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Publicaciones por mes

diciembre 2016

60 Publicaciones
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Machismo y cosificación de la mujer: un flagelo social

  • Rita Arosemena P.
  • 13/12/2016

En el documento «Toward a Fuller Conception of Machismo: Development of a Traditional Machismo and Caballerismo Scale», publicado por el Journal of Counseling Psychology y escrito por académicos de la Universidad Estatal de Arizona, se brinda una aproximación al concepto de machismo que define el término como un comportamiento guiado por una «fuerza masculina» que, de una forma u otra, conduce todo tipo de conductas igualmente masculinas.

El machismo ha sido entendido y definido por los estudiosos como un ethos (costumbre) conformado por comportamientos que «se espera» realicen los hombres provenientes de países latinoamericanos, especialmente en relación con características como el sexismo, el chovinismo y la hipermasculinidad.

Para Mayo y Resnick (1996) citados en el documento mencionado al inicio de este artículo, el machismo involucra además la dominación de la mujer, a la cual se ve como única responsable de la crianza de los hijos y el servicio perpetuo a los hombres.

El pensamiento machista se adscribe a un discurso centenario de creencias de origen cultural, premisas antropológicas que definen al hombre y la mujer como figuras con roles pre-asignados e inamovibles que justifican las oportunidades laborales de un género y las obligaciones domésticas de otro.

En un ámbito psicológico y sociológico, el machismo es un fenómeno que amerita ser analizado partiendo no solo de sus características negativas sino también considerando las posibles acepciones positivas que se tienen de él en un contexto sociocultural válido, donde la conducta machista es entendida como una cuestión de orgullo y honor y adquiere, el término, un matiz vinculado a lo que se conoce popularmente como caballerismo.

No obstante, este artículo no busca abordar los factores individuales, políticos, familiares e incluso religiosos que influyen en una interpretación aceptable o favorable al machismo en los países latinoamericanos; en cambio, lo que se pretende es profundizar en la consecuencia de mayor perjuicio social en la actualidad: la cosificación de la mujer.

El pensamiento machista se adscribe a premisas antropológicas que definen al hombre y la mujer como figuras con roles pre-asignados e inamovibles

Gemma Sáez, autora del estudio «¿Empoderamiento o Subyugación de la mujer? Experiencias de la Cosificación Sexual Interpersonal», publicado por la Universidad de Granada (España), define la cosificación sexual como la reducción de la mujer a su cuerpo, o a partes de su cuerpo.

El acto de cosificar es, en esencia, justamente lo que indica: proceder con una metamorfosis en la que no se da voz de voto al sujeto central, sino que se le somete suprimiendo sus cualidades humanas y convirtiéndolo en una cosa, en un objeto que, en el caso de la mujer, ciertos factores culturales y la influencia mediática ponen a disposición del disfrute de otros.

El rol de la influencia mediática, por ejemplo, es palpable en la publicidad y en los medios de comunicación, y responde directamente a las expectativas y tendencias culturales predominantes, como ocurre en México con las presentadoras de la sección meteorológica en los noticieros,  un tema que ha generado polémica por el modo en que se exhibe y fomenta la ideología machista y la cosificación sexual de la mujer.

Para la feminista Marta Lamas, este fenómeno es simplemente un reflejo de la realidad de México, donde el machismo «forma parte de la identidad nacional» y «persiste hasta en las rancheras».

https://www.youtube.com/watch?v=mPRDIAPld48

La cosificación de la mujer y el machismo se relacionan directamente: el pensamiento machista promueve la cosificación al desestimar la igualdad de derechos de la mujer en cuestiones elementales, como la libertad. El machismo entendido en la dimensión del sexismo y el despotismo de género apoya la visión de una mujer sometida a las expectativas, deseos y necesidades del hombre, entre ellas, la satisfacción sexual.

Pero las consecuencias de la cosificación no solo retraen la construcción de una sociedad más igualitaria y mayores oportunidades de educación y crecimiento laboral para las mujeres, también constituyen un flagelo para la salud emocional.

La cosificación de la mujer que se promueve naturalmente en los medios de comunicación, por ejemplo, influye seriamente en la percepción que las niñas y adolescentes adquieren de sí mismas, en la apreciación de su cuerpo, en el establecimiento de prioridades y en la formación de creencias que no siempre son positivas.

De hecho, la cosificación sexual de la mujer que habla de medidas perfectas y de un régimen de belleza estándar (el de las modelos y famosas) se vincula con el desarrollo de trastornos como la anorexia, la bulimia, la depresión, la ideación suicida y el suicidio.

https://www.youtube.com/watch?v=Rnhmh1qY9cM

la cosificación de la mujer se vincula con el desarrollo de trastornos como la anorexia, la bulimia y la depresión

El machismo definido como un conjunto de comportamientos a favor de la sumisión de la mujer trasciende, desde luego, los límites de la comunidad hispana, al igual que la cosificación de la mujer vista como un fenómeno de reducción de la humanidad a un estado de objeto útil.

El Islam, por ejemplo, ha sido una religión polémica ante los ojos de la cultura occidental por permitir ampliamente el castigo físico y la subordinación de la mujer como parte de sus creencias. No obstante, entra en este caso la disputa entre la libertad de credo y la aceptación de la violencia de género, o en otras palabras: ¿es aceptable la cosificación de la mujer cuando forma parte de un conjunto de creencias? ¿Toleramos la cosificación como sociedad siempre y cuando sea religiosa?

Tanto el machismo como la cosificación son fenómenos que involucran elementos de carácter religioso, político e histórico. Las sociedades patriarcales, desde luego, presentan una alta dosis de machismo en comparación con cualquier sociedad matriarcal; lo preocupante, en realidad, no es la diversidad de riqueza histórica ni el legado cultural, ni siquiera la documentación dogmática, sino la negación de la humanidad como condición inherente a todo ser humano.

La cosificación es resultado de dicha negación, en tanto se considera a la mujer como sujeto inferior al hombre y se asume su existencia como argumento a favor del placer y la satisfacción del sexo masculino y no como lo que es por derecho universal: un individuo naturalmente digno y de valor por su condición de persona humana, capaz y merecedor de las mismas oportunidades.

