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Publicaciones por etiqueta

Atención

8 Publicaciones
  • Análisis
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¿Están los teléfonos realmente perjudicando la atención de los alumnos?

  • 10/07/2024
  • Isabella Mtz Sierra

“Los jóvenes ya no prestan atención. No saben concentrarse en algo que no sean redes sociales. Ya no pueden enfocarse por más de 30 segundos” …  De una forma u otra, esto hemos escuchado en las últimas décadas tanto en padres preocupados como en las escuelas frustradas. El reducido span atencional ha sido importante tema de conversación y nos ha inclinado a cuestionar el daño al que estamos exponiendo a nuestro cerebro, rutinariamente, a través de la tecnología.

David Robinson emprendió una importante investigación, donde buscó entender el verdadero reto que representan las redes sociales en el control atencional de los estudiantes. Tan solo para llegar a este párrafo, estás activamente aplicando funciones ejecutivas que permiten focalizar y sostener tu atención. Puede que estés en un cuarto con muchos estímulos auditivos, los cuales debes silenciar para reducir tu atención a las palabras. A lo mejor debes inhibir el impulso de revisar tus mensajes, Instagram o cualquier otra actividad que te aleje de la página. Incluso, puede que estés recitando las palabras automáticamente mientras tu inconsciente se fija en lo cansado que estás, en los pendientes que tienes que atender, o en lo emocionado que estás por ver a tal persona. 

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cómo mejorar el manejo de la ansiedad mediante el entrenamiento para la modificación del sesgo de atención

  • 21/07/2022
  • Equipo de Redacción

El cerebro prioriza la información amenazante por sobre otro tipo de información, pero en personas muy ansiosas, este sesgo de atención puede volverse exagerado y perjudicial. Un nuevo estudio ha identificado cambios neuroplásticos en la estructura cerebral que acompañan al entrenamiento de modificación del sesgo de atención en personas muy ansiosas (Carlson et al., 2022).

La modificación del sesgo de atención tiene como objetivo reducir los sesgos de atención desadaptativos a la amenaza, lo que a su vez reduce los síntomas de ansiedad. Se busca entrenar sistemáticamente la atención lejos de los estímulos amenazantes y hacia los estímulos neutrales. Los investigadores señalan su interés tanto en el sesgo atencional a la información afectiva desde una perspectiva adaptativa (p. ej., detectar y prestar atención a la amenaza en el entorno) como desadaptativa (p. ej., un sesgo atencional exagerado a la amenaza, que es característico de los trastornos de ansiedad).

Qué metodología usaron

Investigaciones anteriores han indicado que la modificación del sesgo de atención es más efectiva entre las personas ansiosas que exhiben un mayor sesgo de atención a la amenaza. Con esto en mente, los investigadores seleccionaron participantes para que tuvieran altos niveles de ansiedad y cierto nivel de sesgo atencional. La muestra se compuso con 61 mujeres diestras de entre 18 y 38 años, quienes fueron asignadas al azar para completar 6 semanas de modificación del sesgo de atención o un tratamiento de control usando su teléfono inteligente.

El objetivo del estudio fue determinar cómo cambia el cerebro después del entrenamiento de modificación del sesgo de atención y cómo estos cambios en el cerebro se relacionan con la reducción de los síntomas después de la modificación del sesgo de atención.

photo of man wearing black eyeglasses

Qué encontraron

Usando imágenes de resonancia magnética, los investigadores observaron diferencias en la estructura y función del cerebro entre aquellas que completaron el tratamiento de modificación del sesgo de atención y las que completaron el tratamiento de control. En particular, quienes completaron el tratamiento de modificación del sesgo de atención mostraron aumentos en el volumen de materia gris en la corteza cingulada anterior, una región del cerebro relacionada con la ansiedad y los trastornos del estado de ánimo. También encontraron aumentos en la conectividad funcional entre la circunvolución frontal superior y la corteza cingulada anterior, así como la ínsula.

Es importante destacar que el aumento de los niveles de volumen de materia gris de la corteza cingulada anterior se relacionó con una disminución de la ansiedad después del tratamiento de modificación del sesgo de atención.

Los autores destacan tres conclusiones principales:

  1. Las intervenciones como la modificación del sesgo de atención que se utilizan para abordar los síntomas de la psicopatología, parecen ‘reconectar’ (o cambiar) la estructura y la función del cerebro;
  2. Estos cambios parecen estar vinculado a regiones tradicionalmente involucradas en la respuesta emocional y el control cognitivo, y 
  3. Los individuos con los cambios más grandes en la estructura cerebral son aquellos con la mayor disminución en los síntomas ansiosos (es decir, el grado en que los cambios en la estructura cerebral están relacionados con la eficacia de la intervención de modificación del sesgo de atención).

Dentro de las limitaciones del estudio señalan que las participantes tenían altos niveles de rasgo de ansiedad, lo que captura la tendencia general a experimentar ansiedad. Sin embargo, esto es diferente a un diagnóstico de trastorno de ansiedad. Por lo tanto, aunque los resultados sugieren que los cambios en la estructura y la función del cerebro acompañan a la modificación del sesgo de atención en individuos con alto rasgo de ansiedad, no está claro si estos hallazgos se generalizan a muestras clínicamente ansiosas.

Además, la intervención de modificación del sesgo de atención no redujo la ansiedad en toda la muestra, es decir que no todos parecían beneficiarse con la intervención. Sin embargo, los datos sugieren que aquellos con mayores cambios en la estructura cerebral tienen más probabilidades de experimentar reducciones en los síntomas de ansiedad. 

