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Publicaciones por mes

julio 2019

42 Publicaciones
  • Salud Mental y Tratamientos

La obsesión con el estado mental

  • 31/07/2019
  • CETECIC

En la práctica clínica solemos observar pacientes que presentan casi permanentemente un estado de malestar subjetivo el cual, notoriamente, no se halla vinculado con situaciones problemáticas. Tampoco tal estado emocional se deriva de la presencia de una crisis de pánico o de un trastorno psicológico o psiquiátrico de relevancia. En estos casos, la particularidad clínica observada frecuentemente es la siguiente: el paciente lleva a cabo una “revisión” o “una suerte de monitoreo” permanente de su estado mental. El estado mental incluye la autopercepción y autovaloración de las propias emociones, pensamientos y conductas. Particularmente el sesgo se expresa predominantemente en la sensibilidad percibida por el paciente ante sus propias emociones; especialmente, ante las “positivas”, suelen preguntarse constantemente si “lo que sienten es realmente estar bien”, es decir, dudan sobre sus propias sensaciones de placer y de bienestar, poniendo en tela de juicio la autenticidad de lo que sienten. Una frase típica que refleja esto es: “no soy feliz, tengo todo pero no soy feliz”.

Características sintomáticas

Una forma de presentación de la obsesión con el estado mental consiste en la autoobservación excesiva de las propias sensaciones físicas y emocionales. La autoobservación de los propios estados emocionales positivos decrementa la intensidad de tales emociones, tornándolas neutras o incluso negativas. En ocasiones, el paciente también lleva a cabo algunas conductas puntuales para eliminarlas, por ejemplo, ingerir psicofármacos, consumir agua, lavarse la cara, evitar situaciones, hablar con alguien sobre este tema. En algunos casos, no aparecen conductas de eliminación de sensaciones, aunque el paciente presenta rumiación frecuente sobre su “incomodidad psicológica o perturbación emocional”.

Habría como un objetivo casi involuntario de intentar que las sensaciones buenas duren más de lo que duran y eso ya las torna, en sí, no tan positivas. Esto genera a su vez que, desde su propio automonitoreo, la persona concluya que no se siente bien y que su estado de bienestar ahora ya es displacentero, haciéndose un planteo casi de infelicidad e insatisfacción permanente.

En algunos casos, tal obsesión deriva en que el paciente tenga la sensación de que ningún tratamiento le funciona. Es típico escuchar en sesión al paciente diciendo: “me volvió a aparecer la tensión”, “esto no se me va más”, “otra vez me siento mal”, “lo bueno me dura poco”, “no consigo que el placer se quede”.

En estos casos, el paciente que ha logrado estar mejor en un tratamiento empieza a hablar de que ya no le es efectivo, que la sensación de mejoría y de felicidad en los comienzos de tratamiento ya no la percibe. Resulta particularmente importante que el psicólogo evalúe el significado idiosincrásico que le asigna el paciente a términos críticos tales como: recaída, recuperación, malestar, dolor, ansiedad, bajón, incluso aburrimiento. La persona tiende a magnificar el dramatismo de sus propias sensaciones, emociones y pensamientos, en un círculo vicioso que, en casos avanzados, puede derivar en trastornos de ansiedad y/o depresión.

Como se observa, este efecto de monitoreo en el paciente, se puede presentar en diferentes niveles.

En la activación fisiológica: Es frecuente que aparezcan sensaciones corporales provocadas por la autoobservación permanente que tiene el paciente. Es conocida la relación entre autoobservación y activación fisiológica y emocional, se trata de una de las piedras angulares de los pacientes con diagnóstico de trastorno por pánico. De todos modos, es el monitoreo mismo el que provoca las respuestas de ansiedad.

En el estado anímico: También es frecuente que la autoobservación derive en alteraciones anímicas. Dicho simplemente, cuando la persona revisa y cuestiona su estado anímico con cierta frecuencia, ese mismo acto perturba su emoción. Parafraseando a la psicología popular, “la persona que se pregunta si es feliz ya deja de serlo”.

La persona tiende a magnificar el dramatismo de sus propias sensaciones, emociones y pensamientos, en un círculo vicioso que, en casos avanzados, puede derivar en trastornos de ansiedad y/o depresión.

En lo que concierne al diagnóstico, la autoobservación obsesiva (AO) se asemeja mucho a algunas particularidades de la focalización atencional patológica y de pensamientos que se presentan en los siguientes cuadros: trastorno obsesivo-compulsivo con predominancia de obsesiones, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno por pánico y depresión. La AO no es un cuadro diagnóstico en sí mismo, aunque afecta funcionalmente al flujo y ciclo natural de las propias emociones; puede cobrar tal protagonismo que derive en la formación de los diagnósticos señalados previamente. Las personas que no padecen este fenómeno no montan una lucha contra sus propias emociones, focalizando predominantemente la atención en la propia conducta y en las situaciones a afrontar.

Como dijimos previamente, la “incomodidad emocional” casi permanente que presenta el paciente no es efecto de un cuadro depresivo, problema externo o consecuencia natural de acontecimientos negativos de la vida cotidiana. Es más, la problemática en discusión se presenta varias veces en personas que no tienen por ejemplo, problemas económicos, familiares, de pareja o interpersonales. “La felicidad”, “la tranquilidad” y “la satisfacción plena” son algunos de los temas principales sobre los que reflexionan de modo obsesivo los pacientes con esta característica de automonitoreo excesivo. Pareciera que estas personas no tienen problemas graves, sus necesidades básicas están satisfechas, tienen exceso de tiempo libre y sedentarismo. Es decir, no es la situación la causa principal del malestar sino la forma obsesiva de monitorear, percibir y procesar las propias emociones positivas. Este tipo de planteos merma cuando la persona está ocupada en alguna tarea específica y diferente al automonitoreo.

Distinción entre objetivos, expectativas y resultados

El estado mental/emocional es el resultado de cumplir o no con ciertos objetivos. Los pacientes que presentan el monitoreo obsesivo descripto suelen confundir objetivos con resultados de manera tal que se proponen como objetivo “ser feliz”, “estar bien”, “estar satisfecho”. Ser feliz será en realidad el resultado de haber hecho determinadas actividades o pensado algunos contenidos que me dan placer. Por ejemplo, concretar una tarea que tengo muchas ganas de hacer me produce satisfacción, me hace sentir feliz; por lo tanto, el objetivo sería esa tarea y el resultado sería la sensación. A los fines de graficar este aspecto, supongamos que un paciente, luego de buscar empleo, finalmente consigue ser contratado en una empresa a la cual él deseaba ingresar. Luego de un primer momento de satisfacción, a los pocos días de conseguido el objetivo, el paciente tiene la sensación de insatisfacción, no por las condiciones laborales per se, sino porque el monitoreo se “independiza” del objetivo alcanzado. El foco atencional recae sobre las emociones, más que sobre los objetivos alcanzados. Así, cuando trabaja, se pregunta “¿es este realmente el trabajo que yo deseaba?”, “¿me estoy sintiendo realmente feliz?” “¿esto que me pasa es placer?”. Y si las emociones son agradables y el tono emocional placentero, se disipan rápidamente ante el automonitoreo que los transforma ahora en una fuente de amenaza.

En relación a este punto, es crucial el papel de las expectativas del paciente sobre su propia emoción. Si el paciente no alcanzó su objetivo (conseguir el empleo), se siente insatisfecho. Y cuando lo alcanza, tampoco es suficiente pues esperaba un estado emocional positivo marcadamente más elevado y más duradero. Una frase que generalmente se presenta en estos casos es: “Porque NO me siento satisfecho, como yo creía que me iba a sentir, el objetivo que alcancé no me hace feliz”. Nótese que en el caso descripto no sólo se trata de un problema de expectativas a secas (lo cual, dicho sea de paso, es un tema harto conocido en la psicopatología). Sabemos que las expectativas inadecuadas juegan un rol crítico en la etiología y mantenimiento de muchos desórdenes, el caso más paradigmático es la depresión. Pero en un caso como el referido, la cuestión radica en las expectativas de las emociones, no tanto en las expectativas del trabajo. En efecto, el trabajo es tal como se esperaba que fuera, pero lo que no es como se esperaba son las emociones derivadas de ese trabajo; vale decir, lo disfuncional radica en las expectativas respecto del estado subjetivo de placer que se alcanzará. En este sentido, cambiar de trabajo nuevamente, por ejemplo, no resolverá el problema.

Las expectativas inadecuadas juegan un rol crítico en la etiología y mantenimiento de muchos desórdenes, el caso más paradigmático es la depresión.

