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Publicaciones por mes

abril 2017

57 Publicaciones
  • Artículos de opinión (Op-ed)

4 principios para guiar a los estudiantes de psicología

  • 09/04/2017
  • David Felipe Vega Villa

Cada día la Psicología parece ser más popular. Sus temas e investigaciones se esparcen ampliamente entre la comunidad, elevando el interés de la población; especialmente en esta era de la comunicación y las redes sociales, donde las investigaciones tienen cada vez más publicidad.

Ante un gran número de personas que se integran a la carrera de Psicología esperando ser futuros profesionales y la cantidad cada vez más alta de egresados que pululan en varios países (como Argentina donde ya hay más de 56,000 psicólogos según el diario La Nación), cabe preguntarse si se están formando psicólogos profesionales con altos estándares para responder a las necesidades de una sociedad que se fragmenta cada vez más. Donde el ser humano es cada vez más débil ante las circunstancias y la vida que parece acaecer como un estado angustiante sin fin.

Pero el tiempo avanza y se escucha más de una mala praxis psicológica, que de avances y trabajos valiosos por parte de los psicólogos. ¿Cómo nos estamos formando los profesionales en Psicología? ¿Qué hace falta? Puede que sean varios elementos, pero más allá de las limitaciones o recursos de los centros de formación, hay principios en el estudiante que deben resurgir.



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Comprometerse con el aprendizaje:

Comprometerse implica cumplir con las obligaciones. Más allá de realizar un trabajo, completar un taller o hacer una exposición, comprometerse debería ser una labor ligada al aprendizaje. Muchas veces el estudiante realiza el trabajo, esa obligación tediosa y aburrida con un hastío interminable. A veces ni la realiza, la deja a un lado, no le interesa. Es en estos momentos cuando la época de la escuela parece volver a cada uno como una analogía a las obligaciones, se pierde el sentido de lo que se hace; seguimos materias impuestas, no es importante, al final la vida espera.

Pero aprender implica comprometerse y sacar lo mejor de cada experiencia. Cada labor supone esfuerzo y la consecución de una meta de aprendizaje. Si lo vemos solo como la futura nota, se pierde el sentido de la labor. Comprometerse implica trabajar con empeño, buscando aprender lo más importante, sacando los factores que nos servirán en nuestro quehacer profesional. Miremos el objetivo final: ayudar al otro.

Pasar cada semestre o periodo solo haciendo “las cosas por hacerlas”, por “salir del paso”, por “la nota”, nos termina llevando a ser profesionales con un bonito título, pero sin más aprendizaje que lo que podamos memorizar de un libro o una página en algunas horas.

Pasión:

Algo fundamental es la pasión. Ama lo que haces y estarás condenado al éxito, decía palabras más, palabras menos, Facundo Cabral. El estudiante debe entrar a la carrera con un factor inicial: interés, diversificado tanto en aprender como en el área como profesión.  Un interés inicial; algo que te inquieta al pensar o leer de un tópico o tema del área, y así comienza; un genuino interés que con el tiempo, esfuerzo y persistencia, se desarrollará en la más profunda pasión por lo que se hace. El amor por lo que en algún momento llegará a saber, es su misión.

Esa pasión que logras vislumbrar en atisbos momentáneos cuando superas los obstáculos y aprendes a usar cada vez más herramientas que te permiten ayudar al otro; que te permiten conocerte y conocer al mundo que te rodea cada vez más; esa pasión que solo te impulsa a mirar las grandes potencialidades que hay en todos y cada uno de nosotros, y que poco a poco, sabes cómo ayudar a que esas potencialidades salgan a la luz.

Vas escogiendo un enfoque, un camino, una dirección, un lugar; no lo sabes hasta que llegas al final; pero no importa donde vayas, esa pasión que empezó como un simple interés, te lleva como a todos, cada uno desde ramas, miradas, formas y caminos diversos, a buscar el bienestar del ser humano; no solo de cada persona que miras cada día, sino también de ti mismo como individuo.

El estudio del comportamiento y la mente humana, ese campo de misterios y descubrimientos que por generaciones han conducido al hombre a conocerse a sí mismo.  Si tienes interés; ese algo que te llama a mirar, a explorar, a descubrir. Felicidades, una pasión puede estar en progreso. Un camino de aprendizaje que se recorre sin interés, sin pasión, sin amor; es un camino lleno de dificultades y obstáculos que se aborrecen y se evitan constantemente.

Empoderamiento:

Ahora bien, si estamos comprometidos con lo que hacemos es entonces cuando observamos detalladamente cada proyecto, taller, o labor que se nos exige y empezamos a entender que hay muchas cosas que no calan con el objetivo del aprendizaje. Cuando nos comprometemos con el aprendizaje, con la pasión que nos llevó hasta la carrera, es cuando empezamos a tomar por nuestras propias manos estas labores, estos objetivos en el camino del aprendizaje y vemos que es posible mejorarlos, que el aprendizaje no se está desarrollando.

Es así como aparece este magnífico concepto que distingue a un estudiante regular de un estudiante que quiere ser un profesional: el empoderamiento. Empoderarse implica tomar parte activa de un proceso; es aquí donde la voz y el voto del estudiante toman su poder y valor. Es aquí cuando vemos que tal vez el objetivo de ese trabajo, de ese examen, de ese taller exige patrones de aprendizaje limitados.

Es aquí cuando podemos alzar la voz y ser partícipes de la reformulación del proceso del aprendizaje. ¿Cuántas veces no nos hemos sentido inconformes con una nota o con un trabajo porque exige un aprendizaje memorístico que muchos no pueden alcanzar? ¿Cuántas veces no nos quejamos porque los objetivos de aprendizaje se enfocan en labores que hacen preferencia a unos estilos de aprendizaje más que otros? Cuando vemos que los docentes fallan en el principio del aprendizaje, pero que en vez de solo criticar, actuamos; proponemos soluciones y alternativas, nos estamos empoderando.

Alzamos la voz pero con respeto, confiando que así como nosotros, nuestros docentes y estándares de formación quieren también que el aprendizaje mejore cada vez más. Empoderarse de los procesos de formación, proponer mejoras y soluciones y ser parte activa de los procesos es un factor fundamental para una formación del psicólogo cada vez más calificada y de mayor estándar.

Pero para esto, es necesario el compromiso y el empoderamiento, porque finalmente: ¿de qué sirven tantas quejas entre pasillos sobre un trabajo, un taller, lo que hace o no un docente, si cuando estamos en el aula solo nos dormimos y esperamos la hora para salir de allí pero no proponemos o actuamos?

Trabajo en equipo y fortalecimiento en competencias:

Una frase frecuente en la mayoría de ámbitos de formación, sea escuela, universidad o centro, es la de “no vienes a hacer amigos; algún día, los que te rodean serán tu competencia.” “Preocúpate por ti; que el otro falle al final.”  Pero esas frases no me causan más impresión que una simple y sencilla que escuche una vez de un compañero: “Que me interesa que el otro psicólogo sea malo, lo despiden y yo puedo ocupar su lugar; me preocupo por mi formación.”

Si bien es cierto que es necesario comprometerse con la propia formación y que la competencia en lo ámbitos formativos es una preparación al fuerte mundo laboral que se impone, cuando estos valores se ponen como estándares, puede que lleguemos a ser grandes profesionales pero lábiles seres humanos.

No podemos, como dice la expresión, “cargar al otro en burro” para que llegue hasta el añorado día donde recoja el título, como suele pasar entre amigos. Pero tampoco podemos desligarnos del otro en un individualismo que nos exalte como los únicos “buenos”; los únicos que “servirán” para ese mundo al que nos enfrentamos.

Cada compañero es un colega; un colega que también saldrá al mundo y que estará en contacto con muchas personas que solicitarán su ayuda; personas que, si encuentran un deficiente accionar por parte de ese colega, podrían terminar, no solo con daños irreparables en sí mismas, sino que también terminarán desacreditando nuestra labor que siempre ha sufrido de estigmas y ataques.  

Es necesario que los futuros psicólogos trabajen juntos. Es necesaria la cohesión para la formación integral de todos. Debemos procurar ayudar al otro; ser colaborativo; servir de apoyo para que todos juntos alcancemos la meta como profesionales íntegros que saldrán al mundo y responderán de una forma eficiente a las necesidades que cada persona, grupo o sociedad nos presente.

No se trata de ayudar al compañero pasándole las preguntas para pasar el examen o poniéndolo en el trabajo porque es un gran amigo; se trata de ayudarlo a alcanzar su potencial; de que pueda dar lo mejor de sí; de que pueda comprometerse con lo que hace para que transforme su aprendizaje y visión.

He encontrado personas con grandes potenciales solamente al trabajar con ellas, potencialidades muchas veces escondidas pero que deben hacerse reconocer. Disminuir a los demás para ensalzar algunos es una práctica habitual; pero destacar lo que cada uno puede lograr con esfuerzo y dedicación es una tarea titánica que, cada uno como profesional o estudiante, puede llegar a hacer con cada compañero o colega.

Es una carrera, un gremio, una pasión que nos une a todos. Si hablan de un colega, hablan de la Psicología en general, nos afecta a todos, por eso no debemos encerrarnos en lo propio. Finalmente, aprender en equipo multiplica las potencialidades y capacidades de cada uno.

En conclusión, un estudiante en formación que trabaje con pasión y compromiso, empoderándose de su proceso de aprendizaje y trabajando en equipo, buscando potencializar sus competencias y capacidades así como fomentar la de sus colegas; sería un estudiante que mañana se convertirá en un profesional de calidad, sin necesidad de que salga de una universidad prestigiosa. Son factores que no están lejos de cada uno de nosotros, es solo cuestión de esforzarse por alcanzarlos.

