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Ciencia y Evidencia en Psicología

2850 Publicaciones

Investigación, neurociencia, modelos teóricos y psicopatología

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Creer en teorías conspirativas sobre la COVID-19 aumenta los niveles de ansiedad de las personas

  • 13/04/2021
  • Maria Fernanda Alonso

Las teorías conspirativas suelen desarrollarse cuando los individuos experimentan una amenaza existencial y en situaciones de mayor incertidumbre, ansiedad y falta de control percibida (Van Prooijen, J.-W., 2020; Van Prooijen,J.-W., Douglas, K.M., 2017; Bruder et al., 2013; Grzesiak-Feldman, 2013; Van Prooijen y Acker, 2015; Van Prooijen y Douglas, 2017; Van Prooijen y Jostmann, 2013; Whitson et al., 2015).

Con frecuencia son desarrolladas como un método para aumentar la sensación de control y certeza (Douglas et al., 2017), sin embargo, también se teoriza que cualquier beneficio del pensamiento conspirativo probablemente sea de corta duración con efectos negativos a largo plazo (Freeman & Bentall, 2017). El pensamiento conspirativo se ha asociado con emociones negativas, mayor aislamiento social (Freeman y Bentall, 2017) y ansiedad (Grzesiak-Feldman, 2013).

Otros estudios han encontrado que las teorías conspirativas están asociadas con una menor probabilidad de seguir las pautas gubernamentales, como usar una máscara, distanciamiento social y recibir una vacuna.

¿Qué metodología usaron?

Los autores encuestaron a 797 residentes canadienses y estadounidenses en el mes de abril de 2020 a través de la plataforma Mechanical Turk de Amazon. Cerca de la mitad fueron encuestados nuevamente en mayo de 2020.

Los participantes respondieron indicando si estaban de acuerdo o no con declaraciones conspirativas sobre el origen del nuevo coronavirus, como “la COVID es un arma biológica» y «la COVID es una forma de gestionar la sobrepoblación». 

¿Qué encontraron?

Dentro de los hallazgos se resalta que:

  • Aproximadamente la mitad de la muestra (49,7%) creía al menos una teoría conspirativa. 
  • Más creencias en teorías conspirativas respecto de la Covid-19 se asociaron con más ansiedad durante el mes de seguimiento, pero no con la calidad de vida. El periodo de tiempo de un mes pudo no haber sido suficiente para registrar tales cambios.
  • La religiosidad/espiritualidad, no conocer a alguien en alto riesgo de COVID-19 y la etnia no blanca se asociaron con mayores creencias de conspiración. 
  • Los esquemas positivos más bajos sobre los otros se asociaron con mayores creencias conspirativas, solo en niveles bajos y moderados de esquemas propios positivos. En otras palabras, los participantes que sostuvieron las declaraciones de conspiración tenían más probabilidades de estar de acuerdo con frases como «no soy amado» y «otras personas son hostiles».

Las teorías conspirativas suelen desarrollarse como una forma de hacer frente a la incertidumbre y la incontrolabilidad de las situaciones amenazadoras, pero en este estudio sostener tales creencias se asoció con mayores sentimientos de ansiedad, señalaron los autores. 

Concluyeron que los autoesquemas positivos protegen contra la creencia en teorías de conspiración, por lo que las intervenciones realizadas con el objetivo de  aumentarlos pueden ser efectivas para reducir los efectos negativos de las creencias conspirativas.

Referencias bibliográficas:

  • Bruder, M., Haffke, P., Neave, N., Nouripanah, N., & Imhoff, R. (2013). Measuring individual differences in generic beliefs in conspiracy theories across cultures: conspiracy mentality questionnaire. Frontiers in Psychology, 4, 225. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2013.00225
  • Douglas, K.M., Sutton, R.M., Cichocka, A. The psychology of conspiracy theories
  • Current Directions in Psychological Science, 26 (6) (2017), pp. 538-542, 10.1177/0963721417718261
  • Freeman, D., Bentall, R.P. (2017). The concomitants of conspiracy concerns
  • Social Psychiatry and Psychiatric Epidemiology, 52 (5), pp. 595-604, 10.1007/s00127-017-1354-4
  • Grzesiak-Feldman M. (2013). The effect of high-anxiety situations on conspiracy thinking. Current Psychology, 32 (1) (2013), pp. 100-118, 10.1007/s12144-013-9165-6
  • Leibovitz, T., Shamblaw, A. L., Rumas, R., & Best, M. W. (2021). COVID-19 conspiracy beliefs: Relations with anxiety, quality of life, and schemas. Personality and Individual Differences, 175, 110704. https://doi.org/10.1016/j.paid.2021.110704
  • Van Prooijen, J.-W. (2020). An existential threat model of conspiracy theories. European Psychologist, 25 (1) , pp. 16-25, 10.1027/1016-9040/A000381
  • Van Prooijen, J.-W., Acker, M. (2015). The Influence of control on belief in conspiracy theories: conceptual and applied extensions. Applied Cognitive Psychology, 29 (5), pp. 753-761, 10.1002/acp.3161
  • Van Prooijen,J.-W., Douglas, K.M. (2017). Conspiracy theories as part of history: The role of societal crisis situations. Memory Studies, 10 (3), pp. 323-333, 10.1177/1750698017701615
  • Van Prooijen, J.-W., Jostmann, N.B. (2013). Belief in conspiracy theories: The influence of uncertainty and perceived morality. European Journal of Social Psychology, 43 (1) (2013), pp. 109-115, 10.1002/ejsp.1922
  • Whitson, J.A., Galinsky, A.D., Kay, A. (2015). The emotional roots of conspiratorial perceptions, system justification, and belief in the paranormal. Journal of Experimental Social Psychology, 56 (2015), pp. 89-95, 10.1016/j.jesp.2014.09.002

