Psyciencia
  • SECCIONES
  • PSYCIENCIA PRO
    • ÚNETE A LA MEMBRESÍA
    • INICIA SESIÓN
    • CONTENIDO PARA MIEMBROS
    • RECURSOS PARA MIEMBROS
    • TIPS PARA TERAPEUTAS
    • PODCAST
    • WEBINARS
  • NORMAS APA
  • SPONSORS
  • NOSOTROS
Psyciencia
  • Inicia sesión
  • Membresía
  • Secciones
    • Psicología clínica
    • Psicología aplicada
    • Neurociencias
    • Biografías
    • Definiciones
    • Entrevistas
  • Guías y recursos
    • Videos, Recursos
    • Guías y manuales
    • Prevención de suicidio
    • Normas APA
    • Apps para psicólogos
  • Recomendados
  • Nosotros
  • Recomendados

¿Se acabaron los momentos de reflexión? – The New York Times

  • David Aparicio
  • 27/07/2016

Compré mi primer smartphone con la mitad de mi salario como vendedor en una tienda de ropa deportiva a inicios del año 2009. Era iPhone usado, el primero que salió, no tenía datos móviles y dependía de las conexiones WiFi abiertas para usar internet.

Me sentía feliz con mi iPhone, me sentía en el futuro, podía usar internet en la palma de mi mano con una pantalla de 3,5 pulgadas y ya no dependía de mi pesada laptop para conectarme y hablar con mis amigos.

Pero con el pasar de los años me di cuenta que el celular me quitó los momentos que usaba para leer, soñar y reflexionar. Sé que parece un poco cursi y hasta dramático, pero es la verdad.

Antes aprovecha las filas y mis viajes en colectivo para leer algún libro o para simplemente soñar con el futuro que quería. Hoy uso cualquier tiempo libre que tengo para tomar mi celular, revisar mi email, buscar algún artículo «interesante» que me mantenga actualizado o simplemente caigo en los tentáculos de Facebook para perder el tiempo. Incluso aprovecho los minutos en los que estoy sumergido en el tráfico de Panamá para escuchar algún podcast o para leer algo rápido mientras espero a que cambie las luces del semáforo.

Esa es mi experiencia, pero se que no soy el único. A donde miro la gente está sumergida en las pantallas de sus celulares, buscando algo con qué entretenerse y acabar con esos minutos en los que no tienen nada que hacer.

Algunos dirán que lo importante es que se esté haciendo algo productivo con el celular, que se use para aprender algo nuevo o informarse. Yo también pensaba así. Pero la verdad es que no importa si es para algo productivo o no. Estamos usando excesivamente los medios electrónicos, en especial el celular y estamos perdiendo el tiempo para reflexionar y pensar sobre las cosas importantes de nuestra vida.

Bajo ese concepto, Teddy Wayne escribió un fantástico ensayo para el New York Time que nos ayuda a reflexionar sobre el abuso del celular y cómo nos está quitando los momentos de reflexión, introspección, la obsesión con la velocidad y sus efectos a nivel cerebral. Este es uno de esos artículos que todos debemos leer:

(…) En un mundo donde un teléfono o un ordenador casi nunca están fuera de nuestro alcance, ¿estamos eliminando la introspección en momentos que podrían haber estado dedicados a eso? ¿Acaso la profundidad de esa reflexión está en peligro porque nos hemos acostumbrado a buscar la gratificación inmediata de los estímulos externos?

Si los datos indican algo, la mayoría de nosotros utiliza los teléfonos más de lo que creemos: los participantes en el estudio calcularon que utilizaban los dispositivos 37 veces durante el día (incluidas todas las ocasiones en que encendemos una pantalla, desde apagar el despertador hasta hacer una llamada), pero el número real se acercó a 85. Algunas de las veces tomó menos de 30 segundos. (Los participantes también subestimaron el tiempo que pasan utilizando los dispositivos por cerca de una hora —el total real fue de 5,05 horas—, incluyendo llamadas telefónicas y escuchar música con la pantalla apagada).

Si estás despierto durante 16 horas, encender o revisar tu celular 85 veces significa hacerlo aproximadamente una vez cada 11 minutos (eso sin contar las veces que utilizamos internet en una computadora), y 5,05 horas son más del 30 por ciento del día. ¿Qué efecto podría tener este comportamiento compulsivo en la reflexión?

Lee el artículo completo en The New York Times.

Sponsor exclusivo

Curso online con casos clínicos, técnicas de TCC y certificación. Por Carmela Rivadeneira y Ariel Minici.

  • Psicología aplicada

El acetaminofén podría afectar la empatía

  • Alejandra Alonso
  • 27/07/2016
empatía
Anteriormente habíamos publicado una investigación que encontró un nuevo efecto secundario del acetaminofén: entorpecer el proceso cerebral para detectar errores. Pero ahora, un estudio nuevo sugiere que además afectaría nuestra habilidad de sentir empatía por el dolor de otros. En uno de los experimentos, llevado a cabo por investigadores del Ohio State University, se les dio a beber a 40 estudiantes universitarios un líquido que contenía 1,000 mg de acetaminofén; por otro lado, un segundo grupo de igual tamaño consumió un líquido placebo. Luego los estudiantes leyeron escenarios donde alguien sufría alguna clase de dolor (emocional o físico) y se les pidió que calificaran el dolor que esa gente experimentaba. Los participantes del estudio que bebieron el acetaminofén calificaron el sufrimiento significativamente más bajo que los integrantes del grupo que consumió el placebo. En un segundo experimento, se le volvió a dar a un grupo de estudiantes acetaminofén y al otro un placebo. Luego todos fueron expuestos a un corto estallido de sonidos blancos, y se les pidió que calificaran el sonido en una escala del 1 (nada desagradable) al 10 (extremadamente desagradable). Finalmente, se les pidió que imaginaran cuán desagradables serían los estallidos de sonido para otros. Comparados al grupo placebo, los estudiantes que tomaron acetaminofén calificaron el sonido como menos desagradable y predijeron que los sonidos serían poco desagradables para los otros también. “No sabemos porqué el acetaminofén está teniendo estos efectos, pero es preocupante. La empatía es importante. Si estás discutiendo con tu cónyuge y te acabas de tomar acetaminofén, este estudio sugiere que podrías ser menos comprensivo con respecto a lo que hiciste para herir los sentimientos de tu esposo”, dice el Dr.  Baldwin Way, uno de los autores de la investigación. Mischkowski y Way planean estudiar otro analgésico común, el ibuprofeno, para ver si está vinculado a efectos similares. Fuente: Health

Sponsor exclusivo

Curso online con casos clínicos, técnicas de TCC y certificación. Por Carmela Rivadeneira y Ariel Minici.

