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Ciencia y Evidencia en Psicología

2850 Publicaciones

Investigación, neurociencia, modelos teóricos y psicopatología

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Trastorno por estrés postraumático: definición, síntomas y tratamientos

  • 26/11/2021
  • Laura Ruiz

En el transcurso de nuestra vida, todas y todos pasamos, en algún momento, por un evento traumático, o situación extrema. A raíz de ello, algunos de nosotros acabaremos desarrollando un TEPT, o trastorno de estrés postraumático, y otros no.

Pero, ¿qué es exactamente el TEPT? ¿Cuáles son sus síntomas? ¿Cómo se aborda desde la psicoterapia? ¡Respondemos a todas estas cuestiones!

TEPT: ¿qué es? Principales síntomas

El TEPT, o trastorno de estrés postraumático, es un trastorno derivado de una vivencia traumática, que manifiestan algunas personas tras vivir una experiencia así, como por ejemplo: una guerra, un accidente automovilístico, una agresión sexual o un desastre natural.

Los síntomas del trastorno se agrupan en tres grandes áreas. En primer lugar, las víctimas suelen revivir intensamente la agresión sufrida o la experiencia vivida en forma de pesadillas y de imágenes y recuerdos constantes e involuntarios. Por otro lado, las personas tienden a evitar o a escaparse de los lugares o situaciones asociados al hecho traumático, e incluso rechazar el pensar voluntariamente y dialogar con sus seres queridos sobre lo ocurrido. 

Finalmente, en tercer lugar surge una respuesta de alarma exagerada, que se manifiesta a través de: dificultades de concentración, irritabilidad, problemas para dormir… Todo ello acaba originando un malestar clínico profundo y una interferencia importante en el funcionamiento diario del sujeto.

Prevalencia de eventos traumáticos y del TEPT

Pero, ¿todos vivimos, o viviremos, un evento traumático en nuestra vida? ¿De qué probabilidades hablamos o por cuántos de estos eventos se calcula que pasaremos?

Según autores como Breslau (2004), citado en el Manual de Psicología Clínica de preparación al PIR de Cede (2018), a lo largo de nuestra vida, vivimos de 1 a 5 acontecimientos traumáticos. Otro autor, en este caso Yasan (2009), también citado en el manual, sugiere que entre el 53-60% de los hombres, y entre el 44-50% de las mujeres, se expondrá al menos a un acontecimiento traumático, a lo largo de la vida.  

Finalmente, Norris y Slone (2010), apuntan que en torno al 50% de las personas vivimos al menos dos eventos traumáticos en la vida. 

A raíz de estos sucesos, como decíamos, algunas personas desarrollarán TEPT y otras no. Esto dependerá del tipo de suceso, de los recursos personales de cada uno y de otras variables como el sexo. Y es que, según los estudios, aunque los hombres tienen tasas de prevalencia más altas que las mujeres en lo referente a vivir un acontecimiento traumático a lo largo de su vida, son las mujeres las que, tras la vivencia del acontecimiento, tienen mayor probabilidad de desarrollar un TEPT.

El DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales) estima en un 8,7% el riesgo vital de haber presentado un TEPT a la edad de 75 años, en EEUU, y sitúa la prevalencia anual del trastorno en 3,5%.

Síntomas del TEPT (criterios diagnósticos)

Para poder hablar de un TEPT, la duración mínima de los síntomas es de un mes. Pero, ¿cuáles son estos síntomas? Según el DSM-5 (APA, 2013), los criterios diagnósticos para este trastorno (que incluyen sus síntomas) son:

Exposición a un suceso traumático

La exposición a una muerte real o peligro de muerte, lesiones graves o violencia sexual de una o más de las siguientes maneras:

  • Experimentación directa del evento traumático (o eventos traumáticos).
  • Ser testigo, en persona, del acontecimiento mientras le ocurre a otros.
  • Tener conocimiento de un acontecimiento que le ha ocurrido a alguien cercano o a un amigo. En los casos de muerte real o amenaza de muerte de un miembro de la familia o amigo, el evento debe haber sido violento o accidental.
  • Experimentar repetidamente o exposición extrema a detalles aversivos del acontecimiento. Por ejemplo, en personal de emergencias que recoge restos humanos, agentes de policia expuestos repetidamente a detalles sobre abuso sexual a menores, bomberos, etc.

Síntomas intrusivos

El segundo criterio diagnóstico del TEPT hace referencia a síntomas intrusivos que se asocian con el evento traumático en cuestión. Dichos síntomas empiezan después del suceso traumático, y pueden ser:

  • Recuerdos angustiosos recurrentes, involuntarios e intrusivos del suceso o sucesos traumáticos.
  • Sueños angustiosos recurrentes, cuyo contenido y/o afecto del sueño se relaciona con el trauma.
  • Reacciones de tipo disociativo, donde uno siente como si se repitiera el evento, o como si aún actuara en él.
  • Malestar psicológico intenso o prolongado, que surge cuando uno se expone a factores internos o externos que simbolizan o se asimilan a un aspecto concreto del evento traumático.
  • Reacciones fisiológicas intensas a factores internos o externos, que también simbolizan o se parecen a un aspecto del evento en cuestión.

Síntomas evitativos (evitación)

El tercer criterio diagnóstico para el TEPT es la evitación persistente de estímulos asociados al suceso o sucesos traumáticos. Igual que en el caso anterior, dichos síntomas aparecen después del evento, y se traducen en una o dos de las siguientes manifestaciones:

  • Evitación, o gran esfuerzo, destinados a evitar recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos relacionados con el trauma.
  • También evitación o esfuerzos con la finalidad de evitar recordatorios externos (por ejemplo: personas, lugares, conversaciones, actividades, objetos, situaciones…), los cuales despiertan recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos relacionados de forma directa con el evento traumático.

Alteraciones negativas cognitivas y del estado de ánimo

Dichas alteraciones se manifiestan de diferentes formas:

  • Incapacidad para recordar un aspecto importante del suceso o sucesos traumáticos; esta es típicamente debida a la amnesia disociativa, y no a otros factores como podrían ser las drogas.
  • Creencias o expectativas negativas persistentes y exageradas sobre uno mismo, los demás o el mundo. Por ejemplo, surgen pensamientos del tipo: “estoy mal”, “el mundo es terrible”, etc.
  • Percepción distorsionada persistente de la causa o las consecuencias del suceso, que hace que la persona se acuse a sí misma del mismo (o a los demás).
  • Un estado emocional negativo persistente, que puede ser: culpa, enfado, rabia, terror, miedo, vergüenza…
  • Disminución importante del interés o de la participación en actividades significativas.
  • Un sentimiento de desapego o de extrañamiento de los demás.
  • Incapacidad persistente de experimentar emociones positivas, como la felicidad, la satisfacción o el afecto positivo.

