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Artículos de opinión (Op-ed)

212 Publicaciones

La opinión es una creencia subjetiva, y es el resultado de la emoción o la interpretación de los hechos. Una opinión puede ser apoyada por un argumento, aunque las personas pueden dibujar las opiniones opuestas de un mismo conjunto de hechos. Este artículo representa la opinión del autor y no necesariamente de aquellos que colaboran en Psyciencia.

  • Artículos de opinión (Op-ed)

Serie recomendada: ‘Poco Ortodoxa’

  • Geraldine Panelli
  • 12/04/2020

En tiempos de cuarentena obligatoria, Netflix nos sorprende con esta mini serie maravillosa: Poco Ortodoxa, con tan solo cuatro capítulos nos inunda de una realidad que contrasta absolutamente con la nuestra.

Está basada en el libro Unorthodox: The Scandalous Rejection of My Hasidic Roots donde se plasma la historia real de su autora Deborah Feldman publicado en 2012.

Puedes comprar el libro en versión Kindle por 12.99 dólares.

En la serie se narra la historia de Esty, una chica de 19 años que luego de transcurrir su niñez y adolescencia dentro de la comunidad judía ortodoxa en Williamsburg, Brooklyn, comienza un matrimonio arreglado totalmente infeliz y decide escapar a Berlín donde vive su madre que ha sido expulsada de la comunidad en su infancia. Su marido Yanky, junto con su primo Moishe salen a su búsqueda para devolverla a la comunidad.

A lo largo de la historia, cada capítulo plasma la realidad de la comunidad judía ortodoxa: sus reglas, rezos, atuendos, distribución de roles familiares y de género, fechas significativas y rituales.

Lo que se manifiesta de forma permanente en todo el relato es la diferencias de roles femeninos y masculinos. La normalidad dentro de esta comunidad es lo que genera en el personaje principal Esty sufra cotidianamente por no ajustarse a lo que se espera de ella como esposa y como mujer.

En esta comunidad “las mujeres solo sirven para hacer bebes y ser buenas esposas” relatado por uno de los personajes que Esty conoce en Berlín. En su escapada de la comunidad, termina en un conservatorio de música audicionando como cantante para una beca, conociendo compañeros y compañeras que son el resultado de una diversidad cultural apasionante y donde ella encaja perfectamente.

https://www.youtube.com/watch?v=TQ60C7evv-M

Poco Ortodoxa, nos invita a reflexionar en algunos puntos interesantes:

La normalidad para unos, ¿no es el problema para otros?

En esta comunidad las mujeres no tienen estudios ni oficios; su único fin es el reproductivo y si no pueden o quieren tener hijos o hijas son juzgadas a viva voz dentro de su círculo familiar, como es el caso de la protagonista de la historia.

Las relaciones sexuales dentro del matrimonio son únicamente con este fin, el placer no es prioridad e incluso si hay dolor las mujeres están obligadas a tener sexo con sus maridos para quedar embarazadas.

La cultura sirve como justificativo para la opresión

Cuántas veces se justifican atrocidades pensando en que es parte de la cultura. El cambio en la lectura de la cultura tiene que ser pensar en qué voces escuchamos en los relatos que atraviesan las barreras culturales. Las voces marginales de cualquier cultura que no son escuchadas, y esta es una de las esencias de la serie: dar voz a las mujeres de esta cultura, tener acceso a cómo ellas viven estas situaciones entre tantas otras.

Quienes pertenecen a los grupos de poder, también sufren

Incluso con todos los privilegios de ser hombre en esta comunidad, estos también sufren por las reglas establecidas dentro de la cultura.

El personaje del marido de Esty, Yanke es un claro ejemplo de este sufrimiento. Su personaje es manipulado casi como marioneta por su familia, decidiendo sobre sus acciones como marido y como hombre. Es obligado a participar de acciones con las que no está de acuerdo y termina perdiendo a su mujer y a su familia por no poder romper las reglas a tiempo.

Claramente es una serie que invita al pensamiento y a la reflexión, realizar un análisis sociológico y cultural solo viendo cuatro capítulos sería una irresponsabilidad; pero si es un aproximación a cómo pensar cuando hablamos de minorías y a no justificar sufrimientos basados en “normalidades” culturales.

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  • Artículos de opinión (Op-ed)
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Estadística nivel usuario: Lo que los psicólogos necesitan manejar

  • Mariano Scandar
  • 08/04/2020

El psicólogo clínico promedio odia las matemáticas y por ende a la estadística. Lo entiendo, yo me llevé matemática más de una vez en la secundaria… pero bueno, hay que superar los traumas infantiles… ¿sino con qué cara vamos a mirar la foto de Edna Foa que colgamos el otro día? Cuando en cursos de posgrado pregunto qué es un desvío estándar, lo usual es que nadie pueda explicarlo y eso por nombrar algo que se supone que todos supieron al menos durante el tiempo necesario para aprobar la materia en la facultad.

El problema de odiar las matemáticas es que son necesarias y odiar algo necesario es muy malo: o te amigas o sufres. Sufres por tener que saberlo o sufres por las consecuencias de ignorarlo, pero sufres. Como adivinan por el ejemplo del párrafo anterior, el psicólogo promedio ha elegido la última de las opciones.

Digamos que, para simplificar, existen tres formas de saber estadística: como lo hace un profesor de estadística (nivel dios diría un meme ahora), nivel investigador (que sabe usarla aplicarla y entenderla) y nivel usuario (que sería lo que se espera de un clínico). Si usted es psicólogo y no cataloga para nivel usuario, está sufriendo las consecuencias, sépalo o no.

Un conocimiento básico de estadística le permite saber una serie de cosas que son importantes. Sin ello estamos condenados a confiar en los demás de un modo ingenuo y peligroso, porque nadie que quiere convencernos nos dirá que su propuesta es “estadísticamente flojita” o que la muestra en la que aplicó su tratamiento era “un poquitín sesgada” y menos que menos si hay empresas de por medio: La editorial que quiere venderte un test, difícilmente pondrá en la tapa “esta prueba tiene la especificidad de una bazuca y la sensibilidad de un sicario, úsela bajo su propio riesgo”. Obviamente podemos confiar en las voces críticas… el problema con eso es que existen muchas personas críticas y muy pocas críticas desinteresadas. Entonces, tener criterio propio es bastante conveniente y para eso hay que saber que quieren decir los números.

¿Qué debería saber de estadística un psicólogo?

Estadística descriptiva

Media, mediana, varianza, desvío estándar, moda… lo siento, entra en el examen. Sirve además para muchas cosas, como para entender las encuestas electorales e incluso para seducir en el baile, bueno no, eso no. Imaginen que tienen 20 personas en  un aula. 10 de 20 años, 5 de 40 y 5 de 50. El promedio de edad es de 32 años. ¿hay alguien de 30? Ninguno. Vieron… la media es tramposa. ¿Cuándo desconfiamos? Cuando hay un desvío estándar alto… ¿cuál es el desvío estándar acá? 13 años. ¿es mucho? Si. ¿por qué? Porque es casi la mitad de la media y es más de la mitad de la moda (20 años).

Diferencia entre correlación y causalidad

La correlación es tentadora porque permite que uno encuentre cosas fácilmente en los datos. Si uno toma una muestra grande, encontrara cientos de correlaciones que se deben a causas intermedias, por ejemplo: En Estados Unidos encontraron que el CI de los negros era inferior al de los blancos. Eso a la gente que todavía no sabía que perdió el sur, le parecía buenísimo. Y obviamente ponía nerviosos a todos los demás ¿Por qué correlaciona la inteligencia y el color de piel? Muy probablemente porque la inteligencia correlaciona con la estimulación y la escolaridad y ¡oh que sorpresa! Los negros tenían menos acceso a la educación y a estimulación en la infancia.

Si me guiara por la correlación, pensaría cosas muy perturbadoras, pero si analizo bien los datos, casi que puedo ser el próximo premio nobel de la paz. ¿Vieron que importante?

¿Qué es y cómo se interpreta un análisis factorial?

Sin eso no pueden entender porqué y cómo funcionan las subpruebas en un test, y poder ver si la prueba está bien armada o no esto es importante sobre todo porque la mayor parte de las técnicas que usamos están traducidas y revalidadas al español y no siempre muy bien. El ejemplo que me viene a la mente es la traducción casera que todos usamos alguna vez del CDI de Kovacs… un día el Dr. Castro Solano se tomó el trabajo de tratar de validar el cuestionario y se dio cuenta que todas las subescalas (pensamiento negativo, anhedonia, etc.) se superponían y que al menos en Argentina el único puntaje útil era el total.

Relación entre puntajes normatizados z, t, escalares, etc.

Hay que entender qué quiere decir un número… ¿por qué?… Supongan que un paciente llega al consultorio porque tiene problemas académicos y la mama insiste en que es “su inconsciente que no quiere crecer”. Básicamente en la universidad no da pie con bola… tiene un informe cognitivo en el que alguien dice que su inteligencia es normal. ¿se estará auto boicoteando?. Miremos mejor el numerito… dice normal, pero le da 86. Bueno, una persona con un CI de 86 es menos capaz intelectualmente que el 83% de la población… el 1% de la población tiene discapacidad intelectual, así que digamos que nuestro paciente es menos inteligente que el 84% de las personas sin discapacidad mental. Suena bastante lógico que no le vaya bien en la facultad sobre todo si se tiene en cuenta que el promedio de inteligencia de un egresado universitario no es de 100 sino de 110. Es decir que nuestro paciente tiene 24 puntos menos que la media de las personas que logran egresar.

