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Publicaciones por etiqueta

ACT

76 Publicaciones
  • Salud Mental y Tratamientos

Las tres ‘p’ de la psicoterapia

  • 29/07/2020
  • Fabián Maero

En su libro Cocinar: Una historia natural de la transformación, Michael Pollan refiere cómo aprendió lo que él llama «cocinar con agua»: guisos, braseados, estofados, etcétera; se trata de aquellas cocciones en las cuales el calor se transmite al alimento por intermedio de algún líquido (a diferencia de lo que sucede cuando la comida es asada). En todos los casos, son cocciones que llevan tiempo, y mucho. Tiempo de preparación, tiempo de cocción: no se puede hacer un estofado en media hora.

Estaba yo leyendo a Pollan que cuenta que quien le enseñó lo fundamental de esa forma de cocinar fue Samin, una mujer de ascendencia iraní, que enfatizó así la necesidad de no apurar el proceso: «En un momento me dijo: «La buena cocina consiste en las tres ‘p’: paciencia, presencia, y práctica«»

Las 3 ‘p’ parecen una buena forma de resumir los requisitos para tantas cosas, pero me pareció algo particularmente relevante para la psicoterapia. Al igual que la cocina, tanto el aprendizaje como la práctica en sí de la psicoterapia requieren paciencia, presencia, y práctica. Hablo desde ACT, por supuesto, pero sospecho que es ampliamente aplicable a otros modelos.

La psicoterapia requiere paciencia. No es un proceso que se pueda apurar sin perjuicio, sino más bien un proceso que requiere paciencia para la lentitud que entraña. Paciencia en seguir el ritmo de la persona con la que trabajamos (que suele ser más lento de lo que nos gustaría), paciencia en desarrollar una metáfora, un ejercicio, en explorar un tema sensible. Por eso algo que van a encontrar una y otra vez en supervisiones, libros y entrenamientos es esto: desacelerar. Desacelerar cuando empieza a aparecer evitación o fusión, desacelerar cuando se tocan valores, desacelerar cuando aparece dolor. Los resultados más rápidos requieren lentitud y paciencia. Por supuesto, lentitud no significa demora ni retraso, sino hacer las cosas al ritmo que requieren.

La psicoterapia también requiere presencia. Por un lado, esto abarca cuestiones básicas como no leer el diario en sesión. Pero por otro lado, es la presencia en lo que está sucediendo, la atención a los gestos, movimientos, palabras que están ocurriendo en la sesión. Y la presencia, siendo como somos, no es tanto acerca de quedarse o concentrarse, sino más bien de volver deliberadamente cada vez que nos desconectamos de lo que está sucediendo. La terapia es un aprendizaje, y no se puede aprender algo mientras la atención está en otro lugar. Por eso a veces puede ser útil empezar una sesión respirando, para hacer una pausa, un corte que nos permita -a terapeuta y paciente- estar presentes en la sesión.

Y también requiere práctica. Todo aprendizaje requiere práctica, y esto involucra que inicialmente las cosas pueden no salir como nos gustaría. Todos los procesos que tratamos de fomentar llevan práctica: hacerle lugar a una emoción, desenredarse de un pensamiento, volver al presente, cambiar de perspectiva, contactar con valores, guiarse por valores, son habilidades con matices, y los matices requieren repetición para adquirirse. La práctica, unida a la flexibilidad suficiente para intentar diferentes ángulos para el proceso, una y otra vez. También esto aplica tanto a terapeutas como a pacientes.

Paciencia, presencia, y práctica son cualidades necesarias para la cocina, para la psicoterapia, y para casi toda habilidad que se pueda perfeccionar. Aprender a tocar un instrumento, a componer, a bailar, a escribir, a pintar requieren paciencia, presencia, y práctica.

Las tres cualidades están relacionadas, por cierto, porque son diferentes aspectos de una misma cosa. La paciencia requiere estar presente con el ritmo de los procesos y practicar la sujeción a esos ritmos. La presencia requiere ser pacientes con nuestra propia tendencia a la distracción, y también mejora con la práctica. Y para que la práctica sea provechosa, es necesario tener la suficiencia presencia para notar los errores y lo que puede mejorar, y la suficiente paciencia para volver a intentarlo.

Aprende y entrénate en la terapia de aceptación y compromiso en Grupo ACT, con sus cursos online dirigidos por Fabián Maero.

Artículo publicado en Grupo ACT Argentina y cedido para su republicación en Psyciencia.



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  • Salud Mental y Tratamientos

COVID-19 y la teleterapia pueden estar cambiando cuánto sabes de tu psicoterapeuta

  • 22/07/2020
  • The Conversation

Es el tercer mes de la pandemia de COVID-19, y todos están confinados en sus hogares. La cámara de mi computadora portátil toma mi imagen desde un ángulo extraño, exponiendo muchas fosas nasales. Pero de esta manera, mi paciente solo ve mi cara y la pared en blanco detrás de mí. Ella no verá la habitación desordenada; juguetes esparcidos por todas partes, un montón de ropa sucia y los restos de mi almuerzo poco saludable. Un rayo destella afuera, iluminando brevemente mi rostro. Mi paciente sonríe. «¿Está lloviendo allí también?»

Seguro que lo es. Hay tres niños pequeños en casa desde la escuela con dos padres que trabajan. Mi paciente me cuenta sobre las dificultades del encierro, usando audífonos conectados a su teléfono móvil. Ella se disculpa por la habitación desordenada visible detrás de ella. En muchos sentidos, la vida de mi paciente es similar a la mía. Y si solo cambiara el ángulo de mi cámara, ella lo sabría visceralmente. Pero, siempre consciente de los tabúes contra la revelación del terapeuta, mantengo mi cámara entrenada de forma segura en la pared.

¿Pero por qué? El hecho de que la misma tormenta nos rodea a las dos ha provocado una sonrisa en su rostro. ¿Un vistazo a mi desordenada habitación disminuiría sus sentimientos de vergüenza? ¿O simplemente aumentaría la mía?

Como psicóloga clínica del Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan, mi investigación y mi trabajo clínico se divide en dos. Como investigadora, exploro el trabajo de especialistas pares: personas que se están recuperando de un trastorno mental y que están capacitadas y certificadas para ayudar a otros con experiencias similares. Como clínica, proporciono psicoterapia convencional.

Los especialistas pares comparten historias personales como parte esencial de su trabajo; por ejemplo, pueden describir su recuperación después de un intento de suicidio para inspirar esperanza y disminuir la vergüenza.

Los clínicos también comparten; en una muestra, más del 90% de los terapeutas informaron haber usado en algún momento lo que llamamos autorrevelaciones. Pero, según una estimación, los terapeutas se autorrevelan solo alrededor del 3,5% del tiempo. Compara esto con el trabajo de especialistas pares, que profundizan en sí mismos todos los días para aumentar la esperanza a través de experiencias compartidas. La investigación sugiere que escuchar la historia de recuperación de un especialista de pares promueve una sensación de normalidad y esperanza. Un estudio cita a un receptor de apoyo de pares diciendo: “Y, ver que lo ha hecho … Es motivador». Ella lo hizo … Si ella puede hacerlo, yo puedo hacerlo, ¿sabes?”

Nuevas oportunidades — y riesgos — en teleterapia

Con el advenimiento de COVID-19, las visitas de video se han convertido en algo común de la noche a la mañana, y una encuesta informa que el 76% de los encuestados ahora solo brindan servicios remotos. Tanto para los pacientes como para los terapeutas, las autorrevelaciones cuidadosamente seleccionadas ahora pueden mostrar grietas cuando, a través de sus cámaras web, entran en las casas de los demás.

¿Cómo ha cambiado el uso de la teleterapia con la pandemia?

La Asociación Americana de Psicología encuestó a más de 2,000 médicos a fines de abril y principios de mayo sobre cómo habían cambiado sus prácticas. Las tres cuartas partes dijeron que habían pasado a tratar solo a pacientes de forma remota, principalmente por teléfono, plataforma de telesalud o videoconferencia.

Fuente: American Psychological Association

Con este cambio vienen nuevas oportunidades y riesgos. Aferrada a la baja motivación que tan a menudo acompaña a la depresión mayor, mi paciente dejó de limpiar su casa. Por otra parte, yo también, tal vez por razones diferentes y menos estigmatizadas.

En mi posición como terapeuta, puedo elegir romper el diferencial de poder entre nosotros; una ligera inclinación de mi cámara podría ilustrar una historia más amplia sobre cómo una habitación desordenada no es una acusación de carácter. En este sentido, alinearía mi propio trabajo con el de los especialistas pares cuyas funciones y habilidades son los temas de mi investigación. Puedo imaginar a mi paciente riéndose cuando ve el estado real de mi habitación.

¿Debería hacerlo? ¿O no debería?

Sin orientación explícita, e investigación en ambos lados

Los médicos se enfrentan a mensajes contradictorios y escasa investigación sobre la divulgación de información del terapeuta. La Asociación Americana de Psicología no proporciona una guía explícita, aunque los códigos éticos relacionados con los límites clínicos y las relaciones duales implican que los terapeutas deben divulgarse solo si hacerlo tiene un propósito terapéutico claro.

Sarah Vlnka, CC BY-ND

La escasez de investigación sobre la divulgación del terapeuta complica aún más el asunto; Se ha avanzado poco hacia la pregunta perenne en psicología: ¿qué funciona para quién y en qué circunstancias? Si no entendemos completamente los efectos de la autorrevelaciones, lucharemos para determinar el alcance de su propósito terapéutico de acuerdo con nuestros códigos éticos.

Las diversas escuelas de psicoterapia también ven el asunto de manera diferente. Mientras que el psicoanálisis de Sigmund Freud sugiere que el terapeuta debe ser una pantalla en blanco sobre la cual los pacientes proyectan sus pensamientos y sentimientos, la terapia cognitiva siempre pragmática de Aaron Beck sugiere que gran parte del papel del clínico es aprovechar sus propias experiencias para explorar posibles soluciones a los problemas de la vida. Las terapias conductuales influenciadas por la práctica de la atención plena, como la terapia de aceptación y compromiso (ACT), van un paso más allá: el uso reflexivo de un terapeuta de la revelación puede ayudar a ilustrar que el paciente no está “roto”, sino que está sujeto a vulnerabilidades universales en el ser humano.

La investigación empírica comienza a sugerir que el efecto de la revelación juiciosa del terapeuta es en gran medida positiva. Un estudio encontró que las revelaciones sobre la vida fuera de la terapia (“Tengo hijos en casa”) están asociadas con un mejor funcionamiento de la salud mental y una relación terapéutica mejorada, y discusiones sobre el terapéutico aquí y ahora (“Me sentí triste cuando dijiste que…”) están asociados con más apertura.

Otro estudio descubrió que, si bien la frecuencia de la revelación automática no estaba relacionada con los resultados clínicos, las revelaciones personales que sirvieron para humanizar al terapeuta (“Estuve enfermo el año pasado”) se asociaron con menos síntomas posteriores a la sesión que las revelaciones automáticas que expresaron aprecio o aliento. También descubrió que las autorrevelaciones que transmitían similitud (“Yo también me he sentido así”) se asociaron con menos síntomas posteriores a la sesión que las autorrevelaciones que no transmitían similitud ni disimilitud. Un estudio que analizó los correos electrónicos de los médicos a los pacientes descubrió que la autorrevelación se asociaba con una mejor adherencia a la terapia y menores síntomas depresivos.

