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Publicaciones por mes

marzo 2021

50 Publicaciones
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Practicar pequeños rituales cotidianos puede ayudarte a reducir la soledad

  • Maria Fernanda Alonso
  • 24/03/2021

En tiempos donde el distanciamiento (y en ocasiones el aislamiento) son aconsejados, crear y sostener rituales personales puede ayudarte a sentirte menos solitario. Según un nuevo estudio, adoptar rituales especiales para que las tareas cotidianas sean más significativas puede aliviar los sentimientos de soledad (Wang, et al., 2021).

¿Por qué es importante?

Las personas que experimentan soledad suelen sentir que sus vidas carecen de sentido. Los rituales dan significado, otorgan un propósito y, en su mayoría ocurren en entornos de celebración, grupos sociales o religiosos y se basan en valores culturales compartidos y los refuerzan. Con la búsqueda de una estructura en medio de tanto caos, algo tan simple como la manera de preparar un té, siempre que sea interpretado como un ritual, puede hacer que la experiencia sea más significativa, y esto hace que las personas se sientan menos solas.

Los rituales también son una parte importante de la cultura de consumo. En este caso, no se basan en valores culturales compartidos y pueden ser creados por especialistas en marketing o consumidores individuales. Los especialistas en marketing saben desde hace mucho tiempo que los rituales facilitan las relaciones con los consumidores y las marcas y entre los propios consumidores.

¿Qué metodología usaron?

Para averiguar si los rituales en torno a los productos de consumo cotidianos también podrían ayudar a las personas a sentirse menos solas al imbuir el uso de los productos con significado, el equipo de investigadores entrevistó a los participantes con preguntas diseñadas para evaluar su grado de soledad crónica.

Luego, les dijeron que los consumidores a menudo adoptan rituales en torno al consumo de productos cotidianos. Preguntaron acerca de los rituales que practican los participantes y les pidieron que imaginaran o que realmente usaran el producto de una manera ritualista, o que interactuaran con el producto de la manera por lo general lo hacían.

¿Qué encontraron?

Los participantes que experimentaron la soledad más crónica también participaron habitualmente en la mayoría de los rituales relacionados con los productos de consumo. Además, aquellos que completaron actividades que los investigadores diseñaron para inducir la soledad se sintieron menos solos después de completar un acto real o imaginario de consumo ritualizado. También indicaron que sentían que su vida tenía más sentido después de la acción.

Los consumidores pueden involucrarse más fuertemente con las marcas que crean rituales en torno a la compra o el uso de productos porque encuentran significado y un sentido de comunidad, revela el estudio. Los autores también sugieren que los gobiernos pueden hacer más para reducir la soledad generalizada mediante la promoción de rituales que no incluyan opciones de productos particulares y cuyo objetivo sea dar significado a vidas carentes de ello.

Aunque los participantes se sintieron menos solos inmediatamente después de usar el producto, los investigadores no hicieron un seguimiento para determinar cuánto tiempo duró este sentimiento.

Finalmente, destacaron que los rituales de consumo idiosincrásicos podrían no ser aconsejables para las personas con trastornos obsesivo-compulsivos.

Referencia bibliográfica: Xuehua Wang, Yixia Sun, Thomas Kramer. Ritualistic Consumption Decreases Loneliness by Increasing Meaning. Journal of Marketing Research, 2021; 002224372199342 DOI: 10.1177/0022243721993426

Fuente: Science Daily

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Por qué y para qué soñamos?

  • Mariano Scandar
  • 24/03/2021

Dormir es parte necesaria de la vida, al menos si hablamos de vida animal: no hemos logrado encontrar ningún animal más complejo que una mosca que no duerma: Al parecer poco después de llegar al hito de tener un sistema nervioso central, la evolución empieza a necesitar que ese sistema pase a un “modo fuera de línea” (Zadra & Stickgold, 2021).

A diferencia de lo que sucedía hasta fines del siglo pasado hoy sabemos qué cosas hace nuestro cuerpo por la noche. Mientras dormimos, realizamos una serie de procesos necesarios para la vida; como la limpieza de peligrosos excesos de beta-amiloides en el cerebro (Ju., 2017) o la liberación de hormonas (Van Cauter, 2011; Mong, et al., 2011). Incluso sabemos que el sueño es necesario para consolidar aprendizajes motores (Walker et al., 2002) y semánticos (Djonlagic et al. 2009). Sin embargo, todo esto solo nos dice que la evolución decidió que el mantenimiento se haga de noche, pero no porque… podemos sin dudas pensar en un cerebro que, mientras está despierto, segregue hormonas del crecimiento o insulina o algún mecanismo de limpieza de los excesos de amiloides que no implique estar en modo avión. Esto está lejos de ser algo obvio: dormir es algo extremadamente peligroso para un ser vivo en su contexto salvaje, ya que somos más vulnerables a depredadores y no solo nosotros sino que, por la noche, nuestros congéneres que podrían estar “de guardia” también sufren la somnolencia, por lo que somos presas fáciles. Esto ha llevado a decir en 1979 a Allan Rechtschaffen que “si dormir no sirve a ninguna función vital, es el mayor error que ha cometido la evolución” (Citado por Zadra & Stickgold, 2021).

¿Qué es eso tan importante que solo podemos hacer offline? Quizás nuestros sueños sean una pista, ya que parece ser una de las pocas cosas que solo podemos hacer sin estar despiertos, o con ayuda de alucinógenos.

Los sueños son cogniciones dependientes del estado no-vigíl, con características alucinatorias (vemos cosas que no están y creemos temporalmente en su existencia) con ciertas características distintivas: son altamente emocionales y vívidas, son fuertemente visuales, poseen una estructura narrativa particular (discontinua, con cambios de tema y de personajes) cierto nivel de aparente simbolismo, un acceso privilegiado a nuestros recuerdos y, al mismo tiempo, una tendencia a la amnesia posterior, ya que recordamos una ínfima parte de lo que soñamos (McNamara, 2019).

Desde que se tienen registros escritos, los seres humanos “interpretamos” los sueños: generalmente como visitas de dioses o espíritus, y en los siglos XIX y XX, como mensajes involuntarios de un inconsciente que peleaba por hacerse oír por sobre una censura muy pacata, idea que los psicoanalistas posiblemente tomaron prestada de la filosofía alemana del siglo XIX (Crews, 2017). Posteriormente, una corriente contraria, abogó por la naturaleza epifenomenológica de los sueños: cuando dormimos se activan áreas del cerebro visuales (sobre todo en sueño REM) y nuestro cerebro, posteriormente, construye una narrativa para tratar de explicar la presencia de recuerdos fotográficos y fragmentarios: en realidad la narrativa del sueño es una fabulación de los recién despertados, porque los humanos necesitamos que todo tenga sentido (McCarley & Hobson, 1977).

Sueños. Foto en Pexels.

Posiblemente ambos enfoques son errados: para ser mensajes, luego de analizar el contenido de decenas de miles de sueños, la ciencia no encuentra que exista una relación muy clara ni con una temática particular (ejemplo: sexo, incesto, etc.). Podrá decirse que eso es porque el inconsciente “disfraza” el contenido… pero admitamos que la inteligencia artificial actual es lo suficientemente buena en criptografía como para superar a un psicoanalista trasnochado y no: solo sueñan más sobre sexo las personas preocupadas por el sexo, y sueñan más sobre camperas impermeables los que están por comprarse una… y así. Por otro lado, es poco probable que algo tan demandante de recursos como soñar no sirva para nada. Cuando soñamos nuestro cerebro consume mucha glucosa, mucha más de la que sería necesaria para poder simplemente hacer lo que creemos que hacemos cuando dormimos en términos de “limpieza” ¿por qué tanto derroche? Evidentemente necesitamos soñar (Walker, 2019).

