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  • Salud Mental y Tratamientos

La revolución de la terapia centrada en el cliente de Carl Rogers

  • Buenaventura del Charco Olea
  • 07/03/2017

Carl Rogers es sin lugar a ninguna duda una de las grandes figuras de la psicología del siglo XX. Sus aportaciones van más allá de la creación de la psicoterapia centrada en el cliente, (también conocido como Counselling) un modelo de intervención y concepción del ser humano de corte humanista, sino que aportó a todos los psicólogos clínicos las bases de cómo debe ser la relación entre el paciente y su psicólogo en sus afamadas actitudes rogerianas, la base de lo que actualmente llamamos Alianza Terapéutica, factor que la investigación ya ha señalado como clave para que una psicoterapia sea eficaz. A lo largo de su carrera desempeñó importantes cargos como investigador, psicoterapeuta y referente en el mundo de la psicología como la presidencia de la APA, cátedras y puestos de profesor en diferentes universidades (Ohio, Chicago, Wisconsin-Madison o el Instituto de Ciencias de la Conducta del Oeste) y también fue un referente y requerido para otros ámbitos como el educativo, con importantes instituciones como la CIA (en la Human Ecology Fund, que realizaba estudios sobre la persona para la agencia de inteligencia) o como mediador en los conflictos de Irlanda del Norte, Sudáfrica, Estados Unidos o Brasil.

Este psicólogo norteamericano nació en un pequeño pueblecito de Illinois, y a edad temprana empezó a observar (podríamos decir escuchar, que era lo que él sabía hacer mejor que nadie) la naturaleza en la granja que compró su padre. Un día, observando las patatas acumuladas en un almacén, en el que la luz sólo entraba por un pequeño tragaluz pegado al techo del mismo, pudo contemplar algo que fue para Rogers revelador: Al estar privadas de algo básico para sus necesidades, las patatas, echaban raíces que crecían hacia arriba, buscando la luz que necesitaban para sobrevivir.

¿Cómo podía una patata, un ser biológicamente tan primario, tener esa capacidad innata a la adaptación y al desarrollo? Observando otras formas de vida más complejas, Rogers entendió que todas las formas de vida tienen al crecimiento y a ser plenas, entonces, ¿por qué los humanos se volvían a veces enfermos o se bloqueaban en sus problemas?

Esta idea sería una de las bases de su concepción del ser humano, y de su forma de entender la labor del psicólogo no como un “maestro” o “técnico” que enseña a su paciente sino como un ser humano abierto a la experiencia y al contacto con su paciente, postulados que presentó en su mítica conferencia del 11 de diciembre de 1940 en la Universidad de Minesota en la que creó alta expectación y polémica al plantear las bases de lo que luego se llamaría la psicoterapia no directiva o centrada en el cliente, y al abrir, junto con Maslow o Fritz Perls, lo que se denominaría la Tercera Vía o Humanismo, un paradigma dentro de la psicoterapia con una visión más optimista del ser humano y basada en la no directividad.

La teoría rogeriana muestra una concepción del ser humano basada en unos pocos principios, con los que, a pesar de su aparente sencillez, logra explicar la naturaleza del ser humano:

Tendencia a la Actualización: El ser humano tiende de manera natural al crecimiento y al desarrollo. Las personas son capaces de autodirigir su conducta hacia lo que necesitan y desean en cada momento siempre y cuando sean capaces de aceptarse plena e incondicionalmente a sí mismos.

Congruencia entre el Yo Real – Yo Ideal: Las personas que más logran poner en marcha dicha tendencia y acercarse más a la autorrealización son aquellas que logran tener un nivel de ajuste mayor entre su propia realidad y la visión ideal que se obligan a ser de sí mismos. Aceptar la propia verdad de cada uno permite que podamos avanzar hacia aquello que queremos conseguir y nos aporta estabilidad, en cambio, forzarnos a ser una imagen irreal e idealizada, rígida de nosotros mismos nos impide observar nuestra propia realidad y nos atasca en gastar nuestros esfuerzos en tratar de avanzar hacia algo que no somos.

Libertad: El ser humano es algo más que la suma de los condicionamientos habidos y una visión mecanicista del individuo que planteaban las terapias de modificación conductual y tampoco es esclavo de aquellos conflictos que ocurre en su inconsciente, y que, por tanto, no es capaz de controlar. El ser humano tiene ante todo la capacidad de, escuchándose a sí mismo y a su propia subjetividad, elegir hacia donde quiere proyectar su vida.

Es en base a esta concepción que Rogers desarrolla la psicoterapia centrada en el cliente, un modelo de psicoterapia, que se basa en la no directividad (el ser humano es capaz de autodirigir su conducta, y por tanto, no necesita ser dirigido por otros), en estar centrada en el cliente (es el psicólogo y su metodología las que se adaptan al cliente, y este es el experto en sí mismo y no al revés), y en crear unas condiciones a través de las actitudes del terapeuta y en el establecimiento del vínculo relacional entre el psicoterapeuta y su paciente, que favorezcan esta tendencia innata del ser humano al crecimiento.

