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Trastornos del sueño en la infancia se vincularían con psicosis y trastorno límite de la personalidad durante la adolescencia

  • Maria Fernanda Alonso
  • 21/09/2020

La evidencia destaca al sueño como un factor de suma importancia para la salud mental. Se ha vinculado el sueño deficiente con variaciones en el rendimiento académico, impulsividad en niños y adolescentes, cambios en el estado de ánimo, detrimento en la memoria, el tiempo de reacción, inflamación, aumento de la presión arterial, e incluso se lo ha relacionado con la diabetes y la obesidad.

Un estudio reciente encontró que los problemas del sueño en la infancia pueden preceder al desarrollo de trastornos mentales en la adolescencia. Esta investigación examinó tanto las pesadillas como el impacto de problemas conductuales del sueño más comunes como el sueño corto, la fragmentación del sueño o las rutinas de sueño irregulares (Morales-Muñoz et al., 2020).

¿Por qué es importante? Los problemas del sueño en la primera infancia podrían ser un factor de riesgo potencial para el desarrollo de psicopatología prospectiva en la adolescencia, por lo que resulta necesario considerar y evaluar la presencia de tales alteraciones. Esto ayudaría a identificar a las personas con mayor riesgo de experiencias psicóticas o síntomas de trastorno límite de la personalidad en la adolescencia y, potencialmente, podría guiar el diseño de intervenciones psicológicas orientadas al sueño saludable para prevenir o atenuar la posible aparición de trastornos mentales, señalan los autores.

Metodología: el equipo de investigadores estudió datos de la cohorte de nacimiento Avon Longitudinal Study of Parents and Children. Tal estudio longitudinal reclutó a madres embarazadas de 13488 bebés hace casi tres décadas. Como parte del estudio, madres y padres informaron el comportamiento del sueño de sus hijos e hijas cuando tenían 6, 18 y 30 meses, y nuevamente a los 3.5, 4.8 y 5.8 años.

Hallazgos: dentro de la muestra, habían aproximadamente 7000 niños con síntomas psicóticos en la adolescencia temprana y más de 6,000 niños con síntomas de trastorno límite de la personalidad en la misma etapa.

Según su análisis, las niñas y niños que presentaron despertares nocturnos frecuentes a los 18 meses de edad y rutinas de sueño irregulares a los 6 y 30 meses y a los 5.8 años de edad tenían más probabilidades de informar experiencias psicóticas entre los 12 y 13 años de edad. Además, los niños que dormían menos durante la noche y se iban a la cama más tarde a la edad de tres años y medio eran más propensos a informar síntomas de trastorno límite de la personalidad en la adolescencia temprana.

Explican los investigadores que mantener rutinas regulares de sueño es de suma importancia en la primera infancia: estos hábitos tienen un impacto específico en el desarrollo de problemas específicos de salud mental en etapas posteriores de la vida, como la adolescencia. Conforme a sus hallazgos, los despertares nocturnos frecuentes y las rutinas de sueño irregulares se vinculan más con la psicosis; la duración del sueño presenta una vinculación más cercana al trastorno límite de la personalidad. Y agregan otro dato: la depresión a los 10 meses de edad explica parcialmente las asociaciones entre estos problemas específicos del sueño y los síntomas psicóticos.

Limitaciones: advierten los autores que las medidas utilizadas fueron informadas por padres y madres, por lo que fueron medidas subjetivas. El equipo controló varios factores entre los cuales se incluyen el estado socioeconómico, el abuso físico y sexual y el temperamento emocional.

Por último, señalan que existen dos interrogantes que aún deben estudiarse: en primer término, si otros factores potenciales relevantes, además de la depresión a los 10 años de edad, podrían ser la base de las asociaciones entre los problemas conductuales del sueño en la infancia y los síntomas psicóticos y de trastorno límite de la personalidad en la adolescencia; y si las intervenciones del sueño serían de hecho eficaces para prevenir el desarrollo de futuros síntomas psicóticos y/o de trastorno límite de la personalidad. Esto último podría proporcionar evidencia del posible papel causal del sueño.

Referencia bibliográfica:

Morales-Muñoz, I., Broome, M. R., & Marwaha, S. (2020). Association of Parent-Reported Sleep Problems in Early Childhood With Psychotic and Borderline Personality Disorder Symptoms in Adolescence. JAMA Psychiatry . https://doi.org/10.1001/jamapsychiatry.2020.1875

Fuente: Psypost

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  • Psicología clínica

Cómo funciona la defusión cognitiva

  • Equipo de Redacción
  • 21/09/2020

Como analista del comportamiento, una de las cosas que tengo que recordarme constantemente es que los conceptos científicos no reflejan “el mundo real”, sino que son términos que se han construido porque nos permiten interactuar con el entorno que nos rodea (incluidas otras personas) de una manera más eficaz. Es decir, son útiles. Tomemos, por ejemplo, la imagen de abajo. ¿Qué es?

La mayoría de la gente diría que es «una abeja». Al nombrarlo «abeja», podemos interactuar mejor con otras personas e influir en su comportamiento, por ejemplo, ayudando a un amigo a proteger su bebida diciendo «cuidado, hay una abeja cerca de su café»; o regular nuestro propio comportamiento, manteniéndonos alejados de ella (porque las abejas tienen picaduras) pero no necesariamente saliendo de la habitación, a menos que seas alérgico a las abejas (porque las abejas no son agresivas). En resumen, nombrarlo “abeja” nos ayuda a influir en el comportamiento de los demás y en el nuestro de una manera útil.

Pero no se equivocaría si la respuesta que dio a mi pregunta fuera «un animal», «un insecto» o incluso «una Apis mellifera». Todos estos términos son respuestas adecuadas. La diferencia entre los cuatro es su grado de precisión. La imagen realmente muestra un animal, pero también lo sería una imagen de un elefante, un salmón o su mascota. Por lo tanto, llamarlo «un animal» tiene un bajo grado de precisión. Alternativamente, nombrarlo “Apis mellifera” lo reduce al nombre científico de la especie y, por lo tanto, tiene un alto grado de precisión, distinguiéndolo de otras especies de abejas.

Lo que es interesante notar es que los distintos grados de precisión del lenguaje descritos anteriormente son más o menos útiles según el contexto. Cuando un niño pequeño está ampliando su vocabulario, decir que es «un insecto» puede ser un paso importante en el desarrollo para enseñarle a discriminar entre diferentes tipos de animales. Cuando nuestro amigo esté tomando café, decir que es “una abeja” lo ayudará a mirar al aire y no al suelo para proteger su bebida, como lo haría si la amenaza fuera “una hormiga”; pero no sabe qué especie de abeja es para poder hacerlo. Y cuando un biólogo está realizando una evaluación ecológica de un ecosistema, es importante para él discriminar entre Apis mellifera y otras especies de abejas. Por lo tanto, es crucial poder alternar de manera flexible entre diferentes niveles de precisión del lenguaje, porque uno será más útil que el otro en contextos específicos.

Todo esto es probablemente muy intuitivo, pero cuando miramos más de cerca la ciencia del comportamiento, la capacidad de alternar de manera flexible entre diferentes niveles de precisión del lenguaje está actualmente en el centro de un acalorado debate. Como comunidad científica, el análisis de conducta históricamente ha favorecido el uso de conceptos con alta precisión, como “refuerzo positivo” y “discriminación simple”, argumentando que tal precisión conduciría a una mejor predicción y control de la conducta. Es decir, que son más útiles para los analistas conductuales. Pero, recientemente, otros científicos del comportamiento, alineados con la estrategia científica de Contextual Behavioral Science (CBS), han estado argumentando a favor de adoptar conceptos con menor precisión, que serían más útiles en el contexto de la aplicación y difusión de principios conductuales: términos de nivel medio.