Así como la clave de para qué dormimos posiblemente esté en porque soñamos, la clave de esto último, como una mamushka de conceptos, posiblemente esté en el concepto peor comprendido de la psicología: la consciencia. Al igual que con los sueños, las teorías sobre su existencia han ido desde su naturaleza etérea a su inutilidad práctica… Pero hoy tenemos un panorama bastante claro. Sabemos que la consciencia no es necesaria para muchas cosas que nuestra mente hace: resolver problemas, almacenar recuerdos, percibir, aprendizajes motores y verbales, etc. Pero cuando nos preguntamos qué es aquello que no podemos hacer si no estamos conscientes; la respuesta unánime parece ser esta: asociar conceptos multimodales (de varios canales perceptivos) en representaciones unificadas de la realidad (Dehane, 2019; Graziano 2019). Esto se debe a que lo que llamamos consciencia, parece ser la activación masiva y coordinada de una gran parte de nuestro cerebro en función de un set de estímulos concreto (un problema, una sensación, nosotros mismos).

Si bien solemos asociar el sueño con la inconsciencia, esto no es exacto: no estamos conscientes de nuestro mundo exterior y hemos perdido una importante capacidad de juicio crítico, pero somos fuertemente conscientes de las percepciones alucinatorias que constituyen nuestros sueños: los vivimos. Esto posiblemente se deba, justamente, a que durante las etapas donde nuestros sueños son más elaborados (fase REM) el patrón de activación de nuestro cerebro se asemeja mucho al que tenemos cuando estamos despiertos y dejándonos llevar por el flujo de nuestras ideas, como cuando caminamos o miramos pasivamente el paisaje. Cada vez que no estamos concentrados en algo puntual, nuestro cerebro activa una red específica y muy amplia que los científicos han denominado red de activación por defecto (en inglés, Default Network Mode; Domhoff, 2018). En esos momentos diurnos, estamos conscientes de nuestros pensamientos, pero con un rol casi de espectador… somos capaces de informar que estamos pensando si se nos pregunta, pero posiblemente no lo recordemos un rato después, más o menos lo que sucede con los sueños cuando nos acabamos de despertar.

La explicación no termina aquí, aparentemente nuestro modo de pensar dormidos es diferente y complementario al que tenemos durante el día. Algunos experimentos de decisión léxica llevados a cabo por Stickgold han permitido entender que durante nuestra fase REM, nuestra preferencia a la hora de asociar conceptos es diferente a la que tenemos mientras estamos despiertos… mientras que preferimos asociaciones fuertes entre conceptos (perro-animal o perro-gato) cuando alguien es despertado abruptamente en REM y se pide que asocie una palabra con otra, tiende a preferir palabras que no están directamente relacionadas, pero que tampoco son incoherentes, sino que se trata de asociaciones más débiles (“perro-seguridad” o “perro-carne”). En estos experimentos las personas rara vez elegían “perro-gato” pero tampoco elegían combinaciones como “perro-calefón”. Era claro que, en esos momentos, nuestra mente busca caminos alternativos pero lógicos. Justamente como si se estuviera llevando a cabo una indexación compleja de la información que permitiera su recuperación rápida no solo por caminos directos… más o menos lo que permite a Google deducir que cuando ponemos en el buscador “vacaciones” puede ofrecernos una publicidad de ropa deportiva, porque seguramente la vamos a necesitar (Stickgold et al., 1999; Zandra & Stickgold, 2021).

Llegamos así al final con una respuesta provisional interesante: dormimos porque necesitamos soñar, y necesitamos soñar porque los seres vivos, aparentemente, necesitan tener un estado de activación similar al de la vigilia, pero sin estar preocupándose por moverse o percibir estímulos externos, de forma tal de procesar la información del período diurno de forma acabada. Necesitamos, en otras palabras, estar conscientes pero dormidos un buen rato por día para procesar correctamente la información nueva e indexarla correctamente con la vieja.

Referencias bibliográficas:

  • Crews, F. (2017). Freud: The making of an illusion. Profile Books.
  • Dehaene, S. (2019). La conciencia en el cerebro: descifrando el enigma de cómo el cerebro elabora nuestros pensamientos. Siglo XXI Editores.
  • Djonlagic, I., Rosenfeld, A., Shohamy, D., Myers, C., Gluck, M., & Stickgold, R. (2009). Sleep enhances category learning. Learning & memory, 16(12), 751-755.
  • Domhoff, G. W. (2017). The emergence of dreaming: Mind-wandering, embodied simulation, and the default network. Oxford University Press.
  • Graziano, M. S. (2019). Rethinking consciousness: a scientific theory of subjective experience. WW Norton & Company.
  • Ju, Y. E. S., Ooms, S. J., Sutphen, C., Macauley, S. L., Zangrilli, M. A., Jerome, G., … & Holtzman, D. M. (2017). Slow wave sleep disruption increases cerebrospinal fluid amyloid-β levels. Brain, 140(8), 2104-2111.
  • McNamara P. (2019) The neuroscience of Sleep and Dreams. Cambridge University Press.
  • McCarley, R. W., & Hobson, J. A. (1977). The neurobiological origins of psychoanalytic dream theory. The American Journal of Psychiatry.
  • Mong, J. A., Baker, F. C., Mahoney, M. M., Paul, K. N., Schwartz, M. D., Semba, K., & Silver, R. (2011). Sleep, rhythms, and the endocrine brain: influence of sex and gonadal hormones. Journal of Neuroscience, 31(45), 16107-16116.
  • Stickgold, R., Scott, L., Rittenhouse, C., & Hobson, J. A. (1999). Sleep-induced changes in associative memory. Journal of cognitive neuroscience, 11(2), 182-193.
  • Van Cauter, E. (2011). Sleep disturbances and insulin resistance. Diabetic Medicine, 28(12), 1455-1462.
  • Walker, M. (2017). Why we sleep: The new science of sleep and dreams. Penguin UK.
  • Walker, M. P., Brakefield, T., Morgan, A., Hobson, J. A., & Stickgold, R. (2002). Practice with sleep makes perfect: sleep-dependent motor skill learning. Neuron, 35(1), 205-211.
  • Zadra A., Stickgold, R. (2021) When Brain Dream. Norton & Company.

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  • Salud Mental y Tratamientos

Terapias para ansiedad logran modificar la personalidad

  • David Aparicio
  • 23/03/2021

Se dice que los rasgos de personalidad son “estables” y que no cambian mucho a lo largo de la vida, pero una nueva investigación ofrece evidencia de que el tratamiento para uno de los problemas psicológicos más prevalentes en el mundo, la ansiedad generalizada, puede generar cambios importantes en los rasgos de personalidad y mejorar la calidad de vida de las personas.

Método

La investigación fue realizada por el Norwegian University of Science y consistió en aplicar 12 sesiones de terapia cognitiva conductual y terapia metacognitiva a una muestra de 55 participantes. La TCC les enseñó a detectar las señales de ansiedad y preocupación y utilizó técnicas de relajación, ensayo imaginario y técnicas cognitivas para desafiar las creencias ansiogenas. Por otro lado, la terapia metacognitiva consistió en desafiar las creencias metacognitivas utilizando herramientas verbales y experimentos de comportamiento.