Actitudes del terapeuta de la terapia centrada en el cliente

Aceptación Incondicional: Los seres humanos tratan de no mirar los aspectos de su naturaleza que le son dañinos o amenazantes (por historia de aprendizaje, pero fundamentalmente, por miedo a ser rechazados o juzgados por otros), si en la relación terapéutica el paciente puede sentirse aceptado incondicionalmente y no juzgado por su psicólogo, podrá empezar a mirar estos aspectos, y por tanto, elegir que decide hacer con ellos y autodirigir su conducta para alcanzar dichos objetivos y solucionar sus problemas por sí sólo. Únicamente a través de la experiencia de ser aceptado por otro plenamente, puede una persona sentirse digna de ser aceptada, lo que le permite comenzar a mirar su propia realidad y aceptándola tal y como es, empezar a poder cambiarla si lo desea. Además, dejará de gastar sus energías en aquellos conflictos y conductas que hace para ser más cercano a su “Yo ideal” que simplemente, busca ser su mejor versión, la más “aceptable” o “querible” para otros, pero que, es por ello mismo, no incondicional (sólo soy aceptado en la medida que hago lo que otros perciben como bueno).

Empatía: Esta habilidad, capaz de ponerse en el lugar del otro, y no sólo eso, sino tratar de entender su realidad tal y como la percibe el otro (con sus sistemas de creencias, forma de entender la vida, valores…), permite al psicólogo señalar al paciente a través del reflejo empático (operativización conductual de la empatía) aquello que le ocurre y experiencia, su verdad por encima de sus rumiaciones cognitivas y obligaciones sociales e idealizadas, lo que facilita al paciente poderse “ver” en ese espejo para entenderse a sí mismo.

Autenticidad: La relación terapéutica debe despojarse del rol de seguridad del psicólogo para pasar a ser un encuentro de ser humano a ser humano. Sólo si el psicólogo es genuino y auténtico, la aceptación incondicional y la empatía de éste le valdrán al paciente, que de lo contrario, lo vivirá como algo forzado y puesto en el “papel” que desempeña el terapeuta, por lo que dicha validación sería también condiciona (en este caso al rol de psicólogo). Rogers, plantea además que si el psicólogo es auténtico puede mostrar al paciente una forma de aceptarse, un aprendizaje por modelado a través de la propia aceptación del psicólogo hacia sí mismo que se envidencia en la autenticidad al poder mostrar el terapeuta sus emociones y propias penas y glorias.

Con todo esto, los pacientes pueden tener un encuentro donde al ser aceptados, pueden percibirse aceptables, y, por tanto, empezar a mirar la parte de sí mismos que evitan, y al entenderla y conocerla, pueden reaccionar a ella y elegir libremente que desean hacer. Este proceso es facilitado por la empatía del psicólogo que refleja y muestra la verdad y el yo real que percibe del otro, siempre como una sugerencia y no como una interpretación impuesta.

Finalmente, la autenticidad del psicólogo le da la validez y legitimidad a esta aceptación y le muestra al paciente una forma para la propia aceptación de sí mismo.

Rogers, que pocos conocen de él su gran faceta como investigador y académico y que aportó notables avances técnicos en la investigación, como por ejemplo el hecho de ser el primer psicólogo que grabó y analizó cientos de horas de sus propias psicoterapias para ver los patrones y formas que seguían, pudo comprobar que los pacientes que realizaban su tipo de psicoterapia evolucionaban hacia el crecimiento y desarrollo en los sentidos que ellos decidían y que presentaban un cambio en su personalidad que pasaba por diferentes fases:

  • Cambios en el Concepto de Sí Mismo: El cliente adquiere un mayor de grado de consdieración positiva hacia sí mismo, gracias a la integración de las experiencias rechazadas anteriormente. La consdieración positiva incondicional del terapeuta ha favorecido esta integración; La empatía ha ayudado a reconocer sus propios sentimientos y la congruencia del terapeuta ha servido para la introyección de esta actitud.
  • Cambio en el Locus de la Evaluación: Se produce un desplazamiento desde la consideración de los valores ajenos hasta la asunción de los suyos propios. La mayor confianza que se estimula a través de la terapia favorece la autodirección y la percepción de que su conducta está bajo su control.
  • Cambio en la Relación de los Demás: La percepción y valoración de los demás se hace más tolerante y realista.
  • Cambio en las Defensas y en la Manera de Experienciar: El cliente se hace más abierto, congruente y menos defensivo en cuanto a su experiencia. Disminuye su vulnerabilidad a la amenaza gracias a una mayor congruencia y flexibilidad.
  • Cambios en la Madurez y Organización de la Personalidad: La persona se vuelve más objetiva y realista en sus percepciones, más capaz de solucionar sus problemas y de tolerar la frustración. Las exigencias de su yo ideal están más acordes con sus posibilidades. Su conducta se vuelve más creativa y adaptada.