Cuando miramos más de cerca la ciencia del comportamiento, la capacidad de alternar de manera flexible entre diferentes niveles de precisión del lenguaje está actualmente en el centro de un acalorado debate

La terapia de aceptación y compromiso (ACT) es una terapia conductual contextual que ha estado en el centro de este debate debido a que su modelo se presenta más comúnmente a través de seis términos de nivel medio: aceptación, defusión cognitiva, contacto con el momento presente, el yo como contexto, los valores y la acción comprometida. A pesar de las fortalezas de estos términos en cuanto a su difusión a un público más amplio, no vincularlos a procesos básicos, con mayores niveles de precisión lingüística, puede dificultar su integración con el razonamiento funcional-analítico, que es el núcleo de la filosofía y teoría conductual-analítica. Pero, si dicho vínculo se establece explícitamente, el hablante puede alternar de manera flexible entre diferentes niveles de precisión del lenguaje para comunicarse con un público no especializado, crear líneas científicas sólidas de investigación e integrar conceptos de ACT dentro de una conceptualización de caso funcional-analítica adaptada a cada caso.

Durante los últimos años, nuestro laboratorio de la Universidad de São Paulo, en colaboración con investigadores externos, ha estado investigando cómo los analistas de comportamiento han estado utilizando el término defusión cognitiva para evaluar la existencia del vínculo entre este nivel medio. término y proceso conductual básico y, por tanto, permiten un uso flexible de conceptos, potenciando su utilidad.

Examinando la literatura sobre ACT, lo que encontramos inicialmente fue mucha ambigüedad conceptual en cómo los científicos del comportamiento estaban usando el término defusión cognitiva. En ocasiones, se refería a procedimientos específicos empleados por los terapeutas. De vez en cuando, describía el proceso de comportamiento mediante el cual funcionaban dichos procedimientos. Y aquí y allá, se utilizó para especificar los resultados clínicamente relevantes producidos por estos procesos. A veces, los tres usos del término se vieron mezclados en el mismo párrafo. Con todo, fue un caso claro de ambigüedad conceptual, en el que un concepto se refiere a tres tipos distintos de fenómeno. Al final del día, afirmar que los procedimientos de defusión cognitiva funcionan a través de procesos de defusión cognitiva para promover la defusión cognitiva no es muy útil. ¿Se imagina a un médico explicando a su paciente que utilizará procedimientos de quimioterapia que promueven procesos quimioterapéuticos que conducen a resultados quimioterapéuticos? Sería muy confuso, por decir lo menos.

Con el fin de mejorar la claridad conceptual, comenzamos separando los procedimientos, procesos y resultados relacionados con la defusión cognitiva, como se indica en la literatura. Primero, delineamos que el resultado deseado es reducir el control verbal de los pensamientos del cliente sobre su comportamiento. Clínicamente hablando, eso es especialmente importante cuando dicho control verbal está promoviendo patrones de respuesta que son rígidos y lo alejan de sus valores, denominada fusión en términos ACT. En otras palabras, la defusión cognitiva no tiene como objetivo reprimir pensamientos o cambiar su contenido, sino reducir su capacidad para regular nuestro comportamiento: pensar pero no necesariamente actuar de acuerdo con lo que pensamos, creando una brecha para elegir lo que realmente queremos hacer en el momento.

Esta experiencia psicológica se parece a la postura que aprendemos a desarrollar con los sueños. Cuando eras niño y tuviste una pesadilla y te despertabas asustado, ¿qué decían tus padres a menudo? Probablemente algo parecido a “fue solo un sueño”. Esta frase no niega que la experiencia fue real o incómoda, solo que no debemos tomarlos tan en serio: no discutas con tu pareja si te engañó en tu sueño. La defusión cognitiva tiene como objetivo construir una experiencia similar con nuestros propios pensamientos: solo porque estás pensando que la gente juzgará si te expresas, no significa que no debas hacerlo de todos modos si es importante para ti.

Alejándonos del resultado deseado, identificamos una amplia gama de procedimientos relacionados con la defusión cognitiva. Para algunas personas, pueden parecer muy creativas o extremadamente extrañas. De cualquier manera, se acumula evidencia de que al menos parte de ellos pueden ser efectivos. Para resumir, se esbozaron seis categorías de procedimientos:

  • Jugando con los pensamientos repitiéndolos durante 30 segundos, cantándolos con una melodía familiar o pronunciándolos muy lentamente.
  • Objetivar los pensamientos, atribuyéndoles propiedades físicas.
  • Observar la corriente de pensamientos, a menudo con la ayuda de objetivarlos, como las hojas que fluyen por una corriente.
  • Interrumpir el vínculo entre el pensamiento y la acción, creando y llamando la atención sobre experiencias de incongruencia entre el contenido del pensamiento y las acciones de la persona, cuando las desobedece claramente.
  • Identificar componentes del pensamiento, nombrándolos sin rodeos como pensamientos o evaluaciones, por ejemplo.
  • Cuestionar el proceso mediante el cual las personas construyen sus narrativas personales y las razones de su comportamiento.

Pero la parte que más nos interesaba era cómo la literatura conceptualizaba lo que estaba sucediendo, conductualmente hablando, cuando los clientes pasaban por este tipo de procedimientos, cuáles eran los procesos conductuales involucrados. Después de todo, si entendemos cómo funcionan estos procedimientos, estaremos en una mejor posición para optimizar su efectividad en la práctica clínica; hacer florecer la creatividad y el estilo personal del terapeuta al diseñar procedimientos nuevos y emocionantes; y difundir este conocimiento en la formación de los terapeutas.

La explicación más extendida del proceso involucrado en la defusión cognitiva fue que el pensamiento es capaz de controlar el comportamiento bajo parámetros estilísticos y estructurales específicos del habla. Estos parámetros se denominaron contexto de literalidad. Por lo tanto, eliminar tales parámetros reduciría el control del pensamiento sobre el comportamiento. Sin embargo, esta definición se basa en el supuesto de que debido a que la fusión cognitiva y la defusión son opuestas en cuanto al resultado, también deberían ser opuestas en cuanto a los procesos. Sin embargo, esto no es necesariamente verdad. El comportamiento humano es complejo, por decir lo menos, y no siempre hay simetría entre el resultado y el proceso. Esto significa que si ve a un niño que le tiene miedo a un perro, no puede saber solo por esta escena si este comportamiento se aprendió porque un perro lo mordió previamente, vio a alguien ser mordido por un perro o le dijo que los perros son animales peligrosos. De manera similar, incluso si el proceso de aprendizaje se adquirió verbalmente (es decir, se le dijo al niño que los perros son peligrosos), las funciones aversivas de los perros se pueden reducir a través de múltiples procesos, incluida la exposición directa a los perros o nuevas instrucciones sobre cuán amigables son los perros.

Para dar cuenta de tal complejidad en la conducta humana cotidiana, la propuesta conceptual de nuestro laboratorio es que existen diferentes vías a través de las cuales se puede lograr el objetivo de reducir el control del pensamiento sobre la conducta. Diferenciamos tres procesos principales que subyacen a la variedad de procedimientos encontrados en la literatura. Para ilustrarlos, haga una pausa por un segundo e identifique un pensamiento que le resulta difícil y que a veces le impide hacer cosas importantes.

La primera vía es redirigir la atención del cliente del significado simbólico de los pensamientos a sus propiedades físicas, cambiando el control de los estímulos. Tome el pensamiento que identificó anteriormente y trate de decirlo en voz alta, pero muy lentamente, enfatizando claramente cada sílaba. Haga esto un par de veces. Es probable que su atención se desvíe un poco de su significado a cómo suenan las palabras o cómo se mueve su boca, lengua o garganta mientras habla. O tomar el pensamiento y atribuirle propiedades físicas. Si el pensamiento se refiere a la presión que siente para hacer algo, puede imaginarlo como un yunque viejo, pesado y gris que pesa sobre su espalda; o como un viejo reloj de cuco mirándote constantemente desde el otro lado de la habitación, haciendo tic-tac, tic-tac. Observe su forma, su color, su tamaño, su peso, su textura, etc.

