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Publicaciones por autor

David Aparicio

3003 Publicaciones
Editor general y cofundador de Psyciencia.com. Me especializo en la atención clínica de adultos con problemas de depresión, ansiedad y desregulación emocional.
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La paradoja de la conexión: cómo las redes sociales podrían estar alimentando la epidemia de soledad

  • 24/03/2025
  • David Aparicio

Por más que prometan acercarnos, las redes sociales parecen estar haciendo lo contrario. Así lo sugiere un nuevo estudio publicado en Personality and Social Psychology Bulletin, que analizó nueve años de datos y encontró que tanto el uso pasivo como activo de redes sociales está asociado con un aumento progresivo de la soledad.

El hallazgo desafía una idea reconfortante pero ingenua: que si usamos las redes sociales de manera “correcta”, si participamos activamente, comentamos, publicamos y reaccionamos, lograremos sentirnos más conectados. La evidencia no apoya esa suposición. De hecho, los resultados muestran que incluso quienes participan de forma más “interactiva” reportan sentirse más solos con el paso del tiempo.

El estudio fue liderado por James A. Roberts, profesor de la Universidad de Baylor, y se basó en una de las bases de datos longitudinales más amplias de Europa: el panel LISS (Longitudinal Internet Studies for the Social Sciences), que ha recogido información de hogares en los Países Bajos desde 2008. Para esta investigación se analizaron las respuestas de 6.965 personas adultas, entre 2014 y 2022, sobre su uso de redes sociales y su nivel de soledad.

El equipo distinguió entre dos tipos de uso: el pasivo (navegar, ver contenido sin interactuar) y el activo (publicar, comentar, dar “me gusta”). Ambos, en teoría, podrían influir de forma diferente en la vida social de las personas. Sin embargo, en la práctica, ambos mostraron el mismo patrón: mientras más tiempo pasaban las personas en redes sociales, más solas se sentían con los años.

La soledad, definida en este estudio a través de un cuestionario validado, no se limita a estar solo. Es una sensación persistente de desconexión, vacío y falta de apoyo. Y aunque pueda parecer una experiencia subjetiva, sus efectos en la salud física y mental son objetivos: menor esperanza de vida, mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, ansiedad, depresión. La Oficina del Cirujano General de EE.UU. la ha calificado como una amenaza de salud pública comparable al tabaquismo crónico.

Una de las revelaciones más preocupantes del estudio es el “bucle de retroalimentación”: las personas solitarias tienden a pasar más tiempo en redes, y ese mayor uso predice mayores niveles de soledad en el futuro. Es una espiral silenciosa. Buscamos alivio en el lugar equivocado y salimos peor de lo que entramos.

¿Por qué ocurre esto? Las explicaciones son múltiples. Una es el desplazamiento: el tiempo invertido en redes reemplaza tiempo que podría haberse dedicado a encuentros reales. Otra es la comparación social ascendente: ver constantemente vidas editadas y felices puede hacer que la propia parezca insuficiente. Y también está la exclusión percibida: ver eventos, fotos y momentos en los que no participamos puede hacer más aguda la sensación de aislamiento.

Roberts lo resume sin rodeos: “No importa cómo se use, las redes sociales son un pobre sustituto del contacto cara a cara”. Y advierte que esta tendencia se intensificará: plataformas como TikTok, Instagram Reels y YouTube Shorts, diseñadas para atrapar la atención con contenido breve y adictivo, agravan el problema. Son más fáciles de consumir, pero también más propensas a fomentar el uso compulsivo y solitario.

Por supuesto, el estudio tiene limitaciones. Se basa en medidas autoinformadas y no puede establecer relaciones causales definitivas. Tampoco distingue entre los tipos de contenido con los que las personas interactúan, lo cual puede marcar una diferencia. No es lo mismo comentar en un grupo de apoyo que mirar pasivamente videos de lujo o viajes imposibles.

Pero incluso con esas salvedades, el mensaje central es difícil de ignorar: estamos más conectados que nunca, pero más solos también. Y mientras sigamos buscando conexiones significativas en espacios diseñados para captar atención más que para nutrir relaciones, la brecha entre esos dos hechos seguirá creciendo.

