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Ciencia y Evidencia en Psicología

2850 Publicaciones

Investigación, neurociencia, modelos teóricos y psicopatología

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Investigar cómo se utilizan los celulares resulta más útil que centrarse en cuánto tiempo pasa una persona frente a la pantalla

  • 09/12/2021
  • Maria Fernanda Alonso

Los efectos del uso de dispositivos tecnológicos en los jóvenes es un tema ampliamente estudiado y debatido. Sin embargo, es posible que las investigaciones se hayan enfocado en aspectos no tan relevantes, como el simple hecho de usar un teléfono inteligente o la mera cantidad de tiempo de uso. Una investigación reciente sugiere que resulta de mayor utilidad explorar los matices del uso de teléfonos inteligentes, es decir cómo usan sus teléfonos los jóvenes, en lugar de enfocarse en el hecho de que usan celulares (Griffioen et al., 2021).

Por qué es importante

La imagen es compleja, dinámica y variable en lo que respecta al uso del teléfono y su impacto. Examinar más detenidamente las diferencias individuales, en lugar de simplemente condenar por completo el uso del teléfono, podría proporcionar información e intervenciones más útiles para los tipos de uso que sí causan daño.

Qué metodología usaron

El objetivo original del estudio era analizar cómo la regulación del estrés afectaba el uso de las redes sociales. Primero, 114 participantes de entre 18 y 25 años completaron las medidas de depresión, ansiedad, regulación emocional, autocompasión y sensibilidad al rechazo. Luego fueron divididos en dos condiciones: una condición de estrés, en la que tenían que hacer una presentación grabada durante cinco minutos, y una condición de control, en la que simplemente vieron y calificaron dos presentaciones. 

Posteriormente se les pidió que esperaran en la sala de experimentos durante diez minutos y se les dijo que no se movieran de sus asientos; mientras tanto, y sin que los participantes lo supieran, una cámara registró su actividad, observando de cerca el uso del teléfono. Tras el regreso del investigador, a los participantes se les mostró el video y se les pidió que compartieran sus motivaciones, pensamientos y sentimientos cada vez que iniciaban una nueva actividad en sus teléfonos.

Qué encontraron

Por problemas metodológicos, la manipulación del estrés no pareció funcionar. Sin embargo, los investigadores encontraron resultados interesantes respecto del uso de teléfonos inteligentes en general: 

  • el uso del teléfono fue generalizado: el 96,5% de los participantes usó su teléfono en algún momento durante los diez minutos, 
  • el 80% de los cuales comenzó a usar su teléfono tan pronto como el experimentador salió de la habitación; 
  • poco más del 48% usó su teléfono inteligente durante los diez minutos completos. 

Sin embargo, la forma en que los participantes usaron sus teléfonos fue más variada. Algunos usaban principalmente las redes sociales, mientras que otros realizaban compras en línea, leían artículos o jugaban juegos; De manera similar, algunos participantes cambiaron entre aplicaciones solo una vez, mientras que otros cambiaron hasta veintiuna veces.

Solo una cuarta parte de los participantes dijeron que se sentían mal durante una actividad que habían realizado en sus teléfonos, y estos sentimientos negativos normalmente no estaban relacionados con las interacciones sociales: por ejemplo, algunos participantes informaron sentirse aburridos en general, mientras que uno informó sentirse mal después de encontrar que su club de fútbol había perdido. Si bien algunos informaron sentirse mal por lo que alguien más les había publicado o enviado, estas experiencias fueron minoritarias. Casi el 94% de los participantes también informaron tener sentimientos positivos mientras usaban su teléfono: reírse de una publicación divertida, sentir curiosidad por algo o simplemente disfrutar mirando sus feeds. Las aplicaciones de mensajería se asociaron con el nivel más alto de sentimiento positivo.

El equipo también analizó el uso activo frente al pasivo de los teléfonos. Si bien algunos participantes tomaron la decisión consciente de no usar su teléfono inteligente, el uso pasivo del teléfono se asoció más estrechamente con las redes sociales, con las que los participantes se involucraron en gran medida por hábito o aburrimiento. Sin embargo, no hubo mucha evidencia de que los sentimientos de los participantes fueran diferentes durante el uso pasivo frente al activo.

Con actividades telefónicas tan dispares establecidas, el equipo se centró en los síntomas de salud mental medidos al comienzo del estudio. Los adultos con altos niveles de síntomas de depresión informaron menos sentimientos positivos asociados con el uso de las redes sociales y, en particular, con el uso pasivo de las redes sociales, pero al mismo tiempo también eran más propensos a usar Facebook. Este también fue el caso de aquellos con niveles más altos de ansiedad. Los participantes con niveles más altos de sensibilidad al rechazo tenían menos probabilidades de pasar tiempo enviando mensajes y menos probabilidades de experimentar sentimientos positivos mientras enviaban mensajes, usaban las redes sociales y navegaban. Por otro lado, aquellos con niveles más altos de autocompasión tenían más probabilidades de experimentar sentimientos positivos, más probabilidades de usar una variedad de plataformas de redes sociales y mostraron una mayor participación en actividades no basadas en teléfonos inteligentes.

Entonces, si bien el uso del teléfono fue bastante ubicuo, está claro que los participantes diferían en términos de las actividades que eligieron hacer, cómo se sentían al realizarlas y las diferencias individuales que afectaron a ambos. El equipo argumenta que el hecho de que los jóvenes usen sus teléfonos de muchas formas diferentes y por muchas razones diferentes esencialmente hace que las preguntas generales sobre el «tiempo frente a la pantalla» sean inútiles. Debido a que el estudio tuvo un tiempo limitado y se llevó a cabo en un laboratorio, las investigaciones futuras también podrían analizar cómo se usan los teléfonos inteligentes en la vida diaria.

Referencia bibliográfica: Griffioen, N., Scholten, H., Lichtwarck-Aschoff, A., van Rooij, M., & Granic, I. (2021). Everyone does it—differently: A window into emerging adults’ smartphone use. En Humanities and Social Sciences Communications (Vol. 8, Número 1). https://doi.org/10.1057/s41599-021-00863-1

Fuente: Research Digest

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La TCC online es eficaz para tratar los síntomas de TOC en niños y jóvenes

  • 08/12/2021
  • Maria Fernanda Alonso

El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) es una condición potencialmente grave que normalmente se presenta en la niñez. Sus síntomas incluyen pensamientos intrusivos que desencadenan ansiedad (obsesiones) y comportamientos repetitivos asociados (compulsiones), que son angustiantes y consumen mucho tiempo. Este trastorno ha sido asociado con un rendimiento académico deficiente y un peor estado de salud general en el futuro. De este modo, se resalta la importancia de contar con tratamientos y herramientas que garanticen la accesibilidad de la atención de salud mental en tiempo oportuno, ya que el diagnóstico y el tratamiento tempranos son esenciales para minimizar las consecuencias médicas y socioeconómicas a largo plazo, incluido el riesgo de suicidio. 

Un estudio reciente encontró que recibir terapia cognitivo conductual (TCC) a través de internet (incluso aquella de baja intensidad) puede ser tan eficaz como la TCC convencional (es decir, cara a cara con un terapeuta), a lo que se le suma reducción significativa de tiempo y costos (Aspvall et al., 2021). Investigaciones anteriores han demostrado que, si bien la TCC ayuda a la mayoría de los jóvenes que la reciben, pueden pasar varios años entre la aparición de los síntomas y la recepción del tratamiento, muchas veces debido a la imposibilidad de acceder a un tratamiento que requiere de profesionales especializados.

Qué metodología usaron

El equipo de Aspvall realizó este estudio en colaboración con los Servicios de Salud Mental para Niños y Adolescentes en las regiones de Estocolmo y Vastra Gotaland. Contaron con 152 participantes de entre ocho y 17 años, los cuales fueron asignados al azar a uno de dos grupos. Un grupo primero recibió TCC online guiada por un terapeuta y el otro (grupo control) recibió TCC estándar a través de sesiones semanales en persona con un terapeuta.

Cada grupo recibió tratamiento durante un período de 16 semanas, con el apoyo de sus terapeutas y padres. Luego, los investigadores hicieron un seguimiento de los participantes tres meses después del tratamiento para evaluar el efecto terapéutico sobre los síntomas del TOC, la función diaria y los síntomas depresivos. Después del seguimiento de 3 meses, los participantes de ambos grupos que se consideró que necesitaban apoyo adicional recibieron hasta 12 sesiones adicionales de TCC convencional hasta el seguimiento de 6 meses.

Qué encontraron

Los resultados mostraron que la TCC online escalonada redujo los síntomas del TOC de los participantes tanto como la TCC convencional. Aproximadamente el 70% de los participantes en ambos grupos respondieron al tratamiento en el seguimiento de 6 meses.

La ventaja del enfoque de atención escalonada es que nos facilita llegar a más niños y adolescentes con TOC que necesitan ayuda, explicó Aspvall.

Fundamentalmente, el grupo de atención escalonada requirió menos recursos: los terapeutas pasaron un promedio de 9 horas por participante en el grupo de tratamiento escalonado y 14 horas por participante en el grupo de control.

Este estudio demuestra el potencial de la tecnología cuando se trata de aumentar el acceso a la terapia basada en evidencia para los jóvenes con TOC, resaltaron. Al ofrecer una intervención digital de baja intensidad como primer paso del tratamiento, las clínicas pueden ahorrar recursos valiosos y dedicar su tiempo limitado a tratar a más pacientes o centrarse en casos más complejos.

La utilización de esta clase de herramientas adquiere aún más importancia en contextos como el actual, donde la situación de pandemia por COVID-19 nos demanda la adopción de medidas preventivas, distanciamiento o aislamiento.

Referencia: Aspvall, K., Andersson, E., Melin, K., Norlin, L., Eriksson, V., Vigerland, S., Jolstedt, M., Silverberg-Mörse, M., Wallin, L., Sampaio, F., Feldman, I., Bottai, M., Lenhard, F., Mataix-Cols, D., & Serlachius, E. (2021). Effect of an Internet-Delivered Stepped-Care Program vs In-Person Cognitive Behavioral Therapy on Obsessive-Compulsive Disorder Symptoms in Children and Adolescents: A Randomized Clinical Trial. JAMA: The Journal of the American Medical Association, 325(18), 1863-1873. https://doi.org/10.1001/jama.2021.3839

Fuente: Eurekalert

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Alucinaciones sexuales durante la sedación consciente

  • 07/12/2021
  • David Aparicio

Las alucinaciones sexuales durante los procedimientos médicos que requieren sedación consciente — combinación de medicamentos para relajar al paciente y para bloquear el dolor (anestésico) – es un efecto secundario raro que está registrado en la literatura científica, pero que los médicos suelen pasar por alto. Lo que puede generar acusaciones de abuso sexual que pueden terminar con su carrera.

