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Publicaciones por mes

noviembre 2017

55 Publicaciones
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

“Yo necesito saber”: acerca de la incertidumbre y la capacidad de fluir

  • 23/11/2017
  • Cristian Correa

El célebre psicólogo positivo Mihály Csíkszentmihályi (2012) crea el concepto de flow o fluir, el cual es definido como un estado emocional positivo caracterizado por una implicación total dentro de la actividad que estamos realizando, sin importarnos nada más, mientras mantenemos un grado de concentración absoluto. Fluyendo en lo que realizamos.

Por otro lado nos encontramos con la incertidumbre. Todos tenemos baja tolerancia a ella; la incertidumbre, el gran signo de pregunta en nuestra cabeza; paradójico teniendo en cuenta la complejidad, rapidez, imprecisión e inestabilidad del mundo que nos rodea. Pero a su vez es esa incertidumbre la que nos mantiene en la realidad, la que nos permite dudar.

Cuando sabemos lo que está por venir, sentimos menos estrés, libera nuestra carga emocional. Imagínense para un ansioso no saber qué ocurrirá en tal o cual situación si no es a partir de subirse imaginariamente al Delorean e irse al futuro (imaginado), positivo o no, catastrófico, apocalíptico, la catástrofe detrás del bombardeo de pensamientos automáticos y distorsiones cognitivas en la mente ansiosa.

Estudios recientes revelan que aquellas personas conscientes de que recibirán una descarga o que conocen un diagnóstico a pesar de ser éste desfavorable, en contraposición con aquellas que viven con la incertidumbre, presentan menores índices de ansiedad (Diaz-Cordobes, Barcia, Gallego-Sanchez y Barreto, 2012; Cardozo, Ramos, Vaz, Rodriguez y Fernandez, 2012). En esto radica la importancia del autoconocimiento y la automonitorización, sobre todo la buena relación terapéutica con nuestros pacientes, seamos o no psicólogos.

«Yo necesito saber», dicen algunas personas. Eso nos brinda una ilusoria sensación de control sobre los acontecimientos en los cuales estamos involucrados, aunque probablemente ese “control” no se sostenga ante un análisis objetivo. Ahora bien, ¿realmente necesitamos saber?

La incertidumbre, la duda, puede ser nuestro mayor enemigo o el más grande aliado; todo depende de la perspectiva.

Pensemos en una persona diagnosticada con Trastorno Obsesivo Compulsivo, por ejemplo, los rituales de esa persona que tiene la necesidad de comprobar 7 veces que ha cerrado la llave del gas antes de salir de casa, no es más que un reflejo de este miedo a lo desconocido llevado al extremo. Por supuesto que esto es parte del cuadro de esa persona, ¿pero qué ocurre con quienes no padecemos un desorden de estas características?

Todos necesitamos estabilidad emocional. Lo cierto es que hoy, en una contemporaneidad acelerada, es difícil conseguirla. Presumiblemente necesitamos un trabajo estable, una relación amorosa y amable con nuestra pareja, sin sobresaltos, necesitamos ese préstamo al que estamos aspirando desde hace varios meses, etc.

Parece que en nuestro tiempo, necesitamos de muchas cosas.

Este artículo intenta expresar que la incertidumbre, la duda, puede ser nuestro mayor enemigo o el más grande aliado; todo depende de la perspectiva.

La mayor parte de la gente tiene una incomodidad vital hacia el “no saber qué pasará”, queremos saberlo todo con antelación, necesitamos un final siempre, necesitamos conocer las consecuencias de todo lo que hacemos, de lo que podemos controlar y de lo que no.

El tiempo no hace concesiones a nadie. De un lado nos sentimos aliviados porque conocemos el final de la vida, pero ¿qué pasará después?¿qué cabe esperar? Sin caer en extremismos, cotidianamente nos preguntamos: ¿Qué me dirá esa chica que me gusta tanto?¿aprobaré el examen?¿seré feliz con mi esposo?¿será niño o niña?¿llegaré a fin de mes con mi sueldo?¿conseguiré el trabajo? ¡Cuantas preguntas! Continuamente nos hacemos preguntas, las 24 horas del día, los 365 días del año; eso provoca un estrés emocional que precisamente no contribuye positivamente a esa estabilidad tan anhelada, al fluir en mis actividades diarias.

“La incertidumbre es una margarita cuyos pétalos no se terminan jamás de deshojar”. Mario Vargas Llosa

Me pregunto entonces, ¿no sería más útil abrazar la incertidumbre y asumir que no hay nada seguro o completamente cierto?

Tal vez no. Las raíces de los miedos se encuentran en las profundidades de nuestro cerebro primitivo, una zona VIP donde sólo se permite la entrada a aquellas respuestas que la evolución ha pulido durante generaciones. Por lo tanto, podemos asumir que si la intolerancia a la incertidumbre se encuentra entre esas respuestas innatas es porque cumple alguna función adaptativa.

Pero entonces, ¿de qué sirve el miedo a lo incierto?

Nos ayuda a simplificar y comprender: como dijimos antes el mundo que nos rodea es complejo y cambiante; lo es mucho más que la mente humana, cuya capacidad para procesar las infinitas variables o inputs externos es limitada. El miedo a lo incierto nos sirve para solucionar este pequeño error de diseño. Creamos reglas simples y generales que expliquen el comportamiento de las cosas y alivien el desasosiego que nos genera lo desconocido; pero de igual manera aquí también puede haber conceptos y reglas que nos alivian, aunque sean irracionales.

Nos permite hacer predicciones simples: quedarnos con estas reglas, con aquello que conocemos, nos permite anticipar ciertas respuestas. Sí siempre que pongo un recipiente de agua sobre el fuego el agua hierve, es posible que vuelva a suceder lo mismo si repito el proceso. En caso de que las respuestas anticipadas sean de tipo aversivo y dañino, también cumpliría con la siguiente función de auto-conservación/auto-preservación.

Nos protege de algunos peligros: “más vale malo conocido, que bueno por conocer”.

Ahora bien, vivir creyendo en la determinación, en que no hay nada bajo nuestro control y que todo es incierto, puede ser igual de perjudicial que hacerlo con el pavor de echarlo todo a perder. El miedo a la incertidumbre es irracional pero existe por algún (o varios) motivos. Por lo tanto, solo cuando aceptamos esta conclusión, de que la incertidumbre va a ser parte de la vida, es que puedo centrarme en saber que sobre algunas cosas tendré el control y sobre otras definitivamente no; por tal motivo, algo tan simple como lo mencionado en algunas líneas previas, puede definirse como el estado que me permitiría descansar sobre el fluir (o flow), mas precisamente descansar fluyendo, en lo que me encuentro realizando. La incertidumbre y la duda son propias del ser humano en tanto ser que intenta sobrevivir.

