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Publicaciones por mes

agosto 2019

75 Publicaciones
  • Salud Mental y Tratamientos

¿Burnout parental?

  • Maria Fernanda Alonso
  • 26/08/2019

Elizabeth es madre de tres niños. Durante varios años pudo dedicar todo su tiempo a la crianza. Fue algo que decidieron junto a su esposo: ambos consideran que este es un asunto primordial, por lo que acordaron que ella se quedaría con los niños y que él trabajaría fuera del hogar.

En ese tiempo Elizabeth se esforzó por darles la atención y el apoyo óptimos en cada aspecto de su desarrollo. Los llevaba a la escuela, a sus actividades extracurriculares, les cocinaba, supervisaba sus tareas, y estuvo con ellos en sus momentos de felicidad y tristeza. Debido a la situación económica, hace unos años tuvo que volver a trabajar fuera de la casa, y debió encontrar un balance entre la maternidad y su responsabilidad laboral.

En los últimos meses las cosas se han ido dificultando. Su hijo mayor tuvo un accidente y necesita fisioterapia tres veces por semana. El más chico empezó la escuela primaria y está experimentando graves dificultades de aprendizaje. Su carga de trabajo como madre ha aumentado dramáticamente y su esposo no puede compartir la carga, entra a trabajar muy temprano en la mañana y vuelve a casa tarde en la noche, además su trabajo incluye diversos viajes de corta duración todas las semanas.

Elizabeth se siente cada vez más exhausta. Ella se esfuerza por mantener la rutina: trabajo, viajes, comidas y tareas. Pero no tiene el tiempo ni la energía para compartir momentos de calidad con los niños, y menos aún para escuchar o lidiar con sus dificultades emocionales. Se ha vuelto fría e irritable, y los niños se quejan de que no es «la misma que solía ser». Siente que es una madre terrible.

¿Sufre Elizabeth de burnout parental?

¿Qué es el burnout?

El burnout se puede definir como “(…) un síndrome psicológico que emerge como una respuesta prolongada a estresores interpersonales crónicos en el trabajo. Las tres dimensiones clave de esta respuesta son cansancio abrumador, sentimientos de cinismo y desapego por el trabajo, y una sensación de ineficiencia y falta de logros”(Maslach & Leiter, 2016).

Una gran experiencia en la vida de muchas personas puede ser criar a sus hijos. Sin embargo, también puede ser estresante, y cuando madres o padres carecen de los recursos necesarios para manejar los factores estresantes relacionados con la crianza de los hijos, pueden desarrollar burnout parental. A esto se suman las crecientes exigencias sociológicas respecto de cómo se espera que sean criados los niños que luego serán considerados ciudadanos y se insertarán en un mundo laboral de competitividad creciente.

Adaptación de las dimensiones: burnout parental

Diversos estudios han encontrado que madres y padres pueden sufrir burnout debido a asuntos de crianza (Pelsma, Roland, Tollefson, & Wigington, 1989), (Norberg, 2010), (Lindström, Åman, & Norberg, 2011), (Lindahl Norberg, Mellgren, Winiarski, & Forinder, 2014).

Respecto de los tres aspectos que conforman el síndrome del burnout laboral, los investigadores se vieron en la necesidad de realizar algunas adaptaciones para extrapolar conceptos y metodologías. Es por ello que reemplazaron la despersonalización sufrida por el trabajador con el distanciamiento emocional (Pelsma et al., 1989), (Roskam, Raes, & Mikolajczak, 2017).

“No es sorprendente que se descubriera que la despersonalización no era adecuada en el contexto parental. Aunque los empleados muy agotados pueden considerar a sus clientes o pacientes como números, los padres muy agotados no pueden «deshumanizar» a sus hijos. (…) Los padres que no sufren de psicosis o trastornos antisociales no pueden considerar la carne de su carne como objetos. Sin embargo, lo que pueden hacer es distanciarse de la fuente del agotamiento” (Roskam et al., 2017). En este estudio se observó que los padres tienden a desconectarse emocionalmente en lugar de físicamente, brindando atención práctica a la hora de dormir o alimentarse, pero se involucran menos emocionalmente, y son menos sensibles a sus hijos.

El burnout parental es un síndrome específico resultante de la exposición duradera al estrés crónico de madres y padres. Abarca tres dimensiones: un agotamiento abrumador relacionado con el papel de madre o padre, un distanciamiento emocional con los hijos y una sensación de ineficacia en el papel de madre o padre.

El estudio de Roskam, Raes y Mikolajczak examinó la superposición con el burnout laboral, con la depresión y con el estrés. Encontraron correlaciones bajas a moderadas que sugieren que existen relaciones significativas entre el burnout parental, el burnout laboral, el estrés y la depresión de madres y padres, pero también que el agotamiento de los padres no es sólo agotamiento, estrés o depresión. La independencia entre el agotamiento profesional y el parental indica que estar exhausto en el trabajo no implica estar exhausto en el hogar. Para muchos trabajadores que sufren burnout, la vida familiar puede verse como un refugio seguro y para muchas madres o padres que sufren burnout parental, el trabajo fuera del hogar parece ser un lugar seguro. Por lo tanto, este estudio confirma que el agotamiento es un síndrome específico del contexto en lugar de un síndrome sin contexto.

La prevalencia del agotamiento parental confirma la intuición de Procaccini y Kiefaber de que algunos padres están tan agotados que el término «burnout» es apropiado (Richards, 2010). (Roskam et al., 2017)

¿Burnout parental o sólo maternal?

Una cuestión importante que analizaron los investigadores fue si el síndrome de burnout aplicaba sólo a las madres o si también incluía a los padres. Este interrogante surge del rol que tradicional y culturalmente se ha asignado al género femenino en torno a la crianza del los hijos y la administración del hogar familiar.

El estudio de Roskam señaló que aunque la gran mayoría de sus participantes fueron mujeres (lo que sugiere que todavía las mujeres pueden estar más involucradas en la crianza que los padres) el estudio confirma que el burnout también afecta a los padres. Los padres que se esforzaron en su paternidad (es decir, estaban interesados ​​en su equilibrio entre el trabajo y la familia y en ser padres, tenían la misma probabilidad de sufrir de burnout parental que las madres. Por lo tanto, independientemente de los puntos de corte utilizados, la prevalencia del agotamiento de los padres fue la misma entre madres y padres. Esto sugiere que el nombre «burnout parental» es más apropiado que «burnout materno,» especialmente a medida que los padres se involucran más en la crianza de sus hijos.

