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Publicaciones por mes

agosto 2019

75 Publicaciones
  • Análisis

Armas y enfermedades mentales: un psiquiatra explica las complejidades

  • Equipo de Redacción
  • 06/08/2019

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, pidió la reforma de las leyes de salud mental inmediatamente después de dos tiroteos mortales que cobraron la vida de al menos 31 personas y dejaron a un país afligido por la incredulidad.

El presidente, dijo que «el odio y las enfermedades mentales aprietan el gatillo, no el arma», también pidió una mejor identificación de las personas con enfermedades mentales y, en algunos casos, un «encierro involuntario» de ellas.

Estos sentimientos son similares a los comentarios que Trump y otros políticos han hecho anteriormente. Por ejemplo, después del tiroteo en Parkland, que cobró la vida de 17 personas — 14 de los cuales eran estudiantes, Trump dijo que creía que el debido proceso de las personas enfermedades mentales no era tan importante como asegurarse de que no tengan armas.

«No quiero que las personas con enfermedades mentales tengan armas. Primero hay que quitarles las armas, luego ir por el debido proceso», dijo Trump.

En el pasado, las enfermedades mentales fueron el chivo expiatorio para desviar la indignación pública sobre el acceso a los rifles de asalto que pueden matar a decenas de personas en cuestión de minutos. Durante estos acalorados debates, se usaron palabras como «loco», “demente” y “maniaco” para describir a la persona que cometió el acto de violencia, incluso antes de que se publique un diagnóstico médico.

En este debate, surgen muchas preguntas que los que discuten sobre las enfermedades mentales y la violencia armada ni siquiera consideran: ¿Qué queremos decir con enfermedad mental? ¿Qué enfermedad mental? ¿Cuáles serían las políticas para mantener las armas lejos de los enfermos mentales potencialmente peligrosos? La mayoría de estas preguntas permanecen sin respuesta durante estas discusiones.

Específicamente, nadie dice quién decidirá si un paciente con enfermedad mental no debería tener acceso a armas de fuego: ¿sería un psiquiatra, un psiquiatra forense independiente, un comité de psiquiatras o un juez? ¿Qué hay de aquellos que no buscan evaluación y tratamiento psiquiátrico? ¿Debería integrarse un examen psiquiátrico en el proceso de verificación de antecedentes para cada persona que quiera comprar un arma? Como la enfermedad mental grave puede comenzar en cualquier momento de la vida, ¿los propietarios de armas necesitarán una evaluación psiquiátrica periódica (como un examen de la vista para renovar una licencia de conducir)? ¿Quién pagará las evaluaciones?

¿Qué queremos decir con enfermedad mental? ¿Qué enfermedad mental? ¿Cuáles serían las políticas para mantener las armas lejos de los enfermos mentales potencialmente peligrosos?

Como psiquiatra académico, aquí está mi perspectiva sobre las complejidades de este problema.

¿Qué es la enfermedad mental?

El término «enfermedad mental» cubre una amplia gama de afecciones psiquiátricas que son abordadas y tratadas por profesionales de la salud mental.

Es posible que se sorprenda al saber que hay más de 200 diagnósticos enumerados en la versión más reciente del Manual estadístico de diagnóstico de los trastornos mentales, que publica la Asociación Americana de Psiquiatría. Esto incluye afecciones como trastornos de ansiedad como la fobia a las arañas, la fobia social, el trastorno de ansiedad social, el trastorno de estrés postraumático, la punción del cabello, el juego patológico, la esquizofrenia, la demencia, las diferentes formas de depresión y los trastornos de personalidad, como el trastorno de personalidad antisocial comúnmente conocido como psicopatía

Las enfermedades mentales también son muy comunes: casi 1 de cada 5 personas experimentan depresión clínica durante sus vidas; uno de cada cinco experimenta un trastorno de ansiedad; 1 de cada 100 experimenta esquizofrenia; y casi el 8% de la población general experimenta TEPT. Las personas que han tenido una mayor exposición al trauma, la violencia y la guerra, como los veteranos, tienen tasas más altas de TEPT (hasta 30%).

Ahora, cuando uno sugiere que el acceso a las armas debería estar restringido para personas con enfermedades mentales, ¿significan todas estas condiciones? ¿O solo algunos, o algunos en circunstancias definidas? Por ejemplo, ¿deberíamos quitar las armas de todos los veteranos con TEPT, o de todas las personas con ansiedad social, o de aquellos que habitualmente se quitan la piel?

No es necesario decir que el diagnóstico de estas afecciones se basa principalmente en el informe de la persona y la observación del médico, y la capacidad de confiar en su informe es importante.

¿Cuándo puede una persona ser potencialmente peligrosa para los demás?

No todas las enfermedades mentales pueden ser un riesgo de daño a otros. En la mayoría de los casos, cuando un paciente ingresa involuntariamente en una unidad de hospitalización psiquiátrica, no es porque la persona sea un riesgo para los demás. Más bien, es más frecuente que la persona corra el riesgo de hacerse daño, como en el caso de un paciente deprimido y suicida.

Incluso entre el 1% de la población de EE. UU. Con un diagnóstico de esquizofrenia, es raro encontrar personas que corran el riesgo de dañar a otros o que corran el riesgo de actuar violentamente

En los trastornos psiquiátricos, las preocupaciones sobre el daño a los demás suelen surgir en pacientes con psicosis aguda con delirios paranoicos que los convencen de dañar a otros. Esto puede ocurrir, pero no se limita a esquizofrenia, demencia, depresión psicótica severa o enfermedad psicótica bipolar.

El uso de sustancias, que puede aumentar el riesgo de delincuencia o psicosis, también puede llevar a intenciones de dañar a otros. Otras situaciones, cuando una persona podría ser un riesgo de daño a otros, son los trastornos de personalidad con un alto nivel de impulsividad o falta de remordimiento, como el trastorno de personalidad antisocial.

Pero la realidad es que la mayoría de las personas con trastornos de personalidad no buscan tratamiento y no son conocidas por los proveedores de salud mental.

Es importante tener en cuenta que aquellos con una enfermedad mental grave diagnosticada, que un psiquiatra determina que son un riesgo grave de daño para sí mismos o para otros, ya ingresan en la atención hospitalaria aguda o a largo plazo y permanecen allí hasta que se considere que no peligroso. Por supuesto, esto sucede solo si son llevados a evaluación psiquiátrica por otros o por la policía.

¿Cuáles son los hechos?

Incluso entre el 1% de la población de EE. UU. Con un diagnóstico de esquizofrenia, es raro encontrar personas que corran el riesgo de dañar a otros o que corran el riesgo de actuar violentamente. A pesar de la creencia generalizada de que una persona con una enfermedad mental grave como el trastorno bipolar o la esquizofrenia puede ser peligrosa, solo del 3% al 4% de todos los actos violentos cometidos en un año determinado en los EE. UU. Son cometidos por personas que han sido diagnosticadas con enfermedad mental de esquizofrenia, trastorno bipolar o depresión.

Además, estas condiciones están bastante asociadas con un mayor riesgo de suicidio, no de homicidio. Además, el riesgo de violencia entre los enfermos mentales graves disminuye en ausencia de consumo de sustancias. En otras palabras, la prevención y el tratamiento del uso de sustancias pueden disminuir el riesgo de violencia en esta población.

Cuando la «enfermedad mental» se aborda tan vagamente en los debates sobre armas de fuego, las personas con una enfermedad mental sin un mayor riesgo de violencia o discapacidad en el juicio (como ansiedad o fobia) pueden evitar buscar tratamiento.

Otro hecho a tener en cuenta es que la prevalencia de enfermedades mentales graves es relativamente similar en diferentes países, incluidos aquellos con tasas mucho más bajas de asesinatos en masa que los EE. UU.

