio original: Zhang, C., Yang, L., Liu, S., Ma, S., Wang, Y., Cai, Z., Du, H., Li, R., Kang, L., Su, M., Zhang, J., Liu, Z., & Zhang, B. (2020). Survey of Insomnia and Related Social Psychological Factors Among Medical Staff Involved in the 2019 Novel Coronavirus Disease Outbreak. Frontiers in Psychiatry / Frontiers Research Foundation, 11. https://doi.org/10.3389/fpsyt.2020.00306

  • Salud Mental y Tratamientos

¡Uniendo voces! Cómo vamos a afrontar el sufrimiento que vendrá

  • Karemi Rodríguez Batista
  • 13/05/2020

Ante una situación como la que estamos atravesando, una situación tan inesperada como complicada, no es difícil imaginar lo que en muchos momentos algunos/as de vosotros/as estáis sintiendo. ¿Miedo, tristeza, enojo? ¿En momentos de forma más intensa que en otros, verdad? Lo mismo que yo, y es que esto es completamente normal. Es una respuesta derivada de falta de control y predictibilidad, de la falta o gran limitación de fuentes potentes de satisfacción a las que estábamos acostumbrados/as, y la aparición repentina de nuevas circunstancias adversas, para algunos/as más que para otros/as (pérdida de algún ser querido, del trabajo, de una relación, de un proyecto, convivencias forzadas, etc).

Sin embargo, también quisiera mencionar que dentro de toda esta situación están emergiendo iniciativas prosociales también impactantes, nuevos recursos (seguramente has participado ya en alguna conferencia o clase virtual muchas de libre acceso, o has sido testigo de esos comportamientos altruistas de tus vecinos para con los otros, y otras sorpresas lindas que muy probablemente vendrán). En fin, de cara a la toma de perspectiva, creo que es eficaz ver la otra cara de la moneda. Aún así, lo cierto es que estamos a la puerta de una crisis económica de gran peso y esto, por supuesto, sabemos que derivará en un gran sufrimiento para muchos/as de nosotros/as.

Nuestra opinión es que tenemos que ser muy cautelosos/as y dejar de crear una alarma social que puede obedecer, como bien sabemos, a otro tipo de intereses, que no precisamente el alivio del sufrimiento humano. Que tenemos que dejar de patologizar lo que es una respuesta adaptativa, incluso un problema psicológico, contemplando por tanto, no sólo los factores individuales, sino también esos factores contextuales que están incidiendo, para así poder dirigir mejor nuestros esfuerzos como profesionales y como sociedad.

Finalmente queremos hacer hincapié en el amplio valor del conocimiento sobre el comportamiento humano que tenemos, como instrumento para el desarrollo de intervenciones que potencien conductas más eficaces en los nuevos y variados contextos que se nos plantean.

Es por este motivo que numerosos profesionales de la psicología, de diferentes países y contextos, tanto privado como públicos, nos hemos reunido para elaborar el siguiente manifiesto que pretendemos llevar a los medios, y ¡Necesitamos tu apoyo, necesitamos tu voz!. Para ello solamente te pedimos que, si estás de acuerdo con los planteamientos que en seguida se exponen, sigas el enlace al final del post para firmar. De antemano, te agradecemos muchísimo :-)


MANIFIESTO

Estamos a las puertas de una crisis económica sin parangón en las últimas décadas. Ante esta situación, no es difícil predecir que sus consecuencias conllevarán un enorme sufrimiento para muchas personas, especialmente para aquellas que se encuentran en circunstancias que las hacen más vulnerables. Los/as profesionales de la psicología trabajamos en primera línea y codo a codo con otros/as profesionales para mitigarlo, y es precisamente por eso que hemos visto la urgencia de poner sobre la mesa la necesidad de aportar una forma más útil de entender y abordar ese sufrimiento.

