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Publicaciones por etiqueta

Salud sexual

13 Publicaciones
  • Análisis

Aburrimiento sexual y fragilidad de la pareja: ¿qué pasa con el deseo y la variedad erótica?

  • Maria Fernanda Alonso
  • 13/09/2019

Los impulsos sexuales y los apegos emocionales no siempre están conectados, y cuando suceden de manera conjunta son un rasgo típico de relaciones románticas. El sistema sexual funciona como un dispositivo que facilita el apego. A su vez, los procesos de apego vinculan la sexualidad con la calidad de la relación, y el deseo sexual funciona como un indicador visceral de compatibilidad romántica. Es decir que, ambos sistemas se influencian mutuamente juntos afectan el bienestar de la relación. El deseo se vuelve sensible a los diferentes rasgos de la pareja a medida que se desarrollan las relaciones, y cumple un papel fundamental cuando se busca sostener una relación frágil (Birnbaum & Reis, 2019).

Deseo sexual implícito

En cuanto al deseo sexual implícito en las relaciones románticas es posible que las personas no puedan o no deseen informar con precisión cuánto desean sexualmente a sus parejas románticas para preservar el bienestar de la relación o para manejar las impresiones. Según un estudio reciente, las personas con un deseo implícito más elevado experimentaron mayor intimidad durante las relaciones sexuales, respondieron mejor a su pareja durante el sexo y percibieron que sus parejas sentían más deseo, excitación e intimidad durante el sexo (Jong et al., 2019). Los investigadores también hallaron que el deseo implícito más alto predijo una corte de atención más rápido respecto de alternativas atractivas para las mujeres; sin embargo, entre los hombres, el deseo implícito más alto predijo una desconexión atencional más lenta de las alternativas atractivas.

Variedad erótica

Por otra parte, un grupo de investigadores estudió de qué manera se puede fomentar la variedad erótica con el fin de hacer frente al aburrimiento sexual (Rosa et al., 2019). Reclutaron online participantes en relaciones comprometidas de 6 meses o más a través de Mechanical Turk de Amazon para completar una encuesta de dos partes sobre relaciones sexuales. La encuesta inicial (tiempo 1) la completaron 352 ciudadanos predominantemente blancos de EEUU (204 mujeres, 146 hombres, 2 no denunciados), y un subconjunto de 244 personas (140 mujeres, 101 hombres, 3 no denunciados) completaron la encuesta de seguimiento dos semanas después (tiempo 2).

Varias características personales positivas para el sexo (como el uso de pornografía y fantasías sexuales) y características relacionales positivas (como el compromiso, igualitarismo y la frecuencia sexual) se vinculan a la participación en novedades sexuales, así como el deseo por la novedad sexual, la disposición para iniciar conductas de novedad sexual y la voluntad de cumplir con la novedad sexual iniciada por la pareja.

Además, ciertas estrategias persuasivas (es decir, aquellas que incorporan apelaciones al miedo, relatos narrativos o ejemplos de estrategias de iniciación exitosas) pueden ser efectivas para alterar las percepciones sobre la novedad sexual y aumentar el comportamiento íntimo novedoso entre los integrantes de la pareja.

Referencias:

Birnbaum, G. E., & Reis, H. T. (2019). Evolved to be connected: the dynamics of attachment and sex over the course of romantic relationships. Current Opinion in Psychology, 25, 11-15. https://doi.org/10.1016/j.copsyc.2018.02.005

Jong, D. C. de, de Jong, D. C., Reis, H. T., Peters, B. J., DeHaan, C., & Birnbaum, G. E. (2019). The role of implicit sexual desire in romantic relationships. Personality and Individual Differences, Vol. 149, pp. 46-56. https://doi.org/10.1016/j.paid.2019.05.042

Rosa, M. N., Matthews, S. A., Giuliano, T. A., Thomas, K. H., Swift, B. A., & Mills, M. M. (2019). Encouraging erotic variety: Identifying correlates of, and strategies for promoting, sexual novelty in romantic relationships. Personality and Individual Differences, Vol. 146, pp. 158-169. https://doi.org/10.1016/j.paid.2019.04.009

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  • Análisis

Encontrar un modo personal satisfactorio de comunicación se vincula con mayor satisfacción sexual

  • Maria Fernanda Alonso
  • 13/09/2019

Uno de los factores que propician la satisfacción sexual dentro de una relación de pareja es l a comunicación sincera y directa entre parejas, hablar de intereses sexuales, deseos, gustos, disgustos, elogiarse unos a otros y, en algunos casos, lidiar bien con críticas leves.

La comunicación vinculada con la satisfacción sexual incluye tanto la comunicación verbal como la no verbal. Gran parte de la investigación existente se enfoca en la comunicación verbal dentro de una relación como un predictor de satisfacción sexual, sin embargo, algunas personas se sienten más cómodas comunicándose de manera no verbal, quizás especialmente durante el sexo.

Independientemente del estilo de comunicación (verbal o no verbal), la satisfacción con el estilo de comunicación propio con una pareja también parece estar vinculada a la satisfacción sexual.

Sin embargo, la relación entre (1) el estilo de comunicación (verbal y no verbal) y (2) la satisfacción con el estilo de comunicación con respecto a la comunicación durante el sexo, con la satisfacción sexual, no está bien establecida. Dada esta brecha, investigadores exploraron cómo el uso de la comunicación verbal y no verbal propia y de la pareja durante el sexo se asocian con la satisfacción sexual; y cómo la satisfacción con la comunicación sexual se relaciona con la satisfacción sexual.

Los resultados del estudio señalan que la satisfacción con la comunicación sexual medió la relación entre la comunicación propia y con la pareja durante el sexo y la satisfacción sexual.

Este estudio tiene implicaciones para la educación y el asesoramiento. Los autores sostienen que las parejas pueden beneficiarse más al encontrar consistencia y satisfacción con su estilo de comunicación que al enfocarse en tratar de adherir a un estilo particular de comunicación (Blunt-Vinti, Jozkowski, & Hunt, 2019).

Referencia del estudio:

Blunt-Vinti, H., Jozkowski, K. N., & Hunt, M. (2019). Show or Tell? Does Verbal and/or Nonverbal Sexual Communication Matter for Sexual Satisfaction? Journal of Sex & Marital Therapy, 45(3), 206-217. https://doi.org/10.1080/0092623X.2018.1501446

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Obesidad y sexualidad: ¿mayor propensión a conductas sexuales riesgosas?

  • Maria Fernanda Alonso
  • 13/09/2019

Las mujeres adolescentes con obesidad severa tienen menos probabilidades de ser sexualmente activas, pero las que son sexualmente activas tienen comportamientos sexuales riesgosos, informa un nuevo estudio (Zeller et al., 2019).

Con el objetivo de examinar patrones y predictores de conductas de riesgo sexual, prácticas anticonceptivas y resultados de salud sexual en adolescentes con obesidad severa que se sometieron, o no, a cirugía bariátrica por un periodo de 4 años, investigadores analizaron datos recabados de cinco centros médicos académicos.

