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  • Psicología aplicada

Tenemos comportamientos más riesgosos relacionados al COVID-19 cuando usamos mascaras faciales

  • Maria Fernanda Alonso
  • 31/07/2020

Usar máscaras faciales de manera obligatoria en lugares públicos es una medida política generalizada en todo el mundo con el fin de contener la propagación del coronavirus. Si bien esta medida pareciera coadyuvante, surge a la par una relajación o laxitud personal en las conductas de higiene y/o distanciamiento social que en estos momentos también resultan esenciales para contener el contagio. Las autoridades deben considerar este desajuste, o alteraciones de comportamiento para conseguir la efectividad del uso obligatorio de tapabocas.

Usar máscaras = No lavarse las manos

Cuando percibimos que las cosas se vuelven más seguras, tendemos a actuar de manera más imprudente; esto es conocido como “efecto Peltzman.”

¿Cómo funciona este mecanismo? Existe una medida de seguridad (por ejemplo, el cinturón de seguridad cuando conducimos un auto) que le permite al receptor correr más riesgos (conducir más rápido de lo permitido). Al final, el comportamiento se vuelve menos responsable. De esta forma, una medida de seguridad puede hacer que la actividad sea más peligrosa (Peltzman, 1975).

En el contexto de la pandemia por coronavirus, ir a espacios públicos es una actividad que conlleva el riesgo de infectarse. El uso de máscara facial es una medida de seguridad destinada a disminuir la probabilidad de infección, pero al sentirnos más seguros utlizándola, nos relajamos respecto de las otras medidas de prevención como la higiene cuidadosa de las manos o el distanciamiento social. Como resultado, el riesgo de infección podría aumentar.

¿Qué se puede hacer para abordar este asunto? Establecer que las máscaras faciales sean obligatorias debe ir acompañado de políticas que mantengan, o aumenten, otras formas de prevención. Educar a las personas explicando que una máscara facial por sí sola no previene el contagio de COVID-19 si se olvidan de prácticas como el distanciamiento social y el lavado de manos, resulta primordial. Entonces, además del uso obligatorio de cubrebocas, podría sumarse la obligación de portar un desinfectante de manos personal. A su vez, podrían diseñarse campañas de salud pública que transformen el uso de mascarillas faciales en un recordatorio visual de la importancia del lavado de manos frecuente.

Usar tapabocas = no quedarse en casa

Las medidas de seguridad fomentan la participación de aquellos que, sin estas medidas, considerarían la actividad como demasiado riesgosa para ellos (Grabiszewski & Horenstein, s. f.).

¿Cómo? Retomando el ejemplo de la conducción de un vehículo, la mayoría de las personas no se atrevería a “correr picadas” (carreras espontáneas u organizadas entre vehículos dentro de la ciudad, en muchos lugares tipificadas como delitos penales por su alta peligrosidad), porque es una actividad demasiado arriesgada; pero podrían cambiar de opinión si están acompañadas de un piloto profesional de fórmula uno, lo que haría que la carrera sea menos peligrosa. La medida de seguridad se convierte en una invitación a participar.

Respecto de la pandemia de COVID-19, el uso de las máscaras faciales conlleva una sensación engañosa de seguridad. Así, las personas que deberían quedarse en casa (especialmente los mayores de 60 años y las personas con enfermedades subyacentes) salen y se van. En comparación con la seguridad del hogar, estarían expuestos a un mayor riesgo de infección.

¿Qué posible solución hay en este caso? La educación en salud pública es fundamental, y es especialmente necesario educar a las personas que se encuentran dentro de los grupos de mayor riesgo. Las mascarillas son un medio de protección imperfecto contra el COVID-19. Estos elementos varían mucho en su eficiencia de filtración. Salir de casa con una máscara facial no significa que la probabilidad de infección se haya reducido a cero. 

Referencias bibliográficas:

Grabiszewski, K., & Horenstein, A. R. (s. f.). Product-Consumer Substitution and Safety Regulation. En SSRN Electronic Journal. https://doi.org/10.2139/ssrn.2942530

Peltzman, S. (1975). The Effects of Automobile Safety Regulation. En Journal of Political Economy (Vol. 83, Número 4, pp. 677-725). https://doi.org/10.1086/260352

Fuente: The Conversation

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  • Psicología aplicada

Terapia de exposición para TEPT no incrementa riesgo de recaídas por consumo de drogas

  • Maria Fernanda Alonso
  • 31/07/2020

Alrededor de una cuarta parte de las personas con trastornos por consumo de sustancias también sufren de trastorno de estrés postraumático (TEPT). Su tratamiento es necesario en cuanto influirá directamente en la calidad de vida de la persona, tanto física como mental. Si bien la terapia de exposición es el tratamiento estándar para TEPT, existe gran temor sobre lo que pueda pasar con las personas con trastorno por consumo de sustancias al tratar su TEPT.

