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ACT

76 Publicaciones
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  • Recursos para Profesionales de la Psicología
  • Salud Mental y Tratamientos

Cuatro pasos para ayudar a un consultante que viene obligado a terapia

  • 17/08/2021
  • David Aparicio

No es fácil lograr una buena alianza terapéutica cuando los consultantes llegan derivados por sus jefes, por un juez o son presionados por un familiar o pareja para que busquen ayuda. En estos casos lo más útil es que el terapeuta sea muy claro desde el inicio y al mismo tiempo sea muy validante y receptivo con el consultante. Si te has visto en un situación similar, aquí hay cuatro principios que aprendí en el libro Getting unstuck in ACT de Russ Harris y que él tomó de Kelly Wilson (uno de los principales pioneros en ACT) para lograr que los consultantes se comprometan en la terapia.

Por supuesto que esta no es una receta mágica que funcionará con todos los consultantes, pero te dará cuatro principios para saber cómo abordar este tipo de situación. Intenta aprenderte los principios, pero úsalos con tus palabras y con tu propio estilo.

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  • Recursos para Profesionales de la Psicología

ACT Kit, Vol. 1

  • 09/08/2021
  • Fabián Maero

A lo largo de los años he compilado decenas de recursos clínicos, algunos han sido usados sólo una vez, otros ninguna, y otros se han convertido en figuras repetidas en mi trabajo clínico. Hace rato que quería compartir algo de eso (mayormente para que deje de estar juntando polvo digital en mis computadoras), y hoy es el día.

Lo que les traigo aquí es el primer volumen del ACT Kit, un compendio de materiales clínicos de toda índole: guiones de ejercicios experienciales, actividades entre sesiones, planillas, etc. La mayoría de los recursos aquí provienen de traducciones y adaptaciones de materiales publicados: libros, artículos, videos, y otros son de mi cosecha personal. Pueden usarlos, compartirlos, adaptarlos, como mejor les resulte.

Si han leído algo de lo que he publicado en los últimos años, habrán notado que no soy la persona más entusiasta de las técnicas utilizadas sin ton ni son. Prefiero que mis alumnas manejen pocos recursos con claridad antes que un millar de ejercicios utilizados como manotazos de ahogado. Sin embargo, disponer de diferentes recursos técnicos puede ser útil como forma de entrenamiento, como vía para explorar los matices de implementación y para conferirle una mejor textura a la experiencia clínica. Se trata de algo similar a lo que hace cualquier artista: un músico aprende decenas escalas que no necesariamente utiliza (e incluso suele ser deseable que no las utilice), porque al aprenderlas enriquece su comprensión y ejecución. Algo similar sería mi sugerencia al aproximarse a este material: úsenlo para aprender.

Pero hay algo más que querría compartir con ustedes.

Como he dicho, este es el Volumen 1, el primero de una serie que me gustaría continuar. Pero me gustan los proyectos colaborativos, de manera que he pensado bastante sobre este, tratando de encontrar alguna forma en la cual esto pueda ser algo útil para toda la comunidad y crecer con sus aportes, y se me ha ocurrido esta propuesta: si tienen un recurso ACT (o relacionado) que usan regularmente, que les parece útil y que les gustaría compartir con otras personas, pueden dejarlo en el formulario que les dejo al pie de este artículo. Vamos a revisar todas las contribuciones y seleccionar las que consideremos más útiles, las editaremos y puliremos un poco si es necesario, para incluirlas en el siguiente volumen del ACT Kit, con los correspondientes créditos a quien haga la contribución. No incluiremos todas las contribuciones, pero sí las consideraremos a todas. Ojalá tengamos muchas que compartir, y que este volumen sea el primero de muchos.

En cualquier caso, espero que éste primer volumen les sea de utilidad, pueden descargarlo haciendo click aquí.

Formulario para compartir contribuciones.

  • Análisis

12 maneras de no hacer ACT

  • 06/08/2021
  • David Aparicio

ACT es un modelo complejo de aprender y de hacer. Conceptos como la normalidad destructiva, la defusión, clarificación de valores o el propia aceptación no son fáciles de entender y mucho menos hacer en terapia. Lo que puede provocar que nos sintamos atascados y frustrados con el modelo. Para ayudarnos en este proceso Russ Harris ha compilado en su libro Getting Unstuck in ACT, los problemas más frecuentes que enfrentamos los terapeutas que trabajamos con ACT (en especial cuando empezamos) y nos ofrece algunas formas útiles de abordarlos.

He adaptado y preparado para que puedas sacarle provecho. Te invito a tómarte el tiempo para leerlos y reflexionar sobre qué te ha sido útil y que no te ha funcionado en la terapia.

Getting Unstuck in ACT de Russ Harris está disponible en Amazon en versión Kindle y en versión impresa. Adquiérelo aquí.


Ser inconsistente con el modelo y enviar mensajes confusos

Es probable que esto nos pase a todos. Cuando empezamos a usar ACT enviamos mensajes confusos y contradictorios con el modelo, especialmente lo que se refiere a la forma en que entendemos los problemas psicológicos y el sufrimiento humano. Por ejemplo, cuando hacemos un ejercicio para trabajar la aceptación de la ansiedad y el consultante dice “me siento mucho mejor, toda mi ansiedad desapareció” y el terapeuta contesta “¡Qué bueno! Ya verás que a medidas que hagas estos ejercicios tu ansiedad desaparecerá”. Con esta respuesta el terapeuta está enviando el mensaje que los ejercicios están planteados para deshacerse de la ansiedad y refuerza la idea de la evitación experiencial. Completamente lo opuesto de lo que en ACT intentamos lograr. Otro ejemplo puede ser cuando el terapeuta invita a un consultante que tiene juicios muy duros sobre sí mismo y lo motiva a que haga ejercicios de defusión y al mismo tiempo lo invita a que tenga “más pensamientos positivos”. Con esto solo logrará más fusión y mantendrá al consultante atascado en sus pensamientos.

Hablar y explicar ACT en vez de hacer ACT

Necesitamos que los consultantes practiquen y aprendan a usar los principios de ACT, no que se los sepan de memoria. Por lo tanto, los terapeutas debemos evitar de que nuestras sesiones se conviertan en una linda disertación teórica. Es como si pretendiéramos aprender a manejar bicicleta, tocar un instrumento o aprender a cocinar solo con leer las instrucciones o viendo un video de YouTube. Necesitamos practicar. Para lograrlo los terapeutas debemos modelar, reforzar e impulsar a los consultantes para que puedan practicar y hacer de la sesión lo más experiencial posible. Así que como dice Russ Harris: mantén las explicaciones cortas y pon las manos a la obra con todos los ejercicios, metáforas y recursos ACT que disponemos.

Tip de Russ Harris: ¿Qué pasa si me doy cuenta de que la sesión se está convirtiendo en una clase? Los terapeutas podemos pedir disculpas y decirle al consultante que nos hemos dado cuenta de que estamos gastando mucho tiempo en explicaciones, y que necesitamos redirigir la sesión a un ejercicio o metáfora que facilite el trabajo de alguno de los procesos como la clarificación de valores, defusión, un ejercicio de atención plena, etc.

Una recomendación más de Russ Harris que me ha sido muy útil: tenemos que intentar que antes de terminar cada sesión, el consultante pueda comprometerse a practicar las habilidades que se han trabajado en la consulta. Para potenciar la práctica y fomentar la motivación es importante que no le digas que vas a dejarle una “tarea”. Es demasiado aversivo. En vez de ello puedes decirle que lo invitas a probar lo que han aprendido en la sesión o que hagan un experimento para ver qué sucede con las habilidades. Por muy simples que parezcan, estas palabras facilitan mucho la práctica de las habilidades.

El terapeuta apurado

El polo opuesto de “hablar de ACT” es ser el terapeuta que se va directo a los procesos y ejercicios sin haber tomado el tiempo suficiente para conocer al consultante, validar sus emociones y tratar de entender su sufrimiento. Esto sucede mucho cuando estamos acostumbrados a seguir muy rígidamente los protocolos de tratamiento y no queremos perder tiempo para ayudarlos. Sin embargo apurarse demasiado y no leer las necesidades del consultante invalidará su proceso.