Para entender qué tan frecuente es este tipo de alucinaciones, sus características y medidas de prevención, los investigadores or Alex Orchard y Ellie Heidari llevaron a cabo una revisión que se publicó en The British Dental Journal con resultados muy valiosos sobre las características de las alucinaciones y recomendaciones para prevenir acusaciones y proteger el bienestar de los pacientes.

El estudio

La investigación revisó las investigaciones publicadas desde 1975 hasta el 2020 que contenían referencias sobre alucinaciones sexuales durante la sedación consciente en procedimientos odontológicos. En total encontraron 28 investigaciones: 20 del Reino Unido,4 de Estados Unidos, 2 de China, 1 de Noruega y 1 de Australia.

En los estudios se evaluó el efecto de las benzodiacepinas, propofol, óxido de nitroso y otras combinaciones de sedantes en distintos tipos de procedimientos como endoscopias, procedimientos ginecológicos y urinarios, cirugías ortopédicas y de mama. La mayoría de las investigaciones mencionan también “procedimientos específicos” que en combinación con el sedante, pueden asociarse con las alucinaciones sexuales. Por ejemplo: en el caso del dentista, los tubos que succionan la saliva y la sangre de la boca pueden malinterpretarse en las alucinaciones de los pacientes y estados alterados de conciencia.

La revisión también encontró que los pacientes que experimentan este tipo de alucinaciones, suelen comportarse de una manera particular durante la anestesia, pueden hacer comentarios de los encuentros sexuales del pasado, intentar seducir a los médicos, alertar que el médico los está tocando inapropiadamente.

Otro dato que reporta el estudio es que los hombres tienden a experimentar alucinaciones más vividas y positivas, que las mujeres. Según ellos, esto se puede explicar por el hecho de que las mujeres están muy conscientes de los peligros de las conductas y avances no consensuales y, por lo tanto, experimentan más miedo.

Los autores reúnen estos conocimientos de la literatura anterior en una teoría de la relación entre la sedación, los estímulos y los factores de riesgo del paciente. Aunque creen que la sedación puede ser suficiente para provocar estas alucinaciones por sí sola, es probable que exista un efecto aditivo de los estímulos específicos del procedimiento (por ejemplo, frotis vaginales, tubos de succión) y predisposición del paciente a las alucinaciones (por ejemplo, condiciones de salud mental, uso de drogas).

Recomendaciones

Para proteger a los pacientes y clínicos de los efectos de las alucinaciones sexuales, los autores recomiendan que los médicos se adhieran a las guías profesionales de sedación consciente. Lo que incluye una evaluación previa de los riesgos asociados de cada paciente de experimentar alucinaciones, realizar los procedimientos con un testigo presente y consultar con el paciente, luego del procedimiento, si experimentó algún tipo de alucinación. Los autores también recomiendan que el testigo esté presente durante la devolución del médico y que se incluya cualquier efecto secundario en las notas clínicas.

Conclusión

Aunque este efecto secundario es muy raro, las consecuencias que para la carrera profesional del médico pueden ser devastadoras. Por lo tanto, es necesario que se incremente el conocimiento sobre este fenómeno y los procedimientos recomendados para asegurar el bienestar del paciente y del médico.

Referencia: Orchard, A., Heidari, E. Sexual hallucinations during conscious sedation for dentistry – an update of the phenomenon. Br Dent J (2021). https://doi.org/10.1038/s41415-021-3423-z

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La tendencia a responder a la hipnosis estaría relacionada con la flexibilidad cognitiva

  • 07/12/2021
  • Maria Fernanda Alonso

El potencial clínico de la hipnosis ha elevado el interés del mundo científico en esta herramienta. Neurocognitivamente, se estudia de qué manera las intervenciones conducen a la mejora de los síntomas, así como la relación entre la hipnosis, las funciones ejecutivas y el procesamiento de la información. Un estudio reciente encontró que la capacidad de la persona para cambiar de mentalidad puede ser responsable de su tendencia a responder a la hipnosis (Faerman & Spiegel, 2021), y por eso algunas personas se benefician más que otras de este tipo de intervenciones.

Conocer los mecanismos subyacentes es importante para diseñar y planificar estrategias capaces de aumentar la eficacia de estas técnicas para las personas que actualmente no se benefician tanto con ellas.

Qué metodología usaron

En un primer momento, el equipo de investigación pidió a 545 posibles participantes que completaran la escala del Grupo Harvard sobre susceptibilidad hipnótica. De esta muestra inicial, se seleccionaron 72 participantes por tener puntuaciones particularmente altas y particularmente bajas en la prueba de hipnotizabilidad.

Los participantes seleccionados luego completaron dos evaluaciones neuropsicológicas: la prueba de clasificación de tarjetas de Wisconsin y la prueba de creación de caminos. Ambas pruebas se utilizaron para evaluar un fenómeno cognitivo conocido como perseveración, es decir, la tendencia a aplicar reglas lógicas previamente aprendidas (pero incorrectas) después de que se les presentaran reglas nuevas (correctas).

Qué encontraron

Los investigadores hallaron una asociación entre la capacidad de las personas para responder a sugerencias en hipnosis (es decir, hipnotizabilidad o sugestión hipnótica) y lo fácil que les resultaba cambiar entre diferentes conjuntos cognitivos (menos perseverancia). Según los autores, esto proporciona evidencia de comportamiento para un posible mecanismo compartido entre la hipnotizabilidad y las funciones ejecutivas.

Prácticamente, esto significa que cuanto más hipnotizable es uno, más fácil le resulta abandonar un antiguo sistema de reglas y hacer la transición a un nuevo sistema de reglas. Algunos podrían interpretar este hallazgo como una mayor flexibilidad cognitiva, si bien se necesitan más pruebas para corroborarlo, señalaron.

Otra hipótesis planteada fue que la hipnotizabilidad se asociaría con un rendimiento más rápido en tareas de atención simples y con un rendimiento más lento en tareas cognitivas más complejas. Sin embargo, los resultados de las pruebas neuropsicológicas no mostraron evidencia de esto.

Investigaciones anteriores han utilizado imágenes de resonancia magnética funcional para identificar varias regiones del cerebro con actividad y conectividad alteradas durante el estado hipnótico (Jiang et al., 2017). En particular, los científicos observaron una disminución de la actividad en el cíngulo anterior dorsal, un aumento de la conectividad entre la corteza prefrontal dorsolateral y la ínsula, y una conectividad reducida entre la corteza prefrontal dorsolateral y la red de modo predeterminado.

Pero aún queda mucho por aprender sobre los mecanismos cerebrales que subyacen a la hipnosis. Combinar el rendimiento conductual con la neuroimagen puede arrojar más luz sobre el mecanismo neurocognitivo que interviene en la hipnotizabilidad. Cuando tenemos objetivos para los mecanismos neuronales, podemos intentar modularlos para mejorar los efectos de la hipnosis, explicó el autor principal, quien agregó que recientemente su equipo logró hacerlo aumentando temporalmente la hipnotizabilidad mediante el uso de estimulación cerebral no invasiva de un mecanismo neurocognitivo que identificaron mediante neuroimagen. Los resultados de comportamiento del estudio actual respaldan la elección del objetivo neuronal. Esta investigación pronto será publicada.

Actualmente el equipo trabaja para hacer que la hipnosis sea más accesible y asequible. Con ese fin, están realizando un estudio piloto sobre la capacidad de usar la hipnosis basada en teléfonos inteligentes. Si estás interesado en aprender más sobre qué es la hipnosis y cómo se siente, puedes descargar la aplicación «Reveri» en la App Store o Google Play, o entrar en www.Reveri.com para tener una experiencia de hipnosis digital interactiva sin costo. También puedes participar en el nuevo estudio poniéndote en contacto a través del siguiente correo: [email protected].

Referencias bibliográficas:

  • Faerman, A., & Spiegel, D. (2021). Shared cognitive mechanisms of hypnotizability with executive functioning and information salience. Scientific Reports, 11(1), 5704. https://doi.org/10.1038/s41598-021-84954-8
  • Jiang, H., White, M. P., Greicius, M. D., Waelde, L. C., & Spiegel, D. (2017). Brain Activity and Functional Connectivity Associated with Hypnosis. Cerebral Cortex , 27(8), 4083-4093. https://doi.org/10.1093/cercor/bhw220

Fuente: Psypost

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Tratar los síntomas de TEPT puede ayudar a los sobrevivientes de un trauma a sobrellevar la pérdida de sus seres queridos

  • 06/12/2021
  • Maria Fernanda Alonso

Entre las personas que sobreviven a un trauma, el cual tuvo como consecuencia la pérdida de un amigo cercano o un ser querido, los síntomas del trastorno por estrés postraumático (TEPT) pueden predecir un duelo complicado, caracterizado por una sensación de tristeza persistente e incapacidad para sobrellevarlo, años después del trauma. Según un estudio reciente, el tratamiento temprano de los síntomas del estrés postraumático podría ayudarlos a evitar un duelo complicado más adelante (Glad et al., 2021).

Qué es el duelo complicado

Para la mayoría de las personas que experimentan dolor, los sentimientos de angustia y duelo tienden a disminuir con el tiempo. En el caso de un duelo complicado, en lugar de desaparecer, los síntomas pueden persistir o empeorar y pueden afectar o impedir que las personas lleven una vida normal.

El duelo complicado ha sido definido como un anhelo y tristeza persistentes e intensos, generalmente acompañados de pensamientos o imágenes insistentes del fallecido y una sensación de incredulidad o incapacidad para aceptar la realidad dolorosa de la muerte de la persona.

Qué metodología usaron

Para la investigación, el equipo entrevistó a los sobrevivientes de un ataque terrorista doméstico ocurrido en el año 2011 en Utøya, una isla de Noruega. Los entrevistados eran sobrevivientes y a la vez perdieron a alguien cercano en el ataque. De los 275 participantes, 256 perdieron a un amigo cercano, seis perdieron a un miembro de la familia y 13 perdieron a un amigo cercano y un familiar/pareja.

Las entrevistas fueron realizadas por personal sanitario experimentado, de manera individual y cara a cara. Se concretaron en tres oportunidades con posterioridad al ataque a Utøya: 4-5 meses, 14-15 meses y 30-32 meses después del ataque. En ellas se incluyeron preguntas sobre los síntomas del estrés postraumático y reacciones de duelo complicado (como por ejemplo, dificultad para aceptar la muerte de su ser querido, interferencia del duelo en su vida diaria, pensamientos preocupantes relacionados con la muerte, evitación de recordatorios de la pérdida y sentimientos de aislamiento o distancia de los demás).