A todos se les aplicó, antes y después de la intervención, las siguientes pruebas:

  • NEO-PI-R: un conocido inventario de personalidad que contiene 240 ítems que se agrupan en 30 escalas y que están organizados jerárquicamente en cinco dimensiones (neuroticismo, extroversión, apertura a la experiencia, agradabilidad y responsabilidad).
  • Penn State Worry Questionarie (PSWQ): una escala de 16 ítems que evalúa la preocupación patológica.
  • BDI (Beck Depression Inventory): escala de autorregistro de 21 ítems que evalúa la severidad de los síntomas depresivos en una escala de 4 puntos.

Resultados

Encontraron una reducción significativa en el rasgo de neuroticisimo y en cinco de las seis facetas que la componen, con excepción de la impulsividad. Los puntajes de la extroversión y la apertura a la experiencia incrementaron ligeramente y no hubo cambios en el rasgo de responsabilidad, pero sí en las facetas de competencia, autodisciplina y deliberación.

Otro dato interesante fue que la disminución del neuroticismo se asoció con un descenso de la preocupación patológica (medida por el PSWQ) y de los síntomas de depresión (medido por el BDI). Al mismo tiempo la reducción del neuroticismo se relacionó con un incremento de la extroversión, apertura y responsabilidad.

En cuanto a la efectividad de los tratamientos utilizados, encontraron que la terapia metacognitiva tuvo mejores resultados que la TCC para reducir el neuroticismo, pero no en los otros rasgos de personalidad.

¿Qué es el neuroticismo?: Es un término acuñado por Hans Eysenck para describir el rasgo psicológico de inestabilidad emocional, inseguridad, elevadas tasas de ansiedad y un continuo estado de preocupación y tensión, con tendencia a la culpabilidad y somatización.

De hecho hay un vínculo descrito por investigaciones previas entre la salud mental y la personalidad. Según los datos las personas con altos puntajes de neuroticismo tienen más probabilidades de sufrir ansiedad y depresión (Jylhä & Isometsä, 2006).

Conclusión

Muchas veces se dice que estos tratamientos son “superficiales” por tratar solo la sintomatología del consultante. Pero este estudio demuestra que los tratamientos efectivos no solo pueden reducir los síntomas sino, que también logran modificar los rasgos de personalidad, reducir la vulnerabilidad psicológica y la tasa de recaídas. El estudio también nos ayuda reflexionar más sobre el uso y difusión de las teorías de personalidad y hasta qué punto tendremos que ajustarlas a medida que va surgiendo nuevos datos.

Referencia bibliográfica:

  • Kennair, L. E. O., Solem, S., Hagen, R., Havnen, A., Nysaeter, T. E. & Hjemdal, O. (2020). Change in personality traits and facets (Revised NEO Personality Inventory) following metacognitive therapy or cognitive behaviour therapy for generalized anxiety disorder: Results from a randomized controlled trial. Clinical Psychology & Psychotherapy. https://doi.org/10.1002/cpp.2541
  • Jylhä, P. & Isometsä, E. (2006). The relationship of neuroticism and extraversion to symptoms of anxiety and depression in the general population. En Depression and Anxiety (Vol. 23, Issue 5, pp. 281-289). https://doi.org/10.1002/da.20167

Fuente: EurekaAlert

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  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Medidas preventivas para terapeutas de análisis aplicado de conducta (ABA) frente al COVID-19

  • Equipo de Redacción
  • 23/03/2021

Descripción de la guía:

Este documento ha sido elaborado en colaboración con un grupo de expertos en análisis aplicado de conducta, epidemiología, salud pública y medicina preventiva. Las medidas recomendadas están ordenadas de forma secuencial teniendo en cuenta la distribución temporal de una sesión típica de trabajo ABA con estudiantes con diagnóstico de trastorno del espectro autista y/o discapacidad intelectual.

Las recomendaciones en cada sección están distribuidas en orden decreciente según el nivel de prioridad preventiva de la recomendación. Se incluyen únicamente recomendaciones identificadas como de prioridad neutra o superior. El grado de fiabilidad interjueces entre expertos de salud pública y prevención fue moderado.

Estas recomendaciones no han sido evaluadas empíricamente en los contextos relevantes y se apoyan únicamente en una valoración subjetiva informada por expertos, así como en la valoración de su potencial de implementación práctica por analistas de conducta durante la provisión de servicios ABA.

A continuación, se presentan definiciones sistemáticas utilizadas en las recomendaciones.

Descarga la guía completa en formato PDF.

Fuente: ABA España (2020). Medidas preventivas para terapeutas de servicios de análisis aplicado de conducta (ABA) frente al COVID-19. doi:10.26741/covid19

Artículo relacionado: Especial ABA en el tratamiento del autismo (PDF)

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El hipocampo: qué es, anatomía y funciones

  • Laura Ruiz
  • 22/03/2021

El cerebro sigue siendo un gran misterio para las neurociencias, aunque cada vez podemos arrojar un poco más de luz a esta estructura tan compleja que nos permite sentir, emocionarnos y pensar.

Una de las estructuras del cerebro ampliamente estudiada ha sido el hipocampo, una estructura situada en el sistema límbico, muy relacionada con la memoria y con la vinculación entre las emociones y los recuerdos. Sin embargo, entre sus funciones también se han encontrado otras, como por ejemplo la regulación de la navegación espacial.

¿Qué más sabemos sobre esta estructura? En este artículo hablaremos de su anatomía, localización, funciones y alteraciones en caso de sufrir una lesión en el hipocampo.

¿Qué es el hipocampo y dónde se encuentra?

El hipocampo es una estructura cerebral muy importante, implicada en la memoria y en otros procesos psicológicos como la regulación emocional. Se localiza, como veremos más adelante, en la parte interior del lóbulo temporal, una gran estructura situada en el lateral inferior del encéfalo, muy relacionada con la audición y con otros procesos.

Así, sabemos que los procesos emocionales vinculados con las emociones son otro de los aspectos relacionados con el hipocampo, estructura que se localiza en el sistema límbico.

Sistema límbico

El sistema límbico está formado por diferentes estructuras a nivel cerebral, encargadas de regular las respuestas fisiológicas frente a determinados estímulos. Es en el sistema límbico donde se “encuentran” los instintos humanos, como por ejemplo: el hambre, los instintos sexuales… Este sistema también es el encargado de regular la memoria involuntaria o inconsciente, la atención, las emociones, la personalidad o la conducta.

Volviendo al hipocampo, este término fue acuñado por Giulio Cesare Aranzio, una figura destacada en la historia de la ciencia de la anatomía humana. Con este término Aranzio quería hacer referencia a la similitud entre esta estructura del encéfalo y la silueta o forma de un caballito de mar.

Anatomía del hipocampo

Así, a nivel anatómico, el hipocampo es un pequeño órgano con forma curvada y alargada, localizado en la parte interior del lóbulo temporal. Se articula desde el hipotálamo hasta la amígdala. De esta forma, encontramos que cada encéfalo tiene dos hipocampos, uno para cada hemisferio cerebral (el izquierdo y el derecho).

Esta estructura se asocia a una parte de la corteza cerebral denominada arquicorteza. La arquicorteza es una de las regiones más ancestrales de nuestro cerebro, ya que apareció hace millones de años en nuestra línea evolutiva como especie.

Por esta razón, el hipocampo está conectado a otras zonas del sistema límbico. Por su parte, el sistema límbico se fue definiendo, a nivel evolutivo, para que nuestros antepasados respondieran a sus necesidades más básicas.

Puedes activar la traducción de subtítulos en español.

Funciones del hipocampo

El hipocampo está implicado en la memoria, en la producción y regulación de estados emocionales y en la navegación espacial, entendiéndose esta como la manera en la que imaginamos el movimiento en un determinado espacio.