Imagen: Shutterstock

Sin categoría

TDAH: Modelos explicativos, mitos y recomendaciones

  • Elisabet Rodríguez
  • 13/12/2016
TDAH

Hoy en día continúa la controversia generada en los últimos años en relación al Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad. Usualmente se dan muchos tipos de información sobre las posibles causas, sobre las manifestaciones más habituales de su sintomatología o sobre qué criterios pueden ayudar a diferenciar este trastorno de otros.

Algunos de estos hallazgos pueden resultar contradictorios con aquellos expuestos tradicionalmente, pero la cuestión fundamental radica en el hecho de entender que una explicación no sustituye a la otra sino que todas ellas pueden acontecer complementarias. Así, el TDAH se define como un síndrome complejo tanto en su origen como en su desarrollo.

Tomando como ejemplo los datos derivados de investigaciones realizadas para determinar qué factores contribuyen a la aparición del TDAH se pueden diferenciar los tres modelos explicativos siguientes:

El modelo médico considera al TDAH como un trastorno neuroevolutivo y de carácter crónico que se vincula fundamentalmente a la ocurrencia de alteraciones biológicas y a la presencia de elementos de riesgo en los periodos prenatales, perinatales y postnatales, como por ejemplo: factores neurológicos, retraso madurativo, factores genéticos u otros factores prenatales y/o perinatales ( bajo peso al nacer, prematuridad, consumo de alcohol), etc.

El modelo psicopedagógico otorga una relevancia principal al comportamiento aprendido en el ambiente social en que se desarrolla el niño/a. Así, un clima familiar adverso, la presencia de psicopatología parental, un estilo educativo no democrático, una posición socioeconómica familiar desfavorable o la ocurrencia de refuerzo positivo (nivel de atención de las figuras cercanas significativas) obtenido después de efectuar una conducta hiperactiva, son los principales aspectos que correlacionan con la presencia del TDAH.

– El modelo interaccionista, que considera al TDAH como resultado de la interacción de los dos factores anteriormente expuestos (los biológicos y los sociales) y que cuenta con un aparente mayor apoyo en la actualidad.

Mito 1: El TDAH no existe

La primer cuestión problemática sobre el TDAH deviene el hecho de si es acertada su categorización como entidad nosológica independiente, es decir, si realmente se puede catalogar como un trastorno psicológico o no. A lo largo de mi experiencia profesional he sido testigo de algunas de las afirmaciones siguientes, las cuales considero como una serie de concepciones erróneas que habría que reorientar:

«No existen los trastornos de la atención y/o hiperactividad, no hay base teórica suficiente como para poder afirmarlo».

«El TDAH sólo es una justificación para explicar las alteraciones conductuales de los niños y adolescentes de hoy en día; este sólo es un problema en la aplicación de pautas educativas laxas o de carencia de disciplina parental».

Estas afirmaciones, que están más extendidas de lo que nos gustaría pensar, comprometen y perjudican seriamente la visión que las personas cercanas al niño/a con TDAH tienen de este.

Expresar creencias de esta naturaleza se relaciona con otorgar una voluntariedad y una intencionalidad aversiva a los comportamientos alterados que manifiesta el niño. No se puede dejar de lado que la ciencia ha establecido unas correlaciones clínicamente significativas con factores neurobiológicos consistentes como explicaciones causales del trastorno, tal como se ha indicado anteriormente.

Por otro lado, el trabajo de Russell Barkley (2005) ha puesto de manifiesto que un establecimiento de pautas educativas rígidas y autoritarias como método de intervención para corregir la conducta de un niño/a con TDAH resulta contraproducente y, en última instancia, empeora la problemática. Tal como expone el experto, en el TDAH acontece una alteración en el sistema de la autorregulación de la atención, función que depende principalmente de los centros de regulación del comportamiento motriz (hiperactividad e impulsividad) y cognitivo (inatención) ubicados en las zonas pre-frontal y frontal del cerebro: las denominadas funciones ejecutivas.

Tal como su propio nombre indica, la sintomatología central del TDAH se relaciona con la alteración de la atención (e impulsividad), y puede acompañarse de manifestaciones de hiperactividad. Así las principales dificultades que un niño/a exterioriza pertenecen a una insuficiente capacidad de inhibición (manifiesta en la dificultad para esperar su turno, al demorar una respuesta o de protegerse de las interferencias mientras realiza una tarea concreta), de autocontrol (observable en la dificultad para regular los impulsos, controlar sus acciones) y del funcionamiento ejecutivo (incapacitado para dirigirse a sí mismo, seleccionando qué conducta o acción es más adaptativa en función del contexto que lo rodea).

Veamos si los hallazgos obtenidos a partir del desarrollo de las técnicas de imagen cerebral aportan evidencia sobre esta cuestión:

Aunque no puede determinarse la existencia de un marcador biológico concreto suficiente como para asegurar un diagnóstico claro del trastorno, en los últimos años numerosas investigaciones han puesto de manifiesto a partir de pruebas de neuroimagen (por ejemplo, la Resonancia Magnética funcional) cómo se efectúa la actividad cerebral y el comportamiento neuronal en este tipo de individuos hiperactivos.

Así, entre los recientes hallazgos como los de Rubia y Brinson (2014), puede afirmarse la ocurrencia de un retraso de la actividad neuronal en las zonas frontales del cerebro, la función principal de las cuales hace referencia al control de la atención y el movimiento (impulsividad). Por otro lado, a nivel de neurotrasmisores, también ha podido observarse una descompensación en el volumen de Dopamina, presentando una mayor proporción en el hemisferio derecho en niños TDAH en comparación a sus homólogos sin tal diagnóstico. Este desequilibrio parece ser el responsable de la dificultad que presentan estos niños en la capacidad creativa y la identificación de imágenes.


Mito 2: Intervención Psicofarmacológica vs. Psicopedagógica

Otra cuestión que tradicionalmente ha contribuido a agrandar el debate sobre la intervención en niños/se con TDAH hace referencia a determinar la eficacia diferencial de los diferentes tipos de tratamientos por esta psicopatología.

Tanto los defensores de la prescripción farmacológica como aquellos que se decantan por la terapia psicopedagógica disponen de argumentos sólidos como para afirmar que cada una de ellas es una parte muy relevante en la intervención en TDAH, si bien los resultados de la aplicación por separado de ambas no llega a los índices de eficacia terapéutica que ofrece la prescripción del tratamiento multi-componente.

