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Publicaciones por autor

Alejandra Alonso

640 Publicaciones
Licenciada en Psicología, editora y miembro fundador de Psyciencia.com. Master en Análisis de Conducta Aplicado.
  • Salud Mental y Tratamientos

Niños con autismo prosperan en preescolares inclusivos

  • Alejandra Alonso
  • 12/11/2018

Con los crecientes índices de prevalencia de trastornos del espectro autista, muchos todavía se preguntan si es bueno para estos niños asistir a un preescolar regular o si sería mejor llevarlos a escuelas especializadas. Una nueva investigación encontró resultados que podrían aliviar a más de un padre y marcar un cambio en las escuelas.

Durante un período de 3 años, 44 niños de entre 15 y 32 meses fueron asignados al azar a un salón de clases donde asistían solamente niños con autismo o a un aula con pares neurotípicos.

Se utilizó el mismo método de intervención para todos los niños: el Group Early Start Denver Model (G-ESDM). Los niños con autismo mostraron mejoras en sus habilidades de vocalización espontánea, interacción social, cognición verbal, imitación y conducta adaptativa, independientemente del ambiente de aprendizaje al que fueran asignados.

La Dra. Kristelle Hudry, una de las autoras del estudio, opina que estos hallazgos apoyan la idea de que se puede lograr la integración de niños con autismo en preescolares regulares: “Encontramos que la calidad general del aprendizaje y el ambiente de enseñanza en los salones regulares fue excepcionalmente alta y calificada como igual al compararla con los salones especializados,” dice ella.

Según Hudry, estos significa que los requerimientos extra necesarios para integrar a estos niños al salón no disminuía el desarrollo de los estudiantes ni reducía el tiempo de atención dado a los niños neurotípicos.

Kristy Capes, Directora y Coordinadora del Community Children’s Center (uno de los centros que participó de la investigación), comenta que los resultados permitirán darles más opciones a los padres, para quienes sería de gran ayuda tener atención especializada para sus hijos en los centros educativos de su comunidad.

Capes también cree que esto ayudará a que los niños puedan jugar en los parques o ir a fiestas cumpleaños sin sentirse abrumados. Es decir que la posibilidad de asistir a un preescolar regular tendrá varias repercusiones positivas en el mundo real.

La Dra. Cathy Bent opina que puede prevenir la discriminación y las percepciones negativas ya que aumentará la aceptación y tolerancia de los niños desde edades tempranas.

El grupo de investigadores de La Trobe desea continuar su investigación, esta vez trabajando en el entrenamiento y apoyo de los educadores.

Referencias del estudio original:

Giacomo Vivanti, Cheryl Dissanayake, Ed Duncan, Jessica Feary, Kristy Capes, Shannon Upson, Catherine A Bent, Sally J Rogers, Kristelle Hudry, Carolyne Jones, Harpreet Bajwa, Abby Marshall, Jacqueline Maya, Katherine Pye, Jennifer Reynolds, Dianna Rodset, Gabrielle Toscano. Outcomes of children receiving Group-Early Start Denver Model in an inclusive versus autism-specific setting: A pilot randomized controlled trial. Autism, 2018; 136236131880134 DOI: 10.1177/1362361318801341

Fuente: Science Daily

  • Salud Mental y Tratamientos

Las lesiones cerebrales traumáticas pueden causar trastornos psiquiátricos a largo plazo

  • Alejandra Alonso
  • 08/11/2018

Las lesiones cerebrales traumáticas son la mayor causa de muerte y discapacidad en la población infantil. Es por eso que un grupo de investigadores se interesó por conocer cómo afectaban a los niños a largo plazo. Ellos encontraron que un buen porcentaje de chicos desarrolla problemas neurológicos y trastornos psiquiátricos que duran por mucho tiempo.

Los datos de los niños se obtuvieron a través de historias clínicas del Military Health Data Repository. Se compararon pacientes diagnosticados con daño cerebral traumático (n=1260) con otros que sufrieron lesiones ortopédicas (n=1260), clasificando a los sujetos por edad, sexo y severidad de la lesión.

Del total de la muestra, el 55% obtuvo un puntaje de severidad leve en el Injury Severity Score (Puntuación de Gravedad de Lesión), el 41% puntuó como severidad moderada y un 4% puntuó como severo. El 33% fueron mujeres y el 48% eran menores de 5 años.

En el grupo que había sufrido una lesión cerebral traumática, el 39% fue diagnosticado con alguno de los siguientes trastornos neuropsiquiátricos:

  1. Dolor de cabeza (15%)
  2. Depresión/Ansiedad (5%)
  3. Trastorno mental (15%)
  4. Discapacidad intelectual (13%)
  5. Convulsiones (4%)
  6. Daño cerebral (4%)

En comparación, del grupo con lesiones ortopédicas solo un 16% desarrolló dichos trastornos y en general obtuvieron porcentajes considerablemente más bajos:

  1. Dolor de cabeza (2%)
  2. Depresión/Ansiedad (3%)
  3. Trastorno mental (4%)
  4. Discapacidad intelectual (8%)
  5. Convulsiones (1%)
  6. Daño cerebral (1%)

Los científicos hicieron un seguimiento de ambos grupos 5 años después y encontraron que en el primero (daño cerebral traumática), solo el 59.6% estaba libre de síntomas luego de ese tiempo; por otro lado, el grupo con lesiones ortopédicas tenía un porcentaje del 80.3%.

Los niños que sufren de lesiones cerebrales traumáticas están en riesgo de desarrollar varios trastornos neuropsiquiátricos, los cuales se mantienen por buen tiempo. Los seguimientos deben realizarse con el objetivo de facilitar la detección de algún problema e intervenir.

Los diagnósticos relacionados a las lesiones cerebrales traumáticas pueden causar daño cognitivo por lo que probablemente se observen problemas en la escuela o las relaciones interpersonales. Los autores esperan ayudar a mejorar la detección y cuidado de dichos pacientes.

Referencias del estudio original: Armstrong, L. (2018), Long-term outcomes following traumatic brain injury (TBI) in children. https://www.aap.org/en-us/about-the-aap/aap-press-room/Pages/Traumatic-Brain-Injuries-Can-Lead-to-Long-Term-Neurological-Disorders.aspx

Fuente: Science Daily

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Para qué te esfuerzas si vas a recuperar todo el peso que perdiste? La barrera más grande que afrontan las personas con sobrepeso

  • Alejandra Alonso
  • 07/11/2018
Sobrepeso

Existen varias maneras de descender de peso para personas con sobrepeso u obesidad. Una vez logrado el objetivo, viene la fase de mantenimiento del peso saludable. Este momento puede ser muy difícil por varios factores, uno de los más desafiantes tiene que ver con las relaciones interpersonales.