Esta es mi opinión personal, surgida de situaciones que percibo día a día, pero que creo firmemente que son necesarias en este mundo que cada vez necesita más Psicólogos que sean no solo buenos profesionales, sino también buenos seres humanos.

Imagen: Estudiante en Shutterstock

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Los trucos psicológicos de Uber para que sus conductores trabajen más

  • 07/04/2017
  • David Aparicio

Uber, la empresa de transporte de que todo el mundo habla y que todos queremos tener acciones, tiene un equipo de psicólogos y de científicos sociales desarrollando experimentos conductuales que les ayude a incrementar el compromiso de sus conductores:

Uber ayuda a resolver este problema fundamental mediante el uso de incentivos psicológicos y otras técnicas develadas por las ciencias sociales para influir en cuándo, dónde y por cuánto tiempo trabajan los conductores. Es la búsqueda de un sistema perfectamente eficiente: un equilibrio entre la demanda y la oferta de conductores al menor costo para los pasajeros y la empresa.

Mediante cientos de científicos sociales y especialistas en información, Uber ha experimentado con técnicas de videojuegos, gráficos y recompensas no monetarias de poco valor que pueden impulsar a los conductores a trabajar cada vez más; a veces en horas y lugares menos lucrativos para ellos.

Para mantener a los conductores dentro del auto, la empresa ha aprovechado la tendencia que algunas personas tienen de fijar metas para sus ganancias, y les envía una alerta para hacerles saber que están cerca de alcanzar un objetivo cuando intentan cerrar sesión.

“Les mostramos a los conductores áreas de alta demanda o los incentivamos para que conduzcan más”, dijo Michael Amodeo, portavoz de Uber. “Pero cualquier conductor puede dejar de trabajar literalmente con tan solo tocar un botón. La decisión de conducir o no hacerlo es suya al cien por ciento”.

Aquí tienes una buena respuesta para aquellos que desconocen la utilidad de la psicología afuera del contexto clínico. Uber y otras empresas como Facebook y Google usan constantemente los servicios de los psicólogos para optimizar sus productos y hacerlos más atractivos y rentables.

Lee el artículo completo en The New York Times en Español.



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Dia Mundial de la Salud 2017: Hablemos de la depresión

  • 07/04/2017
  • Equipo de Redacción

La depresión es la principal causa de problemas de salud y discapacidad en todo el mundo. Según las últimas estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 300 millones de personas viven con depresión, un incremento de más del 18% entre 2005 y 2015. La falta de apoyo a las personas con trastornos mentales, junto con el miedo al estigma, impiden que muchos accedan al tratamiento que necesitan para vivir vidas saludables y productivas.

Las nuevas estimaciones se han publicado como anticipo previo al Día Mundial de la Salud el 7 de abril, el punto más alto de la campaña anual de la OMS «Depresión: hablemos». El objetivo general de la campaña es que cada vez más personas con depresión, en todo el mundo, busquen y obtengan ayuda.

La doctora Margaret Chan, directora general de la OMS, dijo: «Estas nuevas cifras son un llamado de atención a todos los países para que reconsideren sus enfoques sobre la salud mental y la traten con la urgencia que merece».



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El objetivo general de la campaña es que cada vez más personas con depresión, en todo el mundo, busquen y obtengan ayuda

En las Américas, cerca de 50 millones de personas vivían con depresión en 2015, alrededor del 5% de la población. «La depresión nos afecta a todos. No discrimina por edad, raza o  historia personal. Puede dañar las relaciones, interferir con la capacidad de las personas para ganarse la vida, y reducir su sentido de la autoestima», señaló la Directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carissa F. Etienne. Sin embargo, dijo, «incluso la depresión más grave se puede superar con un tratamiento adecuado”.

Una de las barreras para buscar tratamiento son los prejuicios y la discriminación. «El continuo estigma asociado con la enfermedad mental fue la razón por la que decidimos nombrar nuestra campaña Depresión: hablemos», sostuvo el director del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OMS, Shekhar Saxena.

Necesidad urgente de mayores inversiones

Un aumento en la inversión también es necesario. En muchos países, no hay, o hay muy poco, apoyo disponible para las personas con trastornos de salud mental. Incluso en los países de ingresos altos, casi el 50% de las personas con depresión no reciben tratamiento. En promedio, sólo el 3% de los presupuestos de salud de los países se invierte en salud mental, variando de menos del 1% en los países de bajos ingresos al 5% en los países de altos ingresos.

La inversión en salud mental beneficia el desarrollo económico. Cada dólar invertido en la ampliación del tratamiento para la depresión y la ansiedad conduce a un retorno de 4 dólares en mejor salud y habilidad para trabajar. El tratamiento por lo general implica una psicoterapia o medicación antidepresiva o una combinación de los dos. Ambos enfoques pueden ser proporcionados por trabajadores de salud no especializados, siguiendo un curso corto de capacitación y utilizando la Guía de Intervención de mhGAP de la OMS. Más de 90 países -23 de ellos de las Américas-, de todos los niveles de ingresos, han introducido o ampliado programas que proporcionan tratamiento para la depresión y otros trastornos mentales usando esta guía.

En muchos países, no hay, o hay muy poco, apoyo disponible para las personas con trastornos de salud mental

La falta de acción es costosa. Según un estudio dirigido por la OMS, que calculó los costos de tratamiento y los resultados de salud en 36 países de ingresos bajos, medios y altos durante los 15 años que van de 2016 a 2030, bajos niveles de reconocimiento y acceso a la atención de la depresión y otros trastornos mentales comunes, como la ansiedad, resultan en una pérdida económica global de un billón de dólares cada año. Las pérdidas son incurridas por los hogares, los empleadores y los gobiernos. Los hogares pierden financieramente cuando la gente no puede trabajar. Los empleadores sufren cuando los empleados se vuelven menos productivos y son incapaces de trabajar. Los gobiernos tienen que pagar mayores gastos de salud y bienestar.

En las Américas, casi 7 de cada 10 personas con depresión no reciben el tratamiento que necesitan. «Debemos actuar ahora para cerrar la brecha que separa a las personas con trastornos mentales de los servicios de salud que necesitan», abogó la jefa de la Unidad de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OPS/OMS, Dévora Kestel.

Riesgos para la salud

La OMS ha identificado fuertes vínculos entre la depresión y otros trastornos y enfermedades no transmisibles. La depresión aumenta el riesgo de trastornos por uso de sustancias y enfermedades como la diabetes y las enfermedades del corazón; lo contrario también es cierto, lo que significa que las personas con estas otras condiciones tienen un mayor riesgo de depresión.

La depresión también es un factor de riesgo importante para el suicidio, que reclama cientos de miles de vidas cada año.

El doctor Saxena señaló: «una mejor comprensión de la depresión y cómo se puede tratar, aunque esencial, es sólo el comienzo. Lo que tiene que seguir a continuación es la ampliación sostenida de los servicios de salud mental accesibles a todos, incluso a las poblaciones más remotas del mundo».

La OMS ha identificado fuertes vínculos entre la depresión y otros trastornos y enfermedades no transmisibles

La depresión es un trastorno mental frecuente, que se caracteriza por la presencia persistente de tristeza y una pérdida de interés en actividades que las personas normalmente disfrutan, acompañada de una incapacidad para llevar a cabo las actividades diarias, durante 14 días o más.

Además, las personas con depresión normalmente padecen varios de los siguientes: pérdida de energía; cambio en el apetito; dormir más o menos; ansiedad; concentración reducida; indecisión; inquietud; sentimientos de inutilidad, culpa o desesperanza; y pensamientos de automutilación o suicidio.

Mensaje publicado en la página oficial de la Organización Mundial de la Salud.

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¿Tiene rigor científico el psicoanálisis? Una nota en Radio Vorterix

  • 07/04/2017
  • Equipo de Redacción

El pasado 29 de marzo, en el programa de radio argentino Maldición va a ser un día hermoso, que se transmite por Radio Vorterix, surgió la pregunta por el estado científico del psicoanálisis, por lo cual llamaron a Ricardo Marcos Pautassi, psicólogo e investigador de Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) para preguntarle al respecto.

La nota resultante, disponible en video y con un tono accesible a todo público, describe algunas de las dificultades con respecto al rigor empírico del psicoanálisis. Click aquí para acceder a la entrevista.

Mira la entrevista aquí:



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¿Tiene rigor científico el psicoanálisis? | Vorterix

  • Salud Mental y Tratamientos

Reconceptualización de la terapia de relajación aplicada

  • 07/04/2017
  • Ignacio Etchebarne

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Uno de los principales desafíos actuales de la práctica psicoterapéutica basada en la evidencia consiste en la correcta diseminación de los tratamientos con apoyo empírico, y uno de los obstáculos clave para que esto suceda son los prejuicios de los terapeutas (Gunter y Whittal, 2010). A esto hay que sumarle el prejuicio de los investigadores que, al realizar revisiones bibliográficas no sistemáticas, o directamente sesgadas bajo un “gold standard”, monismo metodológico u otro criterio contrario a los principios de la práctica en psicología basada en la evidencia (American Psychological Association APA Presidential Task Force on Evidence-Based Practice, 2006), pueden diseminar los mismos prejuicios que luego se asocian a los clínicos. Un ejemplo de esto último parece ser el caso de la terapia de relajación aplicada, tal como se evidenciará más adelante en este artículo.

