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Artículos de opinión (Op-ed)

212 Publicaciones

La opinión es una creencia subjetiva, y es el resultado de la emoción o la interpretación de los hechos. Una opinión puede ser apoyada por un argumento, aunque las personas pueden dibujar las opiniones opuestas de un mismo conjunto de hechos. Este artículo representa la opinión del autor y no necesariamente de aquellos que colaboran en Psyciencia.

  • Artículos de opinión (Op-ed)

Recomendado: Oliver Sacks, una vida escrita hasta la médula

  • David Aparicio
  • 01/12/2015

La ciencia puede ser muy abstracta y muchos dirían aburrida. Oliver Sacks fue un neurólogo que tenía la habilidad de cautivar a los lectores mientras describía los síntomas y vivencias de las personas con trastornos neurológicos muy raros.

Oliver Sacks publicó su último libro dos meses antes de su muerte. Pero en esta ocasión no se escribiría sobre pacientes y síndromes neurológicos raros. Su último libro, En Movimiento, sería sobre su propia vida, sobre sus padres, sobre su crisis existencial, sobre su sexualidad, sobre su amor a los libros, a las motos y a los viajes.

Javier Sampedro escribió para la sección cultural de El País, una de las mejores reseñas sobre las memorias del querido escritor y neurólogo:

Queda feo que lo diga un tipo que se gana la vida juntando letras, pero una buena forma de empezar a leer este libro es echando un vistazo a sus fotos. Sacks rodeado de libros en Oxford, de estadistas en Jerusalén, de camioneros en Alabama. Sacks con el torso desnudo levantando pesas en Londres, con pajarita mirando al microscopio en California, con un bigote escueto tocando el piano en su casita de Topanga Canyon. Luciendo su figura atlética y un punto macarra sobre la imponente BMW R60 que le llevó por media América con una insaciable sed de vida y conocimiento, remangándose la bata blanca para atender a sus pacientes neurológicos del Bronx neoyorquino, tomando el pelo al gran actor Robin Williams hasta hacerle saltar las ternillas. Y, sobre todo, Sacks escribiendo en todas partes y a todas horas, en el tren y al salir de la estación, sobre el techo del coche y en el albergue de montaña, en la orilla del mar y en todo lo alto del Machu Picchu, escribiendo sin parar como si no hubiera un mañana. Toda una vida.

Sin dudas, Oliver Sacks vivió una vida muy emocionante. Después leer la reseña, me compré el libro en Amazo cuesta 8.09 dólares en versión Kindle, pero si quieres puedes buscarla en su formato impreso y editado por Anagrama.

Puedes leer la reseña completa en El País. 

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  • Artículos de opinión (Op-ed)

Una psicología más honesta

  • Camilo Javier Velandia Arias
  • 27/11/2015

“La prueba de aprender psicología es si tu entendimiento de las situaciones que encuentras ha cambiado, no si has aprendido un dato nuevo”

– Daniel Kahneman, psicólogo, Premio Nobel en Economía 2002

Las ilusiones ópticas nos enseñan que (tal vez) las cosas no son como aparentan ser para nosotros; sin importar cuánto abramos los ojos, es cuestión de técnica descubrir el “engaño”.

Es cierto que muchas personas deciden estudiar Psicología motivadas por un deseo particular, y en ocasiones vago, de ayudar a la gente a trabajar en áreas que involucran un amplio espectro de asuntos (por ejemplo, las emociones, la familia, las relaciones interpersonales, el desarrollo cognitivo y muchos asuntos más). Sin desacreditar estas buenas intenciones, percibo que no provoca tanto entusiasmo en estudiantes y profesionales el rostro más intelectual e introspectivo de nuestra formación. Por eso me pregunto: ¿qué hacemos con toda la información que recibimos en nuestros estudios? Todos esos conceptos, teorías, modelos, investigaciones, nombres, autores, métodos y problemas del conocimiento.

Sería poco entusiasmante, por ejemplo, descubrir que hemos memorizado las ideas de Pavlov o de Vygotski sólo para un examen importante en la universidad, que no hemos investigado sobre William James más de lo que alguna vez fue necesario, que no sabemos por qué Freud habló del inconsciente; o bien, que ignoramos las evidencias a favor del evolucionismo en Psicología o la importancia de sostener tal o cual concepto de inteligencia.

¿qué hacemos con toda la información que recibimos en nuestros estudios?

Pero más infortunado que esto sería encontrar que en nuestra experiencia con la Psicología aún no hemos asumido la difícil tarea de comprender mejor nuestra persona y nuestras circunstancias, que no hemos apuntado el conocimiento psicológico en la dirección de la antigua exhortación “Conócete a ti mismo”; de ser así, el aprendizaje social de Bandura y la teoría cognitiva de Aaron Beck, por ejemplo, nunca habrán sido lentes para observarnos y procurar entendernos a fondo. Quizá nos hemos dado por sentados a nosotros mismos y a todo lo nuestro, obviando que también somos objeto de estudio.

Parte importante de la experiencia de ser psicólogo y/o estudiante de Psicología debería involucrar una serie de transformaciones en nuestra perspectiva de nosotros mismos, de los demás, de la condición humana. No se trata de cambios arbitrarios en las premisas que nos guían sino de ajustes constantes derivados del análisis y la reflexión continua sobre el conocimiento que la Psicología pone a nuestro alcance y del cual hemos de servirnos para cumplir la función social que se nos asigna. No debe tratarse de una imposición despótica sino de una consigna cuestionable que ante todo esté argumentada y justificada por la actitud reflexiva a la que me he referido.

