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Análisis

359 Publicaciones
  • Análisis
  • Salud Mental y Tratamientos

¿Qué es una Terapia Basada en Procesos (TBP)?

  • Guido Korman
  • 30/05/2023

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Introducción

Dado que se trata de un texto reflexivo, me permito hacer una disquisición personal al inicio del mismo. Hace más de 20 años empecé a leer sobre terapia cognitivo-conductual. Durante ese tiempo he investigado, enseñado y practicado el modelo en sus sucesivas transformaciones. Por eso, cuando me enteré de que Steven Hayes y Stephan Hofmann iban a publicar un libro juntos, me sentí sorprendido y, al igual que todos los interesados en la terapia cognitivo-conductual (TCC), esperé con ansias la publicación del libro Terapia Cognitiva Conductual Basada en Procesos (TCC-BP) (Hayes & Hofmann, 2018). En publicaciones posteriores, el modelo que proponían se llamó Terapia Basada en Procesos (Hofmann et al., 2021) por este motivo en el texto de ahora en más nos referiremos como TBP. Este modelo tenía como objetivo ser un marco general que permitiera incluir toda la psicoterapia con apoyo empírico, no solo los modelos cognitivo-conductuales.

En el año 2017, los dos autores que lideraban el campo de la terapia TCC desde posiciones opuestas (Hayes representando al modelo conductual y Hofmann el cognitivo-conductual) publicaron un texto en el que se referían, de manera amable, al debate que habían mantenido de forma álgida  durante una década (Hayes & Hofmann, 2017).  

Este hecho conmocionó al campo de la psicoterapia con apoyo empírico, especialmente en el ámbito de la TCC. Durante diez años, Hayes y Hofmann sostuvieron un debate acalorado sobre el papel de la cognición en los tratamientos, la existencia o no de una tercera ola en la TCC, entre muchos otros temas (Hofmann & Asmundson, 2008; Korman & Garay, 2012).

Cuando comencé a leer el libro de TCC-BP (Hayes & Hofmann, 2018) , me resultó difícil comprender a qué se referían con «procesos». La misma definición me resultó confusa y poco clara. «Proceso» es una categoría genérica que abarca distintas categorías y niveles de análisis. En general, los modelos en psicoterapia con apoyo empírico suelen ser directos y no recurren a categorías confusas. Para las aspiraciones del conocimiento científico, esta categoría resulta difusa y representa algo nuevo en los modelos de la TCC, pero es bastante común en otros modelos que hacen referencia a categorías provenientes de otros campos como la filosofía y las ciencias duras. Gran parte del logro de los modelos TCC es su claridad conceptual, tienden a ser sencillos y directos (Beck, 1963, 1964; Strlich, 2010). Incluso se podría afirmar que en el clásico modelo beckeano, la teoría está subordinada a la clínica, ya que utiliza conceptos tomados de otros modelos para ser aplicados a la práctica clínica (Korman, 2013, 2017). El desarrollo Beckeano fue desarrollado a partir de percibir que el cambio cognitivo generaba una mejora en el ánimo. Beck, que era un psicoanalista, encontró algunas ideas discordantes con su modelo teórico y esto fue parte del esfuerzo generacional para convertir al psicoanálisis en una disciplina científica (Weishaar, 1993). La TCC estándar se construyó con una subordinación de la teoría a los datos, y el modelo Beckeano es un ejemplo de ésta lógica. Mientras que el modelo conductual tuvo una cercanía mayor a la investigación básica  y preguntas por la construcción del conocimiento (sirva de ejemplo la discusión Chomsky y Skinner).

La construcción del modelo teórico de la TCC no fue un proceso lineal, sino que fue resultado de un proceso evolutivo, en el que se tomaron en cuenta las críticas y las complejidades que surgieron en el campo de la psicoterapia con apoyo empírico. En este sentido, la TBP surge como una respuesta a la crítica del modelo ACT impulsada por Steven Hayes (Hayes, 2016) y la respuesta a las posturas de este último por parte de Stephan Hofmann (Hofmann & Asmundson, 2008), quienes representan dos tradiciones con basamentos distintos, el modelo conductual y el modelo cognitivo. Así, la TBP busca aunar estas dos tradiciones en un modelo teórico que permita avanzar en la comprensión y el tratamiento de los trastornos psicológicos. En realidad, los autores argumentan que no se trata de un nuevo modelo, sino más bien de un intento de integrar la investigación y la clínica para evitar que sigan avanzando por caminos separados, como ha venido ocurriendo. En este sentido, retoman una antigua discusión sobre cómo gran parte de las propuestas de los investigadores en psicología clínica tienen poco que ver con la práctica clínica real (Beutler et al., 1996).


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Por lo tanto, para cumplir con el objetivo de presentar el modelo de TBP, se va a estructurar el texto que les voy a presentar en seis ideas generales que resumen los puntos clave  para entender el modelo. Esto permitirá una mejor comprensión para aquellos interesados en abocarse a este complejo desafío.

La primera idea del modelo de TBP propone un cambio de enfoque respecto a la categoría de trastorno mental. En este sentido, se argumenta que las intervenciones científicas deben alejarse de los protocolos basados en síndromes y enfocarse en el sufrimiento humano de manera más amplia. Para comprender esta propuesta, es necesario hacer una breve reseña histórica del trastorno mental y señalar cuál es el modelo que está en crisis. En resumen, esta primera idea busca desafiar la idea tradicional de trastorno mental y proponer una comprensión más amplia del sufrimiento humano que permita una intervención más eficaz y centrada en el paciente.

Una segunda idea, que podríamos decir que es un factor  que impacta en el desarrollo de la TBP  es la aparición de los Research Domain Criteria (RDoC). Los RDoC son una propuesta alternativa a la categoría de trastorno mental propuesta por el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos. A diferencia de los criterios diagnósticos basados en síndromes (como los utilizados en el DSM-5 y CIE-11), los RDoC proponen una perspectiva dimensional que tiene en cuenta las diversas dimensiones de la experiencia humana, como la cognición, la emoción y la motivación.

Esta perspectiva dimensional propuesta por los RDoC ha tenido un impacto negativo en los sistemas diagnósticos operativos, ya que ha cuestionado la financiación de proyectos basados en trastornos mentales que se apoyan en estos sistemas diagnósticos.

La tercera idea que presentan es un análisis de lo que esperan los clínicos de la investigación. Los autores señalan que los clínicos esperan que la investigación clínica les brinde herramientas útiles para mejorar la eficacia y eficiencia de sus intervenciones terapéuticas. Para lograr avances significativos en la práctica clínica, es esencial que los estudios de investigación se centren en responder a las necesidades y demandas reales de los pacientes. En este sentido, es fundamental que la investigación trascienda de categorías generales a la posibilidad de diseñar intervenciones específicas que aborden las necesidades de cada paciente de forma individualizada. Para ello, es fundamental que tanto las preguntas de investigación como los métodos de estudio sean diseñados teniendo en cuenta las necesidades específicas de los pacientes en contextos específicos. Solo así se podrá garantizar que los resultados de la investigación sean realmente útiles para la práctica clínica y contribuyan a mejorar la calidad de vida de los pacientes.

La cuarta idea presentada es quizás la más compleja de todas: ¿qué es un proceso? En este apartado se describen las dificultades que este concepto puede presentar. A menudo es difícil de comprender, ya que puede tener diferentes significados y conlleva una cierta complejidad de aprendizaje. En otras palabras, se trata de un concepto que puede resultar confuso al principio y que requiere un esfuerzo adicional para entenderlo de manera clara y completa.

La quinta idea presentada se centra en la red causal compleja, una alternativa al DSM y la CIE para explicar la psicopatología. En este punto, se aborda en profundidad la naturaleza de qué es una red causal compleja y su papel en la explicación de la psicopatología. Se trata de un concepto  que es fundamental para entender los procesos subyacentes que causan la enfermedad mental. A lo largo de esta sección, se analizan las complejidades asociadas con la red causal compleja y se explican las diferencias clave entre este enfoque y los métodos tradicionales de diagnóstico y tratamiento.

La sexta idea presentada es una crítica al papel de los mediadores y moderadores, cómo categorías estadísticas, en la construcción de la psicoterapia con apoyo empírico, reconociendo sus limitaciones y destacando la necesidad de explorar otras metodologías para avanzar en la comprensión de la psicoterapia. Se discute cómo se ha investigado en psicoterapia y se aborda la cuestión de la «estrella de la muerte», un proyecto que pretende analizar la totalidad de los estudios sobre los mediadores de cambio en las intervenciones psicosociales. A pesar de las críticas a cómo se ha investigado en psicoterapia, es importante reconocer los avances logrados hasta ahora. Este enfoque ambicioso es, en tono jocoso, comparado con el intento de dominar el imperio de la psicoterapia (referencia a Star Wars) a través del trabajo titánico de procesar la casi totalidad de los estudios de mediadores en psicoterapia.

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I. La caída del trastorno mental

Cómo surge la psicoterapia con apoyo empírico

Antes de adentrarnos a explicar la propuesta alternativa al diagnóstico basado en sistemas diagnósticos operativos (DSM o CIE) vamos a contextualizar el rol de estos sistemas en la constitución de la moderna psicoterapia. Una pequeña historia de como surge la psicoterapia con apoyo empírico. Es decir, el suelo que pisamos, nuestro argumento para decir que hacemos lo correcto y esto que llamamos correcto tiene apoyo empírico.

La política de financiamiento y promoción de la investigación en psicoterapia es la creadora de lo que denominamos psicología clínica con apoyo empírico (Korman, 2013). El Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos, en la década del 50 propone incorporar a la psicoterapia a la práctica científica invirtiendo, entre 1949 y 1977, aproximadamente 55 millones de dólares en casi 530 subsidios; esto representaba entre el 55% y el 65% de la investigación mundial en psicoterapia (Memorandum from Chief, 1977, 1980, citado en Rosner, 2005). Existen tres etapas diferenciadas en lo que respecta al financiamiento: La primera etapa coincide con el interés de distintos investigadores psicoanalíticos por evaluar objetivamente los tratamientos; Aaron T. Beck es una de los psicoanalistas que recibió esta financiación para investigar en el año 1959 (Korman, 2013, 2017; Rosner, 1999). Una segunda etapa consiste en la financiación de los modelos conductuales. Este cambio en la política de financiación del Instituto Nacional de Salud Mental impulsó la investigación en el modelo conductual, lo que resultó en que en 1971, el 43% de los proyectos financiados tuvieron sustento teórico en los trabajos de reconocidos conductistas como Burrhus Skinner, Hans Eysenck y Joseph Wolpe (Rosner, 2005). La tercera etapa es la que impulsará el desarrollo de los estudios randomizados y controlados en psicoterapia. Esta transformación comienza a aparecer a mediados de la década de 1960 en los estudios farmacológicos y, poco a poco, esta modalidad va a considerarse como el nuevo modelo de legitimidad en los estudios biomédicos.

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Cambio de enfoque respecto a la categoría de trastorno mental

En consonancia con esta transformación, entre 1975 y 1979 se comienza a llevar a cabo la revisión de la segunda edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales

(American Psychiatric Association, 1968). La tercera edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (American Psychiatric Association, 1980) expulsa la casi totalidad de la jerga psicoanalítica y enfatiza el modelo biomédico,dejando de lado la búsqueda de una etiología y focalizando en categorías observablescomo los síntomas (Andreasen, 2007)  que permitían investigar bajo la forma randomizada y controlada en vigencia (Wilson, 1993). El instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos empieza a priorizar esta metodología. El cambio de dirección generó grandes controversias entre los psicólogos tanto de la línea psicoanalítica como en los conductuales (Rosner, 2005), así como también en investigadores farmacológicos y cientistas sociales que criticaron esta nueva disposición sugiriendo que favorecía a los desarrollos llevados a cabo por los principales laboratorios (Andreasen, 2007).

Gran parte de la comunidad que investigaba en psicoterapia fue muy crítica en la década del 80 de la presión que generó el Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos para la utilización del Manual Diagnóstico y Estadístico en su tercera edición (1980) para realizar investigación (Pickren & Schneider, 2005). Las principales ideas que esgrimían tanto psicoanalistas como psicólogos conductuales es que este manual no incluía categorías psicológicas para pensar la dolencia mental.

Barry Wolfe, uno de los que participaba en las instituciones que otorgaban el financiamiento para investigar, recuerda a una joven Marsha Linehan (la desarrolladora de la Terapia Dialéctica Conductual) que empezó una intervención de 12 semanas de orientación conductual para lo que ella denominó “conductas parasuicidas en mujeres”. Ella no tenía ningún interés en las categorías diagnósticas de DSM y este le dijo que, como estos pacientes se parecen mucho a los Borderline, van a  aumentar las posibilidades de obtener financiamiento si los denominaba Borderline (Rosner, 2005).

Casi cuarenta años después, parece que la psicología clínica al fin concretará el sueño de liberarse del yugo de los modelos psiquiátricos para pensar la enfermedad (aunque no es tan así). Siempre parece que hay un momento heroico en el que nos orientamos a la verdad y la llegada a la tierra prometida.

Como ya he señalado, el desarrollo de protocolos basados en síndromes fue la dirección que otorgó el Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos (Pickren & Schneider, 2005) el principal responsable de la financiación de lo estudios randomizados y controlados (Korman, 2017) que va a dar lugar a la moderna psicoterapia con apoyo empírico basada en diagnósticos en base al DSM-III en primera instancia. Luego se desarrollará el  DSM-IV y se seguirá investigando con el DSM-IV como lenguaje común hasta que el Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos reduzca la financiación de investigación a partir del año 2013 con la aparición del tan esperado y decepcionante DSM-5. Dicho de otra manera, la liberación se produce cuando se acaba el financiamiento.

¿Cuál es el modelo de trastorno mental que entra en crisis?

El modelo de trastorno mental, organizado a partir de la sumatoria de signos y síntomas, y el consecuente síndrome tiene como fundamento que debajo de esa sintomatología existe un constructo subyacente plausible de ser medicado (Hofmann et al., 2021). La TCC se construyó sobre este modelo médico de pensar la enfermedad. Se desarrollaron protocolos o guías de tratamiento para tratamientos específicos (Rosner, 2018) y parte de la formación profesional en casi todo el mundo suele basarse en el aprendizaje de diagnósticos en base a categorías DSM. A partir del diagnóstico se puede elegir el tratamiento apropiado de un listado de protocolos desarrollados a partir de estudios clínicos randomizados y controlados. Al leer este texto les sugiero entrar en la página de la división 12 de la APA (American Psychological Association). Eso es lo que se ha dado en llamar psicoterapia con apoyo empírico. La moderna TCC contemporánea se ha construido sobre esos  tratamientos. De hecho, la popularización de la terapia cognitiva beckeana se contruyó a partir de armar un modelo de intervención pensado para ser una guía de investigación (Rosner, 2018).

Veamos un ejemplo concreto. Mariano es un señor de 73 años que se encuentra deprimido. Diagnosticamos depresión y lo hacemos a partir de de signos (percepción objetiva de malestar, ejemplo de esto es la dismunición de peso) y síntomas (percepción subjetiva de malestar, ejemplo de esto es la tristeza que lo acompaña durante casi todo el día). Mariano nos cuenta que ha bajado cinco kilos durante los últimos dos meses, se siente sin energía, no puede concentrarse, le es imposible tomar cualquier decisión, presenta ideación suicida aunque está seguro que nunca lo haría ya que cree en Dios (la vida es sagrada) y se siente profundamente desesperanzado.

Tendemos a pensar en la depresión como una enfermedad, como el virus de la gripe. Medir la temperatura de la persona puede indicar la presencia de fiebre, pero no es suficiente para diagnosticar la gripe. Para obtener un diagnóstico preciso, es necesario observar los anticuerpos, los fragmentos del virus o los marcadores biológicos que definen la enfermedad. No hay una tal evaluación para los trastornos mentales, así como no hay vacunas que nos inmunicen, como ocurre con la gripe. Los intentos de analizar el genoma humano y linkearlos con los trastornos mentales ha fallado (Hofmann & Hayes, 2019b).

Pese a estos fallos, la idea de enfermedad no ha sido sencilla de abandonar. Se suele pensar que los trastornos mentales son producto de un desbalance en los neurotransmisores (serotonina, dopamina, entre otros) y, pese a que los datos científicos no confirman esta hipótesis (Moncrieff et al., 2022), esta hipótesis misma sigue circulando.

Volviendo al caso de Mariano, cuando seguimos indagando aparecen categorías que son muy importantes para un clínico. Mariano nos cuenta que se siente muy solo. Lo evaluamos clínicamente y cumple con los criterios para un trastorno depresivo mayor según el DSM-IV. Presenta síntomas y signos que nos permiten diagnosticar. Tomamos el Inventario de Depresión de Beck (BDI II) en su versión adaptada a nuestro contexto y nos da un puntaje que nos permite evaluar la severidad de su sintomatología depresiva: síntomas graves ¿Qué es lo que tiene Mariano? En principio, presenta síntomas y signos que nos permiten llegar a un diagnóstico presuntivo.

En lo concreto, Mariano también nos cuenta que se siente muy solo desde hace mucho tiempo. Esta información permite realizar algunas intervenciones conductuales, como por ejemplo la utilización de aplicaciones de citas y pida ayuda a uno de sus nietos.

La siguiente sesión Mariano no da los criterios para la depresión, le preguntamos que es lo que le pasó. Estuvo charlando con muchas personas del sexo femenino y eso lo hizo sentirse mejor. ¿Dónde está la enfermedad?: en que estaba aislado, en los síntomas, en los signos o en algún otro lugar que no llegamos a entender. Hechos como estos no son inusuales en los clínica. Por supuesto no es lo común que ocurra, pero ocurre. Cuando ocurre, que pasó con la depresión, los síntomas y signos disminuyeron. ¿Por qué? Hubo un cambio en la serotonina? Nuestro diagnóstico? ¿Nuestra sugerencia? ¿Lo que Mariano ejecutó?

La utilización de los sistemas diagnósticos operativos construidos sobre la acumulación de síntomas y signos empieza a cuestionarse. Y como si esto fuera poco, hace ya mucho tiempo se sabe que la comorbilidad es la norma y no la excepción (Mansell et al., 2009). Se ha construido la psicoterapia con apoyo empírico, a partir de generar intervenciones para trastornos mentales diagnosticados en base al DSM. Hemos desarrollado intervenciones con validez científica pero carecemos de una explicación científica del cambio. Hemos utilizado un modelo médico para desarrollar intervenciones psicológicas. El objetivo fue el de dar respuesta a enfermedades latentes cuyas manifestaciones son los síndromes psiquiátricos. Éstas críticas no son para nada nuevas, son las mismas que ejercieron los psicoterapeutas interesados en las características culturales en la década del 80 (Korman & Idoyaga Molina, 2002; Lewis-Fernández & Kleinman, 1994) y muchos terapeutas que postulaban desde hace muchos años que la psicoterapia es mucho más que reducir síntomas (Hofmann et al., 2022) pero lo que es novedoso es que estos autores que participaron activamente del desarrollo de investigación sobre trastornos mentales tomen este enfoque. Les recomiendo que vean la discusión entre Stefan G. Hofmann , Jacques P. Barber, Paul Salkovskis y Bruce E. Wampold.

Es muy lindo tanto de leer como de mirar el video ya que discuten respecto a que la TBP pueda ser una lenguaje común en psicoterapia (Wampold lo molesta a  Hofmann diciéndole que este se alegraba de que luego de defender las categorías de trastornos mentales durante más de veinte años se hubiera dado cuenta de que estaba equivocado). Es una charla muy recomendable.

 II. Criterios de Investigación por Dominios (CID) o los famosos Research Domain Criteria

El modelo de diagnóstico DSM  de la depresión es muy parecido al modelo griego de melancolía. Cuando se describió la melancolía poco se sabía del cerebro (Korman & Idoyaga Molina, 2009), y en la actualidad se sabe todavía poco, pero mucho más que en la antigua Grecia. Los diagnósticos en la antigua Grecia tenían necesidad de basarse en signos y síntomas ya que estudiar la interioridad biológica era muy limitada. En la actualidad llevar a cabo diagnósticos con ese formato es lo mismo que decir que tenés un trastorno de dolor de estómago o un trastorno de dolor de cabeza (Insel et al., 2010). Esta misma idea impacta  en la mayor parte de los trastornos. Michael Owen un experto en esquizofrenia y genética dice que no existe la categoría de esquizofrenia, es un conjunto de categorías que juntaron, debe haber entre cinco y diez entidades que juntaron bajo la categoría de esquizofrenia(Owen et al., 2016).Esto tiene un gran impacto en la utilidad de la medicación, ya que bajo la misma categoría hay un cuarenta por ciento de gente que tendrá una buena respuesta a esa medicación mientras que hay sesenta que presenta el diagnóstico de esquizofrenia y no obtendrá buenos resultados. ¿Cuál es la utilidad  de este tipo de diagnóstico sino te permite elegir un tratamiento adecuado para la mayor parte de los pacientes? Por lo tanto, se evidencia la necesidad de cuestionar los modelos diagnósticos actuales y buscar nuevas formas de entender y abordar los trastornos mentales, enfocándonos en las particularidades de cada individuo y en el funcionamiento disfuncional de su cerebro, en lugar de enfocarnos en la categorización de síntomas y en la aplicación de tratamientos estandarizados. La propuesta de Insel es explorar que es lo que ocurre en el cerebro  normal  y luego ver que tipo de desregulación ocurre en el funcionamiento disfuncional. La idea fuerte es que hay que estudiar que es lo que hace el cerebro normalmente para después pensar en términos de qué es lo que está haciendo mal en lugar de utilizar categorias cómo esquizofrenia.