La terapeuta que arregla los problemas

Hay ocasiones que podemos ayudar a los consultantes con estrategia de resolución de problemas y lluvias de ideas. Pero tampoco debemos caer en la costumbre de ser demasiado directivos y decirles que hacer con su vida. Si notas que te sientes presionado por ofrecer respuestas y resolver los problemas, intenta reducir un poco la velocidad e intenta estar totalmente presente en el proceso. De esta manera podrás crear un espacio para que tu consultante pueda resolver sus propios problemas.

El terapeuta que solo escucha

Es muy fácil ser el terapeuta que solo escucha. Por un tiempo el consultante se siente validado porque ha encontrado a alguien que lo puede escuchar sin juicios y al mimo tiempo el terapeuta se siente cómodo escuchando, pero cuidado. Demasiada comodidad puede llevar al estancamiento del paciente. Necesitamos que los consultantes puedan, paso a paso, exponerse a las sensaciones incómodas y desarrollen nuevas maneras de relacionarse con sus pensamientos y emociones. Es la única forma de generar flexibilidad psicológica. Así que recuerda: debemos escuchar con compasión y respeto, pero también tenemos que modelar activamente los procesos de ACT, reforzar y motivar a los consultantes para practicar.

La terapeuta buena onda

En ocasiones los terapeutas interfieren en el progreso del paciente porque tienen miedo a incomodarlos y evitan llevar a cabo las intervenciones necesarias para abordar los problemas que los trajeron terapia. Un ejemplo muy frecuente: los ejercicios experienciales de aceptación.

Russ Harris ofrece una metáfora muy útil para estas situaciones:

Imagina que tienes un diente podrido y vas a un dentista encantador que pone buena música, hace bromas, te hace reír y examina todos sus dientes, pero descuida el diente podrido. Así que cada visita al dentista es una experiencia muy agradable e indolora. Y supón que eso sucede cada vez que regresas. Tu diente está empeorando y estás desarrollando un absceso en la boca, pero aun así el dentista no se acerca a ese diente podrido. ¿Por qué? Porque no quiere causarte ningún dolor o molestia. ¿Estarías feliz con ese dentista?

Si quieres una boca sana, tienes que lidiar con el dolor, incluso si duele, ¿verdad? Y a veces nuestro trabajo en el consultorio es un poco así. Para construir una vida mejor, necesitamos hacer cosas que pueden resultar incómodas. Ahora mismo estoy pensando que podríamos probar un ejercicio que puede resultar un poco incómodo para ti, pero lo sugiero porque creo que si estás dispuesto a hacerlo, aprenderás algo útil que podría marcar una gran diferencia en tu vida.

El terapeuta invalidante

Al trabajar la defusión de los pensamientos y la aceptación de la experiencia interna, los terapeutas a veces usamos frases como “es solo una emoción”, “es solo un pensamiento” o “solo una historia”. Pero estas frases usadas en un contexto inapropiado pueden ser muy invalidantes e insensibles con las experiencias de nuestros consultantes. Por lo tanto, elige sabiamente las palabras que vas a usar y asegúrate que serán apropiadas en el caso que estás trabajando.

Usar herramientas sin un propósito específico

Es muy probable que el terapeuta use cualquier herramienta para hacer algo en la sesión, cuando no ha preparado bien lo que va a trabajar o no tienen muy claro la conceptualización del caso. Para prevenir este tipo de errores asegúrate de tomarte el tiempo para evaluar y preparar un buen plan de tratamiento. Aquí tienes una guía breve de Russ Harris que te ayudará a crear una buena conceptualización clínica.

Tratar de convencer al consultante

Los terapeutas también nos fusionamos y puede ser que en medio de una conversación clínica el terapeuta caiga el error de intentar convencer al consultante sobre las causas de su problema o la manera en que deben abordarlo. Pero la terapia no se trata de convencer a nadie ni tratar de ganar un argumento. Harris propone que cuando nos pasa esto, pidamos disculpas rápidamente y reorientemos la terapia.

Harris lo pone así:

Perdón. Me acabo de dar cuenta de lo que he estado haciendo aquí. ¿Podemos poner una pausa por un momento? Puedo ver que he estado tratando de convencerte de mi forma de pensar y claramente no estás aquí para que te imponga mis creencias. Lo siento mucho. ¿Podemos retroceder cinco minutos antes de que intentara convencerte?

Mantener excesivo énfasis en un proceso y descuidar los otros

ACT no suele ser la primera terapia en la que nos formamos y la mayoría de nosotros proviene de otro tipo de formación clínica. Así que es normal que cuando empecemos con ACT nos concentremos en los procesos que tienen más sentido para nosotros o con los que nos sentimos más cómodos. Es probable que un terapeuta entrenado en terapia cognitiva se concentre más en defusión y no se enfoque tanto en las emociones y quizás un terapeuta entrenado en terapia gestalt se concentre más en la aceptación y no tanto en la defusión. Por consiguiente, debemos ser conscientes de nuestros propios sesgos y trabajar activamente en aprender a manejar los otros procesos ACT que no nos gustan demasiado.

Falta de entendimiento teórico

No hay que olvidar que ACT está basado fuertemente en el conductismo y no es una terapia solo de metáforas o palabras lindas. Si un terapeuta empieza a usar ACT sin conocimientos en el análisis de la conducta su trabajo como terapeuta será poco eficaz.

Tratar de copiar a tu entrenador ACT

Creo que de esta nadie se salva. Al principio hacemos ACT de la misma manera de la que la aprendimos. Copiamos el estilo del terapeuta que nos llevó de la mano por el modelo. Al inicio puede ser muy beneficioso porque nos permite dar los primeros pasos, pero con el tiempo será como ponernos un traje que no nos queda. Nos sentiremos restringidos y no podremos utilizar todo nuestro potencial como terapeutas. Así que intenta hacer ACT de una manera genuina. Usa tu personalidad, tu estilo, tu tono de voz y todas tus características para ayudar a las personas que buscan de tu ayuda.

  • Salud Mental y Tratamientos

DNA – V: un modelo de flexibilidad psicológica

  • 29/07/2021
  • Gabriel Genise

Por Sebastían Ortiz y Gabriel Genise

Nos gustaría comenzar este artículo con una pregunta que tomamos del espectacular libro de Kelly Wilson Mindfulness for two (Wilson, 2008): y ustedes profesionales de la salud mental, ¿Cuánta realidad pueden tolerar?

Los seres humanos creamos etiquetas con muchas finalidades, una de ellas está al servicio de mantener cierta distancia y abstracción, ya que de esa manera nos resulta más sencillo tolerar el sufrimiento. ¿Cuántos pacientes encontramos día a día en nuestro consultorio sufriendo en silencio?

¿Cuánto de nuestro padecimiento está presente en esa sesión con ese paciente? ¿Podemos verdaderamente permitirnos sentarnos cerca de nuestros consultantes y realmente escuchar la esencia de ese sufrimiento?

Estas son solo algunas preguntas que permitimos hacernos reflexionar acerca del padecimiento humano. Si eres terapeuta ACT, seguramente hayas leído acerca de cómo concibe este modelo el sufrimiento por lo que te proponemos que si lo deseas, saltees los siguientes párrafos, aunque también estás invitado a leerlo si deseas refrescar algunas ideas.

Desde una perspectiva ACT el sufrimiento humano emerge predominantemente de procesos psicológicos normales, particularmente de aquellos que están relacionados con el lenguaje. De acuerdo con Hayes, Strosahl y Wilson (2012), la ubicuidad del sufrimiento en sí sugiere que se origina dentro de procesos que evolucionaron para promover la adaptabilidad de los organismos humanos. Esta observación es la idea central detrás del supuesto de normalidad destructiva. Este supuesto sostiene la idea que los procesos psicológicos humanos ordinarios e incluso útiles pueden conducir a resultados destructivos y disfuncionales, amplificando o exacerbando cualquier condición psicológica normal o anormal que pueda existir. El propio concepto de sufrimiento en la raza humana posee un origen social y ha ido transformando su significado a lo largo de los siglos ubicándose como contraposición al de bienestar. Como mencionan Wilson y Luciano Soriano (2002) Las relaciones genéricamente establecidas en nuestra sociedad potencian que sentirse bien se contrapone a sufrir, siendo lo primero contemplado como lo normal y, por derivación, el sufrimiento como lo anormal. En este sentido la “vida sin dolor” pasa a ser el objetivo prioritario de los seres humanos. De hecho no es raro encontrarnos en el consultorio con pacientes que ante la pregunta “¿qué espera usted de la terapia?” nos respondan “ser feliz, no sufrir más, quitarme este dolor de encima, etc.”