Tamaño de efecto

Ejemplo… ¿Qué tan efectiva es una terapia? Para no pelearnos con los colegas vamos a pelearnos con los laboratorios, que queda mucho más progre… La atomoxetina es un fármaco que está aprobado para su uso en el TDAH ya que ha mostrado repetidamente que es superior al placebo… ¿Qué tan efectivo?. En adultos, tiene un tamaño de efecto promedio de d=0,4. Eso quiere decir que las personas que toman el remedio disminuyen su sintomatología 0,4 desvíos estándar… ¿eso es bueno? Veamos. Supongamos que nuestro paciente es un adulto con TDAH que ha puntuado en el percentil 99 en la escala ASRS, tiene un puntaje de 60 (lo normal es tener debajo de 35 puntos), un desvío estándar en esta prueba es de 10 puntos. Por lo que, si la medicación le hace efecto, pasará a puntuar 56 puntos. ¿sigue bastante jodido no?. Antes que se pongan a tirarle piedras a los vidrios de los laboratorios, averigüen el tamaño de efecto de la terapia que ustedes aplican para cada cosa y por ahí terminan rompiendo las ventanas de su consultorio.

Especificidad y sensibilidad de una prueba

En el episodio 4 de mi podcast, (por hacer un chivo y dar un ejemplo en un solo párrafo) expliqué el fenómeno de “la paradoja del falso positivo”, no voy a hacerlo aquí, pero por esa paradoja implica básicamente que si una persona es diagnosticada por una prueba promedio (que suelen tener un nivel de falsos positivos del 5% )y la patología con la que está siendo diagnosticado tiene una prevalencia del 1% (por ejemplo la esquizofrenia) las posibilidades de que el diagnóstico sea incorrecto es del %80. Por ello, es que el resultado de cualquier prueba, de forma aislada tiene menos peso que un neutrino (que es muy poco, créanme). Los profesores de evaluación psicológica suelen no explicar eso, no sé por qué, porque es muy relevante, sobre todo si tomamos en cuenta que en el caso de las pruebas proyectivas la sensibilidad es más alta y la especificidad baja que en las psicométricas, lo cual es un combo explosivo para llenarnos de falsos positivos: el margen de error es el doble de grande: si un paciente da respuestas “psicóticas” las posibilidades de que padezca un cuadro con síntomas psicóticos primarios no llega al 10%. Por lo que posiblemente preguntarle “¿escuchas voces?” sea mucho más efectivo que un Rorschach y bastante más rápido.

Busquen los apuntes

La lista no es exhaustiva, pero espero haberlos convencido que aunque no quieran investigar, ni enseñar estadística en la universidad, tienen que saber más o menos lo que les enseñaron en 1ro de la carrera… si no se lo acuerdan, buscan los apuntes amarillentos que nunca tiraron porque les daba cosita o buscan un libro en pdf que hay muchos gratis dando vuelta… Recuerden que, parafraseando a Hayes, sufrir es inevitable, a lo sumo podemos elegir cómo.

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  • Artículos de opinión (Op-ed)

Cuando hemos desaprovechado el Big Data y las herramientas de IA: La crisis del COVID-19

  • Danilo Moggia
  • 01/04/2020

Entre Google, Facebook y Amazon, saben los contenidos que busco en internet, por dónde me muevo en la ciudad, cómo soy físicamente, dónde vivo, lo que compro y lo que no. A partir de estos datos y muchos otros, son capaces de inferir mis preferencias personales, mis gustos, mi nivel de ingresos, el estrato sociocultural en el que me encuentro, entre muchas otras cosas. Desde estas inferencias, sus modelos predictivos son capaces de ofrecerme publicidad personalizada en tiempo real, esto es, en el momento que necesito o estoy por necesitar el producto que me ofrecen. Estas herramientas de personalización no sólo las vemos en el terreno de la publicidad, sino que también al ofrecernos la mejor ruta de camino al trabajo o al aeropuerto cuando tengo un vuelo o al restaurante más cercano acorde a mis gustos cuando tengo que comer fuera.

Esta personalización llevada al nivel ideográfico extremo es posible gracias al Big Data y las herramientas de inteligencia artificial (IA). Al proveer constantemente a estas empresas con nuestros datos personales, ellas van construyendo enormes bases de datos a partir de las cuales utilizan modelos estadísticos, muchas veces basados en IA, para identificar subgrupos o subpoblaciones y predecir sus comportamientos. Por ejemplo, estas empresas saben que pertenezco al grupo de hombres de 38 años, calvo, soltero, profesional y con carrera académica, por lo que la publicidad que me ofrecen está seleccionada para este grupo y para mí particularmente. A partir de esta información pueden predecir que si mi sueldo sube al siguiente nivel de ingresos a lo largo de este año pensaré en comprarme un coche, por ejemplo.

Este tipo de tecnología basada en modelos predictivos no sólo se utiliza para personalizar la publicidad en internet y ofrecer consejos personalizados de rutas o servicios, sino que también para personalizar decisiones médicas. La diferencia está en que la información con la que se proveen las bases de datos para establecer este tipo de modelos no proviene de apps ni de las redes sociales de uso público, sino que de nuestros datos biomédicos. Este tipo de bases de datos se elaboran para estudios médicos específicos (muchas veces en el ámbito académico) y si uno quiere participar, tiene que explícitamente dar el consentimiento para que nuestros datos se utilicen anónimamente con esta finalidad. Por otra parte, si hablamos de centros asistenciales públicos, nuestros datos como pacientes, almacenados en fichas clínicas electrónicas, se utilizan para sacar estadísticas (usualmente descriptivas) sobre el alcance de las atenciones realizadas y para estudios epidemiológicos de interés de políticas públicas.

El estudio de cómo personalizar las decisiones médicas y los tratamientos se enmarca hoy en día en lo que se llama medicina personalizada. Corresponde a un modelo médico que busca clasificar a las personas en diferentes grupos, con la finalidad de adaptar las decisiones médicas y tratamientos al paciente individual en función de su respuesta pronosticada o riesgo de enfermedad por el hecho de pertenecer a un grupo específico. Por ejemplo, cuando se prueba un nuevo fármaco por medio de ensayos clínicos es esperable que haya diferentes grupos de pacientes en función de la respuesta al fármaco: probablemente una mayoría para los cuales el fármaco fue efectivo, un grupo menor que no experimentó ningún efecto, y una minoría que experimentó efectos adversos. El desafío de la medicina personalizada es establecer las características exactas que permite distinguir y diferenciar a estos tres grupos de pacientes con la finalidad de desarrollar modelos predictivos. Es decir, poder determinar que un paciente nuevo que posee ciertas características va a reaccionar de una forma o de otra. Esto no es trivial, ya que el modelo de medicina basada en la evidencia (el modelo médico utilizado hoy en día por excelencia) establece que, si en un ensayo clínico un fármaco resultó ser el más efectivo para la mayoría, es el fármaco que debe utilizarse como elección. Esto es lo que genera las prácticas de ensayo y error que muchas veces vivimos como pacientes cuando los médicos nos cambian los tratamientos para “probar” cuál es con el que mejor nos va.

Para poder estimar modelos de medicina personalizada se requiere gran cantidad de datos de las personas y de una gran cantidad de personas. En otras palabras, Big Data, tal como los recolecta Google, Facebook o Amazon. Además, se requiere que estos datos se recopilen y almacenen de forma ordenada y sistemática, con criterios claros y homogéneos respecto de las variables que se registrarán y cómo.

El COVID-19 nos ha pillado por sorpresa. Los criterios de sospecha diagnóstica en base a síntomas fueron evolucionando día a día, al igual que los criterios sobre quiénes debían ser considerados grupos de riesgo y quiénes no. La situación la ha empeorado el no contar con suficientes pruebas diagnósticas para prácticamente toda una población de pacientes potencialmente enfermos. Y es aquí donde hemos desaprovechado el big data y la IA. Nuestros sistemas de salud han estado viendo una cantidad enorme de pacientes a diario y el personal sanitario ha estado registrando todos los datos clínicos de los pacientes en sus fichas electrónicas. En otras palabras, han estado generando big data desde hace semanas. ¿Qué se ha hecho con esa enorme cantidad de datos aparte de calcular las cifras de pacientes diagnosticados y fallecidos (estadísticas descriptivas y datos epidemiológicos)? Sospecho que no mucho más. En España, más de una semana han tardado en darnos datos de mortalidad separados por grupo etario. Más de una semana para decirnos lo mismo que se venía dando en otros países, que el grupo de mayor riesgo es el de la tercera edad.

La Universidad John Hopkins desarrolló una plataforma online para seguir el brote del COVID-19. Sin embargo, la plataforma solo presenta la cantidad de casos reportados.

