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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Nuevo estudio confirma efectos a largo plazo en la salud física y mental de sobrevivientes de COVID-19

  • 27/04/2021
  • Maria Fernanda Alonso

Seis meses después de haber sido diagnosticados con el virus, los sobrevivientes de COVID-19 (incluso quienes no estaban lo suficientemente enfermos como para ser hospitalizados) tienen mayor riesgo de muerte y de padecer otras enfermedades graves asociadas. Se estima que la carga de salud mundial debida a la COVID-19 será alta en los próximos años o décadas (Al-Aly et al., 2021).

Formaron parte de la muestra más de 87000 pacientes con COVID-19 y casi 5 millones de pacientes de control de las bases de datos nacionales de atención médica del Departamento de Asuntos de Veteranos de EE. UU. Los veteranos de la investigación eran principalmente hombres (casi el 88%), pero el gran tamaño de la muestra significó que el estudio aún incluía a 8.880 mujeres con casos confirmados. 

Para ayudar a comprender los efectos a largo plazo de un COVID-19 más grave, los investigadores aprovecharon los datos de VHA para realizar un análisis separado de 13,654 pacientes hospitalizados con COVID-19 en comparación con 13,997 pacientes hospitalizados con gripe estacional. Todos los pacientes sobrevivieron al menos 30 días después del ingreso hospitalario y el análisis incluyó seis meses de datos de seguimiento.

Los investigadores lograron calcular la escala potencial de los problemas a partir de relatos anecdóticos y estudios más pequeños que insinuaban los efectos secundarios de gran alcance de sobrevivir al COVID-19, los cuales iban desde problemas respiratorios y ritmos cardíacos irregulares hasta trastornos de la salud mental y caída del cabello.

Después de sobrevivir a la infección inicial (más allá de los primeros 30 días de la enfermedad), las personas que habían tenido COVID-19 presentaron un riesgo de muerte casi un 60% mayor durante los siguientes seis meses en comparación con la población general. En la marca de los seis meses, el exceso de muertes entre todos los sobrevivientes de COVID-19 se estimó en ocho personas por cada 1,000 pacientes. Entre los pacientes con COVID-19 que estaban lo suficientemente enfermos como para ser hospitalizados y que sobrevivieron más allá de los primeros 30 días de la enfermedad, hubo un exceso de 29 muertes por cada 1,000 pacientes durante los siguientes seis meses.

Señalan los autores que estas muertes causadas por complicaciones de la infección a largo plazo no se registran necesariamente como muertes por COVID-19. Estos números sugieren que el total de muertes que contabilizamos como causadas por la pandemia es sólo la punta del iceberg.

Los investigadores confirmaron que, a pesar de ser inicialmente un virus respiratorio, el COVID-19 prolongado puede afectar a casi todos sistemas de órganos en el cuerpo. Al evaluar 379 diagnósticos de enfermedades posiblemente relacionadas con COVID-19, 380 clases de medicamentos recetados y 62 pruebas de laboratorio administradas, identificaron problemas de salud importantes recientemente diagnosticados que persistieron en los pacientes con COVID-19 durante al menos seis meses y que afectaron a casi todos los órganos y al sistemas reguladores en el cuerpo, incluyendo:

  • Sistema respiratorio: tos persistente, dificultad para respirar y niveles bajos de oxígeno en sangre.
  • Sistema nervioso: ictus (infarto o hemorragia cerebral), dolores de cabeza, problemas de memoria y problemas con los sentidos del gusto y el olfato.
  • Salud mental: ansiedad, depresión, problemas de sueño y abuso de sustancias.
  • Metabolismo: nueva aparición de diabetes, obesidad y colesterol alto.
  • Sistema cardiovascular: enfermedad coronaria aguda, insuficiencia cardíaca, palpitaciones y ritmos cardíacos irregulares.
  • Sistema gastrointestinal: estreñimiento, diarrea y reflujo ácido.
  • Riñón: lesión renal aguda y enfermedad renal crónica que, en casos graves, puede requerir diálisis.
  • Regulación de la coagulación: coágulos de sangre en piernas y pulmones.
  • Piel: erupción y caída del cabello.
  • Sistema musculoesquelético: dolor articular y debilidad muscular.
  • Salud general: malestar, fatiga y anemia

Si bien ningún sobreviviente sufrió todos estos problemas, muchos desarrollaron un conjunto de varios problemas que tienen un impacto significativo en la salud y la calidad de vida.

