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Análisis

357 Publicaciones
  • Análisis

¿Por qué se ríen los niños? No siempre es porque estén felices

  • 17/04/2024
  • Equipo de Redacción

Aunque pueda parecer paradójico, los niños no se ríen por alegría. Estudios científicos, incluido el mío propio, muestran que hay algo mucho más profundo que la alegría o la diversión en la risa de un niño.

La risa de los adultos es igualmente compleja. En un estudio anterior sobre el significado de la risa en adultos, concluí que es una respuesta evolutiva a algo confuso o inesperado. Es una señal poderosa de «todo está bien» para nosotros mismos y para otros de que una amenaza potencial es, de hecho, inofensiva.

Basándome en esta investigación, mi estudio más reciente se centra en la risa en niños y bebés. Descubro que está estrechamente relacionada con el desarrollo cerebral y de la personalidad: los niños se ríen por razones muy diferentes en diferentes etapas de su desarrollo, mucho antes de que puedan comprender conceptos abstractos como juegos de palabras, chistes o incluso el lenguaje.



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Los beneficios evolutivos de la risa

La risa surge de nuestra capacidad para entender y juzgar incongruencias en un chiste o acción de forma inconsciente: es nuestra respuesta a una transición instantánea entre asombro y resolución.

Por lo tanto, la risa en adultos señala el paso de la amenaza o el miedo, tanto para nosotros mismos como para quienes nos rodean. Por eso los niños, y muchos adultos, se ríen en montañas rusas u situaciones similares: en lugar de llorar de miedo, pasan de la perplejidad y el terror a la resolución. La risa es la señal de este paso.

Varios estudios muestran que este proceso es el mecanismo detrás de la comedia exitosa, especialmente la comedia física. El filósofo francés Henri Bergson propuso y explicó este mecanismo por primera vez en 1900 con respecto a la comedia física: «El elemento cómico … consiste en una cierta inelasticidad mecánica, justo donde uno esperaría encontrar la adaptabilidad despierta y la maleabilidad viviente de un ser humano».

Los bebés aprenden a reír

La risa comienza poco después del nacimiento. Los bebés aprenden a reír porque quieren imitar a sus padres y recibir su aprobación. Esta es la forma en que los bebés aprenden todo al principio: a través de la imitación y recibiendo la aprobación de los adultos que los rodean.

Pero a medida que crecen, los bebés salen de la simbiosis con sus padres que caracteriza los primeros meses de vida. Aprenden a distinguir su propia persona de sus padres y del mundo que los rodea. Una vez que comienzan a comportarse de manera autónoma, entre los 2 y 5 años, comienzan a experimentar una nueva sensación por primera vez: ciertas cosas pueden parecer frías, extrañas o fuera de lugar, y esto los sorprende, confunde y asombra.

Aquí es donde entra la risa: después de un momento de vacilación, comprenden que lo que parecía aterrador o inesperado en realidad es inofensivo.

Por ejemplo, un niño se ríe cuando ve a su padre con una nariz de payaso falsa. ¿Por qué? Porque por un instante se sintieron avergonzados: esa nariz no es una nariz «real». Cuando comprenden que solo era una broma de papá, se tranquilizan y se ríen. También pueden reír cuando su hermano mayor hace una mueca tonta, y el proceso es el mismo: asombro, tranquilidad, risa.

Entender la lógica permite a los niños comprender los chistes

A partir de los 5 o 6 años, los niños aprenden a manejar conceptos abstractos, lo que significa que pueden entender y «pillar» los chistes. Esto sucede cuando superan la etapa anterior de egocentrismo, que dificulta su comprensión del razonamiento de los demás.

En esta etapa, la risa surge con los mismos criterios que la de los adultos, es decir, para desaprobar lo que consideran frío y falso, no solo en otras personas, sino también en los procesos de razonamiento. Este proceso mental es la base de un buen remate cómico: incongruencia, asombro y resolución.

Estas tres etapas de desarrollo de la risa: imitación y aprobación, asombro, desaprobación, son buenos indicadores del crecimiento y desarrollo mental del niño.

La risa de los padres puede ayudar al desarrollo de los bebés

La risa de los padres, al igual que la de los bebés, es importante para el desarrollo, pero ¿por qué los padres ríen instintivamente con sus bebés? Podemos entender fácilmente que una madre o un padre sonrían alegremente a su bebé, pero la risa es más compleja.

Cuando miran a su hijo, un padre no puede evitar tener un momento de perplejidad: los bebés son extraños por naturaleza porque se asemejan a los adultos, pero no hablan ni se comportan como uno. Este asombro momentáneo dura una fracción de segundo antes de ser superado inmediatamente: ¡es solo su amado bebé!

Esto debería animar a todos los padres a participar en la risa con sus bebés, a no sentirse cohibidos o asustados, y a ser sus «compañeros de risa». Tales interacciones pueden mejorar el comportamiento y el bienestar de los bebés – la risa es un aliado comprobado de nuestro sistema inmunológico – y ayudarles a desarrollar una relación natural y saludable con esta compleja respuesta humana.

Por Carlo Valerio Bellieni, profesor de pediatría en Università di Siena

Artículo publicado en The Conversation y traducido y adaptado al español por Psyciencia.

  • Análisis

La norepinefrina: La hormona clave para el estrés y la concentración

  • 16/04/2024
  • David Aparicio


En el intrincado mundo de la bioquímica cerebral, la norepinefrina emerge como una figura central, desempeñando roles cruciales en la respuesta al estrés, la concentración y la regulación del estado de ánimo. Esta hormona, también conocida como noradrenalina, ejerce una influencia significativa en el funcionamiento del sistema nervioso simpático, desencadenando una serie de respuestas físicas y emocionales ante situaciones desafiantes o estimulantes.

¿Qué es la norepinefrina y cómo funciona?

La norepinefrina es un neurotransmisor y una hormona producida principalmente en el cerebro por el locus coeruleus, una pequeña estructura en el tronco cerebral. Se clasifica como una catecolamina, junto con la dopamina y la epinefrina (adrenalina), y desempeña un papel fundamental en la transmisión de señales nerviosas entre las células del sistema nervioso.

Cuando se enfrenta a un estímulo estresante o desafiante, el cerebro libera norepinefrina en áreas específicas involucradas en la vigilancia, la atención y la respuesta al estrés. Esta liberación activa los receptores adrenérgicos en diferentes regiones del cerebro y del cuerpo, desencadenando respuestas fisiológicas como el aumento del ritmo cardíaco, la dilatación de las pupilas y la liberación de glucosa en el torrente sanguíneo para proporcionar energía adicional.



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Papel en la respuesta al estrés y la regulación del estado de ánimo

La norepinefrina desempeña un papel crucial en la respuesta del organismo al estrés. Cuando nos enfrentamos a una situación estresante, como un peligro inminente o una demanda cognitiva intensa, el cerebro aumenta la producción y liberación de norepinefrina para mejorar la alerta y la capacidad de respuesta. Esta respuesta es parte del sistema de «lucha o huida», que prepara al cuerpo para enfrentar o escapar de una amenaza percibida.

Además de su papel en la respuesta al estrés, la norepinefrina también está implicada en la regulación del estado de ánimo. Niveles anormales de norepinefrina se han asociado con trastornos del estado de ánimo como la depresión y la ansiedad. Por ejemplo, se cree que la disminución de los niveles de norepinefrina está relacionada con la fatiga y la falta de motivación observada en la depresión, mientras que un exceso de norepinefrina puede contribuir a la ansiedad y la hipervigilancia.

Impacto en la concentración y la atención

Además de su papel en la respuesta al estrés y la regulación del estado de ánimo, la norepinefrina también juega un papel crucial en la concentración y la atención. Se ha demostrado que niveles óptimos de norepinefrina en el cerebro están asociados con una mejor capacidad para enfocarse en tareas cognitivas y mantener la atención durante períodos prolongados. Por el contrario, la disminución de los niveles de norepinefrina puede conducir a dificultades para concentrarse y mantener la atención, un síntoma común en trastornos como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

Conclusión

La norepinefrina es una hormona multifacética que desempeña un papel crucial en una amplia gama de funciones fisiológicas y psicológicas, desde la respuesta al estrés hasta la regulación del estado de ánimo y la atención. Su compleja interacción con diferentes sistemas neuroquímicos la convierte en un objetivo importante para la investigación en neurociencia y en el desarrollo de tratamientos para trastornos neuropsiquiátricos. Al comprender mejor el papel de la norepinefrina en el cerebro, podemos avanzar en el desarrollo de intervenciones más efectivas para mejorar la salud mental y el bienestar emocional.

Referencias:

  • Fillenz, M. (1990). Noradrenergic Neurons. Cambridge University Press. https://play.google.com/store/books/details?id=lVssRHVzb-AC
  • García-Uribe, J., Lopera-Jaramillo, D., Gutiérrez-Vargas, J., Arteaga-Noriega, A. & Bedoya, O. A. (2023). Efectos adversos relacionados con la administración de norepinefrina por accesos venosos periféricos cortos: una revisión de alcance. Enfermeria intensiva / Sociedad Espanola de Enfermeria Intensiva y Unidades Coronarias, 34(4), 218-226. https://doi.org/10.1016/j.enfi.2022.09.001
  • González, F. (2016). Estudio conformacional de la estructura molecular de la cocaína y el «crack». https://uvadoc.uva.es/handle/10324/25792
  • McClelland, D. C. (1989). Estudio de la motivación humana. Narcea Ediciones. https://play.google.com/store/books/details?id=3fKGr602DTcC
  • Análisis
  • Salud Mental y Tratamientos

Ciencia y pseudociencia en las terapias psicológicas

  • 26/03/2024
  • CETECIC

¿Por qué falla tu analista?

Aunque suene un poco extraño, no todas las terapias psicológicas que los psicólogos aplican tienen una base científica. Menos aún son científicas un conjunto de prácticas muy difundidas que parecen (insistimos, sólo parecen) estar relacionadas con la psicología, como la biodecodificación, la hipnosis, las constelaciones familiares y, por supuesto, el psicoanálisis.

¿Cuáles son las características de una práctica científica y cuáles las de una pseudociencia? ¿Por qué es importante que la terapia psicológica esté científicamente basada?

Los primeros cuestionamientos claros hacia las terapias psicológicas no científicas fueron efectuados a mitad del siglo pasado por el prominente psicólogo Hans Eysenck, en Inglaterra. En pocas palabras, Eysenck demostró con datos empíricos que las personas que acudían a psicoterapia mejoraban en igual medida que quienes no hacían ninguna actividad psicoterapéutica. Vale decir, la psicoterapia producía resultados similares a los del mero paso del tiempo, un fenómeno llamado “remisión espontánea”. Sus planteos, mal recibidos por el autoritarismo psiquiátrico de la época, tardaron algunos años en dar sus frutos, pero inauguraron el camino de un debate que aún se recorre: 



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Al fin y al cabo, los seres humanos hacemos infinidad de actividades cotidianas sin ninguna preocupación acerca de su cientificidad. Así, por ejemplo, jugamos cartas, escuchamos música, leemos ficción, practicamos ejercicio físico por diversión, con completa independencia de si estas ocupaciones cuentan o no con un aval científico. ¿Es válida una postura similar para la terapia psicológica? Algo así como “voy a mi psicoanalista o voy a constelar porque me gusta”.

Una forma de pensar: las cosas como son y no como me gustan

Si bien resulta sumamente difícil caracterizar en pocas palabras la filosofía de la ciencia aplicada a la psicología o cualquier otra disciplina del conocimiento, no hay duda de que la apertura a los hechos resulta uno de sus rasgos distintivos. Dicho en términos simples, la ciencia es empírica. Algo se acepta como válido si tiene pruebas; caso contrario, se descarta, punto. Esta manera de generar información, a simple vista muy obvia, se enfrenta con varias clases de obstáculos. Algunos de ellos, tal vez los más importantes, emanan de la misma fuente que la ciencia, es decir, nuestro cerebro; este, lejos de erigirse como un limpio dispositivo puramente racional, es un órgano plagado de sesgos y falacias lógicas. La racionalidad y el pensamiento de base empírica no le salen espontánea y fácilmente al cerebro humano, de modo tal que la única forma de construir el conocimiento científico radica en la colaboración de muchos que mutuamente se evalúan y critican unos a otros.

El sesgo de confirmación constituye uno de los mejores ejemplos que la psicología ha constatado.