Alteración de la alerta y reactividad 

Se da también una hiperactividad en la persona, que se traduce en:

  • Comportamiento irritable y arrebatos de furia (con poca o ninguna provocación). Estos se expresan típicamente como una agresión verbal o física contra personas u objetos.
  • Comportamiento imprudente o autodestructivo.
  • Hipervigilancia.
  • Respuesta de sobresalto exagerada.
  • Problemas de concentración.
  • Alteración del sueño; por ejemplo, dificultad para conciliar o continuar el sueño, o sueño inquieto.

Tratamientos psicológicos

¿Qué tratamientos han demostrado evidencia científica para abordar los síntomas del TEPT? Según la Guía de tratamientos psicológicos eficaces de M. Pérez (2010), la terapia de exposición prolongada sería un tratamiento bien establecido para el trastorno (eficaz), considerado el de elección. 

Así también lo asegura el Manual de Terapia de Conducta de M.A. Vallejo (2016), además de la Guía de Práctica Clínica para el tratamiento del TEPT de la APA (2017). Pero también encontramos otras terapias validadas (aunque no tan eficaces, según la investigación actual), como la terapia EMDR, el entrenamiento en inoculación de estrés y la terapia de exposición narrativa.

Finalmente, dos terapias psicológicas que se encuentran en fase experimental para el TEPT, según M. Pérez, son: la hipnoterapia y el debriefing psicológico (intervención breve que se realiza en los primeros días tras el evento traumático).

Referencias:

  • American Psychiatric Association –APA- (2014). DSM-5. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Madrid: Panamericana.
  • Azcárate Mengual, M. A. (2007). Trastorno de Estrés Post Traumático y Daño Cerebral. Madrid: Díaz de Santos.
  • Belloch, A., Sandín, B. y Ramos, F. (2010). Manual de Psicopatología. Volumen I y II. Madrid: McGraw-Hill.
  • Pérez, M.; Fernández, J.R.; Fernández, C. y Amigo, I. (2010). Guía de tratamientos psicológicos eficaces I y II:. Madrid: Pirámide.
  • Ruiz, M. y Villalobos, A. (2012). Manual de técnicas de intervención cognitiva conductuales. Editorial Desclée de Brouwer. España. Referencia.
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El efecto «víctima virtuosa»: ¿cómo percibimos el carácter moral de las víctimas de injusticias?

  • 24/11/2021
  • Maria Fernanda Alonso

En las noticias, en redes sociales y en la vida personal y laboral, leemos y escuchamos sucesos que retratan el padecimiento de alguien que ha sufrido algún menoscabo; al asunto es que tendemos a ver a las víctimas de irregularidades o injusticias como más virtuosas moralmente que las personas que no víctimas y se han comportado de manera idéntica (Jordan & Kouchaki, 2021), y estas percepciones pueden tener implicaciones sociales importantes, incluida la formulación de políticas y respuestas legales, el tratamiento que reciben las víctimas, entre otras cuestiones.

Qué metodología usaron

Para averiguar cómo perciben las personas el carácter moral de las víctimas, los investigadores realizaron 17 experimentos en los que participaron 9676 sujetos. 16 de esos estudios fueron realizados en línea y 1 de ellos se llevó a cabo en un laboratorio.

El diseño básico de esta investigación implicó asignar a los participantes a una condición neutral o de víctima, donde se les presentaban narrativas que contenían información idéntica sobre el comportamiento de un personaje objetivo. En la condición de víctima, se informó a los participantes que otro personaje trató al objetivo de manera inmoral, mientras que este no fue el caso de la condición neutral.

Después de leer las narraciones, los participantes proporcionaron una calificación de moralidad y confiabilidad para el personaje objetivo. Algunos experimentos también incluyeron medidas secundarias, como la simpatía por el objetivo. Este diseño básico se aplicó a seis narrativas diferentes con seis transgresiones morales distintas (por ejemplo, robo, ataque verbal, negligencia médica).

Los investigadores también exploraron los límites potenciales del efecto “víctima virtuosa” manipulando variables como la narración en primera o tercera persona, el género del objetivo y su competencia. Además, exploraron posibles explicaciones para el efecto, incluida la hipótesis de “restauración de la justicia” que argumenta que las víctimas son vistas como morales porque esto motiva el castigo de los perpetradores y la ayuda a las víctimas, y las personas son frecuentemente incentivadas a promulgar o alentar tales acciones de restauración de la justicia.

Qué encontraron

Luego del análisis de los resultados, los autores hallaron que las víctimas a menudo son vistas como más virtuosas que las personas no víctimas en una amplia gama de transgresiones morales, no por cómo se han comportado, sino por cómo otros las han maltratado. Este efecto no fue moderado por la raza o el género de la víctima.

Al explorar los límites potenciales de este efecto, los investigadores encontraron que el efecto puede ser especialmente probable para las narrativas de las víctimas que describen al perpetrador y se narran en tercera persona. Además, este efecto fue específico para víctimas de inmoralidad y no se extendió a las víctimas accidentales ni a la virtud moral (es decir, rasgos positivos pero no morales, como el atletismo y la gracia).

Por otro lado, los resultados apoyan la hipótesis de restauración de la justicia, que sugiere que ver a las víctimas como virtuosas motiva la acción de restauración de la justicia. Es importante destacar que la introducción de desincentivos para tal acción eliminó el efecto de “víctima virtuosa”.

Una limitación de este trabajo es que se basó en narrativas hipotéticas, la mayoría de ellas presentadas en tercera persona. Los autores sugieren que trabajos futuros deben explorar las percepciones de las víctimas del mundo real, tanto en contextos de tercera persona (por ejemplo, cobertura de noticias, chismes) como el intercambio de historias personales.

Referencia: Jordan, J. J., & Kouchaki, M. (2021). Virtuous victims. Science Advances, 7(42), eabg5902. https://doi.org/10.1126/sciadv.abg5902

Fuente: Psypost

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Los disfraces de género alientan a los niños a actuar en consonancia con los estereotipos de género

  • 23/11/2021
  • Maria Fernanda Alonso

Desde la primera infancia, niñas y niños comienzan a aprender y representar los estereotipos de género. Los disfraces, por ejemplo, tienen un gran rol en las experiencias lúdicas, así como también suelen tener un marcado carácter de género. Y mientras las niñas tienden a preferir vestirse como princesas y hadas, es más probable que los varones se vistan como superhéroes. Un estudio reciente encontró que los niños (varones) que usaban disfraces de tipo masculino (por ejemplo, un superhéroe) tenían menos probabilidades de elegir jugar con juguetes “femeninos” que los niños que usaban disfraces de género neutro (por ejemplo, una calabaza). Además, los niños que usaban disfraces de tipo masculino tenían menos probabilidades de participar en un comportamiento prosocial en comparación con los que usaban disfraces de tipo femenino (por ejemplo, un unicornio brillante) (Coyne et al., 2021). 

