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«La construcción de una carrera con sentido» con Tiare Tapia – Watson, episodio 21

  • David Aparicio
  • 06/06/2025

En este episodio, Tiare Tapia comparte su recorrido profesional, desde su decisión temprana de estudiar psicología hasta su especialización en el trabajo clínico con niños y adolescentes. Conversamos sobre su enfoque integrativo, la influencia de su formación en Chile y su paso por la docencia universitaria en Panamá. Tiare reflexiona sobre los retos de la educación actual, el valor de adaptarse profesionalmente, y cómo organiza su práctica clínica para cuidar su bienestar. También hablamos del crecimiento de la psicología en la región, la ética en la terapia online y, para cerrar, compartimos nuestras series favoritas del momento.

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  • Psicología aplicada

Primera impresión no siempre es verdad: cinco reglas respaldadas por la ciencia

  • David Aparicio
  • 04/06/2025

En cuestión de segundos, sin darnos cuenta, decidimos si alguien nos parece confiable, dominante o simplemente agradable. Durante años, la psicología ha estudiado este fenómeno con fascinación. Sin embargo, las investigaciones más recientes nos empujan a cuestionar lo que antes dábamos por hecho: que nuestras primeras impresiones dicen algo verdadero sobre el otro. A veces lo hacen. A menudo no.

Estas son cinco reglas recientes que complican, y enriquecen, nuestra comprensión del juicio instantáneo.

1. Lo que ves no es lo que hay

Alexander Todorov y su equipo en Princeton desmontaron una de las suposiciones más arraigadas: que los rostros comunican rasgos de personalidad de forma fiable. En vez de captar algo esencial del otro, lo que hacemos es proyectar nuestras propias ideas de lo que una “cara normal” debería ser. Mientras más se parece un rostro a ese patrón interno, más confiable o simpático nos parece.

Este sesgo hacia lo “típico” explica por qué muchas personas coinciden en cómo juzgan una cara, pero también por qué esas impresiones pueden estar equivocadas en masa. No estamos leyendo a la otra persona. Nos estamos leyendo a nosotros mismos. (Artículo original).

2. Alta autoestima, mejor percepción (pero no necesariamente más cariño)

Un estudio reciente liderado por Lauren Gazzard Kerr y Lauren Human, usando eventos de citas rápidas y sesiones de socialización entre extraños, mostró que las personas con mayor autoestima son juzgadas de forma más precisa. Su personalidad real coincide más con la percepción que otros tienen de ellos. Sin embargo, en los encuentros románticos, ser “acertadamente” leído cuando se tiene baja autoestima puede jugar en contra: quienes los perciben con claridad tienden a gustarles menos.

La conclusión es incómoda: si no te sientes bien contigo mismo, tal vez no conviene que te conozcan tan bien, al menos no al principio. Las primeras impresiones demasiado certeras pueden revelar más de lo que conviene. (Artículo original).

3. Las personas menos felices son un enigma

En un análisis de más de 4,700 encuentros individuales, los investigadores encontraron que las personas con mayor bienestar emocional son más fáciles de leer. No sólo sus gestos y palabras parecen más transparentes, sino que los demás aciertan más al describir su personalidad.

¿Y los que no están bien? Son más difíciles de descifrar. Algo en el malestar emocional parece oscurecer las señales que normalmente usamos para entender al otro. No se sabe aún si esto es un mecanismo de defensa, una distorsión en la comunicación, o ambas cosas. Pero lo que es claro es que las personas con bajo bienestar se vuelven menos legibles. (Artículo original).

4. Subestimamos cuánto gustamos

Otra capa de esta historia: tendemos a pensar que gustamos menos de lo que realmente gustamos. En adolescentes, esto se asoció con factores de personalidad como la extraversión, la autoestima y un bajo nivel de neuroticismo. Pero solo al principio.