Quizás no se trata de dejar las redes sociales por completo, sino de usarlas sabiendo lo que son: herramientas, no reemplazos. Pueden complementar la vida social, pero no sostenerla. Porque, al final, nada reemplaza una mirada directa, una conversación sin filtros o una tarde compartida con alguien que realmente está ahí.

Referencia: Roberts, J. A., Young, P. D., & David, M. E. (2025). The Epidemic of Loneliness: A 9-Year Longitudinal Study of the Impact of Passive and Active Social Media Use on Loneliness. Personality and Social Psychology Bulletin, 0(0). https://doi.org/10.1177/01461672241295870



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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La insensibilidad al dolor propio como raíz de la falta de empatía: una mirada al cerebro psicopático

  • 24/03/2025
  • David Aparicio

Por más de un siglo, la figura del psicópata ha habitado los márgenes de la ciencia, el crimen y la cultura popular: el asesino frío, encantador, que no siente culpa ni remordimiento. Pero más allá del estereotipo cinematográfico, la psicopatía como constructo clínico y de investigación sigue evolucionando. Un nuevo estudio publicado en Scientific Reports sugiere que el origen de la insensibilidad emocional en personas con rasgos psicopáticos podría estar, al menos en parte, en su relación con el dolor físico: sienten menos, y por eso entienden menos lo que sienten los demás.

El trabajo fue realizado en los Países Bajos por Dimana V. Atanassova y su equipo. Reclutaron a 74 personas sanas —con un promedio de edad de 32 años y en su mayoría mujeres— para explorar el vínculo entre la sensibilidad al dolor propio y la capacidad de empatizar con el dolor ajeno. Usaron distintos tipos de estímulos físicos (choques eléctricos, presión en el cuerpo y agua fría a 2 °C), junto con pruebas psicológicas que miden empatía, miedo al dolor y rasgos psicopáticos.

Lo que encontraron fue claro: las personas que mostraban puntuaciones más altas en rasgos psicopáticos eran menos sensibles al dolor eléctrico y reportaban menor miedo al dolor en general. A su vez, esas mismas personas tendían a subestimar cuánto dolor sentían otros al observar imágenes de escenas dolorosas. En términos simples: si te duele menos, es probable que creas que a los demás también.

No es que estas personas no puedan identificar el sufrimiento ajeno; lo hacen, pero tienden a minimizarlo. Y esa minimización no necesariamente es parte de una estrategia manipuladora, como muchas veces se asume. Puede ser una proyección directa de cómo procesan sus propias sensaciones físicas. El hallazgo clave del estudio es que esta cadena —menos dolor personal, menos miedo, menos empatía— parece ser especialmente relevante en el caso del dolor eléctrico. Curiosamente, la insensibilidad al frío o a la presión no mostró la misma asociación.

Los autores también dividieron los rasgos psicopáticos en dos dimensiones: los de estilo de vida (impulsividad, búsqueda de estimulación, irresponsabilidad) y los interpersonales (manipulación, grandiosidad, superficialidad emocional). Solo los primeros se asociaron con menos empatía al ver imágenes dolorosas desde una perspectiva personal, mientras que los rasgos interpersonales mostraron una relación contraria. Esto sugiere que no todos los caminos hacia la psicopatía son iguales ni conducen al mismo tipo de desconexión emocional.

Aunque los resultados son estadísticamente modestos y se basan en una muestra pequeña, abren un espacio para repensar el vínculo entre la experiencia corporal y la vida moral. La empatía no es solo una construcción cognitiva o cultural: también tiene raíces sensoriales. Sentir tu propio dolor —reconocerlo, temerlo, tolerarlo— parece ser un componente importante para comprender el de los demás.

¿Y si parte del problema con las personas más crueles, frías o peligrosamente indiferentes no es que ignoran el dolor ajeno, sino que simplemente no lo sienten en su propia piel?

Como siempre en ciencia, faltan piezas. No sabemos si una menor sensibilidad al dolor es una causa, una consecuencia o simplemente un rasgo asociado con la psicopatía. Tampoco está claro si entrenar la conciencia del dolor propio podría aumentar la empatía en quienes carecen de ella. Pero sí sabemos que este tipo de investigaciones nos obliga a mirar más allá de las etiquetas clínicas o las narrativas simplificadas.