Utilizaron un diseño prospectivo observacional controlado, las adolescentes sometidas a cirugía bariátrica (n = 111; Mage = 16.95 ± 1.44 años; índice de masa corporal: MBMI = 50.99 ± 8.42; 63.1%) y comparadores no quirúrgicos (n = 68; Mage = 16.18 ± 1.36 años; MBMI = 46.47 ± 5.83; 55.9%) completaron el Cuestionario de Actividades Sexuales y Actitudes en la precirugía/línea de base y seguimiento a los 24 y 48 meses, con 83 mujeres que se sometieron a cirugía de la obesidad (MBMI = 39.27 ± 10.08) y 49 mujeres no quirúrgicas (MBMI = 48.56 ± 9.84) participando a los 48 meses.

Los resultados hallados mostraron más iniciaciones y experiencias sexuales durante los 4 años del estudio, con un aumento mayor en comportamientos que confieren riesgo de infecciones de transmisión sexual (ITS) para las pacientes quirúrgicas.

La mitad (50% quirúrgicas, 44.2% no quirúrgicas) informó haber usado condón en la última relación sexual. La proporción de participantes que alguna vez habían contraído una ITS fue similar (18,7% quirúrgicas, 14,3% no quirúrgicas).

Las pacientes quirúrgicas informaron más embarazos (25,3%, en comparación al 8,2% en pacientes no quirúrgicas) y bebés nacidos vivos (16 nacimientos en 15 pacientes quirúrgicas, 1 en pacientes no quirúrgicas), con un 50% de los descendientes en la cohorte quirúrgica nacidos de madres adolescentes (edad ≤19 años).

Los investigadores concluyen que las pautas y prácticas de atención bariátrica para mujeres adolescentes deben enfatizar los riesgos y las consecuencias de los embarazos adolescentes o no deseados, la toma de decisiones sexuales, la protección dual y las estrategias de prevención de ITS para optimizar la salud y el bienestar a largo plazo.

Referencia del estudio:

Zeller, M. H., Brown, J. L., Reiter-Purtill, J., Sarwer, D. B., Black, L., Jenkins, T. M., … Teen-LABS Consortium. (2019). Sexual behaviors, risks, and sexual health outcomes for adolescent females following bariatric surgery. Surgery for Obesity and Related Diseases: Official Journal of the American Society for Bariatric Surgery, 15(6), 969-978. https://doi.org/10.1016/j.soard.2019.03.001

 

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Sexo y poder: una relación positiva y negativa a la vez

  • Maria Fernanda Alonso
  • 03/09/2019

Pensar en sexo y poder puede traer ciertas ideas a la mente. De alguna manera, la asociación entre estos dos factores resulta natural.

El poder suele definirse como tener control sobre los recursos, lo que permite que aquellos en el poder influyan y manipulen a otros. Y de hecho, el poder en cualquier ámbito (poder financiero, poder sobre los colegas en el lugar de trabajo, incluso el poder temporal sobre los pares) se asocia con una mayor motivación sexual. Las personas con más poder son «especialmente propensas a perseguir objetivos relacionados con el sexo y el apareamiento», y muchas personas asocian fuertemente el poder con el sexo (Lerner, Kunstman, & Maner, 2011).

Relación positiva: el poder mejora nuestras relaciones sexuales

El aumento del poder se asocia con una mayor asertividad sexual. Por ejemplo, en un estudio, los empleados en puestos de poder en el trabajo también se calificaron a sí mismos como más altos en asertividad sexual (Lammers & Stoker, 2019).

Las personas sexualmente asertivas se sienten más cómodas para iniciar el sexo y comunicar sus necesidades y deseos sexuales (Lammers & Stoker, 2019), por lo que no sorprende que quienes son más asertivos sexualmente también experimenten una mayor satisfacción sexual(Anderson, 2013) (Péloquin, Brassard, Lafontaine, & Shaver, 2014) (da Conceição Pinto & Neto, 2012). Lo interesante de la correlación entre poder y asertividad sexual es que, aunque se supone que los hombres son más asertivos sexualmente que las mujeres, la relación entre poder y asertividad sexual fue la misma para ambos sexos (Lammers & Stoker, 2019).

El aumento del poder también se asocia con una mayor autoestima sexual. Las personas con alta autoestima sexual confían en sus habilidades sexuales y su aptitud para experiencias sexuales positivas. También se ven a sí mismos como más atractivos (Lammers & Stoker, 2019). Una mayor autoestima sexual también está relacionada con menor ansiedad sexual (Brassard, Dupuy, Bergeron, & Shaver, 2015).

Tanto hombres como mujeres en puestos de poder en el lugar de trabajo calificaron su propia autoestima sexual como más alta que aquellos que carecían de poder. De hecho, el poder tuvo un efecto mayor que el género tanto en la asertividad sexual como en la autoestima sexual (Lammers & Stoker, 2019).

Las diferencias de género en las actitudes y comportamientos sexuales tienden a ser menores en las naciones con mayor igualdad de género (Petersen & Hyde, s. f.). Lammers y Stoker sugieren que a medida que las mujeres ganan más poder, algunas diferencias de género en las actitudes y comportamientos sexuales pueden desaparecer por completo.

Relación negativa: el poder empeora nuestras relaciones sexuales

Tanto los hombres como las mujeres que indicaron un estatus más alto en la jerarquía de poder en el trabajo también informaron más casos de infidelidad real, así como una mayor intención de participar en futuras infidelidades (Lammers, Stoker, Jordan, Pollmann, & Stapel, 2011). Los autores proponen que el poder provoca una mayor confianza en la capacidad de atraer nuevas parejas y, por lo tanto, hace que las personas poderosas de ambos sexos sean más propensas a involucrarse en infidelidades.

Así como el poder activa el propio interés en el sexo, también puede causar percepciones sesgadas del interés sexual de los demás (Kunstman & Maner, 2011). En este experimento, los participantes fueron asignados aleatoriamente a una posición de poder o una posición de igualdad con una pareja del sexo opuesto.

Aquellos asignados a una posición de poder no solo percibieron en exceso el interés sexual de sus compañeros en ellos, sino que también actuaron de una manera más sexualizada hacia sus compañeros (tocarlos, sonreír y mirarlos). Los autores señalan que el poder, junto con la percepción errónea del interés sexual, puede conducir al acoso sexual.

Referencias:

Anderson, R. M. (2013). Positive sexuality and its impact on overall well-being. Bundesgesundheitsblatt – Gesundheitsforschung – Gesundheitsschutz, 56(2), 208-214. https://doi.org/10.1007/s00103-012-1607-z

Brassard, A., Dupuy, E., Bergeron, S., & Shaver, P. R. (2015). Attachment insecurities and women’s sexual function and satisfaction: the mediating roles of sexual self-esteem, sexual anxiety, and sexual assertiveness. Journal of Sex Research, 52(1), 110-119. https://doi.org/10.1080/00224499.2013.838744

da Conceição Pinto, M., & Neto, F. (2012). Satisfaction with sex life among middle-aged adults. International Journal of Developmental and Educational Psychology, 4(1), 463-470. Recuperado de https://www.redalyc.org/pdf/3498/349832337050.pdf

Kunstman, J. W., & Maner, J. K. (2011). Sexual overperception: Power, mating motives, and biases in social judgment. Journal of Personality and Social Psychology, Vol. 100, pp. 282-294. https://doi.org/10.1037/a0021135