Hace ya mucho que la psicología y amplios sectores de la psiquiatría denuncian la falta de base científica de los denominados “modelos biomédicos” en la práctica profesional y su nula utilidad a la hora de abordar el malestar de las personas. Manuales como el DSM-5 o la CIE-11 tienen como objeto, nunca ocultado, la consideración del malestar individual como trastornos, cuando no enfermedades, para facilitar la gestión sanitaria de estos problemas así como las políticas de aseguradoras, farmacéuticas, etc. Frente a esta perspectiva, es el momento de cambiar la manera en la que consideramos el sufrimiento y los problemas que lo causan y aportar lo que humildemente podamos para mejorar la vida de la gente.

1 – Sufrimiento no es igual a patología

Uno de los asuntos en los que más se ha insistido a lo largo de esta pandemia es en el impacto en la salud mental del confinamiento. Hay posiciones de todos los tipos, desde los más agoreros, que hablan de una “epidemia de traumas”, hasta quienes sostienen que el impacto real será mínimo y que se concentrará en ciertos grupos específicos, concretamente los que han estado en primera línea de atención sanitaria, los que han perdido a familiares y amigos cercanos, los que ya tenían problemas serios de salud mental y los que sufran otro tipo de pérdidas derivadas de esta situación (ruptura de pareja, pérdida y empeoramiento del empleo, etc.)

Entendemos que la patologización del sufrimiento es un recurso de poca ayuda para quienes sufran las consecuencias durante y después del confinamiento, sino que además puede suponer una doble victimización. La consideración del sufrimiento como algo “patológico” y el uso de etiquetas psiquiátricas distrae de atender a las causas socioeconómicas y laborales que pueden estar detrás de este sufrimiento en muchos casos y dirige la atención a cómo se muestra, convirtiendo esas respuestas en síntomas y abordándolo desde una perspectiva fundamentalmente psicofarmacológica.

El objetivo principal de este punto es señalar estos factores contextuales como foco principal de las intervenciones dirigidas a analizar y solventar gran parte de este sufrimiento, sin menoscabo de la necesaria atención terapéutica cuando sea necesario. Si, como vaticinan los economistas, lo que nos encontramos al salir del confinamiento es un déficit económico sin parangón con sus secuelas (desempleo masivo, un estado mermado para atender a las necesidades básicas de la población, además de un gran número de personas que no podrá mantener sus niveles de bienestar), la sola atención a sus consecuencias será tan efectiva como dar analgésicos a quien está siendo apaleado.

2 – A diferentes niveles de problemas, diferentes abordajes

Siempre es el individuo el que sufre, pero no todas las causas del sufrimiento son individuales ni su abordaje es principal y necesariamente a ese nivel. No se trata de negar la viabilidad y necesidad de una intervención individual, que en muchos casos es y será imprescindible, pero sí de señalar que las causas psicológicas (es decir, individuales) que llevan a ese sufrimiento no pueden ser abordadas con el simple uso de psicofármacos. Para estos casos en los que el sufrimiento se debe principalmente a factores individuales, la intervención psicológica debe ser el abordaje de primera elección.

El gran problema que nos legan los modelos biomédicos imperantes en salud mental, principalmente en la psiquiatría pero también en la psicología, es que sobreestiman los factores individuales y se centran en la atención a un sujeto atomizado y aislado de otros. El padecimiento mental está fuertemente ligado a las condiciones de vida de las personas y requiere de acciones a niveles supraindividuales para su prevención y reducción. La pobreza, la desigualdad, las condiciones laborales y habitacionales y sus consecuencias directas no pueden convertirse en problemas individuales ni requieren ser intervenidas a título individual. Proteger la salud mental de las personas supone contar con medios materiales que garanticen su calidad de vida.