Entre los pacientes hospitalizados, a los que tenían COVID-19 les fue considerablemente peor que a los que tenían influenza. Los supervivientes de COVID-19 tenían un 50% más de riesgo de muerte en comparación con los supervivientes de la gripe, con un exceso de 29 muertes por cada 1000 pacientes a los seis meses. Los sobrevivientes de COVID-19 también tenían un riesgo sustancialmente mayor de problemas médicos a largo plazo. Los pacientes hospitalizados que requerían cuidados intensivos tenían el mayor riesgo de complicaciones a largo plazo y muerte a partir del COVID-19.

Advierten los autores que los médicos deben estar atentos al evaluar a las personas que han tenido COVID-19. Estos pacientes necesitarán atención integrada y multidisciplinaria a largo plazo.

Referencia bibliográfica: Al-Aly, Z., Xie, Y., & Bowe, B. (2021). High-dimensional characterization of post-acute sequalae of COVID-19. Nature. https://doi.org/10.1038/s41586-021-03553-9

Fuente: Science Daily

  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Guía clínica: Atención de niños y adolescentes víctimas de abuso sexual de la UNICEF

  • 27/04/2021
  • Equipo de Redacción

Esta publicación, que cuenta con el apoyo técnico y auspicio de UNICEF, busca responder los requerimientos de los equipos de la atención primaria, ofreciéndoles información y herramientas para ejercer mejor su labor. Así, en las páginas siguientes encontrarán claves que les permitirán tanto mejorar su capacidad de detección de las situaciones de abuso, como el modo de enfrentarlas adecuadamente a nivel de las prestaciones de los programas de salud infantil, de adolescencia y juventud.

La atención de salud —ya sea en controles habituales, consulta por morbilidad, regulación de fecundidad u otros— es un espacio privilegiado para la detección precoz del abuso sexual, lo que facilita la intervención temprana y evita consecuencias aún más graves en la salud y el desarrollo psicosocial de las víctimas.

Descarga la guía completa en formato PDF.

Artículo recomendado: Guía de la UNICEF para tomar acciones sobre el abuso sexual infantil.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Déficits cognitivos se asociaron a síntomas psicopatológicos en la adolescencia

  • 26/04/2021
  • Alejandra Alonso

Los déficits cognitivos son comunes entre personas que presentan trastornos mentales y tienen especial relevancia al predecir el pronóstico. Investigadoras e investigadores han observado que los patrones individuales de estos déficits preceden a los trastornos mentales.

¿Cómo se realizó el estudio?

Se analizaron datos de una cohorte del Reino Unido que estaba compuesta de 13,988 individuos nacidos entre Abril de 1991 y Diciembre de 1992. Del total de sujetos, se contaba con reportes de medidas psicopatológicas para 6333 de ellos a la edad de 11 a 12 años,  para 4903 para aquellos entre 17 y 18 años  y para 2963 a la edad de 22 a 23 años.

¿Qué se encontró?

El grupo de científicos observó vínculos entre los problemas cognitivos y problemas de salud mental más tarde en la vida:

  1. Las deficiencias en atención sostenida en personas de 8 años precede al desarrollo de síntomas del trastorno límite de la personalidad (TLP) a los 11-12 años y depresión a los 17-18 años. Se sabe que dichos pacientes tienen problemas para permanecer en terapia, lo que es consistente con este hallazgo. Hallazgos previos también han sugerido un vínculo entre el trastorno por déficit de atención y el TLP.
  2. Las dificultades con el control inhibitorio a los 8 años se asociaron a experiencias psicóticas a los 17-18 años.
  3. Los déficits en la memoria de trabajo a los 10 años se relacionaron con hipomanía a los 22-23 años. Sin embargo, cuando controlaron condiciones psicopatológicas coexistentes este vínculo desapareció.

La autora principal del estudio, la Dra. Isabel Morales-Muñoz, resalta que sus resultados sugieren asociaciones específicas entre los déficits cognitivos y algunas condiciones. Además agrega que las estrategias preventivas enfocadas a estos problemas cognitivos podrían ser intervenciones que ayuden a reducir el desarrollo de problemas de salud mental más tarde.