La incertidumbre no dejará de existir, abrazarla y aceptarla es parte del fluir cotidiano. Está y va a estar presente siempre. Queda en nosotros aprovechar la oportunidad que nos brinda, de crear un significado cotidiano para mitigarla y fluir.

Referencias:

Cardoso, M., Ramos, M., Vaz, F., Rodríguez, L., & Fernández, N. (2012). Influencia del apoyo familiar en momentos de gran incertidumbre. Prisma social, (8).

Csikszentmihalyi, M. (2012). Fluir: una psicología de la felicidad. Editorial  Kairós.

Díaz-Cordobés, J., Barcia, J., Gallego-Sánchez, J., & Barreto, P. (2012). Conspiración de silencio y malestar emocional en pacientes diagnósticados de glioblastoma multiforme. Psicooncología, 9(1), 151.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Electrocardiograma para diagnosticar trastorno bipolar y depresión?

  • 22/11/2017
  • Rita Arosemena P.

Una excelente noticia para optimizar los métodos de diagnóstico de la bipolaridad y la depresión fue publicada en la revista World of Biological Psychiatry, ya que investigadores de la Loyola Medicine de Chicago aseguran haber encontrado una forma de determinar si un paciente tiene depresión mayor o trastorno bipolar a través de un test cardíaco o electrocardiograma (ECG o EKG).

Los resultados del estudio muestran que existe diferencia en la variabilidad del ritmo cardíaco (variaciones en los intervalos de tiempo entre los latidos del corazón) entre los pacientes con bipolaridad y los pacientes con depresión. Esta nueva forma de apoyo al diagnóstico podría ser una gran ayuda, puesto que el trastorno bipolar suele diagnosticarse erróneamente como depresión mayor debido a la similitud en los síntomas.

Este diagnóstico equivocado incide directamente en la salud y calidad de vida de los pacientes, ya que el tratamiento para ambos trastornos es completamente distinto. El tratamiento para el trastorno bipolar involucra un antidepresivo junto con un estabilizador del estado de ánimo o un medicamento antipsicótico para evitar episodios maníaco, de modo que diagnosticar depresión a un paciente bipolar podría poner en riesgo su vida.

Para el estudio, los investigadores inscribieron a 64 adultos con depresión mayor y 37 adultos con trastorno bipolar. Cada participante fue sometido a un electrocardiograma de tres derivaciones durante 15 minutos, tras lo cual se analizó la variabilidad de la frecuencia cardíaca utilizando un paquete de software especial.

Al medir la variabilidad de la frecuencia cardíaca, los investigadores calcularon lo que los cardiólogos conocen como arritmia sinusal respiratoria (ARS) y se encontró que, al comienzo del estudio, los pacientes con depresión mayor mostraban un RSA más alto que los pacientes con trastorno bipolar. Además, los pacientes con trastorno bipolar tenían niveles sanguíneos más altos de biomarcadores de inflamación que aquellos con depresión mayor. La inflamación ocurre cuando el sistema inmune se acelera en respuesta a una condición estresante.

Para Angelo Harris, profesor de psiquiatría y neurociencias del comportamiento, este nuevo método no invasivo es una alternativa fácil de usar y asequible para mejorar la calidad del diagnóstico, lo que supone «un gran avance para las prácticas de atención psiquiátrica».

Fuente: Psych Central; World Journal of Biological Psychiatry

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Flexibilidad neuronal: ¿el secreto de la inteligencia humana?

  • 22/11/2017
  • Rita Arosemena P.

La revista Trend in Cognitive Sciences ha publicado un estudio conducido por la Universidad de Illinois que sugiere que la flexibilidad en el cableado neuronal podría ser la clave detrás de la inteligencia humana.

La flexibilidad se refiere en este caso a las propiedades dinámicas del cerebro, es decir, cómo se estructuran las conexiones neuronales y cómo se va modificando este en respuesta a las condiciones del entorno. En otras palabras: el factor adaptabilidad.

Ahora bien, cuando hablamos de inteligencia general nos referimos a la capacidad intuitiva que posee una persona para tomar decisiones asertadas y resolver problemas, y no a su capacidad memorística u habilidades en un área concreta. En relación con esto, los autores del estudio aseguran que la evidencia recopilada sugiere un efecto de andamiaje neuronal vinculado directamente con la inteligencia general de un individuo, dicho de otra forma: la inteligencia no se origina en una sola región o red cerebral, sino que es producto de «la capacidad de transición flexible entre los estados de una red». 

El cerebro humano: una máquina modular

De acuerdo con Aaron Barbey, autor principal del estudio y profesor de psicología de la Universidad de Illinois, los científicos han entendido desde hace mucho tiempo que el cerebro es modular, lo que significa que diferentes regiones cerebrales se encargan de habilidades específicas, como el procesamiento de la información visual que realiza el óbulo occipital.

 

Estructura jerárquica de la inteligencia general. En el nivel de habilidades específicas, las personas difieren en puntajes en las pruebas de logros individuales, las cuales están todas correlacionadas positivamente. En el nivel de habilidades amplias, las correlaciones fuertes entre las pruebas que miden el mismo dominio cognitivo están presentes. En el nivel de habilidad general, las personas que se desempeñan bien en un área también tienden a desempeñarse bien en otras y, por lo tanto, se puede derivar un factor general (g, que representa a la inteligencia general).

Durante mucho tiempo se ha intentado comprender cómo se organiza el cerebro y cuáles son las estructuras encargadas de realizar cada función. Se sabe, por ejemplo, que la corteza prefrontal se encarga de funciones de orden superior, como la planificación y la organización del comportamiento, por lo cual los científicos han sugerido que esta impulsa también la inteligencia general. Sin embargo, los hallazgos de Barbey y su equipo indican que se trata en realidad de una relación global, y que es la flexibilidad en las interacciones neuronales lo que determina la inteligencia.

«En lugar de formar conexiones permanentes, estamos constantemente actualizando nuestro conocimiento previo, y esto implica la formación de nuevas conexiones. La inteligencia general requiere tanto la capacidad de alcanzar de manera flexible los estados cercanos y de fácil acceso, para respaldar la inteligencia cristalizada, como la capacidad de adaptarse y llegar a estados de difícil acceso para respaldar la inteligencia fluida«, explica Barbey.

Fuente: Psych Central; Trends in Cognitive Sciences

Sin categoría

Los adolescentes con riesgo suicida pasan más de 5 horas frente a las pantallas

  • 21/11/2017
  • Alejandra Alonso

El incremento de tiempo frente a la pantalla podría ser un factor clave en relación al aumento de la depresión y conductas suicidas en personas jóvenes.