Investigaciones recientes

Con una muestra de 1723 madres y padres de habla francesa, investigadores examinaron la relación entre el agotamiento de los padres y 38 factores que pertenecen a cinco categorías: sociodemográficas, particularidades del niño, rasgos estables de los padres, crianza y funcionamiento familiar. El objetivo de la investigación era facilitar una mayor identificación de antecedentes/factores de riesgo para el burnout parental con el fin de informar las prácticas de prevención e intervención.

En 862 padres, primero examinaron hasta qué punto estos factores de riesgo teóricamente relevantes se correlacionaban con el burnout. Luego estudiaron su peso relativo al predecir el agotamiento y la cantidad de varianza explicada total. Decidieron conservar únicamente los factores significativos para trazar un modelo preliminar de factores de riesgo de agotamiento. Posteriormente probaron este modelo en otra muestra de 861 padres. Los resultados sugirieron que el burnout parental es un síndrome multideterminado principalmente predicho por tres conjuntos de factores: los rasgos estables de los padres, el funcionamiento de la paternidad y el funcionamiento familiar. (Mikolajczak, Raes, Avalosse, & Roskam, 2018)

Recientemente, investigadores se centraron en el estudio del impacto del burnout parental en la ideación de escape, la negligencia de los padres y la violencia de los padres a través de dos estudios longitudinales cruzados (N = 918, N = 822) que incluyeron la realización de encuestas online tres veces durante un año. Los resultados indicaron que el burnout parental aumenta en gran medida la idea de escape, así como los comportamientos negligentes y violentos hacia los propios hijos (sumados d de Cohen = 1.31, 1.25 y 1.25, respectivamente). Estos hallazgos muestran que el burnout parental es una condición grave que requiere más atención urgentemente. (Mikolajczak, Gross, & Roskam, 2019)

El burnout laboral ha sido investigado como factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares, trastornos inmunitarios, insomnio y depresión.

Es inevitable preguntarnos: ¿podría el burnout parental ser un factor de riesgo para aquellas enfermedad u otras, tanto en padres como en hijos? ¿Qué impacto tiene en el desarrollo de los hijos? Los interrogantes que surgen son innumerables.

Referencias de los estudios:

  • Lindahl Norberg, A., Mellgren, K., Winiarski, J., & Forinder, U. (2014). Relationship between problems related to child late effects and parent burnout after pediatric hematopoietic stem cell transplantation. Pediatric Transplantation, 18(3), 302-309. https://doi.org/10.1111/petr.12228
  • Lindström, C., Åman, J., & Norberg, A. L. (2011). Parental burnout in relation to sociodemographic, psychosocial and personality factors as well as disease duration and glycaemic control in children with Type 1 diabetes mellitus. Acta paediatrica, 100(7), 1011-1017. Recuperado de https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/j.1651-2227.2011.02198.x
  • Mikolajczak, M., Gross, J. J., & Roskam, I. (2019). Parental Burnout: What Is It, and Why Does It Matter? Clinical psychological science, 2167702619858430. https://doi.org/10.1177/2167702619858430
  • Mikolajczak, M., Raes, M.-E., Avalosse, H., & Roskam, I. (2018). Exhausted Parents: Sociodemographic, Child-Related, Parent-Related, Parenting and Family-Functioning Correlates of Parental Burnout. Journal of child and family studies, 27(2), 602-614. https://doi.org/10.1007/s10826-017-0892-4
  • Norberg, A. L. (2010). Parents of children surviving a brain tumor: burnout and the perceived disease-related influence on everyday life. Journal of Pediatric Hematology/oncology, 32(7), e285-e289. https://doi.org/10.1097/MPH.0b013e3181e7dda6
  • Pelsma, D. M., Roland, B., Tollefson, N., & Wigington, H. (1989). Parent Burnout: Validation of the Maslach Burnout Inventory with a Sample of Mothers. Measurement and Evaluation in Counseling and Development, 22(2), 81-87. https://doi.org/10.1080/07481756.1989.12022915
  • Richards, N. (2010). The Ethics of Parenthood. Recuperado de https://play.google.com/store/books/details?id=u2OMPEhhCRAC
  • Roskam, I., Raes, M.-E., & Mikolajczak, M. (2017). Exhausted Parents: Development and Preliminary Validation of the Parental Burnout Inventory. Frontiers in Psychology, 8, 163. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2017.00163
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Niños que tuvieron educación para la salud con abordaje de problemas emocionales redujeron el consumo de comida chatarra

  • Maria Fernanda Alonso
  • 23/08/2019

Una investigación encontró que capacitar a los docentes y dotarlos de herramientas para impartir la enseñanza de educación para salud no sólo con información sino también con actividades y apoyo emocional, mejoró los estilos de vida tanto en maestros como en estudiantes («Junk food intake in children reduced by health education that addresses emotiona», s. f.).

«Numerosos estudios han abordado problemas de salud en el entorno escolar, pero la mayoría se ha centrado en la actividad física y la nutrición, con poca atención a problemas emocionales como la autoestima, la depresión y los comportamientos alimenticios», dijo la Dra. Carolinne Santin Dal Ri, autora del estudio y pediatra en el Instituto de Cardiología de Rio Grande do Sul, Porto Alegre, Brasil.

Programa “Vida Feliz, Corazón Saludable”

Para este estudio se asignó de manera aleatoria a diez escuelas públicas en la ciudad de Frederico Westphalen, Brasil, al grupo de intervención (cinco escuelas) o al grupo de control (cinco escuelas). Participaron 473 estudiantes de entre 6 y 12 años y 32 maestros. Las evaluaciones iniciales incluyeron peso, estatura, actividad física, ingesta de alimentos y conocimientos sobre salud en los niños; y actividad física y consumo de alimentos en los docentes. Las mediciones se repitieron después de completar la intervención.

Dicha intervención tuvo dos etapas: la capacitación docente seguida por la de los estudiantes en el aula.

Los maestros asistieron a cuatro reuniones durante un período de cuatro meses, recibieron un folleto y tuvieron acceso a lecciones en video. El material se presentó en siete capítulos:

1) factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares en la infancia;

2) elección de alimentos saludables;

3) etiquetado de alimentos;

4) sodio, azúcares y grasas;

5) salud emocional y calidad de vida;

6) actividad física; y

7) prácticas saludables y cambios en los hábitos.

