Psyciencia
  • SECCIONES
  • PSYCIENCIA PRO
    • ÚNETE A LA MEMBRESÍA
    • INICIA SESIÓN
    • CONTENIDO PARA MIEMBROS
    • RECURSOS PARA MIEMBROS
    • TIPS PARA TERAPEUTAS
    • PODCAST
    • WEBINARS
  • NORMAS APA
  • SPONSORS
  • NOSOTROS
Psyciencia
  • SECCIONES
  • PSYCIENCIA PRO
    • ÚNETE A LA MEMBRESÍA
    • INICIA SESIÓN
    • CONTENIDO PARA MIEMBROS
    • RECURSOS PARA MIEMBROS
    • TIPS PARA TERAPEUTAS
    • PODCAST
    • WEBINARS
  • NORMAS APA
  • SPONSORS
  • NOSOTROS

Publicaciones por mes

diciembre 2019

49 Publicaciones
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El abuso de sustancias se extendería a los medicamentos no opioides

  • 23/12/2019
  • Maria Fernanda Alonso

El uso de medicamentos comunes no opioides estaría asociado también con el riesgo de abuso de sustancias, según los hallazgos de un nuevo estudio que encontró aumentos «preocupantes» en los intentos de suicidio relacionados a la gabapentina y el baclofeno, y los ingresos hospitalarios en adultos estadounidenses desde 2013, coincidiendo con una disminución en las recetas de opioides (Reynolds et al., 2019).

Los investigadores explican que las campañas activas para advertir sobre los riesgos asociados con el uso de opioides han resultado en una disminución dramática en las recetas en los Estados Unidos después de un pico en 2010-2012. Sin embargo, con millones de adultos que aún viven con dolor crónico, los medicamentos no opioides se consideran ampliamente como alternativas más seguras para su tratamiento. Informan los investigadores que las recetas de gabapentina han aumentado un 64%: de 39 millones en 2012 a 64 millones en 2016 (cuando era el décimo medicamento recetado más comúnmente en los EEUU).

Para este estudio se observaron más de 90000 casos de exposición a los medicamentos. Se hallaron grandes aumentos en el uso indebido y la toxicidad, con casos de abuso aislado del uso de gabapentina (de 2013 a 2017) aumentando en un 119.9%, y baclofeno (2014-2017) 31.7 %.

Tras una revisión de los datos en el sistema nacional de datos de envenenamiento, los investigadores descubrieron que todos los estados de EE. UU. Han visto aumentos en la exposición a la gabapentina. La mayoría de los estados también vieron aumentos en la exposición al baclofeno, el uso/abuso de gabapentina y el uso/abuso del baclofeno. Los resultados específicos incluyen:

  • Durante el período de cinco años (2013-2017), hubo 74,175 exposiciones a gabapentina.
    • La exposición total a gabapentina aumentó en un 72,3%;
    • Las exposiciones aisladas aumentaron en un 67.1% y el abuso/mal uso aislado aumentó en un 119.9%.
  • Durante el período de cuatro años (2014 a 2017), hubo 15.937 exposiciones a baclofeno.
    • Las exposiciones totales a baclofeno aumentaron en un 36,2%;
    • Las exposiciones aisladas de baclofeno aumentaron en un 35% y el mal uso/abuso aislado aumentó en un 31,7%.

Los investigadores también descubrieron que se requerían ingresos a un centro de atención médica en el 16,7% de las exposiciones aisladas a gabapentina y el 52,1% de las exposiciones aisladas a baclofeno.

Los casos de sospecha de intentos de suicidio intencional aumentaron en un 80.3% para exposiciones aisladas a gabapentina durante un período de cinco años y 43% para baclofeno durante un período de cuatro años. El consumo conjunto de sedantes y opioides fue común para ambos medicamentos.

La autora principal, Dra. Kimberly Reynolds, declaró que «es necesario desarrollar una mejor comprensión de los riesgos que conllevan estos medicamentos no opioides para que los proveedores y los pacientes puedan tomar decisiones mejor informadas sobre su papel en el manejo del dolor, y también podrían conducir a la introducción de nuevas medidas de salud pública.»

Como resultado de sus hallazgos, los autores del estudio recomiendan que los pacientes a los que se recetan estos medicamentos se sometan a pruebas de detección de trastornos por uso de sustancias, trastornos del estado de ánimo e ideas suicidas, utilizando herramientas de detección validadas. Además, las recetas de los medicamentos deben colocarse en la base de datos electrónica que rastrea las recetas de sustancias controladas en un estado (programa de monitoreo de medicamentos recetados).

Referencia bibliográfica:

Reynolds, K., Kaufman, R., Korenoski, A., Fennimore, L., Shulman, J., & Lynch, M. (2019). Trends in gabapentin and baclofen exposures reported to U.S. poison centers. Clinical Toxicology, pp. 1-10. https://doi.org/10.1080/15563650.2019.1687902

Fuente: Psychcentral

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El desempleo llevaría a los hombres hacia campos laborales dominados por las mujeres

  • 19/12/2019
  • Maria Fernanda Alonso

El desempleo puede funcionar como motivador, como motor para la búsqueda de un medio de solvencia económica para la subsistencia. Según un nuevo estudio, los hombres desempleados tienden a orientarse hacia ámbitos laborales dominados por mujeres, como la educación y la atención médica. En EEUU, muchos de los que han cambiado a estas profesiones están encontrando ventajas laborales reales, como un aumento salarial y prestigio ocupacional, en comparación con sus trabajos anteriores (Yavorsky & Dill, 2020). Los nuevos hallazgos se basan en análisis de la Encuesta de ingresos y programa de participación, encuestas administradas por la Oficina del Censo de EEUU.

Los hallazgos revelan que los hombres que anteriormente trabajaban en campos dominados por hombres o de género mixto son significativamente más propensos a avanzar hacia trabajos dominados por mujeres después de un episodio de desempleo. Y cuando lo hacen, sus salarios aumentan, en promedio, un 4% con relación a su empleo anterior y su prestigio ocupacional también aumenta.

Los hombres que eventualmente encuentran un nuevo empleo en campos dominados por hombres o de género mixto mantienen niveles pasados ​​o pierden terreno en estas áreas, indica el análisis.

«Lo que nuestro estudio sugiere es que el desempleo puede actuar como un shock que alienta a los hombres a considerar alternativas de trabajo que de otro modo no podrían considerar mientras están empleados,» dijo la coautora Dra. Jill Yavorsky de la Universidad de Carolina del Norte en Charlotte.

Enfrentar cuotas adeudadas de un inmueble, un automóvil, la carencia de un ingreso económico, es realmente significativo. Este efecto de “aprender a los golpes” aparentemente da como resultado una importante adaptación social.

“Esto es particularmente importante, dadas las cambiantes condiciones del mercado laboral. En las últimas décadas, los trabajos dominados por hombres, y los trabajos realmente dominados por hombres de clase trabajadora, han ido desapareciendo. Sabemos que el mercado laboral se está moviendo hacia muchos trabajos dominados por mujeres, como los de salud y educación,” señaló Yavorsky.

Llamativamente, los salarios aumentan para los hombres que ingresan a campos dominados por mujeres en un promedio de 4 por ciento y el prestigio de su ocupación también aumenta significativamente, sobre la base del puntaje de prestigio de Nakao-Treas, una medida ocupacional estándar en sociología.

«Estos posibles beneficios salariales y de prestigio son significativos porque sugieren que tomar un trabajo dominado por mujeres puede ayudar a algunos hombres a evitar los efectos cicatriciales comunes del desempleo,» dijo Yavorsky.

“Una gran cantidad de investigaciones en ciencias sociales ha demostrado que los trabajadores a menudo sufren un golpe en sus salarios y su estado laboral en el puesto que ocupan después del desempleo. Por lo tanto, es significativo que, en algunos casos, ir a un trabajo dominado por mujeres pueda ayudar a compensar los costos típicos asociados con el desempleo,” señala.

Yavorsky y Dill señalan que es importante contextualizar los aumentos en el prestigio ocupacional que algunos hombres experimentaron al ingresar a campos dominados por mujeres.

“Muchos hombres hicieron la transición de trabajos manuales de clase trabajadora a empleos de nivel básico dominados por mujeres de cuello blanco. Esto es importante porque estos trabajos de cuello blanco podrían ofrecer una mayor seguridad laboral a largo plazo, dada la precariedad de muchos trabajos de clase trabajadora dominados por hombres,” dijo Yavorsky.

