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Salud Mental y Tratamientos

1162 Publicaciones

Incluye trastornos, psicopatología y terapias.

  • Salud Mental y Tratamientos

The Rosie Project, una novela que definitivamente deberías leer

  • David Aparicio
  • 30/11/2014

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Fue en esos momentos de aburrimiento que me dan los sábados a la noche, cuando me encontré con las reseñas de los libros que ha leído Bill Gates durante el año. En esa lista se encuentran muchos libros de economía, salud y tecnología. Pero la que más me llamó la atención fue la reseña de un libro de ficción que llegó a sus manos a través de las recomendaciones de su esposa Melinda y según Gates una de las novelas más profundas que ha leído.

La novela se llama The Rosie Project y cuenta la historia de Don Tilman, un brillante profesor de genética que no sabe que tiene Asperger y que ha decidido que es tiempo de encontrar a una esposa y para ello diseña un plan basado en evidencia. El mismo consiste en un cuestionario de 16 páginas validado que lo ayudará a encontrar a la esposa perfecta, filtrando así a las impuntuales, fumadoras y bebedoras.

Sin embargo, la vida hace que se encuentre con Rosie Jarman una mujer intrépida e inteligente pero con todas las características que la descalificarían del Proyecto Esposa. Don la ayuda en la búsqueda de su padre biológico y es durante este viaje, lleno de complicadas y divertidas situaciones, que él descubre que el arte del amor no está en la ciencia.

Realmente he disfrutado esta novela. Es conmovedora, divertida e inteligente y me ha acercado más a lo que una persona con Asperger podría sentir cuando tiene que enfrentar situaciones sociales que para nosotros pasan desapercibidas.

Aquí les dejo un pequeño fragmento:

¨Me llamo Don Tillman, tengo treinta y nueve años y soy profesor adjunto de Genética en la Universidad de Melbourne. Mi trabajo está bien remunerado, me alimento de forma equilibrada y regular, y mi condición física es óptima. En el reino animal, no tendría ninguna dificultad para aparearme, pero en el humano, nunca he logrado tener una segunda cita con la misma mujer. Los motivos de mi fracaso no termino de entenderlos, y como las estadísticas muestran que los hombres casados son, en promedio, más felices y viven más tiempo, he decidido poner en marcha un programa vital para mí, el Proyecto Esposa. A tal fin, he creado un algoritmo perfecto que me permitirá excluir las candidatas inadecuadas: las fumadoras, las impuntuales, las desorganizadas, las que dedican demasiado tiempo a su aspecto exterior… en suma, todas aquellas que no respondan a los estrictos criterios que se exponen en el cuestionario de dieciséis páginas que he elaborado. Este libro es el informe científico —aunque me han explicado que hay que denominarlo novela— acerca del resultado de mi proyecto. Quien lo lea descubrirá que la candidata menos apropiada se llama Rosie; y también encontrará la respuesta a una pregunta fundamental: ¿puede el amor cambiar la vida de una persona, incluso de un individuo como yo?¨

Puedes comprar The Rosie Project en Inglés (8.99 dólares)  y Español (10.59 dólares)

Por favor compártenos tus opiniones y que sentiste cuando la leíste en la sección de comentarios que está más abajo.

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  • Salud Mental y Tratamientos

Terapia integral de parejas – un abordaje de tercera generación

  • Fabián Maero
  • 27/11/2014

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Después de un año agitado, retomamos la serie de terapias de tercera ola, que habíamos dejado olvidada y abandonada.

Para darles un poco de contexto, hace un buen tiempo publicamos una serie de artículos dedicada al campo de las denominadas “terapias de tercera ola”, o “tercera generación” o “terapias contextuales” (apelativos sobran, como verán). Inicialmente dimos un panorama general sobre estas terapias, que pueden visitar en este link. Luego de ello, empezamos a dar breves descripciones sobre los modelos específicos de terapia: empezamos por las terapias basadas en mindfulness, luego seguimos por Terapia Metacognitiva, luego Entrevista Motivacional, Activación Conductual, y llegamos hasta Psicoterapia Funcional Analítica, en donde por razones ajenas a nuestra voluntad (pereza, básicamente), discontinuamos la serie que hoy, después de múltiples amenazas y ultimátums, retomamos.

El modelo que vamos a recorrer brevemente hoy es Terapia Conductual Integrativa de Pareja (IBCT, por las siglas en inglés). Es particularmente interesante porque si bien hay intervenciones para parejas desde los otros modelos de tercera ola (ACT y modelos basados en mindfulness, por ejemplo), IBCT es el único modelo dentro de tercera ola que expresamente está diseñado para ello.

Terapia Conductual Integrativa de Pareja

El abordaje IBCT fue desarrollado por Andrew Christensen y  Neil S. Jacobson durante la década de los 90 (de paso, este es el mismo Neil Jacobson que ha estado detrás del resurgimiento de Activación conductual). IBCT es un modelo que comparte el énfasis en la aceptación y apertura emocional que caracteriza a la mayoría de las terapias de tercera ola, pero dentro de una pareja en lugar de hacerlo de manera individual.

Vale la pena detenernos e insistir en un punto: una característica que IBCT comparte con otros modelos de tercera ola es que pertenece a la tradición empírica, no a la especulativa. Esto es importante porque si bien hay muchísimos modelos de terapia de pareja disponibles, en su gran mayoría se trata de modelos especulativos. Esto no los vuelve inútiles, por supuesto, pero como suele pasar, a los modelos puramente especulativos o intuitivos les resulta difícil cambiar o corregir sus errores.

IBCT es un modelo que comparte el énfasis en la aceptación y apertura emocional

IBCT entonces, no sólo pertenece a las terapias de tercera ola, sino además a las terapias de pareja basadas en evidencia, tales como Terapia Conductual de Pareja (TBCT por las siglas en inglés; Jacobson & Margolin, 1979), o Terapia Cognitivo-Conductual de Pareja (CBCT por las siglas en inglés; Baucom & Epstein, 1990).

¿Cómo funciona entonces IBCT?

En primer lugar el terapeuta intenta generar y compartir una “formulación”, es decir, una explicación  de por qué la pareja ha llegado a la situación actual, basándose en la evaluación de múltiples dimensiones durante las primeras entrevistas. La formulación tiene como finalidad proveer una idea organizadora de la situación de la pareja. Una formulación en IBCT tiene tres componentes:

El tema: El tema representa funciones comunes en una amplia gama de conductas problemáticas en una pareja; es decir, el tema resume cuál es el eje del conflicto en esa pareja. Por ejemplo, algunos temas que organizan los conflictos en una pareja son “cercanía-distancia”, en donde el foco de conflicto reside en que uno de los miembros busca cercanía y el otro busca autonomía, o bien “control-responsabilidad”, o “artista vs científico”, “convencionalidad-no convencionalidad”, entre  varios otros.

El terapeuta intenta generar y compartir una “formulación”, es decir, una explicación  de por qué la pareja ha llegado a la situación actual

El segundo punto de la formulación es la polarización. Ésta se refiere a cómo los intentos de lidiar con las diferencias que surgen a partir del tema llevan a que las posiciones se extremen y las diferencias se exacerben. Por ejemplo, frente a un tema de cercanía-distancia, el proceso de polarización podría ser que uno de los miembros se acerca buscando cercanía, el otro se aleja buscando distancia, que a su vez genera que el otro miembro busque cercanía, etc.

El último punto que se incluye en la formulación es la trampa mutua: se denomina así al resultado del proceso de polarización, y se refiere a la experiencia privada de cada uno de los miembros de la pareja de sentirse atascado y desesperanzado, una experiencia que puede describirse aproximadamente así: “He hecho todo lo que pude pensar para cambiar a esta persona. Y aun así, cuanto más lo intento, peor se ponen las cosas. Pero no sé qué otra cosa hacer. Si me rindo, la relación está condenada a ser de una manera que no quiero. Nada va a cambiar. Por eso no veo otra alternativa más que continuar mis esfuerzos, aún si no han servido de mucho hasta ahora (…) Pero no me siento optimista, así que estoy atascado/a. No puedo detenerme, pero continuar parece empeorar las cosas”. Es interesante mencionar que Jacobson y Christensen (1996), señalan que esta sensación de estar estancados raramente es explicitada y etiquetada y que las parejas que pueden explicitarla y discutirla por lo general no necesitan de la terapia. 