Cuando los eventos privados vividos negativamente llegan a actuar como barreras o causas que impiden al sujeto ser feliz y la persona lo único que sabe es luchar contra sí mismo, y esta pelea en lugar de eliminar lo que le “molesta” lo hace cada vez más presente, el resultado final es un contexto de sufrimiento por la limitación que este preceder evitativos engendra (Wilson y Luciano Soriano, 2002). La suposición de la normalidad saludable nos alienta a la evitación experiencial, otro proceso clave en el circuito del sufrimiento. Este concepto hace referencia a las consecuencias inmediatas de fusionarnos con instrucciones mentales que alientan la supresión, el control o la eliminación de experiencias estresantes. La fusión cognitiva y la evitación experiencial afectan a la posibilidad de prestar atención de forma flexible y voluntaria a lo que está sucediendo interna y externamente. Estos principios, orientados al cambio y control de los eventos privados para poder tener una vida feliz, no serían problemáticos si el comportamiento resultante, llevado a cabo de forma inflexible y repetidamente, no produjera limitaciones en la vida (Páez Blarrina y Montesinos Marín, 2020). Sin embargo, la necesidad de resolver el malestar, o la de obtener placer como condición para vivir, empujan a la persona a actuar de una forma que, en contra de lo esperado, no le deja vivir, ya que la paradoja de intentar evitar o eliminar las experiencias privadas indeseadas en general llevan a un aumento de la frecuencia e intensidad de esa experiencia que se está deseando suprimir (Wenzlaff y Wegner, 2000).

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DNA-V: Historia y Fundamentos

DNA-V es un modelo pragmático el cual busca poder entender el comportamiento humano, como así también poder darle solución a las dificultades de la vida ayudando a nuestros consultantes a tener mayor crecimiento y desarrollo, mediante la ciencia conductual contextual en donde se utilizan teorías y principios funcionales para analizar y modificar acciones incrustadas en el contexto histórico y situacionales (Hayes y Ciarrochi, 2015).

Parte de los principios que sostienen de manera activa el modelo son los siguientes:

Teoría de la evolución

Busca dar explicación al desarrollo de la especie, sin embargo en los trabajos realizados por Hayes, Barnes-Holmes y Wilson en el año 2013 se dan cuenta de que pueden darle explicación al desarrollo de todas las especies de cualquier origen. Esto se basa en tres principios: variación, selección por consecuencia y retención. Mediante estos tres principios podemos comprender cómo ciertos comportamientos en nuestro medio social pueden ser reforzados o castigados y es así como nosotros como seres humanos comenzamos a repetir conductas que nos han funcionado en el pasado. El repertorio de una persona puede ser más o menos amplio, estar compuesto por una mayor o menor cantidad de conductas en una situación. A esto se lo denomina variabilidad del repertorio conductual y constituye una dimensión importante al momento de comprender la conducta. Esta variabilidad se va modificando a lo largo de la vida producto de los procesos de aprendizaje: aparecen nuevos comportamientos, se extinguen otros (Maero, 2018). El segundo término que explicamos aquí es la selección. Las consecuencias del ambiente actúan sobre el repertorio de conducta por lo cual algunas conductas se encuentran con mejores consecuencias que otras y por último la retención hace referencia a aquellas conductas que han sido reforzadas y se incorporan al repertorio de conductas del organismo (Maero, 2015).

Veamos un pequeño ejemplo: una adolescente llamada Jessica se cambia de escuela, en esta nueva escuela juega a X en el recreo, pero en su antigua escuela jugaban a Y, ahora Jessica comienza a jugar X (variación) y los compañeros comienzan a acercarse más y a tener mayor aprobación hacia ella (selección). Con el paso del tiempo Jessica comienza a ir aprendiendo los juegos de moda en su nueva escuela (retención) comenzando a ser más aceptada y aumentando así de manera significativa su aceptación social. Al poder ver el éxito que ha tenido comienza a transmitirle esto mismo a las nuevas personas que van llegando a la escuela (transmisión conductual y transmisión verbal) por lo cual la información se va pasando de generación en generación (retención).

Contextualismo funcional

La filosofía del contextualismo funcional se rige por ABA, RFT y ACT. Desde una perspectiva contextualista funcional, predecir e influir en el comportamiento es de importancia clave y es el objetivo del análisis y la terapia del comportamiento. Los contextualistas funcionales consideran el «comportamiento» como un acto en contexto en lugar de dividirlo en unidades. En este sentido, la «conducta» incluye la conducta motora manifiesta, como hablar o caminar, así como la conducta privada, que se refiere a eventos psicológicos.

Si bien algunas terapias intentan alterar el comportamiento de un cliente cambiando otro de sus comportamientos, como tratar de cambiar sus emociones modificando sus cogniciones a través de la disputa o el argumento racional, esto no tiene sentido desde una perspectiva contextualista. Desde esta postura, los eventos psicológicos no son intrínsecamente «malos» o problemáticos: lo problemático es el contexto en el que ocurren. Lo importante aquí es comprender la función de un comportamiento dentro de su contexto general, incluidos los factores interpersonales, intrapersonales, históricos de aprendizaje y situacionales.

Una segunda característica importante del contextualismo funcional es el énfasis en un criterio pragmático de verdad. En lugar de pedir a los clientes que cuestionen la «verdad» de sus cogniciones, el criterio de verdad para los contextualistas es la viabilidad del comportamiento del cliente. Un comportamiento es viable o verdadero si lleva a los clientes en una dirección que les importa.

El objetivo de ACT es predecir e influir en el comportamiento, para que nuestros clientes puedan responder al mundo, a medida que se desarrolla en un momento determinado, con mayor flexibilidad en lugar de formas rígidas, repetitivas y problemáticas. En lugar de sugerir que los clientes cambien sus pensamientos y sentimientos, les ayudamos a cambiar el contexto en el que ocurren sus pensamientos y sentimientos y a examinar la función de su comportamiento (Turrell & Bell, 2016).

Principios del comportamiento operante

Los principios operantes son herramientas analíticas que se utilizan para estudiar el comportamiento de humanos y animales. Los principios operantes pueden considerarse como los mecanismos que facilitan los principios evolutivos, que mencionamos anteriormente, de variación, selección y retención. Según la teoría operante, las conductas que se refuerzan se repiten y se fortalecen (se seleccionan y se retienen), mientras que las conductas que se castigan no se repiten y se debilitan (nota seleccionada). Los principios operantes son esenciales para comprender cómo podemos moldear nuevos comportamientos (Ramnero & Torneke, 2008). No vamos a meternos en profundidad en esta temática ya que nos alejaríamos considerablemente del tema a tratar.

Cuando pensamos el comportamiento del cliente en ACT, examinamos la función del comportamiento dentro del contexto único de ese cliente. Un análisis funcional típico considera los antecedentes de la conducta (factores ambientales, estados físicos como hambre o fatiga, experiencias privadas como pensamientos y sentimientos, etc.); la conducta en sí (lo que estamos analizando desde una perspectiva funcional) y las consecuencias de la conducta (el efecto de la conducta), todas las cuales pueden denotarse como «ABC» (Turrell & Bell, 2016).

Teoría de los marcos relacionales

La teoría de los marcos relacionales es una teoría conductual del lenguaje y del pensamiento simbólico sobre la cual ACT ha sido fundada. Naturalmente no podemos ni pretendemos explayarnos en este punto, ya que excede por sobremanera el propósito de este artículo, para poder profundizar sobre este modelo recomendamos leer Hayes et al. (2001).