Quizás, en última instancia, entender a los demás comienza con entender lo que sentimos nosotros. Incluso —y especialmente— cuando duele.

Referencia: Atanassova, D.V., Brazil, I.A., Tomassen, C.E.A. et al. Pain sensitivity mediates the relationship between empathy for pain and psychopathic traits. Sci Rep 15, 3729 (2025). https://doi.org/10.1038/s41598-025-87892-x



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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cuando el deseo se va por la pantalla: pornografía, excitación y el desgaste silencioso de las relaciones

  • 24/03/2025
  • David Aparicio

Por más que las pantallas prometan placer inmediato y sin complicaciones, un estudio reciente sugiere que la forma en que respondemos a esos estímulos podría estar afectando lo que ocurre (o deja de ocurrir) en nuestras relaciones más íntimas. Investigadores en Australia encontraron que las personas que se excitan más fácilmente con la pornografía tienden a reportar, dos meses después, una menor satisfacción sexual, relaciones más frágiles y menor estabilidad emocional con su pareja. El estudio fue publicado en Archives of Sexual Behavior.

No se trata de un juicio moral, sino de un análisis sobre cómo la excitación, un fenómeno fisiológico y psicológico profundamente humano, puede desviarse de su contexto relacional. Porque aunque el deseo sexual es regulado por hormonas como la dopamina y el oxitocina, y se manifiesta con cambios físicos concretos (como la erección, el aumento del ritmo cardíaco o la lubricación vaginal), también es una brújula que orienta nuestros vínculos.

Cuando el deseo se dirige hacia la pareja, suele reforzar el compromiso y la satisfacción. Pero cuando ese deseo se desplaza hacia otros estímulos—en este caso, la pornografía—las dinámicas pueden cambiar.

El estudio, liderado por Nicholas J. Lawless y Gery C. Karantzas, incluyó a 309 personas de entre 18 y 72 años, todas en relaciones románticas de al menos seis meses. La mayoría eran heterosexuales (66%), aunque un cuarto se identificó como bisexual. El promedio de duración de sus relaciones era de siete años y casi una de cada diez personas vivía un vínculo no monógamo.

Los participantes completaron una serie de cuestionarios en línea sobre su excitación hacia su pareja y hacia la pornografía, además de evaluar su satisfacción sexual, calidad de la relación y estabilidad emocional. Dos meses más tarde, volvieron a responder los mismos cuestionarios.

Los resultados fueron claros: quienes reportaban sentirse más excitados por sus parejas mostraban, tanto al inicio como al final del estudio, relaciones más satisfactorias y estables. En cambio, aquellos que se excitaban más con la pornografía mostraban, con el tiempo, una caída en la satisfacción sexual y en la estabilidad de su relación. También consumían más pornografía.

Esto no significa que ver pornografía arruina automáticamente una relación, pero sí sugiere que el tipo de excitación importa. No toda respuesta sexual es igual en términos de su impacto relacional. Según los autores, los resultados invitan a pensar cómo la excitación generada por estímulos externos—más inmediatos, menos complejos—puede estar desplazando el deseo que antes nutría el vínculo con otra persona.

Una posible explicación está en el modo en que el cerebro responde al contenido pornográfico: recompensa rápida, sin necesidad de negociar, cuidar o comprometerse. En contraste, el deseo dentro de una relación suele requerir presencia, esfuerzo y cierta vulnerabilidad emocional.

El estudio no estuvo exento de limitaciones. La muestra fue reclutada online, lo cual puede introducir sesgos. Tampoco permite establecer causalidad directa—no sabemos si la pornografía redujo la satisfacción, o si las personas insatisfechas recurrieron más a la pornografía. Pero aun con estas reservas, los resultados aportan datos importantes para una conversación muchas veces evitada o simplificada.

En una época donde el acceso al porno es más fácil que hablar de sexo con la pareja, estos hallazgos invitan a mirar más de cerca no sólo lo que nos excita, sino lo que esa excitación podría estar diciendo de nuestras relaciones. Porque al final, no se trata solo de quién o qué nos enciende, sino de qué hacemos con ese fuego.