Referencia del estudio: Isabel Morales-Muñoz, Rachel Upthegrove, Pavan K. Mallikarjun, Matthew R. Broome, Steven Marwaha. Longitudinal Associations Between Cognitive Deficits in Childhood and Psychopathological Symptoms in Adolescence and Young Adulthood. JAMA Network Open, 2021; 4 (4): e214724 DOI: 10.1001/jamanetworkopen.2021.4724           

Fuente: Science Daily

  • Sponsor

Cursos online de trastornos de ansiedad

  • 26/04/2021
  • David Aparicio

Los trastornos de ansiedad son uno de los motivos de consulta más frecuentes y los psicoterapeutas debemos conocer con precisión los mejores tratamientos psicológicos para ayudar a reducir el sufrimiento de las personas y entrenar a los pacientes a cómo afrontarlos.

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El envejecimiento cerebral es inevitable, pero se puede retrasar

  • 26/04/2021
  • The Conversation

El envejecimiento es un proceso difícil de aceptar para muchas personas, incluso hay quien lo rechaza e intenta evitarlo. Sin embargo, se trata de un fenómeno completamente natural que forma parte del ciclo de la vida. De hecho, desde la Organización Mundial de Salud se nos invita a envejecer bien.

Dado que el cerebro dirige toda nuestra actividad vital, es muy importante entender qué le ocurre con el paso de los años. Este conocimiento nos puede ayudar a afrontar las últimas etapas de la vida con una actitud más positiva.

¿Por qué envejecemos?

Esta pregunta, que ha intrigado a la humanidad desde la antigüedad, tiene fácil respuesta si consideramos el cuerpo como un simple envoltorio para nuestros genes. Una vez alcanzamos la madurez sexual y transmitimos nuestra herencia (genes) a nuestros descendientes, el cuerpo pierde su función principal. En ese momento entra en juego el envejecimiento para poner fin al envoltorio, pero no a la vida en sentido amplio, que continua a través de esa descendencia.

Hay muchas causas que provocan el envejecimiento. Una de las más importantes es el acúmulo de radicales libres. Lo que sucede es que nuestras células no dejan de trabajar en ningún momento a lo largo de toda nuestra vida. Como consecuencia de esta intensa actividad se producen unas moléculas muy inestables, los radicales libres, que tienen la capacidad de alterar y dañar nuestras células. Entramos entonces en un círculo vicioso en el que estas alteraciones producen nuevos radicales libres incesantemente.

No todos los animales envejecen igual

La forma de envejecer no es igual en todos los animales. Los humanos envejecemos de manera lenta y progresiva. Gracias a eso, los individuos mayores aún pueden cuidar de su descendencia (genes). Por el contrario, el salmón del Pacífico sufre un envejecimiento brusco y una muerte prematura tras su única oportunidad de reproducción.

En el extremo opuesto está la rata topo desnuda, un curioso roedor resistente a algunos tipos de dolor. Raramente padece cáncer, y envejece a una velocidad extremadamente lenta. De hecho, su riesgo de muerte no aumenta con la edad.

El cerebro es muy sensible frente al envejecimiento

El cerebro controla todas las funciones del cuerpo humano, por lo que su envejecimiento afecta a todo el organismo. Solo representa el 2% del peso corporal, pero es el principal consumidor de oxígeno y glucosa. Eso implica que tiene una tasa metabólica muy alta y acumula muchos radicales libres, responsables directos del envejecimiento. De hecho, estudios científicos recientes sugieren que el envejecimiento cerebral pueda comenzar ya a la temprana edad de 25 años.

Además, durante el envejecimiento cerebral ocurren otras muchas alteraciones. El cerebro pierde peso y neuronas, a la par que disminuye la velocidad de transmisión del impulso nervioso. También se acumulan algunos pigmentos (lipofuscina) y proteínas (β-amiloide) que pueden producir muerte y desconexión entre neuronas. Estas alteraciones se acentúan cuando aparecen enfermedades asociadas a la edad, como el párkinson o el alzhéimer.

Al final, todos estos fenómenos acaban afectando a las neuronas, esto es, las células principales del sistema nervioso. Por suerte, no todas mueren, son muchas las que permanecen en buen estado, mientras otras pierden algunas de sus ramificaciones. Esta pérdida implica menos conexiones entre neuronas y menor velocidad de transmisión del impulso nervioso.

