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Publicaciones por mes

enero 2017

61 Publicaciones
  • Artículos Recomendados de la Web

El hipo durante tres semanas que reveló una metástasis en el cerebro

  • 29/01/2017
  • David Aparicio

Ángela Bernardo describe en Hipertextual un caso muy raro de hipo y metástasis en el cerebro:

Un hombre de 68 años acudió a su médico después de sufrir durante tres semanas seguidas un hipo persistente. El paciente había sido intervenido anteriormente de un adenocarcinoma, un tipo de cáncer de pulmón, sin presentar signos de que el tumor maligno se hubiera diseminado más allá de sus pulmones y de sus ganglios linfáticos. Sin embargo, el hipo estaba causado por una metástasis en el cerebro. Su caso es descrito en el último número de la Revista Clínica Española.

El artículo describe muy bien este raro caso y también nos explica qué causa esos molestos hipos que todos hemos sufrido.

Lee el artículo completo en Hipertextual.



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  • Artículos Recomendados de la Web

Qué es la envidia

  • 27/01/2017
  • David Aparicio

Excelente análisis científico de la envidia, escrito por: Ginés Navarro Carrillo, Ana María Beltrán Morillas, Inmaculada Valor Segura y Francisca Expósito, para la web Ciencia Cognitiva:

La envidia constituye una emoción de carácter social y desagradable con numerosas consecuencias perniciosas a nivel individual, interpersonal e intergrupal. En una reciente investigación examinamos la relación existente entre la envidia y otros constructos psicológicos como la autoeficacia, la autoestima, la sensación de control y la propensión a la emisión de comportamientos agresivos. Los resultados revelaron que una menor autoeficacia, autoestima y sensación de control predecían mayores niveles de envidia, así como que dicha emoción mediaba la relación entre la sensación de control y la proclividad a la manifestación de comportamientos agresivos de tipo verbal.

Valioso artículo explicativo de la envidia. Una emoción que todos hemos sentido y que aveces nos cuesta comprender y regular.



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Lee el artículo completo en Ciencia Cognitiva.

Artículo recomendado: Aspectos psicológicos de la envidia.

  • Salud Mental y Tratamientos

Signos comunes de ansiedad que todos deberíamos conocer

  • 27/01/2017
  • Alejandra Alonso

La ansiedad puede presentarse de varias formas, lo que tienen en común dichas formas es que suelen responder a una intolerancia a la incertidumbre y tener ciertas características psicológicas y físicas comunes.

Como sucede con varios problemas de salud mental, todos experimentamos ansiedad a veces. Que pase a ser un problema depende de la cantidad y naturaleza de la misma, si quieres saber más sobre cómo la ansiedad se vuelve patológica, haz click aquí.

La ansiedad en respuesta a eventos estresante es esperable y debemos recordar que sentir ansiedad a veces es sano. Pero una ansiedad severa como respuesta a eventos menores puede ser muy incapacitante. Es importante tener esto en cuenta cuando consideramos los signos de ansiedad.



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Signos de ansiedad

Los siguientes son cuatro signos psicológicos muy comunes en estos trastornos:

  1. Tener una sensación frecuente de temor.
  2. Sensación de pánico, miedo e inquietud.
  3. Experimentar problemas de concentración.
  4. Sentirse constantemente nervioso o intranquilo.

Y a continuación, 6 signos físicos:

  1. Dificultad para respirar.
  2. Boca seca.
  3. Tensión muscular.
  4. Problemas para dormir.
  5. Mareos.
  6. Palpitaciones.

Es necesario resaltar que estos 10 signos no son exhaustivos, es decir que no representan la experiencia completa de una persona con problemas de ansiedad. Los sujetos suelen reportar una amplia gama de signos psicológicos y físicos.

Algunas personas experimentan muchos síntomas y otras pocos.

Para hacer un diagnóstico lo importante es el grado de gravedad de los síntomas y cómo afectan la vida del sujeto.

Las personas que experimentan ansiedad severa o incapacitante la mayoría de los días deberían considerar buscar ayuda. Hay muchas terapias psicológicas efectivas para este tipo de dificultades.

Como complemento de la ayuda profesional, puedes beneficiarte de los masajes, las técnicas de relajación y respiración y el ejercicio.

Fuente: PsyBlog
Imagen: Ansiedad en Shutterstock

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Qué es y qué no es la psicología basada en la evidencia?

  • 26/01/2017
  • Sergio Garcia Morilla

La psicología es una ciencia, inmadura quizás, pero una ciencia. Una disciplina que acumula a sus espaldas un cuerpo de conocimiento amplísimo, que ha adquirido a lo largo de los años mediante una serie de procedimientos tales como la observación estandarizada, el análisis de datos y la descripción de fenómenos psicológicos. Su intención es formular hipótesis o explicaciones sobre el origen y naturaleza de dichos fenómenos, y de esta forma poder elaborar predicciones y cambios en función de objetivos establecidos de antemano.

Con el paso del tiempo, la psicología se ha ido colocando en el lugar que le correspondía respecto al reconocimiento como profesión sanitaria y como disciplina científica. Pero como dije antes, es inmadura, necesita avanzar con pasos firmes y sólidos. Para ello es necesario que todas sus teorías o modelos explicativos (que desafortunadamente son muchos, variados y en ocasiones contradictorios) así como los tratamientos y técnicas de intervención relacionados con cada modelo se sometan a un escrutinio científico riguroso e intenso. Aquí es donde entra en escena la Psicología Basada en la Evidencia (PBE por sus siglas) pero, ¿Qué es exactamente es BPE?

Lo que si es la psicología basada en la evidencia

La psicología basada en la evidencia es un modelo metodológico, una serie de procedimientos que pretenden legitimar tratamientos, técnicas y teorías (sin importar su orientación o modelo) que presenten suficientes pruebas empíricas de calidad que respalden sus resultados. Su práctica supone integrar la experiencia del profesional (juicio clínico) con la mejor evidencia obtenida de la investigación sistemática.



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El profesional que apoye la PBE adquiere un doble compromiso. El primero, que conozca cuál es la mejor evidencia empírica disponible. Esto supone la necesidad de actualización constante y la consulta de fuentes fiables, adecuadas y rigurosas. Y la segunda, que solo seleccione el tratamiento o técnica psicológica que haya demostrado tener las mejores pruebas de su efecto. Ante igualdad de condiciones elegirá el más breve o sencillo de aplicar (principio de parsimonia). El profesional no puede, bajo ningún concepto, basar su ejercicio profesional solo en su experiencia personal sin tener pruebas científicas que apoyen su aplicación práctica y toma de decisiones. Es decir, el “a mí me funciona” o “a mis pacientes les funciona”

Sin más, implica la violación del artículo 18 del código deontológico.

