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Publicaciones por mes

diciembre 2015

56 Publicaciones
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Las neurociencias nos explican por qué somos rápidos para juzgar

  • David Aparicio
  • 08/12/2015

Por favor lee el siguiente caso y contesta la encuesta.

«El presidente de una compañía sabe que su plan dañará al medio ambiente, pero a él no le importa en absoluto el efecto que tenga este plan sobre el ambiente. Él empieza su plan para incrementar sus ganancias.»

Probablemente hayas dicho que ‘sí’ y eso fue lo que el 82% de las personas contestó en una investigación previa: el presidente actuó deliberadamente para dañar al ambiente. Pero aquí viene la parte más interesante. Cuando los investigadores cambiaron la palabra «daño» por «ayuda», el escenario cambió por completo. Sólo el 23% dijo que las acciones positivas del presidente fueron intencionales.

La evidencia no cambió, sólo cambió una palabra, y así también cambió el juicio de las personas.

¿Por qué?

Los neurocientíficos de la Universidad de Duke desarrollaron una serie de experimentos que incluyeron análisis filosóficos y neurocientíficos para intentar explicar el sesgo de intencionalidad cuando las consecuencias son negativas, y no-intencionalidad cuando son positivas.

Primero evaluaron los rasgos de personalidad, toma de decisiones, y la moral psicológica de todos sus participantes. Con los datos psicológicos en la base de datos, el equipo utilizó la Resonancia Magnética Funcional para analizar la actividad cerebral de los sujetos cuando leían diferentes escenarios hipotéticos similares al que presentamos al inicio del artículo.

Hechos todos los análisis, encontraron que las personas utilizaban dos mecanismos cerebrales diferentes cuando juzgaban la intencionalidad de los actos de los sujetos. Si las consecuencias de las acciones eran negativas, entonces era más probable que se activaran, con más intensidad, la amígdala y otras áreas cerebrales relacionadas con el procesamiento de las emociones. Entre mayor era la reacción emocional de los participantes a la historia que se les planteaba, mayor era la actividad en la amígdala. Pero si la historia tenía una acción que producía un efecto positivo, entonces la amígdala se activaba con menos intensidad. También encontraron que las personas tendían a apoyarse en los datos estadísticos y no tanto en la emoción cuando las conductas generaban efectos positivos.

Hippocampus-prefrontal-cortex-amygdala-anterior-cingulate-cortex-by-NIMH-702x336

Por ejemplo:

Cuando el presidente de la compañía ayudaba al ambiente y también incrementaba sus ganancias, los participantes decían que ayudar al ambiente sólo fue un efecto secundario y no intencional, porque usualmente los presidentes están más interesados en ganar dinero y no en el ambiente.

La investigación nos arroja nuevas luces neurocientíficas sobre el poderoso sesgo de atribución y los dos sistemas que utilizamos para juzgar la intencionalidad de las personas. Las emociones provocan mayores atribuciones de intencionalidad por las consecuencias negativas. En cambio, la probabilidad estadística derivada de las creencias sobre la frecuencia con la que la gente se comporta, impulsa a la negación de la intencionalidad de las conductas positivas.

Puedes leer la investigación completa en la revista Nature

Fuente: Duke University

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  • Recursos para Profesionales de la Psicología

(PDF) Psicología Positiva y Terapias Constructivas: Una Propuesta Integradora

  • David Aparicio
  • 08/12/2015

Queremos fomentar la lectura de investigaciones sobre psicología y neurociencias. Todo los martes compartiremos una investigación completa en formato pdf que nos pareció interesante o novedosa. Por favor comparte tus opiniones y comentarios en la sección que está al final del artículo.

La psicología positiva estudia el funcionamiento óptimo de las personas, utiliza el método científico para investigar las experiencias, rasgos e instituciones positivas.

Las terapias “constructivas”, que incluyen la terapia centrada en soluciones, la narrativa y la colaborativa, se centran en construir sobre las excepciones a los problemas, indagan sobre las fortalezas y recursos de los clientes y parten de la base de que las personas quieren tener buenas relaciones y vidas plenas.

Este artículo plantea por qué y cómo, a pesar de provenir de tradiciones intelectuales diferentes, la psicología positiva y las terapias constructivas pueden integrarse y enriquecerse mutuamente en la práctica terapéutica.

Descarga el artículo completo en formato PDF: Psicología Positiva y Terapias Constructivas: Una Propuesta Integradora (PDF)

Autores: Margarita Tarragona

Fuente: Scielo

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  • Artículos Recomendados de la Web
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Recomendado: La obesidad que heredamos de papá

  • David Aparicio
  • 08/12/2015

El País, reporta los hallazgos de una importantísima investigación danesa que encontró que los padres obesos pueden trasmitirle genéticamente los hábitos de excesos alimentarios a sus hijos e hijas. Esto podría darle un giro de 360 grados a lo que entendemos cómo obesidad, los factores predisponentes y las intervenciones conductuales de prevención:

¿Pueden los hábitos de un hombre transmitirse a los genes de su hijo? La teoría genética clásica dice que no. Pero los datos dicen que sí, aunque con matices importantes. Los espermatozoides llevan información en su genoma que delata los excesos alimentarios del padre y puede transmitirse a sus hijos (e hijas). Los genes que controlan la regulación del apetito se adaptan a los hábitos de ingesta de papá y le transmiten esos hábitos al niño. Es un caso claro de herencia lamarckiana, o epigenética, un término al que conviene que nos vayamos habituando también.

Romai Barrès y sus colegas de la Universidad de Copenhague, el Instituto Karolinska de Estocolmo y otros centros daneses y suecos han demostrado que los espermatozoides de los hombres gordos y delgados salen con los genes marcados de maneras muy diferentes. El efecto se concentra sobre todo en los genes que controlan el desarrollo y la función del cerebro, incluidas las geografías genómicas implicadas directamente en el control central del apetito. Presentan su investigación en Cell Metabolism.

Sobre la responsabilidad del hombre de cuidar sus hábitos alimenticios hasta un año antes para prevenir la trasmisión de las conductas obesas:

“Nuestra investigación podría conducir a cambiar el comportamiento del padre, en particular antes de la concepción”, opina Barrès. “Todo el mundo sabe que una mujer embarazada tiene que cuidarse –no tomar alcohol, evitar la contaminación y demás— pero, si la implicación de nuestro estudio es correcta, las recomendaciones deberían dirigirse también a los hombres”. Y no durante el embarazo, debemos añadir, sino durante el año anterior, lo que más bien parece ciencia ficción en el momento actual.

Lee el artículo completo en El País.

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  • Salud Mental y Tratamientos

La marihuana incrementaría el ruido neuronal de tu cerebro

  • David Aparicio
  • 07/12/2015

Una reciente investigación ofrece nuevos datos que ayudan a entender los procesos subyacentes que causan los efectos psicóticos, parecidos a los de la esquizofrenia, que sufren las personas que consumen marihuana.

La investigación fue publicada en la revista Biological Psychiatry, y encontró que el delta-9-tetrahydrocannabinol (∆9-THC) – compuesto primario de la marihuana – incrementa la actividad neuronal aleatoria, denominada ruido neuronal. Según los neurocientíficos, este fenómeno sería el responsable de interrumpir el procesamiento normal de la información en los circuitos cerebrales de las personas sanas (sin esquizofrenia) y provocaría los síntomas psicóticos.

sería el responsable de interrumpir el procesamiento normal de la información en los circuitos cerebrales

“En dosis más o menos equivalentes a un o medio porro, el ∆9-THC produce efectos de tipo psicótico y el aumento de ruido neuronal en humanos”, explicó Dr. Deepak Cyril, director del estudio.

La investigación se concentró en estudiar los efectos del ∆9-THC en la actividad cerebral de 24 personas que participaron en un estudio de tres días, en el cual recibieron dos dosis intravenosas de ∆9-THC o de placebo de doble ciego, aleatorio y cruzado.

Según los autores, si los resultados se confirman, entonces se podría conocer también cuáles son los procesos biológicos relacionados con la esquizofrenia, uno de los trastornos más debilitantes y estigmatizados de nuestra sociedad.

Pero lo más importante, es la alta similitud de los efectos que provoca el principal ingrediente activo de la marihuana en el cerebro y los síntomas de la esquizofrenia.  

Para John Krystal, editor de la revista Biological Psychiatry, esta investigación no sólo nos aporta datos importantes sobre los procesos que subyacen a la psicosis, sino que además, resalta la preocupación en los debates del acceso legalizado de la marihuana, debido a sus posibles efectos perjudiciales.  