Así, tal como se expone en Pérez (2006) la modalidad que cuenta con más evidencia empírica en cuanto a eficacia es el tratamiento cognitivo-conductual combinado con fármacos psicoestimulantes como el Metilfenidato, el cual se conforma a partir del siguientes componentes: entrenamiento en autorregulación de la conducta mediante autoinstrucciones y técnicas cognitivas, técnicas de modificación de conducta operantes como la economía de fichas y el tiempo fuera, entrenamiento en técnicas de resolución de problemas y pautas educativas y comunicacionales parentales y docentes.

Cómo comunicarnos con un niño con TDAH

En referencia a las comunicaciones parentales y docentes, las siguientes orientaciones pueden ser muy útiles para evitar posibles episodios de estigmatización y deterioro de la autoestima, aspectos que suelen acompañar a la mayoría de los casos de TDAH.

  • Es positivo dar las indicaciones manteniendo el contacto visual y físico, como por ejemplo tocando un brazo.
  • Resulta muy perjudicial verbalizar comparaciones con otros niños.
  • Es recomendable avisar con una antelación suficiente de los acontecimientos y las tareas que tendrá que realizar. El establecimiento de rutinas comportamentales los ayuda a funcionar más eficazmente.
  • Conviene felicitarlo/a verbalmente por la buena conducta ofreciendo reconocimiento y afecto.
  • Las recompensas y las penalizaciones cortas e inmediatas son más efectivas. Es fundamental aplicarlas de forma consistente, coherente y de forma argumentada.
  • Las indicaciones que se les dan tienen que ser concretas, breves, claras y sencillas.
  • Es muy relevante evitar ridiculizarlo/a en público o privado.
  • Se recomienda sustituir el verbo “ser” por la forma “estar” al realizar una crítica. Es preferible hacer correcciones de conductas concretas y observables en lugar de criticar su personalidad o carácter general.
  • Es más eficaz utilizar un tono de voz suave pero firme ante la aplicación de un correctivo.
  • Es muy relevante adoptar una actitud empática y de comprensión hacia sus dificultades.

Referencias Bibliográficas

Barkley, R. (2005), Modelo de autorregulación de Barkley aplicado al trastorno por déficit de atención con hiperactividad: una revisión.

Pérez M., Fernández, J. R., Fernández, C., Amigo, I. Guía de Tratamientos Psicológicos Eficaces III (2006). Pirámide: Madrid.

Rubia K, Alegría AA, Brinson H. Anomalías cerebrales lo trastorno miedo déficit de atención/hiper- actividad: una revisión. Rev Neurol 2014; 58 (Supl 1): S3-18.

  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Las metáforas en la psicología cognitivo conductual (PDF)

  • David Aparicio
  • 13/12/2016
Postergación y TB

Las metáforas, asociadas más a la literatura que a la ciencia, todavía son poco utilizadas en la psicología más científica (la corriente cognitivo-conductual).

Aunque infrautilizadas en esta psicología, sí que nos las podemos encontrar cómodamente instaladas en otras perspectivas psicológicas (psicoanalítica, humanista y constructivista).

En los últimos años, probablemente por la convergencia entre las distintas corrientes de pensamiento, las puertas de la psicología cognitivo-conductual se han abierto en mayor medida para las metáforas.

En este artículo, se analiza cómo se ha llevado a cabo esta apertura, cómo se emplean dentro de las terapias cognitivo-conductuales y qué ventajas presenta su utilización.

Autor: Jenny Moix Queraltó

Descarga el artículo completo en formato PDF.

Fuente: Papeles del Psicólogo 

Sin categoría

Tres errores al diseñar un programa de seguridad basado en el comportamiento

  • Jorge Bustillos
  • 12/12/2016

Hoy por hoy, la metodología de Seguridad Basada en el Comportamiento (SBC), se constituye como el modelo de intervención con mayor aceptación- dada su eficiencia y su validez científica- para optimizar los sistemas de gestión de seguridad y salud en el trabajo (Meliá, 2007). Pero, ¿qué es la SBC?; la SBC o BBS por sus siglas en inglés (Behavior Based Safety), es una metodología originada a partir de un amplio conjunto de investigaciones comportamentales aplicadas a la prevención de accidentes en el trabajo. Sus antecedentes se cimientan con los primeros estudios realizados de manera independiente a fines de la década del setenta del siglo XX por las psicólogas Judith Komaki y Beth Sulzer- Azaroff, quienes lograron reducir accidentes laborales utilizando procedimientos conductuales. Las investigaciones posteriores reunieron evidencia con sólido respaldo científico, lo cual permitió fundamentar la metodología SBC y posicionar su prestigio a nivel mundial (Meliá, Ricarte y Arnedo, 1998).

Sin embargo, durante mucho tiempo las empresas han insistido en abordar la prevención de accidentes centrándose en cubrir con formación e información aquello que no lograban con ingeniería e higiene. Si bien estas resultan imprescindibles para el logro de los objetivos de un sistema de gestión de seguridad y salud en el trabajo, la evidencia nos demuestra que también es necesario que las personas tengan motivaciones para trabajar de manera segura (Meliá, 2007).

En tal sentido, la metodología SBC cubre con creces aquella brecha entre el factor técnico y el factor humano que en muchos escenarios plantea desafíos que van más allá del entrenamiento y la capacitación dentro de un sistema de gestión de seguridad y salud (ver por ejemplo la NTP 405).

la evidencia nos demuestra que también es necesario que las personas tengan motivaciones para trabajar de manera segura

Ahora bien, cuando las empresas deciden implementar un programa de seguridad basada en el comportamiento para agregar valor a su sistema de gestión de seguridad y salud, suelen cometer de manera inadvertida algunos errores conceptuales que a corto o mediano plazo generan serios problemas aplicativos. Entre ellos podemos mencionar los siguientes:

Centrarse en las actitudes y no en los comportamientos

La extendida creencia de que modificar el comportamiento es solo centrarse en un cambio superficial y poco duradero, produce que dirijamos gran parte de nuestro esfuerzo hacia lo que consideramos una meta mayor por considerar que genera cambios más profundos y duraderos, cambiar las actitudes.

