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Asociación Educar: Curso online sobre educación inclusiva [sponsor]

  • David Aparicio
  • 30/01/2017

Con más de 13 años de experiencia en formación online y presencial, Asociación Educar para el Desarrollo Humano te invita a participar de un nuevo curso.

La inclusión educativa es una necesidad cada vez más grande dentro de los centros educativos, pero los profesores, en general, no reciben entrenamiento especializado y muchas veces sienten que no saben qué hacer ante las necesidades específicas de sus alumnos.

Decididos a ofrecer su ayuda y aportar conocimientos basados en la evidencia en beneficio de la educación, la Asociación Educar lanzó el Curso Online de Formación en Educación Inclusiva, especialmente preparado para docentes de nivel inicial, primaria y secundaria; psicólogos, psicopedagogos, terapistas ocupacionales, trabajadores sociales, estudiantes y todos aquellos interesados en esta temática.

El curso inicia el 8 de febrero; tiene una duración de 2 meses que se distribuyen en 8 clases dirigidas por dos expertos en el área:

  • Dr. Roberto Rosler (profesor de neurofisiología y neurocirujano).
  • Dra. Valeria Guaita (profesora titular de la cátedra de “Técnicas de evaluación en niños”).

Puedes leer el perfil completo en la página del curso.

Los objetivos del curso de educación inclusiva son:

  1. Respetar la mirada de la educación inclusiva.
  2. Tener siempre en cuenta el concepto de neurodiversidad en el aula.
  3. Desarrollar una posición empática, es decir ponerse en los zapatos de los alumnos y permitirnos escuchar su voz y sus opiniones.
  4. Analizar los problemas más frecuentes del aprendizaje o de la enseñanza que se observan hoy en día en los espacios docentes. Por ello, este curso se centra en los niños con trastornos de la atención, dislexia y autismo.
  5. Bajar al aula todas estas situaciones de dificultades del aprendizaje o de la enseñanza.
  6. Contribuir con padres y docentes en la comunicación y comprensión entre ambos.
  7. Como apoyo teórico, utilizar el marco de conocimiento de la Neuropsicología.

Ingresa aquí para conocer el plan detallado del curso por clases.

Modalidad del curso e inversión

Durante el curso podrás recibir las clases en tu email, con la ventaja de poder acceder al material durante tu tiempo libre sin tener que estar limitado por un horario específico. Cada alumno contará con una tutoría personalizada que les dará un espacio para realizar consultas y preguntas a los profesores. Las evaluaciones están preparadas para ser corregidas a distancia y la fecha de entrega se coordinará directamente con el profesor.

La matrícula tiene un costo de $100 (pesos argentinos) o 10 dólares y la mensualidad es de $420 (pesos argentinos) o 35 dólares.

La Asociación Educar también acepta pagos en otras divisas. Puedes ingresar aquí para conocer el precio en tu moneda local.

Para obtener mayor información e inscripciones ingresa en el siguiente enlace: Curso en educación inclusiva de la Asociación Educar.

Agradecemos a la Asociación Educar por ser nuestro sponsor de esta semana.

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  • Psicología aplicada

La ciencia de la pseudociencia

  • Lautaro Pacella
  • 30/01/2017
Pseudociencias
¿En qué grado está nuestra personalidad determinada por la alineación de las estrellas el día en que nacemos?, ¿cómo hizo aquel adivino para predecir mi futuro con tanta exactitud?, ¿para qué tomamos tantas pastillas y remedios si la manipulación de la columna vertebral y el balance de la energía vital pueden solucionar todos nuestros problemas? Aunque estos sistemas son considerados técnicamente pseudociencias, se puede realizar un análisis para responder a lo que parece ser la pregunta realmente importante acerca de estas teorías: ¿Por qué tantas personas creen en estas pseudociencias? Aunque existe cierta evidencia de que las personas inteligentes son menos propensas a creer en teorías paranormales y supersticiones, afirmar que la ignorancia es la única razón por la que estas prácticas se mantienen hasta hoy en día parece ser una sobre-simplificación. La ciencia nos brinda otras explicaciones más justas del cómo y por qué estos sistemas de creencias hacen mella en nuestro pensamiento racional, algunas de las cuales son:

Lenguaje ambiguo:

“Las vibraciones fisiológicas son aquellas que construyen y mantienen sano al organismo. Con la utilización de MORA son devueltas a la persona, de una manera amplificada e inalterada, formándose de este modo el llamado circuito regulador bio-cibernético.” ¿Y eso con que se come? El lenguaje en jerga es ya una técnica refinada que se utiliza con el propósito de oscurecer sobre la temática y disfrazarla de ciencia. Se mezclan palabras y conceptos con tecnicismos de ciencias que en un principio ya son difíciles de entender, llegando al punto de neologismos que, ante el disgusto que provoca tener que admitir que no entendemos algo y quedar como idiotas, el sentido se pierde en la confusión y queda relegado a la interpretación libre de quien recibe el mensaje.

Se mezclan palabras y conceptos con tecnicismos de ciencias que en un principio ya son difíciles de entender, llegando al punto de neologismos

El lenguaje es, según algunos expertos, la principal característica que nos diferencia de los animales y nuestra primordial herramienta para vivir en sociedad. La hemos desarrollado a tal punto que podemos inferir lo que el otro está diciendo por más precario que el mensaje sea pero hay quienes explotan esta capacidad deliberadamente en busca de beneficios. Dentro del lenguaje ambiguo, encontramos un fenómeno más específicamente relacionado a la astrología, llamado Efecto Barnum (o Forer):
  • Usted tiene una tendencia a ser crítico.
  • Tienes una gran cantidad de potencial que todavía no has usado para tu completo desarrollo.
  • A veces es extrovertido, afable y sociable, mientras que otras veces es introvertido, cauteloso, reservado.
Estas son algunas de las idénticas descripciones que le fueron dadas de resultado a todo un grupo de universitarios, luego de que hubieran pasado por un “test de personalidad” del cual se ignoraron completamente las respuestas. La mayoría sintió que el test fue exitoso y los describía casi a la perfección1. El secreto de estas frases es su ambigüedad. Cuando se afirma que tiene “tendencia a ser crítico”, ¿Cuánto realmente es una “tendencia”?, ¿”crítico” en qué áreas de la vida específicamente? Esas parecen ser respuestas para que usted mismo las responda y no parte del trabajo del astrólogo. Estas expresiones son especialmente eficaces cuando dicen algo positivo acerca de nosotros (“gran potencial guardado”), porque tendemos a creer más en lo que queremos creer que en lo que nos muestra la evidencia. Otra herramienta de este engaño son las frases con doble o múltiple caras, como la enunciación acerca de lo extrovertido-introvertido que somos, puesto que nadie puede considerarse como uno de estos extremos durante todos los días, todo el día, esta frase le puede corresponder a todas las personas bajo el sol.

