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Publicaciones por mes

octubre 2016

57 Publicaciones
  • Salud Mental y Tratamientos

Realidad virtual en el consultorio: Una revisión de Psious

  • 31/10/2016
  • Fabián Maero

Los trastornos de ansiedad son probablemente los motivos de consulta más frecuentes para los psicólogos clínicos –nos referimos al grupo de diagnósticos que abarca fobias, ansiedad generalizada, trastorno obsesivo-compulsivo, estrés postraumático, trastorno de pánico, ansiedad social, entre otros. No hay terapeuta que no tenga que lidiar con alguno de ellos de manera cotidiana.

Existen numerosos tratamientos para trabajar con estos diagnósticos, pero el abordaje más comúnmente usado (y en general el que cuenta con mayor soporte de investigación), es alguna forma de terapia cognitivo conductual (TCC). TCC no es un tratamiento sino más bien una familia de tratamientos, que tienen un marco teórico similar, y que utilizan diferentes procedimientos o componentes de tratamiento, que van variando según el tipo de problema que se tratare. En el caso particular de los trastornos de ansiedad, prácticamente la totalidad de los abordajes TCC utilizan como componente central alguna forma de terapia de exposición.

La esencia de exposición es una idea sencilla: se trata de que el terapeuta guíe y ayude al paciente a interactuar con aquello a lo que teme, de manera segura y gradual. Si el miedo es a las arañas, supongamos, tras algunas sesiones de preparación la exposición puede comenzar poniendo una caja con una araña en la otra punta de la habitación, e ir permitiendo que la distancia se vaya reduciendo progresivamente hasta que el paciente pueda tocar la araña y sostenerla en la mano. Es el mismo procedimiento que instintivamente utilizamos cuando le enseñamos a nadar a un niño que tiene miedo al agua: primero lo alentamos a estar en el agua en la parte menos profunda, con acompañamiento, hasta que se familiarice y se sienta seguro con la situación, y luego progresivamente lo vamos alentando a moverse hacia la parte más profunda y vamos retirando la ayuda.



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En terapia, el ejemplo más conocido es su uso en el tratamiento de las fobias simples (miedo a animales, por ejemplo), en el cual de 3 a 6 horas de tratamiento con exposición suelen ser suficientes, pero también en los otros trastornos de ansiedad la exposición, con algunas modificaciones de procedimiento, es un componente central: se utiliza Exposición con Prevención de respuesta para trastornos obsesivos; Exposición Prolongada para estrés postraumático; Exposición Interoceptiva para trastorno de pánico, etc. La evidencia que sostiene la exposición como eje de tratamiento es tremendamente sólida, con medio siglo de investigaciones a cuestas. Sin embargo, la aplicación de exposición en algunos casos puede ser difícil.

Tomemos por ejemplo exposición en fobias simples. Si se trata de fobias a animales que son considerablemente fáciles de acceder (como perros, palomas, o arañas), es relativamente sencillo poner al paciente en contacto con aquello a lo que teme. Pero ¿qué pasa cuando la fobia es, por ejemplo, a las tormentas? En esos casos, salvo que el terapeuta tenga superpoderes, no hay posibilidad de un contacto organizado con el estímulo que ocasiona la fobia. Algo similar sucede cuando son ciertos aspectos de la situación temida los que no se pueden controlar. Crear una situación de exposición a hablar en público para ansiedad social, por ejemplo, es algo accesible, pero ¿qué pasa si el público es demasiado hostil, o si por el contrario es demasiado complaciente y amigable, y no presenta ninguna dificultad a sortear?

Por supuesto, hay muchas soluciones para este tipo de situaciones. Los psicólogos que trabajan con exposición rutinariamente utilizan fotos y videos para iniciar el contacto con el estímulo evitado, se pueden utilizar relatos, símiles. Uno de los recursos más empleados es exposición imaginaria, que consiste en abordar la situación en cuestión recorriéndola mentalmente con la guía del terapeuta. A menudo, la exposición imaginaria es la única forma de contactar con el estímulo temido. O al menos, era la única forma de contactar con el estímulo temido.

En la última década y media comenzó a aparecer en la literatura científica una herramienta nueva para trabajar exposición, y se ha convertido rápidamente en una de las colaboraciones más fluidas e interesantes entre tecnología y psicoterapia.

DE LA IMAGINACIÓN A LA INMERSIÓN 

La exposición imaginaria, si bien es un excelente recurso, tiene varias limitaciones. Por un lado, requiere la capacidad por parte del paciente de generar y conectarse emocionalmente con una imagen mental o con un relato, cosa que no siempre es fácil. Por otro lado, el terapeuta no tiene control sobre la situación imaginada, la cual puede ser demasiado difícil para el paciente, o carecer de detalles cruciales.

Cubriendo estas dificultades, durante los últimos años empezó a ensayarse con la aplicación de Realidad Virtual (RV) como recurso técnico para exposición. Básicamente consiste en un casco o gafas, con pantallas que emiten una imagen frente a los ojos del usuario, mientras que el aparato registra el movimiento de la cabeza y permiten ver en todas direcciones. Dado que las imágenes abarcan todo el campo visual, y que el aparato permite ver en todas direcciones con sólo mover la cabeza, se genera una sensación de inmersión en el usuario; la sensación de estaren la situación en cuestión.

Para tener una experiencia aproximada pueden ver este video en 360 grados que la NASA armó con imágenes recogidas por la sonda Curiosity en la superficie de Marte. Si lo ven en un celular pueden mover el celular para ver alrededor, si están en una computadora pueden usar el mouse sobre el video:

Este video en particular no tiene movimiento, pero si buscan en YouTube verán varios que sí. Si estuvieran usando un aparato de RV verían esa imagen abarcando todo su campo visual, y bastaría con mover la cabeza para mirar alrededor.

Aunque la tecnología para RV existe desde la década de 1970, recién a partir del 2000 ha empezado a estar realmente disponible para el usuario promedio, y en los últimos años una plétora de aparatos han llegado al mercado, desde modelos más sofisticados como el Oculus Rift, con un costo de 600 dólares, hasta aparatos sencillos como el Google Cardboard, que se utiliza con un smartphone y cuesta unos 15 dólares.

Si bien su principal uso es recreativo, a medida que la tecnología se ha hecho más accesible, sus desarrollos para psicoterapia han ido refinándose. Inicialmente se desarrollaron entornos simulados para algunas fobias y estrés postraumático, pero paulatinamente se ha incrementado el rango de aplicaciones.

Las ventajas que ofrece para exposición son múltiples. Por un lado, no es necesario depender de la imaginación, ya que se pueden generar entornos detallados y específicos para cada tipo de ansiedad. Por otra parte, y a diferencia de utilizar imaginación, con RV el terapeuta puede controlar la dificultad de la exposición variando el entorno y los detalles.

REALIDAD VIRTUAL EN LA CLÍNICA 

Hace un tiempo nos pusimos en contacto con Psious, una empresa que ofrece una plataforma de realidad virtual para psicoterapia, para hacer una revisión del servicio y su alcance. Psious, fundada en 2013, es una empresa con bases en Barcelona y Estados Unidos que ofrece un sistema de realidad virtual para psicoterapia, una plataforma completa para que un terapeuta pueda utilizar RV en el consultorio psicológico.

“La idea de Psious surgió de una historia curiosa”, dice Víctor Casellas, director de comunicaciones de Psious. “En 2013, los dos fundadores, Xavier Palomer y Dani Roig, que en el pasado habían ido juntos a la facultad, se volvieron a encontrar. Roig sufría de miedo a volar y fue a terapia para tratar de remediarlo. El proceso fue largo y no le sirvió de mucho. Fue entonces cuando les surgió la idea de tratar el miedo a volar mediante algo más eficaz: la Realidad Virtual. Aquí empezó todo, con el objetivo de facilitar a todas las personas una manera económica, eficaz y rápida de superar una fobia.” Ese momento marcó el punto de inicio para el diseño de la plataforma, que recién empezaría a operar comercialmente en el 2015.

Psious nos invitó a hacer una revisión de su plataforma y, dado que trabajo rutinariamente varias formas de terapia de exposición con mis pacientes en consultorio, me tocó a mí hacer la revisión, lo cual significa que algunos de mis pacientes y yo nos hemos entretenido de lo lindo con el sistema durante las últimas semanas.

Para funcionar, el sistema consta de tres elementos: una plataforma web que se controla desde el navegador de una computadora, un medidor de biofeedback, y un kit de Realidad Virtual. El aparato de RV que Psious utiliza es el Gear VR, uno de los dispositivos de RV más populares del mercado, que fue desarrollado por la empresa Oculus para Samsung. El Gear VR es en realidad un accesorio de los celulares de gama alta de Samsung, por lo que se necesita uno de dichos teléfonos para que funcione -el celular opera como el “cerebro” del Gear VR, por así decir.