Referencia bibliográfica: Carlson, J. M., Fang, L., Koster, E. H. W., Andrzejewski, J. A., Gilbertson, H., Elwell, K. A., & Zuidema, T. R. (2022). Neuroplastic changes in anterior cingulate cortex gray matter volume and functional connectivity following attention bias modification in high trait anxious individuals. Biological Psychology, 172, 108353. https://doi.org/10.1016/j.biopsycho.2022.108353

Fuente: Psypost



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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Escuchar música mientras estudias hace más difícil que puedas integrar las palabras en contexto

  • 23/07/2021
  • Alejandra Alonso

El impacto que causa la música sobre personas que realiza tareas cognitivas es variado, pero los efectos neurológicos que les acompañan han sido poco estudiados. Un equipo de investigación de China se enfocó en explorar los efectos de la música de fondo en las respuestas neuronales durante una actividad de lectura comprensiva y su modulación por nivel de arousal.

Participaron 39 individuos, quienes fueron ubicados en uno de tres grupos diferentes: silencio, música de bajo arousal y música de alto arousal. Debían juzgar si una oración sobre conocimiento del mundo era correcta con o sin música de fondo.

Optaron por centrarse en el potencial relacionado con el evento N400, una onda cerebral (detectada con electrodos colocados en el cuero cabelludo) que se sabe que ocurre en el caso de violaciones semánticas: oraciones en las que se ha cambiado la última palabra para violar el conocimiento de las palabras.

Se confirmó la hipótesis del equipo, escuchar música resultó en un efecto más grande en N400 comparado con el grupo control (condición silencio). Se asume que un mayor efecto en N400 refleja más dificultades para integrar palabras en un contexto.

De acuerdo con la “teoría de capacidad limitada”, la cual declara que los recursos atenciones de la persona son limitados, cuando las tareas convergen deben competir por esa atención. Es por esto que el equipo de investigación concluyó que la música de fondo podría ser una fuente significativa de distracción para tareas que requieren una lectura comprensiva, al incrementar la dificultad de integración semántica.

Por supuesto, esto debe considerarse a la luz de los efectos de la música con respecto a otras tareas cognitivas. De hecho, todos los signos indican que la relación entre los factores auditivos, ya sea el habla, el ruido o la música, y las tareas cognitivas de naturaleza visual son complejas y requerirán mucha investigación.

Sin embargo, comprender esta relación puede ayudar a crear entornos más propicios para el trabajo y el estudio y ampliará nuestra comprensión de cómo se integran los estímulos en competencia.

Referencia del estudio: Du, M., Jiang, J., Li, Z. et al. The effects of background music on neural responses during reading comprehension. Sci Rep 10, 18651 (2020). https://doi.org/10.1038/s41598-020-75623-3

Fuente: PsyPost



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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Cómo sabe el cerebro cuándo prestar atención?

  • 05/05/2021
  • Maria Fernanda Alonso

Las reacciones rápidas a eventos futuros son cruciales. Cuando un semáforo en verde cambia al color amarillo y nuestro vehículo está muy próximo al cruce de calles, el cerebro necesita responder en fracciones de segundo para anticipar si podremos cruzar o no nos alcanzará el tiempo antes de que el semáforo encienda la luz roja. Estas respuestas rápidas se basan en estimaciones de si ocurrirán eventos y cuándo. 

Cada evento futuro conlleva dos tipos distintos de incertidumbre: si sucederá dentro de un período de tiempo determinado y, de ser así, cuándo es probable que ocurra. Pero, ¿cómo afectan estas fuentes de incertidumbre al comportamiento anticipatorio humano? En otras palabras, ¿cómo interactúa el cerebro humano con la estructura temporal de su entorno? Según un estudio reciente, tanto la posibilidad de que ocurra un evento futuro como cuándo ocurrirá, moldean de forma independiente el comportamiento anticipatorio; este efecto es muy dinámico a lo largo del tiempo y no es estable como se creía (Grabenhorst et al., 2021). 

Metodología

Para averiguarlo, los investigadores manipularon sistemáticamente las probabilidades de que ocurran eventos sensoriales y cuándo ocurrirían, y analizaron el comportamiento del tiempo de reacción humana. 

Resultados

El equipo encontró dos hallazgos novedosos: primero, la probabilidad de que ocurra un evento tiene un efecto altamente dinámico sobre la anticipación a lo largo del tiempo; segundo, las estimaciones del cerebro sobre si un evento ocurrirá y cuándo ocurrirá toman lugar de forma independiente.

Los investigadores ilustran esto con un ejemplo cotidiano: cuando conducimos un vehículo, al acercarnos a un cruce de ferrocarril, la probabilidad de que las barreras bajen determina nuestra disposición general para frenar. Esto es intuitivo y conocido. Sin embargo, los autores encontraron que esta disposición a responder aumenta drásticamente con el tiempo. Uno se vuelve mucho más alerta, aunque la probabilidad de que las barreras bajen objetivamente no cambia. Este efecto dinámico de si un evento ocurrirá es independiente de cuándo ocurrirá. El cerebro sabe cuándo prestar atención basándose en cálculos independientes de estas dos probabilidades.

Estos hallazgos indican que el cerebro humano ajusta dinámicamente su disposición para responder basándose en estimaciones de probabilidad separadas de si ocurren eventos y cuándo. Este estudio contribuye significativamente a la comprensión de cómo el cerebro humano predice eventos futuros para interactuar en consecuencia con el medio ambiente.