Qué es la terapia de relajación aplicada (RA) y cuáles son sus ventajas

La terapia de relajación aplicada (RA) es un abordaje psicoterapéutico cognitivo-conductual (TCC), desarrollado en Suecia por el Dr. Lars-Göran Öst a fines de los 80 (Öst, 1987; Andersson, Holmes, y Carlbring, 2013). Puede parecer extraño que se defina a la RA como un tipo de TCC; sin embargo sus desarrolladores le asignaron esta categoría por las siguientes razones: La RA se guía bajo una conceptualización del caso, incluye un componente de socialización del tratamiento, psicoeducando al paciente acerca de la interrelación entre pensamientos, sensaciones, emociones y conductas, mantiene la estructura de sesión típica de una TCC y orienta al paciente hacia identificación de disparadores del malestar (por ejemplo, ansiedad y preocupación) y su afrontamiento activo. Asimismo, esta posición es compartida por la Society of Clinical Psychology (Division 12 of the American Psychological Association APA, 2016-a), en donde se la ubica dentro del grupo de las terapias cognitivas. De todas formas, para no generar confusión, a lo largo de esta presentación, discriminaré entre la RA y el resto de las TCCs, utilizando estas respectivas denominaciones.



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Más específicamente, la RA consiste en un programa de entrenamiento gradual, sistemático y bifásico, en una forma de relajación rápida orientada al afrontamiento activo de situaciones estresantes y/o temidas. El carácter bifásico de la RA –en su versión original (Öst, 1987)— es el siguiente: Primero, el entrenamiento en habilidades del paciente se focaliza en que (a) aprenda a relajarse rápidamente en contextos de bajo estrés (el consultorio y su casa) y (b) aprenda a percibir las señales tempranas de ansiedad. Durante esta fase, en la primera sesión, el paciente aprende sobre los fundamentos de la RA y es introducido a la práctica de respiración diafragmática. En la segunda sesión, se lo entrena en la primera parte de una versión abreviada de relajación muscular progresiva, solicitándole que tense y afloje distintos grupos musculares de la cintura a la cabeza. Esto es con el fin de aumentar la consciencia del paciente, tanto respecto de las señales tempranas de tensión como de relajación. En la tercera sesión, el paciente inicia por su cuenta la relajación muscular progresiva y se suma la segunda parte de la misma (de la cintura a los pies), de aproximadamente 15 minutos de duración, y también se realiza un chequeo corporal del grado de relajación alcanzado por parte del paciente.

En la cuarta sesión (Öst, 1987), se elimina el componente práctico de tensión, asistiendo al paciente para que practique relajación directa (7-5 minutos) y también, dado el aumento de consciencia corporal logrado con la relajación progresiva, se introduce el monitoreo de señales tempranas de ansiedad. En la quinta sesión, se inicia la práctica de relajación condicionada (3-2 minutos) con el fin de asociar la auto-instrucción “relax” a su estado de relajación y para reducir aun más el tiempo que le lleva relajarse. En la sexta sesión, se inicia la primera parte de la relajación diferencial (2-1 minutos) con el fin de que el paciente aprenda a relajarse mientras realiza actividades simples, no estresantes, tensionando únicamente los músculos estrictamente necesarios para esa actividad. En la séptima sesión, se inicia la segunda parte de la relajación diferencial, aumentando gradualmente la dificultad de las actividades a realizar mientras se relaja. En la octava sesión, se planifica con el paciente 15 a 20 relajaciones rápidas (30-20 segundos cada una) durante actividades no estresantes de su vida cotidiana.A partir de la novena sesión se inicia la segunda fase o, formalmente, la fase aplicada de la RA (Öst, 1987). Para ello, se asiste al paciente a exponerse activamente a situaciones potencialmente generadoras de ansiedad para que aprenda a implementar la relajación rápida en cuanto se disparan las primeras señales de ansiedad. En la onceava o doceava sesión, se abordan estrategias para consolidación de logros y prevención de reincidencias, y se da por finalizado el tratamiento.

Actualmente existen múltiples versiones de RA: Por ejemplo, Newman y Borkovec (2002) adaptaron la RA a las particularidades del trastorno de ansiedad generalizada, incorporando técnicas de exposición imaginaria y enmarcándola dentro del contexto más amplio de las TCCs, y también se han desarrollado versiones online de RA, de auto-ayuda para diferentes problemáticas, así como versiones abreviadas de RA (Carlbring, Björnstjerna, Bergström, Waara, y Andersson, 2007; Saensak, Vutyavanich, Somboonporn, y Srisurapanont, 2013). En todas las variantes de RA, el núcleo central del abordaje coincide con lo aquí descripto.

Ventajas de la relajación aplicada

  • Técnica “portátil” y aplicada: La RA se diferencia de otras técnicas de relajación o abordajes de manejo de la ansiedad en que se entrena a los pacientes en una forma de relajación rápida para que puedan enfrentar más hábilmente situaciones de ansiedad, sin tener que interrumpirlas para aplicar la habilidad de relajarse (Öst, 1987; Borkovec y Sharpless, 2004). Esto es similar a la práctica informal en los programas de entrenamiento en Mindfulness (Kabat-Zinn, 1990), y la hace superadora respecto a los entrenamientos en habilidades que requieren que uno suspenda la actividad y busque un lugar tranquilo para aplicar la técnica aprendida, resultando imprácticos y, consecuentemente, llevando al abandono. Por otra parte y como se mencionó anteriormente, la RA está orientada hacia el enfrentamiento de las situaciones de ansiedad. En este sentido es un programa de exposición con relajación aplicada a situaciones de ansiedad. De modo tal que las personas no sólo aprenden a relajarse, sino que trabajan activamente para lograr hacerlo en situaciones que previo al entrenamiento, le provocaban elevada ansiedad.
  • Flexibilidad conductual: El entrenamiento sistemático en varias técnicas de relajación, no sólo le permite al pte. ir aumentando su capacidad de relajación, sino que además, le brinda un mayor repertorio de respuestas de afrontamiento, de modo tal de poder ir aplicando las distintas técnicas de relajación en variadas situaciones, flexiblemente, según sus preferencias y características del contexto (Borkovec y Sharpless, 2004).
  • Abordaje transdiagnóstico: De acuerdo a la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5, American Psychiatric Association, 2013), los pacientes ansiosos suelen presentar cuadros comórbidos (por ejemplo, el trastorno de pánico, el trastorno de ansiedad generalizada y el trastorno de ansiedad social poseen una comorbilidad cercana al 80%). Dada su probada eficacia para múltiples trastornos de ansiedad (Andersson, Holmes, y Carlbring, 2013), al asistir a pacientes comórbidos, la RA ofrece la posibilidad de abordarlos en forma simultánea como si se tratara de un protocolo unificado o transdiagnóstico.
  • Fácil entrenamiento y presentación: A diferencia de la mayoría de los tratamientos cognitivo-conductuales, e incluso los abordajes basados en mindfulness, que requieren un intenso y trabajoso entrenamiento por parte de los terapeutas, la RA es un abordaje significativamente fácil de aprender. También, los fundamentos de la RA son simples y concretos, haciendo muy sencillo presentarla a los pacientes y que ellos se animen a iniciar el entrenamiento. Es por estas razones que algunos autores han afirmado que, en comparación con otros abordajes cognitivo-conductuales, la RA demanda mucho menos de los terapeutas (Carlbring, Björnstjerna, Bergström, Waara, y Andersson, 2007; Manzoni, Pagnini, Castelnuovo, y Molinari, 2008). Un dato que pareciera corroborar esta afirmación estaría reflejado en las usuales dificultades y reticencia a realizar exposiciones por parte de los terapeutas cognitivo-conductuales y a buscar “compensar” la exposición combinándola con técnicas de relajación (Farrell, Deacon, Dixon, y Lickel, 2013).
  • Fácil integración con otros abordajes cognitivo-conductuales: A diferencia de cómo se ha presentado a la RA en la mayoría de las investigaciones experimentales controladas al azar (“Randomized Clinical Trials” o “RCTs” en inglés), la misma es fácilmente combinable con otros abordajes cognitivo-conductuales, tanto de 2da como 3ra generación. 

Evidencias empíricas de la eficacia de la relajación aplicada

Si bien la RA se popularizó como un tratamiento para el trastorno de pánico, los usos de la misma se extienden a múltiples trastornos de ansiedad tales como el trastorno de ansiedad generalizada, la fobia social, el insomnio, y al abordaje directo o complementario de condiciones médicas como los acúfenos, dolores de cabeza, dolor crónico, síntomas post-menopáusicos, etc. (Andersson, Holmes, y Carlbring, 2013; Carlbring, Björnstjerna, Bergström, Waara, y Andersson, 2007). Por otra parte, componentes de la RA, como la tensión aplicada, se han mostrado eficaces para el tratamiento de las fobias a la sangre y a las inyecciones (Öst, 2012). Asimismo, la RA ha sido evaluada numerosas veces como condición de control en estudios experimentales, dando cuenta de su eficacia incluso en casos contrarios a lo esperado por parte de los investigadores, en particular en lo referente al trastorno de ansiedad generalizada (Hayes-Skelton, Roemer, Orsillo, y Borkovec, 2013). No obstante, son escasas las revisiones sistemáticas de la RA, y existe una serie de revisiones bibliográficas asistemáticas y sesgadas que tienden a subvalorar a la RA infundadamente.

A continuación se detallan las problemáticas para las cuales la RA presenta mayores evidencias empíricas de eficacia. Estos son, el trastorno de ansiedad generalizada y, en segundo lugar, el trastorno de pánico.

Respecto a la eficacia de la RA para el tratamiento del trastorno de pánico, se han encontrado evidencias contradictorias: Las investigaciones realizadas por Öst y equipo (Andersson, Holmes, y Carlbring, 2013; Öst, Westling, y Hellström, 1993) presentan a la RA como igualmente eficaz que la TCC o, incluso, levemente superior en la fase de seguimiento. En cambio, las investigaciones realizadas por equipos de investigadores embanderados con las TCCs, reportan superioridad de la TCC por sobre la RA (Clark et al., 1994; Margraf, Barlow, Clark, y Telch, 1993). Por estas razones, la división 12 de la APA (2016-b), le ha asignado un apoyo empírico “modesto” para el tratamiento del pánico. Esta situación, ubica a la RA como un tratamiento eficaz, pero de segunda línea, para el tratamiento del trastorno de pánico.

