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Cognición

44 Publicaciones
  • Análisis

Beneficios no tan obvios de ser bilingüe

  • 10/07/2017
  • Alejandra Alonso

Ser bilingüe tiene algunas ventajas obvias. Nos abre la puerta a nuevas conversaciones y experiencias. Pero la investigación en psicología ha encontrado otras ventajas que no son tan obvias. Por ejemplo: beneficia la capacidad aritmética, la resolución de problemas y la creatividad, favorece la recuperación de habilidades cognitivas en personas que han sufrido un ACV y puede retrasar entre 4 y 5 años la aparición de los síntomas del Alzheimer.

Adicionalmente, otros dos estudios recientes han demostrado que la exposición multilingüe mejora las habilidades cognitivas y sociales de los niños.

Katherine Kindler de la Universidad Cornell y sus colegas de la Universidad de Chicago, realizaron una investigación que concluyó que los niños multilingües pueden ser mejores en comunicación que los monolingües.



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Los científicos reclutaron un grupo de niños estadounidenses de 4 a 6 años, de contextos lingüísticos diferentes y les presentaron una situación en la que tenían que considerar la perspectiva de otra persona para entender lo que quería decir. Por ejemplo, un adulto le dice al niño: “¡Oh un auto pequeño! ¿Podrías mover el auto pequeño por mi?” Los niños podían ver un auto grande, otro mediano y otro pequeño, pero estaban en una posición que les permitía saber que el adulto solo veía el mediano y el grande. Es decir que cuando el adulto se refería al auto pequeño (perspectiva del adulto), estaba hablando en verdad del auto mediano (perspectiva del niño).

Se encontró que los niños bilingües eran mejores en esta tarea. Y tiene mucho sentido si consideramos que para interpretar lo que nos dice una persona debemos prestar atención no solo al contenido de lo dicho, sino también al contexto. ¿Qué sabe y qué no sabe el emisor?¿Qué quiso transmitir? Los niños en ambientes multilingües tienen experiencias sociales que proveen prácticas rutinarias de consideración de la perspectiva de otros: pensar en quién habla qué idioma a quien, quién entiende qué contenido y los lugares en los que los diferentes lenguajes son hablados.

Es interesante resaltar otro resultado del estudio: los niños monolingües que estaban expuestos a otro lenguaje diferente al suyo, eran tan buenos como los bilingües en esta tarea. Esto parece indicar que crecer en ambientes donde se hablan múltiples lenguajes es el factor que posibilita dicha habilidad.

Los investigadores se preguntaron si tal vez los resultados no podrían ser explicados por las mayores habilidades cognitivas que se han observado en niños bilingües. Para responder al interrogante, se les tomó a los niños un test cognitivo estándar de funciones ejecutivas. Encontramos que los chicos bilingües se desempeñaron mejor que los monolingües, sin embargo los niños que eran monolingües con exposición a otros lenguajes no lo hicieron. Estos últimos se desempeñaban como los bilingües en las tareas de comunicación pero como monolingües en las cognitivas. Las habilidades cognitivas no explicaron la facilidad para adoptar la perspectiva de otros.

El mismo equipo de científicos examinó luego en otro estudio, los efectos de la exposición multilingüe en niños mucho más pequeños (14 a 16 meses), edades en las que el lenguaje más avanzado suele consistir en palabras sueltas. Se les mostraba a los bebés dos versiones del mismo objeto, por ejemplo una banana, una de las cuales era visible tanto para el niño como para el adulto y la otra era visible para el bebé pero no para el adulto. Cuando el adulto le pedía al niño la banana, este le podría pasar cualquiera, pero si comprendía el contexto social, agarraría la banana que el adulto podía ver.

Se encontró que los bebés monolingües agarraban con igual frecuencia ambas bananas. Por otro lado, los bebés en ambientes multilingües (incluso aquellos cuya exposición era mínima) ya entendían la importancia de adoptar la perspectiva de otros para comunicarse. Agarraban con más frecuencia la banana que el adulto podía ver.

Estas investigaciones parecieran indicar que el multilingüismo facilita habilidades básicas de entendimiento interpersonal. Y dichas habilidades pueden adquirirse incluso con la mera exposición a otros idiomas.

Fuente: The New York Times

  • Análisis

¿Por qué los niños pueden aprender más de los cuentos de fantasía que de realidad?