Nuestro estilo de vida puede retrasar el envejecimiento cerebral

Afortunadamente, podemos desarrollar estrategias para tener un envejecimiento cerebral más saludable. Se puede fomentar la socialización, ya que los lazos sociales pueden ayudar a retrasar el envejecimiento cerebral. Otra estrategia consiste en intentar evitar la exposición a contaminantes ambientales, aunque hay que admitir que no depende exclusivamente de cada individuo, sino de la sociedad en general.

Más fácil (e individual) es tratar de mejorar nuestro estilo de vida, fundamentalmente controlando nuestra dieta y actividad física. Se ha demostrado que una actividad física ligera, como caminar, puede evitar la pérdida de volumen cerebral asociada al envejecimiento. Junto al ejercicio físico adecuado, una dieta equilibrada puede reducir el acúmulo de los ya mencionados radicales libres. Estas medidas pueden fortalecer nuestras defensas y retrasar el deterioro cerebral y la aparición de enfermedades.

Concretamente existen varios alimentos que mantienen el cerebro fuerte frente al envejecimiento. Es el caso de los flavonoides del cacao, que se relacionan con una mejor circulación sanguínea y memoria.

Por otro lado, el consumo de hígado y yema de huevo, ricos en fosfatidilserina y ácido fosfatídico, ayudan a mejorar la memoria en personas mayores sanas y enfermas. Sin olvidar que la ingesta de alimentos ricos en colina –como el bacalao, el huevo cocido o el hígado de ternera– favorece los sistemas de comunicación en el cerebro y lo protege disminuyendo el depósito de proteínas dañinas. Los ácidos grasos omega-3 y omega-6 también refuerzan las conexiones entre neuronas y le paran los pies al envejecimiento de la sesera.

Visto todo lo anterior, hay que dejar de relacionar el envejecimiento exclusivamente con la enfermedad o la falta de productividad. Lo podemos ver desde una perspectiva más optimista y natural. Recordemos al gran Gabriel García Márquez cuando decía que “…uno envejece más rápido en los retratos que en la vida real”.

Autores:

  1. Santos Blanco Ruiz Profesor sustituto interino. Área de Biología Celular, Universidad de Jaén
  2. María Ángeles Peinado Profesora de Biología Celular, Universidad de Jaén
  3. Raquel Hernandez Cobo Profesora Titular de Biología Celular, Universidad de Jaén

Artículo publicado en The Conversation y cedido para su republicación en Psyciencia.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Identifican células marrones que queman energía y que podrían ser la base de nuevos tratamientos para la obesidad

  • 22/04/2021
  • Maria Fernanda Alonso

Investigadores descubrieron una nueva fuente de células de grasas marrones que queman energías (adipocitos) y podrían ser la base para nuevas opciones terapéuticas en el tratamiento de la obesidad, ya que al haber mayor gasto energético total debería producirse también una reducción de peso (Shamsi et al., 2021).

¿Por qué es importante?

La grasa/tejido adiposo parda/marrón es un tipo distinto de grasa que se activa en respuesta a las bajas temperaturas. Su función principal es producir calor para ayudar a mantener la temperatura corporal y lo logra quemando calorías. Esto ha planteado la posibilidad de que tal quema de calorías pueda traducirse en pérdida de peso, particularmente en el contexto de la obesidad y otros trastornos metabólicos.

Anteriormente, se consideraba que la fuente de estas células estaba relacionada exclusivamente con una población de células que expresan el receptor Pdgfrα (receptor alfa del factor de crecimiento derivado de plaquetas). Sin embargo, una evidencia más amplia sugiere que pueden existir otras fuentes. Identificar estas otras fuentes abriría posibles nuevos objetivos para la terapia que evitarían el uso algo incómodo de las bajas temperaturas al tratar la obesidad.

¿Qué metodología usaron?

Primero, los investigadores estudiaron la composición celular general del tejido adiposo marrón de ratones alojados a diferentes temperaturas y períodos de tiempo. En particular, emplearon enfoques modernos de secuenciación de ARN unicelular para tratar de identificar todos los tipos de células presentes. Esto evitó problemas de sesgo potencial hacia un tipo de célula en particular, una debilidad de estudios anteriores, señalaron los autores.

¿Qué encontraron?

Además de identificar la fuente de energía Pdgfrα previamente conocida, que utiliza las células grasas marrones, el análisis de los datos de secuenciación de ARN de una sola célula sugirió otra población distinta de células que realizan el mismo trabajo: las células derivadas del músculo liso que expresan Trpv1. El receptor fue identificado previamente en una variedad de tipos de células y está involucrado en la sensación de dolor y calor.