En perfecta complementariedad se encuentra el “razonamiento motivado”, el cual consiste en utilizar información irrelevante y recursos retóricos para desviar un argumento hacia una conclusión que nos resulta beneficiosa, aunque no necesariamente correcta. La lista de errores y sesgos cognitivos, falacias lógicas y pseudorazonamientos podrían llenar fácilmente las páginas de varios libros, aunque muchos de ellos tendrían un denominador común: la búsqueda de que el mundo sea como a mí me gusta y a mí me conviene. 

En efecto, la psicología ha documentado que resulta mucho más fácil engañar a alguien cuando la mentira que contamos le resulta agradable o beneficia a la víctima del embuste; no importa si el cuento lo hace un comerciante fraudulento, un político corrupto o yo a mí mismo. Justamente, esto es lo que la ciencia viene a demostrar: el mundo es como es, con independencia de lo que nos agrada; la realidad no es como nos gusta ni como para nosotros tiene sentido; el universo es completamente indiferente a nuestras pretensiones.

La breve discusión anterior no debe caer como una simple filosofada que interesa a un puñado reducido de gente dedicada a la ciencia. Por el contrario, el planteo posee consecuencias mundanas muy importantes, graves a veces. Construir un saber racional, empíricamente basado, no contaminado por sesgos y errores de razonamiento redunda en que las prácticas derivadas serán más efectivas, por la sencilla razón de que están más adecuadas a los hechos de la realidad y no a los sesgos, falacias de razonamiento o caprichos intelectuales de algún cerebro sapiens que anda suelto por ahí.

Los psicólogos, trabajadores sociales, psiquiatras y otros profesionales relacionados son frecuentemente consultados para tomar decisiones importantes, a veces transcendentales, sobre la vida de otros individuos. Las opiniones de estos profesionales impactan en si una persona irá o no a la cárcel, una madre conservará o no la tenencia de su hijo o un niño entrará a un sistema de educación especial. ¿Qué sucede cuando esas opiniones (de los supuestos profesionales expertos) no están basadas en los hechos y en la ciencia sino en sesgos personales o, peor aún, gustos personales?

La discusión acerca de las evidencias en las que se sustentan las intervenciones psicológicas impacta directamente en el trabajo cotidiano que cada psicólogo lleva adelante con sus pacientes. ¿Deberían los psicólogos basar sus intervenciones en el modelo científico? ¿Qué consecuencias trae no hacerlo? Reflexionemos sobre la base de dos ejemplos comunes:

  • Un psicólogo clínico no reconoce que se encuentra frente a un paciente que padece un trastorno bipolar y, como consecuencia, no recomienda la interconsulta con un psiquiatra. O peor aún, hay psicólogos clínicos que, desconociendo completamente los protocolos de la ciencia, manifiestan no estar de acuerdo con el uso de medicación psicotrópica. Sea como fuera, el paciente evoluciona con altibajos durante algunos años hasta que, como suele suceder en estos casos, las crisis empeoran. Durante un episodio de hipomanía, el paciente efectúa conductas en exceso, como embriagarse, insinuarse sexualmente de modo inadecuado a otras personas o, incluso, ser francamente infiel a su pareja. Cualquiera de estos actos acarrea consecuencias desastrosas, desde tener un accidente producto del alcohol, la pérdida de relaciones sociales o una separación conyugal.
  • Otro psicólogo, que tampoco trabaja con un enfoque científicamente basado, atiende a un paciente que padece de ansiedad social. En lugar de aplicar un protocolo validado que incluya a la discusión cognitiva, la terapia de exposición y el entrenamiento en habilidades sociales, el terapeuta utiliza la asociación libre y la interpretación de los sueños, un tratamiento cuya efectividad no ha sido demostrada luego de más de un siglo desde que fuera propuesto. El paciente pasa largos años en terapia (cosa común en el psicoanálisis) sin mayores cambios. Debido a su ansiedad social que no remite, malgasta gran parte de su tiempo encerrado en su habitación y, por ende, no logra hacer una carrera universitaria, no tiene amigos y no conoce una pareja. Ya hacia la cuarta década de su vida, se halla aislado, apenas alcanza a sostener un trabajo que no le gusta. De los muchos casos como este, algunos viran hacia una depresión y, de ahí, quedan a unos pocos pasos del suicidio. En situaciones de esas características, alguien puede morir.

Si alguien atraviesa un paro cardiaco, omitir el desfibrilador conduce al deceso instantáneo. En el terreno psicológico las cosas se juegan con otros tiempos, en una larga cadena de hechos que arranca con tratamientos inadecuados, incapaces de aliviar el malestar emocional. A lo largo de muchos años, y en conjunción con otros factores, ello se traduce en una merma en la calidad de vida. De ahí, fácilmente viramos hacia la depresión y, a veces, a la muerte por suicidio. Ni que hablar del estrés de vivir con un desorden mental crónico. Hoy sabemos a ciencia cierta que el estrés es la causa de una gran parte de las enfermedades médicas, incluso de algunas condiciones graves y potencialmente letales; pero también disponemos de medios científicamente avalados para aliviarlo. 

La conclusión sale naturalmente: no aplicar las técnicas científicamente probadas para aliviar el estrés deja al individuo más vulnerable a las enfermedades relacionadas y, dado que algunas pueden causar la muerte, entonces algunos fallecidos no serían tales si tan sólo un psicólogo hubiese intervenido con los medios adecuados.

¿Parece exagerada la discusión anterior? ¿Algo así como que hemos llevado las cosas a un extremo muy trágico? Pues reflexionemos sobre un solo ejemplo simple: la hipertensión arterial explica el 13 % de las muertes o, en otras palabras, 13 de cada 100 muertes se deben a la hipertensión arterial. Por otro lado, esa enfermedad es una de las que más influencia recibe del estrés; groso modo, un poco más del 80 % de la causalidad se debe al estrés (o factores emocionales, como algunos gustan llamar). Sólo hay que hacer la cuenta, es fácil… ¿cuántas muertes se prevendrían si, en lugar de perder años asociando libremente y jugando con los lapsus, tan sólo nos tomáramos dos consultas para enseñarle al paciente un ejercicio de relajación, cuya efectividad para la disminución del estrés se encuentra más que demostrada?

¿Qué es una pseudociencia?

Para entender el frío, necesitamos también experimentar el calor. Del mismo modo, discernir con claridad lo que es una pseudociencia requiere una comprensión cabal de lo que es la ciencia, algo que, por razones de espacio, hoy dejaremos por cuenta del lector, indicando al final del artículo bibliografía consultada y recomendada. Sencillamente, digamos que ambos constructos son cúmulos de conocimiento de fronteras difusas, aunque la manera en que obtienen y justifican al mismo es distinta y, en general, diametralmente opuesta. 

Naturalmente, la principal divisoria de aguas radica en el nivel de adecuación empírica, vale decir, desde una postura científica efectuaremos todos los esfuerzos posibles a fin de que las hipótesis y prácticas derivadas se ciñan a los hechos mientras que, desde una postura pseudocientífica, esto posee poca o ninguna importancia y, contrariamente, tiende a primar más lo que se desea obtener. 

Enumeramos a continuación una lista de rasgos distintivos de los enfoques pseudocientíficos. De uno u otro modo, todos ellos son subsidiarios de la cualidad principal mencionada, el desprecio o negación de los hechos en favor de que lo que se cree o anhela:

  • Uso excesivo de hipótesis ad hoc que inmunizan a las teorías del proceso de falsación.
  • Ausencia de trabajo de autocorrección.
  • Evasión de la revisión por pares y rechazo de las críticas, las cuales son tomadas como agresiones en lugar de intentos de mejorar el conocimiento.
  • Énfasis en la confirmación más que en la refutación del conocimiento.
  • Falta de conexión y diálogo con otras áreas de la literatura científica.
  • Utilización de un leguaje similar al de la ciencia, pero oscuro, complejo de comprender y particularmente imposible de operacionalizar con exactitud.
  • Ausencia de una demarcación precisa del ámbito explicativo e imposibilidad de generalizar resultados; en otras palabras, no hay una definición de las condiciones bajo las cuales las hipótesis se comprueban o no se comprueban.
  • Uso excesivo y casi exclusivo de testimonios y evidencias anecdóticas como medio de validación.
  • Se revierte el cargo de la prueba: se exige a quien no cree que demuestre por qué no son correctas las afirmaciones cuando, en verdad, quien propone las ideas también debe aportar las pruebas que las sustentan.

Nos resulta imposible en un solo artículo desarrollar extensivamente cada uno de los tópicos mencionados. Nuevamente, remitimos a los lectores a las fuentes citadas al final. En lo que sigue, efectuamos una discusión de los dos últimos puntos.

Uso excesivo y casi exclusivo de testimonios y evidencias anecdóticas como medio de validación

Todos tenemos intuiciones acerca de cómo funcionan las cosas, tanto en el mundo físico como humano. Algunas veces experimentamos incluso nuestras intuiciones con un fuerte sentimiento de certeza, aunque ello no prueba nada, absolutamente nada acerca de la veracidad de nuestras ideas. 

Esto es cuasi obvio cuando reflexionamos acerca de que una segunda persona experimenta el mismo sentimiento de certeza pero sobre la idea completamente opuesta. ¿Cómo sabemos quién acierta y quién se equivoca si nos vamos a apoyar únicamente en vivencias subjetivas?

Cualquiera puede afirmar algo por conveniencia individual. Una de las hipótesis que la ciencia sí ha demostrado es que la búsqueda de aceptación social favorece que la gente efectúe aseveraciones poco convencionales. De hecho, la mayoría de las personas que padecen un cuadro narcisista experimentan un fuerte sentimiento de placer al narrar eventos extraordinarios que sorprenden a los demás, incluso cuando los otros no crean ni una sola palabra de lo que se les diga pero lo disimulen.

Las pseudociencias suelen validar sus dichos con testimonios (historias de sujetos reales o inventados) que cuentan cómo un tal o cual método sanador los liberó de una enfermedad en la que la medicina tradicional había fallado, o cómo alguna terapia psicológica novedosa puso fin a la angustia y racha de mala suerte que traían desde antaño. Los procedimientos supuestamente terapéuticos nunca se encuentran disponibles para todos, sino únicamente para un grupo reducido que conserva el atesorado secreto. Frecuentemente, se trata de un conocimiento de unos pocos iluminados, un método que un tal o cual médico, terapeuta o chamán descubrió, y sólo él y sus discípulos conocen y pueden aplicar.

En otras palabras, los secretos de la sabiduría y las fórmulas tan efectivas que se proponen desde las pseudociencias se hallan asequibles para un pequeño grupo, no se encuentran en los libros que todos podemos leer. En ciencia sucede linealmente lo opuesto. El conocimiento científico es una empresa colectiva, producto del esfuerzo de muchos, y lo que se descubre se publica rápidamente en revistas y libros de modo tal de que todos los que trabajan en el área se anoticien, puedan criticarlo y, si realmente estamos frente a una idea efectiva, la utilicen. ¿Por qué se atesoraría bajo siete llaves un saber preciado y eficaz que puede liberar a muchos individuos del padecimiento?

Lo que verdaderamente acontece es que ninguna práctica pseudocientífica puede permitirse ser examinada públicamente con los procedimientos rigurosos de la ciencia porque simplemente no pasan la prueba. El manejo oscuro y sigiloso del conocimiento responde a que no es más que un conjunto de mentiras y patrañas, un bonito cuento muy agradable y bien narrado.

Se revierte el cargo de la prueba: se exige a quien no cree que demuestre por qué no son correctas las afirmaciones

¿Quién es el responsable de demostrar las afirmaciones, el que las profiere o el que las cuestiona? Si ahora te contamos con plena convicción que durante los próximos meses una raza de extraterrestres inteligentes por fin visitará la tierra, y tú no nos crees, ¿eres tú el que debes demostrar que nosotros estamos equivocados? ¿O somos nosotros quienes debemos aportar las pruebas de lo que decimos? Pues bien, para las pseudociencias, valdría lo primero, esto es, tú deberías mostrar por qué los extraterrestres no vendrán los meses entrantes.

Las disciplinas pseudocientíficas no presentan pruebas concluyentes de sus afirmaciones por la elemental razón de que carecen de ellas. Consiguientemente, defienden sus argumentos exigiendo a sus críticos que demuestren los suyos. Algo así como que el incrédulo y crítico debería demostrar la inefectividad de los procedimientos que ellos aplican, caso contrario, son válidos.

En contraste, las disciplinas científicas parten de la observación empírica y demostración de las afirmaciones, esta es la piedra angular.

Los críticos, que por supuesto existen, fundamentan sus contraargumentos en otros datos también fácticos, lo cual genera una confrontación e intercambio de ideas enriquecedor pues siempre se desarrolla dentro del marco de lo que se puede verificar. Así el conocimiento científico crece.