El cambio en el estilo de vida de estas personas influye en quienes los rodean, haciendo que algunos sientan tal vez un poco de culpa, o puede que simplemente no esten de acuerdo con algunas de las decisiones tomadas por el individuo que baja de peso. Todo esto genera comentarios que se transforman en una dificultad para quien trata de mantener su estilo de vida saludable.

Lynsey Romo llevó a cabo una investigación en Estados Unidos (el país con mayor porcentaje de obesidad del mundo) para conocer cómo las personas afrontan el criticismo y la falta de apoyo.

Todos los participantes reportaron tener al menos alguna persona que tratase de subestimar o minimizar el esfuerzo que estaban haciendo para comer mejor y mantener un peso más saludable

Romo entrevistó a profundidad a 40 personas que habían tenido sobrepeso u obesidad (en promedio habían perdido 35 kilos) para saber qué herramientas comunicativas utilizaban para mantener la pérdida de peso al enfrentarse con desafíos planteados por familiares, amigos y colegas.

Según la autora, su estudio indica que esta población sufre un estigma luego de la pérdida de peso, incluyendo sarcasmos sobre sus nuevos hábitos saludables (“si hasta hace poco te comías todo”) o tener que escuchar que el esfuerzo no vale la pena porque, según lo que ellos han oído, probablemente volverán a ganar el peso que perdieron.

Tristemente, todos los participantes reportaron tener alguna persona que tratase de subestimar o minimizar el esfuerzo que estaban haciendo para comer mejor y mantener un peso más saludable.

¿Cómo afrontaban estas situaciones?

El estudio encontró que los participantes utilizaban varias estrategias comunicativas para prevenir o mitigar las amenazas, con el fin de mantener el peso y no perder sus relaciones interpersonales:

  1. Daban explicaciones sobre su manejo de peso o días de “permitidos” (también conocidos como cheat days).
  2. Aceptaban pero no consumían comida que se les ofrecía.
  3. Evitaban situaciones sociales donde hubiera comida involucrada.
  4. Comían alimentos no saludables pero en porciones más pequeñas para acomodarse al grupo.
  5. Afirmaban que no estaban juzgando a nadie sino que el cambio en el estilo de vida se debía a una elección personal o a razones de salud.

Sin duda debe ser difícil acomodarse a un estilo de vida saludable mientras que te ves casi obligado a recurrir a todos esos recursos (y probablemente otros más) para afrontar los sentimientos que esto causa en las personas que te rodean.

El estudio de Romo resalta una gran barrera que afrontan las personas que optan por una vida más saludable y que pone en peligro el mantenimiento de éstos nuevos hábitos. El estudio de estos temas nos permite diseñar estrategias que les ayuden a mantener una vida saludable y contar con el apoyo de las personas significativas para ellos.

Referencia del estudio original:
Lynsey K. Romo (2018) An Examination of How People Who Have Lost Weight Communicatively Negotiate Interpersonal Challenges to Weight Management, Health Communication, 33:4, 469-477, DOI: 10.1080/10410236.2016.1278497

Fuente: Psyblog

Sin categoría

El exceso de actividades extracurriculares puede ser dañino

  • Alejandra Alonso
  • 06/11/2018

Las actividades extracurriculares, tales como las clases de música, o los clubes deportivos, cumplen un rol importante en la dinámica familiar. Para conocer mejor dicho rol, un grupo de investigadores realizó entrevistas semiestructuradas a 48 familias de clase media del noroeste de Inglaterra.

Los científicos consideraron que estas actividades organizadas han sido poco investigadas y sin embargo forman parte central de la rutina de familias de clase media.

Según los datos arrojados por las entrevistas, el 88% de los niños (cursando primaria) participaban de actividades extracurriculares, de 4 a 5 días a la semana. Además, el 58% hacían más de una actividad una tarde.

Las actividades organizadas eran parte de la mayoría de éstas familias, especialmente si tenían más de un hijo. Y esto trae consecuencias en varios aspectos: se reduce el tiempo de calidad pasado en familia, hay menos dinero en la casa y la energía de los papás disminuye bastante. Muchos niños terminan agotados por esta rutina, también.

Pero, ¿porqué los padres consideran que se debe hacer este sacrificio de tiempo, dinero y energía? De acuerdo con los investigadores, existen presiones de otros padres, de los niños y de la misma escuela para tener un horario extracurricular apretado.

La Dra. Sharon Wheeler, autora principal del estudio, opina que los padres llevan a sus hijos a dichas actividades porque perciben que esto significa ser buenos padres, que es parte de darles las mejores oportunidades. Bajo su perspectiva hay beneficios a corto plazo: mantenerse en forma y saludable, aprender nuevas habilidades y hacer más amigos ; y también a largo plazo: mejorar sus posibilidades laborales.

Sin embargo, Wheeler nota que su investigación parece indicar algo diferente. Es verdad que se obtienen algunos de estos beneficios, pero las actividades organizadas pueden limitar considerablemente los recursos de los padres y deteriorar las relaciones familiares, además pueden producir un daño potencial al desarrollo y bienestar del chico.

Aunque hoy muchas familias poseen más de un auto y hay un aumento de mamás que trabajan, lo que facilita la accesibilidad y conveniencia de las actividades extracurriculares, Wheeler y sus colegas advierten que los papás no deberían sobrepasarse, llenando excesivamente los horarios de sus hijos.

Tal vez muchos padres que sienten presión de invertir en dichas actividades, pero se preocupan por los efectos en la familia, al conocer estos datos puedan aliviarse y planear un horario menos loco.

Los autores no parecen estar en contra de las actividades extracurriculares, pero si advierten que es mala idea llenar el horario de los niños, porque no solo se cobra en dinero sino también en la calidad de las relaciones familiares.

La psicóloga Jennifer Delgado Suárez, dice sabiamente que los niños necesitan “(…) una vida más sencilla y despreocupada, así como más tiempo con los padres.”