Referencias:

  • Barceló, T. (2013). Las actitudes básicas rogerianas en la entrevista de relación de ayuda. Miscelánea Comillas. Revista de Ciencias Humanas y Sociales, 70(136), 123-160.
  • Carl Rogers (1997). Psicoterapia centrada en el cliente. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica.
  • Sponsor

Curso online: Tratamiento del trastorno de pánico y la agorafobia

  • David Aparicio
  • 07/03/2017

El ataque de pánico y la agorafobia son dos de los cuadros de mayor frecuencia en la consulta clínica. Existen diferentes tratamientos que han demostrado ser altamente efectivos para estas condiciones pero no todos los psicólogos conocen qué procedimientos seguir y cómo llevar el tratamiento adecuado para los pacientes. Si eres estudiante avanzado, psicólogo o psiquiatra y quieres aprender a desarrollar las técnicas basadas en la evidencia está es tu oportunidad.

CETECIC, una de las instituciones más respetadas a nivel internacional en la formación de la Terapia Cognitivo Conductual abrió la matrícula para el nuevo curso onlinesobre la Terapia Cognitivo Conductual del Trastorno de Pánico y la Agorafobia y que se basa en tres ejes principales:

  • El primer módulo desarrolla la conceptualización diagnóstica y los principales procesos psicopatológicos específicos del trastorno por pánico y la agorafobia.
  • El segundo eje se dedica a la evaluación
  • El tercero, al tratamiento de los mencionados diagnósticos.

Con el curso podrás acceder a las clases filmadas que te explicarán paso a paso cómo desarrollar cada procedimiento a realizar dentro de la consulta.

Video de muestra

https://www.youtube.com/watch?v=wsgM3lqY5N8

Contenidos del curso

Módulo teórico (opcional)

■ Teorías explicativas de la ansiedad patológica: primera parte.

■ Teorías explicativas de la ansiedad patológica: segunda parte.

Clases del curso

■ Conceptualización del trastorno de pánico.

■ Conceptualización de la agorafobia.

■ Evaluación del trastorno de pánico con agorafobia: conceptualización.

■ Evaluación del trastorno de pánico con agorafobia: aspectos técnicos.

■ Evaluación del trastorno de pánico con agorafobia: taller.

■ Tratamiento del trastorno de pánico con agorafobia: técnicas predominantemente cognitivas.

■ Tratamiento del trastorno de pánico con agorafobia: técnicas predominantemente cognitivas.

■ Tratamiento del trastorno de pánico con agorafobia: técnicas predominantemente conductuales.

■ Tratamiento del trastorno de pánico con agorafobia: técnicas predominantemente conductuales.

■ Tratamiento de agorafobia: exposición en vivo.

Descarga el programa analítico completo en formato PDF.

Docentes:

Lic. Carmela Rivadeneira: Psicólogo clínico especialista Terapia Cognitivo Conductual; Ex-Docente de “Análisis y Modificación de la Conducta” Universidad de Buenos Aires

Lic. José Dahab: Psicólogo clínico especialista Terapia Cognitivo Conductual; Docente Titular de “Análisis y Modificación de la Conducta” Universidad de Buenos Aires

Lic. Ariel Minici: Psicólogo clínico especialista Terapia Cognitivo Conductual

Detalles y fechas

Fecha de inicio: Lunes 13 de marzo

Duración: 4 meses (10 clases + tiempo de repaso)

Costos para Argentina: 4 cuotas mensuales de $850 o un solo pago de $3060.

Costos para Latinoamerica y España: 4 cuotas de USD 100 o un solo pago de USD 360

Pero los lectores de Psyciencia tienen 20% de descuento exclusivo que deben reclamar a la hora de inscribirse con CETECIC.

Para mayor información e inscripción ingresa aquí.

Agradecemos a CETECIC por ser nuestro sponsor de la semana.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cerebro, exabruptos y decir groserías

  • Asociación Educar
  • 07/03/2017

Maldecir siempre ha sido identificado como algo malo y como una forma del lenguaje bastante baja, agresiva y maleducada. Sin embargo, a pesar de todo, se debe admitir que es una manera muy efectiva de llamar la atención y de causar un impacto en quien escucha.

Al parecer, está relacionado con una parte muy primitiva del cerebro que regula las emociones y se comparte con muchos otros mamíferos: la amígdala cerebral. Esta estructura motiva al cerebro, agrede y es responsable de las groserías y de las malas palabras. Una explicación de ello sería que las amenazas verbales son procesadas en esta parte del cerebro, a diferencia de otras expresiones del lenguaje. Es decir, la amígdala cerebral cumple un papel a la hora de interpretar el peligro que se deriva del lenguaje (como cuando alguien amenaza a otro, lo que a menudo conlleva el uso de obscenidades). También en el cuerpo amigdalino está la capacidad de activar el estado de lucha o de huida y, entre otros, el envío de órdenes para la activación de neurotransmisores como la adrenalina.

Según el psicólogo de Harvard Steven Pinker (2007), “maldecir activa un reflejo defensivo similar al de un animal que es herido de repente o encerrado, y que estalla en una lucha furiosa, acompañada de una vocalización violenta para asustar e intimidar al atacante”.