Ahora bien, esta actitud requiere varias cualidades y acarrea riesgos importantes. En primer lugar, mente abierta, no en el sentido acomodado que algunos utilizan, sino en cuanto a la disposición para conocer más y mejor. El conocimiento que la Psicología ofrece puede resultar peligroso según los tiempos, los lugares y las personas. A lo largo de la historia ha sido revolucionario sostener algunas posturas, como, por ejemplo, que una característica psicológica es innata o aprendida, y que ciertas pasiones agresivas hacen parte de nuestro repertorio evolutivo aunque la cultura haya querido sofocarlas. El saber psicológico ha sido y aún puede ser indeseado, temido o despreciado, pese a la evidencias a su favor.En este sentido, es casi una cuestión de ética para el psicólogo examinar, evaluar y ajustar continuamente las propias ideas, actitudes, opiniones, creencias, conductas y praxis profesional. Podemos incluso expresar, como diría Malcolm Gladwell, que es un deber intelectual inherente a toda persona actualizar constantemente sus posturas frente a tantas cosas como sea posible, empezando por ponerse a sí misma en tela de juicio, más todavía si, como el psicólogo, su quehacer compromete la integridad de otras personas.

¿Será posible que nosotros tampoco aceptemos o no deseemos conocer algo que la Psicología haya sugerido con suficiente validez? Sin duda. Puede que seamos los primeros enemigos de conocernos a nosotros mismos porque las consecuencias inmediatas no son siempre las que quisiéramos. No obstante, ¡cómo podemos aspirar a comprender a las personas ignorando sistemáticamente las variables que nos condicionan! El psicólogo Barry Schwartz dijo a este respecto:

“La sabiduría práctica demanda más que la habilidad de ser perceptivo sobre los demás. También demanda la capacidad de percibirnos a nosotros mismos –de evaluar cuáles son nuestros motivos, de admitir nuestras fallas, de descubrir qué ha funcionado o no y por qué. Tal auto-reflexión no siempre es fácil cuando sentimos que hemos estado equivocados. Y es difícil también cuando hemos estado equivocados –cuando hemos sido irreflexivos, descuidados, muy egoístas. Ser capaces de criticar nuestras propias certezas es a menudo una lucha dolorosa que requiere algo de coraje para tratar de retroceder y juzgarnos imparcialmente a nosotros mismos y a nuestra propia responsabilidad.” 

El saber psicológico ha sido y aún puede ser indeseado, temido o despreciado, pese a la evidencias a su favor

Pienso que es el psicólogo el primero que debe (intentar) conocerse a sí mismo y que es la Psicología misma la primera en plantearle la falibilidad esencial de su principal instrumento: su propia mente. El más ciego entre los ciegos es el que aún confía en sus ojos. Consciente de esto, el psicólogo (una mezcla de científico, filósofo y artista) debiera ser un pensador crítico, escéptico y cuidadoso que encuentra en la contradicción, en los dilemas y en las dudas una oportunidad y no una amenaza, procurando estar equilibrado –si se me permite la referencia– en los procesos piagetianos de asimilación y acomodación.

El mito, como alguna vez proclamó John F. Kennedy, es el principal enemigo del conocimiento. “El problema no es la ignorancia sino las ideas preconcebidas”, dijo alguna vez Hans Rosling. Nunca dejar de examinar nuestros presupuestos, desafiar el sentido común y poner a prueba nuestras ideas de mayor devoción serviría para mucho bien de quienes procuramos una Psicología falible en tanto humana pero honesta por la misma razón.

No debemos ignorar, pues, las ocasiones en que la Psicología y otras áreas afines han sido campo e instrumento de poderes tradicionales, opresores, alienantes, explotadores o excluyentes: la praxis ideologizada, la experimentación cruel con humanos, la mercantilización de la salud mental, la guerra, la discriminación de minorías y otros fenómenos más. Estamos expuestos a ello y debemos tener cuidado de cegarnos por el anquilosamiento de nuestras mentes; hasta debemos evaluar sin reservas el concepto y la razón de ser de la Psicología misma. El absolutismo ideológico (perjudicial, si opinan como yo) se combate con el autoexamen, la mente abierta, el pensamiento crítico, el escepticismo y la construcción colectiva de conocimiento.

En este punto he de aclarar que no se trata de anular la subjetividad ni aquello que nos hace particulares; antes bien, invito a reconocer, a resignificar esta subjetividad para evitar el compromiso perjudicial de nuestra labor y de los afectados por ella. Y, si se me permite también, ésta es una invitación a no cerrarle puertas al conocimiento que desafía nuestros esquemas o creencias, sino a mirarlo de frente aplaudiendo todas las posibilidades con las que el saber empodera al individuo y a los grupos. Específicamente, tendríamos que desafiar tabúes y temas conflictivos dentro y fuera de la disciplina (contando también con el apoyo de la interdisciplinariedad). No deberíamos ahorrar cuestionamientos y provocaciones en “asuntos sensibles” como la religión, la familia, la política, la sociedad, la cultura, las costumbres, la ciencia, los sentimientos, las relaciones, los gustos, la (a)normalidad y demás.

el psicólogo debiera ser un pensador crítico, escéptico y cuidadoso que encuentra en la contradicción, en los dilemas y en las dudas una oportunidad y no una amenaza

A menudo, la Psicología pone en entredicho las ideas populares sobre muchas cuestiones. Puede usted investigar numerosos aportes con los que esta profesión, pero ante todo este conocimiento, revoluciona el pensamiento cuando nos cuestionamos sobre nosotros mismos, sobre los demás y sobre las cosas en general; por mencionar algunos: el cerebro, la disonancia cognitiva, la influencia social, los sentimientos, la persuasión, la conducta sexual, la (in)fidelidad, la felicidad, el prejuicio, el conformismo, las alucinaciones, la conciencia, las emociones y la razón, la moralidad, la política, las creencias de todo tipo, la violencia, el trabajo, lo real y lo que no lo es; prácticamente, si es asunto de humanos, algo tiene para decir la Psicología.

Y agregaré que no deberíamos callar; deberíamos sacar este saber del claustro de la academia y ofrecerlo a todo público. Seguramente seremos revolucionarios al hacerlo, pero, cuando el conocimiento conduce a la acción, empodera.

Finalizo, entonces, invitando a no descuidar la dimensión intelectual de ser psicólogo o estudiar para serlo, reconociendo que, como seres humanos, aún podemos interponer a menudo el pensamiento y la reflexión entre el estímulo y la respuesta. Para ello, no olvidemos ser coherentes entre lo que percibimos, sentimos, queremos y hacemos. Los estudiantes y profesionales de la Psicología, y de otras áreas afines (Sociología, Antropología, Filosofía, Medicina, etc.), ostentamos la gran responsabilidad de matizar lo humano y de ayudar a construirlo y conservarlo abocando una actitud crítico-analítica, reflexiva, creativa, laboriosa, solidaria, hacia el autoconocimiento y el bienestar integral de las personas.