Sin embargo, actitud y comportamiento, no son conceptos que encierren relación de oposición o  intensidad. Por el contrario, cuando hablamos de actitudes, en realidad hablamos de una forma de comportamiento. Claro está, las actitudes son una forma compleja de comportamiento que no podemos necesariamente observar. Es por ello, que las estrategias de intervención conductual están orientadas a modificar comportamientos que son observables y en consecuencia medibles, sin detrimento de otras formas de comportamiento más complejas. Además, estudios experimentales del comportamiento arrojan datos muy sólidos respecto a que un cambio en el comportamiento genera a su vez cambios en aquellas disposiciones del ánimo y del pensamiento que conocemos como actitudes. Es decir, un cambio en el comportamiento implica a su vez un cambio en las actitudes. Centrarse en cambiar de manera exclusiva actitudes es una tarea estéril y sin ningún asidero científico, dado que no es posible observarlas ni medirlas.

Recomendación:

Al seleccionar los comportamientos claves para la seguridad que se deseen incrementar y/o mantener, es importante enfocarse en comportamientos que podamos identificar sin dificultad al momento de observarlos y registrarlos en el campo (ver figura 1).

Esto evitará que aparezcan sesgos en el análisis posterior de los datos y nos permitirá fundamentar la efectividad de la o las técnicas elegidas para conseguir los objetivos de nuestro programa, con la finalidad de hacerlo replicable en otras unidades u operaciones de nuestra empresa.

Creer que el reforzamiento positivo es una técnica

Cuando en la física decimos que las cosas caen hacia abajo, no es difícil reconocer que nos referimos al principio de gravedad. De la misma forma, en las ciencias del comportamiento, cuando decimos que la conducta está determinada por sus consecuencias, estaremos haciendo referencia al principio de reforzamiento. Veamos un ejemplo: si en una reunión social usted se animara a contar un chiste frente a sus amigos y al terminar de contarlo todos rieran, es altamente probable que dicho comportamiento (contar un chiste) vuelva a presentarse en un contexto social similar. El análisis del comportamiento expuesto en el ejemplo nos permite identificar que se ha producido una operación de reforzamiento positivo (ver figura 2).

Hacer la precisión de que el reforzamiento positivo es un principio y no una técnica no es un ejercicio irrelevante, por el contrario, evita asumir posiciones inexactas como que el reforzamiento positivo es un mero sistema de premiación o reconocimiento. Dentro de cualquier programa de intervención conductual, reforzar no solo significa premiar o recompensar, reforzar es presentar una consecuencia de manera inmediata a un comportamiento con la finalidad de incrementarlo o mantenerlo. Para ello es importante haber realizado previamente un análisis escrupuloso de dicho comportamiento con la finalidad de identificar cuáles son aquellas consecuencias que resultan funcionales (útiles) para reforzarlo.

Es decir, a partir de una fase de análisis del comportamiento, en la que comprendemos como operan determinadas consecuencias sobre la conducta (principio de reforzamiento), entramos a una segunda fase de modificación del comportamiento en la que diseñamos y aplicamos nuestra estrategia de intervención (técnicas basadas en el principio de reforzamiento).

el reforzamiento positivo es un principio y no una técnica no es un ejercicio irrelevante

El reforzamiento positivo por tanto se podría definir como la configuración funcional producida entre un comportamiento y una consecuencia, la cual probabiliza que el comportamiento vuelva a ocurrir en otras situaciones similares. De esta manera se explica cómo en nuestra vida cotidiana nuestros comportamientos están programados por un sin número de consecuencias que en muchos ocasiones no logramos advertir. Por ejemplo: levantarnos temprano para llegar a tiempo al trabajo, recibir las gracias después de hacer un favor, tener una conversación amena con una persona, sentir bienestar por ayudar a un anciano a cruzar las pista, practicar un deporte que nos genera gusto, entre otros.

En todos estos casos se produce el reforzamiento positivo sin que de por medio las consecuencias hayan sido administradas intencionalmente como técnicas, es decir ocurre de manera natural. De igual forma sucede con los comportamientos inadecuados o no esperados. Por ejemplo: en los conductores acostumbrados a pasarse la luz roja del semáforo, el mantenimiento de tal comportamiento se produce por un lado porque no reciben la amonestación oportuna y por otro porque consiguen ahorrar tiempo para llegar a su destino. En este caso vemos también cómo opera el principio de reforzamiento positivo.

Recomendación:

Durante la fase de diagnóstico de todo programa SBC se debe enfocar todo el esfuerzo en comprender (analizar) cuáles son aquellas consecuencias que estimulan el comportamiento seguro. Por ejemplo: Después de realizar un análisis funcional del comportamiento de un grupo de trabajadores de una empresa X, y concluir que los comportamientos seguros tienen una mayor probabilidad de presentarse cuando los supervisores reconocen de manera verbal e inmediata tales comportamientos, podríamos estar frente a un escenario ideal para aplicar la técnica de retroalimentación positiva. Es decir, cada vez que un trabajador emita un comportamiento seguro, el supervisor podría acercarse al trabajador para reconocer verbalmente dicho comportamiento.

Los estímulos materiales afectan la motivación interna

Este planteamiento parte del error anterior, creer que el reforzar consiste en premiar. Nada más equivocado. El reforzamiento como ya vimos es un principio comportamental que debemos aprender a usar de manera conveniente. A su vez, este principio nos ayudará a comprender como se mantienen ciertos comportamientos inseguros. Por ejemplo: en una empresa de servicios en la que no se evidencian actividades de riesgo, se viene propiciando el escenario perfecto para tener un accidente. Esto, porque los trabajadores suben las escaleras sin usar pasamanos, en ocasiones corriendo y en otras revisando sus teléfonos móviles.

estos programas resultan altamente efectivos para desarrollar comportamientos socialmente esperados

Podemos darnos cuenta de acuerdo al ejemplo, cómo el comportamiento inseguro se ve reforzado por determinadas consecuencias: ahorrar tiempo y esfuerzo, entretenimiento, entre otras.

Tras ese análisis podríamos elaborar una estrategia de carácter lúdico, dado que como hemos visto, el comportamiento de los trabajadores está motivado por consecuencias como entretenerse con el teléfono celular. Inicialmente se pueden entregar fichas con valor canjeable (las cuales serían administradas por el supervisor de seguridad) de manera inmediata a la presencia del comportamiento seguro (usar pasamanos). La entrega de fichas iría acompañada de un reconocimiento verbal otorgado por el supervisor. Posteriormente y en la medida que el comportamiento seguro (usar pasamanos) se incremente, podríamos ir entregando de manera intermitente las fichas, hasta prescindir completamente de su administración (ver figura 3).