La práctica de la Psicología Clínica Basada en Pruebas posee, en esencia, los mismos fundamentos que la Medicina Basada en la Evidencia de donde coge su nombre. Aclarar que en español existe el debate sobre si la traducción del término “Evidence Based Medicine” sería en realidad “Medicina Basada en Pruebas”, ya que el término evidencia puede tener una connotación un tanto “filosófica” más que científica de certidumbre clara. La palabra “pruebas” tiene una interpretación más relacionada con la experimentación, más “científica”. El debate sigue abierto.

La PBE es la manifestación más clara del escepticismo metodológico en psicología. Puede resumirse en el hecho de que los que practican PBE dudan de toda afirmación que no esté respaldada por evidencia suficiente y pertinente. Lo que se pretende, a largo plazo, es que no proliferen modelos, teorías o tratamientos cuyos fundamentos no estén debidamente probados. Pero también controlar y evitar que cualquier teoría, modelo o idea relacionada con la psicología, por infundada que sea, tenga el mismo estatus científico que las teorías que han sido bien contrastadas. Sobre todo para no liar más a los profesionales que están ejerciendo como pasa en la actualidad.

Lo que no es la psicología basada en la evidencia

Una torre de marfil donde se resguarda la verdad absoluta de la psicología. La verdad absoluta no se puede alcanzar por la evidencia científica, ni se pretende. El estudio de la realidad siempre va acompañada de un grado importante de incertidumbre. El psicólogo que apoya la PBE tiene que tener su “mente abierta” al cambio (sin que se le caiga el cerebro al suelo) respaldado por la investigación científica.

No todos los estudios son PBE. Un error frecuente es encontrar la defensa de un tratamiento porque “un estudio dice que”. La calidad de la evidencia de un estudio está directamente relacionada con el tipo de diseño de investigación que se utilice en el mismo. Por lo que hay que ir con cuidado, hay varios grados de evidencia. Tenemos que saber discriminar la calidad de la metodología usada, de ahí el escepticismo metodológico del que hablaba antes.

No es una metodología perfecta ni excluye otras variables en terapia. Pero es la mejor orientación para avanzar en el conocimiento psicológico sobre el efecto de la intervención clínica. Lógicamente, la evidencia encontrada no sería útil si acabara en manos de un psicólogo sin habilidades terapéuticas o un mínimo conocimiento de diagnóstico previo, ya que cometería errores de base en la intervención.

No es garantía de buen ejercicio profesional. Hacer intervención clínica sin conocer la evidencia científica hará de nuestra práctica profesional algo obsoleto y puede poner en riesgo la salud o los recursos de nuestros pacientes. Pero de igual forma, apoyarte en la mejor evidencia sin contar con la experiencia clínica es arriesgado. La calidad del profesional se asienta en dos pilares básicos: el conocimiento veraz y riguroso, y la experiencia.

La idea es que los tratamientos psicológicos que cumplan con los requisitos derivados de este sistema o modelo sean los tratamientos de primera elección en los de servicios públicos y centros privados de salud.  Para ello, es necesario un conocimiento básico en lo qué es el método científico y su metodología. Si como psicólogo dudas de la veracidad de un estudio, siempre puedes acudir a las Guías de Práctica Clínica. No olvidemos que los psicólogos clínicos y sanitarios no decidimos qué tratamiento aplicar a nuestros pacientes, de eso ya se ocupan los especialistas. Nosotros debemos ocuparnos de elegir y aplicar el tratamiento avalado científicamente de la mejor manera posible.

Si queremos que la psicología se consolide como una ciencia debemos hacer la más difícil y desagradecida de todas las tareas dentro de la profesión: cribar lo eficaz, efectivo y eficiente de lo que no lo es en nuestro ejercicio profesional. Y es aquí donde nuestra opinión personal y nuestras creencias no importan, como decía Holbach todo debate, de cualquier tipo, ético o moral debería partir siempre de los hechos científicos. A partir de aquí, hablemos.

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Imagen: Unsplash

Bibliografía:

  • Chambless, D. L.; Baker, M.J.; Baucom, D.H.; Beutler, L.E.; Calhoun, K.S.; Crits-Christoph, P.; Daiuto, A.; deRubeis, R.; Detweiler, J.; Haga, D.A.F.; Johson, S.B.; McCurry, S.; Mueser, K.T.; Pope, K.S.; Sanderson, W.C.; Shoham, V.; Stickle, T.; Williams, D.A.; & Woody, S.R. (1998). An update on empirically validated therapies II. The Clinical Psychologist, 51, 3-16.
  • Chambless, D.L. & Hollon, S. (1998). Defining empirically-suported therapies. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 66, 7.18.
  • Echeburúa et al., (2010). Terapias psicológicas basadas en evidencia: Limitaciones y retos del futuro.
  • Frías, M. y Pascual, J. (2003). Psicología clínica basada en pruebas: efecto del tratamiento. Papeles del Psicólogo, 85, 11-18.
  • Sackett, D.L.; Rosenberg, W.M.C., Gray, J.A.M. & Richardson, W.S. (1996). Evidence based medicine. What it is and what it isn’t. British Medical Journal, 312, 71-72.
  • Salud Mental y Tratamientos

Lentes e interfaces: Pasos hacia la post-integración en psicoterapia

  • 26/01/2017
  • Javier Mandil

Dedicado con admiración y respeto a Héctor Fernández Álvarez,
por parte de un discípulo espiritual, quizás inquieto en exceso.

Aún en el aparentemente complejo título que antecede a estos párrafos, gracias a Ockham y su célebre navaja, resulta bastante simple definir algunos de sus términos:

Una lente es un adminiculo óptico resultante de la manipulación del vidrio u otros cristales a fines de suscitar correcciones o aún alteraciones con funciones especializadas en la perspectiva visual: piénsese, por ejemplo, en las lupas o microscopios, orientados a restringir el campo visual en un punto específico de un fenómeno y aumentar el tamaño de esta área a los fines de una observación detallada.



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El concepto de interface es habitual en las tecnologías de la comunicación e información  y también en el campo de la biología, para referir a dispositivos o superficies de contacto e intercomunicación entre sistemas, que manejan un lenguaje e inclusive una forma de organización disímil, pero, sin embargo, necesariamente compatibles entre sí. Esta intercomunicación tiene un propósito específico, en tanto el trabajo conjunto e interactivo entre estos sistemas suele dar como resultado procesos y productos más ricos y potentes.

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¿Por qué hablar de lentes e interfaces?

En ciertas áreas complejas de la clínica psicoterapéutica, adscribir escolásticamente a un modelo único, o es una auto-limitación a fines de marketing  (de la cual el que escribe no está exento en numerosas circunstancias, por supuesto) o un contra-sentido.