 

Con un buen personal técnico especializado en informática y análisis de datos, y con todos los datos que el personal sanitario ha estado registrando en las fichas electrónicas de los sistemas de salud, mucho se podría hacer. Por ejemplo, desarrollar pruebas de screening en base a síntomas y signos, detectar factores de riesgo y factores protectores, determinar medidas escalonadas de tratamiento según el riesgo de los pacientes, lo mismo en cuanto a medidas preventivas, etc. Imaginad por un momento que un grupo de analistas de datos tipo think tank se hubiese puesto a trabajar con estos datos. Por ejemplo, se podría haber diseñado una app web para que los profesionales sanitarios la utilizaran, y la misma app, a partir de la entrada de datos que ellos mismos realizarían, estimara predicciones y recomendaciones para los pacientes, comparándolos con la información que ya tiene almacenada en la base de datos, construyendo, de esta forma, cada vez modelos más precisos al contar cada vez con más datos e información de los nuevos pacientes que se van añadiendo. Sé que diseñar una app puede tomar tiempo y varias pruebas, pero aquí estoy hablando de una app no para uso comercial, sino para uso por el profesional sanitario como una forma urgente de dar respuesta a la demanda de una pandemia. Es más, ni siquiera una nueva plataforma sería necesaria, basta ya con el sistema de fichas electrónicas que ya se utiliza.

El ejemplo anterior corresponde al de una medida para favorecer la toma de decisiones expeditas por parte del personal sanitario ante la avalancha de nuevos casos y la saturación del sistema, con la finalidad de dar respuesta a ello sin tener aún una cura ni cursos clínicos de acción claros. Sin embargo, medidas preventivas y de contención también pueden ser implementadas con estas tecnologías. Por ejemplo, Taiwán relacionó las fichas clínicas de la base de datos del seguro nacional de salud con los registros de aduanas e inmigración para identificar y evaluar a las personas que recientemente habían viajado desde China y habían buscado atención médica o habían mostrado signos de enfermedad respiratoria grave.

De manera similar, Mohamad Ali Hamade del Foro Económico Mundial nos advierte que las herramientas de IA pueden ser utilizadas para procesar la gran cantidad de datos en línea de los sistemas de salud pública, bases de datos de población y registros de transporte. Agrega que las plataformas automatizadas de vigilancia de enfermedades ya nos permiten rastrear y reconocer la propagación del COVID 19 a nivel mundial a través de herramientas de IA, y que han podido predecir la propagación de COVID 19 más rápido que la OMS y que el CDC de EE.UU. En este sentido, China y Corea del Sur ya han implementado tecnologías de geolocalización para monitorear y predecir las localidades donde pueden aparecer nuevos brotes.

Si lo profesionales sanitarios que nos dedicamos al análisis de datos contáramos con la colaboración de las 5 grandes tecnológicas (Facebook, Google, Amazon, Microsoft, Apple) y los datos que ellos poseen y si además existiera la voluntad política, perfectamente podríamos relacionar los datos clínicos con los datos personales y de desplazamiento recopilados de las redes sociales, lo que nos permitiría estimar predicciones aún más detalladas y precisas respecto de los perfiles de riesgo y los resultados de la atención sanitaria. Esto sin duda plantea ciertas interrogantes, ¿estamos dispuestos a ceder nuestros datos para estos fines? ¿Están las 5 grandes dispuestas a compartir sus datos y modelos con fines de políticas públicas o sanitarias?

Después del brote del COVID-19, Apple publicó una App de screening y recomendaciones basadas en la CDC.
Después del brote del COVID-19, Apple publicó una App de screening y recomendaciones basadas en la CDC. 

 

Volviendo a la inmediatez y a la necesidad de tomar decisiones médicas en el momento álgido de la pandemia, ¿dónde han estado las 5 grandes para ofrecer soluciones como las que planteo a lo largo de este artículo? ¿Nos han ofrecido a un grupo de think tanks expertos en análisis de datos que estén dispuestos a ayudar a los gobiernos, por ejemplo, al español, para contener la pandemia en tiempo real? ¿Se les han ocurrido a los gobiernos ideas como estas y han buscado ayuda en las 5 grandes?

Creo que en los momentos más perentorios de contención de la pandemia hemos desaprovechado las ventajas del big data y de la IA. Es más, como probablemente diría Alan Turing, les hemos fallado fallado a las máquinas, ya que ellas están para servirnos, las hemos desaprovechado.

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  • Artículos de opinión (Op-ed)

Un experto en ciencia conductual explica cual es el verdadero peligro del coronavirus

  • David Aparicio
  • 24/03/2020

Benedict Carey entrevistó, para The New York Times en español, a Ido Erev, especialista en ciencia conductual sobre la conducta y respuesta de la sociedad ante las medidas de aislamiento. Todos nos hemos mostrado preocupados por el pánico y las conductas derivadas por el miedo que puede tomar la sociedad, pero Erev, expone que el riesgo es otro mucho más peligroso: la autocomplaciencia.

Aquí dos fragmentos de la entrevista:

En situaciones de riesgo, ¿cuándo se convierte en pánico la precaución?

Lo que encontramos es que hay grandes diferencias entre los individuos en cuanto a cómo responden a amenazas como esta. Todos tienden a reaccionar de forma exagerada al principio. Pero luego, un poco de experiencia invierte esa sensación en la mayoría de las personas y empiezan a creer que “no me pasará a mí”.

Una minoría de personas, entre el 10 y el 30 por ciento, dependiendo de la situación, sigue sobrestimando el riesgo y se comporta de forma más histérica o reacciona de manera exagerada. Estas son las personas principalmente responsables de la oleada de compras de papel higiénico y las que vacían las estanterías. Esto es un problema, por supuesto, porque puede provocar el mismo tipo de comportamiento en otros. Pero lo importante es que se trata de una minoría. La mayoría de la gente tiene el problema opuesto.

Y:

¿Entonces el efecto general es que haya más autocomplacencia que pánico?

(…) La gente se aislará por un tiempo y luego, cuando no pase nada, cuando no se enfermen, comenzarán a salir de nuevo y tomarán más riesgos de los que habían planeado.

Este tipo de comportamiento se puede observar en una amplia variedad de experimentos. Puedes dar a la gente la posibilidad de elegir entre dos opciones poco atractivas en un juego repetido: perder con toda seguridad una sola moneda o un 5 por ciento de probabilidad de perder veinte monedas. La mayoría de las personas prefiere la opción segura en los primeros cinco intentos, pero luego cambian su preferencia por la opción más arriesgada y la eligen alrededor del 65 por ciento de las veces. Puedes ajustar los riesgos relativos de las opciones, introducir incertidumbres y otros factores del mismo estilo, pero se va a ver un patrón similar.

La investigación sugiere, en efecto, que si dejas que las personas decidan por sí mismas cómo reaccionar, obtendrás dos tendencias problemáticas: una mayoría tomando progresivamente más riesgos con el tiempo y una pequeña minoría exhibiendo conductas de pánico, como almacenar provisiones.

Puedes leer la entrevista completa en The New York Times.

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  • Artículos de opinión (Op-ed)

Cómo hablar con alguien que crees que está mal informado sobre el coronavirus

  • The Conversation
  • 19/03/2020

La evidencia médica es clara: la amenaza a la salud global del coronavirus no es un engaño elaborado. Bill Gates no creó el coronavirus para vender más vacunas. Los aceites esenciales no son efectivos para protegerlo del coronavirus.

Pero esos hechos no han impedido que las afirmaciones contrarias se extiendan tanto dentro como fuera de línea.

No importa el tema, las personas a menudo escuchan información contradictoria y deben decidir en qué fuentes confiar. Internet y el entorno de noticias acelerado significan que la información viaja rápidamente, dejando poco tiempo para la verificación de hechos.

Como investigadora interesada en la comunicación científica y las controversias, estudio cómo se propaga la desinformación científica y cómo corregirla.

He estado muy ocupada últimamente. Ya sea que estemos hablando del coronavirus, el cambio climático, las vacunas o algo más, abunda la información errónea. Tal vez ha compartido algo en Facebook que resultó ser falso o retuiteó algo antes de verificar la fuente. Esto le puede pasar a cualquiera.

También es común encontrarse con personas que están mal informadas pero que aún no lo saben. Una cosa es verificar dos veces su propia información, pero ¿cuál es la mejor manera de hablar con alguien más acerca de lo que cree que es verdad, pero cuál no es verdad?

¿Vale la pena debatir?

Primero, considere el contexto de la situación. ¿Hay suficiente tiempo para entablar una conversación? ¿Parecen interesados y abiertos a la discusión? ¿Tienes una conexión personal con ellos donde valoran tu opinión?

Evaluar la situación puede ayudarlo a decidir si desea iniciar una conversación para corregir su información errónea. A veces interactuamos con personas de mente cerrada y que no están dispuestas a escuchar. Está bien no debatir con ellos.

En las interacciones interpersonales, la fortaleza de la relación puede ayudar a corregir la información errónea. Por ejemplo, puede ser más fácil corregir la información errónea en un miembro de la familia o pareja porque ya saben que usted los cuida y está interesado en su bienestar.