Fuente: Psypost

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La autocompasión para lidiar con el sentimiento de ser una carga

  • 09/04/2021
  • Maria Fernanda Alonso

¿Cómo te sentís cuando otras personas tienen que responder por un error que cometiste? Al trabajar en equipo esta situación puede darse y, muchas veces, lleva a que seamos duros con nosotros mismos al juzgar nuestro rendimiento. Sin embargo, una investigación reciente, muestra que practicar autocompasión es una importante herramienta para mitigar tal efecto (Wirth,  Batts Allen & Zitek, 2020).

¿Por qué es importante?

Un momento difícil se torna mucho más doloroso si le sumamos el mal trato hacia nosotros mismos. Y, además, sabemos que autoatacarse no es un modo muy efectivo de resolver problemas, explica Paula José Quintero.

Estudios anteriores han encontrado que la autocompasión es fundamental para tratar el perfeccionismo. Y, de hecho, es más importante que la autoestima. 

¿De qué manera se practica la autocompasión? 

Mostrando bondad hacia uno mismo, practicando atención plena, lo cual implica mantener tus emociones equilibradas; y reconociendo que todos experimentamos desafíos, esto es, practicar la humanidad común.

Para ver si la autocompasión también podría proteger a las personas de los sentimientos negativos que ocurren cuando se desempeñan mal de una manera que perjudica a su grupo, los autores de la presente investigación condujeron varios experimentos online. En cada uno participaron entre 160 y 300 personas.

¿Qué metodología usaron?

En el primer experimento, los participantes se imaginaron jugando un juego de preguntas como parte de un equipo. Algunos imaginaron que se desempeñaron tan bien como los miembros de su equipo, mientras que otros imaginaron que se desempeñaron mal y, por lo tanto, redujeron el número de respuestas correctas del equipo.

En el segundo experimento, los participantes realmente participaron en una tarea de equipo, en la que vieron tres palabras y tuvieron que encontrar una cuarta palabra que las uniera. A algunos se les dijo que se desempeñaron tan bien como los miembros de su equipo (que en realidad eran agentes informáticos), mientras que a otros se les dijo que se desempeñaron peor y que, como resultado, el equipo no obtuvo suficientes respuestas correctas y tendría que responder mas preguntas como pena.

¿Qué hallazgos compartieron?

En ambos casos, cuando las personas se desempeñaron (o se imaginaron desempeñándose) deficientemente, experimentaron más emociones negativas, sufrieron de menor autoestima, se sintieron más como cargas y excluidas, y esperaban más exclusión de otros miembros del grupo.

Sin embargo, la autocompasión redujo significativamente estos resultados negativos: los participantes que tenían una alta autocompasión no experimentaron tantas emociones negativas y preocupaciones por ser una carga como aquellos que tenían baja autocompasión.

¿Efectos del bajo rendimiento o efectos de perjudicar al grupo?

En dos experimentos más, los investigadores procuraron deslindar los efectos del bajo rendimiento de los efectos de perjudicar al grupo. En un experimento, se pidió a los participantes que recordaran un momento en el que su bajo desempeño resultó en detrimento para los miembros de su grupo, o cuando su desempeño fue deficiente pero no de una manera que les perjudicara. En el otro, los participantes se involucraron en la misma tarea de creatividad de palabras que se describió antes. Esta vez, sin embargo, se les dijo a todos que se desempeñaron peor que los miembros de su equipo, pero a algunos se les dijo que su equipo se vería afectado por esto, mientras que a otros se les dijo que no habría ningún daño para su equipo.

Los autores encontraron que cuando el bajo rendimiento también perjudicaba a otros miembros de su grupo, los participantes sentían más consecuencias sociales negativas, como sentirse una carga. Una vez más, la autocompasión pareció amortiguar estos efectos negativos.

Una limitación importante del estudio es que los experimentos se llevaron a cabo online, donde los participantes no experimentaron directamente y en persona la interacción social, que juega un papel clave en este tipo de situaciones. Aún así, es alentador que la mayoría de los principales hallazgos del estudio se hayan replicado en todos los experimentos individuales.

Más allá de eso, queda claro que practicar la autocompasión podría ayudarte a enfrentar situaciones difíciles en las que te sentís como una carga para los demás. Después de todo, somos humanos, y los humanos cometemos errores a veces. Si la autocompasión no te sale naturalmente, señalan los investigadores que con suficiente práctica, podrías aumentar tu autocompasión con el tiempo.