La formulación se realiza durante las primeras entrevistas; no se trata de una etiqueta fija e inamovible sino de un concepto más bien fluido y dinámico que puede modificarse durante el curso del tratamiento. Una vez que se llega a una formulación, el terapeuta formula un plan de tratamiento basándose en ésta. 

Intervenciones

A grandes rasgos hay dos tipos de intervenciones en IBCT: las intervenciones para generar aceptación y las intervenciones para generar cambio. Dentro de cada categoría hay estrategias generales y dentro de cada estrategia hay técnicas específicas.

Intervenciones de aceptación

Las intervenciones de aceptación comprenden dos estrategias generales: “Aceptación enfocada a la intimidad” y “Tolerancia”.

1. Aceptación enfocada a la intimidad esta estrategia se enfoca en aceptar para poder transformar las diferencias en oportunidades de construir intimidad y cercanía. Esta estrategia se encarna en diversas técnicas, como por ejemplo:

  • Acercamiento empático: consiste en generar aceptación a través de reencuadrar las conductas problemáticas en términos de la formulación general. Así las conductas negativas y los problemas se reformulan como una expresión del tema de la pareja y de la polarización de la lucha. Una reformulación más compasiva y desculpabilizante permite que las diferencias se transformen en puntos de encuentro.
  • Desapego unificado: esta técnica, similar a un análisis funcional “en frío”, consiste en promover una toma de perspectiva descriptiva y desapegada con respecto al problema. Tal como lo describen Jacobson y Christensen:  “El terapeuta involucra a la pareja en una conversación acerca de la secuencia del conflicto entre ellos, acerca de lo que ‘dispara’ las reacciones de cada uno, y acerca de la interconexión de los incidentes específicos con cada uno y con su tema. En esas discusiones el terapeuta cuidadosamente evita cualquier análisis evaluativo que pueda asignar responsabilidad o culpa a una persona. El énfasis se pone en una descripción desapegada de la secuencia problemática.»

No se trata de una etiqueta fija e inamovible sino de un concepto más bien fluido y dinámico

2. Tolerancia la meta es minimizar el impacto de las conductas negativas del cónyuge. La intención de las técnicas de tolerancia no es transformativa (como sí es en el caso anterior), sino de reducción del impacto.  Se utilizan cuatro técnicas dentro de esta estrategia

  • Destacar las características positivas de la conducta negativa
  • Juegos de rol de la conducta negativa en sesión
  • Fingir conductas negativas entre sesiones (similar a prescripción del síntoma)
  • Auto-cuidados
Técnicas de cambio

Intercambio de conducta: estas son técnicas conductuales dirigidas directamente a aumentar las conductas positivas (definidas así en términos de la formulación), y disminuir las conductas negativas. 

Entrenamiento en comunicación/resolución de problemas: esta estrategia abarca el entrenamiento en habilidades de comunicación. También se incluyen aquí estrategias de validación. Estas técnicas enseñan a las parejas a escuchar y a expresarse de manera directa pero no culpabilizante, de manera de complementar el trabajo de aceptación.

El terapeuta de ICT tiene que desarrollar la habilidad de encontrar compasión y simpatía por la historia de cada persona

Es por la convivencia de estrategias de aceptación y cambio que esta terapia recibe su denominación de  “Integrativa”. A lo largo del tratamiento, el terapeuta propondrá estrategias en una u otra dirección de acuerdo al progreso del tratamiento y la formulación realizada. En algunos casos, se utilizarán más las intervenciones de aceptación, en otros casos más las intervenciones de cambio, dependiendo de los avatares de la terapia.

Conductismo y compasión para dos

El proceso de IBCT, resumido, consiste entonces en lo siguiente:

  • Evaluar y llegar a una formulación compartida e integradora del problema
  • Utilizar integrativamente estrategias de aceptación y cambio según la formulación y los análisis funcionales que se van realizando.

Cabe señalar que este proceso sucede, necesariamente, en un contexto de sensibilidad hacia el malestar y compasión. La siguiente cita se refiere a una de las habilidades que se requieren de un terapeuta IBCT

“El terapeuta de ICT tiene que desarrollar la habilidad de encontrar compasión y simpatía por la historia de cada persona, sin importar que tan antipático o beligerante parezca ser uno de los conyuges. Nuestra posición es que la vasta mayoría de personas actúan disfuncionalmente en relaciones porque están sufriendo –a menudo de maneras que no llegan a percibir. “

– Jacobson y Christensen, 1996

Encontramos nuevamente aquí el hilo que se enhebra en prácticamente todas las terapias de tercera ola: la utilización de tecnologías de cambio muy efectivas, siempre en un contexto de compasión y aceptación.  La evidencia hasta el momento para IBCT es promisoria. Si bien es difícil evaluar la eficacia de una terapia de pareja, IBCT muestra una prometedora evidencia. En una serie de estudios, Christensen (2004), reporta que el tratamiento de IBCT mejoró la satisfacción con la pareja, la estabilidad y la comunicación, tanto a corto como a largo plazo (Baucom et al, 2011).

En resumen, se trata de una forma de tratamiento interesante para los profesionales que trabajen con esta población y a la vez estén interesados en terapias de tercera ola . Si están interesados en leer más, pueden comprar el libro en Amazon , o visitar el sitio web para obtener más información al respecto.

Por consultas, críticas o amenazas, tienen la sección de comentarios debajo. ¡Nos leemos luego!

Ilustraciones de Fabián Valenzuela. Te invitamos a visitar su Página de Facebook  para que conozcas más de su trabajo.

Referencias

Jacobson, N. S., & Christensen, A. (1996). Acceptance and change in couple therapy: A therapist’s guide to transforming relationships. New York, NY: Norton

Christensen, A., Atkins, D. S., Berns, S., Wheeler, J., Baucom, D. H. & Simpson, L. E. (2004). Traditional versus Integrative Behavioral Couple Therapy for Significantly and Chronically Distressed Married Couples, Journal of Consulting and Clinical Psychology, 72, 176-191

Baucom, K. J. W., Sevier, M., Eldridge, K. A., Doss, B. D., & Christensen, A. (2011). Observed communication in couples two years after integrative and traditional behavioral couple therapy: Outcome and link with five-year follow-up. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 79, 565-576

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  • Salud Mental y Tratamientos

¿La autoestima sólo depende de uno mismo?

  • Clotilde Sarrió
  • 20/11/2014

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Acabo de leer un artículo que fue publicado en prensa en noviembre de 2013  y he sentido la necesidad de hacer unos comentarios, pues discrepo con muchos de los temas que aborda. Dice entre otras cosas:

“Reforzar la autoestima significa aumentar el valor personal ante uno mismo, pero no delante de nadie. Cualquier palabra que empiece con auto (autoestima, autoconcepto, autoimagen…) tiene que ver con uno mismo y no con los demás. Aun estando claro, parece que se olvida. Llega un momento en la vida en el que tenemos que centrarnos en aclarar la relación con la persona más importante, que no es otro que uno mismo. Si esa relación es sana e intensa, seremos felices; si es insana, seremos infelices…”

Aunque estoy de acuerdo en que no es recomendable –ni saludable– estar a la deriva de la aprobación o reconocimiento de los demás, así como también coincido con el gran peso específico que tiene nuestro valor personal –ese mismo que en el artículo se recomienda aumentar «ante uno mismo, pero no delante de nadie»–, no puedo evitar preguntarme de qué modo se podría llevar a cabo tal empeño así como aumentar la autoestima, al menos con la facilidad que lo plantean algunos manuales de autoayuda tan en boga.