Durante los encuentros, lo que más influyó en su percepción de ser o no ser apreciados ya no fueron sus rasgos de personalidad, sino la forma en que la otra persona reaccionaba ante ellos. Es decir, empezamos con una hipótesis sobre cómo nos van a percibir, pero rápidamente nos ajustamos a lo que parece estar ocurriendo en la interacción.

Una señal positiva para quienes temen no caer bien: probablemente estás siendo mejor recibido de lo que crees. (Artículo original).

5. Las videollamadas no nos quitan humanidad

En la era postpandemia, muchos sospechan que conocer a alguien por Zoom no puede compararse con un encuentro cara a cara. Pero los datos no apoyan esa idea.

Marie-Catherine Mignault y su equipo en Cornell descubrieron que las personas logran percibir la personalidad del otro casi con la misma precisión, ya sea a través de una pantalla o en persona. Incluso el grado de simpatía generado en ambos contextos fue prácticamente igual.

Eso sí, algunos detalles sí importan: según otro estudio, tener plantas o libros como fondo en la videollamada aumenta la percepción de competencia y confiabilidad. Y, tal como en la vida real, sonreír ayuda. (Artículo original).

Conclusión

Las primeras impresiones nunca han sido simples. Lo nuevo es que ahora tenemos datos que matizan nuestra intuición. Nos recuerdan que, en muchos casos, ver no es comprender, y ser comprendido tampoco garantiza ser querido.

¿La lección? Tal vez convenga dejar de confiar tanto en ese primer juicio, y abrir espacio para que el otro se revele más allá de los primeros minutos. Porque en la psicología del encuentro, como en la vida, lo esencial casi nunca se capta de un vistazo.

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  • Psicología aplicada

¿Puede ChatGPT ser mejor terapeuta que un humano?

  • David Aparicio
  • 04/06/2025

En 1966, un programa llamado ELIZA imitó a un terapeuta rogeriano con un simple guion que repetía frases del usuario. A pesar de su simplicidad, muchas personas sintieron que ELIZA las “entendía”. Medio siglo después, los sistemas de inteligencia artificial han evolucionado radicalmente. Y ahora, no solo imitan a un terapeuta: en algunos contextos, superan a profesionales humanos.

Un estudio reciente, publicado en PLOS Mental Health, se propuso responder a una pregunta cada vez más urgente: ¿puede una inteligencia artificial como ChatGPT generar respuestas terapéuticas tan efectivas —o incluso más— que las de psicólogos y psiquiatras con formación clínica?

El experimento: IA vs. humanos

Un grupo de investigadores diseñó una competencia directa. Reclutaron a 13 expertos con formación en psicología clínica, terapia de pareja, consejería y psiquiatría. A cada uno se le pidió responder a una serie de viñetas clínicas simulando sesiones de terapia de pareja. Las mismas viñetas fueron presentadas a ChatGPT 4.0, con instrucciones detalladas para maximizar los llamados “factores comunes” de la terapia: empatía, alianza terapéutica, profesionalismo, competencia cultural y eficacia técnica.

Luego, más de 800 personas —diversas en edad, género, etnicidad y orientación sexual— evaluaron las respuestas sin saber si provenían de humanos o de una IA. Se les pidió adivinar el origen de cada respuesta y calificar qué tan “terapéutica” les parecía.

Los resultados: una IA que empatiza… ¿mejor?

Los hallazgos fueron claros:

  • Los participantes no supieron distinguir con precisión quién escribió cada respuesta. Acertaron solo un poco más que al azar (56% en el caso de respuestas humanas y 51% para las de la IA).
  • ChatGPT obtuvo mejores puntuaciones que los terapeutas humanos en aspectos como empatía, conexión emocional, competencia cultural y percepción de profesionalismo. La diferencia fue estadísticamente significativa y clínicamente relevante (d = 1.63).
  • El sesgo cognitivo sigue presente: cuando los participantes creían que una respuesta había sido escrita por un humano, tendían a evaluarla mejor. Pero incluso con ese sesgo, las respuestas de ChatGPT sobresalieron.
  • La IA usó un lenguaje más rico y elaborado. Sus respuestas fueron más largas, con más sustantivos, verbos y adjetivos, y con un tono emocional más positivo. Esto sugiere que, al menos a nivel lingüístico, ChatGPT ofrece respuestas más matizadas y cálidas.