La teoría de los marcos relacionales (en adelante RFT por sus siglas en inglés) reorientó el análisis de la conducta verbal de Skinner (1957) siguiendo las implicaciones de centrarse en la conducta del oyente en una interacción verbal.

Al intentar caracterizar la comprensión del oyente de las declaraciones verbales, estaba claro que el control directo de los estímulos no era suficiente. Es decir, no fue posible proporcionar una historia de respuestas reforzadas en presencia de cada palabra en el período de tiempo en que se adquiere el lenguaje. Especialmente cuando se considera la variedad de respuestas ocasionadas por una sola palabra (por ejemplo, pecho) en muchos contextos en los que puede presentarse (por ejemplo, pecho materno, dolor de pecho). Hayes y sus colegas sugirieron que la comprensión de un oyente requería respuestas relacionales derivadas, respuestas predecibles no entrenadas que ocurren debido a relaciones entre estímulos conocidos y nuevos regulados por señales contextuales arbitrarias, y que estas respuestas, a su vez, alteran fundamentalmente las ideas de comportamiento sobre las propiedades centrales de las acciones verbales de los hablantes (Cassidy et al., 2010).

RFT ha agregado nuevos principios de comportamiento verbal tales como: respuesta relacional aplicable arbitrariamente, vinculación combinatoria y mutua y transformación de la función de estímulo. Estos principios explican cómo el comportamiento verbal transforma nuestras respuestas a las emociones, a nuestro sentido del yo y a los estímulos del mundo físico (Hayes & Ciarrochi, 2015).

DNA-V y la flexibilidad psicológica

El modelo DNA-V describe tres clases funcionales de comportamiento, a las que se hace referencia con los nombres metafóricos de descubridor, observador y consejero. Los tres existen al servicio de los valores. El comportamiento del DNA está influenciado por el contexto, que incluye factores en el entorno inmediato e histórico que influyen en nuestro nivel de habilidades de DNA, nuestra visión de nosotros mismos y nuestra visión de los demás en nuestro mundo social. En esencia, todas las intervenciones están orientadas a crear contextos que promuevan las habilidades del DNA para construir comportamientos valiosos.

El objetivo final de usar las habilidades enseñadas en este modelo es desarrollar la flexibilidad psicológica o, para usar un término con el que los jóvenes pueden relacionarse más fácilmente, la fuerza flexible. En el adulto, la flexibilidad psicológica se ha descrito como «la capacidad de contactar con el momento presente más plenamente como un ser humano consciente, y de cambiar o persistir en el comportamiento cuando hacerlo sirve a fines valiosos”. Para los jóvenes, modificamos esta definición de la siguiente manera: La flexibilidad en los jóvenes es la capacidad de utilizar las habilidades del DNA de una manera que promueva el crecimiento y genera vitalidad y acción valiosa. La definición difiere en algunos aspectos importantes en relación con la definición de adulto. Primero enfatizamos las habilidades de DNA necesarias para crecer. Los autores no asumen que los jóvenes tienen valores establecidos como podría ser el caso de los adultos; más bien, estos están en una etapa de aprendizaje sobre pensamientos y sentimientos y lo que significa ser un ser humano. También necesitan probar nuevos comportamientos y explorar si esos comportamientos conducen a fines valiosos. Una de las formas más eficientes en que los seres humanos aprenden es probando cosas, por lo que los jóvenes deben probar muchas cosas nuevas, y eso puede incluir asumir riesgos, probarse nuevos yoes y probar los límites establecidos por los adultos (Hayes & Ciarrochi, 2015).

En el próximo apartado realizaremos una breve descripción de cada una de las clases funcionales propuestas por el modelo.

Una vida basada en valores y vitalidad

Los valores nos dan un sentido de dirección en la vida, un sentido de quién queremos ser y lo que es importante para nosotros. Ayudar a los pacientes a identificar sus valores será de una vital importancia en el proceso terapéutico (Turrell & Bell, 2016). Desde una perspectiva ACT podríamos decir que los valores son consecuencias libremente elegidas, construidas verbalmente de patrones de actividad en curso, dinámicos y en evolución, que establecen reforzadores predominantes para esa actividad que son intrínsecos en la participación en el patrón de comportamiento valorado en sí, o dicho de una manera más sencilla: los valores con direcciones de vida verbalmente construidos, globales, deseados y elegidos (LeJeune & Luoma, 2019).

El propósito del DNA – V es ayudar a los jóvenes a desarrollar valores y vivir con vitalidad. El descubridor, el observador y el consejero proveen los medios para comprometer al joven en acciones valiosas. Por tal motivo es que los valores se encuentran en el centro del modelo. Según Hayes y Ciarrochi (2015) los valores a menudo provienen de responder preguntas que se reducen a ¿Para qué?. Los autores refieren que cuando la vida es consistente con nuestros valores, tendemos a tener más vitalidad, la cual puede ser definida como la capacidad para vivir, crecer y desarrollarnos.

El consejero

El término consejero o asesor (o advisor en inglés) es una metáfora para describir cómo los humanos utilizamos el lenguaje y la cognición para otorgar sentido al mundo sin tener la necesidad directa de contactar físicamente o experimentar con cosas. Podría describirse como nuestra voz interior con la que conversamos para dar sentido al pasado, a las creencias, a la forma en que nos evaluamos a nosotros mismos y predecimos el futuro (Hayes & Ciarrochi, 2015).

El observador

El observador (o noticer en inglés) es un proceso poderoso que nos permite contactar con nuestras emociones, nuestro cuerpo y reconocer las señales físicas que vienen del mundo que nos rodea. Todos los seres humanos comenzamos nuestra vida con la habilidad de ser observadores. Durante la infancia, el mundo es lo que vemos, escuchamos, tocamos, sentimos y olemos. Sin embargo, una vez que comenzamos a introducirnos en el mundo del lenguaje y comenzamos a pensar simbólicamente, podemos fácilmente perder contacto con nuestra habilidad para notar y experimentar el mundo en un plano físico. Esta habilidad posee al menos cuatro funciones importantes. En primer lugar, el observador sintoniza con el cuerpo, el observador es adepto a reconocer las claves físicas que reflejan emociones fuertes, eventos estresantes, alegría, dolor, peligro, etc. En segundo lugar, el observador está pendiente de las acciones de las personas. Sin esta habilidad, no podríamos conocer cómo nuestras acciones afectan a otros. En tercer lugar, el observador sintoniza con el mundo exterior y lo que tiene para ofrecernos. Finalmente, el observador nos ayuda a tomar una pausa mindful y observar nuestra experiencia ante lo desconocido

El descubridor

El descubridor representa los comportamientos que están relacionados con explorar y testear el mundo. Si adoptamos una mirada evolutiva, vemos que los niños en sus estadios iniciales son descubridores por naturaleza. Ellos tienen la tendencia a explorar y descubrir el mundo.

Utilizamos al descubridor para poder ampliar nuestro repertorio comportamental, intentar nuevas cosas y evaluar cómo funcionan, descubrir y crear valores y construir fortalezas. Descubrir por naturaleza trae aparejado emociones difíciles. Necesitamos de las otras habilidades como por ejemplo al observador para poder estar disponibles, observar y permitirnos experienciar esas emociones al servicio de construir una mejor vida. Descubrir también puede traer aparejado al consejero, generando preocupaciones y dándonos razones por las cuales no deberíamos tomar riesgos e intentar nuevas cosas. Tendríamos que lograr acompañar a nuestros consultantes en que puedan escuchar a sus consejeros mientras que pueden poner en práctica las habilidades para “desengancharse” de él e intentar nuevas cosas en función a sus valores.

Como se puede apreciar al comenzar a trabajar con el descubridor, terminamos trabajando con todas las habilidades DNA – V.

La mirada de uno mismo y la mirada social

Si prestamos atención al anillo del modelo en su parte exterior (ver imagen 1) podrán observar los anillos que representan la mirada de uno mismo y la mirada social.

