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Publicaciones por mes

mayo 2018

36 Publicaciones
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Nuestro peor arrepentimiento

  • 31/05/2018
  • Maria Fernanda Alonso

Antes de comentarte el contenido de estas investigaciones, te propongo un ejercicio: pensá por unos minutos cuáles son tus mayores arrepentimientos respecto de tu vida hasta ahora. Hacé una lista (aunque sea mental), y procurá asignarles un orden de importancia.

En investigaciones publicadas en los ‘90, psicólogos le pidieron a personas que hicieran una lista con sus mayores arrepentimientos en la vida y encontraron que tendían a mencionar cosas que no habían hecho, más que cosas que habían hecho. Ahora, uno de los psicólogos de aquella investigación seminal, Thomas Gilovich de la Universidad Cornell junto con su colega Shai Davidai de The New School for Social Research, han analizado el contenido de los arrepentimientos de la gente, en lugar de cómo se llevaron a cabo (por acción o inacción). A través de seis estudios, el par presenta nueva evidencia, publicada en Emotion, de que los arrepentimientos que más perduran en nosotros tienen que ver con no vivir de acuerdo a nuestro “yo ideal” (esto es, no llegar a ser las personas que queríamos ser), en oposición a no vivir de acuerdo con nuestro “deber ser” (la persona que deberíamos haber sido basados en nuestras obligaciones y responsabilidades).  

Los investigadores encuestaron a cientos de participantes, incluidos estudiantes, pero mayormente miembros del público reclutados en el sitio web de encuestas de Amazon. En la mayor parte del estudio, los investigadores empezaron diciendo a los participantes la diferencia entre el arrepentimiento que concierne al “yo ideal” (no alcanzar las metas que se pusieron para sí mismos, sus sueños y ambiciones) y “el deber ser” (no alcanzar las normas y reglas que tenían para sí mismos o no cumplir con sus obligaciones con otros), antes de pedirles que hicieran una lista, nombren y categoricen sus arrepentimientos.

A lo largo de los distintos estudios, los participantes dijeron que experimentaron arrepentimientos concernientes a su yo ideal más a menudo (72 % vs 28 %); mencionaron más arrepentimientos del yo ideal que del deber ser cuando se les pidió que hicieran una lista con sus arrepentimientos respecto de sus vidas hasta el momento (57 % vs 43 %); y cuando se les pidió que nombren su mayor arrepentimiento en la vida, los participantes fueron más propensos a mencionar uno relativo a no alcanzar su yo ideal (76 % vs 24 % que mencionaron un arrepentimiento del deber ser).

Gilovich and Davidai luego pusieron a prueba su creencia de que la razón clave por la que los arrepentimientos del yo ideal son más duraderos es que somos menos propensos a tomar acciones prácticas y psicológicas en el momento de reparar aquel arrepentimiento, comparado con los arrepentimientos del deber ser.

Por ejemplo, cuando se le presentó a los participantes arrepentimientos hipotéticos del yo ideal (como abandonar sueños o intereses románticos no perseguidos) y arrepentimientos hipotético del deber ser (como no visitar a un familiar moribundo o indefinidamente), dijeron que una persona típica era más propensa a tomar acción psicológica y práctica para reparar el arrepentimiento del deber ser, como encontrar un lado positivo o hacer algo para calmar el arrepentimiento, que para reparar un arrepentimiento del yo ideal.

En un estudio de seguimiento, los participantes describieron arrepentimientos reales que tenían, ya sea relacionados al yo ideal o al deber ser, y dijeron cómo les hicieron frente. Aquellos a quienes se les pidió que describieran arrepentimientos del deber ser se calificaron como haber sido más urgentes y dijeron que habían tomado más pasos para hacerles frente, incluyendo cambio de comportamiento, rectificar la situación o deshacerla completamente. Finalmente, los investigadores cambiaron las cosas y pidieron a 157 participantes más que recordaran un arrepentimiento resuelto o uno no resuelto (“asunto pendiente”). Encontraron que aquellos a quienes se les pidió que escribieran sobre lo primero eran más propensos a describir un arrepentimiento del yo ideal.

Gilovich and Davidai no sostienen que la única razón por la que los arrepentimientos del yo ideal son más duraderos es porque somos menos propensos a atenderlos y resolverlos, pero consideran que este es un factor clave en cuanto a por qué son generalmente más molestos y vienen más fácilmente a la mente. Otras posibles razones (no puestas a prueba en la presente investigación) son que el “yo ideal” es simplemente menos asequible que el “deber ser”, más abstracto, y menos dependiente del contexto, haciendo que los arrepentimientos relacionados con ellos se activen con más frecuencia.

Los nuevos resultados están respaldados por las cuentas anecdóticas de pacientes cercanos al final de sus vidas, descritas en un libro escrito por la enfermera de cuidados paliativos Bronnie Ware en 2013: “Cuando las personas se dan cuenta de que sus vidas están acabando y la ven claramente en retrospectiva, es fácil ver cuántos sueños se han ido sin ser cumplidos,” escribió. “La mayoría de las personas no han honrado ni la mitad de sus sueños y deben morir sabiendo que fue a causa de opciones que tomaron, o no tomaron.”

A la hora de hacer reflexiones prácticas respecto de estos hallazgos, Gilovich and Davidai nos urgen a que seamos cautelosos, y sugieren que la forma más aconsejable de vivir dependerá de cuánto peso le pongamos al deber ser y al yo ideal.

Referencia del estudio: Davidai, S., & Gilovich, T. (2018). The ideal road not taken: The self-discrepancies involved in people’s most enduring regrets. Emotion, 18(3), 439-452. http://dx.doi.org/10.1037/emo0000326

Fuente: The British Psychological Society

 

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Dr. Fone, la aplicación que necesitas para liberar espacio en tu iPhone

  • 31/05/2018
  • David Aparicio

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5 – Seleccionamos los archivos que quedemos borrar y hacemos click en borrar el dispositivo. Unos minutos después habremos recuperado todo el espacio que necesitamos.

Dr. Fone incluye otras opciones dignas de mencionar como: respaldo y restauración; copia de un teléfono a otro; transferencia de datos a la computadora y desbloqueo de pantalla.

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Sin categoría

Clases al aire libre mejoran la atención y compromiso del estudiante

  • 30/05/2018
  • Alejandra Alonso

Un novedoso estudio encontró que, al contrario de lo que se podría pensar, los niños prestan más atención a sus clases y están más comprometidos en ellas luego de haber tenido una clase al aire libre. La investigación fue publicada en Frontiers in Psychology y dirigida por Ming Kuo.

Estudios anteriores han encontrado que los alumnos retienen más las lecciones de matemáticas, biología (Fägerstam & Blom, 2012), artes del lenguaje, estudios sociales y ciencias (Lieberman & Hoddy, 1998) si son impartidas al aire libre. Sumado a esto, la exposición a la naturaleza viene de la mano con beneficios tales como: actividad física, alivio del estrés y renovación de la atención (Kuo, 2015; Chawla, 2015), además de generar en los niños conductas proambiente (Monroe, 2003).