Referencias bibliográfica: 

  • Carvalho, S. A., Gillanders, D., Palmeira, L., Pinto-Gouveia, J., & Castilho, P. (2018). Mindfulness, selfcompassion, and depressive symptoms in chronic pain: The role of pain acceptance. Journal of Clinical Psychology, 74(12), 2094-2106. https://doi.org/10.1002/jclp.22689
  • Odou, N., & Brinker, J. (2015). Self-compassion, a better alternative to rumination than distraction as a response to negative mood. En The Journal of Positive Psychology (Vol. 10, Número 5, pp. 447-457). https://doi.org/10.1080/17439760.2014.967800
  • Wirth, J. H.,  Batts Allen A. and Zitek E. M. (2020). Feeling Like a Burden: Self-Compassion Buffers Against the Negative Effects of a Poor Performance  Social Psychology (2020), 51, pp. 219-238. https://doi.org/10.1027/1864-9335/a000411. 

Fuente: Research Digest

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Levantando la carga emocional con la entrevista motivacional

  • 09/04/2021
  • David Aparicio

El fundador de las entrevista motivacional, William Miller, explica en qué consiste este tipo de entrevista y la función del terapeuta como guía y no como experto.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

«Tienes que creer en tu consultante», Marsha Linehan

  • 08/04/2021
  • David Aparicio

Marsha Linehan, creadora de la terapia dialéctica conductual, explica la importancia de «creer» en el consultante. El video forma parte de la plataforma de entrenamiento Psychwire, y puedes activar la traducción automática de subtítulos al español.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Los límites de la terapia hablada

  • 08/04/2021
  • David Aparicio

Quiero compartirles un fragmento que publicó José Dahab (codirector de CETECIC) en su página de Facebook y que sirve como recordatorio de la necesidad de utilizar los procedimientos experienciales en terapia:

Las verbalizaciones del paciente son generalmente la puerta de entrada a la conducta-problema. Sin embargo, hablar, ser consciente, opinar, enunciar, verbalizar, juzgar, la conducta y las contingencias no implica necesariamente su modificación. Es necesario que el paciente realice acciones que no incluyen verbalizaciones sobre si mismo.

Ilustrémoslo con algunos ejemplos:

  • Un paciente con tabaquismo es muy consciente de las consecuencias perjudiciales a largo plazo para su salud. Sin embargo hablar del tema no conlleva a dejar de fumar.
  • Un paciente es consciente que en dos meses tendrá el examen. Sin embargo postergación el estudio aunque hable sobre la conducta pendiente de estudiar.
  • Un paciente con ansiedad y pánico, es consciente y habla sobre la diferencia entre catástrofización y dramatización. Sin embargo evita exponerse a las sensaciones corporales de ansiedad y a determinados contextos, etc.

Las técnicas de exposición interoaceptiva, de respiración abdominal larga y lenta, la relajación muscular progresiva, etc. Se basan en hacer, en acciones concretas, no en hablar del tema.

Estos ejemplos muestran los límites de la terapia hablada basada predominantemente en el discurso. Es decir, si el paciente no ejecuta actividades puntuales instruidas durante las sesiones, el hablar de las mismas con el terapeuta es condición necesaria pero no suficiente.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Resultados neurológicos y psiquiátricos a los 6 meses en más de 236.000 sobrevivientes de COVID-19

  • 08/04/2021
  • Maria Fernanda Alonso

Ante el comienzo de la pandemia de COVID-19 surgió una gran preocupación respecto de los riesgos y comorbilidades que podrían sufrir los sobrevivientes de esta enfermedad. Tal preocupación se orienta principalmente al padecimiento de trastornos neurológicos, basada en hallazgos de otros coronavirus, el surgimiento de series de casos, evidencia emergente de afectación del sistema nervioso central por el COVID-19, y la identificación de los mecanismos por los cuales esto podría ocurrir. Se han planteado preocupaciones similares con respecto a las secuelas psiquiátricas de COVID-19, con evidencia que muestra que los sobrevivientes tienen mayor riesgo de experimentar trastornos del estado de ánimo y ansiedad en los 3 meses posteriores a la infección. 

¿Por qué es importante?

El estudio que analizaremos a continuación fue publicado el 6 de abril de 2021 en The Lancet, y proporciona las primeras estimaciones significativas de los riesgos de las principales afecciones neurológicas y psiquiátricas en los 6 meses posteriores al diagnóstico de COVID-19, utilizando los registros médicos electrónicos de más de 236.000 pacientes con COVID-19. Su incidencia y cocientes de riesgo son informados en comparación con los pacientes que habían tenido influenza u otras infecciones del tracto respiratorio. Tras el análisis de sus resultados queda demostrado que tanto la incidencia como los índices de riesgo fueron mayores en los pacientes que requirieron hospitalización o ingreso en la unidad de terapia intensiva (UTI) y en los que presentaron encefalopatía (delirio y otros estados mentales alterados) durante la enfermedad en comparación con los que no lo hicieron (Taquet et al., 2021).

Esta información podría ayudar en la planificación del servicio y la identificación de las prioridades de investigación. 