Otro terreno en el cual solemos observar este fenómeno es el de las relaciones de pareja. La felicidad de la conquista y del inicio de una nueva relación es fugaz. Por ende, al poco tiempo de establecido el nuevo vínculo, el sujeto monitorea su emoción, percibiendo que no tiene la misma intensidad que al principio, y ahí es donde tiende a evaluar a su pareja pensando que es el motivo de su falta de su emoción. La persona que ha sido elegida y que en un principio provocaba satisfacción en el paciente, queda teñida negativamente por el automonitoreo obsesivo hacia su propia emoción. Así, independientemente del comportamiento de la pareja, el paciente afirma cosas tales como “ya no siento lo mismo que antes”, a tan sólo dos meses de relación. En términos simples: el problema no es ni el trabajo ni la pareja, es la revisión permanente y obsesiva de su propia emoción; las expectativas de satisfacción ideal derivan en la desvalorización del objetivo alcanzado. En otras palabras, el monitoreo obsesivo de la emoción termina afectando, indirectamente también, a la situación.

Una aproximación neurofisiológica

Las emociones, cuyo sustento fisiológico radica en el Sistema Nervioso Autónomo (SNA), tienden a disminuir su intensidad a los segundos de haberse presentado; el ejemplo típico es la curva de ansiedad. A los pocos segundos de manifestarse tiende generalmente a disminuir (curva de extinción). Es necesario recordar que la felicidad, la satisfacción, el bienestar, la alegría, son estados emocionales, por lo tanto, cumplen los mismos patrones fisiológicos que todas las emociones: aumentan, se mantienen, disminuyen y dejan de experimentarse, precisamente porque son autónomas, independientemente de lo que ejecute el sujeto. Por ejemplo, en las adicciones a los estimulantes, como la cocaína y/o las metanfetaminas, artificialmente se incrementa la emoción positiva y prolonga su duración por más tiempo que lo que naturalmente tiende a presentarse. Esperar que la emoción en forma natural dure y persista en el mismo nivel indefinidamente es irracional, simplemente eso es imposible. Algunos de los pacientes que presentan este automonitoreo de sus emociones narran haber sido consumidores de estimulantes; en estos casos, es probable que la persona tienda a querer alargar la duración de las sensaciones positivas como una respuesta aprendida por el consumo y, de esa manera, al comparar con la sensación natural, pareciera que esta última es extremadamente fugaz en relación al efecto que en algún momento provocaba la sustancia estimulante. Naturalmente, el error acá es utilizar un patrón de comparación artificialmente creado por una sustancia psicoactiva. Algo similar sucede con estos pacientes con la búsqueda de “estar tranquilos” y aquí se ve un abuso de la marihuana, como droga que otorga sensación de tranquilidad pero que, consumida a solas, es utilizada como ansiolítico y que va generando que la persona postergue situaciones, objetivos, acciones necesarias que luego redundan nuevamente en una insatisfacción profunda.

Como dijimos anteriormente, muy a menudo el monitoreo recae precisamente sobre “emociones positivas”. Las personas sin esta obsesión no las automonitorean. Contrariamente, los pacientes con obsesión con el estado mental, monitorean tales emociones al punto tal que dejan de sentirse positivas. Si hablamos de obsesión, es porque notamos que este comportamiento de monitoreo es frecuente durante varias horas del día. Incluso los periodos de estados emocionales neutros y ánimo eutímico el paciente tiende a replanteárselos de manera tal que los califica como negativos.

Sería deseable que en futuras investigaciones sobre evaluación y diagnóstico psicológico se considere la obsesión con el estado mental como un subtipo específico del espectro del trastorno obsesivo compulsivo. La preocupación por estar bien permanentemente termina siendo, por así decir, “un arma de doble filo”. De algún modo, el paciente cae en un perfeccionismo emocional, siendo muy sensible a las oscilaciones mínimas (y normales) de sus propias emociones. La mayoría de las personas tiende a aceptar que dichas oscilaciones son parte de su vida cotidiana y no por ello se sienten insatisfechas con la presencia de las mismas.

Posibles abordajes de tratamiento

La psicoeducación

Constituye uno de los pilares para el abordaje del problema. Las emociones, tanto negativas como positivas, se disparan ante una situación y/o pensamiento y duran apenas unos segundos; saber esto favorecerá un cambio en las expectativas; esperar que las sensaciones agradables sean eternas es pretender algo de por sí poco natural, simplemente nuestro cerebro no funciona de ese modo. Los estados emocionales, las sensaciones o emociones no deberían ser planteados como objetivos a lograr. Las emociones son el resultado de acciones que realizamos; por lo tanto, si quiero recrear esa emoción positiva que sentí, deberé hacer acciones similares a la que realicé. El mero monitoreo de la emoción no reproduce la misma, sino que más bien, la extingue.

También es útil trasmitirle al paciente que las manifestaciones autónomas de nuestro cerebro no son voluntarias; por lo tanto, cuando se las intenta controlar, no sólo no se logra el objetivo sino que sucede lo contrario; lejos de provocar emociones positivas de bienestar generamos estados de sobreactivación; como típicamente sucede con, por ejemplo, el monitoreo permanente de la ansiedad que, en un paciente panicoso, genera pánico, justamente lo que teme y desea evitar. Si cuando se siente bien la persona se pregunta “¿realmente esto es ser feliz?”, a los pocos segundos sentirá que no lo es, porque simplemente la sensación está en disminución y el monitoreo acelera el proceso de decrementarla. De modo análogo, en el terreno sexual encontramos personas que cuando están cercanas al orgasmo, se enfocan en si están o no realmente excitadas, provocando así una fuerte caída de la excitación sexual. Si, en esa misma situación, la persona se enfoca en los estímulos de su alrededor, como el/la compañero/a, sus gemidos, su piel, su olor, entonces la excitación aumenta, se disfruta naturalmente, sin proponérselo y cuestionárselo, y se llega más fácilmente al orgasmo.

Es útil trasmitirle al paciente que las manifestaciones autónomas de nuestro cerebro no son voluntarias

Supongamos que estamos en el caribe por primera vez y nos da euforia ver ese impresionante paisaje, esa emoción nos dura unos segundos y se vuelve a reactivar cuando enfocamos en otro elemento del contexto, como el agua de mar tibia, y así sucesivamente. Si la persona se enfoca en pensar “si esa es realmente la felicidad”, perderá de vista el contexto y automáticamente experimentará la merma del sentimiento de euforia pues el foco está puesto en la emoción y no en la situación. Por más que se encuentre en la mejor playa del mundo, el sujeto estará en poco tiempo insatisfecho porque monitorea su emoción permanentemente.

Entrenamiento en Focalización Atencional

Los mecanismos atencionales están diseñados para la relación del organismo con el ambiente, no consigo mismo. Evolutivamente, la percepción de una dolencia, lesión o daño en algún órgano interno es trasmitida al sistema nervioso mediante vías propioceptivas. Por así decir, el cuerpo comunica al cerebro mediante el dolor la necesidad de autopercibirlo para hacer algo al respecto; sólo en eso casos se justifica que los mecanismos de atención sean hacia uno mismo, con la intención de modificar la dolencia. En este sentido, mediante el entrenamiento en el foco de atención, similar al que se lleva adelante en el tratamiento del trastorno por pánico, el paciente aprenderá a dirigir su atención a la situación que generó la emoción y no a la emoción en sí misma.

Interrupción del pensamiento

Consiste en un procedimiento mediante el cual enseñamos al paciente a poner un stop en su rumiación e, inmediatamente, enfocarse en la situación, alejándose de su emoción como objetivo del monitoreo. La técnica se aplica inicialmente en el consultorio con ayuda del terapeuta, luego le pedimos al paciente que la realice en situaciones progresivamente más complejas y donde naturalmente detecte el proceso de automonitoreo patológico descripto.