  • Psicología clínica

El combustible de la ansiedad: la intolerancia a la incertidumbre

  • Maria Fernanda Alonso
  • 26/07/2016
Pensar en el futuro puede ser algo que nos llene tanto de entusiasmo como de preocupación pues, al fin y al cabo, no sabemos qué sucederá. Ese es justamente el combustible de la ansiedad, y el modo en que nos afecte dependerá de cuán tolerantes seamos a la incertidumbre. Dan Grupe, investigador asociado postdoctoral del Centro para la Investigación de Mentes Saludables de la Universidad de Wisconsin-Madison, sostiene que “la incertidumbre misma puede llevar a mucha angustia para los humanos en particular.” Por regla, preferimos la certeza antes que la incertidumbre. Estudios han mostrado que las personas preferirían recibir, definitivamente, un shock eléctrico ahora que quizás recibirlo más tarde; también han mostrado una mayor activación del sistema nervioso cuando aguardan un shock impredecible (u otro estímulo desagradable) que uno esperado. En lo que la gente difiere es en el grado en que la incertidumbre les molesta.

Intolerancia a la incertidumbre

Esto es lo que mide la Escala de Intolerancia a la Incertidumbre (EII).  Dicha escala fue desarrollada en el año 1994 por un equipo de investigadores en Quebec. La EII evalúa cuánto desean y buscan la previsibilidad las personas, y cómo reaccionan en situaciones ambiguas. Un nivel alto de intolerancia a la incertidumbre, es una “vulnerabilidad cognitiva,” según Michel Dugas, profesor de psicología en la Universidad de Quebec en Outaouais, y uno de los arquitectos de la EII. Él y sus compañeros de investigación han vinculado un nivel alto de intolerancia a la incertidumbre a varios trastornos de la ansiedad como también (de manera menos fuerte) a trastornos de la alimentación y depresión. Muchas de sus investigaciones han sido sobre el trastorno de ansiedad generalizada (TAG), por lo que él sostiene que la intolerancia a la incertidumbre pareciera ser un factor de riesgo causal – es decir que no sólo está vinculado al TAG, sino que se ha demostrado a través de manipulación experimental, que un alto nivel de intolerancia a la incertidumbre lleva a más preocupación. Esto sucede no sólo con la ansiedad clínica sino también con las preocupaciones cotidianas. De hecho, tanto Dugas como Grupe sostienen que la incertidumbre pareciera ser una condición necesaria para la ansiedad de cualquier tipo. Según los científicos, “preocuparse” generalmente significa pensar en posibles amenazas futuras, acompañado con la emoción y sensación corporal de ansiedad. Si el objeto de la preocupación es completamente predecible, o está pasando actualmente (por lo que no hay ambigüedad), no estarías padeciendo ansiedad, sino que le tendrías miedo. Y si sólo estás pensando en cosas malas que podrían pasar en el futuro, pero te sentís bastante relajado, probablemente no estés preocupado, sino planeando o preparándote. Grupe no cree que existan puntos claros de corte entre la ansiedad subclínica y la diagnosticada. “Es un espectro continuo donde la incertidumbre juega un papel cada vez mayor, incrementando de la imprevisibilidad.” Dugas agrega que “las personas con TAG están en el extremo de la preocupación, pero esa preocupación no es diferente a tu preocupación o la mía. Simplemente hay mucha más.” Él compara la intolerancia extrema a la incertidumbre con una reacción alérgica. “Una pequeña cantidad de una sustancia que no es dañina para la mayoría de las personas, en vos provoca una reacción violenta. Es como una alergia psicológica.” Grupe y Jack Nitschke, también de la Universidad de Wisconsin-Madison, han desarrollado una teoría (que presentaron en Nature Reviews Neuroscience  en el 2013) sobre qué mecanismos del cerebro podrían estar en juego en esta alergia psicológica.
Evitar situaciones impredecibles puede robarle a las personas oportunidades para refutar sus propias preocupaciones, y reducir su ansiedad
Es complicado por cuanto no hay una parte específica del cerebro responsable por la intolerancia a la incertidumbre, sino que probablemente está ligada a varios procesos cerebrales diferentes, incluyendo la regulación emocional, detección de amenazas y detección de seguridad (los últimos dos son procesos separados, distintos), sostiene Grupe. En una situación ambigua o impredecible, el cerebro buscará postas en el ambiente, cosas que sabe (por experiencias pasadas) que están asociadas con amenazas o seguridad. Si esto es infructífero, y el cerebro no sabe qué es peligroso y qué no lo es, cualquier cosa puede parecer una amenaza. La detección de las amenazas y lo seguro han sido vinculadas a la amígdala, y la regulación emocional parece ser dominio de la corteza prefrontal. Grupe también piensa que la ínsula podría jugar un papel procesando información sobre el cuerpo y su ambiente para ayudar a crear sentimientos internos, subjetivos. “Estos procesos están estrechamente ligados,” dice Grupe.

No toda incertidumbre es mala

A pesar de una preferencia humana general por la certeza, lo desconocido no siempre es inductor de ansiedad.  Según Michael Smithson, profesor en la Facultad de Medicina, Biología y Ambiente, de la Universidad Nacional de Australia, “la incertidumbre tiene su lado bueno, especialmente en cuanto a incertidumbres o incógnitas temporales. No queremos saber ahora mismo los finales de todos los libros que vamos a leer, de las películas que alguna vez veremos, o el contenido de todos nuestros regalos de Navidad futuros… También nos gusta una sensación de libertad y autonomía, de tener opciones.” Hay circunstancias en las cuales la incertidumbre puede ser emocionante y motivadora, en lugar de inquietante. En su investigación, Ayelet Fishbach, profesora de ciencia del comportamiento y marketing en la Universidad de Chicago, encontró que las personas se sienten más emocionadas y trabajan más arduamente durante tareas en las que no se sabe el tamaño de la recompensa. Pero aclara que es emocionante en cuanto a las pequeñas incertidumbres pues, sino, la emoción podría convertirse en terror. “No asumimos que a las personas les gustaría que su salario fuera incierto,” aclara.