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Estas son las ideas subyacentes a la propuesta de los Criterios de Investigación por Dominios (CID), los cuales critican al DSM-5 desde una perspectiva de investigación biológica. El Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos ha impulsado los CID como una alternativa a la utilización del DSM-5. Además, el principal impulsor de la psicoterapia basada en evidencia, con su gold estándar en investigación de estudios randomizados y controlados, presenta una alternativa diagnóstica.

Debajo de los desórdenes psiquiátricos hay una serie de patrones observables en las distintas psicopatologías. Por ejemplo, La ansiedad es un término general que describe varios trastornos relacionados, como el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno obsesivo-compulsivo y el trastorno de pánico, entre otros. Cada uno de estos trastornos tiene diferentes patrones de síntomas observables y medidas neurobiológicas que los diferencian entre sí. Por ejemplo, el trastorno de ansiedad generalizada se caracteriza por preocupaciones excesivas e incontrolables sobre eventos cotidianos, mientras que el trastorno obsesivo-compulsivo se caracteriza por pensamientos intrusivos y recurrentes que provocan comportamientos repetitivos y rituales para reducir la ansiedad. La identificación de estos patrones observables y medidas neurobiológicas puede ayudar a mejorar el diagnóstico y tratamiento de estos trastornos.

Esta propuesta se enfoca en un proceso subyacente que puede ser analizado en distintos niveles (moleculares, circuitos cerebrales, síntomas, conductas, entre otros) y se centra exclusivamente en procesos biológicos que son comunes en los trastornos psiquiátricos (Hofmann & Hayes, 2019b). Tanto el DSM-5, la CIE-10 y los Criterios de Investigación por Dominios presentan una idea enfermedad subyacente cuyo sustrato es una medida biológica o test conductuales. Según Hayes y Hofmann, el modelo de enfermedad suyacente es erróneo (Hofmann et al., 2021). El impacto de los sistemas diagnósticos operativos en el campo de la psicoterapia es que la mayoría de los tratamientos con apoyo empírico se han desarrollado para trastornos mentales con diagnóstico DSM o CIE.

Si bien estas intervenciones han demostrado ser efectivas en muchos casos, la comprensión de los procesos de cambio subyacentes a menudo ha sido confusa. Además, es importante tener en cuenta que aunque estos modelos han sido exitosos para algunos pacientes, también es cierto que hay un número significativo de pacientes que no han logrado beneficiarse de ellos.

III. Percepciones y expectativas de los clínicos y pacientes sobre el conocimiento científico en psicoterapia: más allá de los trastornos mentales o ¿qué es lo que los clínicos y los pacientes esperan del conocimiento científico en psicoterapia?

Una cosa interesante de este modelo es que trata de establecer lo que hace el psicólogo clínico promedio. El clínico no está tan atento a la guía de tratamiento, sino a la experiencia concreta del paciente. Por ejemplo, si un paciente con un trastorno de ansiedad generalizado viene a la sesión y cuenta que su padre tiene una enfermedad terminal, el terapeuta nunca le diría que vuelva al tema del trastorno mental. En cambio, dedicará varias sesiones si el paciente lo requiere. También es válido que un paciente consulte por dificultades para establecer relaciones amorosas, aunque no presente los síntomas de un trastorno mental, si se encuentra en un estado de vulnerabilidad y presenta baja autoestima y ansiedad. Si este patrón de síntomas persiste durante un tiempo (tres o cuatro meses), podría ser evaluado para determinar si presenta algún trastorno mental. Casi todos los clínicos dirían que es una consulta válida, lo que nos lleva a preguntarnos cuáles han sido las causas para desarrollar modelos de psicoterapia basados en trastornos mentales.

A pesar de haber desarrollado tratamientos para trastornos mentales, es importante recordar que las personas no son categorías diagnósticas, sino seres humanos que sufren con sus propias historias y objetivos. Afortunadamente, los modelos basados en evidencia han evolucionado para personalizar los tratamientos, tal como la conceptualización de caso en la TCC  (Persons, 1993), entre otros ejemplos en psicoterapia. Este nuevo enfoque pretende igualar los intereses de investigadores y clínicos, ya que tradicionalmente la investigación clínica poco tenía que ver con la práctica clínica. Se trata de que tanto la intervención como la investigación persigan objetivos similares, es decir, pasar de investigar poblaciones generales agrupadas por trastorno en base a un protocolo estandarizado y bajo la idea de enfermedad latente, a un enfoque personalizado basado en teoría psicológica. En resumen, se trata de recordar que el objetivo final de la psicoterapia es ayudar a las personas a mejorar su calidad de vida y no solo tratar un trastorno específico.

Es aquí donde el término proceso intenta explicar tanto el rol de la investigación como el de la experiencia clínica concreta. Necesitamos modelos de cambio basados en procesos que puedan pensar la práctica clínica como ocurre en la realidad; afectada por lo psicológico lo biofisiológico y lo sociocultural.

IV. ¿Qué es un proceso?

Empecemos por lo más sencillo. «Proceso» es una categoría general que tiene como objetivo comprender la experiencia de una persona en distintos niveles. En TBP, un proceso se refiere a una secuencia de eventos que afecta a una persona y puede tener influencias tanto positiva como negativa, y pueden ser  de influencia directa o indirecta.  Un proceso es una serie de conexiones que pueden ser categorizadas de manera general, por ejemplo, la autocompasión, que a su vez puede ser deconstruida en otros procesos, como el mindfulness y el sentido de la humanidad compartida. A su vez, podemos dividirlos en unidades más pequeñas. Tomemos mindfulness como ejemplo. Mindfulness es, por una parte, un proceso orientado a la autoregulación de la experiencia y, por otra parte, una actitud de curiosidad y aceptación (Hofmann et al., 2021).

Cada una de estas dimensiones podría subdividirse en varias más. Existen una serie de procesos de cambio en psicoterapia que han sido estudiados y demostrado ser útiles en la práctica clínica. Las categorías de los principales procesos de cambio son muy amplias, pero pueden subdividirse en categorías más pequeñas.

Una buena metáfora para entender a qué se refieren con procesos, y un buen ejemplo para quienes están familiarizados con la investigación, es el modo en que se realiza un análisis temático en investigación cualitativa. Cada categoría que encontremos podría tener subcategorías, y esto puede ocurrir en muchas ocasiones a medida que refinamos nuestro análisis. Cada una de las categorías generales en terapia cognitiva basada en procesos puede dividirse en muchas subcategorías. Las categorías propuestas por Hayes y Hofman incluyen cognición, afecto, atención, yo, motivación, conducta, biofisiológico y lo sociocultural. Éstas son productos de años de investigación en psicoterapia y que han dado como resultado una gran cantidad de estudios  que han investigado mediadores y moderadores de cambio en psicoterapia. Éstas categorías son las genéricas que permiten englobar el conjunto de estrategias a utilizar en un tratamiento psicoterapéutico. Los autores critican la forma en que se ha investigado en psicoterapia, aunque reconocen la importancia de la gran cantidad de estudios realizados hasta ahora. se proponen realizar un meta-análisis de estudios randomizados que hayan investigado intervenciones psicológicas y hayan evaluado principalmente mediadores de cambio. Este proyecto se ha denominado “La estrella de la muerte” en homenaje a Sar Wars, debido a su ambicioso objetivo de procesar la totalidad de los estudios de mediación en psicoterapia  (Hofmann et al., 2021).  Buscan organizar los estudios en categorías homologables ya que muchas veces los mediadores describen categorías similares con nombres distintos. De esta manera, se busca reescribir el desarrollo de la psicoterapia en categorías homologables, una tarea similar a la de los modelos de integración en psicoterapia de la década de 1980. (Fernández-Álvarez & Fernández-Álvarez, 2017; Korman, 2010).

Una ventaja interesante de poder dividir y descomponer las categorías generales es que nos permite describir y observar los procesos en sus dimensiones más pequeñas. En otras palabras, podemos abordar la experiencia del paciente como objeto de una intervención terapéutica personalizada. Comprender la perspectiva del paciente nos permite afinar las intervenciones en función de la experiencia directa del paciente haciendo más lógica y coherente la propuesta de  intervención. Algunos procesos pueden ser más difíciles para el paciente de abordar, mientras que otros pueden ser más susceptibles de intervenciones.

Imaginemos a un paciente que evita tener conversaciones negativas con los demás. Es una persona que tiene una tendencia a complacer a todos, desde su jefe en el trabajo hasta sus amigos y pareja. se siente una persona no querida y resentida con todos. La solución ideal sería que pudiera expresar sus diferencias y decir «no» cuando lo necesite. Sin embargo, esta persona no se siente capaz de decir «no» a nadie, incluso cuando le piden trabajar fuera de su horario o cuando su pareja le pide que haga algo que él no desea hacer, como ver una película que no le gusta. Se siente atrapado en situaciones en las que no quiere estar, pero no sabe cómo escapar de ellas. Esta conducta de evitación puede llevar a situaciones conflictivas y es importante explorar qué está detrás de ella. ¿Qué emociones o pensamientos acompañan esta evitación? ¿Cómo se conecta esta situación con otras áreas de la vida del paciente?

Podemos considerar que ciertos contenidos cognitivos acompañan esta conducta de evitación. Es importante entender qué procesos son relevantes para mantener esta estrategia. Podemos pensar que hay ciclos de pensamiento que se repiten y que justifican la evitación. Una forma de explorar este contenido sería a través de un registro de pensamiento. Por ejemplo, esta persona puede tener pensamientos recurrentes como «No debería ser egoísta» y «Hay que ser generoso con los demás», lo que la lleva a sentir que si no cumple con las expectativas de los demás, está siendo una persona egoísta. También puede ser que tenga pensamientos negativos sobre sí misma, como «Si no hago lo que me piden, soy una mala persona» o «Si digo que no, me van a rechazar». Estos pensamientos pueden perpetuar la conducta de evitación y la sensación de insatisfacción y resentimiento. Si analizamos esta situación, encontraremos una red que se encadena en distintas subredes. Debido a que se trata de un concepto muy general, definir el proceso puede resultar bastante conflictivo

La categoría puede ser más específica o más general, dependiendo de lo que estemos observando. En otras palabras, el alcance de la categoría se puede ampliar o reducir según el contexto en el que se esté utilizando. Por ejemplo, el consumo cotidiano de alcohol o la alimentación poco saludable tienen un impacto directo en el bienestar de una persona. Por otro lado, compartir tiempo con alguien que nos inspira a mejorar o a alcanzar nuevos objetivos es una experiencia indirecta que también puede influir en nuestra vida. Todo el tiempo ocurren múltiples procesos que impactan simultáneamente en nuestra vida. Podemos enamorarnos, pelear con alguien, perder un trabajo, sufrir la pérdida de un ser querido, y todos ellos afectan nuestro bienestar. Evitar un recuerdo doloroso o traumático puede dar lugar a un proceso desadaptativo. Dado que hay un número ilimitado de procesos biopsicosociales activos en las personas, es importante limitarnos a aquellos que son relevantes para las intervenciones clínicas (Hofmann et al., 2021).

Los procesos de cambio que son relevantes para los objetivos terapéuticos se denominan procesos terapéutico de cambio. Cuando observamos la experiencia de alguien, podemos ver una infinidad de procesos activos. En psicoterapia, nos enfocamos en aquellos procesos que influyen en objetivos terapéuticos. Para definir proceso terapéutico de cambio, es necesario considerar cinco componentes o cualidades que le dan sentido.

La primera cualidad de un proceso de cambio terapéutico es que está basada en una teoría. Es decir, tiene una explicación teórica y científica de que es lo que produce el cambio, con relaciones entre los eventos que llevan a predicciones testeables y métodos para influirlos. Por ejemplo,una teoría que enfatice la rumiación, largas cadenas de pensamientos que prolongan el malestar, fomenta el ánimo negativo y aumenta la sintomatología ansiosa, puede ayudar a entender cómo la rumiación afecta la experiencia del paciente.

Es importante destacar que un proceso nunca es algo aislado, siempre se encuentra relacionado con otros eventos y es necesario una explicación con fundamento teórico para comprenderlo. Esto puede hacer que la explicación sea compleja, ya que hay infinitas relaciones actuando al mismo tiempo. Sin embargo, contar con una teoría sólida es fundamental para guiar las intervenciones terapéuticas y lograr los objetivos deseados.

La segunda cualidad es que el proceso terapéutico es dinámico. Se refiere a la existencia de circuitos de retroalimentación no lineales. Para ilustrar esto, tomemos como ejemplo una paciente que piensa que no es atractiva y cree en este pensamiento y actúa en consecuencia, dejando de arreglarse cuando sale. La respuesta social de los demás puede ser la de percibirla menos atractiva que si se hubiera arreglado, y sus padres  criticarla por su dejadez. A la vez, sus compañeras se ríen de cómo se viste. Cada evento fortalece y amplifica al otro, retroalimentándose mutuamente. El resultado es un proceso de malestar que se va fortaleciendo y amplificando. En este contexto, llevar a cabo una intervención sobre el proceso terapéutico puede intervenir sobre una de las aristas del proceso. Si la paciente se arregla para salir ello impactaría en todo el proceso. Las personas la ven más atractiva, las compañeras dejan de reirse y los padres la elogian por lo bonita que se ve. Este cambio en la retroalimentación puede llevar a la paciente a cambiar su creencia sobre su atractivo, y así iniciar un proceso de cambio terapéutico.

Dentro del proceso terapéutico, la tercera categoría se refiere a que el proceso terapéutico es progresivo, ya que se organizan secuencias específicas para alcanzar los objetivos del tratamiento. Por ejemplo, si una persona nos cuenta una conducta problemática con el consumo de alcohol, simplemente con identificar el “craving” por esta sustancia no es suficiente para que el tratamiento tenga éxito. Es necesario descubrir qué valores está transgrediendo el paciente a causa de su consumo problemático, ya que esto será lo que le brinde motivación para intentar modificar su conducta.

Captar los valores del paciente resulta fundamental para definir una intervención personalizada y efectiva, ya que cada persona tiene valores que pueden variar significativamente según su contexto cultural, religioso, social, entre otros. Por ejemplo, alguien que tenga fuertes valores religiosos podría tener una perspectiva diferente a la hora de abordar su problema de consumo de alcohol que alguien que no los tenga.

En este sentido, la secuencia correcta de los procesos es clave para tener claridad en los objetivos del tratamiento y para definir un plan de acción eficaz. Si no se cuenta con esta secuencia, se corre el riesgo de expresar categorías generales que no contienen la vivencia directa del paciente, lo cual dificultaría la posibilidad de armar un plan de tratamiento personalizado y efectivo.

La cuarta cualidad de los procesos terapéuticos es que son contextuales y el entorno del paciente es susceptible de ser modificado para mejorar su bienestar. Esto implica que la terapia se enfoca en aspectos específicos del ambiente en el que el individuo se desenvuelve y en cómo éstos pueden ser modificados para mejorar su bienestar. Por lo general, esto implica cambios prácticos en el núcleo del tratamiento psicoterapéutico. Una persona que recibió maltrato en la niñez no puede cambiar su historia de maltrato, dado que es un hecho que ocurrió en el pasado, pero sí se puede trabajar los distintos aspectos que esta experiencia ha dejado en la vida que intervienen, por ejemplo, en la forma de relacionarse con sus amigos o con su pareja. Puede que la intervención principal actue sobre el contexto para poder mitigar los efectos de la experiencia pasada en el presente. Un adulto recibió bullying en su infancia, lo que ha afectado su autoestima y su forma de relacionarse con los demás. Debido a esta experiencia, tiende a ser muy amable con los déficits de las personas que lo rodean, como una forma de evitar conflictos y ganar aprobación. Tiene un amigo que tiene muchos déficits emocionales y es amigo desde la infancia. Nos cuenta que ese amigo se comporta en muchas ocasiones de manera egoísta. Toma las cosas de nuestro paciente como si fueran propias y con las propias no tiende a compartirlas. Pese a entender lo que hace el amigo solo puede resentirse en silencio. Esta persona no puede cambiar su experiencia de bullying pero si podría cambiar como se relaciona con este amigo si lo considera una persona egoísta y centrada sobre sí misma.

Por último, éstas estrategias son multinivel, debido a que los procesos se superponen unos a otros. La falta de energía puede a llevar a evitar actividades sociales por sentirse avergonzado de su situación. Este proceso puede estar relacionado con problemas interpersonales en la pareja que impactan en su vida cotidiana. Al relacionar la evitación de actividades sociales con la falta de energía y, a su vez, con el conflicto de pareja, surge el debate sobre en qué área intervenir. Este es un problema común en la clínica, donde la discusión se centra en determinar qué procesos son más relevantes para impactar en el funcionamiento del paciente y cuáles son menos importantes. Las decisiones clínicas dependen de una estrategia multinivel.

La consideración de los procesos terapéuticos es importante en la práctica clínica, ya que permite ir más allá del diagnóstico basado en sistemas como DSM/CIE, que pueden ser limitantes y no siempre estar en consonancia con el conocimiento científico.

Para ello, es fundamental utilizar conceptos que estén en línea con categorías epistemológicas y científicas que tengan lógica y continuidad, y que, por tanto, sean coherentes, estén respaldados por evidencia empírica y tengan utilidad clínica. En el caso de la TBP, los conceptos utilizados deben tener las cualidades básicas de precisión, alcance y profundidad para que se puedan considerar dentro del conocimiento científico. De esta manera, se puede desarrollar una práctica clínica más efectiva y basada en la evidencia, independientemente del enfoque teórico o terapéutico que se utilice.

La precisión es una de las cualidades básicas que deben tener los conceptos utilizados en la selección de procesos terapéuticos. Esto permite discriminar si un proceso terapéutico es aplicable o no en una situación clínica específica. Las categorías muy generales pueden ir en contra de la precisión, ya que pueden no ser lo suficientemente específicas para abordar las necesidades del paciente. Por ejemplo, la categoría de «evitación» es mucho menos precisa que la evitación de emociones intensas, que es una categoría más específica y útil en la práctica clínica. Por lo tanto, es importante utilizar conceptos precisos y específicos para asegurar que se está abordando efectivamente las necesidades del paciente (Hofmann et al., 2021). Esto se debe a que una comprensión precisa de los procesos terapéuticos permite seleccionar la estrategia terapéutica más adecuada para las necesidades del paciente, lo que puede aumentar la efectividad del tratamiento. Además, una intervención más precisa puede ser más relevante y significativa para el paciente, lo que puede aumentar su motivación y compromiso en el proceso terapéutico.

La segunda cualidad es alcance. Es necesario identificar el alcance del proceso terapéutico para evaluar el alcance y el rango del fenómeno al que podría afectar. Por ejemplo, un proceso terapéutico que se centra únicamente en el conflicto verbal con amigos íntimos tiene un alcance limitado, mientras que un proceso que aborda el fomento de la distancia emocional a partir de conflictos, peleas y retraimiento puede tener un alcance más amplio, afectando no solo las relaciones interpersonales, sino también la regulación emocional y la autoestima del paciente (Hofmann et al., 2021). Teniendo en cuenta el alcance, podemos eliminar las versiones del proceso terapéutico que son puramente específicas y enfocarnos en aquellas que tienen un alcance más amplio y, por lo tanto, son más efectivas en abordar los problemas del paciente.

La tercera cualidad que se busca en los conceptos es la profundidad. Esta profundidad implica que los procesos terapéuticos sean coherentes y no contradigan los datos de otras disciplinas, como por ejemplo la medicina clínica o las neurociencias. La psicología clínica, como disciplina dentro de un marco general de conocimiento, interactúa con otras disciplinas para abordar la complejidad del paciente. En la terapia de procesos, múltiples factores interactúan simultáneamente en el paciente, tales como sus sentimientos, pensamientos, conductas, cultura y biología. Por lo tanto, se requiere una aproximación en red que permita visualizar la interacción y retroalimentación constante entre estos factores y abordar así de manera más integral la complejidad de los procesos terapéuticos. En este contexto, la Terapia Basada en Procesos se enfoca en la integración de conocimientos de distintas disciplinas para profundizar en los procesos terapéuticos y abordar la complejidad del paciente.

La Terapia Basada en Procesos se anuda al modelo de redes causales complejas como alternativa a los sistemas diagnósticos operativos. En esta categoría terapéutica, se piensa en procesos que conforman una red y que se dividen en dos clases: aquellos que originan la red y aquellos que la mantienen. (Hofmann et al., 2021). Ambos tienen importancia para los pacientes, ya que comprender lo que sucede en su interior es el primer paso para poder abordar su malestar. Cuando una persona entiende por qué hace lo que hace, se siente más cómoda al momento de proponerle una estrategia de cambio. Sin embargo, para el tratamiento, es más importante saber qué es lo que mantiene el malestar en el paciente. Entender lo que lo mantiene nos permite armar una estrategia para impactar en la red que sostiene el malestar en el paciente. Es por eso que la Terapia Basada en Procesos se enfoca en el mantenimiento de la red, permitiendo una comprensión profunda y dinámica de los procesos terapéuticos. De esta manera, se logra abordar la complejidad del paciente de manera efectiva, integrando conocimientos de distintas disciplinas y permitiendo una comprensión más completa de los factores que interactúan en el paciente.