Particularmente las chicas serían más propensas a verse afectadas por estos efectos negativos de pasar demasiado tiempo interactuando con celulares, tablets o computadoras.

El estudio se realizó con 506.820 adolescentes estadounidenses y encontró que las tasas de suicidio para chicas de 13 a 18 años aumentó un 65% entre 2010 y 2015.

El número de chicas que reportaron depresión severa también se incrementó un 58% en este período.

Los protocolos utilizados para recoger los datos incluyeron items que apuntaban a conocer síntomas depresivos, resultados relacionados al suicidio, uso general de dispositivos, utilización de redes sociales, navegación por internet, consumo de televisión, trabajo en tareas escolares, interacciones en persona, uso de medios escritos (revistas, periódicos), práctica de deportes y/o ejercicio, asistencia a sistemas religiosos, trabajos pagados, etc.

La profesora Jean Twenge, autora principal del estudio, comenta:

“Estos aumentos en cuestiones de salud mental entre adolescentes son muy alarmantes.
Ellos nos están diciendo que tienen una lucha y debemos tomarla seriamente.
Cuando vi por primera vez estos repentinos incrementos en problemas de salud mental, no estaba segura de qué estaba causándolos.
Pero las encuestas utilizadas incluyen preguntas sobre cómo utilizan su tiempo libre y, entre 2010 y 2015, los adolescentes han pasado más tiempo frente a una pantalla y menos en otras actividades.
Ese fue, por lejos, el mayor cambio en sus vidas durante los últimos 5 años, y no es una buena fórmula para la salud mental.”

El estudio observó que aquellos sujetos que pasaban más de 5 horas por día en dispositivos electrónicos tenían casi el doble de tendencias suicidas que las personas que solo lo hacían 1 hora o menos por día.

La profesora Twenge recomienda limitar el tiempo que pasan los adolescentes frente a la pantalla a dos horas diarias para disminuir el riesgo. Aunque, debido al diseño metodológico, los autores no pueden asegurar que el creciente uso de celulares ha causado el aumento de problemas en salud mental, ellos piensan que ese ha sido el cambio más grande que ha habido en la vida de esta población entre 2010 y 2015 (sin embargo, podría ser que los adolescentes deprimidos pasan más tiempo frente a la pantalla).

Los científicos también encontraron que los deportes y el ejercicio, las tareas y las conversaciones con personas reales en tiempo real se relacionaban con una reducción de la depresión y el suicidio.

Poco a poco van surgiendo datos que nos ayudan a comprender mejor los efectod de los dispositivos electrónicos en nuestro salud y, aunque los datos del presente estudio no pueden indicar una relación de causalidad, debemos recordar ser cautelosos con el uso de dichos aparatos.

Fuente: PsyBlog

  • Salud Mental y Tratamientos

Impulsar la actividad cerebral puede amortiguar la ansiedad, según estudio

  • 20/11/2017
  • Rita Arosemena P.

De acuerdo con un estudio publicado por la Universidad de Duke, aumentar la actividad cerebral en regiones relacionadas con el pensamiento y la resolución de problemas podría ayudar a reducir los síntomas de ansiedad, lo que sería un hallazgo muy beneficioso para minimizar las probabilidades de desarrollar el trastorno.

La investigación fue publicada en la revista Cerebral Cortex y los autores consideran que se trata de una gran oportunidad para «reforzar una estrategia mediante la cual las personas puedan mejorar su funcionamiento emocional, su estado de ánimo, su ansiedad, su experiencia de depresión, no solo abordando directamente esos fenómenos sino también mejorando indirectamente su funcionamiento cognitivo general». 

Para el estudio se analizaron los datos de 120 estudiantes de pregrado que completaron una serie de cuestionarios de salud mental y se sometieron a resonancia magnética funcional (fMRI) mientras realizaban tareas destinadas a activar regiones específicas del cerebro.

Cada participante respondió problemas matemáticos simples basados ​​en la memoria para estimular la corteza prefrontal dorsolateral. También vieron caras enojadas o asustadas para activar la amígdala, y jugaron un juego de adivinación basado en recompensas para estimular la actividad en el cuerpo estriado ventral del cerebro.

Los investigadores estaban particularmente interesados ​​en las personas en riesgo que mostraban una combinación de alta actividad relacionada con la amenaza en la amígdala y baja actividad relacionada con la recompensa en el cuerpo estriado ventral. Al comparar las evaluaciones de salud mental de los participantes, los investigadores encontraron que estas personas tenían menos probabilidades de desarrollar ansiedad si también tenían una actividad alta en la corteza prefrontal dorsolateral.

Esto quiere decir que la corteza prefrontal dorsolateral puede ser particularmente hábil para adaptarse a nuevas situaciones y que las personas cuyos cerebros muestran las firmas en riesgo pueden ser más propensas a beneficiarse de terapias que aumentan la actividad prefrontal dorsolateral del cerebro.

Aunque los investigadores advierten que aún no está claro si los ejercicios de entrenamiento cerebral mejoran el funcionamiento general de la corteza prefrontal dorsolateral o solo mejoran su capacidad para completar el proceso, estudios previos realizados por el mismo equipo de científicos muestran que las personas cuyos cerebros muestran una alta respuesta a la amenaza y una baja respuesta a la recompensa tienen un mayor riesgo de desarrollar síntomas de ansiedad y depresión con el tiempo.

Fuente: Psych Central; Cerebral Cortex

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Black Friday: Cursos online a sólo 10 dólares

  • 20/11/2017
  • David Aparicio

El Black Friday llegó también para todos los que quieren aprender y desarrollarse académicamente: UDEMY, una de las plataforma de educación online rebajó el precio de todos sus cursos a sólo 10 dólares, lo que representa un ahorro de más del 90% y que te permitirá acceder a capacitación especializada con el aval de UDEMY. Todos los cursos incluyen material de lectura, videos y recursos complementarios. Pero lo mejor de todo es que tendrás acceso de por vida al curso que te hayas matriculado.

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Educación:

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cómo dejar de gritar (y otras reacciones instintivas)

  • 20/11/2017
  • Rita Arosemena P.

La psicóloga Nadene van der Linden publicó recientemente un artículo en Psych Central acerca de lo que muchos hemos experimentado como «respuestas automáticas» ante eventos estresantes del día a día.

El post, titulado «Cómo dejar de gritar», brinda a los lectores (y también a los entendidos) herramientas fáciles de aplicar para modificar comportamientos reactivos indeseados y mejorar nuestra capacidad de mantener la calma en situaciones de tensión.