Finalmente, hay que tener en cuenta que la presencia de un diagnóstico psiquiátrico en un asesino no justifica necesariamente la causalidad, tanto como el arma que lleva la persona. En otras palabras, debido a que la enfermedad mental es tan frecuente, un porcentaje de los delitos, estadísticamente, va a ser cometido por personas con una enfermedad mental.

Consecuencias de usar el término «enfermedad mental» tan vagamente

Anteriormente he discutido el impacto negativo de involucrar enfermedades mentales en la política. Cada vez que las enfermedades mentales se vinculan con actos de violencia por parte de los medios o los políticos, las emociones altamente cargadas del momento pueden afectar a las personas con enfermedades mentales y a sus familias.

Cuando la «enfermedad mental» se aborda tan vagamente en los debates sobre armas de fuego, las personas con una enfermedad mental sin un mayor riesgo de violencia o discapacidad en el juicio (como ansiedad o fobia) pueden evitar buscar tratamiento. A menudo he tenido pacientes que estaban preocupados de que su diagnóstico de depresión o ansiedad, aunque bien tratado, pudiera usarse en su contra en la corte con respecto a la custodia de los hijos. En repetidas ocasiones he tenido que explicarles que su trastorno no proporciona motivos para justificar un juicio deteriorado.

Personalmente, creo que es de sentido común limitar el acceso de todos a las armas con el potencial de matar a decenas de personas en cuestión de minutos. La elección de quién puede o no tener acceso a ellos en función de una enfermedad mental es, como he señalado, muy difícil.

Autor:Arash Javanbakht – profesor de psiquiatría en la Universidad Wayne State.

Artículo publicado en The Conversation y cedido para su publicación en Psyciencia.

The Conversation

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La justicia social es más importante para la salud mental que la terapia y la medicación, declaró el vocero de la ONU

  • Maria Fernanda Alonso
  • 06/08/2019

El Dr. Dainius Pūras, principal vocero de salud de la ONU, sostuvo que las medidas para abordar la desigualdad y la discriminación serían mucho más efectivas para combatir las enfermedades mentales que el énfasis que se ha puesto sobre los medicamentos y la terapia en los últimos 30 años. La austeridad, la desigualdad y la inseguridad laboral no sólo son perjudiciales para la salud mental, también la suscitan («United Nations Official Document», s. f.).

Desde la crisis financiera de 2008, las políticas que acentuaron la división, la desigualdad y el aislamiento social han sido malas para el equilibrio mental. «Las medidas de austeridad no contribuyeron positivamente a la buena salud mental», dijo Pūras. «Las personas se sienten inseguras, se sienten ansiosas, no disfrutan de un buen bienestar emocional debido a esta situación de inseguridad.»

«La mejor manera de invertir en la salud mental de las personas es crear un ambiente de apoyo en todos los entornos, en la familia, el lugar de trabajo. Luego, por supuesto, se necesitan servicios , pero no deben basarse en un modelo biomédico excesivo.» Agrega que ésta sería la mejor «vacuna» contra las enfermedades mentales, y señala que sería mucho mejor que el excesivo uso de medicamentos psicotrópicos que se registra actualmente.

Con ahínco han tratado de curar enfermedades mentales como si fueran enfermedades físicas, a través de la «buena medicina», sin pensar en los factores sociales que causan o contribuyen a algunos trastornos mentales. En los últimos 20 años, la prescripción de medicamentos psicotrópicos para tratar las enfermedades mentales, particularmente los antidepresivos, se ha disparado en todo el mundo.

Pūras declara que ésta es una respuesta inadecuada, y que la salud mental de la población general mejorará cuando los gobiernos tomen en serio cuestiones como la desigualdad, la pobrezay la discriminación.

Las últimas cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sugieren que 970 millones de personas en todo el mundo sufren algún tipo de angustia mental, y la prevalencia de afecciones como la depresión y la ansiedad han aumentado más del 40% en los últimos 30 años.

A medida que la aceptación de la enfermedad mental ha crecido, el número de personas que buscan tratamiento ha crecido exponencialmente, abrumando los servicios en muchos países. El fenómeno ha dividido a los expertos en aquellos que ven la enfermedad mental como un mal funcionamiento predominantemente biológico, neurológico, tratable con drogas y terapia, y aquellos que creen que es mucho más psicosocial, el resultado de políticas gubernamentales, atomización social, pobreza, desigualdad e inseguridad.

«La desigualdad es un obstáculo clave para la salud mental a nivel mundial», dice el informe de Pūras. «Muchos factores de riesgo para una pobre salud mental están estrechamente asociados con las desigualdades en las condiciones de la vida diaria. Muchos factores de riesgo también están relacionados con el impacto corrosivo de ver la vida como algo injusto.»

Para mejorar la salud mental, Pūras exige, entre otras cosas, reducir la desigualdad y la exclusión social, mejores programas para la primera infancia y la escuela, intervenciones rápidas para apoyar a aquellos que sufren experiencias infantiles adversas, una mayor sindicalización de la fuerza laboral y un mejor bienestar social.

También se refiere críticamente a «la enorme influencia de las compañías farmacéuticas en la difusión de información sesgada sobre problemas de salud mental» y dice que los Estados deberían contrarrestar esto. Los gobiernos podrían hacer mucho, dice, para prevenir enfermedades mentales en lugar de enfatizar las curas biomédicas.

Referencia:

United Nations Official Document. (s. f.). Recuperado 6 de agosto de 2019, de https://www.un.org/en/ga/search/view_doc.asp?symbol=A/HRC/41/34

Fuente: The Guardian

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Espacios verdes y planificación urbana: ¿cómo afectan a la salud mental?

  • Maria Fernanda Alonso
  • 05/08/2019

Distintas investigaciones que compartimos con ustedes nos han enseñado que estar en contacto con la naturaleza puede mejorar la memoria y atención de los niños, reducir la agresividad en adolescentesy la conducta violenta en cárceles. Además, las personas que visitan parques por 30 minutos o más cada semana, son menos propensas a tener presión sanguínea alta o pobre salud mental, comparados con aquellos que no lo hacen.

Algo muy interesante que viene sucediendo en los últimos tiempos es que los investigadores han tomado la evidencia arrojada por muchos estudios sobre la relación entre la naturaleza y el bienestar, para proponer un modelo que mejore los ambientes comunitarios con el objetivo de favorecer a la salud mental.

Un nuevo estudio interdisciplinario, publicado en Science Advances, examina cómo las características de los planes de diseño comunitario (espacio verde, espacio azul, árboles callejeros, etc.) impactan el bienestar psicológico de los residentes. El equipo internacional de investigadores, que representa una variedad de disciplinas, sugiere que las innovaciones en la planificación urbana pueden contrarrestar algunos de los riesgos de los diseños urbanos que representan verdaderos peligros para la salud humana (Bratman et al., 2019).

Ellos describen su modelo holístico enfatizando la sinergia entre el diseño del ecosistema y la salud general de la persona. «Muchas de las contribuciones de la naturaleza viva (diversidad de organismos, ecosistemas y sus procesos) a la calidad de vida de las personas pueden denominarse ‘servicios ecosistémicos’. Incluyen la purificación del agua, el suministro de alimentos, la estabilización del clima, la protección contra las inundaciones, y muchos otros. En todo el mundo, se están realizando grandes esfuerzos para incorporar los servicios de los ecosistemas y sus valores en las políticas, las finanzas y la gestión. Sin embargo, se ha prestado relativamente poca atención en el campo de los servicios de los ecosistemas a las formas en que la experiencia de la naturaleza afecta directamente la salud mental humana , con algunas excepciones importantes.»