La autoestima no depende exclusivamente de uno mismo

Es comprensible que para cada individuo sea él mismo lo más importante, pero hay que considerar que tambien lo son aquellos con quienes se relaciona, o se relacionó en el pasado, y que llegan a ser personas muy significativas por el modo en que pueden influir en la evolución de su personalidad ya desde la infancia. De entrada, hay que considerar que la autoestima no depende exclusivamente de uno mismo ya que es un concepto abstracto que engloba un conjunto de percepciones autoevaluativas que se fomentan y construyen no desde la individualidad, sino a partir de la relación que entablemos con los demás ya que, la valoración que cada cual tiene de sí mismo (así como el modo en que los demás nos valoran) se produce en un entorno y surge de la relación de yo con el otro, es decir, de la interacción que mantenemos con las personas que nos rodean.

Desde esta perspectiva relacional, discrepo con el artículo referenciado y considero difícil –mas bien imposible– admitir que la autoestima pueda trabajarse sólo a partir de uno mismo siendo que ésta surge de la relación que con el otro se produce en un entorno.

El concepto de sí mismo

Para entender el proceso descrito, es interesante conocer cómo se construye el concepto de sí mismo.

Desde el momento en que somos concebidos, disponemos de un entorno inmediato: el útero materno. Una vez que nacemos y nos asomamos al mundo exterior, ese entorno inmediato cambia y se concreta en la figura materna (o en una figura sustituta de apego) a quien podríamos denominar como nuestra cuidadora principal. Así, el primer vínculo relacional del bebé tras el parto se establece con la persona que se encargará de satisfacer sus necesidades tanto en lo que respecta a los alimento como al suministro de afecto: la madre.

Entre muchas necesidades básicas importantes como son el sentirse escuchado, contemplado o acariciado (activación sensorial auditiva, visual y táctil), existe la necesidad interpersonal consistente en entablar una relación que nos vincule con el otro y que influirá de un modo significativo en la maduración del ser humano.

A lo largo de la infancia se va construyendo –muy poco a poco– nuestro sentido de identidad, de pertenencia así como también la percepción que tenemos de nosotros mismos, todo ello a través de las interacciones que entablamos con los otros que son significativos para nosotros.

Si en este periodo sensible de nuestra infancia el niño se siente valorado, aceptado, apoyado y reconocido en su singularidad, evidentemente la percepción que tendrá de si mismo en la edad adulta será adecuada y su tendencia apuntará a una buena autoestima.

Una percepción evaluativa de sí mismo que se fomenta en el ámbito de la relación que se mantiene con los otros

Sin embargo, no sucederá lo mismo con quienes en la infancia no se sintieron reconocidos y valorados –en y por su entorno– al interaccionar con los otros significativos. En estos casos, la percepción acerca de si mismo quedará debilitada y el individuo no confiará en si mismo (baja autoestima) porque en ese periodo sensible que es la infancia, no encontró el reconocimiento necesario por parte de los demás para llegar a creer en sus propias capacidades. Obviamente, estos casos están abocados a sufrir en la edad adulta una autoestima baja, negativa o inadecuada.

Como consecuencia de lo expuesto, nos encontramos con que la autoestima es un conjunto de percepciones, pensamientos, evaluaciones, sentimientos y tendencias de comportamiento dirigidas hacia nosotros mismos y a nuestra forma de ser y comportarnos, que no dependerá exclusivamente de nosotros y de nuestro esfuerzo sino también de las respuestas que obtengamos de los demás cuando nos relacionamos con ellos.

¿Cómo puedo solucionar mi autoestima?

Muchos libros de autoayuda recomiendan ciertos ejercicios encaminados a aumentar la autoconfianza y la aceptación de sí mismo por parte del individuo, técnicas que no comparto ya que la autoestima no es algo que se construya ni se regule sólo de modo individual, sino una percepción evaluativa de sí mismo que se fomenta en el ámbito de la relación que se mantiene con los otros en un entorno compartido. Dicho de otro modo, no puede proponerse una solución individual a algo que nace a partir de una relación y que sólo a partir de la relación y del reconocimiento podrá ser abordado.

Termina de leer el artículo completo en el blog de Clotilde Sarrió: Gestalt Terapia

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  • Salud Mental y Tratamientos

Infografía: Qué es la Agorafobia

  • David Aparicio
  • 03/11/2014

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La persona que sufre agorafobia siente un miedo y una ansiedad intensa de estar en lugares donde es difícil escapar o donde no se podría disponer de ayuda. Generalmente involucra miedo a las multitudes, a los puentes o a estar solo en espacios exteriores.

Ese miedo y ansiedad excesiva provoca que las personas con agorafobia eviten los lugares o situaciones porque no se sienten seguros en lugares públicos.

Principales síntomas físicos:

  • Corazón acelerado.
  • Sudoración.
  • Molestia o dolor torácico.
  • Temblores.
  • Asfixia.
  • Mareo o desmayo.
  • Náuseas u otro malestar estomacal.

Síntomas de la agorafobia:

  • Miedo a quedarse solo.
  • Miedo a estar en lugares donde el escape podría ser difícil.
  • Miedo a perder el control en un lugar público.
  • Dependencia de otros.
  • Sentimientos de separación o distanciamiento de los demás.
  • Sentimientos de desesperanza.
  • Sensación de que el cuerpo es irreal.
  • Sensación de que el ambiente es irreal.
  • Temperamento o agitación inusual.
  • Permanecer en casa por periodos prolongados.

Tratamiento

El tratamiento se centrará en ayudar al paciente a desempeñarse y sentirse mejor. La Terapia Cognitivo Conductual (TCC) es el método de tratamiento habitual y en ocasiones se utiliza en conjunto con antidepresivos y en algunas ocasiones algunos medicamentos ansiolíticos.

(No te pierdas nuestro artículo: Trastorno de Pánico: Una guía para profesionales)

La terapia cognitiva conductual implica de 10 a 20 consultas e incluye:

  • Aprendizaje de técnicas de manejo de estrés y relajación.
  • Psicoeducación: que busca orientar y normalizar los síntomas del paciente a través de información adecuada acerca de qué puede esperar el paciente del tratamiento.
  • Exposición:  El paciente se debe exponer a las situaciones evitadas, como por ejemplo, salir al cine, ir al shopping o a una plaza. Se debe incluir también la exposición interoceptiva, la cual busca la exposición a las sensaciones físicas que el paciente asocia con la agorafobia.
  • Cambios en el estilo de vida que involucre ejercicio, suficiente descanso y buena nutrición.

Fuente de la infografía: NTMX 

Fuente: NLM

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  • Salud Mental y Tratamientos

Distorsiones cognitivas – su relación con los paradigmas de condicionamiento clásico y operante

  • CETECIC
  • 31/10/2014

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En el presente artículo destacamos la importancia del conocimiento de los procesos básicos de condicionamiento y aprendizaje para enriquecer el trabajo cognitivo.

Lamentablemente, en nuestro medio existen aun psicólogos que se autodefinen como “cognitivos puros”, lo cual significa que desdeñan la importancia de los paradigmas de condicionamiento. En las próximas líneas, argumentaremos que el conocimiento de las teorías conductuales es condición necesaria para un adecuado trabajo cognitivo. Sin tales conocimientos no puede dilucidarse, definitivamente, el verdadero alcance de la cognición, pues esto se deduce a partir de un pormenorizado análisis de secuencias ambientales.

Desde el paradigma conductual, las cogniciones mediatizan entre estímulos y respuestas. Para acceder a estas cogniciones es menester en primera instancia, delimitar el ambiente y así, identificar la mediación cognitiva existente entre situación ambiental y conducta.

Condicionamiento operante y cognición

El condicionamiento operante o instrumental versa sobre el aprendizaje de las relaciones entre la conducta y las consecuencias que siguen a la misma. La idea básica es que una conducta puede aumentar o disminuir su probabilidad de ocurrencia en función de los resultados o estímulos que sean contingentes a la misma.

Por ejemplo, si una persona ha reprobado un examen, la próxima vez que se presente a una evaluación probablemente aumentarán los pensamientos sobre las consecuencias negativas que podrían acaecer. Así, cogniciones tales como “no llego” o “me van a tomar justo lo que no sé” reflejan las expectativas de consecuencias negativas sobre el propio rendimiento.