A continuación, compartimos contigo las claves del artículo:

1. Indaga en la causa de tus reacciones instintivas

Es importante profundizar en lo que se encuentra debajo de tu reactividad. Examina qué es lo que te genera molestia en esas situaciones en las que gritas. ¿Hay un patrón de conducta? ¿Qué habilidades o medidas puedes aprender para que tus comportamientos cambien? ¿Necesitas modificar tu forma de pensar acerca de una situación o una persona?

De igual forma, revisa las creencias que puedan estar impulsándote a reaccionar de forma negativa.

2. Aborda los beneficios de reaccionar como lo haces

Si gritar a los demás en una situación de estrés te hace sentir bien u orgulloso de ti mismo entonces hablamos de una recompensa emocional ante un patrón de conducta que necesita ser desechada para que ocurra un cambio.

Practica renunciar a ella a corto plazo de, examina la sensación de alivio y comodidad que esto puede representar para ti y así, a largo plazo, verás que resulta más sencillo actuar de una forma distinta, más acorde a la persona que quieres ser.

3. Aprende a manejar tus síntomas físicos de estrés

Si hay algo que viene bien aprender es a reconocer nuestro lenguaje corporal y así saber cuándo estamos comenzando a perder la paciencia.

Abordar nuestros síntomas de estrés físico puede ayudarnos a interceptar el volcán antes de que la lava lo arrase todo. Entonces, la vieja técnica de «Respirar profundo y no entrar en pánico» puede ser más efectiva de lo que pensamos, ya que si manejamos nuestros síntomas físicos resulta mucho más fácil gestionar nuestro comportamiento.

Aprende a interpretar tu ritmo cardíaco, tu respiración, tu forma de sentirte o incomodarte respecto a un tema; actuando a tiempo, es posible prevenir cualquier posible reacción indeseada.

4. Cuando te sientas abrumado, concéntrate en el momento presente

Enfócate en lo que hay a tu alrededor, en lo que puedes ver, oír, oler, saborear y tocar en ese momento. Elije un estímulo visual, auditivo u olfativo que te resulte agradable y practica la apreciación constante, como el sonido de la brisa o el olor de la comida.

Concéntrate en esta única cosa hasta que te sientas mejor.

5. Practica la atención plena o mindfulness

El mindfulness te enseña a enfocar tu mente en cosas como la respiración o el momento presente en lugar de volcarte del todo en el contenido de tus pensamientos.

Las personas que practican mindfulness experimentan un estrés y ansiedad mucho más reducido, ya que el mindfulness ayuda a aumentar la sincronía entre la forma en que pensamos y la forma en la que nos sentimos. Todo esto aporta beneficios como una menor tendencia a gritar y a sentirse intranquilo.

Fuente: Psych Central

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El impacto de la religión y la espiritualidad en la salud mental

  • 20/11/2017
  • Orlando M. Pagán-Torres

En sus inicios, la psicología y la religión fueron vistas como corrientes mutuamente excluyentes. Esta visión dicotómica fue impulsada principalmente por los psiquiatras Sigmund Freud y Jean Charcot a través de sus obras. Dichos escritos influyeron a profesionales de la salud, lo que llevó a que ignoraran el rol fundamental de la religión en el bienestar. Sin embargo, a partir del siglo XIX, un creciente número de investigaciones empíricas sobre la religión/espiritualidad y la salud han tomado lugar dentro de la literatura científica. Los resultados revelados sobre el impacto de la religión/espiritualidad en la salud ha quebrado los supuestos que establecían la dicotomía entre la religión/espiritualidad y la psicología. Antes de exponer los hallazgos recientes sobre dicho tópico, se considera importante definir conceptualmente la religión y la espiritualidad para establecer la diferencia entre ambos términos y así evitar confusiones terminológicas con dichos constructos.

La religión se podría definir como un sistema de creencias, prácticas espirituales, o ambas, organizadas en torno a la adoración de una deidad o deidades todopoderosas y que incluye comportamientos como plegarias, rezos, meditación y participación en rituales públicos (American Psychological Association, 2010). Por otro lado, la espiritualidad es definida como la búsqueda personal para encontrar respuestas a preguntas esenciales de la vida, acerca del significado y relaciones con lo sagrado y trascendente, que puede conducir o no, o surgir del desarrollo de creencias religiosas y la formación de la comunidad (Koenig, McCullough, y Larson, 2000).

Religión, espiritualidad y salud: hallazgos recientes

Koenig (2012) llevó a cabo una revisión sistemática de literatura sobre el impacto de la religión/espiritualidad en la salud física, la salud mental y las conductas que afectan salud. En dicha revisión, se analizaron 3,300 estudios cuantitativos publicados en revistas académicas, con revisión de pares desde 1872 hasta el 2010. Los estudios analizados componían el 75% de todos los estudios publicados a nivel mundial sobre la religión/espiritualidad y su relación con la salud, debido a que se excluyeron las investigaciones cualitativas (25%).

En dicha investigación, se encontró que la mayoría de los estudios realizados a nivel mundial sostienen una relación inversa entre la religión/espiritualidad y condiciones físicas como enfermedad coronaria, hipertensión, enfermedades cerebrovasculares, alzheimer/demencia, cáncer, síntomas somáticos y mortalidad. Además, la revisión encontró que la vasta mayoría de las investigaciones empíricas mantuvieron una relación inversa entre religión/espiritualidad y conductas maladaptativas que pueden impactar negativamente la salud como el consumo de cigarrillos, abuso de sustancias y conductas sexuales.

Los resultados revelados sobre el impacto de la religión/espiritualidad en la salud ha quebrado los supuestos que establecían la dicotomía entre la religión/espiritualidad y la psicología

Por otro lado, la religión/espiritualidad se relacionó positivamente con conductas positivas que promueven la salud como la dieta, ejercicios, funcionamiento físico, función endocrina, función inmune aumentada y auto-evaluación de salud. En adición, se encontró una relación inversa entre la religión/espiritualidad y variables que afectan negativamente la salud mental como la depresión, la ansiedad, el suicidio y los problemas sociales como delincuencia/crimen e inestabilidad matrimonial.

Sin embargo, los resultados también revelaron una relación positiva entre religión/espiritualidad y variables que afectan positivamente la salud mental como el afrontamiento a la adversidad y emociones positivas (bienestar/felicidad, esperanza, optimismo, significado y propósito, auto-estima, sentido de control), soporte social y capital social (envolvimiento en organizaciones sociales).  Dichos resultados sugieren que la mayoría de los estudios empíricos documentados concuerdan en que una alta religiosidad/espiritualidad se asocia positivamente con la salud física, salud mental y conductas que promueven la salud.