¿Qué significa todo esto?

Primero, lo evidente: una IA bien entrenada y con instrucciones éticas y clínicas claras puede producir respuestas terapéuticas de alta calidad. No es poco. En contextos donde el acceso a profesionales es limitado, esto abre posibilidades para intervenciones automatizadas, de bajo costo y amplio alcance.

Pero también hay límites. Estas respuestas se dieron en viñetas escritas, fuera del contexto de una relación terapéutica real. La IA no tiene memoria emocional, no puede leer lenguaje no verbal, ni sostener procesos a largo plazo. No hay alianza terapéutica sin relación continua. Tampoco hay contención del sufrimiento en situaciones de crisis.

Además, como advierten los autores, la percepción pública importa. Aunque la IA fue mejor evaluada en términos objetivos, cuando los participantes sabían que la respuesta era de una máquina, la calificaban más bajo. Hay un rechazo implícito —una tecnofobia— que puede limitar su aceptación clínica.

Riesgos, sesgos y el dilema ético

El estudio fue cuidadosamente diseñado para minimizar riesgos. Las respuestas fueron supervisadas, el prompt fue estructurado con base en códigos éticos (APA, AMA), y el contenido fue estrictamente terapéutico. Pero esto no siempre ocurre en el mundo real.

¿Qué pasará cuando un desarrollador con menos escrúpulos utilice IA para ofrecer “terapia” sin regulación? ¿Qué sucede si las respuestas carecen de evaluación de riesgo suicida o comprometen la confidencialidad? ¿O si una IA —entrenada con datos sesgados— reproduce microagresiones o malentendidos culturales?

Los investigadores advierten con claridad: el potencial de la IA es enorme, pero su aplicación terapéutica debe estar supervisada por clínicos éticamente responsables, con marcos teóricos claros y entrenamiento específico.

¿Un aliado, no un reemplazo?

Este estudio no sugiere que la IA deba reemplazar a los terapeutas. Pero sí plantea una posibilidad disruptiva: usar la IA como asistente clínico, como entrenador de respuestas empáticas, como herramienta para diseñar intervenciones personalizadas o incluso como plataforma para autoayuda guiada.

En contextos donde los recursos son escasos —como salud mental en zonas rurales, cárceles, sistemas públicos sobrecargados— la IA podría funcionar como una extensión del sistema de salud, siempre que se mantenga la supervisión y la evaluación ética.

Reflexión final

Lo más inquietante del estudio no es que la IA haya ganado en esta competencia. Lo inquietante es que lo haya hecho con tan poca dificultad. Con instrucciones claras, datos abiertos y acceso público, cualquier persona con algo de conocimiento clínico podría construir un “chatbot terapéutico” creíble.

Estamos en un punto de inflexión. Como advierte el artículo, no podemos seguir ignorando la presencia de la IA en el campo de la salud mental. La pregunta ya no es si va a entrar en el consultorio. La pregunta es cómo lo hará… y quién lo supervisará.

Referencia: Hatch SG, Goodman ZT, Vowels L, Hatch HD, Brown AL, Guttman S, et al. (2025) When ELIZA meets therapists: A Turing test for the heart and mind. PLOS Ment Health 2(2): e0000145. https://doi.org/10.1371/journal.pmen.0000145

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¿Quieres aprender un nuevo idioma con clases personalizadas y enfocadas en tus intereses?

  • David Aparicio
  • 03/06/2025

En Psyciencia lo hemos visto una y otra vez: el dominio del inglés puede marcar una diferencia enorme en la carrera de un profesional de la salud mental. Te permite acceder a literatura científica actualizada, tomar cursos de formación internacional, postular a becas y, si lo deseas, atender a pacientes en otros países o preparar una presentación para una conferencia.