¿Qué metodología utilizaron?

Los investigadores realizaron un estudio de cohorte retrospectivo y utilizaron datos obtenidos de la red de historias clínicas electrónicas TriNetX (con más de 81 millones de pacientes). La cohorte primaria estuvo compuesta por: 236.379 pacientes que tenían un diagnóstico de COVID-19; una cohorte de control emparejada incluyó 105.579 pacientes diagnosticados con influenza, y otra cohorte de control emparejada incluyó 236.038 pacientes diagnosticados con cualquier infección del tracto respiratorio, incluida la influenza, en el mismo período. 

Los pacientes con un diagnóstico de COVID-19 o una prueba positiva para SARS-CoV-2 fueron excluidos de las cohortes de control. Todas las cohortes incluyeron pacientes mayores de 10 años que tuvieron un evento índice el 20 de enero de 2020 o después, y que aún estaban vivos el 13 de diciembre de 2020. 

La cohorte COVID-19 se dividió en subgrupos de pacientes:

  1. Que no fueron hospitalizados (190.077 pacientes)
  2. Que fueron hospitalizados dentro de una ventana de tiempo desde 4 días antes de su diagnóstico de COVID-19 (estimado como el tiempo que podría tomar entre la presentación clínica y la confirmación) hasta 2 semanas después (46.302 pacientes)
  3. Que requirieron ingreso a la UTI durante ese período (8945 pacientes)
  4. Que recibieron un diagnóstico de encefalopatía (diagnóstico de delirio u otras formas de alteración del estado mental durante esa ventana; 6.229 pacientes).

La encefalopatía fue definida como la presencia de cualquiera de los siguientes códigos de diagnóstico entre 4 días antes y 2 semanas después del diagnóstico de COVID-19:

  • Otras encefalopatías y las no especificadas
  • Delirio
  • Otros trastornos mentales debidos a una afección fisiológica conocida
  • Trastornos de la personalidad y del comportamiento debidos a una condición fisiológica conocida
  • Desorientación
  • Somnolencia
  • Estupor

La combinación de estos códigos de diagnóstico tenía como objetivo capturar varias presentaciones clínicas de encefalopatía que pueden representar un cambio con respecto al estado cognitivo inicial. La elección del término «encefalopatía» para caracterizar esta cohorte refleja tanto el hecho de que otros códigos son manifestaciones clínicas de encefalopatía, y el hecho de que la encefalopatía fue el código más prevalente utilizado en esta cohorte (presente en el 66,0% de los pacientes con COVID-19).

El equipo de investigación estimó la incidencia de 14 resultados neurológicos y psiquiátricos en los 6 meses posteriores a un diagnóstico confirmado de COVID-19: 

  • Hemorragia intracraneal
  • Accidente cerebrovascular isquémico
  • Parkinsonismo
  • Síndrome de Guillain-Barré 
  • Trastornos de nervios, raíces nerviosas y plexos
  • Unión mioneural y enfermedad muscular
  • Encefalitis
  • Demencia
  • Trastornos psicóticos, del estado de ánimo y de ansiedad (agrupados y separados)
  • Trastorno por uso de sustancias
  • Insomnio

Utilizando un modelo de Cox, los investigadores compararon las incidencias con las de las cohortes de pacientes con influenza u otras infecciones del tracto respiratorio emparejadas por puntajes de propensión. Investigamos cómo estas estimaciones se vieron afectadas por la gravedad de COVID-19, representada por la hospitalización, la admisión a la unidad de terapia intensiva (UTI) y la encefalopatía (delirio y trastornos relacionados). Evaluaron la solidez de las diferencias en los resultados entre cohortes repitiendo el análisis en diferentes escenarios. Para proporcionar una evaluación comparativa de la incidencia y el riesgo de secuelas neurológicas y psiquiátricas, comparamos nuestra cohorte primaria con cuatro cohortes de pacientes diagnosticados en el mismo período con eventos índice adicionales: infección de la piel, urolitiasis, fractura de un hueso grande y embolia pulmonar.

¿Qué encontraron?

Entre 236.379 pacientes diagnosticados con COVID-19, la incidencia estimada de un diagnóstico neurológico o psiquiátrico en los 6 meses siguientes fue de 33·62% (IC 95% 33·17–34·07), con 12·84% (12·36-13·33) recibiendo su primer diagnóstico de este tipo. Para los pacientes que habían sido admitidos en una UTI, la incidencia estimada de un diagnóstico fue del 46·42% (44·78–48·09) y para un primer diagnóstico fue del 25·79% (23·50–28·25). 

Con respecto a los diagnósticos individuales de los resultados del estudio, toda la cohorte de COVID-19 tenía incidencias estimadas de 0·56% (0·50–0·63) para hemorragia intracraneal, 2·10% (1·97-2·23) para accidente cerebrovascular, 0·11% (0·08–0·14) para el parkinsonismo, 0·67% (0·59–0·75) para la demencia, 17·39% (17·04–17·74) para el trastorno de ansiedad y 1·40% (1·30–1·51) para trastorno psicótico, entre otros. En el grupo con ingreso a la UTI, las incidencias estimadas fueron 2·66% (2·24-3·16) para hemorragia intracraneal, 6·92% (6·17–7·76) para accidente cerebrovascular isquémico, 0·26% (0·15–0·45) para parkinsonismo, 1·74% (1·31–2·30) para demencia, 19·15% (17·90–20·48) para trastorno de ansiedad y 2·77% (2·31-3·33) para el trastorno psicótico. 