De todos modos debemos considerar que, como decían los científicos, no existen muchas investigaciones sobre el tema todavía. La mayoría se ha realizado en población adolescente y no en niños de primaria, además no se suele considerar en éstas el impacto en la vida familiar. Es necesario que se siga estudiando para entender mejor los efectos en la familia y en el desarrollo del niño.

Referencia del estudio original: Sharon Wheeler, Ken Green. ‘The helping, the fixtures, the kits, the gear, the gum shields, the food, the snacks, the waiting, the rain, the car rides … ’: social class, parenting and children’s organised activities. Sport, Education and Society, 2018; 1 DOI: 10.1080/13573322.2018.1470087

Fuente: Science Daily

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Clorpromazina y revolución del tratamiento de la psicosis en el siglo XX

  • Alejandra Alonso
  • 31/10/2018

El 11 de diciembre de 1950, Paul Charpentier sintentizó por primera vez la clorpromazina, un medicamento que tenía la intención de ser utilizado como potenciador de la anestesia general y se convirtió en el primer antipsicótico de la historia.

En una época donde reinaba el psicoanálisis, la clorpromazina significó una revolución en los tratamientos psiquiátricos. Anteriormente los pacientes con psicosis eran tratados con terapias poco efectivas y extremadamente peligrosas como  la terapia con gas, la terapia electroconvulsiva, las convulsiones químicas, la lobotomía, el shock hipoglucémico, barbitúricos o morfina, cuyo efecto podía ser letal.

Sucesos que llevaron al desarrollo de la clorpromazina

A finales del siglo XIX, August Bernthsen se ocupa de la síntesis de las moléculas de fenotiazina, cuando se encontraba desarrollando colorantes derivados de la anilina en la industria de textiles. Más tarde varios acontecimientos marcarían su entrada a la medicina; en biología los primeros microscopistas intentaban teñir células con colorantes de anilina del inglés William Perkin, para ver en detalle su contenido. Fleming pudo desarrollar sus trabajos sobre la mitosis y Fuelgen los suyos sobre el ADN, gracias a la técnica de la tinción desarrollada por Paul Erhlich, quien también investigó el posible poder bactericida de éstos agentes que eran capaces de teñir selectivamente distintos tejidos vivos.

Según Medrano (2012), Erhlich buscaba fármacos con indicaciones muy precisas, una “bala mágica” que atacara a un agente patógeno logrando así la curación. Los fundamentos de esta idea eran la creencia de que todas las enfermedades estaban causadas por gérmenes y su trabajo con la tinción de potenciales microbios. Este y otros hallazgos le empezaron a dar a los colorantes un papel cada vez más importante en la industria farmacéutica.

Ehrlich desarrolló también la coloración metacromática con el azul de metileno, derivado de la fenotiazina, para teñir tejidos orgánicos, usándolo como agente antimalárico. Para 1940, muchos científicos estadounidenses y franceses investigaban las fenotiazinas como agentes antimaláricos. En Francia, investigadores del Societè Rhône-Poulenc, dirigidos por Paul Charpentier, crearon derivados fenotiazínicos de cadena alcoholamino, lo que condujo a la síntesis de prometazina, 3277 RP y dietazinan. A partir de la prometazina se desarrolló el primer antipsicótico eficaz de la historia (Mazana, Pereira, y Cabrera, 2002).

Es interesante saber que Charpentier y sus colegas buscaban actividad antimalárica en sus investigaciones de las fenotiazinas; lo que ellos no sabían era que otros científicos estadounidenses ya la habían descartado (pero no se enteraron debido a la interrupción en la comunicación consecuencia de la segunda guerra mundial) y continuaron con sus estudios. Posteriormente Daniel Bovet y Staub del instituto Pasteur, se alían con la firma Rhône-Poulenc para buscar propiedades antimaláricas de los antihistamínicos, pero se descubrió que no las poseían, aunque sí eran algo sedantes. En 1944, Bovet comenzó a investigar si las fenotiazinas también poseían propiedades antihistamínicas. Así, en 1949, Henri Laborit (un cirujano y fisiólogo del ejército francés), en conjunto con Huguenard y Alluaume, utiliza derivados de la fenotiazina en un cóctel prequirúrjico para inducir anestesia, reducir liberación de estamina y sedar. El se encontraba investigando la hibernación artificial en relación a la prevención del shock quirúrgico. Al administrar el cóctel observó que en determinadas dosis producía desinterés sin pérdida de conciencia y algo de sueño (Mazana, Pereira, y Cabrera, 2002; Ban, 2007).

En diciembre de 1950, Charpentier sintetiza el compuesto RP4560 (la clorpromazina). Al año siguiente Laborit investiga los efectos sedantes de la clorpromazina y anima a sus colegas a utilizarlo en psiquiatría. Sin embargo, fue muy criticado ya que en aquella época la psiquiatría se valía de terapias no farmacológicas (Mazana, Pereira, y Cabrera, 2002).

Primeros psiquiatras en utilizarla como fármaco

En ese momento se usaba el enfriamiento con agua para calmar la agitación y Laborit, como comentábamos antes, persuadió a un grupo de neuropsiquiatras del hospital militar de París a que probaran un tratamiento con clorpromazina en sus pacientes. El primer sujeto a quien se le administró el fármaco fue Jaques Lh, de 24 años, un hombre que tenía diagnóstico de agitación psicótica (manía). El 19 de Enero de 1952 se le administró 50 mg de la droga por vía intravenosa y el efecto calmante fue casi inmediato, pero como solo duró unas horas se necesitaron varios tratamientos para, finalmente, controlar la agitación (Ban, 2007).

Luego continúan las investigaciones en el hospital Saint Anne, donde Pierre Deniker descubre los efectos antipsicóticos de la clorpromazina junto con Jean Delay. Además se dan cuenta de que no eran necesarias las compresas de hielo, bastaba con administrar 75 mg del fármaco para conseguir el control de la conducta (Mazana, Pereira, y Cabrera, 2002).

Deniker (quien era asistente de Delay) es recordado como el primer psiquiatra que, al utilizar la clorpromazina sola (y no como parte de un cóctel), pudo observar mejor sus efectos.

También notó que, al emplearla sola, había que aumentar la dosis y así se conocieron las propiedades psicotrópicas de la misma.

Como resultado, Delay decide repetir las experimentaciones con todos los pacientes que llegaban con agitación y así publicaron, en 1952, 6 informes científicos donde resaltaban un tratamiento prolongado en casos de psicosis aguda y manía, observaciones que favorecieron el uso de la clorpromazina en Europa. Además, Delay y Deniker demostraron que dicha droga no era eficaz para tratar los síntomas negativos de la esquizofrenia ni la depresión (Mazana, Pereira, y Cabrera, 2002).