3 – La psicología pone sus conocimientos a disposición de la sociedad

La eficacia de las intervenciones psicológicas individuales es un fenómeno probado en el que solamente hay que insistir cuando pretende ser sustituida por la psicofarmacología. En este contexto, lo que toca reclamar es que todas aquellas personas que puedan y quieran beneficiarse de este tipo de intervenciones tengan acceso a aquellas de más calidad y mejor fundamentadas.

Sin menoscabo de ello, es importante señalar que la psicología no solo cuenta con conocimientos y procedimientos aplicables a la terapia individual y dirigidos a abordar los problemas psicológicos. Buena parte del conocimiento sobre el comportamiento humano puede servir para desarrollar intervenciones grupales, comunitarias y de salud pública que favorezcan conductas saludables y prevengan la aparición de una amplia variedad de problemas colectivos.

Para apoyar el manifiesto

La firma del manifiesto supone únicamente dar apoyo a las ideas expresadas en el mismo. Seguiremos recogiendo firmas hasta finales de mayo y el 1 de junio será enviado a los medios con todas las firmas de las personas que lo hayan suscrito. Este manifiesto es TUYO, así que puedes firmarlo, compartirlo y hacer tuyos sus planteamientos y argumentos. Para firmarlo, simplemente sigue el siguiente enlace y rellena el formulario.

Doy mi apoyo al documento CÓMO VAMOS A ABORDAR EL SUFRIMIENTO QUE VENDRÁ

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La sensibilidad a la ansiedad podría predecir los niveles de actividad física

  • Maria Fernanda Alonso
  • 12/05/2020

¿Qué factores influyen en el comportamiento relacionado a la actividad física? ¿Qué lleva a que tantas personas no cumplan con las recomendaciones semanales mínimas de ejercicio, aún conociendo sus importantes beneficios para la salud física y mental? ¿Por qué algunas personas son capaces de experimentar las actividades físicas de manera positiva y de percibir de esa forma sus efectos posteriores, mientras otros las experimentan como actividades tortuosas? Una nueva investigación encontró que las personas que temen más los síntomas físicos y emocionales de la ansiedad tienden a ser menos activas (Hearon & Harrison, 2020).

En el estudio, 64 adultos jóvenes completaron una evaluación de la sensibilidad a la ansiedad junto con un cuestionario de personalidad de los «Cinco Grandes» antes de usar un acelerómetro de muñeca para medir su movimiento durante una semana. Los investigadores encontraron que la sensibilidad a la ansiedad estaba asociada negativamente con la actividad física. En otras palabras, las personas con un mayor miedo a experimentar ansiedad tendían a presentar niveles reducidos de actividad.

“Espero que los resultados den alguna validación a aquellos que han intentado incorporar el ejercicio regular en su rutina pero continúan encontrando que es desagradable. La sensibilidad a la ansiedad, o el miedo a los síntomas comúnmente asociados con la ansiedad, como el aumento de la frecuencia cardíaca, los pensamientos acelerados, la dificultad para respirar, pueden ser la razón por la cual este es el caso de algunas de estas personas,» explicó la autora del estudio, Bridget A. Hearon, profesora asistente de psicología en el Albright College.

«La buena noticia es que la sensibilidad a la ansiedad se puede reducir bastante rápido con un tratamiento conductual que puede incluir la exposición sistemática a sensaciones desagradables como sudoración o falta de aliento, o programas de ejercicio personalizados que pueden ayudar a disminuir gradualmente esta sensibilidad.»

Un metaanálisis previo de 64 estudios (Wilson & Dishman, 2015) con 88400 participantes, encontró que los rasgos de personalidad apertura, conciencia y extraversión estaban relacionadas con una mayor actividad física, mientras que el neuroticismo estaba relacionado con menor actividad. La amabilidad, por otro lado, no estaba relacionada con la actividad física.

Sin embargo, el nuevo estudio halló que solo la amabilidad se asociaba con la actividad física. Los resultados inconsistentes podrían deberse al hecho de que investigaciones previas se han basado en actividades autoinformadas. “Esto sugiere que se necesitan más estudios que usen medidas objetivas,” explicó Hearon.