PROBANDO EL SISTEMA DE PSIOUS 

Para instalar el sistema pasé por todo el proceso que realizan sus usuarios. Bueno, no todos los usuarios: si se compra el equipo a Psious (en Europa y EEUU), las aplicaciones vienen ya instaladas en el celular, por lo cual no es necesario instalar nada. Si se compra el equipamiento en otro lugar, en cambio, es necesario instalarle el software de Psious.

En sí, instalar el sistema es un proceso similar a instalar un par de aplicaciones en el celular. Es necesario descargar un plugin para la realidad virtual del celular, descargar la aplicación en sí e instalarla, y finalmente crear un usuario y contraseña. Este proceso nos llevó alrededor de una hora y que realizamos guiados por una asistente de Psious mediante Skype.

Una vez realizado eso, es necesario descargar dentro de la aplicación de Psious los entornos virtuales con los que se va a trabajar. Hay doce entornos distintos, que van desde miedo a volar hasta claustrofobia, pasando por situaciones de hablar en público, miedo a inyecciones y demás.

Una vez descargados los escenarios se puede comenzar a utilizar el sistema. Para esto es necesario lanzar la aplicación en el celular, colocar las gafas al paciente (junto con el aparato de biofeedback), y abrir la plataforma web en el navegador de la computadora. Tanto el celular como la computadora deben estar conectados a la red wifi.

Esto es necesario porque desde la computadora el terapeuta puede lanzar y manipular los distintos escenarios que experimentará el paciente con el kit de RV.

Al entrar al sistema el terapeuta ve esta pantalla:

En esta pantalla es donde se selecciona el entorno a usar, y a su vez cada entorno puede abarcar varias escenas distintas. En el caso del entorno de miedo a volar, por ejemplo, hay una escena en la cual está en casa esperando el transporte al aeropuerto, otra viajando al aeropuerto, otra en la sala de embarque, y otra en el avión con el vuelo en sí. A su vez, cada escena tiene distintos parámetros que el terapeuta puede controlar.

Supongamos que quisiéramos trabajar el miedo a volar de un paciente, y que comenzáramos directamente con la escena del avión. En ese caso, lo que vería el terapeuta sería esto:

La imagen que se puede ver arriba y a la izquierda es una vista reducida y con menor calidad de lo que está viendo el paciente. A su derecha el terapeuta puede ir registrando los SUD del paciente (siglas en inglés de Unidades Subjetivas de Malestar, cuánto malestar se experimenta de 1 a 10), mientras que el aparato de biofeedback registra en el mismo gráfico el nivel de activación fisiológica del paciente. Esto permite tener un registro de la ansiedad subjetiva y objetiva del paciente a medida que transcurre la escena.

A la izquierda, debajo, el terapeuta puede controlar el entorno. Puede hacer que sea de día, de noche, que el clima sea mejor o peor, qué asiento ocupar, cuánta gente hay en el avión, etc. También allí es donde puede disparar distintos eventos en la escena: que el avión empiece a andar por la pista, el despegue, vuelo normal, turbulencia, y aterrizaje.

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En caso de ser necesario, el terapeuta puede activar instrucciones de relajación en cualquier momento, o también sonidos de activación interoceptiva (hiperventilación o taquicardia). Dentro de una misma sesión, el terapeuta puede pasar de una escena a otra, y mantener un registro del progreso del paciente. Los datos de la sesión quedan almacenados en una base de datos en la cuenta del terapeuta.

Los entornos son simulados -es decir, no son filmaciones sino animaciones- pero creíbles. Algo que se agradece es que toda la plataforma esté en español, incluyendo, cuando los hay, los diálogos dentro de los entornos virtuales. Por supuesto, los diálogos tienen acento español (algo que para oídos argentinos no pasa desapercibido), pero es lo suficientemente neutro como para que no sea una distracción. Probando con pacientes el entorno para hablar en público, por ejemplo, el acento fue irrelevante.

Probar el sistema con pacientes ha sido interesante. En la mayoría de los casos, el entorno virtual generó respuestas similares a una situación real, lo cual permite guiar el proceso en tiempo real, alentando aproximaciones, o dando instrucciones de respiración o relajación en caso de ser necesario. Tener la posibilidad de manipular los eventos en la exposición también resultó útil: poder elegir cuándo despega el avión, el grado de turbulencia, el clima, entre otros factores, permite ajustar con mucha precisión la dificultad de la exposición. En cierto sentido, pasar de trabajar con exposición imaginaria a realidad virtual se siente como pasar de un Fiat 600 a un Audi R8: ambos llegan a destino, pero la calidad del viaje no es la misma.

En algunos casos, sin embargo, la realidad virtual no generó mucha respuesta de activación –el entorno virtual no es “creído”, por así decirlo, pero han sido en los mismos casos en los que la exposición imaginaria tampoco tiene demasiado efecto. En otros casos, la novedad de la realidad virtual hizo que la exposición quedara en segundo plano (en mi caso, por ejemplo). De todos modos, se trata de casos relativamente aislados, la mayoría de los pacientes con los que utilicé el sistema respondió de manera muy positiva.

Los entornos virtuales de Psious son de tres tipos. Por un lado, están todos los que involucran miedo a algún estímulo específico, animales, inyecciones, manejar, volar, etc. Por otro lado, hay varios entornos para trabajar preocupación sobre temas específicos, como por ejemplo preocupación respecto a los hijos, enfermedades, perder el trabajo, entre otros. Estos implican exponerse a posibles disparadores de preocupación (una noticia vista en la televisión, una conversación oída en el subterráneo).

El tercer grupo de entornos involucra relajación y mindfulness. Son paisajes relajantes con instrucciones de relajación (por ejemplo, relajación muscular o respiración diafragmática), o bien con diversas instrucciones de atención plena. El entorno virtual, sumado a las instrucciones hace que la experiencia sea ciertamente relajante –si bien no estoy seguro de que la experiencia de mindfulness sea propiamente mindfulness y no relajación.

Los entornos simulados no son todo lo que ofrece el sistema. Además se han incluido varias filmaciones reales relacionadas con algunas de las fobias, e incluso, para fobias con animales han experimentado con realidad aumentada, es decir, se abre la cámara del teléfono y se ven en la pantalla cucarachas virtuales caminando sobre el escritorio (de las cuales también se puede manipular su número y tamaño):

Es notable el soporte que brindan al terapeuta: para cada uno de los entornos han creado manuales de instrucciones y protocolos sugeridos de tratamiento; hay un centro de atención online para los usuarios incluido en la interfaz web, y organizan formaciones online periódicas para los usuarios sobre el uso del sistema. El equipo de Psious no parece haber dejado mucho al azar.

VIABILIDAD Y FUTURO 

Una de las primeras cosas por las que preguntamos fue el costo, porque algo que suele pasar con estas cosas es que resultan prohibitivas para Sudamérica. Y ciertamente, si bien no es precisamente económico, el precio del equipamiento es razonable.

En Europa y Norteamérica Psious envía un equipo de prueba durante un mes, tras el cual hay que adquirirlo. El equipo se puede adquirir a través de Psious, lo que resulta un poco más económico y cuenta con la ventaja de traer el software ya instalado.

Si se adquiere por otras vías, entre el costo del Gear VR, el costo del celular necesario para que funcione el Gear VR (Psious recomienda que el celular se utilice exclusivamente para el servicio, pero no hemos tenido problema utilizando el mismo celular para el servicio y para todos los días), y el biofeedback, estamos hablando de una inversión inicial de entre 600 y 800 dólares, aproximadamente. Para comparar, un juego de láminas de Rorschach ronda los 300 dólares, mientras que un WAIS-III supera los 400 -y a diferencia del Gear, no se puede usar el Rorschach para ver videos en 360° de Star Wars, agregaría yo.

A esto hay que sumarle que el servicio de Psious es una suscripción, no una adquisición. El precio, sin embargo, es flexible; se pueden comprar las sesiones que se vayan a usar (un mínimo de cuatro por mes), y además el precio de la suscripción varía según las regiones. “Existe una segmentación de precios geográfica. Por ejemplo, en América Latina el precio es menor que en Norteamérica o Europa”, nos dice Víctor Casellas, y añade: “También hay una segmentación para grandes cuentas (hospitales principalmente), ya que los niveles de facturación y las necesidades son distintas.”

El uso cotidiano del sistema es accesible, aunque es necesario un mínimo de destreza técnica y una conexión wifi relativamente buena (si bien hay un modo offline, el sistema está hecho para funcionar en línea).

En general, la impresión que nos ha dado es que ni el precio ni los detalles técnicos son obstáculos infranqueables, especialmente si se considera que han logrado algo que no es menor: hacer que una forma de trabajar terapia de exposición que hasta hace unos años atrás estaba reservada sólo para algunos centros especializados, esté al alcance de cualquier psicoterapeuta.

Y digo que no es menor porque a pesar de que terapia de exposición para ansiedad es sin lugar a dudas uno de los mejores recursos en cualquier arsenal terapéutico, las dificultades de su aplicación cotidiana hacen que a menudo no se utilice. La exposición in virtuo puede proporcionar una manera de hacer que exposición se use con más frecuencia, y por otro lado las aplicaciones de realidad virtual recién están comenzando a explorarse.