V. Redes causales complejas como alternativa al DSM y a la CIE

Las redes causales son una forma de comprender el malestar de manera dinámica e interconectada con distintos sistemas que funcionan en paralelo. En otras palabras, estamos interconectados con distintos aspectos y cada uno impacta en el otro (Hofmann et al., 2021). Un ejemplo de ello es el exceso de alcohol en un evento social, lo cual puede impactar en diversas áreas. Por un lado, a nivel biológico, el consumo excesivo de alcohol puede provocar deshidratación, dolor de cabeza, náuseas y otros síntomas físicos que afectan al bienestar general. Por otro lado, a nivel perceptivo, el consumo de alcohol puede alterar nuestra percepción de la realidad, haciéndonos sentir más confiados, extrovertidos o incluso agresivos. En eventos sociales, esto puede influir en nuestra forma de actuar y relacionarnos con otras personas, así como en la percepción que estas tienen de nosotros. Además, el consumo de alcohol puede afectar negativamente al vínculo interpersonal con nuestra pareja, ya sea porque afecta a nuestra capacidad de comunicación o porque genera conductas inapropiadas que provocan tensiones. Por último, la valoración social que tenga el consumo de alcohol en ese contexto también influye en el malestar que puede generar en una persona, ya que puede sentirse presionado por el grupo a beber más de lo que desea o, por el contrario, puede sentirse discriminado si no consume alcohol.

Las redes causales permiten visualizar y comprender estas interconexiones, lo que resulta de gran utilidad en la Terapia Basada en Procesos. De esta manera, se puede abordar el malestar de manera integral, considerando todos los factores que interactúan en la persona y permitiendo una intervención más efectiva y eficiente.Una red está compuesta por distintas partes en las que cada conector interactúa con otros. La red causal tiene el valor de representar cómo la mayoría de los clínicos piensan en la experiencia de los pacientes. Por ejemplo, si alguien es maltratado por sus padres durante la infancia, este evento puede dar lugar a que la persona tenga una baja autoestima. Esta sería una relación simple unidireccional. Sin embargo, en la vida las relaciones son complejas y los eventos siempre se relacionan con otros eventos y experiencias, lo que transforma estas relaciones en algo más complejo. A su vez, esta baja autoestima puede llevar a conductas de evitación social. Podemos identificar el peso de estas relaciones entre sí e hipotetizar cómo cada una impacta en la otra. Además, podemos agregar nuevos eventos. Por ejemplo, la persona que nos consulta no solo tiene baja autoestima y evita interacciones sociales, sino que también se ha separado de su pareja durante la consulta y está perdiendo mucho peso. Podemos incluir esta nueva conexión que genera este evento, lo que puede generar cadenas rumiativas sobre esa separación que antes no estaban presentes. Dentro de estas conexiones, podemos identificar subredes que actúan en la red. Puede haber una serie de conexiones que nos hagan pensar en la intervención apropiada. Dependiendo del objetivo del tratamiento, puede ser útil excluir algunos eventos de la vida del paciente, pero la red debe seguir siendo útil y no debe ser más compleja ni excluir eventos relevantes. En otras palabras, la red se arma en base al juicio clínico de cómo se relacionan esos eventos o experiencias internas entre sí.

VI. Mediadores y moderadores en psicoterapia

La psicoterapia moderna se ha desarrollado a través del análisis de los mediadores y moderadores de cambio. Esta perspectiva ha dado lugar a lo que hoy conocemos como psicoterapia con apoyo empírico. Si bien este enfoque de investigación presenta varias virtudes, también tiene algunas deficiencias que es importante tener en cuenta.

Entre las virtudes de la psicoterapia con apoyo empírico se encuentra la utilización de métodos científicos rigurosos para evaluar la efectividad de las intervenciones terapéuticas. Además, se busca identificar los factores que contribuyen al éxito de la terapia, lo que permite adaptar las intervenciones a las necesidades de los pacientes. Por otro lado, este enfoque también permite comparar resultados entre diferentes investigaciones y establecer criterios objetivos para evaluar la efectividad de las terapias. Cómo todo modo investigar presenta virtudes y deficiencias (Etchebarne et al., 2008). Las deficiencias de este modo de investigar ha sido discutida desde los inicios de la investigación. No obstante, en los últimos años se han destacado diversas limitaciones en la investigación en psicoterapia con apoyo empírico. En primer lugar, la mayoría de los estudios se ha llevado a cabo en países angloparlantes, lo que puede limitar la generalización de los resultados a otros contextos culturales y lingüísticos. Además, se ha señalado la necesidad de abordar los déficits metodológicos en la investigación de los mediadores y moderadores de cambio. Hayes y Hofmann plantean de manera inteligente que debemos reflexionar sobre lo que podemos aprender de los desarrollos de la investigación en psicoterapia y qué aspectos deberíamos descartar o reevaluar. Es importante recordar que la investigación en psicoterapia está en constante evolución y que debemos estar abiertos a reconsiderar nuestras prácticas clínicas a medida que que se desarrolla evidencia empírica.

Veamos entonces a qué se refieren con mediadores en la investigación. Un mediador es un mecanismo a través del cual una variable independiente influye en una variable dependiente  (Baron & Kenny, 1986). Es decir, el mediador es un proceso intermedio que se produce entre la variable independiente y la variable dependiente, y que explica cómo se produce el efecto de la primera sobre la segunda. Identificar los mediadores es importante porque permite comprender mejor los procesos que subyacen a los efectos de la variable independiente y desarrollar intervenciones más específicas y efectivas en psicoterapia.

Un ejemplo de mediación podría ser el efecto de la venida del invierno sobre el cambio de ánimo negativo. En este caso, la venida del invierno sería la variable independiente y el cambio de ánimo sería la variable dependiente. La disminución de la luz durante el invierno podría ser un mediador que explique cómo se produce el efecto de la venida del invierno sobre el cambio de ánimo. Si pudiéramos eliminar la disminución de luz asociada al invierno, y si el mediador fuera relevante, no habría variación en el ánimo. En ese caso, estaríamos hablando de mediación total, lo que significa que el efecto de la variable independiente sobre la variable dependiente se produce completamente a través del mediador. Este tipo de análisis de mediación se utiliza frecuentemente en la investigación en psicoterapia para identificar los mecanismos a través de los cuales las intervenciones terapéuticas producen sus efectos.

Sin embargo, en casos donde la eliminación del mediador no elimina completamente el efecto de la variable independiente sobre la variable dependiente, se habla de una mediación parcial. Por ejemplo, en el caso de la venida del invierno como variable independiente, la disminución de luz podría ser considerada como un mediador que explica la influencia del invierno en el cambio de ánimo. Si eliminamos la disminución de luz y aún así hay una variación en el ánimo, estaríamos hablando de mediación parcial, lo que sugiere que otros factores, como la llegada del frío, también pueden estar influyendo en el cambio de ánimo, incluso cuando la luz se mantiene similar.

Podemos aplicar esta misma idea a un tratamiento psicoterapéutico. Si identificamos un proceso que actúa como mediador entre la intervención clínica y el resultado terapéutico, ese proceso se vuelve relevante para la práctica clínica. Es decir, conocer qué factores explican el cambio terapéutico es esencial para poder intervenir de manera efectiva y mejorar los resultados de la terapia. (Hayes & Hofmann, 2018). Los mediadores probaron ser útiles y son relevante para los resultados clínicos; sin embargo, nadie cree en psicoterapia que haya una sola variable responsable de los cambios positivos en la vida de las personas (Hofmann et al., 2021). Este enfoque de investigación presenta dos grandes déficits. El primero es que éstos modelos estadísticos pueden incorporar un número muy limitado de variables. Como máximo, son examinados dos mediadores. En segundo lugar, se asume que el proceso de cambio es lineal, mientras que en el proceso de cambio en psicoterapia es rara vez es lineal. El cambio en un tratamiento es un proceso dinámico que incluye múltiples variables,  a menudo bidireccionales e interrelacionadas, conectadas con distintas redes y subredes, que generan cambios tanto positivos como negativos (Hofmann et al., 2020). Por ejemplo, una persona que se encuentra desempleada, tiene problemas económicos, relata tener problemas con su pareja, problemas con sus hijos y da los criterios para un trastorno depresivo mayor. Si el paciente mejora, ¿cuál de todas estas áreas produjo el cambio? Podrían haberse resuelto los problemas económicos porque un tío falleció y recibió una herencia. Podría haber mejorado su vínculo con la pareja y sus hijos. Podría haber hecho un tratamiento psicológico y mejorado el trastorno depresivo mayor. Podemos analizar hasta dos mediadores estadísticamente que pueden ser significativos, pero ¿qué hacemos con todos los otros mediadores que no podemos analizar? Cómo sabemos qué es lo que produjo la mejoría? Por supuesto, el conocimiento en psicoterapia, como todos los conocimientos, tiene muchos déficits explicativos. Pero poner el foco en esta dificultad en realidad lo que hace es enriquecer nuestra perspectiva de análisis, complejizandola y posibilitando que veamos los déficits para buscar nuevas soluciones.

En resumen,  Hayes y Hofmann encuentran deficiencias en el uso de la mediación lineal para hacer investigación en psicoterapia. Argumentan que es inadecuada para el estudio de los procesos de tratamiento debido a que son dinámicos. En su lugar, proponen el estudio de una red dinámica para el estudio de la mediación. A pesar de estas limitaciones, todavía tenemos acceso a una gran cantidad de información que nos permite discriminar datos útiles y relevantes para la práctica clínica.

Hayes y Hofmann se han propuesto discriminar qué mediadores de cambio vale la pena utilizar en psicoterapia. Para lograrlo, han propuesto un ambicioso trabajo llamado “la estrella de la muerte”, en homenaje a Star Wars (Hofmann et al., 2021). Al igual que la estrella de la muerte tenía el poder de doblegar a todos en el imperio por su potencia, este meta-análisis tiene el objetivo de obligar a revisar cuáles son los mediadores que funcionan en psicoterapia y llevar a un nuevo ordenamiento de la psicoterapia con apoyo empírico. El meta-análisis incluirá todos los estudios randomizados que hayan evaluado resultados psicológicos mediante métodos estadísticos en el que hayan evaluado mediación. El objetivo es identificar y organizar los diferentes procesos de cambio que tienen efecto en los tratamientos psicológicos. Esto permitirá armar un modelo de cambio basado en procesos y ser una alternativa al DSM y la CIE.

El modelo debe ser práctico y aplicable a distintas experiencias y contextos culturales para permitir a los psicoterapeutas seleccionar tratamientos y elementos que generen mejores resultados. Por otra parte, se han evaluado muchas veces procesos que se superponen a otros. No hay necesidad de generar cientos de procesos de cambio distintos. Un listado demasiado largo sería inviable tanto clínicamente como proyecto de investigación. Este listado tiene que cubrir los problemas de manera tal que sirva como una guía de situaciones psicológicas probables. Los procesos identificados tienen que apuntar a elementos centrales de la experiencia humana (ej. Motivación para el cambio, sentido del sí mismo, afecto, entre otros).

Identificar estos moderadores y organizarlos en función de los pacientes colaboraría a poder armar un modelo de cambio basado en procesos y ser una alternativa al DSM y la CIE. El proceso de cambio tiene que ser coherente y el modelo de cambio tiene que ser práctico, llevando a nuevas formas de análisis funcional que permita a los psicoterapeutas seleccionar tratamientos y elementos que generen mejores resultados. Por último el modelo debe ser aplicacable a distintas experiencias y a personas de distintos contextos culturales.

La elaboración de esta estrella de la muerte (que es analizar la totalidad de esstudios que hablen sobre cuáles son los mediadores  de cambio en las intervenciones psicosociales) es una apuesta sumamente ambiciosa que tiene por objetivo ordenar toda la discusión científica en una dirección. El intento de sistematizar mediadores, no solo de la TCC sino todas las intervenciones con apoyo empírico es un intento de dominar u ordenar, en lugar de la galaxia, toda la psicoterapia bajo el imperio de esta estrella de la muerte.

Conclusión

En este texto se han presentado seis ideas clave para comprender el modelo de terapia cognitivo-conductual basada en procesos (TBP). La primera idea propone un cambio de enfoque respecto a la categoría de trastorno mental y aboga por una comprensión más amplia del sufrimiento humano. La segunda idea presenta como los Research Domain Criteria (RDoC) como una alternativa dimensional a los criterios diagnósticos basados en síndromes han impactado sobre la categoría de trastorno mental. La tercera idea analiza las expectativas de los clínicos respecto a la investigación clínica y señala la importancia de diseñar estudios que respondan a las necesidades reales de los pacientes. La cuarta idea explica el concepto de proceso y sus dificultades para ser comprendido e implementado. La quinta idea introduce la red causal compleja como un marco explicativo de la psicopatología que supera las limitaciones del DSM y la CIE. La sexta idea critica el papel de los mediadores y moderadores en la construcción de la psicoterapia con apoyo empírico y sugiere explorar otras metodologías para avanzar en el conocimiento de la psicoterapia.

Antes de concluir, es importante señalar que este texto es solo una introducción para tener una base para leer los libros y los artículos que desarrollan el modelo de TBP con más detalle. En este texto han quedado por fuera varios temas importantes que ayudan a ordenar el modelo y a comprender mejor sus fundamentos teóricos y prácticos. Algunos de estos temas son el rol de la psicología evolucionista, el meta modelo extendido evolutivo (MMEE), una categoría que nos permite ver qué procesos son los más útiles para lograr nuestra meta terapéutica, y qué mediadores de cambio deberíamos tener presente (quedará para un futuro texto).

En conclusión, este texto ofrece una visión introductoria del modelo de TBP y sus principales implicaciones para la práctica clínica. Se trata de un modelo innovador que pretende integrar los avances científicos en el campo de la psicología con las demandas reales de los pacientes que sufren. Aunque todavía hay muchos retos por resolver, este modelo representa una oportunidad para mejorar la calidad y eficacia de las intervenciones psicológicas y contribuir al bienestar humano.

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  • Weishaar, M. E. (1993). Aaron T. Beck. Sage.
  • Análisis

Argumentos engañosos: Un análisis de las 16 falacias lógicas más comunes

  • David Aparicio
  • 29/05/2023

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Las falacias lógicas son errores de razonamiento que se cometen al argumentar o debatir. Estas falacias pueden ser engañosas, persuasivas y, a menudo, se utilizan para manipular la opinión de los demás. Conocer las falacias lógicas es crucial para desarrollar habilidades de pensamiento crítico y argumentación sólida.

En primer lugar, las falacias lógicas nos permiten reconocer y desafiar argumentos falsos o engañosos. En la sociedad actual, estamos expuestos a una gran cantidad de información y opiniones en diferentes plataformas, como los medios de comunicación y las redes sociales. Al estar familiarizados con las falacias lógicas, podemos identificar argumentos que carecen de fundamentos sólidos o que emplean tácticas de persuasión defectuosas. Esto nos ayuda a protegernos de la manipulación y a tomar decisiones informadas basadas en evidencia y razonamiento sólido.

En segundo lugar, el conocimiento de las falacias lógicas nos permite evaluar y construir argumentos de manera más efectiva. Al estudiar y comprender las diferentes falacias, podemos mejorar nuestra capacidad para identificar debilidades en los razonamientos de los demás y fortalecer nuestros propios argumentos. Al ser conscientes de las falacias comunes, podemos evitar caer en trampas lógicas y desarrollar argumentos más sólidos y persuasivos.

Además, conocer las falacias lógicas nos ayuda a fomentar el diálogo racional y constructivo. Cuando participamos en debates o discusiones, es esencial evitar el uso de falacias para mantener una comunicación efectiva. Al reconocer las falacias en los argumentos de los demás, podemos señalarlos de manera educada y fomentar un intercambio de ideas basado en la lógica y la evidencia. Esto nos permite llegar a conclusiones más racionales y alcanzar un mayor entendimiento mutuo.

Otro beneficio de conocer las falacias lógicas es que nos ayuda a desarrollar habilidades de pensamiento crítico. El pensamiento crítico implica analizar y evaluar de manera objetiva la información y los argumentos presentados. Al comprender las falacias lógicas, somos capaces de identificar y cuestionar suposiciones, evaluar la validez de los argumentos y examinar la consistencia lógica de las afirmaciones. Estas habilidades son esenciales para tomar decisiones informadas en diversos aspectos de la vida, desde el ámbito académico hasta el profesional y personal.


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A continuación haremos un recorrido por las 16 falacias más comunes y ejemplos que te ayudarán a entenderlas y cómo evitarlas.

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Ad hominem

La falacia ad hominem es un tipo de falacia lógica en la que se ataca o critica a una persona en lugar de abordar o refutar sus argumentos o puntos de vista. En lugar de tratar los méritos de un argumento, la falacia ad hominem se centra en desacreditar a la persona que lo presenta.

Esta falacia se basa en la premisa errónea de que la validez de un argumento está directamente relacionada con la persona que lo presenta. En lugar de analizar la lógica, la evidencia o la coherencia del argumento en sí mismo, se desvía la atención hacia aspectos personales o irrelevantes de la persona que lo expone. Se intenta desacreditar al individuo con el objetivo de invalidar sus puntos de vista.

Es importante destacar que los ataques personales no refutan ni refutan los argumentos en cuestión. Incluso si una persona tiene características o acciones negativas, esto no necesariamente invalida sus argumentos. Los argumentos deben ser evaluados por su propio mérito y no por la persona que los presenta.

Un ejemplo de falacia ad hominem sería: “No puedes confiar en las afirmaciones de Juan sobre el calentamiento global porque es un adicto al juego”. En este caso, en lugar de abordar los argumentos o evidencias presentados por Juan sobre el calentamiento global, se intenta desacreditarlo basándose en una característica personal no relacionada.

Hombre de paja

La falacia del hombre de paja es una técnica retórica o argumentativa en la que se distorsiona o se exagera la posición o los argumentos de una persona con el fin de refutarlos fácilmente. En lugar de abordar los argumentos reales presentados por alguien, se crea una versión simplificada o distorsionada de ellos para luego atacar esa versión alterada. Esta falacia se basa en la premisa errónea de que refutar la versión distorsionada de un argumento equivale a refutar el argumento original.

El nombre de esta falacia proviene de la idea de que se está creando una “figura de paja” fácil de derribar en lugar de enfrentarse directamente a la posición real del interlocutor. Al construir una versión débil o falsa del argumento del oponente, se hace más sencillo desacreditarlo y refutarlo, aunque esta versión distorsionada puede no reflejar fielmente los puntos de vista reales de la otra persona.

Un ejemplo de falacia del hombre de paja sería:

Persona A: “Creo que deberíamos invertir más en educación para mejorar la calidad de nuestros sistemas educativos”. Persona B (distorsionando el argumento): “Así que según tú, deberíamos gastar todo nuestro dinero en educación y no preocuparnos por nada más, ¿verdad? Eso es completamente irracional y no hay suficiente dinero para hacerlo”.

En este caso, Persona B exagera y distorsiona la posición de Persona A al afirmar que defiende una idea extrema y poco realista de gastar todo el dinero en educación. Al hacerlo, Persona B crea una versión simplificada y fácil de refutar del argumento de Persona A, en lugar de abordar el punto real que se presentó.

Autoridad

La falacia de autoridad es un error de razonamiento en el que se acepta una afirmación o argumento como verdadero simplemente porque proviene de una figura de autoridad o experto en un determinado campo. En lugar de evaluar la validez del argumento en sí mismo o examinar la evidencia y la lógica detrás de él, se confía ciegamente en la credibilidad o el estatus de la persona que lo presenta.

Si bien las opiniones de expertos y figuras de autoridad pueden ser valiosas y dignas de consideración, no constituyen una prueba irrefutable de la verdad. Incluso las personas con conocimientos y experiencia en un campo específico pueden cometer errores o presentar argumentos débiles. Por lo tanto, confiar exclusivamente en la autoridad de alguien sin evaluar críticamente sus afirmaciones puede llevar a conclusiones incorrectas o falacias lógicas.

Es importante recordar que el fundamento de un argumento sólido se basa en la evidencia, la lógica y la coherencia interna, y no en la posición o la reputación de la persona que lo presenta. Para evaluar adecuadamente un argumento, es necesario examinar la calidad de las pruebas y los razonamientos presentados, así como considerar diversas perspectivas y fuentes de información.

Un ejemplo de falacia de autoridad sería:

Experto A: “El cambio climático es un mito creado por científicos corruptos y no hay necesidad de preocuparse por sus impactos”. Persona B: “Experto A es un reconocido científico con décadas de experiencia, por lo tanto, su afirmación debe ser cierta”.

En este caso, Persona B confía ciegamente en la autoridad del Experto A sin examinar los argumentos o la evidencia que respaldan su afirmación. La falacia radica en aceptar automáticamente la declaración del Experto A como verdadera basándose únicamente en su estatus de autoridad, sin considerar otros puntos de vista o evidencia contraria.