Comencemos por la clínica de niños y adolescentes: por una parte la consulta está motivada por una gama muy amplia de trastornos y de características idiosincrásicas que, de acuerdo a la literatura basada en la evidencia, responden a determinantes múltiples: sabemos, por ejemplo, que el trastorno bipolar infanto juvenil posee una etiología neurobiológica y hereditaria. Sin embargo, características del contexto como la emoción expresada y la organización de los ritmos sociales afectan su evolución. Así mismo, dada la intensidad de sus manifestaciones conductuales, es muy usual que el joven consultante y sus familiares participen en aprendizajes poco efectivos, que suelen decantar en comorbilidades y otras complicaciones del cuadro. Y, paralelamente, funciones cognitivas como la resolución de problemas, tienden a sub-ejercitarse por parte de los consultantes que afrontan estas dificultades (Kendall y Braswell, 1993).

En ciertas áreas complejas de la clínica psicoterapéutica, adscribir escolásticamente a un modelo único, o es una auto-limitación a fines de marketing o un contra-sentido

Con lo cual, al hablar de trastorno bipolar en jóvenes (podríamos incluir una gama amplia de cuadros como el TDAH, la esquizofrenia infantil, y los TEA  al referir a este problema), hemos de incluir determinantes neurobiológicos, cognitivos, conductuales y contextuales para realizar una precisa formulación del caso.

Así mismo, si bien la Terapia Cognitivo Conductual (TCC), es la que cuenta con más evidencia para una gama de problemáticas diversas en el área, su soporte empírico no es exhaustivo a todos los motivos de consulta. Ante diversos trastornos disruptivos, son los programas de entrenamiento a padres en modificación de contingencias, el gold standard de los tratamientos con sustento científico (Ollendick y Neville-King, 2010). En el trastorno bipolar juvenil, la evidencia incipiente se aplica a las terapias de ritmos sociales y las orientadas a la optimización de la comunicación familiar (Goldstein, 2016). En el Trastorno Disocial en Adolescentes, es la terapia Multisistémica, un  modelo integrativo con base conceptual ecológica y socio-cultural, la que se registra como probablemente eficaz (Henggeler, 2009). Y respecto a la anorexia restrictiva en adolescentes, el modelo de Terapia Familiar del Maudsley Institute, de origen sistémico y bio-médico, es el que cuenta con importante evidencia (Duthu et al., 2016).

Al no ser especialista, pero si inevitable conocedor del área, me permitiré hacer una presentación más resumida en lo que atañe a otra gama de motivos de consulta complejos en la clínica psicoterapéutica: los Trastornos de la Personalidad. Si bien es cierto que la Terapia Conductual Dialéctica (DBT), basada en el célebre modelo bio-social, constituye el gold standard para el tratamiento del Trastorno Límite (Linehan, 1993), este dispositivo constituye una opción costosa y no siempre viable. Resulta criterioso entonces, aunque cuenta con menor evidencia a la fecha, tomar en cuenta la alternativa propuesta por la Terapia basada en la Mentalización, debido a su favorable diferencia respecto a sus costos de implementación (Bateman y Fonagy, 2006). Así mismo, para otros trastornos de la personalidad como los Evitativos, Dependientes y Obesivos, entre otros, es el modelo cognitivo de la Terapia Centrada en Esquemas el que cuenta con evidencia considerable (Young, Klosko, Weishaar, 2006).

Esto nos lleva a una emisión de opinión fuertemente discutible, pero tal vez inevitable: en su mayoría, los modelos “puros” más investigados en psicoterapia tienen su sustento en la especialización respecto a áreas específicas, restringidas y que muchas veces no toman en cuenta complejidades habituales en la consulta cotidiana: gravedad, comorbilidad, cronicidad, entornos disfuncionales, carencia de recursos instrumentales y afectivos, etc. (Castonguay y Beutler,2005).

Es en este punto que, en cierto sentido, denominarse a uno mismo, por ejemplo como “Terapeuta TCC” o “Practicante de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT)”, cuando se trabaja en relación a estas áreas, suele ser, ni más ni menos que una sobre-simplificación de un accionar a fines comunicacionales, inter-institucionales y porque no, publicitarios. Nadie puede ser un “Terapeuta TCC standard puro” al trabajar con los niños y sus familias. Difícilmente se pueda ser solamente un “Terapeuta DBT” si se aborda, con base en la evidencia, una gama amplia de motivos de consulta relacionados con los trastornos de la personalidad.

Podría resultar útil, repasar brevemente en este apartado, dos de los históricos desarrollos teóricos y metodológicos en psicoterapia, orientados a abordar la complejidad y la diversidad en la clínica cotidiana: el eclecticismo y la integración.

Respecto al primero, si bien registra una gama amplia de variantes, podemos a fines de circunscribir la temática, centrarnos en la más investigada: el eclecticismo técnico. Uno de los modelos precursores más difundidos ha sido la Terapia Multi-Modal de Lazarus (1981), en sus orígenes de fuerte impronta cognitivo conductual pero que, con el correr del tiempo ha ido incorporando elementos sociales, interpersonales y experienciales en su marco metodológico. Posteriores modelos de eclecticismo técnico como la Psicoterapia Prescriptiva y la Selección Sistemática de Tratamientos (Beutler y Harwood, 2000), han enfatizado el desarrollo de marcos orientados a organizar la tipología, secuencia e intensidad de intervenciones de origen teórico heterogéneo, considerando su adecuación de acuerdo a diferentes características idiosincrásicas de los consultantes y sus contextos de referencia.

En suma, los eclecticismos técnicos, atentos a que diferentes técnicas psicológicas de origen heterogéneo, cuentan con un importante sustento empírico para el abordaje de particularidades idiosincrásicas de los motivos de consulta, prescinden de un desarrollo teórico para circunscribirse a la descripción detallada y organizada de principios flexibles para la intervención.

En el otro polo de los desarrollos orientados al abordaje de la complejidad clínica y la flexibilización conceptual encontramos, históricamente, a la Integración en Psicoterapia. Se trata de marcos teórico-metodológicos amplios, dirigidos a abordar diferentes variables que determinan la etiología y el mantenimiento de los motivos de consulta, no solo desde un sistema prescriptivo técnico, sino también desde la base de un fundamento teórico que explica el desarrollo de las personas, sus vulnerabilidades y fortalezas. Generalmente se trata de emprendimientos conceptuales que recogen elementos de los sistemas teóricos más investigados y/o consensuados  a través de la historia del desarrollo de la disciplina y los reformulan en una nueva conceptualización global más abarcativa y flexible. Célebres son en este sentido, por ejemplo, los desarrollos de Paul Watchel (1977), resultantes de una integración entre presupuestos psicodinámicos y conductuales. O los del Argentino Héctor Fernández Álvarez (1992), orientados a considerar en manera evolutiva la interacción de aspectos psicodinámicos, cognitivos, conductuales y contextuales en la constitución de la personalidad.

Todos estos emprendimientos apuntan admirablemente a resolver la evidente dificultad que implica la elucidación de comunes denominadores conceptuales en la proliferación de más de 400 modelos de psicoterapia desarrollados a la fecha, permitiendo así mismo la delimitación e intervención respecto a ese complejo, múltiple y delicado sujeto de estudio que es el ser humano.