La gente de Psious es optimista al respecto. Conversando con Casellas, nos dice que actualmente cuentan con un equipo de más de 30 empleados, de entre los cuales encontramos desde ingenieros y programadores hasta psicólogos: “La empresa cuenta con 2 áreas: una de producción, que cuenta con departamento médico, de Realidad Virtual y de tecnología, y otra de marketing y ventas. Además contamos con profesionales de la salud mental tanto de España como en Estados Unidos que colaboran con nosotros y ayudan a difundir el proyecto. Nuestra red de usuarios cuenta con más de 400 clínicas e instituciones y con su feedback mejoramos día a día nuestro producto”

Por otro lado, aún estamos viendo sólo el principio de lo que estas tecnologías pueden permitir. Según nos cuenta Casellas, siguen trabajando en entornos y recursos nuevos utilizando la plataforma de Psious: “El próximo en salir será el de miedo a la oscuridad, especialmente indicado para niños. Otro foco de interés y demanda por parte de nuestros clientes son los entornos de relajación y mindfulness ya que permiten tratar pacientes con patologías muy diversas: por ejemplo pacientes oncológicos o con TDAH. Por otro lado, estamos perfeccionando nuestra tecnología de Realidad Aumentada, y otras funcionalidades como interacción háptica”.

Si estos son los primeros pasos, quizá ese optimismo esté bien fundado.

Editado por: David Aparicio y Maria Fernanda Alonso.

Agradecemos a Juan Manuel Alonso de Insumax por facilitarnos el Samsung Gear VR y el Celular Samsung S6 Edge para hacer las pruebas.

Imagen: Shutterstock

  • Salud Mental y Tratamientos

Ataques de pánico: cuando el miedo nos supera

  • 28/10/2016
  • Rita Arosemena P.

La APA (Asociación Americana de Psicología) describe los ataques de pánico como un repentino miedo abrumador que surge de un estado de alerta, pero que no responde a ninguna razón obvia.

Según el Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos (NIMH), los ataques de pánico se caracterizan por:

  • Conformar una sensación de miedo intenso, de temor ante la posibilidad de un desastre o de perder el control, incluso cuando no existe un peligro real.
  • Una duración considerablemente prolongada (un promedio de 20 a 30 minutos, según el portal especializado Help Guide).

Soy una especialista en el futuro, pero no en cualquier futuro: tengo un talento enorme para las distopías; mi imaginación derrocha creatividad para armar los peores escenarios. Ana Prieto, autora del libro «Pánico. Diez minutos con la muerte», basado en su testimonio personal



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Los ataques de pánico se consideran la antesala del trastorno de pánico, una condición seria dentro de la clasificación de trastornos de ansiedad que afecta, según la APA, a un estimado de 1 de cada 75 personas.

Generalmente, el trastorno de pánico se manifiesta durante la adolescencia y la adultez temprana, y aunque no se ha establecido a ciencia cierta qué lo produce, se ha relacionado su desarrollo con episodios de vida cargados de un alto grado de estrés (como la muerte de un ser querido o el nacimiento de un hijo), y una predisposición genética marcada por antecedentes familiares.

No obstante, es importante tener en cuenta que una persona promedio puede llegar a experimentar ocasionalmente un ataque de pánico (una o dos veces) sin que esto suponga la presencia del trastorno de pánico.

La principal característica que sienta las bases para una evaluación clínica es la persistencia de un miedo intenso a sufrir un ataque en el futuro (ansiedad anticipatoria, o preocupación exacerbada por un posible evento que todavía no ha ocurrido), así como la sucesión de ataques de pánico cuatro veces o más.

Mente o cuerpo: ¿quién deja entrar al miedo?

Estudios de visualización neuronal han demostrado que un funcionamiento inadecuado de ciertas regiones del cerebro se vincula directamente con los ataques de pánico.

Según Dean Mobbs, autor de una investigación realizada por la University College London de Reino Unido, una actividad irregular en la sustancia gris central o sustancia gris periacueductal ocasiona que nuestro mecanismo de defensa natural funcione de forma exagerada, produciendo altos niveles de ansiedad innecesariamente.

También han sido relacionadas ciertas condiciones médicas con el desarrollo de ataques de pánico, entre ellas:

  • Prolapso de la válvula mitral, un problema cardíaco menor que se produce cuando una de las válvulas del corazón no se cierra correctamente.
  • Hipertiroidismo (tiroides hiperactiva).
  • Hipoglucemia (bajo nivel de azúcar en sangre).
  • El uso de estimulantes (anfetaminas, cocaína, cafeína).

Sin embargo, no solo los factores biológicos influyen en el surgimiento de ataques de pánico. Eventos de vida estresantes también han demostrado ser determinantes en la manifestación de crisis de pánico, en especial los procesos de pérdida (muerte) y separación (término de una relación).

Por otro lado, la manifestación de los ataques de pánico puede darse por autosugestión en personas con tendencia a la ansiedad, como ocurriría en alguien que ha consumido café o cierto tipo de fármacos y realizado una actividad física demandante. Los efectos de la cafeína y los químicos en la sangre en conjunto con la sobreexigencia física podrían imitar la sintomatología de un ataque de pánico y el individuo, al creer que está a punto de sufrir una crisis, se generaría a sí mismo la ansiedad anticipatoria.

Desde luego, los efectos de un ataque de pánico no son solo inmediatos y desalentadores en tanto incapacitan al individuo para relacionarse funcionalmente con su entorno en un momento determinado, sino que también pueden afectar la autoestima y la calidad de vida de quien los experimenta, ya que le impiden desempeñar tareas cotidianas y acoplarse a una rutina de vida común, como ir de compras o al trabajo.

Síntomas de los ataques de pánico

La Asociación Americana de Ansiedad y Depresión describe los siguientes síntomas característicos de un ataque de pánico:

  • Palpitaciones o ritmo cardíaco acelerado
  • Sudoración
  • Temblores
  • Sensación de ahogo o falta de aire
  • Sensación de alerta continua
  • Dolor o incomodidad a la altura del pecho
  • Nauseas o malestar estomacal
  • Sensación de mareo o de estar a punto de desmayarse
  • Escalofríos o cosquilleo
  • Despersonalización (sensación de estar fuera de la realidad)
  • Miedo intenso a perder el control o volverse loco
  • Miedo irracional a morir

Para Ana Prieto, periodista y escritora argentina que describe en su libro «Pánico. Diez minutos con la muerte» su propia experiencia lidiando con episodios de ataque de pánico, estos nacen y se caracterizan esencialmente por el miedo a la incertidumbre, una afrenta indeseada con peligros imaginarios que azotan el cuerpo a través de una infinidad de síntomas físicos difíciles de describir. 

«Porque a la vez me dolía todo y no me dolía nada y además me amargaba mucho y cosas que antes no me abrumaban comenzaron a abrumarme, como los bocinazos, las muchedumbres, el subte (subterráneo) y los supermercados», escribe Prieto en un artículo publicado por el diario Clarín, donde también se refiere a su experiencia con el uso de fármacos y psicoterapia.

«El pánico no se arregla con pastillas», continúa Prieto. «Lo primero que logró mi psicóloga fue que le perdiera el miedo a los síntomas, es decir, que entendiera que un ataque de pánico no mata». 

En este aspecto, la terapia cognitiva conductual se considera generalmente como el método más efectivo para el tratamiento de los ataques de pánico y el trastorno de pánico, ya que consiste en identificar y modificar patrones de pensamiento que dan lugar a conductas disfuncionales que contribuyen al desarrollo de crisis de pánico.

Comprender y asimilar que el peor de los panoramas posibles no es tan catastrófico como la ansiedad nos hace visualizarlo es primordial para el tratamiento eficaz del pánico clínico. No obstante, la medicación también puede tener un efecto favorable en algunas personas, específicamente, los beta-bloqueadores, que inhiben algunos de los síntomas físicos del trastorno de pánico.

Fuente: Spring.org

  • Salud Mental y Tratamientos

Los sobrevivientes del cáncer enfrentan ansiedad y depresión

  • 28/10/2016
  • Alejandra Alonso
Cáncer

Una nueva investigación, publicada en el Journal of Clinical Oncology, llama nuestra atención hacia los sobrevivientes del cáncer, ya que ha observado problemas de ansiedad y depresión en esta población.

Los investigadores analizaron datos tomados del National Health Interview Survey, una encuesta representativa de los hábitos de salud de los norteamericanos. Se observaron 3184 personas sobrevivientes del cáncer y se los comparó con un grupo similar conformado por personas que no eran pacientes. Se encontraron tasas más altas de ansiedad, depresión y uso de antidepresivos entre los sobrevivientes. En general, el 19% de los sobrevivientes utilizó antidepresivos entre los años 2010 y 2013, comparados con el 10% del otro grupo. Extrapolando los datos, los científicos estimaron que 2.5 millones de sobrevivientes en todo el país han utilizado antidepresivos esos años.