Lammers, J., & Stoker, J. I. (2019). Power Affects Sexual Assertiveness and Sexual Esteem Equally in Women and Men. Archives of Sexual Behavior, Vol. 48, pp. 645-652. https://doi.org/10.1007/s10508-018-1285-5

Lammers, J., Stoker, J. I., Jordan, J., Pollmann, M., & Stapel, D. A. (2011). Power increases infidelity among men and women. Psychological Science, 22(9), 1191-1197. https://doi.org/10.1177/0956797611416252

Lerner, B. G., Kunstman, J. W., & Maner, J. K. (2011). Power and expectations of sexual interest. PsycEXTRA Dataset. https://doi.org/10.1037/e634112013-738

Péloquin, K., Brassard, A., Lafontaine, M.-F., & Shaver, P. R. (2014). Sexuality examined through the lens of attachment theory: attachment, caregiving, and sexual satisfaction. Journal of Sex Research, 51(5), 561-576. https://doi.org/10.1080/00224499.2012.757281

Petersen, J. L., & Hyde, J. S. (s. f.). A meta-analytic review of research on gender differences in sexuality, 1993–2007. Psychological bulletin, 136(1), 21-38. https://doi.org/10.1037/a0017504

Fuente: Psychology Today

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Tomar pastillas anticonceptivas en la adolescencia puede aumentar el riesgo de depresión, incluso años después de dejarlas

  • Maria Fernanda Alonso
  • 02/09/2019

“La píldora” ayudó a revolucionar el papel de las mujeres en la sociedad al darles un control sin precedentes sobre su fertilidad. Hoy, más de 100 millones de mujeres en todo el mundo toman píldoras anticonceptivas hormonales. Es altamente eficiente en la prevención de embarazos no deseados, así como útil para tratar el dolor menstrual o el acné, pero no está libre de efectos secundarios que aún se siguen investigando.

Esto es particularmente relevante si consideramos su popularidad entre las adolescentes. La pubertad es una etapa crítica de la vida que se caracteriza por un rápido crecimiento y cambios en el cuerpo y el cerebro (Crone & Dahl, 2012). En los animales, se sabe que las hormonas sexuales como el estrógeno y la progesterona afectan la forma en que se desarrolla el cerebro durante la pubertad (Schulz, Molenda-Figueira, & Sisk, 2009). Si lo mismo fuera cierto para los humanos, tomar estrógenos sintéticos y/o progesterona (ingredientes básicos que se encuentran en la mayoría de las formulaciones de “la píldora”) durante este período sensible podría afectar el desarrollo y podría producir consecuencias duraderas en la salud mental. De hecho, ya un estudio encontró que los anticonceptivos hormonales podrían influir en cómo recordamos las cosas.

Anticonceptivos hormonales y depresión

Las investigaciones han arrojado resultados mixtos sobre la relación entre el uso de anticonceptivos hormonales y la depresión. Recientemente, sin embargo, el estudio más grande hasta la fecha sobre este tema, que incluyó a más de un millón de mujeres que viven en Dinamarca, concluyó que las mujeres que usan la píldora u otros anticonceptivos hormonales tienen un mayor riesgo de depresión. El estudio también mostró que esta relación era más fuerte en mujeres adolescentes (Skovlund, Mørch, Kessing, & Lidegaard, 2016).

En esta investigación se examinó si el uso de píldoras anticonceptivas podría no solo predecir el riesgo de depresión a corto plazo sino también a largo plazo. Casi la mitad de las mujeres de la muestra habían usado por primera vez píldoras anticonceptivas cuando eran adolescentes; estas mujeres tenían un mayor riesgo de sufrir depresión clínica (16%) años después, en comparación con las mujeres que nunca habían usado píldoras anticonceptivas (6%), y también en comparación con las mujeres que habían comenzado a tomarlas cuando eran adultas (9%).

Estas diferencias grupales en el riesgo de depresión se mantuvieron estables, o aumentaron, cuando se controlaron estadísticamente una gran cantidad diferencias entre los tres grupos, incluida la edad en el primer período, la edad en el primer encuentro sexual, el estado actual de la relación, el estado socioeconómico, el origen étnico y el uso actual de píldoras anticonceptivas.

Los hallazgos sugieren que el uso de anticonceptivos orales durante la adolescencia puede tener un efecto duradero en el riesgo de depresión en mujeres, incluso años después de dejar de usarlos.

Uso previo de anticonceptivos por parte de las mujeres

Las contradicciones resultantes de estudios pasados podrían explicarse por la forma en que los investigadores agruparon a las mujeres que estudiaron, sugieren Skovlund y sus colegas. Debido a que la mayoría de los investigadores estaban interesados ​​principalmente en los efectos a corto plazo de las píldoras anticonceptivas, agruparon a las mujeres en función de si estaban usando anticonceptivos orales en el momento de realizarse el estudio. Esos investigadores no tomaron en cuenta el uso previo de anticonceptivos orales por parte de las mujeres y pueden haber subestimado involuntariamente sus efectos en el riesgo de depresión.

Fumar, por ejemplo, tiene efectos a largo plazo respecto del riesgo de sufrir cáncer de pulmón (Tindle et al., 2018). Si los investigadores solo compararan a los fumadores actuales con los no fumadores actuales sin tener en cuenta si alguien es un ex fumador, podrían concluir que no existe una relación entre fumar y el riesgo de cáncer de pulmón. La combinación de exfumadores y personas que nunca fumaron en una sola categoría de «no fumadores actuales» puede dar lugar a conclusiones engañosas, porque esos dos grupos de personas pueden tener una salud pulmonar diferente debido a los efectos a largo plazo del tabaquismo.

Por la misma razón, los autores consideran que investigaciones futuras deberían analizar a las ex usuarias y a las personas que nunca la usaron la píldora por separado.

Acceso a la información

El acceso a la información y los servicios anticonceptivos es un derecho humano universal. Y resulta menester a la hora de decidir sobre su utilización. No todas las personas experimentan los mismo efectos secundarios al consumirlos, por ello, Skovlund, Mørch, Kessing, y Lidegaard reconocen que

cualquier declaración general que sugiera que las adolescentes deben o no seguir un curso de acción específico con respecto al uso de anticonceptivos hormonales sería prematura. Sin embargo su investigación tiene como misión que las adolescentes y sus madres y padres dialoguen con los médicos sobre los riesgos y beneficios asociados con las diferentes opciones disponibles para ellas, especialmente si tienen antecedentes familiares de depresión u otra razón para pensar que pueden ser particularmente vulnerables a ciertos efectos secundarios de estos medicamentos.

Limitaciones del estudio

Debido a que fue correlacional, no se puede concluir que el uso de la píldora realmente aumente la depresión. Aunque los autores controlaron estadísticamente todas las variables disponibles en el conjunto de datos que consideraron que podrían proporcionar una explicación alternativa plausible para la relación bajo análisis, no se puede descartar por completo la posibilidad de que otra variable que no considerada pueda explicar la relación entre el uso de pastillas y el riesgo de depresión.

Con el fin de continuar la investigación, los mismos autores lanzaron recientemente un estudio prospectivo en la Universidad de Columbia Británica para analizar esta cuestión en un contexto más amplio («UBC Teen Health & Emotions Study», s. f.). Su plan es realizar un seguimiento de niveles hormonales, uso de anticonceptivos hormonales, funcionamiento social y emocional y reactividad al estrés durante los próximos tres a cinco años, en adolescentes.