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Fuente: El Sevier

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  • Salud Mental y Tratamientos

¿Divorcio o matrimonio entre la psicología clínica y psicología experimental

  • CETECIC
  • 07/12/2015

Es frecuente observar en nuestro medio que muchos psicólogos conocen algunas técnicas conductistas, aunque desconocen en detalle los paradigmas que sustentan a las mismas. Las investigaciones de laboratorio han descripto una gran cantidad de fenómenos y procesos psicológicos que influyen en el comportamiento animal y humano. El propósito del presente artículo es transmitir al lector la extrema importancia de conocer los detalles de las investigaciones experimentales del condicionamiento clásico y operante a los fines de conducir adecuadamente un tratamiento psicológico cognitivo conductual.

De más está decir que ambos paradigmas mencionados poseen estrecha relación con los modelos cognitivos y neurociencias actuales (en Terapia Cognitivo-Conductual, también estos son fundamentales). No nos adentramos en estos últimos modelos debido a que en general, despiertan menos resistencia y prejuicio que los estudios de laboratorio llevados a cabo desde paradigmas conductistas.

Para poder aplicar eficazmente las técnicas conductuales, no basta solamente con estudiar los pasos de las mismas. Es necesario que el psicólogo conozca también las bases experimentales de los procedimientos que utiliza, muy especialmente con relación a los paradigmas de condicionamiento y procesos de aprendizaje asociativo.

Por ejemplo, algunos psicólogos han leído sobre las técnicas de exposición. No obstante, desconocen los principios experimentales del condicionamiento clásico que las sustentan. Lamentablemente y especialmente en nuestro medio, muchos psicólogos, quizá por moda, quizá por no “gustarles” la psicología experimental, quizá por marketing, se autodenominan así mismos “psicólogos cognitivo-conductuales”; sin embargo, desconocen las bases experimentales de los paradigmas de aprendizaje asociativo. Esto conlleva el riesgo de una aplicación mecánica de las técnicas, a partir de una lectura ingenua que se haya efectuado desde algún libro o texto. Desafortunadamente, desconocer los fundamentos teóricos y los elementos experimentales de los paradigmas que sustentan los procedimientos, conlleva el riesgo de pérdida de eficacia; no tanto por la aplicación de la técnica per se, sino por la omisión de detalles que perjudican la evaluación conductual del caso y que, al omitirse, disminuyen la precisión de los procedimientos.

Obviamente, un psicólogo novato que desconoce dichos paradigmas puede observar a un psicólogo de experiencia aplicando, por ejemplo, la técnica denominada Desensibilización Sistemática a un paciente y tomar como modelo de referencia al profesional que observa; ello puede ser muy beneficioso. De todos modos, el psicólogo tendrá una aproximación limitada a sus casos clínicos si no aprende la perspectiva experimental existente detrás de la Desensibilización Sistemática; por lo tanto, vendría muy bien que el psicólogo adquiera los elementos específicos del paradigma que sustenta la misma, en este caso, el condicionamiento clásico o respondiente. Precisamente, nos abocaremos a continuación a revisar la relación entre diseño de tratamiento y condicionamiento clásico.

Fenómenos, condiciones y procesos del condicionamiento clásico o respondiente

El condicionamiento clásico o respondiente ha sido descubierto por el fisiólogo ruso, Iván Pavlov, entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX. En términos generales, el condicionamiento clásico plantea que un estímulo puede ser señal de otro de mayor valencia. De ese modo, los organismos pueden aprender a responder a estímulos previos que señalan la aparición o no de estímulos de mayor relevancia, tanto apetitivos como aversivos. Existen libros enteros sobre condicionamiento clásico, más de un siglo de investigaciones científicas y hoy sigue siendo un paradigma de plena vigencia tanto en el área experimental como clínica.

Enunciaremos simplemente algunos fenómenos, condiciones y procesos psicológicos estudiados por el condicionamiento clásico:

  • Condicionamiento excitatorio e inhibitorio.
  • Reflejos condicionados e incondicionados.
  • Aprendizaje no asociativo: habituación y sensibilización.
  • Extinción y recuperación espontánea.
  • Condicionamiento de segundo orden.
  • Precondicionamiento sensorial.
  • Contigüidad, contingencia y saliencia de los estímulos.
  • Hipótesis del comparador.
  • Contraste sucesivo.
  • Bloqueo y ensombrecimiento.
  • Relevancia causal.
  • Neurosis experimental.
  • Condicionamiento semántico.
  • Intensidad del estímulo, latencia y magnitud de respuesta.

Excede el objetivo del presente artículo explicar cada uno de estos ítems; por cierto nos llevaría páginas enteras semejante tarea. Simplemente, deseamos que el lector posea una primera aproximación a los elementos que incluye el paradigma y entender que el conocimiento de ellos será determinante para tener un buen diseño de tratamiento en Terapia Cognitivo Conductual.

Para clarificar aún más, en las próximas secciones de este artículo revisaremos la relación entre las técnicas terapéuticas y el elemento experimental asociado a la misma. Veamos a continuación, ejemplos de condicionamiento clásico aplicados a la psicopatología.

Recuperación espontánea de la respuesta condicionada (en fluctuaciones en el estado anímico y en las respuestas de ansiedad)

La recuperación espontánea de la respuesta implica un aumento en la magnitud de la conducta, luego de haberse observado una disminución en la magnitud de la misma durante los días previos. La recuperación espontánea es un fenómeno en el cual la conducta o respuesta vuelve a aparecer luego de un intervalo de tiempo en el que no se han presentado estímulos que la provoquen. Transcurrido dicho intervalo, si se presenta un estímulo que instigue la respuesta, ésta volverá a aparecer. Pavlov había observado que los perros emitían mayor cantidad de saliva cuando se presentaba el estímulo condicionado (timbre) luego de un intervalo de tiempo sin presentaciones de dicho estímulo. Esto significa que se recupera parte de la magnitud de la respuesta de salivación cuando vuelve a presentarse el sonido del timbre.

Un ejemplo de recuperación espontánea bastante simple, conocido y absolutamente normal, lo constituye el experimentar más ansiedad y tensión los días lunes que los días viernes, en el sentido de que durante el fin de semana no ha habido estímulos estresantes que activen la respuesta de ansiedad. Supongamos que un paciente nos comenta que ha regresado de sus vacaciones y que el día lunes por la mañana, el día de su reincorporación a sus actividades laborales, se sintió muy angustiado, sin ganas de ir a trabajar. Nos comenta también que, luego de haberse bañado y desayunado, mejoró su estado anímico y que a medida de que fueron transcurriendo las horas de su jornada laboral, se fue sintiendo cada vez mejor. Esto es explicado por la recuperación espontánea. Nótese que el psicólogo que desconoce esta noción puede conceptualizar esta situación como un indicador de un cuadro potencialmente depresivo y sin embargo, no lo es. Si el psicólogo le dice al paciente “tenemos que revisar que es lo que te pasa con tus bajones”, está de algún modo “instalando” en el paciente la idea que tiene fluctuaciones patológicas en el estado de ánimo, cuando en realidad, esto es una respuesta característica de la recuperación espontánea. Obviamente, en el caso en que el paciente presente síntomas de gravedad, en la evaluación conductual se formularán preguntas precisas basadas en el condicionamiento clásico o respondiente para distinguir si el malestar es efecto de una potencial depresión o es sencillamente, efecto del estresor cotidiano que instiga la respuesta luego del intervalo de vacaciones.

Este ejemplo nos pone de manifiesto que la lectura global acerca de técnicas conductuales de manejo de la ansiedad – como por ejemplo relajación muscular profunda, desensibilización, exposición – no basta para una adecuada y completa intervención clínica. El desconocimiento de condiciones específicas propias de del trabajo experimental, como lo son la extinción y la recuperación espontánea, conlleva el riesgo de una falla técnica. Luego, una vez que se ha conceptualizado correctamente el caso, mediante psicoeducación el psicólogo podrá guiar y explicar al paciente cuando las fluctuaciones anímicas son normales o son patológicas.

Sorpresividad del estímulo (en casos de crisis de ansiedad)

Para graficar más la importancia de los fenómenos y procesos estudiados en condicionamiento clásico, revisemos una de las condiciones que más afecta a la magnitud de la respuesta emocional en pacientes con crisis de pánico: la sorpresividad de las mismas.

Pongamos en relación datos provenientes de dos ámbitos; uno clínico, el otro experimental. Desde la clínica, sabemos que en pacientes que padecen crisis de pánico, uno de los elementos que mayor temor provoca es la sorpresividad de las respuestas de ansiedad. Experimentalmente, se ha documentado que un estímulo provoca mayor magnitud emocional cuando más sorpresivo es. Así, por ejemplo, se ha observado que los perros muestran mayor reactividad emocional cuando la aparición del estímulo condicionado es sorpresiva. De este modo, reducir la sorpresividad de los síntomas de ansiedad podrá ayudar a las personas que padecen crisis de pánico. Así, una pauta consiste en que el paciente acepte y esté preparado para que aparezcan crisis de ansiedad; de ese modo, podrá aplicar las técnicas con mayor facilidad.