Si estos ejercicios tuvieron éxito, la experiencia debería ser similar a cuando viaja al extranjero y trata de leer un alfabeto diferente pero nunca lo ha aprendido (como ruso, chino o árabe para hablantes de inglés): solo puede reaccionar a las propiedades físicas de los símbolos, pero no su significado. O cuando estás cantando una canción pero enfocado en la melodía y no en la letra, lo que incluso puede tomarte con la guardia baja cuando te detienes y prestas atención a lo que realmente dice la canción. Si los ejercicios no tuvieron éxito, no se preocupe. Solo pasamos un minuto haciéndolos y algunos pensamientos nos dominan tanto que tomará algo de tiempo y práctica para soltarlos.

La segunda vía consiste en llamar la atención del cliente hacia experiencias anteriores o crear nuevas en las que desobedece los contenidos de su pensamiento, actuando de una manera incongruente con ellos. Tales respuestas de “desobediencia” pueden así reforzarse en sesión cuando el terapeuta ayuda al cliente a vincularlas con sus objetivos y valores, promoviendo una simple discriminación: cuando tienes un pensamiento que no te ayuda, desobedece. Por un minuto, piense en el pensamiento que identificó anteriormente. Probablemente le impidió hacer cosas que consideraba valiosas. Pero, ¿alguna vez ha tenido ese pensamiento y aún ha hecho lo que era importante para usted? Incluso si fue solo una vez, captura ese momento. ¿Como se sintió? ¿Cómo te sientes ahora mismo al recordar este momento? ¿Puedes experimentar ese pensamiento y aun así hacer lo que elijas hacer? Esta experiencia es similar a cuando tiene ensoñaciones o fantasías que no son posibles o socialmente aceptables y, por lo tanto, no actúa en consecuencia. Al final, esto significa que no es necesario que haya una correspondencia entre lo que pensamos y lo que hacemos.

La tercera vía implica darse cuenta de que los pensamientos no ocurren en el vacío. Más bien, son el producto de un individuo, que se está comportando de la manera que debe debido a su historia y a los efectos que tienen pensamientos específicos en su comportamiento. Para ilustrar esto, tome una preocupación que tuvo recientemente. El hecho de que esté preocupado por algo malo que pueda suceder en el futuro no significa que sea probable que suceda. Probablemente signifique que este evento es importante, que ha tenido experiencias con cosas malas que le sucedieron a partes importantes de su vida en el pasado; y que preocuparse por el peor de los casos puede ayudarlo a encontrar soluciones creativas sobre cómo evitar que suceda. Incluso si esos pensamientos pueden parecer irracionales o crueles, podrían ser la mejor forma en que podamos responder a la situación en ese momento.

Una vez que pueda ver a este orador histórica y funcionalmente motivado que es usted mismo, podrá involucrarse con él y con la narrativa de preocupación que ha creado en el diálogo. Eso se puede hacer reconociendo y apreciando sus intenciones: está tratando de protegerte del daño. O utilizando el humor y la irreverencia hacia la coherencia o creatividad de la narrativa: la preocupación es muy apremiante, pero probablemente dejó fuera algunas cosas malas que también pueden pasar, le falta más inspiración. Esta experiencia es similar a la que experimentamos cuando un vendedor hace una afirmación sobre su producto que no parece confiable: nos mostramos escépticos, con razón, de que solo lo dice para vender, pase lo que pase. O al de un crítico de cine, analizando los diálogos y el guión y señalando sus buenos y malos aspectos. Al final, lo que estamos haciendo es crear una discriminación condicional que incluye al pensador, el pensamiento y cómo respondemos a ambos. Si el orador fuera diferente, nuestra respuesta cambiaría en consecuencia.

En resumen, hemos llegado a una propuesta de claridad conceptual sobre la defusión cognitiva en la que se entiende mejor como un resultado, porque los procedimientos y procesos relacionados con la defusión varían mucho, mientras que el resultado es un fenómeno unificado: la reducción de lo verbal de pensar en el comportamiento si tal control evoca respuestas rígidas y problemáticas. Y tal resultado se puede lograr a través de diferentes procesos que subyacen a una amplia variedad de procedimientos que el médico puede elegir o crear de nuevo: cambio en el control de estímulos, discriminación simple y discriminación condicional. Se alienta la investigación futura para evaluar cómo esta conceptualización teórica se ajusta a los datos empíricos y, si no se sostiene, cambiarla hacia una mejor y más útil. Pero incluso si eso sucede, el trabajo descrito aquí de separar los resultados, los procedimientos y los procesos y tratar de ponerlos en funcionamiento es un paso importante en la misma dirección.

Artículo publicado en ABA INTERNATIONAL por Daniel Assaz, psicólogo clínico e investigador doctoral de la Universidad de São Paulo en Brasil.

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Más allá de la crisis: Curso online para familiares de personas con inestabilidad emocional

  • David Aparicio
  • 21/09/2020

Más Allá de las Crisis, es una propuesta basada en la psicoeducación y aprendizaje de habilidades de la terapia dialéctico-comportamental para familiares de personas con inestabilidad emocional y conducta impulsiva. El curso es online y en vivo, y es organizado por Carola Pechon y Corrine Corrine R. Stoewsand, dos especialistas en terapia dialéctico conductual que tienen más 15 años realizado este taller en Fundación Foro, Argentina.

¿Qué familiares pueden beneficiarse de este programa?

El taller se orienta a familiares que están regularmente expuestos a reacciones emocionales intensas, a conductas impulsivas frecuentes y crisis urgentes de un ser querido. Está indicado para familiares de personas que cumplen criterio de trastorno límite de la personalidad u otros diagnósticos asociados con el déficit de control de los impulsos y trastornos del ánimo.

Este taller enseña respuestas habilidosas a conductas como: agresión verbal – conductas de auto-daño – impaciencia o verborragia – ansiedad e irritación crónica – gastos o compras compulsivas – depresión, vergüenza o timidez crónica – Otros comportamientos impulsivos asociados con la desregulación emocional.

Además de apuntar a dichas conductas, el taller ayuda a muchos padres con un hijo adulto que no puede independizarse ni sostener actividades necesarias para desarrollar su autonomía.

Si el ser querido no está en tratamiento, el taller ofrece intervenciones que favorecen que los familiares sean más efectivas en lograr dicha meta.

La modalidad del taller se centra en el estudio y práctica de habilidades que han demostrado ser de gran ayuda para las familias. Abarca las siguientes habilidades:

  • Entender la desregulación emocional y la conducta impulsiva
  • Conocer y practicar mindfulness
  • Entender las emociones
  • Validar con comunicación compasiva
  • Efectuar cambios comportamentales
  • Tolerancia al malestar y manejo de crisis
  • Hacer pedidos y decir no efectivamente
  • Observar los limites personales

El curso online para familiares empieza el lunes 5 de octubre y dura 12 semanas. Para inscribirte puedes visitar la página web o enviar un email a [email protected].

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El coronavirus puede atacar al cerebro

  • David Aparicio
  • 20/09/2020

Apoorva Mandavilli explica el mecanismo que usa el coronavirus para atacar al cerebro:

Un estudio nuevo presenta la primera evidencia clara de que, en algunas personas, el coronavirus invade las neuronas y las secuestra para hacer copias de sí mismo. Al parecer, el virus también absorbe todo el oxígeno a su alrededor y mata de hambre a las células vecinas.