En lo referente a la eficacia de la RA para el trastorno de ansiedad generalizada, ya sea como tratamiento activo o control, la RA ha demostrado reiteradamente una eficacia tan elevada que aún a la fecha (sin mayor refinamiento de sus procedimientos) persiste como un tratamiento de primera línea frente a los nuevos desarrollos cognitivo-conductuales de tercera generación (Arntz, 2003; Hayes-Skelton, Roemer, Orsillo, y Borkovec, 2013; Öst y Breithholtz, 2000). Por esta razón, la división 12 le ha asignado un estatus de apoyo empírico “fuerte” (APA, 2016-a).

Si bien en algunos RCTs aislados como el de Dugas y equipo (2010) y el de Wells y otros (2010), la RA para el TAG parece haber sido superada por estos nuevos TCCs específicos para ese trastorno, estas diferencias no se vislumbran en el meta-análisis de Cuijpers y equipo (2014). De hecho, estos autores afirman que los nuevos tratamientos específicos del TAG no lograron aumentar la eficacia de la TCC respecto a los abordajes de segunda generación, así como respecto a la RA, permaneciendo la misma cerca del 50% de eficacia. También, sugirieron que las TCCs específicas del TAG podrían ser más efectivas que la RA a largo plazo. Sin embargo, aclararon que sus resultados podrían estar sesgados y que el número de RCTs comparativos de estos abordajes “es demasiado pequeño como para arribar a conclusiones respecto a la efectividad comparativa o los efectos a largo plazo” (Cuijpers, y otros, 2014, Discusión).

Situación actual de la relajación aplicada

A pesar de que la RA cuenta con apoyo empírico para múltiples problemáticas, hasta la fecha, sólo ha sido descripta en unos pocos artículos de revistas científicas y en capítulos aislados de publicaciones sobre técnicas de relajación (ver, por ejemplo, Öst, 1987 o Payne, 2005, respectivamente), los cuales suelen resultar insuficientes para aprender a aplicar la RA efectivamente. Asimismo, a la fecha, sólo existe un puñado de publicaciones donde se ha descripto cómo combinar el entrenamiento en relajación aplicada con intervenciones cognitivas, conductuales y/o mindfulness (mencionados en la última sección de este artículo). En este sentido, escasean guías en español y en inglés respecto de cómo implementar la RA e integrarla dentro del marco más amplio de las terapias cognitiva-conductuales, en sus distintos formatos y para distintas poblaciones clínicas frente a las que ha demostrado su eficacia.

Respecto a la investigación actual sobre RA, Hayes-Skelton, Roemer, Orsillo, y Borkovec (2013) destacaron que, como la mayoría de los RCTs que han examinado la eficacia de la RA la utilizaron como condición de control a comparar con tratamientos novedosos, esto refleja el rol central de la RA como un tratamiento basado en la evidencia bien establecido. Sin embargo, estos autores identificaron dos problemas vinculados con la investigación actual sobre RA: Por un lado, su uso como condición de control ha alejado la atención de la RA como un tratamiento a ser explorado en sí mismo y ha obstaculizado su comprensión y perfeccionamiento. En segundo lugar, muchos de los RCTs en cuestión no utilizaron a la RA en forma completa como fue ideada, sino que se focalizaron únicamente en los componentes de relajación, omitiendo la práctica aplicada, o bien, describieron al tratamiento en una forma que dificulta identificar el grado de foco o de “dosis” asignado a la fase de entrenamiento aplicado. Entonces, no queda claro contra qué tipo de relajación están comparando a las TCCs ni si los resultados obtenidos son realmente representativos de la RA.

Por otra parte, en relación con la difusión de la RA, los materiales psicoeducativos o de autoayuda para pacientes basados en evidencias, las guías de excelencia clínica, así como otras publicaciones para clínicos tienden a omitir, desaconsejar o desestimar infundadamente el uso de la RA. Por ejemplo, Barlow, Conklin, y Bentley (2015) omitieron incluir a la RA como un tratamiento alternativo (de segunda línea) para el tratamiento del pánico, en un capítulo de una guía para clínicos sobre “Tratamientos que funcionan”. Esto es sumamente negativo dado entre un 25-30% de pacientes se rehúsan a realizar una terapia de exposición, 50% no se benefician de ella en forma significativa (Craske, 2015). A la vez, y en forma contrastante, pero igualmente infundada, muchos terapeutas utilizan a las técnicas de relajación o respiración en el tratamiento del pánico; pero como estrategia compensatoria frente a su supuesto daño o sufrimiento que vinculan con las técnicas de exposición (Blakey, Meyer, Farrell, Kemp, y Deacon, 2014).

Por otra parte, en la actualización del 2012 de la guía clínica del National Institute for Health and Clinical Excellence para el tratamiento del TAG (NICE, 2012, p. 7), se ha creado un subtítulo con letra resaltada en el 3er paso de la atención escalonada de este cuadro, destacando a la “terapia metacognitiva y terapia de intolerancia a la incertidumbre” y desdibujando a la RA en el cuerpo del texto. Como se ha descripto más arriba, a pesar de presentar a esta guía clínica como una revisión sistemática de evidencias, esto último no refleja un espíritu imparcial. De hecho, al final de dicha sección en la guía clínica debieron afirmar que “La TCC o relajación aplicada son estrategias particulares recomendadas en la guía. Sin embargo, la guía no realiza recomendaciones respecto a la selección de un método en particular de TCC”, evidenciando que el énfasis selectivo por uno u otro abordaje es infundado.

Otro ejemplo de diseminación inadecuada de la RA consiste en un material psicoeducativo sobre “relajación” recientemente publicado por el National Center for Complementary and Integrative Medicine de los National Institutes of Health de EE. UU. (NIH, 2014, p.3), donde se llegó a afirmar lo siguiente:

Las técnicas de relajación pueden no ser la mejor forma de ayudar a las personas con un trastorno de ansiedad generalizada… Los estudios indican que los resultados de largo plazo son mejores en personas con un trastorno de ansiedad generalizada que han recibido un tipo de psicoterapia llamada terapia cognitiva-conductual que en aquellas a quienes se les enseñaron técnicas de relajación.

Dicha publicación del NIH (2014), no sólo realiza una interpretación tendenciosa del metaanálisis realizado por Cuijpers y equipo (2014), sino que también, trata a todos los abordajes centrados en enseñar relajación por igual, afirmando que las investigaciones realizadas son de mala calidad y con resultados inconclusos. De esta forma, inhibe a que los pacientes acepten esta alternativa psicoterapéutica cuando, dependiendo del caso, podría ser la más indicada desde una perspectiva idiográfica.

Lo más grave de esta situación es que, incluso englobando a varios abordajes de relajación, en su metaanálisis, Manzoni, Pagnini, Castelnuovo, y Molinari (2008) reportaron una consistente y significativa eficacia por parte de los entrenamientos en relajación para reducir la ansiedad en pacientes con trastornos de ansiedad o sintomatología ansiosa. Más aun, en un reciente metaanálisis que intentó comparar la eficacia de la farmacoterapia vs. las psicoterapias de los principales trastornos de ansiedad (trastorno de pánico, trastorno de ansiedad y fobia social), Bandelow, y otros (2015) reportaron que el tamaño de efecto pre y post de las psicoterapias de relajación (relajación aplicada y relajación muscular progresiva) eran superiores a los de las terapias cognitivas (d de Cohen = 1.36 vs. 1.22, respectivamente).

Otra infamia vínculanda con la RA y que no ha sido investigada formalmente; pero en mi opinión personal, pareciera estar cobrando cada vez más fuerza entre los clínicos, es la asociación exclusiva y desmedida de las técnicas de relajación con un supuesto y potencial efecto iatrogénico. Dicho prejuicio surge de una serie de reportes de casos y de un estudio experimental en donde los pacientes manifestaron lo que se denominó como un efecto de “Ansiedad Inducida por Relajación” o, peor aún, “Pánico Inducido por Relajación” (Adler, Craske, y Barlow, 1987; Cohen, Barlow, y Blanchard, 1985; Heide y Borkovec, 1984; Lilienfeld, 2007).

El primer error respecto a este punto se evidencia al consultar las fuentes citadas en el párrafo anterior: Los casos reportados no se referían exclusivamente a las técnicas de relajación, sino que incluían a las técnicas de meditación y a cualquier práctica que requiriese un foco atencional sostenido en las sensaciones corporales o que promoviera una respuesta de relajación. Esta confusión surge del hecho de que en esa época no se realizaba un corte tajante entre meditación y relajación, como sucede hoy en día en algunos contextos. Un ejemplo de esto se ve en que los estudios de (Benson y Klipper, 1975, pos. 126) sobre la famosa “respuesta de relajación” surgieron investigando sobre prácticas de meditación trascendental, y lo expresaron claramente de la siguiente forma: “Hipoteticé que la respuesta de relajación también podría provocarse en un número de maneras diferentes, no sólo por el método expuesto por la meditación trascendental”. De hecho, pareciera ser que la división arbitraria entre relajación y meditación comienza a surgir a partir de estos reportes de efectos adversos.