Cómo afrontamos la incertidumbre

Si el suspenso de no saber es demasiado para alguien, usará una de dos estrategias: eliminarlo o evitarlo. No es sorprendente que la intolerancia a la incertidumbre también haya sido vinculada a la indecisión. Según un estudio, las personas con altos niveles de intolerancia a la incertidumbre son más propensas a compararse con otros, y ésta es otra manera de eliminarla. Es lógico. Si no estás seguro de qué tan exitoso sos, o que tan buena es tu relación, podrías tener más claridad si ves cómo te está yendo en relación con otros. O, si tu estrategia es evitar, puede que simplemente le pidas a alguien más que te de la respuesta. Esta es gran parte de la atracción de las columnas de consejos. Hasta cierto punto, casi todos empleamos estas estrategias algunas veces. Pero si alguien es “alérgico a la incertidumbre”, como algunos pacientes con TAG, podría ver amenazas donde no las hay, dice Dugas. Por ejemplo, “podrías preguntarle a tu pareja cuatro veces por día si todavía te ama, por si acaso cambia de opinión. Ese sería un comportamiento de búsqueda de certeza.” Y uno perjudicial también. Por otro lado, dice Dugas, la evitación extrema podría manifestarse en algo como rechazar un ascenso porque no estás seguro de cómo será el nuevo trabajo, mientras que sí sabés que podés hacer el trabajo que tenés ahora. Grupe señala que evitar situaciones impredecibles puede robarle a las personas oportunidades para refutar sus propias preocupaciones, y reducir su ansiedad.

Vivir con la incertidumbre

Si una aversión a la incertidumbre empieza a afectar negativamente la vida de alguien a ese punto, puede ser de ayuda practicar activamente una tercera estrategia: simplemente vivir con ella. Dugas y sus colegas han desarrollado un tipo de terapia cognitivo conductual basada en este concepto que ha probado ser muy efectiva para pacientes con TAG. Algunas personas son más propensas a la estrategia de la eliminación, otras a la de la evitación, y otros usan un poco de ambas en diferentes situaciones. Los individuos también difieren en cuanto a qué tipos de incertidumbres les molestan más. Por ejemplo, dice Dugas, si se trata de una persona de negocios que no puede dejar de controlar la bolsa, podría pedirle que empiece a controlarla sólo una vez al día, después una vez cada dos días, y así. Si fueran padres que se preocupan sobre la incertidumbre de las calificaciones de sus hijos, les pediría que, paulatinamente, dejen de revisar dos veces sus tareas. “El objetivo es siempre el mismo: hacerlos experimentar la incertidumbre y que aprendan ‘esto no es divertido, pero puedo tolerarlo.’” Las personas que no toleran la incertidumbre sobreestiman la probabilidad de que algo malo pase. Tienden a exagerar el riesgo y las consecuencias negativas que podrían surgir de esa situación, sostiene Dugas. En un artículo anterior, llamado Intolerancia a la incertidumbre (guía para autoayuda), compartimos una guía sencilla (creada por Dugas y otros colegas) para ayudarte a reconocer tu umbral de intolerancia a la incertidumbre y realizar un plan basado en acciones concretas para desarrollar tolerancia. Nadie puede escapar a vivir con incertidumbres. No importa cuánto te preocupes, nunca sabrás cómo será tu vida en unos años, o lo que los demás realmente piensan de vos. Lo que sí podés hacer es tomar medidas para actuar de manera que la preocupación y la angustia no dominen tu vida. Fuente: The Atlantic

Sponsor exclusivo

Curso online con casos clínicos, técnicas de TCC y certificación. Por Carmela Rivadeneira y Ariel Minici.

  • Guías y recursos

Manual de identificación y promoción de la resiliencia en niños y adolescentes (PDF)

  • Equipo de Redacción
  • 26/07/2016
Los profesionales de la salud y la educación nos encontramos, en nuestro que hacer cotidiano, con personas o grupos que viven situaciones de tragedia o de estrés, que parecen difíciles o imposibles de superar. Sin embargo, la realidad nos muestra que no sólo las superan, sino que salen renovados, creativos y hasta optimistas de esas encrucijadas. Ese tipo de experiencias han sido vividas por distintos grupos a través de la historia, y han sido sistematizadas en distintos estudios, en distintos países y por distintos profesionales. En la actualidad, esa reacción se denomina resiliencia, y se la entiende como la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas. Con el presente manual deseamos presentar un instrumento que permita trabajar sobre las siguientes interrogantes:
  1. ¿Qué significa la resiliencia?
  2. ¿Qué sabemos respecto a ella?
  3. ¿Qué estamos haciendo como trabajadores de la salud y como educadores para promoverla?
  4. ¿Qué aspectos de la personalidad debemos fomentar?
  5. ¿Cómo debemos trabajar para su desarrollo y fortalecimiento?
Está dirigido, fundamentalmente, a los trabajadores de la salud y de la educación que tra- bajan con niños y adolescentes. Al igual que el concepto de resiliencia, este trabajo no presenta un conocimiento acaba- do, puesto que dicho conocimiento está en evolución y se enriquece a través de experiencia y reflexión. El objetivo final es cada niño o adolescente; por lo tanto, las respuestas son múltiples y tendrán variaciones según las características del contexto.
Al lector de este manual se le presentan dos opciones. Una es la de considerar su lectura como una guía personal que, junto con actualizar conocimientos de desarrollo psicosocial, enfatiza los aspectos de resiliencia. De esta forma orienta al lector en una autoevaluación respecto a su propio desempeño, como adulto y trabajador de la salud, en la promoción de la resiliencia, y del desarrollo sano de niños y adolescentes. La otra opción es la llamada “trabajo grupal para equipos de salud”, que consiste en un taller de cuatro sesiones de trabajo conjunto (de dos horas cada una), con técnicas participativas que combinen el contenido del manual con una propuesta lúdica de aprendizaje. Requiere de la organización de un equipo de profesionales que adapten las preguntas que sirven de guía personal al final de cada capítulo, según el método propuesto en “trabajo grupal para equipos de salud”. Si bien esa opción requiere una considerable inversión de tiempo, los resultados debieran ser de largo alcance, ya que es posible generar un ambiente de trabajo en el que todos aprendan en forma conjunta. La guía fue preparada por la Organización Panamericana de la Salud; El Instituto W.K Kellogg y la Autoridad Sueca para el Desarrollo Internacional (ASDI). Descarga el manual completo en formato PDF.

Sponsor exclusivo

Curso online con casos clínicos, técnicas de TCC y certificación. Por Carmela Rivadeneira y Ariel Minici.

  • Psicología aplicada

Cambios cerebrales en adolescentes y el desarrollo de trastornos mentales

  • David Aparicio
  • 26/07/2016

Uno de los principales objetivos de las investigaciones neurocientíficas es la de encontrar las causas cerebrales que permitan prevenir el desarrollo de todos los trastornos mentales, y una de las etapas claves y de mayor riesgo es la de la adolescencia.