Mejor comprensión de los neurotransmisores

En 1954, la FDA (Food and Drug Administration) aprueba la clorpromazina. Los efectos secundarios del fármaco obligan a los científicos a seguir estudiando su bioquímica metabólica y llegan así a conocer mejor el papel de la dopamina y otros neurotransmisores en el funcionamiento cerebral. Se dejó de entender a la naturaleza de las transmisiones sinápticas como algo puramente eléctrico, y se la empezó a considerar como un evento mediado químicamente (Mazana, Pereira, y Cabrera, 2002; Ban, 2007).

Ilustración de la clorpromazina, imagen de Wikipedia

Durante las décadas de 1950 y 1960, se habían hecho muchas hipótesis sobre la bioquímica de la esquizofrenia y el curso de acción de las fenotiazinas. Pero más tarde, cuando se descubre cómo actuaban las fenotiazinas, se entiende el efecto sedante de la clorpromazina por supresión de aferencias sensoriales a la formación reticular de Magoun y Moruzzi (Mazana, Pereira, y Cabrera, 2002).

Surgen los términos “tranquilizante”, “antipsicótico” y “neuroléptico”

Sorprendía la capacidad de la clorpromazina para sedar sin afectar la conciencia del individuo, lo que ayudó a ponerle a este grupo de fármacos el nombre de “tranquilizantes”(Medrano, 2012).

Fueron Delay y Thuillier quienes acuñaron el término psicofarmacología en el año 1956. Un año antes, Delay había denominado a los fármacos con propiedades antipsicóticas “neurolépticos” ya que su uso producía acciones variadas sobre el sistema nervioso. Lehman había empleado el término “antipsicóticos”, pero la palabra acuñada por Delay y Deniker tuvo más éxito y se impuso (Mazana, Pereira, y Cabrera, 2002; Medrano, 2012).

Los científicos tenían esperanzas de que la clorpromazina fuera útil en el tratamiento de la ansiedad, pero en 1955 Rees y Lambert dan a conocer los efectos colaterales: letárgica, hipotensión, síndrome parkinsonismo, ictericia (Mazana, Pereira, y Cabrera, 2002).

Luego de todo esto se continuó investigando y se comercializaron nuevos antipsicóticos derivados de la fenotiazina. Después se descubrieron otras sustancias con propiedades antipsicóticas y así se llegó a los antipsicóticos atípicos, que prometían tratar los síntomas negativos de la esquizofrenia (Mazana, Pereira, y Cabrera, 2002).

Condiciones para las que se utiliza la clorpromazina

La clorpromazina está indicada para tratar psicosis, delirio, esquizofrenia y confusión (Ceruelo Bermejo y García Rodicio, 2007).

También se utiliza para tratar la manía en personas con trastorno bipolar y problemas de conducta serios (agresividad, explosividad, hiperactividad) en niños. Por otro lado, se prescribe para controlar vómitos y náuseas, aliviar hipo persistente y el tétano (AHFS, 2018)

Mecanismos de acción

La clorpromacina se considera un antipsicótico típico, que se ubica dentro de la familia de las fenotiazinas. Tiene un alto poder de sedación. Los antipsicóticos en general actúan bloqueando los receptores dopaminérgicos a nivel central. Los típicos son antagonistas de los receptores D2 a nivel mesolímbico y nigroestriatal. Su efecto está relacionado con su acción a nivel mesolímbico, produciendo cambios en relación a delirios, alucinaciones y conducta desorganizada (Bravo Ortiz, s.f.).

Efectos secundarios

Los efectos de los antipsicóticos típicos a nivel nigroestriatal y tuberoinfundibular, explican los efectos neurológicos adversos (amenorrea, galactorrea, efectos extrapiramidales). Y el bloqueo de otros receptores (colinérgicos, noradrenérgicos, serotoninérgicos e histaminérgicos) se asocia con: sedación, visión borrosa, sequedad en la boca e hipotensión (Bravo Ortiz, s.f.).

Según Bravo Ortiz (s.f.) las fenotiacinas pueden tener los siguientes efectos secundarios:

  1. Sedación y somnolencia
  2. Síndrome neuroléptico maligno.
  3. Hipotensión y cambios en el ECG.
  4. Efectos anticolinérgicos (estreñimiento, visión borrosa, congestión nasal, sequedad en la boca, retención urinaria)
  5. Efectos extrapiramidales (acatisia, pseudoparkinsonianismo, discinesias tardías, distonia).
  6. Disminución de umbral para convulsiones.
  7. Trastornos endocrinos (líbido baja, amenorrea, galactorrea).
  8. Dermatosis.

Además, la clorpromazina en específico, puede producir trastornos hepáticos y hematológicos (Bravo Ortiz, s.f.).

Han pasado más de 60 años desde la llegada de la clorpromazina. Su introducción revolucionó el tratamiento de la psicosis, causó cambios en las creencias sobre las enfermedades mentales, dio como resultado el desarrollo de la neuropsicofarmacología y provocó la revisión del marco teórico de la psiquiatría.

Referencias bibliográficas

  • American Society of Health-System Pharmacists, Inc. (2018), Clorpromazina. Recuperado de: https://medlineplus.gov/spanish/druginfo/meds/a682040-es.html
  • Ban, T. (2007), Fifty years chlorpromazine: a historical perspective. Recuperado de: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2655089/pdf/NDT-3-495.pdf
  • Bravo Ortiz, M. (s.f.), Psicofarmacología para psicólogos. Recuperado de: https://pavlov.psyciencia.com/2013/04/Psicofarmacolog%C3%83%C2%ADa.pdf  
  • Ceruelo Bermejo, J. & García Rodicio, S. (2005), Antipsicóticos típicos. Antipsicóticos atípicos. Recuperado de: https://s3.amazonaws.com/academia.edu.documents/36818175/antipiscoticos_atipicos.pdfAWSAccessKeyId=AKIAIWOWYYGZ2Y53UL3A&Expires=1540866175&Signature=iblW%2BI6X5bFoRnYu%2BeE7EGJYDk8%3D&response-content-disposition=inline%3B%20filename%3DNo_No_No_No_No_Efectos_extrapiramidales.pdf
  • Mazana, J., Pereira, J. y Cabrera, R (2002), Cincuenta años de clorpromazina. Recuperado de: http://www.sanipe.es/OJS/index.php/RESP/article/view/234/517
  • Medrano, J. (2012), Las bodas de diamante de la clorpromazina. Recuperado de: http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0211-57352012000400012
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Los niños de 2 años son conscientes cuando otros los juzgan

  • Alejandra Alonso
  • 04/10/2018

Nuestra preocupación por cómo seamos evaluados por otros se manifiesta en muchos aspectos, el miedo a hablar en público o la adaptación a los estándares sociales, por ejemplo. Y un estudio publicado este año en Developmental Psychology sugiere que ya desde los 24 meses los infantes son conscientes de que otros los juzgan.