Como dijimos antes, mientras el paciente nos va comentando el episodio que derivó en su crisis, el psicólogo va analizando “en mente” los datos que el paciente le transmite; en este caso, formula la hipótesis que el impacto emocional experimentado es en parte efecto de la sorpresividad de la crisis de ansiedad. Consecuentemente, una de las líneas de tratamiento posible, derivado de esta condición sorpresiva, es que el paciente esté preparado cognitivamente de que “puede aparecer” una crisis y que ello no implica necesariamente una recaída o un retroceso en el tratamiento (modificación de expectativas). Por otra parte, será necesario entrenarlo en técnicas de manejo de la activación psicofisiológica para que pueda afrontar adecuadamente la crisis de ansiedad.

Exposición al estímulo, tiempos de latencia y extinción (en casos de tabaquismo)

Veamos el caso de una persona que ha dejado de fumar. Es esperable que en las primeras semanas, sienta bastante deseo de consumir un cigarrillo. El psicólogo ha aplicado un tratamiento conductual para el tabaquismo y en las fases más avanzadas diseña un plan de prevención de recaídas. Para ello, el psicólogo deberá preparar al paciente para que posea técnicas puntuales para no recaer frente a la tentación. Entre tantos otros elementos, el psicólogo podrá explicarle al paciente la noción de tiempos de latencia. La latencia es el período de tiempo que transcurre desde que se presenta el estímulo (cigarrillo) hasta que se emite la respuesta condicionada (deseo de fumar). Está claro que en las primeras semanas, el tiempo de latencia será mínimo y es muy probable que si el paciente no recae, al cabo de los próximos meses, el tiempo de latencia será más extenso y el deseo de fumar será de menor magnitud. En los primeros días de abstinencia, el paciente deberá poseer un repertorio amplio de técnicas que interfieran o ensombrezcan la relación, cigarrillo-fumar. El tiempo de latencia puede ser variable de unos pacientes a otros, aunque en general el deseo intenso de consumo se mantendrá al menos entre 40 y los 60 minutos. Durante ese lapso el paciente deberá aplicar las técnicas de prevención de recaídas (reforzamiento diferencial de otras conductas, técnicas de relajación muscular, refocalización atencional, extinción, etc.) Durante el tratamiento, el paciente ya ha identificado los estímulos que pueden precipitar una recaída y se le transmite que para que el deseo vaya mermando se debe autoaplicar la técnica denominada extinción. El paciente informado sabrá que es esperable que los tiempos de latencia sean extensos al principio y el deseo no disminuirá automáticamente; si el paciente no conoce esta noción, creerá que su deseo de consumo permanecerá alto durante todo el día y habrá mayor probabilidad de recaída.

Una vez más, vemos como los elementos experimentales aumentan la precisión de las técnicas terapéuticas, la eficacia y claridad de las instrucciones clínicas , fortaleciendo la prevención de recaídas.

Contingencia entre estímulos y respuestas (en disfunción eréctil)

La hipótesis de la contingencia plantea que el grado de asociación entre dos estímulos dependerá de la comparación entre dos probabilidades: la cantidad de veces que el estímulo condicionado y el incondicionado se presentan juntos versus la cantidad de veces que el estímulo condicionado y el incondicionado se presentan por separado.

Por ejemplo, un paciente experimentaba disminución en la magnitud de su respuesta eréctil cuando se colocaba el preservativo y por ende, se le dificultaba la penetración. A fin de revertir esta conducta es necesario que el preservativo deje de ser un estímulo condicionado inhibitorio de la erección. Y precisamente con este objetivo, se aplica una instrucción basada en la hipótesis de la contingencia recién expresada. Se le solicita al paciente varón que se despoje de la idea de penetrar y que sólo se dedique a disfrutar de la excitación misma junto a su esposa. Ella estimulará manualmente el pene de su marido y cuando éste haya experimentado la erección, deberá colocarse el preservativo (él o su pareja). La mujer habrá de acariciar y masturbar a su marido mientras éste tiene el preservativo colocado. El objetivo de ésta técnica es que se asocie la respuesta eréctil (respuesta incondicionada) al preservativo (estímulo condicionado). Por otra parte, también el paciente podrá masturbarse con el preservativo colocado. Para que la asociación entre estímulo y respuesta se produzca es preciso que ambos elementos se asocien de modo continuo. Si se asocian de modo intermitente, el vínculo erección/preservativo no tendrá la misma fuerza asociativa. De la comparación de probabilidades planteada por la hipótesis de contingencia, deberá resultar mayor la probabilidad erección/preservativo que la probabilidad erección/no preservativo. Luego de varios ensayos asociativos, resulta esperable que finalmente el preservativo se transforme en un estímulo condicionado excitatorio en lugar de inhibitorio; y por ende, ya no interfiera en la erección ni en la penetración (condicionamiento excitatorio). Nótese también aquí como las instrucciones para la mejora de la performance sexual serán más precisas y eficaces si el psicólogo conoce la teoría de la contigüidad y contingencia.

Hasta aquí hemos visto la relación entre elementos experimentales del condicionamiento clásico y psicopatología. Aboquémonos ahora al condicionamiento operante, también llamado instrumental.

Condicionamiento operante o instrumental

En este paradigma también hay muchísimos elementos teóricos, fenómenos y procesos que se han estudiado en investigación básica. El condicionamiento operante ha sido abordado por diferentes investigadores desde fines del siglo XIX, destacándose autores tales como Thorndike, Betcherev y Skinner, entre otros. Parte de la idea general de que las conductas pueden aumentar o disminuir su frecuencia según las consecuencias o resultados que acompañan a las mismas.

El psicólogo clínico debe conocer pormenorizadamente los desarrollos del condicionamiento instrumental, de lo contrario se hallará muy limitado en su capacidad de implementar algunos tratamientos específicos.

Nos llevaría capítulos enteros explicar en detalle las siguientes nociones que han surgido del paradigma operante, nos limitamos a enunciar sólo algunas de estas nociones:

  • Reforzamiento positivo y negativo.
  • Programas de reforzamiento.
  • Intensidad de reforzadores y magnitud de respuesta.
  • Moldeamiento por aproximaciones sucesivas.
  • Encadenamiento de respuestas.
  • Estímulo discriminativo y delta.
  • Extinción operante.
  • Reforzamiento diferencial de conductas incompatibles.
  • Privación y saciedad.
  • Gradiente de refuerzos.
  • Contigüidad entre respuesta y reforzador.
  • Relación esfuerzo/refuerzo.
  • Triple relación de contingencia.

Veremos en los próximos párrafos algunas nociones experimentales del condicionamiento operante para poder diseñar e implementar adecuadamente las técnicas conductuales.

Programa de Intervalo fijo (para rendimiento académico y conductas de preparación de exámenes)

En este tipo de programa, se proporciona el reforzamiento cuando se ejecuta una respuesta, luego de transcurrido un intervalo fijo de tiempo. Una persona va a trabajar y recibe su sueldo luego de un período de un mes. La conducta “trabajo” se mantendrá no porque sea reforzada diariamente, sino luego de transcurrido un período fijo de tiempo, en nuestro ejemplo, un mes. En el marco de la investigación básica, se ha observado que luego del reforzamiento ocurren pausas en la ejecución de la conducta. Se ha descripto que cuando a una paloma se le refuerza la conducta “picoteo de disco” luego de transcurrido un intervalo fijo de un minuto, el próximo picoteo de disco se emitirá cercano al próximo minuto; dicho en términos antropomórficos, la paloma ha aprendido a “esperar” un minuto de tiempo antes de picotear el disco nuevamente pues “sabe” que antes del minuto, no se le entregará comida. La frecuencia de esta conducta se incrementará predominantemente cuando se acerque el momento en que se administra el reforzador.