Por qué es importante: una de las preocupaciones fundamentales gira en torno a la posibilidad de que tengan una recaída si se ven expuestos a traumas pasados. Esto ha llevado a una restricción en el acceso a terapias para tratar TEPT. De acuerdo a los hallazgos de una nueva investigación, no habría justificación para tal medida, sin embargo, no ofrecer tratamientos adecuados perjudicaría a los pacientes.

Metodología: investigadores condujeron un primer estudio donde buscaron un método para lograr que pacientes a menudo reacios en tratamiento de adicciones participen en sesiones de terapia para tratar TEPT. Encontraron que los pacientes con dependencia de opioides asistieron en promedio a nueve sesiones de terapia de exposición para tratar el TEPT cuando se les dio dinero como incentivo, en comparación con solo una sesión sin el incentivo (Schacht et al., 2017).

Sobre la base de este trabajo, para el nuevo estudio (Peirce et al., 2020), el equipo examinó las comparaciones semanales de los antojos por opioides u otras drogas antes y después de las sesiones de terapia, los días de consumo de drogas autoinformados y otros problemas. Encontraron que no hubo un aumento en el uso de opioides u otras drogas en casos reportados de estrés después de las sesiones de terapia para tratar el TEPT. En la novena sesión de terapia, los puntajes de severidad del TEPT disminuyeron, en promedio, en un 54% en comparación con la primera sesión.

Resultados: el equipo de investigación encontró que la terapia cognitivo conductual que expone a las personas a los recuerdos de su trauma no causa recaídas en el uso de opioides u otras drogas, y que la gravedad del TEPT y los problemas emocionales disminuyen después de la primera sesión de terapia.

Referencia bibliográfica:

Peirce, J. M., Schacht, R. L., & Brooner, R. K. (2020). The Effects of Prolonged Exposure on Substance Use in Patients with Posttraumatic Stress Disorder and Substance Use Disorders. En Journal of Traumatic Stress. https://doi.org/10.1002/jts.22546

Schacht, R. L., Brooner, R. K., King, V. L., Kidorf, M. S., & Peirce, J. M. (2017). Incentivizing attendance to prolonged exposure for PTSD with opioid use disorder patients: A randomized controlled trial. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 85(7), 689-701. https://doi.org/10.1037/ccp0000208

Fuente: Science Daily

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  • Psicología aplicada

Una sonrisa puede determinar cómo somos percibidos, pero dependiendo de nuestra personalidad

  • Maria Fernanda Alonso
  • 31/07/2020

Cuando vemos a una persona por primera vez, y en cuestión de segundos, somos capaces de juzgar si la consideramos confiable o no (más allá de que ese juicio cambie o se mantenga tras interactuar con la persona). Una sonrisa tiene el poder de determinar cuán confiable percibimos al otro, pero no siempre actúa de manera favorecedora como podríamos pensar. Según un nuevo estudio, esta expresión y los rasgos de personalidad podrían determinar el grado de confiabilidad con que nos perciben los otros. 

Por qué es importante: la forma en que un sujeto es percibido por los demás influirá en muchos aspectos de sus relaciones interpersonales, desde oportunidades laborales, la construcción de nuevos vínculos afectivos o románticos, hasta la atención en servicios de salud que pueda recibir.

Metodología: El estudio examinó cómo los rasgos de personalidad y las expresiones faciales interactúan para influir en las percepciones de confiabilidad. Para ello, se pidió a 262 participantes que jugaran un juego de inversión económica con otra persona, pero en realidad, la otra persona fue un invento de los investigadores.

Los participantes leyeron una breve descripción de la persona. Las descripciones hablaban de alguien: a) con características consistentes con el trastorno límite de la personalidad, b) con rasgos del trastorno de personalidad antisocial o, c) sin patología de la personalidad. Estas descripciones se combinaron con un breve video que las mostró con una expresión neutral o con una sonrisa.