Dentro de sus limitaciones, este estudio contó con una muestra que consistía en individuos entre las edades de 18 y 22 años.“Será importante replicar estos hallazgos en una muestra con mayor diversidad de edad,” dijo Hearon.

«Aunque no es el caso en nuestro estudio, otras investigaciones de sensibilidad a la ansiedad y evitación del ejercicio han notado una asociación entre este constructo y un IMC más alto. Dado que nuestra muestra era principalmente adultos jóvenes, sería interesante realizar un estudio longitudinal para determinar si la elevada sensibilidad a la ansiedad en esta etapa predice la disminución del ejercicio y el aumento de peso posterior con el tiempo,» señaló finalmente.

Referencia bibliográfica:

Hearon, B. A., & Harrison, T. J. (2020). Not the exercise type? Personality traits and anxiety sensitivity as predictors of objectively measured physical activity and sedentary time. Journal of Health Psychology, 1359105320906242. https://doi.org/10.1177/1359105320906242

Wilson, K. E., & Dishman, R. K. (2015). Personality and physical activity: A systematic review and meta-analysis. En Personality and Individual Differences (Vol. 72, pp. 230-242). https://doi.org/10.1016/j.paid.2014.08.023

Fuente: Psypost

  • Artículos de opinión (Op-ed)
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cinturón de seguridad de la salud mental

  • Maira Orive
  • 12/05/2020

Comienza Fully Present un libro que me regalaron y atesoro. En el capítulo uno, página uno, «¿Qué es mindfulness?,» las autoras refieren que un renombrado psiquiatra pregunta a un auditorio lleno de expertos: «¿cuál es el cinturón de seguridad de la salud mental? El cinturón de seguridad salva vidas.» Le sigue a esta referencia una explicación acerca de que mindfulness podría ser ese cinturón que nos protege. Miremos más de cerca esto.

Leí ese libro hace algunos años, vuelvo a mirarlo de vez en cuando, y la imagen del seat belt me conmueve aún hoy. No escribí sobre esto hasta ahora porque me suele pasar que «otros escriben mejor,» que «todos tienen acceso a lo mismo que yo,» que «esto es harto conocido,» y darme cuenta de mis pensamientos juzgando es EL momento para barajar y dar de nuevo.

Susan y Diana, quienes escriben el libro, lo dedican a «todos los que tengan la curiosidad para explorar sus mentes y corazones usando la herramienta de mindfulness.» De manera que aquí estamos, ejercitando la curiosidad.

Un cinturón de seguridad salva vidas

En estos tiempos he leído muchas referencias a la montaña rusa emocional, y he escuchado en varias oportunidades que las emociones que sentimos cambian en la semana, en el día, a cada hora. Nos pasa. Nos levantamos de una manera, desayunamos de otra, hacemos algunas cosas, cambios, virajes, turbulencias, idas y vueltas propias y de las personas que amamos. También escuchamos, sostenemos, nos escuchan y sostienen y entonces… ¿cómo nos mantenemos en equilibrio en este dinámico viaje? (no importa cuándo leas esto, la vida tiene momentos de encanto, de hermosos paisajes y también de cuesta arriba, cimbronazos, frenos de mano cuando venís a 120 km/h, situaciones de quedarse sin combustible, curvas peligrosas y tramos de aquaplaning). Además estamos bombardeados por noticias, fragmentos de historias que nos creemos y se siguen contando, condiciones para participar, para formar parte, para ser, y muchas reglas estrictas difíciles de seguir para estar en el mundo.

  • ¿Qué nos mantiene pegados al asiento en este viaje?
  • ¿Qué nos permite ver lo que sucede como una parte del recorrido de nuestra vida?
  • ¿Qué nos ayuda a considerar que no vamos volar por los aires?
  • ¿Qué nos da la opción de estar ahí, presentes, girando, cayendo, levantándonos; cayéndonos y levantándonos de nuevo?
  • ¿Qué nos permite darnos tiempo y espacio para sentir, pasarla como la estamos pasando y luego decidir?