Falso dilema

La falacia de falso dilema, también conocida como dicotomía falsa o falsa disyuntiva, es un error de razonamiento en el que se presenta una situación como si solo existieran dos opciones mutuamente excluyentes, cuando en realidad hay más posibilidades o matices disponibles. Esta falacia simplifica y reduce la complejidad de un problema al ofrecer únicamente dos alternativas extremas, forzando a la audiencia a elegir entre una u otra opción, sin considerar otras perspectivas o soluciones intermedias.

La falacia de falso dilema busca limitar las opciones disponibles y restringir el debate, evitando que se consideren otras alternativas razonables. A menudo se utiliza como una táctica persuasiva para manipular la opinión pública o para respaldar una postura particular.

Un ejemplo común de falacia de falso dilema es el siguiente:

“O estás con nosotros o estás en contra nuestra.”

En este caso, se presenta una elección binaria en la que solo se ofrecen dos opciones: estar de acuerdo y apoyar a un grupo o estar en desacuerdo y oponerse a ellos. Se ignora la posibilidad de tener una opinión o posición neutral o de tener un punto de vista intermedio. Esta falacia busca forzar una decisión polarizada y no permite un debate o una consideración adecuada de otras perspectivas.

Es importante reconocer y cuestionar la falacia de falso dilema al encontrarse con ella. En lugar de aceptar la premisa de una elección exclusiva entre dos opciones, se debe buscar una comprensión más amplia y considerar otras alternativas posibles. Es posible que haya soluciones intermedias, opciones adicionales o perspectivas que se deben explorar para tener una visión más completa y precisa del problema en cuestión.

Equivocación

La falacia de equivocación, también conocida como falacia de composición o división, ocurre cuando se asume que lo que es cierto para una parte individual de algo también debe ser cierto para el todo, o viceversa. Esta falacia se basa en una inferencia incorrecta que generaliza de manera incorrecta las características o propiedades de las partes o individuos a todo el conjunto.

La falacia de equivocación puede ocurrir en diferentes contextos. En el caso de la falacia de composición, se asume que si cada parte de un conjunto tiene cierta propiedad, entonces todo el conjunto también tiene esa propiedad. Por ejemplo, se podría afirmar que si cada jugador de un equipo de fútbol es talentoso individualmente, entonces el equipo en su conjunto será un equipo talentoso. Sin embargo, esto no necesariamente es cierto, ya que otros factores como la coordinación y el trabajo en equipo también son importantes para determinar la calidad del equipo en su conjunto.

Por otro lado, en la falacia de división, se asume que las características o propiedades del conjunto deben aplicarse a cada una de las partes individuales. Por ejemplo, se podría afirmar que si un país es rico, entonces todos los individuos que lo componen también deben ser ricos. Sin embargo, esto no tiene en cuenta la diversidad económica dentro del país y la posible existencia de desigualdades socioeconómicas.

Se debe tener en cuenta que las características o propiedades de las partes individuales no siempre se traducen directamente en características o propiedades del todo, y viceversa. El razonamiento debe basarse en una evaluación cuidadosa de cada caso particular y no en suposiciones infundadas o generalizaciones incorrectas.

Razonamiento circular

La falacia de razonamiento circular, también conocida como razonamiento circular o argumento circular, ocurre cuando se intenta respaldar una afirmación utilizando la misma afirmación como parte de la evidencia o del razonamiento. En esencia, se asume la verdad de lo que se está tratando de demostrar, lo que no ofrece una base sólida para el argumento y no brinda una justificación válida para la afirmación en cuestión.

El razonamiento circular puede tener diferentes formas, pero todas implican una especie de círculo vicioso en el que la conclusión se utiliza para respaldar la premisa o viceversa. A veces, esta falacia puede ser sutil y difícil de detectar, ya que puede presentarse de manera indirecta o disfrazada.

Un ejemplo común de falacia de razonamiento circular sería:

“Creo en Dios porque la Biblia lo dice, y sé que la Biblia es verdadera porque es la palabra de Dios”.

En este caso, la creencia en la existencia de Dios se utiliza para respaldar la veracidad de la Biblia, y a su vez, la veracidad de la Biblia se utiliza para respaldar la creencia en la existencia de Dios. No se ofrece ninguna evidencia externa o razonamiento independiente para respaldar la afirmación inicial de la existencia de Dios. El argumento simplemente se apoya en sí mismo, sin una base sólida o una justificación externa.

Conclusión apresurada

La falacia de generalización apresurada, también conocida como conclusión apresurada o muestra insuficiente, se produce cuando se llega a una conclusión general sobre un grupo o una situación basándose en una muestra limitada o no representativa. En otras palabras, se hace una generalización amplia basada en evidencia insuficiente o anecdótica.Esta falacia ocurre cuando se sacan conclusiones generales a partir de ejemplos individuales o casos aislados sin tener en cuenta la variabilidad inherente a la muestra o sin considerar la necesidad de evidencia adicional para respaldar una afirmación más amplia.

Un ejemplo de falacia de generalización apresurada sería:

“Conocí a dos personas que eran abogadas y eran deshonestas. Por lo tanto, todos los abogados son deshonestos”.

En este caso, se toma una muestra limitada de dos personas y se generaliza su característica de deshonestidad a todos los abogados. Esta generalización es apresurada y no tiene en cuenta la diversidad de características y comportamientos que pueden existir entre los abogados en general.

Es importante evitar la falacia de generalización apresurada al considerar la evidencia y llegar a conclusiones. Para evitar esta falacia, se requiere un análisis más exhaustivo y representativo de la evidencia, considerando una muestra más amplia y diversa, así como otros factores relevantes que puedan influir en el resultado.

Es válido realizar generalizaciones cuando se cuenta con una muestra adecuada y representativa, respaldada por evidencia sólida y confiable. Sin embargo, es importante recordar que las generalizaciones deben basarse en una evaluación completa y precisa de la evidencia disponible, y no en casos individuales o anecdóticos.

Comparación inapropiada

La falacia comparativa, también conocida como falacia de comparación inapropiada o falacia de comparación relativa, se produce cuando se realiza una comparación entre dos elementos o situaciones de manera incorrecta o inapropiada. Esta falacia puede ocurrir cuando se establece una equivalencia injustificada entre dos cosas o se utilizan criterios de comparación inconsistentes.La falacia comparativa puede adoptar diferentes formas, pero en esencia involucra un error en la forma en que se realiza la comparación. Algunos ejemplos comunes incluyen:

  1. Comparar manzanas con naranjas: Esta expresión popular se refiere a la comparación de dos cosas que son fundamentalmente diferentes y no pueden ser evaluadas en los mismos términos. Por ejemplo, afirmar que “la música es mejor que la pintura” es una falacia comparativa, ya que se comparan dos formas de expresión artística que tienen diferentes cualidades y propósitos.
  2. Utilizar criterios inconsistentes: Esta falacia ocurre cuando se aplican diferentes criterios de comparación a cada uno de los elementos sin justificación adecuada. Por ejemplo, afirmar que “el país A es mejor que el país B porque tiene una economía más fuerte, mientras que el país B tiene un sistema educativo superior” es una falacia comparativa, ya que se utilizan criterios diferentes para evaluar los países sin considerar la importancia relativa de cada aspecto.
  3. Establecer una equivalencia injustificada: Esta falacia ocurre cuando se equiparan dos elementos o situaciones sin tener en cuenta las diferencias importantes entre ellos. Por ejemplo, afirmar que “comer una manzana es tan malo como fumar un cigarrillo” es una falacia comparativa, ya que se establece una equivalencia injustificada entre dos acciones que tienen diferentes repercusiones para la salud.

Es importante evitar la falacia comparativa al realizar comparaciones razonables y justificadas. Para hacerlo, es necesario considerar las características y propiedades relevantes de los elementos comparados, utilizar criterios de comparación consistentes y reconocer las diferencias sustanciales que pueden existir entre ellos.

Post hoc ergo

La falacia post hoc ergo, también conocida como falacia de causalidad falsa o correlación casual, se produce cuando se asume que una causa y un efecto están relacionados simplemente porque ocurren en secuencia temporal, sin tener en cuenta otras posibles explicaciones o factores que podrían estar involucrados.

Esta falacia se basa en una suposición incorrecta de que, si un evento ocurre antes de otro, entonces el primero debe ser la causa del segundo. Sin embargo, la relación temporal entre dos eventos no es suficiente para establecer una relación de causa y efecto. Puede haber otros factores o variables que expliquen la relación observada, y asumir una relación causal basándose únicamente en la secuencia temporal es un error lógico.

Un ejemplo común de falacia post hoc ergo es el siguiente:

“Después de que empecé a llevar un amuleto de la suerte, mi suerte comenzó a mejorar. Por lo tanto, el amuleto de la suerte es la causa de mi buena suerte”.

En este caso, se asume que el amuleto de la suerte es la causa de la buena suerte simplemente porque se llevó después de que ocurriera la mejora en la suerte. Sin embargo, existen otras explicaciones posibles, como cambios en la actitud o el comportamiento de la persona, oportunidades fortuitas o coincidencias aleatorias.

Establecer una relación causal requiere más que solo una correlación temporal. Se necesita una investigación rigurosa, pruebas empíricas y una consideración cuidadosa de otros factores que puedan influir en la relación observada. Saltar a conclusiones precipitadas basadas únicamente en la secuencia temporal puede conducir a conclusiones erróneas y a una comprensión incorrecta de las relaciones de causa y efecto.

Argumento naturalista

La falacia de apelar a la naturaleza, también conocida como argumento naturalista o falacia is-ought, ocurre cuando se argumenta que algo es moralmente correcto o válido solo porque es “natural” o está en línea con la forma en que las cosas ocurren en la naturaleza. Esta falacia se basa en la idea errónea de que lo natural es automáticamente bueno o deseable, y que lo contrario a la naturaleza es malo o incorrecto.

El razonamiento detrás de esta falacia implica extraer una norma o un deber moral de cómo se supone que son las cosas en la naturaleza. Sin embargo, el hecho de que algo sea natural no implica necesariamente que sea moralmente correcto o deseable. La naturaleza contiene una amplia gama de comportamientos y fenómenos, algunos de los cuales podrían considerarse inmorales o indeseables desde una perspectiva ética.

Un ejemplo común de falacia de apelar a la naturaleza sería:

“La homosexualidad es antinatural porque en la naturaleza los animales no tienen relaciones del mismo sexo”.

En este caso, se argumenta que la homosexualidad es incorrecta o inaceptable basándose en la suposición de que no es común o típica en la naturaleza. Sin embargo, la moralidad de la homosexualidad no puede ser determinada únicamente por la observación de la conducta en la naturaleza. Los juicios éticos deben basarse en principios más amplios, como la igualdad, el respeto a la autonomía y el bienestar de las personas involucradas.

La naturaleza no establece por sí misma un estándar moral absoluto. Las cuestiones éticas y morales son complejas y requieren un análisis cuidadoso y una consideración de diversos factores, como los derechos humanos, la dignidad, la justicia y el impacto en los demás.

Argumento ad populum

La falacia de apelar a la popularidad, también conocida como argumento ad populum o falacia del llamado al pueblo, se produce cuando se argumenta que una afirmación o idea es verdadera o válida simplemente porque es ampliamente aceptada o popular. En esta falacia, se asume erróneamente que la opinión de la mayoría es automáticamente correcta o que algo es verdadero solo porque muchas personas lo creen o lo respaldan.

El hecho de que una idea o creencia sea popular no garantiza su veracidad o validez. La verdad de una afirmación no se determina por la cantidad de personas que la aceptan, sino por la evidencia, la lógica y la coherencia que la respaldan.

Un ejemplo común de falacia de apelar a la popularidad sería:

“Todo el mundo cree que el producto X es el mejor en el mercado, por lo tanto, debe ser el mejor”.

En este caso, se utiliza la opinión generalizada de las personas como base para afirmar la superioridad del producto X. Sin embargo, la opinión de la mayoría no es necesariamente una prueba concluyente de calidad o validez. Puede haber otras razones detrás de la popularidad del producto, como una campaña de marketing efectiva o una simple tendencia.

La verdad o validez de una afirmación debe evaluarse en función de su fundamento lógico, evidencia objetiva y argumentos racionales, y no simplemente en función de su popularidad. Además, el hecho de que una creencia o idea sea impopular no implica que sea falsa o incorrecta. En la historia, ha habido casos en los que ideas inicialmente impopulares resultaron ser correctas y revolucionarias.

Composición

Cuando se infiere que lo que es cierto para las partes individuales de algo también es cierto para el todo en su conjunto. En otras palabras, se concluye incorrectamente que las características o propiedades de las partes se aplican a la totalidad o al conjunto.

Esta falacia se basa en una inferencia incorrecta de que las características de las partes se trasladan automáticamente al todo sin tener en cuenta otros factores relevantes. Es importante tener en cuenta que las propiedades o características de las partes individuales no siempre se pueden atribuir al todo.

Un ejemplo común de falacia de composición sería:

“Los ladrillos en este edificio son ligeros, por lo tanto, el edificio en su conjunto es ligero”.

En este caso, se infiere erróneamente que, porque los ladrillos individuales son ligeros, el edificio completo también es ligero. Sin embargo, otros factores como el tamaño, la estructura y los materiales adicionales utilizados en la construcción del edificio pueden afectar su peso total. La ligereza de las partes no implica automáticamente la ligereza del todo.

La relación entre las partes y el todo puede ser compleja y no siempre se pueden hacer inferencias directas sobre las propiedades del todo basadas únicamente en las características de las partes individuales. Para evaluar correctamente las características o propiedades del todo, es necesario considerar factores adicionales y examinar el contexto en su conjunto.

División

La falacia de división es una falacia lógica que ocurre cuando se infiere incorrectamente que las características o propiedades del todo se aplican a cada una de las partes individuales. En otras palabras, se concluye de manera errónea que lo que es cierto para el conjunto también es cierto para cada una de las partes.

Esta falacia se basa en una inferencia incorrecta de que las características o propiedades del todo se trasladan automáticamente a cada una de las partes sin considerar otros factores relevantes. Es importante tener en cuenta que las propiedades o características del todo no siempre se pueden atribuir a cada una de las partes individuales.

Un ejemplo común de falacia de división sería:

“Este equipo de fútbol es el mejor en el campeonato, por lo tanto, cada jugador en el equipo es el mejor”.

En este caso, se infiere erróneamente que, debido a que el equipo en su conjunto es considerado el mejor, cada jugador individualmente también debe ser el mejor. Sin embargo, el rendimiento y habilidades de los jugadores pueden variar y no necesariamente todos son los mejores en su posición.

La relación entre el todo y las partes puede ser compleja y no siempre se pueden hacer inferencias directas sobre las propiedades de las partes individuales basadas únicamente en las características del todo. Cada parte puede tener sus propias características y cualidades distintas.

Hipocresía

La falacia de hipocresía, también conocida como la falacia del tu quoque o falacia ad hominem inversa, ocurre cuando se desestima o se critica el argumento o la posición de alguien basándose en el hecho de que esa persona no sigue su propio consejo o no actúa de acuerdo con lo que predica.

Esta falacia implica desviar la atención de la validez o el mérito del argumento en cuestión y centrarse en la inconsistencia o contradicción de la persona que lo presenta. Si bien la hipocresía puede ser una debilidad o una falta de integridad en una persona, no tiene una relevancia directa en la validez o solidez de su argumento.

Un ejemplo común de falacia de hipocresía sería:

“¿Cómo puedes decir que deberíamos reducir nuestro consumo de carne para proteger el medio ambiente cuando tú mismo comes carne regularmente?”

En este caso, se desestima el argumento de reducir el consumo de carne basándose en la supuesta hipocresía de la persona que lo presenta. Sin embargo, el hecho de que la persona pueda ser hipócrita en su comportamiento no invalida el argumento en sí mismo. El argumento debe ser evaluado por su lógica y evidencia, no por las acciones de la persona que lo presenta.

Es importante tener en cuenta que la hipocresía de alguien puede ser objeto de crítica en términos de coherencia y honestidad, pero no debe confundirse con la validez o la solidez de un argumento. Para evaluar correctamente un argumento, es necesario centrarse en sus fundamentos y evidencias, y no dejarse llevar por la hipocresía o las acciones contradictorias de la persona que lo presenta.

Carga de la prueba

La falacia de carga de la prueba, también conocida como argumento de la inversión de la carga de la prueba, ocurre cuando se le pide a una persona que demuestre la falsedad de una afirmación en lugar de pedirle a la persona que hizo la afirmación que proporcione pruebas para respaldarla. En esencia, se invierte la responsabilidad de probar una afirmación.

En un debate o discusión, la carga de la prueba recae generalmente en la persona que hace una afirmación positiva o controvertida. Es esa persona quien debe proporcionar evidencia o argumentos sólidos para respaldar su afirmación. La falacia de carga de la prueba se comete cuando se exige que la otra persona demuestre que la afirmación es falsa, a pesar de no ser su responsabilidad probar la negación de la afirmación.

Un ejemplo común de falacia de carga de la prueba sería:

“Si no puedes demostrar que los extraterrestres no existen, entonces deben existir”.

En este caso, se pide a la persona escéptica que demuestre la inexistencia de los extraterrestres, lo cual es una tarea difícil o incluso imposible. La carga de la prueba recae en la persona que afirma la existencia de los extraterrestres, ya que debe presentar pruebas o evidencias para respaldar su afirmación.

Es importante destacar que en una discusión o debate, la carga de la prueba no recae automáticamente en la parte que plantea una afirmación negativa, sino en quien hace una afirmación positiva o controvertida. La ausencia de pruebas o evidencia para respaldar una afirmación no significa automáticamente que la afirmación sea falsa, pero sí implica que la afirmación carece de un respaldo sólido.

Falacia de falacia

La falacia de falacia, también conocida como la falacia de falacia lógica o metafalacia, ocurre cuando se intenta desacreditar un argumento o afirmación basándose únicamente en el hecho de que contiene una falacia lógica. Esencialmente, se comete una falacia al afirmar que el argumento es incorrecto o inválido solo porque contiene una falla en su estructura lógica.

Si bien es importante identificar y señalar las falacias lógicas en un argumento, no se puede llegar automáticamente a la conclusión de que la afirmación en sí misma es incorrecta o falsa. Las falacias son errores de razonamiento o argumentación, pero no necesariamente invalidan la veracidad de la afirmación en cuestión.

Un ejemplo común de falacia de falacia sería:

“Tu argumento es una falacia ad hominem, por lo tanto, tu afirmación es falsa”.

En este caso, se desestima la afirmación basándose en la identificación de una falacia ad hominem en el argumento presentado. Si bien es importante señalar la falacia ad hominem, esto no garantiza que la afirmación en sí misma sea falsa. Se necesita una evaluación más amplia del contenido y la evidencia presentada para determinar la validez de la afirmación.

Es importante recordar que identificar una falacia lógica en un argumento es un paso importante para evaluar su validez, pero no debe ser utilizado como un argumento en sí mismo para desacreditar la afirmación. Es necesario analizar y considerar otros aspectos del argumento, como la evidencia, la lógica y la coherencia, antes de llegar a una conclusión.

  • Análisis

Fentanilo: cómo actua en tu cerebro

  • The Conversation
  • 26/05/2023

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En la última década, el consumo recreativo del fentanilo se ha incrementado de forma considerable, lo que ha generado y continúa generando estragos en los Estados Unidos. En cuestión de tres años, las muertes por sobredosis de este opiáceo han aumentado en más del 90 %. En 2021 se le atribuyeron unos 70 000 fallecimientos en ese país.

Pero ya no es un fenómeno exclusivamente estadounidense. Por ejemplo, según las estadísticas del Plan Nacional sobre Drogas (EDADES 2022) de España, el 15,8 % de la población de 15 a 64 años reconoce haber tomado analgésicos opioides con o sin receta en alguna ocasión. Concretamente, el consumo del fentanilo se ha incrementado del 3,6 % en 2020 a un 14 % en 2022. 

Además, cabe destacar que muchas veces se combina con otros fármacos como el alcohol, la heroína o metadona, lo que incrementa sus efectos y, en consecuencia, la adicción al fármaco o, incluso, la muerte.

Más adictivo, tóxico y barato

Como apuntábamos antes, el fentanilo pertenece a la categoría de los opiáceos (que pueden ser de origen natural o sintético), uno de los analgésicos más potentes de los que dispone la humanidad. La sustancia natural, conocida como opio, se obtiene de la planta Papaver somniferum –más conocida como adormidera–, cuyo uso es conocido desde la antigüedad.

Pese a ser fármacos muy útiles en la medicina, en los últimos años se ha registrado un rápido crecimiento del mercado negro de los opiáceos sintéticos. Es la nueva moda en el mundo de las sustancias psicoactivas. 


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Estos compuestos estupefacientes tienen propiedades similares a la morfina y a la heroína, pero su potencial adictivo y su toxicidad son mayores. A esto hay que añadir que son más baratos de fabricar y, por lo tanto, económicos para el consumidor, incrementando el riesgo de sobredosis. 

Y entre esos nuevos fármacos de laboratorio destaca el fentanilo, 50 veces más potente que la heroína. Sintetizado por primera vez en 1960 por el médico e investigador belga Paul Janssen, fue utilizado a partir de 1963 como analgésico intravenoso. Pero en los años 70 y 80 empezó a consumirse con otros fines.