Además, las autoras señalan que la entrada a trabajos dominados por mujeres de cuello blanco puede ser un trampolín para el futuro avance. Existe un concepto llamado “escalera mecánica de vidrio” que describe las “ventajas que los hombres suelen experimentar en trabajos dominados por mujeres. Específicamente, los hombres, particularmente los hombres blancos, tienden a tener salarios más altos y a ser promovidos más rápidamente que sus pares mujeres,” señalan. «Por supuesto, no vemos la situación inversa para las mujeres que realizan trabajos dominados por hombres.” De hecho, la investigación documenta claramente que las mujeres continúan enfrentando una serie de desventajas, que incluyen salarios más bajos y dificultades para ser promovidas.»

En general, dado que los hombres no han progresado mucho al ingresar a trabajos dominados por mujeres en las últimas décadas, este estudio muestra que las condiciones económicas individuales realmente importan para las decisiones laborales de los hombres.

Referencia bibliográfica:

Yavorsky, J. E., & Dill, J. (2020). Unemployment and men’s entrance into female-dominated jobs. Social Science Research, Vol. 85, p. 102373. https://doi.org/10.1016/j.ssresearch.2019.102373

Fuente: Psychcentral

  • Salud Mental y Tratamientos

Análisis de un artículo en contra y a favor de la Terapia Gestalt

  • 19/12/2019
  • Victoria Cassani

Uno de los aspectos más fundamentales en el que todo profesional de la psicología debe profundizar es el análisis crítico de diversos artículos relacionados con nuestra área de trabajo. Personalmente, tengo la fortuna de estar cursando el Máster en Terapias Contextuales y de Tercera Generación (Ítaca Formación, Córdoba), a través del cual tanto mis compañeros/as como yo estamos teniendo y aprovechando la oportunidad de desarrollar competencias de todo tipo bajo la supervisión de los docentes del mismo, quienes nos proporcionan una guía cuya valía es indiscutible. Nuestro tutor de prácticas online, José Olid (TerapiasContextuales), nos propuso la lectura y análisis de dos artículos publicados en Psyciencia precisamente con el fin de trabajar nuestro pensamiento crítico: por una parte, La mala ciencia de la terapia Gestalt de Sergio García Morilla y, por otra, La terapia Gestalt no es una pseudociencia ni una mala ciencia, de Clotilde Sarrió. Lo que expongo a continuación es, en primer lugar, un resumen de las principales ideas defendidas por cada autor, siguiendo con una exposición de cuáles argumentos considero que son acertados o, por el contrario, falaces, para finalizar detallando mis propias conclusiones de la manera más objetiva posible.

Para empezar, en el artículo La mala ciencia de la terapia Gestalt podemos encontrar un resumen de los principales argumentos que se esgrimen para demostrar la supuesta ineficacia de la TG, entre los cuales se citan los siguientes:

  • Existencia de un escaso número de ECA que además son de mala calidad (muestras demasiado pequeñas, no se centran en todas las variables implicadas, no se demuestra que funcione mejor que el placebo, etc.)

  • Incapacidad para concretar la metodología de la que se hace uso a lo largo de la terapia, además de la inexistencia de tratamientos protocolizados.

  • Cuestionable validez del modelo terapéutico que la respalda, basado en teorías del comportamiento no apoyadas por la comunidad científica.

  • Objeto de intervención ambiguo y subjetivo.

En definitiva, se defiende la idea de que la TG debería considerarse una pseudoterapia, ya que debido a las deficiencias anteriormente expuestas no ha demostrado ser eficaz para el tratamiento de ningún tipo de trastorno o problema psicológico y la mayoría de las pruebas a las que nos podemos remitir que intentan demostrar que sí funcionan provienen de casos individuales que no han sido investigados mediante el método científico.

Los estudios presentados que respaldan la eficacia de la TG no cuenta con datos científicos concretos que apoyen tal conclusión

En primer lugar, considero determinante la escasez de estudios que avalan la eficacia real de la TG. No solo es relevante que las muestras utilizadas hayan sido demasiado pequeñas como para que los resultados no puedan ser significativos y generalizables, sino también el hecho de que solo resalten lo que a los defensores de la Gestalt les interesa, ignorando el resto de datos que, si se tuviesen en cuenta, desmentirían los logros supuestamente alcanzados. Asimismo, me llama la atención que se llevase a término un estudio con personas que “se consideraban deprimidas”, ya que no se establece un límite entre lo patológico y no patológico y, por tanto, no es posible conocer hasta qué punto las técnicas que se utilizaron funcionaron gracias a su propia eficacia o porque verdaderamente no existía tal estado depresivo. En definitiva, los estudios presentados que respaldan la eficacia de la TG no cuenta con datos científicos concretos que apoyen tal conclusión.

Por otra parte, el hecho de que la TG carezca de principios específicos en los cuales basarse a la hora de llevar a cabo una intervención terapéutica asimismo pone en entredicho su validez puesto que, en su afán de aunar ideas de diferentes corrientes psicológicas a fin de enriquecer su propio modelo de trabajo, al final termina haciendo uso de técnicas y estrategias que son en su mayoría sin fundamento científico y que incluso llegan a ser incompatibles. El problema no estriba, por consiguiente, en la puesta en práctica de distintos tipos de técnicas procedentes de otros modelos, si no en la ausencia de un conjunto de principios concretos que guíen el proceso terapéutico y mediante los cuales el objeto de la intervención quede libre de interpretaciones ambiguas.

No obstante, considero que el autor cae en la falacia ad verecundiam (falacia de autoridad, consiste en apelar al respeto o prestigio de una persona para respaldar un argumento) al recurrir al código deontológico para enfatizar el argumento de que la TG no se ciñe a la idea de lo que debe hacer un psicólogo para ejercer la profesión de la manera más adecuada posible. Así, se defiende esta conclusión basándose en lo que ha publicado un organismo de autoridad, en este caso el Colegio de Psicólogos.

El problema no estriba, por consiguiente, en la puesta en práctica de distintos tipos de técnicas procedentes de otros modelos, si no en la ausencia de un conjunto de principios concretos que guíen el proceso terapéutico

Con respecto al artículo La terapia Gestalt no es una pseudociencia ni una mala ciencia, se destaca el que la autora esté de acuerdo con el hecho de que los defensores de la TG no se han preocupado por llevar a cabo estudios que avalen científicamente su validez. No obstante, achaca esta decisión a no haber querido vincularse con un método que solo tiene en cuenta lo directamente observable o medible, postulados totalmente contrarios a la línea humanista de dicha terapia y por lo que, de haberse sometido a su valoración, se habrían infravalorado los resultados obtenidos. Además, se enfatiza la diferencia entre “validación” y “válido”, puesto que disponer de aval científico no determina necesariamente la ineficacia del resto de terapias que no se encuentran respaldadas por el mismo.

Por otro lado, se alega que el uso de distintas técnicas procedentes de otro tipo de terapias por parte de la TG no es un argumento lo suficientemente consistente como para tildar dicha corriente de pseudociencia, ya que no se trata de una práctica exclusiva de la misma y, de hecho, es una muestra de la heterogeneidad de criterios que enriquecen la disciplina. Asimismo, se recurre al peligro que corre la credibilidad de los profesionales de la psicología si comenzamos a cuestionar la labor de nuestros propios compañeros de cara al resto de disciplinas.

Del mismo modo, critica que el método científico se tenga en un pedestal y se considere popularmente sinónimo de verdad absoluta, cuando existen trabajos cuyos resultados, aun cumpliendo con todos los requisitos que dicho método impone, son de igual manera vistos como cuestionables. Además, se alega que a día de hoy se llevan a término intervenciones de distinta índole que funcionan aun desconociendo el mecanismo de acción que propicia su éxito, estableciendo una conexión con el uso legítimo de la TG en ausencia de trabajos científicos que la respalden.

En definitiva, la autora cuestiona la idea de que la TCC sea la única que funciona al estar validada por el método científico, expresando su descontento no solo con la creencia popular de que todo lo que no cumpla con los criterios del mismo no posee ningún tipo de valor independientemente de los resultados que se consigan, sino también con el resto de profesionales que descalifican los postulados de la TG en lugar de enriquecerse y aprender los unos de los otros.