Por un lado, la mirada de uno mismo comprende la habilidad de verse a uno mismo en diferentes contextos: contigo el observador, aquí, observándote a ti mismo, el acto allí. Hayes y Chiarrochi (2015) dan como ejemplo la autocompasión la cual requiere la habilidad de verte a ti mismo en el momento presente sufriendo en el pasado; y podría resultar aún más esperanzador si pudieras verte a ti mismo, en el pasado, habiendo cambiado y crecido, o proyectarte cambiando en el futuro. Otra forma que mencionan los autores de toma de perspectiva es la posibilidad de poder observar que lo que crees ahora, no es lo mismo de lo que creías en el pasado (o sí) lo cual habilita la posibilidad de observar que las creencias no siempre son importantes.

Por otro lado, la mirada social se enfoca en las habilidades de toma de perspectiva que van más allá de uno mismo, sino que se enfoca en las relaciones y en los grupos sociales.

El modelo se enfoca en poder afianzar las habilidades sociales cercanas para luego poder ir ampliando la mirada y los grupos de relación.

Modelo DNA-V

Conclusión

Utilizamos el modelo DNA – V como una metáfora para describir comportamientos que todos los jóvenes poseen. Las habilidades DNA no existen en un vacío, el proceso necesita de cierto contexto para poder expresarse. Algunos contextos favorecen la expresión de las habilidades DNA, por ejemplo: progenitores que están presentes en la vida de los jóvenes y que los ayudan en sus adversidades, versus padres invalidantes que alimentan las estrategias evitativas de las emociones difíciles que el joven puede experimentar.

Las habilidades DNA pueden trabajar todas juntas con la finalidad de producir comportamientos efectivos (Hayes & Ciarrochi, 2015).

Referencias

  • Cassidy, S., Roche, B., & O´Hora, D. (2010). Relational Frame Theory and Human Intelligence. EUROPEAN JOURNAL OF BEHAVIOR ANALYSIS, 11(1), 37 – 51. http://mural.maynoothuniversity.ie/10642/1/BR-Relational-2010.pdf
  • Hayes, L. L., & Ciarrochi, J. (2015). The Thriving Adolescent. Using Acceptance and Commitment Therapy and Positive Psychology to help teens manage emotions, achieve goals, and build connection. Context Press.
  • Hayes, S. C., Barnes – Holmes, D., & Roche, B. (2001). Relational Frame Theory: A postSkinnerian account of human language and cognition. NY: Plenum.
  • LeJeune, J., & Luoma, J. B. (2019). Values in Therapy. Context Press.
  • Maero, F. (2015, 3 6). La psicoterapia como aplicación de los principios evolutivos. Grupo ACT. Retrieved 06 14, 2021, from https://grupoact.com.ar/la-psicoterapia-como-aplicacion-de-los-principios-evolutivos/
  • Maero, F. (2018, 11 23). Flores, abejas, evolución y psicopatología. Grupo ACT. Retrieved 06 14, 2021, from https://grupoact.com.ar/flores-abejas-evolucion-y-psicopatologia/
  • Ramnero, J., & Torneke, N. (2008). The ABC’s of human behavior. Behavioral principles for the practicing clinician. New Harbinger Publications.
  • Skinner, B. F. (1957). Verbal Behavior. New York: Appleton – Century – Crofts.
  • Turrell, S. L., & Bell, M. (2016). ACT for Adolescents. Context Press.
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  • Salud Mental y Tratamientos

Cómo conceptualizar un caso desde ACT

  • 15/07/2021
  • David Aparicio

El objetivo central de la terapia de aceptación y compromiso (ACT) es generar flexibilidad psicológica y movilizar a los consultantes hacia la vida que es realmente importante para ellos. Para lograrlo es necesaria una buena formulación de caso y un adecuado plan de tratamiento que contemple los recursos, dificultades y barreras (externas y psicológicas) que el consultante afronta.

En ACT existen diferentes modelos para conceptualizar un caso que contemplan el uso del hexaflex, pero me ha gustado mucho el modelo que Russ Harris describe en su libro Getting unstuck in ACT . Es muy fácil de usar y me ha permitido tener un trabajo terapéutico más claro y concreto. He traducido y adaptado el modelo para que los terapeutas que trabajan en ACT lo puedan usar también. En este artículo encontrarás una versión para miembros premium en PDF y también la versión completa del modelo que puedes copiar y pegar.

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  • Salud Mental y Tratamientos

Simón dice y el contexto de literalidad

  • 07/07/2021
  • Fabián Maero

Uno de los aspectos que me desorientó de ACT en un principio fue su posición con respecto al papel de las cogniciones y emociones sobre las acciones clínicamente relevantes. Creo que es un poco más complejo de lo que parece, y que puede ser entretenido detenernos sobre este punto —siempre y cuando utilicemos una definición bastante amplia y generosa del término “entretenido”.

Permítanme desarrollar la cuestión. ACT/RFT sostiene que el sentido de cualquier evento está verbalmente mediado, esto es, que la función o efecto psicológico de un evento depende, al menos en parte, de sus propiedades verbales. Dicho en lenguaje cotidiano, y de manera muy simplificada, esto podría traducirse como que el sentido de un evento depende de su interpretación; así, por ejemplo, que una emoción o sensación física sea evaluada como deseable o indeseable afectará la forma de relacionarnos con ella.

Expresado de esa manera, esto pareciera guardar una notable similitud con los postulados centrales de terapia cognitiva y de otras posiciones psicológicas afines sobre el papel de las cogniciones sobre las acciones. En efecto, para terapia cognitiva el contenido de la interpretación de un evento es central para determinar cómo actuaremos frente a él. Citemos a Beck como ilustración: “si una persona interpreta todas sus experiencias en términos de si es competente y está capacitada, su pensamiento puede verse dominado por el esquema, ‘Si no lo hago todo a la perfección, significa que soy un fracaso’. Consecuentemente, esta persona responderá a las situaciones en términos de adecuación, incluso aunque las situaciones no tengan nada que ver con la dimensión de competencia personal.” (Beck et al., 2010, p. 13). También: “Puede postularse que las construcciones negativas que el paciente hace de la realidad constituyen el primer eslabón de la cadena de síntomas” (p. 27). Consecuentemente, esto conduce a procedimientos clínicos que intentan el cambio de esos contenidos para generar cambios clínicamente significativos, por ejemplo: “el control de los sentimientos más intensos puede lograrse mediante un cambio en las ideas” (p.17).

Sin embargo, esta es una posición de la cual ACT insistentemente tiende a diferenciarse. Ahora bien, ACT rechaza la posición cognitiva que hemos bosquejado, pero aún así postula que los pensamientos son importantes en la conducta. ¿En qué quedamos entonces? La respuesta, como es costumbre, está en el contexto, y en un aspecto especial del contexto esta vez.

Simón dice

Creo que podemos intentar una respuesta de esta manera: ACT no se opone a que una evaluación o interpretación pueda impactar sobre cómo actuamos frente a un evento, sino que hace la salvedad de que la relación entre la evaluación y la conducta que le sigue no es mecánica: “la respuesta contextualista funcional es explorar la posibilidad de que el vínculo entre los eventos privados y el desempeño subsecuente está en sí mismo contextualmente controlado” (Hayes & Wilson, 1995, p. 245).

Esto es, los pensamientos no tienen un efecto automático sobre las acciones, sino que el efecto depende del vínculo entre ambos elementos, y que ese vínculo está en sí contextualmente determinado (esto mismo aplica a emociones, pero no quiero desviarme tanto del punto central). Ese vínculo depende en sí del contexto, lo cual determina que la función psicológica que un pensamiento tuviere será función de otros elementos del contexto.

Retomando el ejemplo de Beck, un pensamiento como “soy un fracaso” puede impactar la conducta subsiguiente (por ejemplo, abandonar una actividad), solo cuando sucede en un contexto que indica que debe tomárselo de cierta manera –es decir, literalmente– cuando existe lo que se denomina un contexto de literalidad, un término que no es de cartel pero que aparece con frecuencia en la literatura. No es el contenido del pensamiento en sí lo que determina su impacto, sino el contexto en que sucede.