Sin embargo, con todo el respeto y admiración que estas perspectivas me merecen (no puedo evitar reconocer en este espacio a Héctor Fernández Álvarez como uno de los principales maestros e inspiradores de mí propio recorrido profesional), no dejan de presentar dificultades y contradicciones, difícilmente resolubles en su propio desarrollo epistémico:

Muchas veces, las perspectivas integrativas sufren de cierta dificultad en la delimitación precisa de los conceptos y métodos descriptos y otras veces el proceso mismo de integración es parcial. De hecho, posiblemente hoy en día, podríamos pensar al notable modelo propuesto por el Dr. Fernández Álvarez como una  reformulación cognitivo-constructivista que abduce y retraduce conceptos provenientes de otros marcos al susodicho paradigma de base. Por ejemplo, la conceptualización referente a la organización evolutiva y jerárquica de las estructuras de significado, descripta por el Dr. Fernández  Álvarez (1992), si bien incorpora aportes de la psicología evolutiva y el psicoanálisis, es más cercana en su núcleo epistémico a las concepciones dialécticas del desarrollo de la organización cognitiva personal, propuestas por autores como Guidano y Liotti (1983). Así mismo, en la explicación de la injerencia de las experiencias emocionales en la constitución de la identidad, si bien se rescatan con infinita perspicacia los proféticos desarrollos de las psicoterapias humanistas, estos son reinterpretados desde una visión constructivista de los procesos de desarrollo del sí-mismo.

Es decir que, en un punto, los modelos integrativos, a pesar de sus invaluables aportes, suelen dejar ciertos interrogantes sin resolver que podrían cuestionar, inclusive, su propia definición.

¿Es la integración una interacción equitativa de postulados trans-teóricos o en general consiste en la abducción y reinterpretación de conceptualizaciones heterogéneas sobre la base de un paradigma teórico específico como, por ejemplo, el cognitivo-constructivista? ¿Es la integración una alternativa económica en relación a su sustento en la investigación científica? ¿Los hallazgos previos sobre la eficacia de los presupuestos inherentes a cada teoría son suficientes o el desarrollo de un nuevo modelo integral que las abarca requiere nuevos esfuerzos de investigación? Y, por último, un planteo que no es ajeno a los grandes relatos, en estos tiempos meta-modernos: ¿Es posible que la integración en psicoterapia sea una admirable Utopía cuestionada por la propia heterogeneidad, diversificación y proliferación de los modelos integrativos? ¿La emergencia de cada modelo integrativo, no estaría agregando a partir de su desarrollo, una cifra más al impactante número de más de 400 escuelas registradas en la historia de la psicoterapia? En este sentido, cuando se observa el desarrollo de modelos complejos como la DBT, originariamente concebidos como propuestas integrativas orientadas a abordar presentaciones clínicas complejas (Linehan, 1993), uno no puede dejar de preguntarse si la integración no es un tiempo lógico previo al desarrollo de una identidad autónoma y diferenciada en un nuevo modelo terapéutico.

Un modelo posible para la comunicación trans-teórica en la actualidad

A posteriori de la exposición de semejantes cuestionamientos respecto a estos admirables esfuerzos teóricos y metodológicos, orientados al abordaje de la heterogeneidad y la complejidad clínica, resultaría extremadamente cínico no expresar, con la mayor humildad posible, aunque sea una pequeña propuesta orientada a favorecer de una manera alternativa el diálogo trans-teórico y la resolución de los interrogantes que subsisten en nuestros consultorios. A este fín, intentaré cerrar el círculo retomando las definiciones expuestas al inicio del presente artículo.

Posiblemente, la diversidad teórica, metodológica y clínica creciente (en las últimas décadas, felizmente, la psicoterapia ha engrosado aún más el ámbito presumiblemente efectivo de su accionar), hacen que a la fecha el desarrollo de grandes relatos teóricos y metodológicos sea poco viable. Tampoco considero posible que un eclecticismo intuitivo o un pastiche teórico personal a cada terapeuta, sea una respuesta rigurosa que contemple con seriedad el abordaje del sufrimiento de quienes consultan.

Consciente del riesgo inherente a mi propia pretenciosidad, me resulta inevitable trazar nuevamente y como tantos otros, un paralelismo con algunos cuestionamientos que dieron origen a postulados fundacionales de la mecánica cuántica. Consideremos, a modo de metáfora, el Principio de Incertidumbre  propuesto por Heisenberg (1925). A grandes rasgos, este explica que, al intentar estudiar con mayor precisión y simultáneamente, múltiples variables inherentes a un fenómeno complejo, mayor es el grado de inexactitud en los resultados. Por ejemplo, es imposible determinar con precisión y simultáneamente ciertos pares de variables físicas como la posición y la velocidad de una partícula. En este sentido, las diferentes variables dinámicas que intentamos medir se definen de manera operacional, es decir, en términos relativos al procedimiento experimental, el instrumento de medida utilizado y el modo en que tal instrumento es implementado. Así mismo, reconoce que las medidas resultan perturbadas por las características del propio instrumento y metodología de observación. Por ejemplo, para intentar medir la posición y la velocidad de un electrón, es necesaria la emisión de fotones que chocarían con el electrón, con lo cual se estaría modificando su posición y velocidad. Es decir que el propio sistema de medición estaría modificando los datos, determinando que los resultados de la propia observación sean solamente aproximados, introduciendo un margen de error imposible de ser reducido a cero, más allá de la precisión de los instrumentos.

un sano eclecticismo técnico y una selección sistemática de tratamientos, es una necesidad ineludible pero no suficiente

¿Es demasiado osado trazar esta analogía en relación a las múltiples y simultáneas variables que tenemos que determinar, a los marcos de referencia e instrumentos múltiples a los que tenemos que recurrir por ejemplo, al evaluar a una adolescente con desregulación emocional, con aparente carga genética registrada en el ambiente familiar, alto conflicto entre los padres, importante nivel de emoción expresada en el entorno  y poca adherencia y/o observancia del encuadre terapéutico? ¿No es condición necesaria recurrir a “lentes” e instrumentos diversos para delimitar una formulación clínica lo suficientemente exhaustiva del caso y para diseñar estrategias flexibles de intervención?

En este sentido mi propuesta se dirige simplemente, a considerar marcos teóricos y metodológicos diversos pero, en cierta medida compatibles, a la manera de diferentes lentes a los cuales podemos recurrir para observar variables y aspectos específicos de los motivos de consulta.