Desde mi perspectiva, es importante tener en mente que el hecho de validar una terapia en concreto no es garantía de que esta sea la única que conlleve resultados beneficiosos para la persona y, por consiguiente, no es motivo suficiente como para rechazar de pleno otro tipo de prácticas que aún no estén respaldadas por tantos estudios como lo está la TCC. Asimismo, la pluralidad de técnicas de las que se hace uso en la TG no tiene por qué ser sinónimo de mala praxis. De hecho, distintas corrientes psicológicas se sirven de herramientas de diferente procedencia y no por ello son objeto de críticas. Por último, coincido con la autora en que el método científico no es perfecto en su ejecución y que hay aspectos del mismo que deberían reconsiderarse a fin de asegurar resultados totalmente fiables para cualquier tipo de terapia. Sin embargo, a mi entender Clotilde Sarrió utiliza un gran número de argumentos falaces para defender sus ideas, entre los cuales podemos citar los siguientes:

Falacia ad hominem: al comenzar el artículo podemos ver como la autora intenta desacreditar no tanto los argumentos expuestos en La mala ciencia de la Terapia Gestalt, sino a la persona que lo ha escrito, alegando que considerar la TG una pseudociencia solo podría entenderse “en base a un rechazo obsesivo, a un absoluto desconocimiento de la TG, a una jactanciosa soberbia de creerse en posesión de la verdad, o también al frecuente vicio de la generalización basada en la ignorancia”.

Falacia ad verecundia: la autora nombra diversas personalidades reconocidas en el mundo de la TG con el objetivo de convencer al lector de que esta no se trata, ni mucho menos, de una pseudociencia.

Falacia ad ignorantiam: a pesar de que la TG no cuenta apenas con estudios que demuestren científicamente su eficacia, la autora argumenta que “la no demostración de la eficacia de un procedimiento terapéutico no implica que éste sea ineficaz y aún menos una pseudociencia”. Así, intenta sostener su argumento en base a que no se ha demostrado lo contrario.

Falacia de eludir la cuestión: la autora recurre a ciertos argumentos para defender sus ideas que hasta ese momento no se habían cuestionado. Por ejemplo, en un momento dado expone que lo peor que nos puede ocurrir a los profesionales de la psicología es que entremos en guerra entre nosotros mismos corriendo el peligro de que se ponga en entredicho aún más nuestra labor, en un intento de hacer reflexionar a los críticos de la TG por medio de un argumento que no se había cuestionado anteriormente.

Falacia tu quoque: como el método científico “es un método susceptible de falibilidad, subjetividades en su interpretación, manipulación y sometimiento a intereses ajenos a la ciencia”, no tiene sentido acusar a la TG de tener una eficacia cuestionable por no encontrarse respaldada por suficientes estudios.

Falacia del alegato especial: cuando se alega que la TG no se ciñe a la metodología científica actual porque trabaja con aspectos tan profundos del ser humano que, de otra manera, serían imposibles de tratar, se está haciendo alusión a una “sensibilidad especial” de la misma que dificultaría su comprensión a todos aquellos que no se esfuercen por comprenderla. Se entiende, por tanto, que quien no asume los postulados de la terapia no es capaz de interiorizar los argumentos a su favor, puesto que no posee el nivel de conocimientos suficiente.

A modo de síntesis, estoy de acuerdo con algunas ideas que respaldan la TG pero al mismo tiempo me parece que el artículo de Clotilde Carrió está escrito desde el enfado y el resentimiento y, a pesar de que intenta responder a las críticas expuestas por Sergio García, concluyo que la gran mayoría de los argumentos que utiliza carecen de suficiente fundamento como para convencer al lector. Por su parte, Sergio García publica un artículo exclusivamente desde el punto de vista de la TCC, por lo que sus opiniones se encuentran asimismo sesgadas por su propia visión de la psicología.

La mejor manera de asegurar la efectividad de un tratamiento es mediante la aplicación del método científico, obteniendo de esta forma una cantidad considerable de estudios que avalen dicha eficacia

Es cierto que se debe establecer una distinción entre “validado” y “válido”, puesto que el hecho de que se haya demostrado por medio de pruebas científicas que un tratamiento, estrategia o técnica funciona adecuadamente, no significa que no existan otros medios con los cuales se pueda alcanzar el mismo resultado o incluso mejor. Sabemos, por tanto, que validar un método no implica que este sea el único válido. No obstante, que se consigan buenos resultados en una serie de personas con una terapia en concreto, tampoco quiere decir que estos se puedan generalizar al resto de la población. Es por ello que, a día de hoy, la mejor manera de asegurar la efectividad de un tratamiento (en este caso terapéutico) es mediante la aplicación del método científico, obteniendo de esta forma una cantidad considerable de estudios que avalen dicha eficacia. Bien es cierto que adolece de cierto margen de error y que, por consiguiente, siempre van a existir aspectos pendientes de mejora y avance, pero ello no implica que deba imperar la subjetividad y el azar en nuestro ámbito de trabajo. En definitiva, ni la TG ha sido lo suficientemente estudiada como para considerarse una metodología cuyos supuestos sean estables y se puedan aplicar a la mayoría de la población, ni la TCC tiene por qué ser la que conlleve mejores resultados sin dar lugar a dudas.

No se trata, por tanto, de hacernos con un arsenal de técnicas y aplicarlas sin conocimiento de causa, sino de ser flexibles y reconocer que, aun sin coincidir en su totalidad con ciertas corrientes terapéuticas

Por otra parte, el seguimiento estricto del protocolo en el proceso terapéutico, tal y como defiende la TCC, no siempre es garantía de éxito. Así, seguir una serie de reglas específicas puede ser peligroso si, en vez de centrarnos en la persona en sí misma, en su contexto y en la problemática con la que llega a consulta, consideramos más relevante el cumplimiento del protocolo que debe seguirse en determinados casos y anteponemos este a las características del paciente y las circunstancias que le rodean. Sin embargo, considero que encaminar la terapia según vayan avanzando las sesiones sin necesidad de estar pendientes de cumplir una serie de pasos es positivo siempre y cuando no haya dudas con respecto al objetivo que se persigue y los principios en los que está basada la terapia que se lleva a término, cimientos fundamentales que aún no están lo suficientemente bien construidos en la TG.

En relación al uso de técnicas y estrategias provenientes de diversos modelos terapéuticos, tampoco considero que sea una práctica del todo criticable. Como he mencionado previamente, existen herramientas terapéuticas que, aun perteneciendo a distintas corrientes psicológicas, han sido validadas científicamente y no veo el motivo por el cual no puedan ser utilizadas por todo psicólogo que lo crea conveniente siempre que se comprendan los principios en los cuales están fundamentadas y la finalidad que se quiere alcanzar mediante su puesta en práctica, tal y como he especificado en el párrafo anterior. No se trata, por tanto, de hacernos con un arsenal de técnicas y aplicarlas sin conocimiento de causa, sino de ser flexibles y reconocer que, aun sin coincidir en su totalidad con ciertas corrientes terapéuticas, hacen uso de estrategias y herramientas que pueden ser de utilidad y promover cambios positivos en el cliente, siendo conscientes del por qué y para qué las vamos a utilizar.

En conclusión, a mi parecer a la TG le queda aún mucho camino por recorrer. No niego que haya personas para las cuales haya sido beneficiosa su aplicación, pero no podemos suponer que estos resultados pueden generalizarse al resto de la población a partir de ciertos casos aislados. Escudarse en que valorar experiencias y estados de conciencia no es posible mediante el método científico debido a que son impredecibles no les exime de la responsabilidad que tienen como profesionales de investigar la efectividad real de su terapia y de profundizar en la base teórica que la sostiene. Por su parte, la TCC no está libre de puntos débiles y el hecho de que se encuentre respaldada por la comunidad científica no implica que no existan asuntos que deban revisarse y, por supuesto, que sea el único modelo con el que pueden conseguirse resultados positivos.

  • Artículos Recomendados de la Web

Cómo educar a los niños con el ejemplo

  • 18/12/2019
  • David Aparicio

Las palabras convencen, el ejemplo arrastra…

Ruth Alfonso Arias escribe para el diario español, El País:

Como adultos estamos siempre pendientes de lo que decimos o cómo lo decimos. Pero en ocasiones nos olvidamos de lo que hacemos y, sobre todo, olvidamos que la palabra convence, pero el ejemplo arrastra. Los niños siguen nuestros pasos, cada día podemos enseñarles algo: cuando cruzamos de manera adecuada por un paso de cebra, cuando somos tolerantes o respetamos la naturaleza.

(…)

¿Cómo podemos afrontar estos valores con los niños?:

Capacidad de autocontrol: ante una rabieta o un conflicto cuando lo más fácil es “unirse al caos”. Hoy sabemos de la existencia de las neuronas espejo, a través de las cuales nos contagiamos del estado emocional del otro. Cuando estamos alterados es muy difícil que un niño permanezca tranquilo. Nuestra calma es fundamental para acabar con el tsunami emocional en el que se han sumergido, de ahí surge la necesidad de trabajar con nosotros mismos para poder transmitir a nuestros hijos la habilidad de la autorregulación. Una habilidad indispensable en la vida.