Como vemos en la figura 3, los programas conductuales que utilizan estímulos materiales de apoyo (fichas, cupones, entre otros) con valor canjeable (pueden ser canjeadas por tangibles como: polos, llaveros, gorras, etc.; así como por intangibles como: tiempo libre, prerrogativas en el comedor, etc.), se les denomina también “Programas de Economía de Fichas”. Usar de manera adecuada la técnica de economía de fichas no implica en absoluto el alterar la motivación interna (intrínseca) de las personas, por el contrario, la evidencia científica demuestra que estos programas resultan altamente efectivos para desarrollar comportamientos socialmente esperados, en diferentes contextos interactivos (clínicos, educativos, comunitarios, organizacionales, industriales, etc.).

Recomendación

Al diseñar el programa SBC se debe considerar todas las posibilidades que sean técnicamente viables. La economía de fichas, por ejemplo, es una técnica que – bien aplicada- proporcionará un camino seguro al logro de nuestros objetivos. Además, funciona de manera altamente efectiva en aquellos escenarios en los que los comportamientos seguros tienen baja frecuencia.

Por ello, se debe seleccionar con mucha objetividad y bajo criterios técnicos los procedimientos adecuados a nuestras necesidades, a lo que nuestro escenario actual de comportamientos en el trabajo exija. Esto implica evitar ideas inexactas que pongan en riesgo los parámetros del programa.

Finalmente, se debe considerar siempre ser objetivo y asumir siempre una posición técnica en la gestión de comportamientos seguros en el trabajo, esto garantizará tanto el buen desempeño del programa así como un retorno de alto impacto frente a la inversión realizada. Recuerde que para estos casos no siempre bastará con aplicar el sentido común y las buenas intenciones.

Referencias bibliográficas

Becerril, M. (2013). Un proceso de intervención sobre las conductas de seguridad y las condiciones de seguridad y salud en las obras de construcción. Tesis de doctorado en Psicología. Universidad de Valencia.

Espluga, J. (1998). NTP 405: Factor humano y siniestralidad: aspectos sociales. Noviembre 21, 2016, de Instituto Nacional de Seguridad e Higiene.

López – Mena, L. & Veloz, J. (1990). Aplicaciones del refuerzo positivo a la reducción de accidentes en el trabajo. Revista latinoamericana de Psicología, 22, 357- 371.

Martin, G. & Pear, J. (2008). Modificación de conducta: qué es y cómo aplicarla. Madrid: Pearson Educación, S. A.

Meliá, J. (2007). Seguridad Basada en el Comportamiento. En Perspectivas de Intervención en riesgos psicosociales. Medidas preventivas (157-180). España: Foment del treball nacional.

Meliá, J, Ricarte, J., & Arnedo, M. (1998). La psicología de la seguridad (II): un revisión de los modelo procesuales de inspiración psicosociológica. Revista de psicología general y aplicada, 51(2), 279- 299. 

Skinner, B. F. (1974). Sobre el conductismo. España: Ediciones Martínez Roca, S.A.

Staats, A. (1979). El conductismo social: un fundamento de la modificación del comportamiento. Revista latinoamericana de Psicología, 11, 9- 46.

  • Sponsor

Curso de verano: Manejo del estrés desde la terapia cognitivo conductual

  • David Aparicio
  • 12/12/2016

No faltara la ocasión para que nos pidan ayuda o recomendaciones para ayudar a una persona vapuleada por los efectos del estrés. Pero una cosa es aprender algo rápido para decir en una charla y otra, muy diferente es estar entrenado en un curso con especialistas en el tema.

Por tal razón, queremos invitarte al curso online y de verano que organiza CETECIC y en el cual podrás especializarte en los conceptos teóricos y prácticos de los tratamientos de problemas de salud vinculados con el estrés.

Detalles del curso online de manejo del estrés

Contenidos del curso

  • El concepto de estrés: aspectos teóricos.
  • El concepto de estrés: su relación con la salud. Psicología de la salud.
  • La evaluación del estrés.
  • Talleres de evaluación del estrés: análisis funcional de pacientes con estrés.
  • Procedimientos conductuales para el manejo del estrés: respiración abdominal y relajación muscular profunda.
  • Procedimientos conductuales para el manejo del estrés: Desensibilización Sistemática y Visualizaciones.
  • Procedimientos cognitivos para el manejo del estrés: la reestructuración cognitiva. Identificación de los pensamientos automáticos y las emociones. La evaluación psicológica aplicada a la clínica.
  • Procedimientos cognitivos para el manejo del estrés: la reestructuración cognitiva. Evaluación y cambio de los pensamientos automáticos.
  • Procedimientos cognitivos para el manejo del estrés: la reestructuración cognitiva. Modificación de los supuestos básicos y estilos atribucionales.
  • Manejo de dificultades especiales y programas de prevención del estrés.

Inicio del curso

El curso inicia el lunes 2 de enero y tiene una duración de 3 meses (10 clases).

¿Empezar un curso en enero, en plenas vacaciones? Parece un poco tedioso empezar a estudiar cuando es tiempo de fiestas y de vacaciones. Pero no te preocupes, la gente de CETECIC lo entiende perfectamente y por eso han habilitado una opción para que puedas pausar tu cursada con un plazo de hasta 8 semanas así podrás irte de vacaciones y relajarte sin preocupaciones. Sin dudas es una fantástica opción.

Certificación e inscripción

Al finalizar el curso recibirás un certificado emitido por CETECIC con el aval de la Asociación Argentina de Ciencias del Comportamiento.

Esta capacitación tiene un costo de 270 dólares para los estudiantes latinoamericanos y del mundo. Para los estudiantes argentinos, el curso tiene un costo de $2205 pesos argentinos. Los lectores de Psyciencia pueden beneficiarse de un exclusivo descuento del 20%. Para acceder al descuento sólo debes enviar un email a los administradores del curso avisando que eres lector de Psyciencia.

Para mayor información e inscripciones haz click aquí.

Agradecemos a CETECIC, nuestro sponsor de esta semana.