“Esperamos que nuestra investigación promueva un diálogo y una toma de decisiones más informados sobre la prescripción de diferentes métodos anticonceptivos para mujeres adolescentes,” dijeron los autores.

Referencias:

Crone, E. A., & Dahl, R. E. (2012). Understanding adolescence as a period of social-affective engagement and goal flexibility. Nature Reviews. Neuroscience, 13(9), 636-650. https://doi.org/10.1038/nrn3313

Schulz, K. M., Molenda-Figueira, H. A., & Sisk, C. L. (2009). Back to the future: The organizational-activational hypothesis adapted to puberty and adolescence. Hormones and Behavior, 55(5), 597-604. https://doi.org/10.1016/j.yhbeh.2009.03.010

Skovlund, C. W., Mørch, L. S., Kessing, L. V., & Lidegaard, Ø. (2016). Association of Hormonal Contraception With Depression. JAMA Psychiatry , 73(11), 1154-1162. https://doi.org/10.1001/jamapsychiatry.2016.2387

Tindle, H. A., Stevenson Duncan, M., Greevy, R. A., Vasan, R. S., Kundu, S., Massion, P. P., & Freiberg, M. S. (2018). Lifetime Smoking History and Risk of Lung Cancer: Results From the Framingham Heart Study. Journal of the National Cancer Institute, 110(11), 1201-1207. https://doi.org/10.1093/jnci/djy041

UBC Teen Health & Emotions Study. (s. f.). Recuperado 2 de septiembre de 2019, de https://blogs.ubc.ca/teenstudy/

Fuente: PsyPost

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Hablar con adolescentes sobre pornografía online

  • Maria Fernanda Alonso
  • 31/08/2019

Dejar que los niños descubran el porno por sí mismos es como hacerlos manejar en una autopista la primera vez que están detrás del volante: pueden encontrar su propio camino, pero antes de que aprendan a tomar el control, pueden lastimarse a sí mismos y a otros durante el proceso. Necesitan lecciones de manejo desde el principio.

Muchos estudios sugieren que la falta de comprensión sobre educación sexual en general lleva a los adolescentes y jóvenes adultos a ver a la ponegrafía como un recurso educacional (Wallmyr & Welin, 2006) (Laws, 2013). Esto nos lleva, inevitablemente a reflexionar para qué sirve la educación sexual, y la importancia de abordar esta temática desde las escuelas.

Un análisis realizado por por la Universidad de Middlesex para el comisionado de niños y el NSPCC en el 2016 encontró que al menos el 56% de los niños y el 40% de las niñas habían estado expuestos a la pornografía online a la edad de 16 años. El estudio también descubrió que no solo los niños tienen más probabilidades de seguir buscando pornografía después de verla por primera vez (59%, en comparación con el 25% de las niñas), sino que tienen más probabilidades de ser positivos al respecto. Aunque hoy existen nuevos controles de verificación, la pornografía gratuita crecerá de otras maneras; ya aparece cada vez más en plataformas que los niños usan desde una edad temprana, como Snapchat e Instagram.

Los efectos de la pornografía son profundos: el 53% de los niños y el 39% de las niñas en el estudio de la Universidad de Middlesex lo vieron como «una representación realista» del sexo. Y el 50% de los padres subestiman la cantidad de pornografía que sus adolescentes han visto.

Los adolescentes informaron que miraban pornografía para entretenerse, con fines de estimulación sexual, como de instrucción y para aliviar el aburrimiento; muchos copiaron lo que vieron en la pornografía durante sus propios encuentros sexuales. Además, la presión para hacer o imitar escenas de pornografía era un elemento de algunas relaciones de citas poco saludables (Rothman, Kaczmarsky, Burke, Jansen, & Baughman, 2015).

Los sitios pornográficos reciben más visitantes cada mes que Netflix, Amazon y Twitter combinados. Entre ellos, Pornhub, autodescrito como «el sitio porno gratuito líder en el mundo,» recibió 33.500 millones de visitas en 2018

En un análisis de contenido de las películas porno más vendidas y alquiladas, los investigadores encontraron que el 88% de las escenas analizadas contenían agresión física: náuseas, asfixia, nalgadas y bofetadas (Bridges, Wosnitzer, Scharrer, Sun, & Liberman, 2010).

Por su parte, un metaanálisis de 22 estudios entre 1978 y 2014, de siete países diferentes, concluyó que el consumo de pornografía se asocia con una mayor probabilidad de cometer actos de agresión sexual verbal o física, independientemente de la edad. También halló»una asociación positiva general significativa entre el uso de pornografía y las actitudes que apoyan la violencia contra las mujeres» (Wright, Tokunaga, & Kraus, 2016).

En un estudio de hombres universitarios de EE. UU., Los investigadores descubrieron que el 83% informó haber visto pornografía convencional, y que aquellos que lo hicieron tenían más probabilidades de decir que cometerían violación o agresión sexual, si sabían que no serían atrapados, que los hombres que no habían visto pornografía en los últimos 12 meses (Foubert, Brosi, & Bannon, 2011).

Treinta estudios revisados ​​desde 2011 revelan que el uso de pornografía tiene impactos negativos y perjudiciales en el cerebro.

Cómo hablar sobre pornografía online con niños y adolescentes

No esperes. Comenzá desde una edad temprana y, sin mencionar la pornografía específicamente, dejá en claro que hay algunas partes de Internet que no son para niños.

Hablá sobre la diferencia entre hacer el amor y «hacer el odio». A medida que comienzan a comprender más sobre el sexo, explicales que hay un espectro, desde la vida real hasta lo que ocurre en Internet. En la vida real, está el acto íntimo y mutuamente placentero de hacer el amor. Y en el otro extremo, existe lo que la profesora Gail Dines describe como «hacer el odio,» que a menudo es de lo que se trata el porno online.

Explicá el negocio del porno. Este negocio gana dinero captando su atención, cuestión que logra al mostrar las prácticas más extremas, a menudo perfeccionadas, muchas de las cuales tienen poco que ver con la realidad. Aprender cómo funciona el comercio sexual y darse cuenta de que algunas de las mujeres son abusadas, menores de edad o víctimas del tráfico sexual puede darles una razón lógica para dejar de mirar.

Hablá sobre el consentimiento. La pornografía fomenta la idea de que el sexo siempre está disponible y nadie dice que no. La psicóloga Lisa Damour sugiere que cuando llegue el momento de que los jóvenes tengan intimidad sexual, deberíamos entrenarlos hacia un acuerdo mutuo y entusiasta.