A partir de la teoría del esquema de género, los investigadores propusieron que cuando un niño usa un disfraz de género, se vuelve más consciente de su género. Esta mayor atención activa su esquema de género, situación que le lleva a participar en comportamientos que están en línea con su género. 

Qué metodología usaron

Participaron en el estudio 223 niños y niñas en edad preescolar (entre 3 y 5 años) del oeste de los Estados Unidos. A cada uno se le dio un disfraz para que se lo pusiera antes de completar varias tareas. Dependiendo de la condición, el disfraz era de género, sin género o contra estereotipado.

Para las niñas, los disfraces de género eran de princesas de Disney (por ejemplo, Cenicienta) y los disfraces contra estereotipados eran de superhéroes femeninas (por ejemplo, Wonder Woman). Para los niños, los disfraces de género eran de superhéroes masculinos (por ejemplo, Batman) y los disfraces contrarios a los estereotipos eran trajes femeninos (por ejemplo, un unicornio brillante). Tanto para niños como para niñas, los disfraces sin género eran una calabaza, una pizza o un disfraz de emoji.

Qué encontraron

Como era de esperar, cuando se les presentó una selección de juguetes, las niñas mostraron más interés en los juguetes femeninos (por ejemplo, muñeca, juego de té) mientras que los niños mostraron más interés en los juguetes masculinos (por ejemplo, camión monstruo, muñeco de acción). Sin embargo, las preferencias de los chicos diferían ligeramente según los disfraces que llevaran.

Los niños que usaban disfraces de género neutro estaban más interesados ​​en jugar con juguetes femeninos en comparación con los niños que usaban disfraces de tipo masculino. Los autores del estudio sugieren que los disfraces de género neutro redujeron la atención de los niños al género, dejándolos libres para explorar juguetes que no se asocian típicamente con la masculinidad. Sin embargo, los disfraces masculinos y femeninos probablemente hicieron que el género fuera más prominente para ellos, lo que hizo que se abstuvieran de elegir juguetes que no se ajustan a su género.

Curiosamente, las preferencias de las niñas por los juguetes no se vieron afectadas por los disfraces. Los investigadores sugieren que los trajes de las princesas pueden no haber provocado un esquema relacionado con el género entre las niñas, tal vez porque las representaciones actuales de las princesas son más fluidas y menos «femeninas» de lo que han sido tradicionalmente. También podría ser que las niñas sean más flexibles con los juguetes con los que juegan en comparación con los niños.      

Por otro lado, encontraron que el vestuario también influyó en el comportamiento prosocial de los niños. Los niños que usaban disfraces femeninos fueron más rápidos en ayudar al experimentador cuando fingió dejar caer una pila de lápices. Estos niños también recogieron más lápices caídos que los niños que vestían disfraces de tipo masculino. Los investigadores creen que los disfraces de superhéroes probablemente provocaron guiones sobre superhéroes, que generalmente se retratan usando la agresión para resolver problemas. Esto puede haber disuadido a los niños de ayudar al experimentador. También podría ser que los disfraces de superhéroes evocaran normas de género que tienden a restar importancia a los niños como ayudantes en comparación con las niñas.

Los disfraces pueden ser una herramienta poderosa para ayudar a los niños a reflexionar sobre los roles y estereotipos de género, señalan los autores, especialmente para los niños que están explorando su identidad de género. Los padres pueden querer incluir una gama más amplia de disfraces para que sus hijos elijan, especialmente para los niños.

Referencia bibliográfica: Coyne, S. M., Rogers, A., Shawcroft, J., & Hurst, J. L. (2021). Dressing up with Disney and Make-Believe with Marvel: The Impact of Gendered Costumes on Gender Typing, Prosocial Behavior, and Perseverance during Early Childhood. En Sex Roles (Vol. 85, Números 5-6, pp. 301-312). https://doi.org/10.1007/s11199-020-01217-y

Fuente: Psypost

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Usar herramientas mecánicas mejora nuestras habilidades lingüísticas

  • 19/11/2021
  • Maria Fernanda Alonso

La investigación ha revelado una correlación entre ser particularmente competente en el uso de herramientas y tener buena capacidad sintáctica (Brozzoli et al., 2019). Indagando aún más en este asunto, un equipo de investigadores encontró que ambas habilidades dependen de los mismos recursos neurológicos, que se encuentran en la misma región del cerebro. Además, el entrenamiento motor con una herramienta mejora la capacidad para comprender la sintaxis de oraciones complejas (una de las habilidades lingüísticas más difíciles de adquirir) y, viceversa, el entrenamiento sintáctico mejora la competencia en el uso de herramientas (Thibault et al., 2021).

La paleo-neurobiología también ha demostrado que las regiones cerebrales asociadas con el lenguaje habían aumentado en nuestros antepasados ​​durante los períodos de auge tecnológico, cuando el uso de herramientas se generalizó.

Estos hallazgos podrían aplicarse clínicamente para apoyar la rehabilitación de pacientes que han perdido algunas de sus habilidades lingüísticas.

Qué metodología usaron

Partiendo de los hallazgos del estudio de Brozzoli et al. (2019), los investigadores desarrollaron una serie de experimentos que se basaron en técnicas de imagen cerebral (resonancia magnética funcional o MRI) y mediciones de comportamiento. Se pidió a los participantes que completaran varias pruebas que consistían en entrenamiento motor con alicates de 30 cm de largo y ejercicios de sintaxis en francés. Esto permitió a los científicos identificar las redes cerebrales específicas de cada tarea, pero también comunes a ambas tareas.

Qué encontraron

Descubrieron por primera vez que el manejo de la herramienta y los ejercicios de sintaxis producían activaciones cerebrales en áreas comunes, con la misma distribución espacial, en una región denominada «ganglios basales».

Dado que estos dos tipos de habilidades utilizan los mismos recursos cerebrales, los investigadores se preguntaron si es posible entrenar una para mejorar la otra. Por eso, en la segunda parte de su estudio, analizaron estos problemas y demostraron que esto es lo que realmente sucede.

En esta ocasión, se pidió a los participantes que realizaran una tarea de comprensión sintáctica antes y después de 30 minutos de entrenamiento motor con los alicates (ver cuadro para detalles del experimento). Con esto, los investigadores demostraron que el entrenamiento motor con la herramienta conduce a un mejor desempeño en los ejercicios de comprensión sintáctica.