Qué encontraron

Luego del análisis de las entrevistas, hallaron que los participantes que informaron síntomas de TEPT tenían significativamente más probabilidades de informar también síntomas de duelo complicado. También encontraron que los participantes que experimentaron síntomas tempranos de TEPT un año después del ataque, experimentaron síntomas aún mayores de duelo complicado años después.

El equipo explica que haber descubierto que los síntomas de TEPT predijeron reacciones de duelo complicado en un momento posterior, pero que el duelo complicado no predijo el desarrollo de TEPT, es importante porque sugiere que enfocarse en los síntomas de TEPT puede dificultar el desarrollo posterior de un duelo complicado. Conocer esto puede tener grandes implicaciones en el tratamiento de sobrevivientes de trauma en duelo.

Los investigadores creen que los efectos del ataque terrorista en los sobrevivientes fueron particularmente severos porque no solo perdieron a un ser querido, sino que también estuvieron directamente expuestos al ataque. Esta doble carga de la pérdida inesperada y la alta exposición de los sobrevivientes al trauma puede resultar en una trayectoria diferente de síntomas de TEPT y duelo complicado que para los afligidos que no están directamente expuestos al trauma.

Estos hallazgos podrían aplicarse a cualquier persona que haya perdido a un ser querido de una manera potencialmente traumatizante, señala la autora principal. El conocimiento sobre la relación entre los síntomas del TEPT y el duelo complicado a lo largo del tiempo puede ayudar a desarrollar estrategias de tratamiento más efectivas y formular mejores planes de tratamiento para los sobrevivientes que más luchan por sobrellevar la situación.

Referencia bibliográfica: Glad, K. A., Stensland, S., Czajkowski, N. O., Boelen, P. A., & Dyb, G. (2021). The longitudinal association between symptoms of posttraumatic stress and complicated grief: A random intercepts cross-lag analysis. Psychological Trauma: Theory, Research, Practice and Policy. https://doi.org/10.1037/tra0001087

Fuente: Science Daily

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Darse uno mismo una caricia tranquilizadora y recibir un abrazo, reducen los niveles de cortisol tras una experiencia estresante

  • 03/12/2021
  • Maria Fernanda Alonso

La importancia del contacto físico ha sido documentada por muchas investigaciones. Por ejemplo, se ha encontrado que ser abrazado o tomar la mano de alguien puede reducir la presión arterial e infundir una sensación de cuidado y seguridad. Una nueva investigación profundiza en los efectos del contacto con uno mismo y encuentra que una caricia tranquilizadora, o el autocontacto tranquilizador (como, por ejemplo, colocar una mano sobre el corazón), ofrece beneficios similares a los de ser abrazado por otra persona para reducir el estrés (Dreisörner et al., 2021). 

En un trabajo anterior, la Dra. Beate Ditzen, encontró que distintos tipos de interacciones con la pareja romántica tienen efectos sobre el cortisol y el ritmo cardíaco como respuestas al estrés en mujeres. En el estudio, las mujeres que fueron masajeadas por su pareja tenían niveles más bajos de cortisol en una situación estresante estandarizada (Ditzen et al., 2007). La nueva investigación continúa la línea de aquel trabajo, pero con una consideración especial a los momentos en que el contacto físico con otros no es factible o es imposible. Un buen ejemplo se da durante la pandemia de COVID-19 cuando frenar la propagación del virus significa evitar el contacto físico con otras personas. Los investigadores propusieron que el autocontacto tranquilizador podría servir como una estrategia de afrontamiento para el estrés con potencial para reemplazar el tacto de otros. 

Qué metodología usaron

El equipo realizó un experimento para explorar los efectos del autocontacto frente a recibir un abrazo después de una inducción de estrés. Con ese objetivo, reclutaron a 159 adultos con una edad promedio de 21 años. Para explorar si la identidad social podría moderar el impacto del tacto, los participantes fueron asignados al azar para someterse a una manipulación que enfatizara su identidad personal o social. Luego, todos los participantes experimentaron una inducción de estrés en la que se les dijo que necesitarían preparar un discurso sobre sí mismos y completar una tarea aritmética. A cada uno se le dio cinco minutos para prepararse para el discurso, que luego fue recitado frente a un panel de jueces, cómplices del experimento.

Antes de entrar a dar su discurso, los participantes: a) recibieron un abrazo de 20 segundos por parte de un cómplice (condición de abrazo), b) se les dijo que se dieran 20 segundos de caricias para calmarse a sí mismos (condición de autocontacto), o c) les dijeron que construyeran un avión de papel (condición de control). A los participantes en la condición de autocontacto se les dieron ejemplos de gestos de autocontacto, y casi todos optaron por colocar una mano sobre su corazón y la otra sobre su abdomen.

A lo largo del experimento, todos los participantes calificaron sus niveles de estrés y proporcionaron muestras de cortisol salival en varios momentos. También llevaban monitores de frecuencia cardíaca para su medición.

Qué encontraron

En todas las condiciones, los niveles de cortisol de los participantes aumentaron con la inducción del estrés. Pero en casi todas las evaluaciones, los niveles de cortisol fueron más bajos en las condiciones de abrazo y autocontacto en comparación con la condición de control. Solo en la última medición, que se tomó 40 minutos después de la inducción del estrés, los niveles de cortisol fueron similares entre los participantes en las tres condiciones. En este punto de tiempo final, los niveles de cortisol habían caído a niveles casi previos al estrés. Ni la frecuencia cardíaca ni el estrés autoinformado difirieron según la condición del tacto, y los investigadores no encontraron ningún efecto moderador para la identidad social.

Algo llamativo es que hubo evidencia de una recuperación más rápida de los niveles de cortisol previos al estrés entre aquellos en la condición de autocontacto. Los autores dicen que este hallazgo tiene implicaciones para las personas que experimentan aislamiento, ya que cuando el contacto de los demás no está disponible o no se siente cómodo, el autocontacto tranquilizador proporciona una forma alternativa de reactivar los recuerdos de apoyo y compasión frente al estrés. Este hallazgo parece particularmente pertinente en el contexto de la pandemia de COVID-19.

Por otro lado, los autores señalaron que el efecto reductor del estrés de los abrazos fue más débil que el informado en estudios anteriores, lo que puede deberse a que los abrazos en su estudio se recibieron de extraños y no de seres queridos. Esta discrepancia es subrayada por los participantes que califican la experiencia del autocontacto como más placentera que la experiencia del abrazo. Sin embargo, los abrazos se prefirieron generalmente a la condición de control en la que los participantes hacían aviones de papel.

Abrazar y tocar a los demás es una forma de ayudarlos a lidiar mejor con situaciones estresantes. Y, a su vez, podemos recibir los mismos beneficios cuando utilizamos gestos táctiles relajantes sobre nosotros mismos. Por ejemplo, uno puede colocar su mano derecha sobre su corazón y su mano izquierda sobre su vientre y concentrarse en el calor y la presión del toque. De hecho, la gente se toca a sí misma para regular inconscientemente sus emociones todo el tiempo. La sugerencia de los autores es que las personas utilicen el autocontacto deliberadamente para lidiar con el estrés.

Los investigadores sugieren dos procesos que podrían ser responsables de los efectos del tacto que reduce el estrés. Una es que el tacto estimula los receptores de fibra C, fibras nerviosas «que luego estimulan la actividad vagal y parasimpática que ayuda a regular las respuestas al estrés». El otro proceso tiene que ver con los constructos psicológicos que se activan con el tacto. El contacto interpersonal provoca sentimientos de apoyo social y pertenencia, y el contacto reconfortante puede activar sentimientos de seguridad y atención plena autoinducidos.

Referencia bibliográfica: 

  • Ditzen, B., Neumann, I. D., Bodenmann, G., von Dawans, B., Turner, R. A., Ehlert, U., & Heinrichs, M. (2007). Effects of different kinds of couple interaction on cortisol and heart rate responses to stress in women. Psychoneuroendocrinology, 32(5), 565-574. https://doi.org/10.1016/j.psyneuen.2007.03.011
  • Dreisörner, A., Junker, N. M., Schlotz, W., Heimrich, J., Blömeke, S., Ditzen, B. y van Dick, R. (2021). Self-soothing touch and being hugged reduce cortisol responses to stress: A randomized controlled trial on stress, physical touch, and social identity. Comprehensive Psychoneuroendocrinology, Volume 8. https://doi.org/10.1016/j.cpnec.2021.100091

Fuente: Psypost

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Sesgos cognitivos: atajos en el procesamiento de la información

  • 01/12/2021
  • CETECIC

Percibir, prestar atención, decodificar y entender a los demás, recordar hechos pasados, todos son procesos psicológicos cotidianos, a simple vista sencillos, que se llevan a cabo con un mínimo esfuerzo. Entre otras cosas, esto se debe a que nuestro cerebro no procesa la información de manera fría y puramente racional, como lo haría una computadora, sino que lo hace bajo el influjo de emociones y aprendizajes previos que actúan tácitamente. Hablemos de los sesgos cognitivos.

Si al mirar hacia la puerta de casa vemos que por sobre la pared que nos separa de la calle sobresale un sombrero, ninguno de nosotros piensa “ahí hay un sombrero esperando”, sino más bien “ahí hay una persona esperando”. Esto se debe a que todos sabemos que los sombreros no caminan solos sino sobre las cabezas, las cuales a su vez pertenecen a seres humanos. Así, la percepción de un sombrero queda espontáneamente atrapada en un entramado de significados previos del cual se nos hace imposible escapar. Y sí, en efecto, la asignación de significados es un proceso automático e inevitable. Haga el lector esta prueba sencilla: tome un libro, revista, diario o mire un sitio web en su teléfono móvil (los cuales estén escritos en un idioma que usted conozca), mírelo pero intente no leer lo que ahí dice. Le resultará imposible. Si vemos letras impresas en una lengua que conocemos, inevitablemente las leemos. Nuestro cerebro se halla permanentemente asignando significados, encontrando patrones y regularidades, tanto así que muchas veces termina por hallar algún sentido donde no lo hay.

Como ya sabemos, las emociones son poderosas reacciones moldeadas durante millones de años por su valor evolutivo. Como tales, ellas poseen la capacidad de influir fuertemente en el modo en que nuestros cerebros (o nosotros, quienesquiera que seamos) perciben, entienden, atienden, recuerdan, etc., etc. Vale decir, las emociones constituyen una pieza crucial a la hora de asignar significados; se trata de un mecanismo sano, normal e inevitable, al cual solemos designar genéricamente con el nombre de sesgo.