Referencia: Lawless, N.J., Karantzas, G.C. Porn or Partner Arousal? When It Comes to Romantic Relationships, Not All Sexual Arousal Is Equal: A Prospective Study. Arch Sex Behav 53, 3451–3460 (2024). https://doi.org/10.1007/s10508-024-02985-4



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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El placebo psicodélico: lo que nos enseña un ensayo clínico sobre LSD y TDAH

  • 24/03/2025
  • David Aparicio
purple and white flower petals

Por más seductora que sea la promesa, microdosificar LSD no parece mejorar los síntomas del TDAH en adultos más allá del efecto placebo. Esa es la conclusión directa, pero provocadora, de un ensayo clínico reciente publicado en JAMA Psychiatry, que desafía de manera frontal una narrativa cada vez más popular: que pequeñas dosis de psicodélicos pueden afinar nuestra mente como si fueran café para el alma.

Durante seis semanas, un equipo internacional de investigadores reclutó a 53 adultos con TDAH de moderado a severo y los dividió al azar para recibir 20 microgramos de LSD o un placebo, dos veces por semana. Ni los participantes ni los investigadores sabían quién estaba recibiendo qué. Al final del estudio, los resultados fueron casi idénticos: ambos grupos mostraron mejoras notables en sus síntomas, pero sin diferencias significativas entre ellos. En números concretos: el grupo con LSD mejoró 7.1 puntos, el grupo placebo 8.9.

El estudio, realizado por investigadores de University Hospital Basel en Suiza y Maastricht University en Países Bajos, había sido encargado por la empresa MindMed, interesada en explorar aplicaciones terapéuticas de los psicodélicos. Sin embargo, los hallazgos no fueron los que esperaban quienes apuestan por la microdosificación como un nuevo paradigma terapéutico.

“El LSD en dosis bajas no fue más eficaz que el placebo en pacientes con TDAH”, dijo Matthias Liechti, uno de los autores principales. “Observamos mejoras marcadas en muchos pacientes y nos sorprendió ver que estas eran igual de frecuentes en el grupo placebo”.

Lo interesante es que, al finalizar el estudio, el 80% de los participantes—independientemente del grupo al que pertenecían—creían haber recibido LSD. Aquellos que pensaban haber tomado la sustancia activa reportaron mayores mejoras en sus síntomas, sin importar si en realidad habían recibido el placebo. Es decir, la expectativa de recibir un fármaco con potencial transformador puede, por sí sola, provocar cambios subjetivos poderosos.

Este hallazgo ofrece una crítica directa a la explosión de testimonios que circulan en redes sociales y foros sobre los supuestos beneficios de microdosificar psicodélicos para mejorar la concentración, la creatividad o la estabilidad emocional. Hasta ahora, la mayoría de esos relatos han sido anecdóticos, sin controles científicos que separen el efecto farmacológico del poder de la creencia.

El TDAH afecta aproximadamente al 3% de los adultos en el mundo. Aunque los tratamientos farmacológicos como el metilfenidato o las anfetaminas suelen ser eficaces, alrededor de un tercio de los pacientes no obtienen alivio suficiente o dejan de tomarlos por sus efectos secundarios. Esto ha dejado espacio para que opciones como la microdosificación ganen tracción. Pero los datos de este estudio invitan a detenernos.

Por supuesto, el LSD no fue inerte. Los participantes que lo recibieron reportaron efectos leves pero reales: cambios sutiles en la percepción, fatiga, náuseas o insomnio. Dos personas abandonaron el estudio debido a efectos incómodos, aunque no se reportaron complicaciones graves. A pesar de ello, la dosis utilizada—20 microgramos—estuvo dentro del rango considerado seguro.

Una de las fortalezas del estudio fue su éxito en lograr lo que muchos ensayos con psicodélicos no han conseguido: mantener el “doble ciego”. En la mayoría de los estudios con altas dosis de psicodélicos, los efectos son tan obvios que los participantes saben cuándo están bajo el influjo del fármaco. Pero en este caso, con dosis más bajas, incluso quienes recibieron placebo pensaron haber recibido LSD. Eso ayuda a reducir uno de los sesgos más difíciles de controlar en este tipo de investigaciones: el de la expectativa.