La mayoría de las categorías de diagnóstico fueron más comunes en los pacientes que tenían COVID-19 que en los que tenían influenza (índice de riesgo 1·44, IC del 95%: 1·40–1·47, para cualquier diagnóstico; 1·78, 1·68–1·89, para cualquier primer diagnóstico) y aquellos que tenían otras infecciones del tracto respiratorio (1·16, 1·14–1·17, para cualquier diagnóstico; 1·32, 1·27–1·36, para cualquier primer diagnóstico). 

Al igual que con las incidencias, los IR fueron más altos en los pacientes que tenían COVID-19 más grave (por ejemplo, los ingresados ​​en la UTI en comparación con los que no lo eran: 1·58, 1·50–1·67, para cualquier diagnóstico; 2·87, 2·45–3·35, para cualquier primer diagnóstico). 

Los resultados fueron robustos ante varios análisis de sensibilidad y evaluación comparativa contra los cuatro eventos de salud índice adicionales.

¿Cómo se interpretan estos hallazgos?

Se han predicho e informado varios resultados neurológicos y psiquiátricos adversos después de COVID-19. Los datos presentados en este estudio, de una gran red de registros médicos electrónicos, respaldan estas predicciones y proporcionan estimaciones de la incidencia y el riesgo de estos resultados en pacientes que tenían COVID-19 en comparación con cohortes emparejadas de pacientes con otras afecciones de salud que ocurren simultáneamente con la pandemia de COVID-19.

El presente estudio proporciona evidencia de morbilidad neurológica y psiquiátrica sustancial en los 6 meses posteriores a la infección por COVID-19. 

La gravedad de COVID-19 tuvo un efecto claro en los diagnósticos neurológicos posteriores. En general, el COVID-19 se asoció con un mayor riesgo de resultados neurológicos y psiquiátricos, pero la incidencia y el índice de riesgo de estos fueron mayores en los pacientes que habían requerido hospitalización, y notablemente en aquellos que habían requerido ingreso a la UTI o habían desarrollado encefalopatía, incluso después de una extensa correspondencia de la puntuación de propensión para otros factores (como la edad o enfermedad cerebrovascular previa). Los posibles mecanismos para esta asociación incluyen la invasión viral del sistema nervioso central, estados de hipercoagulabilidad, y los efectos neuronales de la respuesta inmune. Sin embargo, la incidencia y el riesgo relativo de diagnósticos neurológicos y psiquiátricos también aumentaron incluso en pacientes con COVID-19 que no requirieron hospitalización.

Algunos diagnósticos neurológicos específicos merecen una mención individual. El riesgo de eventos cerebrovasculares (accidente cerebrovascular isquémico y hemorragia intracraneal) se elevó después del COVID-19, y la incidencia de accidente cerebrovascular isquémico aumentó a casi uno de cada diez (o tres de cada 100 para un primer accidente cerebrovascular) en pacientes con encefalopatía. Se ha informado un aumento similar del riesgo de accidente cerebrovascular en pacientes que tenían COVID-19 en comparación con aquellos que tenían influenza. Un estudio anterior informó evidencia preliminar de una asociación entre COVID-19 y demencia (Taquet et al., 2021). Los datos de este estudio apoyan tal asociación. Aunque la incidencia estimada fue modesta en toda la cohorte de COVID-19, el 2·66% de los pacientes mayores de 65 años y el 4·72% que tenían encefalopatía, recibieron un primer diagnóstico de demencia dentro de los 6 meses de haber tenido COVID-19. 

Las asociaciones entre COVID-19 y los diagnósticos cerebrovasculares y neurodegenerativos son preocupantes, y se requiere información sobre la gravedad y el curso posterior de estas enfermedades.

También se han planteado preocupaciones sobre los síndromes parkinsonianos posteriores al COVID-19, impulsados ​​por la epidemia de encefalitis letárgica que siguió a la pandemia de influenza de 1918.27 Nuestros datos apoyan esta posibilidad, aunque la incidencia fue baja y no todos los HR fueron significativos. El parkinsonismo puede ser un resultado tardío, en cuyo caso podría surgir una señal más clara con un seguimiento más prolongado.

Los hallazgos con respecto a la ansiedad y los trastornos del estado de ánimo fueron ampliamente consistentes con los de estudios anteriores y mostraron que el índice de riesgo permaneció elevado, aunque disminuyendo, en el período de seis meses. 

A diferencia del estudio anterior, y de acuerdo con las sugerencias previas, también observaron un riesgo significativamente mayor de trastornos psicóticos, probablemente reflejando el tamaño de muestra más grande y la duración más larga del seguimiento reportado. 