Insistimos con una idea. La filosofía de la ciencia no debería entenderse como un problema que importa a unos pocos intelectuales, locos y nerds académicos. La filosofía de la ciencia es el fundamento último del conocimiento científico, el cual nos brinda la calidad de vida que damos por hecho. Los teléfonos inteligentes, los microondas, los autos y la calefacción que hacen la vida actual confortable son resultado de la investigación y aplicación científica. Pero la ciencia ha dado mucho más que lujos. 

Son las teorías científicas las que han derivado en las soluciones médicas a las cuales con toda confianza acudimos, como los antibióticos, las intervenciones quirúrgicas o las internaciones en unidades de cuidados intensivos. Por sólo mencionar un caso, previo a la introducción de los antibióticos, la mitad de los niños moría de alguna infección simple o quedaban con secuelas permanentes; una otitis se convertía en una infección que llegaba al cerebro y causaba el deceso. El acceso al agua potable, las infraestructuras de saneamiento en las ciudades e incluso la comida distribuida en masa a la superpoblación mundial actual provienen en última instancia del saber científico, subsidiario de la filosofía empírica.

¿Por qué es importante discutir sobre las pseudociencias?

Las pseudociencias son peligrosas. Esto se debe a muchas razones pero especialmente a que ellas se proponen como una alternativa a los procedimientos científicos adecuadamente validados. Así, cuando la gente asiste a un grupo de constelaciones familiares, biodecodificación, EMDR (Desensibilización por Movimientos Oculares Rápidos) o incluso, al psicoanalista, lo hace mayoritariamente con el objetivo de aliviar alguna forma de sufrimiento. ¿Qué busca un paciente que debido a sus crisis de pánico teme salir de su casa? ¿Qué desea un sujeto quien por padecer de ansiedad social, se encuentra aislado y sufre por su soledad? ¿Qué espera encontrar el individuo que se ve atormentado por sus pensamientos obsesivos, los cuales no lo dejan vivir, concentrarse ni dormir? Todos ellos quieren una sola cosa, simple y llana: que la sintomatología desaparezca y no regrese nunca más. 

La gente asiste a la consulta con un profesional y acepta contar sus sueños, interpretar sus fallidos, recordar su infancia traumática, dibujar la casa, el árbol y la persona, responder a lo que ve en una vagas manchas de tinta, mover sus ojos hacia los costados mientras narra sucesos traumáticos, o cualquiera de las miles de intervenciones pseudocientíficas que psicólogos y afines proponen. ¿Por qué lo hacen? La grandísima mayoría cuentan con una única motivación: la expectativa de que será un camino de alivio a su sufrimiento. Lo que generalmente no saben estos consultantes es que ese psicólogo recurre a procedimientos sin aval científico, sin efectividad comprobada, los cuales se encuentran más cercanos al tarot y la astrología que a una práctica de salud. Así que, sin vueltas, la conclusión sale fácil, las pseudociencias son peligrosas porque conllevan un engaño para el que busca ayuda.

En ocasiones, se sostiene que muchas de las prácticas pseudocientíficas no son peligrosas porque “lo peor que puede pasar es nada”. Esta afirmación supone que los perjuicios hacia las demás personas únicamente ocurren por acción, no por omisión. En otras palabras, dado que asistir a un espacio de biodecodificación o de constelaciones familiares no puede derivar en daño físico alguno, pues sólo se trata de acciones verbales y escritas, entonces no es peligroso. Este razonamiento salta el hecho obvio de que el participante acude mayoritariamente buscando ayuda, en un estado de necesidad afectiva y deposita en el procedimiento expectativas de sanación o alivio. Sin embargo, más allá del efecto placebo, no obtendrá nada. 

Hace años que la psicología ha demostrado que la frustración de las expectativas constituye una de las causas más comunes de depresión. Otra vez, esta sí es una hipótesis con aval empírico. La ilusión frustrada acarrea emociones negativas y cambios fisiológicos como la inmunosupresión. Si las pseudociencias, disfrazadas bajo un manto de racionalidad y seriedad, no ejercen ningún efecto, entonces frustran las expectativas de alivio y sanación de alguien que padece, y esto ya en sí mismo es algo; en realidad, es mucho. Nuevamente, las pseudociencias se revelan como peligrosas, en este caso por omisión. En el caso de enfermedades graves, la elección de una pseudociencia (como reemplazo de un tratamiento validado) puede ser muy peligrosa. La ilusión por una cura milagrosa puede en ocasiones alejar a un paciente grave de los tratamientos empíricamente validados, llevándolo con esto a una muerte segura.

Existe otra área donde las pseudociencias han hecho y siguen provocando un gran daño: la evaluación psicológica. Escribiremos un artículo especial sobre el tema en un futuro cercano, pero debemos ahora una mención dada la gravedad de las consecuencias. Resulta un lugar común que los psicólogos sean convocados como peritos e informantes expertos para la toma de decisiones. De este modo, colegios, empresas, juzgados solicitan de la opinión y pericia de los psicólogos. Estos, munidos de herramientas científicas, deberían ofrecer información calificada acerca de las personas que van ser integradas a un sistema educativo, a ocupar un puesto de trabajo o, incluso, ir a la cárcel. 

Pero lo que pocos saben es que la mayoría de los psicólogos no basan sus recomendaciones en recursos científicos sino en un puñado de técnicas pseudocientíficas antiguas que carecen de toda objetividad. Así, resulta un lugar común que pidan que los entrevistados cuenten lo que ven en unas absurdas y anacrónicas manchas de tinta llamada Test de Rorschach o se les requiere que dibujen un árbol, una casa y una persona; amparándose en otra supuesta prueba proyectiva llamada HTP por las siglas en inglés de casa, árbol y persona. Existe una abundancia de estas formas de evaluación, genéricamente denominadas pruebas o tests proyectivos, pero ninguno ha mostrado fehacientemente poder llegar a conclusiones válidas acerca de la personalidad del sujeto evaluado. De hecho, los test proyectivos no cumplen con el criterio de validez de constructo, circunstancia por la cual nunca se sabe bien qué miden y suelen ser tan ambiguos que tampoco poseen confiabilidad inter-observadores.

En pocas palabras, esto significa que dos evaluadores independientes llegarán a conclusiones totalmente disímiles frente al mismo test. En la justicia, como en cualquier otro ámbito, deberíamos utilizar instrumentos objetivos y baremados, que sirvan a los propósitos específicos de lo que se solicita en evaluación. Así, por ejemplo, si deseamos medir la ansiedad, necesitamos una escala diseñada a tal efecto, no un test proyectivo de personalidad que trae un cúmulo enorme de información plagada de sesgos, dependiente más de cómo el sujeto dibuja o de las expectativas del evaluador. 

En efecto, hace años que se demostró que estos tests tienden a reflejar lo que el evaluador, es decir, el psicólogo quiere ver. Así, si el evaluador busca signos de psicopatía, seguramente los hallará y si busca signos de abuso sexual, también los encontrará. Como no existen parámetros objetivos de valoración de las respuestas, entonces termina primando el sesgo de confirmación del psicólogo que interpreta. Por si no lo ha notado el lector, la nota de color de este apartado es que debido a la interpretación ambigua y pseudocientífica, un niño puede ser excluido de un sistema educativo, alguien puede perder su trabajo o incluso ir a la cárcel. En efecto, hoy la justicia frecuentemente decide si alguien es o no responsable de abuso sexual sobre la base de estos dibujos carentes de toda objetividad. Nuevamente, las pseudociencias son muy, muy peligrosas.

¿Y por qué todo debería ser científico?

Podríamos preguntarnos si las prácticas pseudocientíficas poseen algún otro valor más allá del que acá se les adjudica. En efecto, las personas acuden a efectuar cantidad de actividades que no poseen una raíz científica, como ir al cine, al gimnasio, jugar a las cartas, tomar sol o bailar. Nadie se preocupa demasiado por las bondades científicamente demostradas del tango. Si bien todos sabemos que tanto la música como la actividad física acarrean beneficios para la salud, casi nadie asiste puntualmente por este motivo, sino tan solo por diversión, algo perfectamente lógico. ¿Podríamos pensar de modo similar acerca de las pseudociencias?

Algunas actividades pseudocientíficas ya caen naturalmente en una tal categoría en nuestra cultura. Así, por ejemplo, cuando alguien consulta un adivino, un curandero, un médium o un tarotista, de alguna forma asume que no está frente a un científico que fue a la universidad. La astrología ocupa un espacio dudoso para muchos; en efecto, saben que no ven un auténtico profesional pero algunos aún defienden a la astrología como una “ciencia milenaria”. De paso digamos que se trata de otro argumento falaz, pues que algo haya perdurado incluso por siglos no lo convierte en verdadero. Finalmente, están las prácticas pseudocientíficas llevadas adelante por profesionales, gente que fue a la universidad, el templo de la ciencia, pero resulta que llevan a cabo intervenciones pseudocientíficas como el EMDR, las constelaciones familiares o el psicoanálisis. ¿Deberíamos aceptar que alguien puede asistir a una práctica pseudocientífica, sabiendo que se trata de una tal cosa, por su propia elección? Definitivamente, sí, pero ello requeriría como mínimo que el asistente sea debidamente informado con una frase que podría verse más o menos así: “Lo que realizamos acá es una actividad que no posee ninguna eficacia comprobada científicamente. La probabilidad de que usted logre aliviar su sufrimiento con nuestros servicios es similar a la probabilidad de que el problema se vaya solo. Asimismo, le informamos que para resolver problemas psicológicos, sí existen procedimientos de efectividad demostrada, pero que nosotros no ofrecemos. Igualmente, bienvenido”.

En fin, si nos resulta divertido, agradable y entretenido, podemos ir a bailar tango o al gimnasio, del mismo modo que podemos ver al tarotista, al psicoanalista o ir a constelar. Ahora bien, si padecemos un problema psicológico que genera sufrimiento, entonces sería mejor consultar con un psicólogo que efectúe un tratamiento basado en evidencias.

Bibliografía

  • Stea, J., & Hupp, S. (2023). Investigating Clinical Psychology (1st ed.). Taylor and Francis. Retrieved from https://www.perlego.com/book/4214598/investigating-clinical-psychology-pseudoscience-fringe-science-and-controversies-pdf (Original work published 2023)
  • Bunge, M. (1974). La Ciencia, su Método y su Filosofía. Editorial Sudamericana.
  • Bunge, M. (2003). La Investigación Científica. Su estrategia y su filosofía. Editorial Siglo XXI.
  • Bunge,M.(1984). What is pseudoscience?Skeptical Inquirer,9,36–46.
  • Lilienfeld, S. O. (2007). Psychological Treatments That Cause Harm. Perspectives on Psychological Science, 2(1), 53-70. https://doi.org/10.1111/j.1745-6916.2007.00029.x

Por: Lic. Ariel Minici, Lic. José Dahab y Lic. Carmela Rivadeneira

  • Análisis

6 Señales de que estás atrapado en una narrativa negativa

  • 25/03/2024
  • Equipo de Redacción

Por Steven Hayes, cocreador de la terapia de aceptación y compromiso (ACT).

Lo que piensas de ti mismo y del mundo que te rodea afecta enormemente tu vida y tu bienestar general. Por ejemplo, si crees que eres digno de amor y capaz de enfrentar y superar los desafíos de la vida, es más probable que actúes de manera que confirmen estos pensamientos. Por otro lado, si crees que es todo lo contrario, que eres indigno e incompetente, es probable que actúes de acuerdo con ellos también. Las historias que te cuentas sobre ti mismo (es decir, lo que crees sobre ti mismo) dan forma a cómo piensas, sientes y actúas.

Sin embargo, esto es solo una parte de la verdad y tal vez ni siquiera la mayor parte. Porque más que lo que piensas, lo que importa es cómo reaccionas a tu propio pensamiento. Por ejemplo, podrías pensar: «Nunca seré lo suficientemente bueno». Pero eres amable, cariñoso y compasivo contigo mismo. ¡Es posible! Y lo sabes porque si miras más de cerca tu experiencia, los pensamientos negativos no siempre aterrizan de la misma manera. 



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A veces los psicólogos usan el término creencia para hablar de pensamientos que se adoptan implícitamente y luego se cumplen o se combaten; y desde ese punto de vista, la verdadera acción no es lo que piensas sino lo que crees. En mi propio trabajo, generalmente decimos que las personas se fusionan con estos pensamientos, o que se enredan con estos pensamientos, pero practicaré lo que estoy predicando aquí y en esta publicación usaré el término creencia para referirme a pensamientos que se adoptan como base de acción. (¡Tranquilízate Steve, esto no te matará!)