¿Significa esto que los psicodélicos no tienen ningún lugar en el tratamiento del TDAH? No necesariamente. Liechti sugiere que dosis más altas, que sí han mostrado beneficios en trastornos como ansiedad o depresión, podrían tener algún efecto positivo en pacientes con TDAH que también presentan dificultades emocionales. Pero eso aún está por investigarse.

Este estudio no cierra la puerta a los psicodélicos en psiquiatría, pero sí advierte contra su uso desmedido o ingenuo. Muestra que la expectativa es una fuerza poderosa, y que incluso en un contexto clínico controlado, lo que creemos que estamos tomando puede influir tanto como lo que realmente tomamos.

El entusiasmo por los psicodélicos tiene motivos legítimos. Hay datos esperanzadores en ciertos contextos. Pero cuando se trata de afecciones complejas como el TDAH, donde la búsqueda de soluciones rápidas y mágicas es comprensible, los atajos pueden ser espejismos.

Antes de convertir una tendencia en tratamiento, necesitamos datos. Y este estudio acaba de dar un paso importante en esa dirección.

Referencia: Mueller, L., Santos de Jesus, J., Schmid, Y., Müller, F., Becker, A., Klaiber, A., Straumann, I., Luethi, D., Haijen, E. C. H. M., Hurks, P. P. M., Kuypers, K. P. C., & Liechti, M. E. (2024). Safety and Efficacy of Repeated Low-Dose LSD for ADHD Treatment in Adults: A Randomized Clinical Trial. JAMA Psychiatry.



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  • Webinars

Domina tu productividad con Todoist (Webinar)

  • 21/03/2025
  • David Aparicio

Hola,

El pasado 18 de marzo realizamos el webinar Domina tu productividad con Todoist. Si no pudiste acompañarnos en vivo, ¡no te preocupes! Ya puedes verlo completo haciendo clic en el siguiente enlace y sacarle el máximo provecho a una de mis aplicaciones indispensables.

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  • Recursos para Profesionales de la Psicología

La IA en la práctica psicológica: ¿qué existe y cómo puede ayudar en psicología asistencial?

  • 19/03/2025
  • David Aparicio

Resumen:

Este artículo revisa el uso de la Inteligencia Artificial (IA) en el ámbito de la Psicología asistencial, evaluando herramientas que apoyan a profesionales de la psicología en su trabajo diario. Se realizó un análisis de productos basados en IA disponibles actualmente (fecha: mayo 2024), de los cuales se seleccionaron 12 para una evaluación más detallada. Los resultados muestran que, aunque no todas las herramientas cumplen con criterios de seguridad y evidencia científica, existen opciones bien establecidas, especialmente en Estados Unidos y Reino Unido, donde su implantación es más avanzada. Este estudio sugiere que la adopción de la IA en el ámbito terapéutico va en aumento y que puede ofrecer a las y los profesionales un complemento útil, ayudándoles a realizar tareas administrativas o repetitivas y permitiéndoles centrarse en aspectos más complejos de la terapia.

Descarga el artículo completo en formato PDF.

Autores: Daniel de la Fuente Tambo y Manuel Armayones Ruiz

Fuente: Papeles del psicólogo



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  • Artículos Recomendados de la Web

El complejo camino de la agorafobia

  • 19/03/2025
  • David Aparicio

El diario El País ha publicado un reportaje muy interesante sobre la agorafobia y el trastorno de pánico. Me parece valioso que un medio de tanto prestigio aborde esta problemática con un enfoque descriptivo y fundamentado en evidencia científica:

Águeda González tuvo el primer ataque de pánico a los 18 años. De ahí a estar encerrada en casa fue solo cuestión de tiempo. “Empecé a dejar de hacer cosas por miedo al pánico y cuando más cerraba el círculo, más ansiedad sentía”, cuenta. Llegó a no salir de casa si no iba acompañada e incluso a no poder estar sola en casa. Su única preocupación era evitar la ansiedad y el miedo. “Cuando era niña ya tenía comportamientos agorafóbicos. No iba nunca a casa de mis amigas a jugar, ni a excursiones, ni podía estar mucho tiempo sin estar al lado de mi madre”, recuerda. Después, desde los 14 hasta los 18 años, vivió una especie de tregua en la que notaba ansiedad, pero no le impedía hacer cosas.