El programa de intervalo fijo se ha estudiado no sólo en palomas sino también en comportamiento humano. Supongamos que un alumno que siente mucha ansiedad ante los exámenes, nos llega a consulta a fines de enero y nos comunica que quiere rendir tres exámenes finales en un período de tres semanas. Nos informa que su deseo es recibirse en marzo. Nos transmite las fechas de exámenes y hallamos que hay solo 5 o 6 días de intervalo entre un examen y otro. El plan del alumno consiste en rendir esas tres materias. Siguiendo los principios del programa de intervalo fijo, resulta esperable que luego de que el alumno ha rendido un examen final, haya pausas en la emisión de la conducta de estudio. Esto sucede muchas veces, incluso en casos de personas muy motivadas con la carrera que han elegido. Estas pausas son esperables, no son patológicas, pero pueden interferir en el objetivo del alumno de rendir los tres exámenes en un período exiguo de tiempo. Este fenómeno se denomina festoneo y se encuentra ampliamente documentado. No tiene que ver con constructos tales como la conciencia, lo inconsciente, la voluntad, ni con el deseo: son patrones de respuesta frecuentes que se dan en un programa de intervalo fijo. Salvo excepciones o alumnos que estén preparados con bastante antelación, luego haber rendido el examen es muy probable que aparezcan pausas relativamente prolongadas en la conducta de estudio. Considerando esto, el psicólogo evaluará que el plan trazado por el alumno es excesivo debido a que, muy probablemente, de acuerdo con lo descripto por la psicología experimental básica del condicionamiento operante, aparecerán pausas luego de cada examen. En personas que tienden a postergar y que tienen dificultades de autoorganización las consecuencias pueden ser perjudiciales: en su afán de rendir tres materias, solo termina rindiendo una o ninguna. Un plan prudente podría consistir en que el alumno rinda dos materias, con un intervalo intermedio entre exámenes, de dos semanas. De ese modo, las pausas en la conducta de estudio luego de transcurrido el primer examen tendrán menor interferencia en la preparación del próximo examen.

Habrá identificado el lector que, en este último ejemplo, el conocer los detalles de los programas de intervalo fijo, tanto en las investigaciones con palomas como con humanos, es de utilidad para el diseño de un plan de modificación de conductas y para la aplicación de instrucciones mucho más precisas.

Privación de los reforzadores (para reducir conductas de postergación)

Se ha observado en el contexto experimental que cuando un organismo, por ejemplo, una rata, está privada de alimento, se incrementa la probabilidad de presionar una palanca para recibir un pellet de comida. Por el contrario, si la rata está saciada, disminuye la probabilidad de emisión de la conducta. Veamos a continuación como influye la privación en el diseño de un tratamiento para la aplicación de una técnica denominada Principio de Premack, orientada al incremento de la actividad física. Esta técnica se basa en el principio de que una conducta de alta probabilidad de ocurrencia (escuchar música) puede reforzar una conducta de baja probabilidad ocurrencia (caminar). Por lo tanto, la aplicación de este procedimiento conlleva especificar dos conductas: una conducta de baja probabilidad de ocurrencia, conducta problema que se pretende modificar; y una conducta de alta probabilidad de ocurrencia que se utilizará como reforzador de la primera. De acuerdo con el principio de privación y saciedad, un elemento crítico del programa lo constituye la privación de reforzadores propios de la conducta de alta ocurrencia. Esto implica que si a la persona le gusta mucho escuchar determinado disco de rock, que ha sido seleccionado como reforzador, es necesario que durante varios días no lo escuche. Si la persona escucha el disco de rock cuando esta recostada en la cama, cuando está chateando, cuando está cenando; esa música se asociará a conductas de alta probabilidad y perderá el efecto como reforzador cuando se intente incrementar una conducta de baja ocurrencia. Para incrementar entonces las caminatas, en este caso, se le indica al paciente que sólo escuche ese disco de rock que le gusta con auriculares, mientras esté caminando o bien luego de haber hecho el trayecto. En este caso, la conducta de “caminar”, será reforzada por la conducta “escuchar música”.

Nótese que una noción muy específica surgida de la investigación experimental puede ser decisiva en la eficacia de esta técnica. Por ello, no basta sólo con conocer el procedimiento sino también es necesario saber las bases experimentales y los elementos específicos del paradigma que sustenta a las técnicas de cambio conductual.

Reforzamiento diferencial de componentes de conductas
(para casos de depresión)

Esta noción se refiere a que es muy importante reconocer y reforzar pequeños componentes de la conducta. Hay un tratamiento específico, presente en el listado de terapias eficaces para el abordaje de la depresión, denominado “Programación, asignación y ejecución de actividades”. Algunos textos se refieren al mismo como ACTIVACIÓN CONDUCTUAL.

El condicionamiento operante plantea que en la depresión la persona no ejecuta conductas que permiten obtener reforzamiento. Y que ese mismo hecho, es decir la inactividad, conduce a efectos emocionales y cognitivos, como mayor tristeza o pensamientos de inutilidad y fracaso.

En primera instancia, se diseña un plan de actividades graduales. De este modo, se lleva a cabo un listado de actividades simples y sencillas para que el paciente lleve a cabo en la semana. Cuando el paciente realiza actividades, registra el nivel de dominio y agrado que sintió en la ejecución de las mismas. Por ejemplo, si el paciente cocinó un huevo duro y considera que ha realizado esto correctamente teniendo muy buen control sobre su conducta, califica con un 5. Utiliza una escala entre 0 y 5, donde 0 significa nada de dominio y 5, total dominio. De igual manera para el nivel de agrado, el paciente debe calificar con un número entre 0 y 5, cuánto ha disfrutado de la actividad. Este ejercicio relaciona conducta y cognición; también la ejecución y la valoración de la propia conducta.

En la aplicación de esta técnica, se pone énfasis en la mejora de la autoestima y de la eficacia personal. Asimismo se destacan y refuerzan los pequeños logros (reforzamiento gradual y diferencial). Precisamente, cuando se llevan a cabo conductas simples, aumenta la probabilidad de reforzamiento y disminuye la probabilidad de frustración. A la vez, la ejecución de actividades simples conduce a una mejora del ánimo y genera mayor impulso para ejecutar próximas conductas. Para el condicionamiento operante los pequeños pasos son importantes y la práctica genera consistencia. Estos elementos han surgido del análisis experimental de la conducta. En este caso, la técnica “Programación y ejecución de actividades” será mejor aplicada si el psicólogo conoce las nociones de reforzamiento gradual y reforzamiento diferencial de conductas mínimas.

En la sesión, el psicólogo revisará los registros del paciente y reforzará cada uno de los avances ejecutados. El psicólogo podrá destacar con tildes o círculos la conducta realizada y explicará cómo la práctica continuada puede generar una mejora en el estado de ánimo. Las tareas que se asignan son previamente acordadas entre paciente y terapeuta. Si el paciente no hace ninguna actividad, pues dice que no sintió ganas o fuerzas para empezar a hacer algo, el psicólogo podrá descomponer las conductas en subconductas más simples, y de ese modo incrementar la sensación de dominio (moldeamiento por aproximaciones sucesivas). Exigir demasiado al paciente o no reforzar componentes mínimos puede interferir en el avance de la técnica. Si se avanza gradualmente es esperable que, en sesiones más avanzadas, el paciente pueda hacer actividades más complejas -como iniciar un curso de tejido, actividades deportivas o actividades artísticas tales como dibujo o baile. A medida que avanza el tratamiento y la evolución es favorable, se incrementa gradualmente el grado de dificultad (moldeamiento por aproximaciones sucesivas y encadenamiento progresivo de respuestas). Por último, otro detalle que potencia la efectividad de la técnica es que el psicólogo favorezca que el paciente también reciba reforzamiento ambiental cuando ejecuta determinada actividad; de lo contrario, se le recomienda que ejecute otras actividades.

También aquí notará el lector como las nociones surgidas de los detalles de los trabajos experimentales en condicionamiento operante mejoran la eficacia de los programas basados en “la ejecución gradual de actividades” para el tratamiento de la depresión.

Queremos resaltar cómo el conocimiento de las hipótesis, fenómenos y procesos descriptos por las investigaciones básicas de laboratorio facilitan tanto la evaluación como el tratamiento en Terapia Cognitivo Conductual. Justamente, esas investigaciones son las que dieron a luz a las diversas técnicas conductistas, cuya calibración de acuerdo con elementos específicos facilita el ajuste y adecuación a cada caso.

Volviendo al título de nuestro artículo, lamentablemente, no observamos en nuestro medio un “matrimonio” sólido entre la psicología clínica y la psicología experimental. Tal vez la lectura de papers y de psicología experimental en general sea más tediosa y aburrida que el estudio de técnicas terapéuticas y casos clínicos. Lamentablemente, en nuestro país aún continúan circulando prejuicios hacia el conductismo y hacia los experimentos científicos llevados a cabo en laboratorio. Leer un libro sobre técnicas terapéuticas, desconociendo los trabajos de investigación básica de las cuales se han derivado, puede conducir a limitaciones en el análisis de la conducta y en el diseño específico del tratamiento conductual.