En el juego de inversión, cada participante recibió $ 0.50 y era libre de decidir cuánto de ese dinero le daría a la otra persona. Se informó les informó que cualquier cantidad dada a la otra persona se triplicaría. Por su lado, la otra persona compartiría algo de lo que recibió o se quedaría con todo. El dinero transferido por el participante a la otra persona sirvió como indicador de confianza.

Resultados: Los investigadores encontraron que tanto las sonrisas como los rasgos de personalidad influían en la confianza (Reed et al., 2020).Si la otra persona era descrita con rasgos compatibles a un trastorno límite de la personalidad o al trastorno de personalidad antisocial, los participantes tendían a transferir menos dinero en comparación a lo que sucedía cuando se describía a la otra persona como alguien sin patologías de la personalidad. Además, las sonrisas aumentaron la cantidad de dinero transferido a los sujetos cuya descripción era compatible con la patología de personalidad límite o sin patología de personalidad, pero disminuyeron la cantidad transferida para aquellos descritos con patología de personalidad antisocial.

Seguimiento: El equipo de investigación repitió el experimento con otros 283 participantes, en el que incluyeron descripciones ligeramente alteradas de la personalidad de la otra persona. Los resultados se vieron replicados en general, pero con la particularidad de que las sonrisas tuvieron el poder de aumentar la cantidad de dinero transferido a los que fueron descritos con rasgos de personalidad antisocial. 

Según el autor, esto sugiere que la influencia de la sonrisa en la percepción de la confianza dependerá de qué rasgos antisociales estén presentes: en el primer experimento, la persona antisocial fue descrita como desobediente, mentirosa habitual y de discusiones violentas. Pero en el segundo experimento se la describió como implacable, impulsiva e imprudente.

Limitaciones: las sonrisas del estudio fueron “posadas,” es decir que no eran sonrisas espontáneas si bien presentaron la misma configuración muscular y la misma duración que una sonrisa sincera y auténtica. La expresión utilizada fue aquella que curva los extremos de los labios hacia arriba y eleva las mejillas. Ante la existencia de diversas posibilidades de expresar una sonrisa es necesario realizar estudios futuros.

Referencia bibliográfica: Reed, L. I., Meyer, A. K., Okun, S. J., Best, C. K., & Hooley, J. M. (2020). In smiles we trust? Smiling in the context of antisocial and borderline personality pathology. PloS One, 15(6), e0234574. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0234574

Fuente: Psypost

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  • Psicología aplicada

Los vegetarianos tienden a ser menos extravertidos

  • Alejandra Alonso
  • 30/07/2020

Una investigación alemana quiso conocer qué impacto tenían las dietas donde los productos de origen animal son restringidos, en la salud emocional. Más específicamente, su objetivo fue evaluar si una dieta vegana o vegetariana se relacionaba con menor peso, más síntomas depresivos y si las diferencias en rasgos de personalidad jugarían algún rol.

Porqué es importante: Los estudios sobre dietas veganas y vegetarianas han reportado tanto beneficios como riesgos para la salud. Algunos datos encuentran menores tasas de mortalidad (aunque otros estudios no han encontrado diferencias en este punto), menor prevalencia de enfermedades del corazón, pérdida de peso y disminución de síntomas de diabetes tipo 2. Sin embargo, algunos estudios epidemiológicos sugieren que podría haber una tendencia a problemas del estado de ánimo en la población con esta dieta, aunque también hay datos que sugieren lo contrario. Estudios previos no siempre han tenido en cuenta la compleja relación que podría haber entre la dieta, el peso y los síntomas depresivos.

Metodología: Los científicos contaron con la participación de 8943 adultos, aunque de ellos solo se evaluaron los rasgos de personalidad de 7906 personas. Se recolectaron datos desde agosto del 2011 hasta noviembre del 2014.

Se evaluaron el Índice de Masa Corporal (IMC), los rasgos de personalidad (con la versión alemana del NEOFFI-30), síntomas depresivos (utilizando la escala para depresión del Centro de Estudios Epidemiológicos) y una escala para conocer la restricción en la dieta durante los últimos 12 meses.

Conclusiones: El menor consumo de productos de origen animal se asoció significativamente con un IMC más bajo, incluso al ajustar por edad, sexo y educación. No se encontraron asociaciones significativas entre la frecuencia en el consumo de productos de origen animal y síntomas depresivos. La frecuencia en el consumo de productos de origen animal se asoció con rasgos de personalidad, particularmente menor extraversión. No fue la dieta, sino los rasgos de personalidad los que se asociaron a los síntomas de depresión.