A modo de conclusión…

Hemos presentado y discutido un fenómeno al cual genéricamente llamamos Autoobservación Obsesiva. Si bien no constituye un diagnóstico formal en las actuales categorías, como proceso, definitivamente se encuentra involucrado en muchas entidades diagnósticas con las cuales lidiamos habitualmente en el consultorio. En este punto, uno podría preguntarse por qué algunas personas entran en este proceso de automonitoreo pernicioso, que deteriora la calidad de vida y el sentimiento subjetivo de bienestar. ¿Se trata de un rasgo causal, por ejemplo en la distimia y depresión? ¿O, inversamente, la depresión y distimia provocan este fenómeno? La ausencia completa de este rasgo, ¿trae aparejado alguna consecuencia negativa para la salud? Tal vez, como muchas características humanas, psicológicas y físicas, deberíamos pensarlo en un continuo de distribución normal, de modo tal que algunas veces sea incluso sano preguntarse si lo que sentimos como “estar bien” lo es realmente. Son preguntas sumamente interesantes para seguir investigando. Nosotros, como clínicos que aplicamos a diario tratamientos psicológicos, sólo podemos con bastante seguridad trasmitir lo que se observa en el extremo de la autobservación y el automonitoreo con el estado mental; eso es de lo que nos ocupamos al hacer terapia cognitivo conductual.

Autores: Ariel Minici, Carmela Rivadeneria y José Dahab – Directores de CETECIC.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Hallan vínculo entre los niveles elevados de estrógeno en el útero y el autismo

  • 31/07/2019
  • Maria Fernanda Alonso

Un equipo internacional de investigadores identificó un vínculo entre la exposición a altos niveles de las hormonas sexuales estrógenos en el útero y la probabilidad de desarrollar autismo (Baron-Cohen et al., 2019).

«Este nuevo hallazgo respalda la idea de que las hormonas esteroides sexuales prenatales son una de las potenciales causas de la afección. Está bien establecido que la genética es otra, y estas hormonas probablemente interactúan con factores genéticos que afectan el desarrollo del cerebro fetal,» sostuvo el profesor Simon Baron-Cohen, Director del Centro de Investigación de Autismo de la Universidad de Cambridge, quien dirigió este estudio y el primero en proponer esta teoría.

Destacan los científicos que aún se desconoce si los niveles elevados de dichas hormonas provienen de la madre, el bebé o la placenta. Señalan, por tanto, que el próximo paso debería ser estudiar todas estas posibles fuentes y cómo interactúan durante el embarazo.

En 2015, los investigadores de la Universidad de Cambridge y el State Serum Institute en Dinamarca, midieron los niveles de cuatro hormonas esteroides prenatales en el líquido amniótico (incluidas dos conocidas como andrógenos), y descubrieron que eran más altas en los fetos masculinos que luego desarrollaron autismo. Estos andrógenos se producen en cantidades mayores en fetos masculinos que femeninos en promedio, por lo que también podría explicar por qué el autismo ocurre con mayor frecuencia en los niños. A su vez, se sabe que masculinizan partes del cerebro y que tienen efectos sobre la cantidad de conexiones entre las células cerebrales. El equipo de investigación todavía busca saber si estos resultados también se encuentran en mujeres con autismo.

Basados en sus hallazgos, analizaron las muestras de líquido amniótico de los mismos 98 individuos muestreados del Danbank Biobank, un banco que ha recolectado muestras amnióticas de más de 100.000 embarazos, pero esta vez se enfocaron en otro conjunto de hormonas esteroides sexuales prenatales: los estrógenos. Es importante señalar que algunas de las hormonas previamente estudiadas se convierten directamente en estrógenos.

Los cuatro estrógenos fueron significativamente elevados, en promedio, en los 98 fetos que luego desarrollaron autismo, en comparación con los 177 fetos que no lo hicieron. Los altos niveles de estrógenos prenatales fueron aún más predictivos de la probabilidad de autismo que los altos niveles de andrógenos prenatales (como la testosterona). 

Otro estudio encontró que las mujeres con síndrome de ovarios poliquísticos (SOP) presentan mayores probabilidades de tener un hijo con autismo, que las mujeres sin SOP. Éste síndrome se caracteriza por generar en el organismo niveles de hormonas desproporcionadamente elevados, causando diversas irregularidades a la vez que provoca problemas para quedar embarazada, aumento de vellosidad y acné, e incremento en el número de quistes en los ovarios.

Finalmente, el equipo de  la Universidad de Cambridge y el State Serum Institute advirtió que sus hallazgos no pueden ni deben usarse para detectar el autismo. «Estamos interesados ​​en comprender el autismo, no en prevenirlo», declaró el profesor Baron-Cohen.

Referencia del estudio:

Baron-Cohen, S., Tsompanidis, A., Auyeung, B., Nørgaard-Pedersen, B., Hougaard, D. M., Abdallah, M., … Pohl, A. (2019). Foetal oestrogens and autism. Molecular Psychiatry. https://doi.org/10.1038/s41380-019-0454-9

Fuente: Science Daily

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Puede un bebé de 6 meses ser empático?

  • 30/07/2019
  • Maria Fernanda Alonso

Con sólo 6 meses de edad, los bebés son capaces de mostrar empatía por víctimas de acoso, según informan investigadores de la Universidad Ben-Gurion del Negev y la Universidad Hebrea de Israel. Sus hallazgos contribuyen a desacreditar la teoría de que los bebés solo desarrollan la capacidad de empatizar después del año (Uzefovsky, Paz, & Davidov, 2019).

«Los hallazgos indican que incluso durante el primer año de un bebé, el infante ya es sensible a los sentimientos de los demás y puede sacar conclusiones complicadas sobre el contexto de un despliegue emocional particular», dice la Dra. Florina Uzefovsky, directora del Laboratorio de Bioempatía de BGU y profesora titular en el departamento de psicología de BGU y el Centro Zlotowski de Neurociencia. 

Para arribar a estas conclusiones se realizaron dos experimentos. En el primero, los investigadores mostraron a 27 bebés dos videoclips que representaban una figura cuadrada con ojos que suben una colina, se encuentran con una figura amistosa circular, luego bajan juntos alegremente la colina, todo mientras muestran claros sentimientos positivos o neutrales. En el segundo video, sin embargo, la misma figura redonda golpea e intimida a la figura cuadrada hasta que baja por la colina, mostrando angustia al llorar y doblarse.

Luego, los investigadores hicieron que los bebés mostraran su preferencia eligiendo una de las figuras cuadradas que se les presentó en una bandeja. Más del 80% de los participantes eligieron la figura que había mostrado angustia, presentando así una preferencia empática hacia la figura intimidada. Cuando se les mostró el mismo conjunto de figuras sin el contexto de por qué algunas estaban tristes y otras tenían un estado de ánimo positivo, los bebés no mostraron preferencia por ninguna de las figuras.

Con estos resultados, los investigadores determinaron que los bebés de cinco a nueve meses demuestran una clara preferencia a favor de las víctimas de acoso, resaltando la importancia de que conozcan el contexto.

Una investigación anterior encontró que los infantes de 18 meses de edad pueden detectar si las emociones de una persona son congruentes con un contexto particular y entienden cómo el significado de una experiencia directa está vinculada con la expresión que sigue.

«Incluso durante el primer año de vida, los bebés pueden identificar figuras que ‘merecen’ empatía y cuáles no, y si parece que no hay justificación para la angustia del otro, no muestran preferencia,» señaló la Dra. Uzefovsky.

Video 1: https://www.youtube.com/watch?v=HmUdsfOdU3w&feature=em-share_video_user

Video 2: https://www.youtube.com/watch?v=7Fwd3t3xTNQ&feature=em-share_video_user

 

Referencia del estudio:

Uzefovsky, F., Paz, Y., & Davidov, M. (2019). Young infants are pro-victims, but it depends on the context. British Journal of Psychology . https://doi.org/10.1111/bjop.12402

Fuente: Science Daily

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Usar el celular más de 5 horas al día puede aumentar el riesgo de obesidad

  • 30/07/2019
  • Maria Fernanda Alonso

El celular se ha convertido en un gran aliado de la vida cotidiana. Lejos quedó aquel aparato de gran tamaño que servía para hacer llamadas de voz, y solamente para eso. Hoy es una gran herramienta, útil y aplicable en el trabajo, a la hora de estudiar, de profundizar sobre algún asunto que nos resulte de interés, y hasta para llevar registro de nuestros hábitos y estilo de vida, arrojando información muy precisa de cuánto nos movemos durante el día, por ejemplo.

Claro que no sirve sólo para eso. Gracias a las aplicaciones, sus funciones son innumerables. Se ha vuelto una gran fuente de entretenimiento, y esto es genial… siempre que podamos moderar su uso. ¿Por qué lo digo? Un estudio reciente, presentado en la Conferencia Latinoamericana ACC 2019, encontró que las personas que usaron sus smartphones cinco o más horas al día tenían un 43% más de riesgo de obesidad, a la vez que tenían más probabilidades de sostener otros hábitos de estilo de vida que aumentan el riesgo de enfermedades cardíacas.