“Nuestra investigación sugiere que a los 24 meses, los niños entienden que su comportamiento puede ser evaluado positiva o negativamente por otros”, dice la autora principal, Sara Valencia Botto.

Estudios previos han documentado observar claramente dicha conducta en niños de entre 4 y 5 años, pero el estudio de Botto sugiere que puede surgir mucho antes.

Los científicos llevaron a cabo 4 experimentos con un robot de juguete, donde fueron reclutados un total de 144 niños de entre 14 y 24 meses.

Primer experimento

Los investigadores mostraban a los participantes cómo usar un control remoto para manejar un robot y luego observaban al niño con expresión neutral o se daban vuelta y pretendían leer una revista.

Cuando el niño era observado, mostraba más inhibición y vergüenza al tocar los botones del control remoto que cuando el observador no prestaba atención.

Es decir, el niño era más propenso a explorar un juguete atractivo cuando no era observado.

Segundo experimento

En el siguiente experimento, se agregó feedback positivo y negativo para observar si el niño consideraría tanto la atención del experimentador como los valores expresados. Esta vez se utilizaron dos controles remotos. Al usar el primer control el investigador sonreía y decía “¡¿Wow, no es genial?!”; por otro lado, al usar el segundo, fruncía el ceño y decía “¡Oh no! Ups…” Cuando era el turno del niño, el investigador prestaba atención o miraba para otro lado y leía una revista.

Los niños presionaban el control remoto positivo significativamente más veces mientras eran observados y usaban el otro cuando no se los estaba mirando, según Botto.

El equipo concluye entonces que los participantes reproducían resultados valorados positivamente por el experimentador significativamente más veces cuando éste les estaba prestando atención.

Tercer experimento

Este estudio sirvió como control. Los investigadores daban respuestas neutras al demostrar cómo se usaban los controles remotos y, de nuevo, alternaban entre mirar al niño o leer una revista.

Los resultados muestran que los niños ya no elegían un control por sobre el otro cuando eran observados por el científico.

Para Botto y su equipo, esto sugiere que en el experimento número 2 los niños prestaban mucha atención a las reacciones positivas y negativas de los instructores antes de decidir qué control utilizar. Sin embargo, dicho efecto desaparecía en ausencia de diferentes valores.

Cuarto experimento

En éste último experimento, dos instructores se sentaban uno al lado del otro, utilizando un control remoto. Uno de ellos presionaba un botón, sonreía y decía: “¡Si! Se movió el robot”; el otro, presionaba el mismo control, fruncía el ceño y decía “¡Ay no! Se movió el robot”. Cuando le tocaba el turno al niño, los científicos nuevamente alternaron entre prestar atención al niño o no.

Los niños eran más propensos a presionar el control remoto cuando el instructor positivo estaba mirando. Es decir que eran capaces de modificar su conducta dependiendo de la evaluación que hacía el instructor del resultado y su atención.

Durante todo el experimento, el equipo no identificó diferencias en las respuestas basadas en el género.

Boto espera que su estudio pueda a ayudar a comprender cuándo y cómo nos empezamos a hacer más sensibles a las evaluaciones de otros.

Referencia del estudio: Botto, S. V., & Rochat, P. (2018). Sensitivity to the evaluation of others emerges by 24 months. Developmental Psychology, 54(9), 1723-1734. doi:10.1037/dev0000548

Fuente: APA

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Los «introvertidos» no disfrutan más de la soledad que las otras personas

  • Alejandra Alonso
  • 03/10/2018

¿Por qué muchos hacen lo imposible por tener tiempo para estar solos mientras que otros no soportan la soledad? Parece lógico pensar que se debe a aspectos sociales de la personalidad y que los introvertidos disfrutarían más el tiempo a solas que acompañados. Sin embargo, un nuevo paper (que todavía no ha pasado por revisión de colegas) sugiere que la verdad es más complicada .

La investigación buscaba examinar cómo algunas características de personalidad ampliamente estudiadas, afectaban la experiencia de soledad. Se enfocaron en la introversión (teoría de los 5 grandes), apegos evitativo y ansioso (teoría de apego) y autonomía disposicional (teoría de la autodeterminación). Querían ver cómo cada rasgo explicaba la soledad reactiva y la constructiva.

Para el estudio se basaron en 3 investigaciones hechas con diarios, a diferencia de otros estudios, los cuales se basaban solo en autoreportes de recuerdos sobre los tiempos de soledad. Además contaron con experimentos de laboratorio sobre la soledad.

La soledad reactiva se operacionalizó como la diferencia entre puntajes de cuánto valora una persona estar sola comparado con estar con otros. La soledad constructiva, por otro lado, con puntajes absolutos que reflejaran cuánto se valoraba la soledad en sí.

 No encontraron evidencia de que los introvertidos disfrutaran la soledad más que los extravertidos

La muestra estuvo compuesta por 198 estudiantes universitarios de entre 18 y 26 años (media de 20). Eran mayormente mujeres, blancas.

Los participantes llenaron cuestionarios que evaluaban personalidad: Big Five Inventory (items de introversión); Adult Attachment Scale (apego evitativo y ansioso); Autonomous Functioning Index. También llenaban diarios que se les enviaban por email, donde debían reportar 2 interacciones sociales relevantes que habían tenido en el día.

No encontraron evidencia de que los introvertidos disfrutaran la soledad más que los extravertidos. De hecho, ellos observaron que el disfrute de la soledad se asociaba más a un rasgo llamado “autonomía disposicional”. Dicho rasgo es parte de la teoría de la autodeterminación que intenta explicar la motivación y la personalidad humanas.

De acuerdo con los científicos, las personas que puntúan alto en ‘autonomía disposicional’ tiene una alineación entre conducta, intereses y valores, son resistentes a la presión de otros y se interesan por aprender más sobre sí mismos.