Los medios de comunicación entre sistemas teóricos y metodológicos afines consistirán ni más ni menos que en la implementación de “interfaces conceptuales”, es decir, niveles explicativos destinados al señalamiento de paralelismos, solapamientos funcionales entre conceptos, en conjunción al esclarecimiento de las inevitables diferencias teóricas y metodológicas entre sistemas conceptuales razonablemente compatibles (Barnes-Holmes et al., 2004). Probablemente, dichos niveles explicativos o interfaces podrían aplicarse especialmente respecto a la interrelación entre las diversas terapias cognitivas y conductuales, los modelos interpersonales y contextuales, los neurobiológicos y sociológicos con base en la evidencia. En este sentido, posiblemente sea más viable trazar paralelismos o solapamientos funcionales entre conceptos provenientes de marcos conceptuales enmarcados en las teorías contextuales, cognitivas y del aprendizaje, que entre conceptos basados en las teorías del procesamiento de la información y los supuestos sustentados en la teoría de la libido o la determinación sexual de los síntomas neuróticos.

La ventaja de semejantes “interfaces explicativas” es la posibilidad de comunicar sistemas diferentes pero compatibles entre sí, sin necesidad de alterar la propia coherencia interna de cada marco conceptual. Por poner un ejemplo: va a ser claro que la Terapia Cognitiva Comportamental , La Terapia Conductual Dialéctica, los Modelos Neurobiológicos, los Programas de Entrenamiento a Padres para el Manejo de Conductas Disruptivas  e inclusive ciertos Modelos de Terapia Familiar tendrán importantes puntos de contacto y objetivos en común, a la vez que importantes divergencias en la metodología y en sus bases conceptuales. Las diferencias epistemológicas entre los diversos sistemas o marcos teóricos no requerirán re-traducirse o asimilarse entre sí. Simplemente se precisarán sus puntos de afinidad y heterogeneidad teórico-metodológica, en pos de elucidar la adecuación de un modelo particular de tratamiento a cada caso, necesidades del consultante e, inclusive, momentos particulares del proceso terapéutico.

Continuando con el paradigmático caso de una consultante adolescente con desregulación emocional, es posible que, de no contar con los recursos y la disponibilidad de un equipo DBT y de que se trate de una joven que registra un buen funcionamiento y suficiente soporte familiar, pueda verse beneficiada con un tratamiento TCC o ACT de acuerdo a las características de estilo, idiosincrasia y preferencias de la joven. Sin embargo es probable que, en caso de que el funcionamiento global de la consultante esté severamente afectado y/o que registrase conductas de riesgo, el tratamiento DBT sea una necesidad ineludible. Así mismo, en caso de que el funcionamiento global de la consultante pueda verse beneficiado por el trabajo interdisciplinario médico-psicológico probablemente la interconsulta sea de suma importancia (Miller, Rathus y Linehan, 2007).

Por otra parte, puede ocurrir que, en las primeras entrevistas de evaluación o fases de pre-tratamiento, se evidencie que la consultante no presenta la más mínima motivación para participar en el proceso terapéutico y/o que los adultos a cargo no cuentan con herramientas adecuadas para orientarla hacia la responsabilización  por su propia mejoría. El trabajo con los contextos de referencia y la provisión de herramientas para el soporte y la gestión de las conductas problemáticas, a partir de un programa psicoeducativo dirigido a los padres, probablemente sea, en estas circunstancias, una precondición necesaria a la implementación de cualquier tipo de tratamiento que requiera la participación activa de la joven.

Como se puede observar, al considerar la complejidad e idiosincrasia de los motivos de consulta, un sano eclecticismo técnico y una selección sistemática de tratamientos, es una necesidad ineludible pero no suficiente: cualquier profesional con experiencia clínica reconoce la necesidad del desarrollo de lenguajes comunes entre los profesionales de diversa orientación implicados en un tratamiento, así como algún tipo de concepción global y consensuada orientada a explicar las particularidades de los usuarios y de los motivos de consulta. De no existir algún sistema formal dirigido al desarrollo de consensos y lenguajes comunes, estos de todas formas se suscitan en manera intuitiva y, por lo tanto no siempre rigurosa y efectiva.

la necesidad del desarrollo de lenguajes comunes y sistemas de consenso que no afecten la coherencia interna de cada modelo terapéutico en particular es necesaria

Y es en este punto que la necesidad de interfaces teórico-explicativas habría de ser considerada. En suma, dada la complejidad inherente al ser humano, sus circunstancias y los contextos donde se desarrollan las consultas, probablemente debamos recurrir a lentes diversos, es decir sistemas conceptuales diferentes, en pos de focalizar y realizar una observación detallada y especializada de variables específicas que co-determinan las características de los motivos de consulta, sus particulares desafíos y las fortalezas a partir de las cuales orientamos el cambio terapéutico. Cada marco teórico y metodológico será capaz de proveernos las herramientas para la comprensión e intervención respecto a diferentes variables críticas a la conceptualización clínica. Pero, en la búsqueda de un accionar consistente, la necesidad del desarrollo de lenguajes comunes y sistemas de consenso que no afecten la coherencia interna de cada modelo terapéutico en particular es necesaria.

El desarrollo de interfaces en psicoterapia

Ilustraremos en manera resumida una forma posible de desarrollo de interfaces teórico-metodológicas en el cuadro a continuación, en el que se destacan cuatro intervenciones prototípicas en relación a diferentes modelos terapéuticos. Como se puede observar, una interface conceptual lo suficientemente exhaustiva debería incorporar al menos tres dimensiones imprescindibles: la especificación del Marco Conceptual y Metodológico de Origen, la descripción de Solapamientos Funcionales y Finalidades Comunes Trans-Teóricas entre marcos de tratamiento compatibles y la consideración de Especificidades Teórico-Metodológicas de la intervención evaluada.

 


De todas formas, es importante considerar que no es cada intervención en manera aislada lo que hace la diferencia, sino el marco metodológico global, la estrategia terapéutica y la finalidad que orienta su implementación. En lo que probablemente los profesionales intervinientes habrán de desarrollar sólidos acuerdos, es en la finalidad de los tratamientos y en el modelo de salud mental a partir del cual el proceso terapéutico será orientado.

Desafíos pendientes en la comunicación Trans-Teórica

No puedo proceder a finalizar este artículo sin realizar una pequeña pero imprescindible digresión. Aún esta modesta propuesta para la intercomunicación teórico-metodológica en casos complejos, presenta puntos indecidibles. Estos son, ni más ni menos que la particular concepción de salud mental y del desarrollo personal a la que adscribe cada profesional interviniente. Pueden ser en algún punto inconciliables, por ejemplo, las concepciones normativas basadas en el DSM, referentes a la mejoría terapéutica entendida como ausencia o disminución de la sintomatología, a la que adscriben tradicionalmente modelos como la TCC standard (Caro, 1997), en contraposición al concepto de normalidad destructiva sustentado por la Terapia de Aceptación y Compromiso (Hayes, Strosahl y Wilson, 1999). En base a dicha consideración de múltiples procesos destructivos como inherentes a la vida “supuestamente normal”, se considera que el sufrimiento humano es inevitable en la cotidianeidad de las personas, siendo la aceptación del dolor psicológico y el compromiso respecto a acciones orientadas a valores, brújulas posibles para el crecimiento personal. En suma, probablemente la divergencia entre estas concepciones fundamentales a la orientación de un proceso terapéutico, requieran de una decisión comprometida, idiosincrásica y consensuada  entre los profesionales intervinientes en un caso clínico: ¿Qué esperamos que logren nuestros consultantes al cabo de un proceso terapéutico? ¿Cuál es la finalidad de nuestro ejercicio profesional? Sin embargo, posiblemente  estas discusiones excedan a la adscripción respecto a una vertiente teórica en particular y precisen enmarcarse en el ámbito de la filosofía, las elecciones y los compromisos personales de cada terapeuta. En este sentido, quizás sea beneficioso dejar estas dudas como puntos de partida a subsiguientes procesos reflexivos por parte del lector y finalizar, en este punto, el presente artículo.