Los resultados de un estudio longitudinal reciente indicaron que la proximidad al espacio verde en la infancia podría proteger contra el desarrollo posterior de trastornos psiquiátricos en la edad adulta (Engemann et al., 2019). El espacio verde en el vecindario también se ha relacionado con la cohesión de la comunidad y la reducción de la delincuencia, la reducción de la respuesta al estrés, la disminución de la rumiación, funcionamiento cognitivo más avanzado, entre otros hallazgos (Weinstein et al., 2015), (Böbel et al., 2018), (MacKerron & Mourato, 2013).

«En algunas sociedades, los residentes urbanos tienen casi un 50% más de riesgo de desarrollar trastornos psiquiátricos, como ansiedad y trastornos del estado de ánimo en comparación con sus contrapartes rurales, y el riesgo de esquizofrenia es 200% más alto para los niños que crecen en los entornos más urbanos», señalaron los investigadores dirigidos por Kristin Engemann de la Universidad de Aarhus en Dinamarca.

La mecánica de este «gradiente urbano-rural» aún no es muy comprendida. Sin embargo, las hipótesis de los científicos incluyen una mayor exposición a la contaminación y las infecciones, una exposición reducida a los espacios verdes y la migración selectiva.

Los trastornos del estado de ánimo, el trastorno depresivo único y recurrente y los trastornos neuróticos y relacionados con el estrés se asociaron más con la proximidad al espacio verde. Mientras que los trastornos por abuso de sustancias, los trastornos de personalidad específicos, el trastorno límite de la personalidad y las discapacidades intelectuales se asociaron principalmente con el estado socioeconómico de los padres. Los trastornos somáticos fueron influenciados igualmente por la proximidad de los espacios verdes y el estado socioeconómico de los padres.

De hecho, a pesar de la expansión global de la ciudad, muchos de los rasgos que caracterizan a las ciudades (densas concentraciones de personas, industria pesada, muchos automóviles, etc.) son perjudiciales para los aspectos centrales de la salud mental y fisiológica. La educación, la atención médica y muchas otras agencias diseñadas para apoyar el crecimiento humano a menudo se concentran en entornos con mala calidad del aire, mayor estrés entre los residentes y menor acceso a espacios verdes entre los residentes.

«La investigación transversal y longitudinal ha encontrado que el bienestar psicológico de una población puede asociarse, en parte, con su proximidad al espacio verde, el espacio azul (es decir, los ambientes acuáticos y marinos) y los árboles de la calle o jardines privados tanto en entornos urbanos como rurales,» señalan los investigadores.

Hallazgos de las investigaciones

Si bien el tamaño y el alcance del impacto de la experiencia en la naturaleza sobre la salud mental requieren una exploración continua, Bratman y sus colegas describen tres declaraciones de consenso que caracterizan la investigación hasta el momento:

1) «la evidencia respalda una asociación entre tipos comunes de experiencia en la naturaleza y un mayor bienestar psicológico»,

2) «la evidencia respalda una asociación entre tipos comunes de experiencia en la naturaleza y una reducción de los factores de riesgo y de la carga de algunos tipos de enfermedades mentales» y

3) «la evidencia sugiere que las oportunidades para algunos tipos de experiencias en la naturaleza están disminuyendo en cantidad y calidad para muchas personas en todo el mundo.»

Estas áreas de consenso ilustran la necesidad de desarrollar formas creativas para hacer que las ciudades, en particular, sean más propicias para la salud humana. Para garantizar la compatibilidad entre las decisiones tomadas en la planificación urbana y la salud mental de los residentes, y a medida que las ciudades continúan desarrollándose, se necesitan herramientas para permitir a los planificadores (en una variedad de disciplinas) anticipar el impacto.

Propuesta de un modelo de evaluación

Con este fin, Bratman y sus colegas proponen un modelo de evaluación de cuatro pasos que incluye:

1) el desarrollo de un esquema de características naturales planificadas,

2) la estimación del nivel de exposición a las características ambientales que pueden experimentar aquellos que se espera que interactúen con el espacio,

3) la proyección de cómo se experimentará el área diseñada de acuerdo con la naturaleza de la interacción y la dosis del visitante, y

4) la consideración de los posibles efectos en la salud mental a corto y largo plazo asociados con los aspectos del diseño.

Aunque este modelo es uno de los primeros de su tipo, los autores pretenden que sea flexible y esperan que sirva para informar una conceptualización más sólida de la relación entre el espacio y la salud humana en general en las evaluaciones de servicios ecosistémicos.

«En última instancia, nuestro modelo conceptual en evolución puede ampliar los modelos actuales de servicios ecosistémicos al tener en cuenta los efectos de la exposición a la naturaleza en la salud mental e identificar dónde pueden mejorarla los espacios verdes adicionales o un mejor acceso a la naturaleza, o dónde cierta infraestructura, ubicación del edificio y otras decisiones de uso de la tierra pueden afectarla negativamente,» concluyen los investigadores.

Referencias de los estudios:

Böbel, T. S., Hackl, S. B., Langgartner, D., Jarczok, M. N., Rohleder, N., Rook, G. A., … Reber, S. O. (2018). Less immune activation following social stress in rural vs. urban participants raised with regular or no animal contact, respectively. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, 115(20), 5259-5264. https://doi.org/10.1073/pnas.1719866115

Bratman, G. N., Anderson, C. B., Berman, M. G., Cochran, B., de Vries, S., Flanders, J., … Daily, G. C. (2019). Nature and mental health: An ecosystem service perspective. Science Advances, 5(7), eaax0903. https://doi.org/10.1126/sciadv.aax0903

Engemann, K., Pedersen, C. B., Arge, L., Tsirogiannis, C., Mortensen, P. B., & Svenning, J.-C. (2019). Residential green space in childhood is associated with lower risk of psychiatric disorders from adolescence into adulthood. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, 116(11), 5188-5193. https://doi.org/10.1073/pnas.1807504116

MacKerron, G., & Mourato, S. (2013). Happiness is greater in natural environments. Global environmental change: human and policy dimensions, 23(5), 992-1000. https://doi.org/10.1016/j.gloenvcha.2013.03.010

Weinstein, N., Balmford, A., DeHaan, C. R., Gladwell, V., Bradbury, R. B., & Amano, T. (2015). Seeing Community for the Trees: The Links among Contact with Natural Environments, Community Cohesion, and Crime. Bioscience, 65(12), 1141-1153. https://doi.org/10.1093/biosci/biv151

Fuente: Mad in America

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Comer para sentirse bien

  • Maria Fernanda Alonso
  • 05/08/2019

Por alguna razón, no parece extraño que una persona recurra a alimentos dulces, muy calóricos y sabrosos en búsqueda de consuelo para casi cualquier situación o acontecimiento. Al estudiar la epidemia de sobrepeso y obesidad, un importante foco de interés es la estrategia de recurrir a la comida para sentirse bien, es decir, buscar reconfortarse a través del consumo de alimentos. Llamaremos a esta conducta «alimentaciónreconfortante» o «comer emocional.»

Según investigaciones, las mujeres y las personas obesas son particularmente propensas a este tipo de conductas. Algunas factores contribuyentes podrían ser las predisposiciones genéticas como la impulsividad y la sensibilidad a la recompensa, asociadas con la desregulación de la dopamina que subyace a la importancia de los incentivos. Estas personas muestran vulnerabilidad a la depresión, como a la desregulación emocional y la necesidad de escapar de emociones negativas y de la rumiación. Es común que haya una preferencia por alimentos dulces, grasos y densos en energía, que pueden conferir protección contra el estrés, evidenciado por la supresión de la respuesta del eje hipotalámico-hipofisario-suprarrenal, aunque la activación del eje hipotalámico-hipofisario-suprarrenal en sí mismo puede abrir el apetito para estos alimentos sabrosos, y aumenta el riesgo de aumento de peso (Gibson, 2012).