Uno de los estudios consistió además en pedirles a los participantes que pasaran 15 minutos solos y completaran cuestionarios detallados sobre cómo se había sentido la experiencia. Los introvertidos no reportaron disfrutar la soledad más que los extrovertidos, aunque había una ligera tendencia a presentar menos pensamientos negativos, pero sus necesidades psicológicas básicas no se veían satisfechas (por ejemplo, necesidad de autonomía e independencia). En contraste, las personas con puntajes más altos en autonomía disposicional disfrutaron la soledad más que otros, con menos pensamientos negativos y satisfacción de sus necesidades psicológicas básicas.

Los estudios que se enfocaron en la motivaciones de las personas para pasar tiempo a solas obtuvieron resultados un tanto contradictorios para los introvertidos: solo uno de los estudios encontró que habían más probabilidades de comprometerse en soledad reactiva (es decir, como una forma de escapar a otros). Sin embargo, la autonomía disposicional se correlacionaba con “soledad constructiva” (o buscar soledad porque sí). La introversión no se relacionó con este tipo de soledad en ninguno de los estudios.

Un último resultado tiene relación con los estilos de apego. Los individuo con apego evitativo buscaron más soledad constructiva pero cuando experimentaron la soledad no necesariamente la disfrutaron y tuvieron más pensamientos negativos.

La investigación sugiere que tal vez debamos revisar nuestros supuestos sobre los introvertidos y extravertidos y su experiencia de la soledad. No sería acertado pensar que una persona disfruta la soledad solo por ser introvertida. Encontrar placer en el tiempo a solas parece estar más relacionado a personas que se sienten libres y en control de sus vidas y a quienes les da placer reflexionar sobre sus experiencias internas (sean o no sean introvertidos o exrtravertidos).

Referencia del estudio original: Nguyen, T. T., Weinstein, N., & Ryan, R. (2018, August 20). Identifying Personality Characteristics associated with the Capacity to be Alone using Big-Five Theory, Attachment Theory, and Self-Determination Theory. https://doi.org/10.31234/osf.io/sjcwg

Fuente: BPS

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Entendiendo la hipomanía

  • Alejandra Alonso
  • 02/10/2018

Erica Loberg es escritora, autora de varios libros de poesía y columnista en PsychCentral Además, cuando ya casi iba a cumplir 30 años, fue diagnosticada con hipomanía.

La hipomanía se encuentra en el DSM V, dentro del trastorno bipolar y trastornos relacionados. Resumidamente, sus criterios diagnósticos son:

Período de estado de ánimo anormalmente elevado y aumento de energía la mayor parte del día casi todos los días. Junto con 3 o más de los siguientes indicadores:

  1. Aumento de la autoestima.
  2. Disminución de la necesidad de dormir.
  3. Más hablador de lo habitual.
  4. Fuga de ideas.
  5. Fácil distracción.
  6. Agitación psicomotora.
  7. Participación recurrente en actividades que tienen muchas posibilidades de consecuencias
    dolorosas.

Los síntomas deben representar un cambio en comparación a la conducta previa del individuo. Otras personas deben poder observarlos, sin embargo la gravedad no es suficiente como para causar problemas en el trabajo, la vida social, etc. Finalmente, el episodio no es inducido por sustancias.

A continuación les dejo la traducción de su relato sobre esa experiencia:

Con un diagnóstico clínico de hipomanía, también conocido como bipolar II, pasé la mayor parte de mi vida en un estado maníaco crónico que muchas veces puede ser confundido con TDA o TDAH u otras condiciones. No fue hasta casi los treinta años que fui apropiadamente diagnosticada y tratada y capaz de comenzar una vida libre de hipomanía. Solo ahora puedo mirar atrás y ver los síntomas que soporté y reflejaron mi estado hipomaníaco y la gente que, en el camino, trató de ayudarme.

Las personas siempre me dijeron que caminara más lento y mi respuesta era que vengo de una familia donde se camina rápido, así que nunca se me cruzó la idea de que la rapidez de mis pasos era un signo de hipomanía. La gente siempre me dijo que hablara más pausado y yo decía que pienso muy rápido y tengo que mantenerme a la par de mi mente. Las personas siempre me dijeron que era muy sensible y yo decía que era un ser humano que estaba en contacto con sus emociones.

Hay muchas cosas que la gente decía, no necesariamente para bajonearme, pero si para tratar de controlarme, frenarme o hacerme una especie de fenómeno que necesitaba aclimatarse al mundo. Cuando eres hipomaníaca eso simplemente no va a pasar, así que me encontré viviendo sola en mi mente, sabiendo que algo me hacía diferente pero sin tener el conocimiento o la educación para saber qué estaba causando estas distinciones. Me empecé a sentir sola y navegando a través de estos síntomas por mi misma. No esperaba que mis papás lo entendieran porque venían de una generación que no hablaba sobre salud mental, lo que solo empeoraba las cosas, especialmente cuando era niña. Mi mamá decía que cuando era bebé nunca dormía. Cuando entré a la escuela me quedaba despierta en la noche y miraba a mi hermana (con quien compartía el cuarto) dormir sólidamente. Recuerdo que una vez les mencionó a mis padres: “Erica no duerme”. Y no es que ignoraran el comentario, simplemente no eran testigos de mis luchas nocturnas con el insomnio de las que mi hermana era cómplice constantemente.

Cuando entré a la universidad cursaba con carga completa y jugaba volleyball universitario. Nuestro equipo viajaba por toda la costa este y, cuando se me ponía a dormir con una compañera de cuarto en el camino, ellas siempre mencionaban que no dormía bien. No se cómo una persona puede jugar volleyball división I sin dormir, pero de alguna manera me las arreglé para hacerlo.

Pero las cosas no se pusieron realmente mal hasta después de la universidad. La estructura académica y atlética eran de ayuda para manejar mi hipomanía en ese momento así que, cuando entré al mundo real, la realidad de mi insomnio fue el centro del escenario. Me acuerdo que un verano trabajaba en Fusiones y Adquisiciones y tenía una amiga con la que iba a salir, ella vivía en Brooklyn y yo en Manhattan, a veces ella dormía en mi casa. Salíamos hasta tarde y luego volvíamos a mi casa y con pocas horas de sueño me levantaba a correr en el Río Hudson. Al regresar ella recién se levantaba luego del cansancio de la noche anterior y me miraba como diciendo ¡qué diablos!¿Vuelves de correr? Sí, pero el ejercicio siempre fue instrumental para mi salud así que no pensé que era un signo de algo más.