Dados estos importantes beneficios, los autores estaban interesados en conocer si las clases al aire libre perjudicaban o no el compromiso y atención del alumno en el salón. Según ellos, ningún estudio se ha enfocado directamente en este tema, solo se han encontrado resultados indirectos que sugieren que no perjudica la atención, sino todo lo contrario.

Los estudios que han encontrado indirectamente beneficios de las clases al aire libre, se han enfocado en los recreos y actividades físicas; es decir que difieren de las clases en el salón en dos aspectos: escenario y enfoque pedagógico. La diferencia con el enfoque de ésta investigación es que se dieron lecciones formales al aire libre y en un salón de clases y se hicieron las respectivas comparaciones. Es decir que el escenario era diferente, pero no el enfoque pedagógico.

Cómo se realizó la investigación

Se contó con una muestra de 300 estudiantes que asistían a una escuela imán ambiental de Estados Unidos, predominantemente de bajos recursos: 87% calificaban para recibir almuerzo gratis o más barato, 82% eran afroamericanos, 7% hispanos, 5% blancos y 6% multirraciales.

Los escenarios fueron dos salones de clases normales, con ventanas y un área verde afuera de la escuela. Las observaciones siempre se hacían adentro, en el salón común.

Las maestras tenían mucha experiencia y certificaciones en educación primaria, maestría en educación y entrenamiento en educación al aire libre y ambiental.

Los estudiantes estaban en tercer grado y sus edades oscilaban entre los 9 y 10 años.

Se contó la cantidad de veces que la maestra tenía que redirigir la atención de los alumnos hacia la lección. También se le pidió a un observador objetivo que viera fotos de las clases durante el período de observación y puntuara el nivel de compromiso de la clase, sin saber si se habían tomado las fotos luego de una clase al aire libre o en el interior de un salón.

Resultados

El compromiso con las clases se vio significativamente mejorado luego de haber recibido lecciones al aire libre, comparados con la otra condición que consistía en recibir clases luego de haber participado de una lección en un salón normal.

Los beneficios se mantuvieron para cuatro de las cinco medidas sobre compromiso en clase: calificaciones, redirección de la atención, calificaciones independientes, basadas en fotos. La única que no mostró mejoras fue la de calificaciones de los alumnos. Los beneficios se mantuvieron con diferentes maestras, tanto al principio del estudio como al final de las 5 semanas.

El número de veces que la maestra tenía que redirigir la atención de los estudiantes se reducía a la mitad luego de una clase al aire libre.

Los investigadores quieren estudiar ahora si la técnica funcionaría en otras escuelas y con docentes con menos experiencia.

Paper: Kuo, M., Browning, M. & Penner, M. (2018) Do lessons in nature boost subsequent classroom engagement? refueling students in flight https://doi.org/10.3389/fpsyg.2017.02253
Fuente: Psychcentral

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  • Salud Mental y Tratamientos

Cómo lograr que los niños ansiosos, y sus padres, acepten la terapia de exposición

  • 30/05/2018
  • Equipo de Redacción

Tips para psicoterapeutas, es una sección con recomendaciones breves para ayudar a terapeutas que enfrentan dificultades en la consulta o se encuentran estancados en algún proceso del tratamiento. Puedes leer todos los artículos aquí.

Sabemos que la terapia de exposición es el estándar de oro para tratar desórdenes de ansiedad en niños. Desafortunadamente, la naturaleza de la ansiedad misma lleva a niños y padres ansiosos a hacer lo opuesto a la exposición. ¿Por qué motivo un niño con ansiedad severa de separación, por ejemplo, se expondría voluntariamente a una exposición en la que esté de acuerdo con estar en la casa con un padre, pero sin saber en qué parte de la casa está ese padre —sin recurrir a comportamientos de seguridad como llamarlo, estar atento para escuchar pasos o voces— por cinco minutos?

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Tú inteligencia no es estática y el ambiente puede modificarla

  • 29/05/2018
  • Alejandra Alonso
“La inteligencia puede ser extremadamente heredable, pero también maleable”, escriben los autores de una nueva revisión que resalta el papel del ambiente en la modificación del CI en niños pequeños. La investigación fue publicada en el journal Psychological Bulletin y titulada “La paradoja de la inteligencia: La heredabilidad y la maleabilidad coexisten en interjuego gen-ambiente.” Los investigadores dicen que los descubrimientos tienen implicaciones en la forma de educar a los niños, ya que es posible incrementar su CI heredado. “Las influencias genéticas no dirigen el show, tampoco lo hacen los efectos del ambiente. Es la interacción genética-ambiental la que dirige el circo. Educamos a los niños de la manera difícil en este país. Vamos a secundarias empobrecidas y tratamos de remediarlo, lo que es algo bueno. Pero generalmente es muy tarde; el momento de acercarnos a esos niños es cuando comienzan la escuela, mientras su inteligencia es más maleable”, comenta el Dr. Louis Matzel, profesor de psicología en la escuela de Ciencias y Arte de la Universidad Rutgers, en New Brunswick. La investigación se basa en una revisión integrativa de estudios recientes sobre la naturaleza de la inteligencia humana. Los científicos midieron la heredabilidad de rasgos en una escala de 0.0 a 1.0. Por ejemplo, el color de los ojos tiene una heredabilidad del .99, significando que es altamente genética. La inteligencia suele ubicarse en .8, según los investigadores. Pero aunque el CI es altamente heredable, Matzel y colaboradores creen que la gente suele subestimar el rol del ambiente. Es importante notar que la heredabilidad del CI puede ser tan baja como .3 en niños pequeños, lo que deja un espacio grande para realizar cambios. Pero los sistemas educativos suelen ignorar esta oportunidad concentrándose en incrementar conocimientos de rutina a expensas del pensamiento crítico. Los programas de intervención suelen fallar en obtener cambios perdurables en el ambiente de los niños. Un ejemplo de esto es “Head Start” un programa federal que provee a niño de familias de bajos ingresos educación temprana exhaustiva, nutrición y servicios para involucrar a los padres. Según Matzel, el CI de los niños en dicho programa tiende a incrementarse significativamente mientras son parte de la intervención, pero suele retroceder cuando se van (una crítica común al programa). El autor cree que esto se debe a que la estimulación y motivación recibidas en Head Start se pierde cuando el niño regresa a su ambiente restrictivo. Otro ejemplo es el de gemelos separados al nacer. Si su CI es casi idéntico, y tienen oportunidades similares en la vida, su inteligencia también será similar en la adultez. Sin embargo, si uno es privado de oportunidades, sus habilidades cognitivas serán diferentes, según Matzel.Paper: Sauce, B., & Matzel, L. D. (2018). The paradox of intelligence: Heritability and malleability coexist in hidden gene-environment interplay. Psychological Bulletin, 144(1), 26-47. http://dx.doi.org/10.1037/bul0000131Fuente: Psychcentral
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cuanta más testosterona más narcisismo y corrupción en personas con poder, según estudio

  • 28/05/2018
  • Maria Fernanda Alonso

Margaret Thatcher, Napoleón Bonaparte, Churchill, Bolívar, Ernesto “Che” Guevara, Lenin, Gandhi, Mandela, han sido grandes líderes de la historia, compartamos o no sus filosofías y praxis. Algunos fueron considerados más justos que otros. Algunos lideraron buscando lo mejor para los demás, otros buscando lo mejor para sí mismos.