No está claro cómo llega el virus al cerebro o con qué frecuencia desencadena este rastro de destrucción. Es probable que la infección del cerebro sea poco frecuente, pero algunas personas quizá sean más propensas debido a sus antecedentes genéticos, una carga viral alta o por otras razones

Lee el artículo completo en The New York Times.

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¿Por qué los hombres siguen explicándoles cosas a las mujeres?

  • David Aparicio
  • 20/09/2020

Mary Katharine Tramontana para The New York Times:

Es algo común. Es digno de vergüenza. Y, algunas personas podrían argumentar que ha sido documentado desde al menos el siglo XVII. Se produce en Twitter. Sucede en el trabajo y en las cenas de Acción de Gracias. En los bares y en las aulas. Lo hacen los hombres famosos. Lo hacen los tíos. Los políticos, los colegas, los hombres que conocemos en citas desagradables, los burócratas y los vecinos también lo hacen. (Quizás, irónicamente, algunos de ustedes lo hagan después de leer esto). Sí, estamos hablando de la machoexplicación.

Esta palabra compuesta describe la acción de cuando un hombre explica, sobre todo a una mujer y sin que se lo haya pedido, algo sobre lo que él cree saber más que ella —y en ocasiones, con detalles soporíferos— sin importar si él realmente sabe al respecto o no.

El artículo incluye una entrevista a Kate Manne, una profesora de filosofía que se ha dedicado a investigar el fenómeno de la «machoexplicación».

Lee el artículo completo en The New York Times.

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  • Psicología aplicada

Identificar psicosis en la escuela: importancia de la detección e intervención oportunas