Con el fin de conocer cuales son los cambios estructurales que ocurren en el desarrollo de los adolescentes, los científicos de la Universidad de Camdbrige y University College London crearon un estudio comparativo con las Imágenes de Resonancia Magnética (IMR) del cerebro de 300 jóvenes que tenían entre 14 y 24 años de edad. La investigación fue publicada en la revista científica PNAS en el mes de mayo y puedes leerla en formato PDF.

La comparación de las imágenes cerebrales permitió conocer que la regiones exterior del cerebro, conocida como corteza, se reducía en tamaño, se hacía más delgada a medida que los jovenes creían. Pero por otro lado se incrementaba los niveles de mielina, la vaina que protege las neuronas y fibras nerviosas.

La Dra. Kirstie Whitaker, coautora del estudio nos explica más fácilmente lo que significan estos resultados: “Nuestro cerebro continúa en desarrollo durante nuestros años de adolescencia. Estos cambios son más dramáticos cuando somos niños, pero en la adolescencia esos cambios se van refinando en detalle. Los puntos que conectan las diferentes regiones cerebrales se van especializando a medida que las más importantes conexiones se van reforzando. Nosotros creemos que es aquí donde hemos visto el incremento de mielina en la adolescencia.”

La segunda fase de la investigación consistió en comparar los resultados de los adolescentes con el Allen Brain Atlas, un banco de datos de las expresiones genéticas en el cerebro de los humanos y ratones. Esta gran base de datos permitió conocer que las regiones cerebrales que demostraron mayores cambios durante los años de adolescencia eran las mismas que estaban vinculadas con los genes que aumentan la expresión de la esquizofrenia.

Según los autores, los resultados de su estudio son bastante congruentes, considerando que los mismos puntos afectados en la adolescencia son los mismos que controlan la comunicación de las distintas regiones cerebrales a lo largo del desarrollo.

Parece que esta investigación será la base fundamental del conocimiento y desarrollo científico de los próximos años en las investigaciones neurocientíficas en adolescentes.

Fuente Psypost

Sponsor exclusivo

Curso online con casos clínicos, técnicas de TCC y certificación. Por Carmela Rivadeneira y Ariel Minici.

  • Psicología aplicada

La asistencia a los servicios religiosos se relaciona con la reducción del riesgo suicida en mujeres

  • David Aparicio
  • 25/07/2016
Suicidio
Las cifras mundiales en torno al suicidio son alarmantes. Según los datos de la Organización Mundial de la Salud, cada año se suicidan 1 millón de personas, lo que significa que cada 40 segundos se comete un suicidio. Los organismos de salud internacionales han explorado distintas estrategias de prevención que permitan llegar a la mayor cantidad de personas y a los lugares donde no hay servicios de salud mental. Uno de esos esfuerzos se ha concentrado en conocer cómo puede ayudar la participación religiosa en la disminución del riesgo de suicidio. El ejemplo más reciente proviene de una investigación publicada a finales del mes de junio en la ya conocida revista JAMA Psychiatry. La investigación fue desarrollada en Estados Unidos y dirigida por el investigador de la Universidad de Harvard, Tyler VanderWeele. Se evaluó la asociación y participación en servicios religiosos y suicidios desde 1996 hasta el 2010 en una cohorte de mujeres enfermeras que participó en el Nurses’ Health Study. La muestra estuvo compuesta por 87,708 mujeres y se evaluó, a través de auto-reportes, la participación religiosa, la historia médica, los síntomas depresivos y la integración social de las participantes. La mayoría de las participantes se autodenominaba católico o protestante; 17,028 mujeres dijeron que asistían más 1 vez por semana al servicio religioso; 36,488 dijo que sólo asistía una vez por semana; 14,548 asistía menos de una vez por semana y 21,644 reportó que nunca asistían a los servicios religiosos. Según sus resultados, las mujeres que asistían una o más veces por semana a los servicios religiosos tenían 5 veces menos probabilidades de cometer suicidio en comparación con aquellas que no iban nunca. VanderWeele y su equipo explican en la investigación que esto no significa que los agentes de salud mental deban prescribir a diestra y siniestra la asistencia a los servicios religiosos, sino que las personas que ya tenían la costumbre de asistir podrían beneficiarse de la participación, confraternidad, sentido de identidad y propósito que ofrecen los servicios religiosos. También agregan que su muestra fue en su mayoría conformada por enfermeras, lo que podría reducir la generalización de sus resultados. Es interesante ver cómo hoy las investigaciones relacionadas con la espiritualidad y la participación religiosa toman mayor interés y son publicadas en revistas de renombre como JAMA Psychiatry, cuando hace sólo unos años atrás eran menospreciadas y apartadas de los campos psicológico y científico. Fuente Psypost

Sponsor exclusivo

Curso online con casos clínicos, técnicas de TCC y certificación. Por Carmela Rivadeneira y Ariel Minici.

  • Psicología aplicada

Definición de la semana: Drogas psicoactivas

  • Alejandra Alonso
  • 25/07/2016
Drogas psicoactivas
Las drogas psicoactivas son sustancias químicas que alteran las percepciones y el humor. Actúan sobre la sinapsis inhibiendo, estimulando o imitando la actividad de los neurotransmisores. Aunque existen varias formas de categorizar a las drogas psicoactivas, en general se las divide en tres (Myers, 2006): Sedantes: También conocidos como tranquilizantes, producen una reducción de la actividad corporal y calma de la actividad nerviosa. Generalmente le dan a la gente una sensación relajante, pero pueden tener muchos efectos negativos. Dentro de este grupo encontramos al alcohol (que en pequeñas cantidades también puede actuar como estimulante), los barbitúricos y los narcóticos (Myers, 2006; Rathus, 2007). Estimulantes: O drogas excitantes, funcionan potenciando la actividad nerviosa de forma temporal, y aumentando el nivel de actividad corporal. Los estimulantes fuertes aumentan el ritmo respiratorio y el cardíaco, además dilatan las pupilas, se elevan la energía y la autoconfianza y disminuye el apetito. Por dichos efectos, suele utilizarse para mantener la vigilia, mejorar el humor, rendir mejor en los deportes y perder peso. Pero todo tiene su precio, al pasarse el efecto del estimulante la persona experimenta un bajón. Ejemplos de estimulantes son la nicotina, la cafeína, las anfetaminas, la cocaína y el éxtasis, que es un derivado de la anfetamina y también puede actuar como alucinógeno (Myers, 2006; Gross, 2005). Alucinógenos: Distorsionan la percepción y crean imágenes sensoriales sin existir estímulos externos, por esta razón también se las denomina psicodélicas. También pueden causar relajación y placer; por otro lado, también pueden experimentarse sentimientos de pánico. Algunas sustancias de este grupo son naturales, como la marihuana y otras sintéticas como el LSD (Myers, 2006; Rathus, 2007). Algunos autores incluyen a los opiáceos en una nueva categoría dado que, aunque también deprimen la actividad del SNC, tienen propiedades analgésicas (reducen la sensibilidad al dolor sin pérdida de consciencia). En esta categoría entrarían la morfina (de donde se extrae la heroína) y la metadona, un opiáceo sintético creado para tratar la dependencia psicológica a la heroína y otros opiáceos (Gross, 2005). Fuentes: Gross, R. (2005), Psychology, the science of mind and behaviour 5th edition. Hodder Arnold Publication Myers, D. (2006), Psicología 7ma edición. Editorial Médica Panamericana:Madrid Rathus, S. (2007), Psychology. Principles in practice. Holt, Rinehart and Winston: U.S.