Cada sección contenía teoría más sugerencias para actividades en el aula basadas en el tema, la edad de los niños y los objetivos previstos.

En el aula, los maestros cubrían un tema por semana, incluyendo al menos una actividad. Cada docente tenía libertad de elegir o modificar las actividades y podían incorporarlas en proyectos basados ​​en el programa de estudios de la escuela. Para alentar la participación de los maestros, se creó un grupo en una red social donde recibieron mensajes y recordatorios del investigador sobre el tema en el que se suponía que debían trabajar. Los maestros también compartieron sus propias experiencias. El investigador visitó las escuelas del grupo de intervención para estimularlos y ofrecer orientación.

En cuanto a la segunda etapa, la intervención en el aula se programó para siete semanas ininterrumpidas. Sin embargo, debido a una huelga estatal de maestros, en cuatro escuelas hubo una interrupción promedio de 45 días al final de la semana cinco, después de la cual se completó la intervención. La quinta escuela no se vio afectada por la huelga y siguió el cronograma inicial.

Para las escuelas del grupo de control, los maestros no participaron en el curso de capacitación y los estudiantes asistieron a las clases habituales de la escuela sobre salud y alimentación saludable según el plan de estudios.

Resultados

Tanto los estudiantes como los maestros se beneficiaron de la intervención. La proporción de estudiantes que siguieron los consejos de la Guía Brasileña de Alimentos para evitar pizzas/hamburguesas y refrescos aumentó significativamente en un 15% y 20%, respectivamente. Además, hubo un aumento del 28% en el número de maestros activos físicamente.

«Los niños en los grupos de intervención y control aumentaron su nivel de conocimiento de salud durante el estudio. Pero solo aquellos en el grupo de intervención cambiaron sus conductas alimentarias.» Esto sugiere que el conocimiento por sí solo es insuficiente para cambiar el comportamiento, concluye la Dra. Santin Dal Ri.

Este estudio se presentará en el Congreso ESC 2019 y en el Congreso Mundial de Cardiología durante la Sesión de pósters 7: Salud pública, el martes 3 de septiembre de 2019 de 14:00 a 18:00 CEST en el Área de póster.

Referencia:

Junk food intake in children reduced by health education that addresses emotiona. (s. f.). Recuperado 23 de agosto de 2019, de https://www.escardio.org/The-ESC/Press-Office/Press-releases/junk-food-intake-in-children-reduced-by-health-education-that-addresses-emotional-issues

Fuente: Science Daily

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Fortaleza mental: qué es y cómo se evalúa

  • Maria Fernanda Alonso
  • 23/08/2019

La Fortaleza, Resistencia o Tenacidad Mental (FM) ha sido caracterizada por el profesor Peter Clough y sus colegas de la Universidad de Huddersfield, por la interrelación de cuatro componentes independientes, denominados «El modelo de las 4C» de la Resistencia Mental (Clough, Earle, & Sewell, 2002). Estos componentes son:

  1. Control (vida y emoción): Incluye la regulación de las emociones y los mecanismos de afrontamiento del estrés. Tendencia a sentir y actuar como si uno fuera influyente y mantener las ansiedades bajo control.
  2. Compromiso: la tendencia a involucrarse profundamente en la consecución de objetivos a pesar de las dificultades que surgen.
  3. Desafío (Challenge, en inglés): La tendencia a ver las amenazas potenciales como oportunidades para el autodesarrollo y para continuar esforzándose en entornos cambiantes.
  4. Confianza (en habilidades e interpersonal): la creencia de que uno es realmente una persona que vale a pesar de los contratiempos y la capacidad de impulsarse en entornos sociales.

Evaluaciones psicométricas

El cuestionario de fortaleza mental de 18 ítems (MTQ-18) es una evaluación abreviada de la fortaleza mental basado en el MTQ-48, que consiste de 48 ítems, ambos están basado en los cuatro componentes de la FM.

Recientemente, un equipo de investigación liderado por Neil Dagnall presentó un análisis detallado de un Cuestionario de Fortaleza Mental de 10 ítems, aún más breve y simplificado, llamado «MTQ-10» (Dagnall et al., 2019). Según Dagnall este último es una mejora del MTQ-18, disponible gratuitamente.

“El MTQ-10 permitirá a los investigadores evaluar fácilmente la estabilidad temporal, investigar el efecto de los factores que intervienen (es decir, el entrenamiento) y probar los niveles de FM en múltiples puntos de tiempo y configuraciones,” dijeron los autores.

El MTQ-10 se basa en una selección de la mayor suma de ítems en cada una de las dimensiones “4C.” Todos los cuestionarios MTQ utilizan una escala Likert de cinco puntos. El puntaje general proporciona una evaluación psicométrica de la fortaleza mental.

Ítems del MTQ-10:

  1. Incluso cuando estoy bajo una presión considerable, generalmente mantengo la calma.
  2. Tiendo a preocuparme por las cosas mucho antes de que sucedan.
  3. Por lo general, me resulta difícil reunir entusiasmo por las tareas que tengo que hacer.
  4. Generalmente lidio bien con cualquier problema que ocurra.
  5. Generalmente siento que soy una persona que vale la pena.
  6. «No sé por dónde empezar» es un sentimiento que generalmente tengo cuando se me presentan varias cosas que hacer a la vez.
  7. Cuando cometo errores, generalmente dejo que me preocupen durante días después.
  8. Generalmente me siento en control.
  9. Generalmente puedo reaccionar de manera rápida cuando ocurre algo inesperado.
  10. Generalmente miro el lado positivo de la vida.

¿Cómo responderías a cada uno de estos 10 elementos utilizando el método de escala Likert? 1) Totalmente en desacuerdo, 2) En desacuerdo, 3) Ni está de acuerdo ni en desacuerdo, 4) Está de acuerdo o 5) Está muy de acuerdo. Refiriéndose a la aplicación práctica de estas respuestas, Dagnall explicó: «vemos la FM como una construcción general y utilizamos el marco 4C para la reflexión y el desarrollo. En el centro de esto hay un énfasis en la positividad (es decir, ver las barreras como obstáculos, obstáculos como desafíos, etc.). El enfoque está en empoderar a las personas para que adopten un locus de control interno, facilitando un sentido de autoconfianza y enfocándose en su autoeficacia. Obviamente, esto puede variar entre las personas. Por lo tanto, el marco 4C es útil para examinar fortalezas y debilidades potenciales (áreas de desarrollo).»