El resultado trae a colación una explicación tan interesante como necesaria para estas investigaciones. No es que el cerebro esté biológicamente programado para producir adrenalina cuando escucha una mala palabra, ya que de entrada esta idea se refutaría con la diferencia entre las obscenidades según el idioma, sino que el motivo estaría en el mecanismo que ayuda a aumentar la tolerancia al dolor y que sería esa respuesta emocional a través de la amígdala cerebral la que provoca las obscenidades.

Algo muy diferente son los estados de coprolalia o cacolalia (vocablo que procede del griego): quienes los padecen tienen la tendencia patológica de decir obscenidades. Las investigaciones en personas que sufren de este síndrome sugieren que su causa puede estar relacionada con una estructura cerebral más profunda: los ganglios basales.

Los individuos con este trastorno compulsivo son incapaces de controlarse (trastorno de desinhibición) y, por tanto, caen en múltiples problemas tanto en su vida personal como laboral. Este hábito de lenguaje obsceno compulsivo es el resultado de un mal funcionamiento de ciertos neurotransmisores del cerebro, aunque se desconoce de forma concluyente el origen de esta patología.

Por otro lado, existen trabajos en casos no patológicos dirigidos a averiguar el efecto que tienen las groserías porque son consideradas una herramienta muy poderosa en el lenguaje y la comunicación. Es digno de curiosidad creciente cómo ciertas palabras siendo tan cortas pueden causar tanto impacto y evocar sentimientos tan fuertes.

Los lingüistas han descubierto que las groserías provienen de una zona del cerebro completamente diferente de cualquier otra forma de comunicación oral. Las investigaciones demuestran que los niños comienzan a pronunciarlas cuando cumplen 6 años, o incluso antes.

Es posible que usar groserías haga parecer a alguien como maleducado y digno de poca confianza. Sin embargo, podría tener algunos beneficios sorprendentes: desde favorecer la persuasión hasta ayudar a aliviar el dolor. Asimismo, decir palabrotas involucra una parte completamente distinta del cerebro que el resto del vocabulario. También es fácil deducir que pronunciarlas incrementa la efectividad de un mensaje o lo hace mucho más concluyente.

El cerebro maneja las malas palabras de forma diferente que el lenguaje ordinario, puesto que mientras que la mayoría del lenguaje se ubica en la corteza y en áreas específicas del lenguaje en el hemisferio izquierdo del cerebro, las groserías podrían estar asociadas a un área más vieja y rudimentaria como es la amígdala cerebral.

Las personas con disfasia (afectadas por una pérdida o trastorno del habla), generalmente, presentan daño en el hemisferio izquierdo y tienen dificultades para hablar. Sin embargo, hay muchos casos registrados que pueden usar el lenguaje estereotípico de manera más fluida, es decir, pueden hacer cosas como cantar o decir groserías sin inconvenientes.

Una serie de estudios demostró cómo las palabrotas incrementan la tolerancia al dolor y, en algunos contextos, pueden ser consideradas como una forma de cortesía.

Por ejemplo, un grupo de estudiantes que repite una grosería es capaz de mantener la mano en un cubo de agua helada más tiempo que aquellos que pronuncian una palabra neutral. En el mismo experimento se puede registrar también un incremento en el ritmo cardiaco de los participantes, lo que sugiere una respuesta emocional en sí a las palabrotas.

Grupos de investigadores sugieren que el tamaño del beneficio potencial que puede obtenerse de decir groserías depende de cuán grande es el tabú asociado a la palabra, lo que probablemente dependa de con cuánta frecuencia la persona fue amonestada de pequeño por decirla. Al respecto, un estudio publicado en 2013 halló que personas que habían sido castigadas más veces en la infancia tenían una respuesta de conductancia cutánea (una categoría que mide excitación fisiológica) más alta cuando leían en voz alta una lista de groserías en el laboratorio.

Las personas muy groseras han sido calificadas hace un tiempo como menos competentes y menos creíbles. Sin embargo, a través de algunas investigaciones recientes, cabe desmentir la asunción de que decir groserías es necesariamente el resultado de pertenecer a una clase baja o a una falta de educación o de fluidez en el lenguaje.

Timothy Jay y sus colegas encontraron que la tendencia a decir groserías se correlacionaba mucho más con la fluidez verbal en forma más general, y no era el resultado de tener un vocabulario deficiente. La universidad de Lancaster (2004) confirmó que aunque decir palabrotas se reduce a medida que incrementa la clase social, las clases medias altas dicen groserías en forma significativamente más frecuente que las clases medias bajas, lo que sugiere que a cierta altura de la escalera social a la gente no le importan los efectos.

De todas maneras, parece que para el cerebro las palabrotas ni siquiera son palabras, sino grumos de emoción. De hecho no están almacenadas donde se halla el resto del lenguaje, sino que se encuentran en otra área completamente distinta.

Sabemos que el lenguaje formal se encuentra en las áreas de Broca y de Wernicke. En cambio, las palabrotas, aparentemente, están almacenadas en el sistema límbico, un complejo sistema de redes neurológicas que controla y dirige las emociones.