Podemos decir, que su función principal se relaciona con la mediación en la generación y recuperación de los recuerdos. Esta función también la desarrollan otras áreas cerebrales repartidas por toda la corteza y también incluidas en el sistema límbico.

De forma más detallada, encontramos las siguientes funciones del hipocampo:

Consolida los aprendizajes

El hipocampo permite que ciertas informaciones que vamos integrando en nuestra vida (o con las que nos vamos relacionando), pasen a la memoria a largo plazo (MLP). Así, actúa a modo de “mediador” o facilitador entre la experiencia y la memoria.

Vincula los recuerdos con las emociones

Además, vincula este tipo de contenidos con ciertos valores, ya sean positivos o negativos. ¿De qué depende esto? De si los recuerdos están asociados a experiencias agradables (o placenteras) o dolorosas, ya sea a nivel fisiológico o psicológico.

Almacena los recuerdos

Una vez se integra la experiencia a nuestra memoria a largo plazo, una de las funciones del hipocampo, este también se encarga de otra tarea: almacenar esos recuerdos en nuestra memoria biográfica.

Gestiona la memoria declarativa

Sabemos que el hipocampo se relaciona con la memoria, pero especialmente con una de ellas: la memoria declarativa. La memoria declarativa es un tipo de memoria a largo plazo, que hace referencia a los recuerdos que podemos evocar de forma consciente (por ejemplo: eventos específicos).

En cambio, la memoria no declarativa (relacionada con la memorización de patrones de movimientos y destrezas motoras), es gestionada por los ganglios basales y el cerebelo.

Regula la navegación espacial

Otra de las funciones del hipocampo es la regulación de la navegación espacial. Esta tiene que ver con la manera en la que percibimos el espacio, es decir, con cómo ubicamos y mantenemos mentalmente un espacio tridimensional, a través del cual nos movemos. Esto incluye tener en cuenta sus volúmenes y sus referencias para “movernos” mentalmente por él.

Coordina la percepción visual con los recuerdos

Pero hay más; y es que el hipocampo también podría estar relacionado con la coordinación de lo que percibimos, a nivel visual, con nuestros recuerdos previos.

Así lo asegura un estudio llevado a cabo en 2011 por Gollo y su equipo, científicos del Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos (IFISC), que reveló que el hipocampo es el responsable de coordinar la percepción visual con los recuerdos que se tienen de lo que se percibe.

El hipocampo como un director de orquestra

Como hemos visto, en realidad, no es tanto que el hipocampo permita la adquisición, consolidación y almacenamiento de los recuerdos de forma directa, sino que más bien actúa como un mediador de los recuerdos.

Sería algo así como un director de orquesta que dirige a los músicos; algunos tocan en un determinado momento, y otros no. Los músicos serían los recuerdos, que se activan y se desactivan en función de su director (el hipocampo).

En este sentido, sabemos que el funcionamiento de la memoria no es un proceso simple; este tiene que ver con la activación y desactivación de redes de neuronas que se distribuyen por diferentes zonas del encéfalo.

De esta forma, el hipocampo no almacena simplemente los recuerdos, sino que más bien actúa como un nodo de activación que haría que determinados recuerdos se activaran y se distribuyeran por todo el cerebro.

Lesiones en el hipocampo

Como sucede con cualquier zona o estructura cerebral, una lesión en el hipocampo conlleva una serie de consecuencias psicológicas y funcionales. En este caso, una lesión en dicha estructura puede conllevar alteraciones como:

  • Amnesia retrógrada: se caracteriza por la incapacidad de recordar los eventos ocurridos antes de la lesión o daño cerebral.
  • Amnesia anterógrada: los nuevos acontecimientos no se consolidan en la memoria a largo plazo; es decir, implica una dificultad para aprender nuevos aprendizajes.
  • Demencia (por ejemplo: demencia por enfermedad de Alzheimer).

Las consecuencias psicológicas y cognitivas de la lesión en el hipocampo dependerán de las zonas concretas del hipocampo afectadas, es decir, de la extensión de la lesión, y también de las características del paciente (edad, plasticidad cerebral…), entre otras variables.

Referencias bibliográficas:

  • Belloch, A., Baños, R. y Perpiñá, C. (2008). Psicopatología de la percepción y la imaginación. En A. Belloch, B. Sandín y F. Ramos (Eds.) Manual de Psicopatología (2ª edición). Vol I. Madrid: McGraw Hill Interamericana.
  • Gollo, L. L., Mirasso, C. R., Atienza, M., Crespo-Garcia, M. & Cantero, J. L. (2011). Theta Band Zero-Lag Long-Range Cortical Synchronization via Hippocampal Dynamical Relaying. PLoS ONE, 6(3): e17756. doi:10.1371/journal.pone.0017756.
  • Kolb, B. & Wishaw, I. (2006). Neuropsicología humana. Madrid: Editorial Médica Panamericana.
  • Lubenov, E.V & Siapas, A.G. (2009). Hippocampal theta oscillations are travelling waves. Nature 459: 534.
  • Young, P.A. & Young, P.H. (2004). Neuroanatomía clínica y funcional. Barcelona: Masson

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  • Apps para psicólogos

Plantilla para tomar apuntes del máster de terapia contextuales de Ítaca Formación

  • David Aparicio
  • 21/03/2021

Ítaca Formación ha preparado un extenso programa de formación en terapias contextuales, de la que formo parte como estudiante. Para facilitar un poco mi aprendizaje y mantenerme organizado, he preparado una plantilla para tomar apuntes y calendario de clases en Notion, una popular de notas online que puedes utilizar desde tu computadora, navegador web o desde tu celular.

La plantilla incluye las fechas de entrega de trabajos y una tabla completa con el calendario de cada clase, nombre de los docentes, formato y fechas. Lo mejor de todo es que cada clase tiene un enlace directo (click en el titulo de clase) para tomar apuntes, añadir imágenes de las clases, enlaces y todo lo que se te ocurra.

Imágenes de la plantilla para tomar apuntes del Máster en terapias contextuales de Ítaca Formación.

Para usarla solo debes hacer click en el enlace Plantilla de apuntes del Máster en terapias contextuales, luego hacer click en el enlace “duplicar” que está en la parte superior derecha y con eso estará listo para usar.

Espero que este recurso sea de ayuda para los estudiantes del máster de terapias contextuales de Ítaca Formación.

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  • Artículos Recomendados de la Web

No vale la pena comprar lentes con filtros para la luz azul

  • David Aparicio
  • 19/03/2021

Valeriya Safronova, explica en The New York Times, que las gafas de protección de luz azul son una pérdida de dinero:

“Desde cualquier punto de vista, resulta muy difícil justificar el gasto de dinero extra”, afirma John Lawrenson, profesor de ciencias visuales clínicas en la City, Universidad de Londres. (Los precios varían, pero empiezan en torno a los 20 dólares). Tras analizar varios estudios que probaban la eficacia de las lentes que bloquean la luz azul, él y sus colegas concluyeron que los anteojos no son necesarios.

La fatiga ocular digital es real, pero es imposible afirmar con certeza que la culpable sea la luz azul. “Nadie ha establecido una asociación causal independiente entre la luz azul procedente de la computadora y los síntomas visuales”, afirma Lawrenson. Recomendó acudir a un oftalmólogo para una revisión en vez de apresurarse a comprar lentes sin receta.

