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mayo 2018

36 Publicaciones
Sin categoría

Una reflexión sobre el tipo de control que ejercemos

  • 18/05/2018
  • José Olid

Hoy vamos a publicar una entrada en la que hacemos una reflexión un tanto libre, sobre un tema algo polémico, que ya B.F. Skinner abordó en 1971, en Beyond Freedom and Dignity: el diseño de una sociedad y el tipo de control ejercido.

Para esto introduciremos un par de términos: control aversivo y control apetitivo. Cuando hablamos de que nuestro comportamiento «está controlado», hacemos referencia a las condiciones que afectan a aquello que hacemos. Esas condiciones pueden ser unas que queramos evitar o contra las que queramos luchar, o bien unas que queramos obtener y que queramos repetir en el futuro.

Cuando decimos que el comportamiento de una persona o cualquier otro animal está bajo control aversivo, nos referimos a que esa persona se va a comportar para tratar de evitar algo doloroso o desagradable para él o ella. Pondremos algunos ejemplos de este tipo de control del comportamiento:

  • Un perro corre hacia adelante con energía porque detrás hay otro perro más grande persiguiéndole. El comportamiento de correr con energía será reforzado y mantenido en la medida en que, de esa manera, el otro perro no le alcance.

  • Una niña deja de correr y prefiere andar lento cuando percibe que ha estado a punto de caerse. El comportamiento andar lento será reforzado y mantenido en la medida en que esa niña no se caiga.

  • Un adolescente llega tarde a casa y algo borracho, y cuando los padres le preguntan si ha bebido, él responde que no. El comportamiento de mentir es reforzado en la medida en que el adolescente se libre de una bronca, o se lleve una bronca menor simplemente por haber llegado tarde a casa pero no por haber bebido.

  • Un adulto bebe más de la cuenta cuando sale con sus amigos porque está muy estresado del trabajo y no puede aguantar más esa preocupación. El comportamiento de beber más de la cuenta será reforzado en la medida en que esas preocupaciones desaparezcan, al menos momentáneamente.

Típicamente, el control aversivo va a conllevar comportamientos relacionados con mentir, esquivar, evitar, luchar, mostrarse agresivo, mostrarse excesivamente complaciente o sumiso. Son comportamientos que a corto plazo sirven, son eficaces, nos dan lo que queremos y que a largo plazo no nos trae una sensación de logro demasiado duradera.

El control aversivo de la sociedad no funciona para tener ciudadanos felices, libres y con coraje, funciona para tener ciudadanos tristes, esclavos y atemorizados

En cambio, cuando decimos que el comportamiento de una persona o cualquier otro animal está bajo control apetitivo, nos referimos a que esa persona se va a comportar para tratar de obtener algo que le apetece o que desea. De nuevo, vamos con algunos ejemplos:

  • Un perro corre hacia adelante con energía porque ha percibido un trozo de carne que se le ha caído a su dueño. El comportamiento de correr con energía será reforzado y mantenido en la medida en que obtenga ese premio tan jugoso.
  • Una niña sonríe y mantiene la mirada con su madre porque su madre le sonríe y se acerca y le acaricia. El comportamiento de sonreír y mantener la mirada será mantenido en la medida en que reciba el calor de su madre.

  • Un adolescente llega a casa tarde y borracho, sus padres le preguntan si ha bebido, y el admite que sí. El comportamiento de decir la verdad es reforzado en la medida en que los padres agradezcan y aprecien que haya dicho la verdad aunque igualmente tenga un castigo por haber llegado tarde.

  • Un adulto bebe cuando sale con sus amigos, porque está disfrutando realmente de la conversación y de ellos. El comportamiento de beber está siendo mantenido por la satisfacción de estar pasando un buen momento con sus amigos.

De igual manera, cuando hablamos de control apetitivo los comportamientos controlados de esta manera tienen que ver con empatía, unión, honestidad, coraje, amor, participación y lealtad, y nos van a transmitir la mejor de las sensaciones — es algo así como la heroína conductual.

Si pensamos en las reglas y contingencias que rigen nuestra sociedad y nuestro comportamiento como individuos, rápidamente podremos darnos cuenta de que existe una regulación eminentemente aversiva: se nos pide que hagamos cosas o, de lo contrario, cosas horribles pueden pasar y como no queremos que esas cosas horribles pasen, nosotros hacemos lo que se nos pide.

Portarnos bien, no estafar a Hacienda, no engañar, ser sinceros existen castigos — jurídicos y morales — para evitar que todo esto ocurra. Existen reglas muy claras y que todos/as conocemos, y si las cumplimos, no tendremos problemas.

En las relaciones de malos tratos, existe una predominancia de control aversivo: dos o más personas se relacionan de manera coercitiva para evitar que se cumplan las amenazas

Hasta aquí genial. Todo debería funcionar a la perfección. El problema es que no lo hace, y la razón es simple: el control aversivo de la sociedad no funciona para tener ciudadanos felices, libres y con coraje, funciona para tener ciudadanos tristes, esclavos y atemorizados. Si nadie premia a nadie por hacerlo bien, y sin embargo existen siempre mecanismos para escapar de reglas y consecuencias aversivas — porque es nuestra naturaleza como organismos además social – verbales – no podemos esperar que algo cambie.

En las relaciones de malos tratos, existe una predominancia de control aversivo: dos o más personas se relacionan de manera coercitiva para evitar que se cumplan las amenazas — a veces tácitas — que los unos a los otros se profesan. Existe miedo, temor: no hay amor, las personas no están juntas porque quieran — control apetitivo — sino porque no se atreven a estar solas o a separarse — control aversivo.

Pero no es cierto que sea cuestión de 100% control aversivo o 100% control apetitivo: es una dialéctica, de manera que podemos hablar de que un comportamiento — o la suma de comportamientos de una persona- está en su mayoría regido por control aversivo — para evitar lo que teme — antes que por control apetitivo — para luchar o dirigirse hacia lo que le importa.