El segundo error consiste en confundir reportes de casos aislados con evidencias rigurosas, y es por esta razón que Lilienfeld (2007, p. 52) concluyó que “estos hallazgos no demuestran que la relajación o la meditación están inevitablemente asociadas con efectos negativos”. Por último, este autor señaló que, en los casos reportados de ansiedad o pánico inducido por estas prácticas, tampoco se hicieron intentos por habituar a los pacientes a las prácticas de relajación o meditación por medio de una exposición gradual previa o algún otro procedimiento. Es por estas razones que no incluyó a las técnicas de relajación (ni a las de meditación) dentro del grupo de los “tratamientos psicológicos que causan daño”. Más aún, Bernstein, Carlson, y Schmidt (2007) sostuvieron que los fenómenos paradojales antes mencionados serían mejor descriptos como ansiedad o pánico inducidos por el procedimiento más que por la relajación. También, en caso de encontrarse con un paciente que experimente ansiedad durante un entrenamiento en relajación, se han desarrollado múltiples estrategias para resolver la situación (ver, por ejemplo, Behar y Borkovec, 2010; Bernstein, Carlson, y Schmidt, 2007; Heide y Borkovec, 1984).

Dentro del ámbito de la psicología básica, Wegner, Broome, y Blumberg (1997) realizaron un estudio experimental acerca de los efectos irónicos de la relajación bajo estrés, cuyos resultados sugirieron que el estrés y la carga cognitiva no eran condiciones adecuadas para la realización de terapia de relajación porque promovería un aumento de la ansiedad como efecto irónico, a pesar de ser el momento cuando más se la necesita. En este sentido, estos autores sugirieron estrategias adicionales para prevenir este efecto, centradas en reducir la carga cognitiva o disminuir el estrés, señalando, además, que “habrían formas en la que la terapia de relajación puede realizarse ‘bien’ o ‘mal’” (Wegner, Broome, y Blumberg, 1997, p. 19). En este sentido, estas investigaciones cambian la pregunta de “¿Hace daño la relajación?” hacia “¿Qué formas o funciones de la relajación son potencialmente iatrogénicas y cuáles son terapéuticas?”.

Limitaciones

Además de las dificultades mencionadas en la sección anterior, respecto a aquellos casos en donde el paciente experimenta ansiedad al intentar relajarse, existen condiciones médicas que pueden interactuar con el entrenamiento en relajación y que requieren cuidados extra o adaptación técnica. Por ejemplo, Bernstein, Carlson, y Schmidt (2007) señalan que algunas enfermedades músculo esqueléticas pueden contraindicar el uso de tensión en el componente de relajación muscular progresiva de la RA; otras pueden requerir aumentar o focalizar el uso de tensión para fortalecer ciertos músculos. También, en el caso de pacientes medicados por diabetes o hipertensión, el entrenamiento en relajación podría requerir una modificación del esquema farmacológico.

Otra limitación de la RA pareciera estar relacionada con la dificultad en mantener motivados y comprometidos con la práctica a los pacientes durante el tratamiento: En un RCT comparando distintos abordajes del trastorno de pánico, si bien la RA se mostró igualmente eficaz que la TCC y que la psicoterapia psicodinámica focalizada en el pánico (“PFPP” en inglés), la RA obtuvo una tasa de deserción del 41%, significativamente mayor a la de los otros abordajes, y particularmente vinculada a los pacientes más graves (Zilcha-Mano et al., 2015).

Por otra parte, Lindh-Åstrand y equipo (2015) debieron terminar prematuramente un RCT comparando abordajes online de TCC vs. RA para síntomas vasomotores postmenopáusicos en mujeres, dada una elevada tasa de deserción, en particular en el grupo que recibió RA. En este sentido, resulta interesante el estudio de Saensak y colegas (2013) quienes, años antes que el equipo de Lindh-Åstrand, registraron una tasa de deserción del 25% en su programa de entrenamiento en RA para pacientes con síntomas peri y postmenopáusicos. Por esta razón, estos autores evaluaron la efectividad de la RA cara a cara vs. una versión abreviada de la RA consistente en 1 sesión de 60 minutos cara a cara complementada con un seguimiento telefónico durante las 12 semanas. Sus resultados indicaron que la versión abreviada de RA era igualmente efectiva o levemente superior a la RA convencional.

Más recientemente, Alfonsson, Olsson, y Hursti (2015) realizaron un RCT en donde compararon la versión abreviada de RA online desarrollada por Carlbring y equipo (2007) vs. una versión “aumentada” con recursos audio-visuales y apoyo psicoterapéutico utilizando técnicas de entrevista motivacional. Si bien los resultados de su estudio no presentaron diferencias significativas en los grupos, Alfonsson, Olsson, y Hursti (2016) realizaron un reanálisis estadístico del mismo, a partir del cual lograron identificar los siguientes predictores de abandono de la RA online: Por un lado, el abandono temprano del tratamiento (antes de la primera semana de RA) estuvo asociada con una baja credibilidad en el modelo de tratamiento; mientras que el abandono durante el curso de la RA (antes de la evaluación post tratamiento) estuvo asociado a tener un elevado nivel de estrés, y a un patrón de personalidad enfocado en las consecuencias inmediatas de las conductas, y encontrar a la RA como poco interesante o poco recompensante. En este sentido, si bien se desconoce si estos resultados son generalizables a la RA cara a cara, sugieren que la tasa de deserción estaría más vinculada con la credibilidad, nivel de estrés y grado de hedonismo o motivación intrínseca del paciente que con el potencial efecto irónico de la relajación.

Reconceptualización

En lo referente a la comprensión de la respuesta de relajación y a la RA, es de destacarse la honestidad intelectual y flexibilidad psicológica de Hayes-Skelton y equipo (2013). Tras no obtener diferencias significativas en su RCT sobre TAG, comparando RA vs. terapia conductual basada en la aceptación (“Acceptance-Based Behavior Therapy” o “ABBT” en inglés) (Hayes-Skelton, Roemer, y Orsillo, 2013), estos autores optaron por rescatar a la RA reconceptualizándola desde las nuevas teorizaciones de tercera generación, a los fines de identificar formas en que la RA en sí misma podría ser potenciada y mejorada. Así, organizaron su reconceptualización de la RA en función de los siguientes pilares conceptuales:

  • RA y Mindfulness: De acuerdo a Hayes-Skelton y colegas (2013) muchas de las estrategias usadas en la RA probablemente cultiven mindfulness y descentración ya que la relajación es funcionalmente similar al mindfulness.
  • Consciencia del momento presente: Esta similitud con el mindfulness está dada, según estos autores, por el hecho de que, al igual que el mindfulness, la RA también promueve conciencia del momento presente a medida que anima a los pacientes a que vayan dejando de evitar o ignorar síntomas relacionados con la ansiedad y, en lugar de ello, orienten su atención hacia las sensaciones de tensión y relajación en el cuerpo (una experiencia del momento presente) y lejos del contenido de preocupaciones (focalizadas en el futuro). De este modo, a través de la relajación los pacientes aprenderían a desapegarse de sus preocupaciones, debilitando el hábito de preocuparse y fortaleciendo la capacidad de atender al momento presente. Esto también estaría reforzado por el automonitoreo de las señales tempranas de ansiedad que requieren que el individuo desarrolle un tipo de conciencia más objetiva y curiosa hacia su experiencia, cambiando su patrón de evitación experiencial hacia uno de curiosidad y acercamiento.
  • Actitud Compasiva, sin juzgar: Hayes-Skelton y equipo (2013) explicaron que el mindfulness también involucra un tipo de consciencia compasiva y menos crítica, que podría tener lugar en forma implícita en la RA. Por ejemplo, según estos autores, algunos pacientes parecen usar a la relajación muscular progresiva abreviada (2do paso de la RA) y a la detección de señales tempranas para cambiar su relación con sus experiencias internas, desarrollando una actitud auto-compasiva, por ejemplo, notando que sus pensamientos son solo pensamientos y que ocurren naturalmente y son hábitos más que señales de debilidad.
  • Aceptación: Hayes-Skelton y otros (2013) explicaron que la RA puede fomentar la aceptación de formas variadas, por ejemplo, alentando a los pacientes a continuar con la práctica, independientemente de las preocupaciones que les surjan durante el ejercicio. De este modo, la experiencia repetida de practicar podría estar enseñándoles que pueden reconocer experiencias internas displacenteras (ej.: preocupaciones y síntomas físicos de ansiedad) sin necesitar responder a ellas, y demostrándoles que si solamente dejan a esas experiencias ser y enfocan su atención en otra cosa (en el ejercicio de relajación), entonces, las preocupaciones, la ansiedad, o su forma habitual de reaccionar ante las mismas, eventualmente, cambia por sí sola. Asimismo, el auto-monitoreo de las señales tempranas de ansiedad también requiere que los pacientes enfrenten esas señales en lugar de reaccionar automáticamente y evitarlas.
  • AR y Exposición: Tal como señalaron Hayes-Skelton y equipo (2013), la fase aplicada de la RA tiene un foco explícito en conectar experiencialmente con situaciones que antes se evitaban. En consecuencia, los pacientes están continuamente e intencionalmente enfrentando y permaneciendo en situaciones que previamente evitaban. En consistencia con las teorías subyacentes a la terapia de exposición, de aprendizaje inhibitorio (Craske, Treanor, Conway, Zbozinek, y Vervliet, 2014), y de procesamiento emocional (Foa, Huppert, y Cahill, 2006), este afrontamiento y permanencia intencionales en situaciones previamente evitadas probablemente lleva a un incremento de las probabilidades de que el individuo enfrente situaciones similares en el futuro, consecuentemente, reduciendo su ansiedad a lo largo del tiempo. Por ejemplo, usando a la relajación como una respuesta aprendida de afrontamiento para enfrentar situaciones probablemente permita que transcurra el procesamiento emocional o nuevo aprendizaje al no ocurrir el resultado temido (Craske et al., 2014; Foa et al., 2006). Por otra parte, de acuerdo a Arch y Craske (2008) la exposición probablemente aumenta la aceptación, demostrando que es posible conectar con la experiencia y permanecer en la situación temida mientras se experimenta ansiedad. En este sentido, la fase aplicada de la RA sería otra vía de fomentar la aceptación por medio de exposiciones situacionales o in-vivo.