Los trastornos por uso de sustancias y el insomnio también fueron más comunes en los sobrevivientes de COVID-19 que en aquellos que tenían influenza u otras infecciones del tracto respiratorio (excepto por la incidencia de un primer diagnóstico de trastorno por uso de sustancias después del COVID-19 en comparación con otras infecciones del tracto respiratorio). Por lo tanto, al igual que con los resultados neurológicos, las secuelas psiquiátricas del COVID-19 parecen generalizadas y persisten hasta, y probablemente, más allá de los 6 meses. En comparación con los trastornos neurológicos, los trastornos psiquiátricos comunes (trastornos del estado de ánimo y de ansiedad) mostraron una relación más débil con los marcadores de gravedad del COVID-19 en términos de incidencia o índice de riesgo. Esto podría indicar que su aparición refleja, al menos en parte, las implicaciones psicológicas y de otro tipo de un diagnóstico de COVID-19 en lugar de ser una manifestación directa de la enfermedad.

Los índices de riesgo para la mayoría de los resultados neurológicos fueron constantes y, por lo tanto, los riesgos asociados con COVID-19 persistieron hasta el punto de tiempo de 6 meses. Se necesitan estudios a más largo plazo para determinar la duración del riesgo y la trayectoria de los diagnósticos individuales.

Precaución: análisis sobre encefalopatía (delirios y afecciones relacionadas)

Incluso entre los pacientes que fueron hospitalizados, solo alrededor del 11% recibió este diagnóstico, cuando se esperarían tasas mucho más altas. El subregistro del delirio durante la enfermedad aguda es bien conocido y probablemente significa que los casos diagnosticados tenían características prominentes o sostenidas; como tal, los resultados para este grupo no deben generalizarse a todos los pacientes con COVID-19 que experimentan delirio. 

Señalan también los investigadores que la encefalopatía no es solo un marcador de gravedad, sino un diagnóstico en sí mismo, que podría predisponer o ser un signo temprano de otros resultados neuropsiquiátricos o neurodegenerativos observados durante el seguimiento. 

El momento de los eventos índice fue tal que la mayoría de las infecciones por influenza y muchas de las otras infecciones del tracto respiratorio ocurrieron antes durante la pandemia, mientras que la incidencia de diagnósticos de COVID-19 aumentó con el tiempo. El efecto de estas diferencias temporales en las tasas observadas de secuelas no está claro pero, en todo caso, es probable que subestimen los índices de riesgo porque los casos de COVID-19 se diagnosticaron en un momento en que todos los demás diagnósticos se hicieron con una tasa más baja en la población. 

Además, es probable que algunos pacientes de las cohortes de comparación hayan tenido COVID-19 no diagnosticado; esto también tendería a subestimar los resultados del estudio. Una investigación de este tipo solo puede mostrar asociaciones; los esfuerzos para identificar los mecanismos y evaluar la causalidad requerirán estudios de cohortes prospectivos y diseños de estudios adicionales.

En síntesis

Haber padecido COVID-19 se asoció sólidamente con un mayor riesgo de trastornos neurológicos y psiquiátricos en los 6 meses posteriores al diagnóstico. Dado el tamaño de la pandemia y la cronicidad de muchos de los diagnósticos y sus consecuencias (como la demencia, el accidente cerebrovascular y la hemorragia intracraneal), es probable que se produzcan efectos sustanciales en los sistemas de atención sanitaria y social. Estos datos proporcionan evidencia importante que indica la escala y la naturaleza de los servicios que podrían ser necesarios. También destacan la necesidad de un mejor seguimiento neurológico de los pacientes que fueron admitidos en la UTI o que tuvieron encefalopatía durante su enfermedad por COVID-19.

Referencia bibliográfica:

  • Taquet, M., Geddes, J. R., Husain, M., Luciano, S., Harrison, P. J., (2021). 6-month neurological and psychiatric outcomes in 236 379 survivors of COVID-19: a retrospective cohort study using electronic health records. The Lancet Psychiatry. DOI:https://doi.org/10.1016/S2215-0366(21)00084-5
  • Taquet, M., Luciano, S., Geddes, J. R., & Harrison, P. J. (2021). Bidirectional associations between COVID-19 and psychiatric disorder: retrospective cohort studies of 62 354 COVID-19 cases in the USA. The Lancet. Psychiatry, 8(2), 130-140. https://doi.org/10.1016/S2215-0366(20)30462-4

Fuente: The Lancet

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La distorsión de la percepción del cuerpo se manifiesta incluso de forma inconsciente en la anorexia nerviosa

  • 07/04/2021
  • Maria Fernanda Alonso

Las personas con anorexia nerviosa sobreestiman las dimensiones de su cuerpo. Esta característica del trastorno es entendida como una percepción distorsionada de la imagen corporal, esto es la parte consciente de la percepción corporal. Recientemente, un equipo de investigadores encontró que tal distorsión puede extenderse también a la percepción corporal inconsciente, es decir, al esquema corporal (Beckmann et al., 2020), una función que suele ser flexible y que se adapta a las dimensiones actuales de la persona (por eso es que normalmente no chocamos con cosas cuando llevamos una mochila o un sombrero).