Nunca un comportamiento está regido sólo por un tipo de control — yo puedo estar aquí escribiendo este artículo tanto porque me encanta comunicar como porque así evito una bronca de mi compañera por no haber publicado el viernes… pero en la medida en que lo hiciera más por evitar la bronca… sufriría, y a largo plazo seguramente mi comportamiento de escribir artículos no se mantendría.

Creemos que conocer esto, y recordárnoslo, es útil. Existen contingencias muy potentes para que los dirigentes políticos y de otro tipo prefieran un control aversivo de la población… y quizás eso esté fuera de nuestro alcance — no estoy muy convencido de eso realmente.

Pero no es cierto que sea cuestión de 100% control aversivo o 100% control apetitivo: es una dialéctica, de manera que podemos hablar de que un comportamiento

Debemos recordarnos que nuestra manera de comportarnos con las personas que nos rodean es una consecuencia para su comportamiento: premiamos y castigamos.

Cuando nos relacionamos con nuestros amigos, nuestros familiares, nuestros compañeros/as de trabajo o de proyecto, nuestras parejas… vamos a querer que elijan estar cerca de nosotros porque supongamos para ellos una fuente de bienestar, una recompensa, un premio, y no porque al relacionarse de una determinada manera eviten un castigo, una bronca, una mala cara. Vamos a querer ser amados, no ser temidos, nadie quiere ser temido si ha aprendido a amar y ser amado.

Si aplicamos contingencias aversivas — somos desagradables, estamos enfadados, amenazamos — las personas van a querer alejarse de nosotros, y las que se queden se quedarán durante poco tiempo. Si aplicamos contingencias apetitivas — somos amables, utilizamos buenas palabras, permanecemos calmados aunque las cosas estén tensas- aquellas personas que elijan quedarse cerca de nosotros tendremos por seguro que lo harán por amor, y no por miedo.

Quizás, como decíamos, no podamos cambiar las contingencias a las que estamos sometidos, pero sí que podemos cambiar las consecuencias que somos para otros.

Y podemos beneficiarnos muchísimo si somos premios y recompensas, antes que castigos y miedos, para las personas que nos rodean.

Artículo publicado en Terapias Contextuales, institución española especializada en el entrenamiento online y presencial de las terapias de tercera generación.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Trastorno de desregulación disruptiva del estado del ánimo

  • 18/05/2018
  • Alejandra Alonso

Juan, de 9 años, ha tenido mal humor crónico y ataques de rabia severos desde temprana edad. A los 4 años se le pidió que dejara el preescolar debido a su conducta y fue diagnosticado con TDAH. Un tratamiento estimulante disminuyó bastante los síntomas del TDAH y también ayudó un poco con la irritabilidad. Juan continuó teniendo mal humor crónico y ataques de rabia cuando estaba frustrado; esto ocurría a diario en la casa y semanalmente en la escuela. La mayor parte de los ataques de rabia se demostraban verbalmente, pero algunos eran físicos. Más recientemente se le diagnosticó con Trastorno de Desregulación Disruptiva del Estado de Ánimo (TDDEA), un nuevo diagnóstico incluido en el DSM-V. Su terapeuta y su paidopsiquiatra han probado con varios tratamientos. La terapia de entrenamiento a padres pareció ayudar al principio, pero las conductas regresaron. Tanto los ISRS como los antipsicóticos atípicos fueron relativamente efectivos, pero éstos últimos causaron sedación significativa y aumento de peso.

Irritabilidad crónica

Durante los años ’90 y comienzos del 2000, muchos clínicos hubieran diagnosticado a Juan con trastorno bipolar (TB). Probablemente pasara incluso aunque no se cumplieran los criterios diagnósticos del DSM-IV, ya que Juan nunca tuvo un episodio maníaco. En ese tiempo, muchos paidopsiquiatras pensaban que el TB pediatrico se presentaba con irritabilidad crónica y síntomas de TDAH. Algunas investigaciones muestran que la irritabilidad crónica no es indicadora de TB en niños (Leibenluft E, Am J Psychiatry 2011). Al parecer, los niños con irritabilidad crónica no tienen mayor riesgo de desarrollar episodios maníacos al crecer; en su lugar, tienen mayor riesgo de desarrollar ansiedad y depresión unipolar más tarde en la vida. Sumado a esto, y contrario a los niños con TB, los chicos que presentan irritabilidad crónica no tienden a presentar una inusual historia familiar de TB. Si no que hay vínculos tanto genéticos como familiares entre la irritabilidad crónica y la depresión unipolar.

Esta investigación creó un dilema. Claramente hay niños que están crónicamente irritados y tienden a desarrollar depresión y no mania. Sufren tanto como los niños con TB, pero en el DSM-IV no había lugar para este problema. En un intento por remediar la situación, los autores del DSM-V incluyeron el Trastorno de Desregulación Disruptiva del Estado de Ánimo en dicho manual (Towbin K et al, J Am Acad Child Adolesc Psychiatry 2013;52:466–481).

Evaluación y diagnóstico

La irritabilidad crónica esta entre las razones más comunes para referir niños a evaluación psiquiátrica. En los estudios comunitarios, la prevalencia de irritabilidad en niños oscila entre el 2% y 5%. Como profesional, es muy probablemente que hayas visto o vayas a atender a un niño con TDDEA, así que es importante saber cómo hacer el diagnóstico.

Ataques de rabia

El caso de Juan ilustra los dos criterios principales del TDDEA: ataques de rabia y un estado de ánimo irritado. Los ataques de rabia tienen que ocurrir, en promedio, al menos 3 veces a la semana, ser desproporcionados e inconsistentes con la etapa de desarrollo en que se encuentra el sujeto. Aunque dichos ataques son un rasgo general de muchos trastornos psicológicos, no son muchos los niños que los tienen 3 veces a la semana, y de forma regular.