Además, los hallazgos muestran que lo mismo sucede en el caso inverso: el entrenamiento de las facultades del lenguaje, con ejercicios para comprender oraciones con estructura compleja, mejoró el rendimiento motor con la herramienta.

Ejercicios de sintaxis y entrenamiento motor

El entrenamiento motor implicó el uso de pinzas para insertar pequeñas clavijas en agujeros que coincidían con su forma pero con diferentes orientaciones.

Los ejercicios de sintaxis que se realizaron antes y después de esta formación consistieron en leer oraciones con una sintaxis simple, como «el científico que admira al poeta escribe un artículo» o con una sintaxis más compleja, como «el científico que al poeta admira escribe un artículo.» Luego, los participantes debían decidir si declaraciones como «el poeta admira al científico» eran verdaderas o falsas. Las oraciones con el pronombre relativo de objeto francés «que» son más difíciles de procesar y, por lo tanto, el rendimiento fue generalmente más pobre.

Estos experimentos muestran que después del entrenamiento motor, a los participantes les fue mejor con las oraciones que se consideraron más difíciles. Los grupos de control, que realizaron la misma tarea lingüística pero después de un entrenamiento motor solo con las manos o sin ningún entrenamiento, no mostraron tal mejora.

Los científicos comentan que actualmente están diseñando protocolos que podrían implementarse para apoyar la rehabilitación y recuperación de las habilidades del lenguaje de pacientes con facultades motoras relativamente conservadas, como los jóvenes con trastornos del desarrollo del lenguaje.

Referencias bibliográficas:

  • Brozzoli, C., Roy, A. C., Lidborg, L. H., & Lövdén, M. (2019). Language as a Tool: Motor Proficiency Using a Tool Predicts Individual Linguistic Abilities. Frontiers in Psychology, 10, 1639. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2019.01639
  • Thibault, S., Py, R., Gervasi, A. M., Salemme, R., Koun, E., Lövden, M., Boulenger, V., Roy, A. C., & Brozzoli, C. (2021). Tool use and language share syntactic processes and neural patterns in the basal ganglia. Science, 374(6569), eabe0874. https://doi.org/10.1126/science.abe0874

Fuente: Science Daily

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La estimulación cerebral podría mejorar funciones mentales en pacientes con enfermedades graves

  • 17/11/2021
  • Maria Fernanda Alonso

Es posible mejorar funciones específicas del cerebro humano relacionadas con el autocontrol y la flexibilidad mental al fusionar la inteligencia artificial con la estimulación cerebral eléctrica dirigida, según los resultados de un nuevo estudio piloto realizado en humanos por  investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Minnesota y el Hospital General de Massachusetts (Basu et al., 2021).

Qué metodología usaron

El estudio fue realizado con la participación de 12 pacientes sometidos a cirugía cerebral por epilepsia, un procedimiento que coloca cientos de pequeños electrodos en todo el cerebro para registrar su actividad e identificar dónde se originan las convulsiones.

Los investigadores (expertos en epilepsia y en estimulación cerebral clínica) identificaron una región del cerebro, la “cápsula interna”, que mejoraba la función mental de los pacientes cuando se estimulaba con pequeñas cantidades de energía eléctrica. Esa parte del cerebro es responsable del control cognitivo: el proceso de cambio de un patrón de pensamiento o comportamiento a otro, que se ve afectado en la mayoría de las enfermedades mentales.

El equipo desarrolló algoritmos para que, después de la estimulación, pudieran rastrear las capacidades de control cognitivo de los pacientes, tanto a partir de sus acciones como directamente de su actividad cerebral. El método del controlador proporcionó aumentos de estimulación cuando los pacientes estaban empeorando en una prueba de laboratorio de control cognitivo.

Explicaron que este sistema es capaz de leer la actividad cerebral, “decodificar” a partir de eso cuando un paciente tiene dificultades y aplicar una pequeña ráfaga de estimulación eléctrica al cerebro para impulsarlo a superar esa dificultad. 

Qué encontraron

Dentro de sus hallazgos más importantes se destaca que:

  • Una función mental humana específica relacionada con la enfermedad mental se puede mejorar de manera confiable utilizando estimulación eléctrica dirigida con precisión;
  • Hay subpartes específicas de la estructura interna de la cápsula cerebral que son particularmente efectivas para la mejora cognitiva; y
  • Un algoritmo de circuito cerrado utilizado como controlador fue dos veces más efectivo que estimular en momentos aleatorios.

Algunos de los pacientes tenían ansiedad significativa además de su epilepsia. Cuando se les dio la estimulación de mejora cognitiva, informaron que su ansiedad mejoró, porque fueron más capaces de desviar sus pensamientos de su angustia y concentrarse en lo que querían. Esto sugiere que este método podría usarse para tratar a pacientes con ansiedad, depresión u otros trastornos severos y resistentes a los medicamentos, señalan los autores.

El equipo de investigación se está preparando ahora para los ensayos clínicos. Debido a que el objetivo para mejorar el control cognitivo ya está aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos para la estimulación cerebral profunda, los autores creen que esta investigación se puede realizar con herramientas y dispositivos existentes (una vez aprobado formalmente un ensayo) y la traducción de esta atención a la práctica médica actual podría ser rápida.

Referencia bibliográfica: Basu, I., Yousefi, A., Crocker, B., Zelmann, R., Paulk, A. C., Peled, N., Ellard, K. K., Weisholtz, D. S., Cosgrove, G. R., Deckersbach, T., Eden, U. T., Eskandar, E. N., Dougherty, D. D., Cash, S. S., & Widge, A. S. (2021). Closed-loop enhancement and neural decoding of cognitive control in humans. Nature Biomedical Engineering. https://doi.org/10.1038/s41551-021-00804-y

Fuente: Science Daily

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Los estudios no sugieren un vínculo causal entre el tiempo que los niños pequeños pasan frente a la pantalla y los síntomas posteriores de falta de atención e hiperactividad

  • 15/11/2021
  • The Conversation
father and son relaxing on a sofa

Por Maria Corkin

La posibilidad de que el tiempo frente a una pantalla durante la primera infancia pueda causar una atención deficiente más adelante en la vida de un niño es una preocupación importante tanto para los padres como para los investigadores.

Estudios anteriores han sugerido vínculos entre el tiempo que los niños en edad preescolar pasan frente a la pantalla y las dificultades con la atención.

Pero de ninguna manera existe un consenso entre la comunidad de investigadores de que tal relación exista, y ha habido resultados contradictorios.