«Pasar demasiado tiempo frente al smartphone facilita los comportamientos sedentarios, reduce el tiempo de actividad física, lo que aumenta el riesgo de muerte prematura, diabetes, enfermedades cardíacas, diferentes tipos de cáncer, molestias osteoarticulares y síntomas musculoesqueléticos,” dijo Mirary Mantilla-Morrón, especialista en rehabilitación pulmonar y vascular cardíaca de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Simón Bolívar en Barranquilla, Colombia, y autora principal del estudio. 

El equipo de investigación analizó a 1060 estudiantes de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Simón Bolívar desde junio hasta diciembre de 2018. El grupo de estudio consistió en 700 mujeres y 360 hombres. Con una edad promedio de 19 años y 20 años respectivamente. Los hombres tenían un 36.1% de probabilidades de tener sobrepeso y un 42.6% de ser obesos. Las mujeres tenían 63.9% de probabilidades de tener sobrepeso y 57.4% de ser obesas.

Los investigadores encontraron que el riesgo de obesidad aumentaba en un 43% si se usaba el smartphone por cinco o más horas al día, ya que los participantes tenían el doble de probabilidades de beber más bebidas azucaradas, consumir comida rápida, dulces, bocadillos y disminuir la actividad física. El 26% de los sujetos con sobrepeso y el 4,6% con obesidad pasaron más de cinco horas usando su dispositivo. «Los resultados de este estudio nos permiten destacar que el uso prolongado de teléfonos celulares, está asociado con el desarrollo de la obesidad,» señaló Mantilla-Morrón.

Otras investigaciones han encontrado que la obesidad podría aumentar el riesgo de demencia, así como también puede romper nuestra barrera protectora hematoencefálica y causar problemas con el aprendizaje y la memoria. Incluso, un estudio encontró que la obesidad en la etapa previa al embarazo podría aumentar el riesgo de problemas neurocognitivos en niños prematuros. Otros estudios hallaron una relación entre el autismo y la obesidad maternal. El impacto de la obesidad en la salud física y psicológica ha sido ampliamente estudiado; si te interesa profundizar un poco más en estos asuntos te invito a que hagas clic acá y acá.

«Es importante que la población en general sepa y tenga en cuenta que, aunque la tecnología móvil es indudablemente atractiva por sus múltiples propósitos, portabilidad, comodidad, acceso a innumerables servicios, información y fuentes de entretenimiento, también debe usarse para mejorar hábitos y comportamientos saludables,» concluyó Mantilla-Morrón.

Fuente: Science Daily

 

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Cursos online en aplicación de técnicas cognitivas y técnicas conductuales

  • 30/07/2019
  • David Aparicio

CETECIC es una de esas pocas instituciones que puedo recomendar con los ojos cerrados a cualquier psicólogo o estudiante interesado en el entrenamiento de la Terapia Cognitivo Conductual.

En esta oportunidad CETECIC abre dos cursos enfocados en los dos componentes principales de la TCC. Uno orientado específicamente en los componentes conductuales y el otro focalizado en los componentes cognitivos.

Las características de los cursos:

Aplicación de técnicas conductuales

Desarrolla una profundización teórico y práctica de las bases conductuales de la TCC

En este curso aprenderás los principios teóricos conductuales de la TCC, incluyendo: evaluación conductual, desensibilización sistemática, exposición y prevención de la respuesta, activación conductual, la terapia contextual y entrenamiento de habilidades.

Inicia: 5 de agosto
Duración: 4 meses (16 semanas) – 12 clases + repaso + evaluación
Dirigido a: Psicólogos, psiquiatras, estudiantes y profesionales de salud que deseen incorporar herramientas prácticas, efectivas y científicamente validadas

Inscríbete aquí

Aplicación de técnicas cognitivas

Profundiza en los principales procedimientos técnicos derivados de las orientaciones cognitivas

En este curso aprenderás los principios teóricos cognitivos de la TCC, alrededor de los tres grandes ejes temáticos conceptualizados por los modelos mediacionales.

Inicia: 5 de agosto
Duración: 4 meses (16 semanas) – 12 clases + repaso + evaluación
Dirigido a: Psicólogos, psiquiatras, estudiantes y profesionales de salud que deseen incorporar herramientas prácticas, efectivas y científicamente validadas.

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

8 creencias erróneas sobre el trauma infantil

  • 30/07/2019
  • Maria Fernanda Alonso

¿Qué es el trauma emocional y psicológico? ¿Cómo impacta a la persona que lo sufre? ¿Pueden sufrir de trauma personas que ya han pasado muchos otros antes? ¿O un bebé de 3 meses? 

“El trauma es una experiencia negativa que no puede olvidarse o dejar atrás.” Con esta sencilla base, Tamara Hill nos presenta al trauma buscando responder las preguntas anteriores. Y resalta la importancia de desarrollar un conocimiento apropiado sobre el trauma y cómo afecta a sus víctimas para poder responder adecuadamente a las necesidades de una persona que podría estar afectado por el trauma. 

La Licenciada Tamara Hill es terapeuta y profesional del trauma. Se especializa en trabajar con niños y adolescentes que sufren trastornos del estado de ánimo, traumas y trastornos conductuales disruptivos. También ofrece consultas internacionales y trabaja con algunos adultos jóvenes y mayores que luchan con el dolor y la pérdida o las transiciones de la vida. Es autora, consultora familiar, oradora principal y fundadora de Anchored Child & Family Counseling. Podés conocer un poco más sobre ella en su página Anchored-In-Knowledge.

“Como terapeuta que trabaja con familias que han sufrido trauma, he visto una buena ración de experiencias traumáticas y que me han desafiado a tratar a niños que no responden o están a la defensiva en el tratamiento. Muchas veces, el problema es que un niño que ha sido traumatizado está encerrado dentro de sí mismo y, a menudo, tiene miedo de salir. ¿Por qué querrían dejar de «esconderse» después de una experiencia devastadora? La mayoría de los niños preferirían permanecer ocultos.”

La conexión cerebro y cuerpo

Lamentablemente, algunos adultos prefieren permanecer escondidos también. El miedo y la ansiedad pueden atraparte y mantenerte cautivo durante años. Muchos niños traumatizados se convierten en adultos temerosos y ansiosos que luchan contra la depresión y la incertidumbre. Otros adultos simplemente se vuelven perfeccionistas y no pueden relajarse ni disfrutar de la vida, ya que todo debe ser perfecto y los errores no están permitidos.

El trauma es un fenómeno complejo que se mezcla con la biología/genes, la influencia ambiental y fisiología. Las sustancias químicas en el cerebro y el cuerpo trabajan juntas durante las circunstancias traumáticas para crear cambios reales y duraderos en el cerebro. Por ejemplo, los humanos tenemos una hormona del estrés en el cuerpo conocida como cortisol y cuando se sale de control, el cuerpo se estresa y el cerebro responde de manera negativa. El cuerpo pasa por períodos de «mini averías» o de «agotamiento». Con todos los cambios fisiológicos además de la experiencia subjetiva del trauma por parte del individuo, la persona se vuelve más hipervigilante y, en algunos casos, lucha por confiar en los demás. Ocurren numerosos cambios psicológicos y emocionales que hacen que el funcionamiento en la vida cotidiana sea muy difícil y casi imposible para muchas personas sometidas al trauma.

Cuanto más pequeño es un niño en una situación traumatizante, peor es el impacto. Esto no quiere decir que los adultos o los niños mayores no puedan experimentar una gran angustia en situaciones traumáticas. Pero investigaciones han encontrado que los niños menores de 3 años son especialmente vulnerables al trauma. Afortunadamente, algunos niños son muy resilientes y con terapia y amor, pueden volver más fuertes que antes.