Algunos clínicos creen que los ataques de rabia deben tener un componente físico pero eso no es cierto. De hecho, las expresiones de rabia más comunes han sido gritos o amenazas verbales, sin componente físico. Para diagnosticar el TDDEA, los ataques de rabia de tu paciente pueden ser verbales y/o físicos. Considera seriamente este diagnóstico si tu paciente discute mucho, rápido y es propenso a insultar con frecuencia, intensidad y persistencia comparado con niños de su edad.

Por supuesto, la mayoría de las personas con TDDEA tienen ataques con componentes físicos ocasionalmente, incluso cuando generalmente sean verbales. Los ataques de rabia que se manifiestan físicamente pueden incluir azotar la puerta, tirar algo, patear muebles, amenazar físicamente a alguien (cerrar el puño, levantar la mano para pegar) o destruir propiedades (hacer un agujero en la pared, romper objetos que pertenecen a otros, etc.). El ataque de rabia más severo, aunque también es el más raro, es causar daño a otra persona. Estas conductas incluyen lanzar un objeto en dirección a alguien intencionalmente, empujar, abofetear o patear a alguien.

Irritabilidad

El segundo criterio clave del TDDEA es el estado de ánimo irritable. Para evaluarlo, preguntamos a los padres si ellos y otros ven a su hijo generalmente como malhumorado y gruñón.

Los cuidadores de chicos con TDDEA suelen decir que sienten que caminan sobre cáscaras de huevo por miedo a molestar al niño, que generalmente está enojado. En el día, el niño está irritable y malhumorado y las personas que conviven con el/ella lo/la ven así. Cuando evalúas a un niño por sospecha de Trastorno Depresivo Mayor, debes determinar si el niño esta triste “la mayor parte del día casi cada día”. Al evaluar TDDEA, lo hacemos de forma similar, investigando si el niño está malhumorado e irritable casi todo el tiempo.

Es importante notar las actividades que evitan los padres (como salir a comer o invitar amigos o familiares a la casa) y las cosas que evitan pedirle al niño y se las piden a sus hermanos en su lugar (como tareas escolares o de la casa). Si los padres les piden pocas cosas al niño como forma de minimizar los ataques de rabia y mantener la irritabilidad del niño bajo control, debe anotarse. Por ejemplo, muchos niños presentan dos ataques de rabia a la semana (menos del número requerido por los criterios diagnósticos) pero solo porque los padres evitan demandarles cosas que normalmente le demandaría a otro niño para que las crisis paren o no ocurran. Tomando esto en cuenta, el chico cumplirá con los criterios diagnósticos para el TDDEA.

En el TDDEA, la irritabilidad debe estar presente por al menos un año, usualmente ha estado presente por mucho más tiempo. Recordemos que, aunque la irritabilidad es parte de muchas condiciones, solo estos niños la presentan de forma persistente, es decir la mayor parte del año.

Los criterios antes nombrados deben poder observarse al menos en tres contextos diferentes, por ejemplo, en casa, en la escuela, en compañía de sus pares.

Artículo originalmente publicado en Psych Central Professional y traducido por Alejandra Alonso.

  • Artículos Recomendados de la Web

Actualización de la guía NICE para la evaluación, diagnóstico y tratamiento del trastorno bipolar

  • 17/05/2018
  • David Aparicio

Los colegas de INFOCOP nos informan de la actualización de la guía del NICE (National Institute for Health and Care Excellence), una de las instituciones más prestigiosas del mundo en cuanto a los programas de tratamiento basados en la evidencia científica.

La guía está dirigida para profesionales de la salud mental y aborda con detalle la detección, evaluación e intervención del trastorno bipolar tanto en población adulta como infantil. Según INFOCOP:

Esta guía ofrece una serie de recomendaciones basadas en la evidencia sobre la detección, evaluación y manejo del trastorno bipolar en adultos en atención primaria y especializada, el abordaje de la manía, la hipomanía y la depresión bipolar en atención especializada, el manejo del trastorno bipolar a largo plazo en este segundo nivel de atención sanitaria, la promoción de la recuperación y retorno a la atención primaria desde el servicio especializado, y la detección, diagnóstico e intervención del trastorno bipolar en niños y jóvenes.

De acuerdo con la evidencia disponible con respecto a la detección y manejo de este trastorno desde atención primaria, la Guía recomienda que a los adultos con depresión bipolar se les ofrezca tratamientos psicológicos adaptados específicamente para el trastorno bipolar y respaldados con manuales basados en la evidencia, así como intervenciones psicológicas de alta intensidad (terapia cognitivo-conductual, terapia interpersonal o terapia conductual de pareja) en línea con las recomendaciones que figuran en la guía NICE sobre depresión, valorando de forma conjunta los posibles beneficios y riesgos de estas intervenciones y considerando sus preferencias. En este punto, la guía hace hincapié en que los psicólogos clínicos que trabajan con depresión bipolar en Atención Primaria deben estar adecuadamente capacitados y formados en este ámbito. Las mismas recomendaciones en torno al tratamiento psicológico se aplican también al servicio de atención especializada.

Aquí puedes descargar la guía completa del NICE para la evaluación y tratamiento del trastorno bipolar.

Lee el artículo completo en INFOCOP.

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Perfecciona tus habilidades para hablar en público y mejora tus presentaciones con este curso online

  • 17/05/2018
  • David Aparicio

No hay nada peor que llegar a una conferencia en donde el exponente se dedica a leer y pasar sus diapositivas saturadas de texto, que no llega nunca al punto de la conferencia o que aprovecha la charla para hablar de toda su vida personal. No seas uno de esos. Desarrolla tus habilidades de comunicación y aprende a dar conferencias, charlas y talleres inolvidables con este completo curso online que te enseñará a cómo prepararte, vestirte y hasta cómo responder esas posibles preguntas que tanta ansiedad te generan.