Esperemos que las nuevas camadas de psicólogos comprendan que la investigación básica no sólo explica el comportamiento animal, sino también parte del comportamiento humano. Es aconsejable propiciar la reconciliación entre la psicología experimental y la psicología clínica. Casi 150 años de historia de los paradigmas de aprendizaje asociativo y de psicología experimental no pueden ignorarse a priori, a partir de prejuicios y preferencias subjetivas de los psicólogos no formados en estos temas. El conocimiento de los mismos redundará en una consecuencia clara para el clínico: notará en su quehacer como terapeuta una ampliación en su capacidad para el análisis de casos y una performance más precisa en la aplicación de las técnicas de cambio conductual.

Autores: Lic. Ariel Minici, Lic. José Dahab y Lic. Carmela Rivadeneira

Artículos previamente publicado en CETECIC, Centro cspecializado en terapia cognitivo conductual y entrenamiento a distancia.

Puedes descargar este artículo en formato PDF: ¿Divorcio o Matrimonio entre la Psicología Clínica y Psicología Experimental

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Boreout, el síndrome del aburrimiento

  • Asociación Educar
  • 07/12/2015

No hace mucho conversamos sobre lo que significaba estar fundido, y lo relacionábamos con un estado de situación límite, suficiente y capaz de marcar tanto la destrucción como la trascendencia de una persona. Un verdadero quiebre que pone a prueba la capacidad de tolerancia y adaptación con el crujido inevitable de toda la existencia en un impacto que irrumpe de manera repentina y automática, como una sobrecarga difícil de controlar en el ser y el hacer.

Hoy la intención es conversar sobre otras dos entidades que si bien se conocen de siempre han sido re-definidas últimamente con más detalles. Tanto el Síndrome de Boreout como el Aburrimiento Crónico son frecuentes en personas a las que, por algún motivo, se les agota la novedad, el desafío y la emoción.

Si bien este no es un problema fatal, en términos psicológicos habla de un estado emocional de insatisfacción dentro de una existencia que se percibe como insulsa, vacía y sin sentido. Porque con la llegada del aburrimiento la persona manifiesta la impresión de que el gozo y las experiencias gratificantes propias de la vida han quedado detenidas.

El Síndrome de Boreout como el Aburrimiento Crónico son frecuentes en personas a las que, por algún motivo, se les agota la novedad, el desafío y la emoción

Si bien mantiene la aspiración de recuperar ese gozo y la capacidad de experimentar sensaciones agradables, la persona aburrida no está dispuesta a iniciar actividad alguna que pueda acabar con el estado. Ya sea porque está disminuida su capacidad de actuación o porque cree que nada a su alcance puede cambiar la situación.

prefrontal-parietal

Vale aclarar que aburrirse, hasta cierto punto, es bueno. No sólo promueve la creatividad, sino que, además, el cerebro cuenta con la posibilidad de buscar otras alternativas para salir de un estado incómodo. Por otro lado, representa una especie de “descanso” para que la mente se desconecte de lo cotidiano y dedique más tiempo a otras posibilidades. En los momentos de aburrimiento el cerebro, lejos de estar inactivo, enciende la llamada “red neuronal por defecto”, un sistema que activa una parte de lacorteza parietal medial y la corteza prefrontal medial para “soñar despierto» y planificar escenarios posibles o pensar en otras soluciones.

El problema surge cuando el aburrimiento se manifiesta severo y prolongado y la introspección en vez de ser una ventaja se convierte en una amenaza. Ahí las personas dejan de leer las señales adecuadas, con incremento del riesgo, porque el individuo demasiado aburrido toca el techo soportable con facilidad y empieza a desconcentrarse, a experimentar estrés, simplemente porque este estadio prolongado priva de la sensación de placer natural.

Ante una situación nueva e interesante, el cerebro libera dopamina, el neurotransmisor relacionado con la sensación de bienestar y la intensidad de las recompensas. Coincidentemente, según un estudio de 2007, publicado en el Journal of Sport Behavior, personas con niveles naturalmente más bajos de dopamina requieren de una mayor cantidad de novedades para estimular el cerebro y así obtener recompensas. Esto hace que aumente su propensión a conductas riesgosas, que, en general, son novedosas para la mayoría de la gente. El problema está en que no sólo a las personas que naturalmente generan menos dopamina puede ocurrirles esto, también a los afectados de aburrimiento prolongado, donde, incluso, el riesgo le suena bien al cerebro con tal de obtener placer.

También, el aburrimiento afecta la plena concentración, como detalló un estudio de la Universidad York, en Canadá, y publicado en Perspectives on Psychological Science, y la razón está en el estrés que ocasiona. El aburrimiento implica que una persona se conforme con menos estimulación cerebral o menos actividad de la necesaria para mantenerse saludable, y en el estrés siempre existen más estímulos de los necesarios. Por eso, en cualquier tipo de estrés, el aburrimiento impacta sobre la corteza prefrontal, el área involucrada en la memoria de trabajo, que es la que permite la cognición necesaria para desarrollar una determinada actividad, afectándola.

El aburrimiento implica que una persona se conforme con menos estimulación cerebral

La falta de proyectos de cara al futuro, no tener una actividad profesional satisfactoria, relaciones humanas pobres y escasas, la falta de incentivos, de hobbies, de compromisos de ningún tipo, una postura radicalmente escéptica ante la vida, el desinterés por los demás y por lo que ocurre alrededor ―junto con muchos más factores de todo tipo― favorecen la aparición de aburrimiento que puede llegar a hacerse crónico.

Sin duda, el aburrimiento es la consecuencia de un progresivo empobrecimiento en la esfera de la personalidad y de una actitud ante la vida, que ha perdido sus ingredientes fundamentales. Es una patología que afecta a quienes están poco motivados en el trabajo, y se aburren día tras día, por tareas que les exigen poco de su capacidad y su tiempo. Paradójicamente, aparentan estar siempre ocupados, para no asumir más esfuerzos, y a simple vista, parece vagancia o pereza, sin embargo, en el trabajo, padecen el llamado Síndrome Boreout, que puede llegar a desencadenar problemas de salud por ansiedad y estrés.

Hay jefes que se quejan de que sus empleados rinden cada vez menos, de que están siempre mal predispuestos, de que trabajan regulando sus fuerzas, como si lo hicieran a reglamento. Por otro lado, hay empleados que se quejan de que sus superiores no reconocen sus esfuerzos, de que no se sienten motivados y de que el mal clima que los rodea los mantiene agobiados.

Las neurociencias permiten analizar cómo funcionan estos mecanismos a nivel cerebral, y, para contrarrestar el aburrimiento, la persona tiende a adoptar una conducta con relación a una expectativa de recompensa. Con ello activa neurocircuitos relacionados con la motivación, aunque no sea consciente de ello. Toda situación con sensación de exclusión activa las mismas áreas cerebrales que el dolor físico; si las señales de valoración no son expresadas explícitamente, el cerebro inventa, infiere, saca conclusiones con poca información, con muchas chances de estar errado.

Recientes investigaciones detectaron que el bienestar emocional generado por estados de aceptación y confort activa un mejor funcionamiento neurocognitivo del cerebro y facilita la motivación. Cuando los jefes, a nivel laboral, se ocupan de detalles referidos a sus equipos de trabajo generan mayor adhesión y más aplicación laboral. Decirle a un colaborador algo bueno o valorarlo impulsa el circuito de recompensa y del placer e impulsa hacia la superación con pertenencia. De esta manera, los elogiados tenderán a repetir ese comportamiento y eso, seguramente, producirá mejores resultados.

Es otro aspecto, estimular en el trabajo los espacios para los vínculos y la integración, con buenos momentos de comunicación, libera oxitocina, neurohormona que fortalece la sensación de confianza y seguridad. Solo con eso las personas pasan de ser individuos a ser parte de verdaderos equipos con trascendencia.

Los problemas en el ambiente laboral, muchas veces, perpetuán un malestar creciente por remachar ideas que no permiten una adecuada concentración. Modificarlo le exige al cerebro un mayor consumo de energía y una fuerte dosis de motivación para salir de la rutina sin resistencia al cambio.

Sin dudas, las diversas circunstancias que generan situaciones de malestar consigo mismo conllevan un grado de frustración severa por tener que repetir todos los días las mismas tareas con iguales resultados. Mantener las condiciones más la falta de motivación, unido a la necesidad constante de «esconder» la inactividad ante los demás por temor a represalias, genera estrés crónico con consecuencias negativas sobre la salud, alteraciones de la función del sueño, cognitivas, variaciones del peso, problemas respiratorios, dolores musculares, dolor de cabeza,… que pueden ser el origen de otras enfermedades o de un requerimiento interdisciplinario más exhaustivo.