Pero sabemos que no basta con memorizar vocabulario. Para que el aprendizaje sea real, necesitas práctica constante, contacto humano y un plan que se ajuste a tu ritmo. Por eso te recomendamos Preply, una plataforma con tutores profesionales que diseñan clases a tu medida.

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  • Análisis

Cómo establecer límites sin perder la conexión (usando DBT)

  • David Aparicio
  • 02/06/2025

Los límites no son castigos ni imposiciones. Son estructuras que nos ayudan a cuidarnos, a funcionar con claridad y a sentirnos seguros. Pero establecerlos no siempre es fácil. Muchas personas sienten culpa, miedo al rechazo o no saben cómo hacerlo de manera respetuosa.

Muchas veces, como terapeutas, le decimos a nuestros pacientes que “tienen que poner límites”, pero no les mostramos cómo hacerlo. Por eso preparé este material con habilidades de la Terapia Dialéctica Conductual (DBT), pensado para ofrecer una guía concreta que ayude a poner límites de forma firme y compasiva, sin romper vínculos que aún pueden nutrirse.

Puedes usarlo en consulta, practicar role plays con tus pacientes y prepararlos para tener conversaciones difíciles de manera más regulada y efectiva.

Ojalá te sea útil en tu trabajo clínico y también en tu vida personal.

Qué son los límites (y qué no son)

Los límites personales no se tratan de cambiar la conducta de los demás —eso no está bajo tu control—. Se trata de definir qué vas a hacer tú si alguien se comporta de cierta manera.

Por ejemplo:

“Si me hablas con gritos, me voy a retirar de la conversación y hablamos en otro momento.”

Los límites no son muros impenetrables, pero pueden volverse barreras si los usamos para evitar o castigar. Por eso, antes de establecer uno, conviene hacerte esta pregunta:

¿Puedo crecer si establezco este límite en la relación?

Y si la respuesta es no:

¿Estoy perdiendo la oportunidad de aprender algo sobre mí o sobre la otra persona?

Antes de hablar, prepárate

  1. Conversa con alguien de confianza. Un terapeuta, amigo, familiar o guía espiritual puede ayudarte a ver si también estás contribuyendo al conflicto.
  2. Regula tu estado emocional. No vayas a una conversación importante con hambre, agotamiento o rabia acumulada. Practica respiración pausada, camina, escucha música, haz algo que te conecte.
  3. Recuerda lo bueno. Haz una lista de por qué valoras esa relación. Eso te ayudará a hablar desde el cuidado y no desde la defensa.
  4. Reconoce tu esfuerzo. Estás por hacer algo difícil. Sé compasivo con vos mismo.

DEAR MAN: la habilidad DBT para pedir y poner límites

Una conversación de límites no puede depender solo del impulso. DBT enseña el formato DEAR MAN, ideal para hacer pedidos o establecer límites con claridad y firmeza.

DEAR:

  • Describe: los hechos concretos: “Las últimas veces que nos vimos, noté que usaste mucho el celular mientras hablábamos…”
  • Expresa: cómo te sientes: “…Me siento desconectado cuando eso pasa.”
  • Sé asertivo: expresa lo que necesitas: “Quisiera que dejemos los teléfonos de lado mientras conversamos.”
  • Refuerza: los beneficios para ambos: “Eso nos ayudaría a conectar más y disfrutar el tiempo juntos.”

MAN (cómo mantener la postura):

  • Sé mindful: enfócate, no te distraigas con críticas o desvíos
  • Aparenta confianza: habla con seguridad, aunque estés nervioso
  • Negocia: si es necesario, busca puntos medios sin renunciar a lo esencial

¿Y si la otra persona reacciona mal?

Poner un límite no garantiza que la otra persona lo acepte. Por eso es clave integrar otras habilidades DBT:

FAST – para cuidar tu autorrespeto

  • F (Fair): Sé justo contigo y con el otro. No te des la razón por completo, pero tampoco te desautorices.
  • A (Don´t Apologies): No te disculpes por tener necesidades o límites, a menos que realmente hayas hecho algo incorrecto.
  • S (Stick to your values): Mantenete fiel a tus valores, aunque la otra persona se moleste.
  • T (Truthful): Sé honesto. No exageres ni minimices para evitar el conflicto o manipular la situación.