‘¿Eres uno de nosotros?’

En 2011, Marsha Linehan anunció públicamente que ella misma tenía un trastorno límite de la personalidad después de servir al público durante décadas como destacada psicoterapeuta, investigadora e innovadora. En un artículo del New York Times que describe su viaje de revelación, relata una historia en la que un paciente deseaba saber: “¿Eres uno de nosotros?” y ella evadiendo la pregunta diciendo: “¿Quieres decir que he sufrido?” Ella recuerda que la paciente la corrigió suavemente: “No, Marsha … Me refiero a uno de nosotros. Como nosotros. Porque si lo fuera, nos daría a todos mucha esperanza”.

Con quemaduras desvaídas y cortes visibles en sus brazos, Linehan podía revelarse sin decir una palabra. Sin embargo, recuerda este encuentro como haber inclinado la balanza a favor de la autorrevelación explícita y pública: “Se lo debo a ellos. No puedo morir siendo cobarde”. Me pregunto qué diría ella en respuesta a mi aprensión acerca de inclinar mi cámara una fracción de pulgada para mostrarle a mi paciente que en su caos, no está sola.

¿Podrás salir después de esta tormenta? ¿O tienes mucho que hacer en casa? Mi paciente pregunta mientras nuestra visita de video llega a su fin. Su voz es melancólica.

Puedo sentirlo: ella quiere saber sobre mi mundo. Me detengo por un momento, considerando. “Te preguntas qué tan ocupada estoy”, le digo con una sonrisa, pensando en el horrible desastre detrás de mí. En mi mente, escucho un eco: “¿Quieres decir que he sufrido?” Parece que una oportunidad de conexión se está escapando cuando nos despedimos y finalizamos la sesión.

Autora: Adrienne Lapidos, Profesora de Psiquiatría en la Universidad de Michigan

Artículo publicado en The Conversation y cedido para su republicación en Psyciencia.com



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  • Salud Mental y Tratamientos

El perfeccionismo desde una perspectiva conductual contextual

  • 21/07/2020
  • Karemi Rodríguez Batista

No sé me ocurre mejor manera de empezar la introducción que compartiros la experiencia que he tenido al empezar a trabajar en este artículo, y me lo he pensado. Aquí voy: una vez decidido el tema, escuchaba esa vocecita, a mi mente diciendo: «¡Buah, no vas a poder concretar un tema tan complejo de forma resumida! ¿Y si te faltan puntos importantes? ¿Y si no les es de utilidad? «Vamos, el “no ser suficientemente buena”, y cómo no, tenía unas sensaciones incómodas, mucha ansiedad, y mi primer impulso fue postergarlo, e incluso se me pasó la idea de cambiar el tema, pero aquí me tenéis “defusionándome” de estos pensamientos (rígidos, irrealistas e ineficaces) y haciéndole caso a mis valores, pensando en hacerlo simplemente lo mejor que pueda, pero no me ha sido fácil. Aquí es donde los emojis de brazos fuertes y bailarinas de flamenco vienen al pelo ? ?? ¿A que sí? jaja . Imagino que a muchos y muchas de vosotras os ha pasado de alguna forma, y es natural, el perfeccionismo es algo que la cultura ensalza constantemente. Hay, sin embargo, matices a considerar para que este patrón de comportamiento nos sea útil o no, y es lo que quiero compartiros.

Diferenciando al perfeccionismo clínico o disfuncional

Algunos y algunas autoras sostienen, que el patrón de comportamiento perfeccionista (clínico, no sano, ineficaz, etc.) está regido por metas y preocupaciones excesivamente altas (Dunkley, Berg y Zuroff, 2012., cit. en Amores Hernández, 2017). Por su puesto que el deseo de hacer las cosas lo mejor posible aunado a un compromiso en cuanto a esfuerzo y responsabilidad, nos es de gran ayuda, y mucho más si los errores los tomamos como oportunidades de aprendizaje. Sin embargo, lo ineficaz y dañino es cuando el logro funciona como termómetro de nuestra valía, no tomando en cuenta factores que intervendrán en la consecución de los mismos, que no están tampoco bajo nuestro control, y a pesar de las consecuencias negativas para el bienestar mental y/o físico. A este último patrón de comportamiento perfeccionista bajo control aversivo, se le suele denominar perfeccionismo clínico, no sano, disfuncional o desadaptativo, y es un factor transdiagnóstico, un factor de riesgo y mantenimiento de varias formas de desajuste y problemáticas psicológicas, incluida la depresión y los trastornos de ansiedad (Egan, Wade y Shafran, 2011; Limburg y otros, 2017 ; cit. en Ong et al., 2019).

“Soy perfeccionista”

Es muy frecuente que las personas lleguen a consulta con este tipo de etiquetas, incluso nosotros y nosotras mismas las hayamos utilizado en algún momento. Esto no nos sirve, lo primero que haremos es traducir ese “ser perfeccionista” en “comportamientos perfeccionistas”, de forma muy específica, y seguidamente haremos un análisis funcional sobre ellos. De esta forma, los comportamientos descritos a continuación, son vistos solo de una forma morfológica y topográfica y, per se, no son problemáticos, lo serán si éstos se tornan en patrones frecuentes y rígidos, como forma de control del malestar y nos aparten de nuestra vida valiosa. Algunos tipos comunes de comportamientos perfeccionistas:

  • Dificultad para tomar decisiones de manera oportuna.
  • Buscar reaseguro (por ejemplo, pidiendo a otros que comprueben tu trabajo para asegurar que sea aceptable).
  • Excesiva organización y elaboración de listas.
  • Rendirse fácilmente (por ejemplo, dejar el flamenco después de dos lecciones porque no puedes seguir el ritmo del profesor).
  • Procrastinar (por ejemplo, posponer el inicio de una tarea por miedo a que no seas lo suficientemente bueno/a). ¿A que me sonaba? jaja.
  • Mediante comprobaciones excesivas (por ejemplo, revisando repetidamente un trabajo en busca de errores).
  • Evitar situaciones en las que puedas «fallar» (por ejemplo, no solicitando trabajos por temor a no obtenerlos).

El estilo de pensamiento perfeccionista, la autocrítica y las reglas

La forma en que damos sentido a lo que pasa a nuestro alrededor juega un papel importante en el mantenimiento del perfeccionismo. Ya que son tantas las cosas que suceden a nuestro alrededor en un momento dado, que solemos prestar atención e interpretar las cosas de acuerdo con lo que esperamos que pase (sesgo de confirmación), y a menudo se tiene una visión extrema de lo que es el éxito y el fracaso, sin término medio (por ejemplo: si cometo un error en un momento puntual, ya soy un fracaso). Las personas perfeccionistas tienden a ser extremadamente autocríticas, especialmente si no son capaces de cumplir con sus altos estándares.

Reglas útiles y no útiles

Todos y todas necesitamos reglas en la vida que nos ayuden a dar sentido al mundo y a hacer frente a nuestra vida cotidiana. Así que tener reglas, en sí mismo, no es algo malo. Las reglas son útiles en la medida que son realistas, flexibles y adaptables. Así, las reglas poco útiles son inflexibles e irrazonables. Por ejemplo, la regla: «Nunca debo cometer errores», no nos es útil porque no es posible o razonable, ya que todo ser humano comete errores, y además son necesarios para nuestro aprendizaje. Algunas reglas que comúnmente sostienen el perfeccionismo incluyen:

  • Miedo al fracaso (por ejemplo: «Debo hacer las cosas perfectamente», o «Si lo intento, fracasaré»).
  • Deberías (por ejemplo: «Mi casa debe estar ordenada en todo momento»).
  • Todo o nada (por ejemplo: «Hay un camino correcto y uno incorrecto para hacer las cosas»).
  • Comprobación constante (por ejemplo: «Debo pesarme varios veces al día para asegurarme de que no estoy ganando peso»).
  • Control (por ejemplo: «Debo estar preparado para cualquier cosa»).

¿Cómo se inicia y mantiene el patrón de comportamiento perfeccionista?

Por supuesto, este tipo de comportamientos privados y públicos descritos anteriormente tienen un origen y una función. Nuestra visión de nosotros y nosotras mismas y del mundo comienza a desarrollarse desde muy temprano, y todo esto lo vamos aprendiendo de forma directa e indirecta. Algunos ejemplos:

Aprendizaje directo

Si cada vez que te sacabas notaza en un examen y eras elogiado o elogiada por tus figuras de referencias («Excelente trabajo»), esto te hizo sentir tan bien contigo misma que probablemente comenzaste a desarrollar una regla tal como: «A mamá y papá les gusta que me vaya bien en la escuela», que más tarde puede haberse generalizado como: «La gente estará orgullosa de mí si tengo éxito». Esta creencia te animó para seguir persiguiendo logros, desafortunadamente, con el tiempo, una creencia como ésta puede volverse rígida e irrealista, por ejemplo, «La gente sólo estará orgullosa de mí si tengo éxito» (aprendizaje por reforzamiento positivo).

Otro tipo de aprendizaje que puede influir en el desarrollo del perfeccionismo se produce cuando se te castiga por tus errores. Por ejemplo, una madre puede alzar la voz y lanzar una crítica a su hija por esparcir los juguetes mientras juega: «¡¿Cuántas veces tengo que decirte que eres un desastre?!». El castigo por los errores te hace sentir mal contigo misma y puedes desarrollar una regla tal como: «Nunca debo hacer un desastre, siempre debo ser ordenada» (aprendizaje por castigo positivo). A veces, sólo hay una ausencia de elogios, por ejemplo, puedes haberte esforzado mucho y obtener una «B» en un examen y notar que tus padres no te elogiaron por esto (aprendizaje por castigo negativo). En este caso puedes desarrollar una creencia como: «A mamá y papá no les gusta cuando no obtengo As» y generalizar a: «La gente no está orgullosa de mí cuando mi trabajo no es perfecto o sobresaliente».

Aprendizaje indirecto

Otra forma en que el perfeccionismo puede desarrollarse es a través de un aprendizaje indirecto. También llamamos a esto modelado. Aprendemos a actuar basándonos en el comportamiento de nuestras figuras de referencia. Por ejemplo, puede ser que tus padres trabajaban muy duro y a menudo se llevaban el trabajo a casa para completarlo por la noche o en fines de semana, dejando poco tiempo para divertiros o compartir. Así pudiste desarrollar una regla tal como: «El trabajo es más importante que compartir o que la diversión». Con el tiempo, esta regla puede volverse más rígida : «Tener éxito en el trabajo es más importante que cualquier otra cosa».