Sponsor exclusivo

Curso online con casos clínicos, técnicas de TCC y certificación. Por Carmela Rivadeneira y Ariel Minici.

  • Sponsor

Aprende Terapia Cognitivo Conductual con el curso online de CETECIC (20% de descuento)

  • Equipo de Redacción
  • 25/07/2016
El Centro de Terapia Cognitivo Conductual y Ciencias del Comportamiento (CETECIC), es una institución líder en el entrenamiento de la Terapia Cognitivo Conductual (TCC) en modalidades presencial y online. Sus profesores cuentan con amplia experiencia en el ámbito clínico y en la enseñanza a distancia, lo que les permite ofrecer cursos personalizados, especialmente pensados para satisfacer las necesidades teórico académicas de los psicólogos que buscan formarse en la TCC, una de las corrientes de la psicología con más apoyo científico. En esta ocasión presentan su nuevo curso online de la Teoría y Técnica de la Terapia Cognitivo Conductual. En este curso harás un recorrido exhaustivo y profundo sobre las bases teóricas, empíricas y técnicas del modelo cognitivo conductal. Así también tendrás clases teórico-prácticas, acompañadas de material audiovisual que te enseñaran cómo aplicar correctamente cada una de las técnicas de la TCC. Ingresa aquí para conocer en detalle el programa analítico del curso. También puedes acceder a una clase de prueba, para que conozcas la plataforma de aprendizaje online de CETECIC y sus contenidos. Ingresa aquí.

Vídeo de muestra

Fechas

Inicio: Lunes 8 de Agosto Duración: 5 meses (16 clases + tiempo de repaso)

Certificación

Se entregan certificados de aprobación de 25 hs, emitidos por el CETECIC con el aval de la Asociación Argentina de Ciencias del Comportamiento.

Docentes

Lic. Carmela Rivadeneira:Psicólogo clínico especialista Terapia Cognitivo Conductual; Ex-Docente de «Análisis y Modificación de la Conducta» Universidad de Buenos Aires Lic. José Dahab: Psicólogo clínico especialista Terapia Cognitivo Conductual; Docente Titular de «Análisis y Modificación de la Conducta» Universidad de Buenos Aires Lic. Ariel Minici: Psicólogo clínico especialista Terapia Cognitivo Conductual

Inscripción

Los lectores de Psyciencia tienen un descuento promocional exclusivo del 20%. Para reclamarlo debes avisar antes de matricularte que conociste el curso a través de Psyciencia. Argentina: 5 cuotas mensuales de $700 o Un solo pago al inicio de $3150 *precio sin el descuento de Psyciencia. Latinoamérica y mundo: 5 cuotas mensuales de USD 80 o un solo pago al inicio de USD 360 *precio sin el descuento de Psyciencia. Para mayor información ingresa aquí.

Sponsor exclusivo

Curso online con casos clínicos, técnicas de TCC y certificación. Por Carmela Rivadeneira y Ariel Minici.

  • Psicología clínica

Mitos y verdades en modificación de conducta

  • Mauro Colombo
  • 25/07/2016
Se puede definir a la modificación de la conducta como aquel conjunto de conocimientos que involucran “la aplicación sistemática de los principios y las técnicas de aprendizaje para evaluar y mejorar los comportamientos encubiertos y manifiestos de las personas y facilitar así un funcionamiento saludable” (Martin y Pear, 2008). Con el término “encubierto”, no se habla de comportamientos que se realicen a solas  o a escondidas, sino de procesos que ocurren <<bajo la piel>> y que no son directamente observables. Es decir, para el conductismo (que es en definitiva de lo que hablamos) pensamientos y sentimientos son considerados formas de comportamiento, y por tanto sujetos a las mismas leyes de aprendizaje. Dentro del conductismo encontramos principalmente dos vertientes: el condicionamiento clásico, que aparece de la mano de Ivan Pavlov a principios del XX; y el condicionamiento operante, cuyo mayor exponente fue Burrhus Skinner, ya a mediados del siglo pasado. A pesar de confundirse mucho estos dos tipos de condicionamiento, tanto en los ámbitos cotidianos como profesionales, lo cierto es que difieren entre sí, tanto a nivel teórico como en las aplicaciones e implicancias en diferentes ámbitos, como por ejemplo la educación o la clínica. Dar explicaciones detalladas de ambos modelos extendería demasiado el artículo. Para aquel lector que no haya tenido la oportunidad de interiorizarse sobre este tema, o bien que desee releer sobre ambos tipos de aprendizaje, puede hacerlo para condicionamiento clásico aquí, y para operante en el siguiente enlace.

Los mitos

Todo aquel que trabaje con herramientas de modificación de conducta, seguramente ha oído (y ejercitado sus capacidades de relajación) frases como que los terapeutas conductuales no tienen en consideración a la persona y sus sentimientos, que sus terapias no son efectivas porque no tratan los problemas de raíz, que el conductismo solo sirve para adiestrar animales, y dichos similares. Muchas veces se parte de prejuicios o simplemente del desconocimiento sobre el tema, por lo que propongo aquí un breve resumen sobre lo que la evidencia muestra con respecto a estas ideas.

Mito N° 1: La modificación de conducta implica el uso de drogas, cirugía y terapia electro convulsiva

Cómo se definió al inicio del artículo, la modificación de conducta trabaja con los principios del aprendizaje. El terapeuta conductual basará entonces sus intervenciones en dichos principios. Algo que caracteriza a quienes adhieren a este enfoque, es el énfasis puesto en la corroboración científica de la eficacia de las técnicas y principios aplicados. Así, como se verá en los apartados posteriores, el terapeuta conductual no solo no utiliza drogas, cirugía o terapia electro convulsiva, sino que además está en condiciones de determinar cuanta eficacia poseen sus intervenciones en comparación con otros métodos de abordaje, y de poder recomendarla por ser tan o más eficaz que otros tratamientos, como sucede por ejemplo con los farmacológicos para muchos trastornos.