Pero, ¿qué hace que un líder abuse del poder que tiene encomendado?

Una nueva investigación sugiere que las personas con niveles más altos de testosterona podrían estar más inclinados a abusar de su poder. El estudio, publicado en Journal of Experimental Psychology: General, encontró que la testosterona alta estaba asociada a un sentimiento de prerrogativa y a una voluntad de explotar a los demás.

Este estudio contó con 206 hombres y mujeres, y encontró que aquellos con niveles más altos de testosterona para su género tendían a ser más narcisistas y corruptos cuando eran puestos en posiciones de poder.

Los investigadores asignaron al azar a los participantes en dos condiciones separadas. En una condición, se les dijo que serían los “jefes” en un grupo de tareas. En la condición de control, se les dijo que todos los miembros del grupo tendrían igual control sobre la tarea.

Las personas con mayores niveles de testosterona en la condición de jefes fueron más propensas a estar de acuerdo con declaraciones como “Insisto en recibir el respeto que se me es debido” y “No hay nada de malo con tomar ocasionalmente el crédito para uno mismo por las ideas de tus subordinados.” Pero esto no sucedía con quienes tenían la testosterona más baja.

“La buena noticia es que las personas con testosterona baja e incluso con testosterona promedio no se convirtieron en narcisistas cuando ganaron poder social, y fueron cerca del 85% de nuestra muestra. Por lo que el poder social tiene los peores efectos cuando llega a las manos de aquellos que lo quieren más y son los más propensos a conseguirlo,” explicó Nicole Lisette Mead, autora del estudio, de la Universidad de Melbourne.

Este estudio, como todos, tuvo ciertas limitaciones. La autora señala en primer lugar que no saben por qué las personas con testosterona alta muestran un incremento en explotación y prerrogativa cuando se los dota con poder. Basada en sus investigaciones anteriores, sospecha que podría ser porque los sentimientos de explotación y prerrogativa los ayudan a conserver una brecha de poder entre ellos y los demás. Es decir, los ayuda a proteger su poder.

Como puede ser difícil lidiar con líderes que son narcisistas, Mead presentó algunas sugerencias:

1) Enfocá al líder en la competición con otros grupos. De este modo no estará tan concentrado en competir con vos, sino que se enfocará en alinear a la tropa para vencer a la competencia.

2) A menudo los narcisistas no toman la perspectiva de los demás, pero podés llevar al líder narcisista a considerar “qué pensaría la otra persona.” Realmente les importa ser adorados, por lo que esto podría ayudarles a ver dónde pueden ser dañinas sus acciones a largo plazo.

3) La unión hace la fuerza. Puede que vos solo no logres encausar al líder narcisista, pero con el suficiente apoyo de otros que estén en una situación similar podés ganar ventaja. El poder es social; si los líderes no tienen seguidores, no tienen poder.

Referencia del estudio:

Nicole L. Mead, Roy F. Baumeister, Anika Stuppy, and Kathleen D. Vohs. “Power Increases the Socially Toxic Component of Narcissism Among Individuals With High Baseline Testosterone.”

Fuente: Psypost

  • Salud Mental y Tratamientos

Por qué los consumidores de drogas prefieren heroína en casa pero cocaína cuando están fuera

  • 28/05/2018
  • Maria Fernanda Alonso

Una investigación reciente encontró que el ambiente en que se consumen drogas influye en la elección de la droga a consumir (heroína o cocaína). Los hallazgos demuestran por primera vez que el entorno del consumo es un factor importante en cuanto a cómo procesa la experiencia el cerebro, y podría tener implicancias considerables para el tratamiento de adicción a las drogas.

Los investigadores reclutaron personas adictas tanto a la cocaína como a la heroína, quienes recibieron tratamiento en un centro médico en Roma. Aquellos pusieron a prueba la “hipótesis del desajuste”: consumir heroína (que induce a un estado sedativo) mientras se está en un contexto estimulante, como un club, y consumir cocaína (que es un estimulante) en un contexto privado, crea un estado emocional que no concuerda con el entorno. Este desajuste evita que la droga se sienta placentera.

Los neurocientíficos pidieron al primer grupo de 53 personas que recordaran un episodio típico de droga y que indicaran cuán excitante y placentera fue su experiencia con cada una (heroína o cocaína) en dos escenarios diferentes (en casa y fuera de casa). Con una guía, el segundo grupo de 20 personas imaginó usar las drogas en cada escenario mientras sus actividades cerebrales fueron medidas con imágenes de resonancia magnética funcional.

Este estudio, publicado en el  Journal of Neuroscience, fue conducido por la Dra. Silvana De Pirro y el Profesor Aldo Badiani del Centro Sussex de Investigación e Intervención de la Adicción (SARIC, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Sussex, en colaboración con colegas de la Universidad de Roma La Sapienza (Italia).

Los resultados mostraron:

  • Nueve de diez (89.1%) de los usuarios de drogas reportaron una experiencia placentera cuando usaron heroína en casa.
  • Cuatro de diez (39.1%) de los usuarios de drogas reportaron un estado positivo al tomar heroína fuera de casa.
  • Un poco más de un cuarto (26.9%) de los usuarios de drogas reportaron un estado positivo al consumir cocaína en casa.
  • La mitad (50%) de los usuarios de drogas reportaron un estado placentero o mixto (17.3%) cuando usaron cocaína fuera de casa.

Las respuestas emocionales y neuronales a las drogas adictivas cambian en función tanto de la sustancia como del contexto de su uso

Los escaneos cerebrales mostraron que, durante la imaginación del consumo de drogas, los mismos escenarios produjeron respuestas neuronales opuestas para cada una de las drogas en las regiones del cerebro involucradas en el procesamiento de la recompensa y el contexto: corteza prefrontal, caudado y cerebelo. Los investigadores concluyeron que las respuestas emocionales y neuronales a las drogas adictivas cambian en función tanto de la sustancia como del contexto de su uso. Esperan que estos hallazgos puedan conducir a tratamientos más efectivos y a menos recaídas.

La Dra De Pirro dijo: “Los hallazgos relacionados al cerebelo son particularmente interesantes porque esa parte del cerebro nos ayuda a entender el contexto de nuestras experiencias emocionales, por lo que podría explicar por qué los efectos de las drogas consumidas varían según el contexto.”

El Profesor Badiani, Director de SARIC en la Universidad de Sussex, dijo: “estos hallazgos desafían la visión clásica de que todas las drogas producen cambios idénticos en las regiones de recompensa del cerebro y que son adictivas por su habilidad de inducir un estado extremadamente placentero. Este estudio muestra que la sola provisión de metadona no es suficiente para tratar la adicción a la heroína. Los tratamientos también deberían abordar factores sociales y ambientales importantes. Por ejemplo, intervenciones basadas en la evidencia como la terapia cognitivo conductual e ‘intervenciones ecológicas momentáneas’ (como aplicaciones en smartphones a las que las personas pueden acceder en cualquier lugar y momento en sus vidas reales cuando sienten la necesidad de abusar de drogas) deberían ser una parte crítica del proceso de tratamiento.”