  • Maria Fernanda Alonso
  • 18/09/2020
Detectar oportunamente los trastornos mentales es fundamental para mejorar los resultados negativos que puedan tener en el ajuste socioemocional, el rendimiento académico y neurocognitivo de una persona. Por este motivo, el entorno clínico y la escuela son espacios en los que es necesario promover el bienestar emocional y la prevención, con el fin de detectar con precisión a las personas que están en riesgo de desarrollar trastornos psicóticos, antes de la aparición clínica, para activar estrategias de prevención adecuadas. ¿Por qué es importante? Identificar de manera confiable a las personas con alto riesgo de trastornos del espectro psicótico y proporcionarles intervenciones basadas en la evidencia oportunamente puede retrasar, mejorar o prevenir la aparición de síntomas psicóticos futuros (P. Fusar-Poli et al., 2014; Paolo Fusar-Poli et al., 2017). Con el objetivo de lograr una detección temprana, investigadores exploraron la estructura latente de los fenotipos de psicosis extendida en una muestra representativa de adolescentes. También compararon las asociaciones con el ajuste socioemocional, el rendimiento académico y el rendimiento neurocognitivo en los perfiles latentes (Lucas-Molina et al., 2020). Metodología: los participantes fueron 1506 estudiantes de entre 14 y 19 años de edad, 667 hombres (44,3%), derivados del muestreo aleatorio por conglomerados, en la región de La Rioja, España. Se utilizaron varias herramientas para medir el riesgo de psicosis, el bienestar subjetivo, el rendimiento académico y la neurocognición. Los alumnos pertenecían a diferentes escuelas de formación profesional y secundaria públicas y autónomas, y a diferentes niveles socioeconómicos. Instrumentos aplicados:
  • Cuestionario de evaluación de la esquizotipia de Oviedo revisitado (ESQUIZO-Qr) (Fonseca-Pedrero, 2010)
Este autoinforme evalúa los rasgos esquizotípicos en adolescentes. Incluye un total de 62 ítems calificados en una escala de respuesta de 5 puntos (de 1 “totalmente en desacuerdo” a 5 “totalmente de acuerdo”), agrupados en 10 subescalas, que a su vez forman tres dimensiones generales: distorsión de la realidad , anhedonia y desorganización social. Estudios previos han demostrado que ESQUIZO-Qr mostró propiedades psicométricas adecuadas (los niveles de consistencia interna para las subescalas oscilan entre 0,62 y 0,90) (Fonseca-Pedrero, Gooding, Ortuño-Sierra, Pflum, et al., 2016); (Fonseca-Pedrero, 2010).
  • El cuestionario prodrómico: breve (PQ-B) (Loewy et al., 2011)
El PQ-B es una medida de detección de riesgo de psicosis. Consta de 21 ítems dicotómicos (verdadero/falso) y dos preguntas adicionales de escala Likert sobre la frecuencia y la angustia o discapacidad relacionada. La adaptación española del PQ-B ha demostrado propiedades psicométricas adecuadas (puntuación total Omega = 0,92 y estructura factorial unidimensional) (Fonseca-Pedrero, Gooding, Ortuño-Sierra, & Paino, 2016).
  • Cuestionario de trastornos del estado de ánimo (MDQ) (Waleeprakhon et al., 2014)
Este instrumento onsta de 13 ítems dicotómicos (sí/no) basados ​​en los criterios del DSM-IV para el trastorno bipolar. Si el participante respalda 7 o más de los 13 ítems, confirma que 2 o más síntomas ocurrieron al mismo tiempo (Criterio 2) y califica el deterioro funcional como moderado a severo (Criterio 3), entonces el MDQ se considera positivo. En este estudio fue utilizada la versión española adaptada y validada en adolescentes y adultos jóvenes (alfa ordinal para el factor Energía-Actividad = 0,94 alfa ordinal para el factor Desinhibición-Atención = 0,89) (Fonseca-Pedrero, Ortuño-Sierra, et al., 2016).
  • El cuestionario de fortalezas y dificultades (SDQ) (Goodman, 1997)
El SDQ es un autoinforme que se ha utilizado para la evaluación de problemas emocionales y conductuales relacionados con la salud mental en adolescentes. Consta de 25 afirmaciones agrupadas en cinco subescalas: síntomas emocionales, problemas de conducta, hiperactividad, problemas con los compañeros y conducta prosocial. Las primeras cuatro subescalas dan una puntuación de dificultades totales. Los encuestados utilizaron una escala Likert de 3 puntos (0 = “No es cierto”, 1 = “Algo cierto”, 2 = “Completamente cierto”). En el presente estudio se utilizó la versión en español de la versión de autoinforme del SDQ (Ortuño-Sierra et al., 2018). El nivel de consistencia interna de la puntuación Total de dificultades fue de .84, oscilando entre .71 y .75 para las subescalas del SDQ.
  • Índice de bienestar personal: niños en edad escolar (PWI-SC) (Cummins, 2005)
Consta de ocho ítems, con opciones de respuesta que van desde 0 (“completamente insatisfecho”) hasta 10 (“completamente satisfecho”). Los ítems del PWI-SC evalúan la satisfacción subjetiva con un área específica de la vida (por ejemplo, nivel de vida, salud, logros en la vida). La puntuación total de la escala es el resultado de sumar las puntuaciones de estos 7 ítems, que van de 0 a 70 puntos. La validación del PWI-SC en español ha mostrado propiedades psicométricas adecuadas (puntuación total alfa = .85) (Fonseca-Pedrero, 2017).
  • El programa de 10 ítems de afectos positivos y negativos para niños (PANAS-C) (Ebesutani et al., 2012).
Consiste en 10 ítems y dos factores diseñados para medir el Afecto Positivo (PA, feliz, alegre, feliz, enérgico y orgulloso) y el Afecto Negativo (NA, deprimido, enojado, temeroso, asustado y triste). Los niños deben indicar hasta qué punto han experimentado cada emoción en las últimas semanas en una escala Likert de 5 puntos, desde 1 («muy poco o nada») a 5 («extremadamente o mucho»). Para este estudio se utilizó la versión española del PANAS-C (alfa para NA = .85; alfa para PA = .81). Resultados: Con base en tres indicadores psicométricos de riesgo de psicosis (rasgos esquizotípicos, experiencias de tipo psicótico y experiencias de tipo bipolar), se encontraron cuatro clases latentes: sin riesgo, de bajo riesgo, experiencias de alta distorsión de la realidad y alta propensión a la psicosis. Los grupos latentes de alto riesgo puntuaron significativamente más alto en dificultades de salud mental y afecto negativo, y más bajo en afecto positivo y bienestar, en comparación con los dos grupos sin riesgo. Además, estos grupos de alto riesgo tenían un número significativamente mayor de asignaturas académicas reprobadas en comparación con los grupos sin riesgo. No se encontraron diferencias estadísticamente significativas en la eficiencia del rendimiento en los dominios neurocognitivos en los cuatro perfiles latentes. Limitaciones: el equipo de investigación advierte sobre las siguientes limitaciones de su estudio: primero, los cambios biopsicológicos propios de la adolescencia (etapa en la que el cerebro, la cognición y la personalidad todavía se están consolidando) pueden haber afectado los resultados. Por otro lado, esta investigación sólo estudió los perfiles latentes a través de autoinformes. Existe un problema inherente en el uso de autoinformes como indicadores indirectos de este fenómeno. Además, estas medidas se han asociado con la estigmatización. Otra limitación fue el hecho de haber utilizado tres indicadores psicométricos específicos (ESQUIZO-Qr, PQ-B y MDQ) como índices tentativos de riesgo de psicosis. Existen otras variantes relevantes que no fueron analizadas, como el consumo de cannabis, experiencias traumáticas, etc. En cuarto lugar, la estructura latente encontrada aquí está claramente limitada por la herramienta utilizada y las construcciones medidas. Finalmente, se debe tener en cuenta que este estudio fue transversal, por lo que no pueden hacerse inferencias causa-efecto. Este estudio permite mejorar la identificación temprana de adolescentes en riesgo de trastorno mental grave en entornos escolares con el fin de prevenir la incidencia y la carga asociada con este tipo de problemas de salud mental. Referencias bibliográficas: Cummins RA, Lau ALD. Personal Wellbeing Index–School Children. 3rd Editio. 2005 Ebesutani, C., Regan, J., Smith, A., Reise, S., Higa-McMillan, C., & Chorpita, B. F. (2012). The 10-Item Positive and Negative Affect Schedule for Children, Child and Parent Shortened Versions: Application of Item Response Theory for More Efficient Assessment. En Journal of Psychopathology and Behavioral Assessment (Vol. 34, Número 2, pp. 191-203). https://doi.org/10.1007/s10862-011-9273-2 Fonseca-Pedrero, E. (2010). ESQUIZO-Q, Cuestionario Oviedo para la evaluación de la esquizotipia. TEA Ediciones. https://books.google.com/books/about/ESQUIZO_Q_Cuestionario_Oviedo_para_la_ev.html?hl=&id=QGeYXwAACAAJ Fonseca-Pedrero, E., Gooding, D. C., Ortuño-Sierra, J., & Paino, M. (2016). Assessing self-reported clinical high risk symptoms in community-derived adolescents: A psychometric evaluation of the Prodromal Questionnaire-Brief. Comprehensive Psychiatry, 66, 201-208. https://doi.org/10.1016/j.comppsych.2016.01.013 Fonseca-Pedrero, E., Gooding, D. C., Ortuño-Sierra, J., Pflum, M., Paino, M., & Muñiz, J. (2016). Classifying risk status of non-clinical adolescents using psychometric indicators for psychosis spectrum disorders. Psychiatry Research, 243, 246-254. https://doi.org/10.1016/j.psychres.2016.06.049 Fonseca-Pedrero, E., Ortuño-Sierra, J., Paino, M., & Muñiz, J. (2016). Screening the risk of bipolar spectrum disorders: Validity evidence of the Mood Disorder Questionnaire in adolescents and young adults. En Revista de Psiquiatría y Salud Mental (English Edition) (Vol. 9, Número 1, pp. 4-12). https://doi.org/10.1016/j.rpsmen.2016.01.006 Fonseca-Pedrero E. Bienestar emocional en adolescentes riojanos . La Rioja: Universidad de La Rioja: 2017. Fusar-Poli, P., Carpenter, W. T., Woods, S. W., & McGlashan, T. H. (2014). Attenuated psychosis syndrome: ready for DSM-5.1? Annual Review of Clinical Psychology, 10, 155-192. https://doi.org/10.1146/annurev-clinpsy-032813-153645 Fusar-Poli, P., McGorry, P. D., & Kane, J. M. (2017). Improving outcomes of first-episode psychosis: an overview. World Psychiatry: Official Journal of the World Psychiatric Association , 16(3), 251-265. https://doi.org/10.1002/wps.20446 Goodman, R. (1997). The Strengths and Difficulties Questionnaire: A Research Note. En Journal of Child Psychology and Psychiatry (Vol. 38, Número 5, pp. 581-586). https://doi.org/10.1111/j.1469-7610.1997.tb01545.x Loewy, R. L., Pearson, R., Vinogradov, S., Bearden, C. E., & Cannon, T. D. (2011). Psychosis risk screening with the Prodromal Questionnaire–brief version (PQ-B). Schizophrenia Research, 129(1), 42-46. https://doi.org/10.1016/j.schres.2011.03.029 Lucas-Molina, B., Pérez-Albéniz, A., Satorres, E., Ortuño-Sierra, J., Domínguez Garrido, E., & Fonseca-Pedrero, E. (2020). Identifying extended psychosis phenotypes at school: Associations with socio-emotional adjustment, academic, and neurocognitive outcomes. PloS One, 15(8), e0237968. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0237968 Ortuño-Sierra, J., Aritio-Solana, R., & Fonseca-Pedrero, E. (2018). Mental health difficulties in children and adolescents: The study of the SDQ in the Spanish National Health Survey 2011–2012. En Psychiatry Research (Vol. 259, pp. 236-242). https://doi.org/10.1016/j.psychres.2017.10.025 Waleeprakhon, P., Ittasakul, P., Lotrakul, M., Wisajun, P., Jullagate, S., & Ketter, T. A. (2014). Development and validation of a screening instrument for bipolar spectrum disorder: The Mood Disorder Questionnaire Thai version. Neuropsychiatric Disease and Treatment, 10, 1497-1502. https://doi.org/10.2147/NDT.S67842 Fuente: Plos One

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  • Psicología aplicada

Revisión sistemática de intervenciones psicosociales para personas con trastornos psicóticos y sus familias en el mundo árabe