Al contener tus pensamientos a la ligera, puedes notar que estas son solo historias que tu mente te cuenta sobre ti mismo. Y aunque se sientan verdaderos (o, a veces, incluso objetivamente ciertos), no tienen que dominar tu vida. Los pensamientos son solo pensamientos, no tienen poder sobre ti a menos que te atores en ellos.

Esto a menudo es más fácil decirlo que hacerlo, porque todos nos aferramos a creencias sobre nosotros mismos que parecen tan evidentes como el hecho de que el fuego está caliente o que el agua moja las cosas. Y con demasiada frecuencia, ni siquiera nos damos cuenta de cuándo estamos en las garras de nuestras propias creencias, incapaces de distinguirlas de lo que son, mientras nos dejamos guiar por ellas de manera inútil o autodestructiva. Por esta razón, es importante aprender a notar cuándo estamos atrapados en una narrativa que afecta negativamente nuestras vidas. Estar atento a las siguientes seis señales puede ayudar.

Señal # 1 Sobreidentificación con etiquetas

La mente humana es experta en categorizar. Damos nombres a todas las aves del cielo, a todos los peces del mar y, literalmente, a todo lo demás, porque nos ayuda a darle sentido al mundo y nos permite tomar mejores decisiones que aseguran nuestra supervivencia. Las historias bíblicas notan cuán poderoso es esto (por ejemplo, Génesis 2: 18-20), pero también lo hacen la ciencia y la experiencia práctica. Por ejemplo, si alguien grita «tigre», no necesitamos ver al animal nosotros mismos para saber que es mejor que comencemos a correr. Pero por muy útil que pueda ser esta habilidad, también puede volverse contra nosotros, especialmente cuando la aplicamos a nosotros mismos.

Las palabras nunca pueden capturar la verdadera complejidad de la vida y, en cambio, reducen todo a una mera etiqueta. Y cuando olvidamos este hecho, lo que hacemos con bastante frecuencia, confundimos la etiqueta con lo real. Luego nos reducimos a ser nuestro trabajo, a nuestro papel dentro de nuestra familia, a un insulto que alguien nos dijo una vez, a un diagnóstico de salud mental que recibimos una vez, y así sucesivamente. Entonces ya no somos un ser vivo de complejidad insondable, sino que somos «un conserje», «una mamá»,»un perdedor » o simplemente «deprimidos». La primera señal de que estamos atrapados en una narrativa es que nos identificamos demasiado con tales etiquetas.

Señal #2 Repetición de patrones negativos

Pocos hábitos siempre tienen resultados «buenos» o «malos», su utilidad depende de las circunstancias. Realiza un proceso como apagar tus sentimientos más profundos. Ese proceso es una base pésima para una relación fructífera, pero aprender a hacerlo durante períodos cortos puede ser esencial si trabajas como socorrista. Acción similar, contexto diferente.

Dicho esto, si te involucras repetidamente en hábitos inútiles, fíjate si no estás atrapado en una narrativa inútil. A pesar de lo que tu mente pueda decirte acerca de cómo «tienes que» hacer lo que dices, puede ser el momento de romper su control.

Señal #3 Culpar a factores externos

A menudo, hay fuerzas reales que frenan a las personas en la vida; especialmente en un mundo que lucha por tratar a todos con respeto y dignidad. Pero la vida también nos pide que miremos nuestras propias vidas y discernamos qué está dentro de nuestra capacidad de cambiar. Si todo lo que ves son razones externas para culpar por tu miseria, ve si estás atrapado en una narrativa negativa.

Siempre hay algunos aspectos bajo nuestro control, incluso si es solo nuestra propia perspectiva. Al asumir la responsabilidad de nosotros mismos y tomar decisiones activas alineadas con nuestros objetivos y valores, es probable que movamos la aguja en una mejor dirección, paso a paso.

Señal # 4 Dificultad para dejar ir

Algunas experiencias tienen un impacto tan fuerte que continúan atormentándote mucho después de que hayan pasado. Tal vez alguien te lastimó de manera devastadora, y aunque ya no le hablas a esa persona, su imagen y sus palabras aún resuenan en tus recuerdos. Y cada vez que recuerdas y luchas con ese recuerdo, es posible que sientas que tu corazón late más rápido y tu cuerpo se tensa. Una y otra vez, te sientes obligado a involucrarte con ese recuerdo, imaginando que las cosas van de manera diferente y esperando encontrar una solución o incluso un cierre, que nunca llegará.

Aprender a dejar ir puede ser difícil, incluso aparentemente imposible, especialmente si aún puedes sentir el dolor. Y si dejaras ir, es posible que tengas que dejar que las personas que te han hecho daño escapen del apuro. Pero dejar ir no se trata de otras personas; se trata de ser amable y compasivo contigo mismo. Se trata de darte cuenta del costo que esta lucha interminable tiene para ti, y con paciencia y amabilidad recuperar tu enfoque y alejarlo de la herida que pica y, en cambio, de las cosas que te importan profundamente.

Señal #5 Diálogo interno negativo constante

La mayoría de nosotros tendemos a hablarnos a nosotros mismos de una manera que rara vez, o nunca, usaríamos cuando hablamos con nuestros amigos y seres queridos. Entonces somos duros en nuestros juicios y nos castigamos rápidamente con insultos críticos: «¿cómo pude ser tan estúpido?!» «Soy una decepción». «Nunca lo haré bien». Y así sucesivamente. A menudo, este es un proceso automático, y lo hacemos de manera tan rápida y natural que casi nunca lo notamos, y mucho menos cómo está afectando nuestro bienestar.

Es posible que te hayan hecho creer que necesitas ser estricto contigo mismo para dejar de equivocarte. Pero, ¿qué te dice tu experiencia sobre qué tan bien funciona eso? Si eres honesto contigo mismo, probablemente estés de acuerdo en que este enfoque no arrojó los resultados prometidos. No eres un caballo para ser azotado, sino que mereces amabilidad, paciencia y compasión, especialmente cuando cometes un error o cuando eres vulnerable. Cambiar tu monólogo interno requiere práctica activa, pero puedes desarrollar un tono más cariñoso con el tiempo.

Señal #6 Falta de voluntad para considerar alternativas

Cuando estamos atrapados en una narrativa negativa, la vida parece muy unilateral. Nuestra visión se cierra y nos convencemos de que la realidad es tal como nuestra mente nos dice que es. Esto es relativamente fácil de detectar en otras personas, pero es mucho más difícil notar el impacto de las creencias en nosotros mismos. Cuando usamos anteojos teñidos de rojo, no vemos nuestros anteojos; en cambio, vemos el mundo como rojo. Como resultado, nos sentimos obligados a actuar como si el mundo fuera rojo, sin darnos cuenta de que hay disponibles diferentes puntos de vista y percepciones, que son igual de válidos.

Si estamos demasiado preocupados por nuestra apariencia, podemos percibir un rechazo romántico como prueba de nuestras deficiencias físicas. No nos damos cuenta de que puede que no tenga nada que ver con nosotros mismos. Cuando nos estresamos por todas las tareas que debemos hacer en un día determinado, podemos pasar por alto el hecho de que no hacerlas también es una opción. Siempre hay diferentes puntos de vista disponibles, algunos de los cuales son más empoderadores que otros. Y al darnos cuenta de las historias que nuestra mente nos cuenta sobre nosotros mismos, podemos elegir más conscientemente a cuáles nos adscribiremos y cuáles dejaremos ir. En efecto, es posible que no podamos elegir nuestros pensamientos, pero podemos elegir nuestras creencias.

___

Las narraciones que nos contamos sobre nosotros mismos y el mundo en el que vivimos tienen un poderoso impacto en nuestro bienestar mental, especialmente cuando las creemos. Al darte cuenta conscientemente de estas narrativas, una habilidad que puedes practicar en tu vida diaria, puedes aprender a elegir cómo interactuar con ellas: si deseas dejar que impulsen tus acciones o reconocer su presencia sin que sus demandas te dicten. Se trata de entrenar continuamente tu conciencia. Y cada vez que te vuelvas a absorber, puedes reenfocarte conscientemente en lo que te importa. Una y otra vez. 

Presta atención a estas seis señales y practica mantener tus creencias con más ligereza y flexibilidad. Pronto notarás que te ayudará a tomar nuevas y mejores decisiones.

Artículo publicado en Psychology Today y traducido y adaptado al español para Psyciencia.

  • Análisis

7 sitios con imágenes gratuitas para charlas de psicología

  • 22/03/2024
  • David Aparicio
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Los temas que tratamos en psicología suelen ser bastante abstractos y difíciles de ilustrar. Un buen ejemplo de esto es que casi todas las ilustraciones de psicología incluyen la imagen de un cerebro cuando el tema que estamos presentando quizás no tenga nada que ver con las estructuras del cerebro.  

Quizás sea porque los temas de psicología pueden ser muy abstractos o bien porque muchos no saben dónde encontrar buenas imágenes que no se vean pixeladas o que no tengan marcas de agua en medio de la imagen.

Para ayudar un poco con esto, he preparado una lista de sitios que usamos en Psyciencia para obtener las ilustraciones de nuestros artículos y presentaciones. Son seis plataformas totalmente gratuitas con licencias de libre acceso para que puedan preparar hermosas presentaciones sin tener que usar las imágenes repetidas de Google Images. Espero que les sean útiles:



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  • Análisis
  • Salud Mental y Tratamientos

Cómo prepararte para la terapia

  • 19/03/2024
  • Equipo de Redacción

En muchas áreas de la vida, un poco de preparación puede hacer mucho para disminuir la ansiedad y ayudarte a aprovechar al máximo lo que está por venir. Esto no solo incluye planificar para eventos adversos como tormentas, cortes de energía o terremotos (una amenaza constante en mi estado de California), sino también prepararse para exámenes, presentaciones, eventos deportivos, entrevistas de trabajo o cualquier otra situación en la que desees un resultado positivo.

Sin embargo, relativamente pocas personas piensan en prepararse para la psicoterapia. En esta guía, explicaré por qué es una buena idea y ofreceré sugerencias específicas sobre cómo prepararse, ya sea que recientemente hayas elegido un terapeuta y estés reservando tu primera cita o ya hayas pasado por el proceso de admisión y estés comenzando. Aunque la psicoterapia no está llena de peligros como los terremotos u otros desastres naturales, completar algunos pasos simples al comenzar con la terapia te dará una mejor idea de qué esperar y puede mejorar tus posibilidades de tener una experiencia positiva y productiva con tu terapeuta.

Por qué deberías tomarte el tiempo para prepararte para la terapia

A diferencia de muchas otras relaciones, los terapeutas están dedicados a ayudar al paciente sin ninguna expectativa de reciprocidad. La relación está protegida por leyes y códigos éticos para garantizar la priorización inequívoca de las necesidades del paciente. Y para muchas personas, la terapia no es ni gratuita ni fácil de acceder. Dado todo esto, la idea de tener que hacer un esfuerzo antes de tu primera cita puede parecer un poco confusa; podrías preguntarte si el terapeuta es quien debería estar haciendo la mayor parte (si no toda) del trabajo preparatorio. Ya sea esa tu suposición o no, pensemos en cómo adoptar una postura más proactiva podría producir mejores resultados que depender únicamente de las acciones de tu terapeuta.



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Cuando la gente me contacta para preguntar sobre psicoterapia, comúnmente preguntan cuánto tiempo tomará mejorar. Mi respuesta siempre es la misma: «Eso depende de ti». Cada pareja terapeuta-paciente es diferente, y ambos individuos son vitales para lo que logran juntos. Décadas de investigación han destacado el papel crucial que desempeñan los pacientes para obtener mejores resultados en la terapia cuando vienen preparados y dispuestos a trabajar, y cuando tienen una idea de qué esperar. Esto tiene mucho sentido, dado que cada paciente aporta experiencia sobre sus experiencias de vida únicas. Incluso cuando los síntomas parecen iguales en diferentes personas, como suele ser cierto con la ansiedad, la depresión y otros problemas psicológicos, dependo de la aportación de cada paciente para saber cómo ayudarles mejor. Cuando el terapeuta y el paciente colaboran, su combinación de conocimientos, innovación y recursos conduce a una resolución creativa de problemas y a un tratamiento más personalizado y significativo, y por lo tanto más efectivo.