Recientemente se llevó a cabo una investigación quebuscó determinar si la alimentación reconfortante no saludable y saludable reduce las respuestas psicofisiológicas agudas a un estresante socialmente evaluativo.

Las participantes (N = 150 mujeres sanas) se sometieron a la Prueba de Estrés Social de Trier en el laboratorio y fueron asignados aleatoriamente a una de las cinco condiciones según un diseño entre sujetos de: 2 (tipo de alimento: poco saludable versus saludable) x 2 (tiempo de alimentación: durante la anticipación del estrés vs. después del estresante) + 1 (sin control de alimentos). Los resultados del estrés incluyeron estado de ánimo, evaluaciones cognitivas, rumiación, cortisol salival, variabilidad de la frecuencia cardíaca y período de pre-eyección.

La alimentación reconfortante, tanto saludable como no saludable, no disminuyó la reactividad ni mejoró la recuperación del estrés psicofisiológico en comparación con el control, y no se encontraron diferencias en la reactividad o recuperación por tipo de alimento reconfortante. Los resultados sugieren que al reemplazar los alimentos reconfortantes no saludables con frutas y verduras, las mujeres no sacrificarán ningún beneficio para reducir el estrés y pueden mejorar inherentemente la calidad de su dieta al tiempo que evitan los posibles inconvenientes de una alimentación reconfortante no saludable (por ejemplo, los vínculos con la obesidad abdominal) (Finch, Cummings, & Tomiyama, 2019).

Por otra parte, investigadores realizaron un estudio sobre el uso de alimentos como estrategia de afrontamiento para el manejo del dolor crónico (O’Loughlin & Newton-John, 2019), partiendo de resultados de estudios anteriores en modelos animales y humanos según los cuales comer alimentos ricos en azúcar y en nutrientes confiere efectos analgésicos. Además, investigaciones recientes sugieren que las personas con dolor crónico suelen recurrir al «comer emocional» para sobrellevar su dolor.

Pero la obesidad tiene un gran impacto nocivo en el dolor crónico, y por este motivo los investigadores tuvieron como objetivo determinar si la intensidad del dolor crónico predecía la alimentación emocional inducida por el dolor, e identificar los mediadores de esta relación; para determinar si esta estrategia de afrontamiento del dolor potencialmente desadaptativa predice un Índice de Masa Corporal (IMC) elevado; y para establecer si el IMC predice la interferencia de dolor crónico.

Este estudio utilizó un diseño de encuesta transversal online y una muestra de 151 adultos con dolor crónico. Se encontró que el comer emocional era común entre las personas con dolor crónico: más de las tres cuartas partes de los encuestados informaron participar de una alimentación emocional inducida por el dolor. Si bien la intensidad del dolor crónico no predijo significativamente esta conducta, hubo un efecto indirecto significativo en cuanto al comer emocional inducido por la intensidad del dolor crónico a través del estrés, pero no a través de la evitación experimental o la catastrofización del dolor. Finalmente, el comer emocional inducido por el dolor predijo significativamente un mayor IMC, y a su vez el IMC predijo significativamente una mayor interferencia de dolor crónico.

Referencias de los estudios:

Finch, L. E., Cummings, J. R., & Tomiyama, A. J. (2019). Cookie or clementine? Psychophysiological stress reactivity and recovery after eating healthy and unhealthy comfort foods. Psychoneuroendocrinology, 107, 26-36. https://doi.org/10.1016/j.psyneuen.2019.04.022

Gibson, E. L. (2012). The psychobiology of comfort eating: implications for neuropharmacological interventions. Behavioural Pharmacology, 23(5-6), 442-460. https://doi.org/10.1097/FBP.0b013e328357bd4e

O’Loughlin, I., & Newton-John, T. R. O. (2019). «Dis-comfort eating»: An investigation into the use of food as a coping strategy for the management of chronic pain. Appetite, 140, 288-297. https://doi.org/10.1016/j.appet.2019.05.027

  • Análisis

Activación conductual para la depresión adolescente: Un abordaje basado en la evidencia

  • Gabriel Genise
  • 05/08/2019

La depresión es un trastorno del estado del ánimo caracterizado por el persistente sentimiento de tristeza, desesperanza y pérdida de interés en actividades que antes la persona disfrutaba. Se caracteriza por un aumento de sensación de cansancio y disminución de la capacidad de concentración. El trastorno depresivo puede ser duradero, como así también recurrente perjudicando sustancialmente las capacidades del individuo para funcionar con normalidad en la vida cotidiana. En los casos de mayor severidad la depresión puede llevar al suicidio de la persona que la padece (Organization, 2017). Tal como mencionan Genise, Genise y Crocamo (2019) es una condición discapacitante y compleja que afecta todos los aspectos de la vida y perjudica las relaciones personales, familiares, laborales y la salud en general. El trastorno depresivo mayor representa una de las principales causas de morbilidad y discapacidad mundial. Se calcula que el total de personas que viven con depresión en el mundos es de 322 millones. Según la OMS, entre el 2005 y el 2015 se registró un incremento del 18,4% (Organization, 2017).

El TDM es un trastorno altamente recurrente. Se estima que aproximadamente el 80% de las personas que padecieron un episodio depresivo mayor, experimentarán al menos una recurrencia (Shapero et al., 2019).

En la adolescencia la depresión unipolar es un problema común de salud mental con una prevalencia estimada entre el 4 y 5%

La adolescencia se caracteriza por ser una etapa del desarrollo en donde se construyen relaciones interpersonales, se exploran los intereses de uno mismo, se desarrollan habilidades que resultan importantes para la vida y en última instancia es una transición hacia un nivel de educación superior o el comienzo de la etapa laboral de una persona. Experimentar en esta etapa depresión puede ocasionar una disrupción en este proceso, lo cual podría ocasionar un deterioro en las relaciones amorosas, interpersonales, económica, etc.

En la adolescencia la depresión unipolar es un problema común de salud mental, con una prevalencia estimada entre el 4 y 5%. El riesgo mayor de la depresión en la adolescencia es el suicidio, siendo la segunda causa de muerte en esta franja etaria. La prevalencia en la infancia es baja (\<1% en la mayoría de los estudios) sin diferencia de sexo y luego aumenta significativamente a lo largo de la adolescencia. Existen muchos factores que podrían explicar este aumento representativo de episodios depresivos a partir de la pubertad: El indicador más relevante es la maduración del cerebro y la cognición. Esto hace referencia a una mejor comprensión social y autoconciencia, cambios en los circuitos cerebrales involucrados en las respuestas a la recompensa y el peligro, y mayores niveles de estrés reportados, especialmente en las mujeres. La mediana de la estimación de prevalencia de 12 meses entre la adolescencia media y tardía es más o menos similar a la observada en la edad adulta con una probabilidad de aumento del 5% al inicio de la adolescencia al 20% hacia el final de esta etapa. Por otro lado un dato robusto es la distribución de la depresión existiendo una preponderancia en el sexo femenino (cerca de 2:1) (Thapar, Collishaw, Pine, & Thapar, 2012).