Estos hallazgos son consistentes con una revisión sistemática basada en la evidencia realizada por Bonelli y Koenig (2013), en el que documentaron 43 estudios empíricos publicados en las 25 revistas de psiquiatría y neurología más prestigiosas para esa fecha.  Los hallazgos de la revisión revelaron que el 72.1% de los estudios sugieren que la participación religiosa/espiritual se asocia con menos trastornos mentales (positivo), mientras que el 18.6% de los estudios encontraron resultados mixtos (positivos y negativos) y el 4.7% informaron más trastornos mentales (negativo). Estos datos sugieren que el envolvimiento religioso está relacionado con una buena salud mental, en cuanto a menos depresión, suicidio y abuso de sustancias.

Estableciendo la asociación entre religión y psicología

A través de los hallazgos documentados a partir de estudios empíricos realizados por espacio de 140 años (desde el año 1872), se sugiere que la religión y la espiritualidad son elementos significativos dentro del bienestar psicológico y físico de las personas. Consiguientemente, esto se constituye como una evidencia explícita sobre la importancia de integrar la religión/espiritualidad dentro de los servicios psicológicos/psiquiátricos.  Según Post y Wade (2009), la mayoría de los/as pacientes prefieren recibir servicios de profesionales que integran factores religiosos o espirituales en la psicoterapia. En adición, se ha reportado que del 77% al 83% de los/as pacientes mayores de 55 años desean tener sus creencias religiosas integradas en la terapia (Stanley et al., 2011).

Por lo tanto, es vital que los profesionales de la salud mental estén orientados y capacitados para integrar las técnicas religiosas/espirituales dentro de los servicios que le ofrecen a sus pacientes. Pagán-Torres, Reyes-Estrada y Cumba-Avilés (2017) esbozan algunas ventajas de integrar la religiosidad/espiritualidad dentro de la psicoterapia tales como formar vínculos más fuertes con pacientes interesados en discutir aspectos religiosos y espirituales. Además, cuando las personas que valoran lo espiritual/religioso participan de terapias que toman esto en cuenta, podrían sentirse más propensas a abrirse y discutir en terapia los asuntos que afectan sus vidas psicológicamente.

Referencias

American Psychological Association. (2010). Diccionario conciso de psicología. México: Manual Moderno.

Bonelli, R.M. & Koenig, H.G. (2013). Mental Disorders, Religion and Spirituality 1990 to 2010: A Systematic Evidence-Based Review. Journal of Religion and Health, 52(2), 657-673. doi: 10.1007/s10943-0139691-4

Koenig, H.G. (2012). Religion, Spirituality, and Health: The Research and

Clinical Implications. International Scholarly Research Network, 1, 1-33. doi:10.5402/2012/278730

Koenig, H.G., McCullough, M. & Larson, D. (2000). Handbook of Religion and Health. New York: Oxford University Press.

Pagán-Torres, O.M., Reyes-Estrada, M. & Cumba-Avilés, E. (2017). Religión, Espiritualidad y Terapia Cognitivo Conductual: Una Reseña Actualizada. Salud y Conducta humana, 4(1), 13-34. Recuperado de http://rsych.com/blog/

Post, B. C., & Wade, N. (2009). Religion and spirituality in psychotherapy: A practice friendly review of research. Journal of Clinical Psychology, 65(2), 131-146. doi: 10.1002/jclp.20563

Stanley, M. A., Bush, A. L., Camp, M. E., Jameson, J. P., Phillips, L. L., Barber, C. R., …Cully, J. A. (2011). Older adults’ preferences for religion/spirituality in treatment for anxiety and depression. Aging & Mental Health, 15(3), 334-343. doi:10.1080/13607863.2010.519326

Imagen: Religiosidad en Shutterstock

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

En qué consiste el proyecto de modificación de la Ley de Salud Mental Argentina 26.657

  • 18/11/2017
  • Fabián Maero

En los últimos días hemos estado cubriendo algunos aspectos del proyecto de reforma de reglamentación de la Ley de Salud Mental 26657 de Argentina, pero sin entrar en pormenores. Una cosa que noté mientras investigamos es que a pesar de la extensa cobertura que tuvo el tema en los medios, prácticamente ningún medio ha publicado el texto concreto y las modificaciones que se le quieren hacer, así que pensamos en acercarles ese material para que puedan leerlo y sacar sus propias conclusiones.

Articulos recomendados:

  • Nadie quiere que la psicología retroceda 50 años
  • Psicoanalistas Argentinas se oponen a los tratamientos basados en evidencia científica

Tabla comparativa del proyecto de modificación de la Ley de Salud Mental 26.657

Hemos hecho para ustedes una tabla comparativa, en la cual pueden encontrar para cada artículo el texto de la ley, la reglamentación anterior, y la reglamentación propuesta, para que puedan analizar los cambios. Usenla, imprímanla, haganla circular, creemos que puede contribuir al debate.

Descarga la tabla comparativa en formato PDF.

El camino hasta ahora

La Ley de Salud Mental N° 26657 fue sancionada en el año 2010 y fue reglamentada en el año 2013 por el decreto 603/2013 que instrumentalizó la mayoría de sus artículos. En los últimos días se dio a conocer un proyecto de decreto reglamentario –aún no aprobado– que sustituiría a la reglamentación de 2013.

La reglamentación de una ley consiste en explicitar las instrucciones y reglamentos para su aplicación efectiva, indica cómo aplicar una ley en la práctica, y es una de las atribuciones del Poder Ejecutivo especificadas en el artículo 99 inciso 2 de la Constitución Nacional Argentina, que estipula que el Ejecutivo:

2. Expide las instrucciones y reglamentos que sean necesarios para la ejecución de las leyes de la Nación, cuidando de no alterar su espíritu con excepciones reglamentarias.

Aquí cabe una aclaración: un decreto reglamentario (DR) no es lo mismo que un decreto de necesidad y urgencia (DNU). Los DR forman parte normal de las tareas del Ejecutivo, por lo cual no se trataría propiamente de una reforma de la Ley de Salud Mental por decreto –no en el sentido que habitualmente le damos a la expresión; de hecho, la anterior reglamentación de la ley 26657 también fue por decreto.

Uno de los principales puntos de contención con respecto a la reglamentación propuesta pueden entenderse releyendo la segunda parte del inciso 2 del artículo 99 de la Constitución Nacional: la reglamentación de una ley debe hacerse “cuidando de no alterar su espíritu con excepciones reglamentarias”. La Constitución indica esto porque la forma en que una ley es reglamentada efectivamente puede alterar su espíritu.