Somos diversos y quizá algunos no compartan esta posición, pero aquello que más he deseado comunicar es una invitación a que nuestro intelecto no permanezca impávido ante una Psicología que tiene tantas cosas que ofrecer. No olviden la frase que encabeza el texto.

Imagen: Gratisography

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  • Artículos de opinión (Op-ed)

Terapia Gestalt: Las fases del proceso de contacto. Perls y Goodman

  • Clotilde Sarrió
  • 26/11/2015

La escuela de Nueva York considera el Proceso de Contacto como un proceso único con varias secuencias, un baile de figuras y fondos en el que se suceden las siguientes cuatro fases:

  1. Pre-contacto
  2. Toma de contacto
  3. Contacto final
  4. Post-contacto

El Proceso de Contacto

Fritz Perls y Paul Goodman creadores de “Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad humana”, proponen cuatro fases –que más adelante pasaré a describir–, para designar la secuencia de figuras y fondos que se suceden en el proceso de contacto. Este proceso nace de una excitación fisiológica y va a producir la activación del proceso figura-fondo.

El concepto de ‘contacto’ en Terapia Gestalt, no hace referencia única y exclusivamente a la relación, sino a la formación de una figura de interés que destaca en el fondo del campo organismo/entorno. Esto implica como indica Jean-Marie Robine, “la formación de formas en el campo organismo/entorno” .

El Proceso de Contacto representa, el paso de un sistema de ajustes conservadores (la fisiología) a un sistema de ajustes creadores (lo psicológico).

Describiré a continuación las cuatro fases cuatro con sus respectivas interrupciones del contacto en cada una de ellas. Previamente, se hace necesario resaltar que las interrupciones del contacto no siempre son patológicas, pues también pueden ser sanas.

Termina de leer el artículo completo y las cuatro fases del proceso de contacto en el Gestalt Terapia, el blog especializado de Clotilde Sarrió. 

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  • Artículos de opinión (Op-ed)

Recomendado: Los grupos de Whatsapp de madres y padres son lo peor que ha ocurrido a los colegios en años

  • David Aparicio
  • 23/11/2015
whatsapp

Eva Paris es una madre que está cansada de los grupos en Whatsapp que son utilizados, no para compartir información importante del aula de sus hijos, sino para competir por las notas, sobreprotegerlos al intentar decidir qué tareas deben o no deben hacer y atacar a los maestros cuando ellos no hacen lo que los padres quieren:

He visto conversaciones en Whatsapp que no creeríais. Riñas, cotilleos, recriminaciones y hasta amenazas judiciales… Casi siempre de espectadora pasiva e incrédula. En todo tipo de grupos. Pero si de algún lugar quiero escapar últimamente y aún no me he atrevido es de los grupos de Whatsapp de madres y padres del colegio: lo peor de los últimos años.

Porque si la comunicación pierde muchos sentidos cuando no estamos cara a cara, cuando en el grupo no conoces verdaderamente a muchos de los participantes puede haber malentendidos, presuposiciones y, lo que más me molesta, mensajes inoportunos, bien por el tema, bien por las horas… Porque, ¿qué pintan las cadenas o los chistes típicos en un grupo de Whatsapp del colegio?

Intento de control de los padres:

Otra cuestión que no me gusta de los grupos de Whatsapp del colegio es que los padres se alzan como controladores absolutos de lo que tienen o no tienen que hacer los niños para el colegio. Me refiero a los «deberes» o trabajos, a las fichas, a los proyectos… Ya cuando crecen y empiezan a tener exámenes, circulan todo tipo de mensajes sobre lo que entra o no entra para la prueba y, de verdad, es estresante.

Te das cuenta de que la mayor preocupación es que a los niños no se les pase nada, pero, ¿no tienen ellos algo que decir? ¿No son responsables de lo que les piden en el colegio? ¿Alguien nos ha pedido a los padres que nos ocupemos de eso? Que no digo yo que nos despreocupemos de lo que tiene que hacer los peques, pero, ¿por qué no preguntarles a ellos primero?

Algunos grupos perpetúan el machismo:

Uno de los grupos del cole en los que participo es solo de madres. Al principio, insinué que si es que los padres no se hacían cargo de sus niños, si no les interesaba lo que pasaba en el colegio. Porque vamos, padres sí que van a las reuniones o a recoger a sus niños… Pero se hizo oídos sordos.

De algún modo, este tipo de grupos me parece que perpetúan cierto machismo, porque ni la educación de los niños es solo del colegio ni, por supuesto, solo de las madres. Creo que los padres tienen todo que decir en este sentido, por eso me molesta mucho este tipo de grupos, que sé que abundan.

Lee el artículo completo en Bebés y Más.

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  • Artículos de opinión (Op-ed)

La falta de compasión o la no aceptación del dolor del otro

  • Dani Bruno
  • 20/11/2015

En la película Inside-Out hay una curiosa escena en la que el personaje de la Tristeza, que siempre lo estropea todo, se acerca al amigo invisible de la protagonista, que se siente muy triste. Los personajes no pueden continuar su camino porque el amigo invisible se niega a caminar. Entonces, la Alegría se acerca corriendo para separarles, ya que está acostumbrada a que la Tristeza lo estropee todo. Sin embargo se produce algo sorprendente. La Alegría ve cómo la Tristeza ayuda al amigo invisible a sentirse mejor, y observa asombrada que se recupera lo suficiente como para seguir adelante.

La Tristeza ha sido necesaria para continuar con la marcha.

Una gran lección para los pequeños.

Esa persona necesita precisamente que le reconozcan, cuando se muestra ante el otro

Pensamos que no es necesario decir nada cuando tenemos delante a alguien que siente un gran dolor en el corazón. Pensamos que no es buena idea darle un abrazo, o incluso simplemente una mirada de comprensión o compasión. Que asumir que una persona está dolida es algo que sólo servirá para “recordarle” su dolor. Como si “no recordárselo” hiciera que ya no le doliera más.