Una explicación más rigurosa del contexto de literalidad podría ser esta: “Las funciones de estímulo que son transformadas por las relaciones verbales también están controladas contextualmente y, por lo tanto, el impacto conductual de las relaciones verbales es contextual, no mecánico. En algunos contextos, los símbolos y los referentes pueden fusionarse virtualmente. A ese contexto lo llamaremos “el contexto de la literalidad” y al efecto lo llamaremos “fusión cognitiva”. En otros contextos, las relaciones verbales existen pero pocas funciones de estímulo reales se transfieren entre ellas.” (Hayes et al., 1999)

El contexto de literalidad es todo aquel aspecto de la situación que es ocasión para las conductas que englobamos en la categoría de “fusión”. Dicho de manera más sencilla e incorrecta, un contexto de literalidad es uno que señala que hay que responder a los contenidos de los pensamientos literalmente.

Podemos encontrar un ejemplo divertido del uso del contexto de literalidad en el juego infantil de “Simón dice”. En caso de que no hayan tenido infancia, les explico: es un juego que se lleva a cabo entre varias personas, una de las cuales ordena a las demás que realicen alguna acción sencilla (saltar, tocarse la nariz, etc.). Pero, esto es central, el resto de las personas sólo deben seguirse las órdenes que estén precedidas de “Simón dice” (“Simón dice: saltar en una pierna”), y no aquellas que no estuvieren precedidas por esa frase (“saltar en una pierna”). Quienes siguen correctamente las instrucciones siguen en el juego, quienes no, son expulsados.

Ese “Simón dice” juega con el contexto de literalidad, estableciendo un contexto que indica cómo responder al contenido verbal emitido (esto es, la orden dada). La ausencia de esa frase indica que la orden no debe tomarse literalmente. Por ejemplo, si quien dirige el juego grita “Auxilio, me estoy prendiendo fuego, vengan a apagarme que no es un juego, manga de degenerados”, lo ignoraríamos porque no dijo “Simón dice”, pese a sus súplicas (el mismo efecto tiene la palabra de seguridad en ciertas prácticas más adultas: sólo se toman en cuenta los ruegos precedidos de dicha palabra).

El contexto de literalidad, sin embargo, no depende sólo de palabras sino de diversos y múltiples aspectos de la situación: “este contexto incluye propiedades comunes al lenguaje cotidiano, como la estructura gramatical, la velocidad del habla, la congruencia entre el tono y el contenido emocional, el mantenimiento de la coherencia verbal y la atención a los productos de la respuesta relacional (es decir, relaciones derivadas y transformaciones de funciones)”. (Assaz et al., 2018).

Esto es, el contexto de literalidad puede señalarse con expresiones, formas de hablar, gestos, convenciones, y otras características de las situaciones que señalen cómo puede responderse a la situación. Cuando vamos a ver una obra de teatro, por ejemplo, ciertos elementos de la situación señalan que no debe responderse literalmente a lo que están diciendo y haciendo los actores (por eso no nos subimos al escenario para convencer a Romeo de que Julieta está viva y que no hace falta que se envenene), similarmente, cuando leemos en una página una sucesión de enunciados apilados, ese formato señala que nos preparamos para leer un poema, no una definición de enciclopedia.

Resumiendo

Para ACT entonces, los pensamientos y sentimientos no determinan mecánicamente las acciones subsiguientes: influyen sobre ellas (y aquí yace la similitud con los abordajes cognitivos), pero no de manera lineal, sino determinada por el contexto. El nexo entre conductas es también contextual. Diferentes contextos pueden hacer que un mismo contenido verbal o sentimiento tenga diferentes efectos sobre las acciones subsiguientes.

No basta con tener un pensamiento con un contenido negativo para que ocurra alguna acción deprimida, sino que tiene que ocurrir en un contexto actual o histórico que señale una cierta forma de responder a ese contenido: “Simón dice: soy un fracaso y no debería intentarlo más”. Por ese motivo, el foco de las intervenciones no se pone en modificar los pensamientos y sentimientos, sino en generar un contexto en el cual el vínculo entre esos contenidos y el resto de las acciones se debilite.

Cuando trabajamos con defusión intentamos generar, por medio de varios recursos técnicos, un contexto que debilite el vínculo entre ciertos pensamientos y las acciones subsiguientes. Cuando trabajamos aceptación, intentamos generar un contexto que debilite el vínculo entre malestar y acciones. No nos ocupamos de los contenidos de las órdenes, sino más bien del “Simón dice”, por así decir.

El contexto de literalidad es el que susurra que esto no es un juego. Un contexto de defusión es el que nos invita a jugar, el que nos invita a tomarnos un poco menos en serio algunas cosas, un poco más cercano al humor, un poco más cercano a cierta liviandad que a veces es necesaria. El contexto que nos toma un poco por sorpresa cuando la indicación es “Simón dice: ignorar esta orden”. No es casual que el humor requiera una cuota de flexibilidad.

Artículo publicado en GrupoACT y cedido para su republicación en Psyciencia.

Referencias bibliográficas:

  • Assaz, D. A., Roche, B., Kanter, J. W., & Oshiro, C. K. B. (2018). Cognitive Defusion in Acceptance and Commitment Therapy: What Are the Basic Processes of Change? Psychological Record, 68(4), 405–418. https://doi.org/10.1007/s40732-017-0254-z
  • Beck, A. T., Rush, A. J., Shaw, B. F., & Emery, G. (2010). Terapia Cognitiva de la Depresión (19th ed.). Desclée De Brouwer.
  • Hayes, S. C., Strosahl, K. D., & Wilson, K. G. (1999). Acceptance and commitment therapy: an experiential approach to behavior change. The Guilford Press.
  • Hayes, S. C., & Wilson, K. G. (1995). The role of cognition in complex human behavior: A contextualistic perspective. Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry, 26(3), 241–248. http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/000579169500024T
  • Análisis

Dos conceptos erróneos sobre la terapia de aceptación y compromiso

  • 28/06/2021
  • Equipo de Redacción

Hay muchos conceptos erróneos sobre ACT. Dos de los más comunes son: a) que ACT no cambia su forma de pensar y b) que ACT no intenta reducir los síntomas. En este artículo Russ Harris, experto en ACT, explica por qué ambas ideas son falsas.

Concepto erróneo n° 1: «ACT no cambia su forma de pensar»

Uno de los conceptos erróneos más grandes sobre ACT es que “no cambia tu forma de pensar”. Espero y confío en que puedas ver que no es el caso. Cuando los consultantes (y terapeutas) se encuentran con ACT, generalmente cambian drásticamente la forma en que piensan sobre una amplia gama de temas y cuestiones, incluida la naturaleza y el propósito de sus propios pensamientos y emociones, la forma en que quieren comportarse, la forma en que quieren comportarse. Tratarse a sí mismos y a los demás, de qué quieren que se trate su vida, formas efectivas de vivir y actuar y lidiar con sus problemas, qué los motiva, por qué hacen las cosas que hacen, etc.

Sin embargo, ACT no logra esto desafiando, disputando, refutando o invalidando pensamientos; tampoco ayuda a las personas a evitar, reprimir, distraer, descartar o “reescribir” sus pensamientos o tratar de convertir sus pensamientos “negativos” en “positivos”.

ACT ayuda a las personas a cambiar su forma de pensar a través de:

  • Desactivarse de cogniciones y procesos cognitivos inútiles.
  • Desarrollar formas de pensar nuevas, más flexibles y eficaces, además de sus otros patrones cognitivos.

¿Por qué escribí además en cursiva? Porque no podemos eliminar los repertorios cognitivos inútiles. Como dice el dicho de ACT, “No hay un botón de borrar en el cerebro”. Podemos desarrollar nuevas formas de pensar, pero eso no elimina las antiguas. Como les digo a los consultantes, “si aprenden a hablar húngaro, eso no eliminará el inglés de su vocabulario”.

Entonces, una y otra vez, enfatizamos este importante punto a nuestros consultantes de muchas maneras diferentes. Por ejemplo: “lógica y racionalmente sabes que estos pensamientos no son ciertos, y eso no impedirá que vuelvan a aparecer”. O: “Sí, puedes ver claramente que este patrón de pensamiento no es útil, y eso no impedirá que tu mente lo haga”. O: “Entonces sabes que cuando esta historia te engancha, te empuja a hacer movimientos alejados de tus valores, pero saber eso no eliminará la historia que aparecerá en tu mente y seguirá regresando».