Frustración: cuando algo no sale bien tenemos la opción de estallar o la posibilidad de atajarlo de otra manera pensando en lo bueno que podemos obtener de esa situación. El mensaje que podemos trasladarles es que no podemos controlar todo lo que nos pasa, pero lo importante es que puedo controlarme a mí mismo. Si nos encontramos en la fila de un supermercado con nuestros hijos y surge algún problema, podemos estallar, enfadarnos con la situación o tratar de llevar ese momento de la mejor manera posible.

Lee la lista completa de habilidades en El País.

  • Artículos Recomendados de la Web

Los cuervos son mucho más inteligentes de lo que pensamos

  • 18/12/2019
  • David Aparicio

Sergio Parra escribe para XatakaCiencia:

Pero aparte de las similitudes morfológicas, los córvidos y los primates comparten algunas de las mismas capacidades básicas en términos de resolución de problemas y plasticidad, o de poder adaptarse y cambiar frente a nueva información y experiencias. Por ejemplo, son capaces de identificar a personas o cuervos que anteriormente supusieron una amenaza para ellos. El cuervo americano es otro gran aprendiz social, y nunca olvida la cara de un enemigo: reconoce a quien lo ha molestado y pasa la información a terceros. Si el increpador vuelve por su área de nidificación, una horda de pájaros negros le plantará cara.

Los cuervos también usan herramientas, y además unos y otros cuervos usan unas u otras herramientas en función del lugar en el que habitan… es decir, crean una especie cultura. En un estudio publicado a principios de este año, se describieron cuervos que buscan un tipo específico de tallo de la planta para confeccionar sus herramientas.

https://youtu.be/dbwRHIuXqMU

Habitualmente pasamos por alto la inteligencia de los animales con los que menos contacto tenemos, y el cuervo es uno de ellos.

Lee el artículo completo en XatakaCiencia.

  • Salud Mental y Tratamientos

Ética en la comunicación: relación entre terapeuta y paciente con trastorno del espectro autista

  • 18/12/2019
  • Geraldine Panelli

Este artículo tiene como objeto describir y discutir sobre las prácticas éticas posibles en el contexto de un tratamiento psicológico con pacientes con trastorno del espectro autista (TEA) desde el punto de vista de las ciencias de la comunicación.

Partiendo de la premisa de entender la comunicación como una cuestión de  derechos humanos y comprender los desafíos que genera en población con discapacidad, pero afirmando que la universalidad y la accesibilidad de los contenidos comunicativos que presentamos como terapeutas deben garantizarse; se intentará hacer un acercamiento teórico al tema.

Debemos reconocer la comunicación como algo que afecta a la totalidad de los individuos y la necesidad de ser empáticos con un otro, justamente para poder “ponerse en sus zapatos” y experimentar e indagar ¿Cómo mejorar la comunicación para que nuestros pacientes se sientan parte? ¿Cómo garantizar el entendimiento de lo que queremos comunicar? ¿Cómo afecta a la persona la exclusión de contenidos? ¿En qué lugar posicionamos y entendemos a la persona con discapacidad?

Para poder realizar un análisis crítico y específico se tomará como unidad de análisis esta relación terapéutica con población infantil; en los ámbitos más frecuentes: en sesión, con su familia y es espacios institucionalizados (escuela, centro educativo)

¿Qué es el trastorno del espectro autista?

Es un trastorno del neurodesarrollo cuya etiología es heterogénea; puede deberse a factores genéticos, de gestación o ambientales (Ruggieri, 2019). Sus principales características son: deficiencias persistentes en la comunicación y la interacción social; y patrones restrictivos y repetitivos de comportamientos, intereses o actividades. Para poder diagnosticarlo se debe evidenciar un deterioro significativo en lo social, laboral u otras áreas del funcionamiento habitual. Los síntomas deben estar presentes en las primeras fases del desarrollo y no se debe explicar mejor por discapacidad intelectual o retraso global del desarrollo (APA, 2014).

Algo a destacar, dado que acompaña la dificultad de trabajar con esta condición, es que la presentación clínica del cuadro es muy diversa en todas las áreas:

  • Severidad: por un lado, niños y niñas con auto y heteroagresiones graves, problemas motores que les dificultan el aprendizaje en actividades de la vida diaria que tengan por objeto la autonomía, falta de control de esfínteres. Y, por otro lado, infantes funcionales en autonomía y desarrollo de habilidades motoras que en su fisonomía no permiten observar patrones del diagnóstico.
  • Lenguaje: en un extremo podemos encontrar pacientes con altos déficits en la conducta verbal, ya sea de forma oral, lengua de señas o sistemas alternativos de comunicación (SAAC); y en el otro extremo conducta verbal funcional, aunque limitada por las características del diagnóstico en cuanto a la rigidez, literalidad y la dificultad en la abstracción (por ejemplo, el entendimiento de chistes, metáforas, etc.).
  • Cognitivo: en el nivel de menor funcionamiento, déficit en aprendizaje de prerrequisitos para la socialización como la atención conjunta, la imitación y el control instruccional. En un nivel medio de funcionamiento podemos encontrar pacientes con dificultades en el entendimiento de las emociones y los sentimientos, fallas en la teoría de la mente, principalmente en la empatía. Por último, en un nivel de alto funcionamiento, niños y niñas con las capacidades cognitivas conservadas.
  • Perfil sensorial: los infantes con TEA pueden experimentar, como no, síntomas de hiper o hipo sensibilidad de los más diversos.

A pesar de la deficiencia en la comunicación

Lo interesante para exponer en este artículo es que, si bien el déficit en la comunicación se encuentra como característico del trastorno, es la responsabilidad los terapeutas reconocer la humanidad del otro. Y en este reconocer su humanidad, al igual que la de su familia, lograr eliminar barreras que resultan discapacitantes para el paciente.

Estas barreras mencionadas se refieren a dejar de pensar la discapacidad como interna a la persona y ver cómo nosotros influimos como contexto en su desarrollo comunicacional; lo que resulta en un contexto inclusivo o un contexto discapacitante o deshumanizante. Cómo los vemos, pensamos y habilitamos sus formas de comunicar y de ser en la manera que puedan, y respetamos su subjetividad, va a ser la clave para trabajar en un marco pleno de respeto y ética.

Lo fundamental es comprender como profesionales que la afirmación “ellos viven en su mundo” es un mito que acompaña al diagnóstico hace muchos años, el cual hay que desterrar. Este tipo de afirmaciones y pensamientos en vez de acercarnos a las formas adecuadas de comunicación, nos alejan. Se responsabiliza al infante, con su diagnóstico y no se plantea en qué forma nosotros, adultos, terapeutas y figuras de cuidado, actuamos o buscamos una comunicación más efectiva y comprendida por ellos.

Si buscamos que nuestros pacientes comprendan es necesario asegurarnos de estar modificando el lenguaje oral y corporal de acuerdo a quien tenemos delante.

A veces no nos damos cuenta, hablamos mucho, nos movemos, usamos tonos de voz altos y esto puede ser irritante para niños o niñas con esta condición. Además, algo que se relata mucho en supervisión es la dificultad de mantener el silencio en sesiones de terapia; los pacientes no suelen tener conversaciones fluidas, muchas veces se trabajan cuestiones en las que no es necesario hablar como por ejemplo en entrenamiento en motricidad fina (armado de rompecabezas, encastres, enhebrado, etc.); y es necesario entrenar la habilidad terapéutica para aceptar esos silencios sin invadir auditivamente al infante.

Dentro de las diferencias en la relación comunicacional con pacientes que poseen esta condición, podemos encontrar algunas coincidencias:

  • Necesidad de literalidad: debemos tener en cuenta la dificultad en entender las metáforas, los chistes, o cuestiones abstractas. Por lo cual debemos ser explícitos en la comunicación.
  • Hablar en un tono de voz neutro: por la hipersensibilidad a los sonidos, la voz elevada puede resultar irritante y hasta desencadenar crisis.
  • Respetar los momentos de silencio o de soledad
  • Tener en cuenta la dificultad que presentan en la posibilidad de ser empáticos: no podemos pretender que de forma natural ellos comprendan nuestros sentimientos y emociones, debemos enseñarlo de forma estructurada e ir dando oportunidades de generalización.
  • Tener en cuenta las fallas en las habilidades sociales: muchas veces pueden aparecer comentarios espontáneos demasiado sinceros con respecto a cuestiones que socialmente no se dicen, por ejemplo, pacientes que nos pueden decir “estás más gordo” o “viniste despeinado”. También tener en cuenta que hay que enseñar y modelar las habilidades sociales cotidianas, como por ejemplo los saludos.