Incluso un pequeño esfuerzo previo al inicio de la terapia puede dar grandes dividendos en cuanto a lo que obtienes al final. Tomar el control en la vida, empezando por tu terapia, es terapéutico en sí mismo. Muchas personas se sienten desesperanzadas, impotentes y desmoralizadas para cuando empiezan (o vuelven a empezar) la terapia. Esto a menudo sigue a años de lucha, que pueden erosionar la confianza y el sentido de identidad básico de uno. Además, para muchas personas que se acercan a la terapia por primera vez, la idea de confiar en un desconocido cercano y compartir «secretos» personales y familiares puede ser intimidante, provocar ansiedad e incluso ser tabú dentro de ciertos grupos culturales. Si bien es importante respetar los valores personales, familiares y culturales, empezar con una apertura para aventurarse fuera de lo familiar puede abrir la puerta al apoyo emocional y al cambio de comportamiento, aliviando en última instancia el sufrimiento. Al asumir un papel activo en tu propio proceso de curación, estás dando pasos importantes en el camino hacia la vida que quieres tener.

Muchas personas que comienzan la terapia lo hacen por preocupaciones específicas como la depresión, la ansiedad ante cambios inminentes en la vida o los efectos duraderos de un evento traumático, aunque ciertamente eso no define a todos los que buscan ayuda. Por ejemplo, es posible que te sientas desanimado por no poder encontrar una pareja íntima en la vida, o que estés experimentando un aumento del estrés laboral que te hace sentir abrumado e infeliz. Algunas personas simplemente experimentan un vago sentido de malestar y desean una vida más significativa y plena.

Sea cual sea la razón por la que estás optando por aventurarte en la psicoterapia, la orientación que sigue puede ayudarte a asumir un papel más importante en el tipo de experiencia que tendrás, lo que potencialmente conducirá a resultados más fructíferos. He trabajado con muchas personas diferentes de diversas edades y orígenes, y con una variedad de problemas presentados a lo largo de mis décadas de práctica clínica. Los pacientes que vienen preparados, con una idea de con qué están luchando y qué quieren obtener de la terapia, son aquellos que tienden a tener más facilidad para participar en el tratamiento y generalmente logran progresos más rápidos y duraderos.

Qué hacer

Enumera tus razones para buscar ayuda

Un paso inicial a tomar cuando te estás preparando para la terapia es considerar qué te está motivando. Tal vez un ser querido te está animando (o presionando) para que busques ayuda, o quizás tu empleador ha notado que estás teniendo algunas dificultades en el trabajo. O podrías haber decidido por tu cuenta que era hora de explorar la terapia. Independientemente de dónde venga la sugerencia inicial, es importante tener cierto grado de motivación propia.

Escribir una lista de pros y contras sobre comenzar la terapia puede ser muy útil para aclarar tus propias razones para buscar ayuda. Por ejemplo, digamos que te has estado sintiendo deprimido y tienes dificultades para levantarte de la cama y cuidar de tu nuevo bebé (y de ti mismo). En este escenario, aunque tu cónyuge puede haber sido la fuerza impulsora detrás de programar tu cita de admisión, este ejercicio te ayudaría a darte cuenta de que uno de tus valores personales más importantes es ser un padre bueno y amoroso, y ser capaz de actuar mejor de acuerdo con ese valor (pro) con la ayuda de la terapia probablemente sería un fuerte motivador. Al mismo tiempo, tal vez sea difícil encontrar cuidado de niños asequible para liberar tiempo para participar en la terapia (contra).

Aunque podría ser fácil desviarse por los contras en tu lista, recuerda que lo más importante es cómo estos variables te impactan a ti, tus relaciones y tu vida. Entonces, aunque organizar el cuidado de niños a menudo puede ser una tarea desalentadora, especialmente si se tiene un presupuesto ajustado, es probablemente doloroso culparte a ti mismo por sentirte abrumado e inadecuado como nuevo padre. Además, clasificar cualquier desventaja puede actuar como un trampolín para resolver posibles obstáculos. Volviendo a nuestro ejemplo, la falta de asequibilidad del cuidado de niños podría llevarte a apoyarte en amigos, familiares y vecinos, al tiempo que creas oportunidades para fortalecer estas conexiones y «devolver».

Revisar los pros, por supuesto, resalta por qué la terapia vale el esfuerzo y el potencial gasto o inconveniencia, lo que puede ayudarte a seguir adelante cuando la terapia se vuelve difícil, lo cual lo hace en ocasiones.

Comienza a definir tus problemas más detalladamente

Una forma en que puedes ayudar al terapeuta a conocerte y entender cómo ayudarte mejor es ser lo más descriptivo posible al definir tus problemas. Esto se aplica incluso si estás buscando apoyo para problemas más «genéricos», como sentirte poco seguro. Pensar en términos de comportamiento es una forma útil de hacerlo. ¿Qué vería alguien si te estuviera observando luchar con los desafíos que te llevan a la terapia? Siguiendo con el ejemplo de la falta de confianza, podrías preguntarte: ¿cómo se manifiesta tu falta de confianza? ¿En qué tipos de situaciones experimentas dudas sobre ti mismo y cómo te afecta? ¿Qué sentimientos surgen y qué pensamientos cruzan tu mente? ¿Cómo te las arreglas? Como puedes ver, cuanto más puedas detallar tu experiencia, más completa será la imagen que puedas pintar para tu terapeuta para ayudarles a comprenderte, lo que aumenta la probabilidad de que puedan ayudarte.

Dado que trabajo desde un marco predominantemente cognitivo-conductual, el proceso de desglosar colaborativamente los problemas de esta manera con mis pacientes es un aspecto crucial de cada plan de tratamiento. Sin embargo, incluso si vas a ver a un clínico que abraza un enfoque teórico diferente, como la terapia sistémica o psicodinámica, identificar las diferentes formas en que tus problemas afectan tus pensamientos, sentimientos y comportamientos puede revelar los patrones de afrontamiento problemáticos que te mantienen «atascado», y puede proporcionar pistas valiosas para abordar dificultades más grandes. Al pensar en ejemplos específicos de tus experiencias internas en contextos variados, tú y tu terapeuta también aprenderán sobre posibles desencadenantes y cómo te afectan, por ejemplo, alejarte de amigos debido a la vergüenza por los mensajes no respondidos, o dificultades para realizar tareas laborales porque nada parece «suficientemente bueno». La información que surja facilitará mucho la determinación de los objetivos del tratamiento que conducirán al alivio emocional y al funcionamiento mejorado.

Por ahora, podrías intentar dedicar unos minutos a escribir tu descripción de los problemas que has estado experimentando. Si volvemos a uno de los ejemplos anteriores de por qué podrías estar buscando ayuda en primer lugar (tener dificultades en el trabajo), la idea sería detallar cómo estás luchando en el trabajo. Podría ser útil ser inclusivo aquí, notando cosas como la dificultad reciente para conciliar el sueño o despertarse mucho antes de que suene la alarma. Detalles como estos podrían arrojar luz sobre por qué alguien está irritable y desenfocado en el trabajo o cometiendo errores inusuales. Esto puede descubrir opciones de tratamiento potenciales, como mejorar la higiene del sueño para obtener un mejor estado de ánimo, energía y enfoque.

Al describir tus problemas, intenta pensar más allá de simplemente enumerar síntomas básicos. Si bien las listas de síntomas pueden ser útiles, no revelan mucho sobre cómo se manifiesta un problema en cada persona o cómo la vida de esa persona se ve negativamente afectada. Entonces, cuando los pacientes informan que están deprimidos o abrumados, o que siempre están pensando demasiado en las cosas, la pregunta que hago más que cualquier otra es: «¿Cómo se ve eso?» Las respuestas podrían incluir: «Desde que mi cónyuge se fue, solo me baño y me cepillo los dientes una o dos veces por semana», o «Estoy tan estresado por los próximos despidos en el trabajo que estoy gritándole a mis hijos todo el tiempo». Estos tipos de respuestas pueden dar al terapeuta una idea más clara de qué dirección tomar en la planificación del tratamiento porque las señales son detalladas y específicas de la persona.

Una vez que hayas reflexionado y escrito un poco más sobre cómo se ven los problemas para ti, puedes llevar estas descripciones contigo (o tenerlas en mente) para ayudar a informar al terapeuta durante tu cita inicial.

Piensa en tus metas para la terapia

Mapear un curso hacia el éxito comienza con saber a dónde quieres ir, y nunca es demasiado pronto para pensar en tu ‘destino’ personal. Si bien tu terapeuta puede ayudarte a refinar las metas terapéuticas, y estas a menudo evolucionan y cambian a medida que avanza el tratamiento, aún es útil contemplar metas por tu cuenta antes de la cita inicial (o de «admisión»). Si has definido tus problemas usando un lenguaje detallado, entonces ciertas metas terapéuticas podrían cristalizarse naturalmente. Intenta responder la pregunta: «¿Cómo se vería mejorar para mí?» Una forma útil de pensar en esto es: si tu terapeuta y tú tienen éxito, ¿cómo será tu vida diferente de lo que es ahora, una vez que termine el tratamiento?

Basándonos en algunos de los problemas mencionados en la sección anterior, ejemplos de metas iniciales podrían incluir: ‘Enfocarme más en el autocuidado e higiene’ o ‘Manejar mi estrés laboral de manera más efectiva para que no afecte mi vida en casa y mi relación con mis hijos’. Al desarrollar metas de cualquier tipo, es útil pensar en ellas en términos de resultados medibles, para que puedas reconocer cuándo las estás logrando. Estos resultados podrían implicar aumentar el comportamiento positivo (por ejemplo, ‘ducharme y cepillarme los dientes diariamente’) o disminuir el comportamiento problemático (por ejemplo, ‘gritarle a mis hijos no más de una o dos veces al mes’). Cuando las metas se formulan de esta manera, hay pocas dudas sobre hacia qué estás trabajando tú y tu terapeuta.

Dependiendo del tipo de terapia que ofrezca un clínico, puede o no incorporar metas explícitas como parte de sus prácticas clínicas. Pero cuando llegue el momento de tu cita inicial, puedes preguntarle a tu terapeuta cómo ven el establecimiento de metas y discutir tu definición de ‘mejorar’ para ver si pueden llegar a un acuerdo mutuo sobre cómo se vería eso.

Tus metas también podrían ayudar a informar cómo rastreas el progreso después de que comience la terapia. Independientemente del enfoque de tratamiento de tu terapeuta, querrás llegar a un acuerdo con ellos sobre los puntos de referencia para verificar que la terapia esté funcionando. Aclarar hacia qué estás trabajando también te ayudará a cambiar de rumbo si surgen obstáculos. Si bien ciertas medidas de síntomas pueden ser adecuadas para esto (por ejemplo, registrar la intensidad y frecuencia de los ataques de pánico; monitorear el estado de ánimo para asegurarte de que la depresión esté disminuyendo), también es importante enfocarse específicamente en lo que estás buscando en el tratamiento (por ejemplo, ‘Quiero poder expresarme cuando otros no respetan mis límites personales’; ‘Quiero pasar más tiempo de calidad con mi pareja’; ‘Quiero poder viajar en el metro al trabajo sin entrar en pánico’). Asegúrate de discutir estas ideas en tu cita inicial y buscar el acuerdo del terapeuta de que están dispuestos y capacitados para ayudarte a perseguir tus metas identificadas.

Busca claridad sobre el enfoque de tratamiento del terapeuta

Antes de comenzar la terapia, el terapeuta sigue siendo en gran parte una entidad desconocida, lo que podría causar cierta ansiedad o incomodidad. Una forma de mitigar esto antes de la primera cita es pasar algo (más) de tiempo examinando el perfil en línea de un terapeuta; muchos terapeutas hoy en día tienen sitios web profesionales que ofrecen una gran cantidad de información sobre su educación y formación, áreas de experiencia y filosofía de atención y enfoque para hacer terapia.

Preparar preguntas adicionales sobre cómo abordará el terapeuta tus problemas puede proporcionar una mayor claridad. Por ejemplo, ¿el terapeuta te enseñará habilidades comprobadas para ayudarte a mejorar tu capacidad para manejar el malestar y las emociones? ¿O se enfocarán predominantemente en tu pasado y te ayudarán a desarrollar percepciones sobre comportamientos problemáticos (pero no te enseñarán cómo cambiarlos)? Si bien parte de esta información se puede obtener de los sitios web de los terapeutas, no temas preguntar cuánta experiencia tienen tratando tus tipos de problemas, así como ideas sobre cómo abordarán tus problemas específicos. Querrás hacerles saber si estás interesado en aprender habilidades para mejorar tu situación, y preguntar cuáles podrían ser y si el terapeuta puede enseñártelas, o, si no, si podrían referirte a otros clínicos que puedan hacerlo. (Por ejemplo, la terapia dialéctico-conductual es una intervención comprobada y basada en habilidades para problemas de regulación emocional).