Así secuestra el cerebro

En nuestro organismo existen más de 20 péptidos opiáceos endógenos, como las endorfinas, las encefalinas y las dinorfinas. Actúan mediante receptores específicos y facilitan que sustancias sintéticas como el fentanilo tengan lugares específicos donde producir sus efectos. 

Sabemos que, dentro del sistema nervioso central, dichos compuestos estimulan lo que conocemos como sistema cerebral de la recompensa. Este circuito comprende diferentes estructuras –corteza prefrontal, área tegmental ventral, núcleo accumbens– y se encarga de regular el placer, memorizar estímulos de nuestro entorno, facilitar el aprendizaje y controlar nuestros comportamientos. 

La potente estimulación que inducen las drogas sobre este sistema provoca neuroadaptaciones (cambios cerebrales) y promueve la tolerancia (harán falta cada vez más dosis para alcanzar los efectos deseados), la dependencia, la adicción y el síndrome de abstinencia. 

El efecto placentero o reforzante producido por el fentanilo depende del sistema dopaminérgico mesolímbico, las vías que usa el neurotransmisor dopamina para distribuirse por el cerebro. Sin embargo, tras un consumo continuado comienzan a producirse las primeras neuroadaptaciones que afectan al estriado dorsal, región implicada en la formación de hábitos.

Los órganos reclaman la droga

Si el consumo se interrumpe, aparece un estado emocional negativo que pone en marcha el circuito del estrés. Entonces aumenta la liberación del neurotransmisor noradrenalina, se enciende la amígdala y se incrementan los niveles del factor de liberación de la corticotropina, una hormona también relacionada con la tensión emocional. 

Este torbellino de reacciones provoca síntomas vinculados a la activación del sistema nervioso autónomo, cuya función es regular la actividad de los órganos internos –corazón, hígado, órganos reproductores, glándulas sudoríparas, etc.– para adaptarse a las demandas del medio. Son los temblores, sudores, vómitos o taquicardia con los que se manifiesta el síndrome de abstinencia cuando cesa la administración de la droga. 

Además, la aparición del ansia por conseguir y consumir la sustancia se relaciona con neuroadaptaciones en la corteza cerebral, el hipocampo y la amígdala, que intensifican el deseo ante las señales asociadas al consumo. 

Todas estas transformaciones promueven la adicción, una enfermedad crónica, por lo que dejar de tomar fentanilo resulta cada vez es más complicado. El organismo ha generado la necesidad de la droga para poder funcionar.

Artículo publicado en The Conversation y cedido para su republicación en Psyciencia.

  • Análisis

Criticar es fácil, ser comprensivo y capaz de perdonar exige carácter

  • David Aparicio
  • 23/05/2023

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Cómo ganar amigos e influir sobre las personas de Dale Carnegie es ampliamente reconocido como un clásico dentro del género de los libros de autoayuda, habiendo alcanzado ventas de más de 15 millones de copias a nivel mundial. Me propuse explorar este libro tan comentado y citado, y hasta ahora me encuentro gratamente sorprendido por la fluidez y la calidad de sus enseñanzas.

Así que quiero compartirles un pequeño fragmento del capítulo 1 que habla de los peligros de criticar a las demás personas:

Página 34:

La critica es peligrosa porque lastima el orgullo, tan precioso de la persona, hiere el sentido de la importancia , y despierta su resentimiento.

(…)


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El mundialmente famoso psicólogo B.F. Skinner comprobó, mediante experimentación con animales, que premiando la buena conducta los animales aprenden más rápido y retienen con más eficacia que castigando la mala conducta. Estudios posteriores probaron lo mismo aplicado a los seres humanos. Por medio de la critica nunca provocamos cambios duraderos, y con frecuencia creamos resentimiento.

Página 43:

Sí usted o yo queremos despertar mañana un resentimiento que puede perdurar décadas y seguir ardiendo hasta la muerte, no tenemos más que hacer alguna crítica punzante. Con eso basta, por seguros que estemos de que la critica sea justificada.

Cuando tratamos con la gente debemos recordar que no tratamos con criaturas lógicas. Tratamos con criaturas emotivas, criaturas erizadas de prejuicios e impulsadas por el orgullo y la vanidad.

(…)

Cualquier tonto puede criticar, censurar y quejarse, y casi todos los tontos lo hacen. Pero se necesita carácter y dominio de sí mismo para ser comprensivo y capaz de perdonar.

Página 47:

(…)

En lugar de censurar a la gente, tratemos de comprenderla. Tratemos de imaginarnos por qué hacen lo que hacen. Eso es mucho más provechoso y más interesante que la critica; y de ello surge la simpatía, la tolerancia y la bondad. «Saberlo todo es perdonarlo todo.»

  • Análisis

Responsabilidad profesional y divulgación de psicología en las redes sociales

  • Fabián Maero
  • 19/05/2023

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Artículo publicado en Grupo ACT y cedido para su republicación en Psyciencia.

Como ya habrán notado, en los últimos diez o cinco años nuestra disciplina se ha instalado progresiva –y pareciera que irremediablemente– en las redes sociales digitales (Twitter, Facebook, Instagram, TikTok, etcétera). Este nuevo territorio profesional, como el dios romano Jano, tiene dos caras: una que mira hacia adentro, hacia la comunidad profesional, y una que mira hacia afuera, hacia la sociedad en general. La primera consiste en los innumerables espacios en las redes sociales digitales que están dirigidos a nuestro propio campo profesional: grupos y páginas para intercambio de materiales académicos y clínicos (libros, artículos, recursos terapéuticos), grupos informales de terapeutas y estudiantes brindándose mutuamente apoyo y guía, redes informales de derivaciones clínicas, entre otras.

La segunda cara de este fenómeno es un poco más reciente, y está compuesta por cuentas dirigidas al público en general que ofrecen información sobre psicología (sobre tal o cual fenómeno o diagnóstico, divulgación de recursos terapéuticos, reflexiones generales, etc.) o sugerencias psicológicas de algún tipo. En la mayoría de los casos se trata de cuentas de profesionales o de instituciones profesionales que utilizan las redes como forma de difusión de sus servicios –es decir, usualmente son cuentas con fines de lucro. Si bien la línea divisoria entre los contenidos orientados a la comunidad profesional y los orientados hacia el público general no es muy nítida, usualmente en una cuenta o página podemos identificar un énfasis en una u otra dirección –los contenidos de mis cuentas, por ejemplo, aunque no de manera exclusiva, están más orientados a la comunidad profesional que al público general. Se han creado así dos grandes espacios virtuales: uno que funciona como una suerte de academia informal paralela, en el cual se realizan intercambios de todo tipo (y con varios grados de violencia) entre profesionales, y otro que en rigor de verdad una nueva forma de interacción entre la disciplina y el público general.

Hace algún tiempo me he ocupado un poco torpemente de los intercambios online entre profesionales (click aquí para ir al artículo), es decir, de las redes del primer tipo. Hoy me interesa examinar algunos aspectos del segundo espacio, las cuentas y páginas orientadas a divulgar conceptos de psicología al público general. En particular, me interesa explorar la responsabilidad profesional en esos espacios, esto es: ¿qué involucra ser profesionalmente responsables al comunicarnos con el público general en las redes sociales? Pasemos artículo adelante y veamos qué sale de esto.

De enunciaciones y comunidad

Querría empezar señalando algo que es obvio pero cuyas consecuencias no siempre son señaladas: todo profesional de la psicología ineludiblemente forma parte de una comunidad profesional que legitima su práctica. Ningún psicólogo vive en un frasco.


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Ese “Lic.”, “Ps.”, “Dr.”, o cualquiera sea la abreviatura que obtuvieron tras completar sus estudios de grado, indica al resto de la sociedad que han atravesado con éxito el mínimo de las exigencias que la comunidad profesional establece para formar parte de ella. Esa pertenencia es importante ante todo porque confiere algunos privilegios. La sociedad ha delegado en la comunidad psicológica ciertas tareas (el cuidado de la salud psicológica, entre otras) y para ello nos ha asignado ciertas potestades –usualmente especificadas en las competencias profesionales establecidas por las leyes de ejercicio profesional. La legitimidad de nuestro accionar depende de la pertenencia a esa comunidad profesional que goza de esas atribuciones.

Por este motivo cuando nos identificamos como profesionales de la psicología estamos usufructuando una suerte de prestigio prestado, un prestigio o autoridad que no surge de nuestras acciones, sino del mero hecho de pertenecer a una comunidad profesional que cumple un cierto papel social. Incluso una profesional con sólo un mes de experiencia en la profesión goza, en asuntos pertinentes a la psicología, de un grado de credibilidad a priori mayor que, por ejemplo, alguien que se haya dedicado a la cartografía. Por eso nos invitan a podcasts o programas de radio y tv: nuestras palabras reciben una credibilidad extra porque la sociedad supone que estamos en posesión de vaya a saber qué conocimientos sobre los seres humanos. Ese reconocimiento social a nuestra profesión es una suerte de bien común para quienes participamos de la comunidad, algo que todos usufructuamos.

Esto implica que, al hablar de psicología, el sujeto de enunciación no es solamente uno mismo, sino también la comunidad profesional. El “yo digo”, cuando es proferido por alguien esgrimiendo un “Lic.” en su nombre, opera como un “nosotros decimos”. Cuando actuamos profesionalmente no sólo nos presentamos a nosotros mismos, sino que también, nos guste o no, representamos a toda una comunidad profesional.

A su vez, en última instancia el reconocimiento social de la comunidad profesional en conjunto depende de nuestro accionar colectivo –es decir, nuestras acciones, sean individuales o colectivas, impactan en cómo nuestra comunidad es percibida por la sociedad. Entonces, al formar parte de la comunidad profesional obtenemos ciertos privilegios derivados de su reconocimiento social, pero esa autoridad depende en última instancia de la sumatoria de las acciones de sus integrantes. Dicho con una analogía, la legitimidad profesional es una alcancía de la cual todos tomamos y a la cual todos aportamos con nuestras acciones.

De redes y responsabilidades

De lo anterior se desprende que, al actuar desde el ámbito psicológico, tenemos una responsabilidad no sólo individual sino también colectiva. Nadie habla completamente por su cuenta cuando habla profesionalmente.

Esto ha sido así desde siempre, por supuesto, pero se ha amplificado con la adopción masiva de redes sociales digitales. Gracias a ellas, como nunca antes en la historia nuestra comunidad se encuentra frente a la sociedad como expuesta en una vidriera. Una década atrás una persona de a pie usualmente solo tenía contacto con alguien de la psicología si hacía terapia o en alguna nota en un medio masivo de comunicación. Hoy le basta con abrir Twitter o Instagram para tomar contacto con el espectro completo de la profesión, con sus luces y sus sombras. Proliferan las cuentas y páginas que brindan consejos de psicología, que explican conceptos de psicología, que ofrecen servicios de psicología.

Ahora bien, si lo expuesto en la sección anterior tiene algún sentido, todo esto involucra un aspecto de la responsabilidad profesional que rara vez se discute con detenimiento. Cada vez que publicamos algo sobre psicología en las redes, estamos involucrando a la comunidad profesional, gozando de la legitimidad que concede la pertenencia a ella y al mismo tiempo representándola en alguna medida ante la sociedad. Y esto, como diría Spider Man, es un gran poder, pero conlleva una gran responsabilidad.

Las redes han puesto un megáfono en manos de cada profesional, lo cual tiene un costado positivo, como es el de permitir que se escuchen voces dentro de la comunidad que antes estaban silenciadas o postergadas (estudiantes, o terapeutas trabajando con psicología basada en evidencia). Pero eso ha sucedido sin regulación, sin diálogo previo, sin un análisis de sus posibles consecuencias problemáticas para la sociedad.

Es por este último punto que estoy escribiendo estas líneas. Las acciones de divulgación que llevamos a cabo en las redes en tanto profesionales, nos afectan colectivamente. Dicho de otra manera, cuando hablamos como profesionales de la psicología, nuestras palabras no son sólo nuestras y, como siempre que manejamos algo prestado, debemos hacerlo con especial cuidado porque no es sólo nuestro pellejo el que está en juego. Si un psicólogo publica en Facebook que una buena manera de lidiar con el pánico es sacrificar una cabra a Odín, el impacto social de esa publicación afectará indirectamente a toda la comunidad. Y mientras una publicación aislada probablemente no destruya nuestra credibilidad social, no deberíamos subestimar el impacto de la banalización masiva y constante de la psicología y la psicoterapia.

Lo cierto es que basta darse una recorrida por las cuentas y páginas profesionales para notar que el rigor académico suele estar ausente en una buena parte de las publicaciones circulantes. No hablo de seriedad, claro está –adoptar un gesto serio no es en absoluto un freno para decir estupideces surtidas– sino del sustento lógico y empírico de lo que se afirma. Circulan todo tipo de afirmaciones arbitrarias, conceptos confusos, interpretaciones salvajes, y un florido panorama de desatinos para todos los gustos. Y, de nuevo, esto es un problema porque socava la credibilidad de la profesión en general e indirectamente nos perjudica a todos.

A este respecto, muchas veces he leído quejas contra el intrusismo profesional, el ejercicio ilegal de la psicología que con cierta frecuencia sucede por parte de prácticas como el coaching, counseling, y similares. Si bien el problema es grave y debe ser resuelto de manera específica, hay un aspecto del mismo que rara vez es señalado: si alguien sin formación puede hacerse pasar exitosamente por un profesional de la psicología durante extensos períodos, cabe sospechar que quizá nuestra imagen pública no se diferencia demasiado de la que ofrecen quienes ejercen dichas prácticas. Creo que décadas de profesionales en revistas y televisión ofreciendo irresponsablemente interpretaciones salvajes, consejos burdos, y afirmaciones temerarias han venido a delinear una imagen social del psicólogo como una suerte de charlatán ilustrado, difícil de distinguir de otros.

Creo que hay algunos tipos de contenido que suelen circular en la difusión de la psicología que son frecuentemente problemáticos en este sentido, y que vale la pena examinar con detenimiento.

Mensajes y prácticas problemáticos

Querría señalar tres aspectos problemáticos de la divulgación de psicología en redes: en primer lugar, la divulgación de prácticas pseudo o anticientíficas, en segundo lugar lo que podríamos llamar protoconceptos, y finalmente, los mensajes moralizantes. Por supuesto, la lista no es exhaustiva, sino que son algunos de los puntos que más frecuentemente he notado.

Prácticas reñidas con la ciencia

Por supuesto, el problema más grave de la divulgación de psicología en redes sociales es la difusión de prácticas y conceptos pseudocientíficos o anticientíficos (es decir, aquellos que se hacen pasar por científicos, o los que directamente rechazan todo abordaje científico). Basta recorrer un poco las redes profesionales de psicología para encontrarse con menciones a contenidos sobre astrología, tal o cual planeta retrógrado (lo retrógrado está en otra parte), constelaciones, homeopatía, y otras prácticas que carecen de sustento empírico para las aplicaciones propuestas. En algunos casos esas prácticas directamente se ofrecen y venden como recursos terapéuticos, mientras que en otros casos sólo se las menciona bajo una luz favorable.

La difusión de este tipo de contenidos por parte de profesionales psi es dañina por partida doble: no sólo son actividades sin sustento científico que pueden acarrear consecuencias negativas para los pacientes, sino que deterioran la respetabilidad de la comunidad psicológica en su conjunto.

Y frente a la remanida objeción de “hay que abrir la cabeza porque esas cosas les pueden servir a algunas personas”, permítanme recordarles que el problema no es que las personas realicen esas prácticas. No estoy objetando a que una persona consulte la sección del horóscopo del diario. Cada cual tiene derecho de consumir lo que quiera y a vivir su vida como más le plazca dentro de los límites de la sociedad. La cuestión es que, como profesionales, no tenemos derecho a ofrecer esas actividades. Para usar una analogía: puedo ingerir alimentos que hayan pasado su fecha de vencimiento o que estén en mal estado, e incluso puede resultarme útil, pero un supermercado o un restorán no tienen derecho a vendérmelos (y menos aún sin avisarme que está en mal estado).

Lo único que tenemos derecho a ofrecer, y en esto coinciden las regulaciones profesionales de distintos países, son recursos y procedimientos que cuenten con algún grado de soporte empírico riguroso, procedimientos que hayan sido razonable y cuidadosamente examinados para corroborar su efectividad para determinadas condiciones clínicas, su eficiencia relativa a otros tratamientos, sus efectos a largo plazo y posibles complicaciones. Nada de eso está presente en esas prácticas.

Por supuesto, en nuestras vidas personales podemos hacer y adherir a lo que se nos cante: podemos consultar el horóscopo, hacernos imponer las manos, tocar madera, o rezarle a El Zorro para que nos libre de todo mal. Pero al actuar y hablar profesionalmente – al usar ese “Lic.”– estamos asumiendo derechos y responsabilidades para con la comunidad y la sociedad en general, y eso va a contramano de recomendar con ligereza prácticas de dudosa solidez.

Las personas pueden rezar a su divinidad favorita, utilizar drogas recreativas, flores de Bach, homeopatía, hacerse la carta natal, imponerse las manos, cubrirse de bosta, constelarse, o martillarse un dedo del pie. A cada cual lo suyo. Pero los profesionales estamos imposibilitados de indicar esas actividades como recurso clínico, ya sea porque no entran dentro de nuestras competencias (por ejemplo, no podemos administrar ni sugerir el consumo de ninguna sustancia, más allá de nuestra opinión personal al respecto), porque carecen de sustento empírico que avalen su eficacia, o por ambas razones a la vez. Esto no es así por mero capricho, sino que cuando un procedimiento está razonablemente investigado nos brinda un grado de confianza sobre su posible efectividad para el caso que estamos abordando. En cambio, una intervención que no cuenta con un soporte empírico sólido (como lo relacionado a astrología, energías, vidas pasadas, constelaciones, y demás), funciona como ingerir comida vencida: podría alimentarnos, pero hay una posibilidad muy real de intoxicarnos.

Por eso no podemos ni legal ni éticamente ofrecer tratamientos sin soporte empírico: es apostar con la salud psicológica y el sufrimiento de otras personas –y todos saben que es de mal criollo apostar con dinero ajeno.

Banalización de términos y conceptos

Otra práctica problemática de la divulgación en psicología es la trivialización del discurso psicológico. Esto es, generar “contenido” (la expresión me parece espantable) de baja calidad, haciendo afirmaciones injustificadas o aplicando incorrectamente conceptos psicológicos. Creo que esto tiene dos caras: la utilización de conceptos pre-científicos de la psicología popular, y la aplicación indiscriminada e injustificada de conceptos más rigurosos.

Por la primera parte podría señalar la utilización acrítica de términos que pertenecen a la denominada psicología popular –el conjunto de nociones psicológicas que utilizan las personas en su día a día. Pueden tratarse de términos de sentido común o de términos psicológicos que son reapropiados por el público general: gaslighting, síndrome del impostor, love-bombing, breadcrumbing, el adjetivo “tóxico” aplicado a cuanto existe bajo el sol, y un interminable etcétera. Es decir, ideas y conceptos que andan bastante flojos de papeles si los examinamos de cerca.

Esos términos pueden ser problemáticos por varios motivos. Ante todo, tienden a ser más bien simplistas y generalizantes (como es el caso con expresiones tales como “emociones tóxicas”), y cuando proceden del campo de la psicología, con frecuencia son mal entendidos (como suele pasar con el término “reforzamiento”, que se confunde con “recompensa”). Tampoco suelen contar con un sustento empírico sólido (como la repetida afirmación de que usamos el 10% del cerebro, o las conclusiones derivadas de tests como el HTP). Para peor, suelen tener una fuerte carga de juicios morales implícitos –más se utilizan para juzgar que para comprender. Digamos, decir que una persona es “tóxica” es menos un análisis psicológico que un juicio moral–creo que no es necesario que enumere los argumentos por los cuales calificar con un término tan extremo a un ser humano es algo éticamente cuestionable.

La situación es similar a la del caso anterior: no se trata de impedir ni de juzgar el uso de esos términos por parte del población. Cada época y sociedad acuña sus propios conceptos para lidiar con las situaciones que se le presentan, y sería en vano esperar que eso no ocurriera. El problema es que los profesionales de la psicología adopten y difundan esos términos de la psicología popular sin más análisis ni desarrollo, sin considerar las consecuencias de su uso ni adoptar una postura crítica hacia ellos. Estos términos pueden causar daño y por tanto merecen ser tratados con sumo cuidado. Puedo mencionar como ejemplo el caso del calificativo de “tóxico”, que no pocos profesionales de la salud psicológica aplican liberalmente a emociones o incluso a personas

No estoy afirmando que sea necesario deshacerse completamente de esos términos, y tampoco creo que sea deseable. Creo que nos estaríamos condenando a la irrelevancia si no participásemos de los diálogos e intercambios que tienen lugar en la sociedad que habitamos, y esos intercambios incluyen esos términos. No creo que debamos exonerarlos completamente de nuestro vocabulario, pero sí creo que antes de usarlos debemos pensar un poco. No mucho, no vaya a ser que se nos haga costumbre, pero sí al menos considerar con cuidado las posibles implicaciones de emplearlos, aclarar malentendidos, reducir su importancia. En otras palabras, creo que conviene adoptar una actitud crítica y ligeramente defusionada hacia ellos –ya bastante difícil está siendo relacionarse con el mundo y con otras personas en estos tiempos, y no parece una idea muy buena lanzarse a navegar las relaciones y el mundo social de manera completamente fusionada con términos que son ambiguos, con pobre evidencia, y con fuerte carga moralizante.