Dos estudios basados ​​en datos del estudio de cohorte longitudinal Growing Up in New Zealand (GUiNZ) pueden arrojar algo de luz sobre el tema, en el contexto de los medios interactivos que se ofrecen hoy en día para los niños pequeños.

El primer estudio examinó si exceder dos horas de tiempo de pantalla por día para niños de dos y casi cuatro años predijo síntomas de falta de atención e hiperactividad a los cuatro años y medio.

Usamos el cuestionario de Fortalezas y Dificultades de Goodman para medir los síntomas y no encontramos asociación entre niveles más altos de tiempo frente a la pantalla y más síntomas.

Un segundo estudio investigó la correlación entre el tiempo de pantalla y los síntomas de falta de atención o hiperactividad en niños de cuatro años y medio.

Aquí, el tiempo de pantalla y los síntomas se midieron en el mismo momento, en contraste con el enfoque longitudinal del primer estudio. Encontramos una asociación significativa entre más síntomas y niveles más altos de tiempo frente a la pantalla.

Estos dos hallazgos sugieren que no existe un vínculo causal entre el tiempo frente a una pantalla y los síntomas de falta de atención e hiperactividad. Pero en cambio, los padres de niños que muestran más de estos síntomas pueden permitir más tiempo frente a la pantalla.

Explicaciones potenciales para un tiempo de pantalla más largo

Pueden estar en juego varios factores, y uno es la preferencia del niño. La mayoría de los niños disfrutan del tiempo frente a la pantalla. Para los niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), por ejemplo, las interacciones con los compañeros suelen ser difíciles y el tiempo frente a la pantalla puede proporcionar una alternativa más agradable y menos estresante.

Los niños con problemas de atención pueden tener dificultades para concentrarse durante períodos prolongados en pasatiempos como leer un libro. El tiempo frente a la pantalla, con sus colores brillantes y acción, puede captar su atención y mantenerlos interesados.

Los niños con síntomas de falta de atención o hiperactividad suelen ser muy activos e impulsivos y los padres pueden encontrar que el tiempo frente a la pantalla puede ayudar a tranquilizar a su hijo y a mantenerlo ocupado por un tiempo. También puede ser algo que los padres y los niños disfruten haciendo juntos.

Gran parte de la investigación anterior sobre los posibles efectos del tiempo frente a la pantalla en la atención de los niños ha encontrado asociaciones entre niveles más altos de tiempo frente a la pantalla y una atención más deficiente u otros síntomas del TDAH.

Nuestros hallazgos no implican que estos hallazgos pasados ​​hayan sido incorrectos, ya que la mayor parte de esta investigación se ha centrado en la televisión. El panorama mediático con el que se involucran los niños en edad preescolar en la actualidad ha cambiado considerablemente.

Se han introducido nuevas tecnologías de pantalla y, posiblemente, ahora es posible una mayor calidad de tiempo de pantalla. Por ejemplo, un investigador sostiene que las características de los dispositivos de pantalla táctil modernos permiten que los niños interactúen con ellos de manera similar a los juguetes tradicionales, lo que les brinda algunos de los beneficios del juego tradicional al interactuar con dispositivos digitales.

Nuestros hallazgos destacan la importancia de considerar la naturaleza cambiante del tiempo que los niños pasan frente a la pantalla en investigaciones futuras sobre los posibles efectos en el desarrollo de los niños.

Ideas para llevar

Es importante recordar que nuestros resultados no descartan la posibilidad de que niveles muy altos de tiempo frente a la pantalla o ciertos tipos de tiempo frente a la pantalla puedan tener efectos inmediatos en las funciones de atención de los niños. Nuestros resultados tampoco sugieren que los niveles constantemente altos de tiempo frente a la pantalla sean inofensivos.

Sobre la base de mi investigación, recomiendo a los padres que utilicen su criterio sobre cuánto tiempo de pantalla es apropiado para su hijo y cuánto puede ser excesivo.

Los niños de nuestra muestra eran niños en edad preescolar (de 2 a 4,5 años). Las pautas del Ministerio de Salud recomiendan menos de una hora de tiempo frente a la pantalla por día para este grupo de edad. Creemos que esto es adecuado para niños de esta edad.

Sin embargo, en tiempos de COVID, cuando los padres son padres, maestros y empleados a la vez, es comprensible que a veces les permitan a sus hijos más tiempo frente a la pantalla.

Nuestros resultados pueden ser tranquilizadores para los padres porque sugieren que si los niños en edad preescolar terminan teniendo más de dos horas de tiempo frente a la pantalla por día mientras están bajo las restricciones de COVID, esto no conducirá a problemas de atención a largo plazo o TDAH.

Maria Corkin – Candidata doctoral en la Universidad de Auckland.

Artículo publicado en inglés en The Conversation y cedido para su publicación en Psyciencia

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Mostrar la brecha entre lo que alguien cree y la realidad de los hechos ayuda a combatir las creencias erróneas

  • 15/11/2021
  • Maria Fernanda Alonso

Las creencias erróneas y la desinformación tienen un potencial muy perjudicial para la sociedad y en especial para las personas más vulnerables. Sin embargo, es posible implementar herramientas que permitan evidenciar el error y coadyuven a la actualización de creencias. De hecho, una investigación reciente encontró que es más probable que las personas actualicen sus creencias después de enterarse de que existe una gran brecha entre lo que (erróneamente) pensaban que era cierto y lo que de hecho es cierto, pero es relativamente menos probable que actualicen sus creencias cuando la brecha es pequeña. En otras palabras, la posibilidad de que alguien actualice sus creencias es proporcional a la magnitud del error de predicción. Los hallazgos sugieren que el elemento sorpresa podría desempeñar un papel en la reducción de la difusión de información errónea (Vlasceanu et al., 2021).

Por qué es importante

Las estrategias de cambio de creencia adquieren gran importancia después de que se implementaron varias campañas de desinformación a gran escala en todo el mundo, con consecuencias desastrosas a largo plazo. Este equipo de investigación busca herramientas que los legisladores puedan usar para combatir la desinformación cambiando las creencias falsas en comunidades vulnerables.

Qué metodología usaron

El equipo de investigadores realizó dos experimentos, en los que participaron un total de 1777 personas. Los participantes fueron expuestos a evidencia estadística sobre temas ideológicamente neutrales (como los ataques de tiburones) y temas con carga ideológica (como el control de armas y el aborto). Se les presentó un conjunto de 36 declaraciones y luego se les pidió que indicaran el grado en que creían que cada declaración era precisa.

Posteriormente fueron asignados de manera aleatoria a una de dos condiciones: en la condición experimental, los participantes hicieron predicciones sobre la evidencia asociada con esas declaraciones y luego recibieron inmediatamente la respuesta correcta. En la condición de control, a los participantes se les presentó solo la evidencia. Finalmente, se pidió a ambos grupos que volvieran a calificar la credibilidad de las 36 declaraciones iniciales.