También reflexiona sobre lo que ha sido útil y lo que no lo ha sido para ti anteriormente, ya sea cuando has buscado ayuda de otros en el pasado o mientras te has enfrentado solo. Prepárate para compartir esa información con tu nuevo terapeuta para evitar seguir intervenciones ineficaces y potencialmente mejorar la efectividad de tu plan de tratamiento.

Pregunta sobre las políticas de la oficina del terapeuta

Antes o durante tu cita de admisión, es útil preguntar sobre las políticas de la oficina. Por ejemplo, es una buena idea preguntar sobre la estructura de tarifas del terapeuta (si estás pagando la terapia tú mismo) y si se te facturará por las citas perdidas que no se cancelan dentro de un período de tiempo establecido. Si estás en los Estados Unidos, es importante preguntar si tu clínico acepta tu seguro y, si no es así, si te proporcionarán estados de cuenta mensuales u otra documentación que puedas presentar para posibles reembolsos de tu plan de seguro. Tu clínico típicamente te informará de antemano sobre las opciones de pago (por ejemplo, tarjetas de crédito, presentación electrónica, cheques), pero pregunta si no lo mencionan.

Probablemente también querrás conocer el alcance de la disponibilidad de tu proveedor. Muchos terapeutas no están disponibles para comunicarse entre sesiones, aunque algunos brindan manejo de crisis y apoyo telefónico fuera del horario laboral. Puedes preguntar si tu terapia incluirá ese tipo de servicios y cuáles son los términos (por ejemplo, frecuencia, costos adicionales).

Enfoca la terapia con mente abierta

Si no tienes experiencia previa en terapia, es natural estar curioso sobre qué esperar durante la primera cita. Si bien los clínicos varían en métodos de tratamiento, filosofía de atención, prácticas comerciales, estilo personal, experiencia, etc., hay algunos denominadores bastante comunes dentro de la profesión. Muchos de nosotros tenemos una sala de espera tranquila con material de lectura, donde podrías encontrarte con otros pacientes cuando llegues a tu cita. Las oficinas donde ocurren las sesiones de terapia difieren, por supuesto, pero generalmente están equipadas con sillas y/o sofás cómodos, y el terapeuta tiene un lugar fácilmente identificable para sentarse (por ejemplo, podría haber un bloc de notas o una botella de agua). La caja de pañuelos ubicua es una buena pista para tus opciones de asientos disponibles.

El proceso de admisión se centra en identificar áreas en las que quieres trabajar y conocernos un poco para ver si ambos somos un ‘buen ajuste’ en términos de estilo interpersonal y la capacidad del terapeuta para ayudar a resolver tus problemas. Yo (y muchos de mis colegas) enviamos un paquete completo una o dos semanas antes de la primera cita programada, que incluye detalles sobre mis políticas y procedimientos, un cuestionario para iluminar la historia personal y familiar de un paciente potencial, y algunas medidas generales para detectar condiciones y síntomas psicológicos como depresión, ansiedad, problemas de atención y problemas relacionados con el trauma, entre otros. Si bien completar formularios como estos puede ser algo tedioso, y es posible que necesites tomar descansos mientras los completas, tener esta información por adelantado ayuda a un terapeuta a estructurar la admisión para satisfacer mejor tus necesidades específicas. Esto hace que sea mucho más fácil ponerse de acuerdo sobre si entrar o no en una alianza terapéutica y proceder con el tratamiento.

Todos los terapeutas están comprometidos a ayudarte. Dependemos de lo que los pacientes nos dicen para comprender sus experiencias y maximizar nuestra efectividad en trabajar con ellos hacia la mejora de sus vidas. Si eres nuevo en la terapia, puede sentirse incómodo o avergonzado revelar detalles íntimos sobre ti mismo a un verdadero ‘extraño’ durante tus primeras sesiones. Esto puede ser especialmente relevante dentro de ciertas familias y puede ir en contra de ciertos valores culturales. Si bien es nuestro trabajo ayudarte a aclimatarte, eso no se traducirá en comodidad instantánea durante el proceso de admisión. Date tiempo para adaptarte y haz todo lo posible por ser sincero y directo con tu terapeuta, incluido informarles si esto es nuevo y difícil para ti.

Intenta recordar que nos esforzamos por ser imparciales, compasivos y profesionales, y somos falibles y es posible que no siempre tengamos éxito. Hazle saber a tu terapeuta si no te sientes escuchado, visto o respetado, y qué te haría sentir más apoyado. Verifica si el terapeuta es capaz y está dispuesto a ajustar su estilo a tu solicitud; si no es así, eso podría sugerir que ver a otra persona podría satisfacer mejor tus necesidades. Del mismo modo, una vez que estés comprometido en el tratamiento, querrás reflexionar sobre si estás progresando hacia tus metas (especialmente si el terapeuta no está iniciando esa discusión). Recuerda que el cambio puede llevar tiempo, así que date uno a tres meses para determinar si el terapeuta y el tratamiento que están proporcionando son adecuados para ti. Si no es así, pregunta sobre posibles ajustes en el plan de tratamiento que podrían impulsarte hacia adelante. Si tu terapeuta no está abierto a esto y descubres que no estás mejorando, según lo definiste por tus ideas iniciales sobre cómo evaluar el progreso, entonces podrías decidir que es hora de pasar a otro clínico.

Los pasos que he descrito pueden ayudarte a saber qué esperar y comenzar tu experiencia terapéutica de manera más efectiva al ser una fuerza impulsora en tu propio tratamiento. Pero el cambio no ocurre de la noche a la mañana. Para la mayoría de las personas, los problemas que los llevan a la terapia se han desarrollado a lo largo de varios años, y abordarlos lleva tiempo y esfuerzo, aunque generalmente es muy alcanzable. Sepa que vales la pena y siéntete orgulloso de ti mismo por considerar la terapia y dar estos pasos.

Artículo publicado en Psyche y traducido al español por Psyciencia.

Por Rochelle Frank, psicóloga clínica con licencia en Oakland, California, con más de 25 años de experiencia. Se especializa en el tratamiento basado en evidencia de problemas emocionales y de comportamiento clínicamente complejos en adolescentes y adultos. También trabaja con parejas y familias, y ofrece talleres informativos y seminarios de capacitación. Es coautora de «The Transdiagnostic Road Map to Case Formulation and Treatment Planning» (2014) y autora colaboradora de «Beyond the DSM» (2020).

  • Análisis
  • Salud Mental y Tratamientos

Cómo actuar cuando alguien expresa directa o indirectamente pensamientos de suicidio

  • 19/03/2024
  • David Aparicio

Hablar con alguien que está considerando quitarse la vida puede ser sumamente desafiante. Es comprensible que esto genere miedo y angustia, lo que a menudo lleva a las personas a evitar esta conversación. Sin embargo, la evidencia nos muestra que aquellos que tienen pensamientos suicidas suelen hablar sobre ello antes de tomar medidas. Por lo tanto, una conversación oportuna puede marcar la diferencia y potencialmente salvar la vida de esa persona.

En el libro Sumar al Amor: Habilidades para Mejorar las Relaciones en Presencia de Emociones Intensas (puedes comprarlo aquí), he encontrado un recurso valioso para capacitar a padres, maestros y familiares en cómo abordar la situación cuando se enteran de que un ser querido está considerando el suicidio. Este recurso ofrece orientación sobre qué hacer y cómo hacerlo. Espero que encuentres útil esta información y que pueda ser de ayuda en esta situación tan delicada.

PEDRA

PEDRA es un acrónimo de 5 pasos para iniciar y mantener la conversación cuando alguien está pensando en quitarse la vida. (Puedes descargar el acrónimo PEDRA en formato de tarjetas.)



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  1. Preguntar: Es fundamental mostrar disposición para abordar el tema de la ideación suicida de manera directa y compasiva. No temas hacer preguntas específicas sobre la intensidad de los pensamientos suicidas o el nivel de riesgo que la persona puede experimentar. Hacerlo puede ser incómodo, pero es esencial para comprender la situación y ofrecer el apoyo adecuado. Preguntaa claramente “¿Estas pensando en matarte?”.
  2. Escuchar: Prestar atención a lo que se escucha implica estar presente y receptivo. A veces las personas pueden sentir la necesidad de hablar sobre este tema, mientras que en otras ocasiones puede requerir mostrar disponibilidad para escuchar sin emitir juicios de valor, especialmente cuando se trata con personas menos comunicativas.
  3. Disuadir: No es tu tarea tratar la ideación suicida, pero es importante disuadir a la persona para que busque ayuda profesional. Continua hablando con la persona hasta que se concrete la ayuda.
  4. Referir: El propósito fundamental de esta conversación es facilitar el acceso a ayuda especializada. Es esencial dirigir el diálogo hacia la posibilidad de acompañar a la persona afectada o a sus seres queridos hacia un tratamiento adecuado. Evita dejar la conversación en suspenso con frases como «lo retomaremos más tarde» o «hablaremos de esto después». En su lugar, busca asegurar un compromiso claro y explícito por parte de la persona para recibir ayuda profesional.
  5. Acompañar: Frecuentemente, acceder a la atención adecuada puede ser un desafío. En estos casos, es importante brindar apoyo para que la persona solicite ayuda. Los obstáculos pueden ser de diversa índole, como dificultades financieras, trámites burocráticos, temor a las repercusiones de compartir pensamientos suicidas, a la hospitalización o al estigma social. Sin embargo, podemos acompañar a la persona en la búsqueda de la asistencia profesional que requiere.

13 consejos para tener esta conversación

Esta sección te orientará sobre cómo iniciar la conversación:

  1. Escucha abierta y compasiva: Estar presente emocionalmente para la persona, mostrando empatía y sin juzgar.
  2. Hablar sobre la muerte de manera abierta: Reconocer que la muerte es un tema natural y no tabú, permitiendo que la persona exprese sus pensamientos y emociones al respecto.
  3. Evitar comentarios peyorativos sobre la conducta suicida: No confrontar directamente, sino mostrar comprensión y empatía para facilitar una conversación abierta.
  4. Presentar la conducta suicida como una respuesta a un problema: Reconocer que es una forma de afrontar el sufrimiento, pero enfatizar que no es una solución efectiva y promover la búsqueda de ayuda profesional.
  5. Implicar a otros significativos: Buscar apoyo de la red social de la persona y fomentar la comunicación abierta con familiares, amigos o profesionales de la salud mental.
  6. Evitar posturas omnipotentes: Reconocer que no se es responsable de la vida o muerte de la persona, y promover un enfoque de cuidado y apoyo en lugar de asumir toda la responsabilidad.
  7. No entrar en discusiones: Mantener el enfoque en disuadir la conducta suicida y buscar ayuda profesional, evitando debates que puedan desviar la conversación de su objetivo principal.
  8. Atender a las emociones: Reconocer y validar las emociones de la persona en el momento presente, priorizando la conexión emocional sobre el contenido de la conversación.
  9. Identificar el problema y buscar soluciones: Ayudar a la persona a identificar el problema subyacente y orientar la conversación hacia la búsqueda de soluciones, incluso cuando parezcan difíciles de resolver.
  10. Connotar positivamente la búsqueda de ayuda: Reforzar positivamente el hecho de que la persona esté buscando ayuda al hablar contigo y alentarla a buscar ayuda profesional de manera inmediata.
  11. Proveer consejos y sugerencias directas: Ofrecer consejos y sugerencias concretas, asegurándose de que sean factibles para la persona y estén alineados con sus recursos disponibles.
  12. Mantener una actitud esperanzada pero realista: Transmitir esperanza sin invalidar el sufrimiento de la persona, ofreciendo mensajes de aliento que sean realistas y sensibles a su situación.
  13. Autoevaluación emocional: Estar consciente de tus propias emociones durante la conversación y cómo estas pueden influir en tus respuestas, asegurándote de mantener una conexión contigo mismo/a para evitar respuestas inapropiadas.
  • Análisis
  • Exclusivo para miembros de Psyciencia Pro

4 pasos para enmendar un error

  • 12/03/2024
  • David Aparicio

Estoy inmerso en la lectura del libro Clear Thinking, el cual me ha cautivado por su énfasis en muchos de los principios que empleamos en terapia, presentados de una manera sumamente accesible. Uno de estos principios destaca cuatro pasos para corregir o gestionar los errores. Dada nuestra naturaleza humana propensa a cometer errores con frecuencia, encuentro que estos pasos pueden resultar tremendamente útiles. No tanto porque debamos evitar a toda costa los errores, sino porque, al carecer de un enfoque adecuado para abordarlos, tendemos a negarlos o a responsabilizar a otros por nuestras equivocaciones. Provocando que caigamos en una espiral de problemas.