Frente a un dolor intenso, las personas de cualquier condición, edad o cultura, por lo general, sueltan palabras y gritos que en ocasiones rayan lo soez. Investigadores de la Universidad de Keele (Reino Unido) confirmaron que, al sentir dolor y expresar en voz alta la palabra que ellas escogieran, el umbral del dolor se aumentaba de manera importante (mayor resistencia al mismo) en relación con el lenguaje soez.

Esto, dicho de manera genuina, aumenta las variables del cuerpo que actúan en el estrés, ya que al competir el dolor con mantener en el tiempo la voz o el grito, el cerebro se distrae y la sensación dolorosa tiende a disminuir. De ahí que se intervenga como una reacción natural de tipo instintivo, a veces imposible de bloquear.

Estas novedades sobre el comportamiento neurológico ayudan a explicar por qué todos los esfuerzos para erradicar los insultos a través de la historia han sido fallidos.

Prohibir palabras que en realidad están conectadas a las emociones es tan imposible como intentar prohibir las emociones en sí: conociendo la naturaleza humana, no hay chances de que eso funcione.

Estos conceptos se suelen identificar con los de ordinariez y lo grosero, aunque no deben confundirse con la totalidad del registro lingüístico vulgar, coloquial o familiar, ni con las llamadas lenguas vulgares.

Nuestro querido e inolvidable Roberto Fontanarrosa (un humorista gráfico y escritor argentino) decía al respecto:

“Obviamente no sé quién define a las palabras como malas palabras, tal vez sean como esos villanos de viejas películas, que en un principio eran buenos, pero la sociedad los hizo malos”.

Tal vez…

Artículo publicado en Asociación Educar y cedido para su publicación en Psyciencia

Imagen: Shutterstock

Referencias:

  • Kubarth, Hugo (1986). El idioma como juego social: la conciencia sociolingüística del porteño. Thesaurus: boletín del Instituto Caro y Cuervo, 41 (1-3). pp. 187-210. ISSN: 0040-604X.
  • Polo, Sara (2015). Ensayo sociolingüístico de las putas palabrotas. EL MUNDO. <www.elmundo.es/f5/2015/10/13/55f9473eca4741f6388b457a.html>
  • Oliveras, Ángels (2000). Hacia la competencia intercultural en el aprendizaje de una lengua extranjera: estudio del choque cultural y los malentendidos. Editorial: EDINUMEN. ISBN: 9788489756335.
  • Jaim Etcheverry, Guillermo (2014). La lengua sucia. LA NACIÓN. <www.lanacion.com.ar/1688788-la-lengua-sucia>
  • Lemonier‎, Marc (2007). Le petit dicó des insultes, gros mots et autres injures. Editeur: City Editions. ISBN-10: 235288067X.
  • Guilleron, Gilles (2013). Gros mots: Petit dictionnaire des noms d’oiseaux. Éditeur: FIRST. ISBN: 275405250X.
  • Ruis, Mayte (2012). ¿Somos malhablados? La Vanguardia. <www.lavanguardia.com/estilos-de-vida/20120120/54244529265/somos-malhablados.html>
  • Ortega, Virgilio (2015). Palabrotalogía: etimología de las palabras soeces. Editorial: CRITICA. ISBN: 9788498928020.
  • Salud Mental y Tratamientos

La ansiedad en las relaciones interpersonales

  • CETECIC
  • 06/03/2017

La fobia social constituye uno de los trastornos de ansiedad que más obstaculiza el desarrollo y la calidad de vida de las personas. En efecto, acciones tan sencillas como trabajar, estudiar, tener una pareja o relacionarse con amigos pueden transformarse en problemas complejos para alguien que padece este desorden.

Por supuesto, debemos pensar a la ansiedad social como una característica que se distribuye en las personas con variada intensidad. Así, mientras que en una punta del continuo existen niveles bajos de ansiedad social, a los cuales típicamente llamamos timidez; en el otro extremo, se hallan personas con un monto de ansiedad social intenso, en cuyo caso hablamos de fobia social generalizada.

Según el D.S.M.-IV-T.R., la fobia social se tipifica cuando la persona presenta un temor acusado y persistente ante situaciones sociales que no pertenecen al ámbito familiar y que la exponen a una posible evaluación por parte de los demás.

La situación social provoca una respuesta inmediata de ansiedad, la cual llega a adoptar en ocasiones la forma de una crisis de angustia. Así, con el fin de evitarse tales desagradables sensaciones, la persona rehuye de las situaciones sociales o las tolera tratando de pasar desapercibido y con nula participación.

En cualquiera de sus formas, el escape y la evitación de las situaciones sociales culmina por configurar la fobia: la ansiedad disparada casi invariablemente ante situaciones sociales conduce a que la persona se aísle cada vez más, con el consecuente deterioro que ello conlleva para su calidad de vida y su desarrollo. Y si bien el individuo reconoce que su miedo es irracional, no logra sobreponérsele. En efecto, cada vez que intenta exponerse a alguna situación social, la ansiedad reaparece, lo cual lo obliga a evitarla, reforzando nuevamente el circuito de la fobia.

se tipifica cuando la persona presenta un temor acusado y persistente ante situaciones sociales

En algunas ocasiones, la sola idea de aproximarse a una situación de interacción con otras personas desencadena de forma anticipatoria una fuerte reacción emocional negativa que lleva a la evitación. De este modo, la persona ni siquiera intenta, ni siquiera se aproxima a ver qué le sucede; por el contrario, impedida por su miedo no hace nunca la prueba de realidad que le desconformaría lo equivocado de sus temores.