¿Qué metodología usaron?

Los investigadores realizaron un experimento del que participaron 23 personas con anorexia nerviosa y 23 voluntarios sanos. Para no influir en los resultados, utilizaron una historia de portada de tal forma que se creyera que la investigación no tenía nada que ver con el propósito real del estudio. 

El experimento consistió en pedir a los sujetos que pasaran por marcos de puertas de diferentes anchos. La apertura se adaptó al ancho de los hombros de los sujetos y varió entre 0,9 y 1,45 veces este ancho. Luego, los investigadores observaron desde qué ancho de puerta giraban los participantes hacia los lados antes de pasar la puerta.

¿Qué encontraron?

Las personas con anorexia nerviosa giraban los hombros hacia un lado con puertas mucho más anchas que los sujetos de control (sanos). Explican los autores que esto se debe a que los pacientes con anorexia también evalúan inconscientemente que sus proporciones son más grandes de lo que realmente son. 

La tendencia a girar en puertas más anchas también estuvo acompañada de una evaluación negativa del propio cuerpo, estos hallazgos surgieron de varios cuestionarios aplicados por los investigadores. 

Tratamiento: realidad virtual y terapia cognitivo conductual

Para tener una influencia positiva en la percepción corporal inconsciente distorsionada y adaptar el esquema corporal posiblemente desactualizado de la persona a sus proporciones físicas actuales, los autores recomiendan utilizar la realidad virtual junto con la terapia cognitivo-conductual. Esto hace posible entrar virtualmente en el cuerpo de otra persona durante un cierto período de tiempo e influir en la representación del cuerpo. Otros investigadores señalan la necesidad de un abordaje amplio, ya que estos pacientes no suelen responder como se espera a los tratamientos estándares.

Referencia bibliográfica: Beckmann, N., Baumann, P., Herpertz, S., Trojan, J., & Diers, M. (2020). How the unconscious mind controls body movements: Body schema distortion in anorexia nervosa. The International Journal of Eating Disorders. https://doi.org/10.1002/eat.23451

Fuente: Eurekaalert

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Preguntas (y respuestas) frecuentes de sedentarios sobre la actividad física, en el consultorio psicológico

  • 07/04/2021
  • Federico Lande

El 6 de abril fue declarado por la Organización Mundial de la Salud como el Día Mundial de la Actividad Física (AF). La práctica regular de actividad física, conjuntamente con buenos hábitos alimenticios, pueden ayudar a evitar o retardar la manifestación de enfermedades cardiovasculares, diabetes, osteoporosis, cáncer de colon y las complicaciones asociadas con el sobrepeso y la obesidad. Así también como prevenir el impacto de la depresión, la ansiedad y el estrés.

Los profesionales de la salud que solemos recibir pacientes que, por iniciativa propia, prescripción médica o como parte de un tratamiento más amplio, se proponen reducir el sedentarismo, debemos explorar y valorar las circunstancias personales y contextuales que pueden influir positiva y negativamente en el abordaje; es decir, debemos explorar por qué surge ahora y no antes el iniciar ese tipo de actividad.

Traducir las complejas relaciones entre la actividad física y la Psicología en orientaciones concretas, implica descender un poco en la abstracción conceptual para acercar las investigaciones a los pacientes. En la dirección señalada, se debe tener especial cuidado cuando se trabaja con personas que consideran la práctica de actividad física como una situación muy estresante.

A continuación, les comparto algunas preguntas que suelo responder a mis pacientes y allegados que sirven de motivación para mantenerse activos físicamente.

Hace años que no me muevo con regularidad. ¿Puedo hacer actividad física?

Todos deberíamos hacer actividad física. La mayoría de las personas pueden empezar a hacer AF mínima y leve en su casa. Si piensa que no puede hacerla de manera segura por alguna razón, hable con su médico antes de empezar un nuevo programa. 

¿Qué tipo de actividad física debo hacer? 

Caminar es muy popular y no requiere ningún equipo en especial, pero elija una actividad que le guste, y que pueda empezar lentamente y aumentar gradualmente hasta que se haya acostumbrado.

¿Cuánto tiempo debería hacer actividad física?

Empiece haciendo actividad física y después vemos. Empiece con un minuto. Preste atención. ¿El minuto más largo de su vida? No lo creo. 

¿Hay algo que debería hacer antes y después de la actividad física?

Usted debe empezar una sesión de AF con un período de calentamiento gradual. Durante este tiempo (alrededor de 5 a 10 minutos), primero debe estirar lentamente los músculos y poco a poco aumentar su nivel de actividad. Por ejemplo, empiece caminando lentamente y luego suba la velocidad. Cuando haya terminado de hacer actividad física, hidrátese. Luego enfríe el cuerpo por unos 5 a 10 minutos. De nuevo, estire los músculos y deje que la velocidad de los latidos de su corazón disminuya gradualmente. Puede usar la misma actividad física de estiramiento que usó durante el período de calentamiento.

¿Cuánto me debería esforzar cuando hago actividad física?

Hasta pequeñas cantidades de actividad física son mejores a no hacer ninguna. Empiece con una actividad con la que se sienta cómodo. 