La autora principal, Dra. Nikki Hawkins, piensa que estos hallazgos nos dan una lección ya que se ha investigado mucho sobre el tratamiento de esta terrible enfermedad, pero estos datos nos muestran que hay efectos a nivel psicológico incluso luego de finalizado el tratamiento, a los que también debemos prestar atención.



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Entre los sobrevivientes habían otros factores que predijeron el uso de antidepresivos: ser de la mediana edad, blanco y del sexo femenino incrementa las probabilidades de utilizar dichos medicamentos (factores similares a los vistos en pacientes de ansiedad y depresión). Observados separadamente, ser soltero incrementaba las chances de tomarlos por ansiedad, mientras que tener tres o más condiciones crónicas aumentaba las probabilidades de utilizarlos para la depresión. Sin embargo, la mayoría utilizaba la droga para lidiar con ambas condiciones simultáneamente. Y mientras que tener cáncer con pronósticos cortos de vida incrementaba el riesgo de utilizar antidepresivos, las personas que vivían años luego de la remisión eran tan propensas a tomarlos como los sobrevivientes nuevos, es decir que muchos continuaron teniendo problemas de salud mental mucho después de que pasara la enfermedad.

Debido a que la encuesta era un auto-reporte, los investigadores no pudieron determinar si el usuario estaba formalmente diagnosticado con ansiedad o depresión por un profesional. De manera similar, los científicos no saben si muchos sobrevivientes pasaron por otros tratamientos (como psicoterapia). Sin embargo, varios estudios recientes sugieren que se siguen presentando estos problemas en los sobrevivientes del cáncer (1, 2).

Los profesionales de la salud necesitan tener en cuenta estos datos para proveer la atención necesaria a esta población. También se necesita seguir investigando sobre el tema, tal vez también en relación a intervenciones eficaces en sobrevivientes de cáncer y a los factores que dejan tan vulnerable a esta población.

Fuente: Medical Daily

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Podemos entrenar para ser felices?

  • 28/10/2016
  • Geraldine Panelli

Cuál sería la respuesta a: ¿Se puede cultivar la felicidad? ¿Podemos entrenar nuestra felicidad al igual que entrenamos las habilidades motoras? ¿Podemos reprogramar nuestro cerebro para ser feliz?

Definiendo la felicidad

Pensemos la felicidad, en vez de como una emoción estática, como un estado de bienestar general, que puede ser observada y medida, la cual genera sensación de paz interior, aumento del interés por las demás personas, cooperación y empatía; mejorando la capacidad intelectual y la motivación.

Nuestra felicidad está determinada en mayor medida por nuestros genes, por las circunstancias de la vida y por un conjunto de experiencias y actividades realizadas de manera intencional por el sujeto (Ortiz, Albiol, Lorente & Robledillo).



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¿Podemos modificar nuestro cerebro?

Anteriormente se creía que los genes determinaban nuestras acciones y que el cerebro era una estructura formada en su totalidad ya en la adultez; sin poder modificarlo. En la actualidad, con un nuevo conjunto de conocimientos, sabemos que nuestro cerebro es moldeable y modificable a lo largo de la vida gracias al fenómeno llamado neuroplasticidad. Nuestro cerebro se transforma todo el tiempo mediante experiencias, creando nuevas neuronas, realizando más conexiones entre las ya existentes y reactivando circuitos neuronales (Ortiz, Albiol, Lorente & Robledillo).

los recursos que necesitamos para ser felices están en nosotros, en nuestras conductas que a su vez repercuten en  la propia  estructura cerebral

Lo realmente llamativo es que esta neuroplasticidad puede ser autodirigida, teniendo la capacidad propia de cambiar nuestro cerebro para mejor; convirtiendo las experiencias positivas de la vida mediante sentimientos duraderos, por ejemplo de alegría, confianza, aceptación, compasión  y  satisfacción en una buena estructura neuronal y funciones cognitivas; activando ciertos estados mentales de bienestar para luego instalarlos como rasgos neuronales (Hanson, 2014).

¿Qué recursos necesitamos para ser felices?

Es importante conocer que los recursos que necesitamos para ser felices están en nosotros, en nuestras conductas que a su vez repercuten en  la propia  estructura cerebral; la cual como bien dijimos es moldeable, tiene la capacidad de aprender y de modificarse con las experiencias. Algunos de dichos recursos son el buen humor, el sentido común, la integridad, la paz interior, la determinación, la generosidad, el afecto, la compasión por uno mismo, el apego seguro, la inteligencia emocional, la autoestima y la tolerancia a la frustración. Los que estén presentes en nosotros serán nuestros rasgos estables, fuentes de bienestar propio y de asertividad en las relaciones con los demás (Hanson, 2014).

Cultivando la felicidad

Ya sabemos a qué llamamos felicidad y qué recursos necesitamos para ser felices, ahora bien: ¿Cómo cultivamos la felicidad?

Nuestros antepasados vivían en situación de alerta constante, siendo de vida o muerte prestar atención a las amenazas del medio (depredadores y conflictos interpersonales que causaban muertes); en consecuencia a este contexto nuestro cerebro desarrolló una parcialidad negativa inherente que nos acompaña hasta la actualidad. Es por esto que los estímulos negativos son percibidos por nosotros más rápido y fácil que los estímulos positivos.

Para cultivar la felicidad necesitamos absorber las experiencias positivas, las cuales nos brindaran seguridad y satisfacción. Buscar en la cotidianeidad ajetreada en que vivimos aspectos positivos y empaparnos de ellos.

Las emociones positivas nos llevan a arriesgarnos a tomar oportunidades, creando círculos positivos; impulsando hacia el éxito, lo cual mejora la calidad de vida, dado que fortalecen el sistema inmunitario, protege al corazón y favorece a una vida más saludable.

Un tercio de las habilidades emocionales de una persona son innatas, forman parte de la personalidad, el carácter y el temperamento de origen genético; pero las otras dos terceras partes son moldeables, se desarrollan con el tiempo y es ahí donde debemos trabajar para cultivar la felicidad.

Cultivar la felicidad requiere tiempo, dedicación y compromiso

Rick Hanson expone en su libro “Cultiva la felicidad” cuatro pasos fundamentales:

  1. Estar con tu mente: Dejar ser a la mente exactamente como es, ser espectador de las experiencias; aceptando todo sin reacción.
  2. Trabajar con la mente: El fin es desarrollar recursos internos que permitan sentirse en calma, decidido o amado; estando en contacto pleno con el interior sin restricciones.
  3. Permanecer consciente: Estar presentes en cada momento, con conciencia plena. Ser conscientes del mundo exterior y del exterior en cada momento.
  4. Una secuencia natural: Al presenciar un momento desagradable, permanecer con la experiencia; aceptándola por lo que es. Luego dejar partir las emociones negativas, reemplazandolas por emociones positivas para permanecer con las mismas diez o veinte segundos. Este último paso es de suma importancia, el objetivo principal es fortalecer recursos internos positivos, los cuales edifican estructuras en el cerebro, lo que permite el fin último “cultivar la felicidad”(Hanson, 2014).

Cultivar la felicidad requiere tiempo, dedicación y compromiso. Debemos dirigir la atención y la voluntad hacia lo que es importante, teniendo en cuenta cuidar nuestro cuerpo con la alimentación, el sueño y el ejercicio correspondiente, brindarnos a nosotros mismos atención y bondad, cultivar amor por nosotros mismos, darnos un tiempo de reflexión cuando estamos estresados,  buscar un aprendizaje curioso en la vida cotidiana y tener experiencias beneficiosas.

Una actividad interesante para comenzar a valorar lo positivo de nuestra vida, es realizar un diario de  gratitud; dedicar unos minutos a ponernos en sintonía con todas las cosas buenas que nos sucedieron durante el día, expresando gratitud y empapándonos de ellas (Hanson, 2014).

El amor incondicional y su relación con la felicidad

Cuando hablamos de amor incondicional, no nos referimos a un amor romántico, sino a alcanzar el conocimiento interno de que nuestra vida está completamente conectada con la de las demás personas; es una emoción que se desprende de dicha conexión. Es compartir el mismo deseo de ser felices y también la vulnerabilidad al cambio y al sufrimiento. Este tipo de amor es una capacidad que puede aprenderse, es mirarnos a nosotros mismos y a los demás con amabilidad; incluir en nuestras preocupaciones personas a las que habitualmente no les prestamos atención. Es principalmente centrarnos en los demás como humanos con sus dolores y sufrimiento. Este amor puede presentarse como una alegría solidaria, alegrarnos de la felicidad y los logros de los demás.

Una de las formas de fomentar el amor incondicional, es a través de meditaciones centrándose en lo bueno de cada persona, en los rasgos de bondad por más pequeños que sean; achicando los abismos entre nosotros y la persona.  La clave fundamental a tener en cuenta, es que todas las personas somos vulnerables a los cambios que producen pérdidas y sufrimientos; y utilizando la meditación de amor incondicional podemos utilizar nuestra propia vulnerabilidad y la de los demás como un vehículo para el acercamiento, en vez de para el aislamiento (Salzberg, 2010).