La fobia social puede describirse y especificarse utilizando las categorías topográficas descriptas por Lang para el triple sistema de respuesta de la ansiedad. Desde el funcionamiento del sistema cognitivo, la fobia social se caracteriza por esquemas y creencias que sobrevaloran el rechazo y la evaluación negativa por parte de los otros.

Bajo el influjo de tales estructuras cognitivas, el paciente guiará sesgadamente su atención hacia aquellos datos ambiguos y sutiles que puedan interpretarse como una desaprobación por parte de los otros, un error cognitivo comúnmente designado como abstracción selectiva. Y si bien el paciente teme ser criticado de manera directa, sus miedos suelen centrarse en lo que eventualmente otras personas habrán de pensar de él.

Por ello, la adivinación del pensamiento constituye otra distorsión cognitiva típica del cuadro. Así, el paciente se siente seguro de que los demás piensan negativamente de él. Como consecuencia, los pensamientos automáticos tales como “si me integro van a pensar que soy un metido” o “seguro que piensan que soy un tonto si digo algo erróneo” operan como obstáculos de un adecuado y sano desarrollo interpersonal.

la adivinación del pensamiento constituye otra distorsión cognitiva típica

De este modo, el nivel motor se caracteriza por la inhibición comportamental, vale decir, la ausencia de conductas de interacción: la persona está quieta, callada, respondiendo con monosílabos cuando algo se le pregunta. Y ello no se debe siempre a un pobre repertorio de habilidades sociales.

Vale decir, la persona con fobia social no necesariamente carece de un grado de competencia interpersonal adecuado, sino que lo que definirá el cuadro se relaciona con la imposibilidad de poner en práctica las conductas prosociales a causa de la ansiedad. Por supuesto, más allá de la ansiedad social inhibitoria, podrá o no existir un déficit en repertorio conductual interpersonal; esta es un área que deberá ser evaluada y trabajada según cada caso.

En el plano fisiológico, la persona con fobia social experimenta las sensaciones propias de la activación de la rama simpática del sistema nervioso autónomo. Ellas incluyen calor, especialmente en la cara, ruborización, sudor en manos y axilas, sequedad bucal, y en algunas ocasiones, dolor abdominal e hiperventilación. Naturalmente, todas estas sensaciones se hallan signadas por el malestar y el displacer subjetivos.

La descripción sectorizada por niveles de respuestas cognitivo, fisiológico y motor de un diagnóstico no debe hacernos perder de vista el funcionamiento global del mismo. En esta línea, ¿cómo se relacionan los tres sistemas mencionados?

Fundamentalmente, la fobia social, se caracteriza por un sesgo que preferencia el procesamiento de la información emocional negativa proveniente de la propia conducta. Expliquémoslo brevemente: El paciente fóbico social que ingresa en un entorno de interacción, activa sus esquemas cognitivos relacionados con el temor al rechazo y la evaluación negativa. Entre otras cosas, ello lo llevará a prestar atención al menos a dos aspectos de sí mismo.

la persona con fobia social experimenta las sensaciones propias de la activación de la rama simpática del sistema nervioso autónomo

Primero, a su elevado grado de activación fisiológica, esto es, monitoreará el funcionamiento de su cuerpo, percibiendo entonces si tiene calor, si transpira o se ruboriza. Naturalmente, esto conduce a un aumento de tales mismas sensaciones, con lo cual la persona entrará en una suerte de círculo vicioso de autoactivación. Segundo, se concentrará en su misma conducta social empobrecida. Así, notará que habla poco, que no participa, que se aísla, lo cual lo llevará a aumentar su grado de creencia de que está desempeñándose pésimamente.

Como producto final de este proceso, el individuo no sólo autovalida sus esquemas cognitivos distorsionados sino que efectivamente deja de focalizar en el ambiente que lo rodea para concentrarse en sí mismo, en su malestar emocional. De este modo, si alguien le hace un comentario, una pregunta; muy probablemente no podrá responder pues no se halla mentalmente en la situación.

Los lineamientos para un tratamiento de la fobia social

https://youtu.be/ZDshmXmb7As

El tratamiento de la fobia social consiste en un programa integrado de técnicas seleccionadas de acuerdo con el perfil de afectación particular de cada caso. En términos generales, se aborda el componente cognitivo con los procedimientos propios de la reestructuración cognitiva, esto es, discusión y puesta a prueba de pensamientos automáticos, la reevaluación de creencias o la psicoeducación.

No obstante, dada la importancia de la autofocalización, suele incluirse el entrenamiento en el manejo de la atención. Puesto que el trastorno involucra un compromiso autonómico importante, se recomienda la utilización de las técnicas del control de la activación, tales como la relajación muscular profunda y la respiración diafragmática.