  • Salud Mental y Tratamientos

Armados contra la depresión

  • Karemi Rodríguez Batista
  • 12/12/2016
afrontar la depresión

Mucho se habla de la depresión, y antes que nada habríamos de hacer un paréntesis y recordar que no hay una depresión como tal, sino que hay tantos tipos y grados de depresiones como individuos. Ir avanzando, pues, de un diagnóstico categorial (útil pero limitado) a uno más dimensional, donde la depresión es el resultado de una serie de procesos psicológicos en los que intervienen multitud de componentes, como por ejemplo los rasgos de personalidad, las defensas, las motivaciones, los sentimientos, las cogniciones, las conductas y hasta la genética.

Cuando hablamos de síntomas depresivos nos referimos a los siguientes: estado de ánimo deprimido, anhedonia, pérdida o aumento de apetito, hipersomnia o insomnio, agitación o retraso psicomotor, fatiga, sentimientos de culpa o inutilidad excesivos, falta de concentración y pensamientos recurrentes de muerte o suicidio. En el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V), se citan los anteriores y se propone la presencia de 5 o más, por un período de 2 semanas para hablar de un trastorno de depresión mayor. Como hemos dicho, esto varía mucho de una persona a otra.

Ahora bien, no tenemos que ir tan lejos, la tristeza es una emoción adaptativa con óptimas funciones, como ya sabemos; eso sí, sin llegar a estados patológicos, es decir, cuya frecuencia, duración e intensidad sea la “adecuada según nuestra propia línea base”. Sin embargo, los parámetros anteriormente mencionados tienen más probabilidad de dispararse en estas fechas, debido a la multitud de estresores que nos vienen (reuniones, alteraciones en nuestros hábitos de sueño y alimentación, recuerdos de seres queridos que ya no nos acompañan… ) y es bueno ir tomando medidas.

A continuación, el doctor Matthew J. Edlund, nos deja con algunas sugerencias para ir bien armados:

  1. Incrementa la iluminación. Cuanto más luz solar recibe una ciudad o área, menor es su tasa de depresión clínica. Numerosos estudios sobre el tratamiento de la depresión con luz  han demostrado ser más efectivos que el uso de antidepresivos, incluso para las personas sin depresión estacional, donde la falta de luz es la causa probable.

Consejo: toma como mínimo media hora de luz solar por las mañanas. Puede ser fuera o dentro de casa a través de las ventanas. La luz de la mañana funciona mejor que la de la tarde para mejorar nuestro humor.

  1. Ejercicio. Un estudio reciente, publicado por Gretchen Reynolds en el New York Times, consideró que hacer ejercicios aeróbicos regularmente altera nuestro cuerpo y cerebro, haciéndonos resistentes a la desesperación y a la depresión. Además agrega que puede ser un tratamiento eficaz para la depresión e incluso podría ayudar a prevenirla en un primer momento.

Consejo: camina 30 minutos todos los días, preferiblemente al aire libre por la mañana (así aprovechamos la terapia de luz de la que hablamos). Al parecer, el entrenar con intervalos de alta intensidad puede ser más efectivo. Un buen truco es de un minuto, caminar los primeros 50 segundos moderadamente y los últimos diez tan rápido como puedas. Obviamente, otros tipos de ejercicio como correr, montar bicicleta, o hacer zumba ayudan, pero si puedes combinar el ejercicio con la luz natural, mucho mejor.

  1. El apoyo social: a mayor red social, menos riesgo de depresión. Las personas que cuentan con un montón de colegas, conocidos, amigos, o incluso compañeros de trabajo, tenderán a padecer menos depresión en general. Hablamos de lazos cara a cara.

Consejo: reforzar los lazos es fundamental, sobre todo en cuanto a calidad, mediante un contacto cara a cara, que ponga en juego el compromiso emocional. El apoyo social es particularmente eficaz no sólo en el tratamiento de la depresión, sino en la prevención de otro tipo de enfermedades, como las  del corazón. A más conexiones, menos ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.

Aunque estas son las de las tres herramientas más poderosas, según el Dr. Edlund, para una buena prevención, no son las únicas, así que te dejamos con otras 11 estrategias que pueden ayudarte.

Fuente: Psychology Today

  • Artículos de opinión (Op-ed)

¿Qué comunicamos realmente a nuestros pacientes?

  • Aprende Viendo Terapia
  • 09/12/2016

Waltzawick decía que toda acción es un acto de comunicación, que las personas, de forma continua, comunicamos algo respecto a otro, que es imposible no comunicar.

Hay que aclarar, que por tanto la comunicación es algo que va mucho más allá de lo que decimos, de lo declarativo, ya que hay otro nivel de comunicación que es aquello que transmitimos con cada uno de nuestros actos. Aprender a decodificar estos mensajes y a saber enviarlos de forma eficaz en psicoterapia, es uno de los grandes aportes de la Terapia Sistémica. Normalmente, el psicólogo lee estos mensajes entre los miembros del sistema familiar, pero en este artículo, voy a presentar una breve reflexión personal, sobre ciertos riesgos de comunicación procedimental (es decir, aquella que transmitimos con nuestros actos) que debemos tener especialmente presentes los psicoterapeutas.

Aprender a decodificar estos mensajes y a saber enviarlos de forma eficaz en psicoterapia, es uno de los grandes aportes de la Terapia Sistémica

En primer lugar existe el tema de un excesivo “buenismo” por parte del psicólogo con respecto a su paciente. Si tenemos una acentuada tendencia a redefinir las cosas en positivo de forma sistemática, sin pararnos a discernir cuando esto es necesario (para alejar el foco del paciente identificado, para rescatar recursos, para evitar una distorsión cognitiva…) de forma que empezamos a dulcificar la realidad ¿Qué le estamos comunicando al paciente? A mi forma de entender, cada vez que hacemos menos cruda la realidad le estamos transmitiendo al paciente que él sólo no puede afrontar la dureza de la vida real, que cómo esta es superior a él necesita que un psicoterapeuta se la suavice en terapia, empleando sesgos positivos que le impiden ver lo que le está ocurriendo realmente.

Si no hay una consciencia de la realidad, difícilmente esta psicoterapia tendrá validez ecológica y los aprendizajes que realice serán generalizables, pero sobre todo, a pesar de que ir a terapia sea algo agradable porque el psicólogo me suaviza las cosas, éste me está tratando de inútil, está dudando de mi resiliencia y de mi capacidad para cambiar, sacar fuerzas de flaqueza para cambiar y confrontar aquello que no funciona en mi vida. Estamos en la obligación de creer firmemente en la capacidad del ser humano para cambiar sus problemas, de que cuenta con el potencial de cambiar si se crean las condiciones necesarias, los pacientes no necesitan actitudes paternalistas que les sobreprotejan, necesitan a un profesional que crea firmemente, que tenga fe, en su capacidad de superar la adversidad.