Entre las limitaciones se nombran:

  1. Diseño transversal, del que no pueden sacarse explicaciones causales.
  2. Los registros de comida eran autoreportados y no se preguntaba sobre la cantidad de comida ingerida.
  3. Se verificaron estados de ánimo deprimidos y síntomas depresivos pero no hubo diagnósticos de depresión.
  4.  No se contó con estadísticas étnicas.
  5. El nivel socioeconómico se determinó por el nivel de educación, no por los ingresos ni el estatus ocupacional. Además pareció haber una menor representación de personas con un estatus socioeconómico bajo y estilos de vida poco saludables.

Referencia del artículo original: Medawar, E.; Enzenbach, C.; Roehr, S.; Villringer, A.; Riedel-Heller, S.G.; Witte, A.V. Less Animal-Based Food, Better Weight Status: Associations of the Restriction of Animal-Based Product Intake with Body-Mass-Index, Depressive Symptoms and Personality in the General Population. Nutrients 2020, 12, 1492.

Fuente: PsychCentral

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  • Psicología aplicada

Recuérdenme cuando no esté: tener presente la propia mortalidad nos hace más propensos a donar

  • Maria Fernanda Alonso
  • 30/07/2020

¿Qué representa para una persona la conciencia de su propia mortalidad? La amenaza del COVID-19 nos ha hecho recordar lo frágil que puede ser la vida, y pensar qué pasa después de que morimos puede despertar muchas inquietudes. Al recordar la propia mortalidad, muchas personas pueden expresar un deseo de transmitir posesiones importantes a otros, porque les da un tipo de inmortalidad que los investigadores llaman «trascendencia» (Dunn et al., 2020). Simbólicamente representaría la idea de “vivir más tiempo” o seguir viviendo a través de otra cosa, una posesión que de alguna manera está vinculada a la identidad del causante. 

¿Qué metodología usaron en el estudio? Los investigadores pidieron a 512 personas que llegaran al laboratorio con un libro que podrían considerar  para regalar. A un grupo se le asignó una tarea que los hizo contemplar sus muertes, mientras que el otro grupo reflexionó cómo era su día típico.

Más tarde, se les preguntó a los participantes si querían donar su libro a obras de caridad; a algunos también se les ofreció la oportunidad de escribir una inscripción en el libro y firmarla, haciendo que la oferta sea más personal. No hubo investigadores presentes cuando los participantes tomaron la decisión, para asegurarse de que no hubiera presión para donar. 

¿Qué encontraron? Lo que descubrieron fue que aquellos que habían contemplado su muerte tenían 30% más probabilidades de dar el libro, especialmente cuando lo habían conectado con ellos mismos, con su identidad.

Sin embargo, el efecto desaparecía si el elemento se podía romper o reemplazar, porque esto quebraba la idea de representar a la persona como una entidad completa, que trasciende simbólicamente después de la muerte.

Por otro lado, si las personas ya habían satisfecho el deseo de trascendencia por otros medios, aquel efecto encontrado por los investigadores tampoco se producía.

Aplicaciones de estos hallazgos: entender la importancia de la trascendencia puede servir para que una organización de caridad o beneficencia de a sus donantes cualquier cosa que pueda ayudarlos a conectarse con algo más duradero, como placas o murales que se exhiban de forma permanente.

Por otra parte, la trascendencia también puede ser utilizada por las empresas al mercadear productos con alto valor emocional o como reliquias familiares preciosas e irremplazables.

Referencia bibliográfica:

Dunn, L., White, K., & Dahl, D. W. (2020). A Little Piece of Me: When Mortality Reminders Lead to Giving to Others. En Journal of Consumer Research. https://doi.org/10.1093/jcr/ucaa020

Fuente: Science Daily

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  • Psicología aplicada

¿Por qué es importante enseñar estrategias funcionales de regulación emocional a los adolescentes?

  • Maria Fernanda Alonso
  • 29/07/2020

Adaptación, autoconocimiento, incertidumbre, deseo de ser aceptado por los pares, son rasgos bastante característicos de la adolescencia, al igual que la ira. Según una investigación reciente, la regulación emocional deficiente podría explicar por qué los adolescentes propensos a la ira tienen más probabilidades de experimentar soledad (Karababa, 2020). Pero no todos los adolescentes que sienten enojo/ira experimentan también soledad.