Referencia bibliográfica: Grabenhorst, M., Maloney, L. T., Poeppel, D., & Michalareas, G. (2021). Two sources of uncertainty independently modulate temporal expectancy. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, 118(16). https://doi.org/10.1073/pnas.2019342118

Fuente: Science Daily



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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Un programa de entrenamiento cognitivo adaptativo puede ayudar en el tratamiento de niños con problemas de atención y memoria de trabajo

  • 03/05/2021
  • Maria Fernanda Alonso

La anemia de células falciformes (ACF) es una condición que aumenta el riesgo de dificultades neurocognitivas debido a complicaciones cerebrovasculares (como apoplejías manifiestas e infartos cerebrales silenciosos) y características de la enfermedad subyacente (como anemia crónica). Los efectos neurocognitivos de la ACF generalmente involucran problemas con la atención, la memoria de trabajo y otras funciones ejecutivas. Hasta el momento, la línea principal de tratamiento es de base farmacológica. Sin embargo, un enfoque diferente basado en la aplicación de un programa de entrenamiento cognitivo adaptativo ha mostrado resultados prometedores para tratar las dificultades de atención y memoria de trabajo en los niños con ACF (Hardy et al., 2021).

Por qué es importante

Entre el 20 y el 40% de las personas con ACF repiten un grado en la escuela y menos de la mitad de los adultos están empleados. Las intervenciones para prevenir y tratar las dificultades neurocognitivas causadas por la ACF tienen el potencial de mejorar significativamente los resultados académicos, el logro vocacional y la calidad de vida.

Qué metodología usaron

Para el estudio, los investigadores utilizaron un programa de entrenamiento cognitivo adaptativo (conocido como Entrenamiento de la memoria de trabajo Cogmed) que los pacientes completan en casa, en un iPad.

Se aplicó un diseño de ensayo controlado aleatorio, y se pidió a los niños que completaran sesiones de entrenamiento Cogmed durante aproximadamente 30 minutos, 3 a 5 veces por semana hasta completar 25 sesiones. 

El programa Cogmed contiene ejercicios de memoria de trabajo similares a los de un juego que se adaptan al rendimiento del usuario, volviéndose gradualmente más desafiantes con el tiempo a medida que mejora el rendimiento. 

Qué encontraron

Los autores encontraron que los pacientes con anemia de células falciformes (ACF) que completaron la intervención de entrenamiento cognitivo mostraron una mejora significativa en la memoria de trabajo visual en comparación con un grupo de lista de espera que usó Cogmed después del período de espera. 

Los efectos del tratamiento fueron especialmente notables para los pacientes que completaron una «dosis» de 10 sesiones de entrenamiento cognitivo. Estas personas mostraron una mejor memoria de trabajo visual, memoria verbal a corto plazo y fluidez matemática.

Con estos resultados, los investigadores defienden el entrenamiento de trabajo digital como un enfoque eficaz para el tratamiento de déficits neurocognitivos en jóvenes con anemia de células falciformes. 

Además, resaltan que los beneficios obtenidos por quienes completaron 10 sesiones de entrenamiento cognitivo podrían tener un impacto real en la vida diaria, facilitando recordar y seguir instrucciones en la escuela y en la casa, organizar tareas o resolver problemas matemáticos que requieren recordar información por períodos cortos de tiempo.

Estos hallazgos muestran que las habilidades de las personas con ACF son modificables y que existe un tratamiento no farmacológico.

Referencia bibliográfica: Hardy, S. J., Bills, S. E., Meier, E. R., Schatz, J. C., Keridan, K. J., Wise, S., & Hardy, K. K. (2021). A Randomized Controlled Trial of Working Memory Training in Pediatric Sickle Cell Disease. Journal of Pediatric Psychology. https://doi.org/10.1093/jpepsy/jsab030

Fuente: Science Daily



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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Patologías asociadas al lóbulo frontal

  • 23/09/2020
  • Lynda Evelin Acuña Hernández

El lóbulo frontal es parte de la corteza cerebral, fue la última región del encéfalo en evolucionar, por lo que es una adición relativamente nueva. Todos los mamíferos tienen un lóbulo frontal, aunque el tamaño y la complejidad varían según la especie. La mayoría de las investigaciones sugieren que los primates tienen lóbulos frontales más grandes que muchos otros mamíferos (Reber & Tranel, 2019).

Los lóbulos frontales

Los sistemas de clasificación tradicionales dividen los lóbulos frontales en la corteza precentral (la franja inmediatamente anterior al surco central o cisura de Rolando) y la corteza prefrontal (que se extiende desde los polos frontales a la corteza precentral e incluye el opérculo frontal). Ésta última que se divide a su vez en: corteza orbitofrontal (incluidas las regiones orbitobasal o ventromedial y mesial inferior), corteza prefrontal ventrolateral, corteza prefrontal dorsolateral, corteza prefrontal medial (que contiene la circunvolución cingulada anterior y las cortezas preliminar e infralímbica) y corteza prefrontal caudal, que incluye los campos oculares frontales (Zanto & Gazzaley, 2019).

Cada una de estas áreas tiene una conectividad generalizada y se caracterizan por sus distintas funciones, entre ellas su intervención en los diferentes procesos cognitivos como: la memoria, el lenguaje, la atención, abstracción, funciones ejecutivas, motoras, sociales, emocionales e inhibición de respuestas básicas en la búsqueda de un objetivo más complejo (Pressman & Rosen, 2015). Según Deright (2019) su importancia radica en la ejecución de la toma de decisiones y el control ejecutivo, es decir, la selección y coordinación de comportamientos.

Diversos estudios realizados han demostrado que los lóbulos frontales son extremadamente vulnerables a las lesiones debido a su ubicación en la parte delantera del cráneo, la proximidad al ala esfenoidal y su gran tamaño. Los estudios de resonancia magnética han demostrado que el área frontal es la región más común de lesión después de un trauma craneoencefálico leve o moderado (Levin et al., 1987 citado por Chow, 2000).