Sesgo o, más específicamente, sesgo cognitivo se refiere entonces a un tipo de procesamiento de información influenciado por variables emocionales. Resulta realmente muy difícil dar una definición acabada de la palabra sesgo pues, desde su introducción en 1970 por Amos Tversky y Daniel Kahneman, la misma ha sido excesivamente utilizada, generándose por lo tanto una gran polisemia del término. Con frecuencia, asociamos la palabra sesgo con una connotación negativa y patológica. Esto se trata de un error. Contrariamente, debemos pensar a los sesgos cognitivos como mecanismos adaptativos que otorgan al cerebro un atajo en el procesamiento de la información. El mundo es demasiado complejo y la información proveniente del mismo, abrumadora. Para entender y sobrevivir, nuestro cerebro necesita crear una imagen resumida y manejable del entorno, cualquier representación que nos formemos de la realidad será, necesariamente, una copia abreviada, acotada, más simple y más manipulable que su contraparte real. En esta síntesis simbólica del mundo, los sesgos cognitivos tienen un papel esencial. Claro está que, como cualquier mecanismo adaptativo y sano, el procesamiento sesgado puede desvirtuarse y terminar por causar y/o mantener a las patologías psicológicas. Tal como sucede frecuentemente con otros tantos procesos mentales, el origen de que nuestros sesgos cognitivos se nos tornen patológicos tiene mucho que ver con haber soltado a nuestro primitivo cerebro, adaptado a la sabana africana, a deambular en una gran ciudad. Reflexionando un poco acerca de la tamaña naturaleza del cambio, la verdad es que no le  ha ido tan mal.

Veamos un ejemplo. Las personas que padecen ansiedad ante la salud suelen asustarse cuando se enteran de que alguien ha enfermado o ha muerto de alguna dolencia que ellos temen. Normalmente, el miedo experimentado es mayor cuanto mayor se percibe el parecido con la persona, la cual no tiene por qué ser un conocido directo. Entonces resulta que Pedro, quien padece un miedo enorme a sufrir un infarto, se encuentra casualmente con el encargado de su edificio, quien le cuenta que hoy a la mañana una ambulancia acudió para asistir a un vecino del edificio de enfrente pues había padecido un infarto masivo de miocardio. Lamentablemente, llegó tarde y el vecino de enfrente, un hombre aparentemente sano y de mediana edad, falleció. Pedro se asusta, queda tan preocupado que unos días después va a su médico y le pide hacerse un chequeo. Ejemplos de este tipo se ven a diario en la clínica psicológica con pacientes que padecen alguna forma de ansiedad patológica, no sólo por la salud, también por otros temas. Así, si nos enteramos por los diarios de que una persona fue asaltada y baleada por un delincuente en moto a la salida de un banco, muy probablemente tengamos más temor al día siguiente si tenemos que ir a retirar dinero o vemos que una motocicleta se nos acerca. Incluso si un actor o político famoso de otro país enferma o muere, también nos preocupamos por sufrir un destino similar. Hace algunos años, en Argentina, una periodista falleció en raras circunstancias al hacerse una endoscopía gástrica. La noticia circuló rápidamente, no sólo provocando temor en las personas que debían someterse a esta práctica médica simple, sino que también se registraron masivas suspensiones de dicho estudio en los sanatorios y hospitales. ¿Por qué? ¿Cómo puede afectarme a mí el hecho de que una periodista famosa haya muerto al hacerse un simple estudio médico como una endoscopía gástrica? ¿Por qué el hecho de que un desconocido de mi vecindario tenga un infarto de miocardio me hace temer un destino similar? ¿Por qué este fenómeno sucede incluso con personas que viven a miles de kilómetros, en otros países? La respuesta yace, una vez más, en nuestro cerebro primitivo.

Debemos pensar a los sesgos cognitivos como mecanismos adaptativos que otorgan al cerebro un atajo en el procesamiento de la información. El mundo es demasiado complejo y la información proveniente del mismo, abrumadora

Los seres humanos vivimos y evolucionamos durante miles de años en grupos pequeños, de no más de 150 personas; a partir de ese punto, los grupos tendían a fracturarse. Las investigaciones han documentado incluso que esta cifra, 150, es el número máximo de personas que la mayoría de nosotros podemos recordar con cierto nivel de detalle 1. En un grupo pequeño de personas, donde los individuos se cuentan de a decenas (no de a miles o millones), lo que le pasa a uno muy probablemente también le suceda a otro; más aún considerando el tipo de problemas con los cuales los humanos primitivos tuvieron que lidiar. Así, si a un compañero de mi tribu lo atacó un cocodrilo mientras juntaba agua en la parte del río donde se pone el sol, resulta muy razonable pensar que ahí hay cocodrilos que pueden matarte, con lo cual su experiencia es una enseñanza directa para mí: “será mejor no ir a juntar agua a ese lugar”. Si otra persona de mi tribu se subió a un árbol a juntar frutos, pero una de las ramas se quebró y, por lo tanto, él cayó de la altura generándose heridas severas, “entonces será mejor que yo ya no me trepe ahí”. Vale decir que, en una comunidad de pocos, lo que le sucede a uno indica una alta probabilidad para el otro. Pero cuando los grupos de humanos crecen, la probabilidad empieza a tornarse cada vez más pequeña y en poblaciones de millones tiende a cero. Por supuesto, el error radica en que mi cerebro primitivo decodifica a la periodista fallecida en la endoscopía como parte de mi tribu cuando, en realidad, yo nunca la vi en persona, no la conozco más que por escucharla y verla en televisión. Es de mi grupo en un sentido amplio de nación, pero no en el sentido estricto de tribu pequeña con el cual mi cerebro lleva a cabo este cómputo primitivo de que “si le pasó a ella, me puede pasar a mí”.

Desde un punto de vista de razonamiento lógico, el mecanismo descripto anteriormente es un craso error pues no tiene en cuenta para nada principios aritméticos y probabilísticos básicos. No obstante, en un ambiente primordial, donde los humanos aún no habían descubierto las matemáticas y compartían su vida cotidiana con unas cuantas docenas de semejantes, resultaba altamente efectivo para sobrevivir y dejar descendencia fértil. “Si le pasó a él, me puede pasar a mí”, una regla simple y fácil de seguir que en muchas ocasiones nos salvaría la vida, no está nada mal.

La investigación acerca de los sesgos cognitivos es realmente enorme. Como ya mencionamos, esto ha traído una gran polisemia al vocablo así que ahora nosotros vamos a recortar un poco nuestro campo de discusión. El estudio del procesamiento de información puede demarcarse por las etapas en las que se cumple. De este modo, en los estadios iniciales la información ingresa al sistema, lo cual requiere órganos sensoriales y algún mecanismo de filtro, la atención. A partir de ahí, la información es procesada de diversas maneras, vale decir, se combina con otra información tanto del entorno externo como interno, se convierte y transforma, adquiriendo así nuevos significados para luego descartarse o almacenarse en la memoria de largo plazo. Finalmente, la información almacenada puede ser actualizada cuando se la requiera, es decir, recordada. Tenemos así tres grandes etapas en el procesamiento: atención, asignación de significados y recuperación desde la memoria. En cualquiera de estas etapas pueden impactar los sesgos cognitivos. A partir de aquí, nos enfocamos en ejemplos de cómo algunos sesgos cognitivos pueden colaborar en la etiología y mantenimiento de la patología mental. Esto también es un recorte.

Sesgos atencionales

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Dado que la información que llega al sistema nervioso resulta excesiva (a veces abrumadora), se impone necesariamente algún tipo de selección. ¿A qué asignamos nuestros recursos atencionales? ¿Qué guía nuestra atención? ¿Cuáles son los factores que determinan que prestemos atención a un trozo de realidad y no a otro? Definitivamente, hay muchísimos; desde las mismas características de los estímulos hasta los intereses vocacionales. Así, tiene más probabilidad de captar mi atención un sonido más fuerte que uno más débil, una voz conocida que una desconocida, el sonido de mi nombre y no el de otra persona, una publicidad de psicología más que una de pasta dental. En algunos casos, en este sistema de selección operan sesgos cognitivos patológicos, sesgos que perpetúan y causan un desorden psicológico.

Las personas que padecen ansiedad social tienen una facilidad incrementada para detectar un rostro enfadado con expresión de disgusto por sobre uno neutral o con expresión emocional positiva. Este fenómeno trae de suyo consecuencias para el mantenimiento de la patología. Así, en una reunión laboral en la cual he de efectuar una presentación frente a un grupo de colegas, voy a percibir y concentrarme más en aquellos que muestren rostros contrariados o despectivos que en los que expresen una sonrisa de aprobación. Incluso si en un público de 20 personas sólo 2 han mostrado un rostro de rechazo y los otros 18 tuvieron gestos de aprobación, yo me quedaré con la sensación de que mi ponencia no gustó, esto debido a que un sesgo cognitivo me llevó a prestar atención selectivamente a las pocas personas que me pusieron cara fea (aunque esta se deba tan solo a que durmieron mal o discutieron con su pareja la noche anterior).

Las personas que sufren trastorno de pánico o alguna forma de ansiedad ante la salud tienen la capacidad de percibir sensaciones corporales débiles y minúsculas. Si bien se trata de entidades diagnósticas diferentes, ambos comparten el temor a las propias sensaciones corporales. Los que padecen crisis de pánico temen que las sensaciones corporales sean una señal de muerte inminente, mientras que los que padecen ansiedad ante la salud interpretan las propias sensaciones como signos de una enfermedad grave que no fue detectada aún. El miedo conduce a que estos individuos se encuentren pendientes de su propio cuerpo, incrementando de este modo un sentido denominado interoceptivo. Tanto es así que hemos acuñado hace años un concepto para describir este fenómeno: amplificación somatosensorial, esto es, un aumento de la capacidad de percibir las sensaciones originadas en el propio cuerpo. Al fin y al cabo se trata de una cuestión de práctica y entrenamiento. Si paso horas tocando el piano, me volveré un experto en reconocer cualquier nota tocada al azar por otra persona; si paso horas escaneando mi cuerpo, me volveré un experto en detectar el más sutil cambio de una de mis vísceras. Claro está que, en este caso, se establece un círculo vicioso. Mi talento especial para detectar un débil aumento de mis latidos acarrea una reacción de ansiedad pues creo que ellos representan la antesala de una grave enfermedad coronaria.

En pocas palabras, los sesgos cognitivos atencionales amenazantes preferencian sistemáticamente la información amenazante por sobre la neutral o positiva; ello aumenta el nivel de ansiedad, lo cual redunda en un aumento del sesgo. Se produce un círculo vicioso.