La otra cara de la banalización del discurso psicológico es la aplicación indiscriminada de conceptos que, en el ámbito de la psicología, sí son rigurosos. El ejemplo más claro de esto es la emisión de juicios diagnósticos hacia terceros, sin evaluación alguna. Calificar de oídas a una persona de “obsesiva”, “histérica”, “psicópata, es, tristemente, casi una tradición en nuestra comunidad, que, de hecho en muchos países está penada por las regulaciones profesionales (la regla Goldwater en USA, por ejemplo). Esta práctica suele funcionar como un juicio disfrazado al que se le brinda una pátina de legitimidad utilizando la jerga profesional.

Creo que lo más grave a largo plazo es la banalización de la psicología que esto conlleva. Por supuesto, la divulgación requiere adaptar nuestro lenguaje para mejor comunicarnos con el público al que nos dirigimos, y esto requiere simplificar términos, deslizar algunos sentidos, y decir algunas cosas por las que nos increparían si las dijéramos en un congreso. Digamos, la película “Intensamente” (Inside out), maneja una teoría sobre las emociones que es, cuanto menos, cuestionable (usaría palabras más fuertes, pero no es este el lugar), pero puede ser útil para ilustrar algunos aspectos de las emociones en un ámbito clínico. Esto es inherente a toda divulgación científica.

Pero hay una diferencia entre comentar un concepto de la psicología popular y utilizarlo acríticamente como un hecho. Hay una diferencia entre explicar un diagnóstico y aplicarlo a una persona.

La psicología es una ciencia de matices. Nuestros conceptos y fenómenos son contextuales, dinámicos, interdependientes. Un leve cambio en un programa de reforzamiento puede determinar patrones conductuales muy diferentes a largo plazo, así como conductas muy similares entre sí pueden tener funciones dramáticamente diferentes con un cambio de contexto. Por este motivo, la simplificación nos resulta particularmente perniciosa, porque elimina las sutilezas que con frecuencia son vitales para un análisis psicológico efectivo. Por desgracia, la masividad y formato de las redes tiende a destrozar las sutilezas (es difícil transmitir algo delicado en el espacio que brinda un tweet o una foto).

Lo que esto implica es que tenemos una tensión dialéctica entre rigurosidad y simplificación que es necesario manejar con cuidado al divulgar contenido en las redes.

Haz lo que yo digo

Otro aspecto frecuente de la divulgación de la psicología en redes digitales es algo que he mencionado en el resto del texto pero que ahora quisiera poner en primer plano: la tendencia moralizante.

Es notable cómo la divulgación en psicología suele adoptar un cariz moral, de predicar al público general sobre lo que está bien y lo que está mal. Por supuesto, esto no es exclusivo de esta época, varias áreas de la psicología se dedican entusiastamente a emitir juicios morales más o menos velados desde hace décadas sobre todo tipo de conductas y situaciones. Lo que es nuevo es el alcance que las redes le han brindado a este fenómeno.

Los conceptos de la psicología popular encajan perfecto con esta tendencia porque permiten emitir afirmaciones morales afectando aires de verdad científica. Digamos, con frecuencia (aunque no siempre) hablar de gaslighting o conceptos parecidos está más al servicio de juzgar que de comprender un determinado patrón relacional. Lo que se quiere es reprobar algo que nos ha lastimado, más que realizar un análisis psicológico. Hay un viejo chiste de Andrew Lang: los políticos usan las estadísticas de la misma manera que un borracho usa un poste de luz –más como apoyo que como iluminación. Algo similar pasa con el uso de este tipo de conceptos: suelen emplearse más para aprobar o censurar que para obtener alguna comprensión sobre el evento en cuestión.

El problema, claro está, no es tener una posición sobre algo, el problema es enmascararla de consejo profesional. Puedo estar en desacuerdo con un candidato político (muchas veces se lo merecen), pero emitir un juicio moral disfrazado de diagnóstico profesional es abusar de la legitimidad profesional. Por eso, fuera del ámbito psicológico, prefiero una buena puteada antes que un psicologismo: al menos es más honesto y no se escuda detrás de la comunidad profesional.

Creo que a este respecto es necesario tener presente que, a fin de cuentas, no está dentro de nuestras potestades actuar como árbitros universales del bien y el mal. Insisto, podemos tener una opinión y una determinada posición moral, después de todo somos prácticamente seres humanos, el problema es meterlas de contrabando en nuestras opiniones profesionales.

Cerrando

Si algo querría que retuvieran de esta larga perorata es lo siguiente: al compartir contenido de psicología hay una responsabilidad intrínseca que surge del pertenecer a una comunidad profesional. Cuando hablamos por otros, es necesario tomarse en serio esa responsabilidad, tanto como la responsabilidad que tenemos hacia el público general, de brindar información confiable y considerando las posibles ramificaciones de lo que estamos por compartir.

Esquivar conceptos y prácticas pseudocientíficas, utilizar con cuidado los conceptos de la psicología popular, tener en cuenta el contexto en el que empleamos conceptos psicológicos rigurosos, preservar la sutileza de los conceptos, evitar mensajes moralizantes, entre otras, pueden ayudarnos a divulgar psicología de una manera más responsable y en última instancia más útil para la comunidad.

  • Análisis
  • Salud Mental y Tratamientos

Vi un video en TikTok y creo que tengo déficit de atención

  • Mauro Colombo
  • 16/05/2023

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Vivimos en la época de las redes sociales. Época en la que la gente se informa a través de ellas hasta en cuestiones relacionadas con la salud mental. Si bien encontramos contenidos de salud en cualquier red, algunas parecen particularmente útiles para transmitir información sobre ella, tanto verídica como falsa. En este sentido, TikTok es una red en la que abunda contenido sobre esta temática. Desde consejos y sugerencias, hasta como identificar síntomas de presuntos trastornos.

Quienes somos profesionales y tenemos acceso a este tipo de contenidos, normalmente vemos una considerable falta de rigurosidad a la hora de compartir información de parte de los usuarios (es preocupante que en muchas ocasiones son los mismos profesionales de salud los que divulgan información errónea). En consulta, cada día llegan más personas consultando por un posible trastorno a partir de ver videos, donde simplemente se enumeran síntomas y conductas. En ocasiones, esa creencia se transforma en una certeza y uno debe explicar por qué no es así.

Si bien es cierto que uno se encuentra con personas que, ante sospechas por dificultades en su vida cotidiana, termina puntuando para algún diagnóstico en salud mental, también es cierto que muchísima gente se preocupa, pierde tiempo y recursos económicos en evaluaciones o tratamientos que no necesitaban si no hubiesen estado expuestas a información falsa o inexacta. El tema es muchísimo más complejo de lo que este artículo puede abordar, pero algunas de las implicancias que este fenómeno social tiene, incluyen:

  • Sistemas de salud desbordados debido a la mayor cantidad de consultas por problemas diversos (ansiedad, depresión, TDAH, autismo).
  • Las personas con mayores necesidades, como consecuencia del punto anterior, pueden ver demorado el acceso a diagnósticos y tratamientos.
  • Malestar en quienes a partir de información errónea y descontextualizada sospechan que poseen distintos trastornos mentales.
  • Mayor brecha de información sólida entre el público general y el especializado.

Considerando el incremento en la tendencia a utilizar redes sociales para divulgar sobre salud mental, un grupo de investigadores se propuso indagar sobre la calidad del contenido en TikTok sobre el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Para ello seleccionaron los 100 videos más vistos sobre este trastorno y evaluaron, de forma independiente, el contenido de los mismos.

Para valorar la calidad emplearon una clasificación categórica que habitualmente se emplea para analizar el contenido de videos en redes sociales. Las categorías en las cuales se agruparon fueron: 1) útiles, 2) experiencia personal y 3) engañosos. Para la clasificación útil tomaron en cuenta toda aquella información sobre síntomas, tratamiento y diagnóstico que contara con evidencia científica. Para aquellos considerados experiencia personal todo lo que incluyera experiencia anecdótica sobre el trastorno. Por último, se calificó como engañoso a todo aquel contenido que hiciera aseveraciones no corroboradas científicamente. En aquellos casos en donde se halló que el contenido era anecdótico y además falso, se lo incluyó en la categoría 3.


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Qué encontraron 

Los videos analizados en conjunto sumaron unas 283.459.400 vistas. En promedio, cada uno tuvo alrededor de 2,8 millones de visitas y 31.175 compartidos. De los 100 videos, 89 fueron compartidos por personas que no eran profesionales de la salud. Los 11 restantes fueron compartidos por personas identificadas como profesionales de la salud mental.

De la totalidad del material, el 52 % se clasificó como engañoso, el 27 % como experiencia personal y el 21 % como útil. El acuerdo entre observadores fue del 86 %, siendo un psiquiatra y un residente quienes realizaron la evaluación. En aquellos casos donde entre ellos no había acuerdo, un tercer observador analizaba los videos y clasificaba de acuerdo a las categorías mencionadas.

Dentro de las tergiversaciones más frecuentes halladas, podemos destacar:

  • Errores en la atribución de problemáticas transdiagnósticas exclusivamente al TDAH, como ansiedad, depresión, dificultades en las relaciones, etc.
  • Tergiversar la fisiopatología del TDAH, simplificando por ejemplo el trastorno a una disminución en dopamina
  • Errores en los procedimientos para diagnosticar.
  • Algunos videos cometieron errores en la asociación entre el TDAH y las teorías de desarrollo evolutivo.
  • Ninguno de los videos calificados como engañosos sugirió consultar con profesionales de salud mental.

Los hallazgos de esta investigación son consistentes con otra en la que se analizó el contenido de salud mental en YouTube (Thapa et al., 2022), encontrando que el 38 % de los videos contenían información errónea y que solo el 5 % era de utilidad. Es destacable de estas investigaciones que el público parece preferir los contenidos en primera persona (evidencia anecdótica) frente a los elaborados por profesionales especializados. También es destacable que la mayor cantidad de contenido engañoso y sin corroboración empírica proviene de ese tipo de videos (lo cual no significa que todo el contenido anecdótico sea falso).

Si bien la gran mayoría de los videos son comprensibles, un porcentaje alto de ellos contiene información errónea o no corroborada científicamente, como ya se destacó. Los investigadores señalan que, aun sin la intención de divulgar información falsa, estos videos terminan simplificando información y cuadros complejos, describiendo síntomas de forma genérica y realizando generalizaciones que muchas veces no pueden extenderse a la mayoría de las personas que padecen TDAH.

Según reportan los autores, este estudio sería el primero en analizar el contenido del trastorno por déficit de atención e hiperactividad en TikTok, con lo cual posee algunas limitaciones, como por ejemplo la cantidad de videos estudiados, que solo se limitó a 100, o el criterio utilizado para categorizar los videos. Al respecto de esto último, señalan que si bien las categorías fueron 3 (útil, experiencia personal y engañoso), es posible que muchos videos puedan ser considerados de experiencia personal y al mismo tiempo ser útiles, por ejemplo.

Estamos ante un fenómeno relativamente nuevo (la divulgación de contenido de salud mental por redes sociales). Lo cual indica la necesidad de investigar en profundidad, de manera de entender el mismo en toda su complejidad y poder delimitar pautas en las cuales pueda maximizarse el potencial de las redes sociales, disminuyendo la propagación de información engañosa y ampliando la información válida. Ayudando así a desmitificar, informar a la población general y reducir el estigma que personas con dificultades como el TDAH sufre a diario.

Nota final del autor: La finalidad de este artículo es dar a conocer un fenómeno del cual se tiene aún poco conocimiento y datos objetivos, en contraste con la enorme cantidad de opiniones individuales. No tiene como objetivo agredir a personas diagnosticadas con TDAH, con sospechas ni tampoco autodiagnosticadas, si bien en este último caso se sugiere buscar evaluaciones formales de profesionales capacitados no solo en TDAH, sino en diagnóstico diferencial. El mayor conocimiento sobre cada trastorno, así como de la forma en la que se divulga, debe redundar en mejoras en cuanto a conocimiento y reducción del estigma y discriminación de quienes los poseen.

Referencias

  • Thapa, P., Thapa, A., Khadka, N., Bhattarai, R., Jha, S., Khanal, A., & Basnet, B. (2018). YouTube lens to attention deficit hyperactivity disorder: a social media analysis. BMC Research Notes, 11, 1-6.
  • Yeung, A., Ng, E., & Abi-Jaoude, E. (2022). TikTok and attention-deficit/hyperactivity disorder: a cross-sectional study of social media content quality. The Canadian Journal of Psychiatry, 67(12), 899-906.
  • Análisis

Recomendaciones de la APA para el uso de redes sociales en adolescentes

  • Gabriel Genise
  • 10/05/2023

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Un panel presidencial de la Asociación Psicológica Americana ha publicado una serie de recomendaciones para el uso de redes sociales para adolescentes. Mientras estas plataformas puede promover una socialización saludable, su uso debe ir precedido de capacitación en alfabetización en redes sociales para garantizar que los jóvenes tengan habilidades que maximicen las posibilidades de experiencias equilibradas, seguras y significativas.

La presidente de la APA Thelma Bryant, PhD. refiere que  “las redes sociales no son dañinas pero tampoco beneficiosas para la juventud” Dado que los jóvenes maduran de manera diferente, algunos se encuentran más vulnerables que otros en cuanto a su contenido y las funciones de muchas plataformas de redes sociales que, según ha demostrado la ciencia, pueden influir en un desarrollo saludable.

Tal como les pedimos que se entrenen para obtener su licencia de conducir, los jóvenes necesitan obtener instrucción para un uso saludable y seguro de las redes sociales.

En un esfuerzo para proveer una guía para los educadores, padres, creadores de contenidos, profesionales de la salud mental, compañías de tecnología y para los jóvenes mismos, Bryant ha conformado un panel para examinar la literatura científica y poder así realizar recomendaciones que aseguren un desarrollo saludable en el uso de las plataformas sociales para los adolescentes. El resultado de este trabajo, trajo a colación 10 recomendaciones. 

El reporte también recomienda competencias psicológicas que los jóvenes deberían poseer antes de utilizar las redes sociales, además de capacitación periódica de refuerzo para minimizar las posibilidades de daño y maximizar los beneficios que pueden brindar las redes sociales.


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El consejo de revisión y salud señala que no todos los hallazgos se aplican por igual a todos los jóvenes. “Los hallazgos científicos ofrecen una pieza de información que se puede usar junto con el conocimiento de las fortalezas, debilidades y el contexto de jóvenes específicos para tomar decisiones que se adapten a cada adolescente, familia y comunidad”, Así mismo agregan que. “El uso de las redes sociales según la edad debe basarse en el nivel de madurez de cada adolescente (p. ej., habilidades de autorregulación, desarrollo intelectual, comprensión de los riesgos y entorno familiar)”.

Entre otros puntos, se recomienda las siguientes pautas: 

  • Adaptar el uso, la funcionalidad y los permisos de las redes sociales a las capacidades de desarrollo de los jóvenes; los diseños creados para adultos pueden no ser apropiados para niños.
  • Para los niños más pequeños, los adultos deben controlar el uso de las redes sociales, lo que incluye discutir y asesorar sobre el contenido de las redes sociales. Esto debe equilibrarse con las necesidades adecuadas de privacidad de los jóvenes. La autonomía puede aumentar gradualmente a medida que los niños crecen y adquieren más habilidades de alfabetización digital.
  • Minimice la exposición de los adolescentes al contenido de las redes sociales que represente un comportamiento ilegal o psicológicamente inadaptado, incluido el contenido que instruya o aliente a los jóvenes a involucrarse en autolesiones o comportamientos de alto riesgo o aquellos que fomenten el comportamiento de trastornos alimentarios (como comer restrictivamente, purgarse o ejercicio excesivo).
  • Minimizar la exposición de los adolescentes a contenido en línea que promueva la discriminación, los prejuicios, el odio o el ciberacoso, especialmente dirigido a grupos objetivo por motivos de raza, etnia, género, orientación sexual, religión o condición de discapacidad.
  • Supervise a los adolescentes en busca de signos de uso problemático de las redes sociales que puedan afectar su capacidad para participar en las funciones y rutinas diarias y que puedan representar un riesgo de daños psicológicos más graves con el tiempo.
  • Limite el uso de las redes sociales para no interferir con el sueño o la actividad física de los adolescentes, ya que cada uno de ellos es necesario para un desarrollo mental y psicológico saludable.
  • Limite el uso de las redes sociales por parte de los adolescentes principalmente para contenido relacionado con la belleza o la apariencia.

El reporte cuidadosamente menciona, que dada la investigación publicada al momento de su redacción, no es posible determinar si las redes sociales son la causa de un impacto dañino en la juventud. Adicionalmente, han habido relativamente pocos estudios realizados con jóvenes de poblaciones raciales, étnicas, sexuales, de género, socioeconómicas o con discapacidades, y/o jóvenes con condiciones crónicas de desarrollo o de salud.

El informe hace un llamado a una inversión en fondos para la investigación y acceso a mayor información, incluyendo compañías tecnológicas. 

Arthur Evans Jr, PhD, CEO de la APA menciona: “esperamos que estas recomendaciones sean de ayuda como también para poder mantener la paz con el constante cambio de ecosistema de las redes sociales”. La APA continuará salvaguardando el desarrollo de nuestras juventudes y promoviendo los aspectos positivos de las redes sociales.

Estas recomendaciones se basan en la ciencia psicológica y la investigación de disciplinas relacionadas al momento de la confección del presente reporte (Abril 2023). De manera colectiva, estos estudios se llevaron a cabo con miles de adolescentes que completaros evaluaciones estandarizadas. 

A continuación mencionamos las recomendaciones establecidas por la APA. 

Recomendaciones para el uso de redes sociales en adolescentes

1. Se debe alentar a los jóvenes que usan las redes sociales a usar funciones que crean oportunidades para el apoyo social, el compañerismo en línea y la intimidad emocional que pueden promover una socialización saludable

Los datos sugieren que el desarrollo psicológico de los jóvenes puede beneficiarse de este tipo de interacción social en línea, particularmente durante los períodos de aislamiento social, cuando experimentan estrés, cuando buscan conectarse con compañeros con condiciones de desarrollo o de salud similares, y quizás especialmente para los jóvenes que experimentan adversidad. o aislamiento en entornos offline.

Los jóvenes con síntomas ansiedad social, depresión o soledad, por ejemplo, pueden beneficiarse de las interacciones en las redes sociales que permiten un mayor control, práctica y revisión de las interacciones sociales. Desafortunadamente, estas poblaciones también pueden estar en mayor riesgo de algunas de las facetas negativas del uso de las redes sociales, como se analiza a continuación.

Las redes sociales ofrecen una poderosa oportunidad para la socialización de actitudes y comportamientos específicos, alentando a los adolescentes a seguir las opiniones y los actos prosociales de los demás. La discusión sobre comportamientos saludables en línea puede promover o reforzar actividades positivas fuera de línea y resultados saludables.

Las redes sociales pueden ser psicológicamente beneficiosas, particularmente entre aquellos que experimentan crisis de salud mental, o miembros de grupos marginados que han sido dañados de manera desproporcionada en contextos en línea. Por ejemplo, el acceso a pares que les permite a los adolescentes LGBTQIA+ brindar apoyo y compartir información de salud precisa entre sí, es beneficioso para el desarrollo psicológico y puede proteger a los jóvenes de resultados psicológicos negativos cuando experimentan estrés. Esto puede ser especialmente importante para temas que los adolescentes se sienten reacios o no pueden hablar con un padre o cuidador.

2. El uso, la funcionalidad y los permisos/consentimientos de las redes sociales deben adaptarse a las capacidades de desarrollo de los jóvenes; los diseños creados para adultos pueden no ser apropiados para niños.

Las características específicas (p. ej., el botón «me gusta», contenido recomendado, límites de tiempo sin restricciones, desplazamiento sin fin) y avisos/alertas (p. ej., sobre cambios en las políticas de privacidad) deben adaptarse a las habilidades sociales y cognitivas y la comprensión de los usuarios adolescentes. Por ejemplo, los adolescentes deben ser informados explícita y repetidamente, de manera apropiada para su edad, sobre la forma en que sus comportamientos en las redes sociales pueden generar datos que pueden usarse, almacenarse o compartirse con otros, por ejemplo, con fines comerciales (y otros) propósitos.

3. En la adolescencia temprana (es decir, típicamente entre los 10 y los 14 años), se recomienda el control por parte de adultos (es decir, revisión continua, discusión y asesoramiento sobre el contenido de las redes sociales) para el uso de las redes sociales por parte de la mayoría de los jóvenes; la autonomía puede aumentar gradualmente a medida que los niños crecen y si adquieren habilidades de alfabetización digital. Sin embargo, el monitoreo debe equilibrarse con las necesidades apropiadas de privacidad de los jóvenes.