No seas condescendiente

Un enfoque es participar en una discusión de ida y vuelta sobre el tema. Esto a menudo se llama un enfoque de diálogo para la comunicación.

Eso significa que te importa la persona detrás de la opinión, incluso cuando no estás de acuerdo. Es importante no entablar conversaciones con una actitud condescendiente. Por ejemplo, cuando se habla con los escépticos del cambio climático, la actitud que el orador tiene hacia una audiencia afecta el éxito de la interacción y puede llevar a que las conversaciones terminen antes de que comiencen.

En lugar de tratar la conversación como una lectura correctiva, trate a la otra persona como un compañero igual en la discusión. Una forma de crear ese vínculo común es reconocer las dificultades compartidas de localizar información precisa. Decir que circula mucha información puede ayudar a alguien a sentirse cómodo cambiando su opinión y aceptando nueva información, en lugar de resistirse y apegarse a sus creencias anteriores para evitar admitir que estaban equivocados.

Parte de crear diálogo es hacer preguntas. Por ejemplo, si alguien dice que escuchó que el coronavirus fue todo un engaño, podría preguntar: «Eso no es algo que había escuchado antes, ¿cuál fue la fuente de eso?» Al estar interesado en su opinión y no rechazarla de inmediato, abre la puerta a la conversación sobre la información y puede involucrarlos en su evaluación.

Una oportunidad para intercambiar información

Otra estrategia es presentarle a la persona nuevas fuentes. En mi libro, hablo de una conversación que tuve con un escéptico del clima que no creía que los científicos hubieran alcanzado un consenso del 97% sobre la existencia del cambio climático. Desestimaron este número bien establecido al referirse a fuentes no científicas y publicaciones de blogs. En lugar de rechazar sus recursos, ofrecí intercambiar con ellos. Por cada una de sus fuentes que leí, leerían una de las mías.

Es probable que la información errónea recibida por las personas no provenga de una fuente creíble, por lo que puede proponer una alternativa. Por ejemplo, podría ofrecer enviarles un artículo de los Centros para el Control de Enfermedades con información médica y de salud, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático para obtener información ambiental o el sitio de desacreditación Snopes para comparar la información. Si alguien con quien estás hablando está abierto a aprender más, fomenta esa curiosidad continua.

A veces es difícil, inconveniente o incómodo involucrar a alguien que está mal informado. Pero creo firmemente que abrirnos para tener estas conversaciones puede ayudar a corregir la información errónea. Para garantizar que la sociedad pueda tomar las mejores decisiones sobre temas importantes, comparta información precisa y combata la difusión de información errónea.

Autor: Emma Frances Bloomfield – Profesora Asistente de Estudios de Comunicación en la Universidad de Nevada, Las Vegas

Artículo publicado en The Conversation y traducido para su re-publicación en Psyciencia.

The Conversation

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  • Análisis
  • Artículos de opinión (Op-ed)
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Las piedras en el camino de la psicología científica

  • Mariano Scandar
  • 18/03/2020

Se dice de la psicología con frecuencia que es una ciencia inmadura y demasiado joven, también que se trata de una ciencia «blanda», por oposición a aquellas disciplinas como la física o la química… Todo eso es cierto en parte. También podríamos de forma optimista, decir que la psicología es la menos blandas de las ciencias sociales y la más blanda de las ciencias naturales. Aunque establecer ranking de dureza es algo que salvo a la hora de comprar colchones, no tiene demasiado sentido.

Es claro, que la psicología científica está atravesada por debates internos que dejan perplejos a aquellos que provienen de las ciencias naturales y que, por el contrario, resultan muy a gusto de un filosofo: ¿qué es el sufrimiento? ¿es el hombre el que enferma o la sociedad que lo enferma? Mi modesta opinión es que dichos debates, tan comunes en las ciencias sociales, son un problema epistemológico serio para una ciencia experimental. Y la psicología, es hoy por hoy eso.

Sociales o naturales

Una parte cada vez más grande de los psicólogos consideramos una serie de premisas como válidas que nos acercan a las ciencias naturales y nos alejan de a poco de las ciencias sociales. En primer lugar, mientras que resulta bastante fácil de explicar porqué un historiador o un sociólogo se sienten cómodos con la etiqueta de científicos sociales, ya que su estudio se centra casi exclusivamente en fenómenos culturales humanos, no es tan sencillo decir lo mismo de un psicólogo. Estudiamos conductas de una especie animal en particular, que efectivamente es social. También son sociales las hormigas, las abejas, las suricatas y las orcas por decir solo algunas, sin que en la facultad de sociales estén pensando en instaurar un cupo para cetáceos.

A un psicólogo le interesa la conducta humana, tanto en cuanto emerge de sus interacciones sociales, como en cuanto es influida por aspectos químicos, embrionarios, neurales, etc. En ese sentido, renegar de aspectos socioculturales es tan tonto como reducirse a ello. Hoy mezclamos técnicas electrofisiológicas y de estudios por imágenes con experimentos cognitivos clásicos para garantizar que aquello que estamos teorizando conceptualmente, esté realmente sucediendo dentro de la cabeza de las personas, así como para descartar teorías que, aunque puedan incluso poseer un cierto poder explicativo y predictivo, claramente no son compatibles con el modo en que el cerebro funciona.

Ante este panorama de progresivo «endurecimiento» de la psicología, que según mi criterio es la única posibilidad de que la psicología ocupe a largo plazo un lugar de prestigio en la ciencia, resultan especialmente nocivas las argumentaciones teóricas basadas en terminologías novedosas para viejos conceptos y la necesidad que muchos colegas parecen tener de reinventar cada 10 años el campo de la psicología.

Saussure 101: la relación entre significado y significante es arbitraria

Que yo le llame vaso a eso que tengo con café adelante mío en este momento o que le diga tasa depende de qué hayamos definido socialmente como una cosa u otra. Como dice Perez Reverte, la real academia no es la legisladora del lenguaje sino la notaria: Anota la manera en que la gente habla.

Asi, términos como enfermedad mental, autismo, inteligencia, sensaciones, emociones, etc., son palabras. Solo eso. Las ciencias en general tienen el buen tino de no cambiar las definiciones sino que inventan palabras nuevas y se ahorran problemas. Un átomo es, etimológicamente, algo indivisible. Sin embargo hoy sabemos que se dividen y mucho (pregúntenle a Hiroshima). Pero el nombre se lo dejamos. Era un lio sino… es como cuando le cambian el nombre a las calles, todavía mi viejo le dice Cangallo a Perón y Caning a Scalabrini Ortiz: la confusión es mala para la ciencia.

Pero los psicólogos no podemos con nuestro genio: veamos el caso de la inteligencia. La inteligencia es un concepto teórico, obviamente no existe en la vida «real» y ni siquiera es un concepto que tenga sentido dentro de la neurociencia más que como una regularidad estadística: es un término acuñado para dar cuenta de la capacidad global de una persona… Un número único que aglutina resultados múltiples. La utilidad de este concepto (una especie de índice de «caballos de fuerza» del cerebro), es bastante buena, si se tiene en cuenta que permite predecir en 50 minutos de evaluación, con un 70% de exactitud, como le irá académicamente a una persona en los próximos 10 años. Pero obviamente no me dice que tan bien toca el piano o si ayuda a las ancianas a cruzar la calle… todo no se puede.

Por otro lado, tenemos un concepto teórico que funciona muy bien que se llama cognición social, que resume la capacidad de una persona para realizar procesos cognitivos que involucran la comprensión de los estados mentales de los demás, la pragmática de la comunicación, el realizar procesos específicos vinculados con la resolución de problemas interpersonales y esas cosas que nos separan de Sheldon Cooper. Se trata de un concepto científicamente impecable: es operacionalizable, está bien definido, podemos medirlo bien y sabemos localizarlo en el cerebro mejor que a la mayoría de los constructos teóricos que manejamos (area ventromedial del lóbulo frontal básicamente)

Sin embargo, a Salovey, & Mayer, en 1990, se les ocurrió que denominar a la cognición social «inteligencia emocional» era una buena idea porque era una forma de marcar un punto político «el intelecto no es todo». El trabajo de 1990 es bastante serio, y otros que siguieron también… (Digo, no es una chapuza a nivel estadístico aunque a mi no me guste) pero… le estaban cambiando el nombre a la calle… y es un lio… después vino Goleman, y ahora tenemos gente que cobra 10 lucas por darle un curso de dos horas a los docentes sobre inteligencia emocional en el aula y pasarles un powerpoint con una imagen de un pez trepando a un árbol. En fin.

 

Entre Goleman y otros amantes la transmutación de conceptos ( y de vender libros a lo loco), como Gardner generaron la idea de que se puede tener más de una inteligencia. Luego de 30 años, no lograron un solo test de inteligencias múltiples que fuera solido estadísticamente y para colmo le quitan el sentido a la palabra inteligencia. Si tengo 7 inteligencias ¿qué las diferencia del concepto de «habilidad o talento?