Sesgos en la asignación de significados

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En un ingenioso experimento, Michael Eysenck (hijo del influyente psicólogo Hans Eysenck) mostró cómo el estado emocional de las personas puede influir en la manera en que comprendemos lo que nos dicen. A un grupo de personas les pidió que leyeran un conjunto de frases con un sentido ambiguo. Así, en esta etapa inicial, los sujetos experimentales leían oraciones como “El doctor examinó el crecimiento de la pequeña Ema” o “El jefe se refirió a su desempeño laboral” 2. Luego de ello, se le presentaba a los sujetos dos frases y se les preguntaba cuál de ellas había figurado en la lista original que leyeron. El truco radicaba en que, en realidad, ninguna de las dos frases presentadas había sido incluida efectivamente en la lista inicial, sino que cada una de ellas era una versión no ambigua de alguna frase ambigua presentada al inicio. Así, para la frase ambigua inicial: “El doctor examinó el crecimiento de la pequeña Ema”, se le presentaba al sujeto las opciones: “El doctor observó el cáncer en la pequeña Ema” o “El doctor midió el crecimiento de la pequeña Ema”. A su vez, para la frase: “El jefe se refirió a su desempeño laboral”, se presentaban estas dos opciones: “El jefe lo felicitó por su desempeño laboral” o “El jefe le exigió un mejor desempeño laboral”. En otras palabras, las frases ambiguas se leían al inicio de la investigación, luego se daba a elegir entre pares de frases, cada una de las cuales representaba una versión no ambigua de la original, una era una versión desambiguada con sentido amenazante y la otra, una alternativa no amenazante de la original. ¿Cuál elegirían los sujetos experimentales? Esto dependía de su estado mental.

Los resultados arrojaron una tendencia muy clara: quienes padecían un trastorno de ansiedad Generalizada tendían a elegir la versión amenazante de la frase ambigua, mientras que quienes no padecían este desorden optaban más por la versión neutral. La investigación revela el estilo con el cual una persona crónicamente ansiosa asigna significados. Cuanto más ambigua e imprecisa resulta la información proveniente del ambiente, más nos basamos en variables personales para estructurar el significado final que otorgamos. Lo que este experimento pone en evidencia es que una persona ansiosa, puesta ante la incertidumbre, interpreta lo peor.

Los sesgos cognitivos patológicos son aquellos que se aplican de modo sistemático, independientemente de otras variables, a la asignación de significados de situaciones ambiguas

¿Cuán generalizables son los resultados de este experimento? Las investigaciones en el área afirman que mucho. Silvana y Martín, una pareja de vecinos aparentemente feliz, con tres hermosos hijos, acaban de separarse luego de 10 años de matrimonio. Unos pocos días luego de la separación, Silvana me cuenta que desde hacía varios años existía violencia por parte de  Martín en el seno familiar, tanto hacia ella como hacia los niños. Como prueba de ello, me muestra incluso algunas marcas en sus brazos que Martín le hizo a golpes en la última pelea. Yo no salía de mi asombro, pues conozco a Martín hace tiempo y jamás me había imaginado un acto tan grave de su parte. Amargamente sorprendido por lo que Silvana me contaba, yo exclamé: “parece mentira, uno ya no sabe a quién puede creerle”, obviamente haciendo alusión a Martín, quien me había mostrado una falsa imagen de sí. Pero Silvana, rápida e irascible, me retrucó: “pero ¿por qué no me creés? ¡Si hasta te estoy mostrando las marcas!”. Naturalmente, en el momento de angustia que estaba pasando y conociendo mi amistad previa con su ex marido, interpretó que era a ella a quien yo no daba crédito.

El tipo de situaciones como la narrada recientemente abundan en la arena social. La vida cotidiana se encuentra plagada de entornos humanos ambiguos que requieren un permanente ejercicio de interpretación. Rostros, miradas, tonos de voz, movimientos corporales y otra plétora de señales interpersonales imprecisas son decodificadas permanentemente. Naturalmente, en este proceso de interpretación intervienen variables personales, como nuestro estado de ánimo o nuestra historia personal de aprendizajes, pero también factores tan mundanos como cuánta hambre tenemos o la cantidad de horas que hemos dormido anoche.

Los sesgos cognitivos patológicos son aquellos que se aplican de modo sistemático, independientemente de otras variables, a la asignación de significados de situaciones ambiguas. Al igual que con los sesgos atencionales, promueven un círculo vicioso: cuanto más ansioso estoy, más tiendo a interpretar la información ambigua en su vertiente amenazante, perpetuando así el estado de activación angustiosa.

Sesgos de la memoria

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Una selección tendenciosa de recuerdos también puede afectar nuestro estado de ánimo, un fenómeno que observamos frecuentemente en los trastornos depresivos y en relación con la variación no patológica del estado de ánimo.

Las personas que padecen depresión recuerdan en más cantidad y más frecuentemente sucesos pasados negativos que positivos. En efecto, quienes se encuentran con un ánimo deprimido recorren su historia personal una y otra vez, recordando los sucesos negativos que jalonaron su desarrollo personal, algo que sin duda los hace sentir más desgraciados. Este proceso característico de la Depresión ha sido estudiado y documentado en múltiples investigaciones, generalmente lo encontramos bajo el título de rumiación depresiva. Con este término se designa un tipo de procesamiento por el cual el sujeto deprimido no sólo recuerda momentos angustiantes del pasado sino que los analiza, revisa, conecta con otros sucesos negativos pasados y actuales como intentando dar sentido a su desgracia. Las investigaciones hechas con pacientes depresivos no dejan lugar a dudas: esta rumiación sólo empeora el cuadro (nunca lo mejora) y, por supuesto, nunca logra que la persona haga ningún descubrimiento acerca de sí mismo que lo ayude en lo más mínimo. Todo lo contrario, la depresión empeora con la rumiación y mejora con la distracción.

Dos observaciones en relación con la rumiación depresiva. Primero, este fenómeno no parece deberse a que las personas con depresión hayan efectivamente sufrido más cantidad de hechos traumáticos que las no depresivas. Si bien tal vez esto sea cierto en algunos casos, no lo es en todos, al tiempo que muchas personas que han sufrido verdaderas tragedias no siempre rumian con este estilo tan particular. Segundo, el sesgo cognitivo de memoria asociado a este tipo de rumiación afecta a un subtipo de memoria. La palabra memoria se parece en este sentido a la palabra inteligencia: no existe un solo tipo de inteligencia, tampoco una única memoria. El subtipo de memoria afectado en los sesgos depresivos de esta clase es la episódica; esta incluye a los recuerdos de la propia biografía, la propia historia personal narrada como novela, la cual se recupera conscientemente. No es un tema que podamos desarrollar en este artículo, pero sepa el lector que existen otros sistemas de memoria que operan de maneras diferentes.

El sesgo de memoria en la depresión comparte algunas características distintivas de otros sesgos. Se activa e incrementa con las emociones negativas; así, cuanto más triste está el paciente depresivo, más recuerdos negativos de su pasado trae a su presente. Estos recuerdos no hacen más que empeorar el estado emocional subjetivo, lo cual acarrea nuevas oleadas de reminiscencias negativas. Nos encontramos otra vez ante un círculo vicioso.

A modo de síntesis

Hemos efectuado hasta este punto un recorrido breve sobre cómo los sesgos cognitivos pueden afectar el procesamiento de información en diferentes etapas. El recorte efectuado en tres fases tiene fines de estudio y didácticos, pues en la realidad psicológica de los individuos de carne y hueso las etapas no se viven como separadas, de hecho no lo están. Pensemos, a título de ejemplo, en los sesgos atencionales o perceptivos. Hemos afirmado al respecto que el tipo de información que entra al sistema, filtrada a través de mecanismos atencionales, ya resulta tendenciosa y que luego sigue la asignación de significado. Pero un análisis simple revela que esto no puede ser completamente cierto. Para poder preferenciar en la fase atencional algún tipo de información por sobre otra, es preciso que ya se haya asignado alguna clase de significado en esta misma fase. ¿Cómo podría filtrarse únicamente la información amenazante si no se le asignó algún significado amenazante para que entre en esta categoría?

Por otro lado, vale aclarar que, en la gran mayoría de los casos, la operación de estos sesgos cognitivos se produce de modo involuntario, inconsciente. Los individuos somos conscientes sólo de los estados emocionales finales que los sesgos producen, pero mayoritariamente tenemos escasa capacidad de controlarlos. Justamente, este es el lugar de las terapias psicológicas. ¿Podemos a través de intervenciones específicas regular estos mecanismos psicológicos no conscientes a fin de que no acarreen o no potencien estados emocionales negativos y patológicos? ¿Cuándo y cuánto es conveniente hacerlo? ¿Qué éxito tendremos? ¿Cuáles son las técnicas que concretamente usamos para ello?

La respuesta es, afortunadamente o no, un rotundo sí. Hoy disponemos de todo un conjunto de herramientas terapéuticas que logran muy buenos resultados en la modificación de sesgos patológicos como los mencionados. Algunas son muy conocidas como la reestructuración cognitiva; otras tienen menos prensa, como el entrenamiento en refocalización atencional.

Para poder brindarles más centralidad, en un próximo artículo te contaremos más detalladamente cuáles son y en qué consisten estas herramientas.

Notas al pie de página:

1 El lector interesado puede consultar las investigaciones particularmente interesantes del antropólogo Robin Dunbar sobre el tema.

2 Las frases de ejemplo no son exactas, pues el fenómeno de ambigüedad no se conserva en la traducción literal del inglés, idioma original de la investigación, al castellano.

Artículo publicado en la revista de CETECIC y cedido para su publicación en Psyciencia.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Trastorno obsesivo compulsivo: qué es, características y diagnóstico

  • 30/11/2021
  • Laura Ruiz
sad woman sitting in room

El trastorno obsesivo compulsivo, también conocido como TOC, por sus siglas, es una afección de carácter mental que se presenta con síntomas como miedos y/o pensamientos no deseados que conducen a la realización de comportamientos de manera repetitiva, que pueden llegar a interferir en el día a día de quien lo padece.

Estadísticamente, se calcula que el TOC afecta cerca de 1-2% de la población mundial, con una incidencia mayor en mujeres, según cifras propuestas por la Asociación Americana de Psiquiatría, en su manual diagnóstico, DSM-V (APA, 2013). 

Generalmente, el trastorno obsesivo compulsivo suele enfocarse en temas en particular, como el miedo a los gérmenes, cerrar compulsivamente puertas o llaves, apagar y encender luces, etc. Pero, ¿qué más sabemos de este trastorno? ¡Conoce todos sus detalles!

¿Qué es el  trastorno obsesivo compulsivo?

El TOC o trastorno obsesivo-compulsivo se trata de un desorden mental crónico que se caracteriza por presentar obsesiones que no son más que pensamientos no deseados e intrusivos que a veces son seguidos por compulsiones, es decir, rituales o conductas repetitivas que llegan a interferir en la cotidianidad de quien lo padece. 

Al tratar de ignorar o frenar estos pensamientos y evitar las compulsiones, lo único que se consigue es incrementar el malestar emocional, aumentando de manera significativa los niveles de ansiedad y estrés.