Imagen:​ Matt Neale en Flickr

Bibliografía:

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Bateman, A. & Fonagy, P. (2006). Mentalization Based Treatment for Borderline Personality Disorder: A Practical Guide. New York: The Guilford Press.

Beutler, L. E., & Harwood, T. M. (2000). Prescriptive psychotherapy: A practical guide

to systematic treatment selection. New York: Oxford University Press.

Caro Gabalda, I. (2007). Introducción al Modelo Cognitivo en Psicoterapia. En I. Caro (comp.) Manual Teórico Práctico de Psicoterapias Cognitivas. Bilbao: Desclée de Brouwer

Castonguay, L. & Beutler, L. (2005).Principles of Therapeutic Change that Works. Oxford: Oxford University Press.

Duthu, F., Campbell, M., Leoni, Y. & Eisler, I. (2016). Terapia Cognitiva Comportamental para Adolescentes con Bulimia Nerviosa. En Gomar M., Mandil, J. y Bunge, E. (comps.) Manual de Terapia Cognitiva Comportamental con Niños y Adolescentes. Buenos Aires: Akadia.

Fernández Álvarez, H. (1992). Fundamentos de un Modelo Integrativo en Psicoterapia. Buenos Aires: Paidos.

Goldstein, T. (2016). Abordajes Terapéuticos basados en la Evidencia para el Tratamiento de Jóvenes con Trastorno Bipolar. En Gomar M., Mandil, J. y Bunge, E. (comps.) Manual de Terapia Cognitiva Comportamental con Niños y Adolescentes. Buenos Aires: Akadia.

Guidano, V. & Liotti, G. (1983). Cognitive Processes and Emotional Dissorders.: A Structural Approach  to Psychotherapy. New York: The Guilford Press.

Heisenberg, W. (1925). Citado en R. Álvarez Nodarse (2015). Una Introducción a la Mecánica Cuántica para “No Iniciados”. Sevilla: Departamento de Análisis Matemático, Facultad de Matemáticas. Universidad de Sevilla.

Kendall, P. & Braswell, L. (1993). Cognitive Behavioral Therapy for Impulsive Children. New York: The Guilford Press.

Lazarus, A. (1981). The Practice of Multymodal Therapy: Systematic, Comprehensive and Effective Psychotherapy. New York: Mc Graw-Hill.

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Hayes, S., Barnes-Holmes, D. & Roche, B. (2001). Relational Frame Theory: A Post Skinnerian Account of Human Language and Cognition. New York: Plenum Publishers.

Hayes, S., Strosahl, K. & Wilson, K. (1999). Acceptance and Commitment Therapy. An Experiential Approach to Behavior Change. New York: The Guilford Press.

Henggeler, S., Schoenwald, S., Borduin, C., Rowland, M. & Cunningham, M. (2009). Multisystemic Therapy for Antisocial Behavior in Children and Adolescents. New York: The Guilford Press.

Miller, A., Rathus, J. & Linehan, M. (2007). Dialectical Behavior Therapy with Suicidal Adolescents. New York: The Guilford Press.

Ollendick, T. & Neville King, J. (2010). Empirically supported treatments for children and adolescents. In P. Kendall (Comp.), Child and Adolescent Therapy. New York: Guilford Press.

Young, J., Klosko, J. & Weishaar, M. (2006). Schema Therapy: A Practicioner´s Guide. New York: The Guilford Press.

Watchel, P. (1977). Psychoanalysis and Behavior Therapy. New York: Basic Books.


El uso del concepto “interface” en esta propuesta, está inspirado por su aplicación en el artículo de Barnes-Holmes et al. (2004), donde los autores reportan hallazgos referentes a solapamientos funcionales entre conceptos propios de la Teoría de los Marcos Relacionales (RFT) y las Neurociencias. Dichos planteos son, a mi criterio, impactantes y promisorios, aunque infelizmente no hayan sido suficientemente desarrollados en posteriores emprendimientos.

  • Salud Mental y Tratamientos

Depresión postparto sería un tipo distinto de depresión, sugiere estudio

  • 25/01/2017
  • Rita Arosemena P.

Los síntomas de la depresión postparto, entre los cuales se incluye la pérdida de apetito, la irritabilidad y el distanciamiento de los amigos y familiares, podrían corresponder a una forma distinta y única de depresión, de acuerdo con un estudio neurobiológico publicado por «Trends in Neurosciences». 

La investigación abarcó la observación de la actividad y cambios neuronales en mujeres con síntomas de depresión postparto; más adelante, se estableció una comparación con la actividad cerebral de personas diagnosticadas con depresión mayor que no habían tenido hijos.

La evidencia indica que los patrones neuronales de las mujeres con depresión postparto son diferentes a los de pacientes con depresión mayor. Una de estas características distintivas es que la amígdala (que usualmente se muestra hiperactiva en personas con ansiedad y depresión) se observa menos activa en mujeres con depresión postparto.



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resulta impactante la escasa investigación disponible en torno a la depresión postparto, tomando en cuenta que entre el 10 y 20 por ciento de las mujeres desarrolla esta condición

Hallazgos anteriores sugieren que los desórdenes del estado de ánimo que afectan a las mujeres luego de dar a luz no solo las afectan a ellas sino también a los recién nacidos. Las madres con depresión o ansiedad postparto son más propensas a emplear el castigo físico con sus hijos, lo cual puede dificultar la creación de un vínculo materno filial sano y robusto.

A largo plazo, la depresión y la ansiedad que experimentan algunas madres podría afectar gravemente la salud de los recién nacidos y repercutir en su crecimiento. De hecho, los hijos de madres con depresión tienden a enfermarse más y requerir con más frecuencia y carácter de urgencia los servicios de salud.

A pesar de esto (y de lo común de la condición), la depresión postparto se enlista en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-5) como «depresión perinatal», una extensión del trastorno de depresión mayor.

La ansiedad postparto, por otro lado, ni siquiera se incluye en el DSM-5, ya que se considera un síntoma prevalente de la depresión postparto.

Para la neurocientífica y co-autora del estudio, Jodi Pawluski de la Universidad de Rennes, resulta impactante la escasa investigación que se ha realizado en torno a la depresión postparto, tomando en cuenta que entre el 10 y 20 por ciento de las mujeres durante y después del embarazo desarrolla esta condición.