Ejemplo:

“No me siento cómodo con ese tipo de bromas. Prefiero que no las hagamos más.”

STOP – para no actuar desde la impulsividad

Si la conversación se pone tensa, STOP te ayuda a frenar la reactividad y responder con conciencia:

  1. Stop: Detenete.
  2. Take a step back: Aléjate o pide una pausa.
  3. Observe: Qué está pasando (en vos y en la interacción).
  4. Proceed mindfully: Elige tu respuesta con calma, no desde el impulso.

Tips prácticos para la conversación

  • Acuerda una hora y un lugar tranquilos
  • Establece una duración aproximada (por ejemplo, una hora)
  • Toma turnos para hablar y pedí aclaraciones si algo no se entiende
  • Usa un tono conversacional, no acusatorio
  • Si te sientes sobrepasado, pedí una pausa:

“Necesito unos minutos para calmarme. ¿Podemos continuar después de una caminata o un té?”

Mantén la conexión abierta

Es posible que tu amigo o pareja reciba bien el límite, lo cuestione o lo rechace. Sea cual sea la reacción, tratá de escuchar sin abandonar tu posición. Si hay disposición, puedes decir:

“Gracias por escucharme. ¿Te parece que busquemos juntos formas de mejorar la relación?”

Incluso puedes proponer hacer algo agradable juntos más adelante. Eso reafirma que el límite no es el fin del vínculo, sino una oportunidad de cuidarlo.

Cierre

Poner límites saludables no es cortar relaciones, es intentar que sigan siendo sostenibles. DBT te da habilidades prácticas para hacerlo con claridad, regulación emocional y cuidado. Recuerda: un buen límite protege sin atacar y se sostiene sin violencia. A veces será incómodo, pero es uno de los actos más importantes de cuidado personal y relacional.

Referencia: Linehan, M. M. (2015). DBT® Skills Training Handouts and Worksheets (2nd ed.). The Guilford Press.

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  • Guías y recursos

Ali Abdaal y cómo integrar la IA sin dejar de pensar

  • David Aparicio
  • 31/05/2025

He notado una creciente resistencia hacia la inteligencia artificial dentro de nuestro gremio. Lo comprendo: es una herramienta disruptiva, y con razones legítimas para la cautela. Pero oponernos de forma categórica tampoco parece una respuesta sensata. La clave, creo, está en aprender a usarla con criterio. Por eso me pareció valioso este video de Ali Abdaal, donde explica con claridad cómo incorpora la IA en su vida. También comparte varios prompts que me han dejado con ganas de experimentar.

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  • Análisis

Pobre gruñon

  • Buenaventura del Charco Olea
  • 30/05/2025

Si has clicado en este artículo, probablemente tú o una persona de tu entorno está todo el día gruñendo (eso o te lees todo lo que escribo… pero, ¿qué haces con tu tiempo? Sal y vive, no hay mejor aprendizaje que lo que vivimos y vemos de nosotros en esas vivencias). Y eso no es nada agradable, ni para el que está al lado de esa persona arisca y hostil, y, sobre todo, para el que está todo el día de mala leche.

A nadie le gusta estar todo el día rabioso. Tengo pacientes que sufren de este problema, que no pueden controlar sus enfados o que se enfadan muy fácilmente, y fliparías de ver cómo sufren. Aunque no lo parezca, ellos también son víctimas (aunque eso no les quita su responsabilidad) de su manera de funcionar, pagan un precio altísimo, que voy a tratar de enumerar:

Por un lado, acaban siendo siempre los malos de la película (en parte, se lo ganan claro), de forma que cuando se quejan por algo, aun llevando razón, nadie los escucha o toma en consideración, sus legítimas reclamaciones quedan descalificadas porque les pierden las formas o porque como está siempre enfadado han perdido “el derecho” a decir lo que les parece mal.