Las regiones del cerebro asociadas con el deseo de atención, retroalimentación y refuerzo de los compañeros se vuelven cada vez más sensibles a partir de la adolescencia temprana, y las regiones asociadas con el autocontrol maduro no se desarrollan por completo hasta la edad adulta. Por lo tanto, el establecimiento de límites apropiados es fundamental, especialmente en la adolescencia temprana.

También se debe considerar cuidadosamente el uso de las redes sociales por parte de los adultos en presencia de los jóvenes. La ciencia demuestra que la orientación y las actitudes de los adultos (p. ej., los cuidadores) hacia las redes sociales (p. ej., usar durante las interacciones con sus hijos, distraerse de las interacciones en persona por el uso de las redes sociales) pueden afectar el propio uso de las redes sociales por parte de los adolescentes.

La investigación preliminar sugiere que una combinación de 1) límites en el uso de las redes sociales, y 2) discusión y entrenamiento entre adultos y niños sobre el uso de las redes sociales conduce a los mejores resultados para los jóvenes.

4. Para reducir los riesgos de daño psicológico, la exposición de los adolescentes a contenido en las redes sociales que represente un comportamiento ilegal o psicológicamente inadaptado, incluido el contenido que instruya o aliente a los jóvenes a participar en comportamientos de riesgo para la salud, como la autolesión (por ejemplo, cortarse, suicidarse), el daño a otros, o aquellos que fomentan el comportamiento de trastornos alimentarios (por ejemplo, alimentación restrictiva, purgas, ejercicio excesivo) deben minimizarse, informarse y eliminarse; además, la tecnología no debe llevar a los usuarios a este contenido.

La evidencia sugiere que la exposición a un comportamiento desadaptativo puede promover un comportamiento similar entre los jóvenes vulnerables, y el refuerzo social en línea de estos comportamientos puede estar relacionado con un mayor riesgo de síntomas psicológicos graves, incluso después de controlar las influencias fuera de línea.

Se deben crear estructuras de informes para identificar fácilmente el contenido dañino y garantizar que se le quite prioridad o se elimine.

5. Para minimizar el daño psicológico, la exposición de los adolescentes al “odio cibernético” (ciberhate), incluida la discriminación en línea, los prejuicios, el odio o el acoso cibernético (cyberbullying), especialmente dirigido hacia un grupo marginado (por ejemplo, racial, étnico, de género, sexual, religioso, de capacidad), o hacia un individuo por su identidad o alianza con un grupo marginado debe ser minimizada.

La investigación demuestra que la exposición de los adolescentes a la discriminación y el odio en línea predice aumentos en la ansiedad y los síntomas depresivos, incluso después de controlar la cantidad de adolescentes que están expuestos a experiencias similares fuera de línea. De manera similar, la investigación indica que, en comparación con la intimidación fuera de línea, el bullying y la intimidación pueden ser mucho más perjudiciales para el desarrollo psicológico. En otras palabras, tanto el ciberodio en línea como el acoso fuera de línea pueden aumentar el riesgo de problemas de salud mental en los adolescentes. La investigación sugiere riesgos elevados tanto para los perpetradores como para las víctimas del odio cibernético.

Los adolescentes deben recibir capacitación para reconocer el racismo estructural en línea y criticar los mensajes racistas. Las investigaciones muestran que los jóvenes que pueden criticar el racismo experimentan menos angustia psicológica cuando son testigos de eventos traumáticos relacionados con la raza en línea. Como se señaló anteriormente, el monitoreo y la discusión activa del contenido en línea por parte de los adultos también pueden reducir los efectos de la exposición al odio cibernético en los adolescentes.

6. Los adolescentes deben ser evaluados de forma rutinaria para detectar signos de «uso problemático de las redes sociales» que pueden afectar su capacidad para participar en roles y rutinas diarias, y pueden presentar un riesgo de daños psicológicos más graves con el tiempo.

Indicadores de uso problemático de redes sociales pueden incluir:

  • Tendencia a utilizar redes sociales aún cuando los adolescentes quieren dejar de usarlas, o darse cuenta que están interfiriendo en tareas necesarias
  • Utilizar un gran esfuerzo para garantizar el acceso continuo a redes sociales
  • Fuertes ansias de usar las redes sociales, o interrupciones en otras actividades por no usar demasiado las redes sociales.
  • Pasar repetidamente más tiempo en las redes sociales de lo previsto
  • Comportamiento mentiroso o engañoso para conservar el acceso al uso de las redes sociales.
  • Pérdida o interrupción de relaciones significativas u oportunidades educativas debido al uso de los medios

El uso de las redes sociales no debería restringir las oportunidades de interacción social en persona, y no debería contribuir a la evitación psicológica de interacciones sociales en vivo. 

7. Se debe limitar el uso de las redes sociales para que no interfieran con el sueño y la actividad física de los adolescentes.

Las investigaciones recomiendan que los adolescentes duerman al menos ocho horas cada noche y mantengan horarios regulares de sueño y vigilia. Los datos indican que el uso de la tecnología, particularmente dentro de la hora previa a la hora de acostarse, y el uso de las redes sociales en particular, se asocia con interrupciones del sueño. La falta de sueño se asocia con interrupciones del desarrollo neurológico en el cerebro adolescente, el funcionamiento emocional de los adolescentes, y riesgo de suicidio.

El uso de las redes sociales por parte de los adolescentes tampoco debe interferir ni reducir las oportunidades de los adolescentes para la actividad física y el ejercicio. Las investigaciones demuestran que la actividad física es esencial para la salud tanto física como psicológica (es decir, tasas más bajas de depresión).

8. Los adolescentes deben limitar el uso de las redes sociales para realizar comparaciones sociales, particularmente en torno a contenido relacionado con la belleza o la apariencia.

La investigación sugiere que el uso de las redes sociales para las comparaciones sociales relacionadas con la apariencia física, así como la atención excesiva y los comportamientos relacionados con las propias fotos y los comentarios sobre esas fotos, están relacionados con una imagen corporal más pobre, trastornos alimentarios y síntomas depresivos, particularmente entre las niñas.

9. El uso de las redes sociales por parte de los adolescentes debe estar precedido por una capacitación en alfabetización en redes sociales para garantizar que los usuarios hayan desarrollado competencias y habilidades informadas psicológicamente que maximizarán las posibilidades de un uso equilibrado, seguro y significativo de las redes sociales.

La ciencia emergente ofrece un apoyo preliminar a la eficacia de la ciudadanía digital y la alfabetización digital para aumentar la frecuencia de las interacciones positivas en línea; sin embargo, se necesita más investigación en esta área.

Las competencias adicionales también podrían incluir:

  • Cuestionar la precisión y la representatividad del contenido de las redes sociales
  • Comprender las tácticas utilizadas para difundir información errónea y desinformación
  • limitar los errores de «generalización excesiva» y «estimación errónea» que llevan a los usuarios a estimar incorrectamente los comportamientos o actitudes de los demás en función del contenido de las redes sociales (o reacciones al contenido)
  • Signos de uso problemático de las redes sociales
  • Cómo construir y nutrir relaciones saludables en línea
  • Cómo resolver los conflictos que pueden surgir en las plataformas de redes sociales
  • Cómo abstenerse de comparaciones sociales excesivas en línea y/o comprender mejor cómo se pueden manipular las imágenes y el contenido
  • Cómo reconocer el racismo estructural en línea y criticar los mensajes racistas
  • Cómo comunicarse de manera segura sobre salud mental en línea

10. Se deben proporcionar recursos sustanciales para el examen científico continuo de los efectos positivos y negativos de las redes sociales en el desarrollo de los adolescentes.

Se necesita una inversión sustancial en la financiación de la investigación, incluida la investigación longitudinal a largo plazo, estudios de niños más pequeños e investigación sobre poblaciones marginadas.

Se necesita acceso a datos entre científicos independientes (incluidos datos de empresas tecnológicas) para examinar más a fondo las asociaciones entre el uso de las redes sociales y el desarrollo de los adolescentes.

Fuente: APA

  • Análisis

Aprendizaje activo versus clases tradicionales: la falsa dicotomía en la literatura de investigación

  • Equipo de Redacción
  • 08/05/2023
a group of people in a room with a projector screen

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Por Amedee Marchand Martella, PhD. La Dra. Martella es becaria de investigación de posgrado de la Fundación Nacional de Ciencias y obtuvo su título de Doctora en Filosofía en psicología cognitiva en la Universidad de Purdue.

El método de instrucción predeterminado para la enseñanza K-12 y universitaria son las conferencias. En una conferencia (clase tradicional), un instructor habla mientras los estudiantes escuchan y ocasionalmente toman notas. Algunas personas se refieren despectivamente a las clases como “sabios en el escenario” para enfatizar la falta de participación de los estudiantes en su propio aprendizaje. El aprendizaje activo a menudo se propone como una alternativa a las clases tradicionales porque la instrucción de aprendizaje activo requiere que los estudiantes respondan preguntas o demuestren que están aprendiendo en el momento.

¿Deberíamos cancelar las clases tradicionales?

El método de enseñanza una vez promocionado que se remonta a la Edad Media (Friesen, 2011) es ahora objeto de muchas críticas. Las siguientes declaraciones muestran cuán impopular se ha vuelto la conferencia. La conferencia es:

  • “el equivalente pedagógico del derramamiento de sangre” (Wieman, 2014, p. 8320)
  • “ solo aburrido… ineficaz, también (Bajak, 2014, p. 1)
  • “anticuado, obsoleto e ineficiente” y “casi poco ético” (Eric Mazur de Bajak, 2014, párr. 4).
    Definición de aprendizaje activo

A pesar de estas críticas, el conferencias sigue siendo el modo de instrucción destacado en los cursos universitarios (Stains et al., 2018). Dado que se dice que este método está “muy atrasado para su revisión” (Westervelt, 2016, párr. 2), podemos preguntarnos qué método debería reemplazar las clases tradicionales. En muchos círculos de investigación, la respuesta sería un rotundo “¡aprendizaje activo!” Una definición seminal y común de aprendizaje activo es “actividades educativas que involucran a los estudiantes en hacer cosas y pensar en lo que están haciendo” (Bonwell & Eison, 1991, p. iii). Una definición más reciente que se estableció mediante la combinación de las definiciones de equipos de investigación educativa basados en disciplinas que contribuyen es: “El aprendizaje activo es una situación de aula en la que el instructor y las actividades de instrucción otorgan explícitamente a los estudiantes la agencia para su aprendizaje” (Lombardi et al., 2021). , pág. 16). Quizás lo más importante es que el aprendizaje activo a menudo se ve como lo opuesto al método de clase tradicional; la conferencia refleja el aprendizaje pasivo, y el aprendizaje activo refleja, como su nombre lo indica, el aprendizaje activo. De hecho, en una proporción sustancial de las comparaciones en la literatura de investigación, se presenta una dicotomía con la conferencias que representa una condición y el aprendizaje activo que representa la otra.

Dado que el aprendizaje activo a menudo se contrasta con el conferencias, la literatura de investigación hace parecer que el aprendizaje activo está desprovisto de cualquier instrucción didáctica. Debido a que las definiciones de aprendizaje activo son tan generales, no sorprende que el uso del aprendizaje activo en la práctica varíe ampliamente en intensidad e implementación (Freeman et al., 2014; Martella et al., 2021a). Se dijo que esta variación incluía “enfoques tan diversos como la resolución ocasional de problemas en grupo, hojas de trabajo o tutoriales completados durante la clase, el uso de sistemas de respuesta personal con o sin instrucción entre pares y diseños de cursos de estudio o talleres” (Freeman et al., 2014, pág. 8410). Incluso con estas variaciones, Freeman et al., (2014) encontraron en el metanálisis más grande y completo sobre el aprendizaje activo y el método tradional que el rendimiento de los estudiantes en los exámenes mejoró en alrededor del 6 % (o 0,47 desviaciones estándar para el tamaño del efecto general) bajo el aprendizaje activo. Un detalle importante y pasado por alto sobre estas variaciones es que estas condiciones de aprendizaje activo podrían incluir hasta el 90 % del tiempo de clase dedicado al conferencias (conferencias) y seguir categorizándose como “aprendizaje activo” (ver Freeman et al., 2014, p. 8414). En consecuencia, las condiciones de la clase podrían incluir poco menos del 10 % del tiempo de clase dedicado al aprendizaje activo y seguir clasificándose como “clase tradicional”.


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¿Es mejor el aprendizaje activo que las clases tradicionales?

Antes de que podamos concluir que el aprendizaje activo es diferente al conferencias y que el aprendizaje activo es un método de instrucción más eficaz, debemos comprender cómo se implementan los métodos de aprendizaje activo en el aula.

Para investigar más a fondo la variación dentro de los estudios de aprendizaje activo, mis coautores y yo realizamos una revisión sistemática de 57 estudios de comparación (es decir, aprendizaje activo versus conferencias de conferencia) publicados en tres revistas destacadas de educación científica (ver Martella et al., 2021a). Nos enfocamos en tres fuentes de variación en los cursos de aprendizaje activo para determinar cómo se implementan los métodos de aprendizaje activo en el aula: (a) las actividades de aprendizaje activo utilizadas en el curso, (b) otras características pedagógicas (por ejemplo, conferencia) utilizadas en el curso y (c) estructura/diseño del curso. Para las otras características pedagógicas utilizadas en el aula, encontramos que la mayoría de los cursos de aprendizaje activo contenían un componente significativo de conferencia: el 72,4 % de los cursos de aprendizaje activo dedicaron al menos el 20 % de la sesión de clase principal a la conferencia. 

A pesar de la cantidad significativa de conferencias que a menudo se encuentran en condiciones de aprendizaje activo, las afirmaciones de que el aprendizaje activo es más efectivo que las conferencias se hacen comúnmente en estudios empíricos que comparan la exposición continua de conferencias con conferencias interactivas en lugar de la exposición continua de conferencias con ninguna conferencia (Zakrajsek , 2018). La naturaleza problemática de estas afirmaciones se ilustra a través de un ejemplo análogo proporcionado por Zakrajsek (2018): si los investigadores quisieran determinar los efectos de una intervención de drogas versus una intervención de ejercicio para perder peso, entonces deberían diseñar un experimento para probar una condición de Drogas contra una condición de ejercicio. Si, en cambio, esos investigadores diseñaran un experimento para probar la eficacia relativa de cada intervención comparando una condición de Medicamento con una condición de Medicamento y Ejercicio, entonces los investigadores solo podrían hacer afirmaciones sobre el efecto de los medicamentos en la pérdida de peso en comparación con la combinación efectos de las drogas y el ejercicio en la pérdida de peso. No podrían concluir en el segundo escenario que el ejercicio es más beneficioso que el fármaco incluso si la condición de fármaco y ejercicio condujera a una mayor pérdida de peso. 

Aunque los errores en estas conclusiones análogas son evidentes, este tipo de métodos se implementan para comparar los sistemas de entrega de instrucción y proporcionan la base para afirmaciones posteriores sobre la eficacia relativa del conferencias y el aprendizaje activo. Es decir, los investigadores concluyen incorrectamente que el aprendizaje activo es más efectivo que la conferencia cuando comparan las condiciones de Conferencia y aprendizaje activo combinado con las condiciones de Clase.

Para examinar la precisión de las afirmaciones sobre el aprendizaje activo y la conferencias, mis coautores y yo llevamos a cabo un análisis del contexto de las citas para analizar la precisión de las citas de quienes citaron el destacado metanálisis discutido anteriormente (ver Martella et al., 2021b). La precisión de las citas refleja la cantidad de errores de citas que se relacionan con citas directas, declaraciones parafraseadas, interpretaciones y afirmaciones atribuidas a un autor o autores. Por lo tanto, examinamos la alineación entre las afirmaciones en el texto citado que se relacionaban con la eficacia de la conferencias y el aprendizaje activo y lo que se afirmaba explícitamente en el metanálisis citado. A través de nuestro análisis, encontramos, entre otros resultados, que el porcentaje de afirmaciones sin fundamento fue de 26,01% y que el porcentaje de artículos que contenían al menos una afirmación sin fundamento fue de 34,77%. Las afirmaciones no respaldadas incluyeron: (a) las actividades/enfoques específicos (p. ej., discusiones grupales, clases invertidas, aprendizaje basado en la investigación) que no sean el enfoque general del aprendizaje activo son efectivos; (b) la conferencia es ineficaz; (c) el aprendizaje activo es beneficioso para poblaciones específicas/temas del curso (p. ej., minorías, mujeres, contenido genético, cálculo); y (d) el aprendizaje activo mejora las medidas más allá del aprendizaje/retención. 

Un problema que puede contribuir a varias de estas inexactitudes es que solo había dos tipos de métodos de instrucción enumerados en el metanálisis: un tipo era la conferencias y el otro tipo era el aprendizaje activo. Las conclusiones que se pueden extraer con precisión son bastante limitadas; solo podemos decir que el aprendizaje activo (como término general) fue generalmente más efectivo que la conferencia (como término general). Sin embargo, no podemos precisar por qué los cursos de aprendizaje activo fueron generalmente más efectivos ni podemos afirmar que cualquier tipo específico de aprendizaje activo (por ejemplo, discusiones grupales, clases invertidas, aprendizaje basado en la investigación) es efectivo. Tampoco podemos decir que la conferencia es ineficaz. Para sacar conclusiones específicas (por ejemplo, aquellas relacionadas con qué formas de aprendizaje activo son más efectivas), necesitamos un estudio sistemático de este enfoque aislando y comparando características definidas e inequívocas de las implementaciones de aprendizaje activo.

Tipos de aprendizaje activo

Para comparar diferentes formas de aprendizaje activo, mis coautores y yo estudiamos sistemáticamente la efectividad de cuatro implementaciones diferentes de aprendizaje activo para enseñar a los estudiantes de primaria cómo diseñar experimentos simples (ver Martella et al., 2020). Las cuatro condiciones incluían: (a) modelado/modelado/actividad; (b) modelado/orientación directa/actividad; (c) orientación mínima/orientación directa/actividad; y (d) orientación mínima/orientación mínima/actividad. En la fase de modelado, el instructor explicó y demostró cómo usar una rampa para determinar qué tan lejos rodará una pelota. En la fase de orientación directa, los estudiantes configuran sus propias rampas con retroalimentación en varias etapas del instructor. En la fase de orientación mínima, los estudiantes instalaron sus propias rampas y solo recibieron preguntas sobre su diseño del instructor sin más comentarios. Todos los estudiantes recibieron instrucciones de realizar un experimento metodológicamente sólido con la rampa para la actividad. Estas condiciones diferían en la cantidad de instrucción y orientación didáctica que se proporcionó a los estudiantes con modelado/modelado/actividad (es decir, aprendizaje basado en conferencias) y modelado/orientación directa/actividad (es decir, instrucción directa) que tenían la instrucción y orientación más didáctica. Los alumnos se desempeñaron mejor en la actividad de rampa práctica (medida dependiente 1) después de participar en la condición de modelado/orientación directa/actividad en comparación con la condición de orientación mínima/orientación mínima/actividad. Además, los estudiantes en las cuatro condiciones tuvieron ganancias de aprendizaje significativas desde la prueba previa a la posterior (medida dependiente 2). Los estudiantes se desempeñaron mejor en general con modelado/orientación directa/actividad seguida de modelado/modelado/actividad con estas dos condiciones produciendo los tamaños de efecto más grandes. En resumen, estas condiciones de aprendizaje activo dieron como resultado diferentes logros de aprendizaje a pesar de que todas las condiciones se clasificaron como aprendizaje activo. Mi próximo paso en el proceso de investigación es comparar diferentes cantidades de dosis y horarios de aprendizaje activo y conferencias. La cantidad de la dosis se refiere al porcentaje del tiempo de clase dedicado a la conferencias y al aprendizaje activo. El programa de dosificación se refiere a la integración y secuenciación de conferencias y aprendizaje activo. Mi objetivo es comparar varios porcentajes y secuencias de conferencias y aprendizaje activo para determinar cantidades óptimas y órdenes de presentación de instrucción didáctica y práctica.

Aunque estoy en psicología cognitiva, aprecio lo que hacen los analistas de comportamiento (mis padres son ambos conductistas) y espero que mi publicación informe a los miembros de la comunidad conductual sobre un tema que probablemente los afecte o los afecte, especialmente a los que están en la universidad. posiciones de la facultad de nivel. También escribo esta publicación como un llamado para que más analistas de comportamiento realicen investigaciones sobre qué enfoques pedagógicos y de aprendizaje activo deben usarse (o evitarse) a nivel universitario. Los psicólogos orientados cognitivamente/psicólogos educativos y constructivistas parecen tener el mercado en esta investigación. Los analistas del comportamiento ya han contribuido mucho al campo de la educación y la investigación del aprendizaje activo, como lo demuestra la Tecnología de la enseñanza (Skinner, 1968, 2003), el Sistema personalizado de instrucción (es decir, el Plan Keller; Eyre, 2007) y la precisión. técnicas de enseñanza como SAFMEDS (Quigley et al., 2018), por nombrar algunas. Dado que los analistas del comportamiento desarrollaron métodos y actividades de instrucción que podrían aplicarse a las clases universitarias años antes de que otros investigadores comenzaran a escribir sobre el aprendizaje activo, espero que los analistas del comportamiento realicen más investigaciones sobre el aprendizaje activo a nivel universitario y se publiquen en aprendizaje activo y revistas de psicología educativa.