Clínicamente, se han utilizado para describir los trastornos de los lóbulos frontales y sus redes extendidas como: síndromes del lóbulo frontal, síndromes de la red frontal, síndromes de los sistemas frontales, la disfunción ejecutiva y la metacognición, aunque no todos son sinónimos y los términos difieren dependiendo de los autores o investigadores (Garrard et al., 2002; Goldberg, 2002; Hoffmann & Schmitt, 2004; Karussis et al., 2000; Kumral et al., 1999; Malm et al., 1998; Neau et al., 2000; Tarkka, 2001; Tullberg et al., 2004).

Según Hoffmann (2013) estrictamente hablando, los síndromes de la red frontal constituyen la representación neurobiológica más precisa. El término, síndromes de red frontal (FNS) enfatiza la conectividad universal de los lóbulos frontales con todas las demás regiones del cerebro. Por ejemplo, la literatura sobre accidentes cerebrovasculares está repleta de FNS que se han reportado con lesiones discretas fuera del límite anatómico del lóbulo frontal, como materia gris subcortical, materia blanca subcortical, con lesiones aisladas del tronco encefálico, cerebelo, lóbulos temporales y parietales.

Dentro de los síndromes de red frontal más estudiados se encuentran: el deterioro de la memoria de trabajo, la función ejecutiva, la abulia, la desinhibición y el descontrol emocional. Además, se pueden identificar una serie de manifestaciones secundarias, como una amplia gama de anomalías de comportamiento, entre ellas: la pérdida de las normas sociales, el comportamiento de imitación, las compulsiones y las obsesiones (W. Chow & Cummings, 2009; Hoffmann, 2013a).

No obstante, debido a su anatomía e importancia, los estudios del lóbulo frontal no se han centrado solo en los síndromes de red frontal, sino también en las alteraciones asociadas con las funciones cognitivas clásicas atribuidas a las regiones prefrontales (Markowitsch et al., 1979; Pressman & Rosen, 2015).

Control del movimiento

Entre estas funciones cognitivas clásicas se encuentran las relacionadas con el control del movimiento, el cual se implementa en muchos niveles incluida la médula espinal, el cerebelo y los ganglios basales. No obstante, hay tres regiones cerebrales corticales principales que intervienen en esta función: la corteza motora primaria (PMC), la corteza premotora (preMC) y las áreas motoras del lóbulo frontal medial, que incluyen el área motora presuplementaria (preSMA), el área motora suplementaria (SMA) y las áreas motoras adyacentes en el surco cingulado (Pressman & Rosen, 2015).

Por tal motivo, una lesión del lóbulo frontal, incluido el córtex prefrontal (PFC) puede provocar la aparición de un trastorno motor conocido como apraxia, el cual se asocia a la incapacidad de realizar una actividad motora experta a pesar de la fuerza intacta, la sensación, la atención, la memoria y el impulso, sin que interfieran otros trastornos del movimiento como distonía, temblor o corea. Los pacientes con apraxia pueden describir una pérdida de la capacidad de manipular herramientas de uso común, o de realizar algo más complejo, como coser o tejer. La apraxia no es un trastorno bien localizado, y diferentes tipos de lesiones pueden provocarla, incluidas las lesiones parietales, frontales y subcorticales. Casi siempre se asocia con lesiones en el hemisferio izquierdo o el cuerpo calloso, y se ha descrito específicamente en el contexto de las lesiones motoras frontales medianas y la corteza premotora. La apraxia a menudo se presenta en pacientes con trastornos neurodegenerativos, en los cuales se observa una afectación predominantemente de los lóbulos parietales, como la enfermedad de Alzheimer, o los lóbulos frontales en las degeneraciones corticobasales (Heilman, 2010; Pressman & Rosen, 2015).

Atención

Otro de los procesos clásicos más investigados en las últimas décadas ha sido la atención, debido a su complejidad y conexión con muchas regiones corticales y subcorticales. Una de las principales funciones que desempeñan los lóbulos frontales en este proceso es la dirección de la atención a los estímulos nuevos, asimismo, en la atención sostenida con el cortex prefrontal, también se ha postulado una red de atención ventral, que incluye partes del giro frontal medio e inferior y la corteza temporoparietal (Daffner et al., 2000; Mesulam, 2010; Pardo et al., 1991; Pressman & Rosen, 2015).

Por lo tanto, las lesiones en el cortex prefrontal pueden asociarse con déficits en tareas que requieren atención sostenida (por ejemplo, presionar botones en respuesta a estímulos específicos), así como en tareas de atención dividida (rastrear múltiples estímulos espontáneamente). En la vida diaria, estos déficits pueden verse en la distracción y la dificultad con la multitarea (por ejemplo, no poder realizar una tarea si la radio o la televisión están encendidas). Si no se atienden estímulos novedosos, puede resultar en perseverancia, en la cual un paciente se fija en una tarea o estímulo a pesar de que ya no es relevante para la situación inmediata. Un fenómeno particular conocido como heminegligencia (es frecuente en lesiones del hemisferio derecho) que se caracteriza por el descuido de la mitad del espacio contralateral (generalmente izquierdo). Este fenómeno puede observarse con lesiones frontales y/o parietales izquierdas (Pressman & Rosen, 2015; Zanto & Gazzaley, 2019).

Memoria

Con relación a la memoria, aunque las estructuras típicamente asociadas son el hipocampo y estructuras asociadas, el lóbulo frontal juega un papel importante en varios aspectos. Por ejemplo, en la memoria episódica y de trabajo el lóbulo frontal desempeña una función de apoyo.