  • Maria Fernanda Alonso
  • 17/09/2020
Cuando se diseñan intervenciones en salud mental estas deben, necesariamente, ser apropiadas dentro del contexto cultural donde serán aplicadas; de esta forma se mejora su aceptación y eficacia. El mundo árabe tiene un conjunto único de normas y valores socioculturales que los prestadores de servicios de salud mental deben respetar. Un equipo de investigadores realizó recientemente una revisión sistemática de la evidencia disponible sobre intervenciones familiares psicosociales adaptadas culturalmente en el mundo árabe. La revisión identifica el contenido y las características de estas intervenciones, determina las estrategias utilizadas para adaptarlas con éxito a la cultura árabe, evalúa la viabilidad y aceptabilidad de las intervenciones y evalúa su efectividad para los usuarios del servicio y sus familias (Al-Sawafi et al., 2020). ¿Por qué es importante? Las intervenciones familiares son prácticas basadas en la evidencia recomendadas internacionalmente para el abordaje de la esquizofrenia. Varios estudios han mostrado que el diseño de intervenciones adaptadas cultural y lingüísticamente tiene efectos moderados a significativos (National Collaborating Centre for Mental Health, 2010; L. B. Dixon et al., 2010; Kreyenbuhl et al., 2010; (Altschul, 1993; L. Dixon et al., 2001; McFarlane, 2016; Rathod et al., 2018). Metodología: el equipo de investigación realizó búsquedas en cinco bases de datos electrónicas, incluidas MEDLINE, CINAHL, Cochrane Library, PsycINFO y EMBASE, con el fin de hallar artículos escritos en árabe e inglés desde el inicio hasta agosto de 2019. Los datos se extrajeron y sintetizaron de forma narrativa. Criterios de inclusión y exclusión: Los investigadores determinaron los siguientes criterios para la inclusión de artículos:
  1. Todos los diseños de estudio que evaluaran o desarrollaran cualquier tipo o formato de intervenciones familiares psicosociales adaptadas culturalmente en el mundo árabe. Las intervenciones podrían ser psicoeducación, terapia familiar, asesoramiento, capacitación en habilidades de comunicación y resolución de problemas o TCC.
  2. Participantes que eran parientes o miembros de la familia que cuidaban a una persona con esquizofrenia o trastornos relacionados.
  3. La mayoría de los cuidadores (70% o más) eran adultos de 18 años o más, y la mayoría (70% o más) de personas que tenían esquizofrenia o trastornos relacionados según los criterios de la CIE-10.
Se excluyeron los artículos si:
  1. La intervención no incluyó a familiares o cuidadores
  2. No estaban en los idiomas árabe o inglés.
Hallazgos: encontraron seis estudios de los cuales: tres eran estudios controlados aleatorios (Ahmed & Ghaith, 2018; Hasan et al., 2014; Rami et al., 2018), dos eran estudios no aleatorios (El-Shafei et al., 2008; Soliman, 2018) y el sexto era un estudio cualitativo (Al-HadiHasan et al., 2017). Señalan por lo tanto que existe evidencia limitada sobre intervenciones familiares adaptadas culturalmente en la región árabe. Sin embargo, el proceso de adaptación cultural fue integral y se informó que la implementación era factible y aceptable. Características de las intervenciones Las intervenciones en los seis estudios se realizaron en Egipto y Jordania. El estudio cualitativo (Al-HadiHasan et al., 2017) fue la segunda etapa de otro estudio de la revisión (Hasan et al., 2014). A pesar de las diferencias en el contenido, todos los estudios compartieron el mismo componente de psicoeducación, y dos incluyeron habilidades de comunicación y resolución de problemas (Rami et al., 2018; Hasan et al., 2014), mientras que en ElShafei et al. (2008) utilizaron sesiones de asesoramiento. También tuvieron variaciones en cuanto al modo de administración, la duración y el número de sesiones. Todos los estudios excepto (Ahmed & Ghaith, 2018) contaron con sesiones individuales y familiares a las que asistieron pacientes y sus cuidadores. Cuatro de los estudios se realizaron en un entorno clínico en el departamento de pacientes ambulatorios (Rami et al., 2018; Ahmed & Ghaith, 2018; Soliman, 2018: El-Shafei et al., 2008), y uno se realizó mediante un folleto dentro de la casa del paciente (Hasan et al., 2014). La duración de la intervención varió de 8 semanas a 6 meses. La duración de una sesión individual se informó en dos estudios como de 60 min (Ahmed & Ghaith, 2018; Rami et al., 2018). Los proveedores de atención médica o los investigadores dirigieron todas las intervenciones; ninguna de las cuales fue llevada a cabo en entornos hospitalarios. Todos los estudios compararon la intervención familiar con la atención estándar. Adaptación de intervenciones Todos los estudios realizaron adaptaciones en cuanto al idioma, el contexto y la forma de realización, y la familia. El contenido de las intervenciones se modificó y se tradujo al árabe simple y se simplificó la complejidad de la psicoeducación. En relación al contexto y forma de realización, las intervenciones fueron en sesiones de terapia individuales en lugar de grupos para facilitar el contexto cultural de los árabes. Todos los estudios reconocieron el importante papel de la familia y sus distintas estructuras y procesos. Advierten los investigadores que la calidad metodológica de los estudios incluidos fue en general deficiente, por lo que existe el riesgo de subestimar el tamaño del efecto de las intervenciones debido a la falta de rigor y la presencia de sesgo. Esta revisión confirma la viabilidad de implementar intervenciones basadas en la evidencia con algunas modificaciones y adaptaciones que sean más apropiadas culturalmente en el lugar donde se aplican. Además, los datos sugieren que cualquier intervención orientada a la familia para abordar la esquizofrenia probablemente sea mejor que la atención estándar tanto para los pacientes como para sus familias. Referencias bibliográficas: Ahmed, H. A. E., & Ghaith, R. F. H. (2018). Effect of psycho-educational program on families’ perception of burden and attitudes toward mental illness among caregivers of patients with schizophrenia. En Egyptian Nursing Journal (Vol. 15, Número 3, p. 331). https://doi.org/10.4103/enj.enj_25_18 Al-HadiHasan, A., Callaghan, P., & Lymn, J. S. (2017). Qualitative process evaluation of a psycho-educational intervention targeted at people diagnosed with schizophrenia and their primary caregivers in Jordan. BMC Psychiatry, 17(1), 68. https://doi.org/10.1186/s12888-017-1225-2 Al-Sawafi, A., Lovell, K., Renwick, L., & Husain, N. (2020). Psychosocial family interventions for relatives of people living with psychotic disorders in the Arab world: systematic review. BMC Psychiatry, 20(1), 413. https://doi.org/10.1186/s12888-020-02816-5 Altschul, A. T. (1993). Families of Schizophrenic Patients: Cognitive Behavioural Intervention. En Journal of Advanced Nursing (Vol. 18, Número 11, pp. 1851-1852). https://doi.org/10.1046/j.1365-2648.1993.181118497.x Dixon, L. B., Dickerson, F., Bellack, A. S., Bennett, M., Dickinson, D., Goldberg, R. W., Lehman, A., Tenhula, W. N., Calmes, C., Pasillas, R. M., Peer, J., Kreyenbuhl, J., & Schizophrenia Patient Outcomes Research Team (PORT). (2010). The 2009 schizophrenia PORT psychosocial treatment recommendations and summary statements. Schizophrenia Bulletin, 36(1), 48-70. https://doi.org/10.1093/schbul/sbp115 Dixon, L., McFarlane, W. R., Lefley, H., Lucksted, A., Cohen, M., Falloon, I., Mueser, K., Miklowitz, D., Solomon, P., & Sondheimer, D. (2001). Evidence-based practices for services to families of people with psychiatric disabilities. Psychiatric Services , 52(7), 903-910. https://doi.org/10.1176/appi.ps.52.7.903 El-Shafei, A., Hussein, H., & Okasha, T. (2008). 52 – Working with families of patients with schizophrenia: A rewarding alternative to classical community care in developing countries. En Schizophrenia Research (Vol. 98, p. 55). https://doi.org/10.1016/j.schres.2007.12.119 Hasan, A. A., Callaghan, P., & Lymn, J. S. (2014). Evaluation of the impact of a psycho-educational intervention on knowledge levels and psychological outcomes for people diagnosed with Schizophrenia and their caregivers in Jordan: a randomized controlled trial. En BMC Psychiatry (Vol. 14, Número 1). https://doi.org/10.1186/1471-244x-14-17 Kreyenbuhl, J., Buchanan, R. W., Dickerson, F. B., & Dixon, L. B. (2010). The Schizophrenia Patient Outcomes Research Team (PORT): Updated Treatment Recommendations 2009. En Schizophrenia Bulletin (Vol. 36, Número 1, pp. 94-103). https://doi.org/10.1093/schbul/sbp130 McFarlane, W. R. (2016). Family Interventions for Schizophrenia and the Psychoses: A Review. Family Process, 55(3), 460-482. https://doi.org/10.1111/famp.12235 National Collaborating Centre for Mental Health. (2010). Schizophrenia: the NICE guideline on core Interventions in the treatment and management of schizophrenia in adults in primary and secondary care (updated edition). National Clinical Guideline, (82). Rami, H., Hussien, H., Rabie, M., Sabry, W., Missiry, M. E., & Ghamry, R. E. (2018). Evaluating the effectiveness of a culturally adapted behavioral family psycho-educational program for Egyptian patients with schizophrenia. Transcultural Psychiatry, 55(5), 601-622. https://doi.org/10.1177/1363461518782520 Rathod, S., Gega, L., Degnan, A., Pikard, J., Khan, T., Husain, N., Munshi, T., & Naeem, F. (2018). The current status of culturally adapted mental health interventions: a practice-focused review of meta-analyses. En Neuropsychiatric Disease and Treatment (Vol. 14, pp. 165-178). https://doi.org/10.2147/ndt.s138430 Soliman, E. S., Mahdy, R. S., & Fouad, H. A. (2018). Impact of psychoeducation program on quality of life of schizophrenic patients and their caregivers. Egyptian Journal of Psychiatry, 39(1), 35. Fuente: BCM Psychiatry