Ali Karababa, autor del estudio, explica «que podría haber mecanismos subyacentes a la relación entre la ira y la soledad, una de las cuales parece ser las estrategias de regulación de las emociones. En otras palabras, la forma en que las personas manejan sus emociones puede ayudar a comprender cómo la ira influye en la soledad.”

Para esta investigación, 475 adolescentes de entre 10 y 14 años de edad completaron cuestionarios que midieron la soledad y la tendencia a la ira.

También completaron la escala de regulación de las emociones, que clasificó cómo responden a las emociones en cuatro dimensiones:

  • Funcional interno: refiere a la autorreflexión (“reviso (vuelvo a pensar) mis pensamientos o creencias»).
  • Disfuncional interno: implica internalizar las emociones (“mantengo el sentimiento encerrado dentro»). 
  • Externa-funcional: incluye la búsqueda de apoyo social (“hablo con alguien acerca de cómo me siento»).
  • Externa-disfuncional: se refiere a arremeter (“descargo mis sentimientos verbalmente con los demás»).

Los resultados mostraron que la ira y la soledad estaban correlacionadas. Además, a medida que aumentaba la soledad, los adolescentes tenían más probabilidades de informar que usaban estrategias de regulación emocional disfuncionales y menos probabilidades de usar estrategias funcionales de regulación emocional.

Finalmente, el análisis de mediación mostró que la regulación de las emociones moderaba la relación entre la soledad y la ira. En otras palabras: los adolescentes con mayor ira combinada con baja regulación funcional (externa e interna) y alta regulación disfuncional (externa e interna) tenían más probabilidades de reportar mayor soledad. Utilizar estrategias de regulación emocional ineficaces puede conducir a dificultades para encontrar y mantener relaciones con los compañeros, lo que lleva a mayor soledad. Atacar cuando estás enojado puede alejar a tus compañeros, mientras que contener los sentimientos puede conducir a una ira persistente que luego afecta negativamente las relaciones.

Este estudio se basó exclusivamente en datos de autoinforme, lo que podría haber llevado a algunos adolescentes a ofrecer respuestas socialmente deseables. El autor sugiere que los estudios futuros utilicen informes adicionales para aumentar la validez. Aún así, Karababa toma los hallazgos como evidencia de que los «programas de prevención basados ​​en la regulación de las emociones» deben implementarse en las escuelas para enseñar a los niños y adolescentes habilidades positivas para lidiar con las emociones.

Referencia bibliográfica:

Karababa, A. (2020). The relationship between trait anger and loneliness among early adolescents: The moderating role of emotion regulation. En Personality and Individual Differences_(Vol. 159, p. 109856). https://doi.org/10.1016/j.paid.2020.109856

Fuente: Psypost

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  • Psicología aplicada

Cómo prevenir que el estrés se convierta en un problema en los niños

  • Alejandra Alonso
  • 29/07/2020

A esta altura hemos escuchado ya muchas veces a madres y padres que notan a sus hijos e hijas estresados por la pandemia y el confinamiento. Y pueden haber diversas razones: ausencia de rutina, desempleo parental, momentos económicos difíciles, enfermedades serias o muerte de alguien significativo.

Una de las cosas que es importante que los papás y las mamás sepan es que esta reacción es normal ante situaciones que nos dan miedo. El cuerpo responde liberando hormonas del estrés, las cuales a su vez activan la conocida respuesta de lucha o huida.

La pandemia del COVID-19 parece una tormenta perfecta para que el estrés vinculado a ella impacte negativamente en la conducta y salud mental y física de niñas y niños.

Sin embargo, a pesar de la incertidumbre, hay cosas que podemos hacer para ayudar a los niños y niñas a atravesar los momentos de estrés e incluso verlos como oportunidades de crecimiento.

Obsérvalos de cerca

La psicóloga Corinne Edwars resalta que cuando vemos a una niña o niño comportarse de forma inapropiada, debemos considerar que podría estar fuera de su ventana de tolerancia al estrés.

Tal vez una niña haya superado la etapa de berrinches o de mojar la cama hace años y sin embargo, volver a hacerlo ahora. Esto podría indicar una lucha interna. Debemos prestar atención a comportamientos que son inusuales y consultar a un profesional de la salud mental (recordemos que muchos están haciendo teleterapia).

Entiende los efectos de la adversidad en los chicos y chicas

Aquellos niños que ya habían experimentado adversidades antes de la pandemia (negligencia, abuso, etc.) están en mayor riesgo de enfrentar conflictos durante y después de la pandemia.