Y agrega:

La cantidad de luz azul que emiten nuestros dispositivos es demasiado pequeña como para suponer un riesgo grave, afirma David Ramsey, especialista en retina del Lahey Hospital & Medical Center de Massachusetts. Nuestros ojos reciben mucha más luz azul en el exterior que en el interior, incluso cuando está nublado. Para tener una idea de la escala, Ramsey sugiere sacar uno de tus dispositivos en un día luminoso. “¿Cuántos de nosotros hemos estado en la playa con nuestra computadora portátil o nuestro celular y nos ha impresionado lo difícil que es leer la pantalla?”, dijo.

Bueno, cada quién hace lo que quiere con su dinero. También los puedes comprar porque te gustan o simplemente te quedan bien.

Lee el artículo completo en The New York Times.

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  • Recursos para Profesionales de la Psicología

¿Qué son los sueños? – Psicología para escépticos, episodio 34

  • Mariano Scandar
  • 19/03/2021
woman sleeping

¿Para qué soñamos? ¿Qué son los sueños? ¿Con qué soñamos? ¿Con qué se vincula el contenido de nuestros sueños? ¿Qué pasa en el cerebro mientras dormimos? En el último episodio de Psicología para escépticos entrevistamos a Gretel Martinez y respondemos todas estas preguntas.

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  • Análisis

Electrochoques

  • Equipo de Redacción
  • 18/03/2021

Artículo escrito en inglés por John Read, profesor de psicología clínica en University of East London y publicado en Aeon.

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A principios de la década de 1970, era un joven ingenuo de 21 años, enamorado de mi primer trabajo como asistente de enfermería en un pabellón psiquiátrico de Nueva York. Tres veces por semana, varias mujeres mayores se sentaban en fila contra la pared del pasillo. Algunas se desplomaron inmóviles en sus sillas. Otras parecían asustadas y agitadas. De vez en cuando, una intentaba salir corriendo y el personal, amable pero firme, la llevaba a la silla. Cuando me enteré de que estaban esperando una sesión de terapia electroconvulsiva, me ofrecí como voluntario para el trabajo de sentarme con ellas cuando salieran de la anestesia general, después de las descargas eléctricas y las convulsiones. Me preguntaban: «¿Dónde estoy?» «¿Quién soy?» «¿Por qué me duele la cabeza?» y «¿Qué me hicieron?» Recuerdo que no pude responder a la anciana que me preguntó, entre lágrimas: “¿Por qué me harían tal cosa?”

El Royal College of Psychiatrists, en su último documento de información pública (2020), declaró:

  • La terapia electroconvulsiva (TEC) es un tratamiento para algunos tipos de enfermedades mentales graves que no han respondido a otros tratamientos.
  • Se administra un anestésico y un relajante muscular y luego se pasa una corriente eléctrica por la cabeza. Esto provoca un ajuste controlado, que normalmente dura menos de 90 segundos.
  • Al usar anestesia, la persona está dormida mientras esto sucede. El relajante muscular reduce el movimiento del ajuste.
  • Se administra como un ciclo de tratamiento dos veces por semana, generalmente durante 3-8 semanas.

La respuesta más común que obtengo cuando menciono la terapia electroconvulsiva fuera de los círculos de salud mental, es: “¿En serio seguimos haciendo eso?» 

Es necesario retroceder en el tiempo para comprender la persistencia de este tratamiento. La TEC es parte de una larga tradición de aplicación de procedimientos físicos extremos a personas con problemas de salud mental: laxantes fuertes, sangrados, ampollas en la frente, sillas giratorias, baños, inhalación obligada de hollín de chimenea y, brevemente a principios del siglo XX en los Estados Unidos, extirpación quirúrgica de dientes, testículos, ovarios, vesículas biliares y colon. El siglo XX fue testigo de fiebres inducidas por la malaria, comas inducidos por insulina y una variedad de procedimientos de “psicocirugía” que incluían martillar un instrumento en forma de picahielo en el cerebro a través de la cuenca del ojo (“leucotomía prefrontal”) e inserción de itrio radiactivo (Y90) en el cerebro (“tractotomía subcaudada”). Todos estos «tratamientos» fueron administrados por profesionales que, en su momento, creían genuinamente que estaban ayudando a las personas.

Las convulsiones per se, por supuesto, siempre se consideraron el síntoma de una enfermedad más que una cura. Entonces, ¿por qué, en la década de 1930, a algunos psiquiatras italianos se les ocurrió la idea de que sería útil causar convulsiones a personas consideradas locas? La clave es una teoría de la época que postula que la epilepsia no podría existir junto con los síntomas de la esquizofrenia. Entonces, mientras algunos médicos comenzaron a tratar la epilepsia inyectando sangre de personas diagnosticadas con esquizofrenia, otros psiquiatras estaban explorando formas de inducir la epilepsia, o al menos ataques epilépticos, en los pacientes esquizofrénicos.

En Hungría, en 1934, el psiquiatra Ladislas Meduna indujo convulsiones en pacientes inyectando alcanfor y metrazol. Después de administrar su primera inyección, Meduna «estaba tan angustiado que las enfermeras tuvieron que llevarlo a su habitación», según los investigadores. Mientras tanto en Italia, el neurólogo Ugo Cerletti estaba probando con la electricidad. Primero experimentó con perros, colocando electrodos en la boca y el recto. Muchos murieron. Pero descubrió, en el matadero, una forma de no afectar al corazón: 

A los cerdos se les sujetó las sienes con grandes tenazas metálicas que se conectaron a una corriente eléctrica (125 voltios)… Cayeron inconscientes, se pusieron rígidos, luego, después de unos segundos, fueron sacudidos por convulsiones de la misma manera que nuestros perros experimentales… Yo creí que podíamos aventurarnos a experimentar con humanos.

Su primer sujeto humano fue un ingeniero de 39 años de Milán, a quien la policía encontró deambulando por una estación de tren de Roma en un estado de confusión. Cuando la primera descarga eléctrica no produjo la convulsión deseada, Cerletti y su asistente discutieron si debían administrar una descarga más potente. Cerletti informó:

De repente, el paciente, que evidentemente había estado siguiendo nuestra conversación, dijo clara y solemnemente, sin su habitual algarabía: «¡Ni otro más! ¡Es mortal!»

Cerletti procedió de todos modos, fue el primero de los millones de casos que le siguieron, y que continúan hoy, de personas que reciben este tratamiento a pesar de haber manifestado claramente que no lo quieren. Después de otra descarga eléctrica más fuerte que le produjo una convulsión, el ingeniero no recordó haber recibido las descargas eléctricas. Así también se convirtió en el primero de millones de casos de personas que perdieron la memoria a corto plazo a causa de este tratamiento.

Como Meduna antes que él, Cerletti no era insensible a los efectos de lo que estaba provocando a la persona que tenía al frente: 

Cuando vi la reacción del paciente pensé: ¡esto debería ser abolido! Desde entonces, he esperado con ansias el momento en que otro tratamiento sustituya a los electrochoques.

Tuve una reacción similar a la de Meduna y Cerletti cuando, en ese hospital de Nueva York, presencié, junto a otros estudiantes de medicina, mi primera terapia electroconvulsiva. Cuando el psiquiatra preguntó: «¿Alguien quiere presionar el botón?», los otros cinco estudiantes se mostraron entusiasmados. Después de haber visto a la mujer convulsionar y quedar completamente flácida, llevé su cuerpo inconsciente por el pasillo, lo que no era una imagen muy tranquilizadora para las otras personas que esperaban su turno.Terminé en el estacionamiento, vomitando. Incluso antes de saber lo que dice la investigación sobre la TEC, había tenido, literalmente, una reacción instintiva de que algo estaba terriblemente mal. Pero para entender por qué la TEC todavía se utiliza hoy, es necesario recordar a los cinco estudiantes de medicina que no compartieron mi repulsión, o, tal vez, optaron por ocultarlo al profesor. 