Presentación clínica

En la depresión se utilizan criterios diagnósticos idénticos para definirla en adultos, adolescentes y niños. La única excepción que marca el DSM V (Association, 2013) es la posibilidad de un estado de ánimo irritable como síntoma del estado de ánimo principal en niños y adolescentes. El uso de los mismos criterios diagnósticos para las distintas etapas vitales implica que la presentación del trastorno es independiente de la edad, aunque el cuadro clínico en la adolescencia presenta una marcada diferencia con la presentación en los adultos. En esta etapa del ciclo vital el TDM se caracteriza por síntomas heterogéneos y cambiantes (Nardi, Francesconi, Catena – Dellósso, & Bellantuono, 2013). Por otro lado resulta interesante lo que mencionan Genise, Genise y Crócamo (2019) en relación a un estudio familiar llevado a cabo por Rice y colegas (2019) quienes encontraron evidencia en la presentación del TDM y los síntomas depresivos en la adolescencia. En esta población la pérdida de energía (97%), la alteración del sueño (insomnio particularmente, 87%) y la alteración del apetito/peso (87%) fueron más comunes en adolescentes que en adultos (con cifran que rondan el 71%, 63% y 59%). Los niveles de mal humor y sentimiento de inferioridad fueron similares tanto en adolescentes como en adultos. Un dato por demás interesante se relaciona a la irritabilidad que, si bien es un indicador diagnóstico según el DSM, los autores obtuvieron falta de evidencia de que fuera más común en adolescentes que en adultos. De acuerdo a un metaanálisis sobre depresión adolescente Clayborne, Varin y Colman (2019) encontraron que la depresión adolescente se encuentra asociada con dificultades en completar la escuela secundaria, desempleo y embarazo adolescente.

Generalmente la depresión en los jóvenes es poco reconocida y, a menudo, no recibe asistencia clínica

Un porcentaje elevado de adolescentes presentan síntomas depresivos por debajo del umbral diagnóstico, sin embargo estos síntomas podrían tener implicaciones clínicas y sociales a largo plazo predisponiendo al desarrollo del trastorno en un futuro (Nardi et al., 2013). Generalmente la depresión en los jóvenes es poco reconocida y, a menudo, no recibe asistencia clínica. Sólo entre el 25% y el 40% de los niños y adolescentes que cumplen con los criterios diagnósticos de un trastorno depresivo reciben algún tipo de atención profesional.

Por lo anteriormente citado resulta de suma importancia poder contar con procedimientos efectivos que sean adaptados a la población adolescente para hacer frente a la problemática depresiva. A continuación realizaremos un recorrido sobre la activación conductual y cómo se implementa en la población adolescente.

¿Qué es la activación conductual?

La activación conductual es un tratamiento estandarizado para la depresión. Posee sus semillas en los primeros escritos de Skinner. El enfoque conductual radical de Skinner centró tanto a los científicos como a los clínicos en los factores ambientales de la depresión y en cómo las personas son sensibles y responden a su entorno. Al comienzo de la década del 70´ algunos terapeutas conductuales entrenados por Skinner, como Ferster y Lewinsohn, trabajaron sobre algunos escritos y desarrollaron un modelo conductual de la depresión. Esta teoría inicial enfatizaba la premisa conductual básica: “los humanos responden a los refuerzos, y cuando una fuente estable de reforzamiento positivo se pierde, aparece como consecuencia la depresión”. Lewinsohn propuso, que si una persona pierde su mayor fuente de refuerzo positivo, el tratamiento debería enfocarse en restablecer el contacto con el refuerzo positivo (agenda de actividades) y enseñar las habilidades necesarias para obtener y mantener un contacto estable con las fuentes de refuerzo positivo (entrenamiento en habilidades sociales) (Kanter, Busch, & Rusch, 2009).

Los autores no encontraron evidencia de que el paquete completo de la terapia cognitiva producía mejores resultados que la restructuración cognitiva o la activación conductual

A mediados de los años 80´ las intervenciones conductuales fueron incorporadas a la terapia cognitiva conductual perdiéndose la teoría conductual en las cuáles fueron basadas las intervenciones. En 1996 Jacobson y colegas publicaron un análisis de componentes de la terapia cognitiva examinando la terapia propuesta por Beck en 1979. Los autores dividieron el tratamiento en tres componentes: (1) programación de actividades (el cuál fue denominado activación conductual), (2) reestructuración cognitiva, la cuál incluía la planificación de actividades y la reestructuración de los pensamientos automáticos, y (3) el tratamiento completo de terapia cognitiva, que incluía la planificación de actividades, reestructuración cognitiva y modificación de creencias nucleares. Los resultados obtenidos fueron bastante llamativos ya que los autores no encontraron evidencia de que el paquete completo de la terapia cognitiva producía mejores resultados que la reestructuración cognitiva o la activación conductual (Jacobson et al., 1996). A partir de estas conclusiones Jacobson refiere que los resultados podrían ser tomados como evidencia de que la teoría cognitiva y sus intervenciones podrían ser innecesarias en el tratamiento de la depresión (Kanter et al., 2009).

La estructura básica de la AC se basa fundamentalmente en la importancia de la activación y también se enfoca en procesos que la inhiben, como conductas de escape y evitación (MX, 2019). Su estructura se centra en embarcarse en la acción independientemente de cómo se sientan los clientes por dentro y en anticipar que la motivación vendrá después y no al contrario. El modelo de AC está organizado en 10 principios fundamentales. En la Tabla 1 se observan los principios de la AC.

Lejuez, Hopko, LePage, Hopko, and McNeil (2001) desarrollaron un tratamiento breve para la activación conductual (BATD) el cual implementa la programación de actividades y otras técnicas conductuales dentro de un marco de comprensión de la depresión. Desde este punto de vista, la depresión funciona tanto por el incremento del reforzamiento de conductas depresivas (por ejemplo: quedarse en la cama, llorar, etc) y la disminución del reforzamiento de conductas saludables o no depresivas. BATD promueve el cambio de este ratio a favor de un aumento de conductas no depresivas a través de un protocolo estructurado que incorpora tanto el monitoreo de actividades como la evaluación en valores, la programación de actividades y otros procedimientos de manejo de contingencias. Para una comparación teórica entre BATD y BA ver Hopko, Lejuez, LePage, Hopko, and McNeil (2003).

La activación conductual como un tratamiento eficaz en la adolescencia

La activación conductual podría representar un enfoque promisorio para la atención de adolescentes deprimidos. La AC apunta al trabajo de posibles reforzadores en el ambiente del adolescente lo cuál podría ser una estrategia para mejorar los resultados. El foco de la AC es altamente compatible con las necesidades del desarrollo del adolescente y sus habilidades. La AC es ideográfica, se centra en: (1) aumentar la probabilidad de exposición a experiencias reforzantes naturales, (2) identificación y reducción de barreras a la activación y (3) reconocimiento de los patrones de evitación junto con la creación de estrategias de afrontamiento alternativas que potencien la experiencia del refuerzo (McCauley, Schloredt, Gudmundsen, Martell, & Dimidjian, 2016). Por otro lado el programa de AC resulta relativamente fácil de aprender y administrar correctamente. La dificultad en la implementación de tratamientos ha resultado ser una traba en la utilización de tratamientos basados en la evidencia en la consulta clínica (Garland et al., 2010). La preocupación actual es que la TCC puede resultar compleja de enseñar y administrar con fidelidad.

La depresión funciona tanto por el incremento del reforzamiento de conductas depresivas (por ejemplo: quedarse en la cama, llorar, etc.) como por la disminución del reforzamiento de conductas saludables o no depresivas

Los estudios iniciales de AC con adolescentes resultaron alentadores. Ritschel y cols (citados en McCauley, Schloredt, Gudmundsen, Martell, & Dimidjian, 2016) llevaron a cabo un estudio de eficacia de la AC con adolescentes y encontraron una mejora significativa en los síntomas depresivos, tales como que la mayoría de los participantes luego de atravesar por el tratamiento no registraron sintomatología depresiva. McCauley, Schloredt, Gudmundsen, Martell, and Dimidjian (2015) demostraron mejorías significativas tanto clínica como estadísticamente en pre y post tratamiento.

Una mirada general sobre el protocolo de A – BAP

El programa consiste en una serie de 5 módulo que pueden ser llevados a cabo en 12–14 sesiones o separados como componentes. Existen ocho sesiones que incluyen componentes didácticos estructurados y una serie de sesiones menos estructuradas que pueden ser utilizados de acuerdo a la necesidad de la situación clínica. Se espera que el terapeuta trabaje colaborativamente con el adolescente y su familia. El programa fue diseñado para trabajar con adolescentes de 12 a 18 años de edad. Las sesiones tienen una duración de 50–60 minutos y posee la flexibilidad de ser adaptada la estructura de acuerdo a las necesidades de cada consultante. En la mayoría de las sesiones se dedica a trabajar un tiempo a solas con el adolescentes seguido de una pequeña intervención con los cuidadores.