Inflexibilidad Vs flexibilidad psicológica

A pesar de las diferencias topográficas, la búsqueda excesiva de logros y la excesiva autocrítica, que dan lugar a los comportamientos descritos anteriormente reflejan funcionalmente los intentos de controlar las experiencias internas no deseadas (por ejemplo, los sentimientos de insuficiencia). Es decir, son manifestación de evitación experiencial (Hayes et al., 2004; Weiner & Carton, 2012; cit. en Ong et al., 2019). La evitación experiencial es un aspecto de un constructo más amplio, el de la inflexibilidad psicológica, definida como la incapacidad de estar abierto, abierta a las experiencias presentes, y un compromiso rígido con patrones de comportamiento guiados por las reacciones psicológicas en lugar de los valores elegidos (Hayes, Luoma, Bond, Masuda y Lillis, 2006; cit. en Ong et al., 2019).

Dado el patrón generalizado de rigidez que subyace al perfeccionismo clínico, en particular con respecto a las normas y los estándares excesivamente elevados, el aumento de la flexibilidad psicológica puede ayudarnos a responder a las experiencias internas de manera más eficaz, que nos lleve a volver a participar en actividades valiosas, significativas. Por ejemplo, cuando surge el pensamiento: «No soy lo suficientemente buena», la respuesta flexible implicaría ver el pensamiento como lo que es, sólo un pensamiento, y poner en cuarentena su veracidad, eligiendo actuar de forma coherente con nuestros valores del momento, independientemente de las experiencias internas que puedan acompañar al comportamiento elegido.

La flexibilidad psicológica es objeto explícito de la terapia de aceptación y compromiso (ACT), un enfoque cognitivo-conductual enraizado en la ciencia del comportamiento contextual. Su objetivo general es promover una mayor calidad de vida mediante la creación de un contexto que permita entrenar formas más flexibles de relacionarnos con nuestras experiencias internas, independientemente de su forma y frecuencia. Así pues, la teoría que subyace a la ACT hipotetiza que los cambios en los resultados relevantes se explican o están mediados por cambios en la flexibilidad psicológica. La evidencia empírica apoya esta hipótesis para las condiciones relacionadas con el perfeccionismo clínico, incluida la ansiedad, la depresión y el trastorno obsesivo-compulsivo y otras más (OCD; Forman, Herbert, Moitra, Yeomans, y Geller, 2007; Twohig, Plumb Vilardaga, Levin, y Hayes, 2015; cit. en Ong et al., 2019).

Autocrítica Vs autocompasión

Otro proceso particularmente pertinente para el abordaje del perfeccionismo clínico es la autocompasión, es decir, tratarnos con bondad y sin prejuicios ante experiencias difíciles y reconocer este sufrimiento como parte de nuestra «experiencia humana» (Barnard y Curry, 2011; Neff, Kirkpatrick, y Rude, 2007; cit. en Ong et al, 2019).

Además, la investigación arroja que la autocompasión correlaciona negativamente con patrones de autoevaluación poco útiles, con la experiencia de angustia debido a las discrepancias entre el rendimiento y las normas personales (o el perfeccionismo inadaptado), así como con los comportamientos de evitación rígidos (Neff, 2003), lo que sugiere que los déficits en la autocompasión pueden estar relacionados con el perfeccionismo clínico.

Se ha descubierto que la autocrítica —la inversa de la autocompasión— media en la relación entre el perfeccionismo no saludable y la angustia (James, Verplanken y Rimes, 2015), lo que implica que la autocrítica es un proceso potencial que mantiene el perfeccionismo. Para apoyar más estos resultados, se ha descubierto que la autocompasión debilita la relación entre el perfeccionismo inadaptado y la depresión (Ferrari, Yap, Scott, Einstein, y Ciarrochi, 2018), lo que podría indicar su utilidad como objetivo de tratamiento en el perfeccionismo clínico.

La autocompasión puede considerarse un antídoto contra la autocrítica impasible, fundamental en el perfeccionismo, y la evidencia científica sugiere que ACT puede ser utilizada para aumentar la autocompasión, fomentando la observación sin juicios de valor de los pensamientos autocríticos, la autoempatía mediante el fortalecimiento de la toma de perspectiva y la autoaceptación (Yadavaia et al., 2014, cit. en Ong et al, 2019).

Cerrando

El perfeccionismo clínico es visto como un factor transdiagnóstico para muchísimas problemáticas y, paradójicamente, es reforzado continuamente por nuestra sociedad. Basta ver la tendencia a conseguir estándares elevados en distintas áreas de nuestra vida, con poco margen para la tolerancia al malestar y al fracaso. Ejemplos de esto lo vemos en múltiples redes sociales y apps diseñadas para “mejorar” nuestra imagen en distintas formas, conseguir resultados milagrosos y fáciles en distintas áreas de nuestra vida, incluidas las relaciones de pareja (si no cuadramos con alguien, oye, sigamos con el menú), si no te gusta algo de tu cuerpo, ya sabes, multitud de opciones, y un largo etcétera.

Las terapias contextuales en cualquier de sus formas, no solo la ACT, nos ofrecen alternativas muy potentes y basadas en la evidencia para redireccionarnos a una vida significativa, y de una forma más estable y flexible, trabajando en lo que realmente es importante para nosotres a un nivel más trascendental si se quiere (aquí las metas nos ayudan, claro, pero no nos definen), ayudándonos a aceptar el malestar inherente a estar vivos/as, a cultivar tremendamente la autocompasión, y a desarrollar comportamientos flexibles y eficaces que nos acerquen a esa persona que queremos ser.

Referencias bibliográficas:

Amores Hernández, A. (2017). Perfeccionismo, miedo al fracaso y síntomas depresivos. Repositorio Universidad Pontificia de Comillas. Recuperado de https://repositorio.comillas.edu/jspui/bitstream/11531/23179/1/TFM000700.pdf

Ferrari, M., Yap, K., Scott, N., Einstein, D. A., y Ciarrochi, J. (2018). Self-compassion moderates the perfectionism and depression link in both adolescence and adulthood. PloS one, 13(2), e0192022.

Fursland, A., Raykos, B., y Steele, A. (2009). Perfectionism in Perspective. Perth, Western Australia: Centre for Clinical Interventions.

James, K., Verplanken, B., y Rimes, K. A. (2015). Self-criticism as a mediator in the relationship between unhealthy perfectionism and distress. Personality and Individual Differences, 79, 123-128.

Neff, K. D. (2003). The development and validation of a scale to measure self-compassion. Self and identity, 2(3), 223-250.

Ong, C. W., Barney, J. L., Barrett, T. S., Lee, E. B., Levin, M. E., y Twohig, M. P. (2019). The role of psychological inflexibility and self-compassion in acceptance and commitment therapy for clinical perfectionism. Journal of Contextual Behavioral Science, 13, 7-16.

Shafran, R., Cooper, Z. y Fairburn, C. G. (2002) Clinical perfectionism: A cognitive-behavioural analysis. Behaviour Research and Therapy, 40, 773-791.



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Cómo usar ACT para el abordaje de la ansiedad

  • 20/07/2020
  • David Aparicio

La terapia de aceptación y compromiso (ACT) cuenta con una robusta evidencia para el tratamiento de diversas problemáticas psicológicas y cada vez más terapeutas buscan formarse en este tipo de abordaje. En esta ocasión tenemos el gusto de invitarlos a nuestro nuevo webinar con Fabián Maero sobre las características y aplicaciones de esta terapia para los trastornos de ansiedad. 

Características del webinar: Durante el webinar se explorarán algunos puntos respecto a la perspectiva de terapia de aceptación y compromiso sobre la ansiedad, como así también algunos recursos para el trabajo clínico.

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  • Salud Mental y Tratamientos

Cómo abordar el control emocional

  • 13/07/2020
  • Gabriela Ferraris Mukdise
Este artículo se enmarca en los principios de la terapia de aceptación y compromiso (ACT) terapia conductual basada en el mindfulness que a diferencia del enfoque cognitivo conductual tradicional, no hace intentos proyectados por identificar los pensamientos o contenido mental disfuncionales para luego eliminarlos, ni tampoco pretende una reducción sintomática, sino que tiene por objetivo la aceptación incondicional de lo que trae el momento presente aunque sea algo “negativo”.
Una de sus premisas es que la cronificación de un evento interno doloroso se genera por la lucha que se establece contra ellos. Por lo tanto, la terapia de aceptación y compromiso (ACT) pone su énfasis en aflojar, en soltar el control que se ejerce contra lo que se siente y piensa y también en abandonar los intentos de soluciones fallidas que el individuo ha venido intentando hasta el momento, para así reducir sus síntomas y sufrimiento. Para ello se centra en los valores, en la aceptación, compasión, en el contacto con el momento presente y con el sentido de trascender del ser. La aceptación de la experiencia presente y el abandono de la lucha contra los síntomas no es una tarea fácil. Hay situaciones en las cuales se sienten elevados montos de ansiedad (una respuesta del cuerpo y de la mente a cualquier amenaza percibida) que se desencadena por la anticipación negativa a un estímulo que es valorado como amenazante (ya sea real o imaginario) y genera toda una serie de pensamientos, emociones y sensaciones corporales no placenteras y muy abrumadoras que en muchas ocasiones impiden que se pueda afrontar habilidosamente la situación de ansiedad. Para hacerlo, se comienza a usar una serie de estrategias de control emocional que ayuden a evitar ese malestar, siendo resultado de comportamientos que se han ido condicionando a lo largo de la vida. Esto da lugar a diversos actos rutinarios de evitación de emociones, pensamientos, sensaciones y situaciones asociadas (Hayes 2019). De este modo, las estrategias de control son el último eslabón de la cadena, son el resultado de la interacción del aparato cognitivo (pensamientos, creencias, recuerdos) y las emociones asociadas, que dan lugar a determinados comportamientos. Es así que para que una persona pueda elaborar conductas y/o respuestas positivas debe trabajar en su mundo interno, en sus eventos privados (pensamientos, creencias, emociones) en el contexto histórico que configura la conducta presente. Cuando nos resistimos a sentir, cuando nos empeñamos en controlar, anular o eliminar lo que pensamos y sentimos, es precisamente cuando dichas experiencias se presentan con mayor intensidad y se cronifica en el tiempo, expresándose mediante sensaciones físicas como el dolor de estómago, cólicos, náuseas, sensación de opresión en el pecho, sudoración, palpitaciones, respiración acelerada o entrecortada, temblores, entre otros. Estos a su vez activan una serie de pensamientos catastróficos y anticipatorios (“me voy a morir”, “me va a dar un paro cardíaco” “voy a desmayarme”). Al no saber si va a suceder o no, se dispara el sentimiento de la incertidumbre, lo que resulta aún más abrumador e incrementa así la intensidad emocional. Ante una amenaza percibida, la mente se prepara para la evitación experiencial, poniendo en marcha una serie de mecanismos para evitar al mundo interior (emociones, pensamientos, sensaciones físicas), ya que no existe disposición para experimentar el malestar emocional, lo que genera como resultado dolor y sufrimiento (Hayes et al. 2009). Por lo tanto, el objetivo de abordar el control emocional es abandonar la lucha contra los síntomas, ayudar a los pacientes a tomar contacto con pensamientos, sensaciones, recuerdos y sensaciones físicas que hasta la fecha habían sido temidas y evitadas y también a abandonar los actos rutinarios de evitación, supresión y/o escape de emociones, pensamientos, sensaciones y situaciones asociados. Propone abrirse a la experiencia de sentir, abrirse a las experiencias internas, hacerles un lugar y aprender a estar con ellas, sin resistirse ni intentar modificarlas, invirtiendo la energía que utiliza para evitarlas en realizar acciones guiadas hacia sus valores y así, construir una vida valiosa para la persona. Se parte de la idea de que es imposible no sentir dolor, no sentir emociones, no tener pensamientos, pero si es posible modificar el modo en que nos enfrentamos a ellos y para ser más habilidosos en esto, se requiere de flexibilidad la cual permitirá que se amplíe el repertorio conductual que el individuo venía utilizando hasta ese momento, integrando un abanico de alternativas de respuestas (Hayes and Strosahl 2013) .“Cuanto más luchamos contra los síntomas, peor pronóstico tiene la guerra”. Lo que mantiene el problema es la cantidad de intentos de solución realizados “la solución se convierte en el verdadero problema”.Cada una de las emociones tiene su función y utilidad, aunque muchas veces la forma de expresarse pueda resultar displacentera, difícil de gestionar, poco tolerable y hasta desagradable. No podemos eliminar ni anular las emociones pero sí podemos modular y modelar nuestras reacciones emocionales y elaborar respuestas que se orienten a las direcciones valiosas de la vida de cada ser humano. Existe una inversión muy costosa en la lucha contra los pensamientos, emociones y cualquier otro evento interno, en detrimento de las metas y logros importantes para la persona. Nuestra mente a veces nos lleva en la dirección equivocada. Cuando hace eso debemos saber ponerle un freno y no caer en la tentación de apretar el acelerador. Esta orientación implica en primera instancia abordar el control emocional, reduciendo los intentos de regulación fallidos y para ello es fundamental que el compromiso al cambio sea cultivado a diario. Cuando dejamos de resistirnos a sentir algunas emociones, paradójicamente, el dolor emocional cesa. Para ello, es importante comprender que no somos nuestra mente y eso requiere tomar distancia de ella, volverse sus observadores. Ya lo decía Steven Hayes (2016): “La mente es como una calculadora en la que no hay un botón de resta ni tampoco un botón para borrar, solo hay botones de sumas, multiplicaciones e iguales. No es posible desaprender aquello aprendido pero si podemos tomar distancia de los pensamientos de la mente y actuar conforme nuestras direcciones valiosas”. Video: Hayes, S (2016). Mental Breakes to Avoid Mental Breaks. TEDxDavidsonAcademy
Para cambiar las direcciones vamos a necesitar saber cómo poner los frenos mentales, saber donde están y usarlos cuando la mente nos este llevando por direcciones equivocadas.