Mensajes de un excesivo positivismo también pueden hacer sentir al paciente que es inválido o estúpido, sintiéndose poco entendido o juzgado por su psicoterapeuta, ya que si la vida sólo es cuestión de “centrarse en el lado bueno de las cosas”, esto puede comunicar que si te sientes deprimido o desesperado, es porque, sencillamente, lo estás haciendo mal. Hay que tener mucho cuidado con este tipo de reduccionismos, y hacerle ver al paciente que el cambio es un proceso posible, pero complejo y normalmente de tipo multifactorial.

los pacientes no necesitan actitudes paternalistas que les sobreprotejan, necesitan a un profesional que crea firmemente, que tenga fe, en su capacidad de superar la adversidad

Otro problema potencial en la comunicación procendimental con nuestro paciente es el que ocurren cuando nos responsabilizamos más del proceso terapéutico que nuestro propio paciente. Es evidente que la implicación del psicólogo en la terapia es algo necesario, y que esta implicación no sólo debe ser técnica, sino ante todo humana, desde un interés genuino por aquello que le ocurre a la persona que nos honra con el privilegio de confiar en nosotros para acompañarle durante su proceso de cambio personal.

Sin embargo, es frecuente que a veces, cuando la terapia se estanca o no avanza (especialmente en aquellos pacientes que presentan actitudes de queja o de falta de realización de determinadas tareas), el psicólogo comience a responsabilizarse del curso de la terapia, como si el éxito o el fracaso dependieran al 100% de él, cuando es el paciente el único que tiene la capacidad de cambiar, si bien para ello, la responsabilidad del psicólogo es crear las condiciones necesarias.

Cuando un psicoterapeuta se responsabiliza de una terapia más que el propio paciente, intentando hacer la parte del otro, está comunicando que realmente el paciente no debe esforzarse, no debe asumir su parte en el proceso de cambio que, supuestamente, ha decidido iniciar o por el contrario, que no tiene las capacidades de sanar por sí mismo y por eso el psicólogo debe hacerlo por él. Elaborar las reflexiones por el paciente, flexibilizar en exceso las citas o la duración de las sesiones sin que el paciente se comprometa firmemente a ello, facilitar en demasía los procesos o tareas psicológicas o involucrarse más emocionalmente que el propio paciente son ejemplos frecuentes de responsabilización excesiva por parte del terapeuta del proceso del paciente. Si cargamos con el paciente, ¿por qué iba él a esforzarse si ya lo estamos haciendo nosotros?

También hemos de tener cuidado con aquello que comunicamos a través de nuestra empatía. Si bien la empatía es la mayor herramienta de trabajo del psicólogo, y el predictor más sólido de éxito de una terapia (consultar las investigaciones de Norcross al respecto), hemos de tener presente que acción comunicativa se pone en marcha cuando hacemos uso de ella.

Cuando un psicoterapeuta se responsabiliza de una terapia más que el propio paciente, intentando hacer la parte del otro, está comunicando que realmente el paciente no debe esforzarse

Vibrar con el paciente y ponernos en su lugar y en su forma de comprender la realidad es algo importante. Pero de nada sirve si luego no reaccionamos de forma activa a ella. Responder activamente a lo que percibimos en la necesidad del otro no sólo es algo parte de la empatía, sino que además evidencia (comunica) que percibimos la necesidad del otro y que nos provoca algo que nos mueve a tratar de ayudarle y estar con él. Otro aspecto a cuidar de la empatía y lo que comunicamos por cómo hacemos uso de ella es el riesgo de quedarnos instalados en legitimizar la emoción del otro, victimizándolo y sin motivarle o confrontarle de manera activa para aceptar su realidad, asumir su responsabilidad y comenzar a poner para ello cambios concretos en su vida real, que es aquello que acontece fuera de la terapia. “Entiendo que estés dolido” o “permítete sentir esta tristeza a la que tienes derecho y que es normal” son mensajes tremendamente terapéuticos que se distorsionan si el psicólogo se instala en ellos y no insta al paciente al cambio, ya que comunica que lo único que puede hacer con sus problemas es poco más allá del desahogo o la catarsis en sesión.

Artículo publicado en Aprende Viendo Terapia, por el teraputa Buenaventura del Charco Olea y cedido para su publicación en Psyciencia.

Imagen: Unsplash

Sin categoría

(Vídeo) ¿Somos los responsables de que los niños sean materialistas e interesados?

  • David Aparicio
  • 08/12/2016

A veces nos olvidamos de las cosas y personas realmente importantes. Vivimos en un mundo tan ajetreado, llenos de responsabilidades que llegamos exhaustos a casa sin tiempo ni energías para darle toda nuestra atención a la familia y a los hijos. Muchos padres son conscientes de la falta de tiempo que le dedican a sus hijos y el sentimiento de culpa es tan grande que al final intentan remediarlo con regalos, comidas y cualquier objeto material que los acerque por un momento a sus hijos.

Este vídeo no tiene el objeto de criticar a los padres, sino más bien hacernos reflexionar sobre que mensajes les trasmitimos a los niños cuando intentamos ganarnos su cariño con regalos.

El vídeo es de nuestro colega Alberto Soler y como siempre es un placer compartir sus vídeos de Píldoras de Psicología, su canal de Youtube donde intenta trasmitir el conocimiento psicológico para el público en general.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Locaciones genéticas relacionadas con los rasgos de personalidad y trastornos mentales

  • David Aparicio
  • 08/12/2016

El genoma humano es un universo con miles de genes que interactúan constantemente y que dan como resultado nuestras características físicas y psicológicas. Según los análisis genéticos realizados en familias y gemelos, los factores genéticos determinan en un 40% los rasgos de personalidad. A pesar de contar con todo ese conocimiento, la ciencia genética todavía no habia podido descifrar específicamente qué genes determinan cada rasgo de personalidad. Pero parece que eso está por cambiar.