A continuación, reseñamos algunos tópicos del proceso de evaluación conductual en los que se evidencia la interacción entre cognición y conducta.

Análisis de contingencias y probabilidades:

Para delimitar claramente la influencia de la cognición, puede evaluarse la relación conducta-resultados mediante el análisis de probabilidades. Prosiguiendo con el ejemplo anterior, se trataría de establecer si la predicción cognitiva del alumno se ve apoyada por las consecuencias ambientales o, si por el contrario, se trata de una distorsión. El objetivo se alcanza indagando la historia de su comportamiento-crítico.

De este modo, el paciente informa al terapeuta a cuantos exámenes se ha presentado y en cuantos ha sido reprobado durante determinado período. En el caso de una persona que haya asistido, por ejemplo, a 36 exámenes en los últimos 3 años y sólo haya sido desaprobada en uno de ellos, la probabilidad de reprobar el próximo es naturalmente pequeña, en términos cuantitativos, menor al 3 %.

Para llegar a esta conclusión es necesario pues evaluar la performance, es decir, la relación entre la conducta de estudio y las calificaciones obtenidas, esto es, las consecuencias. Si el rendimiento ha sido bueno, como arroja este ejemplo, pero aún persiste la ansiedad ante los exámenes porque la persona piensa “me pueden bochar”, concluimos entonces que son las distorsiones cognitivas las que hoy mantienen el problema.

En lo que concierne a la intervención terapéutica, la reestructuración cognitiva apunta a que el paciente se maneje con predicciones basadas en “probabilidades”, más que en “posibilidades” con poco apoyo empírico.

Análisis de la conducta:

Otro modo de detectar la influencia de distorsiones en las emociones y conductas se efectúa mediante el análisis de habilidades específicas del repertorio conductual del sujeto. Continuando con el ejemplo previo, a los fines de delimitar si los pensamientos que aparecen sobre las propias conductas son efectivamente distorsiones cognitivas, es necesario que el psicólogo verifique fehacientemente el grado de preparación que posee el alumno en la asignatura determinada.

Ello puede lograrse mediante ensayos de la conducta en los cuales el mismo psicólogo u otra persona, como un compañero de clase, realiza preguntas sobre la materia; también pueden utilizarse métodos de autoevaluación, como cuestionarios autogenerados o confección de resúmenes.

Si las respuestas son satisfactorias, el pensamiento “creo que no sé nada” se calificará inequívocamente como distorsión. Sin embargo, incluso habiendo efectuado los ensayos de evaluación que establecen un adecuado nivel de preparación, el paciente podría desestimar las evidencias y continuar creyendo “es necesario saber absolutamente todos los textos de la materia para poder aprobar”, lo que conduciría a un aumento excesivo del nivel de ansiedad. En esta instancia, un psicólogo cognitivo hipotetiza que tal pensamiento no se basa en hechos sino en interpretaciones absolutistas y negativas.

Nótese que para arribar a una tal conclusión el terapeuta debe conocer los fundamentos del condicionamiento operante. En efecto, determinar si la creencia contiene o no una distorsión requiere evaluar previamente la relación entre la conducta y sus consecuencias, en el caso presente la consecuencia es el rendimiento en los ensayos de conducta.

Si no se evalúa primero la relación conducta-ambiente, el psicólogo que se autodenomine “cognitivo” estaría aplicando un procedimiento erróneo, un simple juego de palabras que intenta convencer al paciente de la irracionalidad de sus creencias, pero sin saber genuinamente su historia de rendimiento académico (análisis de probabilidades) o si posee un déficit de habilidades de estudio que afectan su performance (análisis de conducta).

En otras palabras, surge como indispensable el distinguir entre las reglas cognitivas y las contingencias ambientales. Así pues; en este caso en particular, la cognición “es necesario saber todos los temas para poder aprobar el examen” (regla) no coincide con los hechos, ya que estudiando gran parte del material, aunque no todo, puede obtenerse un buen resultado (contingencias). Sólo una adecuada evaluación conductual permitirá dilucidar si el problema es fruto de déficits conductuales o de distorsiones cognitivas.

Condicionamiento clásico y cognición

El condicionamiento clásico o respondiente hace hincapié en cómo los estímulos contextuales provocan respuestas emocionales. Respecto a la clínica, posee especial relevancia en el tratamiento de los trastornos de ansiedad. Discutiremos algunos de sus vínculos con el paradigma de aprendizaje cognitivo.

Análisis de la situación-estímulo y las respuestas emocionales:

Muchas respuestas emocionales son provocadas por estímulos específicos; en este sentido, los pensamientos se conceptúan como respuestas reflejas ante determinadas situaciones. El paradigma de condicionamiento clásico también sostiene que los pensamientos actúan como estímulos encubiertos, activando reacciones emocionales, entre ellas, la ansiedad.

Si un paciente tiene ataques de pánico y cree que los mismos le conducirán al infarto, el miedo experimentado será muy intenso y evitará, por ejemplo, hacer actividad física. El pensamiento “los ataques de pánico me pueden provocar un infarto si hago actividad física”, constituye un elemento mediador entre estímulo (ir al parque a correr) y respuesta (ansiedad).

Si el psicólogo le propone al paciente que realice actividad física, pero no reestructura los pensamientos distorsionados, muy probablemente el paciente no podrá ni aceptará la indicación. Por el contrario, si el psicólogo le informa al paciente que las crisis de pánico no conducirán al infarto, tal vez la ansiedad disminuya y la persona sea capaz de realizar actividad física. Nos hallamos claramente ante una distorsión cognitiva.

Ahora bien, a los fines de asegurarnos de la existencia de tal distorsión debemos descartar que el paciente no posea una afección cardiovascular orgánica. En efecto, de ser así, sus temores surgirían como fruto de estímulos condicionados puntuales dado que las personas cardiacas tienen una probabilidad real mayor de sufrir un infarto.

Por lo tanto, en un tal caso, es necesario cotejar si el temor aparece como consecuencia de una estimulación ambiental específica -el médico le ha informado al paciente su problema orgánico, lo cual actúa como estímulo condicionado provocando la ansiedad- o si es efecto de pensamientos automáticos “catastróficos”.

Nuevamente, arribamos a un mismo punto, este es, la importancia de una adecuada evaluación conductual que dirima si los problemas emocionales son efecto del condicionamiento (análisis de la situación-estímulo) o del modo de pensar del paciente. Llegamos a la “cognición” una vez que inferimos cómo la misma mediatiza entre estímulo y respuesta, siendo dicho mediador de mayor injerencia en la activación de ansiedad que los estímulos contextuales en sí mismos.

Dos vías de procesamiento emocional:

Para efectuar una adecuada reestructuración cognitiva, resulta imprescindible deslindar la ansiedad derivada de asociaciones propias del condicionamiento clásico de aquélla que se desprende de procesos cognitivos patológicos.

Sucede que muchas veces, quizá la mayoría, nos hallamos ante un proceso mixto. En efecto, la formulación conductual más sintética de los trastornos de ansiedad en general y de las fobias en particular plantea que la respuesta emocional es provocada por el estimulo fobígeno, (condicionamiento clásico) mientras que la evitación y escape del mismo es mantenida por la disminución de la ansiedad (condicionamiento operante). Claro está, frecuentemente tanto las emociones como las conductas se modulan por procesos mediacionales, como pensamientos e imágenes de tinte catastrófico.

Así, quien padece una fobia a los espacios cerrados, reaccionará con un aumento de su ansiedad de manera automática vía condicionamiento respondiente al encontrarse, por ejemplo, en un ascensor. Pero al mismo tiempo, vale decir, en paralelo, puede pensar “me voy a sentir mal en el ascensor, y si me siento así, me va a pasar algo malo”, lo cual contribuye a elevar aún más su temor y el impulso de escape.

Este tipo de pensamiento representa un ejemplo de razonamiento emocional, una distorsión cognitiva por la cual se valida una idea partiendo y tomando como evidencia un estado emocional subjetivo. Deseamos remarcar que ambos procesos, condicionamiento y cognición, actúan en simultáneo y en el mismo sentido, lo cual otorga al fóbico una idea general de “coherencia catastrófica”.