Factores Ambientales

Para los fines de este artículo, veamos los factores que influyen en un individuo que experimenta (o que ha experimentado previamente) un trauma:

Factores protectores:

  • sistema de apoyo,
  • estabilidad financiera,
  • Buena salud emocional y psicológica.
  • habilidades de afrontamiento positivas,
  • conexión con la comunidad, como la escuela, la iglesia o grupos de apoyo de jóvenes,
  • conexiones sociales o familiares,
  • educación o rendimiento académico,
  • empleo, y
  • habilidades para resolver problemas 

Factores de riesgo:

  • bajo estatus socioeconómico,
  • abuso de sustancias,
  • mala salud mental o reactividad emocional,
  • dificultades financieras,
  • pobre estilo de afrontamiento,
  • otras reacciones al trauma,
  • carencia de sistema de apoyo,
  • falta de empleo,
  • ser víctima de bullying o acoso,
  • vivir en situaciones que aumentan la exposición al trauma,
  • baja autoestima,
  • falta de identidad,
  • violencia doméstica o abuso, y
  • pobre rendimiento académico

Tanto los factores de riesgo como los de protección tienen mucho que ver con el impacto que una experiencia traumática tendrá en el individuo. Con una serie de factores de protección disponibles, es más probable que los individuos sean resilientes y se recuperen. Esta es la razón por la cual un niño que ha sido severamente abusado y descuidado por un padre puede mudarse con un abuelo y tener un buen desempeño en el hogar, la escuela y la comunidad. El factor de protección es un sistema de apoyo que muestra amor y compasión y está dedicado a ayudar al niño a tener éxito. Sin embargo, hay casos en que el individuo traumatizado tiene acceso a factores de protección y aún lucha con las consecuencias de ese trauma. Esto se consideraría un trauma complejo porque el impacto de ese trauma y el tratamiento son complejos.

Además, el trauma se vuelve aún más complejo cuando el individuo traumatizado comienza a mostrar signos y síntomas de habilidades de afrontamiento negativas, como el desarrollo del trastorno de personalidad múltiple.

8 creencias erróneas sobre el trauma infantil

  1. El trauma es a corto plazo: los efectos de una experiencia traumática son de por vida. Incluso después de años de terapia repetida, una experiencia traumática nunca desaparecerá del nivel consciente de la víctima. Muchas víctimas de abuso sexual dicen que «la violación ha terminado, pero la cicatriz está ahí para siempre». Una creencia muy errada sobre el trauma es que si el niño es retirado del medio ambiente o la situación traumática, el trauma ha terminado. La realidad es que el individuo necesitará apoyo con tratamiento. De hecho, estudios han encontrado que vivir traumas en la infancia empeoraría la depresión en la adultez, como así también que las experiencias traumáticas en la infancia predicen las puntuaciones de psicopatía en delincuentes juveniles, y otros han hallado un vínculo entre el trauma infantil y los síntomas psicóticos.
  2. Los niños traumatizados no hacen «cosas malas»: algunos niños que han tenido historias muy traumatizantes pueden convertirse en niños que exhiben problemas extremos de personalidad y comportamiento. Lamentablemente, algunos niños presentan problemas de conducta en la adolescencia, como robar, mentir, hacer trampa, manipular, encender fuego, crueldad animal y destrucción de propiedad que eventualmente se alinean con los síntomas característicos de la sociopatía. En otros casos, algunos niños se convierten en adultos que luchan con el abuso de sustancias, la adicción al sexo o los comportamientos de oposición. Reiteradas internaciones, encarcelamientos, conductas de riesgo, pérdida de empleo, ataques violentos o períodos de depresión intensa también son comunes. Es muy común que las personas piensen que los niños que han tenido historias traumáticas pueden estar un poco deprimidos, ansiosos o tener problemas académicos. También es común pensar que un niño o adolescente «madurará» de los comportamientos negativos. Pero la realidad es que muchos niños enfrentan desafíos de por vida que a veces pueden ser paralizantes en su vida adulta. Esto ciertamente no es una excusa para los comportamientos anteriores. Pero es una realidad para muchas personas.
  3. El trauma no afecta al cerebro y al cuerpo mucho después del evento traumático: algunos niños son muy resilientes durante los primeros años de vida después de una experiencia traumática. Algunos niños se desarrollan sin ningún problema, mientras que otros comienzan a presentarlos entre los 9 y los 12 años. Muchos de mis clientes en este rango de edad han experimentado un trauma y ahora están experimentando desafíos interpersonales, académicos y emocionales. Sus primeros años de infancia fueron buenos y ahora que están en la escuela, que tienen expectativas más altas, se les pide que cumplan con los estándares sociales, y deben ser más independientes, están luchando con las exigencias de la vida cotidiana. Para muchos padres y cuidadores, los problemas de comportamiento y desarrollo que surgen en la infancia tardía son muy confusos porque, según los padres, los comportamientos aparecen de la nada. Por otro lado, y en el sentido inverso también cómo nos sentimos actualmente influye en cómo recordamos los síntomas de traumas pasados.
  4. El trauma no puede desencadenar problemas de comportamiento y de salud mental de por vida: muchos niños que han experimentado un trauma también están luchando con algunos de los problemas de comportamiento más comunes, como el trastorno de oposición desafiante, trastornos de conducta y el TDAH. Los problemas de atención, la hiperactividad y el aumento de los niveles de ansiedad también son probables. La depresión y las fobias también son comunes. La mayoría de los niños que están gravemente afectados por un trauma son diagnosticados con trastorno de estrés postraumático.
  5. El trauma no puede afectar a niños muy pequeños: el trauma puede tener un impacto sensorial en los niños, según la Red Nacional de Estrés Traumático Infantil. Un niño puede escuchar, ver, sentir o incluso oler cosas que pueden provocar miedo, ansiedad e incertidumbre. Como resultado, puede ocurrir una respuesta de trauma en niños de hasta 5 meses. Si el trauma es repetido e intenso, la respuesta traumática puede ser mucho peor, interfiriendo con el desarrollo cognitivo, emocional y fisiológico adecuado. Los programas Head Start son muy útiles para ayudar a los niños pequeños, de 0 a 5 años de edad, a sobrellevar traumas en la primera infancia. El objetivo de estos programas es brindar estabilidad a los hogares que tienen dificultades y ayudar a prevenir daños adicionales en lo emocional, psicológico, fisiológico y cognitivo.
  6. Con ayuda, cualquiera puede superar su trauma: el trauma no tiene por qué afectar la vida de una persona para siempre si recibe los servicios terapéuticos adecuados y tiene una buena cantidad de factores de protección para respaldarla. Sin embargo, el trauma puede ser tan complejo que una batalla de por vida con flashbacks, adicción, miedo o ansiedad y depresión no es algo inaudito. El tratamiento terapéutico de por vida también puede ser necesario para algunas personas que han experimentado un evento traumático. Para muchos puede ser difícil entender cuán traumático emocional y psicológicamente puede ser el daño que padecen las víctimas de traumas. Esto no significa que un niño traumatizado no pueda convertirse en un adulto sano. Pero es importante comprender que habrán momentos de dificultad y que el tratamiento requerirá paciencia y perseverancia.
  7. Si no ves el trauma, no puede afectarte: ¿Has oído hablar del término trauma vicario (o secundario)? Este tipo de trauma afecta a un individuo que no ha experimentado personalmente el trauma pero lo ha escuchado o lo ha experimentado de segunda mano. Muchos socorristas experimentan quemaduras y traumas después de lidiar con tantos casos repetidos de traumas. Los desastres naturales, las escenas de asesinato, el maltrato y abandono de niños, el trabajo forense, la terapia de salud mental, etc. pueden afectar a los primeros en responder (socorristas, paramédicos, bomberos) o incluso a los transeúntes. Un niño que es testigo de violencia doméstica, crimen o agresión violenta puede estar traumatizado. Lo creas o no, un niño que parece feliz, se ríe a menudo, sonríe y disfruta de las actividades típicas de la infancia, como el juego, también puede estar traumatizado. Los niños son bastante resistentes, pero no podemos asumir que debido a que un niño está siendo un niño, no está luchando con el trauma. Para muchos chicos, sus temores no se manifiestan hasta la hora de acostarse o hasta que se enfrentan con un disparador.
  8. Un padre que abusa de sustancias no puede traumatizar a un niño: cualquier sustancia que afecte el comportamiento de los padres de manera negativa puede ser traumatizante para un niño. Un padre alcohólico, un usuario de heroína, un usuario crónico de marihuana o un padre que abusa de las píldoras puede comportarse de maneras que afectan negativamente al niño. Un padre irritable, enojado, abusivo y violento que bebe hasta embriagarse, puede volverse aún más abusivo e irritable y decir y hacer cosas que asustan al niño. En muchos casos, un hijo de un padre que abusa de sustancias a menudo es responsable de cuidar a sus hermanos, cocinar sus propias comidas y llevarlos a la escuela. Un niño que ve a su madre intercambiar drogas en una esquina también puede sentirse traumatizado por lo que siente, ve o escucha. Un punto de drogas o un negocio de drogas también puede ser traumático, dependiendo de quién esté presente o qué suceda realmente. El simple hecho de que un niño debe ser responsable de sí mismo mientras su padre está drogado o borracho, también puede ser traumático. Muchos de mis clientes adolescentes guardan malicia en sus corazones hacia sus padres que abusan de sustancias por estas mismas razones.