Según el manual diagnóstico DSM-V, la edad media de aparición del TOC se sitúa entre los 19-20 años de edad; sin embargo, es importante tener en cuenta que cerca de un 25% de los casos diagnosticados con este trastorno, han comenzado cerca de los 14 años de edad. 

Es importante señalar que muchas de las personas que han sido diagnosticadas con trastorno obsesivo compulsivo, han presentado previamente (o incluso en el momento del diagnóstico), algún trastorno de tic. 

Síntomas del TOC

Para comprender mejor el trastorno obsesivo compulsivo, es importante conocer sus síntomas; para ello, se recoge la información del DSM-5, es decir, el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, en su quinta edición, que sirve de guía para los profesionales de la salud mental. 

Las obsesiones

Se trata de pensamientos que surgen en la mente de manera repetitiva e intrusiva, y que pueden presentarse en forma de imágenes mentales o impulsos. No se pueden controlar y generan altos niveles de estrés y ansiedad si no son atendidos al momento. 

Las compulsiones 

Existen dos tipos de compulsiones. Por un lado, las conductuales, que pueden ser acciones como lavarse frecuentemente las manos, chequear algo varias veces, cerrar las puertas de determinada manera, prender y apagar la luz cierta cantidad de veces, etc.

Y por otro lado, tenemos las compulsiones de pensamiento, que implican acciones como repetir mentalmente ciertas palabras, contar números particulares, rezar de determinada manera, de forma exacta para que puedan desaparecer las obsesiones. 

Las personas que padecen TOC sienten que estas acciones (conductas o palabras), le ayudarán a disminuir o incluso evitar la angustia que se genera por el trastorno, pero esto no se relaciona con la realidad y en muchos casos, suelen ser exageradas.

Es importante tener en cuenta que el contenido de este artículo es solo de carácter informativo, y que no sustituye de ninguna manera la valoración por parte de un profesional de la salud mental.

Criterios diagnósticos

Adicionalmente a la presencia de los síntomas de obsesiones y compulsiones, es importante tener en cuenta otras condiciones que deben existir para su diagnóstico, como por ejemplo:

  • Los síntomas mencionados deben causar intenso malestar emocional y tener una incidencia negativa en la realización de las actividades cotidianas. 
  • Si hay algún otro trastorno de base, se debe descartar que se trate de síntomas del mismo. 
  • Los síntomas no se deben al uso de medicamentos ni sustancias estupefacientes. 

Causas del TOC 

Hasta el momento, no se ha podido determinar la causa exacta del trastorno obsesivo compulsivo, pero se sabe que en su aparición influyen una serie de factores relacionados con el ambiente, la genética y la química cerebral.  

Funcionamiento cerebral

A través del estudio del cerebro por medio de imágenes se ha determinado que existen algunas diferencias estructurales y funcionales en las personas diagnosticadas con TOC; sin embargo, hasta el momento, no se ha podido comprender completamente lo que ocurre en su totalidad.  

Factores hereditarios

Existe una mayor incidencia en personas cuya historia familiar incluye algún caso previo de TOC, principalmente, si se trata del padre, hijos o hermanos, es decir, algún pariente de primer grado.

Trauma en la infancia

Algunos estudios hablan acerca de la relación que existe entre el trauma y/o abuso durante la infancia y la posterior aparición de un trastorno obsesivo compulsivo.

Diagnóstico

Para hacer un diagnóstico de trastorno obsesivo compulsivo, se pueden utilizar diversas estrategias, entre las cuales se encuentran:

Cumplimiento de los criterios diagnósticos

Para esto, se utiliza como guía el ya mencionado Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, también conocido como DSM-5.

Evaluación psicológica

La evaluación profesional es una de las herramientas de más utilidad al momento de lograr un diagnóstico. Para ello, se indaga en los sentimientos y pensamientos presentes. También incluye el estudio de patrones de conducta que pueden afectar o no a la vida cotidiana.

Por otro lado, es de gran ayuda poder incluir en esto a familiares o amigos cercanos que puedan ofrecer más información y servir como red de apoyo. 

Evaluación  física

A fin de descartar la existencia de otros problemas de salud que puedan estar causando los síntomas relacionados al TOC, es importante realizar una evaluación física. Esto incluye descartar los síntomas por consumo de sustancias o medicamentos. 

Tratamiento del TOC

El TOC, al igual que muchos otros trastornos mentales, es complejo de tratar, ya que existen muchas variantes en juego, por lo que no existe un tratamiento único que pueda ayudar a mejorar a todos los pacientes. Además, no en todos los casos se consigue una cura (hablamos de un trastorno crónico con recidivas). 

Sin embargo, hay opciones que pueden ayudar a aminorar los síntomas de forma que dejen de ser quienes dominen el día a día de la persona con TOC. Entre las alternativas terapéuticas se encuentran la psicoterapia y la terapia medicamentosa.

Psicoterapia

La psicoterapia ha demostrado ser altamente eficaz en la reducción e incluso, desaparición de los síntomas relacionados al TOC, principalmente la terapia cognitivo conductual.

Una de las técnicas más usadas implica una exposición sistemática y de manera segura al factor generador de la obsesión y la resistencia a las compulsiones. 

Terapia farmacológica

La terapia con medicamentos antidepresivos y/o ansiolíticos ha ofrecido muy buenos resultados en los casos de personas con trastorno obsesivo compulsivo, ayudando a disminuir los pensamientos intrusivos y conductas que afectan el normal desarrollo de la vida cotidiana de los pacientes. El tratamiento farmacológico por elección son los antidepresivos ISRS (Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina).

A modo de reflexión

Es importante acudir siempre a profesionales de la salud mental, pues el trastorno obsesivo compulsivo puede llegar a ser muy difícil de diagnosticar y tratar, y además, comparte criterios con otras patologías, como la depresión, trastornos de ansiedad o esquizofrenia. Incluso, puede llegar a confundirse con el trastorno de la personalidad obsesivo-compulsivo.

“ El dolor mental es menos dramático que el dolor físico, pero es más común y también más difícil de soportar”.   -C. S. Lewis.

La salud mental es tan importante como la salud física; por ello, si sientes que algo no va bien o si sientes que tu situación te sobrepasa, no dudes en buscar ayuda profesional. La mejor inversión que puedes hacer es en ti y en tu bienestar. 

Referencias:

  • DSM-5. Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de American Psychiatric Association | Editorial Médica Panamericana.
  • Enrique, G. (2000). Trastornos obsesivos compulsivos (TOC): avances imagenológicos / Obsessive-compulsive disorder: advances in brain imaging. Rev. med. nucl. Alasbimn j ; 2(8)jul. 2000.Artigo em Espanhol | LILACS | ID: lil-270951.
  • Stein DJ, Costa DLC, Lochner C, et al: Obsessive-compulsive disorder. Nat Rev Dis Primers 5(1):52, 2019. doi: 10.1038/s41572-019-0102-3.
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Mecanismos neurobiológicos subyacentes a las autolesiones no suicidas

  • 29/11/2021
  • Maria Fernanda Alonso

La autolesión es un fuerte predictor de suicidio entre adolescentes y también ha sido relacionada con la depresión y el trastorno límite de la personalidad. La prevalencia de autolesiones no suicidas es aproximadamente del 17% entre los adolescentes, y la complejidad de las anomalías neurobiológicas asociadas con las autolesiones no suicidas (comportamientos como cortarse sin tener la intención de morir) es de gran importancia, señalan los autores de un estudio reciente que indica que el comportamiento de autolesión grave entre adolescentes está relacionado con alteraciones en la actividad cerebral y respuestas fisiológicas al estrés (Başgöze et al., 2021).

Por qué es importante

Procurar comprender cómo y cuándo el cerebro en desarrollo se vuelve disfuncional es crucial para restaurar la salud mental e incluso para prevenir la aparición de problemas clínicos como el trastorno depresivo mayor (TDM), pensamientos y comportamientos suicidas (CS) y autolesión (AL), sostienen los autores, quienes se enfocaron específicamente en las autolesiones en adolescentes, porque no hay suficientes intervenciones basadas en evidencia disponibles para abordar este comportamiento altamente prevalente y desadaptativo.

Si sabemos más sobre cómo y cuándo ocurren estos problemas mentales, entonces podemos encontrar opciones de tratamiento mejores y más individualizadoss, y podemos aprender cuándo es el mejor momento para intervenir e incluso cómo evitar que surjan estos problemas, sostuvieron los autores,

Qué metodología usaron

El estudio es parte de un proyecto de investigación más amplio llamado Desarrollo de imágenes cerebrales de la emoción y el yo de las niñas (BRIDGES), que está recopilando datos longitudinales de las participantes. 

La muestra estuvo compuesta por más de 100 niñas de entre 12 y 17 años a quienes les pidieron que completaran un procedimiento verificado experimentalmente, conocido como prueba de estrés social de Trier. Las participantes pronunciaron un breve discurso y realizaron cálculos aritméticos verbales en presencia de dos examinadores, que vestían batas blancas de laboratorio y estaban entrenados para permanecer neutrales. Durante varios momentos a lo largo de la prueba, los investigadores recolectaron muestras de saliva para medir el cortisol, la hormona del estrés.

El equipo utilizó el enfoque de Criterios de dominio de Investigación (RDoC) del Instituto Nacional de Salud Mental, que integra muchos niveles de información como biología, comportamiento, funciones cerebrales y conexiones para comprender mejor los problemas mentales. Dado que la autolesión está altamente asociada con el estrés de la vida temprana (como el abuso infantil) en este estudio se examinó específicamente la amenaza sostenida, que es un estado emocional aversivo causado por la exposición prolongada a estímulos que indican peligro.

Qué encontraron

Las niñas con antecedentes graves de autolesiones informaron mayor estrés durante la prueba en comparación con aquellas con antecedentes moderados, leves o sin antecedentes. Sin embargo, las participantes con antecedentes de autolesión grave mostraron una reactividad reducida al cortisol en promedio, en comparación con los otros grupos. Las autolesiones se clasificaron como graves si hubieron cuatro o más episodios anteriores de autolesiones con una frecuencia superior a una vez al mes y con daño tisular significativo.

Los autores interpretan entonces que las adolescentes que muestran comportamientos de autolesión más frecuentes y severos podrían estar abusando y desgastando los sistemas fisiológicos de sus cuerpos, lo que eventualmente causa que su sistema de amenazas funcione mal y, por lo tanto, se vuelvan menos adaptables y menos protectores.

Las participantes también se sometieron a exploraciones de imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI), que se utilizaron para evaluar el volumen de la amígdala y la conectividad funcional en estado de reposo entre la amígdala y la corteza prefrontal medial. Mientras se les hacía el escáner cerebral, también completaron una tarea de amenaza en la que estaban expuestas a rostros humanos que mostraban ira y miedo.