Del mismo modo sucede con el malestar psicológico, litros de tinta (electrónica por suerte ahora) filosofando sobre si un niño con autismo tiene una condición, una enfermedad, un síndrome, un trastorno, o si es neurodiverso. Incluso tenemos gente alegando que los autistas son el próximo paso evolutivo, lo cual es curioso desde un punto de vista Darwiniano: es raro que un ser sea superior a otro cuando tiene mas dificultades para sobrevivir de forma autónoma y aún más para reproducirse…

Breve paréntesis autobiográfico: he trabajado durante 18 años con niños con problemas severos y tengo un hijo con autismo. Todo lo que los padres queremos es que nuestro hijo sea lo menos neurodiverso posible. Que hable, que tenga amigos y sobre todo que un día se valga por si mismo. Como padre de un niño con TEA, cualquier persona que me hable de que el autismo no es un trastorno sino una forma diferente de ver el mundo, sobre todo si ni siquiera tiene hijos, me está faltando el respeto. Fin del paréntesis.

El problema de estas discusiones sobre trastorno vs. enfermedad y demás variantes, es que a diferencia de las discusiones científicas, donde todas las partes acuerdan sobre el significado de las categorías (trastorno, condición, salud, enfermedad) y se dedican a discutir en qué categoría entran los datos con más precisión, en las ciencias psicológicas, nos salteamos ese paso previo y redefinimos a piachere qué quiere decir cada categoría, por lo cual todo el problema termina siendo «qué entendemos por» en lugar de «qué explica mejor que»

Demasiado Ego

No sé cuantas «escuelas» hay en cada disciplina, pero sospecho que no hay 500 formas de ver la oncología, la cardiología o ni siquiera la antropología. Sin embargo, en 2005 Fonagui contó en su libro que ya existían más de 1000 formas de psicoterapia diferente. Si se tiene en cuenta que todas las investigaciones muestran que las técnicas que tienen un efecto terapéutico son muy pocas: la relación terapéutica en sí, la exposición, la meditación, el aprendizaje de habilidades (de autorregulación, ejecutivas, sociales), las reestructuraciones basadas en la metacognición (pensar sobre los pensamientos) y algunas más que me estoy salteando seguro. Tenemos 1000 autores proclamando la autoría de un estilo de psicoterapia que o recambian uno o más de los principios que sabemos que funcionan o que inventan formas de terapia que no funcionan en absoluto. No es muy sensato.

Un buen ejemplo de esto es la «disciplina positiva» que sigue la lógica de las «franquicias» en psicologia, con certificaciones y esas cosas…

No tiene estudios de eficacia, mientras que los programas de entrenamiento a padres clásicos basados en el condicionamiento operante tienen cientos que prueban que funcionan. Sin embargo, esta de moda…

Paréntesis legal: no es necesario certificarse en nada en casi ningun pais del mundo. Desde un punto de vista legal, si tenes matricula podes aplicar un técnica psicológica aunque el autor patalee y si no la tenes no, aunque la disciplina positiva certifique como «facilitadores» a personas que no son psicólogos.

Lo triste viene cuando uno lee el libro: se trata básicamente de las mismas técnicas de modificación de conducta basadas en refuerzo positivo y aversivos sociales (desaprobación parental, pérdida de privilegios; aunque la palabra castigo esta prohibida por cuestiones de márquetin) Mezcla eso con un lenguaje tomado principalmente de la psicología positiva y te garantizas llenar un Luna Park. ¿funcionará esta terapia? es muy probable que si el que la usa, además sabe realmente hacer un análisis funcional, si… Igual de bien que los programas de entrenamiento a padres que empezaron a usarse hace nada mas que 50 años.

No todos los debates son estériles, ni todas las diferencias entre terapéuticas se reducen a egos. A pesar de lo mucho que molesta a los que buscan la armonía, las discusiones entre conductistas y cognitivistas sobre si vale la pena hablar de procesos internos como algo diferente a conductas encubiertas, es un ejemplo de algo que podría parecer semántica pero no lo es. ¿podemos reducir todo lo que llamamos mente a conductas? Los procesos internos son formas de dualismo o renegar de ellos es una forma de reduccionismo. ¿podemos diseñar experimentos para verificarlo?

Las discusiones científicas se diferencian fácilmente de las demás: buscan una explicación más exacta para los datos, no apelan a la autoridad y buscan formas experimentales de ponerse a prueba…

Lo demás son obstáculos para la ciencia, cada nueva teoría que es un refrito de la anterior, cada página escrita discutiendo si una palabra significa lo que significaba el año pasado o ahora significa algo nuevo, todo eso justifica a los escépticos que ven a la psicología como una charlatanería ilustrada.

Artículo publicado en Psicología para Escépticos y cedido para su reubicación en Psyciencia.

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  • Artículos de opinión (Op-ed)

Los mejores juegos didácticos para niños

  • Laura Fuster
  • 12/12/2019

Se acercan las navidades y con ellas las dudas sobre qué regalar a los niños para papa noel o los reyes magos. Los papás y mamás que vienen a nuestra consulta de psicología en Valencia, se quejan de que en los últimos tiempos parece imposible despegar a los más pequeños de las pantallas y las nuevas tecnologías. Por ello, una buena alternativa  en los regalos de navidad son los juegos educativos.

La regla de los cuatro regalos

Una duda muy frecuente es el número de regalos que hacer a los más pequeños. Estas cuatro reglas podrán ayudarte:

1.Regalo práctico
Un obsequio que el niño pueda utilizar o le venga bien tener,  como una prenda de ropa.

2.Regalo necesario

Algo que el niño deba tener para su día a día. Por ejemplo cosas que necesite para el colegio como colores, un estuche, etc.

3.Regalo deseado

Uno de los regalos que el niño quiere. Si tu hijo a pedido tres o cuatro cosas a los reyes magos o papa noel, selecciona la más apropiada para su edad y la que pienses que puede hacerle más ilusión.

4.Regalo educativo

Regalos como libros, excursiones educativas o juegos didácticos como los que te presento a continuación.

Ventajas de los juegos educativos

Mejoran la atención

En todos los juegos didácticos que te voy a sugerir es muy importante que el peque esté centrado en el desarrollo de la partida y no se despiste ni un segundo. Desviar su atención puede hacer que se vea con un montón de cartas más y muy lejos de ser el vencedor.

Mejoran la memoria

En estos juegos educativos la memoria es una arma muy útil que puede llevar al niño/a a ganar la partida. Puede ser que tenga que memorizar sus cartas o las de sus compañeros para tener una respuesta más rápida o recordar personajes anteriormente descritos.

Entrenan las habilidades sociales

Todos estos juegos de mesa se juegan con más personas, por lo que los niños tendrán que comunicarse, iniciar y mantener conversaciones, hacer peticiones, hacer críticas, manejar la frustración, etc.

Aumentan la paciencia

En estos juegos deberán respetar los turnos. Además, que no se anticipen puede ser crucial para ganar. Por lo tanto, los niños deberán frenar su impulsividad y cargarse de paciencia.

Mejoran la autoestima

Cuando, a través de la práctica, a un niño se le acaba dando bien un juego, esto le trasmite emociones positivas. Los juegos didácticos pueden mejorar el concepto que tiene de sí mismo y aprender que los errores se pueden subsanar y no son negativos ni definitivos.

Los mejores juegos educativos y didácticos

Dixit

 

Para mí, más que un juego, una obra de arte. Te podrá parecer exagerado pero sus ilustraciones son preciosas y sorprende la manera en la que consiguen evocar historias. Precisamente, de eso trata e juego, de plantear historias, películas, canciones, frases o incluso sonidos que tengan que ver con una de tus cartas.

En tu turno, como narrador, elige una carta de tu mano y da una pista sobre ella (palabras, frases, canciones, etc.). Por ejemplo: “Viaje”.

Todos los jugadores eligen de entre sus cartas, la que mejor se adapte a la pista. Baraja y revela todas las cartas elegidas. Todos, en secreto, intentan adivinar tu carta, utilizando las fichas de voto. Una vez que todos hayan votado, comienza la ronda de puntuación.

Por lo tanto, la dificultad del juego radica en dar pistas de dificultad equilibrada, para evitar que todos o ninguno la adivinen. El resto de jugadores obtienen puntos si aciertan la carta del narrador o si otro jugador ha votado por su carta. Lo puedes encontrar aquí. A partir de cuatro jugadores. A partir de los ocho años.

Dobble

Dobble es un juego de cartas con ocho símbolos en cada una de ellas y en las que sólo uno se repite. Admite cinco dinámicas de juego. Por lo tanto, son muchos juegos en uno.
Debes coger dos cartas al azar y ponerlas boca arriba sobre la mesa a la vista de todos los jugadores. Buscad el símbolo idéntico en las dos cartas (misma forma y mismo color, sólo el tamaño puede variar). El primer jugador que encuentre este símbolo, lo nombra y roba dos nuevas cartas que pondrá sobre la mesa.

No hay que olvidar que para ser el más veloz debes mantener la concentración, si te despistas, te ganarán. Sólo si tus reflejos son los más rápidos, vencerás.

Como comentaba,  Dobble contiene varios mini-juegos, cada cual más divertido, aunque el objetivo siempre es el mismo: ser el más rápido, ya que todos los jugadores juegan a la vez. Puedes conseguirlo aquí. De dos a ocho jugadores. A partir de los seis años.