Para complementar la información de este artículo, te recomiendo que leas también acerca de los mitos que existen respecto del Trastorno por Estrés Postraumático.

Fuente: PsychCentral

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El análisis de metáforas podría ayudarnos a comprender las experiencias de las personas que escuchan voces

  • 29/07/2019
  • Maria Fernanda Alonso

Un estudio explora las formas en que opera la metáfora en las experiencias vividas por personas que han informado haber escuchado voces que nadie más puede oír. Hubo un enfoque particular en cómo las atribuciones de dominio, poder y control pueden estructurarse a través de ciertas metáforas que tales individuos usan para describir sus relaciones con sus voces. Los resultados resaltan la existencia de vínculos importantes entre las metáforas que transmiten una sensación de falta de poder y los mayores niveles de angustia en las personas que oyen voces (Demjén, Marszalek, Semino, & Varese, 2019).

“Las metáforas reflejan y facilitan diferentes maneras de dar sentido y evaluar un tema o experiencia en particular. Destacan algunos aspectos y otros de fondo, lo que lleva al llamado efecto de «encuadre», sostuvo el equipo de investigación dirigido por Zsófia Demjén, profesora del Centro de Lingüística Aplicada de la University College London.

Esto se basa en investigaciones que sugieren que las metáforas en general cumplen funciones lingüísticas y sociales importantes, enmarcando nuestros pensamientos y acciones en una variedad de formas que a veces son más obvias que otras.

Como ejemplo, los autores citan el uso popular de «metáforas de batalla» que enmarcan al cáncer «como enemigo y la relación entre la persona y la enfermedad como antagónica. Para algunas personas diagnosticadas con cáncer, interpretarlo de esta manera podría expresar un cierto sentido de control sobre la enfermedad. Y, sin embargo, encuadrar el cáncer a través de metáforas de batalla alternativamente excluye otras posibles interpretaciones (por ejemplo, concebir el cáncer como un viaje), junto con otros sentidos posibles de empoderamiento o control. De esta manera, se puede decir que cualquier marco metafórico de referencia permite ciertas posibilidades para interpretar la experiencia y restringe las demás. De hecho, otra investigación encontró que el lenguaje metafórico del cáncer como enemigo puede llevar a disminuir las intenciones de las personas de realizar conductas preventivas y de tratamiento del cáncer (Hauser & Schwarz, 2015).

Demjén y sus colegas describen esta calidad de metáfora como particularmente relevante en los casos de trastornos psicológicos y/o diagnósticos psiquiátricos, donde las preocupaciones sobre conceptos vagamente definidos, como la propia mente, la identidad personal o el diagnóstico, son a menudo fundamentales para la naturaleza de la experiencia. Esto también se basa en investigaciones anteriores que indican que «las metáforas son una estrategia de comunicación prominente utilizada por las personas con psicosis para describir o conceptualizar experiencias perceptivas y estados internos que de otra manera son difíciles de articular en términos clínicos y objetivos».

Con esto en mente, los autores proponen que «el análisis de metáforas puede contribuir a comprender y abordar la angustia en quienes escuchan voces». Esto forma parte de una larga historia de investigación que ilustra los roles importantes que desempeñan la cultura, el contexto y el significado en cómo esas voces han sido tradicionalmente experimentados y narrativizadas.

El estudio

El equipo de investigación realizó entrevistas semiestructuradas con 10 participantes que informaron haber escuchado voces durante estudios anteriores sobre el tema. Hubo un número igual de varones y mujeres, todos los cuales cumplieron con los siguientes cuatro criterios: «(i) mayores de 16 años, (ii) habían experimentado escuchar voces en las dos semanas previas a la participación en el estudio, (iii) antecedentes de oír voces por un mínimo de 6 meses, y (iv) la experiencia de las voces no se debió a una enfermedad orgánica (p. ej., lesión cerebral), estados hipnagógicos/hipnopompáticos o intoxicación por alcohol/drogas.»

Durante el proceso de la entrevista, a cada participante se le hizo una serie de preguntas sobre experiencias previas de escuchar voces. También se les dio la Escala de Calificación de Síntomas Psicóticos y la entrevista de Evaluación Cognitiva de las Voces. Luego, los investigadores codificaron las transcripciones de las entrevistas según el tipo de metáforas utilizadas, siguiendo de cerca un «Procedimiento de identificación de metáforas» que a menudo se usa en los análisis lingüísticos. En total, se analizaron 33257 palabras y se establecieron correlaciones entre los resultados de las evaluaciones y los tipos de metáforas utilizadas por cada participante.

Según los autores, las caracterizaciones metafóricas que implican agresión física o violencia asociadas con voces fueron las más comunes en todas las entrevistas. Tres de los participantes también atribuyeron un sentido de control malévolo a sus voces. Como describe el participante #6 (P6), por ejemplo: «Es como sentarse donde estás ahora y alguien se sienta junto a ti, empujándote, pinchándote, abofeteándote, tirando de tu cabello -no pueden tirar del mío, pero pueden tirar del tuyo, y abofetearte en la cara y molestarte todo el tiempo.” Y agregó que “es como tratar de luchar con una mano atada a la espalda.»

Los niveles más altos de angustia se asociaron con las creencias de los participantes de que sus voces poseían autoridad sobre algunas áreas de sus vidas. Según participante #24 (P24): “En ausencia de creencias religiosas, las calmo como quien considero o nombro como el comandante supremo del universo. El jefe de todo el universo.”(P24)

El participante #17 (P17) compara su experiencia de voces con un asistente junto a la piscina: » Como cuando el encargado de la piscina hace sonar su silbato y señala. . . Sabes que debes dejar de correr.”

Especialmente en estos dos últimos casos, explican Demjén y sus colegas, que los participantes expresaron una disminución del control y falta de poder en relación a sus voces. Para P17, las voces se describen como que afectan a casi todas las áreas de la vida, mientras que P24 se centra principalmente en cómo afectan ciertos estados psicológicos.

Las metáforas que transmiten una sensación de falta de poder se pueden contrastar con aquellas que expresan una relación más complementaria. Como informa participante 13 (P13): «Trato de ayudarla» y «ellos tratan de ayudarme», y agrega que «me tratan como a un amigo». Para los participantes que describen sentimientos similares, el grado de angustia informada fue notablemente menor de lo que fue para los participantes como P17 o P24.

Conclusiones

En general, Demjén describe su investigación como una «prueba de estudio conceptual», y agrega que todavía se necesita una cantidad considerable de trabajo para completar las conexiones entre ciertos tipos de metáforas y las experiencias vividas de escuchar voces. 

Es importante destacar que ni las metáforas ni las voces pueden surgir de un vacío social. Las investigaciones futuras podrían, como tales, centrarse más en factores culturales y de otro tipo que intervienen en la forma en que las experiencias anómalas (como escuchar voces) se enmarcan lingüísticamente y se hacen significativas socialmente.

Además, los autores no explican cómo las metáforas y las voces se relacionan causalmente entre sí. Una cosa es identificar los tipos de metáforas en el discurso de los individuos entrevistados después de experimentar voces. Otra cosa es entender cómo se produce el razonamiento metafórico durante tales experiencias, ya que se viven desde la perspectiva de las personas que las experimentan. Y otra cosa es intentar, como proponen los investigadores, recurrir a dichos estudios para intervenir en las voces que escuchan los individuos.

En otras palabras, de este estudio en particular no queda del todo claro si las metáforas desempeñan un papel determinante en la forma en que se encuentran las voces, como sugieren los autores, o si tales experiencias difieren por otras razones y simplemente se expresan a través de diferentes tipos de metáforas porque son inherentemente difíciles de describir.

Existen superposiciones notables entre esta investigación y los objetivos promovidos por la red de escuchar voces, un grupo de personas conocidas por desafiar las metáforas biomédicas y sus efectos patologizantes en quienes escuchan voces. Siguiendo su ejemplo, los investigadores que emplean el análisis de metáforas podrían considerar cómo los modelos basados ​​en el déficit utilizados por los profesionales de la salud mental y los investigadores clínicos contribuyen a las experiencias de angustia para las personas que escuchan voces.

En este caso, la utilidad de una metáfora se extiende más allá de si es o no una representación precisa de un conjunto de eventos, per se, o incluso de qué tan bien resalta aspectos esenciales de una experiencia vivida. Para los profesionales de la salud, las metáforas sirven para estandarizar las interpretaciones en relación con los objetivos más amplios de las instituciones sociales. En contextos como hospitales y agencias de salud mental, por ejemplo, los marcos de referencia biomédicos brindan pistas sobre cómo se deben interpretar las palabras y las experiencias, al tiempo que se relacionan con temas profesionales como el reembolso de seguros y el intercambio de información entre los distintos entornos.