Por otro lado, con frecuencia, sus enfados los llevan a sentirse muy solos. No es muy agradable estar al lado de una persona que siempre está rabiosa. Poca gente parece escucharlos o sentir empatía o compasión por su dolor. Lo cual hace que se sientan aún más heridos, y por lo tanto más furiosos. La verdad es que pocos pacientes me han transmitido tanta soledad como aquellos que tienen problemas con la gestión de la rabia…

Además, no es una soledad estándar, es una soledad culposa. Se sienten mal porque están o se sienten solos, ya que es por su culpa, por perder el control, por estar enfadados todo el rato, por no saber manejar su rabia. En su soledad, recuerdan la última vez que “la liaron” perdiendo el control, diciendo aquello tan hiriente que en el fondo no querían decir, haciendo daño a sus seres queridos, alejando a la gente de ellos o “perdiendo la razón por las formas” en algo que sabían que tenían derecho a decir o reclamar.

Muchas veces (aunque esto no es tan frecuente, o yo al menos no lo veo sistemáticamente en la consulta con mis pacientes), no sólo están enfadados con los demás, también están enfadados con ellos mismos y esa agresividad que tienen con los demás, la tienen consigo mismos.

También es muy cansado, discutir y tener explosiones de rabia es realmente agotador. Después de una buena bronca o tangana uno suele quedarse exhausto, (más si le añadimos la culpa anteriormente descrita, que una buena paliza mental a uno mismo cansa como pocas cosas), lo que hace que tengan pocas cosas de nada o se sientan con el derecho a disfrutar de algo.

Finalmente, muchas veces viven esos enfados como pérdida de ansiedad, lo que a muchas personas les genera una fuerte ansiedad, ya que la sensación de no tener el control sobre nuestras propias reacciones y saber que eres un polvorín a punto de explotar a la mínima llama, no es precisamente chilling o relajante. 

Pero, si a nadie le gusta estar todo el día enfadado y pagan un coste tan alto… Entonces, ¿por qué lo hacen?

Primero necesito explicar de forma muy breve cómo funcionan las emociones: hay una necesidad no cubierta, como defenderte ante un ataque o una injusticia, entonces se activa en ti (tú no lo controlas, simplemente pasa, aunque si puedes gestionarla) una emoción de rabia que “motiva” a una conducta (la de cabrearte) que es eficaz para cubrir esa necesidad (la de defenderte), una vez la realizas y te has defendido, no necesitas seguir estando enfadado, así que esa rabia desaparece porque ya ha cubierto su función.

Ese es el proceso de autorregulación emocional “sano”. Lo que Leeslie Greenberg, creador de un modelo de psicoterapia humanista (el tipo de psicoterapia que practico) llamado Terapia Focalizada en la Emoción (que tiene evidencia empírica demostrada) llama “emoción primaria adaptativa”. 

¿Entonces, qué diablos les pasa quienes están todo el día enfadados? Pues que están enganchadas en lo que el mismo Greenberg denomina una emoción secundaria desadaptativa. ¿En qué consiste toda esa palabrería? Pues básicamente, que, estas utilizando una emoción para evitar sentir otra emoción que te cuesta manejar o te resulta amenazante. En el caso que estamos hablando hoy de los eternos gruñones, suele ser la tristeza.

La gente que está todo el día enfadada, suele ser gente que está muy triste, (aunque a veces también es gente que se siente muy débil y vulnerable y compensa tapándolo con todo ese enfado). Se trata de personas que les da un profundo miedo su tristeza, les resulta muy amenazante, por ejemplo porque “llorar es de nenazas”, porque tienen miedo a ser débiles o porque han tenido familiares con depresiones gordas y ellos no quieren eso para sí o sus familiares. Así que tienen que “tapar” esa emoción, intentar no sentirla, y una buena dosis de rabia, es muy eficaz para eso.