Negligencia a las probabilidades y saliencia de los eventos:

  • Dolores de cuello
  • Dolores en el hombro
  • Dolores de cabeza
  • Dolores de pecho
  • Dolores en la mandíbula
  • Deficiencias en el sistema cardiovascular
  • Poca energía
  • Problemas para dormir
  • Problemas urinarios
  • Falta de aire
  • Vértigo
  • Asma
  • Fatiga
  • Problemas en la presión arterial
  • Angina
  • Muerte
Estos son solo algunos de los síntomas que se sufren por una “subluxación vertebral” y pueden estar indicando que necesitas ir al quiropráctico (principalmente el último)… pero entonces, ¿Quién no lo necesita? La estrategia se basa en recitar rápidamente un gran número de padecimientos para que uno pueda identificarse con alguno de ellos dentro del gran abanico de posibilidades. Usualmente un futurólogo, ya sea aquel que lee las palmas de la mano o una bola de cristal,  produce muchas predicciones y no solo una. Apartando el hecho de que estas también suelen ser enunciadas en formas ambiguas, si algunas de estas profecías llegaran a suceder resaltaría como un gran acierto de aquel adivino y no a una mera casualidad bastante probable, y provocaría que ignoremos todos los otros desaciertos cometidos. Este fenómeno es provocado por la “saliencia” del suceso, es decir, por cómo se distingue debido a una característica particular y de esta manera se hace más fácil para evocarlo en la memoria. Además estas predicciones suelen ser eficaces por la vaguedad en cuanto al alcance. Imagínese que un “clarividente” le cuenta que usted “será testigo de un gran fuego, del cual no saldrá herido pero tal vez alguien en su familia si”. Esta es una expresión que puede causar mucha ansiedad, y que por la intensidad de la idea puede ser recordada por mucho tiempo. Si un familiar de su círculo interno fallece en un incendio una semana después del vaticinio uno podría pensar que ese adivino tenía poderes, pero ¿Y si sucede 30 años después, eso cuenta?, ¿y si se incendia la casa de sus vecinos, es lo suficientemente cerca?, ¿o su árbol de navidad a causa de las luces decorativas, es el fuego lo suficientemente “grande” para sea un acierto?
La estrategia se basa en recitar rápidamente un gran número de padecimientos para que uno pueda identificarse con alguno de ellos
Tom Gilovich, psicólogo de la Universidad de Cornell, cuenta cómo una vez, un gran hombre de ciencia despertó en mitad de la noche aterrorizado a causa de una pesadilla en donde su padre moría. Lo primero que hizo fue ir a controlar que su padre todavía estuviese vivo… y lo estaba. Pero él se preguntó: “¿Qué hubiese ocurrido si mi padre hubiese muerto justo esa noche?”, lo cual es algo totalmente posible. En muchos de nuestros sueños participan personas cercanas a nosotros; y estas personas mueren, no es algo que deseamos, es simplemente el curso de la vida. Pero si estos dos eventos nos suceden en el mismo día, ¿Cuánta evidencia se necesitaría para contradecirnos de que nuestro sueños no son premonitorios?

Falacia post hoc ergo propter hoc:

Del latín, que significa “después de esto, entonces, a consecuencia de esto”, y como no puede faltar el Wiki-ejemplo: “- El gallo siempre canta antes de que salga el Sol. – Por lo tanto, el canto del gallo provoca que salga el Sol.” Cualquier persona sabe que esto no es verdad y puede entender el error en esta lógica de pensamiento, pero entonces, si por cada vez que nos enfermamos también volvemos a la normalidad, ¿por qué le atribuimos la sanación del empacho a la oración realizada por la curandera vecina? Si todos los días existe la posibilidad de que algo malo nos suceda, ¿por qué presumimos que nuestras desgracias guardan alguna relación con haber roto un espejo o haber sacado tal o cual carta de un mazo arbitrariamente ilustrado?

Vulnerabilidad psicológica:

La mayoría de las veces que llevamos el auto al mecánico es porque algo no está funcionando. Lo mismo ocurre con nuestras visitas al médico; la gran mayoría de nuestras consultas son a causa de un padecimiento presente. Se puede inferir que quien recurre al Medium no lo hace para un control de difuntos, sino porque posee una necesidad inmediata: comunicarse con un ser querido. Y esta situación de deseo y fragilidad ayuda a crear los sesgos que fluyen en la dirección contraria a la razón. Asimismo, muchas de las personas que recurren a la medicina alternativa lo hacen porque se encuentran desilusionados con los resultados de la medicina tradicional. Soportan una dolencia que necesita una respuesta, aunque esta no sea aprobada por la disciplina científica, si lo es por nuestro momentáneamente disminuido juicio crítico ante la desesperación.   Referencias bibliográficas:
  • Forer, B. R. (1949). «The fallacy of personal validation: A classroom demonstration of gullibility». Journal of Abnormal and Social Psychology 44 (1): 118-123. 
  • Shermer, M. (2002). “Why People Believe Weird Things: Pseudoscience, Superstition, and Other Confusions of Our Time”. Holt Paperbacks.
  • Wiseman, R. (2011). Paranormality: Why we see what isn’t there. Pan Macmillan.
  • Gilovich, T. (2008). How we know what isn’t so. Simon and Schuster.

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  • Psicología clínica

El papel de la información amenazante en el trastorno bipolar

  • Mauro Colombo
  • 30/01/2017
El trastorno bipolar, se caracteriza por la alternancia de episodios de manía, depresión y eutimia (ausencia de síntomas). La desregulación de emociones producidas por el trastorno, conlleva alteraciones en el procesamiento de la información, incluso en los momentos en los que la persona permanece asintomática. Desde el modelo cognitivo de Beck (1976), se postula que las personas que padecen el trastorno poseen un sesgo atencional, congruente con su estado de ánimo. Esto significa que, durante las fases de manía, atenderán en mayor medida a aquellos estímulos de carácter alegre, mientras que en las depresivas, a aquellos de tinte negativo. Diversos estudios han sido consistentes con el sesgo que plantea el modelo cognitivo, así como con la dificultad de las personas con el trastorno bipolar, de dejar de atender a información congruente con su estado del ánimo (García-Blanco, Perea y Salmerón, 2013).
Todos las personas con trastorno bipolar miraban durante más tiempo la imagen amenazante que aquellos sujetos sin la patología
Sin embargo, hallazgos recientes indicarían que el procesamiento de la información en el trastorno bipolar es mas complejo de lo que se creía. En un experimento realizado en 2014 por García-Blanco, Salmerón, Perea y Livianos, se les pidió a pacientes en distintas fases (depresión, manía y eutimia) que miraran libremente cuatro imágenes que aparecían en una pantalla. Las mismas tenían contenidos triste, alegre, amenazante y neutral. A su vez, mediante el registro de sus movimientos oculares, se compararon estas elecciones con sujetos sin ningún tipo de trastorno.
Imagen: Ciencia Cognitiva
Una de las conclusiones obtenidas, es que mas que mayor atención hacia la imagen triste, los pacientes en estado depresivo mostraron menor interés en la alegre. Esto es consistente con los sentimientos de anhedonia (disminución de la capacidad para experimentar placer). Lo novedoso sin embargo, fue que independientemente del episodio en que se encontraran, todos las personas con trastorno bipolar miraban durante más tiempo la imagen amenazante que aquellos sujetos sin la patología. Para comprender mejor estos resultados, se realizó otro experimento, pero esta vez se buscó cuantificar concretamente el peso de los sesgos atencionales hacia los distintos tipos de imágenes (García-Blanco, Salmerón y Perea, 2015). En la experiencia anterior, al presentarse todas juntas, no se podía determinar cuanta influencia poseía cada emoción por separado. Es así que, nuevamente mediante una tarea de visualización libre, se les pidió a sujetos en las distintas fases del trastorno, que miraran tres conjuntos de dos imágenes (una alegre, otra amenazante y una neutral), comparada con una neutral. Lo mismo se realizó con los sujetos control, aquellos sin la patología. Al igual que en la investigación anterior, aquellos sujetos con trastorno bipolar, de manera independiente a la fase en la que se hallaran, prestaron más atención a los estímulos amenazantes, que los sujetos del grupo control.
Imagen: Ciencia Cognitiva
Los datos muestran que en situaciones donde las personas con el trastorno pueden atender libremente a los estímulos del ambiente, existe una preferencia atencional hacia aquellos de contenido amenazante, se encuentren tanto en un episodio depresivo, en uno maníaco o asintomáticos. Los investigadores sugieren que el sesgo relacionado con la amenaza en el trastorno bipolar, que se produce incluso en las primeras etapas del procesamiento de la información, puede reflejar un marcador de vulnerabilidad. En este sentido, el estilo de procesamiento de lo amenazante parece ser un rasgo distintivo del trastorno, independiente de los sesgos presentes dentro de cada episodio en particular.  Desde una perspectiva teórica, estos hallazgos apuntan hacia un posible replanteo de los postulados originales del trastorno, incluyendo estas preferencias atencionales hacia aquellos elementos del ambiente amenazantes. Abordado desde una perspectiva práctica, este conocimiento puede aportar nuevas líneas de tratamiento, que apunten directamente a la forma en que la persona con trastorno bipolar procesa la información de su contexto, indistintamente de la etapa en la que se encuentre. Fuente: Ciencia Cognitiva Imagen: Bipolar en Shutterstock Referencias:
  • Beck, A. T. (1976). Cognitive Therapy and the Emotional Disorders. New American Library, New York.
  • García-Blanco, A. C., Perea, M. y Salmerón, L. (2013). Attention orienting and inhibitory control across the different mood states in bipolar disorder: An emotional antisaccade task. Biological Psychology, 94, 556–561.
  • García-Blanco, A. C., Salmerón, L., Perea, M. y Livianos, L. (2014). Attentional biases toward emotional images in the different episodes of bipolar disorder: An eye-tracking study. Psychiatry Research, 215, 628–633.
  • García-Blanco, A. C., Salmerón, L. y Perea, M. (2015). Attentional capture by emotional scenes across episodes in bipolar disorder: Evidence from a free-viewing task. Biological Psychology, 108, 36–42.