Esa persona necesita precisamente que le reconozcan, cuando se muestra ante el otro. Busca un abrazo o una aceptación de su dolor de algún modo. Si no, ese dolor se va enterrando, y el proceso sigue, pero más lento, y en cierto modo más doloroso. La persona necesita esa muestra de afecto para poder pasar al siguiente nivel y seguir librando batallas y disfrutando de su presente. Si no es así, se queda estancada, como si le faltara algo del otro.  

Y es que, como dicen las leyes de la Física, tiene que haber un observador para que haya movimiento. No es necesario que la persona tenga a otro enfrente para caminar por ese sufrimiento, (¿o quizás sí?) pero sí es necesario que el que esté delante le acepte como tal. Con todo su dolor. Es su descanso emocional.

Supongamos dos casos:

  1. La persona dolida se encuentra con el “otro” que no le consuela pero sí acepta su sufrimiento y le reconoce. La persona se sentirá apreciada.
  2. La persona dolida se encuentra con su amigo, o familiar, que no acepta ese sufrimiento pero que sí “intenta” mostrarle aprecio. La persona no se sentirá apreciada.

Hasta este punto llega la necesidad de la persona de apreciación y compasión. De reconocimiento de sí misma. En el caso “b” el otro no está aceptándole, por más que “intente” proporcionarle su aprecio. Aceptar y apreciar van de la mano.

El otro y su falta de compasión 

Y aquí entra el problema que tiene el “otro”. Aquel que no brinda el consuelo esperado. Donde todos hemos estado alguna vez o incluso seguimos estando.

Los motivos de este fallo en el otro a la hora de aportar esa empatía pueden ir desde la falta real de aprecio, hasta la imposibilidad de asumir un sufrimiento oculto similar, ya que liberaría también su propio dolor escondido. Son personas que en situaciones similares no siempre son capaces de asumir su propio dolor, y que no se compadecen tampoco de sí mismas.

que no se nos enseñe a desarrollar la compasión no es lo peor, lo peor es que se nos enseña precisamente a lo contrario

Se piensa que la fortaleza es la negación de esa compasión. Pensamos que somos fuertes por negar la debilidad. Pero el dolor no es debilidad. Y no es fortaleza la negación del dolor.

Si el “otro” está acostumbrado a enterrar esos sentimientos de dolor, entonces ante su incapacidad de ver el dolor de otra persona habrá sentimientos de culpa, sentimientos que también serán enterrados. No asumirá ante nadie que es incapaz de verle, de compadecerle, ni siquiera lo admitirá ante él mismo.

Sin embargo, que no se nos enseñe a desarrollar la compasión no es lo peor, lo peor es que se nos enseña precisamente a lo contrario, a intentar ser más fuertes.

Un gesto de comprensión, de empatía, de compasión puede ser mucho más consolador que tratar de que una persona ya no se sienta triste o no muestre su tristeza. Tal vez eso es lo que debemos enseñarles a nuestros niños.

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  • Artículos de opinión (Op-ed)

Las ventajas de recibir al psicólogo en casa

  • Natalia Pedrajas Sanz
  • 09/11/2015

Cuando no estás pasando un buen momento o sufres algún problema psicológico, lo primero que te dicen tus seres queridos o amigos es que vayas al psicólogo. Y siempre preguntas si alguien conoce a alguno que viva cerca y que sea bueno. Nunca te paras a pensar en la posibilidad de que el psicólogo vaya a tu casa. Es normal, creerás que es muy caro y que te va a juzgar por el desorden.

Tampoco es que sea muy común que el médico, el psicólogo o el masajista vaya a tu domicilio. Lo normal, o lo que siempre hemos hecho, es desplazarnos nosotros al centro, hospital o consulta.

¿El psicólogo en casa o en la consulta?

La pregunta clave sería, ¿es más efectivo que venga el psicólogo a casa, o es solo una cuestión de comodidad?

Si descontamos a todos los pacientes que no pueden desplazarse, afectados por patologías físicas o psicológicas, y también a los que directamente no quieren ir a una consulta u hospital, lo primero que podemos afirmar sin dudas es que es más cómodo.

Piénsalo bien. Lo último que te apetece es salir de casa, ir en coche o en transporte público, y tener que fingir ante todos los que ves que estás bien.

La comodidad es importante, pero también la intimidad

Muchas veces no queremos que los demás nos vean como estamos. Y tampoco queremos que tengan una idea errónea de nosotros. Lo último que queremos es tener que esperar en la sala de estar con otros pacientes a los que quizás conozcas o quizás no quieras ni conocer.

Ir a la consulta es el principio de tomar las riendas de tu vida y querer poner una solución a los problemas. Pero abrirle la puerta a un desconocido para que entre en tu casa resulta un esfuerzo aún más significativo. Un esfuerzo que refleja un fuerte compromiso para mejorar una situación.

El compromiso es mayor

Cuando el psicólogo va a tu casa no puedes esconder, falsear o engañar, al menos por mucho tiempo, que los ejercicios no se han hecho, las economías de fichas no se han completado, o las personas citadas no se han presentado a la sesión.

Son hechos que no se cuentan, se constatan, se ven, se observan directamente, y se confrontan. No puedes esconderte, no puedes huir del problema. Y eso, cuando estás luchando por mejorar una situación, es una ventaja.

La utilidad de la psicología depende en un 85% del paciente

La psicología en general no es una píldora mágica. Su utilidad depende en un 5% del terapeuta, un 10% de la terapia y un 85% del paciente. ¿Cómo podemos asegurarnos de que ese 85% sea realmente efectivo?

Desde mi punto de vista, como psicóloga experta en psicología a domicilio, puedo afirmar que cuando la terapia se hace en el domicilio, la implicación es mucho mayor.

Pero no sólo eso. También se reduce el tiempo de evaluación y el número de preguntas. Se aumentan los datos obtenidos por observación directa del ambiente, la distribución del espacio, las fotografías, los colores, los aparatos electrónicos, las librerías o los cuartos.