El problema no es la ansiedad, sino la lucha contra ella:

La incertidumbre es la piedra de Sísifo para las personas con agorafobia. El cerebro del ser humano está programado para sobrevivir y una forma de controlar el entorno es la certidumbre. Pero las personas con ansiedad son, según Casado, más vulnerables a la incertidumbre. “Si te fijas, en realidad la ansiedad no es el problema, es el intento de solucionar la ansiedad, esa incertidumbre, lo que es el problema”. La evitación es una vía para huir de esa incertidumbre: si se evita la situación, no se siente lo que provoca esa situación: “Si cogemos el metro y sufrimos un ataque de pánico, vamos a evitar el metro para no volver a vivir esa sensación”.

Según el experto, la terapia cognitivo-conductual es muy eficaz para tratar la agorafobia. En cuanto al trastorno en sí, y sus mecanismos de funcionamiento, considera que recursos como la terapia de exposición y el trabajo de diálogo emocional son especialmente útiles. Pero considera importante señalar que la mayoría de las veces, cuando una persona llega a consulta, no llega con un trastorno sino con un determinado estilo de vida. “Esto es lo difícil: enfrentarte a una forma de vida que la persona puede llevar décadas manteniendo y que le ha provocado este trastorno. El reto es poder cambiarlo”. Aquí, los recursos emocionales, económicos y familiares, así como un trabajo personal, juegan un papel protagonista para alcanzar ese cambio.

Puedes leer el artículo completo en El País.



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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cuando el amor se vuelve digital: Rivalidad, personalidad y el abuso en las relaciones en línea

  • 18/03/2025
  • David Aparicio

En la era del amor digital, donde las relaciones florecen y mueren a través de pantallas, una nueva forma de abuso ha tomado protagonismo: el abuso en las citas digitales. Un reciente estudio publicado en Evolutionary Psychology arroja luz sobre una dinámica oscura que subyace en las relaciones contemporáneas. Según la investigación, las personas que experimentan una fuerte competencia con rivales del mismo sexo son más propensas a incurrir en conductas abusivas digitales hacia sus parejas. A su vez, ciertos rasgos de personalidad, particularmente bajos niveles de amabilidad, parecen desempeñar un papel clave en este fenómeno.

El abuso en las citas digitales engloba una serie de comportamientos diseñados para controlar, monitorear o manipular a la pareja mediante el uso de la tecnología. Desde espiar la actividad en línea sin consentimiento hasta restringir interacciones sociales o incluso suplantar la identidad en redes sociales, estas conductas han sido analizadas bajo una perspectiva evolutiva. Los investigadores sugieren que tales estrategias pueden servir para disuadir a potenciales rivales y mantener el control sobre la pareja.

La competencia intrasexual—es decir, la rivalidad con individuos del mismo sexo en el contexto de relaciones románticas—ha sido previamente vinculada con estrategias posesivas y de retención de pareja. No obstante, se ha investigado poco sobre cómo los rasgos de personalidad pueden influir en estas tendencias. ¿Qué rol juega la disposición individual en la probabilidad de recurrir al abuso digital?

Para responder a estas preguntas, un equipo de investigadores dirigido por Manpal Singh Bhogal, psicólogo y docente en la Universidad de Wolverhampton, reclutó a 280 participantes, en su mayoría mujeres, con una edad promedio de 23.6 años. A través de encuestas en línea, los participantes completaron una serie de escalas psicológicas destinadas a medir su nivel de competencia intrasexual, su tendencia a cometer abuso en citas digitales y sus rasgos de personalidad según el modelo de los cinco grandes: amabilidad, escrupulosidad, extraversión, neuroticismo y apertura a la experiencia.

Los resultados revelaron que la amabilidad fue el único rasgo de personalidad que predijo significativamente la perpetración de abuso digital: cuanto más amables eran los individuos, menor era la probabilidad de que recurrieran a estas prácticas. Mientras que otros rasgos como el neuroticismo y la escrupulosidad mostraron correlaciones menores, la calidez y la cooperación—rasgos característicos de la amabilidad—parecen ser particularmente relevantes para explicar el comportamiento abusivo en línea.