El primer módulo se denomina “poniéndonos en marcha” y típicamente incluye dos sesiones. Aquí se trabaja la estructura general de tratamiento y se lo utiliza también para generar un vínculo con el adolescente y sus familiares. Se introduce también el concepto de actividades entre sesiones y se le explica al consultante en qué consisten. El módulo dos se llama “poniéndonos activos” y aquí nos detendremos dos sesiones. Trabajaremos los principios de la activación y la idea de conductas orientadas a metas vs. conductas orientadas a ánimo . En el tercer módulo trabajaremos sobre la construcción de habilidades sociales, habilidades de resolución de problemas, etc. En el cuarto módulo se espera poder poner en práctica y consolidar lo aprendido en los módulos anteriores para finalmente llegar al último módulo en el cual se trabajará lo logrado en el tratamiento, las metas y la prevención de recaídas.

A modo de conclusión podemos decir que si bien la activación conductual ha resultado ser un tratamiento eficiente y eficaz para el tratamiento de la depresión en población adulta, es necesario seguir estudiando cómo implementar y los resultados en la población adolescente. Es necesario también ahondar en estos estudios ya que las tasas de prevalencia de la depresión adolescente es tan preocupante como en población adulta por lo que se requiere una masa importante de terapeutas que estén entrenados y con las habilidades suficientes para poder hacer frente a esta problemática.

Referencias bibliográficas:

  • Association, A. P. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). Arlington, VA: Psychiatric Publishing.
  • Clayborne, Z., Varin, M., & Colman, I. (2019). Systematic Review and Meta-Analysis: Adolescent Depression and Long Term Psychosocial Outcomes. Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry, 58(1), 72 – 79.
  • Garland, A., Brookman – Frazee, L., Hurlburt, M., Accurso, E., Zoffness, R., Haine- Schlagel, R., & al., e. (2010). Mental health care for children with disruptive behavior problems: a view inside therapists´offices. Psychiatric Services, 61(8), 788 – 795.
  • Genise, G., Crocamo, L., & Genise, N. (2019). Manual de psicoterapia y pacopatología infantojuvenil. Buenos Aires: Akadia.
  • Hopko, D., Lejuez, C., LePage, J., Hopko, S., & McNeil, D. (2003). A brief behavioral activation treatment for depression: A randomized pilor trial within an inpatient psychiatric hospital. Behavior modification, 27, 458 – 469.
  • Jacobson, N., Dobson, K., Truax, P., Addis, M., Koerner, K., Gollan, J., & al., e. (1996). A component analysis of cognitive behavioral treatment for depression. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 64, 295 – 304.
  • Kanter, J., Busch, A., & Rusch, L. (2009). Behavioral Activation: Distinctive Features. London: Routledge.
  • Lejuez, C., Hopko, D., LePage, J., Hopko, S., & McNeil, D. (2001). A brief behavioral activation treatment for depression. Cognitive and Behavioral Practice, 8, 164 – 175.
  • McCauley, E., Schloredt, K., Gudmundsen, G., Martell, C., & Dimidjian, S. (2015). The adolescent behavioral activation program: adapting behavioral activation as a treatment for depression in adolescence. Journal of Cllinical child and adolescent psychology. doi:http://dx.doi.org//10.1080/15374416.2014.979933
  • McCauley, E., Schloredt, K., Gudmundsen, G., Martell, C., & Dimidjian, S. (2016). Behavioral Activation with Adolescents. A Clinician´s Guide. New York: The Guilford Press.
  • MX, T. C. (2019). Los principios fundamentales de la activación conductual. Retrieved from https://www.terapia-cognitiva.mx/pdf_files/2Semestre/modificacion-conductual/recursos/Principios de la Activacion Conductual.pdf
  • Nardi, B., Francesconi, G., Catena – Dellósso, M., & Bellantuono, C. (2013). Adolescent depression: clinical features and therapeutic strategies. Eur Rev Med Pharmacol Sci, 17(11), 1546 – 1551.
  • Organization, W., H. (2017). Depression and other common mental disorders: global health estimates. .
  • Rice, F., & Warne, N. (2019). Pediatric Depression Neurobiology of Depression (pp. 415 – 424): Elsevier.
  • Shapero, B., Chai, X., Vangel, M., Biederman, J., Hoover, C., Whitfield – Gabrieli, S., & Hirshfeld – Becker, D. (2019). Neural Markers of Depression Risk Predict the Onset of Depression. Psychiatry Research: Neuroimaging. doi:https://doi.org/10.1016/j.pscychresns.2019.01.006
  • Thapar, A., Collishaw, S., Pine, D., & Thapar, A. (2012). Depression in adolescence Lancet, 17(379), 1056 – 1067. doi:doi:10.1016/S0140-6736(11)60871-4.
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La pareja ¿puede ser un factor en la aparición de síntomas de trastornos alimenticios?

  • Maria Fernanda Alonso
  • 05/08/2019

Un estudio reciente encontró que la presión percibida por las mujeres de parte de sus parejas masculinas respecto de la delgadez se relacionó con una mayor sintomatología de trastornos alimenticios. El mismo estudio encontró que el uso actual y anterior de pornografía por parte de la pareja también se relacionó con una mayor sintomatología de trastornos alimenticios, ajustándola a la edad y a los reportes de las mujeres de que les molestaba este uso (Tylka & Calogero, 2019).

Para el estudio, se realizaron encuestas anónimas online a mujeres en relaciones con hombres, sobre sintomatología de trastornos alimenticios, las percepciones de la presión de la pareja masculina relacionada con la delgadez y el uso de pornografía, y la internalización de un ideal de delgadez.

La relación encontrada entre la percepción de presión por delgadez y los síntomas de trastornos alimenticios se evidenció tanto directamente como a través de la internalización de un ideal de delgadez; mientras que el uso actual de pornografía por parte de la pareja se asoció directamente con la sintomatología de trastornos alimenticios.

En base a estos resultados, los investigadores plantearon la siguiente discusión: las percepciones de presión por parte de la pareja relacionada con la delgadez y el uso de pornografía constituyen factores únicos asociados con la sintomatología de trastornos alimenticios en las mujeres, que pueden operar indirectamente al posicionar a las mujeres para respaldar la delgadez como un estándar personal y directamente (por ejemplo, tratando de acomodarse a las preferencias de apariencia de su pareja).

Los hallazgos de este estudio brindan apoyo inicial para realizar investigaciones posteriores para probar estas variables asociadas como factores de riesgo de trastornos alimenticios.

Hace un tiempo te comentamos sobre otra investigación que encontró que entre más temprano eran expuestos a la pornografía los hombres, más propensos eran a desear ejercer control/poder sobre las mujeres. También halló esta investigación que el tipo de exposición (accidental, intencional o forzada) no marcó ninguna diferencia en cuanto a las actitudes de promiscuidad o control sobre las mujeres por parte de los hombres.

A pesar de las limitaciones que puedan haber tenido estos estudios, sus resultados coinciden con lo que han encontrado otras investigaciones: la pornografía tiene un impacto en las conductas de los hombres heterosexuales, específicamente en sus actitudes hacia las mujeres.

Referencia del estudio:

Tylka, T. L., & Calogero, R. M. (2019). Perceptions of male partner pressure to be thin and pornography use: Associations with eating disorder symptomatology in a community sample of adult women. The International Journal of Eating Disorders, 52(2), 189-194. https://doi.org/10.1002/eat.22991

  • Cursos recomendados

Representaciones culturales de las sexualidades – Curso online

  • David Aparicio
  • 05/08/2019

Más de 25,000 estudiantes ya están inscritos en este curso y tiene una calificación de sus estudiantes de 4.8 estrellas. 