Ejercicios para abordar el control emocional (Luoma et al. 2007)

1 – Vivir una vida plena, con sentido = tener disposición a cualquier experiencia vital.Terapeuta: “Hasta aquí hemos dicho que lo importante era recuperar tu vida, tu tranquilidad, poder hacer las cosas que te hacen feliz, y no controlar tus emociones o eliminar los pensamientos que te resulten desagradables. Entonces ¿cuál va a ser la meta del tratamiento? ¿Controlar lo que sientes y eliminar los pensamientos que no te gusta tener o tener una vida que te hace sentir plena? Yo te propongo ayudarte a construir una vida que tenga sentido para vos, que valga la pena ser vivida, enseñándote y aprendiendo en este proceso a saber llevar habilidosamente cualquier cosa que tengas adentro.”2 – Hablar de las cosas que la persona quiere hacer en su día a día.Terapeuta: ¿Por qué no lo haces?Paciente: da sus motivosTerapeuta: ¿lo harías para la semana que viene? Pedirle que anote en un papelito esas cosas que quiere hacer y en el reverso, los pensamientos, emociones y sensaciones físicas que cree que va a sentir, y que observe este lado por unos minutos…Terapeuta: ¿Qué vas a hacer con eso? ¿Qué te gustaría hacer ahora mismo?Paciente: RomperloTerapeuta: ¿Sabes qué hay detrás de cada una de estas cosas? Algo que te importa. Si lo haces también pierdes la posibilidad de alcanzar aquello que realmente quieres. ¿De verdad lo romperías?3 – Identificar cuáles son las estrategias de control emocional que está usando y que conecte con los efectos paradójicos del control emocional. 4 – Utilidad: Evaluar junto al paciente si su comportamiento o conducta es útil o no para un determinado objetivo o meta, en vez de juzgar si es bueno o malo, correcto o incorrecto, justo o injusto.5 – Diseñar un plan de aproximaciones sucesivas para abordar el control emocional.En una lista, enumerar con el paciente una serie de acciones y de tareas que sirvan como exposición y que estén relacionadas con los valores de la persona.

¿Cómo hacemos para ser observadores de nuestra mente?

Para este acto primero debemos ser conscientes de que no somos nuestra mente sino que “tenemos una mente”, la cual tiene un estilo de procesar la información que recibe del exterior e interior y que tiende a ser más vulnerable a algunas emociones que a otras, y, sobre todo, que tiene una forma de afrontar situaciones y eventos cotidianos. Entrar en un estado de consciencia requiere que podamos notar/contemplar los juicios, pensamientos, razonamientos, intelectualizaciones, emociones, recuerdos o cualquier otro evento interno o externo con actitud imparcial, observando el funcionamiento de la mente con respecto a ello, sin evaluar ni juzgar, sino con una actitud de distancia y curiosidad. Las personas tienden a confundir hechos con juicios de valor e interpretaciones. ¿Qué son las interpretaciones o juicios de valor? Son las cosas que le ponemos, que le sumamos a los eventos. Algunas cosas que la mente nos dice pueden ser impactantes por lo desagradables y dolorosas que son más que por el hecho en sí. Es más tolerable el hecho que la interpretación/juicio de valor que le otorgamos Ejemplo:
  • Hecho/situación: Reprobé mi examen
  • Interpretación: Soy una tonta, no sirvo para nada
Una de las herramientas para lograr ser observadores de nuestra mente es la desesperanza creativa, proceso en el que le derivamos funciones aversivas a los intentos de control/lucha/huída y derivamos funciones beneficiosas hacia acciones simbólicas o concretas (reales) que dirijan a la persona hacia sus valores, metas u objetivos. Se pretende establecer desesperanza en cuanto al sistema que falla, que ya ha venido fallado, mientras se tiene apertura y flexibilidad hacia todo lo opuesto a esos intentos de control. Todas estas intervenciones y ejercicios procuran alcanzar la flexibilidad psicológica, dar un giro hacia esa dirección, siendo fundamental no sólo para preservar la salud y bienestar psicológico sino para orientar a la mente a donde sea que vaya. La mente es quien va a guiar a la persona por la ruta de las direcciones valiosas, ayudando a cambiar los procesos de rigidez que han llevado al estado de dolor y malestar actual.

Ejercicios que ayudan a observar la mente (Harris 2013)

La menteTerapeuta: (intervenciones): “Es lo que te dice tu mente” “ en la consulta estamos 4, vos, tu mente, yo como terapeuta, mi mente de terapeuta)”. Emitir este enunciado en las sesiones, hacer esta intervención reiteradas veces y en diversas situaciones y contextos, ayuda a que el paciente pueda distanciarse de su mente y notar como la misma invade de manera intrusiva con pensamientos automáticos, aprendizajes poco adaptativos y funcionales, distorsiones cognitivas (como lectura de mente, pensamiento todo o nada, pensamiento catastrófico, dicotómico, mágico, etc), indicándonos qué hacer ante ellos, soluciones que la mente considera racionales, lógicas, sensatas (huir, esconderse, luchar). Lo que sucede muchas veces es que: no es que tengamos una mente, sino que la mente tiene a uno. El objetivo es que puedan desliteralizarse los pensamientos, ya que los mismos desvían al individuo de sus direcciones valiosas y, en la mayoría de las situaciones, generan un malestar significativo mayor. Procurar hacer que se sume al cúmulo de creencias que el paciente ha adquirido a lo largo de sus experiencias y trayectoria la idea de que “los pensamientos son pasajeros” y promover ejercicios mediante los cuales pueda atravesar esta experiencia y así, mediante la repetición pueda constituirse como un nuevo aprendizaje. Consiste en observar las experiencias internas (pensamientos, emociones, recuerdos, impulsos, etc.,) tal y como son, no se ignoran pero tampoco se sobreestiman.Terapeuta: ¿Qué vas a hacer con los pensamientos y sentimientos difíciles?, la cabeza se vuelve muy habladora y da un arsenal de consejos (algunos no tan positivos o beneficiosos) ¿Qué harás al respecto? Las respuestas que el individuo dé, va a dar cuenta la dirección que tomará: si va a moverse hacia sus direcciones valiosas (hacia adelante, hacia lo positivo, lo importante) o hacia caminos que conducen al malestar emocional, desesperación. La mente suele tentarnos a tomar esta dirección. El siguiente video es una excelente metáfora:
Tener pensamientos: ¿Qué pensamiento estás teniendo ahora? En lugar de: ¿qué estás pensando? Esto ayudará a que la persona no se identifique y quede apegada a su mente.La mente viajera: Poder notar cuánto le gusta viajar a la mente hacia el pasado o futuro, lo inquieta que es y que lo que menos hace es estar en el presente. Enseñar a notar cuando la mente viaja, es una gran herramienta, disminuye las autocríticas y lamentos con respecto al pasado y las preocupaciones en torno al futuro. “Mantente en el presente”.Defusión: Cantarlos los pensamientos, decirlos en voz alta, escribirlos y cantarlos. Se da contenido aversivo en contexto de humor.Pero vs Y: Por ejemplo: “Lo haría pero tengo ansiedad…” cambiarlo a “lo haría y tengo ansiedad”.Evaluaciones vs experiencia: Contrastar lo que la mente dice que va a funcionar con lo que viene mostrando la experiencia.Visualizaciones: Pedirle al paciente que imagine cómo sería el escenario si hiciera caso a su mente, que describa detalladamente (acciones que ejecutaría, sensaciones físicas y emociones que experimentaría, sonidos, lugares, secuencia de acción, consecuencias). Luego, contrariamente, que imagine cómo sería si no le hiciera caso a la mente.Darnos cuenta de la forma de expresión de nuestra mente y los consejos que suele darnos.Ejercicios cotidianos que ayudan a vivir más conscientemente Tener la capacidad de observar los pensamientos desde afuera, estar menos pegados a la mente, tener apertura emocional y poder, voluntariamente, dirigir la atención hacia lo que se considere valioso.
  1. Comer con atención plena
  2. Exploración corporal
  3. Atención plena a la respiración, sonidos y pensamientos
  4. Meditación formal: ejercicios mindfulness de meditaciones guiadas disponibles en YouTube para realizar (escaneo corporal, conciencia del cuerpo, mindfulness en las emociones, mindfulness para la ansiedad, para el equilibrio emocional, meditación en el amor-amabilidad, meditación del lago en calma)
  5. Dar un paseo con atención plena
  6. Dar gracias a la mente compasiva, mirarse a los ojos y estar abierto sin juzgar
  7. Atención plena a las sensaciones de satisfacción y placer
Referencias bibliográficasHarris, R. (2013). Getting Unstuck in ACT: A Clinician’s Guide to Overcoming Common Obstacles in Acceptance and Commitment Therapy. New Harbinger Publications. https://play.google.com/store/books/details?id=OmtJoqaqyOIC Hayes, S. C. (2019). A Liberated Mind: How to Pivot Toward What Matters. Penguin. https://play.google.com/store/books/details?id=Z39_DwAAQBAJ Hayes, S. C., & Strosahl, K. D. (2013). A Practical Guide to Acceptance and Commitment Therapy. Springer Science & Business Media. https://play.google.com/store/books/details?id=OJJyBgAAQBAJ Hayes, S. C., Strosahl, K. D., & Wilson, K. G. (2009). Acceptance and commitment therapy. American Psychological Association Washington, DC: http://www.who-sells-it.com/images/catalogs/4604/pdf_25111.pdf Luoma, J. B., Hayes, S. C., & Walser, R. D. (2007). Learning ACT: An Acceptance & Commitment Therapy Skills-training Manual for Therapists. New Harbinger Publications. https://play.google.com/store/books/details?id=PiB8rZROo88C