Más allá de la personalidad, los datos confirmaron que las personas con altos niveles de competencia intrasexual eran significativamente más propensas a incurrir en abuso digital. Esto respalda investigaciones previas que sugieren que aquellos con una fuerte tendencia a rivalizar con individuos del mismo sexo pueden recurrir a tácticas de control y monitoreo en línea como una forma de proteger sus relaciones.

«Nuestros hallazgos sugieren que la competencia intrasexual—la rivalidad con individuos del mismo sexo por parejas románticas—desempeña un papel en la perpetración del abuso digital en citas», explicó Bhogal. «Quienes muestran altos niveles de competencia intrasexual tienen mayor probabilidad de recurrir a estrategias de control digital, posiblemente como un medio para vigilar a sus parejas. Además, la personalidad importa: las personas con mayores niveles de amabilidad son menos propensas a involucrarse en estas conductas».

Curiosamente, el estudio no halló diferencias significativas entre hombres y mujeres en cuanto a la probabilidad de incurrir en abuso digital, lo que refuerza la idea de que este tipo de comportamiento no está determinado por el género, sino por factores psicológicos y sociales compartidos.

A pesar de su relevancia, la investigación presenta ciertas limitaciones. Dado su diseño transversal, no es posible determinar causalidad: ¿es la competencia intrasexual la que impulsa el abuso digital, o es este comportamiento el que refuerza la percepción de competencia? Además, la muestra estuvo compuesta mayoritariamente por mujeres, lo que podría afectar la generalización de los hallazgos. Futuros estudios podrían explorar estas dinámicas en muestras más diversas y a lo largo del tiempo.

Las implicaciones de estos hallazgos van más allá del ámbito académico. A medida que las interacciones románticas continúan trasladándose al espacio digital, la comprensión del abuso en citas digitales se vuelve cada vez más urgente. «Es fundamental concienciar sobre estas conductas, especialmente en un mundo donde la vida digital y la vida romántica están cada vez más entrelazadas», advierte Bhogal. «Si bien la violencia en pareja se ha estudiado ampliamente en su manifestación offline, las formas digitales de abuso pueden ser igual de dañinas».

En un panorama donde la tecnología permite estar constantemente conectados, también puede convertirse en una herramienta de control. Este estudio nos recuerda que el amor digital no está exento de los mismos desafíos y peligros que han acechado a las relaciones humanas desde tiempos inmemoriales, solo que ahora, la vigilancia y la posesión pueden ejercerse con un simple clic.

Referencia: Bhogal, M. S., & Taylor, M. (2024). The Role of Intrasexual Competition  and the Big 5 in the Perpetration of  Digital Dating Abuse. Evolutionary Psychology, 22(4). https://doi.org/10.1177/14747049241288188 (Original work published 2024)



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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El precio de la exclusión: cómo el rechazo social moldea las sombras de la personalidad

  • 17/03/2025
  • David Aparicio
person sitting on bench under tree

En la selva social de la adolescencia, el destierro duele de una manera singular. La exclusión, ese acto sutil pero brutal de ser dejado de lado, corta de un modo que los adultos a menudo olvidan. Los pasillos escolares, los grupos de amigos cerrados, las respuestas vacías en los chats colectivos: en cada una de estas situaciones se cocina una lección silenciosa sobre pertenencia y abandono. Ahora, un nuevo estudio publicado en el Journal of Personality sugiere que esas primeras experiencias de rechazo pueden marcar una huella mucho más profunda de lo que imaginamos, fomentando el desarrollo de lo que los psicólogos llaman la «Tríada Oscura» de la personalidad: maquiavelismo, narcisismo y psicopatía.

Los investigadores, liderados por Junwei Pu de la Universidad de Yangtzé, siguieron a 294 adolescentes chinos durante más de un año, rastreando la relación entre el ostracismo social y la aparición de rasgos de la Tríada Oscura. A lo largo de tres periodos de evaluación, midieron cuán rechazados se sentían los participantes, cuánta soledad experimentaban y cómo se desarrollaban en ellos estos rasgos de personalidad.