Así que para cuando recibí ayuda no tenía idea que había sufrido años de privación de sueño, y recuerdo la primera vez que tomé un estabilizador del estado de ánimo. Me acuerdo de haberme levantado sintiéndome fresca; como si hubiera dormido como el resto del mundo. Estaba tan emocionada y aliviada, pero también decepcionada y con remordimiento. ¿Porqué pasé casi tres décadas viviendo con hipomanía crónica? No es culpa de nadie, realmente, ni siquiera mía, pero, para alguien que siempre supo muy adentro suyo que algo estaba mal, y que tenía personas amadas en el camino, como la voz preocupada de mis amigos, mis compañeros de equipo y mi hermana, eran insights de ayuda que simplemente ignoré. Eran regalos a los que desearía haberles prestado más atención.

Espero que si experimentas algunos de estos síntomas, o conoces a alguien que los presenta, encuentres una manera de hablarlo. Y si encuentras personas en tu vida que dejan pistas en el camino, toma nota y escucha.

Fuente: Psychcentral

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Algunas conductas en la escuela podrían predecir el éxito en la vida adulta

  • Alejandra Alonso
  • 28/09/2018

Hay muchos factores que pueden contribuir a que una persona se considere exitosa, es decir, alguien que alcanza sus objetivos y a quien le va bien laboralmente. Se ha encontrado por ejemplo, que hay relación entre los logros y algunos rasgos de personalidad, las capacidades cognitivas y el estatus socioeconómico (Damian, Su, Shanahan, Trautwein, & Roberts, 2015; Roberts, Kuncel, Shiner, Caspi & Goldberg, 2007; Spengler, Brunner, Damian, Lüdtke, Martin, & Roberts, 2015).

Sin embargo, los rasgos de personalidad y las capacidades cognitivas son vistos como constructos bastante amplios y/o estables. Es por eso que algunos han teorizado que las intervenciones deben enfocarse en cuestiones específicas, cualidades contextuales, como temas de interés y conductas observadas en el salón.

Por otro lado, escriben los autores de un nuevo estudio, enfocarnos en características específicas nos dirige a constructos que todavía no cuentan con evidencia sobre los resultados en el curso de la vida de una persona. Lo que los llevó a preguntarse si esas conductas específicas de un contexto, en un tiempo determinado podría tener un rol en el éxito obtenido, más allá de las variables típicamente examinadas en estudios longitudinales. Anteriormente, Spengler y sus colegas (2015) hallaron que algunas características de los estudiantes son relevantes a largo plazo, pero no tuvieron en cuenta variables de personalidad, por ejemplo, que también podrían predecir esto.

Método

Para la investigación se utilizaron datos recolectados por los Institutos Americanos de Investigación y otras organizaciones, incluida la universidad de Pittsburgh, a través de un acuerdo de cooperación.

En específico, se utilizaron datos del Project Talent, un estudio longitudinal estadounidense, desarrollado por los Institutos Americanos de Investigaciones. La primera ola de encuestas se realizó en 1960, donde se evaluó a una muestra representativa de estudiante estadounidenses (más de 440,000 niños), de entre 9 y 12 años. Al final, se terminaron utilizando los datos de 346,660 estudiantes, a algunos de los cuales se volvió a contactar luego de 1, 5, 11 y 50 años .

Los científicos se interesaron en conocer el rol de las características del estudiante en el éxito posterior (logros académicos, ingreso anual, prestigio laboral), controlando rasgos de personalidad, habilidades cognitivas y estatus socio-económico de los padres.Luego de 11 años se logró contactar a 81,912 de los participantes. Para el seguimiento 50 años después, se utilizó una muestra de 1,952 personas. Al realizar los seguimientos de 11 y 50 años después, se evaluó ingreso anual, logros académicos y prestigio ocupacional.

Resultados

Los científicos encontraron que ser un estudiante responsable, motivado y esforzado era más importante que rasgos de personalidad como la escrupulosidad. Los resultados en la escala de interés por la escuela se relacionaban positivamente con los logros obtenidos 11 y 50 años después. Es decir, una persona que no prestaba atención en la escuela y se atrasaba, presentaba también menores logros académicos, prestigio ocupacional e ingresos.

Además se observaron mayores correlaciones con el seguimiento luego de 50 años, en relación a los ingresos. Los autores explican que puede haberles tomado tiempo de lograr su máximo nivel de educación y así mostrar los efectos de la conducta como estudiante, en el éxito posterior. Lo mismo puede haber pasado con el prestigio, probablemente haya sido conseguido luego de los 11 años.

Limitaciones

El equipo de investigación recomienda que futuros estudios utilicen mejores medidas de personalidad, ya que las utilizadas por el Project Talent eran solo auto-reportes.

Además, resaltan que la muestra utilizada luego de 50 años no fue representativa. Los participantes que quedaron eran más inteligentes y venían de familias con un nivel socio-económico alto. Lo que, explican ellos, es muy común en estudios longitudinales: los participantes con ingresos y nivel socio-económico bajos, son más difíciles de alcanzar.

Spengler, la autora principal del estudio escribe: “Las conductas y características eran recompensadas en la secundaria y llevaron a logros educativos más altos, que a su vez se relacionó con mayor prestigio laboral e ingresos más tarde en la vida. El estudio resalta la posibilidad de que ciertos comportamientos en períodos cruciales podrían tener consecuencias a largo plazo para la vida de una persona.”