Esto precisamente se ha esgrimido respecto al artículo 27 de la Ley de Salud Mental y su proyecto de decreto reglamentario. El artículo 27 de la Ley de Salud Mental dice:

Queda prohibida por la presente ley la creación de nuevos manicomios, neuropsiquiátricos o instituciones de internación monovalentes, públicos o privados. En el caso de los ya existentes se deben adaptar a los objetivos y principios expuestos, hasta su sustitución definitiva por los dispositivos alternativos. Esta adaptación y sustitución en ningún caso puede significar reducción de personal ni merma en los derechos adquiridos de los mismos (…)

El proyecto de decreto reglamentario, en cambio, estipula que este artículo se aplicará de esta manera:

ARTICULO 27.- Deberá entenderse por “manicomios, neuropsiquiátricos o instituciones de internación monovalentes, públicos o privados”, a aquellas instituciones con formas de funcionamiento y características que conduzcan a prácticas obsoletas o inoperantes, estadías prolongadas injustificadamente y generen consecuencias de hospitalismo y anomia, poniendo en riesgo o vulnerando los derechos humanos de los pacientes.

Se aceptará como parte de los “dispositivos alternativos” hospitales especializados en psiquiatría y salud mental, ya sean instituciones públicas o privadas, que apliquen todas las técnicas y métodos aceptados por los consensos sanitarios internacionales para la atención de personas aquejadas de los trastornos comprendidos en el Artículo 1 de la presente Reglamentación (…) (el resaltado es nuestro).

Entonces, el texto la ley prohíbe expresamente los manicomios, y si bien la propuesta de reglamentación no la contradice propone como “dispositivos alternativos” a los manicomios a hospitales especializados en salud mental (lo cual comportaría un mero cambio de nombre), lo cual podría ser considerado un ejemplo de cómo una reglamentación puede ir en contra del espíritu de la ley. Si se aprobara una reglamentación contradictoria con la ley, la siguiente vía sería que la Justicia se expediera sobre la legalidad de esa reglamentación.

Otro de los puntos en contención es el del artículo 13 de la reglamentación propuesta. La ley estipula lo siguiente:

ARTICULO 13. — Los profesionales con título de grado están en igualdad de condiciones para ocupar los cargos de conducción y gestión de los servicios y las instituciones, debiendo valorarse su idoneidad para el cargo y su capacidad para integrar los diferentes saberes que atraviesan el campo de la salud mental. (…)

Mientras que el proyecto de reglamentación reza:

ARTICULO 13.- Los profesionales con título de grado están en igualdad de condiciones de acceder a cargos públicos y privados, siempre que las normas que regulan sus incumbencias abarquen las competencias del cargo al que se pretende acceder, a cuyos efectos deberá preverse que la designación a un cargo garantice que el facultativo aspirante detente el mayor grado de incumbencia en la salud en pos de beneficiar al paciente y usuario del sistema de salud. A los fines de ocupar el cargo de conducción y gestión de servicios en instituciones deberá valorarse la idoneidad conforme el título de grado universitario, antecedentes e incumbencias, y la capacidad para acceder al mismo, respetándose los criterios previstos por el artículo 40 de la Ley 17.132

El artículo 40 de la ley 17132, que es una ley sancionada durante el gobierno de facto de Onganía respecto al ejercicio de la medicina, explicita:

Artículo 40. — Los establecimientos asistenciales deberán tener a su frente un director, médico y odontólogo, según sea el caso, el que será responsable ante las autoridades del cumplimiento de las leyes, disposiciones y reglamentaciones vigentes en el ámbito de actuación del establecimiento bajo su dirección y sus obligaciones serán reglamentadas.

El destacado, que es nuestro, explica bien la preocupación al respecto sobre este punto, ya que la ley 17132 señala exclusivamente a médicos y odontólogos  como los profesionales que pueden estar a cargo de instituciones, lo cual en caso de tomarse literalmente excluiría a los psicólogos de la dirección de establecimientos asistenciales, lo cual iría en contradicción con la presente Ley de Salud Mental.

Como nota al pie, algunas instituciones expresaron su preocupación porque la ley 17132 también incluía el artículo 91, que establecía que los psicólogos sólo podrían actuar “en psicopatología únicamente como colaboradores del médico especializado en siquiatría, por su indicación y bajo su supervisión, control y con las responsabilidades emergentes de los artículos 3°, 4° y 19, inciso 9; debiendo limitar su actuación a la obtención de tests psicológicos y a la colaboración en tareas de investigación” , pero ese artículo fue derogado en el artículo 10 de la Ley 23277 de 1985, la ley de ejercicio profesional de la psicología.

Cerrando

La reglamentación propuesta requiere un debate, dado que afecta nada menos que al abordaje de la salud psicológica de 43 millones de personas, y varios de sus puntos son, como mínimo, cuestionables.

Y en el mismo espíritu, creo que cabe señalar que la reglamentación actual de la ley dista de ser perfecta –por ejemplo, siguen sin reglamentar 28 incisos de una ley que tiene 46 artículos, lo cual significa que a 7 años de su sanción aún no hay una forma explícita de aplicar una parte significativa de la ley.

Pero, como dijimos, mejor es que lean ustedes mismos los textos y saquen sus propias conclusiones. Para esto, hemos recopilado el material más pertinente para que puedan tener el material de primera mano, leerlo, utilizarlo en debates y hacerlo circular, los links están al pie.

La tabla comparativa que está al principio del texto es para facilitar la comparación y el análisis, es el texto original tal como está disponible en la web, pueden descargarlo, imprimirlo y leerlo con tiempo. Si dan clases, creemos que puede ser una buena herramienta para discutir los puntos centrales del debate.

  • Texto de la Ley 26.657

  • Decreto reglamentario de 2013

  • Proyecto de decreto reglamentario (primera parte, con las formalidades)

  • Artículos del decreto reglamentario propuesto

¡Nos leemos la próxima!

(Gracias a la Ps. Tercy Valero por su asesoramiento y desasne general)

  • Artículos de opinión (Op-ed)

Otra vez sopa: respuesta de un conductista a las declaraciones de las instituciones psicoanalíticas argentinas

  • 17/11/2017
  • Fabián Maero

Algunos de mis artículos —la mayoría, creo— los escribo con cierta alegría e interés. Otros me resultan un tanto más indiferentes –sobre temas que considero importantes pero están un poco más alejados de mis intereses habituales. Creo que este es el primer artículo que me da fastidio escribir.