Estas son solo algunas de las muchas formas en que ACT fomenta activamente el pensamiento flexible:

  • Reencuadre.
  • Toma de perspectiva flexible.
  • Compasión y autocompasión.
  • Establecimiento de metas, resolución de problemas, planificación de acciones y elaboración de estrategias flexibles.
  • Considerando sus creencias, ideas, actitudes y suposiciones en términos de viabilidad.

Concepto erróneo n° 2: «ACT no está interesado en la reducción de síntomas»

Cuenta la historia que “los terapeutas de ACT no están interesados ​​en la reducción de síntomas; solo están interesados ​​en una vida basada en valores”. Puedo ver de dónde viene esta historia, pero es una caricatura. Creo que es mucho más justo decir algo como esto: “La postura común de ACT es que el terapeuta tiene como objetivo aumentar la calidad de vida del consultante y reducir su sufrimiento ayudándolo a vivir según sus valores y utilizar nuevas habilidades para reducir el impacto e influencia de sus pensamientos y sentimientos dolorosos”.

Personalmente, animo a los terapeutas y entrenadores de ACT como parte del consentimiento informado a decirles a sus pacientes: “Aprenderemos nuevas habilidades para manejar los pensamientos y sentimientos dolorosos de manera más efectiva; para reducir su impacto e influencia sobre usted”. La mayoría de los pacientes responden muy bien a esto.

Sin duda, el objetivo principal de ACT es una vida basada en valores, no la reducción de síntomas; sin embargo, la reducción significativa de los síntomas casi siempre ocurre como un subproducto del ACT y, a menudo, rápidamente. Y seguro que estamos interesados ​​en esa reducción de síntomas; es por eso que se mide en casi todos los más de 3000 estudios publicados sobre ACT. Y lo que muestran casi todos esos estudios es que ACT brinda una reducción de síntomas efectiva y sostenible como un subproducto de una vida consciente y basada en valores. De hecho, en muchos ensayos de control, ACT ofrece una mejor reducción de los síntomas que otros modelos en los que este es el objetivo principal.

Por eso es muy importante cómo les presentamos todo esto a los consultantes. Preséntalo de alguna manera como lo he sugerido anteriormente, y podrá cumplir con sus expectativas y necesidades. Pero preséntalo como “¡Aquí no estamos interesados ​​en la reducción de síntomas!” y tendrás muchos problemas.

Antes de terminar este punto, una cosa más a considerar…

¿Qué queremos decir realmente con reducción de síntomas?

El entendimiento común de “reducción de síntomas” es una disminución en la frecuencia e intensidad de pensamientos, sentimientos, emociones, sensaciones, recuerdos, etc. no deseados. Sin embargo, hay otra forma de pensar sobre esto; podemos concebir los síntomas comunes del consultante como grados excesivos o problemáticos de:

  • Distracción, desvinculación, disociación.
  • Operando en piloto automático, sin sentido.
  • Permitir que las cogniciones dominen las acciones o la conciencia de formas problemáticas.
  • Falta de significado, propósito y realización en la vida.
  • Patrones de acción ineficaces o contraproducentes que tienden a empeorar la vida.
  • Ampliar la frecuencia y el impacto de las emociones dolorosas al luchar con ellas.

Si pensamos en estas categorías como “síntomas”, entonces seguro, ACT intenta activamente reducirlos.

Russ Harris es entrenador especilizado en ACT y autor del reconocido libro La trampa de la felicidad.

Artículo publicado en PsychWire y traducido para su publicación en Psyciencia

Otros artículos de Russ Harris

  • Cómo usar ACT cuando ‘otras personas son el problema’
  • ¿Cómo puede ayudarme ACT cuando hay un desequilibrio químico en mi cerebro?


  • Análisis

ACT sobrepasa los 600 ensayos aleatorios controlados publicados

  • 23/06/2021
  • David Aparicio

Es increíble. Hace tres meses publicamos la noticia de que la terapia de aceptación y compromiso (ACT) había alcanzado los 500 ensayos aleatorios controlados y ahora sobrepasan los 600 estudios publicados (613 para ser exactos). Un hito extremadamente importante dentro de la investigación clínica porque nos permite conocer en qué condiciones funciona la terapia y qué procesos intervienen en su funcionamiento.

Steven Hayes, co-creador de ACT publicó un artículo en la Asociación para la ciencia del comportamiento contextual (ACBS) en la que expone seis puntos claves para entender qué implicaciones tiene este logro:

Primero, el aumento en la tasa de producción de RCT es asombroso. ACT tardó 28 años en alcanzar los 100 ensayos controlados aleatorios, pero solo en 2020 hubo 103 ensayos: un nuevo ECA cada pocos días. Ya es notablemente más rápido en 2021.

En segundo lugar, los temas cubren casi todas las áreas del funcionamiento humano en salud mental, conductual y social. Se están realizando muchos ensayos fuera de los síndromes tradicionales de DSM, y los ensayos centrados en el ejercicio, las condiciones de salud física, las relaciones, los prejuicios, las condiciones sociales y el rendimiento se están expandiendo rápidamente.

En tercer lugar, los picos del programa de investigación ACT son ahora muy altos, según se definen por el tamaño, la financiación y la complejidad de los ensayos, el prestigio de los medios y el impacto de la investigación en todo el mundo. Los ensayos de ACT ahora se están publicando en revistas como JAMA Internal Medicine o Lancet Global Health. Los resultados de los ensayos están siendo publicados por la Organización Mundial de la Salud. Los ensayos individuales con cientos de participantes son comunes e incluso los ensayos con miles de participantes son ahora una realidad ocasional.

Cuarto, el programa de investigación de ACT es global. Los ensayos ahora vienen de todas partes del mundo, y un gran número ahora se origina en el Medio Oriente o Asia. Irán, Corea, China y Tailandia son ahora contribuyentes habituales. El mundo de habla no inglesa es cada vez más un centro de investigación sobre ACT. El modelo central de flexibilidad psicológica se mantiene bastante bien en todas las culturas; Las adaptaciones culturales (por ejemplo, la integración con las tradiciones religiosas locales) también son ahora más comunes.

En quinto lugar, ahora es común que los ECA enfaticen los procesos de cambio, no solo los resultados, y el apoyo empírico para el modelo de flexibilidad psicológica subyacente es un hallazgo común.

En sexto lugar, ACT está teniendo un éxito constante en una amplia gama de métodos de ejecución. Las intervenciones de ACT en línea, por teléfono o basadas en aplicaciones son ahora comunes y los resultados suelen ser bastante positivos, al igual que los métodos grupales, el apoyo de pares, los libros de autoayuda y otros vehículos de entrega.

La ACBS cuenta también con una página con la lista completa de todos los ensayos aleatorios publicados con información sobre el área de investigación, tamaño de muestra y otros datos importantes.

  • Salud Mental y Tratamientos

Cómo usar ACT cuando ‘otras personas son el problema’

  • 14/05/2021
  • Equipo de Redacción

Por: Russ Harris

Los terapeutas de ACT pueden atascarse cuando los consultantes se quejan repetidamente de que otra persona (u otras personas) son el problema. Obviamente, las dificultades en las relaciones son sumamente dolorosas para todos, por lo que siempre queremos comenzar por validar los sentimientos del consultante y responder con comprensión y compasión. La pregunta es, después de haber hecho esto, ¿qué sigue?

Sin establecer objetivos claros de la terapia, los terapeutas y los consultantes pueden quedarse estancados en la rutina. Las sesiones pueden llenarse fácilmente con el consultante desahogándose, rumiando, obsesionándose o preocupándose por su (s) relación (es), mientras que el terapeuta se desliza hacia la validación, la normalización, la empatía, pero sin empoderar activamente al consultante para que se cuide a sí mismo o mejore las cosas.

Ciertamente, estas sesiones pueden ayudar a los consultantes a sentirse apoyados y comprendidos, pero no ayudan a las personas a desarrollar flexibilidad psicológica o habilidades interpersonales efectivas. Con demasiada frecuencia, este tipo de sesiones se convierte en “asesoramiento” mientras ACT se va volando por la ventana.