Es relevante destacar que si bien algunos autores sostienen que el entrenamiento en respiración —y por consecuencia lógica, en relajación— interfiere con la eficacia de las técnicas de exposición porque puede ser usado como estrategia distractoria, de evitación experiencial (Craske y Barlow, 2008; Schmidt et al., 2000), de acuerdo a Meuret, Wilhelm, Ritz, y Roth (2003, p. 751), “Las recientes críticas hacia el Entrenamiento en Respiración como tratamiento para el trastorno de pánico (Craske et al., 1997; Schmidt et al., 2000) están motivadas teóricamente y no se basan en evidencias empíricas”. Asimismo, pareciera ser que Craske y Barlow están confundiendo la forma (descripción topográfica) con la función (meta, propósito o consecuencia buscada) de una conducta (Martell, Dimidjian, y Herman-Dunn, 2010), como lo es el caso de la conducta de intentar relajarse. Por ejemplo, no es lo mismo utilizar la relajación (a) para evitar sentir ansiedad que (b) como medida de seguridad transitoria que me anime a empezar a enfrentar la situación, o bien, (c) que me ayude  regular la ansiedad y, de esta forma, pueda aceptar la situación con el cuerpo y disminuya mi activación autonómica para no actuar impulsivamente (Linehan, 2015). Tal como explicaron Martell y equipo (2010), al momento de evaluar una conducta, es más importante su función que su forma, ya que esta última no da cuenta de los antecedentes y consecuencias que contextualizan a la conducta.

Otra forma similar de reconceptualizar a la relajación surge de los desarrollos de Wegner (2010) a partir de sus posteriores experimentos sobre la supresión de pensamientos: De acuerdo a este autor, la supresión directa de pensamientos (o de cualquier otra experiencia interna) crea una obsesión porque los mecanismos mentales involucrados incluyen una búsqueda de justo aquello en lo que no queremos pensar e, irónicamente, aumentan nuestra sensibilidad al pensamiento y promueven su regreso. Sin embargo, la supresión puede ser más fácil cuando esquivamos este monitoreo irónico. En este sentido, estrategias exitosas de supresión indirecta serán aquellas que promuevan el distanciamiento o descentración, tales como la relajación, la consciencia corporal, la revelación personal, las relaciones sociales, y la práctica de abstenerse de realizar supresiones directas.

Wegner (2010), explicó que el efecto paradojal de la supresión de pensamientos tiene lugar por 2 factores: Un intento directo de suprimir pensamientos más, como se mencionó anteriormente, la carga o esfuerzo cognitivo. De este modo, planteó 3 estrategias globales para lograr disminuir pensamientos indeseados: (a) Disminuir/evitar la sobrecarga cognitiva, (b) Suprimir pensamientos en forma indirecta, buscando un distractor absorbente, y/o (c) Aceptar los pensamientos (estrategia paradojal, a su criterio). Entre las primeras incluyó a la disminución del multitasking, priorizar actividades (no intentar hacer todo) y relajarse. Entre las segundas incluyó a las técnicas corporales como el yoga, mindfulness y el entrenamiento en respiración, ya que aportan un distractor ideal por su naturaleza cambiante (es mucho más difícil permanecer atento a un distractor estático). Si bien, este autor vinculó a la relajación exclusivamente con la disminución de la carga o esfuerzo cognitivo, en mi opinión, al requerir la misma un foco atencional en las sensaciones corporales y en la respiración, y requerir la aceptación de pensamientos negativos, también incluye, implícitamente, a las estrategias (b) y (c). De hecho esta afirmación se corresponde con lo sugerido por Hayes-Skelton y equipo (2013).

Evidencias sobre mecanismos de acción de la relajación aplicada

Mientras que la teoría original de la RA se centra en la reducción de la activación muscular como mecanismo primario para reducir la ansiedad (Hayes-Skelton et al., 2013), Conrad y Roth (2007) realizaron una revisión de la efectividad de varias técnicas de relajación y concluyeron que las evidencias empíricas existentes no permiten concluir que la activación fisiológica de pacientes con TAG o trastorno de pánico disminuye a lo largo del curso de una terapia de relajación, incluso cuando los pacientes reportan una disminución subjetiva de la ansiedad. Es por esta razón que Hayes-Skelton y colegas (Hayes-Skelton et al., 2013; Hayes-Skelton, Usmani, Lee, Roemer, y Orsillo, 2012), hipotetizaron que, si bien la reducción en la tensión podría jugar un rol en la eficacia de la RA, probablemente hayan otros mecanismos de acción adicionales involucrados.

En publicaciones de evidencias preliminares evaluando posibles mecanismos de la RA, Hayes-Skelton y equipo (Hayes-Skelton y Graham, 2013; Hayes-Skelton et al., 2012) presentaron resultados que sugieren cambios en Mindfulness, Descentramiento, Aceptación, y una reducción en las Meta-preocupaciones a lo largo del curso de la RA. Asimismo, en un segundo estudio, Hayes-Skelton, Calloway, Roemer, y Orsillo (2015) obtuvieron resultados que sugieren que el descentramiento, es decir, la capacidad para observar a los pensamientos y sentimientos como eventos objetivos en lugar de identificarse con ellos, sería un mecanismo de cambio común entre la RA y la ABBT para el TAG.

Integración de la RA y de la respuesta de relajación en TCCs de 3ra Generación

Tal como plantearon Alfonsson y equipo (2015), con algunas condiciones como los acúfenos, la RA funciona como la intervención principal; sin embargo, raramente es provista como una intervención aislada salvo cuando se la ha usado como condición de control dentro del marco de un RCT. Esto es in lindo ejemplo de cómo el control de amenazas a la validez interna en algunos RCTs genera prácticas que difieren del accionar de los terapeutas en su consultorio. Por ejemplo, en el RCT realizado por Hayes-Skelton y equipo (2013), comparando RA vs. ABBT, se les prohibió a los terapeutas realizar algunos tipos de intervenciones: A los terapeutas del grupo control (RA) se les prohibió realizar 10 intervenciones (ej.: aquellas vinculadas con la clarificación de experiencias emocionales, aceptación de las experiencias internas, acciones guiadas por valores, etc.), y a los terapeutas del grupo experimental (ABBT) se les prohibió realizar 7 intervenciones (ej.: enfatizar la importancia de modificar los pensamientos, explicitar el objetivo de reducir la ansiedad, etc.). Claramente, eso no sucede en la práctica clínica cotidiana o los famosos “TAU” (“Treatments As Usual” en inglés), donde el terapeuta, guiado por la conceptualización del caso, podría combinar elementos de uno y otro abordaje. Por otra parte, independientemente del tipo de TCC que se lleve adelante, todo Terapeuta Cognitivo trabaja con estrategias motivacionales para mantener comprometido a su paciente y con estrategias de resolución de problemas ante los normales y esperables obstáculos que surgen durante las prácticas psicoterapéuticas (por ejemplo, que el paciente se olvide el formulario de monitoreo). En este sentido, la integración de la RA con otros recursos de TCC es inevitable.

Ejemplos formalizados de la integración de la RA con otras TCCs (con variados énfasis y estilos) son la TCC del TAG desarrollada por Newman y Borkovec (2002); la fusión de la RA con otras estrategias dentro del módulo de entrenamiento en habilidades de tolerancia al malestar y manejo efectivo de crisis de la Dialectical-Behavioral Therapy (DBT Linehan, 1993, 2015); el programa grupal Cognitive-Behavioral Stress Management (CBSM Antoni, Ironson, y Schneiderman, 2007; Penedo, Antoni, y Schneiderman, 2008); y el programa grupal Applied Relaxation y Applied Mindfulness (ARAM McCann, Marion, Davis, Crandall, y Hildebrandt, 2013).

Como parte del entrenamiento en terapia centrada en la compasión (“Compassion-Focused Therapy” o “CFT” en inglés), Gilbert (2009) también integró mindfulness de la respiración con relajación muscular progresiva, relajación directa, y relajación condicionada en un mismo ejercicio secuencial, denominado “Mindful Relaxation”, que podría traducirse como “Relajación con consciencia plena”. También, sugirió combinar el foco atencional en la respiración con distintas actividades para relajarse con la actividad. Por último, propuso distintas actividades de práctica informal de mindfulness para llevar la relajación a la vida cotidiana. También, Fresco, Mennin, Heimberg, y Ritter (2013) integraron a las técnicas de la RA y de Mindfulness dentro del marco más amplio de la regulación emocional, desarrollando la terapia de regulación emocional para pacientes con TAG y depresión comórbida. Por otra parte, dados los resultados de sus RCTs, Hayes-Skelton (comunicación personal: 3 de noviembre del 2014) está evaluando con su equipo los potenciales beneficios de combinar a la ABBT y la RA para aumentar su eficacia, por ejemplo, iniciando el tratamiento con las habilidades de la RA, que son más concretas, para luego, ir incorporando intervenciones basadas en la aceptación y acción guiada por valores.