Los autores especulan que la FM es un rasgo de personalidad «plástico» y remodelable, es maleable. Los puntajes de estas evaluaciones psicométricas podrían ayudar a las personas a fortificar su fortaleza mental. Es interesante señalar que los grados más altos de fortaleza mental han sido vinculados con menor depresión y mayor capacidad para lidiar con el estrés (Papageorgiou, Gianniou, et al., 2019) (Papageorgiou, Denovan, & Dagnall, 2019).

“En este contexto, las medidas del MTQ-10 proporcionan índices rápidos, accesibles y fáciles de interpretar para evaluar los niveles de FM en situaciones cotidianas (es decir, deportivas, educativas y ocupacionales),” concluyen los autores.

Referencias:

  • Clough, P., Earle, K., & Sewell, D. (2002). Mental toughness: The concept and its measurement. Solutions in sport psychology, 32-43. Recuperado de http://dx.doi.org/
  • Dagnall, N., Denovan, A., Papageorgiou, K. A., Clough, P. J., Parker, A., & Drinkwater, K. G. (2019). Psychometric Assessment of Shortened Mental Toughness Questionnaires (MTQ): Factor Structure of the MTQ-18 and the MTQ-10. Frontiers in psychology, 10, 193. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2019.01933
  • Papageorgiou, K. A., Denovan, A., & Dagnall, N. (2019). The positive effect of narcissism on depressive symptoms through mental toughness: Narcissism may be a dark trait but it does help with seeing the world less grey. European Psychiatry: The Journal of the Association of European Psychiatrists, 55, 74-79. https://doi.org/10.1016/j.eurpsy.2018.10.002
  • Papageorgiou, K. A., Gianniou, F.-M., Wilson, P., Moneta, G. B., Bilello, D., & Clough, P. J. (2019). The bright side of dark: Exploring the positive effect of narcissism on perceived stress through mental toughness. Personality and individual differences, 139, 116-124. https://doi.org/10.1016/j.paid.2018.11.004

Fuente: Psychology Today

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Es posible ofrecer comunicados de prensa acertados e interesantes

  • Alejandra Alonso
  • 22/08/2019

El hecho de que una noticia sobre salud con conclusiones erradas o afirmaciones equivocadas llegue así a los lectores, puede causar problemas ya que muchas personas basan sus opiniones en las noticias que leen. Es más, un buen porcentaje de personas solo lee los titulares. Si estos últimos no son acertados, pueden contribuir a la diseminación de datos erróneos.

Una investigación publicada en BMC Medicine identificó posibles razones por las que los medios de comunicación terminan publicando información errada y quiso conocer si podía mejorar la situación sin perder el interés de los lectores.

Específicamente, los autores se enfocaron en la tendencia a confundir afirmaciones causales con correlaciones. Por ejemplo, supongamos que un estudio encuentra que a mayor consumo de gaseosas (o sodas) hay mayor riesgo de ser diagnosticado con demencia. Si se reporta acertadamente, la noticia no muestra que beber gaseosa cause demencia, si no que comunica que el consumo de gaseosa se asocia al diagnóstico de demencia. En otras palabras, es posible que haya otro factor o factores que sean responsables de este vínculo. Tal vez la gente que toma mucha gaseosa, tiene también otras conductas que son las que incrementan el riesgo de demencia.

Los estudios experimentales, por otro lado, permiten inferencias causales con mayor certeza. Volviendo a nuestro ejemplo anterior, si tomaramos dos grupos equivalentes y le asignaramos a uno que no hiciera cambios en su estilo de vida y al otro que tomara más gaseosa y, por último, llevaramos registro de diagnósticos de demencia a largo plazo, entonces es más probable que cualquier diferencia observada entre los grupos se deba a la intervención experimental.

Los comunicados de prensa de las universidades usualmente presentan la evidencia como puramente causal y esto es entendible hasta cierto punto. Es más llamativo poner “La gaseosa/soda causa demencia” en vez de “Investigadores descubren una correlación entre el consumo de gaseosa/soda y la demencia que podría o no ser causal”. Los periodistas escriben sus historias basados en estos comunicados de prensa y el resultado es una noticia con información poco acertada.

Luego de recibir 312 comunicados de prensa sobre salud de 9 oficinas de prensa, los científicos realizaron intervenciones en dichos comunicados que podían ser de uno de dos tipos:

  1. Hacer que el título y las afirmaciones principales se basaran en la evidencia ofrecida por el estudio del que hablan (fuerte para estudios experimentales y cauteloso para los correlacionales).
  2. Insertar declaraciones sobre inferir causalidad.

En general, el grupo de investigadores encontró que es posible alinear afirmaciones y titulares con la evidencia. También las declaraciones explícitas sobre correlaciones pueden ser insertados en las noticias, sin que esta deje de ser interesante.

Sin embargo, se desconoce todavía el efecto de noticias engañosas vs apropiadas en los lectores (es decir si su conducta cambia en base a la cobertura mediática).

Datos de la investigación original: Adams, R., Challenger, A., Bratton, L., Boivin, J., Powell, G., Williams, A., Chambers, C. & Sumner, P. (2019), Claims of causality in health news: a randomized trial. Doi: https://doi.org/10.1186/s12916-019-1324-7

Fuente: BPS

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Meditación combinada con alucinógeno para potenciar la actividad cerebral

  • David Aparicio
  • 22/08/2019

Concretamente el estudio no fue realizado con hongos, sino con la psilocibina, un compuesto alucinógeno que se produce naturalmente en 200 tipos de hongos y que ha generado mucho interés por la comunidad científica. Ustedes entienden la idea.

La investigación fue publicada en la revista académica NeuroImage, fue un estudio aleatorio de doble ciego en la que participaron 38 personas con experiencia en meditación. Todos recibieron una sola dosis de psilocibina o de placebo antes de empezar un retiro de meditación de 5 días y su estado de consciencia fue evaluado después de 6 horas de haber recibido la dosis.

Para explorar la actividad de las redes neuronales que interactúan entre diferentes regiones cerebrales, se les pidió a los participantes que ingresaran al escáner de resonancia magnética funcional un día antes de iniciar el retiro de meditación y un día después de finalizarlo. Esto les daría datos para diferenciar los efectos.