También en esta oportunidad, los investigadores observaron un patrón divergente similar en las diferentes severidades de autolesión en las funciones cerebrales: la amígdala es una región del cerebro crucial para detectar y monitorear situaciones amenazantes, por lo que puede advertir al sistema nervioso simpático, que luego nos hace luchar o huir, o tal vez hacer nada según las circunstancias, y esas circunstancias se evalúan con la ayuda de la conexión de la amígdala con las cortezas frontales, explicaron. Esta conexión básicamente nos ayuda a no tener miedo de un oso que vemos en un zoológico, sino a tener miedo de un oso que encontramos en un bosque.

Los hallazgos del estudio mostraron que las anomalías que se encuentran generalmente en la conectividad funcional entre la amígdala y la corteza frontal son más evidentes en adolescentes con antecedentes de autolesión severa en comparación con quienes tienen antecedentes de autolesión moderada y leve. Mientras que los adolescentes con antecedentes de autolesión moderada muestran una mayor activación de la amígdala hacia los estímulos estresantes (las caras de miedo o enojo), los adolescentes con antecedentes de autolesión grave no muestran esta activación elevada de la amígdala. Es como si las adolescentes con antecedentes de autolesión moderada se asustaran mucho del oso incluso si el oso está en el zoológico, y las adolescentes con antecedentes de autolesión severa no se asustan lo suficiente incluso si ven al oso en el bosque; ambos disfuncionales, pero de una manera diferente.

Esto podría significar que la respuesta de la amígdala y la respuesta del cortisol del cuerpo a la amenaza/estrés se atenúan con el tiempo, sin embargo, para demostrar que el sistema de amenazas está realmente “desgastado y desgarrado” en el tiempo, son necesarios estudios longitudinales (que de hecho están llevando adelante: (BRIDGES)).

Referencia bibliográfica: Başgöze, Z., Mirza, S. A., Silamongkol, T., Hill, D., Falke, C., Thai, M., Westlund Schreiner, M., Parenteau, A. M., Roediger, D. J., Hendrickson, T. J., Mueller, B. A., Fiecas, M. B., Klimes-Dougan, B., & Cullen, K. R. (2021). Multimodal assessment of sustained threat in adolescents with nonsuicidal self-injury. Development and Psychopathology, 1-19. https://doi.org/10.1017/S0954579421000754

Fuente: Psypost

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cómo cultivar la empatía

  • 26/11/2021
  • Equipo de Redacción

Por Ashley Abramson

En una sociedad marcada por una división cada vez mayor, todos podríamos ser un poco más amables, cooperativos y tolerantes con los demás. Por beneficiosos que sean esos rasgos, la investigación psicológica sugiere que la empatía puede ser el rasgo general requerido para desarrollar todas estas virtudes. Como lo describe el investigador de empatía y psicólogo de la Universidad de Stanford Jamil Zaki, PhD, la empatía es el «superpegamento» psicológico que conecta a las personas y sustenta la cooperación y la bondad» (The Economist, 7 de junio de 2019). E incluso si la empatía no es natural, la investigación sugiere que la gente puede cultivarla, y con suerte mejorar la sociedad como resultado.

«En general, la empatía es un poderoso predictor de cosas que consideramos comportamientos positivos que benefician a la sociedad, los individuos y las relaciones», dijo Karina Schumann, PhD, profesora de psicología social en la Universidad de Pittsburgh. «Los eruditos han demostrado en todos los dominios que la empatía motiva muchos tipos de comportamientos prosociales, como el perdón, el voluntariado y la ayuda, y que está asociada negativamente con cosas como la agresión y el acoso».

Por ejemplo, la investigación de C. Daniel Batson, PhD, profesor emérito de psicología social en la Universidad de Kansas, sugiere que la empatía puede motivar a las personas a ayudar a otra persona necesitada (Altruism in Humans,Oxford University Press, 2011), y un estudio de 2019 sugiere que los niveles de empatía predicen el comportamiento de donación caritativa (Smith, K. E., et al., The Journal of Positive Psychology, Vol. 15, No. 6, 2020).

Ann Rumble, PhD, profesora de psicología en la Universidad del Norte de Arizona, descubrió que la empatía puede prevalecer sobre la falta de cooperación, haciendo que las personas sean más generosas y indulgentes y menos represalias (European Journal of Social Psychology, Vol. 40, No. 5, 2010). «La gente empática se pregunta: ‘Tal vez necesite saber más antes de saltar a un juicio duro'», dijo.

La empatía también puede promover mejores relaciones con extraños. Por ejemplo, la investigación anterior de Batson destaca que la empatía puede ayudar a las personas a adoptar actitudes más positivas y ayudar a comportarse hacia los grupos estigmatizados, en particular las personas discapacitadas y sin hogar y las que tienen SIDA (Journal of Personality and Social Psychology, Vol. 72, No. 1, 1997).

La empatía también puede ser un ingrediente crucial para mitigar el sesgo y el racismo sistémico. Jason Okonofua, PhD, profesor asistente de psicología en la Universidad de California, Berkeley, ha descubierto que los maestros tienen más probabilidades de emplear una disciplina severa con los estudiantes negros, y que es más probable que etiqueten a los estudiantes negros como «alborotadores» (Psychological Science, Vol. 26, No. 5, 2015).

Estas etiquetas, dijo Okonofua, pueden dar forma a cómo interpretan los maestros el comportamiento, forjando un camino hacia el fracaso escolar y el encarcelamiento de los estudiantes. Cuando Okonofua y sus colegas crearon una intervención para ayudar a los maestros a construir relaciones positivas con los estudiantes y valorar sus perspectivas, su mayor empatía redujo la disciplina punitiva (PNAS, Vol. 113, No. 19, 2016).

Del mismo modo, Okonofua y sus colegas encontraron que la empatía de los oficiales de libertad condicional pueden evitar que los adultos en libertad condicional vuelvan a ofender (PNAS, Vol. 118, No. 14, 2021).

A pesar de sus beneficios potenciales, la empatía en sí misma no es un camino automático hacia el bien social. Desarrollar empatía que realmente ayude a las personas requiere estrategia. «Si estás tratando de desarrollar empatía en ti mismo o en los demás, tienes que asegurarte de desarrollar el tipo correcto», dijo Sara Konrath, PhD, profesora asociada de psicología social en la Universidad de Indiana que estudia empatía y altruismo.

El tipo correcto de empatía

La empatía a menudo es crucial para los psicólogos que trabajan con pacientes en la práctica, especialmente cuando los pacientes buscan la validación de sus sentimientos. Sin embargo, la empatía puede ser una habilidad agotadora si no se practica correctamente. Identificarse en exceso con las emociones de otra persona puede ser estresante, lo que lleva a una respuesta de estrés cardiovascular similar a lo que experimentarías en la misma situación dolorosa o amenazante, dijo Michael J. Poulin, PhD, profesor asociado de psicología en la Universidad de Buffalo que estudia cómo responden las personas a la adversidad de los demás.

Fuera de la práctica clínica, algunos estudiosos argumentan que la empatía no es útil e incluso dañina. Por ejemplo, Paul Bloom, PhD, profesor de psicología en la Universidad de Yale, argumenta que debido a que la empatía dirige el comportamiento de ayuda hacia individuos específicos, la mayoría de las veces, aquellos en el propio grupo, puede evitar una ayuda más beneficiosa para los demás (Contra la empatía: El caso de la compasión racional, Ecco, 2016).

En algunos casos, la empatía también puede promover el antagonismo y la agresión (Buffone, A. E. K., y Poulin, M. J., Boletín de Personalidad y Psicología Social, Vol. 40, No. 11, 2014). Por ejemplo, Daryl Cameron, PhD, profesor asociado de psicología e investigador asociado senior en el Rock Ethics Institute y director del Laboratorio de Empatía y Psicología Moral de la Universidad Estatal de Pensilvania, ha descubierto que los aparentes prejuicios en la empatía como el paroquialismo y el entumecimiento del sufrimiento masivo a veces pueden deberse a opciones motivadas. También señala que la empatía todavía puede tener riesgos en algunos casos. «Hay momentos en los que lo que parece empatía promueve el favoritismo a expensas del grupo externo», dijo Cameron.

Muchos de estos resultados negativos están asociados con un tipo de empatía llamada toma de perspectiva autoorientada: imaginarse en los zapatos de otra persona. «La forma en que tomas la perspectiva puede marcar la diferencia», dijo John Dovidio, PhD, Carl I. Hovland Profesor Emérito de Psicología y profesor emérito en el Instituto de Estudios Sociales y Políticos y de Epidemiología de la Universidad de Yale. «Cuando me pides que me imagine en la posición de otra persona», dijo Dovidio, «puede experimentar mucha angustia personal, que puede interferir con los comportamientos prosociales». Asumir esa carga emocional, agregó Schumann, también podría aumentar su propio riesgo de emociones angustiantes, como la ansiedad.

Según Konrath, la forma de empatía que se muestra más beneficiosa tanto para el dador como para el receptor es una respuesta orientada a otros. «Es un estilo cognitivo de perspectiva en el que alguien imagina la perspectiva de otra persona, lee sus emociones y puede entenderlas en general», dijo.

La toma de perspectiva orientada a otros puede resultar en una preocupación empática, también conocida como compasión, que podría verse como una respuesta emocional a un proceso cognitivo. Es esa emoción la que puede desencadenar un comportamiento de ayuda. «Si simplemente entiendo que estás en problemas, puede que no actúe, pero la emoción me energiza», dijo Dovidio.

Si bien muchos profesionales pueden encontrar que la empatía es natural, la investigación de los psicólogos puede ayudar a los médicos a guiar a los pacientes hacia la empatía orientada a otros y también puede ayudar a los profesionales que luchan con la fatiga por compasión a mejorar su empatía. Según Poulin, es más probable que las personas opten por no recibir empatía si se siente cognitiva o emocionalmente agotadora, lo que podría afectar la capacidad de los psicólogos para apoyar eficazmente a sus pacientes.

Para evitar la fatiga por compasión con los pacientes, y mantener la empatía requerida para ayudarlos, Poulin dijo que es importante reflexionar sobre el sentimiento o la experiencia del paciente sin tratar necesariamente de sentirlo usted mismo. «Se trata de ponerse en el papel correcto», dijo. «Tu objetivo no es ser el que sufre, sino ser el cuidador».

Estar dispuesto a crecer

La investigación de Cameron encontró que los costos cognitivos de la empatía podrían hacer que las personas la eviten, pero que puede ser posible aumentar la empatía enseñando a las personas a hacerlo de manera efectiva (Journal of Experimental Psychology: General, Vol. 148, No. 6, 2019).