En síntesis, la RA es un abordaje con apoyo empírico para múltiples problemáticas. Si bien su presentación es sencilla, pareciera que opera bajo mecanismos sofisticados que no están reflejados en su teorización original, tales como descentración, mindfulness, aceptación, supresión indirecta y/o reducción de meta-cogniciones negativas. A pesar de sus abundantes evidencias empíricas, tanto los investigadores como los clínicos parecen tener una relación ambivalente y prejuiciosa hacia su uso, dificultando su correcta diseminación. A partir de este trabajo espero haber logrado, al menos parcialmente, mi objetivo de exponer una revisión de las críticas, ventajas y desventajas de la RA a la luz de las nuevas evidencias empíricas, y reestructurar prejuicios hacia la RA que obstaculizan su diseminación.

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  • Salud Mental y Tratamientos

El impacto de la terapia de aceptación y compromiso (ACT) luego de 5 años

  • 06/04/2017
  • Fabián Maero

Una pregunta importante en las investigaciones de eficacia de un modelo es qué tanto se sostiene una intervención a lo largo del tiempo. Nos interesa saber si una intervención tiene efecto sólo mientras se realiza o si algo de ella perdura luego, y esta pregunta surge con frecuencia particularmente en ámbitos en donde se suele escorchar con el regreso de los síntomas (una idea bastante tosca en sí misma, pero no me voy a meter con eso ahora, ya lo hemos reseñado aquí).

La investigación que hoy reseñamos ya ha sido aceptada en el Journal of Contextual Behavioral Science pero aún no se ha publicado (Kohtala, Muotka, & Lappalainen, 2017), se trata de un seguimiento luego de 5 años de una intervención de 4 sesiones de ACT que se publicó en 2013 (Kohtala, Lappalainen, Savonen, Timo, & Tolvanen, 2013)

La investigación de 2013

La investigación original fue un típico diseño pre-post, en donde se separa a los participantes en un grupo de intervención y un grupo de control, se administran las herramientas antes de la intervención, después de la intervención, y luego de 6 meses, para observar su variación en ambos grupos en esos tres momentos.



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La investigación se realizó en Finlandia, e incluyó a 57 participantes que fueron asignados aleatoriamente a un grupo de intervención o un grupo de lista de espera (es decir, no recibieron tratamiento al administrar los cuestionarios, aunque sí luego de 5 semanas). En total 28 personas fueron asignadas al tratamiento y 29 a lista de espera.

No era requisito tener un diagnóstico específico para la investigación sino síntomas del estado de ánimo, pero todos los participantes tenían síntomas depresivos moderados o severos. Se utilizaron varias herramientas autoadministradas para la evaluación: el Inventario de Depresión de Beck (IDB), el SCL-90, SASS (Social Adaptation Self-Evaluation Scale, mide funcionamiento social y afrontamiento cotidiano). Además en cada sesión se administró el AAQ-II y se utilizaron tres escalas visuales de 0-100 para un reporte rápido del estado de ánimo, confianza y satisfacción vital.

La intervención fue de ACT, y abarcó solo cuatro sesiones. Los terapeutas (20) tenían poca experiencia, eran aún estudiantes realizando su formación clínica en la Universidad de Jyväskylä, en Finlandia (no pienso volver a escribir esa palabra), con una edad promedio de 26 años. Ninguno de los terapeutas tenía experiencia como psicoterapeuta. Los terapeutas recibieron solo 14 horas de entrenamiento en ACT y para la intervención utilizaron un manual y recibieron supervisiones semanales. En total, fueron 23 horas de contacto con ACT, entre entrenamiento y supervisión. Además, los terapeutas recibieron estos lineamientos generales: trabajar cooperativamente con los pacientes para hallar cómo podrían impactar sus vidas con acciones basadas en valores (esto es, “activar” entre sesiones), y trabajar con barreras emocionales y verbales que podrían surgir al actuar hacia una vida que valga la pena. En sí, los componentes de la intervención ACT fueron bastante típicos (metáforas, ejercicios, etc.), no es un manual muy distinto de lo que conocemos y usamos habitualmente.

Resultados

Los resultados de la intervención, medidos en la comparación de antes y después del tratamiento, fueron muy buenos. Por ejemplo, el grupo ACT pasó de una media de 23.93 a una media de 12.57 en el IDB, y de 1.36 a 0.73 en el SCL-90 (el Índice de Severidad Global del SCL-90), mientras que el grupo de control pasó de 22.03 a 21.21 en el IDB y de 1.05 a .93 en el SCL-90 en el mismo tiempo.

Pueden ver el resto de los resultados pre y post en esta imagen. Measurement es la herramienta usada; en la columna de la izquierda están los datos para la intervención ACT (pre son los promedios para cada herramienta antes de la intervención, post son los promedios luego de la intervención); en la columna de la derecha están los datos para la lista de espera (WLC).

Y en esta imagen están los datos con el seguimiento (follow-up) a seis meses para la intervención ACT. Dado que el grupo de espera recibió la intervención luego de 5 semanas el seguimiento los incluye también, es decir, abarca a los 57 participantes.

En resumen: una intervención ACT de 4 sesiones administrada por terapeutas inexpertos ocasionó una reducción del 47% en síntomas depresivos (IDB), y estas mejorías se sostuvieron o aumentaron en el seguimiento a 6 meses.

Esta es, en resumen, la investigación que se publicó en 2013. Ahora bien, ¿cómo continúa esta historia? La respuesta, en el próximo episodio.

Cinco años más tarde…

Los autores contactaron a los participantes cinco años después de la investigación de 2013. Como suele pasar en las reuniones de ex alumnos de la secundaria, algunos se cayeron del mapa. En total, los investigadores pudieron contactar con 35 de los 57 participantes originales, a los cuales les volvieron a administrar las evaluaciones y además realizaron una entrevista cuando fue posible (y sí, les pagaron por participar).

Las evaluaciones que se les administraron a 5 años fueron ligeras variaciones de las originales: se utilizó el IDB-2 (en lugar del IDB original), SCL-90, SASS, las tres escalas visuales, el AAQ-2, y añadió el Kentucky Inventory of Mindfulness Skills (KIMS), una escala que mide habilidades de mindfulness.

La entrevista fueron 10 preguntas abiertas como por ejemplo “¿Algo se ha quedado contigo de la intervención?” o “¿Cómo ha cambiado tu bienestar desde que terminó la intervención hace cinco años?”, además de indagar si habían recibido algún tratamiento extra durante ese tiempo.

De estas evaluaciones, surgió que la mayoría de los participantes había sostenido o experimentado mejorías en su estado de ánimo durante esos cinco años. Solo un pequeño porcentaje empeoró (11%).

Un 60% de ellos atribuyeron esos cambios a la intervención ACT, con respuestas tales como “He sido capaz de influenciar mi propio bienestar: no me atasco con mis sentimientos, los veo como cosas separadas”. También un 60% reportaron seguir utilizando las herramientas de ACT luego de la intervención.

En la siguiente imagen pueden ver la evolución de las herramientas administradas en los cuatro momentos: antes de la intervención (pre); inmediatamente después de la intervención (post); el seguimiento a 6 meses (6-month follow-up), y el seguimiento a 5 años (5-year follow-up).

Lo que se muestra para cada herramienta es la puntuación promedio (con la desviación estándar -SD- entre paréntesis) y el intervalo de confianza (CI) debajo:

Cerrando

Quisimos reseñar esta investigación porque es poco habitual ver seguimientos a tan largo plazo. Por motivos de fondos o de diseño, las investigaciones suelen hacer seguimientos de 6 meses en la mayoría de los casos, y con menor frecuencia seguimientos a 12 o 24 meses.

Esta investigación señala no sólo que el impacto de ACT ha sido duradero a pesar de tratarse de una intervención de tan solo 4 sesiones a manos de terapeutas inexpertos, sino que en su mayoría los pacientes atribuyen sus mejorías a la intervención, y reportan un uso continuado de las ideas que se trabajaron durante el tratamiento.

Como todas las investigaciones, tiene sus limitaciones (la mayor de las cuales es que la muestra es relativamente pequeña), pero es alentador pensar que incluso si no somos expertos en ACT, incluso si tenemos poco tiempo para trabajar con un paciente, podemos tener un impacto positivo que se sostenga por años en la vida de una persona.

Artículo publicado en Grupo ACT y cedido para su publicación en Psyciencia.

Referencias

  • Kohtala, A., Lappalainen, R., Savonen, L., Timo, E., & Tolvanen, A. (2013). A Four-Session Acceptance and Commitment Therapy Based Intervention for Depressive Symptoms Delivered by Masters Degree Level Psychology Students: A Preliminary Study. Behavioural and Cognitive Psychotherapy, (November 2013), 1–14. http://doi.org/10.1017/S1352465813000969
  • Kohtala, A., Muotka, J., & Lappalainen, R. (2017). What Happens after Five Years?: The Long-Term Effects of a Four-Session Acceptance and Commitment Therapy Delivered by Student Therapists for Depressive Symptoms. Journal of Contextual Behavioral Science. http://doi.org/10.1016/j.jcbs.2017.03.003

Imagen: Unsplash

Sin categoría

Desvenlafaxina, un antidepresivo utilizado en personas con dolor crónico

  • 05/04/2017
  • Alejandra Alonso

Un antidepresivo esta siendo utilizado como tratamiento de primera línea para el dolor neuropático y el dolor crónico. Una reciente investigación nos explica por qué.

La desvenlafaxina es un inhibidor de la recaptación de serotonina y noradrenalina (ISRSN) que se utiliza en casos de depresión mayor en adultos.

Aunque no esta indicada para el dolor neuropático, actualmente las guías consideran que los antidepresivos tricíclicos, los duales y los antiepilépticos gabapentina y pregabalina pueden utilizarse como primera línea de tratamiento. Los fármacos como el tramadol, los apósitos de lidocaína al 5% y los parches de capsaicina al 8% son recién la segunda línea de tratamiento; y finalmente, en una tercera línea, encontraríamos a los opioides potentes.