Bibliografía

Damian, R. I., Su, R., Shanahan, M., Trautwein, U., & Roberts, B. W. (2015). Can personality traits and intelligence compensate for background disadvantage? Predicting status attainment in adulthood. Journal of Personality and Social Psychology, 109, 473– 489. http://dx.doi.org/ 10.1037/pspp0000024

Roberts, B. W., Kuncel, N. R., Shiner, R., Caspi, A., & Goldberg, L. R. (2007). The power of personality: The comparative validity of personality traits, socioeconomic status, and cognitive ability for predicting important life outcomes. Perspectives on Psychological Science, 2, 313–345. http://dx.doi.org/10.1111/j.1745-6916.2007.00047.x

Spengler, M., Brunner, M., Damian, R. I., Lüdtke, O., Martin, R., & Roberts, B. W. (2015). Student characteristics and behaviors at age 12 predict occupational success 40 years later over and above childhood IQ and parental socioeconomic status. Developmental Psychology, 51, 1329 –1340. http://dx.doi.org/10.1037/dev0000025

Spengler, M., Damian, R & Roberts, B. (2018), How you Behave in School Predicts Life Success Above and Beyond Family Background, Broad Traits, and Cognitive Ability.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Trastorno del cálculo: Las probabilidades de recibir diagnóstico son menores que las personas con dislexia

  • Alejandra Alonso
  • 25/09/2018

El trastorno del cálculo se encuentra dentro de los Trastornos específicos del aprendizaje en el DSM V. Resumidamente, sus criterios diagnósticos son los siguientes:

Dificultad en el aprendizaje que se caracteriza por problemas para dominar el sentido numérico, los datos numéricos o el cálculo y razonamiento matemático dificultoso (no logra comprender operaciones, hechos o conceptos necesarios para resolver problemas matemáticos).

Las aptitudes para matemáticas deben encontrarse notoriamente por debajo de la media, pero con funcionamiento intelectual promedio. Si bien pueden manifestarse ya en la edad escolar, tal vez no se hagan evidentes en su totalidad hasta que las demandas superen las capacidades del individuo (APA, 2013).

Dificultades en aprender habilidades clave a pesar de recibir intervenciones que se enfocan en esas dificultades (APA, 2013).

Finalmente, la dificultad no se explica mejor por falta de dominio del lenguaje, discapacidad intelectual, cuestiones auditivas o visuales u otros trastornos mentales o neurológicos (APA, 2013).

Desafortunadamente, estas dificultades son menos conocidas comparadas con los problemas de lectura y lenguaje (como la dislexia, por ejemplo).

Un estudio publicado en British Journal of Psychology fue el primero en estimar la prevalencia de este trastorno específico del aprendizaje relacionado a las matemáticas (antes llamado discalculia) en niños en edad escolar con los criterios nuevos.

La muestra estuvo compuesta por 2421 niños de primaria, con edades que oscilaban entre los 5 y 11 años y que asistían a 19 escuelas del norte de Irlanda (algunas urbanas y otras rurales).

Las escuelas administraban test estandarizados de inteligencia y se utilizaron estos datos, además de las notas de los niños en matemáticas y lectura, sus datos demográficos y notas sobre cualquier diagnóstico o problema del desarrollo que tuvieran.

Considerando esos datos, seleccionaron a los niños que posiblemente tuvieran este trastorno específico del aprendizaje e indagaron si existían otras condiciones que pudieran explicar el problemas con matemáticas (como exigen los criterios del DSM V).

Históricamente, solo se diagnosticaba el trastorno si las habilidades para matemáticas eran bajas en relación a su CI. El DSM V abandona este principio. Ahora un problema persistente y significativo en matemáticas cuenta como trastorno específico del aprendizaje con dificultad en matemáticas, incluso si la persona presenta un CI igualmente bajo u otros problemas del aprendizaje (sin embargo, se sigue descartando el trastorno si el CI es extremadamente bajo).

Morsanyi y sus colegas estimaron la prevalencia de este trastorno específico del aprendizaje en un 6%; porcentaje bastante mayor a estimaciones previas (1.1%) basadas en los criterios diagnósticos anteriores al DSM V. Sin embargo, lo que más preocupó a los autores fue que solo 1 de los niños identificados había recibido diagnóstico de discalculia, comparado a 108 niños que fueron diagnosticados con dislexia. Ellos escriben: “podemos decir que era más de cien veces probable que un niño con dislexia recibiera un diagnóstico oficial del desorden (necesario para obtener apoyo educacional especializado) que un niño con discalculia”.

En teoría, las modificaciones que aparecen en el nuevo DSM tenían como objetivo facilitar la identificación de niños con discaculia y así aumentar las probabilidades de que recibieran ayuda. Sin embargo, en la práctica no parece estar sucediendo todavía.

Morsanyi y su equipo conversaron con psicólogos educativos y encontraron otro problema para estos niños: no hay intervenciones generalmente aceptadas para esta población. Sumado a esto, los nuevos criterios diagnósticos indican que los problemas en matemáticas deben ser persistentes aún recibiendo apoyo, lo que promueve la idea de que dichas intervenciones no ayudan. En base a sus hallazgos de que la prevalencia de éste trastorno relacionado a las matemáticas se reduce con la edad, los científicos creen que dichos problemas sí pueden responder de manera positiva al apoyo extra.

Los autores opinan que es de suma importancia que los docentes y psicólogos educativos tengan más conocimiento sobre este trastorno.

Datos demográficos y comorbilidad

Con respecto a los datos demográficos y otros diagnósticos, observaron que éstos niños también tenían problemas con el inglés y presentaban un CI bajo, tendían a ser de contextos relativamente empobrecidos, usualmente tenían otras necesidades educativas especiales (NEE), y era más probable que el inglés no fuera su primer idioma. Sin importar la fuente de sus problemas en matemáticas (ambiental, cognitiva o ambas), los científicos opinan que es importante prestarles apoyo a estos niños.

También notaron que algunos chicos con discalculia también tenían diagnóstico de dificultades del lenguaje y autismo, pero solo hubieron dos casos de TDAH (interesante ya que otros estudios si habían encontrado que frecuentemente se daban ambos diagnósticos juntos).

Por último, la investigación resaltó que no habían diferencias de género en la prevalencia de éste trastorno, lo que contrasta con la dislexia donde los varones tienen el doble de probabilidades de presentarla. Sin embargo, encontraron que las niñas se desempeñan un poco más pobremente en matemáticas, comparadas con niños con puntajes similares de CI e inglés y NEE. Específicamente, lo que sucedía era que, aunque las niñas tendían a tener mayores puntajes en inglés y CI en general, sus puntajes en matemáticas no eran diferentes a los de los niños.

Bibliografía

Asociación Americana de Psiquiatría. ( 2013 ) . Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (5 ª ed.) . Arlington , VA: . American Psychiatric Publishing

Jarrett, C. (2018), UK study finds children with maths difficulties (SLDM/dyscalculia) far less likely to receive an official diagnosis than their peers with dyslexia

Morsanyi, K., van Bers, B., McCormack, T. & McGourty, J. (2018), The prevalence of specific learning disorder in mathematics and comorbidity with other developmental disorders in primary school age children

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