¿Queer? ¿Género? ¿transgénero?

Desde los estudios de género, los estudios queer y los estudios culturales, este curso busca familiarizaros con las representaciones culturales de las sexualidades no normativas en la cultura contemporánea.

El curso Representaciones culturales de las sexualidades plantea diversos marcos teóricos y ejemplos prácticos a partir de los cuales reflexionar sobre las construcciones corporales e identitarias de las personas lesbianas, gays, transgénero, transexuales, queer, heterosexuales, etc. en diversos soportes culturales como el cine, la literatura, internet, la televisión o las artes plásticas.

De este modo, el curso contribuye al análisis de los discursos normativos sobre el género y la sexualidad que nos construyen cómo sujetos y nos proporcionan posiciones jerárquicas dentro del marco social.

Entendemos que las representaciones culturales son espacios privilegiados para llevar a cabo este análisis, porque en ellos se materializan tanto los discursos hegemónicos como sus posibilidades de subversión.

Si estás interesado en la cultura, el género y la sexualidad, te invitamos a descubrir este curso. No necesitas conocimientos previos. Si ya estás familiarizado con la temática, queremos ofrecer contenidos sugestivos sin descuidar las reflexiones y explicaciones necesarias para aquellos que os adentráis en ella por primera vez.

Temario del curso

  1. Representación, cultura y sexualidad
  2. Género/s
  3. Trayectoria trans
  4. Sexualidad(es)
  5. Categorias y subjetividad
  6. Comunidad, identidad y alteridad

El curso es totalmente online, en idioma español y requiere un aproximado de 4-6 horas semanales que puedes llevar a tu propio ritmo. Puedes inscribirte totalmente gratis pero al efectuar el pago único de 29 dólares tendrás derecho a recibir el certificado de aprobación de de la prestigiosa Universitat Autònoma de Barcelona. 

El curso está abierto en todo momento. Para inscribirte visita la página oficial de Representaciones culturales de la sexualidad.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Negligencia Emocional Infantil: qué es y algunas formas de reconocerla

  • Maria Fernanda Alonso
  • 02/08/2019

«Durante más de 20 años practicando psicología, comencé a notar un ‘factor invisible’ desde la infancia que pesaba sobre las personas en la edad adulta, destruyendo su alegría, haciéndolas sentir desconectadas o insatisfechas, o haciéndoles luchar con la autodisciplina. Lo llamé negligencia emocional,» escribe la Dra. Jonice Webb, licenciada en psicología y reconocida por su trabajo innovador en la definición, descripción y atención de la negligencia emocional infantil (CEN, por sus siglas en inglés).Ella escribe, da charlas y capacitaciones a terapeutas sobre el tema, y es la autora de los libros Running On Empty: Overcome Your Childhood Emotional Neglecty Running On Empty No More: Transform Your Relationships. También creó y dirige el Programa de Recuperación de CEN Online, Fuel Up For Life.

La negligencia emocional es una experiencia infantil invisible e inmemorable. Sin embargo, puede influir sobre toda tu vida adulta.

¿Qué hace que la negligencia emocional infantil sea invisible e inmemorable? Hay varios factores importantes. Puede suceder en familias que de otro modo son amorosas y afectuosas y sin carencias materialmente. La negligencia emocional es, de alguna manera, lo opuesto al maltrato y el abuso, explica la Dra. Webb. Mientras que el maltrato y el abuso son actos de los padres, la negligencia emocional es el hecho de que los padres no actúen. Es una falta de atención, de notar o de dar respuesta adecuada a los sentimientos de un niño. Debido a que es un acto de omisión, no es visible, notable o memorable. La negligencia emocional es el espacio en blanco en la imagen familiar; el fondo en lugar del primer plano. Es insidioso y se pasa por alto mientras hace un daño silencioso a la vida de las personas.

Los niños que están emocionalmente descuidados luego crecen para tener un conjunto particular de luchas. Debido a que sus emociones no fueron validadas como niños, pueden tener dificultades para conocer y confiar en sus propias emociones como adultos. Pueden tener dificultades para comprender sus propios sentimientos, así como los de los demás. Debido a que una parte importante de sí mismos (su yo emocional) ha sido negada, pueden encontrarse a sí mismos desconectados, insatisfechos o vacíos. Pueden tener dificultades para confiar o depender de otros. Muchos sienten que son diferentes a los demás; como si algo estuviera mal con ellos, pero no están seguros de qué es. Otra forma en que los padres pueden descuidar emocionalmente a sus hijos sin darse cuenta es no darles la estructura y las reglas para vivir, como las consecuencias y la disciplina. Como resultado, los descuidados emocionalmente a menudo tienen dificultades con la autodisciplina como adultos.

Sin embargo, no es tu culpa. Hay respuestas y una vez que comprendas el problema, podés empezar sanar.

7 señales de que creciste con Negligencia Emocional Infantil

SENTIMIENTOS DE VACÍO

El vacío se siente diferente para diferentes personas. Para algunos, es una sensación de vacío en la panza, el pecho o la garganta que va y viene. Para otros, es un adormecimiento, una inmovilidad.

MIEDO A SER DEPENDIENTE

Una cosa es ser una persona independiente. Pero sentirse profundamente incómodo al depender de alguien es otra cosa. Si te encontrás poniendo mucho cuidado para no necesitar ayuda, apoyo o atención de otros, puede que tengas este miedo.

AUTOEVALUACIÓN POCO REALISTA

¿Te resulta difícil saber de lo que sos capaz? ¿Cuáles son tus fortalezas y debilidades? ¿Qué te gusta? ¿Qué deseas? ¿Qué es importante para vos? Luchar por responder estas preguntas es una señal de que no te conocés tan bien como deberías.

NO TENÉS COMPASIÓN POR VOS MISMO, PERO TENÉS MUCHA POR LOS DEMÁS

¿Sos más duro con vos mismo de lo que serías con un amigo? ¿Los demás te hablan sobre sus problemas, pero te resulta difícil compartir los tuyos?

CULPA, VERGÜENZA, ENOJO AUTODIRIGIDO Y TOMAR RESPONSABILIDAD POR TODO LO QUE ESTÁ MAL

Los cuatro fabulosos, todo dirigido a vos mismo. Algunas personas tienden a ir directamente a la culpa y la vergüenza cada vez que ocurre un evento negativo en sus vidas. ¿Te sentís avergonzado de cosas de las que la mayoría de la gente nunca se avergonzaría, como tener necesidades, cometer errores o tener sentimientos?

SENTIRSE FATALMENTE DEFECTUOSO

Ese sentido profundo por el que sabés que algo anda mal en tu vida, pero no podés determinar qué es. «Soy yo», te decís a vos mismo, y sentís que es verdad. «No soy agradable», «soy diferente a otras personas». «Algo me pasa».

DIFICULTAD PARA SENTIR, IDENTIFICAR, MANEJAR Y/O EXPRESAR EMOCIONES

¿Te quedás sin palabras cuando estás molesto? ¿Tenés un vocabulario limitado respecto a las emociones? ¿A menudo te sentís confundido sobre por qué las personas (incluido vos mismo) se sienten o actúan de la manera en que lo hacen?

Los padres que no se dan cuenta, infravaloran o responden de manera insuficiente a las emociones de sus hijos, sin darse cuenta, transmiten un mensaje poderoso y subliminal al niño: tus sentimientos no importan.

Para sobrellevarlo como niño, naturalmente reprimís tus emociones, para evitar que se conviertan en un «problema» en el hogar de tu infancia.