Investigaciones posteriores con modelos de ratón confirmaron que las células musculares lisas positivas para Trpv1 dieron lugar a la versión de las células grasas marrones que queman energía, especialmente cuando se exponen a temperaturas frías. Experimentos adicionales también demostraron que las células positivas para Trpv1 eran una fuente de células de grasa beige que aparecen en respuesta al frío en la grasa blanca, expandiendo aún más la influencia potencial de las células precursoras que expresan Trpv1. Específicamente, los autores señalan las células del músculo liso que expresan el receptor Trpv1 y las identifican como una nueva fuente de células grasas marrones que queman energía (adipocitos). 

Trpv1 tiene un papel en la detección de estímulos nocivos, incluida la capsaicina (el componente picante de los chiles). Su administración tanto en humanos como en animales dio como resultado una reducción de la ingesta de alimentos y un aumento del gasto energético en estudios anteriores, dijeron.

Estos hallazgos sugieren que podría refinarse el uso de temperaturas frías para tratar la obesidad mediante el desarrollo de fármacos que recapitulan los efectos de la exposición al frío a nivel celular, concluyeron los investigadores.

Referencia bibliográfica: Shamsi, F., Piper, M., Ho, L.-L., Huang, T. L., Gupta, A., Streets, A., Lynes, M. D., & Tseng, Y.-H. (2021). Vascular smooth muscle-derived Trpv1 progenitors are a source of cold-induced thermogenic adipocytes. Nature Metabolism. https://doi.org/10.1038/s42255-021-00373-z

Fuente: Eurekalert

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Mortalidad infantil asociada a exposición prenatal a opioides

  • 22/04/2021
  • Alejandra Alonso

Se conoce muy poco sobre las consecuencias de la exposición a opioides en infantes, particularmente en aquellos individuos no diagnosticados con síndrome de abstinencia a opioides. 

Es por eso que un grupo de investigadoras e investigadores quiso describir la mortalidad infantil entre individuos que fueron expuestos a los opioides con y sin diagnóstico de síndrome de abstinencia comparados con infantes que no experimentaron exposición a opioides.

¿Cómo se realizó el estudio?

Se trató de un estudio de cohorte retrospectivo de díadas madre-infante. Participaron 1,129,032 díadas y se vincularon sus reclamos clínicos con registros vitales desde el nacimiento (entre 2010 y 2014) y seguimiento hasta que el infante cumpliera 1 año. 

¿Qué resultados obtuvieron?

De las 1,129,032 díadas madre-infante, 7207 tuvieron exposición prenatal a opioides. Luego de ajustar características maternas y neonatales, las probabilidades de mortalidad infantil al haber una historia de síndrome de abstinencia a opioides no fue significativamente diferente a la población de referencia en análisis ajustados. En contraste, las probabilidades de mortalidad infantil en infantes expuestos a opioides no diagnosticados con síndrome de abstinencia a opioides neonatal era 72% mayor que en la población de referencia.

Es decir que los infantes expuestos a opioides parecen tener un mayor riesgo de mortalidad y los tratamientos y apoyo proveídos para aquellos diagnosticados con síndrome de abstinencia a opioides parecen ser un factor protector.

Fuente: JAMA Network

  • Artículos Recomendados de la Web

Guía para tener mejores modales en las redes sociales

  • 22/04/2021
  • David Aparicio

Los comentarios en las redes sociales pueden escalonar muy rápido hasta convertirse en agresiones por el simple hecho de no compartir una opinión. Nadie es inmune a esto, incluso los psicólogos. Por eso quiero compartir este artículo de Courtney Rubin para The New York Times, con cinco principios de conducta online.

El primero y quizás el más importante:

Pregúntate por qué estás publicando En primer lugar, identifica tus motivaciones. ¿Estás compartiendo esa foto del exquisito pastel que horneaste porque quieres recibir elogios, o quieres que la gente se sienta mal porque lo que hicieron ellos no fue tan bueno? Si es para recibir algo de reafirmación, está bien. Pero si descubres que estás tratando de satisfacer todas tus necesidades con los “me gusta” de las redes sociales, quizá sea momento de empezar a pensar qué le está faltando a tu vida.

