Al rededor del mundo los países están preocupados por la baja natalidad y están haciendo todo lo posible para que las mujeres tengan más hijos:
Durante los últimos años, he llevado una lista de planes descabellados que varios gobiernos y funcionarios han propuesto para aumentar la tasa de natalidad en sus envejecidos países. Algunos de los más creativos proceden de Rusia.
El alcalde de una ciudad del suroeste de Rusia animó a los hombres a “acercarse sigilosamente a sus mujeres para que nazcan 10.000 niños en exactamente nueve meses”. Algunas regiones están dando bonos de pagos fijos a las mujeres que se convierten en madres mientras aún están en la escuela, y una versión rusa del programa de la MTV 16 y embarazada, que originalmente desalentaba el embarazo adolescente, se ha rebautizado como Mamá a los 16, con el fin de promoverlo. Un político animó a las mujeres a llevar minifaldas para aumentar los nacimientos, mientras que un funcionario del Ministerio de Educación del país abogó por las “discotecas escolares” para fomentar el “romanticismo infantil”. Un ministro de salud regional ha dicho a los rusos que mantengan relaciones sexuales durante las pausas en el trabajo.
Otras estrategias más racionales:
El régimen más favorable a la mujer y a la natalidad que he conocido hasta ahora es el de Dinamarca, donde se subvencionan las guarderías y se concede un amplio permiso parental. El ministerio de salud pública, que ha ofrecido gratuitamente la fecundación in vitro tanto a mujeres solteras como a parejas hasta que la mujer cumple 41 años, ha empezado recientemente a cubrir el tratamiento para un segundo hijo. En la actualidad, la reproducción médicamente asistida representa aproximadamente el 12 por ciento de los nacimientos en Dinamarca, frente a poco más del 2 por ciento en Estados Unidos.
Soren Ziebe, que ayudó a supervisar la mayor clínica pública de fertilidad de Dinamarca durante dos décadas, dijo que los legisladores se centran en ayudar a las personas —mujeres y hombres— que desean tener familia a hacer realidad ese sueño, incluso ayudándoles a superar la infertilidad. Le envié un correo electrónico para ver si quería hablar del natalismo y de la reciente ampliación del programa de FIV del país, pero no había oído mencionar el natalismo en el contexto danés, y tuvo que explicar lo que significaba el término a algunas de sus compañeras, que nunca lo habían oído. “Intenté buscarlo”, me dijo cuando hablamos, pero encontró unas cuantas definiciones diferentes. En Dinamarca, dijo, “la discusión pronatal no es una discusión que tengamos en absoluto”.
Pero ni así han logrado cambiar la trayectoria de descenso de natalidad.
El problema es más complejo, preocupante y todavía no hay una estrategia que realmente funcione. El artículo completo en The New York Times.