¿Quién dicta el curso?

El curso es dictado por Chris Haroun, ponente internacional con más de 25 años de experiencia en importantes conferencias como TEDx Talk, Stanford University, McGill University, Berkeley y ha sido entrevistado medios económicos como Forbes.

¿Qué aprenderás?

  • Crea una presentación increíble con recomendaciones para empezar y terminar una presentación inolvidable.
  • Aprende a preparar tu conferencia y cómo presentarla con un buen lenguaje corporal
  • Cómo mejorar tu confianza cuando das una conferencia
  • Aprenderás cómo evaluar los resultados de tu conferencia y qué cosas mejorar
  • Dile adiós a esas diapositivas aburridas y llenas de texto que solo duermen a tu audiencia. Con este curso aprenderás a crear diapositivas perfectas con Powerpoint y Keynote.
  • ¿Te pone muy nervioso las preguntas qué te pueden hacer? Con este curso aprenderás a manejar las sesiones de preguntas y cómo responderlas todas
  • Aprende cómo elegir la ropa para cada presentación y algunas recomendaciones de alimentación
  • Obtendrás 25 guías de presentación más 50 diapositivas para cada tipo de conferencia o charla (académicas, negocios, etc.)
  • Recursos: materiales adicionales que facilitarán tu preparación.

El curso incluye:

  • El curso está en inglés con subtítulos en español
  • 16 horas de video
  • 30 artículos
  • 307 recursos complementarios
  • acceso de por vida
  • Acceso a través de la computadora, dispositivos móviles y tv.
  • Certificado de finalización

¿Qué dicen los estudiantes?

En este curso se han inscrito más de 30.908 estudiantes de todo el mundo y las reseñas le otorgan una calificación muy alta de 4 estrellas.

Costo e inscripción:

El curso completo tiene un costo de 199.99 dólares pero solo por hoy tiene un costo de 10.99. No pierdas la oportunidad de mejorar tus habilidades de comunicación. Es una pequeña inversión que supone enormes ventajas para tu vida profesional y personal. Inscríbete aquí.

  • Salud Mental y Tratamientos

El autismo no se cura con la dieta

  • 17/05/2018
  • Equipo de Redacción

El 8 de Mayo de 2018 el diario argentino La Nación publicó un artículo escrito por el periodista Roly Villani en el que una mujer afirma que su hija se “recuperó” del autismo cambiando su dieta, excluyendo comida “industrializada, gluten, lácteos, huevos, soja y azúcar”. Dicho artículo cambió su título de “Cómo curé el autismo de mi hija cocinando”, a “Cómo mi hija se recuperó del autismo cuando cambié su dieta”.

En la nota aparecen también otras afirmaciones contrarias a la evidencia («no más del 5% al 10% de estos problemas se pueden atribuir a una cuestión genética», «En 2008, la agencia norteamericana Center for Disease Control and Prevention estableció que uno de cada 68 niños estaba dentro del espectro autista. Hoy creció a uno de cada 33.»), así como especulaciones sobre una supuesta conspiración («La conspiranoia se apodera de mí: se trata de un tratamiento muy barato, que no solo otorga un papel menor a la industria farmacéutica, sino que pone el foco sobre el potencial peligro de la alimentación contemporánea.»).

La afirmación de que el autismo puede ser superado o curado con un cambio de dieta no posee ninguna evidencia científica (aclaramos que las anécdotas personales no cuentan como evidencia al carecer de control, estar mayormente predispuestas a sesgos y otros problemas metodológicos) y además va en contra del conocimiento científico más sólido sobre un tema tan delicado como el trastorno del espectro autista.

La afirmación de que el autismo puede ser superado o curado con un cambio de dieta no posee ninguna evidencia científica

Un artículo que involucra tal tipo de afirmación sin evidencia sobre un tema tan delicado y que afecta a tanta gente, es sumamente riesgoso y va frontalmente contra la ética periodística, pues existen responsabilidades al ofrecer la información. Los periodistas deben tener en cuenta los riesgos que pueden provocar este tipo de afirmaciones, tales como que los lectores abandonen un tratamiento efectivo, o demoren su inicio, lo cual puede implicar consecuencias irreversibles para las personas involucradas.

El periodismo científico requiere un compromiso excepcional, y cuando se pone en riesgo la salud, aún más. Los periodistas no sólo publican un artículo para que la gente lo lea, sino para informar adecuadamente, teniendo en cuenta las responsabilidades que implica esa información en la vida cotidiana de los lectores. Los estudios disponibles sobre tratamientos no avalan el anuncio de una cura milagrosa como la que se plantea en la nota.

Portada del artículo de La Nación

Los trastornos del espectro autista (TEA) son condiciones del neurodesarrollo caracterizadas por deficiencias en la interacción y comunicación social, y por la presencia de patrones restrictivos y repetitivos de conducta, con múltiples causas que incluyen un fuerte peso genético (se han identificado más de 100 genes que incrementan el riesgo de TEA, ver: De Rubeis y otros, 2014; Geschwind, 2015; Tick y otros, 2016; Amaral, 2017), combinado con diversos factores ambientales que afectan el neurodesarrollo, tales como la edad de los padres, enfermedades, y exposición a ciertas drogas y sustancias (James, 2014; Mandy y Lai, 2016; Lyall y otros, 2017; Libbey y otros, 2005; Chen y otros, 2015). Para el autismo, por frustrante que nos resulte, hay muy pocas intervenciones que hayan probado efectividad de forma fiable, entre las que destacan las intervenciones conductuales como aquellas que poseen mayor evidencia a su favor (Wong y otros, 2015; Virués-Ortega, 2010).