Qué encontraron

Las personas que tomaron parte en las tareas de predicciones eran más propensas a actualizar sus creencias, especialmente si habían cometido grandes errores, en comparación con aquellos a quienes se les presentó únicamente evidencia. Estos efectos fueron similares tanto para demócratas como para republicanos, y para temas ideológicamente neutrales y cargados de ideología.

Los autores explican que nuestras mentes constantemente hacen predicciones sobre el futuro. Por eso, usaron esta propiedad fundamental del sistema cognitivo para cambiar las creencias falsas de las personas al presentar evidencia relevante en un formato de predicción y luego feedback (respuesta correcta posterior).

Por ejemplo, para cambiar la falsa creencia de alguien de que “el sistema de justicia de EE UU es justo con las minorías raciales”, primero debes pedirle que prediga ‘¿cuántas veces es más probable que un afroamericano sea encarcelado en comparación con un blanco estadounidense por un motivo similar?’” Después de la suposición, debes darles la respuesta correcta, en este caso, un afroamericano tiene 5 veces más probabilidades de ser encarcelado en comparación con un estadounidense blanco por un crimen similar.

Si la diferencia entre la predicción de la persona y la respuesta correcta es significativa, es probable que la persona actualice su creencia original incorporando la nueva información recibida. Es más, el grado en que actualizarán su creencia es una función del tamaño de su error. En otras palabras, y siguiendo el ejemplo, alguien que predijo ‘el doble de probabilidad’ actualizará su creencia más que alguien que predijo ‘cuatro veces más probable'».

En cuanto a las limitaciones del estudio, los autores señalaron que esta intervención de cambio de creencias se probó en un entorno de laboratorio controlado. En trabajos futuros evaluarán su impacto en contextos ecológicamente más válidos.

Referencia bibliográfica: Vlasceanu, M., Morais, M. J., & Coman, A. (2021). The Effect of Prediction Error on Belief Update Across the Political Spectrum. Psychological Science, 32(6), 916-933. https://doi.org/10.1177/0956797621995208

Fuente: Psypost

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La alarma de todo está bien … ¿o no?

  • 15/11/2021
  • Gretel Martinez

La alarma de todo está bien es un invento creado por Homero Simpson que suena cada tres segundos si todo está bien, pero no se puede apagar.

¿No te pasa que a veces te preparas para algo malo que termina no sucediendo? ¿O tal vez no era tan malo como aparecía en tus pensamientos? ¿Capaz algo que parece no estar bien toma toda tu atención y te impide ver lo que sí está saliendo bien? 

Es importante entender que el miedo es una respuesta primitiva y adaptativa del organismo frente a la percepción de peligro y consiste en una serie de cambios a distintos niveles que tienen por objetivo proteger al individuo de la amenaza detectada. Para que se desencadene la respuesta de temor no es necesaria la presencia de un peligro real, sino que alcanza con la percepción subjetiva del mismo.

Esta respuesta es inmediata y automática, y se encuentra mediada por un procesamiento automático de la información, por lo que no participa en él ningún tipo de elaboración consciente (Vetere, G. y Rodríguez Biglieri, R. 2011)

Por otro lado, la ansiedad es definida por Barlow (2002) como un patrón de respuestas que implica componentes cognitivos displacenteros de tensión; aspectos fisiológicos, relacionados con un alto grado de activación del sistema nervioso autónomo, y elementos motores, que implican comportamientos poco adaptativos.

Esta expresión del miedo intenso que es la ansiedad, es adaptativa en la medida en que nos ayuda a prepararnos y afrontar exitosamente esa amenaza que percibimos. El problema es cuando ese peligro es imaginado porque resulta de pensamientos de preocupación que a veces anticipan riesgos que no terminan sucediendo o los agranda demasiado sin dejarnos ver lo que SÍ está pasando y las cosas buenas alrededor. Cuando toda esa puesta en marcha, en lugar de ayudarnos a afrontar, interfiere en nuestra vida, podemos terminar interpretando la realidad como un potencial y continuo apocalipsis que nos mantiene en un estado de alerta – innecesario – la mayoría del tiempo.

Cuando el miedo interfiere con la vida

Según Wells (1999), las personas se ven atrapadas en una perturbación emocional debido a que sus metacogniciones – lo que pienso de mis pensamientos – activan un patrón de respuesta hacia sus experiencias internas que mantiene las ideas negativas. El patrón es denominado por Wells como CAS (cognitive-attentional syndrome), que consiste en una preocupación, rumiación, fijación de la atención y estrategias autorregulatorias o conductas de afrontamiento poco útiles (Wells, 2009). 

Esto nos conduce a tener unos pensamientos tramposos – distorsiones cognitivas – que todo lo tiñen en ese momento. Los pensamientos más comunes en tal estado son:

  • Descalificación de lo positivo. Cuando se descalifican las experiencias o rasgos positivos de la persona. Ejemplo: “Aprobé el examen, pero porque era demasiado fácil.”
  • Catastrofismo. Se da lugar cuando se evalúa una situación con el peor resultado posible, tanto de lo vivido como de lo futuro. Ejemplo: “Si me va mal en esta prueba, voy a repetir”.

Si bien estos pensamientos son estrategias que tienen el objetivo de proteger del peligro, suelen ser contraproducentes ya que impiden la desconfirmación de los peligros. Nos mantienen en un círculo “vicioso”: pensar, sobrepensar y analizar lo que ya analizamos, manteniéndonos estancados o incluso enredados en ese ruido mental, sin llegar a conclusiones o acciones concretas que nos acerquen a un cambio favorable o resolutivo sobre la situación.

Es importante la forma en que manejemos nuestros pensamientos ya que si consideramos la cantidad aproximada de pensamientos que tenemos en estado de vigilia, extrapolando datos del estudio de Tseng y Poppenk, (2020) se estima que un adulto/adulto jóven tiene en promedio 6.000 al día. 

El trabajo en terapia con pensamientos incómodos

En la terapia cognitivo conductual estándar se trabajan estos pensamientos incómodos ya sea por su cantidad (overthinking) o cualidad (negativistas, catastrofistas) empleando el automonitoreo, registro y poder reconocer cuándo están de más. Mientras que en la misma línea, la reestructuración cognitiva permite cuestionar esas creencias erróneas arribando a otras alternativas más ajustadas. Desde un abordaje de Tercera Ola como ACT (terapia de aceptación y compromiso), el proceso terapéutico es a partir de la defusión y/o la atención flexible que apunta a una puesta en perspectiva, una observación desapegada de nuestros eventos privados – estas distorsiones sobre preocupación– y a favorecer un contacto más directo con la experiencia presente. Desde DBT (terapia dialéctica conductual) se pone también el acento en la conciencia plena de los pensamientos y del momento presente desde la enseñanza y práctica de mindfulness.