Lee el artículo completo en The New York Times en español.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Integrar baloncesto y matemáticas mejora el aprendizaje y la motivación de los niños

  • 22/04/2021
  • Maria Fernanda Alonso

Integrar la actividad física con el aprendizaje no es una idea nueva: Aristóteles fundó la escuela peripatética en la que el maestro paseaba con sus discípulos mientras reflexionaban sobre la vida (en griego peripatêín significa “dar vueltas”, por ello a los seguidores de Aristóteles también se los llamó peripatéticos). Dentro del ámbito escolar, se han hecho recomendaciones de incluir pausas activas (pequeños recreos en clases que favorecen la concentración y la autorregulación de los alumnos), reuniones en movimiento y fomentar a los niños a que caminen, corran o troten al menos 1,5 km por día. Las investigaciones se han centrado en cómo la actividad física, separada de las actividades de aprendizaje, puede mejorar el rendimiento cognitivo y el aprendizaje de los niños. Pero un equipo de investigadores nos muestra que se puede ir más allá al incorporar la actividad física en las actividades de aprendizaje: según sus hallazgos, integrar el baloncesto con las matemáticas mejora el aprendizaje y la motivación de los niños, a la vez que les proporciona una experiencia de mayor autodeterminación y aumenta su confianza en las matemáticas (Wienecke et al., 2021).

¿Por qué es importante?

La motivación de los estudiantes en la escuela primaria decae con el transcurso del año escolar. Sostenerla y reforzarla puede ser una tarea desafiante, sobre todo considerando que un docente puede estar a cargo un aula con 10 niños (en contexto de pandemia) o más. Por otro lado, combinar actividad física con aprendizaje académico contribuye a cumplir los requerimientos mínimos de la OMS respecto de la actividad física que necesitan realizar los niños para reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles; a la vez que enseña que existen formas menos sedentarias de cumplir con las responsabilidades cotidianas.

¿Qué metodología usaron?

Participaron del estudio 756 alumnos de 1º a 5º grado de cinco escuelas primarias danesas (40 clases diferentes). Aproximadamente la mitad de ellos, una vez a la semana durante seis semanas, tenían matemáticas con baloncesto (o matemáticas activas) durante la clase de gimnasia, mientras que la otra mitad jugaba baloncesto sin matemáticas.

Durante las clases de Baloncesto Matemáticas, los niños tenían que recopilar números y realizar cálculos asociados con varios ejercicios de baloncesto. Un ejemplo podría ser contar cuántas veces podían encestar desde tres metros de distancia vs cuántas veces podían hacerlo a un metro de distancia, y posteriormente debían sumar los números. Tanto los elementos de matemáticas como los de baloncesto pueden adaptarse a los niveles de los niños.

¿Qué encontraron?

Los resultados del estudio muestran que:

  • La motivación de los niños por las matemáticas integradas con el baloncesto fue 16% mayor en comparación con el aprendizaje de matemáticas en el aula.
  • Los niños experimentaron un aumento del 14% en la autodeterminación en comparación con la enseñanza en el aula.
  • Las matemáticas activas aumentaron el dominio de la asignatura en un 6% en comparación con la instrucción de matemáticas en el aula.
  • Integrar el baloncesto con las actividades de aprendizaje también sirvió para mantener la motivación de los niños por las matemáticas durante un período de seis semanas, mientras que la motivación del grupo de control disminuyó significativamente.

La motivación de los niños cubre el concepto de “motivación interna”, que refleja su propio deseo e interés por las matemáticas, en contraposición a la “motivación externa”, que existe en varios contextos, pero que, por ejemplo, está sujeta y puede ser regulada por las expectativas de otras personas sobre lo que se necesita para lograr el éxito.

Los investigadores están estudiando si el modelo de baloncesto matemático puede fortalecer el rendimiento de niños y adolescentes en matemáticas. Esperan que cuando sus hallazgos sean publicados puedan servir como inspiración para maestros y directores de escuela con el fin de priorizar más la actividad física y el movimiento con el trabajo de clase normalmente más sedentario.

Referencia bibliográfica: Wienecke, J., Hauge, J., Nielsen, G., Mouritzen, K., y Damsgaard, L. (2021). Six Weeks of Basketball Combined With Mathematics in Physical Education Classes Can Improve Children’s Motivation for Mathematics. Frontiers in Psychology.https://doi.org/10.3389/fpsyg.2021.636578

Fuente: Eurekalert

  • Salud Mental y Tratamientos

Síndrome de Tourette: síntomas, causas y tratamiento

  • 21/04/2021
  • Laura Ruiz

El síndrome de Tourette es un trastorno motor de aparición en la infancia (o como muy tarde, en la adolescencia), que implica la aparición de tics motores múltiples y uno o más tics vocales durante, como mínimo, 1 año. También conlleva otro tipo de síntomas como la coprolalia (emisión de obscenidades de forma involuntaria).