  • 08/05/2017
  • Equipo de Redacción

Los niños tienen mucho que aprender. Podría decirse que este es el propósito de la niñez: ofrecer a los niños un tiempo de protección para que ellos puedan concentrarse en aprender cómo comunicarse,  cómo funciona el mundo a su alrededor, lo que su cultura considera importante, etc. Sería prudente, dada la enorme cantidad de información que los niños necesitan absorber, que ellos pasen la mayor cantidad de tiempo protegido en el estudio serio de las cuestiones y problemas del mundo real.

Sin embargo, cualquiera que haya pasado tiempo alrededor de niños pequeños sabe que ellos no se ven como un grupo de estudiosos serios y concentrados. En vez de ello, los niños pasan mucho tiempo cantando canciones, corriendo y haciendo desastres – es decir, jugando. No sólo les da mucha alegría descubrir la estructura de la realidad a través de su juego exploratorio, los niños (como muchos adultos) tienden a sentirse profundamente atraídas a los juegos y las historias poco realistas. Ellos pretenden tener poderes mágicos, ser superhéroes e imaginar interacciones con seres imposibles, como sirenas y dragones.

Durante mucho tiempo, los padres y los investigadores asumieron que estos viajes de fantasía eran, en el mejor de los casos, momentos de diversión inofensiva – quizás algo necesario para relajarse de vez en cuando, pero sin un propósito real. En el peor de los casos, algunos han argumentado que este tipo de juegos eran peligrosos porque los distraían de la importante tarea de comprender el mundo real, o era una manifestación de una confusión poco saludable sobre la barrera entre el mundo real y la ficción. Pero un nuevo trabajo en la ciencia del desarrollo demuestra que los niños no solo son perfectamente capaces de separar la realidad de la ficción, sino que además la atracción hacia los escenarios fantásticos podría ser útil para su aprendizaje.



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Yo llegué a esta perspectiva luego de probar diferentes formas de enseñar nuevas palabras del vocabulario a los niños de preescolar en los programas de Head Star, con la esperanza de luchar contra los déficit de lenguaje que existen entre los niños que provienen de niveles socioeconómicos altos y bajos.  Para hacer el estudio, mi equipo presentó nuevas palabras del vocabulario durante el curso de una actividad compartida y después se reforzó el significado de estas palabras en las sesiones de juego guiadas por los adultos.

La intervención fue un éxito, la comprensión de nuevas palabras por parte de los niños mejoró, como se pudo observar en las comparaciones de los pre y post tests. Pero lo más interesante para nosotros fue la diferencia entre dos grupos de niños de este estudio: aquellos cuyas historias se describen en temas realistas (tales como cocinar) y aquellos cuyas historias se describen en temas fantásticos (por ejemplo, los dragones). Al inicio del estudio, publicado en el 2015 en la revista Cognitive Development, los niños conocían menos palabras de libros fantásticos, tal vez porque eran un poco más difíciles. Pero encontramos que el léxico de los niños aumentó durante el curso de la intervención y que, en el post test, conocían tanto sobre estas palabras como sobre las palabras de historias realistas. Es decir, los niños obtuvieron más conocimiento de las historias fantásticas que de las realistas.

Este hallazgo es sorprendente, ya que va en contra de todo lo que sabemos sobre el aprendizaje y la transferencia . Una gran cantidad de literatura en psicología ha demostrado que mientras más similar sea el contexto del aprendizajes al contexto en el que la información va a ser finalmente aplicada, mejor será el aprendizaje. Esto sugiere fuertemente que los libros realistas deberían haber ayudado a los niños a aprender las palabras y realizar informes de manera más precisa en el post-test. Sin embargo, nuestro estudio demostró exactamente lo contrario: los libros de fantasía, los que eran menos parecidos a la realidad, permitieron a los niños aprender más.

¿Qué puede estar pasando? Tal vez los niños están más comprometidos y atentos cuando ven los eventos que desafían la comprensión de cómo funciona la realidad. Después de todo, los eventos en estas historias fantásticas no son cosas que los niños pueden ver todos los días. Esto provoca que presten más atención y aprendan más.En un trabajo más reciente, nuestro laboratorio replicó el efecto. Un estudio, todavía en curso, encontró que los niños aprenden mejor datos nuevos sobre animales con los libros de fantasía que con los libros realistas.  Otros investigadores que están usando una variedad de métodos y medidas, han demostrado que las representaciones de acontecimientos aparentemente imposibles pueden ayudar al aprendizaje de los niños. Por ejemplo, los bebés están más dispuestos a aceptar información nueva cuando los sorprende, rompiendo así los supuestos sobre el mundo físico.