En un innovador trabajo con grabación unicelular en 1988, Patricia Goldman-Rakic ​​demostró que las neuronas en la corteza frontal dorsolateral funcionan por medio de una especie de disparo durante los períodos en que un animal debe guardar información en la memoria y luego detienen el mismo cuando el animal necesita actuar sobre esta información. Los estudios de imágenes cerebrales funcionales han demostrado actividades similares en humanos. En consecuencia, los pacientes con lesión del lóbulo frontal, pueden desarrollar problemas para recordar pequeños fragmentos de información como un número de teléfono o qué buscaban en una habitación (Cheryl et al., 1998; Pressman & Rosen, 2015).

Una gran cantidad de evidencia ha demostrado que los lóbulos frontales participan en la fase de codificación. Los estudios de imágenes funcionales muestran la activación del cortex prefrontal durante la codificación y la recuperación. Por consiguiente, los pacientes con disfunción del lóbulo frontal pueden quejarse de problemas de memoria que son similares en tipo y grado a los observados con lesiones en el hipocampo, específicamente para retener información, repetir preguntas, escribir información para recordar, organizar semánticamente información y utilizar estrategias mnemotécnicas. De igual forma, muestran déficits en la recuperación de la información previamente aprendida, siendo susceptibles a la interferencia de la información competitiva. Por último, el fenómeno de la confabulación, donde los pacientes no solo tienen dificultades para recordar información, sino que inventan información en respuesta a consultas, generalmente se asocia con daño en la región frontal ventromedial, del córtex prefrontal y el prosencéfalo basal (Gershberg & Shimamura, 1995; Gilboa & Moscovitch, 2002; McKinnon et al., 2007; Shimamura, 1995; Lee et al., 2002; Nyberg et al., 1996; Pressman & Rosen, 2015).

Funciones ejecutivas

Con relación a las funciones ejecutivas, las cuales abarcan una amplia gama de actividades cognitivas como: organizar una respuesta a un problema complejo, secuenciar tareas, priorizar estímulos externos, abstraer información, entre otros. Se encuentran altamente relacionadas con el lóbulo frontal debido a que sus funciones apoyan y superponen otros procesos como la activación de patrones motores complejos, la organización del lenguaje y la selección de comportamientos sociales apropiados. Básicamente, estas funciones dependen de la capacidad de mantener y manipular información no disponible en el ambiente. Por tal motivo se convierte en una de las principales funciones del lóbulo frontal, dando como resultado que diversos investigadores hayan creado diferentes modelos para su explicación (Anderson, 2011; Bertelli et al., 2018; Deright, 2019; Goldman-Rakic et al., 1996; Hagenhoff et al., 2013; Pressman & Rosen, 2015; Reber & Tranel, 2019).

Aunque existan muchas teorías que explican el desarrollo de las funciones ejecutivas, la mayoría de investigadores concuerdan que el deterioro de las funciones ejecutivas en un individuo puede observarse mediante diversas dificultades que presentan en los distintos contextos que participa, por ejemplo: la incapacidad de mantenerse enfocado en una tarea determinada, clínicamente, esto se manifestaría en la imposibilidad de completar las tareas que se iniciaron en una prueba determinada. Déficits en la planificación y ejecución de tareas complejas (planificar viajes o eventos como fiestas, e incluso en tareas cotidianas como cocinar que requieren tiempo y secuencia), dificultades en la capacidad de inhibir respuestas a estímulos cognitivos o socialmente relevantes, por ejemplo, la desinhibición social (toma de decisiones impulsiva), este es quizás uno de los más investigados, debido a que su gravedad se refleja en el comportamiento asociado a la utilización y la dependencia ambiental, términos que originalmente fueron acuñados por Lhermitte et al., en 1986, quien descubrió en su investigación que el comportamiento de utilización realizado por algunos participantes se encontraba relacionado con patrones de movimiento que dependían completamente de estímulos externos (beber de un vaso vacío colocado frente a ellos, o utilizar un martillo cuando no hay clavos presentes). Con referencia a la dependencia ambiental, Lhermitte et al., (1986) describe que los participantes manifestaban una tendencia a seguir pasivamente los gestos de los demás, aunque esas señales no estuvieran apropiadas con el momento. Por ejemplo, los pacientes pueden pedir pasivamente los mismos artículos que ordena un amigo cuando están juntos en un restaurante, repetir la última frase expresada por otros (ecolalia) e imitar los movimientos de los demás (Pressman & Rosen, 2015; Reber & Tranel, 2019; Zanto & Gazzaley, 2019).

Lenguaje

En relación con el lenguaje, según las observaciones históricas de Broca en 1861, se ha reconocido que el lóbulo frontal es una parte central en el procesamiento del lenguaje. Si bien Broca planteó la hipótesis de que la región frontal inferior izquierda era el centro del lenguaje en el cerebro, las observaciones posteriores de Wernicke y muchos otros han demostrado que el lenguaje se procesa en una red distribuida de regiones en el lóbulo frontal y parietal izquierdo alrededor de la cisura de Silvio. Por consiguiente, un deterioro en este proceso puede relacionarse con lesiones en el lóbulo frontal y dar como resultado una afasia, estas se caracterizan por un discurso vacilante, con frases relativamente cortas y largas, pausas entre palabras o frases y patrones de habla no fluidos, en lo que se refiere a la baja cantidad de palabras producidas en un período de tiempo determinado. Una de las más comunes, es la afasia de Broca, la cual se desarrolla por una variedad de alteraciones (accidentes cerebrovasculares, tumores o enfermedades neurodegenerativas) en el lóbulo frontal izquierdo. En un estudio clásico publicado en 1978, Mohr y sus colegas demostraron que una lesión que afecta solo la corteza del lóbulo frontal inferior izquierdo no causa un tipo completo de afasia tipo Broca, sino que causa un mutismo inicial que evoluciona a una dificultad limitada con la articulación que sí lo hace, no afecta a otros aspectos del lenguaje (p. ej., la escritura). Cuando en las enfermedades neurodegenerativas el síntoma más significativo es la alteración en el lenguaje se conoce como afasia progresiva primaria (PPA). Las lesiones en otras regiones, por ejemplo, en el área más alta del lóbulo frontal izquierdo, alrededor de la porción anterior de la circunvolución frontal media, puede asociarse con un síndrome llamado afasia motora transcortical (Freedman et al., 1984; Gorno-Tempini et al., 2011; Mohr et al., 1978; Pressman & Rosen, 2015).