Su prevalencia es de 0,1-1 entre 100 en la población general; es por esto que no se considera una enfermedad rara. Por otro lado, el DSM-5 (American Psychiatric Association, 2014), indica que en el síndrome de Tourette la prevalencia es de 3-8 por 1.000 niños de edad escolar. Además, afecta entre 2 y 4 veces más a varones que a niñas.

Como decíamos, se trata de una afectación que suele aparecer durante la infancia (siempre antes de los 18 años), y que evoluciona en una sucesión de períodos de relativa agravación y remisión del síntoma principal del trastorno: los tics. Puede conllevar síntomas secundarios a nivel emocional, sobre todo durante la infancia y la adolescencia, tales como: ansiedad, depresión y mala adaptación escolar.

El síndrome de Tourette le debe el nombre al Doctor que diagnosticó por primera vez esta enfermedad en 1885, Georges Gilles de la Tourette, un neurologo francés. Se la diagnosticó a una noble francesa de 86 años.

Valentina Quintana cuenta su historia y experiencia con el síndrome de Tourette.

Trastornos motores: el síndrome de Tourette en el DSM

En el DSM-5 los trastornos motores se encuadran en un capítulo específico, el de “trastornos del neurodesarrollo”. Concretamente, en una categoría única denominada trastornos motores, donde se localiza el síndrome de Tourette.

Pero, ¿dónde se encuentra concretamente el síndrome de Tourette? En la edición anterior, el DSM-IV-TR (American Psychiatric Association, 2000), el síndrome de Tourette se categorizaba como “trastorno de la Tourette”. Sin embargo, en la última edición del manual (DSM-5), pasa a formar parte de los trastornos de tics (como un trastorno motor) junto a otros dos:

  1. El trastorno de tics motores o vocales persistente (crónico).
  2. El trastorno de tics transitorio.

Características y síntomas

El síndrome de Tourette, según los criterios diagnósticos del DSM-5 (American Psychiatric Association, 2014), implica una serie de síntomas y condiciones:

  • Tics motores múltiples y uno o más vocales. Para poder diagnosticar el síndrome de Tourette deben aparecer tics motores múltiples y uno o más tics vocales. Además, estos deben haber estado presentes en algún momento de la enfermedad, aunque no necesariamente de forma concurrente. Es decir, pueden aparecer tics vocales en un momento dado, de forma aislada, y lo mismo con los tics motores múltiples. Los tics motores incluyen, entre otros: muecas, gesticulaciones, parpadeo, elevación de cejas, sacudidas del cuello. En el caso de los tics vocales, estos incluyen: emisión de sonidos y palabras de forma repetitiva, carraspeo, gritos, sonidos guturales diversos.
  • Duración mínima de 1 año. Los tics pueden aparecer de forma intermitente en frecuencia, pero persisten sí o sí durante más de 1 año desde que aparece el primer tic.
  • Antes de los 18 años. El síndrome de Tourette se inicia antes de los 18 años (normalmente en la niñez, entre los 7 y los 10 años), y es por ello que un criterio diagnóstico del trastorno es este: su inicio antes de los 18 años.
  • No se debe a una sustancia u otra enfermedad. Finalmente, para poder diagnosticar este síndrome, los síntomas del mismo no pueden deberse a una sustancia o a una afección médica (por ejemplo, la enfermedad de Huntington).
  • Otro síntoma. La coprolalia: Un síntoma adicional que aparece en el síndrome de Tourette es la coprolalia o cacolalia, que es la tendencia patológica a proferir obscenidades (palabrotas, insultos) sin poder evitarlo. 

Curso

Los trastornos de tics, incluido el síndrome de Tourette, se suelen iniciar entre los 4 y los 6 años de edad. La incidencia es menor en la adolescencia y es muy raro que su inicio se dé en la edad adulta. Si es el caso, suele estar asociado al consumo de sustancias o afecciones del sistema nervioso.