Además, la investigación de Schumann y Zaki muestra que el deseo de crecer en empatía puede ser un motor para cultivarla. Encontraron que las personas pueden extender el esfuerzo empático, haciendo preguntas y escuchando respuestas durante más tiempo, en situaciones en las que se sienten diferentes a alguien, principalmente si creen que la empatía podría desarrollarse con esfuerzo (Journal of Personality and Social Psychology, Vol. 107, No. 3, 2014).

Del mismo modo, Erika Weisz, PhD, becaria postdoctoral en psicología en la Universidad de Harvard, dijo que el primer paso para aumentar su empatía es adoptar una mentalidad de crecimiento, creer que es capaz de crecer en empatía.

«Las personas que creen que la empatía puede crecer se esfuerzan más por empatizar cuando no les resulta natural, por ejemplo, empatizando con personas que no están familiarizadas con ellos o son diferentes de lo que son, en comparación con las personas que creen que la empatía es un rasgo estable», dijo.

Por ejemplo, Weisz descubrió que abordar las mentalidades de empatía de los estudiantes universitarios aumenta la precisión con la que perciben las emociones de los demás; también rastrea el número de amigos que hacen los estudiantes de primer año de la universidad durante su primer año en el campus (Emotion, primera publicación en línea, 2020).

Expóngase a las diferencias

Imaginar la perspectiva de otro, cuanto más contexto, mejor. Shereen Naser, PhD, profesora de psicología en la Universidad Estatal de Cleveland, dijo que consumir diversos medios, por ejemplo, una persona blanca leyendo libros o viendo películas con un protagonista no blanco, e incluso participar directamente en la cultura de otra persona puede proporcionar un telón de fondo con el que adoptar la perspectiva de otra persona.

Cuando estés en estas situaciones, preséntate completamente presente. «Prestar atención a otras personas te permite conmover sus experiencias», dijo Sara Hodges, PhD, profesora de psicología en la Universidad de Oregón. «Ya sea que estés tomando o no activamente la perspectiva, si solo prestas más atención a otras personas, es probable que te sientas más preocupado por ellas y te involucres más en sus experiencias».

Por ejemplo, en un curso centrado en la diversidad, Naser anima a sus estudiantes de posgrado a visitar una comunidad en la que nunca han pasado tiempo. «Una estudiante regresó diciendo que se sentían como un forastero cuando asistían a una celebración hindú y que se dieron cuenta de que así es como se sienten las personas marginadas todos los días», dijo. Además de disminuir su sesgo, tales realizaciones también podrían provocar una comprensión más profunda de la cultura de otro, y por qué podrían pensar o sentir de la manera en que lo hacen.

Lee ficción

Raymond Mar, PhD, profesor de psicología en la Universidad de York en Toronto, estudia cómo la lectura de ficción y otros tipos de historias impulsadas por personajes pueden ayudar a las personas a entender mejor a los demás y al mundo. «Para entender las historias, tenemos que entender a los personajes, sus motivaciones, interacciones, reacciones y objetivos», dijo. «Es posible que mientras entendemos las historias, podamos mejorar nuestra capacidad de entender a las personas reales en el mundo real al mismo tiempo».

Cuando te involucras con una historia, también estás involucrando las mismas habilidades cognitivas que usarías durante la cognición social (Current Directions in Psychological Science, Vol. 27, No. 4, 2018). Puedes obtener el mismo efecto con cualquier medio (teatro en vivo, un programa en Netflix o una novela) siempre y cuando tenga elementos centrales de una narrativa, historia y personajes.

Cuanto más se practica la empatía (por ejemplo, al relacionarse con personajes ficticios), más perspectivas se pueden absorber sin sentir que la propia amenaza está amenazada. «La base de la empatía tiene que ser la voluntad de escuchar las experiencias de otras personas y creer que son válidas», dijo Mar. «No tienes que negar tu propia experiencia para aceptar la de otra persona».

Aproveche el poder de la oxitocina

La hormona social oxitocina también juega un papel en la facilitación de la empatía.Bianca Jones Marlin, PhD, neurocientífica y profesora asistente de psicología en la Universidad de Columbia, descubrió que los ratones que habían dado a luz tienen más probabilidades de recoger cachorros llorando que los animales vírgenes y que la oxitocina liberada durante el proceso de nacimiento y crianza en realidad cambia los centros auditivos del cerebro para motivar comportamientos prosociales y de supervivencia (Nature, Vol. 520, No. 7548, 2015).

La oxitocina también puede reproducir respuestas de ayuda en aquellos que no tienen una relación con la sangre; cuando Marlin agregó oxitocina a los centros auditivos de ratones vírgenes, cuidaron de cachorros que no eran suyos. «Es como si la biología nos hubiera preparado para cuidar de aquellos que no pueden cuidar de sí mismos», dijo. «Pero eso es solo una línea de base; depende de nosotros como sociedad construir esto en nuestras relaciones».

A través de comportamientos liberadores de oxitocina como el contacto visual y el tacto físico suave, Marlin dijo que los humanos pueden aprovechar el poder de la oxitocina para promover la empatía y ayudar a los comportamientos en ciertos contextos. También se sabe que la oxitocina media los sentimientos de grupo y fuera del grupo.

La clave, dijo Marlin, es que ambas partes se sientan conectadas y sin amenaza. Para superar ese obstáculo, sugiere un enfoque tranquilo pero directo: Trate de decir: «No estoy de acuerdo con sus puntos de vista, pero quiero aprender más sobre lo que lo llevó a esa perspectiva».

Identificar un terreno común

Sentir un sentido de conexión social es una parte importante de desencadenar comportamientos prosociales. Percibes a la persona como miembro de tu propio grupo, o porque la situación es tan convincente que tu humanidad común se despierta, dijo Dovidio. «Cuando experimentas esta empatía, te motiva a ayudar a la otra persona, incluso a un costo personal para ti».

Una forma de aumentar esta motivación es manipular a quién ves como tu grupo interno. Jay Van Bavel, PhD, profesor asociado de psicología y ciencias neuronales en la Universidad de Nueva York, encontró que en ausencia de una conexión social existente, encontrar una identidad compartida puede promover la empatía (Journal of Experimental Social Psychology, Vol. 55, 2014). «Encontramos una y otra vez cuando las personas tienen una identidad común, incluso si se crea en el momento, están más motivadas para entrar en la mente de otra persona», dijo Van Bavel.

Por ejemplo, Van Bavel ha llevado a cabo investigaciones de fMRI que sugieren ser colocados en el mismo equipo para una actividad laboral puede aumentar la cooperación y desencadenar sentimientos positivos para las personas que una vez fueron percibidas como fuera del grupo, incluso entre diferentes razas (Ciencia Psicológica,Vol. 19, No. 11, 2008).

Para motivar la empatía en sus propias interacciones, encuentre similitudes en lugar de centrarse en las diferencias. Por ejemplo, tal vez usted y un vecino tengan ideologías políticas polares opuestas, pero sus hijos tienen la misma edad y van a la misma escuela. Construye sobre esa similitud para crear más empatía. «Contenemos múltiples identidades, y parte de ser socialmente inteligente es encontrar la identidad que compartes», dijo Van Bavel.

Haz preguntas

La investigación existente a menudo mide la empatía de una persona por precisión, qué tan bien las personas pueden etiquetar la cara de alguien como enojada, triste o feliz, por ejemplo. Alexandra Main, PhD, profesora asistente de psicología en la Universidad de California, Merced, dijo que la curiosidad y el interés también pueden ser un componente importante de la empatía. «La lectura mental no siempre es la forma en que funciona la empatía en la vida cotidiana. Se trata más de tratar activamente de apreciar el punto de vista de alguien», dijo. Si estás en una situación y luchando con la empatía, no es necesariamente que no te importe; tu dificultad puede ser porque no entiendes la perspectiva de esa persona. Hacer preguntas y participar en la curiosidad es una forma de cambiar eso.

Si bien la investigación de Main se centra en las relaciones padre-hijo, dice que el enfoque también se aplica a otras dinámicas de relación; por ejemplo, la curiosidad sobre por qué su cónyuge no sirve los platos podría ayudarlo a comprender los factores influyentes y, como resultado, prevenir conflictos y promover la empatía.

Main sugiere hacer preguntas abiertas a la persona con la que desea mostrar empatía, y proporcionar señales no verbales como asentir con la cabeza cuando alguien está hablando puede animar a esa persona a compartir más. Ciertas preguntas, como las a las que ya deberías saber la respuesta, pueden tener el efecto contrario, al igual que hacer preguntas personales cuando tu interlocutor social no desea compartir.

Lo importante es expresar interés. «Este tipo de comportamientos son realmente facilitadores de la divulgación y la discusión abierta», dijo Main. «Y a largo plazo, expresar interés en otra persona puede facilitar la empatía en la relación» (Desarrollo Social,Vol. 28, No. 3, 2019).

Entiende tus bloques

Las investigaciones sugieren que todos tienen bloqueos de empatía, o áreas donde es difícil exhibir empatía. Para combatir estas barreras al comportamiento prosocial, Schumann sugiere notar sus patrones y centrarse en áreas en las que siente que es difícil conectarse con las personas y relacionarse con sus experiencias.

Si te resulta difícil estar cerca de personas negativas, por ejemplo, enfréntate a esta dificultad y pasa tiempo con ellas. Trate de reflexionar sobre un momento en el que tuvo una perspectiva negativa sobre algo y observe cómo se relacionan. Y mientras escuchas, no interrumpas ni formule refutaciones o respuestas.

«La persona se sentirá mucho más validada y escuchada cuando realmente haya tenido la oportunidad de expresar su opinión, y la mayoría de las veces la gente corresponderá», dijo Schumann. «Puede que todavía estés en desacuerdo con fuerza, pero tendrás una idea más fuerte de por qué tienen la perspectiva que tienen».

Adivínate

Gran parte de la empatía se reduce a la voluntad de aprender, y todo aprendizaje implica cuestionar sus suposiciones y reacciones automáticas tanto en temas generales, como el racismo, como en las interacciones cotidianas. Según Rumble, es importante tener en cuenta lo que hay si en situaciones frustrantes antes de saltar a tomar juicios. Por ejemplo, si un paciente llega continuamente tarde a las citas, no asuma que no se toma la terapia en serio – algo más, como el estrés o el transporte poco confiable, podría estar interponerse en su puntualidad.

Y si te encuentras haciendo una suposición negativa, reduce la velocidad y admite que podrías estar equivocado. «Como científicos, adivinamos nuestras suposiciones todo el tiempo, buscando explicaciones alternativas», dijo Hodges. «También tenemos que hacer eso como personas».

Artículo publicado en la American Psychological Association (APA) en inglés y traducido al español por Psyciencia.

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