Emoción, motivación y conducta social

En cuanto a los procesos relacionados con la emoción, motivación y comportamiento social, según diversos estudios, sus aspectos iniciales, rápidos y reflexivos se implementan en sistemas filogenéticamente antiguos, a menudo referidos como la red límbica y compuestos de estructuras subcorticales y corticales. No obstante, algunas de las estructuras paralímbicas residen en los lóbulos frontales y la ínsula anterior adyacente. A través de las acciones de estas y otras regiones, el lóbulo frontal juega un papel importante en el procesamiento emocional. Aunque no siempre se expresa en términos de estas construcciones de evaluación, reactividad y regulación, (Pressman & Rosen, 2015; Reber & Tranel, 2019; Rosen & Levenson, 2009)

Respecto a la construcción de evaluación, es probablemente el proceso menos asociado con las funciones del lóbulo frontal. La amplia evidencia indica que la evaluación comienza muy temprano en el procesamiento de los estímulos entrantes, en las regiones subcorticales y la corteza sensorial. Sin embargo, los estudios fisiológicos y de lesiones proporcionan evidencia de compromiso frontal en la evaluación. Las regiones frontales mediales, especialmente el ACC, están activas durante la visualización de caras emocionales en estudios de resonancia magnética funcional y durante tareas donde las decisiones están en parte mediadas por el contenido emocional del estímulo. El ACC puede tener varias divisiones, todas las cuales contribuyen a la integración de información emocional y cognitiva para influir en las acciones y la atención. Por consiguiente, las lesiones en las regiones frontales ventral y medial deterioran el reconocimiento de las emociones. En algunos casos, se cree que el daño a regiones corticales específicas causa un deterioro relativamente selectivo al apreciar emociones específicas (por ejemplo, el miedo). Un aspecto importante de la evaluación es la capacidad de saber lo que sienten otras personas, un componente de empatía que a veces se denomina toma de perspectiva emocional. Esta capacidad se pierde comúnmente en la demencia frontotemporal, probablemente debido a la pérdida de tejido en el PFC medial y la circunvolución paracingulada adyacente (Bush et al., 2000; Fernandez-Duque et al., 2010; Phan et al., 2002; Pressman & Rosen, 2015).

En cuanto a la expresión o reactividad del comportamiento (visceromotor y somático complejo) es generado por regiones subcorticales y corticales como: la ínsula y el ACC. Por consiguiente, las convulsiones en ACC pueden conducir a estados y expresiones afectivas alteradas. Los pacientes pueden mostrar un comportamiento psicopatológico asociado a episodios de agresividad, miedo exacerbado, baja motivación, generación de comportamientos obsesivo compulsivos y/o antisociales. De acuerdo con el papel de la corteza frontal en el procesamiento de recompensas, las lesiones del lóbulo frontal medial pueden producir profundas apatías o abulias. Los pacientes con este grado de apatía pueden moverse solo en raras ocasiones (cuando van alimentarse) y hablan en monosílabos, observándose una completa falta de interés en su entorno. Agudamente, la abulia puede ser el resultado de isquemias en las arterias cerebrales anteriores o hemorragias en una arteria que se comuniquen con el área anterior (debido a la proximidad de esta vasculatura al cingulado anterior y las cortezas frontales mediales). Los síntomas progresivos más lentos podrían representar una masa de crecimiento lento, como un meningioma o glioblastoma de la línea media, una infección crónica (como el virus de inmunodeficiencia humana) o una enfermedad neurodegenerativa (como la demencia frontotemporal). Las neoplasias del tercer ventrículo que crean una hidrocefalia obstructiva también pueden provocar apatía o mutismo acinético. En las enfermedades neurodegenerativas, la apatía puede progresar lentamente, presentándose inicialmente solo como retraimiento social, que otros pueden percibir como depresión o egoísmo. De igual forma, las lesiones que afectan a la ínsula o ACC pueden causar embotamiento emocional, de modo que los estímulos nocivos no provocan la respuesta emocional adecuada, esto se observa en enfermedades como la demencia frontotemporal. Los trastornos psiquiátricos como el trastorno obsesivo-compulsivo y ludopatía, pueden considerarse trastornos del procesamiento de recompensas; estudios con imágenes funcionales y estructurales han demostrado anormalidades de la función del lóbulo frontal en estos y muchos otros trastornos psiquiátricos (Balakrishnan & Rosen, 2008; Bechara et al., 1996; Pressman & Rosen, 2015; Reber & Tranel, 2019).