Y, sin embargo, también es importante reconocer cómo dichos marcos de referencia profesionales ocultan las causas sistémicas de la angustia, como la pobreza y el estigma. Esto marca una diferencia irreductible entre las categorías de diagnóstico, como las del DSM, interpretadas como son a través de marcos biomédicos, y las experiencias vividas a las que apuntan tales ideas. 

«Podría ser útil cuestionar activamente las metáforas semi-técnicas que se han vuelto tan convencionales en la práctica clínica que son apenas perceptibles, pero que sin embargo pueden tener importantes efectos de encuadre,» sugiere Demjén.

«De hecho, detallar las asociaciones de diferentes metáforas, explorar diversos aspectos de los escenarios metafóricos junto con quienes escuchan voces y cuestionar algunas de las suposiciones que parecen inherentes a los diferentes marcos, podría proporcionar recursos útiles para los clínicos».

Referencias de los estudios:

Demjén, Z., Marszalek, A., Semino, E., & Varese, F. (2019). Metaphor framing and distress in lived-experience accounts of voice-hearing. Psychosis, 11(1), 16-27. https://doi.org/10.1080/17522439.2018.1563626

Hauser, D. J., & Schwarz, N. (2015). The war on prevention: bellicose cancer metaphors hurt (some) prevention intentions. Personality & Social Psychology Bulletin, 41(1), 66-77. https://doi.org/10.1177/0146167214557006

Fuente: Mad in America

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El «Pueblo de la Demencia.» Redefinir el cuidado de los adultos mayores es una decisión

  • 25/07/2019
  • Maria Fernanda Alonso

Cuando ví este video quedé fascinada. Me pareció genial, alcanzable e inalcanzable a la vez. Es que vivo en Argentina, país que desde hace un tiempo hasta la fecha sufre recortes presupuestarios en ámbitos donde los recursos ya eran escasos y que son imprescindibles para el crecimiento y el futuro de la nación: me refiero específicamente a Salud y Educación.

En esta charla Ted vemos un barrio llamado Hogeweyk, en una pequeña ciudad muy cerca de Ámsterdam, en Holanda. Como cualquier vecindario, tiene casas, un pequeño centro comercial, restaurante, bar, supermercado, un club y un teatro.

¿Lo más importante? Es un geriátrico para gente con demencia avanzada que necesita atención las 24 hs del día, los siete días de la semana. 

Según las estadísticas, la demencia afecta a cerca de 50 millones de personas en el mundo.

“La demencia es una enfermedad terrible para la que aún no tenemos cura. Se está convirtiendo en un problema grave, para la gente, para los políticos, para el mundo. Se está volviendo un problema muy serio. En los geriátricos tenemos listas de espera. La mayor parte de la gente con demencia que entra en un geriátrico son mujeres,” señala Yvonne van Amerongen, terapista ocupacional y trabajadora social que ha trabajado por más de 30 años en geriátricos, hospitales psiquiátricos y centros de rehabilitación.

En el año 1992, cuando se desempeñaba como administradora del sector de atención médica de Hogeweyk, ella y su equipo de trabajo comentaban que lo que hacían ahí no era lo que querían para sus padres, para sus amigos, para ellos mismos. Y se dieron cuenta que nada cambiaría si sólo seguían hablando. Pero ellos estaban a cargo y decidieron hacer algo que los invitara a querer llevar a sus padres a ese lugar.

Tuvieron presente que la demencia es una enfermedad que afecta al cerebro, que la mente está confundida, y esto genera en quienes la padecen ansiedad, depresión y agresividad. En los geriátricos tradicionales se vive en un ambiente de hospital, con médicos, enfermeros y paramédicos con uniforme. Un ambiente que los confunde aún más, y los hace anhelar volver a sus hogares, a sus vidas… Y esta fue la idea que guió el diseño de Hogeweyk.

https://www.ted.com/talks/yvonne_van_amerongen_the_dementia_village_that_s_redefining_elder_care

Podés activar los subtítulos en español.

«Todos los residentes que viven aquí necesitan tratamiento médico, sí. Todos tienen medicación. Todos tienen demencia avanzada. Pero primero son personas. Por eso es que aquí hay personas viviendo con demencia, y no gente demente,” resaltó en una entrevista van Hal, administrador del lugar. 

«Para nosotros es importante apoyarlos para que experimenten un día normal, un día que les guste y un día que reconozcan,” agregó.

Y tan importante como pensar en la experiencia cotidiana individual, es pensar en la vida social que comparten estas personas. Y esto cuenta con gran respaldo científico. Se ha demostrado que la soledad es tan mortal como fumar, y dos veces más letal que la obesidad (Holt-Lunstad, Smith, & Layton, 2010).

¿Cómo lo lograron? 

“Se necesita una administración que se atreva a hacerlo, a hacer las cosas de modo diferente a como siempre se han hecho en un geriátrico tradicional,” dice Yvonne. “Sabemos que funciona. Creemos que esto se puede hacer en todas partes, porque esto no es para los ricos. Lo hemos logrado con el mismo presupuesto que tiene cualquier geriátrico tradicional en nuestro país. Trabajamos solo con el presupuesto estatal.” 

Referencia del estudio:

Holt-Lunstad, J., Smith, T. B., & Layton, J. B. (2010). Social relationships and mortality risk: a meta-analytic review. PLoS Medicine, 7(7), e1000316. https://doi.org/10.1371/journal.pmed.1000316

Fuente: Ted

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Funciones ejecutivas del cerebro: para qué sirven y cómo mejorarlas

  • 25/07/2019
  • Maria Fernanda Alonso
cute girl thinking over bright puzzle cube

¿Qué son las funciones ejecutivas y para qué sirven?

«Las funciones ejecutivas son las habilidades que utilizamos para controlar conscientemente pensamientos, emociones y acciones con el fin de alcanzar objetivos», especialmente los nuevos o más creativos. «Es lo que usamos cuando necesitamos romper con un hábito, inhibir nuestros impulsos y anticiparnos.» Sabine Doebel parte desde esta breve y clara explicación en una interesante charla TED. Ella es científica cognitiva, y estudia la mente en desarrollo para comprender cómo la experiencia moldea nuestras habilidades de pensamiento y control ejecutivo.

Usamos la función ejecutiva cada día en todos los aspectos de nuestras vidas. Y muchas veces podemos tener lapsos en la función ejecutiva, a los que calificamos como simples “distracciones,” como cuando planificamos pasar por el supermercado luego de trabajar y, sin notarlo, llegamos a nuestras casas sin haber hecho las compras.

Los investigadores han descubierto que la función ejecutiva predice muchas cosas desde la infancia: como habilidades sociales, logros académicos, salud mental y física, generar dinero, ahorrar dinero e incluso mantenerse fuera de prisión. Su gran relevancia es lo que motiva a Sabine y otros científicos a estudiar, entender y descubrir formas de mejorar las funciones ejecutivas.

En esta charla señala que, si bien podemos llegar a ejercitarlas a través de ciertas apps para celulares, estas sólo nos ayudarán en un sentido limitado. Para mejorar realmente las funciones ejecutivas es importante entender cómo está influenciada por el contexto. Valiéndose de ejemplos de su investigación, Sabine explica cómo el contexto puede ayudar a usar mejor las funciones ejecutivas del cerebro, cómo puede influir en la motivación y en la creación e implementación de estrategias que nos ayudarán a alcanzar los objetivos que nos propongamos. Si bien el contexto no lo es todo, puede tener la capacidad de moldear nuestros comportamientos, y nosotros podemos utilizar este conocimiento para mejorar.

Fuente: Ted

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Capacitar a los padres podría ser tan eficaz como la terapia para tratar la ansiedad infantil

  • 25/07/2019
  • Maria Fernanda Alonso

Ante la presencia de cualquier trastorno de la salud mental resulta de suma importancia el abordaje y acompañamiento profesional adecuado, así como la intervención temprana. Si sumamos al tratamiento profesional un sistema de apoyo fuerte y capacitado es probable que la persona que sufre un trastorno de la salud mental pueda beneficiarse grandemente con estos recursos.