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  • Psicología aplicada

Curso online gratuito: Realidad virtual en la educación

  • David Aparicio
  • 30/01/2017
La realidad virtual (VR) ya no es un accesorio, un invento futurista sin aplicación en la vida cotidiana. Cada vez hay más investigaciones que demuestran su utilidad dentro de la psicología y la educación. Sabemos que la innovación y las nuevas tecnologías pueden ser un poco intímidantes a la hora de incorporarlas dentro de los contextos más tradicionales como en la educación. Por suerte, existen propuestas innovadoras y fáciles de entender como la nueva propuesta del EducaLAB, del Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado en España. En este nuevo curso titulado: Realidad Virtual en Educación los profesores y todos los interesados en esta tecnología podrán aprender los conceptos básicos de la Realidad Virtual, sus posibilidades dentro de la educación, los formatos en que se pueden utilizar para así aprovechar todo su potencial. https://youtu.be/0PAVKH9-3Yk El curso inicia mañana, 31 de enero y termina el 14 de marzo del 2017. Es totalmente gratis, online, está avalado por el Ministerio de Educación Cultura y Deporte del Gobierno de España y al finalizar te entregarán un certificado online. Para conocer los detalles del curso y para inscribirte ingresa en la página de Educa LAB del Intef. Artículo relacionado: Realidad virtual en el consultorio: una revisión de Psious

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El hipo durante tres semanas que reveló una metástasis en el cerebro

  • David Aparicio
  • 29/01/2017
Ángela Bernardo describe en Hipertextual un caso muy raro de hipo y metástasis en el cerebro:

Un hombre de 68 años acudió a su médico después de sufrir durante tres semanas seguidas un hipo persistente. El paciente había sido intervenido anteriormente de un adenocarcinoma, un tipo de cáncer de pulmón, sin presentar signos de que el tumor maligno se hubiera diseminado más allá de sus pulmones y de sus ganglios linfáticos. Sin embargo, el hipo estaba causado por una metástasis en el cerebro. Su caso es descrito en el último número de la Revista Clínica Española.

El artículo describe muy bien este raro caso y también nos explica qué causa esos molestos hipos que todos hemos sufrido. Lee el artículo completo en Hipertextual.

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Qué es la envidia

  • David Aparicio
  • 27/01/2017

Excelente análisis científico de la envidia, escrito por: Ginés Navarro Carrillo, Ana María Beltrán Morillas, Inmaculada Valor Segura y Francisca Expósito, para la web Ciencia Cognitiva:

La envidia constituye una emoción de carácter social y desagradable con numerosas consecuencias perniciosas a nivel individual, interpersonal e intergrupal. En una reciente investigación examinamos la relación existente entre la envidia y otros constructos psicológicos como la autoeficacia, la autoestima, la sensación de control y la propensión a la emisión de comportamientos agresivos. Los resultados revelaron que una menor autoeficacia, autoestima y sensación de control predecían mayores niveles de envidia, así como que dicha emoción mediaba la relación entre la sensación de control y la proclividad a la manifestación de comportamientos agresivos de tipo verbal.

Valioso artículo explicativo de la envidia. Una emoción que todos hemos sentido y que aveces nos cuesta comprender y regular.

Lee el artículo completo en Ciencia Cognitiva.

Artículo recomendado: Aspectos psicológicos de la envidia.

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  • Psicología clínica

Signos comunes de ansiedad que todos deberíamos conocer

  • Alejandra Alonso
  • 27/01/2017
La ansiedad puede presentarse de varias formas, lo que tienen en común dichas formas es que suelen responder a una intolerancia a la incertidumbre y tener ciertas características psicológicas y físicas comunes. Como sucede con varios problemas de salud mental, todos experimentamos ansiedad a veces. Que pase a ser un problema depende de la cantidad y naturaleza de la misma, si quieres saber más sobre cómo la ansiedad se vuelve patológica, haz click aquí. La ansiedad en respuesta a eventos estresante es esperable y debemos recordar que sentir ansiedad a veces es sano. Pero una ansiedad severa como respuesta a eventos menores puede ser muy incapacitante. Es importante tener esto en cuenta cuando consideramos los signos de ansiedad.

Signos de ansiedad

Los siguientes son cuatro signos psicológicos muy comunes en estos trastornos:
  1. Tener una sensación frecuente de temor.
  2. Sensación de pánico, miedo e inquietud.
  3. Experimentar problemas de concentración.
  4. Sentirse constantemente nervioso o intranquilo.
Y a continuación, 6 signos físicos:
  1. Dificultad para respirar.
  2. Boca seca.
  3. Tensión muscular.
  4. Problemas para dormir.
  5. Mareos.
  6. Palpitaciones.
Es necesario resaltar que estos 10 signos no son exhaustivos, es decir que no representan la experiencia completa de una persona con problemas de ansiedad. Los sujetos suelen reportar una amplia gama de signos psicológicos y físicos. Algunas personas experimentan muchos síntomas y otras pocos. Para hacer un diagnóstico lo importante es el grado de gravedad de los síntomas y cómo afectan la vida del sujeto. Las personas que experimentan ansiedad severa o incapacitante la mayoría de los días deberían considerar buscar ayuda. Hay muchas terapias psicológicas efectivas para este tipo de dificultades. Como complemento de la ayuda profesional, puedes beneficiarte de los masajes, las técnicas de relajación y respiración y el ejercicio. Fuente: PsyBlog Imagen: Ansiedad en Shutterstock

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  • Psicología aplicada

¿Qué es y qué no es la psicología basada en la evidencia?