Si se tiene un estilo rumiador, discutir el contenido de pensamiento podría dificultar el descentramiento; desde esta perspectiva, cuestionar el contenido del pensamiento es menos importante que reconocer que los pensamientos no son más que eso. Por otra parte, el distanciamiento se vería facilitado por la utilización de recursos experienciales, como experimentos conductuales o evocación en imagen o en vivo (Korman y Garay, 2012).

Entender y aceptar que los pensamientos no son  hechos sino una expresión posible de actividad mental entre otras varias de su tipo, es el desafío y posiblemente el camino más amable para para un@ mism@.

Referencias

  • Aydın, G., & Yerin Güneri, O. (2020). Exploring the role of psychological inflexibility, rumination, perfectionism cognitions, cognitive defusion, and self-forgiveness in cognitive test anxiety. Current Psychology. doi:10.1007/s12144-020-00805-1.
  • Carro-de-Francisco, Cristina, & Sanz-Blasco, Rubén. (2015). Cognición y creencias metacognitivas en el trastorno de ansiedad generalizada a la luz de un caso clínico. Clínica y Salud, 26(3), 159-166. https://dx.doi.org/10.1016/j.clysa.2015.09.003.
  • Dōgen, & Leighton, T. D. (1996). Dōgens Pure standards for the Zen community: A translation of Eihei Shingi. Albany, NY: State Univ. of New York Press.
  • Hayes, S. C. (2004). Acceptance and Commitment Therapy and the New Behavior Therapies: Mundfulness, Acceptance, and Relationship. En S.C. Hayes, V. Follette, y M.M. Linehan (Eds.), Mindfulness and acceptance: Expanding the cognitive behavioral tradition (pp. 1-29). New York: Guilford Press.
  • Korman, Guido P.; Garay, Cristian J. El modelo de Terapia Cognitiva Basada en la Conciencia Plena (mindfulness) Revista Argentina de Clínica Psicológica, vol. XXI, núm. 1, abril, 2012, pp. 5-13 Fundación Aiglé Buenos Aires, Argentina.
  • Rodríguez Biglieri y Giselle Vetere (Comps.) Manual de terapia cognitiva conductual de los trastornos de ansiedad. Bs.As., Argentina: Polemos.
  • Tseng, J., & Poppenk, J. (2020). Brain meta-state transitions demarcate thoughts across task contexts exposing the mental noise of trait neuroticism. Nature Communications, 11(1). doi:10.1038/s41467-020-17255-9
  • Wells, A. (1999). A cognitive model of generalized anxiety disorder. Behavior Modification, 23, 526-555.    
  • Wells, A. (2009). Metacognitive Therapy for Anxiety and Depression. New York: Guilford Press.      
  • Yurita,C.L. y DiTomasso, R.A. (2004). Cognitive Distorsions. En A. Freeman, S.H. Felgoise, A.M. Nezu, C.M. Nezu, M.A. Reinecke (Eds.), Encyclopedia of Cognitive Behavior Therapy. 117-121. Springer.
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Crecer en vecindarios desfavorecidos se relaciona con alteraciones en la maduración cerebral durante adolescencia

  • 15/11/2021
  • Maria Fernanda Alonso

Crecer en un vecindario pobre puede ser una fuente de estrés para niñas y niños y, a veces, se asocia con problemas cognitivos y problemas de salud mental en los jóvenes. Un estudio reciente encontró evidencia sobre la relación entre los vecindarios desfavorecidos y las alteraciones en la estructura del cerebro durante la adolescencia. Los hallazgos indican que los vecindarios desfavorecidos están asociados con desviaciones de las trayectorias típicas del desarrollo del cerebro, pero que una mayor autorregulación amortigua los efectos de la desventaja del vecindario en el desarrollo neurológico (Rakesh et al., 2021).

Qué metodología usaron

El desarrollo del cerebro es un proceso complejo y prolongado, y puede verse influenciado por factores ambientales y psicológicos, como las desventajas del vecindario, el temperamento y el comportamiento de los padres.

Con el objetivo de examinar la relación entre los vecindarios desfavorecidos y el desarrollo neurológico estructural durante la adolescencia, los investigadores utilizaron modelos de aprendizaje automático para calcular la edad cerebral de un individuo basándose en datos de neuroimagen. 

El conjunto de datos de Cohorte de Neurodesarrollo de Filadelfia, que contenía datos de imágenes de resonancia magnética estructural (IRM) de 1.313 jóvenes, fue utilizado para establecer un modelo normativo de la edad cerebral. Luego, este modelo se aplicó a los datos del Estudio de Desarrollo Adolescente de Orygen, una investigación longitudinal en la que los adolescentes completaron tres exploraciones de resonancia magnética estructural en el transcurso de varios años. Los investigadores estaban particularmente interesados ​​en la diferencia entre la edad cerebral prevista de un participante y su edad cronológica. 

Qué encontraron

Luego de analizar los datos, encontraron evidencia de que diferentes niveles de desventaja en el vecindario estaban asociados con diferentes niveles de maduración cerebral, y que una característica temperamental conocida como control de esfuerzo moderaba esta relación.

Entonces, vivir en vecindarios desfavorecidos está asociado con cambios en la forma en que se desarrolla el cerebro desde el principio y hasta el final de la adolescencia, pero que estos cambios son diferentes en adolescentes con niveles altos o bajos de una dimensión de temperamento llamada “control de esfuerzo” (que es la capacidad de utilizar los recursos de atención para regular mejor las emociones e inhibir las respuestas conductuales inapropiadas), explicaron los autores.

Según los resultados del estudio, los niños que crecieron en vecindarios desfavorecidos tenían cerebros que parecían más viejos de lo que era típico para su edad durante la adolescencia temprana, pero esta brecha se redujo lentamente con la edad al final de la adolescencia. Es más, estas asociaciones se mantuvieron válidas incluso cuando se controló el estado socioeconómico del hogar y otras adversidades (como el abuso y la negligencia infantil), lo que sugiere que la desventaja del vecindario desempeña un papel único en el desarrollo del cerebro. 

Además, las personas de vecindarios desfavorecidos que tenían bajo control de esfuerzo demostraron un retraso en el desarrollo del cerebro al final de la adolescencia; el mismo patrón no fue evidente en sus pares con menos desventajas o en los adolescentes desfavorecidos con un alto control de esfuerzo. 