Mito N° 2: La modificación de la conducta solo suprime síntomas, pero no trata las causas subyacentes de los problemas, y por ende estos regresan

La idea de que todos los problemas provienen de causas ocultas, inaccesibles a la conciencia, está bastante arraigada en el ámbito “psi”. La hipótesis del desplazamiento de síntomas se deriva de esta idea general. Sostiene que si uno no llega a la raíz de los problemas y sólo elimina sus manifestaciones visibles, éstos problemas emergen retornando los síntomas o mudándose en otros nuevos. No obstante, la noción de desplazamiento en sí misma es ambigua, ya que no existe un criterio de demarcación que indique cuando dos (o más) problemas espaciados en el tiempo, por ejemplo un trastorno de ansiedad y una adicción al cigarrillo, pertenecen a la misma causa subyacente, y cuando no. ¿Transcurrido cuánto tiempo pueden considerarse dos problemas como independientes entre sí? Lo mismo para los distintos tipos de síntomas, ¿cuáles trastornos pertenecen a una misma fuente, y cuáles no? Estas cuestiones no son para nada menores, ya que tanto los clínicos como los pacientes, deberían estar al tanto acerca de si el abordaje que los trata sirve efectivamente para aquello por lo que concurren a terapia, y si en caso de no existir tal desplazamiento de síntomas, prolongan innecesariamente un tratamiento.
La idea de que todos los pro{blemas provienen de causas ocultas, inaccesibles a la conciencia, está bastante arraigada en el ámbito “psi”
Si nos remitimos a la evidencia, se han realizado diversos estudios con el fin de analizar puntualmente si existe el fenómeno de desplazamiento. Al respecto, Nurnberger y Hingtgen (1973), Fuchs (1980), Wille (1994), no han encontrado evidencia del desplazamiento o sustitución de síntomas, analizando desde tratamientos de desensibilización para fobias, a tratamientos de enuresis nocturna. Para ver un análisis más detallado sobre el tema, los remito a este artículo publicado con anterioridad. Además de la evidencia específica sobre el fenómeno de desplazamiento, se suelen realizar seguimientos de los tratamientos para evaluar la tasa de recaídas, no ya en otro tipo de síntomas, sino en los mismos que motivaron el inicio de la terapia. Citar artículos de cada trastorno sería una tarea interminable, por lo que solo mencionaré a Capafons (2001) y Velasco (2007) que analizan tratamientos eficaces para el Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) y el Trastorno de Ansiedad Social (TAS) respectivamente.

Mito N° 3: La modificación de conducta sirve para problemas simples, no para problemas complejos como autoestima o depresión

Las terapias conductuales se han venido aplicando desde sus inicios a comportamientos de los más diversos. Desde problemas de aprendizaje en las escuelas, pasando por insomnio o malos hábitos, hasta problemas de mayor complejidad, como fobias, depresión, TDAH o TEA. Al mismo tiempo, en cada campo donde se han puesto a prueba, han resultado ser eficaces, siendo en ocasiones las que mejores resultados obtienen, como es el caso del autismo, uno de los trastornos neurobiológicos más complejos actualmente. En el mes de junio, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades en Estados Unidos, estableció a la terapia de conducta como tratamiento de primera línea para el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad. El anuncio se dio en el marco del creciente aumento del abordaje por medio de fármacos del TDAH. El organismo enfatiza el hecho de que la terapia conductual ha demostrado ser tan eficaz como los tratamientos farmacológicos, sin producir los efectos secundarios de estos últimos. En cuanto a la depresión, un trastorno en el que los sentimientos y cogniciones negativas se apoderan de la persona, al extremo de en ocasiones no poder salir de la cama o abandonar las tareas que antes causaban gratificación y placer; la Asociación Americana de Psicología, agregó junto a los tratamientos psicológicos eficaces para el mencionado trastorno, a la Activación Conductual. Este tipo de abordaje, que se incluye dentro de las terapias de tercera ola, se encuentra ahora recomendada junto a tratamientos como la TCC convencional o la Terapia Interpersonal. Aquí pueden observar a los tratamientos eficaces para Depresión. Como se puede apreciar, las terapias de conducta son eficaces para una amplia gama de problemas, incluyendo a los de mayor gravedad.

Mito N° 4: Los terapeutas conductuales son fríos y poco empáticos

La idea de que psicólogos de ciertas orientaciones posean características en común en contraposición con los de otras orientaciones, es una hipótesis lógica y digna de estudiar. Fernández- Álvarez (1998) plantea que el estilo personal del terapeuta -EPT- es “el conjunto de características que cada terapeuta pone en juego en cada acto de psicoterapia, modelando los atributos fundamentales de dicho acto”, y que está constituido por las condiciones singulares que conducen a un terapeuta a operar de un modo particular en su desempeño profesional. El EPT es un constructo teórico que posee cinco dimensiones distintas:
  • Función instruccional: flexibilidad – rigidez
  • Función expresiva: distancia – cercanía
  • Función de involucración: menor grado – mayor grado
  • Función atencional: amplio – focalizado
  • Función operativa: espontáneo – pautado
En un estudio que incluyó a 206 terapeutas, entre ellos 46 psicoanalistas, 44 cognitivo conductuales y 116 integrativos, con experiencia que iba de los 3 a los 23 años; se analizó si la orientación teórica y la experiencia influían en el EPT. Los resultados no arrojaron diferencias significativas en las funciones instruccional y de involucración. Respecto a las demás dimensiones, los psicoanalistas difieren de sus colegas en que son más distantes en lo expresivo, con atención más abierta en la atencional y más espontáneos en la operativa (Fernández-Álvarez y col., 2000).

La terapia conductual ha demostrado ser tan eficaz como los tratamientos farmacológicos

En cuanto a los años de experiencia, los psicoanalistas no difieren entre sí en su patrón de respuestas conforme pasa el tiempo, mientras que los terapeutas cognitivos noveles, más rígidos en lo instruccional y más distantes en lo expresivo, modifican este patrón cuando poseen mayor experiencia. Los integrativos por su parte, se muestran con mayor espontaneidad en lo operativo, atención más abierta y con una mayor involucración. Si bien las diferencias halladas parecen corresponder a diferencias teóricas, no se relacionan con las que señalan que los terapeutas conductuales son menos empáticos que otros. En las terapias de modificación de conducta, el terapeuta mantiene un rol mucho más activo y directivo que en otras orientaciones, si bien este rol luego se traspasa al paciente. Cualquier terapia con esta orientación está destinada al fracaso si el terapeuta resulta ser poco empático con su paciente, teniendo en cuenta la importancia fundamental de la alianza terapéutica para el éxito del tratamiento (Corbella y otros, 2009).