Permítanme describir un poco el contexto. En Argentina, ha empezado a circular un proyecto de modificación de la reglamentación de la Ley de Salud Mental 26657. Dicha ley fue sancionada en el 2010, y fue reglamentada en el año 2013 por el decreto 603/2013 -la reglamentación de una ley consiste en las instrucciones y reglamentos para aplicar efectivamente una ley, y es una de las atribuciones del Poder Ejecutivo especificadas en el artículo 99 de la Constitución Nacional. De aprobarse, el nuevo decreto reglamentario modificaría la forma en que se aplican varios puntos de la ley de salud mental, y esto ha desatado preocupaciones legítimas entre los profesionales de la salud mental en Argentina.

Mi fastidio, y el motivo por el cual estamos publicando esto, es porque frente a esta noticia, las asociaciones psicoanalíticas han respondido de una forma que me hace sospechar que se les ha caído un estante sobre la cabeza, posiblemente uno lleno de libros que no han leído. El texto es el siguiente, tal como se puede leer en las redes sociales de las instituciones:

LA SALUD MENTAL RETROCEDE 50 AÑOS EN ARGENTINA

APA (Asociación Psicoanalítica Argentina)

APdeBA (Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires)

EOL (Escuela de la Orientación Lacaniana)

Los psicoanalistas argentinos agrupados en distintas instituciones hemos tomado conocimiento de un proyecto de decreto reglamentario de la Ley Nacional de Salud mental N° 26.657.

De su lectura se desprende un sentimiento de alarma y preocupación. Es por ello que queremos dejar sentada nuestra posición advertidos de las diversas formas de ascenso de la segregación en el mundo contemporáneo.El decreto que espera la firma del presidente Macri desemboca en una tendencia hacia la homogeneización y, por ende, a la segregación de las singularidades subjetivas.

Nos referimos, por un lado, a los artículos 5 y 7 en los cuales se relacionan estrechamente los diagnósticos y los tratamientos validados a prácticas «basadas en evidencia científica», que denunciamos, no es otra cosa que un conjunto de datos estadísticos de dudosa interpretación que conforman una atmósfera de falsa ciencia, que justificaría el retorno al conductismo, la evaluación y los protocolos. (…)

En conclusión, se trata del modelo biomédico-tecnológico como perspectiva dominante.(…)

El resaltado es nuestro. El texto avanza un poco más, cosa de la que se han abstenido enérgicamente los colegas.

Creo que la crítica más fuerte que se le puede hacer al texto es simplemente leerlo (digamos, cuando alguien se está pegando solo, darle un palo resulta un poco redundante). El párrafo resaltado es de una ignorancia supina. Empecemos por lo obvio: el retorno del conductismo es algo un poco difícil, dado que el conductismo nunca se ha ido a ninguna parte.

Para dar algunos datos que ilustren esto, consideren que la Asociación Internacional de Análisis Conductual (ABAI) que existe desde 1974, tenía en 2008 más de 5000 miembros activos y daba cabida a 60 grupos afiliados que abarcan 12000 miembros en 40 países. También publica 4 journals, el más antiguo de los cuales viene publicándose ininterrumpidamente desde 1937, y no son los únicos journals sobre conductismo, como pueden ver en esta lista de journals recomendados sobre análisis conductual, que abarca 27 publicaciones que han estado en publicación entre 40 y 60 años ininterrumpidamente.

El retorno del conductismo es algo un poco difícil, dado que el conductismo nunca se ha ido a ninguna parte

Pero ABAI no es la única asociación conductual que existe. Formo parte de la Asociación para Ciencia Contextual Conductual, fundada en 2004 y que tiene unos 7800 miembros. En contraste, la Asociación Mundial de Psicoanálisis, fundada por Miller, tiene 1864 miembros (y como nota de color, la Asociación Psicoanalítica Americana reporta que la edad promedio de sus miembros es de 66 años y va aumentando cada año).

Lo que estoy diciendo es que el conductismo no se ha ido, por lo cual temer su retorno es un temor algo extraño. El conductismo ha estado muy activo en los últimos 50 años, con desarrollos que además de las aplicaciones más conocidas en clínica (exposición, activación conductual, etc.) y en trastornos del desarrollo, abarca desarrollos sobre procesos psicológicos generales, lenguaje, funciones simbólicas, aplicacionesa la interacción clínica, manejo de organizaciones, inteligencia artificial y robótica, filosofía de la ciencia, ciencia evolutiva, toma de decisiones, y un largo, muy largo etcétera. Desconocer la presencia de una tradición que involucra a tantas personas y que abarca tantos ámbitos de la ciencia psicológica resulta entre ofensivo y preocupante.

Otra ignorancia (no han sido avaros en ese aspecto), si bien un tanto marginal, es la asociación automática de datos estadísticos con conductismo. Para dar una idea de lo pifiado del tema, basta recordar que Skinner quería poner esta dedicatoria en su libro Schedules of Reinforcement: “Dedicado a los matemáticos, estadísticos y metodólogos científicos con cuya ayuda este libro nunca se hubiera escrito”. “Con cuya ayuda”, reitero para el lector distraído.

Hace 50 años la cosa estaba bastante mejor para las asociaciones psicoanalíticas, al menos no tenían que lidiar con pestes como conductismo y prácticas basadas en evidencia

Curioso es también asociar conductismo con el modelo biomédico, cuando todas las grandes figuras psicoanalíticas han sido de hecho médicos de formación (por ejemplo Freud, Adler, Jung, Lacan, Winnicott, Klein, incluso el local Nasio). Mientras tanto, las principales figuras del conductismo han sido psicólogos (por ejemplo Watson, Skinner, Tolman, Kantor, Sidman, Hayes), que de hecho, se han opuesto repetidamente a los excesos biologicistas en la psicología (basta leer la oposición a las explicaciones biológicas de Skinner en About Behaviorism, o por ejemplo, este artículo de Hayes con el muy sutil título de “Resistiendo el Biologicismo”), y que se han opuesto desde la primera hora a los sistemas diagnósticos como el DSM.

Ah, y los laboratorios farmacológicos nunca han puesto un peso para las investigaciones en conductismo, debido a que el análisis conductual en clínica utiliza exclusivamente procedimientos psicológicos (véase exposición, activación, entrenamiento en habilidades, economía de fichas, etc.), por lo cual somos un negocio pésimo. No vendría mal, conseguir financiación para investigación es muy difícil, pero simplemente no sucede.

Pero nuevamente, tres instituciones con una larga historia de formación de psicológxs en Argentina parecen desconocer completamente todo esto, y utilizan el término «conductismo» como un epíteto, aparentemente ignorando las contradicciones que ello implica.

Y finalmente, permítanme hacer hincapié en algo que resulta bastante notable: están denunciando que los diagnósticos y tratamientos psicológicos se relacionen con prácticas “basadas en evidencia científica” -probablemente sugieran, como hemos escuchado varias veces, que los diagnósticos se basen en evidencia observacional clínica, la idea de que la clínica demuestra el éxito del tratamiento, es decir, el mismo tipo de evidencia que reclaman para sí prácticas como constelaciones familiares, homeopatía, astrología, etc.