Una investigación de la revista Nature Genetics, parece estar muy cerca de descifrar tal enigma genético y sus resultados demuestran las primeras asociaciones entre los rasgos de personalidad, algunos trastornos mentales y genes específicos.

En dicha investigación, realizada por la Universidad de San Diego, se analizaron las variaciones genéticas de los cinco grandes rasgos de la personalidad: extraversión, neuroticismo, apertura a la experiencia, amabilidad y responsabilidad; y algunos trastornos mentales como: TDAH, trastorno bipolar, depresión y ansiedad. En una muestra europea de 260.861 personas.

Sus resultados demostraron que las variaciones genéticas WSCD2 y PCDH15 se relacionaron con la extroversión; las variaciones cromosómicas 8p23.1 y el gen L3MBTL2 con el neuroticisimo. También encontraron que los rasgos de personalidad estaban separados genéticamente de los trastornos de personalidad con la excepción del neuroticisimo y la apertura a la experiencia, los cuales estaban en el mismo clúster genético que el de los trastornos. Con esos datos encontraron una correlación genética entre la extroversión y el TDAH; la apertura a la experiencia y el trastorno bipolar y la esquizofrenia, y el neuroticicismo se relacionó genéticamente correlacionado con la depresión y ansiedad.

Estos complicados hallazgos, no tienen una repercusión directa en los tratamientos clínicos. Su utilidad, por el momento, es relevante únicamente dentro del laboratorio. Sus autores están conscientes de ello y en su investigación escribieron que sus conclusiones no deben ser utilizados para estimar la variabilidad genética de los rasgos de personalidad y que se necesitan estudios homogéneos en su metodología para mejorar la realización de datos más precisos.

Fuente: Universidad de San Diego

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cuando la emoción dice sí y la razón, ¡no!

  • Asociación Educar
  • 08/12/2016

“Tan negativa es la emoción desaforada
sin el freno de la razón, como la razón

sin el impulso de la emoción». Anónimo

“La persona que me gusta me enamora, pero no me conviene”. “El arte es mi pasión, pero no es una carrera redituable”. “Quiero viajar y conocer el mundo, pero no me animo”. “Quiero estudiar un idioma, pero ya estoy grande para eso”. “Quiero hacer cosas por mí mismo y me cuesta arriesgarme”.

Quiero, quiero, quiero, quiero… Y así se nos va la vida entre los “quieros” de un apasionado y amante de la aventura y un cerebro preparado para juzgar, prohibir, huir y atacar. ¿Somos parte de un cuerpo dividido en emoción, conciencia y, entre otras cosas más, cerebro? ¿Tenemos recursos para combatir al enemigo interior? O, ¿eso es cosa de sabios?

Un valioso recurso contra la preocupación y la severidad es llevar la atención a la respiración abdominal, que tiene por sí sola la capacidad de producir cambios en el cerebro. Esto favorece la secreción de hormonas como la serotonina y la endorfina y mejora la sintonía de ritmos cerebrales entre los dos hemisferios.

Las emociones moldean el pensamiento y el pensamiento influye sobre las emociones

Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906, dijo una frase tremendamente potente que en su momento pensamos que era metafórica, pero ahora sabemos que es literal: «Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro».

En este contexto, atreverse implica momentáneamente perder el equilibrio. No atreverse es perderse a uno mismo. La vida no nos regala valentía, generosidad o compasión: nos brinda oportunidades para ser valientes, generosos y compasivos. Ya lo decía Peter Senge: “La maestría personal consiste en vivir en una forma creativa y no reactiva”.

Nos hemos acostumbrado a ver el mundo en pares opuestos. La mente o el cuerpo, como si fueran realidades separadas. El individuo o el medio, como si no formaran parte de la misma realidad. Y, una de las más frecuentes, la emoción contra la razón, como si se tratara de ámbitos excluyentes. Aunque no haya ninguna norma establecida al respecto, parecería que “actuar con base en la razón” tiene un estatus superior a hacerlo “con las emociones”.

Es verdad que se trata de dos dimensiones diferenciadas (emoción y pensamiento). Lo que no es cierto, en mi opinión, es que se excluyan mutuamente, ni que debamos elegir entre actuar con base en razonamientos fríos o emociones a flor de piel.

Las emociones moldean el pensamiento y el pensamiento influye sobre las emociones. Ambas realidades tienen lugar en el cerebro y es virtualmente imposible separarlas del todo, por lo menos en un “cerebro normal”.

Hasta ahora lo decían los iluminados, los meditadores y los sabios; ahora también lo dice la ciencia: son nuestros pensamientos los que en gran medida han creado y crean continuamente nuestro mundo. Según el Doctor Alonso Puig, experto en motivación, comunicación y liderazgo, hoy sabemos que la confianza en uno mismo, el entusiasmo y la ilusión tienen la capacidad de favorecer las funciones superiores del cerebro. La zona prefrontal del cerebro, en donde tiene lugar el pensamiento más avanzado, donde se inventa nuestro futuro, donde valoramos alternativas y estrategias para solucionar los problemas y tomar decisiones, está tremendamente influida por el sistema límbico, que es nuestro cerebro emocional. Por eso, lo que la emoción quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando.

Autor: Lic. Eli Etheridge de Cáceres, Psicoterapeuta, Institut International de Formation et de Psychothérapie Transculturelle, Québec, Canadá. Coach Educacional, Instituto Kalidé.

Artículo previamente publicado en Asociación Educar, una web especializada en la enseñanza presencial y a distancia de las neurociencias. 

Referencias bibliográficas:

  • Morgane PJ, Galler JR, Mokler DJ. A review of systems and networks of the limbic forebrain/limbic midbrain. Prog Neurobiol. 2005 Feb;75(2):143-60. DOI: 10.1016/j.pneurobio.2005.01.001.
  • Mario Alonso Puig (2013). El Cociente Agallas. Editorial: Espasa Libros, S.L.U. ISBN: 9788467039504.
  • Santiago Ramón y Cajal (2007). Charlas de café. Editorial: Las Tres Sorores. ISBN: 9788496793026.
  • Peter Senge (2004). La Quinta Disciplina. Editorial: Granica. ISBN:9789506414306.
  • Luiz Pessoa. Emotion and Cognition and the Amygdala: From “what is it?” to “what’s to be done?”. Neuropsychologia. 2010 Oct; 48(12): 3416–3429. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2949460/

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