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  • Apps para psicólogos

Páginas para descargar plantillas de PowerPoint, Google Docs, Keynote

  • David Aparicio
  • 17/09/2020

El diseño de las diapositivas es uno de los elementos claves para una una buena presentación. Pero diseñar cada elemento, elegir los colores y formas puede consumir tiempo que necesitas para pulir la información y practicar cómo vas decir y explicar los conceptos.

Para ahorrarte tiempo y energía, hemos seleccionado una serie de páginas webs con plantillas para crear hermosas diapositivas en PowerPoint, Google Slides y Apple Keynote. Solo tienes que explorar los diseños, elegir el que más te guste y empezar a trabajar en tu presentación.

PowerPoint

  • Infografia
  • GraphicMama
  • CreativeMarket
  • Slidesgo
  • SlidesCarnival
  • Free PowerPoint Template Design
  • SlideModel (16 plantillas gratuitas)
  • Canva
  • PresentationGo
  • SlideHunter
  • TemplatesWise
  • Poweredtemplate
  • SlideSalad

Google Slides

  • GoogleSlidesPPT
  • Hislide
  • SlidesGala
  • Slides Members
  • FreeGoogleSlidesTemplates

Apple Keynote

  • Speckyboy
  • GraphicPanda
  • JustFreeSlide
  • DesignHack
  • TemplateMonster

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  • Psicología aplicada

El 40% de los adultos estadounidenses informó que su salud mental empeoró debido a la pandemia

  • Maria Fernanda Alonso
  • 17/09/2020
Uno de los últimos reportes presentados por los Centros de Control y Prevención de Enfermedades, de EEUU, muestra que el 40% de las personas adultas informaron un empeoramiento de su salud mental asociado con la pandemia de COVID-19. Destacan además que quienes se identificaron como personas negras y/o hispanas, trabajadores esenciales y cuidadores de adultos no remunerados, informaron resultados de salud mental desproporcionadamente peores (Czeisler et al., 2020). ¿Por qué es importante? Conocer los grupos más afectados por la pandemia en cuanto a su salud mental es esencial para abordar las disparidades en esta área y sirve de guía para preparar los sistemas de apoyo necesarios para mitigar las consecuencias que pueda tener a medida que se desarrolla la pandemia, señalan los autores. Metodología: 5470 personas mayores de 18 años fueron encuestadas en EEUU entre el 24 y el 30 de junio. Para evaluar si los participantes tenían síntomas de ansiedad y/o trastornos depresivos se utilizó el Cuestionario de Salud del Paciente; y, para evaluar síntomas de trastornos relacionados a traumas y factores de estrés se utilizó la Escala de Impacto de Eventos. Además, se les preguntó si habían comenzado o aumentado el uso de sustancias para hacer frente al estrés o las emociones relacionadas con la pandemia y si habían considerado seriamente el suicidio en los últimos 30 días. Hallazgos: los resultados de la investigación mostraron que el 40,9% de los encuestados informaron síntomas de al menos una condición de salud mental adversa, incluida la ansiedad, la depresión y un mayor uso de sustancias para hacer frente al estrés relacionado con la pandemia. Aproximadamente una cuarta parte de los encuestados informaron síntomas de trastornos relacionados con el trauma y los factores de estrés (incluido el trastorno de estrés postraumático, el trastorno de estrés agudo y los trastornos de adaptación), relacionados con la pandemia. El equipo de investigación resalta que en relación a haber considerado seriamente el suicidio en los últimos 30 días, el porcentaje fue significativamente mayor entre las personas de 18 a 24 años, los miembros de grupos étnicos/raciales minoritarios, los cuidadores de adultos no remunerados y los trabajadores esenciales. En comparación con los resultados de encuestas similares realizadas en 2019, la prevalencia de los síntomas del trastorno de ansiedad fue tres veces mayor, mientras que la prevalencia del trastorno depresivo fue cuatro veces mayor. Esta marcada diferencia resalta el amplio impacto de la pandemia, así como la necesidad de prevenir y tratar oportunamente las consecuencias que se derivan. Estrategias de comunicación, intervención y prevención, diseñadas para llegar a los grupos más afectados, podrían ayudar a abordar diversas afecciones de salud mental asociadas con la pandemia de COVID-19, señalan los autores y aconsejan el uso de herramientas de la tecnología como las terapias online, que se han mostrado efectivas para el tratamiento de depresión, ansiedad, estrés, ideación suicida, abuso de sustancias, entre otras condiciones. Referencia bibliográfica: Czeisler, M. É., Lane, R. I., Petrosky, E., Wiley, J. F., Christensen, A., Njai, R., Weaver, M. D., Robbins, R., Facer-Childs, E. R., Barger, L. K., Czeisler, C. A., Howard, M. E., & Rajaratnam, S. M. W. (2020). Mental Health, Substance Use, and Suicidal Ideation During the COVID-19 Pandemic – United States, June 24-30, 2020. MMWR. Morbidity and Mortality Weekly Report, 69(32), 1049-1057. https://doi.org/10.15585/mmwr.mm6932a1 Fuente: Psychiatric News