  • Sergio Garcia Morilla
  • 26/01/2017

La psicología es una ciencia, inmadura quizás, pero una ciencia. Una disciplina que acumula a sus espaldas un cuerpo de conocimiento amplísimo, que ha adquirido a lo largo de los años mediante una serie de procedimientos tales como la observación estandarizada, el análisis de datos y la descripción de fenómenos psicológicos. Su intención es formular hipótesis o explicaciones sobre el origen y naturaleza de dichos fenómenos, y de esta forma poder elaborar predicciones y cambios en función de objetivos establecidos de antemano.

Con el paso del tiempo, la psicología se ha ido colocando en el lugar que le correspondía respecto al reconocimiento como profesión sanitaria y como disciplina científica. Pero como dije antes, es inmadura, necesita avanzar con pasos firmes y sólidos. Para ello es necesario que todas sus teorías o modelos explicativos (que desafortunadamente son muchos, variados y en ocasiones contradictorios) así como los tratamientos y técnicas de intervención relacionados con cada modelo se sometan a un escrutinio científico riguroso e intenso. Aquí es donde entra en escena la Psicología Basada en la Evidencia (PBE por sus siglas) pero, ¿Qué es exactamente es BPE?

Lo que si es la psicología basada en la evidencia

La psicología basada en la evidencia es un modelo metodológico, una serie de procedimientos que pretenden legitimar tratamientos, técnicas y teorías (sin importar su orientación o modelo) que presenten suficientes pruebas empíricas de calidad que respalden sus resultados. Su práctica supone integrar la experiencia del profesional (juicio clínico) con la mejor evidencia obtenida de la investigación sistemática.

El profesional que apoye la PBE adquiere un doble compromiso. El primero, que conozca cuál es la mejor evidencia empírica disponible. Esto supone la necesidad de actualización constante y la consulta de fuentes fiables, adecuadas y rigurosas. Y la segunda, que solo seleccione el tratamiento o técnica psicológica que haya demostrado tener las mejores pruebas de su efecto. Ante igualdad de condiciones elegirá el más breve o sencillo de aplicar (principio de parsimonia). El profesional no puede, bajo ningún concepto, basar su ejercicio profesional solo en su experiencia personal sin tener pruebas científicas que apoyen su aplicación práctica y toma de decisiones. Es decir, el “a mí me funciona” o “a mis pacientes les funciona”

Sin más, implica la violación del artículo 18 del código deontológico.

La práctica de la Psicología Clínica Basada en Pruebas posee, en esencia, los mismos fundamentos que la Medicina Basada en la Evidencia de donde coge su nombre. Aclarar que en español existe el debate sobre si la traducción del término “Evidence Based Medicine” sería en realidad “Medicina Basada en Pruebas”, ya que el término evidencia puede tener una connotación un tanto “filosófica” más que científica de certidumbre clara. La palabra “pruebas” tiene una interpretación más relacionada con la experimentación, más “científica”. El debate sigue abierto.

La PBE es la manifestación más clara del escepticismo metodológico en psicología. Puede resumirse en el hecho de que los que practican PBE dudan de toda afirmación que no esté respaldada por evidencia suficiente y pertinente. Lo que se pretende, a largo plazo, es que no proliferen modelos, teorías o tratamientos cuyos fundamentos no estén debidamente probados. Pero también controlar y evitar que cualquier teoría, modelo o idea relacionada con la psicología, por infundada que sea, tenga el mismo estatus científico que las teorías que han sido bien contrastadas. Sobre todo para no liar más a los profesionales que están ejerciendo como pasa en la actualidad.

Lo que no es la psicología basada en la evidencia

Una torre de marfil donde se resguarda la verdad absoluta de la psicología. La verdad absoluta no se puede alcanzar por la evidencia científica, ni se pretende. El estudio de la realidad siempre va acompañada de un grado importante de incertidumbre. El psicólogo que apoya la PBE tiene que tener su “mente abierta” al cambio (sin que se le caiga el cerebro al suelo) respaldado por la investigación científica.

No todos los estudios son PBE. Un error frecuente es encontrar la defensa de un tratamiento porque “un estudio dice que”. La calidad de la evidencia de un estudio está directamente relacionada con el tipo de diseño de investigación que se utilice en el mismo. Por lo que hay que ir con cuidado, hay varios grados de evidencia. Tenemos que saber discriminar la calidad de la metodología usada, de ahí el escepticismo metodológico del que hablaba antes.

No es una metodología perfecta ni excluye otras variables en terapia. Pero es la mejor orientación para avanzar en el conocimiento psicológico sobre el efecto de la intervención clínica. Lógicamente, la evidencia encontrada no sería útil si acabara en manos de un psicólogo sin habilidades terapéuticas o un mínimo conocimiento de diagnóstico previo, ya que cometería errores de base en la intervención.

No es garantía de buen ejercicio profesional. Hacer intervención clínica sin conocer la evidencia científica hará de nuestra práctica profesional algo obsoleto y puede poner en riesgo la salud o los recursos de nuestros pacientes. Pero de igual forma, apoyarte en la mejor evidencia sin contar con la experiencia clínica es arriesgado. La calidad del profesional se asienta en dos pilares básicos: el conocimiento veraz y riguroso, y la experiencia.

La idea es que los tratamientos psicológicos que cumplan con los requisitos derivados de este sistema o modelo sean los tratamientos de primera elección en los de servicios públicos y centros privados de salud.  Para ello, es necesario un conocimiento básico en lo qué es el método científico y su metodología. Si como psicólogo dudas de la veracidad de un estudio, siempre puedes acudir a las Guías de Práctica Clínica. No olvidemos que los psicólogos clínicos y sanitarios no decidimos qué tratamiento aplicar a nuestros pacientes, de eso ya se ocupan los especialistas. Nosotros debemos ocuparnos de elegir y aplicar el tratamiento avalado científicamente de la mejor manera posible.

Si queremos que la psicología se consolide como una ciencia debemos hacer la más difícil y desagradecida de todas las tareas dentro de la profesión: cribar lo eficaz, efectivo y eficiente de lo que no lo es en nuestro ejercicio profesional. Y es aquí donde nuestra opinión personal y nuestras creencias no importan, como decía Holbach todo debate, de cualquier tipo, ético o moral debería partir siempre de los hechos científicos. A partir de aquí, hablemos.

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Imagen: Unsplash

Bibliografía:

  • Chambless, D. L.; Baker, M.J.; Baucom, D.H.; Beutler, L.E.; Calhoun, K.S.; Crits-Christoph, P.; Daiuto, A.; deRubeis, R.; Detweiler, J.; Haga, D.A.F.; Johson, S.B.; McCurry, S.; Mueser, K.T.; Pope, K.S.; Sanderson, W.C.; Shoham, V.; Stickle, T.; Williams, D.A.; & Woody, S.R. (1998). An update on empirically validated therapies II. The Clinical Psychologist, 51, 3-16.
  • Chambless, D.L. & Hollon, S. (1998). Defining empirically-suported therapies. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 66, 7.18.
  • Echeburúa et al., (2010). Terapias psicológicas basadas en evidencia: Limitaciones y retos del futuro.
  • Frías, M. y Pascual, J. (2003). Psicología clínica basada en pruebas: efecto del tratamiento. Papeles del Psicólogo, 85, 11-18.
  • Sackett, D.L.; Rosenberg, W.M.C., Gray, J.A.M. & Richardson, W.S. (1996). Evidence based medicine. What it is and what it isn’t. British Medical Journal, 312, 71-72.

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  • Psicología clínica

Lentes e interfaces: Pasos hacia la post-integración en psicoterapia

  • Javier Mandil
  • 26/01/2017

Dedicado con admiración y respeto a Héctor Fernández Álvarez, por parte de un discípulo espiritual, quizás inquieto en exceso.