En los comienzos de las prácticas psicológicas eficaces para TEA, los resultados en el incremento de habilidades eran buenos; pero no se tenía en cuenta al sujeto en su integridad. El objetivo del tratamiento solo era disminuir comportamientos desadaptativos y enseñar o aumentar habilidades para mejorar la autonomía y el funcionamiento; incluso utilizando castigos físicos o dañinos.

Luego de generaciones de terapeutas, avances en la sociedad en cuanto a la mirada de los sujetos con discapacidad y un trabajo de mucha militancia social por parte de las familias y los adultos que han sufrido tratamientos e intervenciones a lo largo de su vida, nace un nuevo paradigma de tratamientos en donde el sujeto a tratar es respetado en su integridad.

Este respeto requerido nos lleva a hablar de comunicación. ¿Cómo hacemos para entender y validar a un niño o niña en una sesión de psicoterapia que no presenta conducta verbal o que solo la presenta en casos extremos de necesidad? Quizá este es uno de los desafíos más grandes que encontramos como terapeutas. Se intentará dar una respuesta a continuación.

Se define a la conducta verbal como “aquel comportamiento que está reforzado por mediación de otras personas, no especificamos —ni podemos hacerlo— ninguna forma, modo o medio. Cualquier movimiento capaz de afectar a otro organismo puede ser verbal” (Skinner, 1981).

La clave estará entonces en cómo los terapeutas, podemos posicionarnos como mediadores entre el infante y sus deseos; ya sean objetos, alimentos, reforzadores sociales como por ejemplo las cosquillas, acceso a actividades gratificantes, etc. Y en este posicionarnos respetar justamente sus gustos y sus pedidos, sin imponer nuestros propios objetos de satisfacción como obligatorios; y sobre todo intentando no restringir las posibilidades de elección.

Veamos este punto con un ejemplo clínico:

En la experiencia profesional de un terapeuta, en las primeras sesiones con los pacientes llevando una amplia disponibilidad de objetos reforzantes: masas, pelotas, objetos con luces, lápices, papeles de colores, animales de plástico, slime, muñecas etc., siendo el resultado que la mayoría de los casos eligen pelota. Con lo cual, en las próximas entrevistas iniciales, el terapeuta decide llevar solo pelotas. En su supervisión, sobre un nuevo caso su discurso es el siguiente “Juan no tiene interés en otros, ni en compartir, ni me mira, estuve probando, pero no hay caso”.

Podemos observar en el ejemplo, cómo el discurso del profesional posiciona el déficit y el problema en la socialización en el niño, sin repensar su propia práctica y cuáles son las opciones que está brindando a este sujeto, cuyo interés puede ser cualquier otro menos las pelotas.

Otra experiencia clínica que aparece en supervisión son nenas a las que solo se le ofrecen juguetes u objetos asociado a lo femenino como muñecas, bebotes, esmaltes de uñas; sin ofrecer objetos o actividades más motrices como saltar, jugar a la pelota, carreras, etc.

En estos casos y otros casos parecidos, los terapeutas, sin intencionalidad, bloquean los primeros intentos de comunicación que pueden aparecer incidentalmente mediante el juego; no generan que la dinámica con el infante sea desde el placer y restringen las elecciones; justamente no respetando la subjetividad y la diversidad que puede presentarse en los diferentes vínculos.

Es entendible que en el ofrecimiento resulta imposible abarcar toda la posibilidad de intereses que pueden existir; pero cuando no resulta, cuando llevamos varias sesiones sin lograr la interacción genuina debemos replantearnos qué estamos ofreciendo, cómo y qué cambiar para lograr ser mediadores efectivos y así al obtener una respuesta, lograr una comunicación natural.

Si intentamos por medios artificiales y sin pensar en la singularidad de los intereses de cada sujeto; el aprendizaje en la comunicación no sólo fracasará, sino que se dañará el vínculo entre paciente y terapeuta.

Otro punto interesante que se desprende del objeto de este artículo es evaluar cómo respondemos a ciertas demandas del paciente hacia nosotros o pedidos nuestros hacia el paciente. Como terapeutas debemos siempre realizar análisis funcionales de los comportamientos, esto quiere decir entender el para qué de cada conducta. Es un requerimiento esencial para el trabajo con esta población dado que muchas veces la forma de comunicarse no es la convencional a la que estamos acostumbrados, una misma conducta puede tener varias funciones y realizar las hipótesis adecuadas nos va a ayudar a entender qué está buscando o necesitando del ambiente y por lo tanto de nosotros. No olvidemos la premisa de que cuanto más eficaces somos como mediadores, mejor será la comunicación que lograremos con nuestro paciente; lo que resultará en un vínculo mucho más gratificante para ambos.

Esto nos lleva a entender que un niño o una niña puede, por ejemplo, llorar porque se le rompió su juguete preferido, llorar porque está haciendo un berrinche por un caramelo, o llorar porque tiene ganas de ir al baño y nos sabe pedirnos ayuda. Con lo cual retar por llorar, extinguir el llanto o no darle acceso a lo que necesita en ese momento, en alguna ocasión puede resultar una intervención de primera elección y en otra una intervención muy equivocada. De lo que no existen dudas es de que en este momento llorar es comunicar.

Por esta razón, cuando se elige o sugiere a las familias una intervención es fundamental evaluar el contexto en el que se da la conducta a modificar y que realmente este comportamiento que se toma como problemático presente una disfuncionalidad para la persona.

Para concluir este apartado, hay que destacar que cómo resulte el aprendizaje de la comunicación entre paciente y terapeuta, cómo este último enseñe a las familias a incrementar las instancias de comunicación incidental reforzadasy por último cómo se establezcan las instancias que favorezcan la generalización a otros ambientes, serán cruciales para el desarrollo del sujeto.

¿Por qué es crucial el aprendizaje de la comunicación?

Entender a nuestros pacientes con dificultades en la comunicación como parte de sistemas: sus familias, las escuelas, sus círculos sociales, etc. es la base para que sean sujetos incluidos.

Brindar oportunidades de aprendizaje para mejorar y aumentar las formas en las que se comunican hace que puedan ser más funcionales y que los tipos de vinculación con los otros sean más agradables.

Asegurar que las experiencias satisfactorias de respeto mutuo, donde el niño o niña sepa que puede expresarse y será escuchado, lo hace formar parte de estos círculos.  Y ese formar parte se significa en un compartir con un otro.

Pensemos que se forma una cadena, este paciente que logra vincularse con su familia, a su vez se incluye en una escuela donde es respetado, pensado y habilitado a ser con su diversidad; que a su vez esta escuela hace conciencia, comunica y establece vínculos. Lo que da por resultado, es un niño o una niña perteneciendo plenamente a una comunidad. Cuando esta cadena se rompe, es  porque no se es tenido en cuenta al ser humano entero; no es respetado como integro:

Entonces, pensar al otro íntegro, es lo que garantiza la plena inclusión y el derecho de pertenecer a la comunidad sin importar las deficiencias. Para que esto suceda, los terapeutas tienen un rol fundamental; porque con o sin intención modelamos la forma en que las personas se relacionan con los niños o niñas que tienen esta condición.

Modelar quiere decir justamente “ser el modelo”, dar el ejemplo de cómo nos relacionamos, cómo hablamos con los pacientes y con sus familias.

En los relatos profesionales y en las entrevistas familiares, hay una experiencia que se repite en el discurso que urge cambiar. La misma describe como los y las terapeutas hablan de los infantes, entre ellos y con las familias, de sus comportamientos y habilidades; muchas veces de sus deficiencias o situaciones problemáticas: en frente de ellos. Esto refleja justamente no comprender al otro como sujeto oyente, pensar que como existe una deficiencia en la comunicación no pueden comprender lo que hablamos de ellos. Este error común que se da de forma involuntaria y que muchas veces no es repensado, da cuenta de en qué lugar posicionamos al otro.