Una revisión sistemática reciente (Sathe y otros, 2017) evaluó los 19 estudios controlados aleatorizados disponibles sobre tratamientos dietarios en TEA, y llegó a la conclusión de que hay escasa evidencia en apoyo de esos tratamientos

Estas intervenciones son efectivas para la adquisición y mantenimiento de comportamientos más ajustados al contexto o demanda social, pero no curan el autismo como tal, ya que éste es una condición del neurodesarrollo. No se niegan los beneficios que puedan traer ciertas intervenciones complementarias llevadas a cabo mientras se realiza el debido tratamiento. Tampoco se niega que un cambio de dieta, bien planeado, pueda ayudar a una persona con autismo, del mismo modo que una buena alimentación planeada puede ayudar a cualquier ser humano, lo que se niega es que de alguna manera pueda “curar” el autismo como afirma el artículo. Los estudios disponibles sobre tratamientos dietarios (e.g., Hyman y otros, 2016; Millward y otros, 2008; Elder y otros, 2006; Hurwitz, 2013; Garcia y otros, 2017) no apoyan esa conclusión. Una revisión sistemática reciente (Sathe y otros, 2017) evaluó los 19 estudios controlados aleatorizados disponibles sobre tratamientos dietarios en TEA, y llegó a la conclusión de que hay escasa evidencia en apoyo de esos tratamientos.

Sin estudios científicos, es difícil saber de qué se trata este caso que se nos presenta (si un mal diagnóstico o una alergia a ciertos alimentos), lo que es seguro es que si bien hay tratamientos con evidencia, no hay, por mucho que queramos, una “cura” para el autismo, y anunciar lo contrario es jugar irresponsablemente con la esperanza de miles de padres. Lamentablemente, el autismo continúa siendo un trastorno insuficientemente comprendido por la ciencia debido a su complejidad, razón por la cual debemos redoblar nuestros esfuerzos para investigar en mayor profundidad su origen y sus posibles tratamientos, en lugar de promover desinformación potencialmente dañina para una población tan vulnerable.

Firmas de apoyo: Claudio Hunter-Watts, Licenciado en psicología por la JFK University. Maximo Soto, Médico del Hospital de Clínicas de la UBA, Investigador, Docente, colaborador de La Nación y escritor escéptico. Federico Sánchez, psicólogo cognitivo-conductual, UBA. María Fernanda Cittadino, psicóloga cognitivo conductual, UBA. Mauro Ezequiel Colombo, Licenciado en Psicología por la Universidad de Buenos Aires. Felipe de Jesús Patrón Espinosa, Doctor en Ciencia del Comportamiento opción Análisis de la Conducta, actualmente profesor-investigador en la Universidad Autónoma de Baja California. Angelo Fasce, filósofo de la ciencia, Máster en Neurociencia, UV. Adrían Gindin, Médico Pedriatra, docente y padre de hijo con TEA. Matías Suarez Holze, escéptico. Gerardo Primero, Licenciado en Psicología, UBA. Roxana Kreimer, Licenciada en Filosofía y Doctora en Ciencias Sociales, UBA.

Referencias bibliográficas:

Amaral, D. G. (2017). Examining the Causes of Autism. In Cerebrum: the Dana forum on brain science (Vol. 2017). Dana Foundation.

Chen, J. A., Peñagarikano, O., Belgard, T. G., Swarup, V., & Geschwind, D. H. (2015). The emerging picture of autism spectrum disorder: genetics and pathology. Annual Review of Pathology: Mechanisms of Disease, 10, 111-144.

De Rubeis, S., He, X., Goldberg, A. P., Poultney, C. S., Samocha, K., Cicek, A. E., … & Singh, T. (2014). Synaptic, transcriptional and chromatin genes disrupted in autism. Nature, 515(7526), 209.

Elder, J. H., Shankar, M., Shuster, J., Theriaque, D., Burns, S., & Sherrill, L. (2006). The gluten-free, casein-free diet in autism: results of a preliminary double blind clinical trial. Journal of autism and developmental disorders, 36(3), 413-420.

Garcia, M. J., McPherson, P., Patel, S. Y., & Burns, C. O. (2017). Diet and Supplementation Targeted for Autism Spectrum Disorder. In Handbook of Treatments for Autism Spectrum Disorder (pp. 397-425). Springer, Cham.
Geschwind, D. H. (2015). Gene hunting in autism spectrum disorder: on the path to precision medicine. The Lancet Neurology, 14(11), 1109-1120.

Hurwitz, S. (2013). The gluten-free, casein-free diet and autism: limited return on family investment. Journal of Early Intervention, 35(1), 3-19.

Hyman, S. L., Stewart, P. A., Foley, J., Peck, R., Morris, D. D., Wang, H., & Smith, T. (2016). The gluten-free/casein-free diet: a double-blind challenge trial in children with autism. Journal of autism and developmental disorders, 46(1), 205-220.

James, W. H. (2014). An update on the hypothesis that one cause of autism is high intrauterine levels of testosterone of maternal origin. Journal of theoretical biology, 355, 33-39.

Libbey, J. E., Sweeten, T. L., McMahon, W. M., & Fujinami, R. S. (2005). Autistic disorder and viral infections. Journal of neurovirology, 11(1), 1-10.

Lyall, K., Croen, L., Daniels, J., Fallin, M. D., Ladd-Acosta, C., Lee, B. K., … & Windham, G. C. (2017). The changing epidemiology of autism spectrum disorders. Annual review of public health, 38, 81-102.

Mandy, W., & Lai, M. C. (2016). Annual research review: the role of the environment in the developmental psychopathology of autism spectrum condition. Journal of Child Psychology and Psychiatry, 57(3), 271-292.
Millward, C., Ferriter, M., Calver, S. J., & Connell‐Jones, G. G. (2008). Gluten‐and casein‐free diets for autistic spectrum disorder. The Cochrane Library.