Aún en el aparentemente complejo título que antecede a estos párrafos, gracias a Ockham y su célebre navaja, resulta bastante simple definir algunos de sus términos: Una lente es un adminiculo óptico resultante de la manipulación del vidrio u otros cristales a fines de suscitar correcciones o aún alteraciones con funciones especializadas en la perspectiva visual: piénsese, por ejemplo, en las lupas o microscopios, orientados a restringir el campo visual en un punto específico de un fenómeno y aumentar el tamaño de esta área a los fines de una observación detallada. El concepto de interface es habitual en las tecnologías de la comunicación e información  y también en el campo de la biología, para referir a dispositivos o superficies de contacto e intercomunicación entre sistemas, que manejan un lenguaje e inclusive una forma de organización disímil, pero, sin embargo, necesariamente compatibles entre sí. Esta intercomunicación tiene un propósito específico, en tanto el trabajo conjunto e interactivo entre estos sistemas suele dar como resultado procesos y productos más ricos y potentes.

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¿Por qué hablar de lentes e interfaces?

En ciertas áreas complejas de la clínica psicoterapéutica, adscribir escolásticamente a un modelo único, o es una auto-limitación a fines de marketing  (de la cual el que escribe no está exento en numerosas circunstancias, por supuesto) o un contra-sentido. Comencemos por la clínica de niños y adolescentes: por una parte la consulta está motivada por una gama muy amplia de trastornos y de características idiosincrásicas que, de acuerdo a la literatura basada en la evidencia, responden a determinantes múltiples: sabemos, por ejemplo, que el trastorno bipolar infanto juvenil posee una etiología neurobiológica y hereditaria. Sin embargo, características del contexto como la emoción expresada y la organización de los ritmos sociales afectan su evolución. Así mismo, dada la intensidad de sus manifestaciones conductuales, es muy usual que el joven consultante y sus familiares participen en aprendizajes poco efectivos, que suelen decantar en comorbilidades y otras complicaciones del cuadro. Y, paralelamente, funciones cognitivas como la resolución de problemas, tienden a sub-ejercitarse por parte de los consultantes que afrontan estas dificultades (Kendall y Braswell, 1993).
En ciertas áreas complejas de la clínica psicoterapéutica, adscribir escolásticamente a un modelo único, o es una auto-limitación a fines de marketing o un contra-sentido
Con lo cual, al hablar de trastorno bipolar en jóvenes (podríamos incluir una gama amplia de cuadros como el TDAH, la esquizofrenia infantil, y los TEA  al referir a este problema), hemos de incluir determinantes neurobiológicos, cognitivos, conductuales y contextuales para realizar una precisa formulación del caso. Así mismo, si bien la Terapia Cognitivo Conductual (TCC), es la que cuenta con más evidencia para una gama de problemáticas diversas en el área, su soporte empírico no es exhaustivo a todos los motivos de consulta. Ante diversos trastornos disruptivos, son los programas de entrenamiento a padres en modificación de contingencias, el gold standard de los tratamientos con sustento científico (Ollendick y Neville-King, 2010). En el trastorno bipolar juvenil, la evidencia incipiente se aplica a las terapias de ritmos sociales y las orientadas a la optimización de la comunicación familiar (Goldstein, 2016). En el Trastorno Disocial en Adolescentes, es la terapia Multisistémica, un  modelo integrativo con base conceptual ecológica y socio-cultural, la que se registra como probablemente eficaz (Henggeler, 2009). Y respecto a la anorexia restrictiva en adolescentes, el modelo de Terapia Familiar del Maudsley Institute, de origen sistémico y bio-médico, es el que cuenta con importante evidencia (Duthu et al., 2016). Al no ser especialista, pero si inevitable conocedor del área, me permitiré hacer una presentación más resumida en lo que atañe a otra gama de motivos de consulta complejos en la clínica psicoterapéutica: los Trastornos de la Personalidad. Si bien es cierto que la Terapia Conductual Dialéctica (DBT), basada en el célebre modelo bio-social, constituye el gold standard para el tratamiento del Trastorno Límite (Linehan, 1993), este dispositivo constituye una opción costosa y no siempre viable. Resulta criterioso entonces, aunque cuenta con menor evidencia a la fecha, tomar en cuenta la alternativa propuesta por la Terapia basada en la Mentalización, debido a su favorable diferencia respecto a sus costos de implementación (Bateman y Fonagy, 2006). Así mismo, para otros trastornos de la personalidad como los Evitativos, Dependientes y Obesivos, entre otros, es el modelo cognitivo de la Terapia Centrada en Esquemas el que cuenta con evidencia considerable (Young, Klosko, Weishaar, 2006). Esto nos lleva a una emisión de opinión fuertemente discutible, pero tal vez inevitable: en su mayoría, los modelos “puros” más investigados en psicoterapia tienen su sustento en la especialización respecto a áreas específicas, restringidas y que muchas veces no toman en cuenta complejidades habituales en la consulta cotidiana: gravedad, comorbilidad, cronicidad, entornos disfuncionales, carencia de recursos instrumentales y afectivos, etc. (Castonguay y Beutler,2005). Es en este punto que, en cierto sentido, denominarse a uno mismo, por ejemplo como “Terapeuta TCC” o “Practicante de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT)”, cuando se trabaja en relación a estas áreas, suele ser, ni más ni menos que una sobre-simplificación de un accionar a fines comunicacionales, inter-institucionales y porque no, publicitarios. Nadie puede ser un “Terapeuta TCC standard puro” al trabajar con los niños y sus familias. Difícilmente se pueda ser solamente un “Terapeuta DBT” si se aborda, con base en la evidencia, una gama amplia de motivos de consulta relacionados con los trastornos de la personalidad. Podría resultar útil, repasar brevemente en este apartado, dos de los históricos desarrollos teóricos y