Y por supuesto, las dinámicas que suceden, como se habla, como se mira, como se juega o como se discute. Si no estás preparado para contar tus problemas o no sabes cómo, tu vida diaria y tus movimientos los revelan de una forma muy natural.

El mayor reto del psicólogo a domicilio

El mayor reto al que se enfrenta el psicólogo está en ser la figura externa y objetiva del paciente y su ambiente. En ordenar priorizando toda la información que obtiene para poder trazar un plan de objetivos a corto, medio y largo plazo.

El mayor reto al que se enfrenta el paciente está en ser uno mismo y mantener el grado de compromiso que se requiere para superar un problema.

Artículo previamente publicado en Medium y cedido por la autora para su publicación en Psyciencia. 

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  • Artículos de opinión (Op-ed)

Apología de una vida con sentido

  • Rita Arosemena P.
  • 28/10/2015

En 2014, el expresidente uruguayo José “Pepe” Mujica dio un discurso memorable en la cumbre de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) acerca de la libertad que posee cada individuo de fijar el horizonte de su vida. En su monólogo, Mujica expresó:

“Puedes darle un contenido (a la vida) o enajenarla y que te la compre el mercado, entonces te la pasas comprando cacharros y pagando tarjetas, y después estás viejo como yo, lleno de reumatismo. ¿Y qué hiciste en este mundo?

Pero si tuviste un sueño y peleaste por una esperanza, e intentaste transmitirla a los que quedan, tal vez quede un pequeño aliento (de ti) rodando en las colinas, en los mares… un pálido recuerdo que vale más que un monumento, que un libro, que un himno, que una poesía. La esperanza humana que se va realizando en las nuevas generaciones”.

Estimado lector o lectora, usted y yo vamos a morir. El filósofo alemán Martin Heidegger lo hubiese dicho empleando eufemismos técnicos, como “la muerte es la posibilidad que habita todas las posibilidades” o “la muerte es la única verdad absoluta”, pero el hecho final, el punto concluyente, es que usted y yo, sin saber cómo ni cuándo ni dónde, vamos a morir, y que pese a la naturalidad de este evento y aun siendo conscientes de que puede ocurrir mañana mismo, es probable que todavía hoy nos empeñemos en dedicar nuestro efímero paso por el mundo a llevar una vida que no nos apasiona. Que no tiene alma.  

Pero, ¿qué es una vida con sentido? ¿De qué sirve definir un sentido o propósito cuando se puede, cómodamente, existir sin él? De la misma forma en que empleo el verbo existir porque creo ciegamente que vivir debe reservarse para la plenitud del acto y no para ensayos o malformaciones, defiendo la tesis de que abrazarse a una causa equivale a abrazarse a la fuente misma de la vida. Quien tiene un sentido tiene un por qué que lo salva del abismo de la desesperanza, la cual Viktor Frankl decía puede explicarse mediante la ecuación:

D = S – P

Desesperanza igual a sufrimiento menos propósito de vida. Desesperanza igual a vacío, a carencia de significado, a despojo inauténtico.

Tengo la convicción de que el concepto sentido o propósito no debe ser confundido con uno, tan superfluo y volátil como plan, y la razón es que nos pasamos toda una vida haciendo planes que responden a factores externos, como la aceptación social, el reconocimiento público o cuánto dinero hemos de ganar, paradójicamente, haciendo algo que ni siquiera nos gusta.

Los planes de vida parecen conducir invariablemente a paliativos que postergan la gran duda existencial. Así, nos refugiamos cómodamente en el silogismo moderno:

Yo tengo – Yo valgo – Yo soy

Sin saber que aquello es pender de un hilo amenazado por la inminencia de la pérdida, y cuando sucede que perdemos, pasamos inevitablemente de serlo todo a ser nada.

Pero si no somos nuestras posesiones y tampoco somos nuestros méritos, ¿qué somos? El filósofo francés Jean Paul Sartre dijo en una ocasión: “Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros”. En el dolor de la pérdida, en la desesperación de lo insólito, en el terror a lo desconocido, una persona es lo que hace con lo que hicieron de ella, es el árbol que crece lenta y silenciosamente del brote de una semilla enterrada en una fisura de concreto.

Veo esta idea del árbol que crece como la analogía de un principio oriental llamado Wu-Wei, o Principio de inacción. Según la filosofía taoísta, la inacción es fácilmente observable en una flor durante su estado de floración, por el simple hecho de que la flor no hace absolutamente nada, salvo florecer. No le interesa de qué color o tamaño serán sus pétalos, tampoco le perturba si la flor de al lado será más bonita o si el árbol de enfrente le dará sombra; el propósito de la flor es florecer, así que florece y solo por eso es perfecta.  

 

 

Existe una larga lista de maestros espirituales que hablan con gran propiedad acerca de cómo hallar un sentido o propósito en la vida. Personalmente, estoy en contra de la aplicación innecesaria de procedimientos complejos, y por eso concuerdo con Wayne Dyer en que todo se resume a una serie de preguntas:

¿Qué te hace feliz?

¿Qué te inspira?

¿Qué te hace sentir vivo?

Contrario a lo que nuestra sociedad fundamentada en el consumo y el arraigo a la seguridad económica nos enseña, ninguna respuesta es estúpida, ninguna pasión auténtica es un absurdo. No en vano conviene recordar en todo momento que usted y yo vamos a morir, y si cuando eso suceda nadie lo hará por nosotros, es prudente impedir también que alguien viva por nosotros.

Las voces de la razón puede que se muestren reticentes ante mi argumento, porque “mucho New Age y mucha Psicología Transpersonal”. Me declaro doblemente culpable, pero en mi defensa diré que este artículo nace más del miedo que de la influencia temática, uno que considero debería ser colectivo: el miedo a no atrevernos a vivir hasta que ya estemos para morirnos.

Hay un poema, erróneamente atribuido a Borges, cuya autora original sería una escritora norteamericana llamada Nadine Stair. En su traducción fue titulado “Instantes”, y reza en algunos de sus fragmentos:

Si pudiera vivir nuevamente mi vida,

en la próxima trataría de cometer más errores.

Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamente

cada minuto de su vida.

Claro que tuve momentos de alegría, pero si pudiese volver atrás,

trataría de tener solamente buenos momentos.

Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos.

No te pierdas el ahora.

Si pudiera volver a vivir, comenzaría a andar descalzo a principios de la primavera

y seguiría así hasta concluir el otoño.

Daría más vueltas en la calesita, contemplaría más amaneceres y jugaría con más niños,

si tuviera otra vez vida por delante.

Pero ya ven, tengo 85 años y sé que me estoy muriendo.

Hemos construido un sistema de consumo perfecto en el que podemos salir a la calle y comprar cualquier cosa, salvo la única que constituye el tesoro más preciado de la vida humana: tiempo. El tiempo genera la ocasión de vivir, y es en ella en la que el individuo tiene dos opciones: mantenerse al margen de su propia libertad, convencido de que todo en la vida le ha sido impuesto y que su única alternativa es seguir las huellas trazadas, o hacer de su voluntad un navío indestructible que lo encause a una vida con propósito, a la felicidad absoluta que consiste en hallarse a uno mismo en el camino hacia aquello que lo inspira.

Estimado lector o lectora: si hay en usted la dicha de haber encontrado ya una pasión que encienda su espíritu, no la apague con las manos que han de mantenerla encendida ni permita que ahoguen su fuego.

Usted y yo vamos a morir, es un hecho. ¿Qué le parece si, mientras tanto, vivimos?

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  • Artículos de opinión (Op-ed)

El niño que quería ser castigado para que lo llamaran por su nombre

  • David Aparicio
  • 21/10/2015

Cuando un niño pequeño empieza a comprender que tiene un nombre, sonríe al oírlo. Empieza a tomar conciencia de que es diferente de los niños que tienen otros nombres. Salen del anonimato del rebaño para pasar a tener una personalidad propia.

El primer consejo que un psicólogo da a quienes tienen que lidiar con un secuestrador es que pronuncien su nombre con calor humano.

Mi primer trabajo como psicólogo, en mis años jóvenes, fue en Roma, en un colegio con cien niños abandonados. Intenté que el director eliminara los castigos. Nuestra sorpresa fue que aquellos niños querían seguir siendo castigados. Uno de ellos nos explicó por qué: “La única vez que oigo pronunciar mi nombre es cuando me llaman por el altavoz para ir al despacho del director a recibir el aviso de un castigo”. El peor castigo para ellos era ser olvidados.

Juan Arias para El País. Puedes leer el artículo completo aquí. 

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  • Artículos de opinión (Op-ed)

La psicología a domicilio: lejos de dar miedo, a mi me atrae cada vez más

  • Natalia Pedrajas Sanz
  • 20/10/2015

Una de las cosas que más te sorprenden cuando trabajas en las casas de los pacientes es darte cuenta de la inmensa información que contiene un espacio tan pequeño. No puedes contar con esa información porque ni siquiera la has preguntado. O ni siquiera los pacientes se han atrevido a verbalizarla.

Observas con cautela y esperas al momento en el que decidirán transmitirte que su hijo de 10 años aún duerme con ellos en su cama, cosa que no te sorprende al ver el cuarto del niño inutilizado y reemplazado como trastero. Buscas cuando será el mejor momento para preguntar dónde está el padre que parece no existir. Algo que ya sabías echando un vistazo a las fotos del salón.

Tampoco es raro que te inviten a fumar, a una boda, o a tomar un café. Aprendes a decir que no de forma respetuosa ante cada una de las situaciones que se presenta de forma espontánea: “Gracias, pero no me imagino como estaría mi tensión si me tomara un café en todas las casas a las que voy…”, “Enhorabuena por la boda, pero justo ese fin de semana tengo ya un vuelo reservado a Londres”.

Muchas emociones entre paredes

Todo lo vivido es intenso. Desde los mayores logros, como cuando ves a una persona salir de su cuarto después de 6 meses, una madre se da cuenta de que su hijo autista le ha mirado a los ojos por primera vez o un anciano recupera su sonrisa; hasta las situaciones más dolorosas, como cuando una familia descansa ante el fallecimiento de un enfermo crónico, un adolescente hace volar sillas y libros por encima de tu cabeza o una pareja decide separarse para siempre y transmitirselo a sus hijos.

Y es que no te puedes olvidar que estás en su territorio, en su zona de confort. Estas rodeada de sus paredes donde cuelgan recuerdos y vidas. Estás donde se comportan tal y como son. Donde no pueden esconder nada. Estás en el lugar donde están abiertos a ti para que veas y sientas con ellos sus dificultades.

Las razones son parecidas, pero las personas no

Al principio me hacía siempre las mismas dos preguntas: ¿por qué alguien te invita a pasar por su puerta y que veas lo más íntimo de su familia?, ¿por qué la intervención domiciliaria?

Después lo entendí todo. Lo hacen porque necesitan ayuda. Porque todos tenemos problemas pero no todos luchamos del mismo modo. Porque no todo el mundo tiene la capacidad de expresarse con palabras y describir situaciones humanas que se viven con dolor. Porque muchas veces ni salen las palabras.

La psicología a domicilio es un estilo de vida

Creo que he encontrado el sentido a mi vida. He aportando mi granito de arena y cambiando el concepto de la psicología distante, estigmatizada, por otro más cercano, humano, adaptable a las personas y eficaz.

No he sido la primera en hacer psicología en el domicilio ni seré la última. No he inventado nuevas técnicas de trabajo, ni he falseado las que ya existen y funcionan. Solo he cambiado las reglas del juego, el contexto de la intervención. Se lo he contado a mucha gente y he crecido como profesional y persona. He ayudado de forma distinta tanto a psicólogos que aman su profesión y quieren trabajar de ella, como a pacientes que tienen múltiples y diversas necesidades.

Y tú, ¿qué opinas de la psicología a domicilio?

Natalia Pedrajas Sanz es directora de APEC una organización especializada en la asistencia psicoterapéutica a domicilio. 