La posibilidad de ser felices está en nuestras manos

Concluyendo, sabemos que la felicidad no es estática, es un estado de bienestar que contribuye con mejorar la calidad de nuestra vida y también la relación con las demás personas. Destacamos los recursos que tenemos para ser felices y cuales podemos aprender; sabemos que ser felices es una capacidad que puede entrenarse dedicando tiempo y compromiso.

Entrenando esta capacidad podemos ser más amables, compasivos y solidarios tanto con nosotros mismos, como con la sociedad en general creando espacios de unión y  comprensión.

Podemos entonces afirmar que dirigir nuestra atención hacia lo positivo voluntariamente, dedicando tiempo; generará en nosotros mayores recursos para lograr el bienestar y la felicidad.

Referencias:

Hanson, R. (2014). Cultiva la felicidad. Aprende a remodelar tu cerebro y tu vida.

Ortiz, M. M., Albiol, L. M., Lorente, S. S., & Robledillo, N. R. Cómo reprogramar tu cerebro para ser feliz.

Salzberg, S. (2010). El secreto de la felicidad auténtica. Editorial Espasa Libros. Madrid.

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Los niños necesitan ser felices, no ser los mejores – Rincón de Psicología

  • 27/10/2016
  • David Aparicio

La colega Jennifer Delgado Suárez escribió un lindo artículo en Rincón de la Psicología, sobre los estragos que puede provocar la hiperpaternidad en el desarrollo de los hijos al no dejarlos ser niños y disfrutar de su niñez y llenarlos de actividades, tareas y competencias para que sean los mejores.

Ella enumera los peligros de empujar a los niños al éxito. Estos son dos de ellos:

– Genera una presión innecesaria que les arrebata su infancia. La infancia es un periodo de aprendizaje, pero también de alegría y diversión. Los niños deben aprender de manera divertida, deben equivocarse, perder el tiempo, dejar volar su imaginación y pasar tiempo con otros niños. Esperar que los niños sean “los mejores” en determinado campo, poniendo sobre ellos expectativas demasiado elevadas, solo hará que sus frágiles rodillas se dobleguen ante el peso de una presión que no necesitan. Esta forma de educar termina arrebatándoles su infancia.

– Provoca una pérdida de la motivación intrínseca y el placer. Cuando los padres se centran más en los resultados que en el esfuerzo, el niño perderá la motivación intrínseca porque comprenderá que cuenta más el resultado que el camino que ha seguido. Por tanto, aumentan las probabilidades de que cometa fraude en el colegio, por ejemplo, ya que no es tan importante lo que aprenda como la nota que consiga. De la misma manera, al centrarse en los resultados, pierde el interés por el camino, y deja de disfrutarlo.

Estoy muy de acuerdo con su artículo, en especial porque también añade información sobre lo que realmente debemos enseñarle a los niños y lo que no deben olvidar los padres.



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Lee el artículo completo en Rincón de Psicología.

  • Salud Mental y Tratamientos

La experiencia del dolor

  • 26/10/2016
  • Karemi Rodríguez Batista

Ya sea que nos taladre la cabeza, nos pinchemos el pie o nos desgarremos la espalda, el dolor nace siempre en el cerebro. El dolor va más allá de una mera experiencia somática. Al tiempo que despierta sensaciones, sucumbe a la fuerza controladora de la mente.

Pongamos el ejemplo de un niño asombrado por el brillo de la nueva placa de la cocina vitro-cerámica. Curioso, acerca su manita a la placa incandescente. ¡Ay! exclama mientras la retira. El dolor le ha avisado. Las lágrimas desaparecen rápido, pero en su memoria se graban las huellas permanentes de este suceso doloroso. Es muy probable que el niño no vuelva a poner la mano sobre una placa incandescente. A pesar de esto, no será ésta la última experiencia parecida, pues el dolor, como la respiración, forma parte de la vida.

Esta alarma corporal resulta imprescindible. Al no percibir el daño corporal en su momento, debemos aprender, con gran esfuerzo, a conocer los peligros. Os voy a remitir a un ejemplo que en su día me consternó. En tiempos de la segunda guerra mundial, donde a los combatientes se les administraba un derivado de la metanfetamina llamado Pervitin, para que aguantaran las terribles condiciones en las que estaban y no sintieran dolor. Cierta vez, en 1942 en el frente oriental, a 30 grados bajo cero y perseguidos por el Ejército Rojo, medio millar de alemanes extenuados una vez consumida la droga siguieron caminando y caminando, sin darse cuenta que muchos ya habían perdido algunos dedos de los pies.



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Las lágrimas desaparecen rápido, pero en su memoria se graban las huellas permanentes de este suceso doloroso

En definitiva, las sensaciones desagradables que nos transmite nuestro organismo nos avisan de daños que podrían significar una importante amenaza para nuestras vidas.

Síntesis histórica del sufrimiento en nuestra cultura

La historia de la humanidad está repleta de sucesos relacionados con el sufrimiento y de incalculables intentos para aliviar el dolor, desde oraciones de carácter religioso, pócimas ancestrales y preparados homeopáticos, hasta llegar a los fármacos sintéticos más actuales.

Haciendo una síntesis muy apretada de la historia humana, cabe mencionar la creencia que mantenía el pueblo griego en relación al dolor, era como un aspecto inseparable y necesario de nuestra existencia. Se diría que el sufrimiento era indispensable para una vida placentera. Para Platón, el dolor era como un castigo para aquellos que se alejaran de la verdad absoluta. Para Aristóteles el dolor da cuenta del desequilibrio entre el cuerpo y el alma; y resistirse a él es un acto de valentía y dignidad. En el cristianismo, se inicia la elaboración racional y pseudocientífica de remedios para aliviar el dolor, bajo una noción de dolor distinta, como la consecuencia de las alteraciones producidas por el hombre en el orden divino. Visto así, sería un camino para el crecimiento personal y la salvación del alma, ligado inseparablemente a la idea de culpa. En el medievo se llega a la magnificación del uso instrumental del dolor. El sufrimiento es inevitable y en ocasiones voluntariamente procurado para diversos fines, a tales extremos que la tortura e incluso las autolesiones se convierten en un hábito común de remisión de culpas, o como castigo o expiación como en el caso de los autos de fe. A partir del Renacimiento surge el aún prestigioso método experimental, que ya en nuestros tiempos ha procurado un conocimiento científico de la psicofisiológica del dolor.

Una experiencia compleja

Uno de los modelos teóricos del dolor más extendidos en la literatura psicológica, es la teoría multidimensional del dolor de Melzack y Casey (1968), que está basada en que el dolor está compuesto por tres dimensiones intrínsecamente relacionadas que lo conforman y determinan. Estas son: la dimensión sensorial/discriminativa, la motivacional/afectiva y la cognitiva/evaluativa. Es decir, se pasa de pensarlo como un fenómeno exclusivo a los sentidos, a uno multifactorial. Tanto en su conceptualización, como en su evaluación e intervención hay que tomar en cuenta todas ellas.

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La primera dimensión (sensorial/discriminativa) se encarga de la detección de las características temporales y espaciales del dolor, así como de la intensidad y ciertos aspectos de la cualidad del dolor. La segunda (motivacional/afectiva), es lo subjetivo del dolor, los aspectos que tienen que ver con el desagrado, el sufrimiento o los cambios emocionales que se producen. Las reacciones emocionales más directamente relacionadas con el dolor son la ansiedad y la depresión. Dado el componente aversivo del dolor se dan conductas de escape o evitación que tienen una especial relevancia para el mantenimiento de las conductas del dolor y la propia experiencia dolorosa. Finalmente, la tercera (cognitiva/evaluativa) tiene que ver directamente con la anterior y hace referencia a las creencias, valores culturales y variables cognitivas, tales como autoeficacia, percepción de control y de las consecuencias de la experiencia del dolor, etc.

Para tratar de ejemplificarlo imagínate que un día preparando el almuerzo te cortas, sin darte cuenta, con el cuchillo. ¿Crees que te resultaría igual de doloroso que si te ocurriera minutos después de que te hubieran comunicado un jugoso aumento de sueldo?

Cómo responde nuestro cerebro al  dolor

Para ilustrar la manera en que nuestro cerebro responde a esta experiencia, de una manera sencilla, breve y divertida os propongo el siguiente vídeo de la profesora de neurociencias de la Universidad de Toronto, Karen D. Davis (puedes activar los subtítulos en español, si lo prefieres).

https://youtu.be/I7wfDenj6CQ

Dolor agudo o crónico

Las categorías más ampliamente utilizadas  han sido realizadas en relación a la duración del cuadro. Esto es, a la distinción entre dolor agudo y dolor crónico, que muestran características diferenciales de importante repercusión clínica. Las manifestaciones de los cuadros del dolor agudo guardan una estrecha relación con la lesión orgánica experimentada. Aquí existe una alteración física diagnosticable que explica las dolencias de la persona y su duración es previsible en la mayoría de los casos, además de responder bien a los tratamientos convencionales. No es así en el dolor crónico. Éste tiene una duración mayor a seis meses y no responde bien a tratamientos convencionales. Por ejemplo: cefaleas, lumbalgias, neuralgias, dolor neoplásico, fibromialgia, etc. Cabe mencionar que un cuadro de dolor agudo incrementa la posibilidad de tornarse en crónico si se prolonga el uso de fármacos y conductas de evitación ya sean físicas o sociales.