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  • Análisis

Defusión y valores al paso

  • 30/03/2020
  • David Marder

Los métodos y modos de hacer ACT, (Terapia de Aceptación y Compromiso, vale aclarar) son diversos, sin embargo, aunque distintas pueden ser sus presentaciones, ya sea a través de Hexaflex, la Matrix, entre otras, todas son funcionalmente equivalentes, es decir, se orientan en la misma dirección: generar un repertorio de flexibilidad psicológica, allí donde hay un repertorio “crónico” de inflexibilidad. Estos modos son un continuo, y las personas nos movemos constantemente en ambas direcciones (Hayes, Strosahl y Wilson, 2012; Polk et al., 2016).

Movernos en dirección a la inflexibilidad, es:

  • Actuar bajo control, y sin diferenciarse, del evento privado (pensamiento, recuerdo, emoción, sensación, etc.) que se encuentre presente en ese momento.
  • Siguiendo reglas que ponen al malestar en oposición con la vida, es decir, que hasta que no se elimine el malestar, no se puede actuar en dirección a la vida que queremos.

Por otro lado, cuando nos movemos en dirección a la flexibilidad:

  • Actuamos diferenciandonos, tomando distancia, o por encima, de cualquier evento privado que aparezca, bajo control de aquello que es valioso para nosotras/os.
  • Siguiendo reglas que ponen al malestar en relación de inclusión con la vida, de manera que el primero ya no sería una barrera, sino que nos moveríamos con él (Luciano, 2016).

Existen distintos elementos en ACT dirigidos a entrenar flexibilidad, y entre estos, dos pueden considerarse como centrales en el tratamiento: el trabajo centrado en defusión y el trabajo dirigido a la clarificación de valores (Luciano y Valdivia, 2012).

Defusión

Defusión es un término central en ACT, que cuenta con muchas definiciones en la literatura especializada y que, tal como sucede con otros “procesos” del Hexaflex, a veces hace referencia a un proceso, un procedimiento o un resultado, lo que resta precisión al término (Assaz et al., 2018).

A continuación, se proponen tres definiciones de defusión, en tanto procedimiento, con un nivel de complejidad ascendente. Pese a que la última podría no resultar muy amigable, gentilmente se invita a explorarla, debido a que las intervenciones están estrechamente basadas en ella.

Definición 1: Defusión consiste en una serie de estrategias:

  1. Identificar los eventos privados o contenido interno
  2. Ganar distancia de esas experiencias
  3. Notarlas por lo que son, en vez de por lo que dicen ser
  4. Analizar funcionalmente la conducta fusionada, es decir bajo control de esos eventos privados
  5. Notar si es consistente con los valores

(Polk et al., 2016).

Definición 2: Defusión es entrenar un punto de observación (llamado Yo-Proceso) y perspectiva (llamado Yo-Contexto) de los eventos privados, promoviendo la desliteralización y distancia de los mismos (Luciano et al., 2011).

Definición 3: De acuerdo a la teoría del marco relacional (RFT), implica la discriminación del propio comportamiento continuo en relación jerárquica con el deíctico Yo, lo cual comprende que la persona enmarque los contenidos del yo en:

  • Relaciones deícticas (YO-AQUÍ y mi CONDUCTA-ALLÍ) y
  • Relaciones jerárquicas (YO conteniendo, incluyendo, o por encima de, mi CONDUCTA, o contenidos del Yo, y estos en relación de inclusión con, o pertenencia a, uno), cuyo objetivo, o resultado esperado, es
  • Reducir la función discriminativa de evitación/escape o de reforzamiento negativo de los eventos privados,
  • Reducir la función aversiva de los mismos (aunque no siendo el objetivo principal) y
  • Aumentar la función discriminativa de reforzamiento positivo ligado a valores (Luciano et al., 2011).

En adición, y tal como se desprende del último objetivo, se incluye en el entrenamiento en defusión, claves de regulación conductual (para especificar funciones augmentals apetitivas) de manera que, una vez tomada la distancia de los eventos privados, se promueve que la persona elija cómo actuar haciendo presentes sus valores, habiendo sido explicitados previamente, ya que, sin este paso, es posible que la persona pueda volver a “fusionarse” o actuar sin dirección valiosa. Dicho de otra manera, no se entrena defusión por entrenar defusión (Luciano et al., 2016).

Clarificación de valores

Si bien, en base al análisis anterior, las interacciones orientadas a defusión y a valores se conectarían para promover una regulación efectiva, es decir, implicarían un único movimiento, una única conducta, si los valores no se encuentran presentes, es necesario realizar una “clarificación” de los mismos.

En términos técnicos, esta estrategia consiste en especificar y aumentar la función discriminativa de reglas augmentals apetitivas (las reglas de regulación nombradas en defusión), o consecuencias generales, deseadas y verbalmente construidas, los llamados valores. Dicho de una manera menos técnica, lo que se busca es ayudar a clarificar y contactar con lo que realmente le importa a la persona consultante, y conectarlo con conductas alternativas, las llamadas acciones valiosas (Törneke, Luciano, Barnes-Holmes y Bond, 2015).

Se asume que ambos elementos están presentes, como movimientos continuos a lo largo de toda la terapia, constituyéndose en estrategias clave, que guían el trabajo en sesión. En efecto, aunque existen ejercicios más explícitos y/o formales, toda interacción terapeuta-consultante es una oportunidad para entrenar defusión y valores, por lo que se presentan a continuación, un conjunto de interacciones clínicas, de claves, compuestas por múltiples preguntas y frases, para entrenar ambos elementos de forma continua; elementos que, vale aclarar de nuevo, se cruzan y complementan, al punto de considerarse como un solo movimiento (Harris, 2009, Luciano et al., 2011; Luciano et al., 2016; Luciano y Valdivia, 2012; 2016 Törneke, Luciano, Barnes-Holmes y Bond, 2016; Villate, Villate y Hayes, 2016; Maero, 2020)

Claves para generar defusión

Los tres tipos de claves se consideran como pasos que deben realizarse en orden

Claves Deícticas (discriminar lo que siente o piensa en el momento): ¿Qué se te viene en ese momento?, ¿dónde lo sentís?, ¿podés observarlo?; Decime, ¿qué EP1 está dando vueltas, ahora?; Y ahora, ¿que estás pensando/sintiendo?; ¿Qué EP te está visitando?; ¿Notas algo?; ¿Qué te está diciendo tu mente ahora?; ¿Podés notar lo que estás pensando ahora?; Notá lo que tu mente está haciendo/diciendo, ¿Qué emociones/sentimientos/pensamientos estás teniendo en este momento?;

Si hay dificultad en discriminar (si se atascan)

  • Claves analógicas: Imaginá que estás escuchando ese EP, ¿qué te está diciendo?; Observá a ese EP como si fuera una pintura/foto; Si esta emoción/sensación tuviera un tamaño, una forma y un color, ¿cuáles serían?; Imaginá que este EP fuera una escena, ¿como la describirías?; ¿Podés tomar una postura que represente esa sensación/emoción?; ¿Podés dibujar este EP qué estás experimentando?; ¿Qué canción podría representar como te estás sintiendo?
  • Claves para toma de perspectiva:
    • Enmarque deíctico interpersonal: Pensá en un momento cuando…(persona importante) estaba triste, y observá lo que puedas ver en su cara; Imaginá que sos una de las personas que te vió tener un ataque de pánico, ¿qué habría visto?
    • Enmarque deíctico espacial: Cambiemos sillas en nuestras mentes, y fijate que podes ver desde este punto de vista diferente; Imaginá que te estás observando desde esa esquina, ¿qué podrías ver?
    • Enmarque deíctico temporal: Imaginá que te trasladas dos horas al futuro y recordás este momento, ¿qué notás que pensabas/sentías?
  • Claves de perspectiva jerárquica (englobar los eventos privados en un Yo constante que los contiene):¿Quién está viendo eso?; ¿Quién lo está notando?; Eso que notas, ¿quién lo nota?; ¿Quién está pensando/sintiendo X?; Imaginá que pones una distancia entre vos y X, que te situás por encima de ella; Pregúntate quién está pensando/sintiendo eso; ¿Quién está notando que tiene ese EP?; ¿Quién está ahí observando lo que pensás/sentís?; ¿Te das cuenta que está X (evento privado) y estas vos notando X?; ¿Podés reconocer que hay Yo ahí, una parte de vos, notando todo?; ¿Podés darte el permiso de imaginarte siendo mucho más grande que todos esos pensamientos/emociones/sensaciones que estás notando?; ¿Notas que tenés suficiente espacio para todos ellos? ; Si vos podés notar esta sensación, entonces vos no sos esta sensación, o al menos no solo esta sensación, ¿verdad? Entonces, ¿cuál es la parte de vos que no es esta sensación?
  • Claves de Regulación conductual (interacción de defusión con valores): ¿Al servicio de qué está lo que hacés?; ¿Quién sentís que manda cuando haces eso, vos o X (evento privado)?; ¿Qué sería importante hacer ahora?; ¿Qué podrías hacer ahora para ser fiel a lo que te importa?; ¿En qué dirección te gustaría moverte en este momento?; ¿Cómo sería hacer algo que te importa en este momento?; ¿Qué podrías hacer ahora que esté conectado con tus valores?; ¿Hacer eso te acercaría o te alejaría de la vida que querés? ; ¿Qué pasos darías ahora si fueras a elegir ser tu mejor versión?; ¿Qué valor querrías poner en juego ahora? , Engancharte con esos pensamientos en este momento, ¿te acerca a lo que es valioso para tu vida?