Jungle speed

El juego consiste en unas cartas con dibujos variados que los jugadores van sacando por turnos y el objetivo es quedarse sin cartas. Si el dibujo de dos jugadores coincide, deben coger el tótem, un palo de madera incluido en el juego, que se encontrará en el centro de la mesa. El más rápido le dará su mazo de cartas jugadas al jugador más lento y para complicarlo un poco, también encontraremos una serie de cartas especiales que crearán situaciones que harán variar las reglas.

Por tanto, los jugdores tienen que encontrar las cartas con el mismo símbolo que la suya y atrapar el totem.

El primer jugador en quedarse sin cartas, ganará la  partida. En este juego es importante estar muy concentrado y ser rápido. Pero, a su vez, si te anticipas y te equivocas das una gran ventaja a tus contrincantes, ya que te llevas todas las cartas descubiertas por el resto de las manos durante la partida.  Se requiere mucha concentración ya que algunos de los símbolos «tribales» son muy parecidos y llevan a confusión.
Lo puedes comprar aquí. De dos a diez jugadores. A partir de siete años.

Times UpEn este juego debemos adivinar personajes descritos por nuestro compañero de equipo. Consta de tres rondas, en la primera se describe, en la segunda se dice sólo una palabra y en la tercera… ¡silencio! solo mímica. El objetivo del juego es adivinar más personajes que el equipo rival.

Este juego es para niños un poco más mayores (sobre doce años), ya que los personajes que debemos adivinar pueden ser difíciles para jugadores más pequeños. Podrán entrenar la capacidad lingüística ya que tendrán que hacerse entender para que su compañero adivine. Además, con la parte de mímica tendrán que «perder la vergüenza» y hacer uso de su expresión corporal. Puedes compara este regalo aquí. De cuatro a doce jugadores. A partir de doce años.

El mejor regalo es tu tiempo

Lo más importante de los juegos educativos que te he sugerido es que son para más de dos jugadores. Si de verdad quieres hacer a tus hijos un regalo fantástico para estas navidades, juega con ellos.

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  • Análisis
  • Artículos de opinión (Op-ed)

Mi viaje descubriendo mi autismo: cómo aprendí a dejar de tratar de encajar

  • Equipo de Redacción
  • 08/10/2019

Mi nombre es Eloise y soy muchas cosas a la vez: soy estudiante de posgrado en la Universidad de Oxford; Soy tutora, feminista, nieta, hija, hermana, hermanastra, amiga. También soy autista.

Me diagnosticaron hace varios años, a los 27 años. Pero, mirando hacia atrás, los signos siempre estuvieron ahí. Siempre he albergado intensos «intereses especiales» que forman algo entre una pasión y una obsesión. Por ejemplo, cuando era niña, estaba obsesionada con coleccionar muñecas Barbie, no para jugar, sino para crear la casa de muñecas Barbie «perfecta», completa con muebles hechos de cajas de cartón de cereales y abundantes cantidades de pegamento y purpurina. La mayoría de las personas neurotípicas tienen intereses favoritos, pero los suyos son más parecidos a los pasatiempos, que pueden se suspender si la vida está ocupada. Es todo lo contrario para individuos autistas como yo. A menudo necesitamos estos intereses especiales para mantenernos cuerdos en un mundo que puede ser tan desconcertantemente complejo; tales intereses pueden proporcionar previsibilidad, enfoque y una gran recompensa.

Desde entonces, mi interés por las personas plásticas se ha transformado en una profunda fascinación por comprender a las personas reales. Hoy me siento afortunada de estudiar psicología como parte de mi doctorado. Otro de mis intereses especiales es la ficción literaria. Desde que era pequeño, he leído con voracidad. Lo que más me atrajo de la literatura fue la posibilidad de aprender las reglas sociales, las expectativas, cómo enfrentar los desafíos y mucho más, todo desde la comodidad de mi sillón sin el riesgo de decir algo incorrecto o cometer un error. Nuevamente, esto es típico de muchas personas autistas, particularmente mujeres, pero también muchos hombres, que aprenden sobre el mundo social explícitamente a través de actividades como la literatura, pero también de telenovelas, películas y observando de cerca a otras personas importantes. Luego usamos lo que hemos aprendido en situaciones sociales, para «camuflar» nuestra falta de instinto social, y nos comportamos de acuerdo con las reglas sociales de la situación específica.

Necesitamos estos intereses especiales para mantenernos cuerdos en un mundo que puede ser tan desconcertantemente complejo; tales intereses pueden proporcionar previsibilidad, enfoque y una gran recompensa

Desafortunadamente, sumergirme en la literatura no me proporcionó toda la comprensión y las habilidades que necesitaba para hacer frente a las complejas reglas sociales de la vida adolescente. Cuando cumplí 13 años y me mudé a la escuela secundaria, fue cuando las cosas me salieron mal. No entendía las reglas sociales en el enorme monolito de concreto que se convirtió en mi infierno, y comencé a ser maltratada. Por ejemplo, una niña una vez me escupió en el corredor, en cuyo momento le informé que escupir a alguien se considera un delito de agresión común en virtud de la Ley de Justicia Penal. Esto provocó muchas risas por parte de la niña y sus amigos, lo que solo intensificó la situación. Pensé que los disuadiría en ese momento, pero mirando hacia atrás no entendí cómo «mantener la cabeza baja» y evitar el peligro.

El acoso me dejó muy ansiosa, sintiendo constantemente como si los matones estuvieran a punto de estallar en mi armario. No podría salir en público si pudiera evitarlo, y las pesadillas plagaron mi sueño.

El autor estadounidense Paul Collins, cuyo hijo es autista, escribió en Not Even Wrong: Adventures in Autism (2004) que: “Los autistas son las clavijas cuadradas definitivas, y el problema con golpear una clavija cuadrada en un agujero redondo no es que martillarlas sea un trabajo duro, sino que estás destruyendo la clavija”. Puedo decir por experiencia propia que la presión social de crecer puede ser un ambiente tóxico para nosotros los autistas, ya que nos vemos obligados a cumplir con las normas o destacar y correr el riesgo de intimidación y trauma.

Lo que más me atrajo de la literatura fue la posibilidad de aprender las reglas sociales, las expectativas, cómo enfrentar los desafíos y mucho más, todo desde la comodidad de mi sillón sin el riesgo de decir algo incorrecto o cometer un error

En retrospectiva, la siguiente señal de advertencia de que era autista fue mi primera experiencia universitaria, en un lugar que me gustaría olvidar, estudiar literatura inglesa. Llegué con un auto lleno de libros y me sorprendió la persona que estacionó a nuestro lado descargando cajas de alcohol. Luché inmensamente con el lado social de la universidad, incluidos los ruidosos bares y clubes, que asaltaron mis sentidos y dejaron mis oídos sonar durante días después. Me fui después de dos semestres.

Avancé unos años e intenté nuevamente, esta vez para estudiar psicología experimental en Oxford. Fue glorioso sentirme intelectualmente estimulada por el tema de la mente humana, y pude trabajar apasionadamente durante todas las horas y evitar las discotecas y los aspectos socialmente más abrumadores de la universidad sin que nadie pensara que era extraña. Había encontrado mi nicho intelectual: podía perseguir mi interés especial, la gente, e incluso encontré un nuevo interés especial en el remo. El mundo neurotípico puede ser discordante, pero aprendí en Oxford que las personas autistas, como las orquídeas, pueden prosperar en un ambiente que nos convenga. Por ejemplo, sé de un hombre autista exitoso que ama los juegos de mesa, y trabaja en una cafetería de juegos de mesa. Me gustaría creer que existe un nicho para cada individuo autista, incluso si puede requerir un poco de comprensión por parte de los demás y algunos ajustes, como eliminar las luces brillantes para reducir la sobrecarga sensorial.

En esta etapa, mi salud mental era la mejor que había tenido en mucho tiempo. Sin embargo, cosas malas pueden suceder inesperadamente. Estaba cruzando el puente de Magdalen en Oxford con mi buena amiga Tess en 2012. Estábamos despreocupados, charlando sobre nuestro año sabático juntas y disfrutando del sol. Un hombre que pasó junto a nosotros de repente saltó sobre mí con sus manos alrededor de mi cuello e intentó estrangularme. Luché y finalmente me escapé. Pensé que era extraño que hubiera sucedido esta cosa horrible, y aun así me encontraba consciente y respirando. Nada había cambiado, pero todo también había cambiado.

Después del ataque, desarrollé una recurrencia de problemas de salud mental desde mi juventud. Crecí más y más mal. Estaba ansiosa, obsesiva, deprimida y comencé a tener pensamientos suicidas. Estaba abrumada por el mundo, solo por ser, y no sabía cómo lidiar con eso.