Imagínate que un día preparando el almuerzo te cortas, sin darte cuenta, con el cuchillo. ¿Crees que te resultaría igual de doloroso que si te ocurriera minutos después de que te hubieran comunicado un jugoso aumento de sueldo?

Debido a las repercusiones en la vida del paciente y su entorno es muy necesario incorporar un tratamiento psicológico. Basta pensar en que la persona que lo padece ya ha visitado multitud de especialistas, que no logran dar con lo que tiene. Ya está cansada. Sus expectativas de mejora se van debilitando y así su estado de ánimo. Es por ello que suelen aparecer cuadros depresivos y ansiosos que en muchas ocasiones, les requiere  incorporar tratamientos psiquiátricos. Por si fuera poco, suelen aparecer otras áreas alteradas como el sueño o las relaciones sociales. ¿Qué pasa?, que se reducen las actividades placenteras incluyendo aquellas que tienen que ver con su apoyo social, aumentando así la queja y la posibilidad de adquirir estrategias adecuadas de afrontamiento del dolor. Todo esto mantiene y agrava aún más el problema.

Proceso de evaluación del dolor e instrumentos

Tanto el diagnóstico como el tratamiento dependen fundamentalmente de una evaluación exhaustiva, detallada y multicomponente, mediante diversos instrumentos de medida. Para cubrir una evaluación más conductual del dolor crónico se suelen utilizar:

  • Entrevista
  • Auto–observación y auto–registro (Dentro de los más utilizados tenemos las escalas de medidas (numéricas, verbales o análogo-visuales) que informan de sus parámetros y nos permiten contrastar su tratamiento.
  • Cuestionarios (El cuestionario de dolor de McGill (Melzack, 1975) es uno de los más utilizados, basado en la “Teoría de la Puerta” de Melzack, está diseñado para facilitar un índice de dolor para cada una de sus 3 dimensiones (sensorial-discriminativo; motivacional-afectivo y cognitivo-evaluativo). Sin embargo, la versión española con mejores características psicométricas es la de Lázaro, Bosch, Torrubia y Baños realizada en 1994.
  • Registros psicofisiológicos. Se recomienda especialmente en los casos de cefaleas y lumbalgias y hemos de plantear el entrenamiento en biofeedback como parte del tratamiento.

No se precisa hacer uso de todos estos, es más, se recomienda no abusar calibrando la relación coste-beneficio (en tiempo y molestias) y no olvidar la información médica.

Una historia completa del dolor debe abordar aspectos relevantes como:

La percepción que tiene el paciente de su propio dolor (descripción de su curso, duración, intensidad, frecuencia y localización). Esto nos ayudará a configurar el alcance del cuadro mediante información muy relevante.

Los factores que desencadenan, aumentan o disminuyen la tolerancia al dolor (discusiones familiares, el aumento de preocupaciones, las vacaciones, tener relaciones sexuales, etc.). Hay que intentar determinar las variaciones tanto en intensidad como en frecuencia, es decir, sus relaciones funcionales.

Las consecuencias del dolor, es decir, hasta qué puntos los problemas actuales interfieren en la vida del paciente alterándola.

Las formas de afrontamiento, ósea, las estrategias que ha realizado el paciente voluntariamente como modo para reducir su dolor. Entre ellas, resaltar  tratamientos anteriores que ha llevado a cabo y su grado de efectividad, el uso del alcohol u otro tipo de drogas psicoactivas.

Las conductas de dolor, es decir, las expresiones que sugieren la presencia del dolor, pueden ser verbales, a través de quejas o petición de analgésicos, o no verbales como ciertas expresiones faciales o gestos. Hay que valorarlos ya que contribuyen como factores mantenedores.

La presencia de trastornos psiquiátricos, así como el perfil de respuesta que recibe la persona aquejada por parte de su entorno social, y la historia laboral.

La motivación del paciente ante una intervención psicológica, que tendrá en cuenta el contenido de sus pensamientos y actitudes acerca del dolor.

Tratamiento del dolor crónico

El tratamiento psicológico se ciñe, por el momento, al dolor crónico, ya que, en general los recursos médicos y farmacológicos son suficientemente eficaces para el abordaje del dolor agudo, dadas las características comentadas anteriormente.

El tratamiento tiende a los siguientes objetivos:

  • Proporcionar información sobre los factores que disparan, aumentan o disminuyen la experiencia de dolor, así como distintas estrategias de afrontamiento (psicoeducación)
  • Aumentar la actividad física hasta un nivel adecuado
  • Reducir la medicación referente al problema del dolor, incorporando otras técnicas de relajación y/respiración
  • Aumentar la capacidad de afrontar las tareas de la vida cotidiana, entrenando distintas habilidades tales como; la solución de problemas, la asertividad y/o la gestión de emociones.
  • Mejorar las relaciones interpersonales no permitiendo que el dolor se convierta en la base de su comunicación
  • Reducir las conductas del dolor
  • Modificar la atención centrada en el dolor en sí mismo

El yoga, las terapias cognitivo-conductuales, los antidepresivos, la estimulación cerebral profunda (DBS) y la simpatectomía son cinco opciones propuestas en la revista Scientific American, para tratar el dolor crónico con evidencia empírica. Para saber más detalles pincha aquí.

Ahora, para finalizar, os queremos proporcionar una invaluable recurso de libre acceso elaborado por la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor, conocida por sus siglas en inglés IASP (International Association for The Study of Pain). Es una guía bastante completa que nos ayudará a manejar mejor el dolor, sobre todo en aquellos con bajos recursos. Esperamos que os sea de gran utilidad.

Descargar: Guía para el Manejo del Dolor en Condiciones de Bajos Recursos

Referencias bibliográficas:

  • Aparicio, D. (2014). 5 tratamientos para el dolor crónico. Disponible en https://www.psyciencia.com//2014/14/5-tratamientos-para-el-dolor-cronico/
  • Bromm, B. (2004). El origen del dolor. Mente y Cerebro. Nº 6, 20-27.
  • Chóliz, M. (1994): El dolor como experiencia multidimensional: la cualidad motivacional-afectiva. Ansiedad y Estrés; 0, 77-88.
  • La experiencia del dolor. (2007). En Enciclopedia de la Psicología (Vol. 6, 55-86 pp.). España: Océano.
  • Lázaro, C., Bosch, F., Torrubia, R. y Baños, J.E. (1994). The development of a spanish questionnaire for assessing pain: preliminary data concerning reliability and validity. European Journal of Psychologycal Assessment; 10, 145-151.
  • Melzack, R. (1982). Recent concepts of pain. J Med. 13(3), 147-160.
  • Melzack, R. y Casey, K.L. (1968). Sensory, motivational, and central control determinants of pain. A new conceptual model. En D. Kenshalo (Ed.): The skin senses. Springfield: Charles C. Thomas.
  • Melzack, R. (1975). The McGill Pain Questionnaire. Major properties and scoring methods. Pain; 1, 227-299.
  • Paterson, T. (2015). Hitler’s all-conquering stormtroopers ‘felt invincible because of crystal meth-style drug Pervitin’.
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Sensación y percepción: ¿vemos las cosas como son o como somos?

  • 26/10/2016
  • Rita Arosemena P.

Seguramente usted ha experimentado alguna vez en carne propia la sensación incómoda que describe el siguiente fragmento de «L’Encyclopédie du savoir relatif et absolu» de Bernard Werber:

“Entre lo que pienso, lo que quiero decir, lo que creo decir, lo que digo, lo que quieres oír, lo que oyes, lo que crees entender y lo que entiendes, existen nueve posibilidades de no entenderse”.

Los problemas de comunicación son un evento común cuando las ideas no son expresadas asertivamente y cuando la escucha no conlleva un ejercicio atento y consciente de respeto y consideración por la postura del otro.

Muchas personas, las más relacionadas con el tema, procuran siempre distinguir entre el acto de oír y el acto de escuchar, en tanto el primero es visto como la mera acción del sentido de la audición por inercia, mientras que la segunda supone estar realmente dispuesto a depositar nuestra atención en una conversación y, especialmente, a escuchar para comprender y no para responder desde el prejuicio.

Los procesos de sensación y percepción en el individuo son claramente distintos e involucran tanto elementos a nivel fisiológico como a nivel cognitivo.

La sensación implica el funcionamiento óptimo de órganos sensoriales y del sistema nervioso, y en condiciones normales, resulta en que seamos capaces de ver el rojo cuando es rojo y el verde cuando es verde.

Sin embargo, la percepción es un fenómeno mucho más complejo en el que intervienen factores como la cultura, las experiencias, los valores y las expectativas personales, una suma totalitaria que bien podría respaldar la conocida frase de El Talmud de Babilonia: «No vemos las cosas como son. Vemos las cosas como somos». 