Referencia del estudio:

Silvana De Pirro, Gaspare Galati, Luigi Pizzamiglio, Aldo Badiani. The affective and neural correlates of heroin vs. cocaine use in addiction are influenced by environmental setting but in opposite directions. The Journal of Neuroscience, 2018; 0019-18 DOI: 10.1523/JNEUROSCI.0019-18.2018

Fuente:Science Daily

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Curso inicial de oratoria y hablar en público con eficacia

  • 26/05/2018
  • David Aparicio

En este curso de oratoria realizamos un recorrido sobre la comunicación en público a fin de que el alumnado participante sea capaz de mejorar sus competencias comunicativas y pueda vencer sus miedos escénicos. Para ello se explican técnicas y consejos que pueden ayudarnos a mejorar nuestra capacidad comunicativa de cara a terceros.

Lo hacemos aportando nociones básicas de comunicación verbal, paraverbal y lenguaje no verbal. Junto a ellas, se aportan recomendaciones para aprender a estructurar y organizar un discurso así como elementos contextuales que están presentes en toda exposición oral, como los nervios, ensayos y presentaciones ppt.

Ciertamente, a lo largo de nuestra vida hemos de enfrentarnos al reto de habla en público en numerosas ocasiones (una exposición en clase, la defensa de una tesis, un discurso, un examen oral, una entrevista de trabajo, impartir una charla sobre nuestra especialidad…etc.). En esos momentos afloran nuestras inseguridades y el pánico escénico. Mediante el presente curso pretendemos ayudar a mejorar esta competencia personal y profesional de la oratoria desde un nivel inicial, fácilmente comprensible y adaptable a la esencia de cada persona.

Es tu momento… ¡da el paso y conviértete en un mejor orador/a!

¡Adelante!

¿A quién está dirigido?

  • Cualquier persona que desee mejorar sus habilidades comunicativas
  • Cualquier persona que desee adquirir o ampliar sus conocimientos de oratoria
  • Cualquier persona que quiera despojarse de los miedos e inseguridades al hablar en público

¿Qué incluye?

  • 2 horas de vídeo bajo demanda
  • 3 artículos
  • 18 recursos suplementarios
  • Acceso de por vida
  • Acceso en dispositivos móviles y TV
  • Certificado de finalización

El curso tiene un descuento promocional de 9.99 dólares (precio original 24.99), pero apresúrate porque esta promoción termina en dos días.

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La accidentada historia de la depresión y la serotonina

  • 22/05/2018
  • Pablo Malo Ocejo
Entre las críticas que reciben los antidepresivos hay una que hace referencia a la hipótesis serotoninérgica (o monoaminérgica, en general). El argumento es más o menos que la hipótesis serotoninérgica de la depresión no tiene suficiente base científica y que, por lo tanto, el empleo de antidepresivos no está justificado. De entrada, es cierto que no sabemos cuál es el mecanismo de acción de los antidepresivos y que el mecanismo del que más se habla —que la depresión está relacionada con una deficiencia funcional de neurotransmisores— no tiene una evidencia que lo confirme. Pero vamos a revisar brevemente la historia de los antidepresivos para entender por qué no hay una relación directa entre la hipótesis serotoninérgica y la utilización de los antidepresivos.

Los antidepresivos se descubrieron por un mecanismo que se llama serendipia, que consiste en que encuentras una cosa cuando vas buscando otra. Así es como se han descubierto miles de cosas en medicina y en ciencia, desde la penicilina al Viagra. Todos los psicofármacos se descubrieron de esta manera, por casualidad, por serendipia. El primer antidepresivo que se identificó fue la iproniacida. En el año 1952 se observó que producía un efecto estimulante en los enfermos en los que se usaba entonces, que no eran enfermos psiquiátricos sino pacientes tuberculosos. A raíz de eso se probó en pacientes deprimidos y en 1957 fue comunicada su eficacia como antidepresivo por Crane y en 1958 por Nathan Kline. Surgió así un grupo de antidepresivos que se llama inhibidores de la monoaminooxidasa o IMAOs.

El otro grupo clásico de antidepresivos es el de los tricíclicos cuyo primer representante fue la imipramina. La imipramina fue descubierta por Roland Kuhn, investigador que iba buscando un antipsicótico. La imipramina tiene una estructura química similar a la clorpromazina, el primer antipsicótico descubierto y Kuhn estaba investigando su utilidad como antipsicótico para el laboratorio Geigy cuando observó su efecto antidepresivo en algunos pacientes psicóticos con depresión. Sin embargo, Geigy no tenía ningún interés en comercializar antidepresivos por la sencilla razón de que no había un mercado para ellos y, aunque se comercializó en Europa en 1958, no le hacía mucho caso. En los años 50 del siglo pasado se estimaba la prevalencia de la depresión en un 0,5% mientras que en los años 90 ya se hablaba de un 10% e incluso algunos dicen que el 25% de la población presenta síntomas depresivos.

El término antidepresivo fue acuñado por Max Lurie en 1952 pero no se empezó a usar hasta mediados de los años 60. El diccionario Webster de 1966 no lo recoge todavía. A la imipramina se la denominó timoléptico y a la iproniazida energizante psíquico. Al principio, nadie tenía el concepto de que pudiera existir un grupo de fármacos “antidepresivos” y el mérito de Kuhn (con formación psicodinámica) tiene que ver con haber seguido esa línea de investigación a pesar de que en la época ni los psiquiatras ni los psicoanalistas se habían centrado en la depresión porque pensaban que era rara, comparada con los trastornos de ansiedad. El gran boom de la depresión llegaría en los años 80 en relación a la comercialización del Prozac, luego hablaremos de ello. Es curioso que un accionista de Geigy, Robert Boehringer, le pidió a Kuhn tabletas de imipramina para tratar a su mujer que padecía una depresión y el fármaco resultó muy eficaz. Tras esa experiencia personal, Boehringer presionó a Geigy para que promocionara con más ahínco la imipramina.

El caso es que a primeros de los años 60 se habían comercializado siete IMAOs y dos tricíclicos y nadie tenía ni la más remota idea de su mecanismos de acción; creo que queda claro que la utilización de antidepresivos no tuvo nada que ver con ninguna hipótesis serotoninérgica sino con observaciones clínicas. Las primeras hipótesis sobre el mecanismos de acción de los antidepresivos se lanzan en 1965, principalmente por Schildkraut en un artículo en el American Journal of Psychiatry, donde propone que la depresión se debe a un déficit relativo en catecolaminas y en especial de la noradrenalina. Es decir, que la primera hipótesis que se publica no tiene que ver con la serotonina sino con la adrenalina. Esto en parte se debió a que desde décadas antes se había considerado a la catecolamina noradrenalina como una hormona relacionada con el estrés. Canon en 1929 ya identificó a la noradrenalina y a la adrenalina como como un factor clave para movilizar la respuesta de “lucha-huida” frente a los estímulos amenazantes.