La forma de salir de esta trampa es aclarar los objetivos de la terapia y luego empezar a trabajar en ellos. Entonces, después de mucha validación y compasión, le preguntamos al consultante en cuál de las cuatro opciones a continuación quiere trabajar, y si hay más de una, priorícelas.

ACT puede ser útil con cualquier tipo de problema interpersonal, de una o más de estas formas:

  1. Ayudarlos a terminar relaciones o comenzar nuevas.
  2. Ayudarlos a cuidarse a sí mismos y a manejar mejor los pensamientos y sentimientos dolorosos (por ejemplo, la autocompasión) que inevitablemente aparecen cuando las relaciones con los demás no son satisfactorias.
  3. Ayudarlos a cambiar sus propios comportamientos en las relaciones con los demás, con el fin de obtener mejores resultados (es decir, hacer menos de lo que es problemático, más de lo que es útil).
  4. Ayudarlos a aprender nuevas habilidades para influir activamente en el comportamiento de la otra persona (por ejemplo, habilidades de asertividad, habilidades de comunicación, establecer límites, resolución de conflictos y cómo emplear estrategias de refuerzo positivo para moldear los comportamientos deseados en los demás).

Cuando un consultante se queja de dificultades en varias relaciones, necesitaremos limitar el enfoque.

Podemos pedirle que elija una relación en la que trabajar, y escuchamos con compasión y validamos sus preocupaciones y frustraciones a medida que nos enteramos de los problemas principales. Y luego lo ayudamos a establecer metas de comportamiento. Por ejemplo, podemos decir algo como: “Puedo ver que hay muchos problemas en esta relación, y estás sufriendo mucho. Así que hay algunas cosas en las que podemos trabajar aquí …”

Después de esto, revisamos las cuatro opciones anteriores y descubrimos en cuál (es) le gustaría trabajar al consultante. Si el consultante responde “Solo quiero que me traten mejor / dejen de hacer X / empiecen a hacer Y”, entonces podemos sugerir la opción 4 para empezar.

Tenga en cuenta que de ninguna manera estamos sugiriendo que el problema sea el consultante; estamos validando sus dificultades y ayudándoles a encontrar mejores formas de cuidarse bien, influir en el comportamiento de los demás de manera constructiva y construir el tipo de relaciones que quieren (o dejarlas, si esa es una mejor opción).

Los terapeutas a menudo encuentran incómodo establecer metas claras en las relaciones de esta manera, pero se vuelve más fácil con la práctica. Y vale la pena la incomodidad de despegarte de las situaciones descritas anteriormente. Cuanto más claros sean los objetivos de la terapia, más eficaces serán sus sesiones.

Artículo publicado en Psychwire y republicado en Psyciencia.com

  • Análisis

¿Cómo puede ayudarme ACT cuando hay un desequilibrio químico en mi cerebro?

  • 04/05/2021
  • Equipo de Redacción

Artículo publicado por Russ Harris para Psychwire. Russ Harris es especialista en terapia de aceptación y compromiso y es el autor de diversos manuales en este modelo terapéutico.

Este artículo es una continuación del anterior “¿Por qué estoy deprimido?” Y, en aras de la claridad, lo he dividido en tres partes. En la primera parte, cubriré la postura de ACT sobre la medicación. En la segunda parte, abordaré algunos hechos importantes sobre la teoría del «desequilibrio químico». Y luego, en la tercera parte, explicaré cómo abordar este problema de manera sensible y diplomática con los consultantes.

La postura de ACT sobre la medicación

ACT no es ni pro-medicación ni anti-medicación. La postura de ACT sobre la medicación es la misma que la de ACT sobre todo lo demás: se trata de la viabilidad. Las preguntas a considerar son: ¿tomar este medicamento ayuda a construir una vida significativa? ¿Y los beneficios superan los costos, incluidos los efectos secundarios a corto y largo plazo?

Si la respuesta a ambas preguntas es afirmativa, entonces es posible tomar medicamentos. Pero si claramente no está ayudando a construir una vida significativa, o si los costos superan los beneficios, entonces es una historia completamente diferente. 

Cuatro datos que todos los profesionales de la salud mental deben saber

  • Dato # 1. No existe una base científica para la teoría de la depresión de «baja serotonina». A pesar de cincuenta años de investigación, todavía no hay evidencia que apoye esta hipótesis, y hay muchas para refutarla. Este artículo en el British Medical Journal resume claramente la investigación que rompe el mito. 
  • Dato # 2. Creer en el mito del desequilibrio químico es perjudicial. Los estudios han demostrado que la creencia en el mito del desequilibrio químico aumenta la estigmatización, reduce las posibilidades de curación de los pacientes y eclipsa los enfoques psicoterapéuticos y sociales efectivos. Para obtener un resumen de esta investigación, consulta este artículo en Harvard Review of Psychiatry.
  • Dato # 3. Los síntomas de abstinencia de la medicación pueden ser graves y prolongados. Por ejemplo, consulte este artículo en el British Medical Journal. Desafortunadamente, debido a que existe una gran similitud entre los síntomas de abstinencia y los síntomas de depresión, los síntomas de abstinencia a menudo se diagnostican erróneamente como “depresión recurrente”.
  • Dato # 4. Los antidepresivos de nueva generación están asociados con un mayor riesgo de suicidio en pacientes adultos con depresión. Puedes leer este artículo recién publicado en The Journal of Epidemiology and Community Health: Riesgo de suicidio con inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y otros antidepresivos de nueva generación en adultos: una revisión sistemática y un metanálisis de estudios observaciones. 

Cómo discutir este tema con los consultantes

Cuando se trata de discutir la teoría del “desequilibrio químico”, siempre queremos ser sensibles y respetuosos con las creencias de nuestros consultantes. En la mayoría de los contextos de terapia / asesoramiento, sería imprudente desafiar directamente la teoría, llamarla «un mito» o comenzar a sacar a relucir toda la evidencia científica que la contradice; que probablemente invalide al cliente o cree discordia en la relación terapéutica. 

Entonces, aquí hay dos formas posibles de abordar el problema de manera diplomática, en contextos de terapia / asesoramiento:

La respuesta pragmática: «Veamos qué es posible»

Terapeuta: Esa es una buena pregunta. Y sabes, es completamente natural tener dudas sobre si la terapia puede ayudar. La mayoría de la gente lo hace, por una razón u otra. Y la verdad es que nunca podemos garantizar que ayudará. Quiero decir, puedo decirles con toda honestidad que he ayudado a muchos otros consultantes. Y puedo ofrecerle literalmente cientos de estudios publicados sobre ACT, que muestran su eficacia con una amplia gama de trastornos, incluida la depresión y la ansiedad. Pero eso aún no garantiza que funcione para ti. Entonces, ¿qué tal si hacemos esto como un experimento? ¿Vemos qué es posible? Y realizaremos un seguimiento de su progreso cuidadosamente, para que pueda ver claramente si es útil o no.

Comparaciones con la hipertensión arterial o la diabetes

Terapeuta: Esa es una buena pregunta. ¿Puedo establecer una analogía con la presión arterial alta o la diabetes? Lo que sabemos con esas condiciones es que cuando las personas hacen cambios en su comportamiento, en la forma en que viven su vida y manejan su estrés, esas condiciones mejoran. Y a menudo mejoran tanto que las personas no necesitan tomar ningún medicamento. Pero incluso si todavía necesitan medicamentos, necesitan mucho menos que si no hicieran esos cambios de comportamiento. Y es más o menos lo mismo con la depresión.

Conclusión

No creo que hay ninguna duda de que a) los medicamentos se prescriben en exceso y de forma masiva en la mayoría de los países, y b) para un número significativo de personas, los costos superan los beneficios. Sin embargo, también hay muchas personas para quienes la medicación es apropiada, útil y viable, cuando se prescribe de manera responsable. Si deseas leer una visión equilibrada sobre los costos y los beneficios de las cinco clases principales de medicamentos psicotrópicos, te recomiendo el libro  Anatomía de una epidemia de Robert Whitaker.

Artículo recomendado: ¿Antidepresivos o placebos?

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