Comparado con el grupo placebo, los que recibieron la psilocibina reportaron una mayor disolución de límite que los separaba del mundo. Esto es un estado alterado de la consciencia conocida como la “disolución del ego”.

Esta alteración de la conciencia también se relacionó con cambios en la conectividad cerebral y se vinculó con un desacoplamiento de la conectividad funcional entre la corteza prefrontal medial y las regiones de la corteza cingulada posterior.

Según explican los autores esta disolución del ego, evaluada durante cuatro meses de seguimiento, se tradujo en cambios positivos en las actitudes ante la vida, la conducta social, el estado de ánimo y la espiritualidad.

«Una experiencia de disolución del ego puede implicar reevaluaciones cognitivas, reificaciones, indagaciones o ideas y contribuir a cambios psicológicos duraderos», escribieron los investigadores en su estudio. «Nuestro estudio doble ciego presenta un caso notable porque sus participantes estaban principalmente en la edad adulta media y ya estaban practicando prácticas meditativas, y sin embargo, el grupo de tratamiento con psilocibina aún informó un efecto beneficioso significativo del retiro».

Referencia del estudio original: Smigielski, L., Scheidegger, M., Kometer, M., & Vollenweider, F. X. (2019). Psilocybin-assisted mindfulness training modulates self-consciousness and brain default mode network connectivity with lasting effects. NeuroImage, 196, 207–215. https://doi.org/10.1016/j.neuroimage.2019.04.009

Fuente: Psypost

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El trauma y el abuso cambian la percepción sensorial a largo plazo

  • David Aparicio
  • 21/08/2019

Los efectos del trauma y el abuso durante la infancia pueden dejar hullas profundas en nuestro sistema nervioso e incluso pueden afectar la manera en que percibimos los estímulos sociales.

El contacto físico tiene una gran influencia sobre el desarrollo cerebral: provee de las sensaciones corporales propias y funciona como un regulador del estrés.

Interesados en comprender mejor los cambios cerebrales relacionados con el contacto físico en personas que habían sufrido de algún tipo de abuso, los investigadores del departamento de psicología médica en el Bonn University Hospital y los colegas de Ruhr University Bochum y Chengdu en China, llevaron a cabo un estudio con 120 personas con historia de abuso, que no sufrían de algún trastorno neurológico y no recibían algún tipo de medicamento que afectara su percepción sensorial. El estudio está disponible en la revista_ American Journal of Psychiatry

Para evaluar la percepción sensorial se les pidió a los participantes que ingresaran al escáner de resonancia magnética. Durante este proceso no podían ver a los científicos que con las manos cubiertas por guantes de algodón tocaban suave o rápidamente la mano de los participantes.

Inmediatamente las imágenes cerebrales demostraron que entre más profunda era las experiencias de maltrato durante la infancia, mayor era la actividad cerebral en dos áreas del cerebro: La corteza somatosensorial, localizada sobre los oídos, encargada de registrar cuando el contacto físico ocurre. Esta área codifica las sensaciones hápticas y está relacionadas con la preparación e iniciación del movimiento corporal. Otra área que se activó rápidamente fue la corteza insular posterior. Esta es una área profunda en el cerebro detrás de la sien encargada de codificar todas las sensaciones del cuerpo (tacto, hambre, sed, dolor, etc.).

Otra respuesta cerebral que se registró fue la reducción drástica de la actividad del hipocampo (región relacionada con la regulación emocional) durante los toques corporales lentos en las personas que habían sufrido algún tipo de abuso. Lo que podría explicar porqué el contacto físico lento es menos placentero para las personas que han sufrido algún tipo de abuso.

Estos datos neurocientíficos ayudan a comprender cómo los efectos traumáticos condicionan todo nuestro sistema biológico y también abre una puerta para que se puedan integrar otro tipo de terapias corporales en los tratamientos psicológicos y neurológicos tradicionales.

Referencia del estudio original: Ayline Maier, Caroline Gieling, Luca Heinen-Ludwig, Vlad Stefan, Johannes Schultz, Onur Güntürkün, Benjamin Becker, René Hurlemann, Dirk Scheele. Association of Childhood Maltreatment With Interpersonal Distance and Social Touch Preferences in Adulthood. American Journal of Psychiatry, 2019; appi.ajp.2019.1 DOI: 10.1176/appi.ajp.2019.19020212

Fuente: ScienceDaily

  • Cursos recomendados

Cannabis, salud mental y trastornos del cerebro – Curso online de la Universidad de Colorado en Boulder

  • David Aparicio
  • 21/08/2019

El curso Cannabis, salud mental y trastornos cerebrales está diseñado para que analices críticamente sobre los efectos del cannabis en la salud (es decir, la marihuana) en el contexto de varios trastornos de salud mental y neurocognitivos.

Como alumno podrás identificar las características clave de varios trastornos de ansiedad (por ejemplo, trastorno de pánico, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de ansiedad social, TEPT), depresión mayor, esquizofrenia, esclerosis múltiple, epilepsia, lesión cerebral traumática y enfermedad de Alzheimer y Parkinson.

Aprenderás la etiología y los factores de riesgo para estos trastornos, reconocerá los tratamientos convencionales y comprenderá la influencia de diferentes cannabinoides como el THC y el CBD en estos trastornos.

Obtendrás conocimiento útil y actualizado para informar las políticas públicas, la salud pública y las decisiones personales sobre el uso de productos de cannabis.

Este curso forma parte del Programa especializado del Cannabis Medicinal: Efectos en la Salud del THC y CBD.

El curso es totalmente en línea, está dividido en 4 semanas, y tiene fechas límite flexibles en función de tus horarios y no necesitas conocimiento previo. Puedes inscribirte totalmente gratis como oyente del curso y podrás acceder a los materiales, pero te recomiendo hacer el pago de 49 dólares para tener acceso a las tareas y el certificado emitido por la Universidad de Colorado en Boulder.

Ejemplo del certificado que recibirás luego de concluir el curso.
Ejemplo del certificado que recibirás luego de concluir el curso.

Temario del curso

  • Trastornos de ansiedad y el cannabis
  • Trastornos del estado de ánimo, psicosis y cannabis
  • Trastornos del cerebro/neurodegenerativos Parte I
  • Trastornos del cerebro/neurodegenerativos Parte II

Para inscribirte sólo debes hacer click en el siguiente enlace: Curso online: Cannabis, salud mental y trastornos cerebrales.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Neuromito: Se pueden ver los pensamientos a través de escaneos cerebrales

  • Maria Fernanda Alonso
  • 21/08/2019

Los mitos proliferan alrededor de las neurociencias y, muchas veces, desarraigarlos se convierte en una tarea árdua pues suelen verse acompañado por la decisión de muchos de no indagar para corroborar el respaldo que tiene el asunto en cuestión.