Una posibilidad diferente y más rica es que hay algo acerca de los contextos fantásticos que es particularmente útil para el aprendizaje. Desde esta perspectiva, la ficción fantástica podría hacer algo más que mantener el interés de los niños mejor que la ficción realista. Por el contrario, la inmersión en un escenario en el que tienen que pensar acerca de los eventos imposibles podría involucrar un procesamiento más profundo de los niños, precisamente porque no pueden tratar a estos escenarios como lo harían con cualquier otro escenario que se enfrentan en la realidad.

Deben considerar cada caso con nuevos ojos, preguntando si se ajusta con el mundo de la historia y si podría encajar dentro de las leyes de la realidad. Esta constante necesidad de evaluar una historia podría hacer a estas situaciones particularmente propicias para el aprendizaje.

El trabajo futuro deberá investigar todas estas posibilidades, pero por ahora es importante que se tome en cuenta que nuestros hallazgos podrían tener implicaciones profundas para la educación. Incluso si se trata “sólo” del caso de que los niños aprendan mejor en contextos de fantasía porque estos contextos les ayudan a prestar más atención, podemos aprovechar este hecho para ayudar a mejorar los materiales de aprendizaje y beneficiar a todos los niños.

Artículo publicado en AEON por Pam Weintraub y cedido para su publicación en Psyciencia. Traducido al español por David Aparicio y Alejandra Alonso.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Técnica de memorización antigua podría ocasionar cambios perdurables en el cerebro

  • 26/04/2017
  • Rita Arosemena P.

El Método de Loci, una técnica de memorización antigua utilizada por los griegos, podría no solo mejorar nuestra habilidad memorística inmediata sino también producir cambios perdurables en el cerebro.

Esta técnica de memorización consiste en visualizar fragmentos importantes de información a través de un mapa mental imaginario que puede ser una representación de nuestra casa o una caminata en un parque loca. Es decir, un recorrido por un sitio conocido donde ciertos puntos específicos de ubicación nos permitan recordar piezas de información concreta.

Para apoyar esta hipótesis, Boris Nikolai Konrad, atleta memorístico y coach de la memoria reconocido por memorizar 201 nombres y caras en solo 15 minutos, se unió al neurocientífico Martin Dresler de la Universidad Radboud para llevar a cabo un estudio acerca del funcionamiento de la memoria.



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Se reclutaron 23 de los 50 mejores atletas de la memoria en el mundo, de entre 20 y 36 años, se les realizó un escaneo cerebral mientras estaban relajados y también mientras memorizaban una lista de 72 palabras.

Los resultados indicaron que la memoria de los atletas no parece tener una estructura distinta a la de personas comunes, pero sí funcionan de manera diferente. Los atletas memorísticos del estudio fueron capaces de recordar al menos 70 de 72 palabras totales, en comparación con un promedio de 39 palabras en las personas no atletas.

Además, el cerebro de los atletas profesionales demostró ser estructuralmente distinto al grupo de control en términos de patrones de actividad involucrados en memoria y cognición.

El equipo de investigación dividió posteriormente a los participantes que habían entrenado o sido parte de competencias memorísticas en tres grupos: uno entrenando con el Método de Loci, el cual practicó durante 6 semanas, 30 minutos al día; otro utilizó un método de entrenamiento distinto y el otro no utilizó ninguno.

Luego de 6 semanas, los hallazgos resultaron ser impresionantes: el grupo que entrenó con el Método de Loci obtuvo un promedio de 62 de 72 palabras (un aumento de 36 palabras).

Por otro lado, el grupo que utilizó otro método de entrenamiento y el que no utilizó ninguno mejoraron muy poco.

Para los investigadores, el secreto de la efectividad que encierra este método está en que recurre a una técnica integral donde se utilizan las habilidades de navegación y memoria espacial en conjunto con fragmentos de información para trazar una ruta, lo cual hace referencia a una estrategia de supervivencia básica desarrollada a lo largo de siglos de evolución en los que era necesario saber llegar y construir un refugio, encontrar comida o resguardarse del peligro.

Fuente: The Verge

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cómo el ejercicio puede mejorar nuestra memoria

  • 30/05/2012
  • David Aparicio

Hacer ejercicio esta de moda. Ya no es sorprendente ver las plazas, costaneras y gimnasios llenos de personas ejercitándose día a día o que nuestros médicos y psicólogos nos recomienden ejercicio regular. Las investigaciones  han demostrado que el ejercicio diario puede cambiar nuestro cerebro, mejorando nuestra forma de pensar y nuestras emociones.Pero un nuevo estudio va más allá y  sugiere que estos efectos son más profundos de lo que se pensaba. Sugiere que aunque obtengamos los beneficios en el potencial cognitivo y en los estados de humor, los resultados dependen de la composición genética de nuestro cerebro y de cuán seguido nos ejercitemos.