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  • Psicología aplicada

Desafíos para practicar una crianza guiada por valores en momentos de pandemia

  • Susana Almada
  • 17/09/2020
La experiencia de “Practicando una crianza guiada por valores”, como taller participativo dirigido a padres y cuidadores, fue pensada y elaborada dentro de la situación de ASPO (Aislamiento Social Preventivo Obligatorio) en el Área Metropolitana de Buenos Aires, provocada por la pandemia del COVID-19. La situación de cuarentena ha supuesto un desafío global, especialmente, para las familias en las que padres e hijos han sido confinados durante largos períodos de tiempo, con una ruptura repentina y sostenida en su sistema de organización y convivencia. Esta situación de excepcionalidad incrementa las interacciones entre los miembros de la familia y, con ello, las ocasiones para fortalecer comportamientos o hábitos que beneficien la convivencia o generar otros que la perjudiquen. Durante el confinamiento, las facetas laborales, educativas y de ocio confluyen en el mismo contexto, el hogar, y, por ello, se hace más necesaria una organización flexible de las actividades, para que cada miembro de la familia pueda responder ante esta situación excepcional del modo más útil. La investigación sobre la aplicación de ACT en contextos no clínicos allana el camino para el desarrollo de nuevas líneas de actuación ante situaciones tan excepcionales como el confinamiento durante largos periodos de tiempo. Como terapeutas clínicos, continuamos ofreciendo contención y orientación a las familias por medios virtuales y eso inspiró este aporte que tiene dos ejes de trabajo clínico al servicio de ofrecer preguntas orientadas a favorecer la toma de perspectiva que podrían ser de utilidad para operacionalizar los valores en metas y conductas dentro de este contexto inédito. Pensamos que podemos llevar algunas herramientas clínicas al ámbito familiar, lo que puede ayudar a las familias a favorecer el desarrollo de la capacidad de madres, padres y cuidadores para comprometerse con acciones concretas y valiosas que funcionen, (entendiendo el contexto de cada familia en particular) al servicio de la aceptación y la toma de perspectiva de pensamientos, emociones y sensaciones que ocurren o interfieren en el desarrollo tanto personal como familiar.
  • Primer eje: el análisis funcional de la conducta clínica donde Coyne y Cairns (2016), plantean que abordar e integrar las conductas verbales de los padres al análisis funcional nos permite entender la incidencia del seguimiento de reglas en los comportamientos. Considerando los antecedentes, la conducta específica y las consecuencias activas en el ambiente, podemos entender la función del comportamiento del niño en relación al contexto y realizar intervenciones adecuadas para favorecer el desarrollo de alternativas flexibles. Los aportes de la teoría de marcos relacionales (RFT) nos permiten incorporar al análisis conductual clases funcionales de comportamientos que se generalizan en contextos diversos en manera relativamente independiente a las contingencias naturales. Skinner (1957) los definió como conductas gobernadas por reglas. El acto del habla y del pensar son conductas que se interrelacionan y transforman en manera bidireccional y múltiple. Así mismo, las emociones también son conceptualizadas como conductas-estímulo con capacidad de generar y de ser afectadas por relaciones y transformaciones arbitrarias. De acuerdo a Kohlberg, Tsai & Kanter (2009): el acto de hablar, nuestras acciones, nuestras emociones, nuestras reglas y pensamientos son conductas con capacidad de establecer relaciones y transformaciones entre sí y en función del contexto y que en un análisis funcional podrían ser distinguidas como conductas clínicamente relevantes. La terapia de aceptación y compromiso, provee instrumentos útiles para el abordaje de reglas y marcos relacionales que podrían facilitar el ejercicio de una parentalidad efectiva y flexible.
  • Segundo eje: una parentalidad basada en valores. Los valores son las cualidades que deseamos que tengan nuestras acciones. Constituyen la dirección para el desarrollo personal que elegimos y esta orientación opera como guía de las conductas. La acción comprometida es el proceso de llevar a cabo los comportamientos guiados por valores aceptando los eventos privados dolorosos en pos de “hacer lo que nos es importante” (Polk y Schoendorff, 2014). Asistir a los adultos significativos en el descubrimiento de los valores a partir de los cuales desean orientar la crianza suele ser productivo (Coyne, 2009). Con el tiempo las acciones comprometidas reguladas verbalmente tenderán a ser reforzadas por las consecuencias directas provistas por el contexto, tales como la mejoría de las dificultades, el incremento de la alegría compartida y una mayor armonía en el vínculo (Backen Jones et al., 2016).
El objetivo es potenciar repertorios de flexibilidad psicológica que permitan que tanto padres como hijos puedan seguir dedicando energía a lo que les “nutre” en sus vidas, aun experimentando en ocasiones malestar en formas de ansiedad, frustración, miedo, tristeza, enojo, etc. Creemos importante el trabajo con los valores de las figuras parentales debido a que favorece la aceptación de las situaciones problemáticas y los eventos privados dolorosos. El propósito de estos procedimientos se orienta al desarrollo de la regulación emocional y la flexibilidad psicológica en los adultos, permitiendo el manejo de sus propios pensamientos y emociones dolorosas suscitadas en las situaciones conflictivas, la toma de contacto directa con las prioridades de cada situación, una mayor empatía hacia los niños afectados y el ejercicio efectivo de las competencias provistas por los programas de orientación a padres. A través del armado de un mapa que nos guíe, trabajamos con las familias participantes conductas que les alejan y otras que les acercan al tipo de familia que les gustaría ser en este contexto inédito. Utilizamos el análisis funcional de la conducta para situar las conductas problemáticas en un contexto, donde las familias puedan observar no sólo la conducta disruptiva, sino también qué la antecede (vulnerabilidades, factores predisponentes, eventos desencadenantes, enlaces) y cuáles son las consecuencias generadas por esa conducta a corto y largo plazo. Por otra parte, utilizamos la matrix como herramienta para cultivar flexibilidad psicológica, abordando los eventos internos y las conductas parentales de un modo simple, gráfico, que sea fácil de implementar en los hogares luego del taller. Lo que nos gusta de la matrix es que nos ayuda a abordar algunas cuestiones de las familias de una forma simple y no complicar el terreno para alcanzar la práctica de la flexibilidad psicológica. La esencia de la matrix es la posibilidad de ver nuestro propio comportamiento en términos de los 5 sentidos y aquello que no se ve, que es la mente. Y así observar cómo te atascas, notas desde tu propia experiencia cómo funciona aquello que haces, tomando como criterio ¿funciona lo que hacemos? ¿Quién no se atascó alguna vez con esto? ¿Me estoy alejando o acercando de aquello que es importante para mí? Y este trabajo, allana el camino para volver a conectar y estar en el momento presente y poder vincularnos con aquello que es más importante para estas familias en este contexto tan limitante y difícil cómo es el de la pandemia. Observamos durante el transcurso del taller que las conductas indeseadas muchas veces tienen un largo historial de desarrollo y podría llevar un tiempo antes de que los cambios en los comportamientos de los padres incidan en las conductas de los hijos. Debido a que las consecuencias de la implementación de estrategias por parte de los padres no siempre son reforzantes a corto plazo, asistir a los adultos significativos en el tener claridad de los valores a partir de los cuales desean orientar la crianza suele colaborar en la mejora de las estrategias que utilizan. Con el tiempo las acciones comprometidas guiadas por esos valores tenderán a ser reforzadas por las consecuencias directas que nos brinda el contexto, es decir, la mejoría de las dificultades, el incremento de la alegría compartida y una mayor armonía en el vínculo. Lo interesante de este momento tan peculiar es el hecho de que tanto los profesionales como las familias respondemos sensiblemente al mismo contexto, de algún modo compartimos exactamente la misma experiencia, por eso nuestra propuesta, se convierte en un espacio colectivo donde con cierta intimidad se puede explorar con confianza eso que se siente y así orientar modos de acción y cultivar valores favoreciendo la flexibilidad psicológica, importantísima para cuidar la salud mental de las familias. *Este artículo fue escrito por Vanina Teti y Susana Almada. Lista de referencias
  • Alonso Sanz, A., Barbero Rubio, A. y Gil Luciano, B. (2020) Consideraciones sobre conducta infantil y confinamiento en la crisis por COVID-19 desde la perspectiva funcional del Análisis de la conducta y ACT.
  • MICPSY (2020) Pautas de convivencia con niños durante COVID-19.
  • Olaz, F., Polk, K. La Matrix, Manual del usuario.
  • Mandil J., Jose Quintero P., Maero F. ACT Terapia de Aceptación y compromiso para adolescentes. Editorial Akadia
  • Kelly G., Soriano, L. (2002) Terapia de Aceptación y compromiso, un tratamiento conductual orientado a valores.
  • Hayes, S. (2013). Sal de tu mente, entra en tu vida. La nueva terapia de aceptación y compromiso. Bilbao: DDH. (Original del 2006)
  • Mandil, J. (2016) Terapia de aceptación y compromiso para padres de niños con conductas disruptivas. Psyciencia: https://www.psyciencia.com//terapia-aceptacion-compromiso-act-padres-ninos-conductas-disruptivas/
  • Ascanio-Velasco L. y Ferro-García R. (2018). Combinando la terapia de aceptación y compromiso con la terapia de interacción padres-hijos en un niño con graves problemas de conducta. Revista de psicología clínica con niños y adolescentes.

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