Sathe, N., Andrews, J. C., McPheeters, M. L., & Warren, Z. E. (2017). Nutritional and dietary interventions for autism spectrum disorder: a systematic review. Pediatrics, e20170346.

Tick, B., Bolton, P., Happé, F., Rutter, M., & Rijsdijk, F. (2016). Heritability of autism spectrum disorders: a meta‐analysis of twin studies. Journal of Child Psychology and Psychiatry, 57(5), 585-595.

Virués-Ortega, J. (2010). Applied behavior analytic intervention for autism in early childhood: Meta-analysis, meta-regression and dose–response meta-analysis of multiple outcomes. Clinical psychology review, 30(4), 387-399.

Wong, C., Odom, S. L., Hume, K. A., Cox, A. W., Fettig, A., Kucharczyk, S., … & Schultz, T. R. (2015). Evidence-based practices for children, youth, and young adults with autism spectrum disorder: A comprehensive review. Journal of Autism and Developmental Disorders, 45(7), 1951-1966.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Quiénes viven más, los madrugadores o los noctámbulos?

  • 16/05/2018
  • Maria Fernanda Alonso

Otoño en Rosario, Argentina. 10ºC de temperatura. La suave manta de microfibra acaricia mis mejillas. No existen responsabilidades ni preocupaciones, solo paz y tranquilidad en el mundo. Hasta que suena el despertador… son las 6 de la mañana.

Personalmente, considero inhumano y cruel empezar el día antes de las 10 am. El asunto es que un nuevo estudio encontró ciertas diferencias en la salud de los noctámbulos y los madrugadores.

Se estudió a 433.268 personas, con edades que iban entre los 38 y 73 años, quienes se definieron a sí mismas dentro ya sea como de “mañana definida”, “mañana moderada”, “tarde moderada” o “noche definida”. Se hizo un seguimiento de su salud por un promedio de seis años y medio, llevando registros de las causas de muerte con certificados de defunción.

Después de controlar edad y sexo, tabaquismo, índice de masa corporal, duración del sueño y otras variables, encontraron que, comparadas con las personas del tipo “mañana definida”, las personas del tipo “noche definida” tenían un 10% de incremento en el riesgo de morir por cualquier causa.

Cada aumento de «mañana» a «noche» se asoció con un mayor riesgo de enfermedad. Los nocturnos, comparados con los madrugadores, fueron casi dos veces más propensos a tener un trastorno psicológico y 30% más propensos a tener diabetes. Su riesgo de enfermedades respiratorias fue 23% mayor y por enfermedades gastrointestinales un 22% más elevado.

Aunque las razones del aumento de la mortalidad siguen sin estar claros, las personas nocturnas deberían saber que podrían haber consecuencias de salud, dijo Kristen L. Knutson, autora principal y profesora asociada de Neurología en la Universidad de Northwestern; y agregó que, aunque ser nocturno es en parte genético, las personas pueden hacer adaptaciones para modificar esta situación, como cambiar gradualmente la hora de ir a dormir o evitar el uso de dispositivos electrónicos antes de acostarse.

Referencia del estudio:

Kristen L. Knutson & Malcolm von Schantz. Associations between chronotype, morbidity and mortality in the UK Biobank cohort. Publicado en Chronobiology International. https://doi.org/10.1080/07420528.2018.1454458

Fuente: The New York Times

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Científicos transfieren memoria entre caracoles ¿realidad o ficción?

  • 16/05/2018
  • David Aparicio

¿Te imaginas que en un futuro cercano puedas descargar tus recuerdos y transferirlos a otro cerebro? Parece una pregunta fantasiosa, pero eso fue exactamente lo que reportaron un grupo de neurocientificos del UCLA con la memoria de unos caracoles marinos cuando intentaban comprender cómo funciona el rastro y las bases físicas de los recuerdos.

El estudio fue dirigido por David Glazman y publicado en la revista eNeuron y se dividió en varias fases. La primera consistió en condicionar a un grupo de caracoles marinos para que desarrollaran una postura defensiva de duración prolongada (50 segundos) por medio de una serie de pequeñas y molestas descargas eléctricas. El grupo control estuvo conformado por caracoles que no recibieron las descargas y que exhibían una respuesta defensiva más breve (1 segundo). Hecho esto procedieron a extraer el ARN del sistema nervioso central de los caracoles condicionados e inyectaron el material genético en otros caracoles. 

Asombrosamente todos los caracoles que recibieron la inyección de ARN también mostraron una respuesta defensiva prolongada de 40 segundos cada vez que se les tocaba. Lo que significa que respondían al contacto físico como sí recordaran las desagradables descargas, aun cuando nunca las habían recibido. Para comparar esta respuesta el equipo inyectó a otros caracoles con el ARN de otros caracoles no condicionados y no se encontró algún cambio significativo en la respuesta defensiva.

Para observar qué sucedía a nivel celular, los neurocientíficos extrajeron las neuronas motoras y sensoriales de los caracoles no condicionados y luego le agregaron una dosis de ARN de caracoles condicionados. El resultado fue igual de asombroso: el ARN incrementaba la excitabilidad de las neuronas sensoriales, de la misma manera como si hubieran sido expuestos a la descarga eléctrica.

Este revolucionario hallazgo cuestiona la teoría prevalente de que la memoria es almacenada a través de las conexiones sinápticas entre las neuronas y en cambio propone que la memoria estaría almacenada en el núcleo de las neuronas, exactamente donde el ARN es sintetizado y propagado a través del ADN y los genes.

Con estos resultados no es para extrañarse que el estudio haya sido recibido con mucho escepticismo. Especialmente por sus semejanzas con un estudio desarrollado en la década de los 50 y 60 por el psicólogo James V. McConnell, en el que un grupo de gusanos planos había desarrollado comportamientos similares luego de devorarse a otros gusanos condicionados y que sugería que la memoria se había transferido de alguna manera.El trabajo de McConell no pudo ser replicado en otros laboratorios y fue ridiculizado por la comunidad científica de la época. Pero el interés por sus estudios siguió vivo y hace poco el biólogo Michael Levin que ha logrado replicar, bajo condiciones más controladas, los estudios de McConnell.