Lo malo es que en la sociedad actual los padres proporcionan a sus hijos actividad constante, gratificación instantánea

El diagnóstico tanto de Aburrimiento Crónico o de Síndrome de Boreout impone diagnostico diferencial con Burn-Out o síndrome de estar quemado, donde aparecen síntomas similares, pero que, sin embargo, se debe a causas opuestas. En el caso de Burn-Out , el paciente sufre de agotamiento que le impide continuar con las demandas cotidianas y una extrema situación de distrés, sin tiempo de aburrirse ni de mostrar baja autoestima; no existe sentimiento de infrautilización de la potencialidad. Todo lo contrario, ya que superado por la situación y mantenido en el tiempo aparece la fatiga creciente y una imposibilidad firme del desempeño.

La necesidad de establecer un diagnóstico diferencial entre estas afecciones no significa que en la misma persona no puedan concurrir dos formas concomitantes; si el aburrimiento crónico o el Síndrome Boreoutno se resuelven rápido, desembocan en una depresión mayor y síntomas más graves.

Aburrirse estimula la creatividad. Y estar siempre ocupados la aniquila. Es la conclusión de un estudio realizado recientemente por Teresa Belton y Esther Priyadharshini, de la Universidad de East Anglia (Reino Unido). Según concluyen las investigadoras, sobre todo durante los primeros años de la vida, es imprescindible permanecer «ociosos» durante un tiempo. Esto nos permite desarrollar la imaginación y la creatividad, y aprender a «valernos por nosotros mismos. Lo malo es que en la sociedad actual los padres proporcionan a sus hijos actividad constante, gratificación instantánea y entretenimiento sofisticado, enemigos del potencial creativo y de la libertad de pensamiento de los más pequeños. Por eso, en la revista The Cambridge Journal of Education, Belton reclama que el aburrimiento sea reconocido como una emoción humana legítima con un papel central en el aprendizaje y la creatividad.

Por lo tanto, es necesario que en algunos momentos de la vida haya auténtico aburrimiento, superado con juegos, diversión o cambio de actividad. El hecho que sea repetitivo e intenso puede llevar a un estado patológico serio, puesto que queda claro que puede empujar a hacerse más daño, ya que estudios recientes han vinculado la inclinación al aburrimiento con a una tendencia a fumar, beber demasiado y consumir drogas. Eso, sin hablar de otro comportamiento más mundano, pero, igualmente poco saludables, como por ejemplo, comer para superarlo.

Sentirse aburrido marque un buen momento para revaluar la vida y los objetivos… además de repensar qué se quiere decir exactamente cuando se dice: estoy aburrido.

Autor: DR. NSE. LUIS M. LABATH – Ex Director Médico del Hospital José M. Cullen. Periodo: 2002-2007.

Artículo previamente publicado en Asociación Educar y cedido para su publicación en Psyciencia. 

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  • Recursos para Profesionales de la Psicología

(Vídeo) Martin Seligman habla sobre la psicología positiva

  • Equipo de Redacción
  • 04/12/2015

Martin Seligman habla sobre la psicología positiva, como una materia de estudio y como funciona uno a uno con cada paciente y cada psicólogo. Mientras el enfoque de la psicología moderna va traspasando el enfoque a la enfermedad, ¿qué puede hacer ésta por nosotros?

Fuente: TED

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  • Definiciones

Definición de la semana: Efecto Placebo

  • Alejandra Alonso
  • 04/12/2015

Bayés (1984) define al placebo como todo tratamiento, parte de un tratamiento o elementos asociados al tratamiento que, sin importar su naturaleza (instrumental, farmacológica, verbal, etc.), son susceptibles, intencionalmente o no, a tener efectos terapéuticos en una persona sin poseer en sí capacidad específica para esto.

Según Campagne (2002), la definición más popular es la de Shapiro y Morris (citados en Campagne, 2002), quienes dicen que se puede llamar placebo a cualquier terapia o elemento de una terapia que es usado por sus efectos psicofisiológicos o psicológicos no específicos, o que se utiliza por un supuesto efecto específico, pero que sin embargo no tiene una acción específica para la condición en tratamiento. Sin embargo, esta definición se ha criticado por que es muy difícil distinguir entre efectos específicos y no específicos.

En la actualidad, el efecto placebo se está convirtiendo en una categoría científica relacionada a efectos no específicos que cubre un campo extenso de fenómenos (el trato del médico, las expectativas del médico y el paciente con respecto al tratamiento, la reputación, los costos, el entorno, etc.). Este efecto es un concepto experimental y científico que no necesariamente se relaciona con sustancias activas, ya se puede observar el efecto placebo cuando se administra un fármaco que no es activo para la condición a tratar. Incluso más interesante es el hecho de que el placebo no se relaciona necesariamente con sustancias no activas o activas: a veces la presencia de mamá puede hacer que la fiebre del niño baje. Es decir, el efecto depende de muchas cosas, como ser el entorno, el individuo, el profesional, etc. (Campagne 2002).

Algunas investigaciones sobre el efecto placebo:

Petrovic y cols. (2002), encontraron un mecanismo neuronal afín entre la analgesia placebo y la analgesia opioide.

Por otro lado, Vase y cols. (2002), realizaron dos metaanálisis sobre pruebas clínicas de analgésicos: en el primero se incluyeron 23 investigaciones que utilizaron solo al placebo como condición de control; en el segundo, se analizaron 14 estudios que investigaban los mecanismos analgésicos del placebo. Ellos encontraron que, en el segundo grupo, la magnitud de los efectos analgésicos del placebo era mayor, comparada con la observada en las investigaciones del primer grupo. Los científicos creen que esto podría explicarse por las diferencias en los niveles esperados de dolor producidos por la sugestión placebo y por el condicionamiento. Sumado a esto, algunos de los estudios sobre los efectos analgésicos del placebo sugirieron que el efecto es mayor cuando se induce por sugestión y condicionamiento combinados, en vez de hacerlo por sugestión o por condicionamiento.

Otro estudio, quiso conocer cómo afectaría el efecto placebo al tratamiento de la cefalea. Contó con 22 participantes que fueron asignados a una de las siguientes condiciones experimentales: i) biofeedback EMG placebo con control interno; ii) biofeedback EMG placebo con control externo; o iii) biofeedback EMG real. Los investigadores observaron que el biofeedback EMG placebo es igual de eficiente que el real cuando se trata de disminuir la frecuencia de las cefaleas (Díaz & Vallejos, 1987).

Un metaanálisis que revisó estudios sobre el efecto placebo y el dolor publicados entre 1967 y 1993, concluyó que dicho efecto tiene una influencia en los resultados de cualquier tratamiento, incluyendo a la cirugía, que el profesional y el paciente crean que es efectivo (Turner y cols., 1994).

Los autores de una investigación que utilizó tomografía por emisión de positrones para estudiar el efecto placebo en pacientes con Parkinson, escriben que encontraron pruebas in vivo de la liberación sustancial de dopamina endógena en el cuerpo estriado de pacientes con Parkinson en respuesta al placebo. Ellos concluyen que sus descubrimientos indican una acción potente de dicho efecto en los pacientes con Parkinson, y que la acción esta mediada por la activación del sistema de vía dopaminérgica nigroestriatal dañada (Fuente-Fernández y cols., 2001).

También se ha observado el efecto placebo en el tratamiento del colon irritable, donde los investigadores concluyen que se pueden conseguir resultados significativos y que la relación profesional-paciente es un componente clave para obtener dichos resultados (Kaptchuk, 2008).

Sin embargo, es importante recordar que el efecto placebo no solo se utiliza para estudiar su capacidad terapéutica, sino que también se incluye en investigaciones sobre pruebas clínicas como base para evaluar si una intervención clínica o determinado fármaco es eficaz o no. Incluso se ha utilizado para conocer cómo responderá una persona a determinado tratamiento para la depresión.

Si querés seguir leyendo sobre el tema, tal vez te interesen los siguientes artículos:

El poder del efecto placebo  
¿Antidepresivos o placebos?