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  • Artículos de opinión (Op-ed)

Hazte a un lado Freud, Breuer es el verdadero padre de la psicoterapia moderna

  • Equipo de Redacción
  • 12/10/2015

El pasado 30 de junio, la psicoterapeuta Pavi Sandhu, escribió para la revista Scientific American un interesante y seguro controversial ensayo sobre la relevancia de los trabajos de Josef Breuer en la psicoterapia moderna, pero que han sido prácticamente ignorados y sólo se mencionan brevemente en las clases de psicología. Sandhu también escribe sobre la relación de Breuer con Freud y la conocida Anna O. Todo el texto es muy interesante y nos ofrece mucho para pensar y debatir.

El artículo fue traducido por David Aparicio y Maria Fernanda y puedes leer la versión original en Scientific American.

***

El médico vienés Josef Breuer (1842-1925) tiene un lugar único y destacado en la historia de la psicoterapia. Él desarrolló el método catártico o la curación a través del habla, como tratamiento para los trastornos nerviosos, mientras trataba a una paciente conocida como Anna O., entre 1880 y 1882. Como resultado de ese tratamiento, Breuer formuló muchos de los conceptos de la psicoterapia moderna. Este mes se marca el 90º aniversario de su muerte y nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre el valor de sus contribuciones.

Breuer es mejor conocido por su colaboración con Sigmund Freud, cuando lo introdujo en el caso de Anna O.  (cuyo nombre verdadero era Bertha Pappenheim). Las ideas que salieron de ese caso fascinaron tanto a Freud que dedicó el resto de su carrera al desarrollo de ellas y dieron forma a lo que conocemos como psicoanálisis. Los dos hombres co-escribieron el libro Estudios sobre Histeria, publicado en 1895, el cual es considerado como el texto fundador del psicoanálisis. Sin embargo, la importancia de las contribuciones de Breuer van más allá de su papel como mentor y colaborador de Freud. De hecho, Breuer sentó las bases para la terapia moderna, por ejemplo, él tenía en cuenta todos los aspectos de la vida y la personalidad de sus pacientes y se centraba en la expresión emocional de ellos, a diferencia del énfasis freudiano en el insight y la interpretación.

Descubrí a Breuer tempranamente en mi formación como terapeuta, después de darme cuenta de ayudar a mis pacientes a lograr el insigth de sus problemas, como foco principal del tratamiento, rara vez era eficaz. Y encontré que la técnica de Freud de la asociación libre era inútil, porque muchos clientes que están ansiosos o deprimidos tienen muchas dificultades para asociar libremente. Por otro lado, las sesiones más terapéuticas eran aquellas que provocaban una respuesta emocional en mis pacientes. Si lograba guiarlos a acceder a sus sentimientos y recuerdos relevantes, entonces,  informaban de que algo había cambiado en ellos y eso aceleraba dramáticamente el proceso de cambio y crecimiento.

Yo quería aprender cómo obtener estos resultados y experiencias en la terapia y comencé a explorar técnicas como la hipnosis, el mindfulness y el focusing, todas ellas implican cambios sutiles en el estado de consciencia del cliente. Mientras estudiaba la literatura para comprender la naturaleza de esos cambios, conocí la descripción de Breuer sobre el método catártico y sus trabajos con Anna O. en Estudios sobre la Histeria.  Las ideas de Breuer son sorprendemente relevantes para la terapia moderna y para mi trabajo con mis clientes, y me sorprendí de que no eran ampliamente conocidos.

Los ensayos teóricos de Breuer en Estudios sobre la Histeria necesitan de una lectura atenta. Su ensayo tiene más de sesenta páginas y provee de observaciones compresivas sobre la relación entre la naturaleza, la causa y el tratamiento de las enfermedades mentales con asombrosa claridad, rigor y profundidad. En 1955, James Strachey, traductor inglés de los Estudios Sobre la Histeria, describiendo al ensayo dijo que se encontraba ¨muy lejos de estar fuera de la actualidad; por el contrario; concede pensamientos y sugerencias a los que no se les han dado la suficiente importancia¨. Sus declaraciones son muy válidas el día de hoy.

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En imagen: Bertha Pappenheim / Créditos: Wikimedia Commons

Según la teoría de la histeria de Breuer, la enfermedad mental comienza cuando la persona está expuesta a un trauma psíquico, que definió como cualquier situación con un riesgo de daño físico o emocional grave. Si el individuo es incapaz de sentir y expresar las emociones relacionadas con la experiencia traumática, entonces están disociadas, lo que significa que es un estado separado de la conciencia que es inaccesible a la conciencia ordinaria. Aquí, Breuer reconoció y construyó su teoría a partir del trabajo del psiquiatra francés, Pierre Janet, que fue el primero en reconocer la importancia de la disociación en la enfermedad mental. Breuer llamó a este estado alterado de conciencia  “estado hipnoide”, debido a su similitud con el estado inducido por hipnosis. La recuperación y la curación requiere, entonces de la capacidad de acceder y expresar las emociones asociadas a través de la catarsis, y su integración con las ideas en la conciencia normal, un proceso que él llama corrección asociativa.

Si comparamos la teoría de Breuer con la formulación de Freud del psicoanálisis, encontraremos tres diferencias principales: trauma psíquico (Breuer) vs. conflicto sexual (Freud) como la causa principal de la psicopatología; estados hipnoides (disociación) vs. represión (defensa) como el principal mecanismo; y la expresión emocional (catarsis) vs. interpretación (análisis) como el principal medio de recuperación. Irónicamente, en cada uno de estos puntos, la visión moderna de la psicoterapia ha estado cada vez más a favor de Breuer.

Un cuerpo importante de evidencia, compilada por  investigadores como Bessel van der Kolk, señala el papel central del trauma en el origen de la psicopatología. La comprensión de los efectos del trauma es ahora un foco importante de la investigación médica, postulado por la necesidad urgente de encontrar tratamientos eficaces para el trastorno por estrés postraumático (TEPT). El trabajo de Breuer también es muy relevante para la práctica clínica. Su concepto de estado hipnoide, por ejemplo, es muy similar a (y proporciona un vínculo unificador entre) técnicas tales como el mindfulness, focusing, neurofeedback y EMDR, que son de importancia en la terapia actual.