Sensación: la materia prima

El proceso sensitivo se da a través de los órganos de los sentidos siguiendo una cadena de eventos que inician con un estímulo externo, el cual debe ser lo suficientemente fuerte para ser captado por las células receptoras que se encuentran en cada órgano sensitivo.

Estas células receptoras se especializan en convertir un tipo particular de energía en una señal nerviosa que llega al encéfalo por un canal determinado, según el órgano sensitivo que haya registrado el estímulo; es por esto que los espectros de luz captados a través del sentido de la vista son decodificados (en condiciones normales) en formato de imágenes y no de sonidos, por ejemplo.

El término umbral juega un rol determinante en el proceso, y se subdivide en umbral de percepción y umbral diferencial, o diferencia apenas perceptible.

El umbral de percepción viene a ser el grado de sensibilidad que determina el nivel mínimo de energía que los sistemas sensitivos son capaces de registrar. En este punto, es interesante cómo puede variar este umbral según dos factores:

  • El tipo de sentido (visión, olfato, tacto…) 
  • El individuo

La audición, por ejemplo, es mucho más sensible que el resto de los sentidos y, por ende, posee un umbral de percepción más bajo. 

El umbral diferencial o diferencia apenas perceptible es el grado de alteración en la disposición de energía registrada por un órgano sensitivo cuya magnitud es suficiente para que el individuo note el cambio, como un bolso de mano que en un principio contenía dos libros y ahora contiene diez.

En el caso del umbral diferencial, vemos que se requiere un aumento considerable en la energía del estímulo para que el cambio no pase desapercibido, lo cual se explica en función de la capacidad que tiene el sistema nervioso para adaptar al individuo a las condiciones de un estímulo regular, adaptación que se da sin importar el sistema sensorial en cuestión.

De una forma u otra, el cerebro humano está programado para facilitarnos las cosas de manera que cualquier estímulo externo sea decodificado sistemáticamente para adquirir un orden o coherencia como proceso mental. Así, somos capaces de adaptarnos al exceso de sal o la falta de iluminación. 

Esta capacidad de adaptación representa la complejidad y funcionalidad del cuerpo humano y es esencial para la supervivencia. Sin ella, permaneceríamos de forma asincrónica con las condiciones ambientales. 

Ahora bien, y citando al filósofo Jean Paul Sartre de forma parafraseada: ¿qué hacemos con lo que los sentidos hacen con nosotros?

Percepción

La percepción varía de un individuo a otro y se ve considerablemente influenciada por factores de tipo sociocultural e individual, tales como:

  • La motivación (la necesidad inmediata puede impulsar una percepción distorsionada de la realidad)
  • Los valores (el conjunto de ideas, creencias o convicciones que también puede llamarse código moral influye en la percepción del individuo, que tiende a “acomodar” lo que percibe de modo que no le resulta contraindicativo)
  • Las expectativas (ideas preconcebidas del cómo deberían ser las cosas)
  • El estilo cognoscitivo (o la manera en que interpretamos el entorno, desarrollada a lo largo de nuestras vidas y que tiende a ser una visión “igualadora” o “exagerada” de la realidad percibida)
  • La experiencia y cultura (formación empírica de un grupo con base en sus costumbres y tradiciones)
  • La personalidad (conjunto de características relativamente estables que pronostican el comportamiento).

Todos estos factores inciden en que una obra de arte pueda ser apreciada desde una perspectiva estéticamente positiva o tachada bajo una acepción moralmente negativa (percepción), aún cuando, desde la sensación, se trata solo de una pintura.

Para ilustrar esto, basta citar como ejemplo la Venus de Médici (o El Nacimiento de Venus, de Sandro Botticelli). La pintura muestra a la diosa Venus (Afrodita) emergiendo del mar dentro de una concha, completamente desnuda. Para los padrinos de Botticelli (la familia Médici, dedicada al mecenazgo de las artes durante el renacimiento italiano) el cuadro era una obra maestra, pero ante la iglesia católica, Botticelli había encarnado la falta de pudor y el detrimento del código moral eclesiástico.

Cómo percibimos el mundo según la Gestalt

La psicología Gestalt se centra, precisamente, en los procesos mentales relacionados con la percepción de la realidad externa.

Mayormente conocida por el enunciado “el todo es mayor que la suma de sus partes”, la Gestalt introduce principios sumamente interesantes como el de organización perceptual, que abarca la tendencia natural a distinguir entre figuras y fondos, no sólo en soportes visuales como una silueta contorneada en negro sobre un fondo blanco, también en la percepción auditiva. De esta forma se explica que podamos distinguir, en un concierto para orquesta, entre las cuerdas y la línea de viento-madera. 

Según la Gestalt, tendemos a ordenar las formas que captamos del mundo exterior de manera que adquieren un sentido o coherencia, permitiéndonos otorgarle un significado. De esto deriva el segundo principio, la constancia perceptual. 

La constancia encierra la forma, el tamaño y el color. La unión de estos atributos hace que una mesita blanca y redonda nos siga pareciendo una mesita blanca y redonda sin importar el ángulo desde el cual se mire (forma), la distancia (tamaño) o las condiciones lumínicas (color).

Por último, los enunciados de la psicología Gestalt comprenden cuatro principios en relación con la tendencia perceptiva de los humanos:

  • El principio de proximidad, según el cual tendemos a percibir las formas en conjunto en función de la cercanía entre unas y otras (tres manzanas, dos juntas y otra alejada, nos parecerán un par de manzanas y una manzana aislada).  
  • El principio de semejanza, que hace alusión a la tendencia a percibir las formas semejantes (ya sea por su color, forma o tamaño) como parte de un patrón.
  • El principio de cierre, según el cual tendemos a obviar el carácter incompleto de los objetos y a otorgarles un sentido de coherencia aunque no lo posean naturalmente.
  • El principio de continuidad, para el cual tendemos a agrupar, como parte de un patrón, aquellas figuras que por su dirección parecen darle continuidad. 

«No vemos las cosas somo son, sino como somos»

Un estudio publicado en 2011 en la Journal of Experimental Psychology: General de la APA (Asociación Americana de Psicología) concluye que las diferencias culturales podrían ocasionar malentendidos de consideración entre las personas debido a diferencias marcadas en la percepción emocional.

«Los orientales y los occidentales difieren en términos de lo que consideran constituye una cara de enojo o una cara feliz», explica Rachael E. Jack, investigadora de la Universidad de Glasgow encargada del estudio.

Esto se debe a que, durante el proceso de percepción, intervienen dos mecanismos cognitivos que cambian por completo el rumbo de la historia. De este modo, la cultura modula la percepción de la emoción por la configuración de:

  1. Las representaciones mentales, que definen el contexto e influyen en la percepción a nivel cognitivo y afectivo, impacando en la toma de decisiones.
  2. Los sesgos atencionales, que marcan la diferencia entre los juicios basados en el relativismo y en el absolutismo, y el razonamiento categórico, por ejemplo.

Los tres pasos del proceso de percepción

Selección

La percepción inicia con la selección de contenido o de estímulos externos.

Desde luego, vivimos acosados por una vorágine de estímulos y es evidente que la decisión de seleccionar un conjunto de entre tantos cientos de miles no ocurre al azar, sino por predisposición consciente o inconsciente.

Cuando al finalizar una conversación y dar nuestro punto de vista la contraparte señala que hemos escuchado «sólo lo que queríamos escuchar», es muy probable que eso sea justamente lo que hemos hecho.

Nuestros sentidos tal vez hayan registrado todo, pero nuestra predisposición a capturar una frase o un detalle concreto es lo que, finalmente, determina hacia dónde apuntará nuestra interpretación de los hechos. O citando a Nietzsche:

Organización

El segundo paso del proceso de percepción es la organización de los estímulos. En esta fase, los impulsos nerviosos enviados desde los receptores sensoriales son conducidos al cerebro, donde construimos una representación mental de ellos: un concepto. 

Cuando un estímulo resulta confuso, puede dar lugar a conceptos múltiples, todos al mismo tiempo, lo cual explica por qué las discusiones son un evento rutinario cuando asumimos en lugar de indagar.

Interpretación

Por último, cuando nuestro cerebro ha recibido y decodificado la información y nuestro esquema cognitivo ha otorgado significado a los estímulos con base en nuestras experiencias, creencias, personalidad y contexto sociocultural, el resultado es una interpretación de la realidad, que no siempre es fiel a ella ni conveniente para nosotros.

De hecho, una interpretación fundamentada en prejuicios o experiencias negativas del pasado es la base que refuerza las creencias irracionales y fomenta estructuras cognitivas perjudiciales para nuestra estabilidad mental y la de quienes nos rodean.

Por supuesto, resulta útil ser consciente en todo momento de que nuestro juicio, sea relativista o absolutista, es únicamente uno de los tantos matices posibles que conforman la realidad, y que no es necesariamente un reflejo de ella, sino de nosotros.