De hecho, y en lo que respecta específicamente a la ansiedad infantil, un estudio de la Universidad de Yale concluyó que capacitar a los padres sobre cómo reaccionar ante las conductas de los niños es tan efectivo para reducir la ansiedad como proporcionar terapia cognitiva conductual (TCC) al niño (Lebowitz, Marin, Martino, Shimshoni, & Silverman, 2019).

Los investigadores compararon el impacto del programa de entrenamiento para padres Supportive Parenting for Anxious Childhood Emotions (SPACE, por sus siglas en inglés) con un enfoque más tradicional basado en la TCC para niños.

Probaron el efecto de proporcionar capacitación a los padres, en ausencia de TCC orientada a los niños, sobre los síntomas de la ansiedad infantil. La capacitación de los padres se desarrolló con un énfasis en la reducción de la acomodación familiar, es decir, los comportamientos de los padres que refuerzan las ansiedades de los niños y los patrones de pensamiento inútiles.

La condición “entrenamiento de los padres” sirvió para reducir la ansiedad del niño tan eficazmente como la condición “niño recibiendo TCC” de acuerdo con el método de no inferioridad aplicado. Los resultados sugieren que alterar el entorno y los patrones relacionales de un niño puede ser útil como tratamiento para la ansiedad clínicamente significativa y que la terapia orientada a los niños puede no ser un ingrediente crítico del proceso de tratamiento.

La ansiedad es a menudo significativa y útil. Puede preparar nuestros cuerpos para la acción en el contexto de un peligro potencial, y también puede aumentar la motivación y optimizar el rendimiento. Sin embargo, los niveles de ansiedad clínicamente significativos pueden comprometer sustancialmente la calidad de vida diaria de quienes la sufren.

Al mismo tiempo, las tendencias generales en la ansiedad pueden revelar patrones ambientales presentes en la sociedad que contribuyen a aumentar el estrés y el miedo. Como resultado, la ansiedad patologizante puede llevar al tratamiento de problemas de mayor escala como si fueran problemas dentro de la persona, dentro del niño («National Comorbidity Survey», s. f.), («Annual report offers snapshot of U.S. college students’ mental health, needs | Penn State University», s. f.).

Cualquiera sea la causa, se necesitan sistemas de apoyo para reducir el sufrimiento, ya que la prevalencia de trastornos del estado de ánimo y de ansiedad en los niños sigue aumentando. Existe una conexión bien establecida entre la ansiedad, las faltas injustificadas y el absentismo escolar, y entre las características ambientales y los niveles de ansiedad (cualidades de crianza vs. vínculos genéticos) (Finning et al., 2019). Aunque la medicación y la TCC son enfoques populares de tratamientos basados ​​en la evidencia, los resultados del tratamiento a largo plazo son cuestionables (Ginsburg et al., 2018).

“En contraste con numerosos estudios aleatorios que examinan si la participación de los padres mejora el tratamiento basado en los niños, no se sabe si el tratamiento basado en los padres solo, sin terapia basada en los niños, es eficaz», escriben los investigadores.”

Aunque la TCC puede ser útil, se necesitan mejores estrategias de tratamiento

La TCC es considerada un tratamiento estándar de oro para la ansiedad infantil. Las investigaciones anteriores han establecido conexiones entre los comportamientos de los padres y los niveles de ansiedad en la niñez, por lo que la capacitación de los padres puede ser un componente de apoyo de los enfoques de tratamiento más amplios para la ansiedad en la niñez. Sin embargo, el trabajo de Lebowitz y sus colegas es el primero en comparar la capacitación de los padres (sola) con la TCC, con el razonamiento de que, aunque la TCC puede ser útil, se necesitan mejores estrategias de tratamiento.

La mayoría de los programas de capacitación para padres se centran en proporcionar educación psicoeducativa sobre las técnicas de TCC para la ansiedad infantil. De acuerdo con este enfoque, a los padres se les proporcionan herramientas para entrenar a sus hijos a través de la psicoeducación que rodea la ansiedad, facilitar estrategias para enfrentar la ansiedad y promover cambios en el comportamiento infantil para fomentar el aprendizaje inhibitorio (en el que las percepciones de seguridad comienzan a superar al miedo a través de la exposición a estímulos provocadores de ansiedad). Comparativamente, el programa de capacitación para padres examinado por Lebowitz y su equipo, SPACE, enfatiza la capacitación para reducir la acomodación familiar.

«La acomodación familiar se refiere a los innumerables cambios en los comportamientos y rutinas de los padres destinados a ayudar a un niño a evitar o aliviar la angustia relacionada con la ansiedad», explican. «A pesar de ser bien intencionada, la adaptación familiar está vinculada a una ansiedad infantil más grave y un mayor deterioro funcional, y puede predecir una respuesta más deficiente a la TCC.»

Un total de 124 niños (y sus padres), de entre siete y 14 años de edad diagnosticados con trastornos de ansiedad, se inscribieron para participar y fueron divididos en ambas condiciones del estudio (la capacitación SPACE de 12 sesiones para padres o el programa TCC de 12 sesiones para pacientes). Noventa y siete participantes asistieron a todas las sesiones y entrenamientos requeridos, y las tasas de deserción en general fueron iguales en ambas condiciones.

“La presente investigación fue un ensayo aleatorio controlado de no inferioridad para determinar si SPACE es tan eficaz como la TCC, el tratamiento mejor establecido y más fuertemente basado en la evidencia para los trastornos de ansiedad infantil. La metodología de no inferioridad se seleccionó en lugar de las pruebas de superioridad informadas con mayor frecuencia debido a que el hecho de no mostrar la superioridad de un tratamiento sobre otro es una evidencia insuficiente de equivalencia de tratamiento».

De acuerdo con lo que se había predicho, los resultados establecieron la no inferioridad del enfoque SPACE para la capacitación de los padres en comparación con la TCC para los niños participantes tanto en los resultados primarios («medidas de ansiedad infantil clasificadas por el médico») como en los resultados secundarios («calificaciones de niños y padres de ansiedad infantil y de acomodación familiar, así como una medida de estrés parental calificada por los padres”). Tanto la condición SPACE y como la TCC redujeron las ansiedades de los niños, dieron como resultado reducciones similares en la acomodación familiar y fueron aceptables y satisfactorias para los pacientes.

Se necesita más investigación para explorar la posibilidad de generalizar estos resultados y probar la solidez de varios enfoques para la capacitación de los padres. Sin embargo, el trabajo de Lebowitz y sus colegas proporciona apoyo preliminar y posibles direcciones para la capacitación de los padres en el tratamiento de la ansiedad infantil.

La capacitación de los padres puede ser una opción valiosa cuando la participación del niño está ausente, o cuando los problemas de desarrollo o de comunicación son tales que el tratamiento basado en el niño no es viable. En una escala más grande, la atención a las cualidades del cuidador también representa un reconocimiento de que los sistemas de apoyo, más allá de los procesos internos y la genética del niño, informan el desarrollo y la experiencia de la ansiedad. Es importante destacar que estos sistemas pueden extenderse más allá de la unidad familiar, pero los cuidadores representan un punto de acceso potencial.

Referencias de los estudios:

Annual report offers snapshot of U.S. college students’ mental health, needs | Penn State University. (s. f.). Recuperado 24 de julio de 2019, de https://news.psu.edu/story/343727/2015/02/05/research/annual-report-offers-snapshot-us-college-students%E2%80%99-mental-health

Finning, K., Ukoumunne, O. C., Ford, T., Danielson-Waters, E., Shaw, L., De Jager, I. R., … Moore, D. A. (2019). Review: The association between anxiety and poor attendance at school – a systematic review. Child and Adolescent Mental Health. https://doi.org/10.1111/camh.12322

Ginsburg, G. S., Becker-Haimes, E. M., Keeton, C., Kendall, P. C., Iyengar, S., Sakolsky, D., … Piacentini, J. (2018). Results From the Child/Adolescent Anxiety Multimodal Extended Long-Term Study (CAMELS): Primary Anxiety Outcomes. Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 57(7), 471-480. https://doi.org/10.1016/j.jaac.2018.03.017

Lebowitz, E. R., Marin, C., Martino, A., Shimshoni, Y., & Silverman, W. K. (2019). Parent-Based Treatment as Efficacious as Cognitive-Behavioral Therapy for Childhood Anxiety: A Randomized Noninferiority Study of Supportive Parenting for Anxious Childhood Emotions. Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry. https://doi.org/10.1016/j.jaac.2019.02.014

National Comorbidity Survey. (s. f.). Recuperado 24 de julio de 2019, de https://www.hcp.med.harvard.edu/ncs/

Fuente: Mad in America

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