Una observación en la que se basó Schildkraut para proponer su hipótesis fue en el efecto de la reserpina. La reserpina se había observado que producía una sedación o “depresión” en animales y se comprobó que vaciaba el cerebro de catecolaminas. También se observó que esa sedación se podía revertir si se administraba DOPA o IMAOs o tricíclicos. Hay que decir que todas esta observaciones se discutieron posteriormente e incluso hay un estudio de 1955 que demuestra que la reserpina es antidepresivo, pero en aquella época era lo que se pensaba.

Ninguno de los investigadores serios presentaron estas hipótesis como verdades científicas irrebatibles sino como lo que eran, hipótesis que podían mover a una mayor investigación y a aumentar nuestros conocimientos de la neurotransmisión y bioquímica cerebral

Fue en 1967 cuando por primera vez Coppen implica a la serotonina en la depresión en el British Journal of Psychiatry surge la hipótesis serotoninérgica (entre otras razones porque había observado que añadir triptófano —precursor de la serotonina— a un IMAO aumentaba su efecto antidepresivo). La serotonina es una indolamina y la noradrenalina una catecolamina, como hemos dicho, pero tanto unas como otras son monoaminas, es por eso que ambas hipótesis se pueden unificar bajo el nombre de hipótesis monoaminérgica de la depresión. En las dos décadas siguientes se produce una división entre los investigadores americanos y los británicos formándose dos bandos. Los americanos se dedican a la noradrenalina y los británicos a la serotonina, pero la corriente mayoritaria es la que implica a la noradrenalina. Los americanos decían, por ejemplo, que los antidepresivos tricíclicos bloquean más el efecto de noradrenalina que el de serotonina y que el papel de la serotonina era secundario. Pero el otro bando respondía con los estudios de los rusos Lapin y Oxenkrug que decían que todos los antidepresivos, incluyendo la terapia electroconvulsiva, aumentaban la disponibilidad de serotinina en el cerebro.

Pero hay que decir que ninguno de los investigadores serios presentaron estas hipótesis como verdades científicas irrebatibles sino como lo que eran, hipótesis que podían mover a una mayor investigación y a aumentar nuestros conocimientos de la neurotransmisión y bioquímica cerebral. El mismo Schildkraut en su artículo de 1965 dice que la hipótesis de las catecolaminas es “sin duda, en el mejor de los casos, una sobresimplificación de un estado biológico muy complejo”. Y todo el mundo, tanto investigadores como psiquiatras, eran conscientes de las limitaciones y de las incongruencias de estas hipótesis que no explicaban muchas cosas. Voy a señalar algunas de estas cosas que no explica:

  • La inducción bioquímica de los efectos sobre los neurotransmisores en las sinapsis es inmediata pero el efecto antidepresivo es tardío (semanas).
  • No hay relación directa entre la potencia de acción sobre el neurotransmisor y la eficacia clínica del producto
  • Moléculas muy inhibidoras de la recaptación de aminas (como la cocaína) no son antidepresivas.
  • La disminución de metabolismos de la serotonina en líquido cefalorraquídeo tras el uso de tricíclicos no se correlaciona con la respuesta clínica.
  • Y lo más importante: que no se ha demostrado alteraciones de los neurotransmisores en los pacientes depresivos de una manera concluyente (tal vez exceptuando la asociación entre baja serotonina y suicidio).

Un papel muy diferente es el que ha jugado la industria farmacéutica en relación con la hipótesis monoaminérgica

Un papel muy diferente es el que ha jugado la industria farmacéutica en relación con la hipótesis monoaminérgica. Por un lado, ha sido una herramienta y una hipótesis que ha guiado el desarrollo de nuevos fármacos y se han buscado fármacos que actuaran sobre determinados neurotransmisores como guía para dar con antidepresivos. Pero, por otro lado, la han utilizado como herramienta de marketing, generando todo una neurociencia-ficción simplista para darle un lustre científico a sus productos y la han presentado como más basada en la evidencia científica de lo que realmente era. El Prozac se comercializa en 1987 y los 90 es la época en la que se produce un boom en el uso de antidepresivos y en el aumento de la prevalencia de la depresión, fenómenos ambos que están ligados como vamos a ver. Sería largo entrar en ello pero voy a dar algunas claves pero recomiendo a los interesado el libro Let Them Eat Prozac, de David Healy.

Una de las razones del giro de la industria de los ansiolíticos a los antidepresivos fue el descubrimiento de los problemas de adicción con las benzodiacepinas. Los Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina (ISRS; el más famoso el Prozac) podrían haberse comercializado como ansiolíticos o como antidepresivos. De hecho, tras su comercialización, los ISRS han ido consiguiendo indicación para varios trastornos de ansiedad: Trastorno Obsesivo-Compulsivo, Ataques de pánico, Fobia Social… Según Healy, el ambiente generado por la adicción a benzodiacepinas inclinó a Lilly a desarrollarlo como antidepresivo. Por ejemplo en Japón donde no hubo ese problema con el uso de benzodiacepinas, en el año 2000 no se había comercializado ningún ISRS y el mercado de las benzodiacepinas y ansiolíticos seguía siendo fuerte.

El boom en los últimos años de la hipótesis serotoninérgica está muy ligado a la industria farmacéutica y a estrategias de marketing

Pero la industria farmacéutica no se dedicó sólo a vender antidepresivos sino que principalmente se dedicó a vender depresión, lo cual es un principio básico del marketing: el buen vendedor no vende agua, vende sed (hemos visto múltiples ejemplos de esta técnica, por ejemplo la de vender gripe aviar para vender tamiflú). A ello colaboraron los cambios en los criterios diagnósticos de la depresión en el DSM-III que amplió el concepto de depresión al introducir la depresión mayor. Como hemos comentado antes, en los años 50 las depresiones principales eran las melancolías, depresiones graves psicóticas -las cuales solían requerir ingreso— y no el fenómeno actual de las depresiones ambulatorias. Se produce entonces un fenómeno que se llama “disease mongering” o promoción de enfermedades; si yo promuevo la depresión, o el trastorno de pánico, o la fobia social, o el trastorno bipolar en realidad estoy vendiendo mis fármacos, si promuevo la enfermedad el remedio se vende solo. Así que el boom en los últimos años de la hipótesis serotoninérgica está muy ligado a la industria farmacéutica y a estrategias de marketing.