La Dra. Tracey Tokuhama-Espinosa presenta una columna muy interesante en la cual comparte extractos de su libro Neuromyths: Debunking False Ideas About the Brain. En este artículo hablaremos del mito que se ha creado en torno a los escaneos cerebrales y su capacidad para “ver” los pensamientos, así como el alcance que en realidad tienen estas herramientas hoy.

De dónde viene el mito

«¿Puede un escáner cerebral revelar lo que estás pensando?» A medida que desarrollamos mejores tecnologías, surgen descubrimientos sorprendentes casi cada mes y, dependiendo de cómo se comparten con el público, pueden malinterpretarse como si significaran más de lo que realmente significan. Por ejemplo, en su charla TED, Christopher De Charms muestra imágenes de resonancia magnética de partes del cerebro utilizadas para mover una mano. Esto no es pensar, pero el título de su charla, «Mirar dentro del cerebro en tiempo real” sugiere que podemos “mirar la mente” a través de un escáner de resonancia magnética, lo que puede inducir a otros al error de pensar que están viendo el «pensamiento». De Charms dice que “podemos aprender a controlar mejor nuestro dolor y evitar las píldoras, los psiquiatras y la cirugía controlando nuestros cuerpos con nuestras mentes.» Si bien gran parte de esto es positivo y puede ser cierto, se puede argumentar que es demasiado pensar que «podrás ver todos los aspectos que te hacen quien sos, todas tus experiencias.»

Aunque sensacionalista, el video se basa en un trabajo serio de Nathan Spreng en la Universidad de Cornell, que celebra las complejidades del pensamiento al considerar descriptores agradables y desagradables, y el contexto en el que ocurren los intercambios sociales. Al juntar múltiples imágenes a través de variables, Spreng y sus colegas sugieren que se hacen una idea de lo que las personas están imaginando. Si bien esto no es pensar per se, la investigación real fue mucho menos sensacionalista que el titular que obtuvo y mucho más interesante para los investigadores serios.

En otro ejemplo extremo, Grabianowski escribe que hay “Seis formas en que la ciencia puede ver en tu cerebro”, que en realidad es un buen artículo de resumen sobre técnicas de imagen de electroencefalograma (EEG) ; tomografía axial computarizada (TAC); tomografía por emisión de positrones (PET); resonancia magnética (MRI); imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI); y magnetoencefalografía (MEG). Este artículo parece ir de la mano con otro, «Los investigadores cerebrales pueden detectar en qué estamos pensando», que explica cómo funcionan las técnicas de imagen. La creencia de que los escáneres cerebrales pueden ver el pensamiento de las personas se debe a la falta de conocimientos científicos y/o de conocimiento experto sobre los límites de la tecnología. En general, estos titulares simplemente extienden en exceso los hallazgos de la investigación real. Sin embargo, esto no es su culpa, ya que así son los titulares: la falla está en no leer más allá del título, lo cual es decisión del lector.

Lo que sabemos ahora

Cada máquina de imágenes cerebrales puede, en el mejor de los casos, medir una sola dimensión (eléctrica, química o estructural) de un conjunto de sub-habilidades (por ejemplo, correlación de símbolo a sonido; memoria semántica; identificación de errores en la ortografía de palabras, rotación mental, sistema de alerta, etc.). Ninguna máquina de imágenes puede medir el pensamiento, solo un subelemento de un pensamiento. Ahora sabemos que el acto de pensar implica percepción (todos los sistemas sensoriales trabajando juntos), memoria, atención, funciones ejecutivas, redes de área de dominio y otros mecanismos complejos para dar como resultado un solo pensamiento. «Pensar» no es un disparo único en el cerebro, sino la combinación de docenas de redes (y miles de conexiones) que funcionan en ritmo sincrónico. Si bien podemos detectar las redes neuronales que son importantes en cada uno de estos mecanismos, en realidad no podemos decir qué significan colectivamente. Es decir, podemos ver las redes relacionadas con la recuperación semántica de información, pero no necesariamente la exacta palabra «perro», cuando alguien piensa en ella.

Ahora es claro que hay muchas piezas diferentes en un solo pensamiento y que las demandas cognitivas distintivas de cada etapa del pensamiento producirán un patrón cerebral que puede usarse para estimar los límites temporales de esa etapa. Esto significa que, para ver realmente el pensamiento, se necesitarían múltiples imágenes simultáneas. Lo más cerca que estamos de ver este «panorama general» del pensamiento es el Proyecto Connectome, que nos brinda imágenes de redes neuronales. Pero una red neuronal no es un pensamiento.

Es fácil entender cómo el público puede ser engañado por los titulares atractivos que parecen prometer un vistazo en el pensamiento individual, pero esa tecnología aún no existe.

Fuente: Psychcentral

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Estímulos eléctricos podrían ayudar a mejorar la atención de pacientes con enfermedades mentales graves

  • Maria Fernanda Alonso
  • 20/08/2019

Mantener la atención durante lapsos de tiempo prolongado no es una tarea sencilla, cognitivamente hablando. A algunos les toma más trabajo que a otros, pero si le sumamos a esto una enfermedad mental grave, encontraremos que aquello puede ser algo realmente desafiante.

Un nuevo estudio muestra que es posible saber cuándo una persona está enfocada mediante el uso de algoritmos específicos y firmas cerebrales, lo que indica quién podría beneficiarse de la estimulación eléctrica para ayudar a aumentar la atención. Estos hallazgos podrían ayudar a mejorar la capacidad de los paciente para manejar los déficits de atención asociados con una variedad de problemas de salud mental (Provenza et al., 2019).

Investigaciones anteriores demostraron que la aplicación de estimulación eléctrica en el momento justo ayuda al cerebro de un paciente con una enfermedad mental grave a superar tareas cognitivas difíciles. Sin embargo, fue realizada en un laboratorio, libre de las complejidades de las actividades cotidianas del mundo real.

En esta ocasión estudiaron a pacientes sometidos a cirugía por epilepsia grave, que ya tenían electrodos de medición en las áreas relevantes del cerebro.