La aceptación en la década de 1940 del extraño invento de Cerletti se comprende mejor si se recuerda que el modelo médico de la psiquiatría no había desarrollado hasta ese momento tratamientos efectivos. Había cientos de instituciones mentales, llenas de miles de pacientes “crónicos”, “incurables” y, presumiblemente, un personal médico bastante desmoralizado y pesimista. 

Veo lo que sucedió como un gran experimento naturalista que demuestra el poder del placebo, incluida la creación de expectativas positivas en el personal y, en última instancia, en los pacientes. Ciertamente, las décadas de 1940 y 1950 vieron a muchas personas dadas de alta del hospital después de la TEC, a veces después de estar internadas durante muchos años, o incluso décadas. Este fue un avance muy importante, dados los efectos devastadores de la institucionalización y la creencia de que la recuperación era imposible. Pero las personas que decidieron dar el alta médica probablemente fueron las mismas que decidieron aplicar la TEC. Los dos primeros estudios de la década de 1950 que compararon a los pacientes que recibieron TEC con otros que no la recibieron, encontraron tasas de recuperación más bajas o ninguna recuperación para las personas que recibieron TEC. Si bien algunos críticos citaron este trabajo, el hecho es que fue imposible eliminar el tratamiento porque no había grupos de control con placebo. Este fue un error común de los tratamientos de ese momento, pero los investigadores de TEC tenían una excusa válida porque en ese momento no se podía hacer estudios de placebo debido a las frecuentes fracturas de columna vertebral y otras lesiones que podía sufrir el grupo control.

A principios de la década de 1950, se introdujeron los relajantes musculares y la anestesia general, lo que hizo posible evaluar esta nueva «TEC modificada» comparándola con los grupos de control que estaban inconscientes por la anestesia general pero que no recibieron TEC (TEC simulada). El primer estudio de este tipo, en 1953, en el que se esperaba que ni los psiquiatras ni los pacientes supieran quién recibió la TEC, no encontró diferencias en los resultados entre los dos grupos. A estas alturas, los fármacos «antipsicóticos» estaban reemplazando a la TEC como el tratamiento de elección para la «esquizofrenia», y los defensores de la terapia electroconvulsiva estaban llevando su atención a la depresión. En 1959, el primer ensayo controlado con placebo que incluyó a pacientes deprimidos no encontró diferencias significativas entre la TEC y la TEC simulada para la depresión o la «esquizofrenia».

Mientras tanto, los investigadores estaban documentando los daños que ocasionaron. En 1946, una revisión titulada «Los cambios cerebrales asociados con el tratamiento de descargas eléctricas» publicada en The Lancet, informó que la personas sufrían hemorragias extensas en múltiples partes del cerebro. Aunque el autor de la revisión no estaba dispuesto a concluir que todos los cambios estaban relacionados con la TEC, sí citó los hallazgos de la autopsia de un hombre de 57 años que había muerto 90 minutos después de su 13° shock: “en los lóbulos frontal y temporal había varias áreas pequeñas devastadas, completamente desprovistas de células ganglionares… Estaba presente una degeneración difusa de las células nerviosas en la corteza”.

Una revisión de los primeros 20 años de autopsias concluyó: «durante los tratamientos de descarga eléctrica se produjeron daños en el cerebro, a veces reversibles pero a menudo irreversibles». Ya en 1956 un «estudio controlado» de personas mayores de 65 años había establecido que la TEC acelera la demencia senil. Como señaló uno de los primeros comentaristas: «dada la naturaleza electroquímica extraordinariamente sensible del cerebro humano, no es difícil darse cuenta de la enorme destrucción de la TEC… El daño eléctrico y la destrucción en algún grado no se pueden evitar».

La idea de que la TEC causa daño cerebral fue tan obvia para los primeros proponentes que la incorporaron en una explicación de cómo funcionaba la TEC. En 1941, el médico estadounidense Walter Freeman, más conocido por defender las lobotomías, escribió sobre la TEC:

Cuanto mayor sea el daño, más probable será la remisión de los síntomas psicóticos… Tal vez se demuestre que un paciente con enfermedad mental puede pensar de manera más clara y constructiva con menos cerebro en funcionamiento.

El artículo de Freeman se tituló Daños cerebrales terapéuticos.

Otro psiquiatra estadounidense explicó:

Tiene que haber cambios orgánicos… para que se produzca la cura… Creo que puede ser cierto que estas personas tienen por el momento, en cualquier caso, más inteligencia de la que pueden manejar y que la reducción de la inteligencia es un factor importante en el proceso curativo.

La idea de que el daño cerebral sea beneficioso nos parece extraña. Sin embargo, en el siglo XXI persisten variaciones e investigaciones sobre el tema. Un estudio realizado en Escocia en 2012 encontró que la TEC reduce la «conectividad funcional» del cerebro. En lugar de advertir contra la TEC debido a este daño, los autores explicaron que esto era evidencia que apoya la teoría de que los cerebros de las personas deprimidas tienen «hiperconectividad» y que la TEC puede corregir esto. Incluso, algunos psiquiatras en los Países Bajos argumentan que la TEC puede y debe usarse para identificar y borrar recuerdos dolorosos. 

Como aprendí en ese hospital de Nueva York hace tantos años, casi todo el mundo experimenta una combinación de confusión, dolores de cabeza, náuseas y dolor muscular inmediatamente después de una TEC. Por lo general, esto desaparece en una hora. Sin embargo, la mayoría también experimenta lagunas en la memoria, de lo que ocurrió inmediatamente antes de la sesión. Algunos pierden los recuerdos de la vida de meses o años antes del tratamiento («amnesia retrógrada») y / o tienen dificultades para retener nueva información («amnesia anterógrada»). El Royal College of Psychiatrists (2020) explica que:

Un pequeño número de pacientes informa lagunas en su memoria sobre eventos en su vida que ocurrieron antes de la TEC. Esto tiende a afectar los recuerdos de eventos que ocurrieron durante o poco antes de que comenzara la depresión. A veces, estos recuerdos regresan total o parcialmente, pero en otras ocasiones estas lagunas pueden ser permanentes.

Lamentablemente, la comunidad de investigadores de TEC no se ha preocupado lo suficiente por estudiar los daños a largo plazo para establecer cuántos sufren pérdidas de memoria permanentes. Pero no es «un número pequeño».

Una revisión identificó cuatro estudios de pérdida de memoria que duraron al menos seis meses y los pacientes los describieron como «persistentes o permanentes». Encontraron un rango del 29 al 55% y un promedio ponderado del 38%. El estudio más riguroso hasta la fecha fue realizado en 2007 por el proponente de TEC Harold Sackeim, profesor de psiquiatría y radiología en la Universidad de Columbia en Nueva York. Seis meses después de la TEC, la amnesia retrógrada, en general, fue mucho peor que los niveles previos a la TEC. Es importante destacar que el grado de deterioro estaba relacionado con el número de TEC recibidos. Las mujeres y las personas mayores se vieron desproporcionadamente afectadas. La pérdida de memoria también fue mayor entre aquellos que recibieron TEC bilateral (donde los electrodos se colocan a ambos lados de la cabeza) en lugar de TEC unilateral (donde ambos se colocan en el mismo lado, protegiendo así la mitad del cerebro). Nuestra reciente revisión encontró lagunas persistentes o permanentes en los recuerdos de la vida, incluidas las bodas y los cumpleaños, entre el 12 y el 55%.