Artículo publicado en el blog del Association of Behavior Analysis International y traducido y adaptado al español por David Aparicio para Psyciencia.

  • Análisis
  • Salud Mental y Tratamientos

TFCBT como un tratamiento posible para el estrés postraumático en niños y adolescentes

  • Gabriel Genise
  • 03/05/2023

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TFCBT o Terapia Cognitivo Conductual Focalizada en el Trauma es un enfoque terapéutico basado en la evidencia para el abordaje del trauma en niños, adolescentes y sus familias. 

Este modelo ha sido diseñado originalmente para abordar los efectos destructivos del trauma temprano. El tratamiento es particularmente sensible a los problemas de los jóvenes con estrés postraumático y trastornos del estado del ánimo resultantes de abuso sexual, abuso físico, violencia o duelo. Integra principios de la terapia cognitiva conductual con técnicas de exposición y procesamiento emocional para ayudar a las personas a recuperarse de experiencias traumáticas. 

Este modelo fue desarrollado inicialmente en los años 90 por Cohen, Deblinger y Mannarino quienes se habían propuesto originalmente brindar asistencia a niños y adolescentes que habían sido víctimas de abuso sexual. Progresivamente TFCBT se expandió en el abordaje de diferentes formas de trauma o abuso. 

La TFCBT se basa en la idea de que los pensamientos, las emociones y el comportamiento están interconectados y que los traumas pueden afectar negativamente estos tres aspectos de la vida de una persona. La terapia se lleva a cabo en etapas y se adapta a la edad, el desarrollo y las necesidades individuales del consultante. 

Este modelo es un abordaje breve de unas 25 sesiones aproximadamente el cuál podría extenderse algunas sesiones más. Está orientado al abordaje de pacientes ambulatorios, como así también puede llevarse a cabo en internaciones, escuelas o dispositivos domiciliarios. El tratamiento incluye a la familia y se mantienen sesiones individuales con el niño y los cuidadores por otro lado. Avanzado el tratamiento se diseñan algunas sesiones conjuntas. Un objetivo central es el acompañamiento a los cuidadores en construir habilidades de parentalidad positiva, mejora de la comunicación, y el manejo del estrés ocasionado por el trauma del niño o adolescente con la finalidad de acompañar a que el menor se sienta acompañado. 


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Los componentes involucrados en el proceso terapéutico son los siguientes:

  1. Evaluación y educación: El terapeuta comienza por evaluar la historia y los síntomas del consultante, y lo educa sobre estrés postraumatico y cómo puede afectar su vida. Se brinda información sobre los síntomas y se establecen expectativas para el proceso terapéutico. 
  2. Estrategias de afrontamiento: Luego de llevar a cabo la psicoeducación, se enseña al consultante diferentes estrategias de relajación, respiración profunda, mindfulness, aceptación, identificación y redireccionamiento de pensamientos. 
  3. Exposición progresiva: Parte del proceso terapéutico incluye la exposición progresiva del paciente a los recuerdos de la experiencia traumática con el objetivo de recondicionar su respuesta a los disparadores y promover el alivio al estrés emocional
  4. Procesamiento cognitivo: Se enseñan estrategias para recontextualizar experiencias privadas poco útiles y regular sus emociones. 
  5. Involucramiento familiar: En los encuentros familiares se trabaja sobre la reconstrucción de la confianza en el adulto y también se les enseña a los cuidadores estrategias de modificación de conducta similares a las que se enseñan en los tratamientos para pacientes externalizadores. 

De acuerdo con el modelo, estos componentes pueden agruparse en tres fases:

  1. Fase 1: Seguridad y estabilización
  • Psicoeducación y Habilidades Parentales
  • Relajación
  • Expresión y regulación emocional
  • Estrategias de afrontamiento
  1. Fase 2: Exposición gradual
  • Desarrollo y procesamiento de la narrativa traumática 
  • Exposición gradual en vivo
  1. Fase 3: Consolidación/ Integración
  • Sesiones conjuntas con los cuidadores
  • Mejora en la seguridad y desarrollo futuro
  • Prevención de Recaídas

¿Cuándo utilizar TFCBT?

Tal como se mencionó anteriormente TFCBT fue desarrollada originalmente para el trabajo con niños y adolescentes víctimas de abuso sexual, pero también se ha demostrado evidencia para el abordaje de niños y adolescentes que habían experimentado un único o repetidos abusos físicos,sexuales o emocionales y como consecuencia desarrollaron TEPT, depresión o ansiedad. 

Si el niño o adolescente presenta problemas conductuales severos, consumo problemático de sustancias o ideaciones suicidas, entonces otras formas de psicoterapia podrían ser más indicadas tales como, la terapia dialéctico comportamental como una intervención inicial y luego un abordaje basado en trauma. 

Una diferencia significativa con la TCC tradicional es que este modelo se enfoca exclusivamente en los impactos que tiene el trauma sobre la persona. 

Evidencia empírica sobre TFCBT

Ramirez de Arellano, et al. (2015) llevaron a cabo una revisión sistemática en donde revisaron estudios metaanalíticos, revisiones y estudios individuales entre los años 1995 y 2013. Utilizaron diferentes bases de datos de las más populares. A partir de esta revisión, los autores pudieron evidenciar que la TF CBT es un procedimientos efectivo en la reducción de la sintomatología postraumática en niños y adolescentes. Sin embargo, es menos efectiva para la reducción de problemas conductuales o sintomatología depresiva en los consultantes. 

A sí mismo, Chipalo (2020) llevó a cabo una revisión sistemática sobre la eficacia del modelo. Todos los estudios proveyeron evidencia que apoya a la eficacia de TF CBT para la disminución del trauma y también evidenció la duración de las mejorías en follows up.

En otra revisión sistemática realizada por McGuire, Steele y Singh (2021), los autores examinaron la literatura existente en la aplicación de TF CBT en prescolares (niños de edades comprendidas entre 3 y 6 años). La información se obtuvo a partir de estudios controlados aleatorios, estudios de caso, metaanálisis, y otras formas de evidencia empírica. En comparación con investigaciones en niños de edad escolar y adolescentes, existen pocos artículos publicados en la aplicación de este modelo con prescolares. Dada la poca abundancia de investigaciones y los resultados obtenidos, los investigadores pudieron dar cuenta que TF CBT para esta población reune los criterios de nivel dos o probablemente eficaz en niños de esta edad. De acuerdo con la literatura disponible, los autores refieren que el lenguaje y las habilidades cognitivas, el contexto familiar, la cultura, y la experiencia clínica podrían ser variables potenciales a tener en cuenta cuando se contemple la posibilidad de utilizar este procedimiento para niños prescolares con síntomas de estrés postraumático. 

Un estudio que resulta interesante es el que llevaron a cabo Lewey et al (2018) quienes realizaron un estudio metaanalítico comparando la efectividad de EMDR y TF CBT en niños y adolescentes. En dicho estudio, los autores exploraron 494 estudios sobre niños y adolescentes con diagnóstico de TEPT y recibieron tratamiento con ambas modalidades de intervención. Del total de los análisis estadítisticos realizados se concluyó que TF CBT es marginalmente más efectiva que EMDR, aquellas personas con TEPT sub clínico responden con mejores resultados que aquellos con TEPT y una disminuciòn significativa aparece ante la presencia de comorbilidades en el diagnòstico. 

En otro estudio conducido por Diehle et al (2015)  realizaron un estudio controlado aleatorio con el objetivo de investigar la efectividad y eficacia de TF CBT y EMDR. Se tomò una muestra de 48 individuos de entre 8 y 18 años quienes fueron aleatoriamente distribuido entre los grupos y se llevaron a cabo 8 sesiones. Tanto TF CBT como EMDR mostraron una importante disminuciòn de sintomatologìa de TEPT en comparaciòn a los resultados obtenidos en las evaluaciones pre y post. La diferencia en la reducciòn es pequeña y estadìsticamente insignificante. La duraciòn de los tratamientos tampoco marca una diferencia importante, y ambos mostraron consistencia en la duraciòn de los efectos. 

La diferencia quizàs relevante es que los padres de niños expuestos a TF CBT reportaron una disminuciòn significativa en los sìntomas comòrbidos de depresiòn e hiperactividad. 

A modo de conclusiòn podrìamos decir que el modelo TF CBT es un modelo eficaz y eficiente para el abordaje de los sìntomas de estrès postraumàticos en niños y adolescentes como asì tambièn una herramienta importante de apoyo para los padres de los consultantes. Las investigaciones han demostrado que es una de las intervenciones goldstandar para esta problemàtica y no es inferior a otras modalidad de tratamiento. 

Un punto importante quizàs a contemplar al momento de elegir la intevenciòn, es tener en cuenta el contexto en donde estamos implementàndola, las caracterìsticas de la demanda y la disponibilidad de los consultantes a llevar a cabo el tratamiento. 

  • Análisis

Caras vemos, corazones no sabemos. Camuflaje en neurodivergencia (autismo y TDA)

  • Gretel Martinez
  • 02/05/2023

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En la naturaleza existen distintas adaptaciones, el camuflaje es una de las formas de defensa generalizada anti depredadores que previene que la presa sea detectada  por su cazador (Skelhorn J. y Rowe C., 2016). La RAE (Real Academia Española) la define a la acción de camuflar como “disimular la presencia de armas, tropas, material de guerra, barcos, etc., dándoles apariencia que pueda engañar al enemigo”. y/o “disimular dando a algo el aspecto de otra cosa”. Los humanos no quedamos afuera, también se da de forma más sutil y la vida en juego es la social. Sucede entre personas con un desarrollo neurotípico y en quienes presentan alguna condición del neurodesarrollo como autismo y/o desorden de déficit atencional (neurodiversidad).

La neurodiversidad incluye un desarrollo con particulares fortalezas en su trayectoria (Boot, N., Nevicka, B., & Baas M., 2020) no necesariamente como algo fuera de la norma o como privativo de una disfuncionalidad (Sonuga-Barke, E., & Thapar, A., 2021). Se entiende que es superador al concepto de neurodivergencia donde las personas tendrían un perfil cognitivo que difiere de una norma cognitiva establecida, una norma que no es un hecho estadístico objetivo del funcionamiento neurológico humano sino un estándar establecido y mantenido por procesos sociopolíticos. (Legault M. et. al., 2021).

Muchas personas experimentan un estigma que podría conducirlos a suprimir aspectos de su identidad  (Miller et. al., 2021). Tanto adolescentes como adultos con autismo lo harían para encajar, para evitar juicios sociales (Bernardin CJ, et. al., 2021). Dentro del autismo, el fenómeno del camuflaje se presenta en mayor frecuencia en mujeres pero es importante recordar que también ocurre en población masculina. El camuflaje como conjunto de estrategias y habilidades de autocontrol serían utilizadas por mujeres autistas que son más conscientes de sus síntomas autistas. Esto también explica por qué el camuflaje se correlaciona positivamente con la educación universitaria.

Dentro de la neurodivergencia el camuflaje toma el nombre de masking en el autismo y mirroring en TDA(H) – Trastornos de déficit atencional con o sin hiperactividad (APA, 2014).

En un estudio (Bradley L. et al., 2021) de 346 adultos con autismo, 300 reportaban experimentar el camuflaje a lo largo de la vida siendo que entendían que los riesgos que esto conlleva son agotamiento, su derivación en desórdenes de salud mental, que los demás no estarían aceptando su autismo al tiempo que crea percepciones y expectativas no realistas. En cuanto a sus aspectos positivos figuraban: una forma de acceder al mundo social, prosperar o desarrollarse, construcción y protección de resiliencia. Y ante el interrogante de ¿por qué no necesito camuflarme como solía hacerlo? sería prescindible al haber recibido diagnóstico y al recibir entendimiento y aceptación del entorno.


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El tiempo dedicado a camuflarse es lo que parece ser más perjudicial para la salud mental. La razón principal de pasar tanto tiempo camuflando sería la falta de conciencia y aceptación del autismo por parte de la sociedad. Como efectos negativos a corto plazo, resulta en agotamiento extremo y ansiedad; a pesar de que los objetivos de camuflaje se logran frecuentemente, en el largo plazo término también hay graves consecuencias negativas que afectan la salud mental de las personas, la autopercepción, autoestima y el acceso al apoyo. (Hull et. al., 2017). El enmascaramiento autista (también denominado en la literatura como camuflaje, compensación,  y más recientemente, transformación adaptativa) es la consciente o inconsciente supresión de respuestas naturales y adopción de alternativas en una variedad de dominios que incluyen la interacción social, la experiencia sensorial, la cognición, el movimiento y el comportamiento – expresiones, el sentido de la vestimenta y el habla – (Pearson A. & Kieran R., 2021).

El enmascaramiento del TDAH describe cómo actúa una persona cuando intenta sobrellevar los síntomas. Algunas personas intentan enmascarar el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) para evitar el estigma social que pueden causar sus síntomas. Es posible que no quieran que la gente sepa sobre su condición. Otras personas enmascaran el TDAH que no está diagnosticado. Es posible que no se den cuenta de su presencia y enmascaren sus síntomas para sobrellevar la situación. Implica ocultar los síntomas o compensarlos en exceso (enmascarar no es lo mismo que controlar el TDAH).

La tasa de diagnóstico de TDAH es mayor en hombres que en mujeres (Biederman et al., 2002; Gudjonsson et al., 2014). El enmascaramiento podría ser una de las razones de esta diferencia. Las mujeres con TDAH pueden desarrollar mejores estrategias de afrontamiento que los hombres para compensar sus dificultades relacionadas con el TDAH, como trabajar duro para mantener el rendimiento en el aula. Como resultado, pueden mitigar o enmascarar mejor el impacto de sus dificultades (Quinn, P. O. & Madhoo M., 2014) Los síntomas en las mujeres a menudo conducen a un sesgo de referencia a favor de los hombres, lo que significa que los hombres son diagnosticados con más frecuencia. Este también es el caso cuando existen otras condiciones junto con el TDAH. Los varones son más propensos a mostrar signos de trastorno negativista desafiante (TOD) o trastorno de conducta, que tienen comportamientos externos, como disrupción y agresión. Si bien estos no son signos de TDAH, sí conducen a evaluaciones donde se puede identificar el TDAH. Las mujeres con TDAH a diferencia, tienden a tener más trastornos internalizantes como la ansiedad (Hinshaw et al., 2012) junto con su TDAH que no son tan perjudiciales en el aula. 

El camuflaje, mirroring en TDAH, es cuando una persona observa y copia el comportamiento de otra persona. Es una forma de ganar aceptación social y conectarse con otras personas. Imita comportamientos y los reemplaza con alternativas socialmente más aceptables.

De niños, las personas que viven con TDAH aprenden qué comportamientos los separan de los demás. Es posible que escuchen pedidos repetidos como “presta atención” y “quédate en tu asiento” de padres y maestros. Dado que el enmascaramiento es un esfuerzo por mejorar la experiencia social, los síntomas que la gente puede tratar de enmascarar son los que creen que podrían molestar al gente a su alrededor (Por ejemplo, hacer ruido con la lapicera o golpeteo en las piernas, impulsividad, inquietud corporal, hablar rápido, dificultades con la concentración, etc.).

Formas de “disfraz” de esas conductas incómodas del déficit atencional pueden ser decir menos de lo deseado a propósito para no hablar demasiado o interrumpir a la gente, escribir todo para poder recordarlo más tarde, reprimir emociones fuertes, dificultades para concentrarse por el esfuerzo por ocultar el exceso energía, sentirse incapaz de relajarse antes de una próxima cita porque se podría perder la noción del tiempo, sentir la necesidad de organizar una tarea o proyecto en lugar de trabajar en él, experimentar irritabilidad por tener que concentrarse en una actividad de bajo interés, mantener estándares perfeccionistas para ocultar defectos autopercibidos o imitar a otras personas en situaciones sociales para encajar.

Existen desventajas de enmascarar el TDAH. El estrés de enmascarar el cuadro no tratado o no diagnosticado podría contribuir a la ansiedad y la depresión, similar a lo que sucede en las personas con autismo (Hull et. al., 2021) Es posible que la gente no crea que necesita ayuda si es efectiva en el enmascaramiento, que en verdad, podría retrasar o prevenir el diagnóstico de TDAH – no tratado tendría una mayor probabilidad de desarrollar trastorno por consumo de sustancias (Hamed, A. M., Kauer, A. J., & Stevens, H. E., 2015) –

En conclusión, algunas estrategias de enmascaramiento, como las herramientas organizativas, pueden ser útiles. Otras como suprimir las emociones, pueden ser dañinas. Una de las mejores maneras de reducir el efecto de los comportamientos de enmascaramiento menos eficaces es recibir un diagnóstico y tratamiento. Si profesionales de salud y educación están familiarizados con el camuflaje, será beneficioso para diagnosticar autismo/ TDAH en adultos, particularmente en aquellos que se camuflan, disminuyendo así  el impacto a largo plazo de las consecuencias ante falta de diagnóstico o diagnóstico erróneo (Alaghband-rad J., et al., 2023). El tratamiento podría ayudar a reducir los síntomas, lo que podría hacer que el enmascaramiento parezca menos necesario junto con una comunidad más amable y consciente de la diversidad.

Referencias:

  • Alaghband-Rad J, Hajikarim-Hamedani A, Motamed M. Camouflage and masking behavior in adult autism. Front Psychiatry. 2023 Mar 16;14:1108110. doi: 10.3389/fpsyt.2023.1108110. PMID: 37009119; PMCID: PMC10060524.
  • American Psychiatric Association – APA. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-5 (5a. ed.). Madrid: Editorial Médica Panamericana.
  • Bernardin CJ, Mason E, Lewis T, Kanne S. «You Must Become a Chameleon to Survive»: Adolescent Experiences of Camouflaging. J Autism Dev Disord. 2021 Dec;51(12):4422-4435. doi: 10.1007/s10803-021-04912-1. Epub 2021 Feb 15. PMID: 33590426.
  • Boot, N., Nevicka, B., & Baas, M. (2020). Creativity in ADHD: Goal-Directed Motivation and Domain Specificity. Journal of Attention Disorders, 24(13), 1857–1866. https://doi.org/10.1177/1087054717727352
  • Hamed AM, Kauer AJ, Stevens HE. Why the Diagnosis of Attention Deficit Hyperactivity Disorder Matters. Front Psychiatry. 2015 Nov 26;6:168. doi: 10.3389/fpsyt.2015.00168. PMID: 26635643; PMCID: PMC4659921.
  • Hinshaw SP, Owens EB, Zalecki C, Huggins SP, Montenegro-Nevado AJ, Schrodek E, Swanson EN. Prospective follow-up of girls with attention-deficit/hyperactivity disorder into early adulthood: continuing impairment includes elevated risk for suicide attempts and self-injury. J Consult Clin Psychol. 2012 Dec;80(6):1041-1051. doi: 10.1037/a0029451. Epub 2012 Aug 13. PMID: 22889337; PMCID: PMC3543865.
  • Hull, L., Levy, L., Lai, MC. et al. Is social camouflaging associated with anxiety and depression in autistic adults?. Molecular Autism 12, 13 (2021). https://doi.org/10.1186/s13229-021-00421-1
  • Legault, M., Bourdon, JN. & Poirier, P. From neurodiversity to neurodivergence: the role of epistemic and cognitive marginalization. Synthese 199, 12843–12868 (2021). https://doi.org/10.1007/s11229-021-03356-5
  • Miller D, Rees J, Pearson A. «Masking Is Life»: Experiences of Masking in Autistic and Nonautistic Adults. Autism Adulthood. 2021 Dec 1;3(4):330-338. doi: 10.1089/aut.2020.0083. Epub 2021 Dec 7. PMID: 36601640; PMCID: PMC8992921.
  • Pearson A, Rose K. A Conceptual Analysis of Autistic Masking: Understanding the Narrative of Stigma and the Illusion of Choice. Autism Adulthood. 2021 Mar 1;3(1):52-60. doi: 10.1089/aut.2020.0043. Epub 2021 Mar 18. PMID: 36601266; PMCID: PMC8992880.
  • Quinn, P. O., and Madhoo, M. (2014). A review of attention-deficit/hyperactivity disorder in women and girls: uncovering this hidden diagnosis. Prim. Care Companion CNS Disord. 16:PCC.13r01596. doi: 10.4088/pcc.13r01596
  • Real Academia Española: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., . <https://dle.rae.es> .
  • Slobodin O and Davidovitch M (2019) Gender Differences in Objective and Subjective Measures of ADHD Among Clinic-Referred Children. Front. Hum. Neurosci. 13:441. doi: 10.3389/fnhum.2019.00441
  • Skelhorn J, Rowe C. Cognition and the evolution of camouflage. Proc Biol Sci. 2016 Feb 24;283(1825):20152890. doi: 10.1098/rspb.2015.2890. PMID: 26911959; PMCID: PMC4810834.
  • Sonuga-Barke E, Thapar A. The neurodiversity concept: is it helpful for clinicians and scientists? Lancet Psychiatry. 2021 Jul;8(7):559-561. doi: 10.1016/S2215-0366(21)00167-X. Epub 2021 May 10. PMID: 33984295.

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