Otro punto crucial de cómo modelamos la relación con los pacientes tiene que ver con la intimidad y el cuidado del propio cuerpo. Pensando principalmente en pacientes que no logran desarrollar un sistema de comunicación funcional y que son ocasionales las oportunidades de interacción que se presentan, debemos tener en cuenta situaciones cotidianas que pueden plantear desafíos. Veamos algunos ejemplos: no porque no puedan expresar que tienen calor, significa que deben de dejarse la campera puesta todo el día; o porque no pueden expresar su necesidad de ir al baño deben usar pañales de por vida. En este punto es crucial cómo nos comuniquemos y como pensamos al sujeto que tenemos delante. Para trabajar la autonomía y las habilidades de la vida diaria enseñamos en terapia a los niños y niñas a cambiarse la ropa, a ir al baño, a bañarse; situaciones que interpelan la privacidad del cuerpo. Para que esto sea posible de trabajar debemos comprender que quien tenemos delante es una persona, con todo lo que esto implica, aunque sepamos que no nos va a contestar, debemos anticipar qué vamos a hacer, pedir permiso y generar un espacio de respeto y cuidado para que desarrollar estas actividades no sea invasivo. Y, además, es igual de importante instalar el hábito de lo privado.

Tratar este tema es crucial, porque los niños y niñas con las que trabajamos van a devenir en adultos, y entender desde la corporalidad que hay momentos en los que deben estar solos, que por ejemplo para ingresar al baño cuando ellos se duchan debemos golpear la puerta y pedir permiso, etc., dará el ejemplo a sus familias de que son sujetos de derecho en cuanto a decidir por su privacidad.

Este punto en algunas instituciones no es tenido en cuenta, las personas que cambian, bañan e higienizan a los pacientes con TEA varían de un día al otro, no se respetan las figuras profesionales, y este momento es un trámite más que se realiza rápido; muchas veces en frente de otras personas y sin cuidar la privacidad. Esto habla una vez más de cómo se posiciona al sujeto como objeto y no como sujeto activo íntegro y humano.

Nuestros pacientes con mayor o menor déficit comunicacional, no serán eternos infantes y la forma en que los tratemos y pensamos es crucial para que sean respetados y se asegure un desarrollo autónomo y saludable.

Conclusiones

Este trabajo intenta ser una guía de cuestiones que  tenemos que replantearnos para trabajar y dar un trato digno a los niños y niñas con trastorno del espectro autista. Principalmente poniendo énfasis en que si nosotros cambiamos y nos replanteemos la forma en que nos comunicamos las dificultades que se presentarán serán menores.

Queda mucho por estudiar al respecto, pero el trabajo colectivo y las redes de aprendizaje sin duda son una herramienta fundamental para plantear un cambio de paradigma que contribuya a una sociedad inclusiva y diversa comprendiendo la complejidad que presenta. Quitar las barreras que dificultan la comunicación da como resultado un espacio de encuentro genuino, sin este lugar de encuentro cualquier intento de realizar psicoterapia tenderá al fracaso.

Para finalizar se acerca un decálogo de consejos para iniciar este cambio consciente; pensado exclusivamente con este fin: mejorar la calidad de la comunicación entre paciente con TEA y terapeuta. El mismo deberá ser estudiado en su eficacia y puesto en práctica para corroborar su utilidad, es solo una primera instancia de pensamientos que resultaron de las reflexiones presentes en este artículo.

Recomendaciones para garantizar una relación comunicacional ética entre terapeutas y pacientes infantes con TEA

  1. Pensar el paciente en su integridad, respetando su voluntad y sus valores
  2. Conocer sus gustos, intereses y actividades gratificantes
  3. Respetar su intimidad y fortalecer el cuidado por su propio cuerpo
  4. Promover espacios de recreación y descanso
  5. Estando presente, no hablar del mismo como si no estuviera
  6. Hacerlo partícipe de las decisiones y objetivos terapéuticos
  7. Respetar el secreto profesional
  8. Expresar información en forma clara, precisa y verídica.
  9. Validar las experiencias, sentimientos y creencias del infante
  10. No responsabilizarlo por sus déficits, ver cómo repensar un contexto inclusivo.

Referencias bibliográficas:

  • Arberas, C, & Ruggieri, V. (2019). Autismo. Aspectos genéticos y biológicos. Medicina (Buenos Aires), 79.
  • American Psychiatric Association. (2014). Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM-5®: Spanish Edition of the Desk Reference to the Diagnostic Criteria From DSM-5®. American Psychiatric Pub.
  • Casado, D. (2011). Comunicación Social en discapacidad: cuestiones éticas y de estilo.
  • Skinner, B. F. (1981). Conducta verbal. México: Trillas


mersin escort

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Motivación canina: leer con perros ayuda a niños a continuar la lectura

  • 13/12/2019
  • Maria Fernanda Alonso

Cuando un libro es desafiante para los pequeños, leer en presencia de un perro podría ser suficiente motivación para continuar la actividad, según investigadores de la Universidad de Columbia Británica (UBC) (Rousseau & Tardif-Williams, 2019).

En el marco de una creciente popularidad de programas de terapia de lectura con perros en escuelas, bibliotecas y organizaciones comunitarias, esta investigación podría ayudar a desarrollar estrategias de intervención asistida por perros para los pequeños con dificultades para leer.

Para el estudio, los investigadores observaron a 17 niños en los grados 1 a 3, mientras leían con y sin perros. Los niños fueron reclutados para el estudio en función de su capacidad para leer de forma independiente. Al principio, se evaluó a cada niño para determinar su rango de lectura y para asegurarse de que se les asignaran extractos de cuentos apropiados. Luego, los investigadores eligieron historias un poco más allá del nivel de lectura del niño.

Durante las sesiones de estudio, los participantes leyeron en voz alta a un observador, al adiestrador de perros y a su mascota, o sin el perro. Después de terminar su primera página, se les ofreció la opción de una segunda tarea de lectura o terminar la sesión.

«Los resultados mostraron que los niños pasaban mucho más tiempo leyendo y mostraban más persistencia cuando un perro, independientemente de su raza o edad, estaba en la habitación en lugar de cuando leían sin ellos,» dice Rousseau. «Además, los niños informaron sentirse más interesados ​​y más competentes.»

Algunos estudios y programas permiten que los niños elijan sus propios libros, y aunque la experiencia de lectura aún sería positiva, Rousseau explica que es la experiencia educativa de perseverar a través de un desafío moderado lo que ofrece una sensación de logro potencialmente mayor.

Ella espera que el estudio aumente la comprensión de las organizaciones sobre cómo los animales pueden mejorar la lectura de los niños.

Referencia bibliográfica:

Rousseau, C. X., & Tardif-Williams, C. Y. (2019). Turning the Page for Spot: The Potential of Therapy Dogs to Support Reading Motivation Among Young Children. Anthrozoös, Vol. 32, pp. 665-677. https://doi.org/10.1080/08927936.2019.1645511

Fuente: Psychcentral

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El apoyo familiar marcaría una diferencia significativa: ¿qué pasa con las víctimas de bullying?

  • 13/12/2019
  • Maria Fernanda Alonso

Contar con un entorno familiar de apoyo contribuye a que jóvenes lesbianas, gays, bisexuales, en edad escolar, sean significativamente menos propensos a ser víctimas de acoso escolar.

El hallazgo se deriva de una revisión de datos sobre hombres y mujeres LGB con una edad promedio de 37 años. Los investigadores examinaron sus experiencias de cuando estaban en la escuela y más tarde en la vida, en el lugar de trabajo.

Descubrieron que los hombres homosexuales y bisexuales tenían un 31% menos probabilidades de ser acosados ​​con frecuencia en la escuela si provenían de un entorno familiar de apoyo. Para las mujeres lesbianas o bisexuales, la cifra fue del 25,6% (Sidiropoulou, Drydakis, Harvey, & Paraskevopoulou, 2019).

Sin embargo, el apoyo familiar contaba menos en el lugar de trabajo, donde se asoció con una reducción del 12.5% en el acoso frecuente hacia hombres homosexuales o bisexuales. Para las mujeres lesbianas o bisexuales, la reducción fue de solo 4.6%.

El Dr. Nick Drydakis, profesor de economía y uno de los autores del estudio, explicó que si el apoyo de madres y padres ha impactado positivamente en la autoestima y valor propio de la persona LGB, esto puede haber influido en la forma en que aquellas, en la edad adulta, previenen, evitan o lidian con la victimización.

“Los padres que han apoyado a sus hijos durante los momentos difíciles podrían haberles enseñado las actitudes y enfoques apropiados para abordar la homofobia, así como sus efectos adversos.”

“Si, para los niños LGB, el apoyo familiar resulta en la construcción de su sentido de identidad, autoestima y control, podríamos sugerir que todos estos estados psicológicos durante el período de edad escolar podrían impactar positivamente en los rasgos psicológicos en la edad adulta.