Sumando esto a las repercusiones que la depresión puede tener en los recién nacidos durante su crecimiento inicial, es evidente que la profundización científica es necesaria para entender mejor la complejidad del proceso de maternidad y definir cómo puede este influir en el desarrollo de trastornos mentales en las mujeres.

«Si podemos mejorar la salud y el bienestar de la madre, podemos mejorar la salud y el bienestar de los niños y sus familias«, dice Pawluski.

Fuente: Psypost | Trends in Neurosciences

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Objetivación sexual y agresión de género: un vínculo directo

  • 25/01/2017
  • Rita Arosemena P.

La objetivación sexual hacia las mujeres se abarca en la Teoría de la Objetivación Sexual de Fredrickson y Roberts (1997), y se refiere al acto de mirar, tratar y valorar a una mujer con base en el uso que puede darse a su cuerpo o partes de su cuerpo para el placer sexual de otros.

Ahora, una investigación realizada por psicólogos de la Universidad de Kent sugiere que la objetivación sexual en la etapa adolescente es el primer paso hacia la agresión de género y un predictor importante de actos antisociales hacia la mujer en la etapa adulta.

El estudio, guiado por el Dr. Eduardo Vasquez de la Escuela de Psicología de la Universidad de Kent, observó a jóvenes miembros de pandillas y a aquellos sin afiliación a pandillas (un total de 273 participantes de entre 12 y 16 años) provenientes de una escuela secundaria de Londres situada en un área caracterizada por presentar problemas de pandillerismo y delincuencia.



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Los resultados indican que el vínculo entre la objetivación y la agresión se manifiesta y es palpable a partir de una etapa bastante temprana (el inicio de la adolescencia) y conduce a una sugestión que define a la mujer como un objeto sexual o susceptible de ser aprovechado por otros. De manera que altos índices de objetivación sexual durante la adolescencia podrían ser también predictores de agresión hacia las niñas y jóvenes (y por ende, hacia el sexo femenino en la etapa adulta).

Adicionalmente, el estudio identificó factores de influencia y consecuencia importantes, a saber:

  • Que los programas de televisión y videojuegos violentos se relacionan con el desarrollo de una percepción de objetivación sexual y agresión hacia las niñas.
  • Que la objetivación sexual se ve reforzada y fortalecida con los años, de modo que resulta incluso más difícil de modificar.
  • Que los factores sociales que influyen en la creación de una imagen de la mujer como objeto y no como individuo (entre ellos, la televisión y los videojuegos) podrían, al mismo tiempo, acrecentar seriamente el riesgo de actos antisociales hacia las niñas.

El estudio fue publicado por el diario «Psychology, Crime and Law».

Fuente: Psypost | Taylor & Francis Online

  • Salud Mental y Tratamientos

Las drogas más letales

  • 25/01/2017
  • Maria Fernanda Alonso

Según el informe mundial sobre las drogas del año 2016 realizado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, se calcula que 1 de cada 20 adultos, es decir, alrededor de 250 millones de personas de entre 15 y 64 años, consumieron por lo menos una droga en 2014.

«Las muertes por sobredosis representan aproximadamente entre un tercio y la mitad de todas las muertes relacionadas con las drogas, que en la mayoría de los casos se deben a los opioides. El período inmediatamente posterior a la excarcelación se asocia con un aumento considerable del riesgo de muerte por causas relacionadas con drogas (principalmente por sobredosis), cuya tasa de mortalidad es mucho mayor que la mortalidad por todas las causas en la población general.

«Las personas que se inyectan drogas se exponen a algunos de los peores daños para la salud asociados al consumo de drogas sin precaución, así como a un deterioro general de los resultados de salud, lo que incluye un alto riesgo de sobredosis, mortal o no, y a mayores probabilidades de muerte prematura. Una de cada siete personas que se inyectan drogas vive con el VIH, y una de cada dos con la hepatitis C.



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«El cannabis, cuyos consumidores sumaron 183 millones en 2014, sigue siendo la droga de consumo más frecuente en el mundo, seguida de las anfetaminas. El uso indebido de opiáceos y opioides sujetos a prescripción médica, cuyos consumidores se estiman en 33 millones, es menos habitual, pero los opioides siguen siendo sustancias destacables por sus efectos potencialmente nocivos para la salud.

«En general, los hombres tienen una probabilidad de consumir cannabis, cocaína o anfetaminas tres veces mayor que las mujeres, y estas tienden más que los hombres a consumir opioides y tranquilizantes con fines no médicos. Las disparidades de género en el consumo de drogas pueden atribuirse en mayor medida a las oportunidades de consumirlas en un entorno social que a la mayor o menor susceptibilidad o vulnerabilidad de uno de los géneros al consumo de drogas.»

Según una versión anterior del informe, uno de cada diez consumidores tiene serios problemas de drogodependencia. De esos 27 millones de «consumidores problemáticos», la mitad de ellos (12,19 millones) usan sustancias inyectables, y se estima que 1,65 millones estaban afectados por el VIH en 2013. La droga que genera más problemas de salud y fallecimientos es el opio, «lo que puede atribuirse a la relación que existe entre el consumo de opiáceos y el consumo de drogas inyectables, el VIH, el Sida y las muertes por sobredosis», señala el documento. Entre los consumidores de drogas inyectables, como la heroína, la mortalidad es 15 veces mayor que en otras personas de la misma edad y sexo que no las usan, debido a la posible transmisión de enfermedades infecciosas y sobredosis.

Según informes del Centro de Control y Prevención de Enfermedades (EEUU), estas son las 10 drogas que han causado más muertes por sobredosis:

Heroína

Este informe revela que el uso de heroína se ha incrementado en Estados Unidos, tanto en hombres como mujeres, en casi todos los grupos etarios y en todos los niveles de ingresos. La heroína es la droga número uno responsable por casos de sobredosis letales.

En una sobredosis de heroína, el sistema de la persona puede dejar de funcionar, lo que lleva a una depresión respiratoria letal y a un ritmo cardíaco más lento o a su detención. Además, es posible tener una sobredosis después de usar heroína por primera vez, o la primera vez que se recae después de dejarla.

Cocaína

La cocaína es la segunda droga más popular involucrada en sobredosis letales. Las personas que usan cocaína a menudo la toman repetidamente dentro de un periodo corto de tiempo, en dosis cada vez más altas para mantenerse drogadas. La sobredosis de cocaína afecta al corazón, aumentando el ritmo cardíaco y la presión sanguínea de manera drástica y, a menudo, peligrosa.

Oxicodona

Esta medicación opioide es usada para tratar el dolor. A su vez, la droga es altamente adictiva, lo que significa que los usuarios suelen sentir la necesidad de incrementar la cantidad consumida para alcanzar los mismos sentimientos, y por ende las sobredosis pueden ocurrir. La adicción a oxicodona a menudo se ve marcada por comportamiento letárgico y disminución del ritmo cardíaco y patrones de respiración extraños.