Recibir este diagnóstico fue un gran alivio

Puse mi energía mental limitada en mis estudios académicos para ocultar mi creciente infelicidad, y gané una beca competitiva para comenzar un doctorado en Oxford. Pero todavía me sentía «diferente» y nunca había lidiado realmente con mis problemas de salud mental. El estrés aumentó. En un momento desesperado, me conecté a Internet y compré todos los libros de autoayuda que pude encontrar. Pasé una semana acurrucada en mi habitación tratando de curarme a través de la autoeducación. Cuando me di cuenta de que esto era poco probable, llegué al fondo. Fui ingresada en el hospital, pero todos los médicos no estuvieron de acuerdo con mi diagnóstico. La mayoría comentó que sentían que «les faltaba algo».

Finalmente, tuve una cita con un psiquiatra superior en Oxfordshire. Pasé tres horas con él hablando en profundidad sobre mi vida, mi salud mental y mis sentimientos de ser diferente. Después de esta gigantesca sesión, se volvió hacia mí y dijo: «Eloise, creo que eres autista». Me informó que el autismo femenino es más difícil de detectar porque tendemos a ser mejores para «camuflar» nuestras dificultades sociales. Al mismo tiempo, explicó cómo la presión de tratar incansablemente de encajar puede tener un costo comprensible en nuestra salud mental.

Recibir este diagnóstico fue un gran alivio. Finalmente, alguien estaba seguro de algo: hasta cierto punto, no me importaba lo que fuera, solo quería una respuesta. Ahora tenía una explicación de por qué siempre me había sentido diferente.

Siendo yo, reuní todos los libros que pude encontrar sobre el autismo en las mujeres y los leí todos. Fui a conferencias sobre autismo y autismo en mujeres, y hablé con expertos. Escribí sobre mis experiencias, hablé con amigos y familiares. Usé mi amor por aprender a aprender a amarme a mí misma.

gran parte de mi viaje ha sido aceptarme como soy y dejar de tratar desesperadamente de «encajar»

Finalmente volví a estudiar para mi doctorado. Amo mis estudios y probablemente se haya convertido en uno de mis intereses especiales. Espero con ansia cada día que pase en el laboratorio, ya sea que esté analizando datos de neuroimagen o escribiendo artículos académicos. Finalmente, comencé a aplicar mi mente crítica a la cuestión del autismo. Se podría decir que se ha convertido en uno de mis intereses especiales. Reflexioné sobre mi propia situación con el objetivo de ayudar a otros como yo también. No puedo rebobinar el pasado y compensar todas las malas experiencias que he tenido. Pero puedo usarlos para ayudarme a ayudar a otros. El autismo me fascina por sus acertijos científicos, pero también porque lo he vivido y sé cómo se siente.

Al principio, sentí una gran resistencia a ser diferente. Pero me he dado cuenta de que no se trata de ser diferente por el hecho de ser diferente, se trata de ser la versión más auténtica de ti mismo, particularmente en las relaciones, porque compartir y expresar tu verdadero ser con los demás puede aumentar la apertura, la sinceridad y la confianza. Creo que gran parte de mi viaje ha sido aceptarme como soy y dejar de tratar desesperadamente de «encajar». Soy quien soy, soy autista y orgulloso, soy diferente y, por primera vez en mi vida, estoy de acuerdo con eso.

Sobre la autora: Eloise Stark, es estudiante de DPhil en psiquiatría en la Universidad de Oxford. Escribe para Student Minds y The Mental Elf, y para The Psychologist.

Artículo publicado originalmente en AEON y cedido para su repubicación en Psyciencia

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  • Análisis
  • Artículos de opinión (Op-ed)

La humildad de la ciencia

  • Sergio Lotauro
  • 22/07/2019

Los científicos tenemos fama de ser soberbios e inflexibles. Y aquellos que específicamente nos dedicamos a estudiar el cerebro, somos los peores: Fríos, algo desquiciados y un poquito maquiavélicos. La culpa la tiene el doctor Viktor Frankenstein, Hannibal Lecter, y Mr. Freeze (si, el archienemigo de Batman) entre otros personajes remotamente emparentados con la ciencia y que no nos rinden honor, precisamente. 

En parte, esta mala reputación tiene que ver con los estereotipos, esa vieja y remanida estrategia cognitiva que los seres humanos utilizamos para clasificar a las personas. 

La construcción de categorías mentales en donde poner a la gente a partir de unos pocos datos como la profesión, la nacionalidad o el signo del zodíaco es una de las falacias más extendidas en el mundo entero, pero que tiene la enorme ventaja de ayudarnos a simplificar lo complejo, a no tener que pensar, evitando que tengamos que partir desde cero cada vez que conocemos a alguien. Cuando nos presentan a Fulano, con solo saber dónde nació, y si es de “tauro” o “libra” ya alcanza: Sabemos automáticamente como es esa persona, o creemos saberlo. Nos ahorramos el arduo trabajo de tener que conocerla en profundidad para poder llegar a alguna que otra modesta conclusión. Los estereotipos nos facilitan la vida, es cierto, pero lo que obtenemos a cambio es una verdad de perogrullo. 

Los argentinos somos pasionales y dramáticos, los gallegos son duros de entendederas (este creo que corresponde exclusivamente a mi país), los alemanes son estrictos y disciplinados, y los asiáticos son genios en matemáticas. Todos sabemos eso, ¿o no?

Pero ahí no termina la cosa. Quiero contarles algo que me pasó hace apenas unos días: Un amigo muy dado a las terapias alternativas me dio a entender, con cierta sutileza mal concebida, que por mi condición de científico, soy un tanto necio, ya que a priori mi visión “acotada del mundo” no me permite aceptar la posibilidad de que haya otras realidades, como la presencia de entes espirituales y fantasmas, los meridianos que atraviesan el cuerpo, y la existencia de vidas pasadas. Finalmente también me invitó a no cerrarme a cualquier disciplina alternativa por el solo hecho de que no se ajuste a “mi estrictísimo” método científico. 

La verdad es que escucharlo hablar me llevó a pensar si en realidad me estaba describiendo a mí, o se estaba describiendo él mismo.

Me explico. 

Si bien es cierto que hay muchos científicos arrogantes, estos no deben ser confundidos con la ciencia como ente abstracto. Hay gente pedante de bata blanca en los laboratorios y hospitales, pero esto no es exclusivo de los científicos, también hay gente así en el resto de las disciplinas, incluidos los actores, barrenderos, pilotos de aviación y fumigadores de cucarachas. 

Otro punto a tener en cuenta es que la ciencia como tal se encuentra permanentemente revisando sus postulados, buscando la refutación de sus propias hipótesis, considerando el error en todas y cada una de sus premisas como una posibilidad muy real. 

La ciencia es vulnerable, plausible de fallar, y cualquier verdad que acepte como tal será  considerada una verdad transitoria, solo válida mientras no aparezca una nueva verdad complementaria o contraria, ya sea que integre a la anterior o la desplace. 

Sí, damas y caballeros. Contrariamente a lo que mi prejuicioso amigo cree, la ciencia es humilde, no soberbia. No se aferra al conocimiento que genera de manera rígida e inamovible; algo que, por ejemplo, si ocurre en la astrología o en la armonización de los chakras, por citar algunos ejemplos de pseudociencias muy en boga en estos tiempos. 

la ciencia como tal se encuentra permanentemente revisando sus postulados, buscando la refutación de sus propias hipótesis

La ciencia también acepta la multicausalidad. Entiende que el comportamiento de una persona, es la consecuencia de su carga genética, sobre la que además influye la crianza que esa persona recibió de sus padres cuando era niña, el colegio al que asistió, y muchos etcéteras que están en danza en la lotería de la vida. Para la astrología (que desde la concepción de mi amigo se presume mucho más receptiva que la ciencia) la conducta de una persona está determinada por el mes en el que nació: Hecho insignificante al cual llaman “virgo” o “acuario”, y se resiste a cotejar sus propios conocimientos con los generados en otras disciplinas, como la medicina o la psicología.

No fue precisamente Galileo Galilei quien quiso prender fuego a aquellos que descreían que la tierra giraba alrededor del sol, y no el sol alrededor de la tierra. Pero si fue la iglesia católica y sus seguidores los que quisieron quemar vivo a Galileo por poner en tela de juicio la afirmación bíblica que sostiene que nuestro planeta es el centro del universo.

Galigelo Galilei antes de la inquisición ©Bianchetti/Leemage

Entonces, cabe preguntarse: ¿Quién en verdad es el necio e inflexible? ¿Quién realmente se encuentra ciego a explicaciones disímiles? ¿Quién es más fundamentalista: El científico o el pseudocientífico?

El amigo Galileo, con gran humildad, consideró la posibilidad de que el hombre no fuera, después de todo, tan importante y grandioso como los mismos hombres pensaban. También cuestionó lo evidente, aquello que los ojos muy claramente nos muestran con solo mirar al cielo u observando cualquier atardecer: ¡Que el sol se mueve!  

Los postulados de Galileo cayeron muy mal no solo porque contradecían la palabra divina, sino porque además ponían de relieve que, no éramos tan especiales como pensábamos y que al universo (y al mismísimo dios, en última instancia) le importamos un comino.