«La aceptación familiar parece ser crucial para garantizar que los niños LGB desarrollen un sentido saludable de sí mismos, mientras que el rechazo familiar de los niños LGB puede afectar negativamente su identidad y bienestar.»

Referencia bibliográfica:

Sidiropoulou, K., Drydakis, N., Harvey, B., & Paraskevopoulou, A. (2019). Family support, school-age and workplace bullying for LGB people. International Journal of Manpower. https://doi.org/10.1108/ijm-03-2019-0152

Fuente: Psychcentral

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Formas de mejorar la resiliencia en los niños

  • 12/12/2019
  • Alejandra Alonso
Resiliencia

La resiliencia es un término que se utiliza en psicología para referirse a la capacidad que muestran algunas personas de sobreponerse a situaciones adversas e incluso crecer a partir de ellas. Viviendo en un mundo tan impredecible como el nuestro, no es difícil entender la importancia de dicha capacidad. Pero ¿es posible educar a nuestros niños para que sean resilientes?¿podríamos dotarlos con herramientas que les ayuden a afrontar situaciones difíciles?

A continuación presentamos algunas estrategias, basadas en investigaciones, que pueden ayudar a desarrollar la resiliencia en los niños.

No los protejas del estrés

Según Dennis Charney, un biólogo psiquiatra de la escuela de medicina Icahn (Nueva York), quien ha estudiado toda clase de personas que han pasado por experiencias traumáticas (prisioneros de guerras, víctimas de abuso, desastres naturales) pudieron identificar factores por los cuales algunas personas se recuperan y otras no (que explica en su libro titulado “Resilience” y también hay un podcast en inglés que se basa en el libro).

Ser la clase de persona que da la bienvenida a los grandes desafíos, en vez de tratar de evitarlos, fue un factor clave. Chaney recomienda ciertas estrategias para desarrollar esto:

  1. Darles a los niños los desafíos que puedan manejar a penas.
  2. Aumentar la dificultad de las tareas una vez que las haya alcanzado.

Exponerlos a experiencias estresantes controladas les permite desarrollar herramientas psicológicas de afrontamiento que utilizarán también en la adultez.

Crianza basada en las fortalezas

Consiste en identificar deliberadamente y cultivar estados, procesos y cualidades positivas, según explica Lea Waters de la Universidad de Melbourne (Australia). Según ella, un estilo parental como el descrito anteriormente agrega un filtro positivo a la forma en que un niño reacciona al estrés. Además disminuye la probabilidad de que el niño o la niña utilicen un afrontamiento evitativo o agresivo.

En 2015, Waters y colegas publicaron un estudio preliminar que exploraba el afrontamiento basado en fortalezas en un grupo de niños australianos. El equipo les presentó a las niñas y niños un conjunto de escenarios estresantes hipotéticos (por ejemplo, ser el único en toda la clase que no trajo un proyecto que había que entregar); seguidamente se les pidió que describieran cómo responderían. Los niños y niñas que dieron respuestas “positivas” (como respirar profundo) y que indicaron que sus padres conocían sus fortalezas y les animaban a utilizarlas, experimentaron menos estrés.

Unos años más tarde, en 2017, Waters y su equipo reportaron que el entrenamiento en crianza basada en fortalezas podría ayudar también a los padres. Si se les enseñaba a identificar y cultivar las fortalezas en sí mismos y en sus hijas e hijos, eran más positivos y confiados en relación a sus hijos y a su habilidad para criarlos exitosamente. Por último, en 2019, el equipo identificó un vínculo entre el afrontamiento basado en fortalezas y una mayor perseverancia académica en adolescentes. Los resultados sugieren que éste enfoque podría ayudar a ser a los chicos resilientes con los retos académicos.

Para utilizar este enfoque basado en las fortalezas con los niños, el equipo recomienda tratar de identificar y cultivar habilidades, talentos y destrezas y animarlos a utilizarlas al enfrentarse con dificultades.

Enséñales habilidades de autorregulación

Enseñarles explícitamente a los niños a regular sus respuestas a la adversidad, construye resiliencia y les ayuda a mejorar en la escuela y en la vida. Esa fue la conclusión de un estudio del 2017 que contó con la participación de 365 niños y jóvenes españoles (entre 15-21 años), todos los cuales tenían dificultades académicas.

En la tesis doctoral de Raquel Artuch-Garde se observó que la autorregulación y la resiliencia son factores clave que pueden determinar el éxito o fracaso académico. Les entregó a los participantes una escala de resiliencia y un cuestionario de autorregulación. Encontraron una relación clara entre ambos puntajes. Los participantes que son mejores para aprender de sus errores (lo que se considera un aspecto crucial para la autorregulación), tenían más tolerancia a situaciones negativas (es decir, más resiliencia).

La autorregulación involucra analizar y plantear tareas específicas, monitorear y evaluar tu desempeño, manejar tus emociones y aprender de lo que haya salido mal. Las investigaciones indican que enseñarles estas habilidades a los niños podría ayudar con la resiliencia también.

Cuida tu lenguaje

De acuerdo con Carol Dweck, famosa por sus charlas sobre mindset growth (o la creencia de que el esfuerzo afecta atributos como la inteligencia) para conducir a los niños al éxito debemos “elogiar el esfuerzo que les llevó a ese resultado o proceso de aprendizaje; atar el elogio a esto” en vez de elogiar el esfuerzo en general o el logro en sí.

Una investigación liderada por Victoria Sisk desafió la idea de que un mayor mindset aumenta los logros académicos. Sin embargo, otros estudios sugieren que enfocarse en las acciones del niño antes que en lo que ellos son les ayuda a afrontar los retos. Como notan Emily Foster y su equipo de la Universidad New York en un estudio, los retos y las dificultades son comunes en la experiencia de los niños durante el desarrollo y también en la adultez así que es importante examinar los efectos de las etiquetas como “el inteligente” o “el ayudante”.

El equipo de investigadores encontró que, en la muestra de niños de 4 y 5 años, los retos eran perjudiciales cuando al niño se le catalogaba de “ayudante” pero no cuando se le pedía que ayudara. Estos últimos eran más propensos a ofrecerse de voluntarios para ayudar en situaciones demandantes. En contraste, los niños asignados como “ayudantes” tendían a evitar situaciones demandantes y optaban por otras que requerían menor esfuerzo con altas posibilidades de éxito. Tal vez estos niños aprovechaban esta rápida y segura oportunidad de restituir su imagen de “ayudantes” que no querían poner en riesgo por aceptar desafíos. En conclusión, si quieres que tu niña o niño puedan enfrentar situaciones desafiantes, resistete a categorizarlos, por ejemplo llamándolos “mi ayudante”.

Enfocate en darles tiempo de calidad y en realizar actividades grupales

En 1998, Islandia lanzó una iniciativa nacional para disminuir el consumo de alcohol y drogas entre adolescentes. Sin embargo el programa hacía mucho más.

A través de actividades financiadas de deportes, clases de música y arte, se les daba a los adolescentes formas alternativas para sentirse bien. Entre éstas nuevas medidas, se animaba a los padres a pasar más tiempo con sus hijos y conversar más sobre su vida.

Los cuestionarios nacionales mostraron una buena adopción de ambas estrategias entre 1997 y 2012. En el mismo tiempo Islandia pasó de tener las peores estadísticas en relación a consumo de alcohol y drogas en adolescentes en Europa, a tener las mejores.

El programa tuvo tal éxito que muchos otros países (como Chile) hicieron sus versiones.

La iniciativa de Islandia no se centró como un entrenamiento en resiliencia, sino en estrechar los lazos familiares y facilitar el acceso a deportes y actividades culturales. Como resultado obtuvieron adolescentes física y psicológicamente sanos.

Sin embargo no pudo haber pasado sin el apoyo del gobierno, las autoridades, oficiales públicos y escuelas. Cuando todos se unen para apoyar a los adolescentes de una comunidad o país, los resultados pueden ser extraordinarios.

Fuente: BPS

  • Salud Mental y Tratamientos

Los mitos sobre los trastornos mentales causan altas tasas de desempleo

  • 12/12/2019
  • Equipo de Redacción

Aunque los trastornos mentales afectan a uno de cada cinco adultos, y la depresión es la principal causa de discapacidad en todo el mundo, el secreto y el estigma en torno al problema continúan.

El problema es especialmente grave en el lugar de trabajo. Si bien las personas con trastornos mentales a menudo desean trabajar y pueden hacerlo, sus tasas de desempleo siguen siendo de tres a cuatro veces mayores que las de las personas sin enfermedades mentales.