Alprazolam

También conocido como Xanax, es utilizado para tratar la depresión y los problemas de ansiedad. Las sobredosis de este tipo de drogas suelen resultar en depresión del sistema nervioso central, desde la somnolencia hasta el coma. Una persona ansiosa que busca alivio podría combinar el fármaco con alcohol. Una mezcla potencialmente mortal.

Fentanilo

Es un opioide sintético, similar a la morfina, y usado para tratar el dolor. Una sobredosis de esta droga resultará en baja presión sanguínea, ritmo cardíaco lento y somnolencia excesiva.

Morfina

La morfina es usada para tratar el dolor moderado y severo, pero también es una droga altamente abusada. Una sobredosis de morfina causará respiración superficial, respiración lenta y dificultosa o ninguna respiración en absoluto.

Metanfetamina

Un estimulante adictivo, abusado por su efecto eufórico. La sobredosis de metanfetaminas puede causar un incremento del ritmo cardíaco, ataque cardíaco, presión en sangre alta y temperatura corporal alta.

Metadona

La metadona es un narcótico opioide más comúnmente usado para ayudar a los adictos a la heroína con los síntomas de la abstinencia. Sin embargo, también se abusa de esta droga cuya sobredosis puede resultar en respiración lenta y ritmo cardíaco lento, somnolencia severa y debilidad muscular.

Hydrocodona

Es un medicamento opioide para el dolor. Una sobredosis puede resultar en baja presión sanguínea, pulso débil y dificultad para respirar.

Diazepam

Clasificado como una benzodiacepina y se utiliza para tratar los trastornos de ansiedad, síntomas de abstinencia del alcohol, o espasmos musculares. Una sobredosis puede causar mareos, confusión, somnolencia y falta de respuesta.

Según el informe de la ONU, Asia registró 81.100 fallecimientos relacionados a las drogas, América del Norte 43.300, África 37.800, Europa 16.900, América Latina y el Caribe 6.000, y Oceanía 2.000. La cifra total de fallecimientos es prácticamente la misma que en años anteriores.

Fuentes: Medical Daily| Centers for Disease Control and Prevention |Unodc

Sin categoría

Pacientes de cáncer con depresión y ansiedad fallecen antes, según estudio

  • 25/01/2017
  • Rita Arosemena P.

La presencia de trastornos psicológicos como la ansiedad y la depresión podría afectar negativamente el nivel de resistencia de los pacientes con cáncer de pulmón avanzado y generar una tasa de mortalidad en un periodo de tiempo más corto, según indica un estudio de la Universidad de British Columbia y la Agencia BC Cancer.

La autora principal de la investigación, Andrea Vordermaier, señala que los efectos de la ansiedad y la depresión en pacientes diagnosticados con cáncer ha sido en realidad un asunto de interés para la comunidad científica durante décadas, sin embargo, no se habían realizado investigaciones sostenibles a largo plazo que permitieran extraer conclusiones válidas.

Este estudio «confirma que existe un vínculo para los pacientes con cáncer de pulmón, y y eso es importante para que los proveedores de salud brinden no solo un tratamiento para el tumor sino que también se enfoquen en la experiencia emocional del paciente».



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Para la investigación, el equipo de Vordermaier siguió a una muestra de 684 pacientes bajo tratamiento médico en la Agencia BC Cancer de Vancouver y Surrey (Canadá). Todos los pacientes considerados para el estudio habían sido diagnosticados recientemente con cáncer de pulmón no microcítico en estadio tres, un tipo de cáncer de pulmón común con un pronóstico bastante pobre (30 a 46 por ciento de probabilidades de sobrevivir después del primer año).

Los investigadores examinaron entonces los síntomas de ansiedad y depresión de los pacientes aplicando un cuestionario psicológico. Los resultados (que tomaron en cuenta el análisis de factores como la edad de los pacientes, el sexo, la etnia, el tipo de tumor y el tratamiento) indicaron que las personas con signos de sentirse ansiosas o deprimidas luego de haber sido diagnosticadas presentaban una tasa de supervivencia inferior.

LOS HALLAZGOS CONFIRMAN LA IMPORTANCIA DE ENFOCARSE también en la experiencia emocional del paciente

Según el Dr. Robert Olson, oncólogo de la Universidad de British Columbia y de la Agencia BC Cancer, así los resultados sean concretos y verificables por el tamaño de la muestra considerada para el estudio y el método de control, los hallazgos no pueden afirmar o negar las razones exactas por las cuales la depresión y la ansiedad afectan directamente a los pacientes con cáncer.

Para Olson, la existencia de otros factores no sujetos a medición (como el escaso apoyo familiar o social) podrían correlacionarse para derivar en un alto impacto de la ansiedad y la depresión en los pacientes con cáncer. «De cualquier forma«, dice Olson, «La relación que encontramos es significativa, y ciertamente amerita que las exploraciones futuras vayan orientadas al desarrollo de tratamientos para la ansiedad y la depresión en pacientes con cáncer, para mejorar las tasas de supervivencia».

Los investigadores reconocen que una limitación importante para el estudio es la ausencia de información disponible acerca del consumo de cigarrillo de los pacientes después de haber sido diagnosticados, ya que se sabe que un porcentaje significativo de personas con cáncer de pulmón continúa fumando o fracasa en el propósito de dejar de fumar, lo cual también influye en los niveles de ansiedad y depresión.

El equipo de investigación se centra ahora en profundizar en los efectos a largo plazo de los factores psicosociales en la tasa de supervivencia de pacientes con cáncer de próstata.

Fuente: Psypost |  Journal of Pain and Symptom Management

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Alike, un conmovedor video que nos hace reflexionar sobre la educación y creatividad

  • 24/01/2017
  • Alejandra Alonso

Rafa Cano Méndez y Daniel Martínez Lara dirigieron una producción animada que ganó el Premio Goya al Mejor Cortometraje de Animación, además de haber tenido muchos otros reconocimientos. 

La historia tiene un lindo mensaje, pero sobre todo nos hace reflexionar. Suelen decirse muchas cosas malas sobre la educación, yo pienso que en la escuela aprendemos habilidades importantes, que cada trabajo busca desarrollar diferentes capacidades en el niño. Pero también creo que a la educación le falta algo, tal vez ese espacio desestructurado donde el niño pueda dar rienda suelta a su imaginación y su creatividad.

La creatividad es una habilidad muy buscada en la actualidad, pero difícil de encontrar, ¿qué pasaría si en casa y en la escuela apoyáramos más el desarrollo de la creatividad?¿Qué sucedería si apreciáramos más esos dibujos o esas cosas amorfas que a veces hacen los niños y nos muestran con tanto orgullo?¿Y si le diéramos la importancia que se merecen el juego y el tiempo libre?



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No siempre esta mal no seguir las reglas.

Fuente: Rincón de la Psicología

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