Referencias bibliográficas:

  • Bayes, R. (1984), Análisis del efecto placebo
  • Campagne, D. (2002), La gradación del efecto placebo. Un estudio N=1, doble ciego, con belladona homeopática 30C
  • Díaz, A., Vallejos, M. (1987), Influencia del placebo en el tratamiento de la cefalea
  • Fuente-Fernández, R., Ruth, T., Sossi, V., Schulzer, M., Calne, D. (2001), Expectation and Dopamine Release: Mechanism of the Placebo Effect in Parkinson’s Disease
  • Petrovic, P., Kalso, E., Petersson, K., Ingvar, M. (2002), Placebo and Opioid Analgesia– Imaging a Shared Neuronal Network
  • Ted J Kaptchuk, T., Kelley, J., Conboy, L., Davis, R., Kerr, C., Jacobson, E., Kirsch I., Schyner, R., Hyun Nam, B., Nguyen, L., Park, M., Rivers, A., McManus, C., Kokkotou, E., Drossman, D., Goldman, P., Lembo, A. (2008), Components of placebo effect: randomised controlled trial in patients with irritable bowel syndrome
  • Turner, J., Deyo, R., Loeser, J., Von korff, M., Fordyce, W. (1994), The Importance of Placebo Effects in Pain Treatment and Research
  • Vase, L., Riley, J., Price, D. (2002), A comparison of placebo effects in clinical analgesic trials versus studies of placebo analgesia

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  • Artículos de opinión (Op-ed)

Cuando el trabajo te hace infeliz

  • David Aparicio
  • 04/12/2015

Los psicólogos usualmente tenemos más de un trabajo. Por lo general, trabajamos en un hospital, una empresa o escuela y también tenemos consulta privada. Obtenemos al menos dos beneficios directos de esta situación. Primero, te da la oportunidad de hacerte más conocido, ganar más experiencia y mejorar tu perfil profesional. Entre más personas te conozcan más pacientes y derivaciones tendrás. El segundo beneficio es que te ayudará a tener un mejor salario porque, siendo honestos, la psicología, aunque es una labor muy valiosa,  no es una de las profesiones mejores pagadas.

Durante los últimos dos años trabajé sin cesar creyendo que debía tener más de un trabajo para construir mi carrera profesional, pero durante ese tiempo afecté otras cosas que son más importantes para mi. No pude reconocer mis límites y descuidé mi rendimiento profesional y a mi familia.  Hoy quiero compartir mi experiencia, qué nos dice la ciencia sobre el exceso de trabajo y algunas recomendaciones que me ayudaron a concentrarme en los trabajos que realmente me interesan y disfruto.

Hasta hace unos meses atrás tenía tres trabajos. Trabajaba en la mañana de 7 A.M. a 2 de la tarde, con niños con problemas de conducta en una escuela privada, de ahí salía lo más rápido que podía para evitar los embotellamientos y llegar a tiempo a mi otro trabajo desde las 3:30 hasta las 7:30 P.M. en un consultorio de psicología y psicopedagogía. De allí, partía para luchar con el tráfico y llegar a mi casa alrededor de las 8:30 P.M., para cenar, conversar un poco con mi familia y darle de comer a los perros. Luego, me sentaba y empezaba a preparar los artículos que saldrían al día siguiente en Psyciencia hasta la medianoche. Por último, me acostaba a dormir y me levantaba, casi arrastrándome a las 5:15 A.M. para empezar mi rutina nuevamente. Me estaba volviendo loco.

Trabajaba 14 horas al día, pero lo hacía porque creía que era el esfuerzo que debía realizar para forjar mi futuro profesional y me quedaría rezagado si no lo hacía. Uno siempre escucha que hay que trabajar duro mientras se es joven y se tiene las fuerzas, para así tener un descanso durante la jubilación y eso es lo que veo a mi alrededor. La mayoría de mis amigos y conocidos llevan un estilo de vida similar, trabajan de 10 a 12 horas por día. Como psicólogo, sentía que debía aprovechar todos los trabajos que aparecían y que este era el momento para trabajar y trabajar.

El problema es que el trabajo del psicólogo exige creatividad, escucha activa y empatía. Tenemos que conectar con nuestros pacientes. Y después de ocho horas mi mente divagaba, me perdía en las conversaciones con los pacientes, me distraía al escribir en las historias clínicas y planear las intervenciones que haría al día siguiente.  

Estaba perdiendo el contacto con lo más importante en mi vida, no tenía ganas de conversar, me sentía fundido, estaba irritable y cansado. Mi ritmo de vida era insostenible y llegó el momento en que tuve que recapacitar sobre cuánta energía le estaba dedicando al trabajo, lo que me perdía al estar todo el día fuera de la casa y las cosas importantes que estaba dejando de lado. Quería pasar más tiempo con mi esposa, mi familia y mis amigos. Quería leer más, hacer ejercicio y poder disfrutar del momento sin estar preocupado por la hora y el lugar donde debía estar para cumplir con una reunión o sesión.

Tal vez pienses que me estoy quejando por nada y que así es la vida. O se trabaja mucho o no se trabaja. Pero durante las últimas tres décadas la psicología y las ciencias económicas nos han ofrecido evidencia de los efectos perjudiciales que tiene el exceso de trabajo sobre nuestra salud y bienestar. Permíteme compartir algunos de los estudios.

El exceso de trabajo está destruyendo tu salud

Las investigaciones se han concentrado en evaluar cuáles son los efectos directos e indirectos, sobre la salud, de trabajar más de 48 horas a la semana (9.6 horas, 5 días a la semana) y los resultados son alarmantes.

Bannai y Tamakoshi (2014), realizaron una muy completa revisión epidemiológica de diversos estudios publicados entre 1995 y 2012, sobre los efecto del exceso de trabajo. Ellos encontraron que se vincula con la depresión, la ansiedad, los problemas de sueño y las enfermedades coronarias.

Relacionado con los problemas cardiovasculares, otro meta-análisis de la conocida revista The Lancet,  evaluó los datos de 604.838 individuos y encontró que las personas que trabajan durantes largas jornadas tienen más riesgo de sufrir infartos en comparación con aquellos que trabajan en una jornada normal de 8 horas.

El exceso de trabajo también se relaciona con mayor riesgo de consumir alcohol. Una revisión latinoamericana sugiere además que las personas que trabajan demasiado tienen más riesgo de sufrir de síndrome de burnout y estrés laboral. También se vincula con el desarrollo de enfermedades crónicas, Kivimäki et al (2015), encontró que las personas de nivel socioeconómico bajo, que trabajan largas horas diarias, tienen más riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2.

La Agencia de Salud Pública de Barcelona también estudió cómo nos afecta el exceso de trabajo, pero separó los resultados según el género y encontró datos muy interesantes. Esta investigación observó que los hombres que trabajaban entre 51 y 60 horas por semana tenían peor estado de salud en general, mayor riesgo de hipertensión, menor satisfacción laboral, mayor riesgo de fumar, menos horas de sueño y menos tiempo para hacer actividad física. Por otro lado, en las mujeres, el exceso de trabajo sólo se relacionó con mayor consumo de cigarrillo y menos horas de sueño. Según los autores esto se puede explicar por el rol de proveedor que cumple el hombre en la familia y el hecho de que, en situaciones de necesidad económica, se someten a largas horas de trabajo para traer más dinero al hogar (Artazcoz Dr, et al 2009). Aunque habría que investigar qué sucede con las madres solteras, por ejemplo, que suelen ser las únicas proveedoras del sustento económico de sus familias.

Esos fueron algunos de los cientos de estudios publicados sobre los efectos directos del exceso de trabajo en la salud. Pero también hay otros efectos indirectos. Por ejemplo, trabajar demasiado incrementa el riesgo de accidentes de tránsito, para aquellos que viven lejos de sus trabajos y tienen que conducir después de una larga jornada laboral (Bruce D. Kirkcaldy, et al 1997).

Esta última investigación me sorprendió mucho porque yo tuve una experiencia similar. Me dormí por milésimas de segundo cuando cruzaba el Puente de las Américas Puente emblemático de Panamá y primera ruta sobre el Canal de Panamá, principal recurso económico., cuando regresaba muy cansado a mi casa, después de un largo día de trabajo. Gracias a Dios no choqué y, desde esa ocasión, cuando siento que me duermo, paro en un kiosco o estación de servicio para quitarme el sueño y continuar el viaje.

Reducir las horas de trabajo

productividad paises

Ya tenemos una idea de todo lo que hace el exceso de trabajo a nuestra salud física y mental. La mayoría de las investigaciones que mencioné recomiendan que los gobiernos implementen políticas de horarios flexibles y reduzcan o eviten que las personas trabajen en exceso, pero eso no es suficiente. Necesitamos datos que ofrezcan beneficios directos para la salud sin erosionar la productividad y economía.

Ines Barnelli se ha dedicado a investigar los beneficios de la reducción de las horas de trabajo y sus datos demuestran que las personas que trabajan menos horas tienen más conductas saludables (menos consumo de alcohol y cigarrillo y más ejercicio físico), lo que repercute directamente en el estado de salud global.