Acerca de la regulación emocional, la mayoría de las investigaciones se han centrado en la reevaluación y han indicado que las regiones frontales dorsales y dorsolaterales juegan un papel importante. Esto es consistente con la idea de que este tipo de regulación probablemente invoca procesos tales como atención dirigida, memoria de trabajo, abstracción y memoria, dependiendo de la situación. Los estudios específicos de la regulación de la emoción son poco frecuentes en la enfermedad neurológica, pero algunos estudios han identificado déficits de regulación en la demencia frontotemporal, y un estudio reciente de pacientes con afecto pseudobulbar sugirió que el trastorno está relacionado con una regulación alterada de la emoción, posiblemente debido a una disfunción frontal. Muchas lesiones neurológicas que típicamente afectan los lóbulos frontales como la enfermedad de Alzheimer y las lesiones cerebrales traumáticas, se asocian con irritabilidad y agitación caracterizadas por reacciones emocionales rápidas, que probablemente representan una alteración de la regulación emocional, aunque esto no se ha estudiado formalmente. Ciertas enfermedades psiquiátricas, como el trastorno bipolar y el trastorno límite de la personalidad, se han caracterizado como trastornos de la regulación emocional, y aunque algunas se han relacionado con la disfunción frontal, los estudios formales de los vínculos entre la función frontal y la regulación emocional son relativamente poco frecuentes (Balakrishnan & Rosen, 2008; T. W. Chow, 2000; Mak & Lam, 2013; Pressman & Rosen, 2015).

Se ha identificado que la corteza orbitofrontal (OFC) desempeña un papel particular en la regulación emocional, específicamente actualizando e invirtiendo las asociaciones de señal-recompensa o señal-castigo previamente aprendidas. Esto se ha estudiado más en el entorno del condicionamiento del miedo, donde se ha descubierto que la corteza orbitofrontal es fundamental para abolir la respuesta una vez que la asociación ya no es verdadera (extinción). Se ha hipotetizado que la incapacidad para extinguir estos tipos de asociación contribuye al trastorno de estrés postraumático. Los estudios de la corteza orbitofrontal también han vinculado esta región con un papel más amplio en la codificación de los valores actuales en un estímulo, dando como resultado que un fracaso de este mecanismo pueda conducir a un comportamiento extraño relacionado con la recompensa. Por ejemplo, se sabe que los pacientes con demencia frontotemporal comen en exceso y continúan haciéndolo incluso después de estar llenos, lo que resulta en un aumento de peso significativo. Dichos pacientes también se ven obligados a acumular artículos específicos (videos, juguetes, monedas) en grandes cantidades, llenando las habitaciones de su casa. Es probable que la falla de estos mecanismos contribuya a anormalidades en el comportamiento social que se observa en este trastorno. Por ejemplo, los pacientes pueden tocar a extraños de manera inapropiada porque las neuronas de la corteza orbitofrontal no están indicando que el contexto (un extraño, un lugar público) es inapropiado. Investigaciones relacionadas han examinado las contribuciones emocionales a la toma de decisiones en pacientes con lesiones en la corteza orbitofrontal utilizando tareas de «juego» con varias barajas virtuales de cartas que requieren que los sujetos aprendan en muchas pruebas qué barajas son económicamente ventajosas. Los pacientes con lesiones en la corteza orbitofrontal se sienten atraídos hacia las cartas menos ventajosas a pesar de poder expresar su conciencia de que les harán perder dinero. Esto puede estar relacionado con el papel de la corteza orbitofrontal en cambiar nuestras percepciones sobre qué estímulos ambientales predicen recompensas y cuáles no. Debido a este tipo de discapacidad, los pacientes con enfermedades que afectan la corteza orbitofrontal toman decisiones notoriamente malas que pueden ser financieramente ruinosas, a pesar de poder verbalizar la razón por la cual estas decisiones son malas. Las causas patológicas típicas de este tipo de lesiones incluyen lesiones cerebrales traumáticas, tumores en el cráneo por encima de las órbitas y demencia frontotemporal (Bechara et al., 1996; Hoffmann, 2013b; Pressman & Rosen, 2015; Reber & Tranel, 2019).

Conclusión

El lóbulo frontal se encuentra relacionado con todos los procesos cognitivos del ser humano, por tal motivo, su importancia en el monitoreo, control y modificación de las funciones más básicas, desencadenan diversos síndromes que alteran el funcionamiento “normal” del individuo.

Los estudios relacionados con estas alteraciones, trastornos o síndromes de la red frontal, en su mayoría se han centrado en su función y localización, dejando de lado el tratamiento de los mismos, en especial, los relacionados con la parte emocional (regulación, evaluación y expresión),

Por consiguiente, surgen diversas dudas: ¿los pacientes que desencadenan problemas en el proceso de la emoción después de una lesión, trauma, accidente cerebrovascular, inflamación o enfermedad neurodegenerativa en el lóbulo frontal, pierden por completo su funcionalidad?, ¿existen terapias farmacológicas, neurorrehabilitaciones o terapias de otro tipo que lleguen a mejorar la función del lóbulo frontal?

Respecto a las enfermedades psiquiátricas, investigaciones y metaanálisis realizados por Deright (2019), Díaz-Canaleja et al., (2019), Hagenhoff et al. (2013), Palomares et al., 2019, Mcclure et al. (2015), entre otros, han demostrado que en enfermedades como el trastorno bipolar, la esquizofrenia y los trastornos de la personalidad como el límite, se encuentran alteraciones de las funciones ejecutivas, las cuales se encuentran estrechamente relacionadas con el lóbulo frontal, si esto es cierto ¿Por qué los tratamientos de estas enfermedades y trastornos mentales solo se remiten al área de psicología y psiquiatría?¿es posible que una rehabilitación neuropsicológica en estos pacientes mejore aspectos como la regulación emocional y funciones ejecutivas?

Artículo escrito por las psicólogas Ana Carolina Morales Arias y Lynda Evelin Acuña Hernández.

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El aguacate mejoraría la atención en personas con sobrepeso y obesidad

  • 24/03/2020
  • Alejandra Alonso

Según un nuevo estudio, el consumo diario de aguacate mejoró la inhibición de la atención y aumentó la concentración de serum de luteína en adultos con sobrepeso y obesidad. Sin embargo los efectos a nivel cognitiva son independientes de los cambios en la concentración de luteína.