Todo esto es muy conocido y se critica mucho así que no me voy a extender más. Pero para acabar el artículo sí quiero referirme a un cambio legal que ha permitido que la industria farmacéutica pueda hacer estas cosas que comentamos (como la promoción de enfermedades), una modificación legislativa que cambió la asistencia sanitaria de una manera radical y que muy poca gente conoce y, por lo tanto, algo de lo que no se suele hablar. Me refiero a la enmienda Kefauver-Harris de 1962 a la ley federal de alimentos y medicamentos de 1938, que fue una consecuencia de la crisis de la talidomida. Súbitamente, se comprendió entonces que los fármacos podían ser peligrosos y por ello entró en vigor la enmienda de 1962, la cual cambió por completo el desarrollo y la comercialización de fármacos. Esta enmienda provocó cambios en tres áreas:

1- Las compañías farmacéuticas tenían que desarrollar fármacos dirigidos a enfermedades específicas. Este punto es clave para lo que estamos hablando. Antes de esta época se podía comercializar un fármaco como “estimulante” o como “tranquilizante” o alguna etiqueta general de este tipo. Pero a partir de esta enmienda tiene que ser un fármaco para la diabetes, para el trastorno por déficit de atención o para la depresión. Creo que ahora podéis ver la relación entre la ley y lo que hacen los laboratorios.

2- Los fármacos sólo estarían disponibles por prescripción médica.

3- La enmienda obliga a realizar ensayos clínicos aleatorizados controlados (RCT) para demostrar la eficacia de los fármacos además de la demostración de seguridad que ya existía.

Casi todos los antidepresivos son descendientes de los descubrimientos clínicos de los años 50, lo que la investigación posterior ha hecho ha sido tirar del hilo que se descubrió sin tanta sofisticación en los años 50

Esta ley tuvo consecuencias positivas indudablemente en todo lo relacionado con la seguridad de los fármacos pero tuvo también consecuencias negativas en muchos otros sentidos, porque como se suele decir: “hecha la ley, hecha la trampa”. Por un lado, la enmienda favorece una visión categorial en vez de dimensional de las enfermedades, en este caso de las mentales. Anteriormente existía en psiquiatría una visión más dimensional de los trastornos pero a partir de entonces se promueve la división en enfermedades diferentes y tenemos en el DSM al exponente más claro de esta nueva filosofía. Otra consecuencia negativa es el encarecimiento del desarrollo de fármacos. Los ensayos controlado son caros y resulta que sólo la industria farmacéutica puede permitírselos.

Anteriormente, como hemos visto, un investigador o clínico podía observar el efecto de un fármaco, estudiarlo en un cierto número de pacientes y publicar los resultados y en muy pocos años o incluso meses el fármaco podía estar en el mercado. Con el nuevo sistema el desarrollo de fármacos se complica costando muchos millones y años llegar al mercado. Hay que decir que los principales descubrimientos en psiquiatría (y en medicina en general) no han procedido casi nunca de ensayos controlados, como hemos visto. La creatividad no procede de los ensayos controlados aunque luego estos sean necesarios para consolidar los descubrimientos o fármacos. La prueba es que casi todos los antidepresivos (y psicofármacos en general) son descendientes de los descubrimientos clínicos de los años 50, lo que la investigación posterior ha hecho ha sido tirar del hilo que se descubrió sin tanta sofisticación en los años 50.

Resumiendo, este breve recorrido histórico nos muestra que la historia de la hipótesis serotoninérgica es mucho más compleja de lo que se afirma habitualmente de una manera simplista. Y desde luego no hay una relación entre su veracidad y el uso clínico de los antidepresivos. Ha sido una herramienta para realizar nuevos descubrimientos pero también ha sido mal utilizada y sobredimensionada. En ello han influido múltiples factores entre los que destacan el papel de la industria farmacéutica y el papel de la Administración por medio de la normativa para el desarrollo y comercialización de fármacos.

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  • Salud Mental y Tratamientos

Las tecnologías que transformarán la psicología clínica

  • 21/05/2018
  • Javier Fernandez Alvarez

Aunque pueda parecer una verdad de Perogrullo, el sufrimiento es una experiencia constitutiva de la existencia humana. En rigor, el sufrimiento es tan antiguo como la humanidad misma. Millones de personas sufren cotidianamente intentando hacer frente a los obstáculos a los que se enfrentan para llevar adelante sus respectivos planes de vida.

Pero… ¿Qué se ha hecho a lo largo de la historia para aliviar el sufrimiento humano? Desde tiempos remotos, distintas propuestas religiosas, filosóficas e incluso innumerables intentos legos han propuesto distintos caminos para abordar los problemas a los que las personas se enfrentan para organizar la realidad de forma coherente, mejorar de este modo la experiencia de control y reducir como corolario el malestar subjetivo.

Sin embargo, ha sido el enfoque científico el que ha logrado examinar de modo sistemático las causas, formas y manifestaciones de las disfunciones mentales (psicopatología), generar instrumentos para medir lo más objetivamente posible (dentro de sus limitaciones) los estados mentales (evaluación) y finalmente producir un vasto conjunto de herramientas para intervenir y mejorar la calidad de vida de las personas que sufren (por ejemplo, la psicoterapia).

En particular, en el siglo pasado hemos experimentado el surgimiento de ciento de propuestas que mostraron (hasta cierto punto) ser eficaces para el tratamiento de distintos trastornos mentales. Miles de artículos, libros y manuales recopilan la evidencia disponible, con una creencia cada vez más generalizada de que la psicología clínica y en particular la psicoterapia posee herramientas para resolver situaciones muy diversas que provocan un alto nivel de sufrimiento y malestar subjetivo.

Pero no todo lo que brilla es oro. A pesar de los indiscutibles avances que ha tenido la psicología clínica como disciplina, está lejos de ser una panacea. La prevalencia de los trastornos mentales sigue en aumento, con algunas condiciones, como la depresión, que continúan en franco aumento. Aunque la cantidad de estudios se hayan multiplicado, no es análogo el entendimiento que se posee respecto de las distintas condiciones clínicas, los modos de evaluarlos y como consecuencia los modos de intervención.

Y aunque se disponga de una plétora de tratamientos que demuestran ser eficaces, se sabe muy poco acerca de cómo funcionan estos tratamientos, lo que en muchos casos significa que no es posible saber exactamente qué deben hacer los terapeutas para ayudar a sus pacientes.

En otros casos, la investigación es más concluyente y, por lo tanto, es más claro cómo proceder. Sin embargo, existen también problemas de diseminación para los cuales el conocimiento disponible no puede aplicarse adecuadamente en contextos naturales como hospitales, centros de atención primaria, consultorios privados, etc. El hecho de que exista una brecha entre la investigación y la práctica no algo nuevo.

Son herramientas que permitirían maximizar la calidad de las intervenciones en todas las dimensiones intervinientes del fenómeno clínico

Ahora bien, si uno piensa una imagen asociada con palabras como «psicoterapia», «tratamiento psicológico» o «psicología clínica», ¿cuál viene a la mente? Lo más probable es que algo como esto:

Un terapeuta y un paciente, uno frente al otro, en una disposición dialógica.

En 2011, dos conocidos psicólogos estadounidenses (Alan Kazdin y Stacey Blase) publicaron un artículo titulado Rebooting Psychotherapy Research and Practice to Reduce the Burden of Mental Illness. Su argumento central es que sí bien la idea clásica de la diada terapeuta-paciente puede ser la modalidad más eficaz y la más aceptada por los pacientes, es necesario incorporar otros modos de actuación para poder alcanzar personas que no tienen acceso a ningún tipo de tratamiento psicoterapéutico. Para ello, plantean la potencialidad de las nuevas tecnologías, fundamentalmente a través de los teléfonos móviles e Internet.