Los defensores de la TEC a menudo argumentan que la pérdida de memoria es causada por la depresión y no por la TEC. Una revisión concluyó que: “No hay evidencia de una correlación entre la memoria/cognición deteriorada después de la TEC y el estado de ánimo deteriorado, mucho menos una relación causal”. Además, si la depresión es la causa de la pérdida de memoria, ¿cómo explican la pérdida de la memoria persistente después de que la depresión haya sido tratada con TEC?

Imagen: BBC

De cualquier manera, los defensores de la TEC debaten que la pérdida de memoria a largo plazo sea un «daño cerebral». En cambio, apuntan a estudios de escaneo cerebral que no muestran signos obvios de daño. Los críticos, como yo, señalamos otros estudios que identifican daños celulares, micro vasculares y neuronales invisibles en escáneres cerebrales.

Ya sea que llamemos o no a la pérdida de memoria «daño cerebral», es fácil encontrar cientos de relatos de personas que quedaron incapacitadas después del tratamiento con TEC. En correspondencia, una mujer escribió recientemente:

Hoy me resiento a mí misma por haber aceptado el tratamiento con TEC. Mi memoria a largo plazo fue destruida. Los recuerdos de mis amigos de la infancia, recuerdos de eventos importantes a los que asistí, recuerdos de mi formación como asistente psiquiátrica, recuerdos académicos, etc. Empecé a tener problemas con la ortografía y cálculos matemáticos simples. Básicamente, no puedo recordar casi tres años completos (2004-06), incluyendo la relación que tenía en ese momento. Nunca les hablé de esto a mis colegas, ya que me sentía avergonzada. Pero comencé a hablar con otras personas que habían recibido TEC y me di cuenta que no estaba sola.

¿Qué hay de las consecuencias letales? El Royal College of Psychiatrists sostiene que «la muerte causada por la TEC es extremadamente rara». La Asociación Americana de Psiquiatría informa una muerte por cada 10,000 receptores de TEC, lo que, según ellos, está a la par con operaciones menores que involucran anestesia general. Pero esta evaluación ignora el hecho de que, en promedio, un paciente recibe 10 sesiones de TEC. Una de las principales causas de muerte por TEC es la insuficiencia cardiovascular. Una revisión reciente de 82 estudios, que incluyeron a más de 100.000 pacientes, encontró que uno de cada 50 pacientes experimenta «eventos cardíacos adversos importantes».

En una reunión de personal en mi primer trabajo como psicólogo clínico en el Reino Unido, planteé la cuestión de un hombre que había muerto en la mesa de TEC el día anterior. Todavía recuerdo la respuesta exacta del psiquiatra: “Eso no es asunto suyo y personalmente me insulta que insinue que lo matamos”. Y me sacaron de la reunión cuando le señalé que las notas clínicas del paciente incluían “TEC contraindicada: enfermedad cardíaca grave”. Un colega y yo habíamos copiado esa página de las notas clínicas, prediciendo con precisión que se eliminaría rápidamente del archivo. Intenté durante dos años que el hospital, las autoridades profesionales y gubernamentales investigaran. Fallé.

He participado en la publicación de varias revisiones de investigación sobre la efectividad de la TEC. Todas han encontrado evidencia débil de que, en comparación con el placebo, la TEC logre una evaluación temporal del estado de ánimo para una minoría de pacientes, pero que no hay evidencia de ningún beneficio más allá del final del curso del tratamiento, y no hay evidencia que la TEC pueda prevenir el suicidio.

En los 83 años desde que Cerletti administró el primer tratamiento en Roma, solo se han realizado 11 estudios que comparan la TEC para la depresión (su grupo objetivo durante los últimos 60 años) con un grupo de placebo que recibe TEC simulada (TEC-S). Cuatro de estos 11 estudios encontraron que, a corto plazo, la TEC es estadísticamente superior a la TEC-S; cinco no encontraron diferencia; y dos encontraron resultados mixtos (en uno de los cuales las calificaciones de los psiquiatras señalaban que produjeron una diferencia, pero las calificaciones de los pacientes no). La única diferencia hallada más allá del final del último tratamiento fue un estudio que encontró que el grupo de TEC-S estaba evolucionando mejor que el grupo de TEC real después de un mes de haber terminado el tratamiento.

Lo que parece sorprendente es que el más reciente de estos 11 estudios se realizó en 1985. Por lo tanto, a pesar de los resultados poco impresionantes y poco concluyentes de los primeros 11 estudios, y los peligros obvios de este tratamiento tan controvertido, la psiquiatría no ha hecho ningún intento por determinar si funciona, con un estudio controlado con placebo, durante los últimos 36 años.

Esto se vuelve aún más alarmante cuando uno comprende cuán inadecuados metodológicamente fueron los primeros 11 estudios. Su tamaño de muestra promedio (contando ambos grupos) fue de solo 37. Ninguno es definitivamente un estudio doble ciego, en el que ni los pacientes ni los evaluadores saben quién está en qué grupo. Solo cinco estudios informaron algunos de sus hallazgos y omiten otros. Solo cuatro informaron alguna calificación de los pacientes y ninguno tuvo alguna medida de «calidad de vida».

Mientras tanto, ha habido muchos estudios que comparan diferentes tipos de TEC y comparan TEC con antidepresivos, que son preguntas diferentes a «¿Funciona la TEC?» Nuestra revisión de este tipo de estudios entre 2009 y 2016 concluyó:

De los 91 estudios, solo dos tenían como objetivo evaluar la eficacia de la TEC. Ambos tenían graves defectos. Ninguno de los otros 89 produjo pruebas sólidas de que la TEC sea eficaz para la depresión, principalmente porque al menos el 60% mantuvo a los participantes de la TEC con medicación y el 89% no produjo datos de seguimiento significativos más allá del final del tratamiento. Ningún estudio investigó si la TEC previene el suicidio.

De hecho, desde el principio, las investigaciones de la TEC, han sido de una calidad notablemente baja. Por ejemplo, de los más de 200 estudios TEC sobre la esquizofrenia entre 1955 y 1960, solo 10 se «consideraron aceptables» con respecto al cumplimiento de los requisitos mínimos de una investigación válida y confiable. Cuatro décadas más tarde, el UK TEC Review Group (2003) informó que solo 73 de 624 estudios (12%) habían cumplido con los estándares para su inclusión en su revisión, y que la ‘calidad de los informes’ del 12% era ‘deficiente ‘. Por ejemplo, un estudio en el emblemático British Journal of Psychiatry afirmó que las proporciones que mostraban al menos una «mejoría moderada» eran: depresión, 100%; esquizofrenia, 97,6%. Toda la sección de metodología que describe cómo se midió la mejora tenía solo seis palabras: «Se mantuvo un registro del progreso».

Sin embargo, este cuerpo de literatura – o al menos aquellos estudios con un grupo placebo – definitivamente nos enseñó algo. Aprendimos que algunas personas que reciben TEC se sienten mejor, aunque generalmente no por las descargas eléctricas o las convulsiones, sino por la atención adicional y la amabilidad que les brindan las enfermeras, los médicos, los anestesistas y otro personal, y por la esperanza inculcada por la expectativa de todo el personal de que lo que estaba a punto de sucederles, de hecho, los haría sentir mejor. Placebo en latín significa «seré agradable».

Los autores del primer estudio controlado con placebo habían señalado:

Podría muy bien ser que el principal agente terapéutico sea el significado psicológico del tratamiento para el paciente … La influencia de la inusual cantidad de cuidado y atención que todos reciben podría estudiarse más a fondo.