Finalmente, no puede hallarse ausente la exposición a situaciones sociales temidas, procedimiento que las investigaciones revelan como uno de los pivotes de eficacia. Aunque esta técnica admite una variada gama de variantes, la versión “en vivo y autoaplicada” habrá de constituir una meta final y un paso insoslayable si pretendemos un tratamiento efectivo.

Pensándolo bien, ello no debería sorprender pues, el fin más natural de un tratamiento para el desorden en cuestión consiste en que el paciente logre exponerse solo a las situaciones sociales que teme. Únicamente de esta manera habrá de desconfirmar sus temores más centrales y básicos. Comprobará primero, que su ansiedad aumenta pero no indefinidamente; segundo, que la gente no lo rechaza ni evalúa de manera negativa y tercero, que si acaeciera una rara situación en la cual de hecho fuera rechazado o evaluado negativamente, ello no es catastrófico.

Por: Por: Lic. Lic. Ariel Minici, Carmela Rivadeneira y Lic. José Dahab

Artículo publicado en CETECIC y cedido para su publicación en Psyciencia

Imagen: Picography

  • Artículos Recomendados de la Web

Cómo los zurdos piensan y sienten de forma diferente

  • David Aparicio
  • 03/03/2017

Carolyn Gregorie sintetizó en el Huffington Post, algunas de las investigaciones más interesantes sobre las ventajas que tienen las personas zurdas a nivel cerebral:

En principio, los zurdos pueden usar ambos lados de su cerebro con más facilidad y eficiencia.

Según un estudio australiano publicado en 2006 en la revista Neuropsychology, los zurdos suelen tener conexiones entre los hemisferios derecho e izquierdo del cerebro, lo que les permite procesar la información con más rapidez. Los autores del estudio evaluaron el rendimiento de los participantes con una tarea que medía el tiempo de transferencia entre los hemisferios del cerebro, y en la que tenían que usar ambos lados del cerebro al mismo tiempo.

La investigación desveló que los participantes zurdos procesaban más rápido la información entre ambos lados del cerebro, una ventaja cognitiva que los podría beneficiar en ámbitos como los videojuegos y los deportes.

Este es solo una de las investigaciones mencionadas en el artículo.

Léelo completo en el Huffington Post.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Los adolecentes agotados son 4.5 más propensos a cometer crímenes cuando cumplen 30 años

  • David Aparicio
  • 03/03/2017

Los adolescentes que se sienten agotados con regularidad son más propensos a cometer un crimen a la edad de 30 años, así lo sugiere el Journal of Child Psychology and Psychiatry del mes de febrero.

Dicha investigación recolectó los datos de 101 adolescentes de 15 años de edad que incluyeron: horas de sueño, evaluaciones sobre la actividad cerebral y la respuesta a los estímulos y si habían cometido algún tipo de conducta antisocial.

Luego compararon si estos adolescentes se habían involucrado en algún tipo de conducta antisocial violenta y encontraron que el 17 % de ellos había participado en un crimen serio. Lo que significa que los adolescentes agotados tienen 4.5 más riesgo de cometer algún crimen en comparación con aquellos que no lo están.

Para los autores, esta extraña relación se puede explicar por el hecho de los jóvenes podrían ser expuestos a factores sociales en desventaja como la pobreza y factores estresantes que afectan las horas de sueño y, en consecuencia estos jóvenes se sienten agotados y faltos de atención durante el día, lo que a su vez afecta a su cerebro y reduce su capacidad de tomar decisiones que eviten las conductas violentas.

Fuente: The Outline
Imagen: Shutterstock

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Las personas creativas tendrían más conexiones cerebrales

  • David Aparicio
  • 03/03/2017

Uno de los mitos más difundidos sobre el funcionamiento del cerebro es el que sostiene que la creatividad reside en el hemisferio derecho. Las investigaciones han desmentido esa creencia y alegan que las diferencias entre los hemisferios no son tan claras como se suele pensar.

Y ahora otro estudio estadístico desarrollado por la Universidad de Duke y la Universidad de Nuevo México, refuerza la idea de que la creatividad no está en un solo hemisferio y que en realidad las personas creativas tienen mejores conexiones entre ellos.

En esta investigación se analizó por medio de las imágenes con tensor de difusión las redes neuronales de la materia blanca entre 68 regiones cerebrales en un grupo de estudiantes universitarios, mientras se les aplicaban una serie de pruebas para evaluar el “pensamiento divergente” o la capacidad de generar la mayor cantidad de respuestas posibles a una pregunta. Para ello los estudiantes tenían que dibujar la mayor cantidad de formas geométricas en un lapso de 5 minutos. Luego se les pidió que enunciaran la mayor cantidad de usos que se les podría dar a los objetos que habían dibujado. La creatividad se manifiesta de muchas maneras así que también se les pidió que completaran una serie de test para evaluar sus logros en diferentes áreas como los son: artes visuales, música, escritura creativa, danza, cocina y ciencias.