¿Por qué esto es importante? Existen estudios que han encontrado un vínculo entre la obesidad y un mayor riesgo de padecer deficits cognitivos. Sin embargo, un cambio en la dieta podría mejorar las funciones cognitivas.

¿Por qué se consideró a la luteína? Los aguacates contienen luteína, un pigmento de color amarillento que está presente en muchas plantas y ha probado tener potencial neurocognitivo.

¿Qué metodología utilizó el estudio? Se trata de un estudio aleatorio controlado donde participaron 84 adultos de entre 25 y 45 años, asignados a uno de dos grupos: 12 semanas de comidas diarias con aguacate fresco o dietas isocalóricas (grupo control). La luteína sérica y la densidad óptica del pigmento macular (MPOD) se utilizaron para evaluar el estado de la xantofila. La atención y la inhibición se evaluaron mediante las tareas Flanker, Oddball y Nogo acompañado de un registro electroencefalográfico (EEG).

¿Qué recomendaciones deja para futuras investigaciones Determinar mecanismos por los cuales el aguacate podría influir en las funciones cognitivas. Ellos creen que otros beneficios del aguacate, como su alto contenido de grasas monoinsaturadas y fibra, podría estar relacionado con los hallazgos.

Referencia del estudio original: Edwards, C., Walk, A., Thompson, S., Reeser, G., Erdman, J., Burd, N., Holscher, H. y Khan, N. (2019), Effects of 12-week avocado consumption on cognitive function among adults with overweight and obesity. International Journal of Psychophysiology Vol. 148 p. 13-24 https://doi.org/10.1016/j.ijpsycho.2019.12.006



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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Estímulos eléctricos podrían ayudar a mejorar la atención de pacientes con enfermedades mentales graves

  • 20/08/2019
  • Maria Fernanda Alonso

Mantener la atención durante lapsos de tiempo prolongado no es una tarea sencilla, cognitivamente hablando. A algunos les toma más trabajo que a otros, pero si le sumamos a esto una enfermedad mental grave, encontraremos que aquello puede ser algo realmente desafiante.

Un nuevo estudio muestra que es posible saber cuándo una persona está enfocada mediante el uso de algoritmos específicos y firmas cerebrales, lo que indica quién podría beneficiarse de la estimulación eléctrica para ayudar a aumentar la atención. Estos hallazgos podrían ayudar a mejorar la capacidad de los paciente para manejar los déficits de atención asociados con una variedad de problemas de salud mental (Provenza et al., 2019).

Investigaciones anteriores demostraron que la aplicación de estimulación eléctrica en el momento justo ayuda al cerebro de un paciente con una enfermedad mental grave a superar tareas cognitivas difíciles. Sin embargo, fue realizada en un laboratorio, libre de las complejidades de las actividades cotidianas del mundo real.

En esta ocasión estudiaron a pacientes sometidos a cirugía por epilepsia grave, que ya tenían electrodos de medición en las áreas relevantes del cerebro.

El estudio también demuestra que no hay una región única del cerebro que pueda decir cuándo alguien está enfocado sin esfuerzo. Para detectar cuándo el paciente comenzó a centrarse en una tarea cognitiva, los investigadores tuvieron que analizar la información a nivel de red. Era esencial observar cómo la actividad de una región se coordinaba con la actividad de otra.

«Utilizando las mismas señales neuronales que podrían impulsar la estimulación cerebral adaptativa profunda, hemos demostrado que es posible detectar estados mentales que podrían ser susceptibles de control de circuito cerrado», dijo la autora principal Nicole Provenza, MS, candidata a doctorado, de la Universidad de Brown.

«Queremos adoptar un enfoque centrado en el paciente para tratar las enfermedades mentales», explicó el Dr. Widge, coautor del estudio. “El trabajo de un estimulador no es eliminar los síntomas; su trabajo es ayudar al paciente a controlar sus síntomas. Le devuelve el poder al individuo y solo le da un poco de ayuda adicional cuando lo necesita.»

Los autores señalan que se necesitarán más investigaciones para generalizar sus hallazgos en aplicaciones del mundo real, y esperan que la presente investigación contribuya en última instancia al desarrollo de terapias de estimulación cerebral más eficaces para las enfermedades mentales.

Otros estudios encontraron que la estimulación cerebral profunda tiene valor potencial para el tratamiento de trastornos psiquiátricos refractarios, como el Trastorno Obsesivo Compulsivo severo (Abelson et al., 2005); en pacientes con Alzheimer, la estimulación cerebral profunda impulsó la actividad neuronal en el circuito de memoria, incluidas las áreas entorrinales y del hipocampo, y activó la red del modo “default” del cerebro. Las exploraciones PET mostraron una reversión temprana y sorprendente de la utilización alterada de la glucosa en los lóbulos temporal y parietal que se mantuvo después de 12 meses de estimulación continua. La evaluación de la subescala cognitiva de la Escala de evaluación de la enfermedad de Alzheimer y el Mini examen del estado mental sugirieron posibles mejoras y/o desaceleración en la tasa de deterioro cognitivo a los 6 y 12 meses en algunos pacientes (Laxton et al., 2010). Por otra parte, una investigación encontró que la estimulación capsular reduce los síntomas centrales 21 meses después de la cirugía en pacientes con trastorno obsesivo compulsivo severo, de larga data y resistente al tratamiento. La estimulación provocó cambios en la actividad cerebral regional medida por resonancia magnética funcional y tomografía por emisión de positrones (Nuttin et al., 2003).

Es menester destacar que estos estudios, como todos, cuentan con limitaciones que deben tenerse presente: el tamaño reducido de la muestra y el hecho de que estos procedimientos pueden ser irreversibles.

Referencias:

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Fuente: Neuroscience News



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