La Dra. Burke Harris resalta que “los mismos estresores no elicitarán igual respuesta en todos”. Los chicos que no estaban en riesgo antes del covid-19 podrían enfrentar nuevos problemas debido a la desaparición de redes de apoyo y aquellos que utilizaron redes de apoyo en el pasado podrían sentirse abrumados al no contar con ellas ahora.

Debemos prestar mucha atención a esos niños y niñas en mayor riesgo, para prevenir y ofrecer recursos.

Evita asumir

Es necesario reconocer que las circunstancias actuales podrían ser vistas como un regalo para muchas chicas y chicos.

Es tentador asumir que extrañan a sus amigas y amigos o la escuela, pero tal vez ellas/os aprecian pasar más tiempo en casa con mamá y papá. Incluso algunos que lidiaban con bullying o desafíos sociales en la escuela podrían sentirse aliviados de no ver a otros niños y niñas.

Identifica formas de apoyar que se adapten a tu familia particular

Es importante considerar qué pueden hacer las chicas y chicos y que podemos ofrecerles al enfrentar estrés.

Presta especial atención a cosas básicas de cuidado como lo son las relaciones positivas, el sueño, la nutrición y el ejercicio. Aunque son cosas sencillas, pueden ayudar a mantener el estrés bajo control.

Una buena forma de evitar los efectos dañinos del estrés en los niños es hablar con ellos sobre la pandemia, con el objetivo de que entiendan que hay cosas que pueden hacer para ayudar a otros (como quedarse en casa), lo que suele hacerles sentir muy bien.

No subestimes la importancia de mantener el contacto con familiares y amigos mediante videoconferencias, llamadas, chats e incluso cartas.

Finalmente, crea y mantén una rutina que le de estructura al día, con momentos de juego, higiene y actividad física.

Algunos niños mostrarán más dificultades que otros en esta pandemia y es probable que necesitan mas apoyo.

Lo mejor que pueden hacer las mamás y los papás es mostrar apoyo interactuando con ellos, conectándose como familia, enseñándoles a procesar esas emociones fuertes y recordándoles que no están solos.

Fuente: The New York Times

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  • Psicología aplicada

Ateísmo y supresión de las emociones

  • Maria Fernanda Alonso
  • 29/07/2020

Creer o no en un ser supremo, en una deidad (o varias), forma parte de la cosmovisión personal. No está demás señalar la importancia del respeto que merece la concepción individual sobre este tópico, máxime cuando puede no coincidir con la propia.

Algo irónico resulta entender que tanto la creencia como la incredulidad en sí mismas están determinadas, en parte, por lo que hacemos con nuestras emociones, sostiene el profesor Christopher T. Burris, autor de una nueva investigación que encontró que el ateísmo está asociado con la restricción habitual de las manifestaciones emocionales (Burris, 2020).

“Esta línea de investigación comenzó con un descubrimiento casual mientras examinaba datos demográficos hace más de una década. Se convirtió en un documento de 2011 que mostró que los ateos informaron emociones positivas y negativas menos intensas en relación con los creyentes religiosos (Burris & Petrican, 2011).”

En la nueva investigación, el equipo de Burris procuró averiguar por qué sucedía esto y qué implicaciones puede tener.

Para eso, encuestaron a 1059 estudiantes universitarios de psicología respecto a sus creencias religiosas. Los participantes completaron una evaluación de sus tendencias de regulación emocional. Cerca de la mitad de los participantes se identificaron como cristianos, mientras que el 30% se identificó como agnósticos o no religiosos; 15% se identificaron como ateos. El resto se identificó como musulmán, hindú, budista, judío u otro.

Los que se autoidentificaron como ateos tenían más probabilidades de informar que reprimían emociones, comparados con las personas religiosas y agnósticas/no religiosas. Los ateos tendían a estar más de acuerdo con afirmaciones como «cuando siento emociones positivas, tengo cuidado de no expresarlas.»

Sin embargo, no hubo diferencia entre estas personas y otros participantes en lo que respecta al uso de la reevaluación cognitiva como estrategia de regulación de las emociones («Controlo mis emociones cambiando la forma en que pienso sobre la situación en la que me encuentro»).