También encontraron que si bien la conducta parental positiva no amortiguó los efectos de la desventaja del vecindario en el desarrollo neurológico, sí se asoció de forma independiente con las trayectorias de desarrollo del cerebro, por lo que los adolescentes que experimentan una crianza positiva baja tuvieron un desarrollo acelerado durante la adolescencia temprana, que fue seguida por un fuerte declive, resultando en un retraso en el desarrollo del cerebro al final de la adolescencia.

Dentro de las limitaciones del estudio, los autores señalan que la cantidad de variabilidad individual que existe en las personas, que a menudo no se aborda en investigaciones como las realizadas. Es decir, hay muchas personas de barrios desfavorecidos que no muestran alteraciones cerebrales. Pero este tipo de variabilidad individual se pierde en los tipos de análisis realizados (donde se examinan los promedios de grupos de personas en lugar de mirar datos individuales). Por lo tanto, es importante tener en cuenta esta variabilidad individual y también examinar qué hace que ciertas personas sean resilientes.

Por otro lado, los investigadores no encontraron que estos cambios cerebrales estuvieran asociados con resultados de salud mental. Eso significa que las alteraciones cerebrales observadas no actuaron como mecanismos que transmitieran los efectos de los vecindarios desfavorecidos y contribuyeran a la mala salud mental de los adolescentes. Por tanto, es posible que estas alteraciones sean en realidad adaptaciones que representen mecanismos de resiliencia y/o estén asociadas a un funcionamiento positivo. Sin embargo, es difícil responder a esta pregunta sin conocer la trayectoria de desarrollo completa. Se necesita más investigación con diseños longitudinales extendidos que sigan a las personas desde la infancia hasta la edad adulta.

Referencia bibliográfica: Rakesh, D., Cropley, V., Zalesky, A., Vijayakumar, N., Allen, N. B., & Whittle, S. (2021). Neighborhood disadvantage and longitudinal brain-predicted-age trajectory during adolescence. Developmental Cognitive Neuroscience, 51, 101002. https://doi.org/10.1016/j.dcn.2021.101002

Fuente: Psypost

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Un estilo de vida activo físicamente reduce sustancialmente el riesgo de desarrollar ansiedad

  • 12/11/2021
  • Maria Fernanda Alonso

Practicar actividad física regularmente tiene un gran poder preventivo para la salud mental. Investigaciones han dado cuenta de sus beneficios respecto de la depresión y las enfermedades mentales en su conjunto. Y ahora se suma el hallazgo de un estudio reciente que encontró que la actividad física regular puede disminuir el riesgo de ser diagnosticado con un trastorno de ansiedad (Svensson et al., 2021).

Qué metodología usaron

Los investigadores siguieron a 197.685 personas que participaron en la carrera de esquí de larga distancia más grande del mundo, un evento llamado Vasaloppet. Su objetivo era estudiar la asociación entre un estilo de vida físicamente activo y el desarrollo futuro de trastornos de ansiedad en hombres y mujeres.

Investigaciones anteriores habían indicado que la mayoría de los esquiadores de Vasaloppet hacen ejercicio durante al menos 4 horas a la semana y tienden a presentar un mayor nivel de condición física que la población general. Los esquiadores se emparejaron con un grupo de control de 197.684 personas. El equipo utilizó información proveniente de las Estadísticas de Suecia y del Registro Nacional de Pacientes de Suecia, que rastrea datos socioeconómicos y recopila información sobre diagnósticos psiquiátricos y médicos, respectivamente.

Qué encontraron

El grupo con un estilo de vida más activo físicamente tenía un riesgo casi 60% menor de desarrollar trastornos de ansiedad durante un período de seguimiento de hasta 21 años. Esta asociación entre un estilo de vida físicamente activo y un menor riesgo de ansiedad se observó tanto en hombres como en mujeres.

Los resultados se mantuvieron incluso después de excluir a las personas que fueron diagnosticadas con trastornos de ansiedad dentro de los primeros 5 años después de la inclusión del estudio. Esto ayudó a descartar la causalidad inversa (que la ansiedad impide que las personas realicen actividad física, en lugar de que la actividad física prevenga la ansiedad).

Los hallazgos están en línea con el trabajo anterior de los investigadores, que encontró que los esquiadores tenían una menor incidencia de depresión en comparación con el grupo de control de no esquiadores (Svensson et al., 2019).

Otro hallazgo importante es la diferencia encontrada entre esquiadores masculinos y femeninos en la relación entre su desempeño y el riesgo de desarrollar ansiedad. Entre los hombres, el nivel de rendimiento físico no afectó el riesgo de desarrollar ansiedad. Sin embargo, entre las mujeres, el grupo de mayor rendimiento tenía casi el doble de riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad en comparación con el grupo que estaba físicamente activo en un nivel de rendimiento más bajo. Es importante destacar que el riesgo total de desarrollar ansiedad entre las mujeres de alto rendimiento era aún menor en comparación con las mujeres más inactivas físicamente en la población general.

Esto sugiere que la recomendación de realizar actividad física para reducir el riesgo de ansiedad es de gran valor tanto en hombres como en mujeres, aunque el nivel de intensidad óptimo puede diferir.

Los investigadores controlaron por edad, sexo y educación. Sin embargo, el estudio no estuvo libre de limitaciones. Los autores mencionan que no pudieron investigar los mecanismos detrás de los posibles efectos protectores del ejercicio sobre el desarrollo de la ansiedad. Además, el estudio no controla los rasgos de personalidad, la dieta y otros hábitos de estilo de vida que pueden estar relacionados con un estilo de vida activo.

Finalmente, señalan que es probable que las conductas de ejercicio y los síntomas de ansiedad se vean afectados por factores genéticos, psicológicos y de personalidad, factores de confusión que no fueron posibles de investigar en esta cohorte. Se necesitan estudios que investiguen los factores impulsores detrás de estas diferencias entre hombres y mujeres cuando se trata de conductas de ejercicio extremo y cómo afecta el desarrollo de la ansiedad.

Referencias bibliográficas: 

  • Svensson, M., Brundin, L., Erhardt, S., Hållmarker, U., James, S. y Deierborg, T. (2021). Physical Activity Is Associated With Lower Long-Term Incidence of Anxiety in a Population-Based, Large-Scale Study. Frontiers in Psychiatry. https://doi.org/10.3389/fpsyt.2021.714014
  • Svensson, M., Brundin, L., Erhardt, S., Madaj, Z., Hållmarker, U., James, S., y Deierborg, T. (2019). Long distance ski racing is associated with lower long-term incidence of depression in a population based, large-scale study. En Psychiatry Research (Vol. 281, p. 112546). https://doi.org/10.1016/j.psychres.2019.112546

Fuente: Psypost

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