En efecto, en los últimos años se han desarrollado un conjunto diverso de tecnologías que han comenzado a ser testeadas y utilizadas en el terreno clínico y que prometen modificar estructuralmente el modo en el que se llevan a cabo los tratamientos terapéuticos. Pero además, los distintos desarrollos tecnológicos, en caso de logar que se articulen adecuadamente en la práctica clínica, son herramientas que permitirían maximizar la calidad de las intervenciones en todas las dimensiones intervinientes del fenómeno clínico: maximización de los resultados, de la relación costo-beneficio, del cuidado de terapeutas, etcétera.

Es necesario incorporar otros modos de actuación para poder alcanzar personas que no tienen acceso a ningún tipo de tratamiento psicoterapéutico

A continuación, se presentan cinco puntos que pueden ser particularmente potenciados a través de la integración de diversos desarrollos tecnológicos:

Personalización de los tratamientos

La toma de decisiones clínicas debería realizarse, idealmente, en función de los perfiles individuales de los pacientes. Históricamente esto ha constituido una fuente de gran controversia dado que el patrón de oro (gold standard) de los tratamientos psicológicos han sido los Ensayos Controlados Aleatorizados (ECA), llevados a cabo en ámbitos experimentales y por lo tanto manipulando las variables tanto como sea posible.

Este enfoque, principalmente derivado de la medicina, ha generado fuertes controversias como diseño para probar la efectividad de la psicoterapia. Principalmente, se argumenta que los resultados obtenidos de los ECA arrojan como resultado la eficacia en grupos muy específicos que luego poco tienen que ver con las poblaciones que efectivamente consultan en contextos clínicos reales. Además, dada la cuestionada validez de las categorías diagnósticas clásicas, la supuesta utilidad de un tratamiento para un trastorno específico se vuelve incierta en tanto personas que son diagnosticadas con una misma etiqueta pueden divergir en innumerables variables clínicas y sociodemográficas que son determinantes para el curso de un tratamiento.

En otras palabras, dos personas diagnosticadas con el mismo trastorno pueden compartir algunas características sintomáticas, pero pueden diferir marcadamente en la etiología, la fenomenología y las conductas disfuncionales. Además, e igualmente importante, las necesidades clínicas cotidianas vuelven inviable poder adherirse a lo que los protocolos de intervención estipulan que se debe realizar. Esto ha derivado en el desarrollo de guías clínicas para trastornos específicos que no son adecuadas para lidiar con las situaciones que presentan los pacientes. La investigación ha mostrado que los terapeutas suelen apelar a la intuición y la experiencia clínica para adaptar esas reglas generales obtenidas en el laboratorio a los casos singulares que se presentan en la práctica, y por lo tanto los enjundiosos esfuerzos de los investigadores quedan muchas veces destinados a la mera endogamia científica.

Recolección masiva de datos, sumado a los desarrollos estadísticos vinculados con la minería de datos, promete ayudar a proporcionar datos clínicos relevantes e intervenciones más personalizadas

Además de que es necesario repensar el modo en que se realiza la práctica clínica de un modo desarticulado entre investigadores y clínicos, existen diversos desarrollos tecnológicos que prometen colaborar a mejorar la articulación entre ciencia y práctica. Actualmente, hay 2.32 billones de personas en el mundo que usan teléfonos inteligentes (smartphones). De esta forma, por ejemplo, los desarrollos de biosensores o de evaluación ecológica momentánea (EMA por sus siglas en inglés), también conocidos como métodos de muestreo experiencial, diarios electrónicos o evaluación ambulatoria, pueden permitir la recopilación de una gran cantidad de datos con mayor representatividad de lo que le ocurre a las personas en su vida real y que a su vez pueden analizarse mediante nuevos métodos estadísticos. Este tipo de recolección masiva de datos, sumado a los desarrollos estadísticos vinculados con la minería de datos, promete ayudar a proporcionar datos clínicos relevantes e intervenciones más personalizadas.

Desarrollo tecnológico clave: técnicas de machine learning, dispositivos portátiles, evaluación e intervenciones ecológicas momentáneas.

Mayor difusión

Las intervenciones a través de Internet han proliferado en los últimos 10 años, mostrando ser una alternativa útil para el tratamiento de una amplia gama de disfunciones clínicas. La utilización de estos tratamientos, incluso si no son complejos desde el punto de vista tecnológico (por ejemplo, sin la incorporación de deep learning que permita crear reciprocidad entre las intervenciones y las respuestas de las personas), es crucial para la diseminación de contenidos terapéuticos dado el acceso masivo a Internet que tienen personas de incluso bajos recursos en todo el mundo, llegando incluso a lugares inhóspitos.

Este tipo de tratamientos, además, pueden ser auto-aplicados o en combinación con tratamientos tradicionales, lo que permite en este último caso reducir el número de sesiones presenciales y, por lo tanto, reducir los costos. Si bien es cierto que quedan muchas preguntas abiertas respecto a cuestiones tales como a quién puede serle útil este tipo de tratamientos, los resultados actuales son promisorios, tanto en la eficacia comparativa a los tratamientos tradicionales como, sobre todo, en el mejoramiento de la relación coste-beneficio.

Tecnología / desarrollo clave: intervenciones a través de Internet, evaluación e intervenciones ecológicas momentáneas.

Resolución de la tensión de «controlabilidad vs. aplicabilidad»

Si bien es cierto que el consultorio de un terapeuta puede proporcionar el ambiente ideal para construir una buena alianza terapéutica, aspecto a que ha mostrado ser un factor relevante para explicar el cambio en psicoterapia, una de las cuestiones fundamentales sobre las que se basa el éxito terapéutico consiste en la capacidad de implementar nuevas estrategias y habilidades en la vida cotidiana. En ese sentido, no caben dudas que en muchos casos el consultorio clásico resulta un ámbito poco representativo de la vida real en la que se desenvuelve una persona.

Las realidades mixtas (el continuo que incluye desarrollos como la realidad virtual o la realidad aumentada) pueden facilitar el equilibrio entre controlabilidad y aplicabilidad, permitiendo que las personas practiquen las estrategias y habilidades aprendidas en ámbitos significativos pero controlados.

Mientras que en la realidad virtual no hay contacto con la realidad, la realidad aumentada constituye una interacción entre virtualidad y realidad en la que los elementos virtuales se incorporan a la realidad. Diferentes ejemplos han demostrado la eficacia de los tratamientos basados ​​en VR y AR para una amplia gama de trastornos mentales y con la disminución de los costos en este tipo de dispositivos, se puede esperar una gran expansión en la investigación y la práctica para los próximos años.

Las realidades mixtas (la realidad virtual o la realidad aumentada) pueden facilitar la práctica de las estrategias y habilidades aprendidas en ámbitos significativos pero controlados.