Los expertos también dudan del experimento de Glanzman porque no creen que la memoria pueda procesarse sin intercambio sináptico y desconfían de que el ARN pueda transferir recuerdos instantáneamente, considerando que se requiere una conexión entre todas las áreas cerebrales (motora, visual, etc.) para procesar los recuerdos y responder a ellos.

Los caracoles han sido extremadamente útiles en la investigación neurocientífica pero no se comparan con la complejidad del cerebro humano. Así que falta todavía mucha investigación y muchas dudas que aclarar para que podamos comprender realmente cómo almacenamos nuestros recuerdos y si realmente hay algún indicio de que este procedimiento pueda ser desarrollado en humanos.

Referencia del estudio original: Bédécarrats, A., Chen, S., Pearce, K., Cai, D., & Glanzman, D. L. (2018). RNA from Trained Aplysia Can Induce an Epigenetic Engram for Long-Term Sensitization in UntrainedAplysia; Eneuro. DOI: https://doi.org/10.1523/ENEURO.0038-18.2018

Fuente: Scientific American; Gizmodo

Imagen: Gizmodo

  • Salud Mental y Tratamientos

Aceptando el dolor para incrementar el rendimiento deportivo

  • 16/05/2018
  • Santiago Izzi

En este artículo me gustaría analizar la siguiente pregunta en relación a una población particular, los deportistas y atletas: ¿El rendimiento (deportivo, en este caso) mejora suprimiendo pensamientos, sensaciones o emociones displacenteras?

Con esta pregunta inició mi primera sesión con un deportista de alto rendimiento. Ciertamente no es una manera tradicional de comenzar un primer encuentro, pero creo que expresa perfectamente de lo que se trataba la consulta. Un futbolista de primera división, se encontraba en mi consultorio para encontrar mejores maneras de afrontar sus propias sensaciones durante la competición.

En el contexto de la actividad física y el deporte, especialmente para los atletas y deportistas de elite, uno de los objetivos fundamentales es el incremento del rendimiento deportivo.

Históricamente, se lo ha asociado a un conjunto de variables y demandas de tipo fisiológicas. Sin embargo, el deporte está determinado por una amplia gama de factores o dimensiones y, por ende, requiere de habilidades psicológicas para la mejora y optimización del desempeño (Birrer y Morgan, 2010).

El rendimiento óptimo se ha descrito como “la correcta combinación de las condiciones cognitivas, afectivas y fisiológicas que permiten adecuadamente que las habilidades aprendidas ocurran de una manera aparentemente sin esfuerzo y automática” (Gardner y Moore, 2007, citados en Mañas 2014).

En las últimas décadas, el paradigma dominante de las intervenciones psicológicas en el campo del deporte sostuvo que el rendimiento deportivo aumenta en la medida que el deportista puede dominar o suprimir eventos privados (pensamientos, sensaciones corporales, emociones, etc.) evaluados como negativos.

 El rendimiento óptimo se ha descrito como “la correcta combinación de las condiciones cognitivas, afectivas y fisiológicas que permiten adecuadamente que las habilidades aprendidas ocurran de una manera aparentemente sin esfuerzo y automática”

Tomando esto en cuenta, lo que me consultaba mi paciente reflejaba una idea muy difundida, que además se considera muchas veces de sentido común. Es decir, existe de manera bien difundida esta idea de que para ser feliz no hay que sentir ansiedad, o que el día que no me sienta ansioso voy a poder hacer tal o cual cosa; solo por poner algunos ejemplos.

No obstante estos abordajes, así como el sentido común,  presentan considerables limitaciones, que han sido reveladas por un importante número de investigaciones las cuales señalan que los intentos de control, reducción o eliminación de los eventos internos, generan efectos contrarios a los deseados. Entre ellos, se mencionan notables incrementos en la intensidad, la frecuencia, la duración, e incluso, en la accesibilidad a los eventos privados no deseados (Mañas, et al. 2014).

En este sentido, resulta intuitivo suponer que si un atleta necesita controlar determinados pensamientos, emociones o sensaciones corporales, especialmente si posee la creencia de que debe hacerlo para que su rendimiento deportivo sea el deseado, deba invertir energía y tiempo en ejercer el control necesario para conseguirlo.

La primera consecuencia que se deriva de esto es que si el atleta ha de invertir cierto tiempo y esfuerzo en hacerlo, consecuentemente, no estará plenamente concentrado en la propia tarea con su probable repercusión negativa en su ejecución. De la misma manera, si usted se encuentra intentando no sentir ansiedad para acompañar a su hijo a un partido de futbol, no solo no lo logrará sino que se estará perdiendo de compartir plenamente ese momento con su hijo.

En segunda instancia, debe atenderse la cuestión de que el atleta consiga o no su propósito. Si consigue su objetivo, funcionara como refuerzo de la creencia de que es necesario hacerlo. Por otra parte, si no lo consigue puede ser que genere una reacción emocional intensa(miedo, por ejemplo) interfiriendo en su rendimiento y que incluso se involucre en una lucha por intentar controlar o cambiar algo que no puede controlar ni cambiar, al menos no en ese momento.

Una tercera consecuencia que puede inferirse de esta manera de proceder, es que las destrezas y ejecuciones que deberían producirse de manera automática, dado que fueron ejecutadas sistemáticamente en el entrenamiento deportivo, podrían no realizarse de manera fluida mientras el atleta está intentando controlar algún pensamiento o emoción. Es decir, la ejecución de las rutinas entrenadas podrían no realizarse eficazmente e incluso verse obstaculizadas.