“The Porn Conversation” es un proyecto que ofrece herramientas para padres, para hablar sobre pornografía con sus hijos. Podés acceder a sus materiales y recursos (en inglés) ingresando a su página: thepornconversation.org

Referencias:

Bridges, A. J., Wosnitzer, R., Scharrer, E., Sun, C., & Liberman, R. (2010). Aggression and sexual behavior in best-selling pornography videos: a content analysis update. Violence against Women, 16(10), 1065-1085. https://doi.org/10.1177/1077801210382866

Foubert, J. D., Brosi, M. W., & Bannon, R. S. (2011). Pornography Viewing among Fraternity Men: Effects on Bystander Intervention, Rape Myth Acceptance and Behavioral Intent to Commit Sexual Assault. Sexual Addiction and Compulsivity, 18(4), 212-231. https://doi.org/10.1080/10720162.2011.625552

Laws, I. (2013). Better sex education for children is needed to combat dangers of pornography. BMJ , 347, f5764. https://doi.org/10.1136/bmj.f5764

Rothman, E. F., Kaczmarsky, C., Burke, N., Jansen, E., & Baughman, A. (2015). «Without Porn … I Wouldn»t Know Half the Things I Know Now’: A Qualitative Study of Pornography Use Among a Sample of Urban, Low-Income, Black and Hispanic Youth. Journal of sex research, 52(7), 736-746. https://doi.org/10.1080/00224499.2014.960908

Wallmyr, G., & Welin, C. (2006). Young people, pornography, and sexuality: sources and attitudes. The Journal of School Nursing: The Official Publication of the National Association of School Nurses, 22(5), 290-295. https://doi.org/10.1177/10598405060220050801

Wright, P. J., Tokunaga, R. S., & Kraus, A. (2016). A Meta-Analysis of Pornography Consumption and Actual Acts of Sexual Aggression in General Population Studies. The Journal of communication, 66(1), 183-205. https://doi.org/10.1111/jcom.12201

Fuente: The Guardian

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  • Análisis

Evitación sexual: quién se abstiene y por qué

  • Maria Fernanda Alonso
  • 31/08/2019

En general, la aversión hacia el sexo es un mecanismo de defensa. Al pensar en la intimidad o en tener relaciones sexuales, la persona que las evita siente angustia emocional y síntomas físicos, como náuseas y músculos tensos, o puede tener ataques de pánico. Esta evitación sexual puede provocar más angustia emocional, humillación, vergüenza y baja autoestima, tanto para la persona que evita el sexo como para la pareja que es rechazada.

En su punto clínico se encuentra el trastorno de aversión sexual: uno de los dos trastornos de deseo sexual en el Manual diagnóstico y estadística de los trastornos mentales (DSM), definido como una «aversión extrema persistente o recurrente y la evitación de todo o casi todo el contacto sexual genital con una pareja sexual,” que causa angustia o dificultad interpersonal. A menudo, la persona incluso evitará el contacto genital relacionado con un examen o procedimiento ginecológico. El trastorno de aversión sexual puede ser tan traumático que la persona no permitirá ningún contacto físico o beso. El DSM lo ubica dentro de las disfunciones sexuales; sin embargo, estudiosos sugieren que su ubicación más apropiada sería como un trastorno de ansiedad (Brotto, 2010).

Las personas que tienen más sexo informan una mayor autoestima, satisfacción con la vida y calidad de vida (Flynn & Gow, 2015). Por el contrario, la menor frecuencia de las relaciones sexuales y el hecho de evitar las relaciones sexuales están relacionadas con problemas psicológicos, ansiedad, depresión y problemas en la relación de pareja (Addis et al., 2006) (Hinchliff, Tetley, Lee, & Nazroo, 2018) (Rosen, 2017). La evitación sexual influye en múltiples aspectos de nuestro bienestar (Assari, 2014), y los motivos por los que alguien puede llegar a ella son muy variados.

En su trabajo histórico, Alfred Kinsey descubrió que hasta el 19% de los adultos no tienen relaciones sexuales. Esto varía según el género y el estado civil, y casi ningún hombre casado pasa sin sexo un período prolongado (Kinsey, Pomeroy, Martin, & Gebhard, 1998).

Otra investigación también confirma que las mujeres evitan con mayor frecuencia el sexo que los hombres. De hecho, hasta el 40% de las mujeres evitan el sexo en algún momento de sus vidas (Morse, 1985). El dolor durante el sexo y la baja libido son grandes problemas.

Incluso en la adolescencia, más mujeres que hombres se abstienen del sexo (Kabiru & Ezeh, 2007).

Las mujeres también tienen más probabilidades de evitar el sexo debido al abuso sexual infantil (Vaillancourt-Morel et al., 2016). Las embarazadas temen el aborto espontáneo o dañar al feto, y también pueden rechazar el sexo por falta de interés y fatiga (Orji, Ogunlola, & Fasubaa, 2002).

Las razones más comunes para que los hombres eviten el sexo son la disfunción eréctil, las afecciones médicas crónicas y la falta de oportunidades (Papagiannopoulos, Khare, & Nehra, 2015) (Basson, Rees, Wang, Montejo, & Incrocci, 2010).

Cuestiones médicas

Tanto para hombres como para mujeres los problemas médicos son las principales razones para evitar el sexo.

Por ejemplo, los pacientes con enfermedades cardíacas a menudo evitan las relaciones sexuales porque tienen miedo de un ataque cardíaco (Assari, 2014) (Kazemi-Saleh, Pishgou, Assari, & Tavallaii, 2007). Otra investigación ha demostrado lo mismo para las personas con afecciones cerebrovasculares, como un derrame cerebral (Korpelainen, Nieminen, & Myllylä, 1999).

El dolor crónico disminuye el placer del acto sexual e interfiere directamente al limitar las posiciones («Chronic pain can interfere with sexuality», 2017). La depresión y el estrés que causa pueden interferir, al igual que ciertos medicamentos para el dolor crónico.

Las condiciones metabólicas como la diabetes y la obesidad reducen la actividad sexual (Schulster, Liang, & Najari, 2017). De hecho, la diabetes acelera el declive sexual en los hombres hasta en 15 años («Diabetes, Sexual, & Bladder Problems | NIDDK», s. f.). La gran masa corporal y una pobre imagen corporal juegan un papel fundamental para tener la oportunidad de mantener relaciones sexuales (Authors, s. f.).

Los trastornos de personalidad, la adicción y el abuso de sustancias y la mala calidad del sueño juegan un papel importante en el interés y las habilidades sexuales (South, Turkheimer, & Oltmanns, 2008) (Vallejo‐Medina & Sierra, 2013) (Costa & Oliveira, 2016).

Muchos medicamentos, como los antidepresivos y los medicamentos contra la ansiedad, reducen la libido y la actividad sexual y, como resultado, aumentan el riesgo de evasión sexual (Higgins, Nash, & Lynch, 2010) (Rothschild, 2000).

Finalmente, los bajos niveles de testosterona para los hombres y los bajos niveles de dopamina y serotonina en hombres y mujeres pueden también influir (Hull, Muschamp, & Sato, 2004).

Factores sociales y emocionales

Para ambos sexos, la soledad reduce la cantidad de tiempo compartido con otras personas y la oportunidad de interacciones con otros e intimidad (Wheeler, Reis, & Nezlek, 1983). Las personas que están solas a veces reemplazan las relaciones sexuales reales con el uso de pornografía (Butler, Pereyra, Draper, Leonhardt, & Skinner, 2018). Esto se vuelve importante ya que la pornografía podría afectar negativamente el rendimiento sexual con el tiempo (Poulsen, Busby, & Galovan, 2013).