Claves para clarificar valores

  • Claves para hacer más discriminativas las funciones ligadas a valor: ¿Qué hay importante en tu vida?; ¿Estás siendo fiel a lo que te importa?; ¿Qué elección importante podrías hacer?; ¿Qué habría ahí que realmente te importa?; ¿Quién o quiénes son importantes en tu vida?; ¿Hay algo en tu vida en este momento que te dé vitalidad, sentido, propósito?; ¿Hay alguna persona que te inspira? ¿qué características, qué fortalezas o cualidades personales tiene esa persona que admiras?
  • Claves para discriminar acciones valiosas: Imaginá que por un momento X (eventos privados problema) desaparecerían (por un instante o X tiempo), ¿qué estarías haciendo en tu vida?; Si tuvieras más tiempo para vos, ¿qué harías?; Entonces, te gustaría ser una persona…(incluir valor), ¿como actuarías siendo una persona así?; ¿Qué cosas podrías hacer que sean parte de vivir una vida con…(incluir valor)?; ¿Qué otras cosas podrías hacer al servicio de…?; ¿Hay algo que puedas hacer, que te lleve 5 minutos (o X cantidad de tiempo), en vez de 1 hora (u otra cantidad), que todavía serviría a…?; Si vos haces esto, ¿sería como dar un paso más cerca de tu objetivo? ¿Qué objetivo? ¿Este objetivo estaría vinculado a algo más grande en tu vida?; Hacer esto, ¿estaría al servicio de…?; ¿Hacer eso es una manera de servir a una parte importante de tu vida?; ¿Cuando haces eso, te sentís conectado con tus valores?

Referencias bibliográficas:

    • Harris, R. (2009). ACT Made Simple: An Easy-To-Read Primer on Acceptance and Commitment Therapy. Oakland, CA: New Harbinger.
    • Luciano C, Ruiz FJ, Vizcaíno-Torres R, Sánchez V, Gutiérrez-Martínez O, & López-López, JC (2011). A relational frame analysis of Defusion interactions in Acceptance and Commitment Therapy. A preliminary and quasi-experimental study with at-risk adolescents. International Journal of Psychology and Psychological Therapy, 11, 165-182.
    • Hayes, S., Strosahl, K. y Wilson, K. (2012). Terapia de Aceptación y Compromiso: Proceso y práctica del cambio consciente (mindfulness). Bilbao, España: Desclée de Brouwer
    • Luciano, C. y Valdivia MS (2012). Nuevas perspectivas en el tratamiento de los trastornos de la personalidad. En Vallejo, M.A. (Ed), Manual de Terapias de Conducta, tomo II (pp. 855-930). Madrid: Dykinson.
    • Polk, K. L., Schoendorff, B., Webster, M., y Olaz, F. O. (2016). The essential guide to the ACT matrix: A step-by-step approach to Using the ACT matrix model in clinical practice. Oakland, CA: New Harbinger Publications.
    • Törneke, N., Luciano, C., Barnes-Holmes, Y., & Bond, F. (2016). Core strategies in psychological treatment: An RFT perspective. In S. Hayes, D. Barnes-Holmes, R. Zettle, and T. Biglan (Eds.), Handbook of Contextual Behavioral Science. New York: New Harbinger.
    • Villatte, M., Villatte, J. L., & Hayes, S. C. (2016). Mastering the clinical conversation: Language as intervention. New York: The Guilford Press
    • Luciano, M. C. (2016). Evolución de ACT. Análisis y Modificación de Conducta, 42 (165-166), 3-14.
    • Luciano, B. G., Ruiz, F. J., Valdivia-Salas, S., & Suárez-Falcón, J. C. (2017). Promoting psychological flexibility on tolerance tasks: Framing behavior through deictic/hierarchical relations and specifying augmental functions. The Psychological Record, 67(1), 1-9.
    • Maero, F. (2020). Fondos Terapéuticos. Grupo ACT Argentina. Recuperado de https://articulos.grupoact.com.ar/fondos-terapeuticos/
  1. EP=Evento privado. ↩


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  • Salud Mental y Tratamientos

5 ejercicios efectivos para ayudarte a dejar de creer en tus pensamientos intrusivos, por Steven Hayes

  • 24/10/2019
  • Equipo de Redacción

Cuando estamos preocupados o insatisfechos, la mayoría de nosotros haremos cualquier cosa para no sentir estos sentimientos. En cambio, los evitamos, buscamos algo para distraernos o calmarnos, o tratamos de resolver los problemas para salir de ellos.

Steven Hayes y otros colegas han descubierto que la flexibilidad psicológica se compone de seis habilidades básicas, incluida una que llaman «defusión». A continuación, Hayes explica qué es y cómo podemos aprender a construirla.


A menudo, la mayoría de nosotros vivimos en un estado de fusión cognitiva, comprando completamente lo que nuestros pensamientos nos dicen y permitiéndoles dirigir demasiado nuestras acciones y elecciones. Esto sucede porque estamos programados para notar que el mundo está estructurado por nuestros pensamientos, pero echamos de menos el hecho de que somos nosotros quienes pensamos en estos pensamientos.

El otro lado de la fusión es cuando vemos nuestros pensamientos como lo que realmente son: intentos continuos de darle sentido al mundo, por lo que les damos poder solo en la medida en que realmente nos sirven. Podemos notar el acto de pensar, sin sumergirnos o enredarnos en nuestros pensamientos. Nuestra palabra inventada para este acto de notar es «defusión».

Útil para aprender la defusión es comprender el anhelo que impulsa nuestra obsesiva charla y resolución de problemas. Es un anhelo de crear coherencia y comprensión a partir de nuestra cacofonía mental, y es un deseo perfectamente comprensible. Nos sentimos vulnerables cuando nuestros pensamientos no encajan bien, especialmente cuando son contradictorios.

El primer paso para alejarnos de creer en nuestros pensamientos automáticos es tomar conciencia de lo complicados que son nuestros procesos de pensamiento. Una forma de comenzar es dar rienda suelta a su mente para pensar durante unos minutos y luego escribir la serie de pensamientos que surgen.

Hice este ejercicio tan pronto como me desperté una mañana cuando estaba escribiendo este libro, y aquí estaban mis pensamientos:

Es hora de levantarse. No, no lo es; solo son las 6:00. Son siete horas de sueño. Necesito ocho, ese es el objetivo. Me siento gordo. Bueno, pastel de cumpleaños, duh. Tengo que comer pastel en el cumpleaños de mi hijo. Tal vez, pero no es una porción tan grande. Apuesto a que estoy hasta 196 libras. Dispara … para cuando ejecute el guante de caramelos de Halloween / Día de Turquía, volveré a más de 200 libras. Pero tal vez no. Quizás más como 193. Quizás haga más ejercicio. Cualquier cosa sería «más». Tengo que concentrarme. Tengo un capítulo para escribir. Me estoy quedando atrás … y estoy engordando de nuevo. Notar las voces y dejarlas correr puede ser un buen comienzo para el capítulo. Mejor volver a dormir. Pero tal vez podría funcionar. Fue dulce de Jacque sugerirlo. Ella se levanta temprano. Tal vez es su resfriado. Tal vez debería levantarme de la cama y ver si ella está bien. Son solo las 6:15. Necesito mis ocho horas. Ahora está cerca de las siete horas y media. Todavía no son las ocho.

Estos pensamientos no solo son notablemente tortuosos, sino que la mayoría de ellos se tratan de reglas y castigos. Muchos de ellos también son contradicciones de pensamientos previos. Este tipo de mentalidad es probablemente familiar para ti.

Este tipo de discusión con nosotros mismos es algo natural para la mayoría de nosotros. De hecho, incluso los niños pequeños entienden la vieja escena de dibujos animados de un demonio en un hombro y un ángel en el otro. Cuando estamos profundamente centrados en una tarea mental, nuestras mentes entran en un estado de flujo, en el que nuestros pensamientos, emociones y acciones están temporalmente sincronizados. Pero nuestro estado más habitual es el de deambular por la mente, que a menudo se caracteriza por una gran cantidad de desacuerdo y desconexión mental.

Para ver cuán automático y tortuoso es su propio pensamiento, tomate un minuto para señalar sus pensamientos en la dirección que elija. Luego, haz un seguimiento mientras siguen su curso. Escribe todo lo que notes.

Después de completar este ejercicio, repítelo dos veces más, dejando que tus pensamientos corran durante un minuto cada vez. En la segunda ronda, imagine que su trabajo es descubrir si cada pensamiento es verdadero o apropiado. En la tercera ronda, imagine que sus pensamientos son como las voces de peleadores de primer grado. Adopta una postura de curiosidad y diversión, pero no hagas nada excepto advertirlos.

En la segunda ronda, probablemente experimentes la sensación de ser arrastrado directamente a tus pensamientos. Su volumen puede haber aumentado; su enfoque en su contenido puede haber aumentado. Es posible que haya tenido una discusión con su mente. En la tercera ronda, notarás el flujo general de tus pensamientos. Muy probablemente, el contenido específico parecía menos importante, y tenía la sensación de estar fuera de cualquier argumento.

Esa diferencia explica cómo los ejercicios de defusión debilitan el vínculo entre los pensamientos automáticos y el comportamiento. Nuestra capacidad de alejarnos de nuestros pensamientos se fortalece a medida que practicamos. Cuando aprendemos habilidades de defusión, podemos tomar la energía de nuestro anhelo contraproducente y orientarla hacia el aprendizaje para ser guiados suavemente por nuestras experiencias.

Aquí hay un conjunto inicial de técnicas de defusión de uso común. Los dos primeros son ejercicios generales de construcción de la defusión, y los otros están diseñados para desactivar los pensamientos problemáticos específicos. Considere que estos son el núcleo de su práctica de defusión. En sus primeras dos semanas, repita cada una al menos una vez al día. Además, si durante el transcurso del día nota que está atrapado por un pensamiento, use un par en el momento para liberarse.

Si bien es común e incluso útil para ti tener una sensación de libertad y distancia en cuestión de minutos después de practicar estos ejercicios, ten cuidado. Tu mente puede intentar convencerte de que has resuelto tus problemas. No lo creas: tu dictador interno solo te está dando un nuevo pensamiento peligroso para desactivar.

No importa lo bueno que seas en la defusión, tu mente seguirá formando nuevos pensamientos con los que naturalmente te fusionarás. Un ejemplo es pensar: «¡Soy el experto mundial en defusión!». Es vital que te mantengas al tanto de esta tendencia. He estado practicando la defusión durante más de 30 años, y todavía tengo que recuperarme todos los días mientras me enredo con mis pensamientos. Para mí, a veces solo captar mis pensamientos es suficiente para romper el control, pero si no, inmediatamente me involucro en una de estas prácticas. Sin embargo, la fusión a veces se me escapa por un tiempo. Tu objetivo es el progreso, no la perfección.

Una última advertencia: algunos de estos ejercicios pueden parecer extraños, incluso tontos. ¡Los humanos somos criaturas divertidas! Solo trabaja a través de ellos con un sentido de autocompasión.

1. Desobedece a propósito

Permíteme comenzar con uno que estoy seguro parecerá desconcertante. Solo confía en mí. Levántate y lleva un teléfono, libro u otro objeto contigo mientras caminas lentamente por la habitación, leyendo la siguiente oración en voz alta varias veces. Sí, lea esta oración mientras camina.