Al terminar con la fase de prueba los autores encontraron que en general no había diferencias significativas en las conectividad en los hemisferios o entre los hombres y mujeres participantes. Pero si encontraron mayores conexiones entre ambos hemisferios cuando se comparó solo aquellas personas que obtuvieron los mayores puntajes en los tests de creatividad con aquellas que tuvieron los puntajes más bajos. La mayor cantidad de las conexiones se encontró en el lóbulo frontal.

Image courtesy of Daniele Durante, University of Padova
Image courtesy of Daniele Durante, University of Padova

Sus autores creen que esto es el primer indicio de que en un futuro se puedan utilizar las imágenes cerebrales para predecir la probabilidad de que una persona sea altamente creativa, a partir de su estructura cerebral.

La investigación completa está disponible en formato PDF en la web Project Euclid.

Fuente: Duke University

  • Salud Mental y Tratamientos

Vídeo: ¿Qué causa la adicción?

  • David Aparicio
  • 03/03/2017

Las explicaciones sobre la adicción a menudo se concentran solo en el factor de la droga y sus componentes químicos y le restan importancia a los factores contextuales, socioeconómicos y motivacionales de las personas, los cuales juegan un rol mucho más importante en el desarrollo de la dependencia a las drogas.

El primero en demostrar el importante rol que juega el ambiente fue el psicólogo canadiense Bruce K. Alexander, que con sus investigaciones con ratas de laboratorio demostró que ellas no se hacían adictas a la morfina siempre y cuando estuvieran en un ambiente enriquecido con juegos, actividades y en compañía de otras ratas.

Los resultados de Alexander demostraron que el problema de la adicción es mucho más complicado de lo que se creía y que el riesgo de la adicción no solo reside en la potencia química de una droga sino en el rol social y afectivo en el que vivimos.

El video que compartimos explica con detalles los resultados de Alexander; el efecto que se encontró con los soldados adictos a la heroína durante la guerra de Vietnam y que se recuperaron cuando regresaron a Estados Unidos sin internarse en un programa para adicción.

Fuente: Cambiate

Sin categoría

El tamaño de la firma podría ser un indicador de narcisismo en las mujeres

  • David Aparicio
  • 02/03/2017

Datos recientemente publicados en el Journal of Research in Personality, sugieren que el tamaño de la firma podría ser un indicador del rasgo narcisista en las mujeres.

La investigación fue desarrollada por un equipo internacional y fue dirigida por Alvaro Mailhos, especialista de la Universidad de la República en Uruguay.

Durante años se ha asociado la forma de la firma con los rasgos de personalidad. Sin embargo, pocas han sido las investigaciones capaces de ofrecer datos robustos que apoyen tal relación y por lo tanto la validez de la grafología se considera limitada.

En total participaron 340 estudiantes de psicología (198 mujeres y 148 varones) que tenían entre 18 y 52 años de edad. Se controlaron variables extrañas que podrían afectar los resultados como: cantidad de letras impresas en el nombre de las personas, área promedio de la firma y el estilo de la firma.

Sus resultados encontraron que el tamaño de la firma se asoció positivamente, tanto en hombres y mujeres, con la dominancia social – entre más grande era la firma más fuerte era la dominancia social– Y por otro lado, se halló que el tamaño de la firma se relacionaba positivamente con el narcicismo, pero solamente en las mujeres. Los autores exploraron la relación con otras características como: dominio agresivo, autoestima o competición intersexual, pero no se encontró ningún tipo de relación.

Las conclusiones de este estudio son muy limitadas y no son capaces de establecer patrones confiables para evaluar los rasgos de personalidad a través de la forma de la forma en que firmamos. Es loable que los investigadores se hallan dedicado a profundizar un tema poco estudiado, pero todavía no es suficiente para confiar en las evaluaciones grafológicas.

Fuente: Science Direct

  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Intervenciones clínicas positivas: ¿Por qué son importantes y cómo funcionan? (PDF)

  • David Aparicio
  • 02/03/2017
Postergación y TB

En este artículo hablamos de psicología clínica positiva como un campo emergente dentro de la psicología clínica. La psicología clínica positiva está basada en investigaciones que demuestran que la salud mental es más que la ausencia de enfermedad mental, en investigaciones que muestran que el bienestar tiene efectos protectores en la incidencia de psicopatología y enfermedad mental y en estudios que demuestran que características positivas, como emociones positivas y gratitud, pueden predecir patología además del valor predictivo de características negativas.

En este artículo presentamos tres formas diferentes de bienestar: emocional, psicológico y social. Además examinamos tres tipos de intervenciones clínicas positivas: terapia del bienestar, psicoterapia positiva y terapia de aceptación y compromiso. El artículo termina con una llamada a la transformación de la asistencia en salud mental en la cual los tratamientos orientados a la enfermedad son complementados con tratamientos orientados al bienestar.

Descarga el artículo completo en formato PDF.

Autores:E.T. Bohlmeijer, L. Bolier, S.M.A. Lamers y G.J. Westerhof

Fuente: Papeles del Psicólogo

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