Instituciones y grupos económicos alrededor del mundo también han investigado sobre cómo repercute el exceso de trabajo en el desarrollo de los países. Uno de los datos más recientes proviene del grupo OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos), creado en 1961 para estimular el progreso económico de 34 países. Sus datos sugieren que los países que trabajan menos de 2000 horas por año son los más productivos.

La revista The Economist tomó los datos del OCDE y preparó un gráfico que lo explica muy bien y, cómo puedes ver, Alemania y Holanda tienen las economías más fuertes y sus trabajadores tienden a ser más productivos hora por hora. Se perciben menos estresados, se enferman menos y se sienten más identificados con su trabajo.

productividad

Pero cada vez hay más gente repensando la jornada tradicional de trabajo de 8 horas, cinco días a la semana, que fue establecida en 1922 por Henry Ford en sus fábricas de autos y que hoy todos consideramos como normal. Y proponen en su lugar reducir la jornada a sólo 6 horas por día. Hace unos días, la BBC publicó los tres representantes más importantes de la reducción del horario de trabajo y el aumento de productividad y bienestar.

El primer ejemplo viene del gobierno de Suecia. Ellos están llevando a cabo un estudio aleatorio en dos hospitales con 80 enfermeros que empezaron a trabajar, desde febrero, con un horario de 6 horas por día por dos años. El grupo control tendrá el horario habitual de 8 horas. Los autores dicen que es demasiado temprano para sacar conclusiones, pero ya se hace evidente la reducción del absentismo laboral a causa de enfermedad y también se los encuentra menos estresados. Esto se ha traducido en un mejor cuidado de los pacientes, mayor organización e intervenciones más eficaces.

El segundo viene de Toyota, una de las multinacionales más importantes del mundo. Sus autos son reconocidos por su alta calidad y bajo costo. Desde hace 13 años redujeron la jornada a 6 horas de trabajo y reportan que este cambio produjo una disminución de reclamos y quejas de los clientes. Hay menos bajas de los trabajadores y la productividad y beneficios económicos han crecido sin parar.

El tercer ejemplo y el más radical proviene de Carlos Slim, el magnate mexicano y uno de los hombres más ricos del mundo. Según él, la semana laboral debería reducirse a tres día semanales pero con 11 horas de trabajo cada día, porque así tendríamos más tiempo para relajarnos y aumentar la calidad de nuestra vida social. Slim explica que su propuesta no afectaría la economía porque en esos momentos libres, las personas tendrían más necesidades de entretenimiento y consumo. El ya puso en marcha una variante de su plan en su empresa Telmex y algunos de sus trabajadores, que están próximos a la jubilación, sólo trabajan cuatro días a la semana.

Renuncié a mi trabajo

Tres trabajos me consumían catorce horas diarias, lo cual me dejaba con 5 horas para dormir y 5 horas para conducir y moverme en el díaLa ciudad de Panamá es relativamente chica, pero sufre de un terrible tráfico que puede hacerte demorar horas para llegar a un lugar cercano..

Tuve la idea de renunciar a uno de los trabajos dando vueltas en mi cabeza por meses, nunca había renunciado. Me detenía a pensar que no podía con la carga y que era débil. Pero tampoco era feliz viviendo así. Tengo la bendición de contar con el apoyo mi esposa y el consejo de mis padres y amigos que me respaldaron en esta decisión. Al final presenté mi renuncia al trabajo que tenía en la clínica por las tarde y 15 días después quedé libre.

Pude aliviar mi carga sin afectar demasiado nuestros ingresos. Hoy soy más feliz, cuando llego a mi casa dispongo de más tiempo para pasar con Alejandra, saludar a mis padres y abuelas (que viven muy cerca), hacer deporte, leer un poco más (no tanto como me gustaría pero voy en camino), preparar y estudiar planes de intervención, economía de fichas, registros que usaré y eso se ha hecho evidente en la calidad de mi trabajo. Mi productividad también se ve reflejada en Psyciencia, ya que ahora puedo publicar entre uno o dos artículos diarios y mantener un ritmo de publicación de 15 a 20 artículos semanales. Así también nuestra comunidad de Facebook ha crecido más del 30% y los suscriptores por email en un 25%.

Recomendaciones

Para concluir, comparto con ustedes tres recomendaciones que me ayudaron a cambiar mi situación.

  1. Planifica tu economía: Haz un presupuesto mensual de tus ingresos y gastos. Evita caer en compras impulsivas. No te olvides de ahorrar al menos entre el 15 y 20% de tus ingresos, ya que esto te permitirá tener un respaldo por cualquier emergencia; además te ayudará a mantenerte centrado en tus objetivos económicos. Es muy importante que consideres tu situación económica, por ejemplo, yo no tengo deudas importantes, sólo la del auto y eso me dió la libertad económica que necesitaba.
  2. Busca la perspectiva de tus personas significativas: Tu familia, esposa, amigos y colegas, son las personas que mejor te conocen y te pueden ofrecer valiosos puntos de vista y tal vez te compartan experiencias similares, que te ayuden a evaluar mejor tu situación.
  3. Aprende a reconocer tus límites: ¿Cómo me siento con el trabajo? ¿Puedo trabajar eficazmente en dos lugares diferentes? ¿Puedo rendir más de ocho horas?  ¿Soy más productivo en horarios segmentados o corridos? ¿Este trabajo afecta mi relación con mi familia? Son algunas de las preguntas que te pueden ayudar a evaluar si realmente debes aceptar o no otro trabajo.

    He aprendido mucho con esta experiencia y de ahora en adelante lo pensaré mejor antes de aceptar otro trabajo. Todavía no trabajo menos de 8 horas, pero soy feliz y siento que tengo más control de mi tiempo y de mi vida. Para mi, eso es lo importante.

Editoras: Alejandra Alonso y Maria Fernanda

Imagen: Dave Meier (Picography)

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El 90% de las personas ignoró el factor psicológico clave para bajar de peso

  • David Aparicio
  • 03/12/2015

Te miras al espejo, ves esos kilos de más que ganaste durante los últimos meses y te pones como objetivo bajar de peso. Empiezas a comer más saludable y te inscribes en el plan completo de tu gimnasio con la ilusión de que pronto recuperarás tu figura.

Está muy bien proponerte metas saludables. El problema es que estás olvidando un factor clave en el éxito del control de peso: el factor psicológico.

Según una encuesta realizada por el Orlando Health, el 90% de las personas ignora el factor psicológico de los programas para bajar de peso:

  • El 31% de los encuestados creía que la falta de ejercicio es la principal barrera para perder peso.
  • El 26% dijo que el sobrepeso se debe a lo que comes.
  • El 17% dijo que el sobrepeso se debía a lo costoso que era mantenerse sano.
  • El 12% creía que era causado por la falta de tiempo para ejercitarse.
  • Sólo el 10% dijo que el bienestar psicológico es importante para perder peso.

¿Por qué el factor psicológico es tan importante para bajar de peso?

Los humanos desarrollamos una poderosa relación emocional con la comida que va más allá de la simple satisfacción del hambre. La comida nos da placer, nos hace felices, nos genera recuerdos que nos transportan en el tiempo.

Según las investigaciones, el sobrepeso no se debe a la falta de ejercicio, sino al excesivo consumo de azúcares y carbohidratos. Al ignorar el factor psicológico de la conducta alimenticia, dejamos de lado las causas emocionales y condicionantes, que propician que comamos en exceso. Esto explica por qué las personas logran bajar de peso con dietas y ejercicios por unos meses, pero lo recuperan muy rápido. Sólo se concentran en los factores físicos de bajar de peso, como la dieta y ejercicio, pero ignoran las causas psicológicas.

¿Qué podemos hacer para tomar conciencia sobre los factores psicológicos del sobrepeso?

La Dra. Diane Robinson, es neuropsicóloga del Orlando Health, y se ha dedicado a estudiar las conductas involucradas en el sobrepeso. Ella nos ofrece algunas recomendaciones para ayudarnos a entender la conexión psicológica con la comida:

  • Mantén un diario de la comida y el estado de ánimo. Evalúa los patrones emocionales que emergen cuando comes. Por ejemplo, ¿existe vínculo entre una comida particular y un estado anímico particular?
  • Encuentras que hay un tipo de comida específico que te hace sentir bien, evoca algún tipo de recuerdo o te diste cuenta que comes un tipo de comida específico cuando estás estresado.
  • Antes de comer, piensa: necesito comer esto porque tengo hambre o es algo más (estrés, por ejemplo). Si es estrés, entonces no deberías comerlo.

El sobrepeso es un problema muy complicado y multifactorial que no debe depender sólo de los tratamientos más evidentes. Es necesario que tomemos un momento para evaluar la conducta alimentaria o buscar la asesoría de psicólogos especializados en el control de peso.

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Fuente: ScienceDaily

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