Muchos adultos mayores no tienen relaciones sexuales debido a la vergüenza y los sentimientos de culpa o simplemente porque piensan que son «demasiado viejos para tener relaciones sexuales» (Kalra, Subramanyam, & Pinto, 2011). Sin embargo, sería un error suponer que los adultos mayores no están interesados ​​en tener relaciones sexuales. De hecho, un estudio reciente desmitifica la idea de la “intimidad sin sexo” después de los 60; incluso encontró que si bien muchos adultos mayores tenían relaciones sexuales con mucha menos frecuencia que personas de 20 y 30 años, un tercio de los adultos mayores informaron que tenían relaciones sexuales con más frecuencia que el promedio de la generación más joven.

¿La solución?

Pocas personas hablan con sus médicos sobre sus problemas sexuales. De hecho, al menos la mitad de todas las visitas médicas no abordan problemas sexuales (Sobecki, Curlin, Rasinski, & Lindau, 2012) (Ports, Barnack-Tavlaris, Syme, Perera, & Lafata, 2014).

La vergüenza, los factores culturales y religiosos y la falta de tiempo pueden ser obstáculos para que algunos médicos pregunten sobre la vida sexual de sus pacientes (Rashidian, Minichiello, Knutsen, & Ghamsary, 2016). Algunos de ellos consideran que abordar los problemas sexuales crea demasiada cercanía con el paciente. Otros piensan que hablar sobre sexualidad tomará demasiado tiempo.

Sin embargo, aunque algunos médicos pueden tener miedo de preguntar sobre sexo a sus pacientes, la investigación ha demostrado que los pacientes parecen estar dispuestos a dar una respuesta si se les pregunta (Brandenburg & Bitzer, 2009) (Cahill et al., 2014). Esto significa que sus problemas sexuales no se abordan a menos que el médico lo mencione (Bahouq, Allali, Rkain, & Hajjaj-Hassouni, 2013).

El asunto es que los pacientes podrían beneficiarse de un poco de ayuda, por ejemplo, consejos e información médica respecto de posiciones recomendadas para evitar el dolor, en pacientes con artritis o dolor lumbar.

Derribar la barrera del diálogo es fundamental.

Tratamiento para la evitación del sexo (Rosen, 2017)

Dependiendo de su causa raíz, la evitación del sexo puede tratarse eficazmente por sí sola o como parte de una terapia de trastorno de ansiedad.

La terapia cognitiva conductual y la terapia psicodinámica pueden ayudar a reducir la ansiedad, el miedo y las emociones negativas. Estas terapias pueden realizarse individualmente, en terapia grupal u online, según la preferencia particular del paciente.

Recientemente, una investigación encontró que practicar mindfulness se relaciona con mayores niveles de satisfacción sexual y reducción de inseguridades.

La función sexual a menudo se puede mejorar con el uso de ciertos medicamentos. Es imprescindible consultar con un médico antes de consumir cualquier fármaco. Si ya estás tomando medicamentos para el trastorno de ansiedad, hablá con tu médico acerca de ajustar la dosis con estos fines.

Referencias:

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Ports, K. A., Barnack-Tavlaris, J. L., Syme, M. L., Perera, R. A., & Lafata, J. E. (2014). Sexual health discussions with older adult patients during periodic health exams. The Journal of Sexual Medicine, 11(4), 901-908. https://doi.org/10.1111/jsm.12448

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South, S. C., Turkheimer, E., & Oltmanns, T. F. (2008). Personality disorder symptoms and marital functioning. Journal of consulting and clinical psychology, 76(5), 769. Recuperado de https://psycnet.apa.org/record/2008-13625-006

Vaillancourt-Morel, M.-P., Godbout, N., Bédard, M. G., Charest, É., Briere, J., & Sabourin, S. (2016). Emotional and Sexual Correlates of Child Sexual Abuse as a Function of Self-Definition Status. Child Maltreatment, 21(3), 228-238. https://doi.org/10.1177/1077559516656069

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Wheeler, L., Reis, H., & Nezlek, J. (1983). Loneliness, social interaction, and sex roles. Journal of Personality and Social Psychology, 45(4), 943-953. https://doi.org/10.1037//0022-3514.45.4.943

Fuente: The Conversation

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  • Análisis

Practicar mindfulness se relaciona con mayores niveles de satisfacción sexual y reducción de inseguridades

  • Maria Fernanda Alonso
  • 30/08/2019

Practicar Mindfulness (atención plena) se ha relacionado con la prevención de la depresión, con la resiliencia al estrés laboral y el vinculado al sobrepeso y la obesidad, como posible abordaje para el insomnio, y como tratamiento para trastornos mentales en general. ¡Incluso se ha estudiado su eficacia para el control de los antojos! También ha sido estudiado en relación con la tolerancia al dolor y como estrategia deportiva.

Recientemente, investigadores estudiaron el papel del mindfulness sexual en el bienestar y la satisfacción sexual, el bienestar relacional y la autoestima. Tras analizar los datos de una encuesta online, encontraron que las personas mayor puntaje en mindfulness sexual tendían a tener una mejor autoestima, a estar más satisfechas con sus relaciones y, en particular para las mujeres, tendían a estar más satisfechas con su vida sexual. Algunas de estas asociaciones ocurrieron incluso después de controlar el rasgo de mindfulness. Estos hallazgos pueden permitir a los investigadores y terapeutas abordar mejor el bienestar sexual, el bienestar relacional y la autoestima de un individuo al enseñar habilidades de mindfulness sexual (Leavitt, Lefkowitz, & Waterman, 2019).

Otra investigación encontró que las personas que habían practicado mindfulness y diferentes prácticas de meditación (incluyendo vipassana y yoga) durante más de 10 años tenían puntajes significativamente más altos en el componente “búsqueda de novedades” en comparación con personas que habían sido atletas durante más de 10 años. A su vez, hallaron correlaciones positivas entre todas las subescalas de mindfulness (compromiso, búsqueda de novedad, producción de novedad y flexibilidad) y la motivación sexual, y entre búsqueda de novedad y mindfulness sexual (Lazaridou & Kalogianni, 2013). La búsqueda de novedades puede ser un componente importante en relación con la sexualidad. De hecho, otros estudios encontraron que la variación en la actividad sexual es un factor que contribuye a mantener viva la pasión en la pareja.

El mindfulness se ha mostrado prometedor para promover el bienestar sexual y, según otra investigación, puede desempeñar un papel en la reducción de la inseguridad sexual y mejorar la satisfacción sexual. Se administró una encuesta online que midió inseguridades sexuales, satisfacción sexual y mindfulness a estudiantes universitarios entre los cuales 687 eran mujeres y 334 eran hombres. Los análisis de regresión múltiple revelaron que los niveles más altos de mindfulness se asociaron con menos inseguridades sexuales y una mayor satisfacción sexual en hombres y mujeres. Una serie de análisis de mediación múltiple indicaron que mindfulness mediaba parcialmente la relación entre las inseguridades sexuales y varios aspectos de la satisfacción sexual. Estos resultados sugieren que practicar mindfulness puede promover la satisfacción sexual y mitigar las inseguridades sexuales en hombres y mujeres. Investigar la eficacia de las intervenciones basadas en mindfulness para la reducción de las inseguridades sexuales representa un área prometedora de investigación futura (Dunkley, Goldsmith, & Gorzalka, 2015).