En resumen, las consecuencias de luchar o intentar evitar pueden agruparse en tres grandes grupos:

  • Psicológicas: ansiedad, irritabilidad, aburrimiento, autoreproches, baja tolerancia a la frustración, manifestaciones psicosomáticas, etc.
  • Deportivas: bajo rendimiento, baja motivación, insatisfacción, falta de compromiso, actitud negativa hacia los compañeros, retrasos, ideas de abandono, etc.
  • Contextuales: disminución de la calidad de vida.

En la actualidad existen nuevos abordajes, en el campo de la psicoterapia, con aportaciones epistemológicas, filosóficas y teóricas, que contrastan con lo antedicho. Las terapias contextuales cuentan con respaldo de numerosas investigaciones en las que se comienza a plantear que existen eventos que no podemos cambiar (al menos, no de manera muy efectiva), como los estados internos, emociones, recuerdos, pensamientos, etc., mientras que existen cosas que sí podemos cambiar y son nuestras acciones.

Y esto es extremadamente importante querido lector, porque quizá al disminuir los intentos del control que ejercemos sobre nuestras emociones y pensamientos, podamos hacerles espacio y enfocarnos en aumentar el dominio de nuestras acciones. Y asi poder direccionarlas hacia lo que nos resulta importante, que significará algo diferente en cada persona: desde hacer un gol hasta acompañar a su hijo en un momento significativo para él.

Referencias bibliográficas:

Birrer, D., & Morgan, G. (2010). Psychological skills training as a way to enhance an athlete’s performance in high-intensity sports. Scandinavian Journal of Medicine & Science in Sports.

Mañas, I. (2007). Nuevas terapias psicológicas: La tercera ola de terapias de conducta o terapias de tercera generación. Gaceta de Psicología, 40, 26-34.

Mañas, I. (2014). Mindfulness y rendimiento deportivo. Psychology, Society, & Education 2014, Vol.6, No 1, pp.

Ruiz, F.J., y Luciano, C (2009). Aplicación de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) para el incremento del rendimiento ajedrecístico. Un estudio de caso. Psicothema 2009. Vol. 21, no 3, pp. 347-352.

  • Salud Mental y Tratamientos

La hormona que se dispara en las personas con ansiedad crónica y que incrementa el riesgo de enfermedades cardíacas

  • 15/05/2018
  • David Aparicio

Las personas que sufren de ansiedad crónica exhiben niveles altos de norepinefrina, una hormona-neurotransmisor que juega un rol fundamental en la respuesta al estrés y que producida por periodos prolongados puede afectar el funcionamiento y salud cardiaca de la personas.

Todo esto proviene del estudio de la Universidad de Iowa y disponible en el Journal of Neuropsychology, que observó la respuesta de dos grupos de participantes (un grupo sufría de ansiedad crónica y el segundo no tenía diagnosticado ansiedad) que vivieron una experiencia estresante en el laboratorio.

Para medir la respuesta al estrés fisiológico se colocó a cada participante en una bañera con agua fría durante dos minutos y se les pidió, mientras resistían el frío, que resolvieran una serie de problemas matemáticos sencillos durante cuatro minutos (esto les permitió evaluar el estrés psicológico). Para evaluar la ansiedad se les dijo a todos los sujetos que tenían un periodo de dos minutos para prepararse a la bañera con agua fría. La respuesta fisiológica fue medida a través de pequeños microelectrodos colocados en los nervios simpáticos y también se les monitoreó la presión arterial y flujo sanguíneo.

Como era de esperarse las personas con ansiedad crónica presentaron mayores niveles de norepinefrina y tuvieron una respuesta más elevada de los nervios simpáticos en comparación con los sujetos del grupo control.

Este incremento significativo de norepinefrina y de la actividad del tejido simpático podría hacer más proclives a las personas con ansiedad de sufrir de enfermedades cardiovasculares.

 Fuente del estudio original:Holwerda, S. W., Luehrs, R. E., Gremaud, A. L., Wooldridge, N. A., Stroud, A. K., Fiedorowicz, J. G., et al. (2018). Relative burst amplitude of muscle sympathetic nerve activity is an indicator of altered sympathetic outflow in chronic anxiety. Journal of Neurophysiology, 17(1), I43. http://doi.org/10.1152/jn.00064.2018

Fuente: Psychcentral

  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Combinando la terapia de aceptación y compromiso con la terapia de interacción padres-hijos en un niño con graves problemas de conducta (PDF)

  • 15/05/2018
  • David Aparicio

La Terapia de Interacción Padres-Hijos (PCIT) es una terapia bien establecida para problemas de conducta infantil. La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) combinada con PCIT mejora los resultados de la intervención, ya que puede facilitar la adhesión de los padres y del niño al tratamiento y puede mejorar la efectividad de PCIT en niños mayores de 7 años.

En este trabajo se presenta el caso de un niño de 10 años con trastorno negativista desa ante, que presentaba conductas disruptivas de alta frecuencia desde hacía más de 6 meses. Se utilizó un diseño de caso único AB con medidas repetidas de seguimiento. Se evalúa la e cacia del tratamiento que combinó PCIT y ACT, aplicado en el niño y sus padres.

La intervención se llevó a cabo a lo largo de 11 sesiones con 3 medidas de seguimiento posteriores a los 3, 6 y 12 meses. Los resultados muestran que el tratamiento fue efectivo para reducir los graves problemas de conducta que presentaba e incrementar las conductas pro-sociales.

Los resultados se mantienen en el seguimiento de 12 meses. Este trabajo aporta evidencia de la e cacia del tratamiento combinado de PCIT y ACT en el caso de un niño mayor de 7 años con trastorno negativista desa ante a corto y largo plazo.

Descarga el artículo completo en formato PDF.

Autores: Lourdes Ascanio-Velasco y Rafael Ferro-García

Fuente Revista de Psicología Clínica con Niños y Adolescentes

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