En sintonía con lo anterior, tampoco hay que olvidar que en psicología existe algo que se conoce como el efecto Dunning Kruger. Simplificando un poco la cosa, este postulado sostiene que cuanto más ignorante es alguien, más tenderá a considerar sus escasos conocimientos como la verdad absoluta. Esto ocurre por una simple razón: Es su propia estupidez, ni más ni menos, la que le impide contemplar e integrar a su acervo aquellos conocimientos que no termina de comprender; ergo se queda con lo simple, lo sencillo, eso que ya conoce, y se cierra al resto. 

Wayne Dyer no es santo de mi devoción, pero le doy la razón cuando dijo: “El grado más alto de ignorancia es cuando rechazas algo que ni siquiera conoces”.

La persona inteligente y bien formada, por el contrario, tiene mayor conciencia de lo poco que sabe y de lo mucho que le queda por aprender. Acepta también que hay cuestiones que por el momento no se pueden explicar, y otras que tal vez no se vayan a explicar nunca, y no trata de rellenar esos huecos de conocimiento inventando un dios, o apelando a la supuesta  presencia de extraterrestres o la mística de la numerología.

Este mayor grado de conciencia hace que se sienta pequeño y dubitativo, lo que a su vez, paradójicamente puede traducirse en un mayor grado de inseguridad y vacilación en la vida. 

Recuerdo una vieja sentencia del Chavo del 8 (el clásico personaje de Chespirito): “Solo los tontos están seguros”. La otra cara de la misma moneda diría: “Solo los inteligentes dudan”.

El efecto Dunning Kruger define perfectamente al pseudocientífico, no al hombre de ciencia. La soberbia define perfectamente al pseudocientífico, no al hombre de ciencia. 

“No quiero saber, quiero creer” dijo Carl Sagan. Y te queremos por eso, Carl.

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  • Artículos de opinión (Op-ed)
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Educación financiera: Cómo transformar el conocimiento financiero en acción

  • Claudia Simonte
  • 14/05/2019

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) define a la educación financiera como “el proceso mediante el cual los individuos adquieren una mejor comprensión de los conceptos y productos financieros y desarrollan las habilidades necesarias para tomar decisiones informadas, evaluar riesgos y oportunidades financieras y mejorar su bienestar” (2005).

Ahora bien, esta definición encierra interrogantes que la psicología del aprendizaje puede responder para obtener más y mejores resultados, por ejemplo: ¿Cuáles son las estrategias actitudinales, conductuales y cognitivas que potencian el vínculo entre la educación financiera y resultados financieros? y ¿cómo pueden traducirse en programas específicos?

Actualmente los Programas de Educación Financiera se destacan por contar con una amplia variedad de temas cubiertos, con alto énfasis en el medio de instrucción, entre otras dimensiones, pero no identifican o describen componentes específicos que contribuyen (o no) a la efectividad de un programa en particular. Sin la posibilidad de medir impacto a través del diseño de estrategias pedagógicas específicas, los responsables de la formulación de políticas o programas de educación financiera se enfrentan al riesgo de apoyar programas potencialmente ineficaces.

La exploración de qué variables facilitan la toma de decisiones económicas y cuáles potencian el vínculo entre educación financiera y resultados financieros, puede sentar las bases para el diseño.

India: Un caso de estudio

Para investigar estos problemas, Carpena, Cole, Shapiro y Zia (2015) realizaron un estudio aleatorio con más de 1.300 personas en una ciudad urbana de la India. Dos tercios de esta muestra se seleccionaron al azar para recibir un “Programa de Educación Financiera”, que dura cinco semanas y es de alta calidad, basado en temáticas tradicionales tales como presupuesto, ahorros, crédito y seguros. Mientras que el tercio restante de la muestra recibió capacitación en salud, con un formato pedagógico similar, a fin de controlar los efectos de Hawthorne.

La hipótesis de los investigadores fue que las capacitaciones tradicionales de educación financiera pueden resultar insuficientes para las necesidades específicas de aprendizaje de los individuos, por esa razón diseñaron una propuesta con asesoramiento individual, la cual consistió en capacitación personalizada donde trabajaron en tareas concretas tales como preparar un presupuesto, abrir una cuenta bancaria, pagar un préstamo o comprar un seguro.

Tres claves para el diseño de un programa: Motivación, segmentar para personalizar y factores conductuales

El rol de la motivación de los participantes de los programas de educación financiera puede ser una fuente de fracaso del mismo: inspirándose en la literatura educativa que ha encontrado mejoras significativas en los puntajes de los exámenes debido a los incentivos monetarios, los investigadores experimentaron variaciones en la motivación al ofrecer a la mitad de los participantes de la muestra incentivos en efectivo por las respuestas correctas en una prueba de conocimiento financiero (es decir, «pago por desempeño»). Si los hábitos financieros existentes de los individuos están profundamente arraigados o son «rígidos», es posible que no estén interesados ​​en aprender nada de la capacitación financiera o que necesiten incentivos externos para hacerlo, por esa razón crear dentro del “Programa de Educación Financiera” estrategias de refuerzo, es un buen plan para captar la motivación y predisposición al cambio conductual.

Los programas tradicionales de educación financiera, especialmente aquellos implementados en un entorno grupal con un enfoque único, pueden resultar inadecuados para cerrar la brecha entre el conocimiento financiero y su posterior comportamiento. Aunque las personas puedan estar muy motivadas para aprender, los cursos tradicionales de educación financiera pueden ser insuficientes para desarrollar las habilidades necesarias. Las personas en situaciones diferentes necesitan enfoques diferentes, y esto se resuelve con una efectiva estrategia de segmentación previa al diseño de los programas. Los participantes deben estar agrupados preferentemente teniendo en cuenta variables tales como: situación socio-económica, estudios alcanzados, edad o momento del ciclo vital.  Asimismo, sostengo, es de suma importancia establecer como ancla comunicacional – post segmentación- estrategias de lenguaje claro para el desarrollo y diseño de los talleres, presentaciones, ejemplos, manuales, folletos e instructivos destinado al segmento más vulnerable.

Para ejemplificar en el caso de estudio de referencia, los investigadores diseñaron un plan de educación financiera personalizado orientado a la prestación de servicios financieros adicionales a la mitad del grupo de tratamiento, los participantes del taller obtuvieron además un tutorial individual sobre los pasos generales para redactar un presupuesto, por ejemplo y contaron con soporte o asistencia post taller. Cabe destacar que la efectividad de este abordaje ha sido bien comprobada en los campos de la salud médica y mental.

Finalmente, el tercer tratamiento exploró las barreras de cambio de comportamiento que interrumpen el vínculo entre el conocimiento y los resultados financieros. Tal y como lo investigaron Mullainathan y Shafir (2013), las personas pueden tener la motivación para aprender y pueden incluso contar con herramientas para tomar decisiones financieras, pero aun así pueden enfrentar limitaciones de comportamiento para convertir sus conocimientos financieros en acciones concretas. Por esa razón y a fin de eliminar estos impedimentos comportamentales, en India se alentó a la mitad de los participantes en el grupo de tratamiento de educación financiera a establecer objetivos financieros a corto plazo, visibles y alcanzables.

Al solicitar a los participantes que designen fechas para completar los objetivos de planificación financiera (por ejemplo, comenzar a ahorrar dinero cada semana), se pudo proporcionar dirección, motivar y afectar la persistencia entre los participantes reduciendo significativamente la postergación que generalmente puede afectar la conversión del conocimiento financiero en resultados financieros positivos.

Entonces, ¿qué debe tener un programa de educación financiera para ser exitoso?

No existen recetas infalibles, pero la literatura académica nos invita a pensar que existen “pasos” confiables para alcanzar los objetivos:

1-    Motivar el aprendizaje.
2-    Segmentar y crear diseños por grupo.
3-    Establecer objetivos financieros a corto plazo, visibles y alcanzables para los participantes.

Los talleres, capacitaciones o conferencias de educación financiera como encuentros aislados parecen mejorar solamente la conciencia y las actitudes financieras, pero no logran influir en el comportamiento a largo plazo. En comparación, la planificación de Programas de Educación Financiera transversales puede producir mejoras significativas en el conocimiento y el comportamiento financiero cuando se presta suficiente atención al diseño, realizando un correcto seguimiento a las metas establecidas para cada plan.

La educación financiera tradicional por sí sola tiene capacidad limitada para afectar el comportamiento financiero a largo plazo, mientras que diseñar un programa transversal que incluya planes de formación personalizados según las necesidades de cada población, construyendo como estrategia refuerzos motivadores, pueden conducir a un cambio de comportamiento sostenible en los resultados y así, finalmente, desarrollar las habilidades necesarias para tomar decisiones informadas, evaluar riesgos y oportunidades financieras y mejorar el bienestar.

Referencias bibliográficas:

Carpena, Fenella; Cole, Shawn Allen; Shapiro, Jeremy; Zia, Bilal Husnain. The ABCs of financial education : experimental evidence on attitudes, behavior, and cognitive biases. Policy Research working paper; no. WPS 7413; Impact Evaluation series. Washington, D.C. : World Bank Group (2015).

Mullainathan, Sendhil and Eldar Shafir (2009), Savings Policy and Decision-making in Low-income Households in Michael Barr and Rebecca Blank (Eds.), Insufficient Funds: Savings, Assets, Credit and Banking among Low-income Households. Russel Sage Foundation Press.

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