Así que traduje, adapte y modifiqué (un poquito) los principios para que puedan leerlos y quizás les ayude en alguna situación.

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  • Análisis

Cómo manejar la incertidumbre

  • 28/02/2024
  • Equipo de Redacción

Por Arie Kruglanski es Profesor Distinguido en la Universidad de Maryland, College Park, donde dirige un laboratorio que estudia la motivación humana y cómo afecta al pensamiento, los sentimientos y el comportamiento. Ha escrito o editado numerosos libros, incluyendo, más recientemente, «Uncertain: How to Turn Your Biggest Fear into Your Greatest Power» (2023).

La incertidumbre es una situación humana universal: «el futuro no es nuestro para ver», como alguna vez dijo una canción. Aunque las personas a menudo se sienten bastante seguras acerca de muchas cosas, incluido el sentido de que los ritmos de la vida diaria continuarán como de costumbre, cada uno de nosotros inevitablemente se enfrenta a situaciones en las que la falta de certeza es evidente y enfrenta la molestia de no saber qué sucederá a continuación.

Cuando eso te suceda, ¿temerás la incertidumbre y tratarás de escapar de ella o evitar pensar en ello? ¿O en cambio podrías intentar abrazar las oportunidades que una situación incierta podría ofrecer? En esta guía, recomendaré algunas formas de gestionar mejor la incomodidad que a menudo viene con situaciones inciertas, especialmente aquellas con resultados potencialmente negativos.



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Estas situaciones son comunes. Puedes sentirte preocupado, por ejemplo, cuando no responden a tu correo electrónico o llamada telefónica, podrías temer ser ‘ignorado’ o rechazado por un posible compañero romántico o empleador. O podrías temer la incertidumbre que acompaña a la espera del resultado de un examen de ingreso a la universidad, una entrevista de trabajo o una prueba médica. De hecho, casi cualquier tarea o proyecto nuevo que emprendas probablemente involucrará incertidumbre. Puedes tener dudas sobre si tienes lo necesario para tener éxito. Es posible que tengas tendencia a enfatizar en exceso los posibles resultados negativos y ver una situación como una carga o una amenaza que preferirías evitar o escapar. En ciertos momentos, eventos que se desarrollan a una escala más amplia sumergen a muchas personas en situaciones inciertas al mismo tiempo, como ocurrió durante la pandemia de COVID-19, que trajo consigo una ola de ansiedad y miedo.

La psicología científica ha destacado repetidamente la aversión humana a no saber. En 1949, la psicóloga Else Frenkel-Brunswik introdujo el concepto de intolerancia a la ambigüedad. En este siglo, el psicólogo Geert Hofstede popularizó la idea de la evitación de la incertidumbre. Desde entonces, varias teorías han descrito cómo la alta incertidumbre puede percibirse como amenazante, motivando a las personas a defenderse contra ella.

Mi propia investigación sobre la necesidad de ‘cierre cognitivo’ –es decir, el impulso que las personas tienen de sentir que han tomado un juicio seguro sobre algo– indica que las personas intentan escapar de la incertidumbre mediante respuestas como llegar a conclusiones precipitadas y adoptar un pensamiento en blanco y negro. Estas tendencias pueden tener consecuencias sociales y políticas adversas. Por ejemplo, este trabajo sugiere que ‘congelarse’ en concepciones incorrectas por parte de la inteligencia militar israelí, bajo una alta necesidad de cierre, desempeñó un papel en el ataque sorpresa a Israel en 1973 (y, tal vez, el reciente ataque de Hamás). La alta necesidad de cierre también anima a las personas a respaldar regímenes autocráticos y formas de gobierno que suprimen la disidencia y son intolerantes ante la diversidad. En situaciones cotidianas, la necesidad de cierre cognitivo podría llevar a llegar a conclusiones prematuras, interpretar la falta de respuesta de alguien como un desaire o un rechazo, o juzgar a una persona en función de su género, raza o religión en lugar de conocerla mejor.

Estos son solo algunos ejemplos de una tendencia general en la teoría y la investigación psicológica que retrata la incertidumbre como amenazante y documenta la tendencia a escapar de ella y refugiarse en la certeza, cuanto antes mejor.

La incertidumbre no tiene que ser tan intimidante

Algunas situaciones inciertas, como la reciente pandemia, son especialmente graves y vienen con una variedad de posibilidades alarmantes. Pero muchas situaciones inciertas no son tan amenazadoras, y en algunos casos, como cuando viajas a un lugar desconocido o conoces a una nueva persona, los resultados potenciales son realmente positivos, incluso si también hay algunos no deseados (por ejemplo, perderse o ser rechazado).

Por supuesto, no todos piensan en estas posibilidades positivas y negativas de la misma manera. Algunas personas destacan sus peores temores cuando piensan en una situación incierta, por lo que pueden preocuparse en exceso o intentar evitarla por completo. Alguien que, en cambio, se enfoca en sus esperanzas o aspiraciones frente a la incertidumbre puede abrazar la situación con más confianza.

¿Qué lleva a las personas hacia estas tendencias diferentes? La investigación realizada por mis colegas y yo sugiere que un factor es lo que llamamos la «historia a largo plazo de resultados». Parece que las personas que han tenido experiencias pasadas negativas, como ser maltratadas en la infancia o sentirse abandonadas o descuidadas, tienden a ser más pesimistas y responden de manera más negativa a situaciones inciertas. Por el contrario, las personas que recuerdan tener una infancia positiva tienden a ser más optimistas y responden de manera más positiva a situaciones inciertas. La investigación sugiere que la historia a largo plazo de una persona puede contrarrestarse temporalmente con eventos más recientes (por ejemplo, eventos positivos pueden aumentar el optimismo), pero que generalmente se vuelve al nivel base de optimismo o pesimismo.

Sin embargo, este nivel base no tiene que ser permanente. La investigación de la psicología positiva ha demostrado que la forma en que una persona piensa acerca de los fracasos y éxitos puede fomentar el aprendizaje del optimismo y reducir el miedo a resultados negativos. Adoptar una postura de aceptación consciente hacia situaciones inciertas también puede ser valioso, ayudando a una persona a desprenderse de posibles resultados, ya sean buenos o malos. Hay enfoques variados que puedes utilizar para abrazar, en lugar de intentar escapar o simplemente sufrir, situaciones inciertas y aprovechar al máximo las oportunidades que podrían ofrecer. En la siguiente sección, presento varios ejercicios para ayudarte a desarrollar estos hábitos mentales fortalecedores.

¿Qué hacer?

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Como primer paso para cambiar tu relación con la incertidumbre, prueba el siguiente ejercicio. Piensa en hasta tres instancias pasadas que te causaron angustia. Estas podrían ser rechazos que recibiste o fracasos en ámbitos personales, profesionales o académicos. Podrías sentir la tentación de ver estos eventos como señales de que se avecina un futuro fracaso o decepción cada vez que te enfrentas a una nueva situación con resultados inciertos. Quiero que adoptes una perspectiva diferente.

Para cada una de las instancias que has recordado, escribe varias razones que usarías para convencer a otras personas (un ‘jurado’ de tus pares) de que el resultado no deseado fue único a circunstancias específicas y es poco probable que se repita en el futuro. Las razones que se te ocurran deben ser plausibles y realistas, por supuesto. Por ejemplo, supongamos que recientemente solicitaste un trabajo y no fuiste contratado. Una razón única para esa situación podría ser que estabas cansado durante la entrevista debido a la falta de sueño la noche anterior. O que tu experiencia laboral hasta ahora no coincide totalmente con algunos de los requisitos específicos del puesto anunciado. Imagina otro ejemplo: perdiste un partido de deportes que esperabas ganar. Una razón que anotas para tu derrota podría ser que no entrenaste lo suficiente en las semanas previas a la competición. Otras razones podrían ser que no has avanzado lo suficiente para desarrollar las habilidades necesarias para enfrentar el estilo particular de ese oponente, o que estabas distraído durante el juego pensando en problemas laborales, y así sucesivamente.

Intenta hacer este ejercicio dos veces a la semana, durante un par de meses (puedes alternar semanas de ejercicio con semanas «libres», si lo prefieres). Con el tiempo, este ejercicio, basado en el trabajo pionero del psicólogo Martin Seligman, puede ayudarte a desarrollar un estilo atribucional más positivo, uno que te inmunice contra la tendencia a temer y acentuar las posibilidades negativas. Este hábito de pensamiento positivo puede serte útil al enfrentar situaciones inciertas. En lugar de desanimarte y asumir que simplemente es tu personalidad o una falta general de talento o habilidades sociales lo que produjo un rechazo o fracaso anterior, es posible que estés más inclinado a buscar condiciones externas o temporales para explicar lo sucedido. Al enfrentar una nueva situación incierta, esto puede ayudarte a evitar asumir que una decepción anterior significa que es probable que ocurra otra pronto y reducir tu aprensión.

Desarrolla una actitud de «sí puedo»

Otra práctica en la que puedes participar regularmente, también se puede realizar un par de veces por semana, durante un par de meses, implica pensar en situaciones próximas que percibas como amenazantes. Estas podrían ser próximos exámenes, entrevistas de trabajo, tareas que necesitas completar u otras situaciones estresantes que implican un resultado incierto. Piensa en hasta tres de estas situaciones.

Ahora, considerando estas como desafíos que puedes superar, escribe tres maneras (para cada situación) en las que puedes superar las dificultades que la situación presenta. Podrías pensar en formas específicas en las que podrías prepararte para los desafíos que se avecinan; en personas a las que podrías pedir ayuda; y/o en liberar tu agenda de otras actividades menos importantes que podrían interferir con la preparación para la situación.

La investigación psicológica sugiere que ver una situación como un desafío, en lugar de solo una amenaza inminente, es empoderador y puede mejorar tu capacidad para aprovechar la incertidumbre a tu favor. Cuando ves una situación como un desafío, estás combinando el reconocimiento del problema que necesita ser abordado con la confianza en que puedes estar a la altura de la ocasión y manejarlo con éxito. Hacer esto puede movilizar tu autoestima positiva y tu sentido de potencia. También hay evidencia científica de que una mentalidad de desafío se asocia con un patrón cardiovascular más eficiente y un mejor rendimiento.

Esta forma de pensar me ha ayudado muchas veces al enfrentar situaciones que inicialmente veía como amenazantes y abrumadoras, donde me sentía falto de las habilidades necesarias que otras personas parecían tener. Estas situaciones han variado desde competiciones atléticas (por ejemplo, en tenis) hasta entrevistas de trabajo o conocer a personas cuya opinión era importante para mí. Pensar en la situación incierta como un desafío a enfrentar, en lugar de una amenaza a soportar, me ha ayudado a sentirme empoderado y capaz de enfrentarlo con energía y entusiasmo, realmente esperando la situación con emoción en lugar de sentirme obligado a enfrentarla o querer evitarla.

Al pensar en una situación incierta que enfrentas, también presta atención a tu estado físico. Es fácil sentirse abrumado por las posibilidades negativas y sentirse incapaz de hacerles frente si estás agotado al final del día o después de una noche sin dormir. Por lo tanto, es útil abordar mentalmente la situación incierta cuando estás bien descansado y lleno de energía. En ese estado, debería ser mucho más fácil para ti considerar la situación incierta como un desafío en lugar de una amenaza.

Diseña alternativas

Este ejercicio tiene como objetivo ayudarte a reducir tu dependencia emocional de los resultados de situaciones inciertas. En primer lugar, recuerda hasta tres situaciones de este tipo que enfrentarás en el próximo mes, pensando en lo peor que podría suceder (es decir, fracaso, rechazo, decepción). Luego, para cada situación, trata de enumerar tres cursos de acción alternativos que podrías tomar si lo peor llegara a ocurrir, acciones que aún te ayudarían a avanzar en la dirección que deseas.

Supongamos que has solicitado un trabajo y estás incierto sobre el resultado de tu aplicación. Para calmar tu ansiedad, podrías considerar qué podrías hacer si tu aplicación no tuviera éxito y a otra persona le ofrecieran el trabajo. Esto podría incluir empezar a considerar dónde más puedes postularte, así como identificar aspectos de tus documentos de aplicación que crees que podrían ser más sólidos y tomar medidas para mejorarlos para la próxima vez. Organizar posibilidades alternativas de esta manera puede ayudar a aliviar la decepción si lo peor sucede. Te prepara para tener algo que hacer en lugar de quedarte sumido en la preocupación.