Soy especialista en salud mental, y descubrí que para disipar los estigmas que rodean la salud mental en el lugar de trabajo, los investigadores como yo primero deben abordar varios mitos.

1 Todos tienen diferentes habilidades

Examinemos el primer mito: que la enfermedad mental hace que uno sea menos capaz de hacer un trabajo.

El trastorno mental no interfiere con todas las capacidades, y a veces puede mejorar a otros. Un estudio muestra que casi la mitad de los presidentes de EE. UU. Sufrían algún tipo de trastorno mental. Algunos han realizado las tareas más desafiantes de la historia.

Las personas con trastornos mentales pueden tener éxito en el trabajo

Por ejemplo, se dice que la depresión severa de Abraham Lincoln lo hizo más compasivo, mientras que los estados de ánimo hipomaníacos de Theodore Roosevelt lo convirtieron en una personalidad exuberante e influyente.

Hay muchas pruebas de que, con los apoyos adecuados, las personas con trastornos mentales pueden tener éxito en el trabajo. Por el contrario, las personas no tienen que tener una enfermedad mental para carecer de la capacidad mental para hacer un trabajo.

2 Enfermedad mental versus física

El segundo mito es que la enfermedad mental está asociada con fallas morales, a diferencia de la enfermedad física.

En nuestras propias vidas, podemos recordar el estigma y el secreto que rodeaban el cáncer y el SIDA. La investigación científica y la educación ayudaron a estos prejuicios a dar paso a la comprensión.

Cuanto más sabemos, más entendemos que los trastornos mentales no son fallas morales o quejas subjetivas de las que las personas simplemente pueden «reaccionar», sino que son afecciones médicas graves, debilitantes y mortales como cualquier otra.

Dentro de la medicina, los diagnósticos psiquiátricos son algunos de los más confiables. Y aunque no hay análisis de sangre, hay escalas estandarizadas que pueden ser tan confiables para diagnosticar y monitorear el pronóstico.

3 Los trastornos mentales no son sinónimos de violencia

El tercer mito es que aquellos que tienen enfermedades mentales son peligrosos.

Los medios de comunicación y la percepción pública continúan perpetuando este mito, a pesar de que los estudios a gran escala no han mostrado diferencias en los niveles de violencia de la población en general. Las personas con enfermedades mentales en realidad son más a menudo víctimas de crímenes violentos que los perpetradores.

En 2017, después de un tiroteo masivo en Texas, el presidente Donald Trump declaró que «la salud mental es su problema aquí … esta no es una situación de armas». Reeditó declaraciones similares después de otros tiroteos masivos en Parkland, Florida; en Pittsburgh, Pennsylvania; en Thousand Oaks, California; en El Paso, Texas; y en Dayton, Ohio.

Las personas con enfermedades mentales en realidad son más a menudo víctimas de crímenes violentos que los perpetradores

Esto aumenta la victimización de las personas con enfermedades mentales, ya que aumenta el sufrimiento de aquellos que ya están afectados por el estigma.

4 Estigmas desafiantes

Finalmente y a veces fatalmente, el mito persiste en que hablar sobre enfermedades mentales aumenta el estigma.

Erving Goffman da una descripción convincente de cómo el estigma estereotipa a una persona como anormal, deformada y peligrosa. El estigma, por lo tanto, es una forma de violencia. Se origina en la ignorancia o la incomprensión y perjudica a quienes sufren de trastornos mentales al privarlos de su humanidad.

El estigma crea para las personas con enfermedades mentales condiciones de exclusión social, discriminación laboral, victimización por delitos violentos y un mayor sufrimiento, lo que puede conducir a un auto estigma, un mal cuidado personal y una mayor depresión y suicidio1.

Por ejemplo, Trump acusó recientemente al presidente del Comité de Inteligencia, Adam Schiff, de ser «un maníaco … un ser humano trastornado» y «un hombre muy enfermo», pero no es el único político en hacerlo. Invocar la salud mental como un insulto estigmatiza aún más a los que ya sufren de manera nociva.

Hablar sobre trastornos mentales ayuda a educar y disipar mitos. Desmitificar la enfermedad mental y distinguirla de la persona y las habilidades de una persona es fundamental para disminuir el estigma y mejorar la vida de las personas que ya padecen enfermedades mentales.

Invocar la salud mental como un insulto estigmatiza aún más a los que ya sufren de manera nociva

¿Por qué la gente trabaja?

El trabajo es más que un medio de apoyo material. También es una forma importante en que las personas se mantienen mentalmente sanas y socialmente integradas.

Especialmente para aquellos que se enfrentan a una enfermedad mental grave, el empleo es importante para la estructura y la rutina diaria, un sentido de sí mismo, objetivos significativos y oportunidades de amistad y apoyo social.

Por lo tanto, el lugar de trabajo es un entorno importante para hablar sobre la salud mental y la enfermedad. Romper el silencio puede ser beneficioso para eliminar las barreras para buscar tratamiento, mantenerse bien y seguir trabajando.

Los empleadores ya soportan gran parte de la carga de la enfermedad mental. Como el 85% de las condiciones de salud mental de los empleados no se diagnostican o no se tratan a partir de 2017, los empleadores suponen más de $ 100 mil millones en ingresos perdidos y 217 millones de días de trabajo perdidos cada año. Las actitudes prejuiciosas también excluyen el talento necesario en la fuerza laboral.

El miedo a la discriminación lleva a muchos a no buscar atención, a pesar de la disponibilidad de tratamientos exitosos.

La exclusión de la fuerza laboral puede resultar en privación material, pérdida de autoconfianza e identidad propia, y aislamiento y marginación que son factores de riesgo clave en la salud mental. El alto desempleo de por vida incluso reduce la esperanza de vida, presumiblemente como resultado combinado del estrés, la depresión, la reducción de la atención médica y la pérdida de redes sociales.

La exclusión de la fuerza laboral puede resultar en privación material, pérdida de autoconfianza e identidad propia, y aislamiento y marginación que son factores de riesgo clave en la salud mental

Las intervenciones en el lugar de trabajo para interrumpir el secreto y el estigma que rodean las enfermedades mentales pueden ser efectivas. Algunos programas pueden involucrar psicoeducación, aumentar la alfabetización en salud mental, talleres, cursos en línea dirigidos a actitudes y comportamientos perjudiciales, y capacitación en intervención en crisis.

La conciencia de las desigualdades con respecto a la raza, el género, la edad, la sexualidad, la clase y otros factores relacionados, así como los beneficios de la diversidad, han crecido recientemente, pero la sociedad tiene un largo camino por recorrer con las enfermedades mentales.

Autor: Bandy X. Lee, profesora asistente en la Universidad de Yale

Artículo publicado en The Conversation y cedido para su publicación en Psyciencia. Artículo traducido y editado por David Aparicio.

mersin escort bayan

Paginación de entradas

Anterior12345Próximo
Regístrate al boletín semanal 💌
PSYCIENCIA PRO
  • Inicia sesión
  • Cuenta
  • Cierra sesión
  • Artículos
  • Recursos
  • Webinars
Recomendados
  • El estatus científico de las técnicas proyectivas
  • El diagnóstico del TDAH en adultos: características clínicas y evaluación
  • Cómo actuar cuando alguien expresa directa o indirectamente pensamientos de suicidio
Tips para terapeutas
  • Cómo lidiar con los pensamientos autocríticos para promover la autoaceptación
  • ¿Por dónde comenzar cuando los pacientes presentan múltiples problemas?
  • Cuando el paciente habla al final: cómo manejar los comentarios de última hora en terapia
Recursos
  • (PDF) Diagnóstico del TDAH en adultos: características clínicas y evaluación
  • Ejercicios de aceptación radical
  • Tarjetas DNA-V para trabajar flexibilidad psicológica con adolescentes
Podcast
  • «Efecto Flynn, pruebas psicológicas y la evolución de la psicología en Panamá» con Dimas Villarreal – Watson, episodio 15
  • «Terapia de familia y pareja» con Tomás Vásquez – Watson, episodio 20
  • «Lasagna y autismo», con Mauro Colombo – Watson, episodio 3
Webinars
  • Entrenamiento a padres, madres y cuidadores como intervención de crianza efectiva
  • Optimiza tu trabajo clínico con la Terapia Basada en Procesos
  • Autocuidado del terapeuta (webinar grabado)
Psyciencia
  • Contáctanos
  • Publicidad
  • Nosotros
  • Publica
Psicologia y neurociencias en español todos los días

Ingresa las palabras de la búsqueda y presiona Enter.