Una respuesta puede ser «el entrenamiento en mindfulness».

Tal vez el viaje se aligere si estamos atentos, si ejercitamos esa disposición a estar presente. Probablemente la atención al momento a momento de la experiencia y la consciencia plena de que estamos donde estamos sea útil. Probemos trabajar entonces sobre una actitud ecuánime y un frenar con intención, recordándonos que así está siendo el viaje, ahora, acá. Que luego va a cambiar todo y más luego también, independientemente de lo que nosotros hayamos imaginado. Las cosas no salen como queremos, como pensamos, como deseamos.

Puede que ayude ensayar el vernos pensando y sintiendo, tomando distancia, puede que ayude bastante detenernos a ver cómo funcionan nuestros pensamientos, emociones, sensaciones corporales y puede que notemos la impermanencia, tanto de los eventos internos como de los externos.

El reconocimiento de que sufrimos como todos los demás va a asomarse. El sufrimiento va a aparecer, real y palpable. El reconocimiento de la imposibilidad de sacarnos el sufrimiento, también. Junto con la compasión suficiente para poder quedarnos, acompañando, cuando el sufrimiento no es propio. Cuidarnos cuando estamos sufriendo, sin la lucha que nos agrega tanto dolor va a ser una opción viable. Con algo de tiempo también nacerá la sorpresa de que podemos elegir una actitud frente a la adversidad y que la actitud frente a lo que pasa es un montón.

Un día descubrimos que hacemos elecciones conscientes, que existe en nosotros una orientación de las acciones, que hay un norte, esa dirección apunta hacia nuestros valores personales y que se presenta el compromiso con la propia existencia. Las preguntas se abren a: ¿qué persona quiero ser ahora? Puedo estar plenamente, con lo que sea que suceda, con esto que siento, con esto que pienso?

El registro de nuestra reactividad colabora bastante. Ya no podemos hacernos los tontos, o podemos hacernos los tontos y saber que la dejamos pasar esta vez. La habilidad para poner un intervalo de tiempo antes de reaccionar nos permite elegir de nuevo. Darnos cuenta que nada malo pasa si nos tomamos un momento calma un poco. Entender que bueno y malo son máscaras, artificios, es sólo una cuestión de fineza de la observación.

La mirada compasiva con nosotros llega para quedarse, el aviso de que estamos siendo demasiado críticos, y autocríticos no tarda en sonar como un bocinazo en la bocacalle.

Todo está bien con vos. ¡Sólo respirá! Ya llegaste. Estás haciendo lo mejor que podés, como todos los demás. El viaje es difícil. Y ser testigo del propio viaje da un poco de aire. Verse desde otro lugar puede darte un respiro. Ir al asiento del acompañante, y permitirte que te lleven. O ir al asiento de atrás y disfrutar del paisaje, escuchando un poco de música y respirando:

«Y lo mejor que me pudo pasar en el viaje/ fue mirar el paisaje y seguir» (Vine hasta aquí – Los piojos),

«Hay días para quedarse a mirar/ y hay otros en que hay mucho para ver/ hay días sospechosamente light» (Mi gin tonic – Calamaro) ,

«un corazón y un plan fugaz/ es todo lo que tengo/ y es todo lo que hay (Es todo lo que tengo y es todo lo que hay – Lisandro Aristimuño),

«Calma / todo está en calma/ deja que el beso dure/ deja que el tiempo cure» (La edad del cielo – Jorge Drexler),

«Cada cosa me sorprende si la puedo ver/ Un día a la vez/ Es mejor lo que se aprende si lo dejo ser/Lo que quiera ser» (Un día a la vez – Debi Nova)

Buen viaje! Be safe!