Una revisión que se centró solo en la respuesta al placebo con TEC encontró “una tasa de respuesta inesperadamente alta en los grupos simulados” y concluyó: “El médico que aplica TEC debe ser consciente de que los efectos del placebo suelen estar en juego”. Algunos de los resultados positivos de la psicoterapia se deben a los efectos placebo. He animado a dos generaciones de psicólogos clínicos a infundir siempre un poco de esperanza y algunas expectativas positivas (realistas), especialmente en una primera sesión. Funciona. ¿Nunca te has sentido un poquito mejor después de que alguien en quien confías te haya dicho: «Todo saldrá bien»?

¿La terapia electroconvulsiva salva vidas? Ninguna de las revisiones en las que he estado involucrado y ninguno de los cinco metanálisis (una combinación de datos de múltiples estudios) realizados por otros han demostrado que este sea el caso. Algunos estudios han encontrado que la TEC puede reducir temporalmente los pensamientos suicidas en algunos participantes, lo cual es importante. Sin embargo, ninguno ha establecido nunca que reduzca la incidencia de personas que realmente se suicidan. En un estudio reciente, el más grande hasta la fecha, los 14.810 pacientes de la cohorte de TEC tenían 16 veces más probabilidades que los 58.369 controles emparejados de suicidarse en el año posterior a la TEC. Incluso después de controlar los niveles de suicidio previos al tratamiento y otras variables, el grupo de TEC todavía tenía 1,31 veces más probabilidades de haber muerto por suicidio (una diferencia estadísticamente no significativa).

Además, algunas personas se suicidan debido al daño que les ha hecho la TEC. Perder la memoria es deprimente. Justo antes de suicidarse, poco después de la TEC, el novelista estadounidense Ernest Hemingway preguntó: «¿Cuál es la sensación de arruinar mi cabeza y borrar mi memoria, que es mi capital, y dejarme sin trabajo? Fue una cura brillante, pero perdimos al paciente».

Mi última revisión, realizada con Irving Kirsch, quien investiga estudios de placebo en la Escuela de Medicina de Harvard, evaluó no solo los 11 estudios (por enésima vez) sino también (por primera vez) los cinco metanálisis. Encontramos que, extrañamente, los metanálisis habían incluido entre uno y siete de los 11 estudios y, además de cometer múltiples errores fácticos, habían prestado poca atención a la mala calidad de los estudios en los que se basaban. Además, ninguno de los cinco metanálisis había identificado un solo estudio que mostrara beneficios a largo plazo o que mostrara que la TEC salva vidas. Por lo tanto, concluimos:

Dado el alto riesgo de pérdida permanente de la memoria y el pequeño riesgo de mortalidad, esta falla prolongada para determinar si la TEC funciona o no significa que su uso debe suspenderse inmediatamente hasta que una serie de estudios bien diseñados, aleatorizados y controlados con placebo hayan investigado si existe realmente beneficios significativos contra los cuales se puedan sopesar los riesgos significativos probados.

No solo no sabemos si funciona, o cuántas personas terminan dañadas permanentemente por la TEC, ni siquiera sabemos con qué frecuencia se sigue utilizando en todo el mundo. Estados Unidos, por ejemplo, no tiene ningún control nacional de las cifras. La cifra aproximada de 100.000 personas al año se ha convertido en una especie de mantra. Tampoco sabemos si el uso global de la TEC está aumentando o disminuyendo. Si bien el uso en algunos lugares, incluidos Texas y Australia, parece haber aumentado recientemente, el número anual de pacientes con TEC en Inglaterra disminuyó de aproximadamente 20.000 en la década de 1980 a aproximadamente 3.000 en 2006, y se ha mantenido bastante estable desde entonces.

En la mayoría de los países estudiados, las mujeres tienen aproximadamente el doble de probabilidades que los hombres de recibir TEC, y la edad promedio es de aproximadamente 62 años. Un informe de 170 páginas para el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido en 2005 concluyó: “la evidencia no permitió que se establecieran conclusiones firmes sobre la eficacia de la TEC en personas mayores y mujeres con problemas psiquiátricos.” Esto fue confirmado por nuestra revisión reciente. Lo que sí sabemos, sin embargo, es que ambos grupos son más susceptibles a la pérdida de memoria inducida por la TEC.

Durante décadas, los receptores de TEC, sus familiares y los profesionales e investigadores interesados ​​han realizado campañas para limitar o prohibir la TEC en muchos países. Tras la publicación de nuestra revisión reciente que pedía la suspensión de la TEC en espera de una mejor investigación, un grupo de 40 expertos británicos, incluidos psiquiatras, psicólogos, investigadores, pacientes de TEC y sus seres queridos, escribieron a Matt Hancock, secretario de Estado británico de salud y asistencia social, solicitando una revisión independiente del uso de la TEC en nuestro país. Esta convocatoria cuenta con el respaldo de muchas organizaciones, incluido el Royal College of Nursing, la Association of Clinical Psychologists, la National Counseling Society, Mind (una de las organizaciones benéficas de salud mental más grandes del Reino Unido), el Council for Evidence-Based Psychiatry y Headway (la asociación de lesiones cerebrales), así como numerosos diputados del gobierno y de la oposición.

Los beneficiarios de TEC han lanzado recientemente peticiones en el Reino Unido, dirigidas al parlamento, y en los Estados Unidos dirigidas a la Asociación Americana de Psiquiatría. Mientras tanto, se está preparando una demanda en el Reino Unido, que ya involucra docenas de casos, centrada no en la pérdida de memoria y el daño cerebral per se, sino en la incapacidad de los psiquiatras para informar a los pacientes sobre esos riesgos. Quizás los tribunales resulten más efectivos que la investigación cuando se trata de agregar la TEC a la lista de «tratamientos» que la psiquiatría ha abandonado porque el daño que hacen es mayor que el bien.

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Cómo combinar la actividad física con la psicoterapia

  • David Aparicio
  • 17/03/2021

Las relaciones entre la actividad física y la salud mental comprenden un conjunto muy amplio y complejo de factores biológicos, psicológicos y socioculturales. Desde una concepción terapéutico-preventiva, la actividad física es considerada para el tratamiento de patologías diversas.

Se considera también que la actividad física es un excelente complemento de otras medidas terapéuticas como la psicoterapia y la psicofarmacología. Previene enfermedades cardíacas, metabólicas y trastornos del estado de ánimo, como la depresión. Las personas que practican actividad física dicen sentirse bien (o sentirse mejor), menos tensionadas y más concentradas después de la actividad. La actividad física se ha propuesto como una opción complementaria de bajo costo–beneficio e incluso puede ser útil como prevención.

El reto personal y profesional de los que participamos del sistema de salud sería el de disponer de un amplio abanico de intervenciones de bajo costo, tanto desde un punto de vista general como aplicado a cada especialidad, que les permita a los pacientes desarrollar estilos de vida más activos, saludables y que perduren en el tiempo.

En este webinar aprenderás:

  • A entender el fenómeno del sedentarismo y su relación con la salud mental.
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  • Desarrollo de herramientas para el consultorio:
    • Motivación
    • Cambio: entrevista motivacional y etapas para el cambio
    • Activación conductual
    • Flow y disfrute
    • Metas y objetivos: definición de metas
    • Preferencias en la elección de la Actividad Física
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Docente: Federico Lande (Argentina) psicoterapeuta, especialista en psicología del deporte, autor de libros especializados en psicología del deporte y conferencista.

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Formato de la clase: La clase tiene una duración de 2 horas y se habilitarán 15 minutos para preguntas. La idea es que la clase sea concisa y te puedas llevar conocimiento útil y práctico para tu trabajo.

Precio: 15 dólares

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