Esto resulta útil sobre todo para disfunciones en las que ciertas conductas específicas disfuncionales pueden ser claramente circunscriptas y por tanto posible acotar las intervenciones a una serie de reaprendizajes o reelaboraciones concretas, como pueden ser las fobias específicas, las dificultades de interacción que se pueden dar en el espectro de la ansiedad social, o las reelaboraciones necesarias en las situaciones traumáticas.

Diferentes estudios han demostrado que los tratamientos para los trastornos de ansiedad y del espectro traumático no solamente son eficaces, sino que también de mayor preferencia por parte de los pacientes respecto a la exposición tradicional. Otras dimensiones en las que los tratamientos de realidad virtual han tenido una franca expansión es en los trastornos alimentarios y últimamente en el espectro de la psicosis.

Tecnología / desarrollo clave: realidades mixtas.

Alternativas para eludir el estigma asociado a hacer psicoterapia

Una persona puede compartir sin problemas cuando debe someterse a una cirugía cardíaca o cuando debe alegar en el trabajo que se ausentará por gripe, una infección u otras enfermedades físicas. Sin embargo, la misma persona probablemente escondería o tergiversaría lo que le ocurre si lo que padece es una depresión, una adicción un cuadro de ansiedad muy fuerte o una severa incapacidad para interactuar con los demás. Y esta reacción no es más que la consecuencia directa de una creencia común que estipula que somos más responsables de nuestra salud psicológica que de nuestra salud física. Las enfermedades mentales están asociadas a nuestra propia identidad, mientras que los problemas físicos tienden a estar más relacionados con causas exógenas, si bien esto puede ser en rigor totalmente alejado de lo que la evidencia empírica haya encontrado.

Los juegos constituyen una poderosa herramienta para incrementar la motivación intrínseca de pacientes, y y así aumentar el compromiso de las personas con las intervenciones terapéuticas que reciben

En este sentido, las diversas intervenciones a través de internet que se han desarrollado en los últimos años pueden ser importantes para fomentar que personas reacias a realizar una consulta presencial por vergüenza, miedo al estigma o falta de voluntad, posean modos alternativos de consulta. Esto, de todos modos, no debe hacernos perder de vista que es un mero paliativo frente a una situación que debe ser extirpada de raíz a través de una progresiva tarea de concientización pública de todos los actores del campo de la salud mental con el propósito esencial de reducir la estigmatización asociada a las condiciones clínicas psicológicas.

Tecnología / desarrollo clave: acceso anónimo a las intervenciones / acceso a tratamientos sin asistir a un lugar físico.

Incremento de la motivación al cambio

Hay pocas cosas que generen mayor consenso en el campo de la psicología clínica que el principio transteórico de la motivación para el cambio. En pocas palabras, cuanto más motivada e implicada se encuentra una persona a emprender un proceso de cambio, más posibilidades existen de que el tratamiento que la persona emprenda, tenga un resultado positivo.

Desde el punto de vista tecnológico, los juegos serios (SG por sus siglas en inglés), definidos como la utilización de características y funciones típicas de los juegos, pero aplicadas con un fin distinto del lúdico (por ejemplo, un fin salugénico o educativo), constituyen una poderosa herramienta para incrementar la motivación intrínseca de pacientes y usuarios, y así aumentar el compromiso de las personas con las intervenciones terapéuticas que reciben. Si bien esto puede ser particularmente útil para niños y adolescentes, no es exclusivo de los adultos que también han demostrado aumentar su involucración cuando se incorporan elementos gamificados.

Tecnología / desarrollo clave: juegos serios

Estudio empírico de la conexión psicofisiológica

Uno de los grandes debates científicos y filosóficos es el problema mente-cuerpo o mente-cerebro. Aunque parezca una discusión lejana a nuestra labor como psicólogos clínicos, constituye en rigor una de las preguntas fundamentales que en función de cómo se la responde, determina enormemente el modo en el que se concibe la disciplina. Si bien hoy en día resulta difícil encontrar posiciones abiertamente dualistas (aquella que afirma que la mente y el cerebro son dos sustancias distintas) en el campo científico, siguen existiendo variadas posiciones encontradas. Además, si uno se guía por el modo en el que tradicionalmente se han tratado las condiciones asociadas con la disfunción en salud mental, raras veces se han desarrollado intervenciones que tengan como principio esencial la conexión entre los procesos mentales y corporales, a pesar de que sólidas teorías den cuenta de la conexión existente por ejemplo, entre la actividad neural, cardíaca y las emociones (ver por ejemplo la teoría polivagal de Porges).

En este sentido, las técnicas de biofeedback, definidas como la utilización de un proceso fisiológico que a través de alguna señal visual, auditiva o de cualquier otro tipo permite llevar a cabo un entrenamiento para regular dicho proceso, tienen como objetivo poder desarrollar intervenciones que articulen estados mentales y procesos fisiológicos. Las medidas más utilizadas del sistema autónomo son la electromiografía, la electrocardiografía (a través de la cual se obtiene una medida esencial para la actividad vagal que es la variabilidad del ritmo cardíaco), la frecuencia respiratoria y la conductancia de la piel. Asimismo, en los últimos años se han desarrollado herramientas para medir la actividad neural y por tanto han surgido técnicas de neurofeedback, sobre todo para medir actividad a través de la electroencefalografía o de la imagen por resonancia magnética funcional.

Si bien las técnicas de biofeedback surgieron en los años 60, en los últimos años distintos desarrollos tecnológicos han permitido precisar los modos de medición de los procesos fisiológicos, mejorar e innovar el tipo de señales de representación fisiológica (por ejemplo incorporando técnicas de gamificación en ambientes virtuales en los que la señal fisológica se asocia con elementos de dicho ambiente) e incorporar como consecuencia esta herramienta a un conjunto más amplio de condiciones clínicas, en particular en el campo específico de la salud mental.

Tecnología / desarrollo clave: técnicas de biofeedback y neurofeedback.

Es importante mencionar que el progreso real que podría lograrse en la incorporación de la tecnología en la práctica clínica está íntimamente relacionado con la posibilidad de integrar los distintos desarrollos existentes. Por ejemplo, una intervención a través Internet que podría ayudar a una persona que vive en el campo sin ningún centro psicológico cercano, podría potenciarse mediante la incorporación de una EMA para la evaluación continua, así como características de gamificación para aumentar el compromiso o la incorporación de una aplicación de realidad virtual para entrenar diferentes funciones en situaciones creadas de manera personalizada. Finalmente, se debe destacar que las nuevas tecnologías digitales no están exentas de problemas y desafíos que, a pesar de estar fuera del alcance de este artículo, también son tratados y considerados por la comunidad científica. En este sentido, es esencial entender que la palabra tecnología se deriva de la palabra técnica, que a su vez deriva de la palabra herramienta. Es decir, las tecnologías son instrumentos que se pueden usar de la misma manera que un martillo: para reparar una pared o para dañarla. El modo en que se lleve a cabo la incorporación y utilización de estas herramientas en el ámbito de la salud mental, dependerá en gran medida las posibilidades de mejorar la calidad de vida de millones de personas. Ese es nuestro objetivo

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