Referencia bibliográfica:
Smalley, S. Winston, D (2010) Fully Present. The Science, Art, and Practice of mindfulness. 1st Edition.
Da capo Press Life Long Books.

Las canciones las fueron pasando amigos en todos estos días.

  • Artículos Recomendados de la Web

Las reaperturas marcan una nueva fase: el ‘ensayo y error’ global

  • David Aparicio
  • 11/05/2020

Max Fisher para The New York Times en español:

La primera ola de reaperturas, principalmente en Asia y Europa, nos da atisbos de lo que podría convertirse en un proceso continuo de experimentación y recalibración.
Cada política, como el distanciamiento de los estudiantes en las escuelas danesas o los controles de temperatura en los restaurantes de Hong Kong, si bien se basa en el conocimiento científico y en la relación costo-beneficio calculada, también es una prueba de lo que funciona, de lo que vale la pena y de lo que la gente aceptará.
Aunque la experiencia adquirida en la vida convertirá algunas incógnitas en conocimientos, muchas preguntas pueden quedar sin respuesta durante la que se espera que sea una crisis de uno a dos años.
Eso incluye la que puede ser la pregunta más difícil, pero la más urgente de todas: ¿cuál es el valor de una vida salvada?
Los países no tienen más remedio que adivinar los cálculos éticos que les revuelven el estómago. ¿Cuántas vidas deberían arriesgarse para salvar a mil personas del desempleo? ¿Para evitar que una generación de niños se atrase en la escuela? ¿Para salvaguardar una sensación de normalidad?

Lee el artículo completo en The New York Times en español.

  • Salud Mental y Tratamientos

Suicidio y COVID-19

  • Alejandra Alonso
  • 08/05/2020

Algunos expertos han discutido el potencial del distanciamiento físico prolongado para aumentar el riesgo de suicidio.

Según Reger, Stanley y Joiner (2020) la prevención de suicidio debe ser una prioridad en materia de salud pública durante esta crisis. Algunos factores que pueden contribuir al aumento del riesgo de suicidio son:

1. Estrés económico

Debido al cierre prolongado de negocios y eventos, se teme un gran golpe económico a nivel mundial. Investigaciones sugieren que el estrés económico prolongado podría vincularse con aumento de riesgo suicida (Oyesanya, Lopez-Morinigo, Dutta, 2015).

2. Aislamiento social

La teoría interpersonal (Van Orden , Witte, Cukrowicz, Braithwaite, Selby y Joiner, 2010) del suicidio enfatiza el rol clave de las conexiones sociales en la prevención del suicidio, ya que es probable que las personas con ideación suicida tengan pocas conexiones con otros y muchas veces se distancian, lo que sube el riesgo. Es por esto que preocupan las características de la mayor estrategia de prevención del contagio utilizada en esta pandemia, que favorece los sentimientos de soledad y el aislamiento.

3. Disminución de acceso al apoyo religioso y de la comunidad

Muchas personas asisten regularmente a actividades religiosas o de la comunidad que proveen apoyo social. Incluso hay datos que sugieren que las tasas de suicidio son más bajas para personas que asisten a servicios religiosos (VanderWeeler, Li, Tsai, et al, 2016). El cierre de iglesias y actividades comunitarias podría aumentar el aislamiento social y, en consecuencia, el riesgo de suicidio.

4. Barreras para el tratamiento en salud mental

Tanto el distanciamiento físico, como la situación económica, la baja importancia que se le da a los servicios de salud mental en este momento y el congestionamiento de salas de emergencia, crean barreras para que muchas personas reciban tratamiento psicológico, afectando negativamente a pacientes con ideación suicida.

5. Enfermedad y problemas médicos

Varias enfermedades físicas han mostrado una asociación con la conducta suicida, especialmente en personas mayores (65 años en adelante): discapacidad funcional, enfermedades malignas, trastornos neurológicos, dolor, enfermedades del hígado, enfermedades genitales en hombres, enfermedad pulmonar obstructiva crónica y artritis (Mellqvist Fässberg, Cheung, Canetto, Erlangsen, Lapierre, Lindner, Draper, Gallo, Wong, Wu, Duberstein y Wærn, 2016).