Mito N° 5: La modificación de conducta es algo viejo y obsoleto

Esta creencia suele producirse por un doble error. El primero es considerar al conductismo únicamente como un paradigma de estímulo – respuesta, “que solo sirve para condicionar sujetos como si fueran robots”, ignorando los aportes del condicionamiento clásico a muchos trastornos. El segundo parte de la ignorancia del condicionamiento operante, que amplía enormemente el abanico de intervenciones posibles, no solo en terapia psicológica, sino en una multiplicidad de conductas que se deseen cambiar. A su vez, los principios del aprendizaje están presentes de forma constante en nuestra vida, y somos “víctimas” de ellos aunque no sepamos como funcionan. Así por ejemplo, cuando un padre cede ante el berrinche de su hijo y le compra caramelos en el kiosko, está reforzando sin darse cuenta el comportamiento de berrinche, aumentando las probabilidades de aparecer una conducta similar la próxima vez que desee golosinas. Por el contrario, si espera a que el niño se calme y solo cuando éste pide bien, le compra aquello que quiere, el adulto habrá sin saber aplicado dos principios conductuales: el de extinción y un reforzamiento diferencial de conducta incompatible. Le enseña a su hijo una forma socialmente aceptable de pedir, mientras modifica su comportamiento.
“solo sirve para condicionar sujetos como si fueran robots”
En la práctica clínica, que terapias de conducta sean hoy consideradas tratamientos de primera línea para trastornos complejos, habla de lo erróneo del mito. El resurgimiento de los aspectos <<contextuales>> en los tratamientos, en contraposición a una visión preponderantemente cognitiva (correspondiente a la segunda ola), los nuevos desarrollos en análisis funcional de la conducta, la Teoría del Marco Relacional, la Terapia de Aceptación y Compromiso, Mindfulness y Activación Conductual; todo este movimiento que dentro de las TCC se considera como tercera ola (Pérez- Álvarez, 2006), evidencia que lejos de hablarse de un paradigma obsoleto, hay un fuerte resurgimiento de las terapias conductuales. A lo largo del artículo cuestioné algunas creencias erróneas que suelen circular por ámbitos profesionales y académicos, trasladándose luego a la población en general. La lista no fue exhaustiva, a la vez que cada creencia podría ocupar su propia nota para analizarla. No obstante, se dieron algunas pautas como para poner en tela de juicio discursos que en ocasiones no se ajustan a la realidad. Imagen: Istock Editado por Fabián Maero. Bibliografía Baeza Velasco, C. (2007). Tratamientos eficaces para el Trastorno de Ansiedad Social. Cuadernos de Neuropsicología. 1 (2) 127- 138. Capafons, A. (2001). Tratamientos Psicológicos eficaces para la Ansiedad Generalizada. Psicothema. 13 (3) 442- 446. Corbella, S., Fernández- Álvarez, H., Saúl Gutiérrez, L., García, F., Botella, l. (2008). Estilo Personal del Terapeuta y dirección de intereses. Apuntes de Psicología. 26 (2) 281- 289. Corbella, S., Balmaña, N., Fernández- Álvarez, H., Saúl, S., Botella, L., García, F. (2009). Estilo Personal del Terapeuta y Teoría de la Mente. Revista Argentina de Clínica Psicológica. XVIII (2) 125- 133. Fernández- Álvarez, H. (1998). El estilo personal del psicoterapeuta. En Oblitas Guadalupe, L. A. Quince enfoques terapéuticos contemporáneos. México: El Manual Moderno. García, F., Fernández- Álvarez, H. (2007). Investigación empírica sobre el Estilo Personal del Terapeuta: Una actualización. Revista Argentina de Clínica Psicológica. XVI (2) 121- 128. Martin, G., Pear, J. (2008). Modificación de Conducta. Que es y como aplicarla. Pearson Educación S.A. Pérez- Álvarez, M. (2006). La Terapia de Conducta de Tercera Generación. EduPsykhé. 5 (2) 159- 172.

Sponsor exclusivo

Curso online con casos clínicos, técnicas de TCC y certificación. Por Carmela Rivadeneira y Ariel Minici.

  • Psicología aplicada

El cerebro y la envidia

  • Asociación Educar
  • 22/07/2016
La envidia es un sentimiento de deseo de algo que no se posee; también expresa una tristeza o pesar del bien ajeno. Cuando se generaliza, a una persona que tiene envidia se la suele llamar envidiosa. Lamentablemente es muy común observarla, sobretodo, en quienes creen no ser capaces de obtener lo que desean en sus vidas o cuando alguien desea algo que otro posee y en lugar de alegrarse lamenta no tenerlo. Es un sentimiento que surge de las comparaciones, de sentirse y creerse menos que los demás, de desear algo y de creer no saber cómo obtenerlo o de experimentar sensaciones muy negativas que afectan intensamente.

la envidia puede producir placer debido a que el hipotálamo libera, en ese momento, oxitocina y dopamina

La envidia, como sentimiento de desear algo de otra persona, puede ser una reacción natural del ser humano, y no tiene por qué ser negativa si no provoca algunas reacciones como frustración, ansiedad o deseo del mal ajeno. No obstante, como fenómeno psicológico común, hace padecer tanto a los envidiosos como a sus víctimas. El sentimiento puede ser leve o intenso, simple o complejo, consciente o inconsciente, explícito o involucrado en algunos síntomas neuróticos. Es difícil hablar de envidia «sana», ya que es siempre un doloroso sentimiento de frustración por alguna carencia que, siendo de uno, parece que los demás no tienen, por lo que se sufre contra ellos, consciente o inconscientemente, una gran hostilidad. Un grupo de investigadores del Departamento de Neuroimagen Molecular del Instituto Nacional de Ciencias Radiológicas de Japón, liderados por Hidehiko Takahash, dieron a conocer los resultados de un estudio en donde hallaron que la envidia puede producir placer debido a que el hipotálamo libera, en ese momento, oxitocina y dopamina. En este trabajo, publicado en la revista Science, los científicos encontraron que el cerebro libera dopamina cuando a una persona a la que se le tiene envidia le va mal, del mismo modo que ocurre cuando siente placer. Para comprobar esto, registraron sus resultados mediante resonancias magnéticas funcionales y determinaron que tanto la envidia como la satisfacción tienen áreas cerebrales específicas. De hecho, cuando una persona intuye o lee sobre el triunfo de alguien por el que siente envidia activa la corteza anterior cingulada en los nódulos cerebrales dorsales; mientras que si lo que observa es el fracaso de ese individuo envidiado, lo que se estimula es el núcleo estriado ventral. En definitiva, la oxitocina, llamada la hormona del amor, es la «culpable» de desatar envidia por alguien, y, a la vez, sentir satisfacción por el mal ajeno guarda relación directa con la dopamina, sustancia con enorme importancia en la conducta social. Cuando una persona tiene una emoción positiva hacia otra, la oxitocina la potencia, pero si la empatía va en sentido contrario promueves emociones negativas y esa es la razón que avala que la oxitocina, a veces, se comporte como un potenciador de los sentimientos sociales como la agresividad, generosidad, empatía, confianza, y, también, de la envidia. El envidioso es un insatisfecho que, con frecuencia, no sabe que lo es. Siente secretamente mucho rencor contra las personas que poseen algo (belleza; dinero; sexo; éxito; poder; libertad; amor; personalidad; experiencia; felicidad; etc.) que él también desea pero no puede o no quiere desarrollar. El envidioso en lugar de aceptar sus carencias o realizar sus deseos, simplemente rechaza y desea «destruir» a aquel que, como un espejo, le recuerda su privación. De este modo, la envidia es la rabia reparadora de quien en vez de luchar por sus anhelos prefiere eliminar la competencia; eso, la convierte en la defensa típica del débil.