El experimento publicado en la revista Neuroscience y desarrollado por investigadores del departamento de psicología y neurociencias  en la Universidad de Dartmouth, reclutaron a 54 adultos, cuyas edades oscilaron entre los 18 y 36 años. Los voluntarios estaban sanos, pero generalmente sedentarios.

Durante la primera visita al laboratorio, los participantes completaron una serie de cuestionarios acerca de su salud y  sus estados de ánimo que evaluaban cuán ansiosos estaban en ese momento y en general. También dieron muestras de sangre, para su análisis genético.



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Estudios anteriores han demostrado que el ejercicio incrementa los niveles de la proteína llamada Brain-Derived Neurotropic Factor (BDNF), la cual juega un importante rol en los efectos positivos del ejercicio sobre el pensamiento. Algunas personas producen menos la proteina BDNF, esto se debe a que tienen una variación del gen que controla  dicha proteína. Aún se desconoce si la disminución de producción de la BNDF deriva en menos beneficios cognitivos. Esto motivó a los científicos a determinar el estatus genético del BDNF en cada voluntario. Luego, el grupo fue sometido a un test de memoria, que consistió en un grupo de imágenes de objetos a través de una pantalla de computadora y luego apareció otro grupo de imágenes. Se les pidió  a los voluntarios que respondieron a través del teclado, si habían visto estas imagenes. Esta tarea, aunque sencilla involucra diferentes partes del cerebro.

Según David Bucci, profesor de psicología y cerebro en la Universidad de Dartmouth:

“Otros estudios generalmente examinan los efectos del ejercicio en el hipocampo, el centro primario de memoria, pero el reconocimiento de objetos, es una tarea que involucra actividad en el cortex perirrinal, la cual es una porción del cerebro esencialmente importante para recordar objetos particulares y cuando ellos aparecen. Sin un cortex perirrinal saludable, los sujetos tal vez puedan recordar donde pusieron la llave de sus autos (tarea que involucra al hipocampo), pero no podrán recordar que son las llaves”.

Luego de completar los tests, se les asignó a los participantes por medio del azar, ejercicio físico o no durante el próximo mes. Se superviso con programas de caminatas de 4 veces a la semana por 30 minutos al grupo que se le asignó ejercicio físico. El otro grupo permanecería sedentario.

Luego de un mes, los voluntarios volvieron al laboratorio, para realizar el re-test. Primero se dividió al grupo que hizo ejercicio diario y se les asignó una rutina de ejercicio justo antes de la prueba y la otra mitad no lo hizo. Lo mismo se hizo con el grupo sedentario, se dividió y se le pidió a un grupo que hiciera una sesión de ejercicio antes del re-test y el otro no lo hizo.

Se repitieron los test de memoria y estados de ánimo, dando resultados sorprendentes. Como se esperaba, muchos de los voluntarios  que se ejercitaron el mes pasado, mejoraron significativamente sus puntuaciones en los test de memoria y de estado de ánimo. Pero no todos. En general los voluntarios que se ejercitaron el mes pasado y los que hicieron ejercicio el día de las pruebas, obtuvieron  los mejores resultados y también reportaron menos ansiedad que el grupo sedentario. Los que se ejercitaron en el mes de prueba, demostraron mejores resultados en los test de memoria, en comparación a los sedentarios, pero sus resultados no fueron tan buenos como aquellos que se ejercitaron durante las 4 semanas y esa mañana.

Curiosamente, el grupo de sedentarios que se sometió a la sesión de ejercicio justo antes de la prueba no presentó mejoras en las puntuaciones de memoria en comparación al grupo sedentario que no hizo ejercicios. En realidad aumentaron sus puntuaciones en los auto reportes de ansiedad. Eran más nerviosos en comparación a su primera visita al laboratorio.

Lo más intrigante, fue que al comparar las variantes de los voluntarios con el gen BDNF y sus puntuaciones en la prueba de memoria, se encontró que aquellos sujetos con la variante que embota la producción de BDNF,  después de hacer ejercicio no mejoraron su memoria, incluso si se ejercitaron regularmente.

Fotografía por jacsonquerubin en Flickr

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