Piénsalo: la rabia es lo contrario a la tristeza. La tristeza te mueve a estar de bajón, vivenciarte muy débil, a estar inactivo, intentando no sentir nada. La rabia es subidón, vivenciarte poderoso y lleno de energía.

Asi que probablemente, si estás siempre enfadado, lo que te pasa es que estás muy triste. Intenta mirar esa tristeza, escucharla y darle voz (por ejemplo puedes tratar de escribir sobre ello), y si empiezas a mirar la tristeza y a actuarla, ya no necesitas taparla con el enfado. Si conoces a una persona gruñona y quiere ayudarle, intenta conseguir hablar con ella de si está triste y por qué, no le des consejos y le regañes, simplemente haz lo que haría un perrito: escúchale y quédate a su lado.

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  • Psicología aplicada

«Publicamos un estudio falso en una revista científica»

  • David Aparicio
  • 30/05/2025

¿Qué tan fácil es colar un estudio falso en una revista científica? ¿Qué pasa cuando el dinero se pone por encima del rigor académico?

En este reportaje, el presentador se convierte en el ficticio “Doctor Carles” y publica un artículo completamente inventado y absurdo —con dos jerbos como coautores— para poner a prueba el sistema de las predatory journals, esas revistas científicas fraudulentas que, a cambio de una tarifa, publican casi cualquier cosa sin revisión real.

Pero el experimento no se queda ahí. También se expone cómo ciertas organizaciones, como ICEERS, publican estudios financiados por empresas con intereses en el mercado de sustancias psicoactivas. Se revelan conexiones entre revistas científicas, fundaciones y empresas cannábicas que se retroalimentan en un ciclo que disfraza intereses comerciales como evidencia científica legítima.

El resultado es inquietante: la evidencia puede manipularse, la ciencia puede comprarse, y muchas veces, nadie dice nada. Este video no solo es una denuncia, es un llamado de atención sobre la fragilidad del sistema científico cuando se cruza con la lógica del mercado.

Si trabajas en investigación, salud o te interesa entender cómo se construye (y distorsiona) la verdad científica, este reportaje es imprescindible.

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La moda del narcisismo

  • David Aparicio
  • 29/05/2025

Los amigos de enGrama prepararon una infografía para Instagram que aborda un tema que aparece con mucha frecuencia en la clínica: el uso indiscriminado del término “narcisista” para describir a personas con las que mis pacientes han tenido conflictos o han sufrido daño emocional.

Este fenómeno no es raro. En medio del dolor, es comprensible que las personas busquen explicaciones que les ayuden a entender lo que les ocurrió. Etiquetar al otro como “narcisista” puede ofrecer una sensación momentánea de claridad o control. Parece una forma de cerrar el capítulo: “esto pasó porque esa persona es así”.

Pero este tipo de etiquetado tiene un costo. En lugar de promover el autocuidado o el establecimiento de límites saludables, muchas veces termina anclando a la persona en una narrativa que gira alrededor del otro. Los pacientes se quedan atrapados en analizar, interpretar o justificar el comportamiento ajeno, cuando lo que más necesitan es enfocar su energía en sí mismos: en reconocer el daño, validar su experiencia, y tomar decisiones que los alejen de vínculos dañinos.

Etiquetar no es lo mismo que comprender. Y comprender no siempre es necesario para protegerse. A veces, basta con notar que una relación no es segura o saludable, sin necesidad de definir clínicamente a la otra persona.

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«No estudies esto»

  • David Aparicio
  • 28/05/2025

Muy buen video de Freddy Vega, CEO de Platzi:

Hay carreras destinadas al fracaso. 40% de las personas se arrepienten de la carrera que eligieron y la mitad terminan en empleos que no necesitan el título que obtuvieron. Sin embargo, sin importar la carrera que elijas, ser parte del top10% o mejor, el 1%, sin duda va a ser rentable. La mediocridad es costosa y en este video exploramos las trampas que hay sobre elegir la carrera que estudias.

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