¿De acuerdo? Listo? Levántate. Caminar. Leer. ¡Ve!

Aquí está la oración: «No puedo caminar por esta habitación».

¡Sigue caminando! Lenta pero claramente repite esa oración mientras camina al menos cinco o seis veces. «No puedo caminar por esta habitación». Ahora puedes sentarte de nuevo.

Es una cosa tan pequeña, ¿no? Es un pequeño golpe en el ojo del dictador interno, que es lo que yo llamo la parte dominante de resolución de problemas de nuestras mentes que constantemente sugiere «soluciones» para nuestro dolor psicológico, y un pequeño tirón en su capa de superhéroe.

Este ejercicio fue uno de nuestros primeros descubrimientos de defusión. Aunque es un ejercicio tonto, un equipo en Irlanda demostró recientemente en un experimento de laboratorio que aumentó inmediatamente la tolerancia al dolor inducido experimentalmente en casi un 40 por ciento. En el estudio, las personas estaban dispuestas a mantener la mano en un plato muy, muy caliente (no demasiado caliente hasta el punto de la lesión, pero lo suficientemente caliente como para causar dolor real) un 40 por ciento más, después de solo unos momentos de decir una cosa mientras hacía opuesto.

Incluso la demostración más pequeña de que el poder de la mente sobre ti es una ilusión puede darte mucha más libertad para hacer cosas difíciles. Puedes incorporar esto fácilmente a tu vida como una práctica habitual (en este momento estoy pensando, «¡No puedo escribir esta oración!» Mientras escribo).

2. Dale un nombre a tu mente y escúchalo cortésmente

Cuando escuchamos a otra persona, elegimos si estamos de acuerdo con lo que tienen que decir (o no). Con nuestra voz interna, por lo general, no sentimos que tengamos esa opción de estar de acuerdo o en desacuerdo, pero esa es la postura que me gustaría que intentes tomar. La investigación ha demostrado que nombrar tu mente, ponle un nombre diferente al que te llamas a ti mismo, ayuda con esto. ¿Por qué? Porque si su mente tiene un nombre diferente, es diferente de “ti”.

Yo llamo al mío «George». Elige el nombre que quieras, incluso el “Sr. Mente” o la “Sra. Mente” lo harán. Ahora saluda a tu mente usando su nuevo nombre, como si te lo presentaran en una fiesta. Por supuesto, si estás cerca de otros mientras estás leyendo esto, por ejemplo, en un autobús o en un tren, hazlo en tu mente.

3. Aprecia lo que tu mente está tratando de hacer

Mientras escucha sus pensamientos y nota cuando su mente comienza a parlotear, responde con algo como: “Gracias por ese pensamiento, George. Realmente, gracias”. Debes decirlo con sinceridad, porque sí lo dices con desdén, entonces la resolución de problemas continuará. Es posible que quieras agregar: «Realmente entiendo que está tratando de ser útil, así que gracias por eso. Pero tengo esto cubierto «. Di esto en voz alta si estas solo o internamente si está con otras personas.

Su mente probablemente retrocederá con pensamientos como: “¡Eso es una tontería, eso no ayudará!” Responde de nuevo con: «Gracias por ese pensamiento, George. Gracias, realmente veo cómo estás tratando de ser útil”. Puedes considerar invitarlo a comentar más al responder: “¿Tienes algo más que decir?”.

4. Cántalo

Este método es poderoso cuando tienes un pensamiento realmente difícil. Convierte ese pensamiento en una oración e intenta cantarlo; de nuevo, hágalo en voz alta si está solo o en su cabeza si tiene compañía. Cualquier melodía servirá. Mi opción predeterminada es la de «Feliz cumpleaños». No te preocupes por el esquema de redacción o rima: ¡no estás audicionando! Simplemente repite su pensamiento a la melodía que elija.

Ahora encuentra un pensamiento que te molesta y pruébalo. Experimente con diferentes melodías, o cante rápido o lento. ¿Cómo sabrá si ha «tenido éxito»? No es que el pensamiento desaparezca o se vuelva increíble; es que puedes verlo más claramente como un pensamiento más.

5. Llévalo contigo

Escribe un pensamiento crítico recurrente en un pequeño trozo de papel. Tal vez sea «soy simplemente estúpido» o «no soy amable» o «voy a fallar». Después de que termine de escribir, levante el papel y míralo como si fuera una página preciosa y frágil de un manuscrito antiguo. Estas palabras son un eco de tu historia.

Incluso si el pensamiento es doloroso, pregúntate si estarías dispuesto a honrar esa historia al elegir llevar este papel contigo. Si puedes llegar a “sí”, colóquelo en su bolsillo, billetera o bolso y deje que lo acompañe durante el viaje. Durante los días que lo llevas, de vez en cuando acaricia tu billetera o bolso (o donde sea que lo guardes) para reconocer que es parte de tu viaje y que es bienvenido.

Al practicar ejercicios como estos, podemos comenzar a expresar pensamientos inútiles que nos han impulsado durante años. Puede ser de gran ayuda para nosotros si aprendemos a interpretar la voz interna de nuestra mente como la de un asesor en lugar de un dictador. Con esto llegaremos a ver que nuestra mente en sí misma no es mala ni dañina siempre que no permitamos que dicte rígidamente nuestro comportamiento. Es una herramienta y cuando aprendemos a ponerle correa, puede servirnos aún mejor.

Puedes ver la conferencia de Steven Hayes en TED Tal sobre flexibilidad psicológica:

Artículo publicado en TED Ideas y traducido por David Aparicio.



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  • Recursos para Profesionales de la Psicología

El Modelo Portland: un programa para aprender ACT entre psicoterapeutas

  • 26/09/2019
  • Fabián Maero

Hoy vamos a ocuparnos de un aspecto de los modelos de psicoterapia que suele ocupar un lugar más bien secundario en el corpus teórico de cada modelo. En concreto: hablemos un poco de la formación y el entrenamiento de psicoterapeutas.

Por lo general la mayor parte de aprender alguna forma de psicoterapia consiste en aprender las bases conceptuales, la teoría, principios de intervención, y esto suele hacerse en el divertidísimo formato de exposición teórica que tantas satisfacciones nos da en los congresos – especialmente en esos inolvidables momentos cuando alguien lee su presentación en tono monocorde durante 45 minutos (ah, por cierto, estaba siendo sarcástico). Es decir, suele suceder que la formación clínica consiste más en escuchar o leer y menos en hacer, es decir, practicar o entrenarse en las competencias del modelo -me refiero a las habilidades clínicas que integran el repertorio de la terapeuta, por ejemplo sobre cómo preguntar, cómo realizar determinadas intervenciones, como manejar situaciones clínicas puntuales, etc.

Muchos modelos para suplir esta carencia utilizan formaciones más experienciales, es decir, entrenamientos que incluyen prácticas, role-play, y ejercicios experienciales. Esto es preferible a las formaciones meramente expositivas porque permite practicar una competencia clínica y hasta cierto punto tener una devolución para mejorar el desempeño. Sin embargo, a pesar de que estas formaciones pueden resultar muy útiles, tienen la limitación de que no suelen ser personalizadas, es decir, las habilidades que se enseñan en un taller pueden no ser las habilidades específicas que la terapeuta estuviera necesitando desarrollar para su práctica clínica cotidiana.

Un recurso habitual que se usa para lidiar con situaciones puntuales es la supervisión, pero a pesar de que puede ser útil y necesaria también tiene sus limitaciones con respecto a desarrollar habilidades clínicas. Una supervisión, individual o grupal, puede proporcionar orientación sobre cómo manejar un caso, sugerencias de intervenciones o de herramientas a utilizar pero rara vez una supervisión se ocupa de entrenar habilidades clínicas. No es muy frecuente, digamos, realizar un role-play con el supervisor para mejorar el trabajo con habilidades interpersonales.

Los grupos de consultoría, son otro recurso útil pero que comparte las limitaciones de la supervisión. Me refiero a grupos de profesionales con una formación más o menos similar, en los cuales no hay una supervisora más experimentada que oriente a otros terapeutas. Usualmente se trata de un grupo de pares que se reúnen regularmente, y en el transcurso de las reuniones cada miembro presenta los casos con los que estuviera teniendo dificultades y el resto realiza sugerencias sobre cómo manejarlos. Pero, nuevamente, nos encontramos con la misma limitación que con la supervisión, no siempre esto lleva a practicar y pulir habilidades clínicas, sino más bien lo que sucede es que el grupo ofrece sugerencias sobre qué hacer.

Entonces, lo que tenemos dentro de las herramientas usuales de formación es en primer lugar la exposición teórica y lectura de textos, que si bien ayuda en el aprendizaje de lo conceptual no ayuda a desarrollar competencias. En segundo lugar están las formaciones experienciales, que si bien ayudan a desarrollar competencias no están ajustadas a las necesidades específicas de cada profesional. Luego tenemos las supervisiones y grupos de consultoria, que ayudan con situaciones clínicas puntuales pero rara vez se enfocan en la práctica de habilidades. Algunos modelos también sugieren que la terapia de la profesional debe ser parte de la formación, pero ese recurso tampoco sirve para practicar competencias clínicas específicas.

Por supuesto, hay muchas excepciones a todo esto, pero el panorama general es aproximadamente ese. Ahora bien, hace algunos años me encontré con una publicación que ofrecía una propuesta bastante original para entrenar habilidades clínicas de Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), y de esa propuesta nos ocuparemos hoy (ya ven, los prolegómenos se van haciendo cada vez más extensos).

Practicando ACT entre pares

La propuesta en cuestión es conocida como Modelo Portland (por haber surgido en el Centro Clínico, de Investigación y Entrenamiento de Portland), y se trata de una estructura para implementar un grupo de consultoría entre pares dirigido a entrenar habilidades ACT (Thompson et al., 2015).

Explícitamente, el Modelo Portland tiene dos objetivos. En primer lugar propiciar el desarrollo de habilidades ACT entre sus participantes, y en segundo lugar favorecer la formación de una comunidad de terapeutas. Este segundo punto no es menor. La psicoterapia es una profesión extremadamente solitaria, en la cual la mayoría de los terapeutas tiene poca red de contención social y profesional.

El Modelo Portland es una estructura formal para realizar una reunión grupal de dos horas entre terapeutas que están interesadas en mejorar sus habilidades ACT. Dicho de otro modo, es una guía paso a paso, que detalla las actividades y roles para realizar una reunión mensual entre profesionales que se oriente a la práctica de habilidades clínicas.

Hace algún tiempo entrevistamos a algunos de los desarrolladores del Modelo de Portland, quienes lo describieron como “un modelo experiencial de aprendizaje y práctica de ACT que es es intencionalmente no jerárquico. No tiene un líder pero sí varios roles a cumplir. El grupo se reúne una vez al mes y (…) en el fondo consiste en esto: hay una persona que quiere practicar una habilidad específica, una habilidad de ACT, podría ser una intervención real que quiera practicar o un proceso en el que quiera trabajar, y todos los demás en el grupo tienen un rol específico para ayudar a apoyar a esa persona, la que llamamos el constructor de habilidades, a practicar su habilidad”

En líneas generales la reunión dura aproximadamente dos horas y se divide en dos partes. La primera parte comienza con un ejercicio experiencial breve (usualmente un ejercicio de mindfulness) y luego hay un tiempo abierto (pero bastante acotado) para preguntas breves sobre casos clínicos o temas generales, como un grupo de consultoría común.