El hallazgo central del estudio es tan inquietante como revelador: el rechazo social no transforma directamente a un adolescente en un manipulador o en un individuo frío e implacable. En cambio, el efecto ocurre a través de un intermediario poderoso: la soledad. Aquellos jóvenes que fueron más excluidos en la primera fase del estudio mostraron mayores niveles de soledad en la segunda. Y aquellos que se sintieron más solos en la segunda fase, desarrollaron más rasgos oscuros de personalidad en la tercera. En otras palabras, el abandono social crea un vacío emocional que, con el tiempo, puede llenarse con un conjunto de estrategias psicológicas que incluyen la manipulación, la insensibilidad y una autoestima inflada pero frágil.

La imagen es la de un joven que aprende, a través de la dureza del rechazo, que las reglas del juego social no son justas. Que quienes son demasiado vulnerables son descartados. Que los códigos de la empatía pueden ser opcionales en una lucha por la pertenencia. Este hallazgo, aunque inquietante, abre una vía para entender cómo algunos rasgos que tradicionalmente hemos considerado como innatos pueden ser, al menos en parte, el resultado de experiencias sociales tempranas.

El estudio también reveló matices entre los tres rasgos de la Tríada Oscura. Mientras que el maquiavelismo parece desarrollarse sin depender tanto de la soledad, la psicopatía (entendida aquí como impulsividad y falta de empatía) está fuertemente vinculada al aislamiento social. El narcisismo, por su parte, mostró una conexión con la soledad en las primeras fases del estudio, pero esta relación se diluyó con el tiempo, sugiriendo que otros factores podrían intervenir en su evolución.

Pu y su equipo señalan que estos hallazgos no solo iluminan los mecanismos del desarrollo de la personalidad, sino que también tienen implicaciones sociales importantes. «Desde una perspectiva cultural, nos impactó lo bien que un antiguo proverbio chino encapsula nuestras conclusiones: ‘Aquellos que son vistos como despreciables suelen tener un lado digno de compasión, y aquellos que merecen compasión pueden también evocar desprecio’», comentó Pu. Es decir, la frialdad, la manipulación y la arrogancia pueden ser, en algunos casos, respuestas aprendidas a un mundo que primero los abandonó.

Pero, ¿significa esto que el ostracismo adolescente es un laboratorio para futuros narcisistas o psicópatas? No exactamente. Si bien el estudio demuestra una correlación entre rechazo, soledad y el desarrollo de la Tríada Oscura, no establece una relación causal directa. Otros factores, como predisposiciones genéticas o experiencias previas de socialización, podrían también influir en la ecuación.

Sin embargo, estos hallazgos pueden tener consecuencias prácticas en la educación y la psicología del desarrollo. Si la soledad es la vía de acceso a la Tríada Oscura, entonces las intervenciones que refuercen las redes de apoyo en la adolescencia podrían prevenir la aparición de estos rasgos en algunos individuos. Estudios futuros podrían explorar qué factores pueden amortiguar este proceso: ¿el apoyo familiar? ¿Un maestro atento? ¿Una amistad clave? ¿La participación en comunidades alternativas?

Mientras tanto, el estudio de Pu nos invita a reconsiderar las narrativas con las que solemos categorizar a las personas. La próxima vez que nos encontremos con alguien que exhiba rasgos de la Tríada Oscura, podría valer la pena preguntarnos: ¿fue siempre así? ¿O hubo un momento en su historia en el que simplemente fue dejado atrás?

Referencia: Pu, J., & Gan, X. (2025). The potential roles of social ostracism and loneliness in the development of Dark Triad traits in adolescents: A longitudinal study. Journal of Personality. Advance online publication. https://doi.org/10.1111/jopy.13018



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  • Recursos para Profesionales de la Psicología

¿El consumo de pornografía cambia tu cerebro?

  • 15/03/2025
  • David Aparicio
photography of macbook half opened on white wooden surface

El Dr. Jordan Peterson y el Dr. Andrew Huberman analizan el impacto de la pornografía en el cerebro, su relación con otras compulsiones impulsadas por la dopamina y los desafíos que puede representar para las relaciones sexuales naturales.

Puedes activar los subtítulos en español.



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