metodológicos en psicoterapia, orientados a abordar la complejidad y la diversidad en la clínica cotidiana: el eclecticismo y la integración. Respecto al primero, si bien registra una gama amplia de variantes, podemos a fines de circunscribir la temática, centrarnos en la más investigada: el eclecticismo técnico. Uno de los modelos precursores más difundidos ha sido la Terapia Multi-Modal de Lazarus (1981), en sus orígenes de fuerte impronta cognitivo conductual pero que, con el correr del tiempo ha ido incorporando elementos sociales, interpersonales y experienciales en su marco metodológico. Posteriores modelos de eclecticismo técnico como la Psicoterapia Prescriptiva y la Selección Sistemática de Tratamientos (Beutler y Harwood, 2000), han enfatizado el desarrollo de marcos orientados a organizar la tipología, secuencia e intensidad de intervenciones de origen teórico heterogéneo, considerando su adecuación de acuerdo a diferentes características idiosincrásicas de los consultantes y sus contextos de referencia. En suma, los eclecticismos técnicos, atentos a que diferentes técnicas psicológicas de origen heterogéneo, cuentan con un importante sustento empírico para el abordaje de particularidades idiosincrásicas de los motivos de consulta, prescinden de un desarrollo teórico para circunscribirse a la descripción detallada y organizada de principios flexibles para la intervención. En el otro polo de los desarrollos orientados al abordaje de la complejidad clínica y la flexibilización conceptual encontramos, históricamente, a la Integración en Psicoterapia. Se trata de marcos teórico-metodológicos amplios, dirigidos a abordar diferentes variables que determinan la etiología y el mantenimiento de los motivos de consulta, no solo desde un sistema prescriptivo técnico, sino también desde la base de un fundamento teórico que explica el desarrollo de las personas, sus vulnerabilidades y fortalezas. Generalmente se trata de emprendimientos conceptuales que recogen elementos de los sistemas teóricos más investigados y/o consensuados  a través de la historia del desarrollo de la disciplina y los reformulan en una nueva conceptualización global más abarcativa y flexible. Célebres son en este sentido, por ejemplo, los desarrollos de Paul Watchel (1977), resultantes de una integración entre presupuestos psicodinámicos y conductuales. O los del Argentino Héctor Fernández Álvarez (1992), orientados a considerar en manera evolutiva la interacción de aspectos psicodinámicos, cognitivos, conductuales y contextuales en la constitución de la personalidad. Todos estos emprendimientos apuntan admirablemente a resolver la evidente dificultad que implica la elucidación de comunes denominadores conceptuales en la proliferación de más de 400 modelos de psicoterapia desarrollados a la fecha, permitiendo así mismo la delimitación e intervención respecto a ese complejo, múltiple y delicado sujeto de estudio que es el ser humano. Sin embargo, con todo el respeto y admiración que estas perspectivas me merecen (no puedo evitar reconocer en este espacio a Héctor Fernández Álvarez como uno de los principales maestros e inspiradores de mí propio recorrido profesional), no dejan de presentar dificultades y contradicciones, difícilmente resolubles en su propio desarrollo epistémico: Muchas veces, las perspectivas integrativas sufren de cierta dificultad en la delimitación precisa de los conceptos y métodos descriptos y otras veces el proceso mismo de integración es parcial. De hecho, posiblemente hoy en día, podríamos pensar al notable modelo propuesto por el Dr. Fernández Álvarez como una  reformulación cognitivo-constructivista que abduce y retraduce conceptos provenientes de otros marcos al susodicho paradigma de base. Por ejemplo, la conceptualización referente a la organización evolutiva y jerárquica de las estructuras de significado, descripta por el Dr. Fernández  Álvarez (1992), si bien incorpora aportes de la psicología evolutiva y el psicoanálisis, es más cercana en su núcleo epistémico a las concepciones dialécticas del desarrollo de la organización cognitiva personal, propuestas por autores como Guidano y Liotti (1983). Así mismo, en la explicación de la injerencia de las experiencias emocionales en la constitución de la identidad, si bien se rescatan con infinita perspicacia los proféticos desarrollos de las psicoterapias humanistas, estos son reinterpretados desde una visión constructivista de los procesos de desarrollo del sí-mismo. Es decir que, en un punto, los modelos integrativos, a pesar de sus invaluables aportes, suelen dejar ciertos interrogantes sin resolver que podrían cuestionar, inclusive, su propia definición. ¿Es la integración una interacción equitativa de postulados trans-teóricos o en general consiste en la abducción y reinterpretación de conceptualizaciones heterogéneas sobre la base de un paradigma teórico específico como, por ejemplo, el cognitivo-constructivista? ¿Es la integración una alternativa económica en relación a su sustento en la investigación científica? ¿Los hallazgos previos sobre la eficacia de los presupuestos inherentes a cada teoría son suficientes o el desarrollo de un nuevo modelo integral que las abarca requiere nuevos esfuerzos de investigación? Y, por último, un planteo que no es ajeno a los grandes relatos, en estos tiempos meta-modernos: ¿Es posible que la integración en psicoterapia sea una admirable Utopía cuestionada por la propia heterogeneidad, diversificación y proliferación de los modelos integrativos? ¿La emergencia de cada modelo integrativo, no estaría agregando a partir de su desarrollo, una cifra más al impactante número de más de 400 escuelas registradas en la historia de la psicoterapia? En este sentido, cuando se observa el desarrollo de modelos complejos como la DBT, originariamente concebidos como propuestas integrativas orientadas a abordar presentaciones clínicas complejas (Linehan, 1993), uno no puede dejar de preguntarse si la integración no es un tiempo lógico previo al desarrollo de una identidad autónoma y diferenciada en un nuevo modelo terapéutico.