Referencias:

Dunkley, C. R., Goldsmith, K. M., & Gorzalka, B. B. (2015). The potential role of mindfulness in protecting against sexual insecurities. The Canadian journal of human sexuality, 24(2), 92-103. https://doi.org/10.3138/cjhs.242-A7

Lazaridou, A., & Kalogianni, C. (2013). Mindfulness and sexuality. Sexual and relationship therapy: journal of the British Association for Sexual and Relationship Therapy, 28(1-2), 29-38. https://doi.org/10.1080/14681994.2013.773398

Leavitt, C. E., Lefkowitz, E. S., & Waterman, E. A. (2019). The role of sexual mindfulness in sexual wellbeing, Relational wellbeing, and self-esteem. Journal of Sex & Marital Therapy, 45(6), 497-509. https://doi.org/10.1080/0092623X.2019.1572680

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Comportamiento sexual compulsivo y ofensas sexuales: diferencias en esquemas cognitivos, búsqueda de sensaciones e impulsividad

  • Maria Fernanda Alonso
  • 30/08/2019

En este artículo presentaremos los hallazgos de un reciente estudio titulado “Comportamiento sexual compulsivo y ofensas sexuales: diferencias en esquemas cognitivos, búsqueda de sensaciones e impulsividad” (Efrati, Shukron, & Epstein, 2019).

Las personas de la comunidad que buscan tratamiento en marcos como Sexólicos Anónimos (SA) y los delincuentes sexuales están preocupados por el sexo, las fantasías y los comportamientos sexuales. Sin embargo, se informa que las tasas de trastorno de conducta sexual compulsiva (TCSC) son sustancialmente más bajas entre los delincuentes sexuales que entre SA. En este estudio, se examinaron las diferencias entre SA y delincuentes sexuales en el TCSC y en los procesos que podrían estar en el centro del TCSC: esquemas desadaptativos sobre el yo y los demás, la impulsividad y la búsqueda de sensaciones.

El estudio incluyó a 103 delincuentes sexuales, 68 SA y 81 delincuentes violentos que sirvieron como controles de entre 18 y 74 años, que completaron medidas de autoinforme sobre TCSC, esquemas desadaptativos, impulsividad y búsqueda de sensaciones.

Resultados

Los resultados indican una serie de hallazgos con implicaciones clínicas directas para la evaluación y el tratamiento de los delincuentes sexuales. Primero, el comportamiento sexual compulsivo (CSC) entre los delincuentes sexuales, aunque está claramente presente, parecería afectar solo a una pequeña, pero significativa, minoría de participantes. Tal resultado es similar al de estudios anteriores ((Briken, 2012); (Hanson, Harris, Scott, & Helmus, 2007); (Kingston & Bradford, 2013)); aunque en la muestra actual, la prevalencia parecería ser incluso más baja de lo estimado previamente. Además, las tasas de TCSC entre los delincuentes sexuales fueron similares a las de los delincuentes violentos, lo que indica que los delincuentes sexuales no presentan tasas más altas de TCSC que los controles. Si bien este es el caso, el uso del inventario I-CSC permitió una comprensión más profunda de los diversos componentes de CSC entre los SA, los delincuentes sexuales y los delincuentes violentos.

Específicamente, el grupo de delincuentes sexuales mostró más dificultades para lidiar con las consecuencias no deseadas de su comportamiento, afecto negativo y desregulación del afecto que los delincuentes violentos (aunque todos estos niveles son subclínicos). Cabe señalar que el grupo de delincuentes sexuales fue seleccionado entre tres unidades de tratamiento diferentes, por lo que tal vez se pueda esperar culpa y vergüenza en torno a los comportamientos sexuales. Sin embargo, una de las principales tipologías de delincuentes sexuales (el modelo de autorregulación de (Tony Ward, Hudson, & Keenan, 1998)) coloca el afecto negativo, la desregulación del afecto y la vergüenza posterior al delito en el centro del proceso de delito sexual para dos de los cuatro vías diferentes, y los hallazgos actuales apoyarían el uso continuo de dicho modelo para explicar y trabajar con delincuentes sexuales.

Dicho esto, la prevalencia de TCSC entre los delincuentes sexuales es menos pronunciada que entre los SA. Una posible razón de esta diferencia son las tasas significativamente más altas de los procesos subyacentes a TCSC (esquemas de mala adaptación, impulsividad y búsqueda de sensaciones) entre SA que entre delincuentes sexuales. Apoyando este argumento está la clara relación entre esquemas desadaptativos tempranos (EMT) y CSC para los tres grupos. Dicha relación se ha establecido para grupos no clínicos (por ejemplo, (Roemmele & Messman-Moore, 2011) encontraron una relación clara entre los EMt entre las mujeres universitarias y los comportamientos sexuales de riesgo), así como para las mujeres que luchan con la adicción sexual (McKeague, 2014) . Por lo tanto, debido a que los esquemas desadaptativos están significativamente vinculados con TCSC, y porque son significativamente más pronunciados entre los SA, las diferencias entre los grupos en las tasas de TCSC no son sorprendentes.

Cabe destacar que la falta de diferencias significativas en las tasas de TCSC clínico entre los delincuentes sexuales y los delincuentes violentos puede atribuirse a la misma causa: la falta de diferencias en los esquemas desadaptativos relacionados con el sexo entre los grupos, lo que respalda la posición generalista de la literatura criminológica ((Gottfredson & Hirschi, 1990); (Lussier, Leclerc, Cale, & Proulx, 2007)) y se oponen a la posición de «especialistas», al menos con respecto a las cogniciones distorsionadas de los delincuentes sexuales y no sexuales ((Harris, Mazerolle, & Knight, 2009); (Simon, 1997)).

Tratamiento

Con respecto al tratamiento, puede darse el caso de que el uso de la terapia de esquema podría ser un complemento importante para el tratamiento de personas con CSC y delincuentes sexuales. La investigación indica que atacar factores de riesgo conocidos específicos utilizando métodos cognitivo-conductuales es más efectivo para reducir la reincidencia entre los delincuentes sexuales (por ejemplo, (Yates, 2013)).

Se recomienda un enfoque explícito basado en habilidades para permitir que los participantes bajo tratamiento cambien la cognición, el afecto y el comportamiento de manera que estos se establezcan de manera firme en su repertorio conductual. Aunque la literatura ha indicado la importancia de los esquemas de focalización en el tratamiento del delincuente sexual ((Beech, Bartels, & Dixon, 2013); (Maruna & Mann, 2006); (Yates, 2013)), la investigación actual se suma al conocimiento existente al sugerir un vínculo directo entre las creencias tempranas y aspectos de los CSC. Las teorías del comportamiento de abuso sexual a menudo indican la tendencia de los abusadores a «objetivar» a sus víctimas (por ejemplo, la taxonomía de delincuentes sexuales infantiles de (Knight & Prentky, 1990)) o la comunidad de déficit de intimidad entre ellos (Hanson & Morton-Bourgon, 2005). La investigación actual sugeriría que el tratamiento de EMt disfuncionales, particularmente aquellos que afectan la capacidad de disfrutar de relaciones íntimas, puede ser una parte importante del tratamiento.