¿Cómo puede evitar lesionarse?

La manera más segura de evitar lesiones durante la actividad física es no hacer demasiada al comienzo. Empiece con una actividad que sea fácil para usted, tal como caminar. Camine por unos minutos al día o varias veces al día. De allí, gradualmente aumente el tiempo y nivel de actividad. Por ejemplo, aumentar la rapidez con que camina en el espacio de varias semanas. Si se siente cansado o dolorido, baje un poco el nivel de actividad física, o descanse por un día. Hable con su médico si tiene alguna pregunta o piensa que se ha lesionado seriamente.

¿Y el entrenamiento de resistencia?

La mayoría de las actividades físicas ayudarán a su corazón y a sus otros músculos. El entrenamiento de resistencia es la actividad física que desarrolla la fortaleza de los grupos de músculos grandes del cuerpo. El levantar pesas es un ejemplo de este tipo de actividad física. Las máquinas de AF también pueden proveerle entrenamiento de resistencia. El profesional le puede dar más información sobre cómo hacerla de manera segura levantando pesas o trabajando con máquinas.

Estas preguntas y respuestas toman relevancia actualmente ya que gran parte de la población mundial pasa mucho más tiempo en casa y no pueden realizar deportes y/o actividad física en las condiciones de normalidad con que lo hacían habitualmente, ya sea al aire libre o en instalaciones deportivas.

Por último, recordar que la práctica de actividad física y deporte desde la niñez estimula el desarrollo motor, social, intelectual y emocional. Favorece el desarrollo de valores como la cooperación, la autonomía, el diálogo y la responsabilidad. 

¡Todos los días pueden ser el 6 de abril!

Recomendaciones más específicas:

  • Página web de la SAP, Consenso de Sedentarismo.
  • Organización Mundial de la Salud.
  • Manual Director de Actividad Física y Salud de la República Argentina (año 2012).
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Plantilla para registrar las historias clínicas de psicoterapia en formato online

  • 06/04/2021
  • David Aparicio

Mantener actualizadas y ordenadas las historias clínicas en papel no es mi fuerte. Así que, en vez de pelear contra la corriente, decidí preparar un sistema digital que me permitiera mantener toda la información de mis pacientes de forma organizada y que fuera fácil de revisar y mantener. He usado esta plantilla durante los últimos meses con muy buenos resultados y creo que es un buen momento para compartirla contigo. Espero que te sea útil.

La plantilla está creada en Notion, una aplicación de notas gratuita y muy potente que permite organizar cualquier tipo de información. Con esta plantilla podrás añadir toda la información de tus pacientes (desde datos básicos, hasta la medicación psiquiátrica que usa, los contactos de emergencia, las notas clínicas de cada sesión e incluso podrás agregar recursos, enlaces, PDFs y guías que quieres utilizar con cada paciente.

Puedes añadir los datos generales de tus pacientes.
Las diferentes categorías de información se muestran según tus necesidades.
Notas clínicas de cada sesión. Puedes añadir texto, tablas, imágenes y todo lo que necesites.
Puedes añadir cualquier tipo de recursos: PDF, manuales, imágenes, audios, etc.

Cómo usar la plantilla

Para descargar la plantilla debes hacer click aquí y luego click en duplicar. Con eso podrás utilizarla desde la aplicación de Notion en tu celular o computadora.

La plantilla tiene varios niveles de complejidad y puedes utilizarlos según tus necesidades. En la primera página encontrarás una tabla muy simple que muestra el nombre del paciente, enlace de zoom (en caso de que atiendas online) y fechas de la próxima sesión. Esto te permitirá revisar rápidamente el trabajo que tienes por delante. Al hacer click en el nombre del paciente se abrirá otra página con los datos generales (nombre, fecha de cumpleaños, edad, dirección, etc.). Luego puedes hacer click en el ícono Notas clínicas y se abrirán los datos con la información de los medicamentos, motivo de consulta y plan de tratamiento y recursos clínicos.

Siéntete libre de usar la plantilla a tu gusto y modificarla según tus necesidades. Y si tienes alguna recomendación para mejorar esta plantilla envíame un email a [email protected] y con gusto lo revisaré.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Ya puedes adquirir tu camiseta de «Conductual, mi querido Watson» de Psyciencia

  • 04/04/2021
  • David Aparicio

Hace unos años hicimos una camiseta para el equipo de Psyciencia con la frase “Conductual, mi querido Watson” que sacamos de un artículo de nuestro querido columnista Fabián Maero. Muchas personas nos han escrito preguntando cómo pueden comprarla y después de buscar diferentes opciones hemos encontrado la opción perfecta para que todos puedan adquirir no solo la camiseta sino también sudaderas y otros accesorios.

Las camisetas y sudaderas están hechas en 100% algodón, tienen un precio desde 20 dólares y el envío internacional cuesta aproximadamente 5 dólares. Pero si eres miembro premium te enviaremos un código especial para que puedas adquirirla a precio de fábrica.

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Si estás en Argentina, envíanos un email para que puedas pagar en pesos y con Mercado Pago.

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