6. Resultado de la ansiedad nacional

Como hemos mencionado en artículos anteriores, la exposición a las noticias actualmente puede ser un factor que aumente los niveles de ansiedad. Esto a su vez podría ser una dificultad adicional para personas con problemas preexistentes de salud mental (como depresión).

7. Riesgo de suicidio para profesionales de la salud

Muchos estudios han documentado altas tasas de suicidio en personal de salud, especialmente para las mujeres (Dutheil, Aubert, Pereira, Dambrun, Moustafa, Mermillod, Baker, Trousselarf, Lesage y Navel, 2019). Estos datos provienen de estudios anteriores a la pandemia. Actualmente el personal de salud se preocupa por estar expuestos al virus, contagiar a familiares, por sus colegas enfermos, por la falta de equipo de protección, hospitales llenos y estrés laboral.

Oportunidad en prevención de suicidio

Según los autores, a pesar de la cantidad de factores preocupantes que se juntan en esta pandemia, hay oportunidades de mejorar los esfuerzos de prevención del suicidio. Esto incluye mantener algunas medidas como:

  1. Distanciamiento físico, no social: gracias a la tecnología es posible que sigamos conectados con familiares, amigos, compañeros de trabajo e incluso hermanos de iglesia. Dando continuidad y fortaleciendo los lazos e incluso llevando a cabo algunas actividades de forma creativa.
  2. Telepsicología: cuyo uso e investigación, sobre todo en relación a prevención de suicidio, se había visto obstaculizado por miedo a eventos adversos y demandas. Además de atender problemas de velocidad y acceso a internet, debe darse un cambio cultural que se traduzca en legislación que facilite las intervenciones en prevención de suicidio.
  3. Aumentar acceso a cuidados de salud mental: los autores recomiendan que en los procedimientos de detección del COVID-19 se realicen sondeos de crisis en salud mental.
  4. Prevención del suicidio a distancia: algunas intervenciones con evidencia han sido diseñadas para ser llevadas a cabo de forma remota. Por ejemplo, intervenciones breves por teléfono o la intervención Caring Letters, donde se envían cartas por correo, que han mostrado reducir el riesgo de suicidio en pruebas aleatorias controladas (De Leo, Carollo y Dello Buono, 1995; De Leo, Buono y Dwyer, 2002; Fleischmann et al, 2008).
  5. Reporte de los medios: los autores sugieren que los medios de comunicación sigan las guías de reporte de suicidio y proveer teléfonos donde comunicarse en relación a prevención de suicidio.

Reger y colegas notan un lado positivo de la situación actual: luego de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 las tasas de suicidio disminuyeron en Estados Unidos. Tal vez luego de esta crisis pueda suceder algo parecido. Una hipótesis explica que podría deberse al efecto de unión, donde sujetos que pasaron por una experiencia compartida se apoyan de forma mutua fortaleciendo la conexión social (alentador, considerando que se trata del mundo entero pasando por lo mismo). Adicionalmente, la tecnología actual facilita la integración y unidad. Por último, las epidemias y pandemias pueden cambiar la perspectiva de las personas sobre la salud y la muerte, haciéndoles apreciar más la vida y disminuyendo el riesgo de suicidio.

Independientemente de esto, debemos estar preparados para un posible incremento y mejorar nuestros servicios de prevención durante la crisis.

Referencia: Reger MA, Stanley IH, Joiner TE. Suicide Mortality and Coronavirus Disease 2019—A Perfect Storm? JAMA Psychiatry. Published online April 10, 2020. doi:10.1001/jamapsychiatry.2020.1060

Fuente: JAMA Psychiatry

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