El estudio también demuestra que no hay una región única del cerebro que pueda decir cuándo alguien está enfocado sin esfuerzo. Para detectar cuándo el paciente comenzó a centrarse en una tarea cognitiva, los investigadores tuvieron que analizar la información a nivel de red. Era esencial observar cómo la actividad de una región se coordinaba con la actividad de otra.

«Utilizando las mismas señales neuronales que podrían impulsar la estimulación cerebral adaptativa profunda, hemos demostrado que es posible detectar estados mentales que podrían ser susceptibles de control de circuito cerrado», dijo la autora principal Nicole Provenza, MS, candidata a doctorado, de la Universidad de Brown.

«Queremos adoptar un enfoque centrado en el paciente para tratar las enfermedades mentales», explicó el Dr. Widge, coautor del estudio. “El trabajo de un estimulador no es eliminar los síntomas; su trabajo es ayudar al paciente a controlar sus síntomas. Le devuelve el poder al individuo y solo le da un poco de ayuda adicional cuando lo necesita.»

Los autores señalan que se necesitarán más investigaciones para generalizar sus hallazgos en aplicaciones del mundo real, y esperan que la presente investigación contribuya en última instancia al desarrollo de terapias de estimulación cerebral más eficaces para las enfermedades mentales.

Otros estudios encontraron que la estimulación cerebral profunda tiene valor potencial para el tratamiento de trastornos psiquiátricos refractarios, como el Trastorno Obsesivo Compulsivo severo (Abelson et al., 2005); en pacientes con Alzheimer, la estimulación cerebral profunda impulsó la actividad neuronal en el circuito de memoria, incluidas las áreas entorrinales y del hipocampo, y activó la red del modo “default” del cerebro. Las exploraciones PET mostraron una reversión temprana y sorprendente de la utilización alterada de la glucosa en los lóbulos temporal y parietal que se mantuvo después de 12 meses de estimulación continua. La evaluación de la subescala cognitiva de la Escala de evaluación de la enfermedad de Alzheimer y el Mini examen del estado mental sugirieron posibles mejoras y/o desaceleración en la tasa de deterioro cognitivo a los 6 y 12 meses en algunos pacientes (Laxton et al., 2010). Por otra parte, una investigación encontró que la estimulación capsular reduce los síntomas centrales 21 meses después de la cirugía en pacientes con trastorno obsesivo compulsivo severo, de larga data y resistente al tratamiento. La estimulación provocó cambios en la actividad cerebral regional medida por resonancia magnética funcional y tomografía por emisión de positrones (Nuttin et al., 2003).

Es menester destacar que estos estudios, como todos, cuentan con limitaciones que deben tenerse presente: el tamaño reducido de la muestra y el hecho de que estos procedimientos pueden ser irreversibles.

Referencias:

Abelson, J. L., Curtis, G. C., Sagher, O., Albucher, R. C., Harrigan, M., Taylor, S. F., … Giordani, B. (2005). Deep brain stimulation for refractory obsessive-compulsive disorder. Biological Psychiatry, 57(5), 510-516. https://doi.org/10.1016/j.biopsych.2004.11.042

Laxton, A. W., Tang-Wai, D. F., McAndrews, M. P., Zumsteg, D., Wennberg, R., Keren, R., … Lozano, A. M. (2010). A phase I trial of deep brain stimulation of memory circuits in Alzheimer’s disease. Annals of Neurology, 68(4), 521-534. https://doi.org/10.1002/ana.22089

Nuttin, B. J., Gabriëls, L. A., Cosyns, P. R., Meyerson, B. A., Andréewitch, S., Sunaert, S. G., … Demeulemeester, H. G. (2003). Long-term electrical capsular stimulation in patients with obsessive-compulsive disorder. Neurosurgery, 52(6), 1263-1272; discussion 1272-1274. https://doi.org/10.1227/01.neu.0000064565.49299.9a

Provenza, N. R., Paulk, A. C., Peled, N., Restrepo, M. I., Cash, S. S., Dougherty, D. D., … Widge, A. S. (2019). Decoding task engagement from distributed network electrophysiology in humans. Journal of Neural Engineering, 16(5), 056015. https://doi.org/10.1088/1741-2552/ab2c58

Fuente: Neuroscience News

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Crianza con contacto físico: caricias y castigos corporales ¿Seguiremos tapándonos los ojos ante la evidencia?

  • Maria Fernanda Alonso
  • 20/08/2019

Cada experiencia vivida desde el momento del nacimiento y, en particular, las interacciones sociales tempranas, contribuyen al desarrollo de las capacidades cognitivas de bebés y niños. No sorprende, por tanto, que los vínculos y la crianza dentro del seno familiar revistan una importancia singular, pues dentro de la familia el infante vivirá, casi exclusivamente, los primeros años de su existencia.

(Harlow, 1958) y (Meaney, 2001) fueron pioneros en el estudio del tacto en el laboratorio. El toque cariñoso es parte del sistema de desarrollo social temprano de un mamífero (MONTAGU & A, 1972). Da forma a los sistemas neurobiológicos, como el sistema oxitocinérgico y el nervio vago (Carter, Sue Carter, & Porges, 2012), la respuesta al estrés (Field & Hernandez-Reif, 2012) y muchos otros sistemas (Hofer, 1994). El sistema de desarrollo de la humanidad o nido también incluye un toque cariñoso extenso (Hrdy, Hewlett, & Lamb, 2005). James (Prescott, 1996) postuló un trastorno de déficit sensorial entre los niños que recibieron castigos corporales y poco contacto cariñoso, una condición correlacionada con adicciones y violencia.

El castigo físico duro en ausencia de maltrato infantil está asociado con el incremento en las posibilidades de tener varios trastornos clínicos y otros problemas que pueden ser objeto de atención clínica (como depresión mayor, distimia, trastornos del estado de ánimo, manía, fobia específica, trastornos de ansiedad, abuso/dependencia de sustancias y trastornos externalizados) y trastornos de la personalidad.

Y, de hecho, no elimina los comportamientos problemáticos, sino que los incrementa y perjudica la salud física y mental de los niños y adolescentes. Una investigación demuestra que hay menos violencia juvenil en los países en donde se prohibe el castigo físico.

Hace un tiempo publicamos un artículo muy completo sobre los efectos de las “nalgadas y los correazos,” donde expusimos datos que han arrojado muchos estudios sobre el tema, que suman un vasto cuerpo de evidencias en sintonía con las investigaciones que venimos comentando en este momento.