Un modelo posible para la comunicación trans-teórica en la actualidad

A posteriori de la exposición de semejantes cuestionamientos respecto a estos admirables esfuerzos teóricos y metodológicos, orientados al abordaje de la heterogeneidad y la complejidad clínica, resultaría extremadamente cínico no expresar, con la mayor humildad posible, aunque sea una pequeña propuesta orientada a favorecer de una manera alternativa el diálogo trans-teórico y la resolución de los interrogantes que subsisten en nuestros consultorios. A este fín, intentaré cerrar el círculo retomando las definiciones expuestas al inicio del presente artículo. Posiblemente, la diversidad teórica, metodológica y clínica creciente (en las últimas décadas, felizmente, la psicoterapia ha engrosado aún más el ámbito presumiblemente efectivo de su accionar), hacen que a la fecha el desarrollo de grandes relatos teóricos y metodológicos sea poco viable. Tampoco considero posible que un eclecticismo intuitivo o un pastiche teórico personal a cada terapeuta, sea una respuesta rigurosa que contemple con seriedad el abordaje del sufrimiento de quienes consultan. Consciente del riesgo inherente a mi propia pretenciosidad, me resulta inevitable trazar nuevamente y como tantos otros, un paralelismo con algunos cuestionamientos que dieron origen a postulados fundacionales de la mecánica cuántica. Consideremos, a modo de metáfora, el Principio de Incertidumbre  propuesto por Heisenberg (1925). A grandes rasgos, este explica que, al intentar estudiar con mayor precisión y simultáneamente, múltiples variables inherentes a un fenómeno complejo, mayor es el grado de inexactitud en los resultados. Por ejemplo, es imposible determinar con precisión y simultáneamente ciertos pares de variables físicas como la posición y la velocidad de una partícula. En este sentido, las diferentes variables dinámicas que intentamos medir se definen de manera operacional, es decir, en términos relativos al procedimiento experimental, el instrumento de medida utilizado y el modo en que tal instrumento es implementado. Así mismo, reconoce que las medidas resultan perturbadas por las características del propio instrumento y metodología de observación. Por ejemplo, para intentar medir la posición y la velocidad de un electrón, es necesaria la emisión de fotones que chocarían con el electrón, con lo cual se estaría modificando su posición y velocidad. Es decir que el propio sistema de medición estaría modificando los datos, determinando que los resultados de la propia observación sean solamente aproximados, introduciendo un margen de error imposible de ser reducido a cero, más allá de la precisión de los instrumentos.
un sano eclecticismo técnico y una selección sistemática de tratamientos, es una necesidad ineludible pero no suficiente
¿Es demasiado osado trazar esta analogía en relación a las múltiples y simultáneas variables que tenemos que determinar, a los marcos de referencia e instrumentos múltiples a los que tenemos que recurrir por ejemplo, al evaluar a una adolescente con desregulación emocional, con aparente carga genética registrada en el ambiente familiar, alto conflicto entre los padres, importante nivel de emoción expresada en el entorno  y poca adherencia y/o observancia del encuadre terapéutico? ¿No es condición necesaria recurrir a “lentes” e instrumentos diversos para delimitar una formulación clínica lo suficientemente exhaustiva del caso y para diseñar estrategias flexibles de intervención? En este sentido mi propuesta se dirige simplemente, a considerar marcos teóricos y metodológicos diversos pero, en cierta medida compatibles, a la manera de diferentes lentes a los cuales podemos recurrir para observar variables y aspectos específicos de los motivos de consulta. Los medios de comunicación entre sistemas teóricos y metodológicos afines consistirán ni más ni menos que en la implementación de “interfaces conceptuales”, es decir, niveles explicativos destinados al señalamiento de paralelismos, solapamientos funcionales entre conceptos, en conjunción al esclarecimiento de las inevitables diferencias teóricas y metodológicas entre sistemas conceptuales razonablemente compatibles (Barnes-Holmes et al., 2004). Probablemente, dichos niveles explicativos o interfaces podrían aplicarse especialmente respecto a la interrelación entre las diversas terapias cognitivas y conductuales, los modelos interpersonales y contextuales, los neurobiológicos y sociológicos con base en la evidencia. En este sentido, posiblemente sea más viable trazar paralelismos o solapamientos funcionales entre conceptos provenientes de marcos conceptuales enmarcados en las teorías contextuales, cognitivas y del aprendizaje, que entre conceptos basados en las teorías del procesamiento de la información y los supuestos sustentados en la teoría de la libido o la determinación sexual de los síntomas neuróticos. La ventaja de semejantes “interfaces explicativas” es la posibilidad de comunicar sistemas diferentes pero compatibles entre sí, sin necesidad de alterar la propia coherencia interna de cada marco conceptual. Por poner un ejemplo: va a ser claro que la Terapia Cognitiva Comportamental , La Terapia Conductual Dialéctica, los Modelos Neurobiológicos, los Programas de Entrenamiento a Padres para el Manejo de Conductas Disruptivas  e inclusive ciertos Modelos de Terapia Familiar tendrán importantes puntos de contacto y objetivos en común, a la vez que importantes divergencias en la metodología y en sus bases conceptuales. Las diferencias epistemológicas entre los diversos sistemas o marcos teóricos no requerirán re-traducirse o asimilarse entre sí. Simplemente se precisarán sus puntos de afinidad y heterogeneidad teórico-metodológica, en pos de elucidar la adecuación de un modelo particular de tratamiento a cada caso, necesidades del consultante e, inclusive, momentos particulares del proceso terapéutico. Continuando con el paradigmático caso de una consultante adolescente con desregulación emocional, es posible que, de no contar con los recursos y la disponibilidad de un equipo DBT y de que se trate de una joven que registra un buen funcionamiento y suficiente soporte familiar, pueda verse beneficiada con un tratamiento TCC o ACT de acuerdo a las características de estilo, idiosincrasia y preferencias de la joven. Sin embargo es probable que, en caso de que el funcionamiento global de la consultante esté severamente afectado y/o que registrase conductas de riesgo, el tratamiento DBT sea una necesidad ineludible. Así mismo, en caso de que el funcionamiento global de la consultante pueda verse beneficiado por el trabajo interdisciplinario médico-psicológico probablemente la interconsulta sea de suma importancia (Miller, Rathus y Linehan, 2007). Por otra parte, puede ocurrir que, en las primeras entrevistas de evaluación o fases de pre-tratamiento, se evidencie que la consultante no presenta la más mínima motivación para participar en el proceso terapéutico y/o que los adultos a cargo no cuentan con herramientas adecuadas para orientarla hacia la responsabilización  por su propia mejoría. El trabajo con los contextos de referencia y la provisión de herramientas para el soporte y la gestión de las conductas problemáticas, a partir de un programa psicoeducativo dirigido a los padres, probablemente sea, en estas circunstancias, una precondición necesaria a la implementación de cualquier tipo de tratamiento que requiera la participación activa de la joven. Como se puede observar, al considerar la complejidad e idiosincrasia de los motivos de consulta, un sano eclecticismo técnico y una selección sistemática de tratamientos, es una necesidad ineludible pero no suficiente: cualquier profesional con experiencia clínica reconoce la necesidad del desarrollo de lenguajes comunes entre los profesionales de diversa orientación implicados en un tratamiento, así como algún tipo de concepción global y consensuada orientada a explicar las particularidades de los usuarios y de los motivos de consulta. De no existir algún sistema formal dirigido al desarrollo de consensos y lenguajes comunes, estos de todas formas se suscitan en manera intuitiva y, por lo tanto no siempre rigurosa y efectiva.

la necesidad del desarrollo de lenguajes comunes y sistemas de consenso que no afecten la coherencia interna de cada modelo terapéutico en particular es necesaria

Y es en este punto que la necesidad de interfaces teórico-explicativas habría de ser considerada. En suma, dada la complejidad inherente al ser humano, sus circunstancias y los contextos donde se desarrollan las consultas, probablemente debamos recurrir a lentes diversos, es decir sistemas conceptuales diferentes, en pos de focalizar y realizar una observación detallada y especializada de variables específicas que co-determinan las características de los motivos de consulta, sus particulares desafíos y las fortalezas a partir de las cuales orientamos el cambio terapéutico. Cada marco teórico y metodológico será capaz de proveernos las herramientas para la comprensión e intervención respecto a diferentes variables críticas a la conceptualización clínica. Pero, en la búsqueda de un accionar consistente, la necesidad del desarrollo de lenguajes comunes y sistemas de consenso que no afecten la coherencia interna de cada modelo terapéutico en particular es necesaria.

El desarrollo de interfaces en psicoterapia

Ilustraremos en manera resumida una forma posible de desarrollo de interfaces teórico-metodológicas en el cuadro a continuación, en el que se destacan cuatro intervenciones prototípicas en relación a diferentes modelos terapéuticos. Como se puede observar, una interface conceptual lo suficientemente exhaustiva debería incorporar al menos tres dimensiones imprescindibles: la especificación del Marco Conceptual y Metodológico de Origen, la descripción de Solapamientos Funcionales y Finalidades Comunes Trans-Teóricas entre marcos de tratamiento compatibles y la consideración de Especificidades Teórico-Metodológicas de la intervención evaluada.   De todas formas, es importante considerar que no es cada intervención en manera aislada lo que hace la diferencia, sino el marco metodológico global, la estrategia terapéutica y la finalidad que orienta su implementación. En lo que probablemente los profesionales intervinientes habrán de desarrollar sólidos acuerdos, es en la finalidad de los tratamientos y en el modelo de salud mental a partir del cual el proceso terapéutico será orientado.