Referencias: Boundless

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Pasar más tiempo en la naturaleza es muy bueno para tu salud mental

  • 25/10/2016
  • Alejandra Alonso
Naturaleza

Gracias a mi sabia madre me gusta la naturaleza, especialmente disfruto estar en la playa y afortunadamente vivo en un país que tiene hermosos lugares para visitar. Algunas investigaciones de las cuales ya hemos hablado, han encontrado que el contacto con la naturaleza tiene beneficios para nosotros: puede mejorar la memoria y atención de los niños, reducir la agresividad en adolescentes y la conducta violenta en cárceles.

Además, las personas que visitan parques por 30 minutos o más cada semana, son menos propensas a tener presión sanguínea alta o pobre salud mental, comparados con aquellos que no lo hacen, de acuerdo a un estudio de científicos australianos e ingleses.

La investigación fue dirigida por The University of Queensland (UQ) y el Centro ARC de Excelencia para las Decisiones Ambientales (CEED), y sugiere que las personas pueden necesitar una dosis mínima de naturaleza.



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La Dra. Danielle Shanahan agrega que los parques ofrecieron beneficios en relación a la salud, incluyendo una reducción en el riesgo de desarrollar enfermedades del corazón, estrés, ansiedad y depresión.

Si todos visitaran su parque local por media a una hora cada semana habrían 7% menos casos de depresión

“Si todos visitaran su parque local por media a una hora cada semana habrían 7% menos casos de depresión y 9% menos casos de presión sanguínea alta. Dado que el costo social de la depresión solo en Australia se estima en 12.6 billones de dólares australianos al año, el ahorro en presupuestos de salud pública en todos los resultados de salud podría ser inmenso”, dice Shanahan.

“Sabemos desde hace mucho tiempo que visistar parques es bueno para nuestra salud, pero ahora estamos comenzando a establecer cuánto tiempo necesitamos pasar en los parques para obtener esos beneficios. Tenemos evidencia específica de que necesitamos visitas regulares de al menos media hora para asegurarnos esos beneficios”, comenta Richad Fuller, otro investigador de UQ CEED.

La Dra. Shanahan dice que el 40% de los residentes de Brisbane no visitaba parques urbanos en una semana regular.

Shanahan cree que para motivar a las personas a pasar más tiempo en espacios verdes, se necesita apoyo de las comunidades, creando actividades que se lleven a cabo en estos espacios naturales.

Aunque no hayan actividades al aire libre en tu comunidad, es motivador saber que pasar tan solo 30 minutos por semana en la naturaleza pueda tener un impacto tan grande en nuestra salud. Te invito a hacer de tus visitas a la naturaleza un hábito.

Fuente: PSYBLOG

  • Salud Mental y Tratamientos

El emotivo momento en que un niño con autismo logra por primera vez en su vida dar un abrazo y fue a un perro

  • 25/10/2016
  • David Aparicio

Los niños con autismo tienen dificultades en la interacción social. Muchos de ellos sufren a diario porque no logran conectarse y entablar amistades. La BBC publicó una muy tierna historia de Kainoa, un niño de 5 años con autismo que no tolera que su madre, ni que nadie que lo abracen, lo bañen o lo vistan y que logró dar el primer abrazo de su vida no con una persona, sino con su perro de compañía.

Su madre muy emocionada y en lagrimas publicó las imágenes:

kainoa-perro.jpg
Imagen: FACEBOOK / 4 PAWS FOR ABILITY



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La madre escribió después de vivir esta emotiva experiencia:

«Cada empresa que contactamos para conseguir a un perro de compañía, cada dólar que gastamos, cada formulario que llenamos, cada lágrima derramada, cada paso hacia adelante y cada retroceso, valieron la pena».

«Durante meses me he sentado con él cuando llora porque no tiene amigos, porque aunque asiste a sus terapias regularmente, no puede interactuar con nadie aparte de los miembros de la familia».

Y termina el texto así: «Pero ayer lloré por una razón distinta. Y no tengo palabras para describir lo que se sentí».

Lee el artículo completo en la BBC.

  • Salud Mental y Tratamientos

Piden cerrar el canal de Eugenia Cooney en YouTube por fomentar la anorexia

  • 25/10/2016
  • Rita Arosemena P.
Eugenia Cooney

«Eugenia Cooney tiene una seria condición médica y necesita buscar ayuda. Ha estado influenciando a sus seguidores con su severa condición de bajo peso. Se está enfermando más y más cada día». 

De esta forma describe una petición dirigida a Google creada en la plataforma Change.org la posible influencia social negativa que supone la proliferación de vídeos publicados por la youtuber estadounidense Eugenia Cooney, donde exhibe con claridad un estado físico de delgadez extrema.

Lynn Cloud, autora de la petición que está a punto de completar un total de 10.000 firmas simpatizantes a favor del cierre temporal del canal de Cooney, sostiene que, si bien la joven no hace referencia directa a su condición ni promueve entre sus seguidores malos hábitos alimenticios, el hecho de exponer más del 50% de su cuerpo en sus vídeos e imágenes y referirse a su estado como algo normal «no ayuda a las niñas con anorexia y otros desórdenes alimentarios».



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«Su audiencia en YouTube & YouNow oscila entre los 12-21 años de edad», añade Cloud, un rango de edad especialmente vulnerable al desarrollo de trastornos alimentarios.

La anorexia se define como un trastorno alimentario que lleva a las personas a perder más peso del que su edad y estatura establecen como recomendables

El canal de Cooney, que cuenta con más de 870.000 suscriptores, ha registrado a lo largo de 3 años un evidente proceso de transformación física del que sus seguidores han sido testigos y voces activas de opinión:

«A estas alturas no se puede negar que necesitas ayuda. Estás influenciando a chicas de todo el mundo para que sean tan delgadas como tú y eso es cruel», dice el comentario de una de las seguidoras de Cooney.

https://www.youtube.com/watch?v=AFCGjW6Bwjs

Eugenia Cooney, youtuber estadounidense cuya cuenta se ha pedido sea «cerrada temporalmente»

Pero, ¿qué evidencia científica se tiene en relación con el efecto contagio que del poder mediático en el desarrollo de los trastornos alimentarios?

Anorexia y redes sociales: cuando la moda es malsana

De acuerdo con un estudio publicado en 2003 por el Programa de Desórdenes Alimentarios del Hospital para Niños Enfermos de la Universidad de Toronto, no solo ha aumentado la incidencia de trastornos alimentarios como la anorexia nerviosa en los últimos 50 años, sino que los medios de comunicación (donde se incluyen las redes sociales) podrían estar jugando un rol importante en la «creación e intensificación del fenómeno de insatisfacción corporal». 

 Las redes sociales «refuerza patrones de pensamiento que los pacientes con anorexia tienden a sufrir: el perfeccionismo y la comparación»

Según los autores del estudio, los adolescentes son el sector de la población más vulnerable ante el efecto de influencia mediática, ya que tienden a preocuparse más por su talla, contextura e imagen corporal y, como resultado, siguen dietas en ocasiones perjudiciales para bajar de peso.

Otro estudio realizado por la Mesa de Diálogo para la Prevención de Trastornos de la Conducta Alimentaria de Catalunya (TCA), indica que el 60% de los pacientes diagnosticados con algún desorden alimentario busca en internet contenido «poco saludable», como métodos para perder peso rápidamente o para vomitar después de las comidas.

Según el psicólogo Eduard Serrano, autor del estudio y encargado de la Unidad de TCA del Hospital Sant Joan de Déu, esta «búsqueda de apoyo en las redes» pronto se vuelve dañina debido al contenido en contra de la salud que prolifera en páginas y perfiles públicos pro-ana (pro anorexia) y pro-mia (pro bulimia), lo que lleva a las personas que consumen ese tipo de material a «caer en un pozo». 

La debate acerca de la influencia de las redes sociales en el desarrollo de trastornos alimentarios ha tomado auge en los últimos años debido al crecimiento exponencial de plataformas como Facebook e Instragram.

Para Claire Mysko, directora de la Asociación Nacional de Desórdenes Alimentarios (NEDA) de Estados Unidos, este tipo de redes enfatiza demasiado en la idea de presentarnos ante los demás como figuras perfectas, lo cual «refuerza patrones de pensamiento que los pacientes con anorexia tienden a sufrir: el perfeccionismo y la comparación». 

Las personas diagnosticadas con anorexia presentan un miedo irracional a subir de peso y tienden a concebir su propia imagen corporal de forma distorsionada

Paola Tubaro, investigadora del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS) de París y especialista en el tema de desórdenes alimentarios y sitios web pro-ana, para muchas personas resulta más difícil que para otras recuperarse y sólo un puñado consigue manejar la anorexia sin dejar de ser activo en redes como Instagram, ya que el uso continuado de estos sitios hace que sea difícil distanciarse de la comunidad que promueve el trastorno alimentario.

Sumado a esto, la reacción de la audiencia puede agravar el problema en lugar de contribuir a una solución. El lenguaje ofensivo y los comentarios hostiles de algunos seguidores de Cooney, por ejemplo, están lejos de constituir una postura en beneficio de su recuperación, pudiendo tener un efecto completamieno opuesto: el de factor estresante.

Fuente: El País | DW

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