En otras palabras, las asociaciones de estímulo-respuestas establecidas disparan el estado subjetivo de malestar, el cual a su vez se toma como base para creer que “algo malo va a suceder”, idea que incrementa aún más a la ansiedad. Un caso como el descripto debería abordarse con un programa terapéutico que combine técnicas vinculadas tanto al paradigma de aprendizaje clásico como al cognitivo.

Así, se utilizarían procedimientos de desactivación, como la Relajación Muscular Profunda o la Desensibilización Sistemática junto con técnicas cognitivas dirigidas a desarticular el dramatismo expresado mediante el razonamiento emocional.

Una vez más, nos topamos con la importancia del análisis de la situación ambiental y de los episodios ambientales críticos para detectar y modificar cogniciones. Un buen abordaje cognitivo descansa en una adecuada evaluación de la influencia de eventos ambientales.

El interaccionismo recíproco: Integración entre Conducta, Cognición y Ambiente

Seguramente, nadie más que Albert Bandura ha enfatizado la interacción permanente entre procesos conductuales y cognitivos. En su libro, Pensamiento y Acción (1986), lo expresa claramente: “…Dentro del modelo de reciprocidad triádica, la acción, la cognición y los factores ambientales actúan juntos para producir los cambios psicológicos. Las personas con problemas psicológicos crean una realidad social perturbadora como consecuencia de su comportamiento y de su interpretación errónea de los acontecimientos que se producen en su vida diaria.

Por tanto, la contribución causal de la cognición se comprende y utiliza mejor en concierto con los demás interactuantes conductuales y ambientales. Las influencias psicológicas no son ni exclusivamente cognitivas ni conductuales (…), actúan bidireccionalmente para moldear el curso del cambio personal y ambiental…” En otras palabras, el interaccionismo recíproco destaca las interacciones permanentes entre conducta, cognición y ambiente.

En esta línea, la relación entre SITUACIÓN-PENSAMIENTO-EMOCIÓN-CONDUCTA no puede omitirse durante las evaluaciones y formulaciones de casos clínicos. Por ello, solicitamos al paciente que describa episodios puntuales en los cuales haya ocurrido su comportamiento-problema; información con la cual indagamos y analizamos las posibles relaciones funcionales, a saber:

  • La relación entre situación-estímulo y emoción, correspondiente al condicionamiento clásico.
  • La relación entre conducta y consecuencias, propia del condicionamiento instrumental.
  • La relación entre pensamiento y emoción, piedra angular los modelos cognitivos.

Las hipótesis del caso contemplarán las relaciones funcionales mencionadas y sus interacciones, siempre entre los tres elementos, vale decir entre la situación-estímulo (ambiente), la conducta (habilidades o déficits) y las cogniciones (interpretaciones sobre el ambiente y la conducta). La reciprocidad triádica descripta se patentiza en el tratamiento de la depresión, allí cuando se alcanza el cambio cognitivo mediante la aplicación técnicas operantes, como la programación y ejecución de tareas graduales.

Tal estrategia no modifica únicamente conductas y emociones, sino también pensamientos negativos de inutilidad porque el paciente percibe que puede llevar a cabo satisfactoriamente las actividades. Recíprocamente, la discusión cognitiva de pensamientos automáticos de fracaso durante la ejecución mejora el estado de ánimo, aumentando la motivación para llevar adelante tales conductas.

Hemos intentado destacar la importancia de comparar las influencias ambientales con las influencias cognitivas sobre las emociones y las conductas; no con el fin de establecer una oposición entre tales perspectivas, sino para valorar su complementariedad. Esta interacción compromete al terapeuta cognitivo-conductual a desarrollar un trabajo auténticamente completo, donde la evaluación conductual inequívoca de las contingencias ambientales detecte mejor las distorsiones y enriquezca el trabajo cognitivo.

Por ello, una completa formación en terapia cognitiva, requiere el conocimiento previo de los paradigmas conductuales de condicionamiento y aprendizaje.

Por: Lic. Carmela Rivadeneira, Lic. José Dahab y Lic. Ariel Minici

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  • Salud Mental y Tratamientos

La terapia con animales podría reducir la ansiedad y soledad en los estudiantes universitarios

  • David Aparicio
  • 30/10/2014

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La terapia asistida con animales podría reducir los síntomas de ansiedad y soledad en los estudiantes universitarios. Esos fueron los resultados de una investigación realizada por la Universidad de Georgia y publicada en la revista Creativity in Mental Health.

Los 55 estudiantes participantes recibieron terapia asistida con un perro entrenado y certificado, dos veces al mes durante un trimestre académico. Durante las sesiones se les invitaba a interactuar con el perro a través de caricias, abrazos, darles de comer, dibujos, fotografías y jugar con la pelota.

El 60% de ellos reportó una disminución en los síntoma de ansiedad y soledad y cerca del 50% dijo que la interacción con el perro fue la parte más significativa del programa.

La interacción con el perro fue la parte más significativa del programa

Los perros son los animales ideales para este tipo de terapia porque ya están domesticados y ya han aprendido a Leer las señales que le damos, incluso algunos sostienen que los perros saben cuando estamos tristes.

¿Cómo se explican estos hallazgos? Según los investigadores, los perros podría ayudar a facilitar la conexión psicoterapéutica entre el cliente y el psicólogo, un factor fundamental para poder trabajar eficazmente en la terapia.

Es cierto que el perro del estudio estaba entrenado y calificado, pero creo que el resultado de esta investigación es una buena razón para adoptar a un perro. Ellos nos dan amor, cariño, llenan nuestro hogar de felicidad y su compañía podría ayudarnos en algún momento difícil.

Fuente: ScienceDaily

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  • Salud Mental y Tratamientos

Antes Retraso Mental, hoy Trastorno del Desarrollo Intelectual

  • Dimas Villarreal
  • 22/10/2014

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Sentado en la sala de espera de un colegio para observar a un estudiante en su aula de clases, escucho esta conversación:

Secretaria: —“ese niño es como medio retrasado”

Maestra: —“el psicólogo dijo que su inteligencia es baja, además en el salón no hace nada… ni copia”.

  • Secretaria: —“es que se nota”.

Idiotismo, oligofrénicos, lento aprendizaje, son etiquetas que se han utilizado a través de los años para describir a los niños con esta dificultad. En la versión anterior del Manual de Diagnósticos Estadísticos de los Trastornos Mentales texto revisado (DSM IV), se utilizaba el término “Retraso Mental”, ahora en la versión 5 a partir del 2013 se denomina “discapacidad intelectual” o “trastorno del desarrollo intelectual”.

“Recordemos, un niño es mucho más que un cociente Intelectual”

Las versiones anteriores de este manual y la actualizada, detallan muy claramente que para poder diagnosticar a un niño(a), adolescente o adulto con discapacidad intelectual, debe cumplir con tres criterios indispensables:

  • Dificultades en la capacidad de razonamiento, resolución de problemas, juicio, entre otras funciones intelectuales, argumentadas por una evaluación clínica y test de inteligencia.
  • En ocasiones se les hace difícil cumplir con los parámetros sociales o culturales para la autonomía personal y responsabilidad social.
  • Estas deficiencias inician durante el desarrollo.

Escala de gravedad de la Discapacidad Intelectual:

  • Leve: poseen un coeficiente intelectual de 69 a 50. En la edad escolar se observan dificultades en el aprendizaje de aptitudes académicas relativas a la lecto-escritura y matemática. Pueden ser tercos como forma de reaccionar a su limitada capacidad de análisis y razonamiento. En algunos casos se dejan llevar por la presión de grupo.
  • Moderado: el rango del coeficiente intelectual es de 49 a 35. Las dificultades se observan en comparación a los chicos de su edad. El progreso de sus habilidades académicas se nota poco a poco. Presentan movimientos involuntarios de su cuerpo y pueden aparecer rabietas. Tienden a reclamar la atención y afectos de los adultos.
  • Grave: el Coeficiente Intelectual está dentro del intervalo de 34 a 20, presentan dificultades, para comprender el lenguaje escrito y hablado, los padres y maestros deben proporcionar un grado de apoyo en la resolución de conflictos durante la vida cotidiana. En los aspectos conductuales presentan crisis de ira y por su falta de razonamiento, pueden llegar a autolesionarse.
  • Profundo: su coeficiente intelectual es menor a 20, sus habilidades implican el mundo físico más que procesos simbólicos, sus aprendizajes se basan más en el cuidado de sí mismo. Son casos muy reducidos y por lo general son acompañados de otros trastornos o síndromes, en muchas ocasiones orgánicos.