El envidioso es un insatisfecho que, con frecuencia, no sabe que lo es

Por eso, es importante no confundir la envidia con los celos, porque son muy distintos. La envidiadesearía destruir al envidiado, mientras que los celos conservan el afecto del otro. No obstante, ambos pueden ir juntos y por eso muchas veces se tiende a confundirlos. Según el filósofo John Rawls, la base de la diferencia radica entre la posesión y el deseo de poseer, mientras que se envidia un objeto deseado, los celos implican un fervoroso deseo de conservar lo que uno ya tiene. Las causas de los celos y las envidias también son diferentes y particulares; cuando una persona envidia se entiende que la mayoría de las veces el problema no es el objeto de deseo en sí, sino un sentimiento de baja autoestima o de vacío interior. Otra teoría, considera a la envidia como un mecanismo de defensa que uno mismo arma para mantenerse seguro del mundo exterior. Paradójico, ¿no? Pues la envidia es considerada uno de los sentimientos más contaminantes y destructivos. Los celos, en cambio, son más comunes y están vinculados a sentimientos de ansiedad o pensamientos negativos. Son una especie de obsesión hacia un tema en particular, muchas veces ligado al amor y, si son excesivos, culminan en relaciones improductivas con pobreza comunicacional. Desde el punto de vista biológico, los celos son una reacción de alerta mediada neurológicamente por una serie de neurotransmisores que si bien actúan sobre algunas partes del cerebro, en realidad afectan a todos los órganos del cuerpo. Estas zonas del cerebro, responsables de las reacciones celotípicas, se encuentran por debajo de la corteza cerebral, lo que explica, de entrada, por qué muchas veces son irracionales. Cuando la corteza prefrontal se deja gobernar por el sistema límbico, empieza el problema; es decir, el sistema nervioso se activa todo el tiempo y basta con un estímulo mínimo para que reaccione de manera exagerada e irracional.

Desde el punto de vista biológico, los celos son una reacción de alerta mediada neurológicamente

El problema es que en el celoso este estímulo de irracionalidad puede entrar por cualquiera de los sentidos: con un olor; una imagen; una sensación; un sonido o, incluso, con los recuerdos; los pensamientos y las creencias que existen en la mente. Invadido por el sentimiento de envidia se pueden cometer actos que hacen sentir mal al envidiado, manchar su reputación con mentiras y agravios, desearle el fracaso, etc. De ahí que el acoso, la discriminación y el racismo tienen raíces en la envidia. Los celosos, generan discusiones y conflictos donde no los hay, tienden a distorsionar la realidad con pensamientos ilusorios y entorpecen todo tipo de relación sana al tratar de manejar situaciones bajo un instinto controlador cuyo resultado siempre es negativo. Para discutir con un envidioso o con una persona celosa existe una fórmula que no debe subestimarse: «la envidia es una cosa entre dos, sin embargo, para que existan los celos es necesario que, siempre, existan tres». Sobre el autor: Dr. Luis M. Labath: Médico Especialista en Medicina Interna. Ex Director Médico del Hospital José M. Cullen. Miembro de Honor de la Asociación Médica Argentina. Artículo publicado previamente en Asociación Educar, la plataforma online y presencial de entrenamiento en Neurociencias más importante de la región.  Bibliografía:
  • Takahashi H, Kato M, Matsuura M, Mobbs D, Suhara T, Okubo Y. When your gain is my pain and your pain is my gain: neural correlates of envy and schadenfreude. Science. 2009 Feb 13;323(5916):937-9. doi: 10.1126/science.1165604.
  • Jankowski KF, Takahashi H. Cognitive neuroscience of social emotions and implications for psychopathology: examining embarrassment, guilt, envy, and schadenfreude. Psychiatry Clin Neurosci. 2014 May;68(5):319-36. doi: 10.1111/pcn.12182.
  • Shamay-Tsoory SG, Fischer M, Dvash J, Harari H, Perach-Bloom N, Levkovitz Y. Intranasal administration of oxytocin increases envy and schadenfreude (gloating). Biol Psychiatry. 2009 Nov 1;66(9):864-70. doi: 10.1016/j.biopsych.2009.06.009. Epub 2009 Jul 29.

Sponsor exclusivo

Curso online con casos clínicos, técnicas de TCC y certificación. Por Carmela Rivadeneira y Ariel Minici.

Paginación de entradas

Anterior 1 … 484 485 486 487 488 … 679 Próximo
Sponsor exclusivo de la semana
Formación Método Gottman Nivel 1

Únete a Psyciencia Pro y apoya nuestro trabajo 💞.

      Únete a la membresía    
Contenido para miembros
  • Inicia sesión
  • Tips para terapeutas
  • Podcast
  • Recursos
  • Webinars
  • Artículos
  • Canciones para llorar cuando el paciente te cancela
  • No todo es psicología (17): Solo se necesitan cinco minutos para romper el ciclo
  • «Repensando la psicoterapia: infancia, neurodiversidad y el futuro de la intervención clínica» – Javier Mandil, Watson, episodio 18
  • white and blue health pill and tablet letter cutout on yellow surface
    8 Sencillos tips para mejorar tu salud (basados en la ciencia)
  • Club de lectura: Sumar al amor, habilidades para mejorar las relaciones en presencia de emociones intensas
Psyciencia
  • Contáctanos
  • Publicidad
  • Nosotros
  • Publica
Psicologia y neurociencias en español todos los días

Ingresa las palabras de la búsqueda y presiona Enter.