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“La interacción entre el binomio dolor y depresión es muy habitual y representa la complicación psicológica más frecuente en los pacientes con dolor crónico (oscila entre un 16 y 54%)”, escribe Antonio Alcántara Montero, quien llevó a cabo una investigación que resume los datos farmacológicos más importantes de la desvenlafaxina y reunió información bibliográfica sobre su utilización en el dolor neuropático y el crónico.

Según el estudio, la depresión en pacientes con dolor crónico se presenta junto con disminución del umbral doloroso, percepción aumentada del dolor, peor respuesta analgésica y mayor limitación funcional.

Alcántara Montero concluye que, si bien hay escasa evidencia de que dicho antidepresivo sirva para el dolor neuropático, sus características farmacocinéticas lo convierten en un antidepresivo diferente, útil en algunos subgrupos de pacientes con dolor crónico (polimedicados y pacientes con insuficiencia hepática, por ejemplo), en quienes suele presentarse una depresión comórbida.

Fuente: Neurologia

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Uso de píldoras anticonceptivas debería ser libre de prescripción, según estudios

  • 05/04/2017
  • Rita Arosemena P.

La idea de que la prevención del embarazo no deseado amerita la prescripción médica se píldoras anticonceptivas debería ser desestimada tanto para adolescentes como para mujeres adultas, sostiene un reporte publicado en el Journal of Adolescent Health.

El informe, que examina décadas de investigación en el tema, concluye de forma determinante la importancia del libre acceso a métodos anticonceptivos, en especial durante la adolescencia, básicamente por un asunto de libre elección y capacidad suficiente para ejercer la prevención de forma consciente y responsable.

Las adolescentes son perfectamente capaces de administrar el uso adecuado de píldoras anticonceptivas sin indicaciones médicas estrictas y sin que sea necesario contar con una orden, sugiere el reporte presentado por la Universidad John Hopkins y en el cual se recopilan los datos de años de estudios que demuestran que el acceso temprano a métodos anticonceptivos orales disminuye la incidencia de embarazo adolescente.



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Este es un llamado de atención importante para países donde el índice de embarazo adolescente es considerablemente alto, como en América Latina y el Caribe, donde el índice de maternidad adolescente está cerca del 18% según la ONU.

También supone un punto a favor de las políticas de implementación de programas de educación sexual en regiones vulnerables. En Panamá, por ejemplo, donde han sido registrados casos comunes de embarazo en niñas de 13 años, los planes de educación sexual propuestos por el gobierno y grupos particulares han sido confrontados más de una vez por la Iglesia Católica y colectivos reaccionarios según los cuales el tema de la educación sexual equivale a promover las relaciones sexuales a edad temprana.

En cuanto a esto, el reporte publicado muestra cifras contundentes: cerca de 11 millones de mujeres en los Estados Unidos utilizan la píldora como método anticonceptivo (estimación del año 2012), lo cual conviene un 90% de efectividad en la prevención del embarazo no deseado. Además, los efectos secundarios son poco comunes y su uso puede ser fácilmente orientado por un farmacéutico.

Países como China y la India venden ya píldoras anticonceptivas libres de prescripción médica, así como las regiones de California y Oregon en los Estados Unidos.

No obstante, la iniciativa es aún una tarea pendiente y de urgente aplicación en más de 40 países, considerando que las mujeres son perfectamente capaces de decidir si la píldora es o no conveniente para ellas.

Fuente: Outline

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Por qué los estudiantes más exitosos no tienen pasión por la escuela

  • 05/04/2017
  • Equipo de Redacción

Mucha gente piensa que para ser exitosos hay que ser apasionado. La pasión hace que los desafíos se disfruten. Da la resistencia necesaria para sobresalir. Sin embargo, hay algunos contraejemplos donde la pasión no parece ser un ingrediente necesario para el éxito. Uno de esos es el caso del éxito académico. Uno pensaría que los estudiantes exitosos deben ser apasionados en relación a su escolaridad, y que esta pasión por la escuela daría cuenta, al menos en parte, de por qué algunos alumnos son exitosos y otros no. Pero esto no es correcto. Mi investigación ha encontrado que no hay relación entre cuán bien les va a los estudiantes académicamente y cuál es su actitud real hacia la escolaridad. Un estudiante no necesita pasión por la escuela para ser exitoso académicamente.

Los resultados de mi investigación derivan del análisis de una base de datos internacional a gran escala llamada Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA por sus siglas en inglés). La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OECD, por sus siglas en inglés) hace que se pueda acceder a dicha base de datos cada 3 años. Es un tesoro que da a científicos como yo una visión inigualable sobre lo que los estudiantes piensan de su educación. En la evaluación PISA más reciente, del 2015, 72 países y economías contribuyeron. Pruebas de lectura, matemáticas y ciencias, junto con un cuestionario sobre actitudes, creencias, hábitos de aprendizaje y similares, se administran a muestras representativas nacionales de chicos de 15 años alrededor del mundo. En encuestas previas, se utilizaron cuatro opciones simples para evaluar la actitud de los estudiantes hacia la escuela:

(a) la escuela ha hecho poco para prepararme para la vida adulta cuando la deje



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(b) la escuela ha sido una pérdida de tiempo

(c) la escuela me ayudó a ganar confianza para tomar decisiones

(d) la escuela me ha enseñado cosas que pueden ser útiles en un trabajo

Resultó ser que correlaciones directas y simples entre los logros académicos del alumno y su actitud hacia la escuela estaban cerca del cero. Lo que esta lejos de ser una anomalía. El resultado cercano a cero se replicó en el PISA de 2003, 2009 y 2012. No hubieran diferencias con respecto al contexto socioeconómico de los alumnos. El género no afectó los hallazgos, y se mantiene tanto para países desarrollados como en desarrollo. Solo cerca del 2 por ciento del desempeño de PISA en matemáticas fue explicado por las actitudes de los estudiantes hacia la escuela en 62 países. Esto significa que, en la mayoría de los países, los estudiantes con conocimientos académicos no mantienen a su escuela en alta estima. De manera similar, los estudiantes con menos conocimientos académicos no necesariamente tienen opiniones pobres de su escolarización. Simplemente no hay conexión. Esto levanta la intrigante pregunta sobre la motivación. Si no hay una relación real entre los logros académicos y la actitud, ¿entonces qué motiva a los estudiantes brillantes a lograr el éxito académico? Ciertamente no es debido a una abundante pasión por la escuela.

La respuesta es que viene de adentro. Otro estudio basado en PISA ha sugerido que lo que separa a los estudiantes con más y menos conocimientos académicos son las creencias personales sobre sus propias fortalezas y debilidades. Variables psicológicas individuales tales como autoeficacia, ansiedad y disfrute por el aprendizaje en sí mismo, explican entre el 15 y el 25 por ciento de la variación en los logros de los estudiantes. Colectivamente, investigaciones muestran que las creencias de los estudiantes en sus propias habilidades de resolución de problemas es mucho más importante que su percepción de la escuela.

Esto es un problema. La actitud de los alumnos hacia la escuela debería importar por varias razones. Si los estudiantes encuentran difícil ver los beneficios directos de su escolarización, si piensan que su escuela ha fallado en llenar sus expectativas, y si perciben que sus habilidades académicas son aprendidas fuera de la escuela, es posible que esto afecte su visión de las instituciones formales más tarde en la vida. Y por supuesto, muchas personas tienen visiones pesimistas sobre el rol que juegan las instituciones formales — una mirada que muy bien pudo haber derivado de las experiencias en la escuela durante los años de formación. Las instituciones formales moldean la vida de los ciudadanos. Deben ser apoyadas, mejoradas y fortalecidas — no descartadas. Así que se debería enseñar a los estudiantes a invertirse en instituciones formales, en vez de despedazarlas o no formar parte de ellas.

¿Qué puede hacerse? Los adultos responsables de tomar las decisiones sobre la escolarización necesitan ser más competentes sobre las influencias a largo plazo que puede tener la escuela en las actitudes y creencias de los estudiantes. Se debe dar un fuerte énfasis a la inclusión de trabajos prácticas en grupo que emulen lo que ellos vayan a hacer en la vida cuando se gradúen. Si los estudiantes alcanzan o no a ver el vínculo entre su presente y futuro, esto puede tener consecuencias críticas para nuestra sociedad.

Artículo escrito por Jihyun Lee en AEON y traducido por Alejandra Alonso.

Artículo recomendado: No busques tu pasión, busca una carrera que cambie la vida de las personasAeon counter – do not remove

  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Estimulación basada en mindfulness para personas mayores con enfermedad de Alzheimer u otras demencias (PDF)

  • 04/04/2017
  • David Aparicio
Postergación y TB

Los tratamientos psicológicos son una práctica habitual en el contexto sociosanitario de atención a personas mayores dependientes. En los últimos años se está introduciendo la práctica de mindfulness para personas mayores. Sin embargo, estas prácticas presentan dificultades para su aplicación en residencias y centros de día por el deterioro cognitivo que presentan los usuarios de estos servicios.

En este artículo se muestra cómo se desarrollo un programa de estimulación basado en mindfulness en el entrenamiento de las actividades de vida diaria (AVD). Esta intervención se fundamenta en el entrenamiento del personal auxiliar y/o cuidador de forma simultánea con los usuarios de los servicios para, posteriormente en la rutina del centro, realizar un entrenamiento de la presencia consciente en la acción durante las AVD.

El objetivo final de esta intervención es potenciar la coherencia funcional y la integración personal mediante prácticas de mindfulness en acción en actividades básicas, instrumentales o avanzadas.



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Descarga el artículo completo en Formato PDF.

Autores:Domingo Jesús Quintana Hernández1 y María Teresa Miró Barrachina
Fuente: Papeles del Psicólogo

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