La edad de mayor gravedad de los tics es entre los 10 y los 12 años, y después va disminuyendo durante la adolescencia. Por otro lado, un pequeño porcentaje de personas tendrá en la edad adulta síntomas persistentes graves o incluso un empeoramiento.

En cuanto a la gravedad de los trastornos de tics como el síndrome de Tourette, esta suele ir fluctuando. Los sujetos suelen comenzar a detectar, con el tiempo, un impulso premonitorio y una sensación de reducción de la tensión tras expresar el tic. Los tics que cursan con ese impulso premonitorio no son totalmente involuntarios, ya que se pueden resistir, aunque a veces necesitan hacerlo, incluso varias veces.

En cuanto a los tics motores, más concretamente, estos habitualmente aparecen antes que los tics vocales, y los tics simples antes que los complejos.

Causas

La causa del síndrome de Tourette es aún desconocida. Así, no existe un consenso científico en este sentido. 

  • Alteraciones en los neurotransmisores. Sin embargo, sí se han postulado algunas hipótesis en relación a la etiología del trastorno, que señalan que su origen podría estar vinculado a afecciones en algunas regiones cerebrales y a ciertas alteraciones en las sustancias químicas como la dopamina, la serotonina y la noradrenalina. Dichas sustancias son las que posibilitan una adecuada comunicación entre neuronas.
  • Disfunción del lóbulo frontal. Otras hipótesis apuntan a un fallo en el mecanismo de regulación de los impulsos, que aparecería por una disfunción en los lóbulos frontales cerebrales. Dichos lóbulos se encargan de regular la conducta, a nivel social (de controlar los impulsos) y de las funciones ejecutivas, entre otras funciones.
  • Carga genética. También se han identificado alelos de riesgo para el síndrome de Tourette y variantes genéticas raras en familias con trastornos de tics. En relación a ello, los estudios de gemelos muestran que los gemelos monocigóticos tienen una tasa de concordancia del 50-90%, cuando los dicigóticos la tienen del 8%. Además, entre el 8 y el 17% de los familiares de una persona con síndrome de Tourette tendrá algún trastorno por tics. Conviene decir en este punto que, de todas formas, aunque el hijo de alguien con Tourette herede esta predisposición biológica a padecer el trastorno, no significa que padecerá sí o sí todos los síntomas de Tourette. Además, puede ocurrir que la persona disponga de ciertos genes que nunca se expresen, o que se expresen de forma combinada con otros genes y así no llegue a manifestar todos los síntomas del trastorno. Se ha observado que, los hijos de personas con Tourette, pueden presentar tics simples o de poca entidad. También pueden mostrar conductas de tipo obsesivo-compulsivo, así como ciertos síntomas de TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad).

Tratamientos 

Actualmente no existe ningún tratamiento que cure el síndrome de Tourette. Conviene decir, además, que salvo en casos extremos (de extrema gravedad), o que conlleven síntomas muy interferentes en el sujeto, como por ejemplo dolores musculares, problemas de adaptación escolar o social, fobia social, etc., no se precisa un tratamiento específico para este trastorno. 

A nivel farmacológico, en los casos graves se suelen emplear fármacos neurolépticos, que tienen el objetivo de reducir la intensidad y frecuencia de los tics. Esta prescripción siempre deberá realizarla un profesional médico.

En relación a los síntomas psicológicos y emocionales derivados del trastorno, resulta recomendable tratarlos; hablamos de síntomas como la ansiedad, el malestar, la depresión, problemas de conducta o adaptativos, etc. Por otro lado, si el síndrome se acompaña de otros trastornos, como por ejemplo el TDAH o el TOC (Trastorno obsesivo-compulsivo), se recomienda el tratamiento de todos estos trastornos comórbidos a nivel psicológico y farmacológico.

Referencias bibliográficas:

  • American Psychiatric Association (2014). DSM-5. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Madrid: Panamericana.
  • American Psychiatric Association (2000). DSM-IV-TR. Diagnostic and statistical manual of mental disorders (4th Edition Reviewed). Washington, DC: Author.
  • Belloch, A., Sandín, B. y Ramos, F. (2010). Manual de Psicopatología. Volumen II. Madrid: McGraw-Hill.
  • Caballo, V. y Simón, M. A. (2002). Manual de Psicopatología Clínica Infantil y del adolescente. Trastornos generales. Pirámide: Madrid.
  • Cavanna, Andrea. (2010). El Síndrome de Tourette. Alianza Editorial.

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