Sumándose a todas estas investigaciones previas, un nuevo estudio también analizó el tacto, tanto positivo como negativo, y sus efectos sobre el bienestar y el desarrollo social de niños pequeños y adultos (Narvaez et al., 2019).

Se realizaron tres estudios. En el primero, madres de preescolares informaron sobre sus actitudes hacia el tacto, tanto positivas como negativas, y sobre el bienestar y los resultados sociomorales de sus hijos. En los modelos de ecuaciones de estructura, las actitudes maternas hacia el toque cariñoso y hacia el castigo corporal predijeron (más allá de la capacidad de respuesta y la demografía materna) dos variables latentes (combinaciones de variables): la prosperidad infantil y la mala adaptación social. Esto sugiere que las actitudes maternas pueden ser importantes para lo que los niños realmente experimentan.

En el segundo estudio, se utilizó un conjunto de datos longitudinales (n = 682) que incluía madres jóvenes «en riesgo» que fueron entrevistadas, encuestadas y observadas con sus hijos durante los primeros tres años de vida de los pequeños. En resumen, se encontró que:

  • Las madres cuyas actitudes rechazaron el contacto negativo a los 6 meses posteriormente tuvieron hijos más comprometidos socialmente a los 18 meses; estos mismos niños eran más competentes y menos propensos a tener problemas de conducta a los 24 meses. Sin embargo, estos efectos desaparecieron cuando se midieron un año después.
  • Las conductas parentales de contacto positivo a los 18 meses se correlacionaron positivamente con la regulación conductual concurrente pero no futura y con la competencia social a los 24 y 36 meses.
  • Las conductas parentales de contacto positivo a los 30 meses se correlacionaron positivamente con el compromiso social concurrente y menor externalización de problemas 6 meses después.
  • La falta de contacto negativo se relacionó positivamente con la regulación conductual concurrente tanto a los 18 como a los 30 meses.
  • La falta de conductas de contacto negativo por parte de las madres a los 18 meses también se relacionó positivamente con las calificaciones de competencia social a los 36 meses y negativamente con la externalización de problemas por parte de los niños a los 24 y 36 meses.
  • A los 30 meses, la evitación materna del castigo por contacto se relacionó significativamente con todos los resultados del niño, excepto la internalización de problemas.

Un tercer estudio incluyó informes retrospectivos de adultos (n = 607) sobre sus experiencias infantiles y sus capacidades contemporáneas de salud mental, sociales y morales. No es sorprendente que, a la luz de la teoría del apego de (Bowlby, 1951), el contacto cariñoso y los bajos niveles de castigo corporal se correlacionaron con el apego seguro. Los análisis de mediación conectaron el contacto positivo en la infancia y la falta de castigo corporal al apego seguro, una mejor salud mental (menos ansiedad y depresión), una mayor toma de perspectiva (empatía cognitiva) y una moral más comprometida socialmente (versus moralidades autoproteccionistas). Hubo coeficientes positivos entre cada una de las variables, así como efectos directos significativos de los informes de contacto infantil (gran afecto, falta de castigo corporal) a la moral, lo que indica una mediación parcial.

Para las moralidades autoproteccionistas (oposición social o retraimiento social), había patrones opuestos. Aquellos que experimentaron un contacto más negativo y menos positivo indicaron un apego menos seguro, peor salud mental, capacidades sociales más bajas (ya sea menos habilidades de toma de perspectiva que conducen a una moral social oposicionista o más angustia personal que conduce al retraimiento social). Estas fueron vías de mediación con datos de un punto de tiempo en la edad adulta, por lo que no se pueden sacar conclusiones causales.

Los tres estudios proporcionan evidencia convergente de la importancia del contacto afectivo y la experiencia perjudicial del castigo corporal. La Asociación Americana de Psicología (APA) ha tomado posición contra el castigo corporal por sus efectos nocivos en el desarrollo de los niños. De la última investigación se interpreta que el castigo corporal también tiene un efecto perjudicial en el desarrollo moral. En contraposición, contacto afectivo se muestra vital para el desarrollo saludable de la persona.

Referencias:

Bowlby, J. (1951). Maternal care and mental health. Bulletin of the World Health Organization, 3(3), 355-533. Recuperado de https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/14821768

Carter, C. S., Sue Carter, C., & Porges, S. W. (2012). Neurobiology and the Evolution of Mammalian Social Behavior. Evolution, Early Experience and Human Development, pp. 132-151. https://doi.org/10.1093/acprof:oso/9780199755059.003.0008

Field, T., & Hernandez-Reif, M. (2012). Touch and Pain Perception in Infants. Evolution, Early Experience and Human Development, pp. 262-276. https://doi.org/10.1093/acprof:oso/9780199755059.003.0015

Harlow, H. F. (1958). The nature of love. American Psychologist, Vol. 13, pp. 673-685. https://doi.org/10.1037/h0047884

Hofer, M. A. (1994). Hidden regulators in attachment, separation, and loss. Monographs of the Society for Research in Child Development, 59(2-3), 192-207. Recuperado de https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/7984161

Hrdy, S., Hewlett, B. S., & Lamb, M. E. (2005). Hunter-gatherer childhoods: Evolutionary, developmental, and cultural perspectives.

Meaney, M. J. (2001). Maternal Care, Gene Expression, and the Transmission of Individual Differences in Stress Reactivity Across Generations. Annual Review of Neuroscience, Vol. 24, pp. 1161-1192. https://doi.org/10.1146/annurev.neuro.24.1.1161

MONTAGU, & A. (1972). Touching, The human significance of the skin. Perennial Library, 98-99. Recuperado de https://ci.nii.ac.jp/naid/10007744975/

Narvaez, D., Wang, L., Cheng, A., Gleason, T. R., Woodbury, R., Kurth, A., & Lefever, J. B. (2019). The importance of early life touch for psychosocial and moral development. Psicologia: Reflexão E Crítica, 32(1), 1-17. https://doi.org/10.1186/s41155-019-0129-0

Prescott, J. W. (1996). The origins of human love and violence. Journal of prenatal & perinatal psychology & health: APPPAH, 10, 143-188. Recuperado de http://search.proquest.com/openview/cbc268ea1ac89ecca9066321cdc5fff6/1?pq-origsite=gscholar&cbl=28214

Fuente: Psychology Today

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