Esta práctica también puede ayudarte a ver cómo incluso los resultados negativos rara vez son finales. Piensa en esfuerzos sobre los cuales te sientes incierto, como un próximo examen o una propuesta que has hecho, como simples medios para fines más fundamentales, como sentirte valioso o apreciado, o desarrollar y ejercitar tus habilidades. Tus medios actuales podrían ser sustituidos por cursos de acción alternativos que te ayudarían a lograr los mismos fines.

Este ejercicio está destinado en parte a enfocarte en la verdadera razón por la cual haces gran parte de lo que haces: sentir que tu vida tiene significado e importancia, y que eres relevante. Independientemente del resultado de una situación incierta específica, habrá formas de lograr un sentido de significado e importancia. En términos generales, estos medios también incluyen cosas como cuidar a otras personas, ser amable y ayudar a los demás.

Si puedes ver las situaciones inciertas como oportunidades de aprendizaje en lugar de pruebas que determinan tu destino para siempre, es posible que te acerques a ellas con una actitud más relajada. Una mentalidad de crecimiento, como la describe la psicóloga Carol Dweck, implica creer que las capacidades humanas como la inteligencia y la competencia son maleables en lugar de fijas. Por lo tanto, el fracaso nunca es definitivo ni fatal, sino más bien una oportunidad para aprender y mejorar, lo que a menudo implica encontrar caminos alternativos hacia lo que deseas.

Practica la atención plena

Ahora que hemos cubierto varios ejercicios que implican replantear situaciones inciertas, centrémonos en cómo respondes a la experiencia de la incertidumbre en sí misma. Te pediré que te sientes con la incertidumbre y la dejes ser exactamente como es, en lugar de tratar de evitarla.

La próxima vez que te sientas preocupado o ansioso por una o más situaciones inciertas que enfrentas (que puede ser en este momento), tómate un tiempo para observar los pensamientos, sentimientos y sensaciones físicas que la incertidumbre genera. En lugar de alejarla, abrázala; en lugar de negarla, acéptala. Dale espacio y tiempo, quizás 10 minutos, quizás más, pero haz una cita con ella y cumple con ella. Este es un ejemplo básico de practicar la atención plena. Acostumbrarte a la experiencia de la incertidumbre a través de este ejercicio puede ayudar a mitigar el miedo instintivo que podría provocar y permitirte explorar los aspectos positivos u oportunidades novedosas que la situación pueda contener.

Practicar la atención plena de manera más rutinaria, a través de la meditación, puede colocarte en un estado mental más relajado, calmando tu ansiedad y el estado de activación fisiológica que las situaciones inciertas podrían causar. Como resultado, es posible que te sientas simplemente menos preocupado por los posibles resultados, menos dependiente de ellos, ya sean negativos o positivos. A través de la práctica de la atención plena, tanto tus miedos como tus deseos pierden parte de su agarre en tu estado de ánimo y estado mental.

Esencial para la práctica de la meditación es la idea de dirigir la atención al momento presente, preferiblemente con amabilidad hacia ti mismo y sin juicio. Naturalmente, vendrán pensamientos y sentimientos; la práctica de la meditación de atención plena consiste en permitir que pasen como nubes en el cielo, notándolos pero sin involucrarte con ellos. Si has estado enfrentando una situación incierta, puede venir a la mente un pensamiento perturbador y provocar ansiedad y una sensación de que tu estómago se retuerce. Cuando practicas la atención plena, no discutes con el pensamiento ni te burlas de los sentimientos; más bien, los reconoces (ayuda pensar para ti mismo: «Oh, eso es interesante») y los dejas pasar. Con el tiempo y la práctica, uno nota que pasan: nada dura para siempre y pasan más rápido si no los combates ni te quedas pensando en ellos.

En momentos de alta incertidumbre, la atención plena puede ser especialmente útil para manejar las emociones humanas naturales sin permitir que se apoderen de ti. Si deseas obtener más ayuda para comenzar con la práctica de la meditación, podría serte útil probar una aplicación de meditación como Aura, Calm o Headspace. También hay muchas grabaciones guiadas de meditación de atención plena disponibles en YouTube y libros que incluyen ejercicios de meditación (consulta la sección Enlaces y Libros más abajo para un ejemplo).

El grado reducido de preocupación y tensión sobre los resultados que promueve la meditación de atención plena también puede ayudarte a abordar situaciones inciertas con espíritu de curiosidad y exploración, en lugar de sentirte abrumado y consumido por las posibilidades negativas. Puedes avanzar pensando en la incertidumbre como una compañera a tu lado, en lugar de un enemigo en tu camino.

La incertidumbre es una parte inevitable de la vida y, con el acelerado ritmo de cambio que experimenta el mundo, los sentimientos de incertidumbre son probablemente aún más frecuentes ahora que en el pasado. Para vivir una vida feliz y productiva en estas circunstancias, es importante aprender a vivir con la incertidumbre, a darle la bienvenida en lugar de sentirte abrumado y asustado por ella. Espero que seguir las sugerencias que he compartido en esta Guía te ayude en el camino hacia la consecución de ese objetivo.

Artículo publicado en PSYCHE y traducido al español por Psyciencia.

  • Análisis

El poder de escribir acerca de tus valores

  • 20/02/2024
  • Equipo de Redacción

Por Steven Hayes, cocreador de la terapia de aceptación y compromiso. Artículo publicado en su newsletter y traducido al español por Psyciencia.

¿Qué te importa genuinamente? Es una pregunta engañosamente simple, pero a menudo descuidamos responderla para nosotros mismos. Como resultado, tendemos a centrar nuestros esfuerzos y energías en tareas que no se alinean verdaderamente con lo que queremos de la vida. Actuamos según nuestras necesidades a corto plazo (incluso saboteando nuestros objetivos a largo plazo), o seguimos las expectativas de otras personas, sin cuestionarnos realmente si están en nuestro mejor interés. Podemos enfocarnos en lo que «deberíamos» estar haciendo, yendo de tarea en tarea, sintiéndonos atrapados en una rueda de hámster que parece no tener fin.

Vivir según nuestros valores ofrece una alternativa. En lugar de intentar vivir mecánicamente según los estándares de otras personas, el trabajo con valores nos pide que asumamos la responsabilidad de nuestro propio viaje de vida. Cuando elegimos lo que es importante en la vida, creamos una métrica profundamente personal para el éxito.



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¿Nos importa irradiar amor en el mundo? ¿Apreciar y proteger la naturaleza? ¿Crear belleza? Las mejores tradiciones culturales, familiares y sabias pueden guiarnos, pero, en última instancia, las elecciones verdaderamente sentidas son nuestras para hacerlas «desnudos y al viento».

Al tomar tales decisiones, no solo es más probable que nos involucremos en la vida con motivación y perseverancia, sino que también brindamos más atención, cuidado y energía a los viajes que nos elevan. Los valores nos ayudan a construir emociones socialmente positivas, como la gratitud y la apreciación, y la sensación de que estamos haciendo una diferencia significativa en las vidas de otras personas. Y un ejercicio simple ha demostrado ser particularmente efectivo para destilar cuáles podrían ser esos valores.

La investigación ha demostrado que escribir sobre tus valores tiene un impacto significativo en tus acciones y en tu bienestar mental; más que simplemente elegir valores de una lista o expresarlos en pocas palabras. Al escribir sobre ellos, es menos probable que reacciones defensivamente o que permitas que los valores se vuelvan formulistas. Es más probable que te vuelvas más receptivo a la información que sugiere cómo puedes hacer cambios efectivos en tu vida.

Si esto suena sermoneador, por favor, elimina cualquier sentido de «debería» de ello. No necesitas un dedo acusador de mi parte más de lo que lo necesitas de cualquier otra persona, incluyéndote a ti mismo. Abogo por el trabajo con valores porque la ciencia, lo mejor de nuestras tradiciones culturales y nuestras propias experiencias de vida muestran que cuando las elecciones de valores se hacen desde la totalidad de nosotros y desde una postura psicológicamente abierta y consciente, nuestras vidas mejoran. Es simplemente la forma en que estamos conectados.

Un ejercicio simple para descubrir tu propósito y significado

En un momento, te pediré que escribas sobre tus valores. Antes de hacerlo, toma una hoja de papel y anota las siguientes áreas de vida:

  • Relaciones íntimas
  • Familia
  • Amigos
  • Comunidad
  • Medio ambiente
  • Trabajo
  • Educación
  • Recreación
  • Espiritualidad
  • Bienestar físico

A continuación, quiero que califiques cada una de esas áreas de vida en una escala del 1 (= no importante) al 10 (= muy importante). Ten en cuenta que no se trata de lo importantes que pueden ser para otros, sino de lo importantes que son para ti personalmente en este momento. No hay respuestas correctas ni incorrectas aquí; solo decides tú.

¿Lo hiciste? ¡Genial! Luego, califica cada una de estas áreas nuevamente en una escala de 1 a 10, pero esta vez en términos de cuán coherentes han sido tus acciones con tus valores en cada una de las áreas. Por ejemplo, un «3» en Bienestar Físico podría indicar que comes mucha comida chatarra y raramente haces ejercicio, mientras que un «8» en Familia podría mostrar que pones mucho esfuerzo en tus hijos.

Después de calificar cada una de las áreas por segunda vez, echa un vistazo a tus respuestas. Las áreas con una alta importancia (una puntuación entre 8 y 10) y puntuaciones de consistencia relativamente bajas (6 o menos) son áreas problemáticas claras, y sugiero que comiences tu trabajo inicial con valores en cualquiera de ellas.

Así que aquí viene tu tarea real: toma otra hoja de papel, elige un dominio de vida y luego escribe durante diez minutos sobre tus valores más profundos en esta área. Hazlo de verdad: ¡diez minutos no es mucho tiempo! Mientras lo haces, por favor, considera las siguientes preguntas:

  • ¿Qué te importa en esta área?
  • ¿Qué quieres hacer en esta área que refleje intrínsecamente tu preocupación?
  • ¿Cuándo en tu vida ha sido importante este valor?
  • ¿Quiénes son los héroes en tu vida para manifestar tales valores y qué significan para ti?
  • ¿Qué has visto en tu vida cuando otros persiguen este valor, o no?
  • ¿Cuándo has violado este valor y ha tenido algún costo?
  • ¿Qué podrías hacer para manifestar más este valor en tu vida?

Trata de centrar tu escritura en las cualidades de tu vida como quieres vivirla, cualidades que consideras de importancia intrínseca para lo que haces.

Si comienza a sentirse como si estuvieras escribiendo una lista de deseos sobre lo que quieres de la vida o de los demás, redirige tu escritura describiendo las cualidades de las acciones que deseas manifestar. Si no puedes pensar en nada más, simplemente continúa escribiendo lo que aparezca en tu cabeza (incluso si escribes lo mismo una y otra vez), hasta que surja algo nuevo.

No sigas leyendo hasta que hayas escrito durante al menos diez minutos. Confía en mí en esto. Simplemente hazlo.

Ok, ahora lee lo que escribiste y ve si puedes destilar algunos ejemplos de lo que quieres hacer en tu área elegida. Estoy hablando de comportamientos reales. ¿Puedes nombrar al menos tres acciones que te acercarían más a lo que te importa en esta área de la vida?

Después, busca menciones de las cualidades que deseas manifestar en tus acciones y ve si puedes notar esas cualidades. Es posible que desees hacer las cosas con amor, cuidado, creatividad, curiosidad, compasión, respeto, apertura, alegría, laboriosidad, salud, aventura, reflexión, justicia, apoyo, aprendizaje, paz, humor, simplicidad, honestidad, espiritualidad, equidad, caridad, tradición, confiabilidad, y así sucesivamente.

Mientras lees lo que escribiste, anota las cualidades que más resalten para ti. Puede ser solo una, o pueden ser varias. Si aparecen varias cualidades, ve si puedes capturar su núcleo en tres o cuatro palabras. Estos son indicadores verbales para elecciones de valores, y querrás tomar nota de ellos.

Los valores solo importan realmente cuando los encarnas y permites que guíen tus acciones. ¿Cómo quieres presentarte durante un próximo evento familiar? ¿En una presentación laboral? ¿Durante la obra escolar de tus hijos? ¿O mientras paseas a tu perro? Permite humildemente que los valores sean tu guía. Vivir según lo que realmente te importa no siempre será fácil, pero en combinación con aprender a ser más abierto y consciente, una vida basada en valores te brindará más realización, significado y una sensación más profunda de que estás viviendo una vida bien vivida.

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