La segunda parte de la reunión se ocupa de la práctica de habilidades y en ella uno los integrantes practicará una habilidad ACT que haya elegido previamente a la reunión. Puede ser una metáfora, una interacción clínica, un ejercicio experiencial, o cualquier otro recurso ACT a utilizar en clínica. Otro de los integrantes hará el papel de paciente (si bien se prefiere siempre trabajar con material personal en lugar de hacer role-play), para que el primero pueda practicar la habilidad como lo haría en su trabajo clínico, y el resto de los integrantes del grupo observará la práctica, tras lo cual se realizará una devolución y discusión grupal sobre lo observado.

De esta manera, todos se benefician en términos de aprendizaje. Quien practica pule su habilidad terapéutica, pero quienes observan la interacción también tienen la posibilidad de observar en tiempo real los aciertos y errores que se pueden realizar al implementar una habilidad clínica.

Los tiempos de la reunión están pautados, de manera tal que el grupo no se desvíe de sus objetivos centrales, y de hecho en cada reunión una persona se ocupa de monitorear que el grupo se mantenga dentro de la agenda y objetivos del día, señalando cuando el grupo se desvía o se va de tiempo y redirigiéndolo hacia la tarea acordada.

La estructura del grupo quizá parezca algo innecesaria y hasta rígida, pero puedo atestiguar la asombrosa facilidad con la cual una reunión entre terapeutas tiende a irse hacia cualquier parte. Tener una estructura bien definida funciona como una guía para que el tiempo sea bien aprovechado y el grupo resulte de utilidad. Otra función útil de tener una estructura acordada es que se evitan las sugerencias estériles o los comentarios que pueden ser contraproducentes para la participación, como por ejemplo, criticar a quien se ha animado a hacer algo tan difícil como practicar un ejercicio frente a otras personas (es notable también la facilidad con la cual los terapeutas pueden ser invalidantes entre sí).

*****

Descarga la guía completa

Hemos preparado la guía completa del Modelo Portland con las instrucciones, paso a paso, y fichas de registro para que puedas implementar el grupo de consulta entre terapeutas. Puedes descargarlo en formato PDF e imprimirlo a tu gusto.

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Implementando un grupo Portland

Si les interesa pulir sus habilidades de terapeutas ACT, comenzar un grupo Portland con colegas puede ser una estupenda y divertida forma de hacerlo, una buena manera de complementar la formación y apoyarse mutuamente durante el camino de la formación.

Para ayudarlos en esto, hemos preparado un documento con una traducción del protocolo original del modelo que pueden descargar, imprimir, y hacer circular entre los integrantes del grupo (si prefieren leer el original en inglés está la referencia al pie) .

Algunas sugerencias generales para implementar un grupo Portland:

  • Lean y sigan la guía. Sé que resulta a veces aversivo atenerse a una estructura que puede resultar un tanto rígida, pero hay un motivo por el cual se creó: es muy fácil que se pierda el objetivo del grupo y que éste devenga en meramente una conversación sobre casos. Si el grupo se encuentra dividido entre seguir la guía o sólo juntarse, prueben a realizar una reunión siguiendo la guía y otra reunión sin hacerlo, y registren qué les resulta más útil.
  • Si no saben qué competencias trabajar, les dejo este excel que es para realizar una autoevaluación de las competencias centrales de ACT: Planilla de evaluación de competencias ACT. Se trata de un documento que utilizo para trabajar con las personas que superviso, les puede servir para identificar sus fortalezas y competencias a desarrollar.
  • Una frecuencia mensual puede ser suficiente para comenzar.
  • Una vez que se habitúen al modelo, consideren adaptar los roles a sus necesidades o intereses específicos. Para darles un ejemplo, hace algunos años cuando trabajaba en un equipo DBT (que tiene reuniones grupales similares en algunos aspectos al modelo Portland), luego del ejercicio de apertura se dedicaban unos minutos a que alguien, que se había comprometido a ello en la reunión anterior, comentara al grupo un artículo o investigación reciente.
  • No descuiden el aspecto de comunidad del modelo. Juntarse a cenar o a tomar algo luego de la reunión puede reforzar la cooperación y mejorar las interacciones grupales.
  • Tómense un tiempo antes de la primera reunión para clarificar sus valores y propósito respecto de participar en el grupo, y póngalos por escrito. En el documento les hemos incluido la Declaración de Principios del grupo Portland original que pueden tomar como guía para redactar la propia.
  • Si están dando los primeros pasos en ACT, hemos publicado una pequeña guía de lectura que les puede servir para conocer o profundizar en algunos aspectos del abordaje.
  • Actualmente hay varios grupos Portland funcionando en diversas ciudades de Latinoamérica, averigüen porque contactarse con otros grupos para compartir experiencias y sugerencias puede resultarles útil (una forma de averiguar puede ser consultar en el listserv de la ACBS).

Ojala los recursos les sirvan. Pueden dejar comentarios y consultas aquí debajo. ¡Nos leemos la próxima!

Referencias bibliográficas:

Thompson, B. L., Luoma, J. B., Terry, C. M., LeJeune, J. T., Guinther, P. M., & Robb, H. (2015). Creating a peer-led acceptance and commitment therapy consultation group: The Portland model. Journal of Contextual Behavioral Science, 4(3), 144–150. https://doi.org/10.1016/j.jcbs.2014.11.004



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  • Artículos Recomendados de la Web
  • Encuentro con un terapeuta

«Necesitamos poder empezar a hablar de “psicoterapia», a secas, no de marcas» – Fabián Maero

  • 26/06/2019
  • David Aparicio

Lara María Velázquez entrevistó a Fabián Maero para la web Cambio de Hábitos. Hay entrevistas que son muy difíciles de leer, las lees como una tarea o una obligación. Esta no es una de esas. Con su estilo único Fabián nos cuenta cómo llegó a las terapia contextuales, por qué es importante la terapia basada en procesos, las características de ACT y BATD y mucho más. Aquí les comparto dos fragmentos que me gustaron mucho.

Sobre el copyright de los tratamientos y la terapia basada en procesos:

—En realidad lo que pasa es esto: la Terapia Basada en Procesos, es también un nombre acuñado por Hayes, por lo cual, yo no diría que son necesariamente cosas distintas. Si querés, yo creo que hay algo interesante en pensar a la terapia basada en procesos y es el empezar a pensar un poco más allá de las marcas de tratamiento, pensar un poco más allá del copyright del tratamiento donde alguien hace un modelo de terapia, le pone marca registrada y empieza a vender eso… Me parece que lo interesante de pensar la terapia basada en procesos es un poco eso; encontrar ciertos puntos en común, más allá de las diferencias de copyright entre los distintos modelos. Me parece que es un movimiento interesante en ese sentido.

Yo creo que —en algún punto esto es un poco controversial— pero yo creo que es una dirección deseable; que quizás dejamos de necesitar hablar de modelos de tratamientos. Quizás sea la dirección hacia la cual podamos movernos —y cuando digo movernos es de acá a los 200 años, no soy optimista con respecto a los tiempos. Me parece que lo que necesitamos, es poder empezar a hablar de “psicoterapia», a secas, no de marcas. Que cuando alguien haga psicoterapia, la atención que reciba esté basada en procedimientos, procesos, que tengan cierto soporte empírico, con una formulación de caso, que tenga bases conceptuales y filosóficas sólidas. Yo creo que esa sería una dirección deseable. Hoy en día tenemos un montón de marcas distintas. No es que necesariamente sea algo malo, pero muchas veces creo que hay muchas distinciones más vinculadas con cuidar la quinta, con cuidar un espacio, más que con seguir la evidencia. Y eso es un problema.

La alianza terapéutica como caballito de batalla:

Lo que creo que ha pasado con la alianza terapéutica es que se ha convertido en caballito de batalla cuando no hay otra justificación para las terapias. Y, para mí, siempre ha habido una cosa bastante curiosa: hay modelos o, más bien, si querés, comunidades, que dicen que la alianza terapéutica es en realidad, es el factor activo, que lo que cura es la relación terapéutica. Pero, al mismo tiempo, escriben un montón de libros que no son sobre la relación terapéutica, sino sobre toda la teoría. Entonces, me parece que ahí hay una inconsistencia: si el asunto es la relación terapéutica y eso es lo que cura ¿por qué escribís 800 libros sobre lo que pasa adentro del paciente y sobre la intervención? Si total con esto alcanza… Entonces, digo, estoy buscando un poco de consistencia y no la encuentro…¿por qué tenes toda esa bibliografía si lo que cura es la relación terapéutica? No, no te creo. No me va a cerrar eso. Primero, lo tenés que demostrar y ¿por qué te estás ocupando tanto de lo otro? Entonces, estoy a favor, por supuesto, de una buena alianza terapéutica; las cosas van a ser mucho más fáciles pero hay algunas investigaciones que te van a decir que, en realidad, una buena alianza terapéutica surge cuando tenés buenos resultados. Cuando los/las pacientes empiezan a experimentar mejorías sobre lo que les está pasando, empiezan a tener mejor rapport hacia uno, lo cual tiene mucho sentido. Seguramente me quieran más los pacientes a los cuales he podido ayudar más que aquellos a los cuales les he sido inútil.

Así que, creo que es un tema bastante complejo, con muchas matices. No puede ser dirimido en, simplemente, una cosa como “la relación terapéutica es lo que cura” o tampoco decir lo contrario: la relación terapéutica es inútil. Me parece que tiene varias aristas. Lo que pasa es que las cosas pululan en Facebook y el resto de las redes sociales que no son lugares aptos para  discusiones con matices.

Lee la entrevista completa en Cambio de Hábitos o  también puedes escuchar directamente la entrevista completa aquí:

https://pavlov.psyciencia.com/2019/06/entrevista%20fabian.mp3

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  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Terapia de aceptación y compromiso (ACT) en el tratamiento del trastorno obsesivo-compulsivo

  • 16/04/2019
  • Equipo de Redacción
Postergación y TB

El tratamiento psicológico de elección del Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) es la Exposición con Prevención de Respuesta (EPR).

El objetivo de este trabajo es llevar a cabo un análisis funcional de los procedimientos de EPR y Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) en el tratamiento del TOC, y comparar la eficacia de ambas formas de terapia. Para ello, se realizó una revisión sistemática de la literatura disponible hasta el momento.

Los resultados obtenidos indican que estas formas de intervención se basan en diferentes procesos de cambio, pudiendo constituir la ACT una buena alternativa para aquellas personas que no se beneficien de un tratamiento con EPR, además de para lograr una prevención de recaídas en el futuro.

Descarga el artículo completo en formato PDF.

Autores: Leticia León-Quismondo, Guillermo Lahera y Francisca López-Ríos.

Fuente: Scielo



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