Los objetivos de los tratamientos se concentrarán en las áreas: motora, cognitiva, lenguaje y socio-personal

Muchas son las investigaciones que se realizan para conocer las causas de la Discapacidad Intelectual. Dentro de las más significativas podemos nombrar: uso de drogas durante el embarazo, intentos de aborto, complicaciones durante el parto, baja alimentación, causas genéticas, entre otras.

¿Qué podemos hacer?

  • Brindar estimulación temprana desde los primeros años.
  • Brindar las herramientas adecuadas para que puedan integrarse a las normas sociales, culturales y morales.
  • El sistema educativo debe brindar apoyo mediante programas de necesidades educativas especiales y/o discapacidad.
  • Los tutores son una alternativa muy viable en este proceso.
  • Cursos o actividades de artes, música y bailes.
  • Reforzar las relaciones convivenciales.

Los objetivos de los tratamientos se concentrarán en las áreas: motora, cognitiva, lenguaje y socio-personal.

Finalmente, el apoyo de los padres, madres y miembros de la dinámica familiar es indispensable durante el desarrollo de estos niños, niñas y adolescentes. Así y con la ayuda de psicologicos y especialistas, podrán convivir con su ambiente social y asumir responsabilidades propias de la vida cotidiana logrando el desarrollo de su autonomía, sus capacidades y habilidades personales, para una calidad de vida adecuada presente y futura.

Nota del editor: Corregido el término coeficiente por cociente. 

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  • Salud Mental y Tratamientos

Separando la paja del trigo: ¿sirven los libros de autoayuda?

  • Fabián Maero
  • 08/10/2014

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¿Cura un libro?

Los libros, sin duda alguna, pueden ser peligrosos – si no me creen, pregúntenle a alguien a quien se le hayan caído encima los setenta y dos tomos de la Enciclopedia Universal Ilustrada Espasa-Calpe. Pero, ¿puede un libro también brindar ayuda terapéutica?

Me refiero, claro está, al espinoso tema de los libros de autoayuda. Ocupando un espacio cada vez mayor en las librerías, nos prometen la solución a todos los problemas humanos concebibles, desde cómo hacerse rico en un mes hasta cómo salir de la depresión, pasando por instrucciones para hacer el mantenimiento de su automotor y cómo cortarle las uñas a su gato (según parece, sólo hay una manera: con gran dificultad). Pero los que aquí nos interesan son los libros de autoayuda referidos a problemas psicológicos, y volvemos a la pregunta que formulamos antes: ¿curan? La respuesta a esto está en una famosa cita de Jesse Pinkman: “¡ciencia!”

Ordenando los tantos

En primer lugar, necesitamos acotar la pregunta. Preguntar “¿curan los libros de autoayuda?” es similar a preguntar “¿cura hablar con otra persona?”, en tanto la respuesta será la misma: depende. Si uno está deprimido, quizá encuentre que no es lo mismo hablar con un terapeuta que con un odontólogo, aún cuando ambos pertenezcan al género humano (cosa que dudo de mi propio odontólogo). Y es que no todos los libros de autoayuda son iguales; lo que se suele denominar “autoayuda” es un género, y no es muy inteligente emitir juicios globales acerca de todo un género literario.

Borges decía que un poeta debe ser juzgado por lo mejor que ha escrito, y siguiendo esa admonición, vamos a observar lo mejor que el género “autoayuda” tiene para ofrecer. Hay libros de autoayuda psicológicos que relatan experiencias de vida; otros que comunican la revelación de su autor; otros parecieran estar escritos en un estado de severa intoxicación alcohólica.

No es muy inteligente emitir juicios globales acerca de todo un género literario

Pero hay otros que han sido escritos por profesionales de salud mental, basados en teorías sólidas, libros cuya utilidad ha sido investigada. En psicología se denomina “biblioterapia” a los tratamientos cuyo principal vehículo consiste en leer un determinado libro o manual de autoayuda. A veces se denomina a estos abordajes“intervenciones autoadministradas”.

Las investigaciones en biblioterapia se suelen realizar reclutando pacientes con una sintomatología específica – ansiedad y depresión, por ejemplo -, a los cuales se les asigna un libro para leer y aplicar durante un período de tiempo; antes y después de trabajar con el libro se toman determinados tests psicológicos, se mide la adherencia al tratamiento (es decir, qué tanto el libro fue leído y aplicado), y en algunos casos se compara esos resultados con grupos control, o incluso con los resultados obtenidos por una psicoterapia cara a cara. También por lo general una vez terminado el período del estudio (alrededor de 3 meses), se realiza un seguimiento después de algunos meses o años.

Los datos

Los resultados de las investigaciones varían. Después de todo, lo que se denomina autoayuda tiene numerosas variables: tipo de sintomatología y gravedad, por ejemplo. Algunos tratamientos se realizan con un contacto terapéutico esporádico (por ejemplo, un psicólogo chequeando el progreso una vez por mes), mientras que otros utilizan exclusivamente el material sin contacto con un profesional. Finalmente, varía el formato: algunos materiales son puramente impresos, otros incluyen recursos multimedia como audio y video. Por eso lo que vamos a revisar son meta-análisis, es decir, investigaciones que se realizan analizando los resultados de varias otras investigaciones, de manera de darle sentido a una gran cantidad de datos. Veamos:

Un meta-análisis de Hirai & Clum (2006), en el cual se analizaron 33 estudios que testearon intervenciones de autoayuda para ansiedad encontró que las intervenciones fueron “moderadamente efectivas” para ansiedad cuando se compararon con grupos control, y este efecto parece sostenerse tanto a corto plazo (1-4 meses), como a largo plazo (más de 6 meses). En este mismo meta-análisis, si bien la terapia cara a cara resultó en general más efectiva, para ciertos trastornos –trastorno de pánico, por ejemplo- no hubo diferencia en eficacia entre las intervenciones de autoayuda y la terapia cara a cara.

El contacto con el terapeuta mejora los resultados de la biblioterapia

Cuijpers (1997), analizó 7 estudios sobre biblioterapia en depresión unipolar –sus resultados sugirieron que la biblioterapia no es menos efectiva que el tratamiento cara a cara, si bien dado el reducido número de estudios este enunciado es tomado con cautela.

Marrs (1995), por otro lado, encontró que las intervenciones de autoayuda resultaron más útiles en ciertos problemas (asertividades, disfunciones sexuales, ansiedad), que en otros (obesidad, control de impulsos y dificultades en el estudio –me pregunto por qué sería menos eficaz una intervención que consiste en leer un libro cuando el problema consiste en dificultades para estudiar…). También sugiere que el contacto con el terapeuta mejora los resultados de la biblioterapia en algunos casos (problemas de ansiedad y tratamientos para pérdida de peso), pero no es necesariamente así en todos los casos.

Menchola y colaboradores (2007), en uno de los meta-análisis más recientes, incluyeron sólo investigaciones que utilizaron contacto mínimo con terapeutas (es decir, la mayor parte de la intervención consistió en trabajar sobre los materiales de autoayuda), y sus resultados sugieren que, si bien las intervenciones de autoayuda son mejores que no recibir tratamiento, sus resultados son inferiores a los de la terapia cara a cara.