Por ejemplo, un modelo ampliamente utilizado de comportamiento sexual ofensivo con una clara aplicabilidad terapéutica, el modelo Good Lives ((T. Ward & Gannon, 2006); (Willis, Yates, Gannon, & Ward, 2013)), podría contextualizar dicha relación. El modelo sugiere que el delito sexual puede explicarse cuando hay una distorsión en la búsqueda de bienes primarios, los bienes que esencialmente busca toda la humanidad. Estos bienes incluyen relaciones, comunidad de felicidad, excelencia, organización y vida (incluyendo vida saludable, funcionamiento físico y sexual).

Las distorsiones del modelo pueden incluir tanto los medios utilizados para obtener dichos bienes primarios, como también enfocarse en lograr un alcance muy limitado de bienes primarios. Un ejemplo de un alcance distorsionado de los bienes primarios sería la preferencia de obtener felicidad o satisfacción sexual, sin ningún interés en obtener los bienes de relaciones u organización (lo que puede explicar la tendencia a objetivar sexualmente a las víctimas). El modelo Good Lives no explica necesariamente la etiología de tales distorsiones, pero la investigación actual se sumaría a nuestra comprensión del desarrollo y mantenimiento de tales bienes primarios distorsionados. En particular, los esquemas de rechazo y desconexión impedirían la capacidad de formar relaciones adultas cálidas, cercanas y de confianza, lo que aumentaría la probabilidad de desarrollar un enfoque único en la satisfacción sexual, sin interés en aspectos más amplios de la relación. Centrarse en este dominio de esquema específico puede proporcionar una intervención terapéutica efectiva para aumentar el alcance de los bienes primarios y mejorar las habilidades para lograrlos de forma adaptativa.

Limitaciones del estudio

El estudio es correlacional, lo que impide la capacidad de sacar conclusiones causales sobre las diferencias entre los SA, los delincuentes sexuales y los delincuentes violentos, y sobre los vínculos entre los esquemas desadaptativos, la impulsividad y la búsqueda de sensaciones, y la CSC. Además, la población de investigación era homogénea y de una cultura distinta: los israelíes. Estudios futuros deberían examinar diversas poblaciones étnicas y culturales para determinar la replicabilidad y generalización de los hallazgos.

A pesar de las limitaciones de este estudio, la investigación es importante para comprender el delito sexual y su distinción entre las personas con CSC clínico. El estudio también abre nuevos espacios para intervenciones terapéuticas tanto para SA como para delincuentes sexuales.

Referencias:

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  • Análisis

¿Qué mantiene viva la pasión? Estudios sobre comportamiento sexual

  • Maria Fernanda Alonso
  • 30/08/2019

La propia sexualidad puede experimentarse de manera individual o ser compartida con otros. Histórica y culturalmente se han sostenido muchas creencias falsas en torno a la sexualidad que pueden limitarla imponiendo vergüenzas, tabúes, o simplemente propagando información equivocada. El consentimiento y la atracción juegan un rol fundamental, aunque no son los únicos factores que confluyen a la vivencia satisfactoria de la actividad sexual.

En un estudio se encuestó a más de 38.000 hombres y mujeres, que vivieron juntos en relaciones heterosexuales durante al menos tres años, sobre sus niveles de satisfacción sexual y los comportamientos más asociados con su satisfacción. Si bien la mayoría de los participantes informaron que estaban sexualmente satisfechos durante sus primeros seis meses viviendo juntos, solo el 55 por ciento de las mujeres y el 43 por ciento de los hombres informaron sentirse sexualmente satisfechos en el momento de la encuesta. En cuanto a los restantes: el 27% de las mujeres y el 41%de los hombres estaban insatisfechos, mientras que el 18% de las mujeres y el 16% de los hombres se sentían neutrales sobre su vida sexual.

Los participantes completaron un cuestionario que incluía escalas para calificar su nivel de pasión en comparación con el momento en que comenzaron a tener relaciones sexuales, y preguntas sobre la frecuencia sexual, la consistencia del orgasmo, la frecuencia del sexo oral y la variedad sexual. Cuando se trataba de variedad sexual, se les preguntó sobre las actividades que incorporaron en sus vidas sexuales para mejorarlas, como usar un vibrador o un juguete sexual juntos, usar ropa interior sexy, tener contacto sexual en un lugar público, probar la estimulación anal, probar S&M leve como atarse o nalgadas e invitar a una tercera persona a unirse a ellos.

Según los resultados, aquellos que tuvieron relaciones sexuales con mayor frecuencia y de manera constante disfrutaron de orgasmos, aquellos que recibieron más sexo oral y aquellos cuyas vidas sexuales fueron condimentadas con variedad informaron sentirse más satisfechos. Preparar el ambiente y la comunicación sexual también contribuyeron a altos niveles de satisfacción. (Frederick, Lever, Gillespie, & Garcia, 2017)

Otro estudio (Gillespie, 2017) se centró en la vida sexual de hombres y mujeres específicamente entre las edades de 50 a 80, y arrojó resultados similares. No solo muchas personas mayores tienen una vida sexual activa, sino que quienes lo hacen pueden ser física y mentalmente más saludables que quienes no lo hacen, informan los investigadores. Aunque es posible que no tengan relaciones sexuales con tanta frecuencia debido a problemas médicos o biológicos, o que no se sientan tan sexualmente satisfechos como cuando eran más jóvenes, aquellos adultos mayores que pudieron comunicar sus necesidades a sus parejas y a aquellas parejas que introdujeron la mayor variedad en sus vidas sexuales, según los informes, tuvieron relaciones sexuales con más frecuencia y se sintieron más satisfechos. La sincronicidad en el deseo y las actividades sexuales se relacionó con una vida sexual de alta frecuencia y muy satisfactoria en la edad adulta.

Otro estudio (Schmiedeberg & Schröder, 2016) sugiere que la pasión por el otro simplemente disminuye con el crecimiento de la relación, pero que hay otros factores complejos adicionales que pueden jugar un rol en todo esto.

En resumen, los estudios informan que el solo hecho de mantener relaciones sexuales con frecuencia no es garantía de satisfacción, a cualquier edad. Y acuerdan en que para lograr mayor satisfacción existen varios factores propiciantes:

  • La comunicación sincera y directa entre parejas, hablar de intereses sexuales, deseos, gustos, disgustos, elogiarse unos a otros y, en algunos casos, lidiar bien con críticas leves.
  • Ajuste del estado de ánimo, como comenzar con una conversación sexual y tener sentido del humor sobre las cosas que suceden durante el sexo.
  • Actividad sexual variada, como cambiar de posición y, en general, ser más creativo con respecto al sexo.

Referencias de los estudios:

Frederick, D. A., Lever, J., Gillespie, B. J., & Garcia, J. R. (2017). What keeps passion alive? Sexual satisfaction is associated with sexual communication, mood setting, sexual variety, oral sex, orgasm, and sex frequency in a national US study. Journal of sex research, 54(2), 186-201. Recuperado de https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/00224499.2015.1137854

Gillespie, B. J. (2017). Correlates of Sex Frequency and Sexual Satisfaction Among Partnered Older Adults. Journal of Sex & Marital Therapy, 43(5), 403-423. https://doi.org/10.1080/0092623X.2016.1176608

Schmiedeberg, C., & Schröder, J. (2016). Does Sexual Satisfaction Change With Relationship Duration? Archives of sexual behavior, 45(1), 99-107. https://doi.org/10.1007/s10508-015-0587-0

Fuente: Psychology Today

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