La publicación de los ¨Estudios sobre la Histeria¨marcó el final de la colaboración entre Breuer y Freud. Freud se concentró cada vez más en la sexualidad, como papel esencial en todos los casos de histeria. Breuer reconoció la importancia de la sexualidad, pero la consideró como sólo uno de muchos factores, y en cambio, afirmó el fenómeno de disociación a causa del trauma, el cual estaba implícito en su teoría sobre los estados hipnoides.

En una carta al psiquiatra suizo Auguste Forel en 1907, Breuer escribió, ¨ésta inmersión teórica y práctica en lo sexual no es de mi gusto¨ y siguió, ¨Freud es un hombre dado a las formulaciones absolutas y exclusivas: se trata de una necesidad psíquica, que en mi opinión, conduce a la generalización excesiva.¨ Freud, por su parte, se mostró escéptico a todo el concepto de los estados hipnoides. En ¨Cinco Conferencias sobre el Psicoanálisis,¨ escribió: ¨la teoría de los estados hipnoides de Breuer, resultó ser innecesaria y obstructiva, y fue dejada en la actualidad por el psicoanálisis.¨

Freud también promovió la idea de que Breuer era demasiado cauto y conservador para reconocer la verdadera importancia de la sexualidad. Para apoyar su argumento, Freud afirmó que Breuer había terminado abruptamente su trabajo con Anna O., y nunca volvió a trabajar con pacientes histéricos, porque ella desarrolló fuertes sentimientos sexuales hacia él. Esta opinión se afirmó como un hecho por el biógrafo de Freud, Ernest Jones, y llegó a definir la creencia popular sobre esto.

Sin embargo, no existe una base fiable para la afirmación de Freud. El psicoanalista y biógrafo de Freud  Louis Breger escribió: ¨La versión de Freud de lo que sucedió simplemente no es verdad. Es un ejemplo del argumento de ¨resistencia¨ que él usaría después para apartar a todos aquellos que cuestionaron su teoría de la sexualidad: no podían aceptar la teoría porque era demasiado amenazante. ¨Freud más tarde utilizó un argumento similar con muchos de sus seguidores que mostraron su desacuerdo, incluyendo a Carl Jung, Alfred Adler, Sando Ferenczi y Otto Rank.  Breger continúa diciendo: ¨La verdad es que Breuer no huyó de Bertha, él se mantuvo involucrado con su tratamiento durante varios años.¨

En imagen: Sigmund Freud /Créditos: Wikimedia Commons
En imagen: Sigmund Freud /Créditos: Wikimedia Commons

En “La interpretación de los sueños”, Freud escribió: ¨Un amigo íntimo y un odiado enemigo han sido siempre los requisitos necesarios en mi vida emocional. Siempre supe cómo proporcionarme de los dos una y otra vez… a veces los dos estaban unidos en la misma persona.¨ Esta afirmación es muy descriptiva de la relación de Freud con Breuer.

Es notable que Breuer había sido más que un colaborador de Freud, que era 14 años más joven, prestándole dinero, refiriendo pacientes y lo acogió en su casa. El historiador de Yale, Peter Gay, en su biografía de Freud, escribió: ¨Su gruñido desagradable hacia Breuer en la década de 1890 es un ejemplo clásico de la ingratitud y el resentimiento de un deudor orgulloso contra su benefactor.¨

Breuer nunca desafió públicamente a Freud ni respondió sus críticas, en cambio eligió retirarse del campo de la psicología para centrarse en su práctica médica. Freud tenía el campo para él solo y sus escritos moldearon la opinión pública sobre Breuer, la cual persiste hasta el día de hoy.

Dejando a un lado los datos personales, la pregunta clave es: ¿cuáles ideas son más válidas? En ese sentido la historia está del lado de Breuer. El énfasis de Freud en la sexualidad como el factor dominante en la conformación del desarrollo humano y como causa de la psicopatología, hoy ya no es tomado en serio. En cambio, el rol de la disociación debido al trauma se reconoce cada vez más como fundamental. Además, la mayoría de los terapeutas de hoy se dan cuenta de la importancia de ayudar a los clientes a que logren acceder a e integren las emociones dolorosas debida a un trauma pasado, lo cual es la esencia del método catártico de Breuer.

Breuer hizo cambios radicales cuando desarrolló el método catártico para el tratamiento de Anna O. En primer lugar, Breuer cambió el enfoque de la terapia de la sugestión por el auto-descubrimiento del paciente. En segundo lugar, amplió el alcance de la terapia, de un enfoque reducido de tratar los síntomas a considerar todos los aspectos de la vida y personalidad de los pacientes, con esto fundó  la psicoterapia como una disciplina distinta.

Finalmente, él fue la primera persona en tratar la enfermedad mental a través de la exploración a largo plazo de los conflictos inconscientes, e inventó lo que se conoce como “la cura por la palabra”, el enfoque central del tratamiento para todas las formas de psicoterapia. Mientras que la creencia popular le asigna todo el crédito a Freud por estos logros, el hecho es que todo esto ya estaba en el tratamiento de Breuer con Anna O., antes de que iniciara su colaboración con Freud.

La clave de la grandeza de Breuer está en que tenía la inteligencia y la apertura mental para reconocer que su paciente tenía mucho que enseñarle, y la humildad para valorar su experiencia a lo largo de su autoridad como médico. Noventa años después de su muerte, las ideas de Breuer informan y enriquecen mi trabajo diario con mis clientes, recordandome que puedo aprender de sus perspectivas y que debo respetar el rol del trauma y de la experiencia emocional sobre el insight.

Artículo de opinión (Op-Ed): La opinión es una creencia subjetiva, y es el resultado de la emoción o la interpretación de los hechos. Una opinión puede ser apoyada por un argumento, aunque las personas pueden dibujar las opiniones opuestas de un mismo conjunto de hechos. Este artículo representa la opinión del autor y no necesariamente de aquellos que colaboran en Psyciencia.

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