La paja del trigo

La cantidad de meta-análisis sobre las intervenciones de autoayuda es grande; la cantidad de investigaciones que utilizan intervenciones de autoayuda es aún mayor. Revisarlas todas va más allá del alcance de este artículo, pero podemos arriesgar algunas conclusiones generales con cierta cautela: para algunos problemas, las intervenciones de autoayuda son mejores que nada; en algunos casos las intervenciones de autoayuda bien diseñadas pueden ser tan efectivas como un tratamiento cara a cara.

Las intervenciones de autoayuda no son una panacea ni mucho menos, pero pueden ser útiles en algunos casos.

El problema está en encontrar la aguja en el pajar. Los libros de autoayuda suelen enojar a los psicólogos, y con razón: en su gran mayoría son basura. Pero es fácil olvidar un par de cosas: en primer lugar, un libro es barato comparado con un tratamiento. En segundo lugar –y esto quizá resulte difícil de entender para los psicólogos de ciudades densamente pobladas-, no siempre es fácil acceder a un psicólogo. Argentina, por ejemplo, tiene el índice de psicólogos per cápita más alto del mundo –pero esto sólo es cierto en Buenos Aires; en algunos lugares del resto del país, conseguir un psicólogo es punto menos que imposible por un motivo muy simple: no hay.

Los libros de autoayuda suelen enojar a los psicólogos, y con razón: en su gran mayoría son basura

Muchas veces, los libros de autoayuda buenos han surgido como una forma de dar respuesta a estas situaciones. Por ejemplo, “Sal de tu mente, entra en tu vida” de Hayes y Smith comenzó como una serie de cuadernillos para presos en Estados Unidos, una población enorme de personas que no pueden acceder a ningún tipo de ayuda psicológica. Yo mismo crecí en un lugar en donde había una psicóloga para 5000 habitantes, y la situación no era mejor en las poblaciones cercanas (la situación mejoró mucho: la última vez que pregunté habían 2 psicólogas). Aún hoy, cuando voy de visita, me suele pasar que alguien me hace una consulta sobre un problema psicológico y las sugerencias que puedo hacer son muy limitadas porque no hay suficientes opciones de tratamiento. Es entonces cuando la posibilidad de ofrecer un material que ayude, aún cuando no reemplace una terapia, se vuelve crucial.

La pregunta pica en un lugar difícil de rascar: ¿cómo ayudamos a las personas que por motivos económicos o geográficos no pueden acceder a una terapia cara a cara? O quizá la pregunta que pica es esta: ¿intentamos ayudarlos o no?

La cuestión entonces quizá pase no tanto por rechazar todo libro de autoayuda, sino más bien, por discriminar mejor: ¿qué libros funcionan, en qué medida, para qué pacientes y con qué problemas? Es provocador pensar que mientras los medicamentos que se proponen para problemas psicológicos tienen que demostrar empíricamente su eficacia para dichos problemas con ensayos controlados aleatorios, este requisito no suele aplicarse a los tratamientos psicológicos ni a los libros que se ofrecen para solucionar problemas psicológicos.

Quizá la mejor respuesta que podamos dar a estas situaciones no pase por condenar en masa todo lo que se denomine «autoayuda», sino en separar la paja del trigo, prestar más atención y asegurarnos de ofrecer materiales que ayuden para lo que dicen ayudar.

Como cierre

La búsqueda de libros de autoayuda útiles no es fácil. Como dijimos antes, no son una panacea, pero pueden servir en algunos casos aislados. Hay algunos libros, tales como “Sentirse bien”, de David Burns, o “Sal de tu mente, entra en tu vida” de Hayes y Smith, para citar un par de ejemplos, que tienen investigaciones que los respaldan como útiles para ciertos problemas psicológicos; pero sin duda la mayor dificultad en este terreno está en separar los libros de autoayuda dañinos de los libros de autoayuda armados a conciencia.

La búsqueda de libros de autoayuda útiles no es fácil

Como decíamos en la sección anterior, no hay regulaciones ni garantías, por lo que hay que usar cierto criterio al buscar. Estas son algunas pautas que si bien no garantizan nada, pueden ayudar a separar la paja del trigo (en parte se las robamos a Arkowitz y Lilienfeld):

  • Revisen las credenciales del autor. Haber aparecido en un programa de televisión no convierte a nadie en experto, y en general es preferible si el libro está escrito por un profesional de la salud mental debidamente acreditado. Investiguen si el autor ha realizado investigación, suele ser una buena señal.
  • Fíjense en las últimas páginas del libro, ¿cita investigaciones o bibliografía de referencia? Suele ser una buena señal si lo hace.
  • Revisen la orientación teórica del libro e intenten averiguar en qué se basan las afirmaciones y el abordaje que se propone; si bien no esto no es excluyente, la mayoría de los libros de autoayuda que han demostrado alguna utilidad pertenecen a las denominadas terapias cognitivo-conductuales. En general, es preferible que el libro tenga una orientación teórica reconocida y utilice principios psicológicos con evidencia empírica.
  • Escapen a los libros que ofrecen soluciones universales, globales y definitivas. Los libros que han funcionado usualmente se enfocan sobre problemas concretos, con sugerencias acotadas.

Todo esto, por supuesto, es meramente orientativo, ninguna de estas pautas asegura que el libro sea útil (como tampoco su ausencia asegura que sea inútil).

Y por favor, recuerden esto: los libros son sólo un soporte, no son útiles en todos los casos ni para todos los problemas. Si van a usarlos, háganlo con un grano de sal. Si el problema psicológico es serio, si las dificultades vitales son significativas, si hay ideación suicida, si hay conductas que ponen en riesgo la vida o integridad física, si mientras están con el libro las cosas empeoran o no parecen funcionar: busquen terapia con un profesional.

Referencias

  • Cuijpers, P. (1997). Bibliotherapy in unipolar depression: a meta-analysis. Journal of Behavior Therapy and Experimental …, 7916(2), 139–147.
  • Hirai, M., & Clum, G. A. (2006). A meta-analytic study of self-help interventions for anxiety problems. Behavior Therapy, 37(2), 99–111.
  • Marrs, R. (1995). A meta-analysis of bibliotherapy studies. American Journal of Community Psychology, 23(6), 843–870.
  • Menchola, M., Arkowitz, H. S., & Burke, B. L. (2007). Efficacy of self-administered treatments for depression and anxiety. Professional Psychology: Research and Practice, 38(4), 421–429.

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  • Salud Mental y Tratamientos

Sufrir de bullying incrementaría el riesgo de tener terrores nocturnos

  • David Aparicio
  • 29/09/2014

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Los niños de 8 a 10 años de edad que sufren de bullying podrían padecer de terrores nocturnos, pesadillas y sonambulismo a los 12 años, según los resultados de un estudio publicado en el último número de la revista Pediatrics.

La metodología implementada fue una entrevista con una escala validada a 6796 niños cuando tenían entre 8 y 10 años sobre sus experiencias al sufrir de bullying y luego cuando tenían 12 años sobre sus problemas de sueño.

Luego de tomar las muestras y controlar las variables extrañas, como los problemas de ansiedad preexistentes relacionados con los trastornos del sueño, se encontró que sufrir de bullying podría aumentar el riesgo de sufrir parasomnias.

Sirve de señal de alerta para detectar que un niño está sufriendo de bullying

Así lo explicó la coautora de la investigación, Dra. Tanya Iereya:

¨Las pesadillas podrían ocurrir cuando la ansiedad excede un nivel del umbral y varios estudios han sugerido que la ansiedad rasgo puede estar relacionada con la frecuencia de parasomnias. Sin embargo, incluso después de controlar los problemas de ansiedad preexistentes nuestros resultados muestran que sufrir de bullying puede aumentar el riesgo de parasomnias.¨

Esta investigación ofrece un importante indicador que, junto con otros, sirve de señal de alerta para detectar que un niño está sufriendo de bullying y además nos permitirá proveer la ayuda temprana y necesaria para reducir los efectos negativos del bullying.

Fuente: Psypost
Imagen: Courtney Carmody (Flickr)

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  • Análisis
  • Salud Mental y Tratamientos

Trastorno límite y amenazas suicidas: derribando el mito de la manipulación

  • Paula José Quintero
  • 25/09/2014

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Trabajo con personas diagnosticadas con Trastorno Límite de la Personalidad (TLP o Borderline Personality disorder) dentro de un equipo en el cual aplicamos Terapia Dialéctico-Conductual (DBT) que es uno de los tratamientos con mayor apoyo empírico para dicha patología. .