Desafíos pendientes en la comunicación Trans-Teórica

No puedo proceder a finalizar este artículo sin realizar una pequeña pero imprescindible digresión. Aún esta modesta propuesta para la intercomunicación teórico-metodológica en casos complejos, presenta puntos indecidibles. Estos son, ni más ni menos que la particular concepción de salud mental y del desarrollo personal a la que adscribe cada profesional interviniente. Pueden ser en algún punto inconciliables, por ejemplo, las concepciones normativas basadas en el DSM, referentes a la mejoría terapéutica entendida como ausencia o disminución de la sintomatología, a la que adscriben tradicionalmente modelos como la TCC standard (Caro, 1997), en contraposición al concepto de normalidad destructiva sustentado por la Terapia de Aceptación y Compromiso (Hayes, Strosahl y Wilson, 1999). En base a dicha consideración de múltiples procesos destructivos como inherentes a la vida “supuestamente normal”, se considera que el sufrimiento humano es inevitable en la cotidianeidad de las personas, siendo la aceptación del dolor psicológico y el compromiso respecto a acciones orientadas a valores, brújulas posibles para el crecimiento personal. En suma, probablemente la divergencia entre estas concepciones fundamentales a la orientación de un proceso terapéutico, requieran de una decisión comprometida, idiosincrásica y consensuada  entre los profesionales intervinientes en un caso clínico: ¿Qué esperamos que logren nuestros consultantes al cabo de un proceso terapéutico? ¿Cuál es la finalidad de nuestro ejercicio profesional? Sin embargo, posiblemente  estas discusiones excedan a la adscripción respecto a una vertiente teórica en particular y precisen enmarcarse en el ámbito de la filosofía, las elecciones y los compromisos personales de cada terapeuta. En este sentido, quizás sea beneficioso dejar estas dudas como puntos de partida a subsiguientes procesos reflexivos por parte del lector y finalizar, en este punto, el presente artículo. Imagen:​ Matt Neale en Flickr Bibliografía: Barnes-Holmes, D., Staunton, C., Barnes-Holmes, Y., Whelan, R., Stewart, I.,Commins, S., Walsh, D., Smeets, P., Dymond, S. (2004). Interfacing Relational Frame Theory with Cognitive Neuroscience: Semantic Priming, The Implicit Association Test and Event Related Potentials. International Journal of Psychology and Psychological Therapy. 4 (2), 215-240. Bateman, A. & Fonagy, P. (2006). Mentalization Based Treatment for Borderline Personality Disorder: A Practical Guide. New York: The Guilford Press. Beutler, L. E., & Harwood, T. M. (2000). Prescriptive psychotherapy: A practical guide to systematic treatment selection. New York: Oxford University Press. Caro Gabalda, I. (2007). Introducción al Modelo Cognitivo en Psicoterapia. En I. Caro (comp.) Manual Teórico Práctico de Psicoterapias Cognitivas. Bilbao: Desclée de Brouwer Castonguay, L. & Beutler, L. (2005).Principles of Therapeutic Change that Works. Oxford: Oxford University Press. Duthu, F., Campbell, M., Leoni, Y. & Eisler, I. (2016). Terapia Cognitiva Comportamental para Adolescentes con Bulimia Nerviosa. En Gomar M., Mandil, J. y Bunge, E. (comps.) Manual de Terapia Cognitiva Comportamental con Niños y Adolescentes. Buenos Aires: Akadia. Fernández Álvarez, H. (1992). Fundamentos de un Modelo Integrativo en Psicoterapia. Buenos Aires: Paidos. Goldstein, T. (2016). Abordajes Terapéuticos basados en la Evidencia para el Tratamiento de Jóvenes con Trastorno Bipolar. En Gomar M., Mandil, J. y Bunge, E. (comps.) Manual de Terapia Cognitiva Comportamental con Niños y Adolescentes. Buenos Aires: Akadia. Guidano, V. & Liotti, G. (1983). Cognitive Processes and Emotional Dissorders.: A Structural Approach  to Psychotherapy. New York: The Guilford Press. Heisenberg, W. (1925). Citado en R. Álvarez Nodarse (2015). Una Introducción a la Mecánica Cuántica para “No Iniciados”. Sevilla: Departamento de Análisis Matemático, Facultad de Matemáticas. Universidad de Sevilla. Kendall, P. & Braswell, L. (1993). Cognitive Behavioral Therapy for Impulsive Children. New York: The Guilford Press. Lazarus, A. (1981). The Practice of Multymodal Therapy: Systematic, Comprehensive and Effective Psychotherapy. New York: Mc Graw-Hill. Linehan, M. (1993). Cognitive Behavioral Treatment for Borderline Personality Disorder. New York: The Guilford Press. Hayes, S., Barnes-Holmes, D. & Roche, B. (2001). Relational Frame Theory: A Post Skinnerian Account of Human Language and Cognition. New York: Plenum Publishers. Hayes, S., Strosahl, K. & Wilson, K. (1999). Acceptance and Commitment Therapy. An Experiential Approach to Behavior Change. New York: The Guilford Press. Henggeler, S., Schoenwald, S., Borduin, C., Rowland, M. & Cunningham, M. (2009). Multisystemic Therapy for Antisocial Behavior in Children and Adolescents. New York: The Guilford Press. Miller, A., Rathus, J. & Linehan, M. (2007). Dialectical Behavior Therapy with Suicidal Adolescents. New York: The Guilford Press. Ollendick, T. & Neville King, J. (2010). Empirically supported treatments for children and adolescents. In P. Kendall (Comp.), Child and Adolescent Therapy. New York: Guilford Press. Young, J., Klosko, J. & Weishaar, M. (2006). Schema Therapy: A Practicioner´s Guide. New York: The Guilford Press. Watchel, P. (1977). Psychoanalysis and Behavior Therapy. New York: Basic Books.
El uso del concepto “interface” en esta propuesta, está inspirado por su aplicación en el artículo de Barnes-Holmes et al. (2004), donde los autores reportan hallazgos referentes a solapamientos funcionales entre conceptos propios de la Teoría de los Marcos Relacionales (RFT) y las Neurociencias. Dichos planteos son, a mi criterio, impactantes y promisorios, aunque infelizmente no hayan sido suficientemente desarrollados en posteriores emprendimientos.

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  • Psicología clínica

Depresión postparto sería un tipo distinto de depresión, sugiere estudio

  • Rita Arosemena P.
  • 25/01/2017
Los síntomas de la depresión postparto, entre los cuales se incluye la pérdida de apetito, la irritabilidad y el distanciamiento de los amigos y familiares, podrían corresponder a una forma distinta y única de depresión, de acuerdo con un estudio neurobiológico publicado por «Trends in Neurosciences».  La investigación abarcó la observación de la actividad y cambios neuronales en mujeres con síntomas de depresión postparto; más adelante, se estableció una comparación con la actividad cerebral de personas diagnosticadas con depresión mayor que no habían tenido hijos. La evidencia indica que los patrones neuronales de las mujeres con depresión postparto son diferentes a los de pacientes con depresión mayor. Una de estas características distintivas es que la amígdala (que usualmente se muestra hiperactiva en personas con ansiedad y depresión) se observa menos activa en mujeres con depresión postparto.
resulta impactante la escasa investigación disponible en torno a la depresión postparto, tomando en cuenta que entre el 10 y 20 por ciento de las mujeres desarrolla esta condición
Hallazgos anteriores sugieren que los desórdenes del estado de ánimo que afectan a las mujeres luego de dar a luz no solo las afectan a ellas sino también a los recién nacidos. Las madres con depresión o ansiedad postparto son más propensas a emplear el castigo físico con sus hijos, lo cual puede dificultar la creación de un vínculo materno filial sano y robusto. A largo plazo, la depresión y la ansiedad que experimentan algunas madres podría afectar gravemente la salud de los recién nacidos y repercutir en su crecimiento. De hecho, los hijos de madres con depresión tienden a enfermarse más y requerir con más frecuencia y carácter de urgencia los servicios de salud. A pesar de esto (y de lo común de la condición), la depresión postparto se enlista en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-5) como «depresión perinatal», una extensión del trastorno de depresión mayor. La ansiedad postparto, por otro lado, ni siquiera se incluye en el DSM-5, ya que se considera un síntoma prevalente de la depresión postparto. Para la neurocientífica y co-autora del estudio, Jodi Pawluski de la Universidad de Rennes, resulta impactante la escasa investigación que se ha realizado en torno a la depresión postparto, tomando en cuenta que entre el 10 y 20 por ciento de las mujeres durante y después del embarazo desarrolla esta condición. Sumando esto a las repercusiones que la depresión puede tener en los recién nacidos durante su crecimiento inicial, es evidente que la profundización científica es necesaria para entender mejor la complejidad del proceso de maternidad y definir cómo puede este influir en el desarrollo de trastornos mentales en las mujeres. «Si podemos mejorar la salud y el bienestar de la madre, podemos mejorar la salud y el bienestar de los niños y sus familias«, dice Pawluski. Fuente: Psypost | Trends in Neurosciences

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