Después, como adulto, vivís sin suficiente acceso a tus emociones: tus emociones, que deberían estar dirigiéndote, guiándote, informándote, conectándote y enriqueciéndote; tus emociones, que deberían decirte quién te importa, qué te importa, y por qué.

Una vez que comprendas la razón por la que siempre te sentís defectuoso, y cómo surgió, podés empezar a sanar la negligencia emocional infantil atacándola. Podés establecer una nueva salida para tus emociones. Podés aprender habilidades para usarlas. Finalmente podés aceptar que tus sentimientos son reales y que importan. Podés ver que vos importás.

El cuestionario de la Negligencia Emocional Infantil

Si tenés alguno de los 7 signos mencionados antes, tomate un momento para responder las siguientes preguntas, con «si» o «no», y llevá un registro de tus respuestas:

  1. ¿A veces sentís que no pertenecés cuando estás con tu familia o amigos?
  2. ¿Te enorgullecés de no depender de los demás?
  3. ¿Tenés dificultad para pedir ayuda?
  4. ¿Tenés amigos o familiares que se quejan de que sos distante o frío?
  5. ¿Sentís que no has alcanzado tu potencial en la vida?
  6. ¿A menudo solo quieres que te dejen solo?
  7. ¿Secretamente sentís que sos un fraude?
  8. ¿Tendés a sentirte incómodo en situaciones sociales?
  9. ¿A menudo te sentís decepcionado o enojado con vos mismo?
  10. ¿Te juzgas más severamente de lo que juzgas a los demás?
  11. ¿Te comparás con los demás y a menudo te encontrás tristemente deficiente?
  12. ¿Te resulta más fácil amar a los animales que a las personas?
  13. ¿A menudo te sentís irritable o infeliz sin razón aparente?
  14. ¿Tenés dificultades para saber lo que sentís?
  15. ¿Tenés dificultades para identificar tus fortalezas y debilidades?
  16. ¿A veces sentís que estás mirando desde afuera?
  17. ¿Crees que sos una de esas personas que fácilmente podrían vivir como ermitaños?
  18. ¿Tenés problemas para calmarte?
  19. ¿Sentís que hay algo que te impide estar presente en el momento?
  20. ¿A veces te sentís vacío por dentro?
  21. ¿Secretamente sentís que algo está mal con vos?
  22. ¿Tenés problemas con la autodisciplina?

Revisa tus respuestas positivas. Estas respuestas te mostrarán las áreas en las que pudiste haber experimentado negligencia emocional cuando eras niño. Cuantas más preguntas hayas respondido «Sí», más probable es que la negligencia emocional infantil haya afectado tu vida.

La forma en que tus padres te tratan emocionalmente determina cómo te tratarás como adulto. Esto se ha demostrado una y otra vez en un estudio tras otro, explica la Dra. Webb. La emoción es una parte innegable de tu biología. Si ignorás tus emociones, te sentirás ignorado en algún nivel, sin importar cuánto cuidado te des de otras maneras.

Se ha demostrado que la inteligencia emocionales más valiosa para el éxito en la vida y el trabajo que la inteligencia general. Es extremadamente vital que sepas cómo nombrar, usar y manejar las emociones, así como también cómo lidiar con ellas en otros.

La emoción se esconde detrás del comportamiento. Tu comportamiento es dirigido por tus emociones. No nacemos conociendo el lenguaje de la emoción. Puede ser poderosa, compleja y confusa. A muchas personas les resulta más fácil simplemente ignorarlo. Pero si tenés puntos ciegos emocionales, también serás ciego ante las emociones de otras personas, incluidas las de tus hijos.

Prestá atención. Comenzá a notar tu verdadera naturaleza. ¿Qué te gusta, no te gusta, te enoja, asusta o te causa dificultad? Esforzate por conectarte con lo que sentís, incluido tu dolor.

Preguntate con frecuencia:

¿Qué pasa?

¿Por qué hice eso?

¿Por qué dije eso?

¿Cómo me siento?

¿Qué deseo?

¿A qué le temo?

¿Qué me preocupa?

¿Qué me enoja, entristece, lastima, etc.?

Escuchá atentamente tus respuestas: estas son preguntas difíciles que a veces pueden ser difíciles de responder. Pero el simple acto de hacértelas y sintonizarte comienza a romper el muro que hay entre tus emociones y vos, señala la Dra. Webb. Tené en cuenta que el objetivo es sentir y manejar tus emociones. Este es quizás el paso más difícil. Cuando puedas discernir lo que sentís, podrás trabajar para aprender a tolerar, controlar y expresar adecuadamente tus sentimientos. Nunca te juzgues por lo que sentís. Lo que importa es lo que hacés con lo que sentís. Juzgate solo por tus acciones, no por tus emociones.

Fuente:PsychCentral; Drjonicewebb

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Examen de sangre para diagnosticar el Alzheimer

  • David Aparicio
  • 02/08/2019

Sergio Parra para Xakataciencia, sobre un nuevo examen de sangre desarrollado por la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, que podría identificar con mucha precisión la acumulación de la proteína Beta-amiloide, uno de los compuestos responsables del Alzheimer:

Cuando los niveles de amiloide en sangre se combinan con otros dos factores de riesgo principales de Alzheimer (la edad y la presencia de la variante genética APOE4) las personas con cambios cerebrales tempranos de Alzheimer pueden identificarse con una precisión del 94%, según el estudio publicado por estos investigadores en la revista Neurology.

Sorprendentemente, la prueba puede ser aún más sensible que un escáner cerebral PET para detectar el comienzo de la deposición de amiloide en el cerebro. Este hito representa otro paso hacia un análisis de sangre para identificar a las personas en vías de desarrollar Alzheimer antes de que aparezcan los síntomas.

El test utiliza una técnica llamada espectrometría de masas para medir con precisión las cantidades de dos formas de beta amiloide en la sangre: beta 42 amiloide y beta 40 amiloide. La relación de las dos formas disminuye a medida que aumenta la cantidad de depósitos beta amiloides en el cerebro.

Lee el artículo completo en Xakataciencia.

  • Artículos Recomendados de la Web

La Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires aprobó el uso del lenguaje inclusivo

  • David Aparicio
  • 02/08/2019

El diario Infobae informa sobre la nueva resolución de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires que aprueba el uso del lenguaje inclusivo como recurso válido para los trabajos y presentaciones de los estudiantes:

La facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) aprobó el uso del lenguaje inclusivo en «cualquiera de sus modalidades como recurso válido en las producciones realizadas por estudiantes de grado y posgrado». La decisión, que lleva la firma de la Decana de la institución, Carolina Mera, fue aprobada por el Consejo Directivo el pasado 2 de julio y comunicada este miércoles.

A la hora de fundamentar la decisión, el órgano indicó que «en los últimos años se han producido en distintas partes del mundo y en nuestro país importantes avances en materia de derechos de las mujeres, la diversidad sexual y de género». Pero, no obstante, «para que la igualdad jurídica se traduzca en igualdad efectiva, es necesaria una profunda transformación en las prácticas sociales».

Además, expresó que «el lenguaje con el que nos comunicamos y relacionamos reflejan desigualdades entre los géneros», y que «los instrumentos administrativos y de gestión de la Facultad conservan expresiones que no han sido actualizadas contemplando a los sujetos de derecho reconocidos en los últimos años».

Por ende, al resultar necesario que «las dinámicas y culturas institucionales acompañen esas transformaciones y fomenten el fortalecimiento de la democracia», el Consejo resolvió reconocer el lenguaje inclusivo y encomendar a la Subsecretaría de Políticas de Género de la Facultad que, a futuro, «instrumente acciones de capacitación y difusión» al respecto.

Lee el artículo completo en Infobae.

También puedes leer nuestro artículo sobre las investigaciones sobre el lenguaje inclusivo.

 

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