Cada cual es libre de utilizar el modelo teórico que quiera, por supuesto, pero si hablamos de salud pública, mínimamente esperamos que las intervenciones y procedimientos no estén avaladas únicamente por la fe, o por experiencias personales (del tipo «hay que pasar por la experiencia para saber», con todos los sesgos de poder que ello implica). Esperamos un mínimo de evidencia sólida, porque si el nivel de evidencia es el mismo que maneja constelaciones familiares o astrología, careceremos de fundamentos para rechazar que se tiren las cartas en los hospitales públicos como forma de diagnóstico psicológico.

Nadie quiere que la salud mental retroceda 50 años, y especialmente no los terapeutas que trabajan con prácticas basadas en la evidencia.

Hace 50 años en Argentina no era necesario que lo que uno hacía en sesión tuviera alguna clase de respaldo en evidencia científica.

Hace 50 años en Argentina no hacía falta para difundir una teoría demostrar que tenía alguna validez más allá de la especulación del autor.

Hace 50 años en Argentina era casi imposible estudiar otra cosa que psicoanálisis en las universidades públicas.

Hace 50 años en Argentina era casi imposible recibir otra cosa que tratamientos de orientación psicoanalítica en los hospitales públicos.

Hace 50 años en Argentina no se pedía que se hiciera un consentimiento informado minucioso (explicarle al paciente el tratamiento, riesgos, posibles beneficios y alternativas).

Hace 50 años en Argentina era perfectamente normal que un tratamiento psicológico se prolongara durante años, más allá de que el paciente experimentara alguna mejoría o no en su vida.

Créanme, ningún terapeuta de orientación conductual, terapeuta cognitivo conductual, ni terapeuta que trabaje con modelos basados en evidencia (porque, quién iría a decir, hay modelos basados en evidencia que no son cognitivos ni conductuales), ninguno quiere que la cosa retroceda 50 años.

Nadie quiere que la salud mental retroceda 50 años, y especialmente no los terapeutas que trabajan con prácticas basadas en la evidencia

El texto que han publicado denuncia especialmente los artículo 5 y el 7 del decreto propuesto. El 7 es demasiado largo para poner aquí, pero podemos ver el artículo 5.

El artículo 5 no fue reglamentado en 2013, fue pasado por alto, junto con varios otros, de manera que esta sería la primera reglamentación de ese artículo que, según aduce el texto, conduce derecho al infierno por vía de conductismo, estadística, y mala ciencia:

ARTICULO 5°.- Para determinar el diagnóstico deberá ajustarse a las normas aceptadas internacionalmente y basada en evidencia científica. El diagnóstico con la modalidad interdisciplinaria es condición necesaria para garantizar adecuado tratamiento en pos de la evolución del paciente, apoyándose en los antecedentes familiares, de tratamientos y/u hospitalizaciones para evaluar la mejor terapéutica a llevar a cabo.

Dicho diagnóstico deberá realizarse con las limitaciones que las leyes de ejercicio profesional establezcan y con el alcance que sus incumbencias profesionales permita, sin que esto importe una estigmatización de quien se encuentra afectado en su salud mental.

Como ven, un destilado de maleficencia pura.

Cerrando

Lo penoso de todo el asunto es que hay motivos válidos para oponerse al proyecto de decreto reglamentario. El artículo 27 del proyecto, por ejemplo, respecto a los manicomios, es muy objetable y requiere más de una discusión en lugar de ser aprobado sin más, y lo mismo pasa con varios puntos, tanto del decreto de 2013 como del proyecto actual, e incluso de la misma ley. Se trata de una ley que a siete años de su sanción aún no ha sido reglamentada por completo, y se trata de un tema que requiere una discusión general.

Pero si bien tengo mis reparos serios con el decreto, la posibilidad que agregue mi firma a un documento que amenaza con el regreso del conductismo, es nula. Si tan sólo hubieran publicado un texto oponiéndose a los cambios y pidiendo que se frenase el decreto, hubieran tenido un poco más de apoyo de mi parte (y de parte de varios colegas). Pero han elegido embarrar la cancha, haciendo gala de desconocimiento y repitiendo la vieja letanía «el conductismo es malo, el conductismo ha muerto», que ya hemos escuchado una y otra vez en las universidades nacionales con esa sensación persistente de «otra vez sopa».

Psicoanálisis tiene cosas interesantes para aportar cuando deja de mirarse el ombligo, creo que tiene sensibilidades hacia áreas de lo humano que a menudo quedan en segundo plano en otros abordajes psicológicos

Hay un capítulo de los Simpsons en el que Homero, teniendo que escribir un texto y habiéndose quedado sin ideas, propone rellenar el espacio faltante con un “Púdrete Flanders”, porque el desprecio que tiene por Flanders le gana a su capacidad de pensar. El texto de estas instituciones es parecido a eso, grita “Púdrete Flanders” inopinadamente, aún cuando la discusión sea sobre otra cosa. O quizá me equivoque, y la discusión no sea sobre otra cosa, y en lugar de escribir y debatir sobre la ley, tengamos que otra vez, tener una discusión académica, mientras las leyes son aprobadas entre el ruido así generado.

Y honestamente creo que pueden ser mejores que eso. Personalmente —no es la primera vez que lo escribo—creo que el psicoanálisis tiene cosas interesantes para aportar cuando deja de mirarse el ombligo, creo que tiene sensibilidades hacia áreas de lo humano que a menudo quedan en segundo plano en otros abordajes psicológicos. Creo que puede aportar una voz al debate sobre la ley de salud mental que, personalmente, no querría que quedara afuera, porque de nuevo, en tanto psicólogo con orientación conductual hay algunos rechazos que compartimos.

Pero todo lo interesante se desvanece cuando se grita a voz en cuello “Púdrete Flanders”, en medio de la discusión de un tema que concierne no sólo a los psicoanalistas (salvo que se arroguen la exclusividad en la salud mental argentina), sino también a sistémicos, gestálticos, cognitivos, y también, claro, a los conductistas, entre otros. En ese contexto, el “púdrete Flanders” oscurece las aguas y desvía la conversación hacia una batalla con una tradición psicológica que de hecho está bastante de acuerdo con varios puntos que se le critican a la ley (por ejemplo, con las precauciones sobre el modelo médico en psicología, con el rechazo del DSM, con la precaución respecto a cierta metodología de investigación, etc.)

Tengamos el debate que necesitamos y queremos con respecto a la ley de salud mental, pero por favor, no otra vez sopa.

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