Estas personas llegan al consultorio en general bastante tristes y desesperanzadas porque tratamientos anteriores han fracasado. Parte de ese malestar surge del hecho de que las personas a su alrededor suelen sostener que son manipuladoras. Les duele porque lo experimentan como algo inexacto, porque sienten que eso no habla de ellas.

En los talleres y entrevistas con familiares y amigos se escucha con frecuencia la afirmación de la manipulación. Para las personas que viven cerca de la persona afectada con TLP esto puede ser muy común, ya que ciertos elementos de la experiencia de la vida cotidiana con estas personas pueden llevarlos a esa conclusión si confunden el efecto que las conductas de estas personas tienen sobre ellos con la intención de las mismas. Efecto e intencionalidad de una conducta no son sinónimos y los métodos de análisis funcional de la conducta dan buena cuenta de esto. Pero ya avanzaremos en esta dirección un poco más adelante. Lo que sorprende, quizá,  es que sean algunos de los profesionales de la salud mental quienes sostengan también la hipótesis de la manipulación respecto a los pacientes borderline.

Las hipótesis de trabajo que sostengan los profesionales respecto de un paciente tienen una fuerte influencia para  la persona que sufre. Se trata de la voz de un experto y lo que tenga para decir será tomado con seriedad. Si es el mismo profesional el que sostiene la hipótesis de la manipulación, estas personas quedan atrapadas en la experiencia doble de recibir una interpretación de conductas propias cuya intención fue otra –nadie sabe más respecto a la intención de una conducta que su propio agente. Una interpretación de peso que termina confundiéndolas aún más respecto a quienes son y su propia identidad –tema delicado en personas que padecen TLP.

Manipulación vs conducta operante

El mito de que las personas que presentan intentos y amenazas suicidas o conductas autolesivas son manipuladoras es falso. Es un error muy frecuente que aumenta el estigma de estas personas y constituye un obstáculo para familiares y amigos,  y también para los terapeutas, que podrían ser de apoyo; los aleja de las respuestas empáticas, asertivas y cálidas. Sostener este mito quita las ganas de ayudar, por ponerlo en términos simples.

Podrías pensar que es contra-intuitivo sostener que las amenazas suicidas no son manipulativas. Sin embargo y para comenzar, es muy importante que entendamos las diferencias entre las emociones asociadas al comportamiento suicida, el intento suicida, y los factores que refuerzan dicho comportamiento. Si no tenés mucho conocimiento sobre condicionamiento operante, podés pensar en un refuerzo como una consecuencia de una conducta que hace que esa conducta aumente en el futuro -o se repita- por ser de alguna manera agradable o aliviante; la disminución del dolor emocional, el cariño, la atención, ofrecer algo que la persona desea o suspender algo desagradable para la persona pueden ser refuerzos luego de la conducta suicida.

Marsha Linehan, creadora de DBT, refiere que “los problemas de las personas con TLP son dobles. Por un lado, suelen tener déficit en habilidades interpersonales, de regulación emocional y de tolerancia al malestar. Por otro, factores ambientales bloquean las habilidades de afrontamiento e interfieren con las habilidades de auto-regulación que la persona tiene: en general este bloqueo sucede a través del dar refuerzos a  patrones de conducta problemática y castigos a las conductas saludables y de mejoría (Linehan, 1997)”.

Las conductas suicidas y parasuicidas de las personas con TLP suelen cumplir funciones de regulación emocional y de regulación ambiental. Muchas de estas conductas son reforzadas por el alivio emocional (refuerzo negativo) y por obtención de atención y calidez por parte de las personas importantes en el ambiente de la persona (refuerzo positivo). Dadas estas condiciones, es esperable que se reiteren en el futuro, hasta tanto no se conozcan mejores modos de obtener los resultados deseados.

Lo fundamental a destacar es que los procesos de aprendizaje operante tienen lugar fuera de la conciencia. Las personas respondemos a refuerzos y aversivos sin ser conscientes de ello (Martin & Pear, 2008). Mientras que la manipulación es un intento deliberado por obtener un resultado concreto, los comportamientos guiados por consecuencias reforzantes son, en principio, no deliberados e inconscientes. He aquí la gran diferencia. Sólo un análisis funcional de la conducta suicida podrá permitirnos identificar la función de la misma, cuáles son sus disparadores y las consecuencias que la mantienen.

Efecto e intención no son equivalentes

Para asegurarnos de estar refiriéndonos a lo mismo, consideremos la definición de la palabra manipular, que, de acuerdo a la RAE consiste en “intervenir con medios hábiles y, a veces, arteros, en la política, en el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares.” Ahora comparémosla con la definición que aporta DBT de la problemática borderline que sostiene que estas personas comúnmente no cuentan con buenas habilidades interpersonales. Algo no cuadra aquí. Desafortunadamente, “el carácter operante de las amenazas suicidas y parasuicidas es con frecuencia el aspecto más prominente para los terapeutas  que trabajan con personas borderline. De esta manera, estos comportamientos son vistos como manipulativos. La base de esta afirmación  es usualmente el sentimiento del terapeuta de estar siendo manipulado (…). Sin embargo, constituye un error lógico asumir que si un comportamiento tiene un efecto determinado, el agente de ese comportamiento lo ha realizado para lograr ese efecto. Etiquetar a un comportamiento suicida como “manipulativo” en ausencia de un análisis funcional adecuado de la intención de ese comportamiento puede tener efectos deletéreos (Linehan, 1993)”.

Básicamente, sentirse manipulado (efecto)  no significa ser manipulado en el sentido de que es la intención del otro manipular (intención).

Aún así, podrías estar preguntándote: ¿por qué me siento manipulado? Existe una explicación bastante sencilla pero que suele ser útil: “cuando la gente se preocupa por lo que le sucede a otros, no quiere que los otros sufran, pero a la vez no puede prevenir que el sufrimiento ocurra; así, es probable que se culpe a las víctimas por su propio sufrimiento” (Linehan, 1993). Es decir, cuando no podemos evitar que alguien que nos importa sufra – porque no está en nuestro poder hacerlo- esto causa sufrimiento en nosotros y para detener nuestro sufrimiento tendemos a culpar a nuestro ser querido, en general sin ser conscientes de la función que tiene el culpar al otro. También muchas veces respondemos a pedidos inadecuados de ayuda ofreciendo aquello que no estuvimos dispuestos a ofrecer cuando el pedido fue en el tono adecuado. El miedo muchas veces hace que demos en las peores circunstancias aquello que negamos antes, es decir, terminamos reforzando la conducta suicida en lugar de conductas ligadas a la vida. El resultado es el sentimiento de estar siendo manipulados, sin que sea necesariamente así en realidad.

Un camino posible

La clave para superar esto es cultivar conciencia plena respecto de nuestras emociones y aprender a separar hechos de interpretaciones.

Para los familiares y amigos de personas con TLP: recuerden brindar atención, cuidados y cariño cuando éstos sean pedidos de manera efectiva y las conductas ligadas a la vida aparezcan.

Para los terapeutas: aumenta la capacidad de compasión asumir que todos los pacientes quieren mejorar y que hacen lo mejor que pueden. No olviden lo difícil que es vivir con el monto de sufrimiento que implica padecer TLP. Sean curiosos respecto a sus propias reacciones emocionales, brindan información útil, pero no las atribuyan directamente a las intenciones de los pacientes. Ellos necesitan menos interpretaciones, más validación y mejores habilidades.

Referencias

  • Linehan, M. (1993). Cognitive-behavioral treatment of borderline personality disorder. New York: NY: Guilford Press.
  • Linehan, M. (1997). Borderline personality disorder. The Journal of the California Alliance for the Mentally Ill, 8(1).
  • Martin, G., & Pear, J. (2008). Modificación de conducta. Madrid: Pearson.

Imagen: Hypescience

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