Para comprender mejor por qué el ateísmo está relacionado con la supresión emocional, Burris realizó un experimento con 247 estudiantes universitarios, en el que halló que los participantes que fueron instruidos para ocultar sus emociones tenían menos confianza en la vida después de la muerte en comparación con los instruidos para sentirse libres de expresar sus emociones. Pero esto solo era cierto entre aquellos que preferían usar la supresión sobre la reevaluación como una estrategia de regulación de las emociones.

En un segundo experimento, se grabó a 8 estudiantes universitarios ateos y 8 estudiantes universitarios religiosos mientras describían una experiencia reciente que los hizo sentir frustrados o molestos y una experiencia reciente que los hizo sentir felices o alegres. Luego, una muestra de 100 estudiantes universitarios vieron los videos con el sonido apagado y calificaron la expresividad emocional, la confiabilidad y la simpatía de cada orador. Los participantes que vieron los videos desconocían la afiliación de cada orador.

Burris descubrió que los ateos eran vistos como menos expresivos emocionalmente en promedio en comparación con los individuos religiosos, especialmente cuando se trataba de manifestaciones de emoción positiva.

Según investigaciones anteriores, la experiencia espiritual ha sido relacionada con las emociones positivas, y su manifestación (es decir que no habría lugar para la restricción de su expresión). En ausencia de una experiencia espiritual alimentada por una emoción positiva, una cosmovisión atea puede parecer más convincente. “En otras palabras, parece que la supresión expresiva impulsa el ateísmo, en lugar de viceversa,” señala el autor.

“En situaciones cotidianas, las personas que son difíciles de leer pueden considerarse poco confiables porque son básicamente impredecibles. Este es un problema porque los ateos como grupo ya son blanco de prejuicios porque se considera que no son confiables. La mayor dependencia de los ateos en la supresión expresiva puede reducir sus posibilidades de romper ese prejuicio a través de interacciones positivas uno a uno con los no ateos,” explicó Burris.

Finalmente, el autor advierte que esta investigación no se basó en una muestra aleatoria del mundo, y las diferencias grupales documentadas no toman necesariamente la experiencia de ningún individuo.

“Un tema más importante es que las personas de la gran muestra fueron encuestadas en un solo punto en el tiempo, principalmente en la adultez emergente. Sin embargo, ni las cosmovisiones ni las estrategias de regulación de las emociones pueden mantenerse estables a lo largo del tiempo. Por lo tanto, un estudio de seguimiento natural implicaría el seguimiento de los cambios en ambos para ver si los cambios en la supresión expresiva predicen fluctuaciones en la ocurrencia de experiencias que las personas etiquetan como «espirituales», así como los cambios correspondientes en sus visiones del mundo,” señaló finalmente.

Referencia bibliográfica:

Burris, C. T. (2020). Poker-faced and godless: Expressive suppression and atheism. En Psychology of Religion and Spirituality. https://doi.org/10.1037/rel0000361

Burris, C. T., & Petrican, R. (2011). Hearts Strangely Warmed (and Cooled): Emotional Experience in Religious and Atheistic Individuals. En International Journal for the Psychology of Religion (Vol. 21, Número 3, pp. 183-197). https://doi.org/10.1080/10508619.2011.581575

Fuente: Psypost

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  • Psicología clínica

Las tres ‘p’ de la psicoterapia

  • Fabián Maero
  • 29/07/2020

En su libro Cocinar: Una historia natural de la transformación, Michael Pollan refiere cómo aprendió lo que él llama «cocinar con agua»: guisos, braseados, estofados, etcétera; se trata de aquellas cocciones en las cuales el calor se transmite al alimento por intermedio de algún líquido (a diferencia de lo que sucede cuando la comida es asada). En todos los casos, son cocciones que llevan tiempo, y mucho. Tiempo de preparación, tiempo de cocción: no se puede hacer un estofado en media hora.

Estaba yo leyendo a Pollan que cuenta que quien le enseñó lo fundamental de esa forma de cocinar fue Samin, una mujer de ascendencia iraní, que enfatizó así la necesidad de no apurar el proceso: «En un momento me dijo: «La buena cocina consiste en las tres ‘p’: paciencia, presencia, y práctica«»

Las 3 ‘p’ parecen una buena forma de resumir los requisitos para tantas cosas, pero me pareció algo particularmente relevante para la psicoterapia. Al igual que la cocina, tanto el aprendizaje como la práctica en sí de la psicoterapia requieren paciencia, presencia, y práctica. Hablo desde ACT, por supuesto, pero sospecho que es ampliamente aplicable a otros modelos.

La psicoterapia requiere paciencia. No es un proceso que se pueda apurar sin perjuicio, sino más bien un proceso que requiere paciencia para la lentitud que entraña. Paciencia en seguir el ritmo de la persona con la que trabajamos (que suele ser más lento de lo que nos gustaría), paciencia en desarrollar una metáfora, un ejercicio, en explorar un tema sensible. Por eso algo que van a encontrar una y otra vez en supervisiones, libros y entrenamientos es esto: desacelerar. Desacelerar cuando empieza a aparecer evitación o fusión, desacelerar cuando se tocan valores, desacelerar cuando aparece dolor. Los resultados más rápidos requieren lentitud y paciencia. Por supuesto, lentitud no significa demora ni retraso, sino hacer las cosas al ritmo que requieren.

La psicoterapia también requiere presencia. Por un lado, esto abarca cuestiones básicas como no leer el diario en sesión. Pero por otro lado, es la presencia en lo que está sucediendo, la atención a los gestos, movimientos, palabras que están ocurriendo en la sesión. Y la presencia, siendo como somos, no es tanto acerca de quedarse o concentrarse, sino más bien de volver deliberadamente cada vez que nos desconectamos de lo que está sucediendo. La terapia es un aprendizaje, y no se puede aprender algo mientras la atención está en otro lugar. Por eso a veces puede ser útil empezar una sesión respirando, para hacer una pausa, un corte que nos permita -a terapeuta y paciente- estar presentes en la sesión.

Y también requiere práctica. Todo aprendizaje requiere práctica, y esto involucra que inicialmente las cosas pueden no salir como nos gustaría. Todos los procesos que tratamos de fomentar llevan práctica: hacerle lugar a una emoción, desenredarse de un pensamiento, volver al presente, cambiar de perspectiva, contactar con valores, guiarse por valores, son habilidades con matices, y los matices requieren repetición para adquirirse. La práctica, unida a la flexibilidad suficiente para intentar diferentes ángulos para el proceso, una y otra vez. También esto aplica tanto a terapeutas como a pacientes.

Paciencia, presencia, y práctica son cualidades necesarias para la cocina, para la psicoterapia, y para casi toda habilidad que se pueda perfeccionar. Aprender a tocar un instrumento, a componer, a bailar, a escribir, a pintar requieren paciencia, presencia, y práctica.

Las tres cualidades están relacionadas, por cierto, porque son diferentes aspectos de una misma cosa. La paciencia requiere estar presente con el ritmo de los procesos y practicar la sujeción a esos ritmos. La presencia requiere ser pacientes con nuestra propia tendencia a la distracción, y también mejora con la práctica. Y para que la práctica sea provechosa, es necesario tener la suficiencia presencia para notar los errores y lo que puede mejorar, y la suficiente paciencia para volver a intentarlo.

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Artículo publicado en Grupo ACT Argentina y cedido para su republicación en Psyciencia.

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  • Psicología aplicada

Sesgo de disponibilidad: decir lo primero que nos viene a la mente

  • David Aparicio
  • 28/07/2020

Valeria Sabater para La Mente es Maravillosa, un buen artículo sobre los atajos mentales:

El sesgo de disponibilidad explica, en buena medida, por qué la publicidad funciona. Cuando tenemos que comprar un producto, por término medio, nos viene a la mente la marca que hemos visto en la televisión o en las redes sociales -de hecho, hay marcas tan populares que se han hecho genéricos-. Las personas no siempre somos conscientes de cómo, en ocasiones, actuamos y respondemos por heurísticos muy simples y, sobre todo, en respuesta a aquello que primero nos viene a la cabeza.

Por ejemplo, si nos preguntan cuál es el animal más venenoso del mundo, lo más probable es que pensemos en serpientes, arañas o en el clásico pez globo. Damos incluso por válidas esas informaciones almacenadas en el cerebro, que se trasmiten por el boca a boca, sin ser críticos con ellas. De hecho, la medusa avispa de mar es la criatura más letal a día de hoy.

Por otro lado, hay algo importante que debemos considerar. Este sesgo es el culpable de muchas de las distorsiones que llevamos con nosotros de manera inconsciente y que empañan la realidad. El miedo a volar en aviones es más común que el miedo a conducir, cuando es mucho más probable tener un accidente de tráfico con consecuencias trágicas que uno de avión.

Lee el artículo completo en La Mente es Maravillosa.

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